Capitulo 1 en Otra Historia...Jaquet

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  • 7/25/2019 Capitulo 1 en Otra Historia...Jaquet

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    Hctor Eduardo Jaquea

    EN OTRA HISTORIA

    Nuevos dilogos entre historiadores y

    educadores en torno a la construccin y

    enseanza de la Historia de Misiones.

    (Para docentes de la EGB y Polimodal)

    EDITORIAL UNIVERSITARIA

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE MISIONES

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    Hecho el depsito de la ley 11723

    Impreso en Argentina

    ISBN: 987-9121-59-7

    Editorial Universitaria

    Universidad Nacional de Misiones, Posadas, 2001

    Todos los derechos reservados para la primera edicin.

    EDITORIAL UNIVERSITARIA

    UNIVERSIDAD NACIONAL DF, MISIONES

    San Luis 1870

    Posadas - Misiones - Fax: (03752) 428601

    e-mail: editorialQ0corrco.unam.edu.ar

    Coleccin Ctedra

    Coordinacin de la edicin: Nicols Capaccio

    Armado de interiores y tapa: Francisco A. Snchez

    Correccin: Amelia E. Morgenstern

    fi

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    PARTE

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    CAPTULO I

    AMIGOS NO SON LOS AMIGOS

    LAS RELACIONES ENTRE ESPAOLES Y GUARANES EN LOS PRIMEROS

    TIEMPOS DE LA CONQUISTA (1536-1546/1556-1610 APRox.)

    Una buena parte de las perspectivas con las que se abor-

    dan en los mbitos escolares el proceso de Conquista y Colo-

    nizacin europea de la regin del Ro de la Plata durante los

    siglos XVI y XVII, presentan la imagen de un

    indio

    guaran

    dcil , servicial , aliado de los espaoles y con afn de

    recibir doctrina cristiana.

    Esta presentacin del guaran como un actor sumiso en

    el proceso histrico, no es una construccin totalmente volun-

    taria del maestro, sino que es la imagen que los libros de tex-

    tos destinados a la enseanza devuelven de los guaranes, jun-

    to con la valorizacin de la existencia de un supuesto acuerdo

    o alianza entre ellos y los espaoles como sustento de la Con-

    quista.

    Sin embargo, si. se profundiza la lectura de los textos

    documentales, que relatan los primeros contactos entre espa-

    oles y guaranes, es posible descubrir la resistencia activa

    que ejercieron estos ltimos a la dominacin extranjera. En

    este sentido, se recupera la dimensin del conflicto que impli-

    c la relacin intertnica desde los primeros contactos entre

    nativos y europeos.

    As, en los ltimos aos la historiografa regional ha

    desmitificado, en parte, la idea de aqul idilio hispano-guaran

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    EN

    OTR A H I S TOR IA

    y ha revalorizado el rol de la resistencia en la explicacin del

    proceso histrico.

    Empero, estas conclusiones, producto de las revisiones

    de los historiadores y etnohistoriadores, no han trascendido al

    campo de la enseanza, y los textos o manuales educativos

    siguen prefiriendo la versin tradicional basada en el consen-

    so armnico entre los agentes involucrados.

    Nuestra intencin, con este artculo, es realizar una

    aproximacin al costado conflictivo de la Conquista teniendo

    en cuenta los aportes de algunas recientes investigaciones so-

    bre este tema. El hecho resulta relevante para conocer aspec-

    tos, a menudo poco considerados (o considerados a travs de

    estereotipos), en la enseanza escolar del proceso de Conquista.

    La principal advertencia que queremos hacer al plantear

    este enfoque es la de la necesidad de evitar la lgica

    maniquesta: cambiar la imagen de un

    indio

    bueno y sumi-

    so por la de un indio malo y belicoso (simplificacin

    que entraara un profundo juicio etnocntrico). Trataremos

    de enfatizar los mecanismos culturales puestos en juego en

    una compleja y contradictoria relacin intertnica cuando per-

    sonas de dos universos culturales diferentes se enfrentaron. Y

    esto puede contribuir a un replanteo reflexivo del modo en

    que habitualmente los docentes ensean esta etapa histrica

    central en la historiografa regional.

    En este caso no slo procuramos recuperar las estrate-

    gias utilizadas por los guaranes para oponerse a los espao-

    les, sino tambin acercar los resultados de la reciente investi-

    gacin etnohistrica que profundiza en el cruce de las inter-

    pretaciones culturales en un contexto de relaciones sociales

    asimtricas entre espaoles y guaranes brindando un aporte

    relevante para comprender mejor ese proceso.

    E L E N F OQ U E T RAD IC ION AL

    La floresta o selva subtropical sudamericana de verde exube-

    rante, humedad excesiva, frecuentes cursos de agua, fue el

    30

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    grupos

    el trate

    de caz.

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    I- Los guaranes eran pueblos agricultores it inerantes (cultivo intensivo del

    suelo mediante la roza y la quema) y sennsedentarios con tecnologa propia de

    grupos neolticos'', capaces de organizar alianzas parentales circunstanciales para

    el trabajo y para la guerra que le permitieron imponer un dominio sobre los clanes

    de cazadores-recolectores-nmades.

    AMIGOS NO SON LOS AMIGOS

    escenario natural que los guaranes

    ganaron para s

    como

    veradaderos colonizadores del monte (Schmid: 1981).

    Dueos de todos los recursos, se enseorearon de ese te-

    rritorio mediante el desarrollo de

    una dinmica social, polti-

    ca y econmica colectiva que llevaba varios miles de aos y

    que les permiti ganar espacio por sobre el resto de los pobla-

    dores no guaranes. La potencialidad militar garantiz la per-

    manencia de un orden y de una espacialidad guaranizados'.

    Empero, el predominio guaran entr en crisis con la

    irrupcin de los conquistadores europeos en el siglo XVI,

    inicindose el proceso de Conquista y Colonizacin que puso

    en evidencia el mundo de contradicciones sobre el que se edi-

    ficaba la preponderancia de los guaranes en la regin del Pa-

    raguay. Ahora, los otrora colonizadores del monte, acostum-

    brados a imponer las reglas, debieron hacer

    frente a fuerzas

    superiores

    que le exigieron acciones de conquistado. Tuvie-

    ron

    que generar medidas urgentes, al impulso que su propia

    cultura les brindaba: solidaridad parental, negativa a los ser-

    vicios personales, arremetida militar, autorrealizacin

    proftica, huida apresurada...

    El impacto con los llamados frentes de expansin (es-

    paol, portugus y jesuita)

    en los que se estructur el dominio

    europeo, determin diversas respuestas por parte de los

    guaranes, las que fluctuaron entre una aceptacin condicio-

    nada, nunca sumisin, y una resistencia activa.

    Ahora bien, respecto de la naturaleza de los primeros

    contactos entre los guaranes y los conquistadores espaoles,

    es frecuente hacer hincapi, desde la visin tradicional, en u na

    alianza hispano-guaran,

    fundada en la relacin armoniosa, casi

    idlica, entre las partes:

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    EN OTR A H I S TOR I A

    Los guaranes acogieron a los primeros exploradores y acor-

    daron con ellos la alianza precursora) sostenedora de la con-

    quista

    (Moreno: 1 926).

    En este sentido, abundan expresiones que aluden a la re-

    gin asuncena como la morada rica y tranquila , la fecunda

    tierra , la de los abundantes frutos ; y en cuanto al compo-

    nente humano, se destaca la prodigalidad de las mujeres y

    la hospitalidad del guaran .

    La visin es la de una especie de paraso que acogi a los

    deshausiados espaoles en un clima de absoluta paz. Esta ar-

    mona slo habra sido alterada por la accin destructora de

    los indios

    agaces y chaqueos, enemigos de los guaranes,

    peligro comn que, en todo caso, habra reforzado definitiva-

    mente una ms slida alianza hispano-guaran. Esta versin,

    adems de destacar el carcter voluntario en la cooperacin

    de los guaranes para recibir a los espaoles, propone que, si

    algn conflicto hubo, ste era externo a la lgica pacfica con

    que se habran estructurado las relaciones entre europeos e

    indgenas.

    Para el historiador paraguayo Efran Cardozo (1959):

    Los guaranes colaboraron. activamente en la empresa de la

    conquista y, unidos por la sangre con los europeos, origina-

    ron el brioso mestizaje al cual debi el Paraguay su persis-

    tencia histrica o, conservando su pureza tnica, se prestaron

    tambin pacficamente, al famoso experimento de las Misio-

    nes Jesuticas. La profundidad del contacto histrico se mide

    por un hecho, singular en la Amrica: solamente en el Para-

    guay, los conquistadores adoptaron la lengua indgena que

    es, hasta hoy, el verdadero idioma nacional de los

    paraguayos .

    Como veremos en la segunda parte de este libro, el modo

    en que se construyen las historias nacionales implica siempre

    una seleccin de episodios y una intencin ideolgico-polti-

    ca. La mayor parte de los historiadores trataron de justificar

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    AMIGOS NO SON LOS AMIGOS

    la existencia de la nacin paraguaya en esa fusin histrica de

    carcter singular entre espaoles y guaranes. La modalidad

    de relacin entre las dos sociedades habra constituido para

    estos historiadores una excepcin en la historia de la Con-

    quista de Amrica, signada por cruentos y prolongados

    enfrentamientos entre las poblaciones nativas y los invasores

    europeos. En la siguiente cita se sintetiza el enfoque tradicio-

    nal basado en la singularidad de la relacin, la cooperacin

    pacfica de los guaranes, su carcter sumiso y el recurso cul-

    tural que posiblit la alianza hispano-indgena:

    El Paraguay constituye en este sentido algo realmente ex-

    traordinario, debido sobre todo a la especial psicologa del

    pueblo guaran. En virtud de la alianza hispano-guaran, sur-

    gi espontnea la cooperacin indgena desde el punto de vista

    econmico, con constantes aportaciones agrcolas, y desde

    lo

    personal,

    porque como consecuencia de este pacto aparece

    rgimen de servidumbre a que se entregaron las indias con

    los espaoles

    (Rubio: 1942).

    En relacin con estas posturas, Florencia Roulet (1993)

    advierte que la mayor parte de los historiadores que hasta

    mediados del siglo XX estudiaron la Conquista del Paraguay,

    afirmaron coincidentemente que, en relacin con la del resto

    de la Amrica Espaola, sta tuvo un carcter excepcional,

    dado por la amistosa acogida de los indgenas, el temprano y

    profuso mestizaje entre conquistadores y conquistados, la lu-

    cha conjunta contra los grupos chaqueos y la ausencia de

    conflictos graves (o, en el peor de los casos, su carcter pun-

    tual y circunscripto).

    El enfoque tradicional tiende a ocultar la resistencia ac-

    tiva que opusieron los guaranes al dominio espaol o bien, a

    considerar los levantamientos de los guaranes como hechos

    coyunturales sin demasiada trascendencia. La reaccin ind-

    gena slo es consignada despus que se organiza el sistema de

    encomiendas (1556) y los indgenas son reunidos en los pue-

    blos de

    indios (tova)

    sometidos al doble proceso de fragmen-

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    tacin de su integridad comunal e hispanizacin en el nuevo

    orden socio-econmico abierto con ese sistema':

    Los movimientos de resistencia activa contra la invasin y

    la dominacin espaola por parte de los indios guaran fue-

    ron mucho ms numerosos que los que deja entender la

    historiografa tradicional, que habla sobre todo de la alianza

    hispano-guaran y de mestizaje. Entre 1537 y 1616 los docu-

    mentos histricos registran nada menos qe veinticinco rebe-

    liones de los guaran contra la colonizacin espaola

    (Meli:1988).

    Si bien el rgimen de trabajo compulsivo al que son in-

    corporados progresivamente los guaranes, provoc las ms

    explosivas rebeliones proftico-chamnicas en las

    prostrimeras del siglo XVI, y durante los siglo XVII y XVIII;

    sin embargo, la resistencia se dio desde el momento de los

    primeros contactos, prologando el perodo de las grandes re-

    beliones, en lo que podramos denominar fase

    preencomendera de la conquista (Susnik: 1978).

    No todos los guaranes aceptaron relacionarse de buen

    grado con los espaoles, ni en todas partes de la amplia zona

    del Paraguay los contactos se produjeron simultnemente ni

    de la misma forma. Muchos rehuyeron el contacto hostilizando

    a los europeos, retrayndose en los oscuros de la selva y em-

    peados ...en una desesperada lucha que pareca sin perspec-

    tivas... (Meli y Munzel: 1978).

    Las parcialidades guaranes eran numerosas (aunque no

    puede precisarse con exactitud la cifra de poblacin), habita-

    ban distintas zonas ms o menos favorecidas para la obten-

    cin de recursos naturales y presentaban diversas caratersticas

    2- La encomienda o repartimiento de indios consista en la distribucin de

    grupos de indgenas en pueblos controlados por un espaol llamado encomendero,

    para quien deban trabajar los guaranes en tareas agrcolas y otros menesteres:

    construccin de casas, puentes, empalizadas, servicio domstico, sin poder cam-

    biar de residencia. E l encomendero de ba proveer alimentos, vestido, casa y reli-

    gin a los indios encomendados a cambio de su trabajo a destajo. Los abusos come-

    tidos por los espaoles bajo este rgimen fueron frecuentes.

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    culturales'. Cuanto ms cerca estaban de una economa de sub-

    sistencia, los grupos que Susnik denomina monteses , se opo-

    nan a formar parte de un sistema econmico ms amplio con-

    trolado por los conquistadores. Slo fueron incorporados me-

    diante la fuerza.

    Estas son manifestaciones resistivas que hay que desta-

    car, aunque en la evaluacin general de la etapa se tome como

    grupo de estudio a los guaranes de la comarca asuncena que

    s se relacionaron con los extranjeros. Todo parece indicar que

    la acogida de forma pacfica de los carios, como llamaron los

    espaoles a los guaranes de las inmediaciones de Asuncin,

    garantiz un primer recibimiento relativamente sin sobresal-

    tos para las huestes espaolas.

    P RIM E RA E T A P A D E LA RE S IS T E N C IA (1537-1546)

    A los primeros conquistadores que ingresaron por el Ro de la

    Plata los movilizaba no slo el deseo de encontrar la

    cornuncacin interocanica sino, esencialmente, un afn per-

    turbador de obtener fabulosos tesoros. Hacerse de indios ami-

    gos era, pues, una necesidad vital para proveerse de alimen-

    tos y sobrevivir en un mundo desconocido. Pero tambin era

    un requisito indispensable reclutar hombres para la organiza-

    cin de las expediciones transchaqueas en busca del ansiado

    El Dorado .

    La aparente coincidencia de intereses plasm una rela-

    cin que garantiz al espaol cubrir esa dos necesidades y, al

    3- Es importante tener en cuenta, para evitar la linealidad de los relatos

    explicativos, que ni la sociedad guaran. ni los espaoles, constituan grupos ho-

    mogneos. De un lado, haba diferencias culturales y polticas entre diferentes par-

    cialidades. lo que signaban un contexto previo de relaciones contradictorias. Del

    otro lado, las diferencias de origen, clase, poder econmico, jerarqua militar, fe-

    cha de llegada al Paraguay, etc.; hacan que los conquistadores tampoco constitu-

    yeran un grupo homogneo, sin fisuras internas. De hecho, las contradicciones,

    marchas y contramarchas de las relaciones intertnicas estuvo signada por el cho-

    que de dos mundos diferentes que, a su vez, mantenan diferencias internas que

    complejizaron las relaciones entre ambos.

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    guaran, le posibilit un recurso poderoso gracias a las armas

    (plvora, hierro) de los conquistadores para combatir a sus

    enemigos guaycures y agaces, y obtener, adems, el pas del

    mtico Cawdir que ya haba motivadado tendencias

    migracionales de ciertos grupos hacia el occidente andino

    (chi riguanos), antes que hicieran irrupcin en la selva los ex-

    tranjeros europeos Metreaux:1974; Susnik:1975; Nimuendaj:

    1981).

    Los primeros levantamientos indgenas van a surgir, cu-

    riosamente, entre aquellas parcialidades que accedieron a for-

    mar parte de las huestes espaolas y convivieron con los con-

    quistadores entregando bastimentos, ofreciendo sus servicios

    y cediendo sus mujeres. Entre 1540 y 1550, una cadena de

    revueltas , localizadas en tres focos principales: en el norte,

    centro y sur del Paraguay, jaquearon a los espaoles dificul-

    tndoles la prosecucin de sus objetivos.

    En la regin de Guarambar, entre los ros Ipan y Jeju,

    las crnicas relatan la sublevacin del cacique Aracar en

    1541-1542, como uno de los movimientos ms importantes:

    desde la posicin de los conquistadores, porque este cacique

    frustr la expedicin transchaquea que haba organizado la

    hu este espaola y, adems, ocasion qu e otros gru pos guaranes

    se sublevaran por solidaridad parental con l poniendo en ries-

    go la permanencia de los europeos en la regin. Para los ind-

    genas, porque era la primera protesta frente al deterioro de los

    trminos de la supuesta alianza, claramente percibido por los

    guaranes al verse perjudicados con el debilitamiento de la

    economa tribal por la saca de mujeres y por la muerte de

    los hombres corno carne de can en las avanzadas expedi-

    cionarias por zonas inhspitas, donde la comida escaseaba y

    donde asediaban los

    indios

    guaycures.

    La misin de Aracar era reclutar entre su gente ocho-

    cientos indios, pasar con ellos el ro Paraguay y traer noticias

    sobre esa zona. Los guaranes se negaron a servir en la tarea,

    al parecer instigados por el propio Aracar. Pero la resisten-

    cia fue aplacada y el cacique ajusticiado ...por haber origina-

    do una gran guerra entre los cristianos al decir posterior de

    Ulrico Schmidl. Ms all del grado de participacin de Aracar

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    AMIGOS NO SON LOS AMIGOS

    y su responsabilidad en la revuelta , Schmidel no se equivo-

    caba con su juicio, ya que la muerte del cacique (haba sido

    ahorcado por los espaoles corno escarmiento para que otros

    grupos no hicieran lo mismo), pretendi ser vengada por su

    pariente cacique Tabar, quien fortific con empalizadas su

    aldea y se resisti a la saca de mujeres y a la entrega de

    vveres, dando curso, con esta actitud, a la acendrada costum-

    bre en la cultura guaran de la venganza parental frente al he-

    cho delictivo. Sin embargo, los espaoles penetraron en el

    pueblo destruyendo las casas, matando a los hombres y cauti-

    vando a las mujeres:

    ...para dominarlos fue preciso que los espaoles construye-

    ran torreones sobre ruedas, con cuya industria los asaltaron

    (...) la accin fue terrible; al fin los indios se dieron (sic) y se

    hizo una carnicera casi .vin cuartel, precipitndose los venci-

    dos por tierra y ro. Los espaoles tuvieron cuatro hombres

    muertos, a ms de ciento cincuenta de sus indios, con muchos

    heridos de unos y otros. Los despojos fueron como tres mil

    personas entre mujeres y nios que se repartieron entre los

    vencedores (...)

    (Aguirre: 1947).

    Este comentario de Francisco Aguirre, en su Discurso

    Histrico, seguramente magnifica la gesta de los espaoles y

    el nmero de

    ind ios

    muertos. Las cifras de vctimas de uno y

    otro bando no pueden precisarse, mucho menos confiando en

    la versin de los vencedores. Sin embargo, el testimonio es

    harto elocuente de la estrategia de la lucha y de su resultado

    final. Despus del sitio y la batalla, Tabar tuvo que pactar

    con los conquistadores para poder recuparar a las mujeres en

    1543. Los espaoles, que haban salido victoriosos, tuvieron

    que pacificar a los derrotados con muchos dones y resca-

    tes ya que, a pesar del triunfo, la situacin de los europeos

    segua siendo bastante insegura y dependan de los buenos

    oficios de los indios

    para proveerse de alimentos, como as

    tambin de mujeres y hombres para dar continuidad a las ex-

    pediciones, por lo que no les convena una ruptura definitiva

    de las relaciones con los

    indios

    amigos .

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    Entre 1545 y 1546 se produjeron otras manifestaciones

    de resistencias, esta vez en la zona norte de Asuncin. Nueva-

    mente estas sublevaciones se dieron entre los

    indios

    ms ami-

    gables y, en la lgica de los conquistadores, aparentemente

    ms dispuestos a servir al espaol'. Esta vez la revuelta fue

    general y tuvo un carcter masivo pues no slo involucr a

    varias parcialidades guaranes sino que, incluso, posibilit la

    alianza de estos con sus tradicionales enemigos chaqueos.

    La consigna era expulsar a todos los invasores extranjeros de

    la regin. Estos levantamientos demostraron cierta concien-

    cia tnica por parte de los guaranes para realizar un esfuerzo

    conjunto que condujera a la expulsin de los espaoles (Roulet:

    1993).

    A pesar de esta solidaridad entre los parientes tnicos,

    los guaranes fueron desbandados y muchos debieron huir ha-

    cia la zona del Tebicuary. Precisamente all se gener la rebe-

    lin surea, como una continuidad con la iniciada en el norte

    que puso en jaque a las fuerzas espaolas.

    Focos de resistencia se levantaron en varios lugares y en

    momentos intermitentes, lo que dio, por un tiempo, ciertas ven-

    tajas a los guaranes ya que los espaoles deban combatir en

    varios frentes porque los ataques de los canos eran espordi-

    cos y sorpresivos. Pero, poco a poco la resistencia guaran

    perdi consistencia por falta de coordinacin. La organiza-

    cin poltica de los guaranes era fragmentaria, con lderes

    mboruhich)

    de pequeas comunidades denominadas

    tey i (y

    su xito hubiera dependido de la unin, a travs de una slida

    alianza, de varios jefes de distintos

    teyi ) lo que dificultaba la

    organizacin de un ataque sistemtico y organizado.

    En esta oportunidad, los guaranes ocultaron a las muje-

    res y a los nios en la selva para evitar que sean capturados

    4- Esto nos invita a poner cuidado al evaluar en el modo en que se constru-

    yeron las relaciones entre conquistadores, y conquistados ya que es sintomtico

    que las rebeliones surgieran ms entre las parcialidades que aceptaron relacionarse

    con los espaoles y menos entre aquellas supuestamente ms reacias al trato con

    ellos por ser belicosas y bravas . Algo pasaba entre espaoles

    y guaranes en el

    mismo momento en que se aceptaban mutuamente como aliados.

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    por lo espaoles y obligarlos luego a una capitulacin forza-

    da. La mujer en la sociedad guaran constitua una pieza clave

    para estructurar las relaciones parentales y, por ende, de la

    economa y la poltica. Los espaoles comprendiendo este rol

    y el dao social que causaban,. solan capturar a las mujeres y,

    de esta forma, se aseguraban la victoria pues desestabilizaban

    a la sociedad guaran, descontando la rendicin de los hom-

    bres para recuperarlas.

    La resolucin de este movimiento sureo, poco feliz para

    los guaranes, fue provocado, segn las crnicas espaolas,

    por un

    indio

    traidor que revel a los espaoles el camino

    para soprender a sus hermanos en el monte, que cada vez era

    menos seguro, protega poco y fracasaba como escondite. La

    figura del

    indio traidor es frecuente en el relato de los cro-

    nistas, lo que se explica por la falta de unidad entre los grupos

    y la cada vez ms peridica preferencia de los intereses fami-

    liares a los de la gran comunidad parental, producto de las

    circunstancias crticas de la lucha. Si algunos jefes traicio-

    naron dando informacin a los espaoles, fue para evitar ser

    aniquilados como 1Maje o pequea comunidad

    ( tey i )5.

    5 L a traicin es una expresin usada y cargada de signif icado por los con-

    quistadores. Lo que estos entendan como traicin eran determinadas conductas de

    los guaranes que tenan un sentido cultural diferente para ellos. M uchas de estos

    juicios han traspasado el anlisis de los h istoriadores. dando por sentado la e xisten-

    cia de una traicin sin preguntarse por el signif icado de los actos para los propios

    guaranes. De all hay un paso para formular y extender el juicio etnocntrico acer-

    ca de que los indios son todos traidores . Sealam os la importancia de estar aten-

    tos a los trminos y a los conceptos que guan la interpretacin de los hechos. N o

    podemos ad entramos en este libro en los signif icados culturales que podan tener

    aquellas conductas que los espaoles estuvieron prontos a explicar como traicin.

    Slo sealamos que es fundamental explicar los hechos y sus significados para los

    protagonistas en el entramado de las relaciones socioculturales que le dan sentido.

    D e esta manera evitaramos trasladar el sentido de los conquistadores como nica

    categora de anlisis del proceso histrico. N osotros mismos usamos en nuestro

    texto la palabra indio -

    que'es propia del lenguaje del colonizador. Sabemos que

    actualmente los guaranes de M isiones prefieren ser l lamados paysanos. Por igno-

    rancia del alcance antropolgico de esta ltima denominacin (es decir, si lo pode-

    mos extender a los guaranes de la poca que tratamos) y reconociendo que es

    etnocntrico usar la expresin indio , como nico recurso relativista que nos que-

    da, advertimos a los lectores esa dificultad mediante la utilizacin de la cursiva

    39

  • 7/25/2019 Capitulo 1 en Otra Historia...Jaquet

    15/34

    EN OTR A H I S TOR I A

    La revuelta generalizada del sur y su fracaso, seguida de

    un perodo de relativa paz, cierra la serie de movimientos de

    resistencia activa ofrecida por los guaranes antes de la orga-

    nizacin de la encomienda que realiz, por primera vez, Do-

    mingo Martnez de Irala en 1556.

    La resistencia en la fase preencomendera de la Conquis-

    ta es una reaccin cruda y directa contra los abusos de los

    conquistadores por la violencia de sus procedimientos indivi-

    duales al ocupar la tierras, sacar a las mujeres de su comuni-

    dad ( rancheadas ) y exigir trabajo forzados o no acordes con

    la reciprocidad que los guaranes esperaban de la institucin

    parental del cuadazgo.

    Los espaoles haban tomado por esposas a las mujeres

    indgenas convirtindose en cuados de los guai-anes. Esto

    los obligaba a cumplir con las reglas de reciprocidad parental.

    Sin embargo, los espaoles no respetaron esta prctica y no

    cumplieron (salvo durante una breve etapa) con las obligacio-

    nes de entregar rescates y dones a los guaranes como in-

    tercambio. Pronto los guaranes advirtieron que lo que ellos

    entregaban o servan no era retribuido ni correspondido por

    los supuestos cuados, aliados o amigos. La relacin se trans-

    form en asimtrica: los espaoles sacaban, pedan y obte-

    nan de las comunidades guaranes lo nunca iban a retribuir.

    Florencia Roulet explica muy bien esta situacin mar-

    cando claramente la relacin de fuerzas entre espaoles y

    guaranes. Es decir, qu se exigan mutuamente cada grupo y

    en qu condiciones objetivas se encontraban para poder sos-

    tener la relacin. Nos atrevemos a citarla

    in extenso por su

    claridad en este planteo:

    ...los guaranes exigan demasiado a cambio ce su amistad:

    los rescates europeos eran bienes escasos que no podan.

    distribuirse con la misma magnanimidad de los primeros (las.

    cada vez que usemos la palabra indio

    -en todo el libro. Es una manera de sealar

    nuestro distanciamiento con las cargas peyorativas hisirieamente constituidas y

    que pueden estar presente en la palabra indio'', y que nuestra intencin sea usarla

    en un sentido diferente.

    40

    t

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    16/34

    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    El trabajo de las mujeres era indispensable para asegurar la

    subsistencia de los conquistadores, pero el precio de las

    indias no poda ser pagado por todos, lo cual hizo pronto ne-

    cesario el recurso de la esclavitud de las indgenas captura-

    das en las jornadas transchaqueas y el mtodo de las

    rancheadas para cubrir la creciente demanda de mano de obra

    agrcola. Comenzaron entonces, muy tempranamente, los asal-

    tos a las aldeas guaranes, la exigencia de bienes y servicios

    sin contrapartida, la saca forzosa de mujeres, la imposicin

    de tareas humillantes y los maltratos fsicos, que se sucedie-

    ron con intensidad y frecuencia crecientes pese a las protes-

    tas de los Carios .

    La resistencia guaran, salvo en un brevsimo perodo,

    no revisti el carcter de ataques masivos, sino que fue ms

    bien un movimiento defensivo. Quizs el principal problema

    haya sido la falta de coordinacin entre los guaranes por la

    caracterstica fragmentaria de su propia organizacin socio-

    poltica. Sin embargo, esto no significa la ausencia de un pen-

    samiento reflexivo en el planteamiento de estrategias. La cons-

    truccin de fosos y empalizadas para proteger las aldeas, el

    ocultamiento de las mujeres y los nios en el selva,

    la guerra

    de guerrillas con ataques sorpresivos y posterior desbande

    hacia lo profundo de la selva, la alianza alternativa con los

    indios agaces y guaycures, sus tradicionales enemigos, as lo

    comprueban.

    En la etapa de los primeros contactos no se haba resen-

    tido an en los guaranes el caudal espiritual y cultural ni su

    autoimagen como hombres libres y guerreros, tal como ocu-

    rrir ms adelante. Su identificacin como grupo opuesto al

    invasor (aunque hubiera diferencia entre las distintas parcia-

    lidades), constitua el condimento esencial para ejercer una

    resistencia activa.

    Estos movimientos revisten tempranamente el carcter

    de oposicin al proceso de pacificacin violenta y revelan.

    en ltima instancia, la toma

    de conciencia

    del Iluaran al com-

    prender que su status respecto del espaol no era de socio ,

    41

  • 7/25/2019 Capitulo 1 en Otra Historia...Jaquet

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    EN OTR A H I S TOR I A

    amigo , aliado o pariente sino de esclavo-tovay

    (Susnik: 1978)

    La situacin se hizo mucho ms dramtica cuando com-

    prendieron que las relaciones entre iguales que ellos pre-

    tendan en tanto aliados de los espaoles se haban deterio-

    rado hasta convertirse en relaciones de sujecin. Mientras los

    guaranes crean ser amigos de los espaoles el trato violen-

    to que estos les dispensaban demostraba que para los espao-

    les no haba distincin alguna entre

    indios-amigos

    e

    indios-

    esclavos. Para los guaranes los amigos se haban convertido

    en enemigos .

    Un malentendido cultural (con consecuencias dramti-

    cas) sign todo el proceso de las relaciones entre espaoles y

    guaranes. En su excelente estudio etnohistrico, Florencia

    Roulet demuestra que el cruce de interpretaciones entre per-

    sonas que pertenecan a universos culturales diferentes fue

    decisivo para el curso de los acontecimientos.

    Esta autora comprueba que los espaoles, sin compren-

    der el universo cultural de los guaranes, el significado que

    estos otorgaban a ciertos objetos, actos y comportamientos,

    impusieron pautas francamente incomprensibles e inacepta-

    bles para los guaranes. Por ejemplo, obligar a los hombres

    guaranes a realizar tareas que en la cultura de estos, slo las

    realizaban las mujeres. Portar el canasto (adjac) en la cabeza

    para cargar y acarrear objetos, era una tarea exclusivamente

    femenina, sin embargo, ignorando esto, los espaoles obliga-

    ron a los hombres guaranes a transportar canastos durante las

    expediciones transchaqueas. En lugar de tratarlos como sol-

    6- A pesar de las acciones violentas, la dominacin espaola se sigui jus-

    tificando en el marco del parentesco de la alianza y de la amistad aunque para

    unos y otros era obvio que estos trminos se iban vaciando de significados. Roulet

    sostiene, siguiendo a Susnik. que los guaranes conocan muy bien estas prcticas

    agresivas y violentas, porque ellos mismos las solan aplicar a sus prisioneros de

    guerra pero jams lo hacan con u

    gual o aliado. E n la cultura guaran ese trato,

    que inclua en ciertos casos la antropofagia del enemigo, era slo para los prisione-

    ros-esclavos. No estaban ellos acostumbrados a p adecer la sujecin de otros, en

    este caso de los espaoles.

    42

  • 7/25/2019 Capitulo 1 en Otra Historia...Jaquet

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    dados aliados (tal lo esperado por los guaranes) los espaoles

    los trataron corno mujeres exigindoles tareas que, en la cul-

    tura guaran, eran propiamente femeninas. Roulet explora la

    hiptesis de que quizs la buinillacin que esto significaba

    motiv la negativa del cacique Aracar para continuar la ex-

    pedicin chaquea, resistencia que luego le cost la vida.

    Las mujeres guaranes tambin fueron obligadas a reali-

    zar tareas que, en su cultura, correspondan a los hombres:

    construir casas y canoas. Con todo, lo que Roulet pone de re-

    levancia, es el peso decisivo que tuvo este cruce de interpreta-

    ciones culturales diversas, en las distintas formas con que fue

    significada la relacin intertnica por unos y otros. Tal vez, lo

    que los espaoles entendan como revueltas , levantamien-

    tos o sublevaciones , no eran ms que resistencias o negati-

    vas legtimas de los guaranes hombres (autoasuuiidos

    C O ( )

    aliados y guerreros en igualdad de condiciones que sus cua-

    dos) de servir en tareas ms propias de lo que su cultura asig-

    nara a mujeres o esclavos.

    En sntesis, podemos sostener, junto a la autora que co-

    mentarnos, que la idea que los espaoles tenan del servicio

    chocara muy pronto con las expectativas de reciprocidad que

    albergaban los guaranes y con la imagen que tenan de s mis-

    mos, que exclua por completo la posibilidad de ser tratados

    como gente inferior.

    Aunque, desde un comienzo, las situaciones de tensin

    entre espaoles e indgena fueron frecuentes, se puede decir

    que a los guaranes les llev un tiempo darse cuenta de cul

    era su verdadero status para los europeos. Pero los recelos,

    temores, deseos e intereses mutuos, marcaron siempre momen-

    tos de conflictos en la relacin.

    Los guaranes, puestos en situacin lmite, buscaron en

    su propia cultura los fundamentos para la accin. Ello los lle-

    v a aliarse con los conquistadores y a resistir. Si la alianza

    fue un recurso circunstancial, la resistencia fue una accin

    permanente. En algunos casos, los lmites entre cada una de

    estas actitudes no pueden ser definidos claramente. Alianza y

    resistencia parecen ser las dos caras de un mismo proceso con-

    tradictorio de conquista.

    43

  • 7/25/2019 Capitulo 1 en Otra Historia...Jaquet

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    EN OTRA HISTORIA

    Las contradicciones en el mundo guaran eran muchas,

    pero las desavenencias entre los conquistadores y las diferen-

    cias suscitadas en el seno del propio proyecto conquistador,

    tambin lo eran. Por lo tanto, la relacin establecida entre

    ambos no pudo haber sido nunca lineal ni uniforme para ha-

    blar exclusivamente de una alianza idlica corno considera la

    versin tradicional. Existen ms bien una variedad de matices

    y dimensiones que complejizan la etapa del contacto

    intercultural y revaloriza el rol de la resistencia.

    Dos correspondencias trgicas signan los momentos de

    la resistencia guaran. La primera de ellas corresponde a la

    etapa tratada hasta aqu (fase preencomendera).

    La segunda,

    al momento posterior a 1556, donde surgen las primeras resis-

    tencias con componentes mgico-chamnicos.

    Cuando se desvaneca, para los espaoles, la esperanza

    de justificar los esfuerzos invertidos en la empresa conquista-

    dora por medio de la obtencin de ricos tesoros, ms se in-

    tensificaba la requisa violenta de alimentos y de hombres para

    las campaas allende el Chaco. Quizs las exigencias ms te-

    rribles a las que sometieron a los guaranes tengan que ver

    con los ltimos intentos desesperados, de los espaoles por

    encontrar las riquezas que la ingrata realidad les vedaba y los

    acorralaba en un futuro incierto. Los guaranes sufrieron en

    carne propia los efectos de estos actos desesperados y reac-

    cionaron en su defensa.

    Los levantamientos o protestas producidos en la pri-

    mera etapa de la Conquista no impidieron, sin embargo, que

    los espaoles, una vez terminada la fantasa de El Dorado ,

    convirtieran a Asuncin de una escala transitoria en una

    morada permanente y en centro neurlgico de la posterior

    colonizacin hacia el sur y hacia el noreste.

    Otro tipo de sujecin violenta, ms planificada, cautiv

    al indgena en un sistema donde la justificacin de la Con-

    quista ya no era una fantasa, sino la utilizacin real de los

    recursos naturales y su explotacin por el trabajo servil, a des-

    tajo, de los hombres que fundaban su cultura y prosperidad en

    una utilizacin y apropiacin diferente de los mismos recur-

    sos que ahora eran exigidos para beneficio de otros. De todas

    44

    Y

    e'

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    maneras, como un reflejo condicionado e inevitable, se opera-

    r una trgica lgica social: a una mayor planificacin de la

    opresin por medio de la encomienda, una mayor explosin

    de la resistencia. Esta ltima se revelara, en una segunda eta-

    pa, con caractersticas diferentes, con la intervencin de otros

    protagonistas y mediante comportamientos humanos especfi-

    cos, propios de proyectos cada vez ms incompatibles.

    SEGUN DA ETAPA DE LA RESISTENCIA (DESPUS DE 1556)

    Los levantamientos' contra los espaoles se explican, corno

    vimos, en el contexto de la opresin de los espaoles caracte-

    rizada por las permanentes demandas de alimentos, mujeres y

    servicios a los guaranes. Louis Necker (1979) sostiene:

    Los guaranes se rebelaron contra aquellos 1500 parsitos

    europeos que se haban establecido en sus tierras (...) y luego

    reclamaban los productos de la tierra, el servicio personal de

    los indios, sus mujeres y su libertad .

    Lo especfico de esta segunda etapa, posterior a la orga-

    nizacin de la encomienda, es que muchos de los levantamien-

    tos tienen un carcter mgico-proftico, componente ausente

    en las rebeliones anteriores.

    Ahora, la resistencia no estaba dirigida por lderes o je-

    fes polticos sino por hechiceros , quienes, interpretando la

    servidumbre colonial representada crudamente por el rgimen

    de encomiendas como el mayor mal que pudiera sufrir el pue-

    blo guaran, organizaron la reaccin y encabezaron los movi-

    7- Recordemos que los trminos usados en las crnicas de los espaoles

    como levantamientos O

    revueltas -pueden ser resignificados desde al perspecti-

    va indgena como simples negativas a servir al espaol, a entregar emitida, mujeres

    o resistir la entrada a un pueblo. huir o empecinarse en no recibir un trato degra-

    dante y humillante por parte de los conquistadores.

    45

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    EN OTR A H I S TOR I A

    mientos. No olvidemos que el sistema de encomiendas haba

    agudizado el sometimiento.

    Pero esto no es un caso particular o aislado. En general,

    la resistencias de los grupos tnicos frente al colonialismo en

    Amrica es un hecho ya ampliamente constatado. Una de las

    formas ms difundidas de resistencia indgena ha sido la re-

    presentada por los movimientos socio-religiosos. Estos expre-

    san el descontento y los deseos de transformacin de la reali-

    dad colonial por medio del lenguaje religioso propio o

    sincrtico, y muchas veces en forma violenta, promoviendo

    rebeliones ms o menos masivas y prolongadas.

    Alicia Barabs expresa en relacin a estos movimientos:

    Los proyectos utpicos (le los indios pretendan una trans-

    formacin radical de la realidad colonial, e intentaban reali-

    zar ese cambio de acuerdo con la propia visin del mundo y

    con la situacin histrica en la que haban quedado inmersos.

    No slo eran reactivos a la situacin colonial, sino que repre-

    sentaban las expectativas creadoras de los pueblos coloniza-

    dos; que buscaban la reinstauracin del 'lomos csmico y so-

    cial previo al caos impuesto por la conquista. As, la esperan-

    za de cambio trascendental se conjugaba con los anhelos de

    restauracin de unc realidad, tanto ms mitificada cuanto ms

    alejada en el tiempo (Barabs: 1992, 47).

    El papel central que los chamanes jugaron en esta poca

    quizs se deba a un deterioro de la funcin del jefe poltico

    mburubich, dado el fracaso de los intentos de resistencias

    anteriores conducidos por estos jefes. Los guaranes, muy afec-

    tos a seguir a los lderes, en quines podan confiar por su

    capacidad oratoria, efectividad en las resoluciones polticas y

    militares, dejaron de ver en ellos a personas que pudieran guiar-

    los por el buen camino dado que el fracaso de estos lderes

    en la lucha con los espaoles haba sido contundente. Para

    algunos autores, esta situacin hizo que los hechiceros con-

    centraran en su persona el poder poltico y espiritual y que sus

    palabras redencionistas fueran escuchadas por numerosos se-

    guidores: los chamanes llamaban a la rebelin general para

    46

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    AMIGOS NO SON LOS AMIGOS

    liberarse del yugo de los invasores. Para Alvarez Kern (1989)

    se estaba operando entre los siglos XVI y XVII, una centrali-

    zacin de las funciones del caciqiie y del lder espiritual de la

    comunidad en una sola persona; centralizacin, claro est,

    acelerada por las circunstancias de la situacin de opresin

    colonial.

    Al poco tiempo de organizadas las encomiendas y el

    repertimiento de indios en el Paraguay, se produce el primer

    gran movimiento de liberacin del pueblo guaran que presen-

    taba un cariz proftico. Convocaba a los guaranes a volver a

    las prcticas culturales de las tradiciones que se estaban dete-

    riorando con el sistema de encomiendas. Se realizaba un lla-

    mado a reafirmar el antiguo modo de ser . En las crnicas

    los espaoles advirtieron:

    Tenemos nuevas que entre los indios se ha levantado uno

    con un nio que dice ser Dios, y que tornan con esta inven-

    cin a sus cantares pasados...

    (Carta de Indias, 1877, p. 632).

    Muchas

    de estas rebeliones que se basaban en utopas

    sobre la restauracin del pasado, fueron tambin innovadoras

    con relacin a los procesos de apropiacin y reinterpretacin

    selectiva de elementos de la cultura dominante, que implica-

    ban para los

    indios

    la toma para s de las fuentes de poder del

    colonizador. Por ejemplo, la apropiacin y resignificacin de

    personajes y pasajes de la Biblia, del sacerdocio, la imparticin

    de los sacramentos, la crucifixin del salvador propio, y la

    adopcin de jerarquas religiosas, militares y polticas

    (Mirabas: 1992).

    Estas rebeliones se acentan cuando la opresin colonial

    se hace insoportable:

    Viendo los naturales sus trabajos n.o haber

    fin, antes ahora

    doblarse, este verano se que se quieren ir de aqu, y estoy

    cierto que se irn ms de 2000...

    (P. M. Gonzles, en Carta

    de Indias, p. 667).

    47

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    EN OTR A H I S TOR I A

    En el ao 1579, en la regin de Guarambar, se produce

    el levantamiento del cacique Ober quien, con su rara elo-

    cuencia , atraa a gran cantidad de

    indios

    que lo seguan, can-

    tando y danzando ininterrumpidamente durante das. Ober

    deca ser hijo de Dios y de una vrgen, y logr que una multi-

    tud de indios

    lo siguiera hacia tierra adentro, mientras incita-

    ba a los guaranes encomendados a la desobediencia. Su mo-

    vimiento se propag hacia el sur y norte de Asuncin, pero

    fue dominado por Juan de Garay. Bartomeu Meli considera

    que este movimiento precursor puede considerarse un para-

    digma de lo que fue la resistencia guaran a la opresin colo-

    nial con componentes mgicos-redencionistas.

    En este contexto, en que se recrudece cada vez ms la

    sujecin y explotacin del

    indio

    a travs del rgimen de las

    encomiendas, se empiezan a organizar las reducciones

    franciscanas y jesuticas.

    El apogeo de la colonizacin jesutica en la regin del

    Paraguay comenz

    hacia 1609. Las Misiones o Reducciones

    se establecieron por este poblado territorio seguiendo el curso

    de los principales ros. Algunas parcialidades guaranes fue-

    ron catequizadas y otras se reunieron alrededor de los caci-

    ques y shamanes prestigiosos y opusieron resistencia, a veces

    violenta, a la accin de los sacerdotes, que pretendan concen-

    trarlos en aldeas donde les imponan por autoridad un gnero

    de vida totalmente distinto al que tenan (Pereira de Queirz:

    1969).

    La Iglesia no admita el servicio de la encomienda, y es-

    tableci el rgimen reduccional que, de algn modo, se con-

    virti en el modelo de la antiencomienda . En un comienzo,

    la reducciones se constituyeron, tanto para el Estado espaol

    como para los encomenderos, en un proyecto de integracin

    del

    indio al sistema colonial y en un excelente mtodo de evan-

    gelizacin y pacificacin:

    Los guarane.v dieron a los jesuitas

    unbuen recibimiento,

    explicables por la curiosidad que despertaba la llegada de

    estos padres, y por la simpata que s e estableca con esos hom-

    48

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    tires amables y desarmados que saban acariciar a los nios y

    a los viejos

    (Meli: 1988).

    En todo caso, era la presentacin de un modelo de con-

    quista diferente, menos traumtico que el acoso de los

    bandeirantes esclavistas portugueses y que la descarnada opre-

    sin de los encomenderos espaoles.

    Sin embargo, ese espacio de libertad creado por los

    jesuitas para proteger a los indias de la servidumbre de la en-

    comienda y de la esclavitud en las fazendas brasileas, no fue

    visto como tal por algunos de ellos: los profetas-chamanes

    fueron precisamente quienes 110 dudaron que los sacerdotes

    representaban a una nueva forma de opresin, un disimulado

    cautiverio con el que se pretenda quitarles su verdadera li-

    bertad :

    La libertad antigua veo que se pierde de discurrir por ralles

    y selvas, porque estos sarcenlotes estranjerov nos hacinan. a

    pueblos, no para nuestro bien, sino para que oigamos la doc-

    trina tan opuesta a los ritos y costumbres de nuestros antepa-

    sados

    (Ruiz de Montoya: 1892, p. 228).

    La reduccin es considerada un lugar donde se les coarta

    la libertad de la bsqueda permanente de la tierra sin mal

    (suelo vrgen, especie de paraso terrenal donde poder vivir

    segn las pautas de su antiguo modo de ser). Bartomeu Meli

    (1988) expresa que en la reduccin:

    ...la religin

    guaran es atacada, ridiculizada, suprimida y,

    en fin sustituida. Los hechiceros .son acosados y per.veguido.v

    expulsados, domesticados. No hay duda de que la reduccin.

    pretende cambiar el ser guaran .

    Por eso, quienes percibieron inmediatamente esa amena-

    za fueron, precisamente, los chamanes , los hechiceros o

    los pays , afectados directos por la presencia de los jesui-

    tas. Los lderes religiosos guaranes atacaron a los nuevos

    mesas catlicos e interpretando los cambios que en su estruc-

    49

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    EN OTR A H I S TOR I A

    tura social, poltica, econmica y religiosa, provocara la re-

    duccin (tanto como lo estaba haciendo la encomienda), ini-

    cian una guerra que se plantea, esta vez, en el terreno espiri-

    tual

    La resistencia ahora no es contra el conquistador, el

    encomendero o el cazador de esclavos sino contra una reli-

    gin y sus nuevos portadores: los sacerdotes jesuitas que les

    disputaban el rol de gua espiritual y cultural de su comuni-

    dad.

    Entre 1635 y 1637 las crnicas registran, entre otras, la

    rebelin del cacique Yaguacaporo. Este jefe, que se deca ser

    la reencarnacin de la divinidad creadora, logr formar una

    confederacin guaran contra los jesuitas. La organizacin de

    este movimiento utilizaba el contenido y los rituales de la re-

    ligin catlica para estructurar su protesta. Constaba de obis-

    pos que tenan juridiccin sobre partes del territorio libre,

    vicarios y vigilantes que adoctrinaban a los adeptos, y

    apstoles que recorran la selva predicando contra la Iglesia

    Catlica y rebautizando con nombres guaranes a los ya bauti-

    zados por los jesuitas con nombres cristianos.

    Yaguacaporo predicaba una guerra santa que finaliza-

    ra con la destruccin de los frailes que difundan una doctri-

    na falsa y restaban autoridad a los grandes chamanes, y anun-

    ciaba la inminencia de una catstrofe final en la que los dioses

    soltaran tigres contra los cristianos. Despus de esta depura-

    cin se supona que la vida de los guaranes volvera a ser

    como antes de la llegada de los blancos. El cacique preparaba

    un ataque contra la Misin ms cercana, cuando la gran con-

    centracin de

    indios

    resolvi a los jesuitas a atacar primero,

    con la ayuda de las fuerzas militares de los espaoles, logran-

    do vencer a los rebeldes.

    La mayor parte de los movimientos de resistencia a la

    evangelizacin siguen este modelo. Es sintomtico que cuan-

    do las Misiones Jesuticas fueron erradicadas del Paraguay

    desaparecieron tambin los movimientos de resistencia con

    contenido proftico.

    Para los guaranes la religin catlica era una ecuacin

    que sumaba a la fuerza violenta de los espaoles una accin

    50

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    poltica. Eran dos categoras inseparables. Por ello, la accin

    misionera de los sacerdotes era vista como una punta de lan-

    za para la posterior introduccin de un nuevo orden cultural:

    el colonial. Por eso, se construy una relacin basada en un

    profunda desconfianza y hostilidad. Es muy conocido y cita-

    do en la literatura etno-histrica el siguiente testimonio:

    No temes que estos que se llaman Padres disimulen con ese

    ttulo su ambicin y hagan prestos esclavos viles de los que

    llaman ahora hijos queridos? Por ventura faltan ejemplos

    en el Paraguay de quienes son los espaoles, de los estragos

    que han hecho de nosotros? (...) Pues ni su soberbia corrigi

    nuestra humildad, ni a su ambicin nuestra obediencia por-

    que igualmente esa nacin procura su riqueza y las miserias

    ajenas. Quin duda que los que nos introducen ahora deida-

    des no conocidas, maana (...) introduzcan nuevas leyes o nos

    vendan infamemente, adnde sea castigo de nuestra incredu-

    lidad un intolerable cautiverio? (...) No

    siente

    el ultraje

    de

    tu deidad y que con

    una le

    extranjera

    v horrible derogue a

    los que recibimos

    cle nuestros

    antepasados; y que se deje por

    los vanos ritos cristianos los de nuestros orculos divinos y

    por la adoracin de un madero las de nuestras verdaderas

    deidades? Qu es esto? As se ha vencer a nuestra paterna

    verdad una mentira extranjera?

    (Citado en Blanco J. M.: 1929,

    552/3).

    Estas palabras tomadas de las crnicas son atribuidas al

    cacique Poti vara y constituyen un discurso en el que se expre-

    sa la visin que tiene el guaran del jesuita. En este conflicto

    cultural y poltico, en esta guerra de mecas se enfrentan

    dos modos de ser, de pensar, de sentir y de expresarse.

    La reaccin anticolonial se evidencia en la prctica de

    una especie de contrabautismo y en la revitalizacin de sus

    tradiciones que pretendan reafirmar su identidad, profunda-

    mente religiosa. Las danzas rituales, la borrachera, la poliga-

    mia y hasta la antropofagia ritual no eran ms que la manifes-

    tacin de esa religiosidad. El pay Juan Cura, para levantar-

    la resistencia de los

    indios

    del Guayr, deca:

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    EN OTR A H I S TOR I A

    Vivid segn vuestras antiguas costumbres', danzad

    y bebed.

    Celebrad el culto de vuestros antepasados .

    (En: Meli: ob.

    cit. 74).

    La danza sustentaba la rebelin dndole un cauce simb-

    lico y emocional. Bartomeu Meli expresa que:

    Manteniendo la danza, los chamanes revitalizaban, de he-

    cho, tanto la mitologa tradicional, como la propia institu-

    cin chamnica ligada a ella, en un intento por fortalecer todo

    el sistema cultural guaran. De ah su importancia como re-

    curso en la lucha anticolonial (Meli, ibdem, 75).

    Seguramente para comprender el significado de la resis-

    tencia chamnica habra que profundizar en los intrincados

    caminos del modo de ser guaran y en la profunda religiosi-

    dad de sus prcticas rituales. El autor recientemente citado

    expresa:

    hay que colocarse en la situacin del indio

    y

    sentir como se

    derrumba toda una cultura para comprender la dimensin de

    esa catstrofe.

    Solo as podremos

    entender la desesperacin

    de aquellos que pudieron percibirlo y el verdadero drama de

    quines asistieron a la gradual destruccin de su cultura y

    trataron

    de

    evitarlo

    (ibdem, 83).

    Podemos concluir que las revueltas mesinicas que agi-

    taron a los guaranes a partir de 1556, estn intimamente rela-

    cionadas con el rgimen de encomiendas que agudiz la ex-

    plotacin de los indios

    y la llegada de los jesuitas corno nue-

    vos lderes religiosos que ya haban iniciado algunos proce-

    sos de conversin de los indgenas al catolicismo. Los

    guaranes comprendieron que si aceptaban la encomienda o la

    reduccin era su propia identidad la que corra peligro.

    Estos movimientos tuvieron una doble funcin: intentar

    nuevamente la expulsin de los invasores apelando al liderazgo

    chamnico y, en ocasiones, al auxilio de fuerzas sobrenatura-

    les y, sobre todo, recuperar los valores ms profundos de la

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    cultura guaran, expresados en sus creencias y en sus ritos,

    fuertemente cuestionados por la cultura y la religin de los

    blancos. Aunque, como hemos visto, estos movimientos to-

    maron muchos elementos del cristianismo, le dieron un senti-

    do nuevo, contestatario y profundamente antiespaol.

    Debemos reconocer entonces que, tanto los propsitos

    econmicos como religiosos de la Conquista (aunque los m-

    todos fueran diferentes: violencia por parte de los espaoles

    para proveerse de recursos, y poltica paternalista autoritaria

    por parte de los sacerdotes para transformar las creencias y

    modos de vida mediante la reduccin y conversin) siempre

    dieron lugar a procesos de desarticulacin social y

    para las poblaciones guaranes desde los primeros tiempos de

    las relaciones intertnieas.

    La historia posterior a estos primeros contactos- con la

    consolidacin del sistema reduccional jesutico hasta 1768 se

    encarg de demostrarnos cul fue el resultado.

    Pero en el prximo captulo no nos referi

    mos

    a esa expe-

    riencia. El eje que elegimos para este libro nos lleva precisa-

    mente a la etapa de desestructuracin de las Misiones Jesuticas

    cuando otros procesos de desarticulacin social y cultural que

    afectarn a los guaranes durante el siglo XIX cobran sentido

    para nosotros si optamos, como en este artculo, por atender a

    la dimensin del conflicto que poseen las relaciones

    intertnicas cuando universos culturales distintos se enfren-

    tan.

    Los guaranes pronto comprendieron que ni conquista-

    dores, ni encomenderos, ni jesuitas, respetaran sus antiguas

    costumbres y modo de vida. La resistencia activa, pasiva o

    chamnica, fue el modo ms claro de expresar que haban per-

    cibido el etnocidio delante de sus ojos, situacin lmite en la

    que los haban sumergido los europeos. Haban comprendido,

    en un punto sin retorno, que cuando dos universos culturales

    se enfrentan la simplificacin de las relaciones en la supuesta

    amistad puede entraar la muerte. En

    fin, la dramtica revela-

    cin de una irona sociolgica: que los amigos no siempre son

    los amigos.

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    EN O TR A H I S TOR IA

    Los docentes habrn advertido, al menos, que los planteos

    sobre el consenso , la fusin , la cooperacin o, los ms

    romnticos, de idilio , mansedumbre y armona preci-

    san ser revisados en la enseanza de estos temas para evitar

    las acostumbradas simplificaciones con que se suelen enfocar

    algunos de los complejos procesos histricos. Como as tam-

    bin muchos de los estereotipos que se han construido y repe-

    tido sobre los indgenas.

    Tal vez as encontrarn profundos contrasentidos

    socioculturales por debajo de la epidermis inocente de los re-

    latos o cuentos para nios con que se suelen encarar o ilustrar

    las clases. Sobre todo porque los cuentos sobre la conquista

    en estas tierras de Amrica no suelen ser tan inocentes.

    BRE VE RE F L E XIN ME TOD OL GIC A

    El artculo que acabamos de desarrollar tuvo por objeto pre-

    sentar la situacin de contacto entre espaoles y guaranes

    desde la perspectiva de estos ltimos. Usted habr comproba-

    do que procuramos despegarnos de algunos supuestos de los

    que parte la versin tradicional de la historia.

    Nosotros partimos de otros pre-supuestos. En primer lu-

    gar, la idea de que el motor de la historia es el conflicto y no la

    armona. Segundo:que la conquista de la regin por parte. de

    los europeos implic un choque cultural donde las relaciones

    asimtricas entre europeos y guaranes generaron situaciones

    de violencia fsica y simblica.

    Postulamos tambin

    que en las relaciones intertnicas

    hubo un espacio para la generacin del malentendido cultu-

    ral, que, particulariz las relaciones de sometimiento de los

    conquistadores y la resistencia iniciada por los guaranes.

    Por eso, intentar reconstruir la versin de los guaranes

    sobre la conquista, implic prestar atencin al proceso de re-

    sistencia, tanto pasiva como activa, llevada a cabo por los in-

    dgenas frente al dominio espaol.

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    Pero, cmo es posible esta reconstruccin'?

    En primer lugar, hay que tomar una decisin

    epistemolgica con relacin a la dimensin temporal de la his-

    toria. Es preciso recortar un perodo relativamente breve y

    analizarlo en profundidad. Lo que hay que hacer es un anli-

    sis microscpico de la documentacin con herramientas te-

    ricas que nos conduzcan a la voz de aquellos actores que nos

    interesan. Ya que lo que primero se nos aparecer en los

    docu-

    mentos ser la versin de los conquistadores (de los vence-

    dores ) por lo que si se toma un perodo demasiado extenso

    ese anlisis no se podra realizar y, seguramente, se impondra

    la voz de los triunfadores.

    Los guaranes no han dejado testimonios escritos de su

    actuacin corno

    s o

    hicieron los espaoles. Por eso, necesa-

    riamente, tenemos que revisar las fuentes tradicionales, todas

    producidas por los europeos (relatos de cronistas, _juicios de

    residencia, actas de conquistas, leyes de Indias, actas de re-

    partimiento, juicios penales de la poca, etc.) con nuevas ca-

    tegoras tericas para poder percibir entrelneas la voz de

    los guaranes. A menudo, la versin oficial de la historia slo

    toma lo superficial: aquello sobre lo que los cronistas quisie-

    ron dejar constancia. Pero los historiadores deberan ir ms

    all

    La etnohistoria es una disciplina cuyo mtodo (en trmi-

    nos simples: una mezcla de anlisis antropolgico con pre-

    ceptiva documental) permite reconstruir la voz de los venci-

    dos. Las categoras de interpretacin cultural que utilizan los

    antroplogos nos aproxima al universo cultural de los grupos

    tnicos y nos ayuda a no tomar linealmente las relaciones

    intertnicas del pasado restndole importancia a las dimen-

    siones de conflicti viciad y complejidad.

    El lector habr observado que la voz de los guaranes

    aparece traducida por los etnohistoriadores. Muchas de estas

    traducciones provienen del anlisis de documentacin que pro-

    dujeron los propios conquistadores posteriormente a los suce-

    sos que relatan, muchos de ellos debido a algn juicio de resi-

    dencia o algn pleito legal en los que se vieron involucrados.

    Si bien esto obliga a un profunfo anlisis y contraste de las

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    EN OTRA HISTORIA

    versiones por parte de los etnohistoriadores, debernos recono-

    cer que la aplicacin de las categoras antropolgicas para en-

    tender el pasado, no implica reempalzar el documento por re-

    latos imaginados o teoras. sino, al contrario, significa anali-

    zar la fuente documental desde otras preguntas y enfoques para

    que puedan informarnos mucho ms sobre el pasado que lo

    que pudieron o quisieron indagar los historiadores tradiciona-

    les perdindose u ocultndose importantes versiones de otros

    protagonistas (llamados, a veces, sectores subalternos) de los

    hechos.

    Hay mucho desarrollo terico acerca de la etno-historia.

    Por el momento citamos la conceptualizacin de Bartomeu

    Meli (1987):

    La etno-historia que, por lo meno.s

    intencionalmente, se re-

    fiere ci la comprensin del proceso vivido por un pueblo ind-

    gena desde las categoras

    V

    modo de ser del indio, presupone

    una antropologa previa. En esto consistira la especificidad

    de la etnohistoria contrapuesta a la historia de una etnia a

    partir de las categora.s culturales de otra sociedad. No es de

    extraar: pues, que la etnohistoria guaran se haya desarro-

    llado contemporneamente a su antropologa (p. 67).

    Los docentes habrn advertido, despus de esta cita, que

    nuestro artculo no es un trabajo etno-histrico. No pretendi

    serlo. Ni siquiera es la aplicacin de alguna de las perspecti-

    vas metodolgicas de la etno-historia. No tenemos ni recursos

    ni capacidad para hacerlo. Lo que hicimos fue tomar datos e

    interpretaciones producidos por etnohistoriadores regionales

    para dar cuenta del proceso de conquista en el marco de las

    relaciones intertnicas.

    Este camino, en algn sentido alternativo, nos llev a la

    conclusin de que no

    puede haber versin completa y verda-

    dera de la historia sino no se intenta, con los recursos que nos

    brindan las disciplinas sociales, recavar las versiones de to-

    dos los protagonistas de los sucesos del pasado que hoy nos

    interesan.

    0

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    A MI GOS NO S ON LOS A MI GOS

    De igual forma, no puede ensearse ningn proceso Is-

    trico si no se intenta mostrar, a travs de las estrategias

    didcticas adecuadas, la versin de conquistadores y conquis-

    tados, corno as tambin, las complejas relaciones que se die-

    ron entre ambos.

    57

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