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Hobsbawn Capítulo XIII: EL «SOCIALISMO REAL» La revolución de octubre no sólo produjo una división en la historia del mundo al establecer el primer estado y la primera sociedad poscapitalistas, sino que también dividió la política marxista y la socialista... Después de la revolución de octubre, las estrategias y perspectivas socialistas empezaron a basarse en el ejemplo político, en vez de en el análisis del capitalismo. Cuando hubo pasado la polvareda la mayor parte de lo que hasta 1914 había sido el imperio ortodoxo ruso de los zares se mantuvo intacto como imperio, pero bajo la autoridad de los bolcheviques y consagrado a la construcción del socialismo en el mundo. Fue el único de los antiguos imperios dinástico-religiosos que sobrevivió a la primera guerra mundial, que hizo trizas tanto al imperio otomano, cuyo sultán era el califa de todos los fieles musulmanes, como al imperio de los Habsburgo, que mantenía una relación especial con la Iglesia de Roma. Ambos se desintegraron bajo el peso de la derrota. Que Rusia sobreviviera como una sola entidad multiétnica que se extendía de la frontera con Polonia, al oeste, hasta la frontera con Japón, al este, se debió muy probablemente a la revolución de octubre, pues las tensiones que habían acabado con los imperios anteriores aparecieron, o reaparecieron, en la Unión Soviética a fines de los ochenta, cuando el sistema comunista que había mantenido la unidad desde 1917 abdicó. Trajera lo que trajese el futuro, lo que nació a principios de los años veinte fue un solo estado, muy pobre y atrasado, mucho más atrasado que la Rusia de los zares, pero de enormes dimensiones —«la sexta parte de la superficie mundial», como gustaban de presumir los comunistas en el período de entreguerras—, dedicado a crear una sociedad diferente y opuesta a la del capitalismo. En 1945 las fronteras de la región que se escindía del mundo capitalista se ampliaron considerablemente. En Europa pasaron a incluir toda la zona comprendida al este de una línea que iba, aproximadamente, del río Elba en Alemania hasta el Adriático, incluyendo toda la península balcánica menos Grecia y la pequeña parte que Turquía conservaba en Europa. Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria y Albania pasaron a la zona socialista, así como la parte de Alemania ocupada por el ejército rojo después de la guerra y convertida en la República Democrática Alemana en 1954. La 1

Capítulo XIII Hobsbawn

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HobsbawnCaptulo XIII: EL SOCIALISMO REALLa revolucin de octubre no slo produjo una divisin en la historia del mundo al establecer el primer estado y la primera sociedad poscapitalistas, sino que tambin dividi la poltica marxista y la socialista... Despus de la revolucin de octubre, las estrategias y perspectivas socialistas empezaron a basarse en el ejemplo poltico, en vez de en el anlisis del capitalismo.Cuando hubo pasado la polvareda la mayor parte de lo que hasta 1914 haba sido el imperio ortodoxo ruso de los zares se mantuvo intacto como imperio, pero bajo la autoridad de los bolcheviques y consagrado a la construccin del socialismo en el mundo. Fue el nico de los antiguos imperios dinstico-religiosos que sobrevivi a la primera guerra mundial, que hizo trizas tanto al imperio otomano, cuyo sultn era el califa de todos los fieles musulmanes, como al imperio de los Habsburgo, que mantena una relacin especial con la Iglesia de Roma. Ambos se desintegraron bajo el peso de la derrota. Que Rusia sobreviviera como una sola entidad multitnica que se extenda de lafrontera con Polonia, al oeste, hasta la frontera con Japn, al este, se debi muyprobablemente a la revolucin de octubre, pues las tensiones que haban acabado con losimperios anteriores aparecieron, o reaparecieron, en la Unin Sovitica a fines de losochenta, cuando el sistema comunista que haba mantenido la unidad desde 1917 abdic.Trajera lo que trajese el futuro, lo que naci a principios de los aos veinte fue un soloestado, muy pobre y atrasado, mucho ms atrasado que la Rusia de los zares, pero de enormesdimensiones la sexta parte de la superficie mundial, como gustaban de presumirlos comunistas en el perodo de entreguerras, dedicado a crear una sociedad diferente yopuesta a la del capitalismo.En 1945 las fronteras de la regin que se escinda del mundo capitalista se ampliaronconsiderablemente. En Europa pasaron a incluir toda la zona comprendida al este de unalnea que iba, aproximadamente, del ro Elba en Alemania hasta el Adritico, incluyendotoda la pennsula balcnica menos Grecia y la pequea parte que Turqua conservaba enEuropa. Polonia, Checoslovaquia, Hungra, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria y Albaniapasaron a la zona socialista, as como la parte de Alemania ocupada por el ejrcito rojodespus de la guerra y convertida en la Repblica Democrtica Alemana en 1954. Lamayora de las zonas que Rusia perdi como consecuencia de la guerra y la revolucindespus de 1917, y un par de territorios que antes haban pertenecido al imperioaustrohngaro, los recuper tambin o los adquiri la Unin Sovitica entre 1939 y1945. Mientras tanto, se produjo una enorme ampliacin de la futura zona socialista enel Extremo Oriente con la llegada al poder de regmenes comunistas en China (1949) yen parte de Corea (1945), y de lo que haba sido la Indochina francesa (Vietnam, Laos,Camboya) despus de una guerra de treinta aos (1945-1975). La zona comunista se amplitodava un par de veces algo ms tarde, en ambas ocasiones en el hemisferio occidental Cuba (1959) y algunos pases africanos en los aos setenta, pero, en lo esencial, el reasocialista haba quedado configurada al llegar a 1950. Gracias a la enorme poblacin deChina, inclua aproximadamente a la tercera parte de la poblacin mundial, aunque el tamaomedio de los pases socialistas, con la excepcin de China, la URSS y Vietnam (58millones de habitantes) no era muy grande: su poblacin iba de los 1, 8 millones dehabitantes de Mongolia a los 36 millones de Polonia.Esta era la parte del mundo cuyos sistemas sociales, a partir de un momentodeterminado de los aos sesenta, pasaron a conocerse, en la terminologa ideolgicasovitica, como pases del socialismo real; un trmino ambiguo que implicaba osugera que poda haber otras clases distintas y mejores de socialismo, pero que en laprctica esta era la nica que funcionaba. Tambin fue esta la zona cuyos sistemas socialesy econmicos, adems de sus regmenes polticos, se desmoronaron por completo enEuropa en el trnsito de la dcada de los ochenta a la de los noventa. En Oriente, estossistemas polticos se mantenan, aunque la reestructuracin econmica que emprendieronrepresentaba la liquidacin del socialismo tal como hasta entonces lo haban entendido esos regmenes, sobre todo China. Los regmenesdiseminados por el resto del mundo y que haban imitado el socialismo real o seinspiraban en l, o se haban hundido o ya no les quedaba mucho de vida.Lo primero que hay que decir acerca del rea socialista es que durante la mayorparte de su existencia form un subuniverso autnomo y en gran medidaautosuficiente poltica y econmicamente. Sus relaciones con el resto de la economamundial, capitalista o dominada por el capitalismo de los pases desarrollados, eranmuy escasas. Incluso en el momento culminante de la expansin del comerciomundial de la edad de oro, slo alrededor de un 4 por 100 de las exportaciones de laseconomas de mercado desarrolladas iba a parar a las economas planificadas, y,llegados los ochenta, la proporcin de las exportaciones del tercer mundo que lesllegaba no era mucho mayor. Las economas socialistas enviaban una parte bastantemayor de sus modestas exportaciones al resto del mundo, pero, aun as, dos terciosde su comercio internacional en los aos sesenta (1965) se realizaba dentro de supropia zona (UN International Trade, 1983, vol. 1, p. 1. 046). 1Por razones evidentes, haba pocos movimientos humanos entre el primermundo y el segundo, aunque algunos pases de la Europa del Este empezaron afomentar la industria turstica a partir de los aos sesenta. La emigracin y losdesplazamientos temporales a pases no socialistas estaban estrechamente vigilados,y a veces eran prcticamente imposibles. Los sistemas polticos del mundo socialista,que eran bsicamente imitaciones del sistema sovitico, no tenan equivalente en elresto del mundo. Se basaban en un partido nico fuertemente jerarquizado yautoritario que monopolizaba el poder estatal en realidad, suplantaba en ocasionesal estado y que gestionaba una economa de planificacin centralizada, e impona(por lo menos tericamente) un credo marxista-leninista nico a los habitantes delpas. La separacin o autoseparacin del campo socialista (como pas a llamarseen terminologa sovitica a partir de finales de los aos cuarenta) fue desmoronndosepoco a poco en los aos setenta y ochenta. No obstante, el grado deignorancia e incomprensin mutuas que persista entre los dos mundos eraextraordinario, sobre todo si tenemos en cuenta que esta es la poca en la que tanto eltransporte como las comunicaciones experimentaron una revolucin total. Durantelargos perodos fue muy poca la informacin sobre s mismos que esos pases dejaronsalir, y muy poca la del resto del mundo que dejaron entrar. A su vez, incluso aciudadanos cultos y refinados del primer mundo que no fuesen especialistas lespareca incomprensible lo que vean u oan en pases cuyo pasado y presente eran tandistintos del de los suyos, y cuyas lenguas les eran generalmente desconocidas.Los motivos fundamentales de separacin de los dos campos eran sin dudapolticos. Como hemos visto, despus de la revolucin de octubre la Rusia sovitica vea en el capitalismo al enemigo que haba que derrocar lo antesposible mediante la revolucin universal. Pero la revolucin no se produjo, y laRusia de los soviets qued aislada, rodeada por el mundo capitalista, muchos decuyos gobiernos ms poderosos deseaban impedir la consolidacin de este centromundial de la subversin, y eliminarlo lo antes posible. El mero hecho de que laURSS no obtuviera el reconocimiento diplomtico de su existencia por parte de losEstados Unidos hasta 1933 demuestra su condicin inicial al margen de la ley.Adems, incluso cuando Lenin, siempre realista, estuvo dispuesto, y hasta ansioso,para hacer las mayores concesiones imaginables a los inversores extranjeros acambio de su contribucin al desarrollo econmico de Rusia, se encontr con quenadie aceptaba su oferta. As pues, la joven URSS se vio obligada a emprender undesarrollo autrquico, prcticamente aislada del resto de la economa mundial, que,paradjicamente, pronto le proporcionara su argumento ideolgico ms poderoso, alaparecer inmune a la gigantesca Depresin econmica que asol la economacapitalista despus del crac de Wall Street de 1929.La poltica contribuy una vez ms a aislar la economa sovitica en los aostreinta y todava ms la de la extensa zona sovitica de despus de 1945. La guerrafra congel las relaciones tanto polticas como econmicas entre ambos bandos. Aefectos prcticos, todas las relaciones econmicas entre ellos, aparte de las mstriviales (o inconfesables), tenan que pasar por los controles estatales impuestos porambos. El comercio entre los bloques estaba en funcin de las relaciones polticas.No fue hasta los aos setenta y ochenta cuando aparecieron indicios de que eluniverso autnomo del campo socialista se estaba integrando en la economamundial. Visto en perspectiva, puede decirse que ese fue el principio del fin delsocialismo real. Pero no existe ninguna razn terica por la que la economasovitica, tal como surgi de la revolucin y la guerra civil, no hubiese podidoevolucionar en relacin ms ntima con el resto de la economa mundial. Las economasde planificacin centralizada y las de corte occidental pueden estarestrechamente vinculadas, como demuestra el caso de Finlandia, que en un momentodeterminado (1983) obtena la cuarta parte de sus importaciones de la URSS, a la queexportaba en una proporcin similar. Sin embargo, el campo socialista del que seocupan los historiadores es el que surgi realmente, no el que habra podido existir.El hecho fundamental de la Rusia sovitica era que sus nuevos gobernantes, elPartido Bolchevique, no esperaban que sobreviviese en el aislamiento, y menos anque se convirtiese en el centro de una economa colectivista autrquica (elsocialismo en un solo pas). Ninguna de las condiciones que Marx y sus seguidoreshaban considerado necesarias para el establecimiento de una economa socialistaestaban presentes en esta masa ingente de territorio que era un sinnimo de atrasosocial y econmico en Europa. Los fundadores del marxismo crean que la funcinde una revolucin en Rusia sera tan slo la de precipitar el estallido revolucionarioen los pases industrializados ms avanzados, donde se daban las condiciones previaspara la construccin del socialismo. Como hemos visto, eso fue exactamente lo que se supona que iba aocurrir en 1917-1918, y lo que pareca justificar la polmica decisin por lo menospara los marxistas de Lenin de trazar la estrategia de los bolcheviques rusos parala conquista del poder sovitico y del socialismo. Para Lenin, Mosc slo sera lasede temporal del socialismo hasta que pudiese trasladarse a su capital permanenteen Berln. No es ninguna coincidencia que el idioma oficial de la InternacionalComunista, el estado mayor de la revolucin mundial, fundada en 1919, no fuese elruso, sino el alemn.Cuando result evidente que la Rusia sovitica iba a ser, y no por poco tiempo, elnico pas donde haba triunfado la revolucin proletaria, la nica poltica lgica quepodan hacer los bolcheviques era la de transformar su economa y sociedad deatrasada en moderna lo antes posible. La manera ms obvia de conseguirlo eracombinar una ofensiva general contra el atraso cultural de las masas, contra suoscurantismo, ignorancia, analfabetismo y supersticin, con una campaa en todoslos frentes en pos de la modernizacin tecnolgica y de la revolucin industrial. Elcomunismo sovitico se convirti, por lo tanto, en un programa para transformarpases atrasados en avanzados. Este nfasis en el crecimiento econmico ultrarrpidono careca de atractivo, ni siquiera para el mundo capitalista, que viva su era de lascatstrofes y buscaba desesperadamente el modo de recuperar el dinamismoeconmico. Y, adems de para la Europa occidental y para Amrica del Norte, era unmodelo todava ms apropiado para los problemas del resto del mundo, que en sumayor parte reconoca su imagen en el atraso rural de la Rusia de los soviets. Lafrmula sovitica de desarrollo econmico una planificacin estatal centralizadaencaminada a la construccin ultrarrpida de las industrias bsicas y lasinfraestructuras esenciales para una sociedad industrial moderna pareca pensadapara ellos. Mosc no slo resultaba un modelo ms atractivo que Detroit oManchester por el hecho de ser antiimperialista, sino que pareca ms adecuado parapases que carecan tanto de capital privado como de un sector industrial privadoorientado a la consecucin de beneficios. Esta idea de socialismo inspir a unaserie de ex colonias que acababan de acceder a la independencia despus de lasegunda guerra mundial, cuyos gobiernos rechazaban el sistema poltico comunista(vase el captulo XII). Como los pases que se unieron a este sistema eran tambineconomas primitivas y agrcolas, con la excepcin de Checoslovaquia, de la futuraRepblica Democrtica Alemana y, en menor medida, de Hungra, la frmulaeconmica sovitica tambin les pareca adecuada, y sus nuevos gobernantesemprendieron la tarea de construccin econmica con verdadero entusiasmo.Adems, la frmula pareca eficaz. En el perodo de entreguerras, y sobre tododurante los aos treinta, el ritmo de crecimiento de la economa sovitica super alde los dems pases, salvo Japn, y en los primeros quince aos que siguieron a lasegunda guerra mundial las economas del campo socialista crecieronconsiderablemente ms deprisa que las de Occidente, hasta el punto de que dirigentessoviticos como Nikita Kruschev crean sinceramente que, de seguir la curva decrecimiento al mismo ritmo, el socialismo superara en produccin al capitalismo en un futuro inmediato, comolo crea tambin el primer ministro britnico Harold Macmillan. Ms de un observadoreconmico de los aos cincuenta se preguntaba si eso no llegara a ocurrir.Es curioso que en la obra de Marx y Engels falte cualquier tipo de discusin acerca dela planificacin, que se convertira en el criterio esencial del socialismo, o acerca deuna industrializacin con prioridad para la produccin pesada, aunque la planificacin estimplcita en una economa socializada. Pero antes de 1917 los socialistas, marxistas o no,haban estado demasiado atareados combatiendo al capitalismo como para pensar en serioen el carcter de la economa que deba sustituirlo, y, despus de octubre, el propio Lenin,despus de mojar el pie, en expresin de su propia cosecha, en las profundas aguas delsocialismo, no hizo ningn intento de zambullirse en lo desconocido. Fue la crisis de laguerra civil la que le hizo enfrentarse directamente al problema. La guerra condujo a lanacionalizacin de todas las industrias a mediados de 1918 y al comunismo de guerra,mediante el cual un estado bolchevique en pie de guerra organiz su lucha a vida o muertefrente a la contrarrevolucin y a la invasin extranjera, y se esforz por obtener losrecursos necesarios para ello. Todas las economas de guerra, hasta en los pasescapitalistas, conllevan la planificacin y la direccin de la economa por el estado. Enrealidad, la inspiracin inmediata del concepto de planificacin de Lenin era la economade guerra de la Alemania de 1914-1918 (que, como hemos visto, es probable que nofuese el mejor modelo de su tiempo y de su clase). Las economas de guerra comunistastendan por naturaleza y por principio a sustituir la propiedad y la gestin privadas porlas pblicas, y a prescindir del mercado y del mecanismo de los precios, sobre todoporque ninguno de estos elementos resultaba til para improvisar la organizacin delesfuerzo nacional para la guerra de la noche a la maana. De hecho, haba comunistasidealistas como Nikolai Bujarin que vean en la guerra civil la oportunidad de establecer lasestructuras centrales de una utopa comunista, y en la triste economa de crisis, de escasezgeneral permanente y en la distribucin no monetaria de productos de primera necesidadmediante el racionamiento pan, ropa, billetes de autobs, un anticipo espartano deeste ideal social. En realidad, tras la victoria del rgimen sovitico en la lucha de 1918-1920, era evidente que el comunismo de guerra, por necesario que hubiese sido en sumomento, no poda continuar, en parte porque los campesinos se sublevaran contra laconfiscacin militar de su grano, que haba sido la base del sistema, y los obreros, contrasus sufrimientos; y en parte tambin porque el comunismo de guerra no proporcionabaningn mtodo eficaz para restaurar una economa que haba quedado prcticamentedestruida: la produccin de hierro y acero haba bajado de 4, 2 millones de toneladasen 1913 a 200. 000 en 1920.Con su habitual realismo, Lenin introdujo la Nueva Poltica Econmica (NEP) en1921, lo que significaba en la prctica el restablecimiento del mercado y supona unaretirada del comunismo de guerra al capitalismo de estado. Fue en este mismo momento, en el que la economa rusa, ya de por sretrgrada, haba quedado reducida al 10 por 100 de su tamao de antes de la guerra(vase el captulo II), cuando la necesidad de proceder a una industrializacin masivamediante la planificacin estatal se convirti en una clara prioridad para el gobiernosovitico. Y aunque la NEP desmantelase el comunismo de guerra, el control y lacoaccin del estado sigui siendo el nico modelo conocido de una economa en quepropiedad y gestin haban sido socializados. La primera institucin planificadora, laComisin Estatal para la Electrificacin de Rusia (GOELRO), creada en 1920, tenapor objetivo la modernizacin tecnolgica, pero la Comisin de PlanificacinEstatal, organizada en 1921 (Gosplan), tena objetivos ms generales, y continuexistiendo con ese nombre hasta el fin de la URSS. Se convirti en el antepasado einspirador de todas las instituciones estatales de planificacin, o incluso de lasdedicadas al control macroeconmico de la economa de los estados del siglo XX.La NEP fue un tema de acalorada discusin en la Rusia de los aos veinte, yvolvi a serlo en los aos de Gorbachov, a principios de los ochenta, pero por larazn contraria. En los aos veinte se vea como una derrota del comunismo, o por lomenos como una desviacin en la marcha hacia el socialismo, fuera del caminoprincipal, al que era necesario regresar de un modo u otro. Los radicales, comoTrotsky, queran romper lo antes posible con la NEP y emprender una campaa deindustrializacin acelerada, que fue la poltica que acab adoptando Stalin. Losmoderados, con Bujarin a la cabeza, que haba dejado atrs el ultrarradicalismo delos aos del comunismo de guerra, eran plenamente conscientes de las limitacionespolticas y econmicas con que el gobierno bolchevique tena que actuar en un pasms dominado incluso por la agricultura que antes de la revolucin, y eranpartidarios de una transformacin gradual. Lenin no pudo expresar adecuadamentesu punto de vista despus de sufrir un ataque de parlisis en 1922 sobrevivisolamente hasta principios de 1924, pero, mientras pudo hacerlo, parece haber sidopartidario de la postura gradualista. Por otro lado, las polmicas de los aos ochentaeran anlisis retrospectivos en busca de una alternativa en la historia socialista alestalinismo que sucedi a la NEP, una va hacia el socialismo diferente de la quehaban propuesto tanto la izquierda como la derecha bolcheviques en los aos veinte.Visto retrospectivamente, Bujarin se convirti en una especie de proto-Gorbachov.Estas polmicas son hoy en da irrelevantes. Si miramos hacia atrs, podemos verque la justificacin original de la decisin de establecer un gobierno socialista enRusia desapareci cuando la revolucin proletaria no consigui aduearse deAlemania. Y lo que es peor: Rusia, tras la guerra civil, se encontraba en ruinas ymucho ms atrasada que en la poca de los zares. Es cierto que el zar, y la nobleza,grande y pequea, haban desaparecido. Dos millones de personas emigraron,privando de paso al estado sovitico de una gran proporcin de sus cuadros mspreparados. Y tambin desaparecieron el desarrollo industrial de la poca zarista, y la mayor parte de los obrerosindustriales que formaban la base sociopoltica del Partido Bolchevique, muertos odispersados por la revolucin y la guerra civil, o trasladados a las oficinas del estadoy del partido. Lo que quedaba era una Rusia todava ms anclada en el pasado, lamasa inmvil e inalterable del campesinado en las comunidades rurales restauradas,a quienes la revolucin (contra los criterios marxistas tradicionales) haba dadotierras, o mejor, cuya ocupacin y reparto de la tierra en 1917-1918 se habaaceptado como el precio necesario de la victoria y la supervivencia. En muchossentidos la NEP fue una breve edad de oro para la Rusia rural. Por encima de estamasa estaba el Partido Bolchevique, que ya no representaba a nadie. Tal comoreconoci Lenin con su lucidez habitual, todo lo que el partido tena a su favor era elhecho de haber sido y, con toda probabilidad, de continuar siendo el gobiernoaceptado y consolidado del pas; nada ms. Aun as, lo que gobernaba de hecho elpas era una pltora de burcratas grandes o pequeos, cuyo nivel medio de cultura ycualificaciones era an ms bajo que antes.Qu opciones tena ese rgimen, que se encontraba, adems, aislado yboicoteado por los gobiernos y los capitalistas extranjeros, preocupados por losactivos y las inversiones rusas expropiados por la revolucin? La NEP tuvo unverdadero xito en su empeo por restaurar la economa sovitica a partir de suestado ruinoso de 1920. Al llegar a 1926, la produccin industrial sovitica habarecuperado ms o menos el nivel de antes de la guerra, aunque eso no quera decirmucho. La poblacin de la URSS segua siendo tan abrumadoramente rural como en1913 (el 82 por 100 en ambos casos) (Bergson y Levine, 1983, p. 100; Nove, 1969),y de hecho slo un 7, 5 por 100 de la poblacin trabajaba fuera del sector agrcola.Lo que el campesinado quera vender a las ciudades; lo que quera comprarles; laparte de sus ingresos que quera ahorrar; y cuntos de los muchos millones quehaban decidido alimentarse a s mismos en los pueblos antes que enfrentarse a lamiseria en la ciudad queran abandonar las granjas: todo eso era determinante para elfuturo econmico de Rusia, pues, aparte de los ingresos estatales en concepto deimpuestos, el pas no tena otra fuente de inversiones y de mano de obra. Dejando aun lado las consideraciones polticas, la continuacin de la NEP, con o sinenmiendas, habra producido en el mejor de los casos un ritmo de industrializacinmodesto. Adems, hasta que hubiese un desarrollo industrial mucho mayor, era muypoco lo que los campesinos podan comprar en las ciudades y que poda tentarles avender sus excedentes antes que comrselos y bebrselos en los pueblos. Este hecho(conocido por crisis de las tijeras) sera la soga que acabara estrangulando a laNEP. Sesenta aos despus, unas tijeras parecidas, aunque proletarias, desestabilizaranla perestroika de Gorbachov, al preguntarse los trabajadores soviticos porqu tenan que aumentar la productividad para ganar salarios ms altos, si laeconoma no produca artculos de consumo que comprar con esos aumentos salariales Pero cmo podan producirse esos artculos, a menos que los trabajadores soviticos aumentasen la productividad?Por consiguiente, no resultaba muy probable que la NEP es decir, un crecimientoeconmico equilibrado, basado en una economa agrcola de mercado dirigida desdearriba por el estado se consolidara como una estrategia duradera. Para un rgimencomprometido con el socialismo, en todo caso, los argumentos en su contra erancontundentes. Las escasas fuerzas dedicadas a la construccin de la nueva sociedad noquedaran a merced de la produccin de mercancas en pequea escala y de la pequeaempresa, que acabaran regenerando el capitalismo que la revolucin acababa de derrocar?Y, sin embargo, lo que haca vacilar al Partido Bolchevique era el coste previsible de laalternativa: la industrializacin forzosa implicaba una segunda revolucin, pero esta vez nodesde abajo, sino impuesta por el poder del estado desde arriba.Stalin, que presidi la edad de hierro de la URSS que vino a continuacin, fue unautcrata de una ferocidad, una crueldad y una falta de escrpulos excepcionales o, a decirde algunos, nicas. Pocos hombres han manipulado el terror en tal escala. No cabe duda deque, bajo el liderazgo de alguna otra figura del Partido Bolchevique, los sufrimientos de lospueblos de la URSS habran sido menores, al igual que la cantidad de vctimas. Noobstante, cualquier poltica de modernizacin acelerada de la URSS, en las circunstanciasde la poca, habra resultado forzosamente despiadada, porque haba que imponerla encontra de la mayora de la poblacin, a la que se condenaba a grandes sacrificios,impuestos en buena medida por la coaccin. La economa de direccin centralizadaresponsable mediante los planes de llevar a cabo esta ofensiva industrializadora estabams cerca de una operacin militar que de una empresa econmica. Por otro lado, al igualque sucede con las empresas militares que tienen una legitimidad moral popular, laindustrializacin salvaje de los primeros planes quinquenales (1929-1941) gan apoyogracias a la sangre, sudor y lgrimas que impuso a la gente. Como saba Churchill, elsacrificio en s puede motivar. Por difcil que resulte de creer, hasta el sistema estalinista,que volvi a convertir a los campesinos en siervos de la gleba e hizo que partes importantesde la economa dependieran de una mano de obra reclusa de entre cuatro y trece millones depersonas (los gulags) (Van der Linden, 1993), cont, casi con toda certeza, con un apoyosustancial, aunque no entre el campesinado (Fitzpatrick, 1994).La economa planificada de los planes quinquenales que sustituy a la NEP en 1928era un mecanismo rudimentario, mucho ms rudimentario que los clculos de loseconomistas pioneros del Gosplan de los aos veinte, que a su vez eran ms rudimentariosque los mecanismos de planificacin de que disponen los gobiernos y las grandesempresas de finales del siglo XX. Su tarea esencial era la de crear nuevas industrias msque gestionarlas, dando mxima prioridad a las industrias pesadas bsicas y a laproduccin de energa, que eran la base de todas las grandes economas industriales:carbn, hierro y acero, electricidad, petrleo, etc. La riqueza excepcional de la URSS enlas materias primas adecuadas haca esta eleccin tan lgica como prctica. Al igual queen una economa de guerra y la economa dirigida sovi-EL SOCIALISMO REAL 381tica era una especie de economa de guerra, los objetivos de produccin se pueden y aveces se deben fijar sin tener en cuenta el coste, ni la relacin coste-eficacia, ya que elcriterio es si se cumplen, y cundo. Como en toda lucha a vida o muerte, el mtodo mseficaz para cumplir los objetivos y las fechas es dar rdenes urgentes que produzcanparoxismos de actividad. La crisis es su forma de gestin. La economa sovitica seconsolid como una serie de procesos rutinarios interrumpidos de vez en cuando poresfuerzos de choque casi institucionalizados en respuesta a las rdenes de la autoridadsuperior. Nikita Kruschev se desesperara ms tarde buscando una forma de hacer que elsistema funcionase sin que fuera a gritos (Kruschev, 1990, p. 18). Antes, Stalin habaexplotado este mtodo fijando a sabiendas objetivos que no eran realistas para estimularesfuerzos sobrehumanos.Adems, los objetivos, una vez fijados, tenan que entenderlos y cumplirlos, hasta en lasms recnditas avanzadillas de la produccin en el interior de Asia, administradores,gerentes, tcnicos y trabajadores que, por lo menos en la primera generacin, carecan deexperiencia y de formacin, y estaban ms acostumbrados a manejar arados que mquinas.(El caricaturista David Low, que visit la URSS a principios de los aos treinta, hizo undibujo de una muchacha de una granja colectiva intentando por descuido ordear un tractor.) Esto eliminaba todo rastro de sofisticacin, menos en los niveles ms altos, que, poreso mismo, cargaban con la responsabilidad de una centralizacin cada vez ms absoluta. Aligual que Napolen y su jefe de estado mayor haban tenido que compensar a veces lasdeficiencias tcnicas de sus mariscales, oficiales de combate sin apenas formacin quehaban sido promovidos desde las ms bajas graduaciones, del mismo modo todas lasdecisiones pasaron a concentrarse cada vez ms en el vrtice del sistema sovitico. La fuertecentralizacin del Gosplan compensaba la escasez de gestores. El inconveniente de esteproceder era la enorme burocratizacin del aparato econmico, as como del conjunto delsistema. 2Mientras la economa se mantuvo a un nivel de semisubsistencia y slo tuvo que ponerlos cimientos de la industria moderna, este sistema improvisado, que se desarroll sobretodo en los aos treinta, funcion. Incluso lleg a desarrollar una cierta flexibilidad, deforma igualmente rudimentaria: la fijacin de una serie de objetivos no interferanecesariamente en la fijacin de otra serie de objetivos, como ocurrira en el complejolaberinto de una economa moderna. En realidad, para un pas atrasado y primitivo, carentede toda asistencia exterior, la industrializacin dirigida, pese a su despilfarro e ineficacia,funcion de una forma impresionante. Convirti a la URSS en una economa industrialen pocos aos, capaz, a diferencia de la Rusia de los zares, de sobrevivir y ganar la guerracontra Alemania, pese a la prdida temporal de zonas que comprendan un tercio de lapoblacin y ms de la mitad de las fbricas de muchas industrias. Hay que aadir que en pocos regmenes la gentehubiera podido o querido soportar los sacrificios del esfuerzo de guerra sovitico(vase Milward, 1979, pp. 92-97), o los de los aos treinta. Pero si el sistemamantena el nivel de consumo de la poblacin bajo mnimos en 1940 la economaprodujo poco ms de un par de zapatos por habitante de la URSS, les garantizabaen cambio un mnimo social. Les daba trabajo, comida, ropa y vivienda de acuerdocon precios y salarios controlados (esto es, subsidiados), pensiones, atencinsanitaria y cierto igualitarismo, hasta que el sistema de recompensas y privilegiosespeciales para la nomenklatura se descontrol tras la muerte de Stalin. Con muchamayor generosidad, proporcionaba tambin educacin. La transformacin de un pasen buena parte analfabeto en la moderna URSS fue, se mire como se mire, un logrogigantesco. Y para los millones de aldeanos para los que, incluso en los momentosms difciles, el desarrollo sovitico represent la apertura de nuevos horizontes, unaescapatoria del oscurantismo y la ignorancia hacia la ciudad, la luz y el progreso, porno hablar de la promocin personal y la posibilidad de hacer carrera, los argumentosen favor de la nueva sociedad resultaban convincentes. Por otra parte, tampococonocan otra.Sin embargo, este xito no se hizo extensivo a la agricultura y a quienes vivan deella, ya que la industrializacin se hizo a costa de la explotacin del campesinado.Poco se puede decir en favor de la poltica agraria sovitica, salvo, tal vez, que loscampesinos no fueron los nicos que cargaron con la acumulacin primitivasocialista, por citar la frmula favorita, segn se dice, 3 de un seguidor de Trotsky: alos obreros tambin les toc asumir en parte la carga de generar recursos destinados auna futura reinversin.Los campesinos la mayora de la poblacin no slo pertenecan a unacategora legal y poltica inferior, por lo menos hasta la Constitucin de 1936(totalmente inoperante); no slo tenan que pagar ms impuestos a cambio de menosproteccin, sino que la poltica agrcola que sustituy a la NEP, la colectivizacinforzosa de la tierra en cooperativas o granjas estatales, fue entonces, y seguirasindolo ms tarde, un desastre. Su efecto inmediato fue el descenso de la produccinde cereales y la reduccin a la mitad de la cabaa ganadera, lo que provoc unaterrible hambruna en 1932-1933. La colectivizacin hizo disminuir la ya de por sbaja productividad de la agricultura rusa, que no volvi a alcanzar el nivel de la NEPhasta 1940 o, si tenemos en cuenta los desastres posteriores de la segunda guerramundial, hasta 1950 (Tuma, 1965, p. 102). La colosal mecanizacin que intentcompensar estas carencias fue tambin, y ha seguido sindolo, colosalmente ineficaz.Despus de una etapa prometedora en la posguerra, en que la economa soviticalleg a producir modestos excedentes de cereales destinados a la exportacin aunque la URSS no llegase a parecer nunca un exportador importante, como lo haba sido la Rusia de los zares, la agriculturasovitica dej de ser capaz de alimentar a la poblacin. A partir de los aos setentadependi del mercado mundial de cereales para cubrir a veces hasta la cuarta partede sus necesidades. De no ser por la ligera relajacin del sistema colectivista, quepermiti a los campesinos producir para el mercado en las pequeas parcelas de supropiedad que constituan aproximadamente el 4 por 100 de la superficie cultivadaen 1938, los consumidores soviticos habran tenido poco que comer, salvo pannegro. En resumen, la URSS cambi una agricultura campesina ineficiente por unaagricultura colectivista ineficiente a un precio enorme.Como tantas veces ocurre, este hecho reflejaba las condiciones sociales ypolticas de la Rusia sovitica ms que el carcter del propio proyecto bolchevique.La creacin de cooperativas y la colectivizacin, combinadas en mayor o menormedida con la agricultura privada o incluso, como en el caso de los kibbuzimisraeles, ms comunistas que todo lo existente en la URSS, puede tener xito,mientras que la agricultura campesina se ha mostrado con frecuencia ms capaz desacar subsidios a los gobiernos que beneficios a la tierra. 4 Sin embargo, en la URSSno cabe duda de que la poltica agrcola fue un fracaso, que, sin embargo, copiaroncon demasiada frecuencia, por lo menos al principio, los regmenes socialistasposteriores.El otro aspecto del desarrollo sovitico en favor del cual puede decirse poco es laenorme e inflada burocratizacin engendrada por la centralizacin estatal, con la queno pudo ni siquiera Stalin. Se ha sugerido incluso, con la ms absoluta seriedad, queel gran terror de la segunda mitad de los aos treinta fue un mtodo desesperado deStalin para vencer al laberinto burocrtico y la artera habilidad con que ste eludala mayor parte de controles y rdenes del gobierno (Lewin, 1991, p. 17), o por lomenos para impedir que acabara aduendose del poder, convertido en un aparato degobierno osificado, como termin sucediendo en la poca de Brezhnev. Todo intentode hacer ms flexible y eficiente la administracin no haca ms que hincharla yhacerla an ms indispensable. A finales de los aos treinta, creci dos veces y mediapor encima del ritmo medio de creacin de empleo. Poco antes de la guerra haba yams de un administrador por cada dos trabajadores manuales (Lewin, 1991). Enpoca de Stalin, los cuadros de los niveles superiores del escalafn eran, como se hadicho, esclavos de un poder nico, siempre al borde del desastre. Su poder y susprivilegios quedaban oscurecidos por la presencia constante de un memento mori.Despus de Stalin, o ms bien despus de la eliminacin del ltimo gran jefe,Nikita Kruschev, en 1964, ya no haba nada en el sistema que impidiese suestancamiento.El tercer inconveniente del sistema, y el que acab por hundirlo, era suinflexibilidad. Estaba concebido para generar un aumento constante de la produccinde bienes cuya naturaleza y calidad haba sido predeterminada, pero no estaba dotadode mecanismo externo alguno para variar la cantidad (salvo para aumentarla) ni lacalidad, ni para innovar. En realidad, el sistema no saba qu hacer con los inventos,y no los utilizaba en la economa civil, a diferencia de lo que ocurra en el complejomilitar-industrial. 5 En cuanto a los consumidores, no contaban ni con un mercado,que habra indicado sus preferencias, ni con un trato de favor en el sistemaeconmico ni, como veremos, en el poltico; al contrario, la maquinaria planificadorareproduca la tendencia del sistema hacia un mximo incremento de los bienes deequipo. Lo ms que puede decirse es que, a medida que la economa fue desarrollndose,produjo ms artculos de consumo, aunque la estructura industrial siguiesefavoreciendo los bienes de equipo. De todos modos, el sistema de distribucin eratan malo y, sobre todo, el sistema de organizacin de los servicios era de una nulidadtal, que el aumento del nivel de vida en la URSS y la mejora de los aos cuarentaa los setenta fue muy notable slo pudo darse con la colaboracin, o tal vezgracias a la intervencin, de una extensa economa paralela o sumergida, quecreci rpidamente, en especial a partir de fines de los aos sesenta. Dado que laseconomas extraoficiales no figuran, por definicin, en los documentos oficiales, slopodemos hacer conjeturas sobre su tamao, pero a fines de los aos setenta se calculabaque la poblacin urbana sovitica gastaba unos veinte mil millones de rublosen artculos de consumo y servicios mdicos y legales privados, y unos siete milmillones de rublos en propinas para asegurarse de ser atendida (Alexeev, 1990),una suma comparable, por aquel entonces, al total de importaciones del pas.En resumen, el sistema sovitico estaba pensado para industrializar un pas muyatrasado y subdesarrollado lo ms rpidamente posible, dando por sentado que lapoblacin se conformara con un nivel de vida que garantizaba unos mnimossociales y que se hallaba algo por encima del de subsistencia, si bien su nivel exactodependa de lo que sobrara en una economa organizada para una continuaindustrializacin. Por ms ineficiente y derrochador que fuera el sistema, estosobjetivos se cumplieron. En 1913, el imperio de los zares, con el 9, 4 por 100 de lapoblacin mundial, generaba el 6 por 100 del total de las rentas nacionales delmundo y el 3, 6 por 100 de la produccin industrial. En 1986 la URSS, con menosdel 6 por 100 de la poblacin del planeta, generaba el 14 por 100 de las rentasnacionales del mundo y el 14, 6 por 100 de la produccin industrial. (Pero obtenatan slo una parte un poco mayor de la produccin agrcola mundial.) (Bolotin, 1987,pp. 148-152.) Rusia se haba transformado en una gran potencia industrial, y, dehecho, su condicin de superpotencia, mantenida a lo largo de casi medio siglo, se basaba en este xito. Sin embargo, y contrariamente a lo que esperaban loscomunistas, el motor del desarrollo econmico sovitico estaba diseado de talmodo, que frenaba en lugar de acelerar cuando, despus de que el vehculo habaavanzado cierta distancia, el conductor apretaba el acelerador. Su dinamismocontena el mecanismo de su propio agotamiento. Y este era el sistema que, a partirde 1944, se convirti en un modelo para las economas en las que viva un tercio delgnero humano.Sin embargo, la revolucin sovitica tambin desarrollo un sistema poltico muyespecial. Los movimientos populares de izquierdas de Europa, incluyendo losmovimientos obreros y socialistas marxistas a los que perteneca el PartidoBolchevique, beban de dos tradiciones: la democracia electiva y, en ocasiones,directa, y la ejecucin de acciones revolucionarias dirigidas de forma centralizada,herencia de la etapa jacobina de la revolucin francesa. Los movimientos obreros ysocialistas de masas que surgieron casi por doquier en Europa a finales del sigloXIX, ya en forma de partidos, sindicatos y cooperativas, ya como la combinacin detodo esto, eran profundamente democrticos tanto en su estructura interna como ensus aspiraciones polticas. En los pases donde todava no existan constitucionesbasadas en un amplio sufragio, se encontraban entre las fuerzas que luchaban conms empeo por ellas. A diferencia de los anarquistas, los marxistas estabanfundamentalmente entregados a la accin poltica. El sistema poltico de la URSS,que ms tarde se transferira al mundo socialista, rompi abruptamente con lavertiente democrtica de los movimientos socialistas, aunque sigui en teoraapoyndola, de forma cada vez ms acadmica. 6 Fue incluso mucho ms all de laherencia jacobina, que, pese a su empeo por el rigor revolucionario y la accin msdespiadada, no era favorable a las dictaduras personales. En resumen, del mismomodo en que la economa sovitica era una economa dirigida, la poltica soviticaera tambin una poltica dirigida.Esta evolucin reflejaba por una parte la historia del Partido Bolchevique, porotra, las crisis y las prioridades urgentes del joven rgimen sovitico y tambin laspeculiaridades del ex seminarista de Georgia, hijo de un zapatero borrachn, que seconvirti en el dictador de la URSS con el nombre, de su propia eleccin, dehombre de acero: J. V. Stalin (1879-1953). El modelo leninista de partido devanguardia, una organizacin disciplinada y eficiente de revolucionariosprofesionales, con la misin de llevar a cabo las tareas que les asignase la direccincentral, era potencialmente autoritario, como sealaron desde el principio muchosmarxistas rusos revolucionarios. Qu podra frenar la tendencia a la sustitucin delas masas por el

partido que aseguraba liderarlas, de sus miembros o mejor, de los congresos enque expresaban sus puntos de vista por los comits (elegidos), del comit centralpor los dirigentes efectivos, hasta que el dirigente nico (en teora elegido) acabasereemplazndolos a todos? El peligro, como se vio, no dejaba de existir por el hechode que Lenin ni quisiera ni estuviera en situacin de ser un dictador, ni por el hechode que el Partido Bolchevique, al igual que todas las organizaciones de ideologaizquierdista, no operase como un estado mayor militar sino como un grupo dediscusin permanente. Ese peligro se hizo ms inmediato despus de la revolucinde octubre, al pasar los bolcheviques de ser un grupo de unos miles de activistasclandestinos a un partido de masas de cientos de miles, y, al final, de millones deactivistas profesionales, administradores, ejecutivos y supervisores, que sumergi ala vieja guardia y a los dems socialistas de antes de 1917 que se les haban unido,como Len Trotsky. Esa gente no comparta la vieja cultura poltica de la izquierda.Todo lo que saban era que el partido tena razn y que las decisiones de la autoridadsuperior deban cumplirse si se quera salvar la revolucin.Cualquiera que fuese la actitud prerrevolucionaria de los bolcheviques hacia lademocracia dentro y fuera del partido, la libertad de expresin, las libertades civiles yla tolerancia, las circunstancias de los aos 1917-1921 impusieron un modo degobierno cada vez ms autoritario dentro y fuera de un partido consagrado a realizarcualquier accin que fuese (o pareciese) necesaria para mantener el frgil yamenazado poder de los soviets. De hecho, al principio no era un gobierno de un solopartido, ni rechazaba a la oposicin, pero gan la guerra civil como una dictaduramonopartidista apuntalada por un poderoso aparato de seguridad, que empleabamtodos terroristas contra los contrarrevolucionarios. En la misma lnea, el partidoabandon la democracia interna, al prohibirse (en 1921) la discusin colectiva depolticas alternativas. El centralismo democrtico por el que el partido se regatericamente se convirti en centralismo a secas, y el partido dej de actuar deacuerdo con sus estatutos. Las convocatorias anuales del congreso del partido sevolvieron cada vez ms irregulares, hasta que, en poca de Stalin, su convocatoriapas a ser imprevisible y espordica. Los aos de la NEP relajaron la atmsfera almargen de la poltica, pero no la sensacin de que el partido era una minoraamenazada que tal vez tuviese de su parte a la historia, pero que actuaba a contrapelodel pueblo ruso y del momento presente. La decisin de emprender la revolucinindustrial desde arriba oblig al sistema a imponer su autoridad, de forma acaso msdespiadada an que en los aos de la guerra civil, porque su maquinaria para elejercicio continuo del poder era ahora mucho mayor. Fue entonces cuando losltimos vestigios de la separacin de poderes, el modesto margen de maniobra que sereservaba el gobierno sovitico por oposicin al partido, quedaron eliminados. Ladireccin poltica unificada del partido concentr el poder absoluto en sus manos,subordinando todo lo dems.Fue en este punto cuando el sistema, bajo la direccin de Stalin, se convirti en una autocracia que intentaba imponer su dominio sobre todos los aspectosde la vida y el pensamiento de los ciudadanos, subordinando toda su existencia, en lamedida de lo posible, al logro de los objetivos del sistema, definidos y especificadospor la autoridad suprema. No era esto, por supuesto, lo que haban planeado Marx yEngels, ni haba surgido en la Segunda Internacional (marxista) ni en la mayora desus partidos. As, Karl Liebknecht, que, junto con Rosa Luxemburg, se convirti enel jefe de los comunistas alemanes y fue asesinado junto a ella en 1919 por oficialesreaccionarios, ni siquiera se proclamaba marxista, pese a ser hijo de uno de losfundadores del Partido Socialdemcrata alemn. Los austromarxistas, pese a serseguidores de Marx, como su mismo nombre indica, no tuvieron reparo en seguir suspropias ideas, y hasta cuando se tachaba a alguien de hereje, como a EduardBernstein, acusado de revisionismo, se daba por sentado que se trataba de unsocialdemcrata legtimo. De hecho, Bernstein continu siendo uno de los editoresoficiales de las obras de Marx y Engels. La idea de que un estado socialista tena queobligar a todos los ciudadanos a pensar igual, y menos an la de otorgar al colectivode sus dirigentes (que alguien intentase ejercer esas funciones en solitario eraimpensable) algo semejante a la infalibilidad papal, no habra pasado por la cabezade ningn socialista destacado antes de 1917.Poda decirse, a lo sumo, que el socialismo marxista era para sus adherentes uncompromiso personal apasionado, un sistema de fe y de esperanza que poseaalgunos de los rasgos de una religin secular (aunque no ms que la de otroscolectivos de activistas no socialistas), y que las sutilezas tericas acabaron siendo, alconvertirse en un movimiento de masas, un catecismo, en el mejor de los casos, y, enel peor, un smbolo de identidad y lealtad, como una bandera que haba que saludar.Estos movimientos de masas, como haca mucho que haban observado algunossocialistas centroeuropeos inteligentes, tenan una tendencia a admirar, e incluso aadorar, a sus dirigentes, si bien la conocida tendencia a la polmica y a la rivalidad enel seno de los partidos de izquierda acostumbraba a tener controlada esta tendencia.La construccin del mausoleo de Lenin en la Plaza Roja, donde el cuerpoembalsamado del gran lder estara permanentemente expuesto ante los fieles, noderivaba ni siquiera de la tradicin revolucionaria rusa, sino que era una tentativa deutilizar la atraccin que ejercan los santos cristianos y sus reliquias sobre uncampesinado primitivo en provecho del rgimen sovitico. Tambin podra decirseque, en el Partido Bolchevique tal como fue concebido por Lenin, la ortodoxia y laintolerancia haban sido implantadas, no como valores en s mismas, sino por razonesprcticas. Como un buen general y Lenin fue ante todo un estratega no queradiscusiones en las filas que pudiesen entorpecer su eficacia prctica. Adems, al igualque otros genios pragmticos, Lenin estaba convencido de estar en posesin de laverdad, y tena poco tiempo para ocuparse de las opiniones ajenas. En teora era unmarxista ortodoxo, casi fundamentalista, porque tena claro que jugar con el texto deuna teora cuya esencia era la revolucin poda dar nimos a pactistas y reformistas. En la prctica, no dud en modificar las opinionesde Marx y en agregarles generosos aadidos de cosecha propia, proclamandosiempre su lealtad literal al maestro. Dado que hasta 1917 Lenin fue sobre todo eldirigente y representante de una minora atrincherada en el seno de la izquierda rusa,e incluso dentro de la socialdemocracia rusa, gan fama de ser intolerante con losdisidentes, pero dudaba tan poco en dar la bienvenida a sus oponentes, cuandocambiaba la situacin, como en denunciarlos, e incluso despus de la revolucin deoctubre nunca se apoy en su autoridad dentro del partido, sino siempre en ladiscusin. Y, como hemos visto, sus puntos de vista nunca fueron aceptados sindiscusin. De haber vivido, no cabe duda de que Lenin habra seguido denunciando asus contrincantes y, al igual que durante la guerra civil, habra mostrado una ilimitadaintolerancia pragmtica. Pero no hay prueba alguna de que hubieseconcebido, o hubiese tolerado, esa especie de versin de una religin de estado,universal y obligatoria que surgi a su muerte. Es posible que Stalin no la instituyeraconscientemente, sino que se limitase a seguir la corriente a la Rusia primitiva ycampesina, con sus tradiciones autocrticas y ortodoxas. Pero no es probable que sinStalin hubiese aparecido ese culto, y es seguro que no habra sido copiado oimpuesto a los dems regmenes socialistas.Sin embargo, hay algo que debe quedar claro. La posibilidad de una dictaduraest implcita en cualquier rgimen basado en un partido nico e inamovible. En unpartido organizado sobre una base jerrquica centralizada como los bolcheviques deLenin es, ms que posible, algo probable. Y la inamovilidad no era ms que otronombre para la conviccin de los bolcheviques de que no haba que dar marcha atrsa la revolucin, y que su destino estaba en sus manos, y en las de nadie ms. Losbolcheviques argumentaban que un rgimen burgus poda contemplartranquilamente la perspectiva de la derrota de una administracin conservadora y susucesin por una liberal, ya que eso no alterara el carcter burgus de la sociedad,pero no querra ni podra tolerar un rgimen comunista por la misma razn por la queun rgimen comunista no poda tolerar ser derrocado por fuerza alguna que deseaserestaurar el orden anterior. Los revolucionarios, incluidos los revolucionariossocialistas, no son demcratas en el sentido electoral, por ms sinceramenteconvencidos que estn de actuar en inters del pueblo. No obstante, aunque elhecho de que el partido fuese un monopolio poltico con un papel dirigente hicierade un rgimen sovitico democrtico algo tan improbable como una Iglesia catlicademocrtica, ello no implicaba la dictadura personal. Fue Jos Stalin quien convirtilos sistemas polticos comunistas en monarquas no hereditarias. En muchos sentidos, Stalin, bajito, 8 cauteloso, inseguro, cruel, noctmbulo einfinitamente suspicaz, parece un personaje sacado de las Vidas de los doce csaresde Suetonio ms que de la poltica moderna. De apariencia nada impresionante, unamancha gris, como lo llam un observador contemporneo en 1917 (Sujnov), fueconciliador y maniobrero cuando hizo falta, hasta que lleg a la cumbre; aunque susconsiderables dotes personales ya lo haban llevado muy cerca de la cumbre antes dela revolucin. Fue miembro del primer gobierno revolucionario con el cargo decomisario para las nacionalidades. Cuando se convirti por fin en jefe indiscutibledel partido y (en la prctica) del estado, le faltaba la nocin de destino personal, elcarisma y la confianza en s mismo que hicieron de Hitler el fundador y jefe acatadode su partido y le granjearon la lealtad de sus allegados sin necesidad de coacciones.Stalin gobern su partido, al igual que todo lo que estaba al alcance de su poderpersonal, por medio del terror y del miedo.Convirtindose en una especie de zar, defensor de la fe ortodoxa secular, elcuerpo de cuyo fundador, transformado en santo secular, esperaba a los peregrinosfuera del Kremlin, Stalin demostr un agudo sentido de las relaciones pblicas. Paraun amasijo de pueblos agrcolas y ganaderos cuya mentalidad era la equivalente de ladel siglo XI occidental, esta era con seguridad la forma ms eficaz de establecer lalegitimidad del nuevo rgimen, al igual que los catecismos simples, sin matices ydogmticos a los que Stalin redujo el marxismo-leninismo eran ideales paracomunicar ideas a la primera generacin de individuos que saban leer y escribir. 9Tampoco se puede ver su terror como la simple afirmacin del poder personalilimitado del tirano. No cabe duda de que Stalin disfrutaba con el poder, con el miedoque inspiraba, con su capacidad de dar la vida o la muerte, del mismo modo que nohay duda de que no le importaban en absoluto las compensaciones materiales de lasque alguien en su posicin poda beneficiarse. Pero, cualesquiera que fuesen suspeculiaridades psicolgicas, el terror estalinista era, en teora, un instrumento tcticotan racional como su cautela cuando no controlaba las cosas. Ambos se basaban en elprincipio de evitar riesgos, que, a su vez, reflejaba la falta de confianza en sucapacidad de anlisis de las situaciones (de anlisis marxista, en jergabolchevique) por la que Lenin haba destacado. La terrorfica carrera de Stalin notiene sentido salvo si se la ve como la persecucin terca e incesante del objetivoutpico de una sociedad comunista a cuya reafirmacin consagr Stalin la ltima desus publicaciones, pocos meses antes de morir (Stalin, 1952).Todo lo que haban conseguido los bolcheviques con la revolucin de octubre era el poder en la Unin Sovitica. El poder era la nica herramienta de laque podan servirse para cambiar la sociedad, algo para lo que constantementesurgan dificultades, continuamente renovadas. (Este es el sentido de la absurda tesisde Stalin de que la lucha de clases se intensificara dcadas despus de que elproletariado se hiciera con el poder.) Slo la determinacin de usar el poder demanera consistente y despiadada con el fin de eliminar todos los obstculos posiblesal proceso poda garantizar el xito final.Tres cosas llevaron la poltica basada en este principio a extremos absurdos ymortferos.En primer lugar, la creencia de Stalin de que, en ltima instancia, l era el nicoque saba cul era el buen camino y que estaba decidido a seguirlo. Montones depolticos y de generales tienen esta sensacin de ser indispensables, pero sloquienes disfrutan del poder absoluto estn en situacin de obligar a los dems acompartir esa creencia. As, las grandes purgas de los aos treinta, que, a diferenciade formas anteriores de terror, estaban dirigidas contra el partido mismo, y sobretodo contra su direccin, comenzaron despus de que muchos bolcheviques curtidos,incluidos los que haban sostenido a Stalin frente a sus distintos contrincantes en losaos veinte, y que haban apoyado sinceramente el gran salto hacia adelante de lacolectivizacin y del plan quinquenal, llegaron a la conclusin de que la crueldadinmisericorde del perodo y los sacrificios que impona eran ms de lo que estabandispuestos a aceptar. Sin duda muchos de ellos recordaban la negativa de Lenin aapoyar a Stalin como sucesor suyo por su brutalidad excesiva. El XVII Congreso delPCUS(b) revel la existencia de una nutrida oposicin a Stalin. Si sta constituarealmente una amenaza a su poder, es algo que no sabremos nunca, porque entre1934 y 1939 cuatro o cinco millones de miembros del partido y de funcionariosfueron arrestados por motivos polticos, cuatrocientos o quinientos mil de ellosfueron ejecutados sin juicio previo, y en el XVIII Congreso del PCUS que se celebren la primavera de 1939 apenas haba 37 supervivientes de los 1. 827 delegadospresentes en el XVII Congreso de 1934 (Kerblay, 1983, p. 245).Lo que confiri a este terror una inhumanidad sin precedentes fue que no admitalmites de ninguna clase. No era tanto la idea de que un gran fin justifica todos losmedios necesarios para conseguirlo (aunque es probable que esto fuese lo que creaMao Tse-tung), ni siquiera la idea de que los sacrificios impuestos a la generacinactual, por grandes que sean, no son nada comparados con los infinitos beneficiosque cosecharn las generaciones venideras, sino la aplicacin constante del principiode guerra total. El leninismo, debido seguramente a su fuerte componente devoluntarismo que llev a otros marxistas a desconfiar de Lenin por blanquista ojacobino, pensaba fundamentalmente en trminos militares, como lo indica laadmiracin de Lenin por Clausewitz, aunque este hecho no quedase reflejado en elvocabulario poltico de los bolcheviques. Quin a quin? era la mxima esencialde Lenin: la lucha como un juego de suma cero en el que elEL SOCIALISMO REAL 391ganador se queda con todo, y el perdedor, con nada. Como sabemos, hasta losestados liberales lucharon en las dos guerras mundiales con la misma mentalidad, yno reconocieron lmite alguno al sufrimiento que estaban dispuestos a imponer a lapoblacin enemiga, y, en la primera guerra mundial, incluso a sus propias fuerzasarmadas. De hecho, incluso la persecucin de colectivos humanos enteros, definidosa priori, se convirti en parte de la guerra, como lo muestra el internamiento encampos de concentracin, durante la segunda guerra mundial, de todos losciudadanos estadounidenses de origen japons o de todos los alemanes o austriacosresidentes en Gran Bretaa, con el argumento de que podan contener agentesenemigos en potencia. Esta fue una parte de la cada desde el progreso de lacivilizacin en el siglo XIX hasta este renacimiento de la barbarie que recorre estelibro como un hilo oscuro.Por suerte, en los estados constitucionales y preferiblemente democrticos donderige el imperio de la ley y hay libertad de prensa, existen algunos contrapesos. En unsistema de poder absoluto, no los hay, aunque pueden acabar apareciendolimitaciones convencionales al poder, aunque slo sea por razones de supervivencia yporque el uso del poder absoluto puede ser contraproducente. La paranoia es suresultado final lgico. Tras la muerte de Stalin, sus sucesores llegaron a un acuerdotcito para poner punto final al derramamiento de sangre, aunque (hasta la poca deGorbachov) fueron los disidentes del interior y los estudiosos o los publicistas delexterior los que se ocuparon de evaluar el coste humano total de las dcadas degobierno de Stalin. A partir de entonces, los polticos soviticos murieron en la cama,y en ocasiones a edad avanzada. Mientras los gulags se vaciaban a finales de los aoscincuenta, la URSS segua siendo una sociedad que trataba mal a sus ciudadanossegn criterios occidentales, pero dej de ser una sociedad que los encarcelaba yasesinaba en una escala nica por sus dimensiones. De hecho, a finales de losochenta, su poblacin reclusa era proporcionalmente inferior a la de los EstadosUnidos (268 presos por cada 100. 000 habitantes, frente a 426 por 100. 000 en losEstados Unidos) (Walker, 1991). Adems, en los aos sesenta y setenta la URSS seconvirti en una sociedad en la que el ciudadano de a pie seguramente corra menospeligro de ser asesinado por criminales, por conflictos civiles o por el estado que enmuchos pases de Asia, frica y Amrica. No obstante, sigui siendo un estadopolicial, una sociedad autoritaria y, de acuerdo con cualquier criterio realista, carentede libertad. Slo la informacin autorizada oficialmente estaba al alcance delciudadano la propagacin de la otra sigui estando penada por la ley, por lo menostcnicamente, hasta la poltica de glasnost (transparencia) de Gorbachov, y lalibertad de desplazamiento y residencia estaba sujeta a autorizacin oficial, unobstculo cada vez ms terico en el interior de la URSS, pero muy real cuando setrataba de cruzar la frontera, aunque fuese la de un pas socialista amigo. En todosestos aspectos, la URSS permaneci en una situacin de inferioridad en comparacincon la Rusia zarista. Adems, aunque en la mayora de los casos rega el imperio dela ley, la facultad de imponer un encarcelamiento administrativo, o sea arbitrario, o un destierro interior se mantuvo.Nunca se podr probablemente calcular de modo adecuado el coste humano delas dcadas de hierro rusas, ya que incluso las estadsticas de ejecuciones o depoblacin reclusa en los gulags que existen, o que puedan obtenerse en el futuro, sonincapaces de evaluar todas las prdidas, y las estimaciones varan enormementesegn los puntos de vista de quienes las hacen. Por una siniestra paradoja se hadicho estamos mejor informados sobre las prdidas de la cabaa ganaderasovitica en esta poca que sobre el nmero de oponentes al rgimen que fueronexterminados (Kerslay, 1983, p. 26). La mera supresin del censo de 1937 planteadificultades casi insalvables. Sea como fuere, en todos los clculos 10 la cantidad devctimas directas e indirectas debe medirse en cifras de ocho, ms que de siete,dgitos. En estas circunstancias, no importa demasiado que optemos por unaestimacin conservadora, ms cerca de los 10 que de los 20 millones, o por unacifra mayor: ninguna puede ser otra cosa que una vergenza sin paliativos y sinjustificacin posible. Aadir, sin comentarios, que el total de habitantes de la URSSen 1937 se dice que era de 164 millones, o sea, 16, 7 millones menos que lasprevisiones demogrficas del segundo plan quinquenal (1933-1938).Por brutal y dictatorial que fuese, el sistema sovitico no era totalitario,trmino que se populariz entre los crticos del comunismo despus de la segundaguerra mundial, y que haba sido inventado en los aos veinte por el fascismoitaliano para describir sus objetivos. Hasta entonces este trmino prcticamente slose haba utilizado para criticar al fascismo italiano y al nacionalsocialismo alemn, yera sinnimo de un sistema centralizado que lo abarcaba todo y que no se limitaba aejercer un control fsico total sobre la poblacin, sino que, mediante el monopolio dela propaganda y la educacin, consegua que la gente interiorizase sus valores. 1984,de George Orwell (publicado en 1948), dio a esta imagen occidental de la sociedadtotalitaria su ms impresionante formulacin: una sociedad de masas a las que habanlavado el cerebro, vigiladas por la mirada escrutadora del Gran Hermano, en laque slo algunos individuos aislados discrepaban de vez en cuando.Eso, desde luego, es lo que Stalin hubiera querido conseguir, aunque hubieseprovocado la indignacin de Lenin y de la vieja guardia bolchevique, por no hablarde Marx. En la medida en que su objetivo era la prctica divinizacin del lder (loque luego se designara con el eufemismo de culto a la personalidad), o por lomenos su presentacin como dechado de virtudes, tuvo un cierto xito, que satirizOrwell. Paradjicamente esto tena poco que ver con el poder absoluto de Stalin. As,los militantes comunistas de fuera de los pases socialistas que lloraronsinceramente al enterarse de su muerte en 1953 y hubo muchos que lo hicieroneran gente que se haba convertido voluntariamente a un movimiento que crean que Stalin simbolizaba einspiraba. A diferencia de la mayora de los extranjeros, todos los rusos saban lomucho que les haba tocado, y les tocara an, sufrir, aunque por el simple hecho deser un firme y legtimo gobernante de la tierra rusa y su modernizador Stalinrepresentaba algo de s mismos, en especial como su caudillo en una guerra que, porlo menos para los habitantes de la Gran Rusia, haba sido una autntica guerranacional.Sin embargo, en todos los dems sentidos, el sistema no era totalitario, unhecho que muestra cun dudosa es la utilidad del trmino. El sistema no practicabaun verdadero control del pensamiento de sus sbditos, y an menos consegua suconversin, sino que despolitiz a la poblacin de un modo asombroso. Lasdoctrinas oficiales del marxismo-leninismo apenas tenan incidencia sobre la granmasa de la poblacin, ya que para ellos carecan de toda relevancia, a menos queestuvieran interesados en hacer una carrera para la que fuese necesario adquirir tanesotricos conocimientos. Despus de cuarenta aos de educacin en un pasconsagrado al marxismo, preguntaron a los transentes de la plaza Karl Marx deBudapest quin era Karl Marx. Las respuestas fueron las siguientes:Era un filsofo sovitico, amigo de Engels. Bueno, qu ms puedo decir?Muri ya mayor. (Otra voz): Pues claro, un poltico. Y tambin fue el traductor delas obras de, bueno, de quin era? De Lenin, Lenin, de las obras de Lenin; bueno,pues l las tradujo al hngaro (Garton Ash, 1990, p. 261).La mayora de los ciudadanos soviticos no absorba de forma consciente la mayorparte de las declaraciones pblicas sobre poltica e ideologa procedentes de las altasesferas, a menos que estuviesen directamente relacionadas con sus problemascotidianos, cosa que raramente suceda. Slo los intelectuales estaban obligados atomarlas en serio, en una sociedad construida sobre y alrededor de una ideologa quese deca racional y cientfica. Pero, paradjicamente, el mismo hecho de quesistemas as tuvieran necesidad de intelectuales y otorgasen privilegios y ventajas aquienes no discrepaban de ellos en pblico creaba un espacio social fuera del controldel estado. Slo un terror tan despiadado como el de Stalin pudo acallar por completoa la intelectualidad no oficial, que resurgi tan pronto como, en los aos cincuenta, elhielo del miedo empez a fundirse El deshielo (1954) es el ttulo de una influyentenovela de tesis de Ili Ehrenburg (1891-1967), un superviviente con talento. En lossesenta y los setenta, las discrepancias, tanto en la forma medio tolerada de losreformadores comunistas como en la de una disidencia intelectual, poltica y culturalabsoluta, dominaron el panorama sovitico, aunque el pas siguiera siendooficialmente monoltico, uno de los calificativos favoritos de los bolcheviques.Esas discrepancias se haran visibles en los ochenta.

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