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Capitalismo especulativo, extractivismo y guerras de laboratorio Raúl Prada Alcoreza Dedicado a Víctor Ávila, maestro de generaciones de jóvenes críticos, rebeldes, heterodoxos e iconoclastas, intelectual comprometido con la guerra anticolonial de las naciones y pueblos indígenas, activista en las luchas liberadoras del presente.

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Capitalismo especulativo, extractivismo y

guerras de laboratorio

Raúl Prada Alcoreza

Dedicado a Víctor Ávila, maestro de generaciones de jóvenes

críticos, rebeldes, heterodoxos e iconoclastas, intelectual

comprometido con la guerra anticolonial de las naciones y

pueblos indígenas, activista en las luchas liberadoras del

presente.

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¿Qué es lo que articula el capitalismo especulativo, el extractivismo y

las guerras de laboratorio? ¿O, mas bien, esta articulación, qué mundo

configuran? ¿Se trata de la era de la simulación llevada al extremo?

¿Se trata de la cultura-mundo1 de la banalidad llevada a la decadencia

absoluta? El capitalismo especulativo es el capitalismo de las burbujas

especulativas, que corresponde a la dominancia del capitalismo

financiero en el ciclo largo del capitalismo vigente2. El modelo colonial

extractivista del capitalismo dependiente corresponde a la geopolítica

del sistema-mundo capitalista que distribuye centros de acumulación

de capital y periferias de despojamiento y desposesión de recursos

naturales3. Las guerras de laboratorio son los montajes bélicos locales

y regionales, de alcance proyectado como irradiación mundial; guerras

experimentales efectuadas por los servicios de inteligencia de las

potencias y del imperio4. Parece que estos tres recortes de realidad,

dados en la complejidad, sinónimo de realidad efectiva, se refuerzan

mutuamente, en un sistema-mundo donde el capitalismo especulativo

es posible porque se sostiene en la expansión intensiva del

extractivismo. Ambos, capitalismo especulativo y extractivismo,

amparados por los montajes de las guerras de laboratorio; aparecen

como constante amenaza contra los pueblos, las sociedades y el

mundo.

Podemos decir que el capitalismo especulativo es la continuidad

escabrosa de la inscripción de la deuda infinita como acto inaugural de

la genealogía de las dominaciones. Podemos también decir que el

extractivismo es la base o, mejor dicho, el substrato, del modo de

producción capitalista. Entonces, las guerras de laboratorio vienen a

ser la manifestación clara y evidente de lo que son las guerras

imperialistas; guerras desatadas por la competencia de las potencias

imperialistas en concurrencia. Las guerras de laboratorio muestran,

descarnadamente, la puesta en escena de las guerras nacionalistas,

que exacerban los chauvinismos, para arrastrar a los pueblos y

sociedades al absurdo de las guerras de exterminio masivo. Las

guerras de laboratorio, como su mismo apelativo lo dice, son guerras

1 Revisar de Gilles Lipovetsky y Jean Serroy La Cultura-mundo. Anagrama; Barcelona 2010. También de Gilles Lipovetsky y Hervé Jupín El occidente globalizado. Anagrama; Barcelona 2011. 2 Ver de Raúl Prada Alcoreza Crítica de la economía política generalizada. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/. 3 Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-historico-politicas/. 4 Ver Más allá del amigo y enemigo. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/mas-alla-del-

amigo-y-enemigo/.

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de experimentación, simuladas en los teatros escenificados. Muestran

estas guerras experimentales patentemente lo que son las guerras;

invenciones de estados y de estructuras de poder; invenciones de

geopolíticas pretensiosas, que se construyen desde formatos simples y

esquemáticos.

Para decirlo de otra manera, el capitalismo especulativo es un

capitalismo virtual; el extractivismo es el despliegue elocuente de la

destrucción capitalista; y las guerras de laboratorio son las formas

experimentales de las estrategias de conspiración de las máquinas de

guerra y de las máquinas de poder del sistema-mundo capitalista. La

virtualidad del capitalismo especulativo, sostenida en la materialidad

del despojamiento y desposesión efectuado por el modelo colonial

extractivista del capitalismo dependiente. Apoyados ambos, el modo

de la condición especulativa y el desenvolvimiento de la condición

extractivista del capitalismo, por los montajes de las guerras de

laboratorio, diseñadas y efectuadas por organismos secretos de la

“conspiración”, definen las características del orden mundial, del

imperio, del sistema-mundo capitalista, en el presente.

En el caso de las guerras de laboratorio en el Oriente Medio, la “guerra

santa” del ISSIS y la guerra contra el terrorismo, que son la misma

guerra, como las dos caras de la misma medalla, vinculan

manifiestamente la guerra con el petróleo, la energía fósil, el oro negro.

Vinculan, entonces, la guerra desatada en el desierto, con el

extractivismo, en sus formas desmesuradas y perversas. Vinculan la

“guerra santa” y la guerra contra el terrorismo con un capitalismo

financiero, que no encuentra otra salida para sus crisis intermitentes

que la expansión morbosa y delirante de la economía política del

chantaje. Economía que llega al extremo de la proliferación del

mercado de armas, el tráfico de estupefacientes y el narcotráfico, el

tráfico de cuerpos, al costo de la destrucción institucional de los

Estado-nación subalternos, de los países, de los pueblos y las

sociedades.

Desde la cuarta generación de las estrategias de guerra, de acuerdo a

las tesis del ejército del imperio, nos encontramos ante el

desenvolvimiento sigiloso de la “tercera guerra mundial”, dada en la

forma de “guerra de baja intensidad”. Una guerra de control y

contención, de amenaza constante a las poblaciones; de desgaste y de

devastación de las sociedades. Una guerra también mediática, donde

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los monopolios empresariales de los medios de comunicación, a escala

mundial, nos presentan una realidad mediada por la información del

poder del orden mundial. Información mediada que presenta un mundo

amenazado por el “terrorismo”. Ocultando el terrorismo de Estado, el

terrorismo de lo que vendría a ser, algo así, como el Estado de

excepción del orden mundial. Entonces una “guerra santa”, no de los

yihadistas, sino del imperio contra los pueblos del mundo. El

“terrorismo” es el “demonio” que ronda por el mundo, amenazando no

solamente al orden mundial, sino a los pueblos y sociedades, a sus

valores y sus costumbres; a sus formas y estilos de vida.

Esta manera de presentar las cosas, encubre u oculta a las máquinas

de guerra y las máquinas de poder del sistema-mundo capitalista, que

son los aparatos de dispositivos, las máquinas de conflagración, que

requieren de la guerra permanente para reproducirse, para aparecer

como necesidad y legitimarse. Además, la manera veleidosa de

presentar las noticias acompaña la propaganda por el “desarrollo”,

buscando la legitimidad del extractivismo; que es la parte maldita del

modo de producción capitalista5. Esta manera de presentar los

“hechos” encubre las maniobras perversas del capitalismo financiero,

que convierte a los pueblos en deudores eternos6.

La guerra es necesaria para la reproducción del capital y su

acumulación ampliada; ahora, convertida en acumulación

especulativa. La guerra destruye los stocks que no puede venderse,

también destruye la infraestructura de los estados, por lo menos,

parte; esta destrucción favorece las condiciones iniciales de un nuevo

ciclo del capitalismo. Por esto mismo, la guerra adquiere distintos

perfiles y formas, tanto en sentido manifiesto como en sentido latente;

la forma de la guerra que nos ocupa es la de las guerras de laboratorio.

En sentido amplio, con variadas connotaciones, es guerra contra la

vida; esto ocurre cuando el despojamiento y la desposesión se

expresan como contaminación, depredación, destrucción ecológica. En

sentido político y cultural, cuando la guerra destruye a pueblos y a

sociedades, atacando sus estructuras de cohesión, es guerra contra la

humanidad.

5 Ver Economía política de la parte maldita. https://pradaraul.wordpress.com/2014/09/13/economia-politica-de-la-parte-maldita/. 6 Ver La inscripción de la deuda, su conversión infinita. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-inscripcion-de-la-deuda-su-conversion-infinita/.

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Pero, es una guerra elaborada y efectuada desde las estructuras

mundiales del poder. Lo que la hace distinta a la guerra proclamada y

desplegada desde los discursos histórico-políticos. Es guerra

conformada, mas bien, desde los discursos jurídico-políticos,

legitimadores del poder, del Estado, de la institucionalidad de las

dominaciones institucionalizadas. Desde ya, esta promoción de la

guerra, por parte del paradigma de la formación discursiva histórico-

política, es contradictoria; pues la formación discursiva jurídico-política

es de legitimación, no de interpelación, no de convocatoria a la guerra.

Esta paradoja o inversión de roles, del discurso jurídico-político, se da,

sobre todo, en el presente del sistema-mundo. Las dos formaciones

discursivas, la jurídico-política, de legitimación, y la histórico-política,

de interpelación, se cruzan, de tal manera, que desde el discurso

jurídico-político, esta vez, se sintetiza conservadoramente, por así

decirlo, a diferencia de la síntesis burguesa, que lo hace, si se quiere,

de manera progresista. Síntesis conservadora que define, no un fin de

la historia, como la síntesis dialéctica labrada por el discurso histórico-

político, sino la continuidad de la historia apocalíptica, reducida a la

lucha entre el bien y el mal.

En consecuencia, no solo la burguesía de la etapa de la ilustración, es

capaz de elaborar una síntesis entre ambas formaciones discursivas,

sino también, la hiper-burguesía de la etapa de la dominación del

capitalismo financiero, que correspondería, como analogía, a la

oligarquía decadente de la etapa de la ilustración. Ahora bien, esta

síntesis, también dialéctica, solo que conservadora, no “progresista”,

como la síntesis de la burguesía iluminista, de manera contrastada, se

opone a la tesis hegeliana del fin de la historia de la burguesía

iluminista, postulando, mas bien, la tesis de la historia dramática

desbocada, convertida en la tragedia apocalíptica de la batalla final

entre bien y el mal, que va a definir como epopeya cósmica el

desenlace global de la trama mundial.

Ni la burguesía del iluminismo era consciente de la síntesis dialéctica

del fin de la historia, tampoco la hiper-burguesía del sistema-mundo,

integrado y globalizado es consciente de la síntesis dialéctica del

desenlace apocalíptico; no es pues consciente de su interpretación, de

su “ideología”. Es a través de otros dispositivos que se expresa,

dejando, por ejemplo, que la filosofía hegeliana hable por ella; o

dejando que la banalidad discursiva, mediática y sensacionalista, hable

también por ella, en el ahora decadente. No es pues la “conspiración”,

aunque la haya y se dé, la que integra todos los factores y

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componentes de las estructuras del sistema; la que comprende su

composición institucional y sus funcionamientos. La “conspiración” es

apenas una forma de interpretar el mundo y una manera de actuar en

él. Las interpretaciones se dan de manera dispersa, sin ser

congruentes; empero, se conectan, casi aleatoriamente, por así

decirlo, en la totalidad del momento. La cosmovisión apocalíptica se

transmite en los medios de comunicación; también, con menor

intensidad y expansión, en la academia y en los discursos

“especialistas” y “analistas”. En tanto que el pragmatismo político se

efectúa y realiza en las formas de gubernamentalidad de los Estado-

nación. La hiper-burguesía, aunque sea menos del 1% de la población

mundial, se representa lo que ocurre de distintas maneras. Sin

embargo, a pesar de esta dispersión, incluso de esta desarticulación,

se puede armar el rompecabezas y encontrar las conexiones entre las

prácticas y los discursos del poder.

La hipótesis interpretativa que nos animamos a proponer es la

siguiente: Ni la burguesía se auto-representaba de manera directa,

tampoco la hiper-burguesía lo hace; sino, mas bien, la ideología define,

en la trama de la narrativa hegemónica, las imágenes alegóricas de la

burguesía, en un caso; las imágenes alegóricas de la hiper-burguesía,

en el otro caso. La burguesía y la hiper-burguesía son representadas

por las narrativas de la ideología. Como hablamos de ideología de

manera plural, las imágenes alegóricas de la burguesía van a darse de

distintas formas, cumpliendo distintos papeles, en las tramas de las

distintas narrativas hegemónicas. Pueden la burguesía y la hiper-

burguesía compartir algunas de las tramas y narrativas de la ideología;

empero, no se trata de su “ideología”, sino, mas bien, de la ideología

hegemónica compartida, por parte de la sociedad o toda la sociedad

institucionalizada. Sobre todo, cuando se ejerce la hegemonía. Sino

ocurre esto, es posible que comparta solo fragmentos de algunas

narrativas de una ideología desolada o, en su caso, desesperada. En

condiciones donde domina sin hegemonía.

¿Dónde buscar entonces la ubicación de la burguesía y de la hiper-

burguesía en las formaciones sociales y en la geopolítica del sistema-

mundo? Podemos decir que en la complejidad integrada de planos y

espesores de intensidad del sistema-mundo capitalista. La burguesía y

la hiper-burguesía no solamente se forman en el plano de intensidad

económico, sino en los múltiples planos y espesores de intensidad que

integra el sistema-mundo capitalista. Para simplificar el cuadro,

podemos aceptar, provisionalmente, que la burguesía aparece como

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propietaria de los medios de producción, en el plano de intensidad

económico; empero, aparece como encubierta en el plano de

intensidad cultural, de dos maneras, por lo menos. Una, como la figura

del perfil de los afortunados, los recompensados por el esfuerzo, los

vencedores, sin cuestionar sus métodos. Otra, como la figura del perfil

de los pragmáticos, en su grafía diáfana; que es también perfil de los

oportunistas, en su grafía mórbida; así como figura del perfil de

crápulas y despiadados, en su grafía dramática. Por ejemplo, en lo que

respecta al arte de vanguardia, la interpelación estética dibuja y pinta

a la burguesía en la ironía de la levedad del ser; en cambio, en

contraste, la versión mediática los representa en la individualidad

triunfante, en el goce de la fama y de los logros. Dependiendo, en el

campo escolar, la burguesía se difumina y es presentada como

empresarios notorios o como nombres ligados a la revolución

industrial. También se han dado, en otros periodos, programas

académicos, donde los perfiles de la burguesía adquieren una figura

más colectiva o, si se quiere, más corporativa; asociándola a rubros o,

en su caso, a actividades, o comerciales, o industriales, o financieras.

Con estos dos ejemplos, ya podemos darnos cuenta que en el plano de

intensidad cultural la burguesía no goza del mismo privilegio y

jerarquía que la dada en su situación en el plano de intensidad

económico.

Sin embargo, interesa la condición estructural de la burguesía en el

espesor de intensidad cultural. Para hacerlo fácil, la pregunta simple

es: ¿Cuál la formación cultural de la burguesía? Ciertamente hay de

todo, desde los perfiles sin formación académica, empero, con una

gran destreza en los negocios, hasta los perfiles con formación

académica, no siempre vinculada al campo o al rubro donde se

desempeñan. Si bien, esta información y su consecuente descripción

nos puede dar perfiles más concretos de la burguesía, lo que hay que

remarcar, por el momento, es que la formación cultural de la burguesía

no viene determinada por la causalidad económica, sino que, a pesar

de contar con disponibilidades económicas, que le brindan accesos a la

formación académica de calidad, por así decirlo, su formación cultural

responde a otras historias, como las familiares.

Al no darse un determinismo entre su condición económica y el perfil

cultural, solo considerando estos dos planos de intensidad, el

económico y el cultural, además de considerar el espesor cultural,

vemos que la ubicación de la burguesía es disímil en los dos planos de

intensidad, además de ser como la colocación heredada en el espesor

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de intensidad cultural. Entonces, solo considerando estos dos planos

de intensidad y el espesor cultural, vemos que la situación de la

burguesía es variada. Simplificando aún más la exposición, por razones

ilustrativas; sobre todo, para apresurar una hipotética conclusión;

diremos que ocurre como que en un plano de intensidad, el económico,

la burguesía aparezca en una situación privilegiada; en cambio, ocurre

como que en el plano y el espesor de intensidad cultural, la burguesía

aparezca como desolada. No puede comprender su insatisfacción e

infelicidad, a pesar de contar con abundantes recursos.

La conclusión, todavía, simple, además de provisional, es: no hay

armonía en la composición compleja de la burguesía en los planos de

intensidad económica y cultural, así como en el espesor de intensidad

cultural donde se constituye como sujeto social. Se trata, para lograr

expresar una figura filosófica ilustrativa, aunque inadecuada, de un

sujeto desgarrado y de una consciencia desdichada.

Cuando tomamos en cuenta la situación de la hiper-burguesía, en la

etapa tardía del sistema-mundo capitalista, en la fase de la dominación

del capitalismo financiero, en el ciclo largo del capitalismo vigente,

conviene más bien, acercarse a definir el perfil de la hiper-burguesía

de manera distinta y contrastante a la de la burguesía de la ilustración.

Por ejemplo, como la que ha logrado una formación académica; goza

de los privilegios del acceso a universidades elitistas, adquiriendo

buena educación, ponderada institucionalmente. Sin embargo, este

capital cultural, no resuelve la disyunción entre su situación en el plano

económico y su situación en el plano y espesor cultural. En esta etapa

tardía del capitalismo y de la modernidad, si bien, siguiendo a Gilles

Lipovetsky, se puede suponer la culturización de la economía y la

economización de la cultura, así como la estetización de la economía y

la economización de la estética. Cuando no se puede distinguir las

fronteras entre expresión estética, valorización económica y consumo

del goce o a través del goce banal, la hiper-burguesía tampoco

comprende su situación en la complejidad integrada del sistema-

mundo capitalista. Se puede decir, proyectando la interpretación

hipotética, que tampoco le interesa comprender su situación, como de

alguna manera ocurría con la burguesía industrial, sino que opta por

un pragmatismo cínico. Donde no interesa responder a las preguntas,

si se quiere, existenciales, sino solamente actuar, decidir, gozar y

simular; estando atrapada en el show de la fama y del consumo

descomunal. También, en este caso, el de la situación de la hiper-

burguesía, no hay armonía en su constitución subjetiva. El

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desgarramiento de este sujeto dominante se mantiene, así como su

consciencia desdichada.

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Las consecuencias de esta hipotética interpretación son las siguientes:

1. No puede conformarse o darse una armonía en la constitución de

un sujeto social dominante, precisamente porque la dominación

rompe la posibilidad de toda armonía.

2. La armonía subjetiva, para decirlo de esa manera, con los términos

heredados de la filosofía y la psicología, solo es posible si se logra

armonizar con la complejidad integrada de las sociedades y la

complejidad dinámica de las ecologías del planeta.

3. Esto equivale a renunciar al aparente privilegio que otorga la

dominación, renunciado a la dominación misma. Obviamente, esto

no se hace sin el querer hacerlo, sin la voluntad, por lo tanto, sin

comprender. Esta actitud tampoco parece posible, debido a las

estructuras de poder, materializadas en las mallas institucionales,

cristalizadas en los habitus. De todas maneras, el boceto de esta

posibilidad ayuda a configurar el contraste, si se quiere, binario, de

la estructura de la dominación, enfocada desde la composición

subjetiva.

4. En contraste, del otro lado, las subjetividades dominadas,

subalternadas, definen un perfil donde se comprende lo que pasa;

se experimente la vulnerabilidad, la exposición ante la contingencia,

la insatisfacción de las necesidades, la violencia de la explotación,

la discriminación, la subordinación y la subsunción; además de la

desvalorización de la dignidad humana. La experiencia social ayuda

a comprender la condición social en la formación social. Sin

embargo, a pesar de esta comprensión, de este saber en el plano

de intensidad cultural y de su constitución afectada en el espesor de

intensidad cultural, sin olvidar su desventaja en el plano de

intensidad económico, la composición subjetiva es la del

desgarramiento, siendo, también, otra versión de la consciencia

desdichada. Tampoco hay, pues, armonía.

5. Si entendemos a las ideologías como sistemas interpretativos

operativos, podemos comprender que la ideología como tal no

pertenece a una clase, por ejemplo, la burguesía, sino es como la

atmósfera o el clima donde la burguesía ejerce hegemonía. En

consecuencia, es en la ideología donde se participa en la

significación del mundo.

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6. Entonces, la burguesía no se interpreta de manera inmediata y

directa como tal, sino los que lo hacen son otros; filósofos, políticos,

ideólogos, historiadores, sociólogos, politólogos. La burguesía

puede compartir estas interpretaciones, de una manera completa o

parcial; así como, mas bien, ecléctica. Lo que importa es que la

ideología funcione en la sociedad, haciendo que ella, sus estratos

sociales, colectivos, grupos, clases, se reconozcan o rechacen la

narrativa ideológica.

7. La ideología como sistema operativo acompaña las prácticas

sociales, las acciones, las disposiciones y predisposiciones; en

definitiva, acompaña la actividad social, la incidencia de las clases

sociales, de los colectivos, de los pueblos, de los grupos. La

ideología define sentidos en los contextos de las prácticas y

relaciones sociales. Sobre todo, la ideología cobra importancia al

momento de políticas de Estado, particularmente, cuando adquieren

connotaciones de alcance.

8. En lo que respecta a las estrategias, los despliegues, la extensidad

e intensidad del modelo extractivista colonial del capitalismo

dependiente, la ideología juega papeles preponderantes. Anticipa

una concepción de mundo, valoriza o presenta un cuadro de valores

del mundo representado, jerarquiza la importancia de los valores y,

en consecuencias de las conductas y comportamientos, por lo tanto,

de las prácticas. El mundo representado por la ideología presenta

una visión lineal, evolutiva y circunscrita al pragmatismo eficaz de

la economía, que hace de base o zócalo del mundo, considerando

su arquitectura histórico-política-social-cultural. En este mundo

representado las formas del extractivismo, en sus distintos

despliegues, dependiendo de los recursos que explota, son

consideradas como los primeros pasos al “desarrollo”, en la versión

nacionalista, o como inversiones pertinentes en cuanto al

crecimiento económico, en la versión liberal. Dicho de un modo

sencillo, se considera al extractivismo como actividad económica

necesaria.

9. Ahora bien, las ideologías como sistemas operativos funcionan de

distinta manera cuando se trata del capitalismo especulativo y las

guerras de laboratorio. En lo que respecta al capitalismo

especulativo, es decir, a la dominancia del capitalismo financiero,

en el ciclo largo del capitalismo vigente, la ideología en curso

funciona con pretensiones técnicas y poses científicas; las mismas

reducidas a la contabilidad y a un mundo económico esquemático,

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que se mueve por la oferta y demanda. En lo que respecta a las

guerras de laboratorio, la ideología funciona casi como portavoz

moderna de la religión. Señala la amenaza apocalíptica, que tiene

cara del terror; califica como “terrorismo” lo que le parece que son

acciones inducidas por el mal.