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| 625 Capítulo 40. PATRONES TERRITORIALES DE INDUSTRIALIZACIÓN, 1980-2015 1 Josefina Morales 2 Elvira Eva Saavedra Silva 3 Introducción E l proceso de industrialización en México presenta profundos cambios desde principios de los años ochenta del siglo pasado en las ramas de la manufactura, el proceso de trabajo, la propiedad de las empresas y el destino de la producción; los cuales se materializan en la configuración de tres patrones territoriales diferenciados en el país: desindustrialización, reestructuración industrial y nuevos procesos de industrialización. El trabajo presenta la dinámica económica y geográfica general del proceso manufacturero- exportador y examina los tres patrones, con énfasis en los espacios urbanos reestructurados y en los nuevos espacios industriales. Panorama general Entre 1940 y 1970, la industrialización de México se caracterizó por la producción para consumo interno, con un importante impulso estatal. La actividad industrial conllevaba el establecimiento de grandes plantas con maquinaria y equipo, insumos diversos (materias primas e industriales, ener- gía) y concentración de trabajadores para crear enormes volúmenes de mercancías que debían ser transportadas a los centros de consumo. Tradicionalmente, se impulsó el desarrollo urbano. En los años setenta, este patrón, denominado “de sustitución de importaciones”, se agotó y, con la crisis de la deuda externa en la siguiente década, se impusieron nuevas políticas económicas para abrir al capital extranjero a casi todas las actividades, privatizar las empresas públicas y per- mitir la libre circulación de mercancías y capitales sin cobrar aranceles o impuestos. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte ( tlcan) formaliza esas políticas. La industria internacional atraviesa también por profundos cambios, con la revolución de las tecnologías electrónicas en los procesos de trabajo, en la maquinaria y equipo, así como en su loca- lización mundial, dado que se fragmentan los procesos de producción de las empresas de los países centrales y se relocalizan en otros países en busca de bajos salarios, bajos impuestos, recursos natu- rales baratos o nuevos mercados. El trabajo se reorganiza bajo un nuevo sistema, denominado “toyotismo” que, al tiempo que impulsa el trabajo en equipo para incrementar la productividad y controlar la calidad de la produc- ción, modifica las condiciones de contratación. 1 Este trabajo es producto del proyecto papit in301612, “Globalización, políticas neoliberales y transformaciones en la organización espacial de la economía mexicana, 1980-2011”, del Instituto de Geografía de la unam, en el que participan las autoras. 2 Unidad de Economía Política del Desarrollo, Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Mario de la Cueva, Ciudad Universitaria, 04520, Coyoacán, México. Correo electrónico: [email protected] 3 Departamento de Geografía Económica, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito de la Investigación Científica, Ciudad Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D. F. Correo electrónico: [email protected]

Capítulo 40. PATRONES TERRITORIALES DE

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Capítulo 40. PATRONES TERRITORIALES DE

INDUSTRIALIZACIÓN, 1980-20151

Josefina Morales2

Elvira Eva Saavedra Silva3

Introducción

El proceso de industrialización en México presenta profundos cambios desde principios de los años ochenta del siglo pasado en las ramas de la manufactura, el proceso de trabajo, la propiedad de las empresas y el destino de la producción; los cuales se materializan en la configuración de tres patrones territoriales diferenciados en el país: desindustrialización,

reestructuración industrial y nuevos procesos de industrialización. El trabajo presenta la dinámica económica y geográfica general del proceso manufacturero-

exportador y examina los tres patrones, con énfasis en los espacios urbanos reestructurados y en los nuevos espacios industriales.

Panorama general

Entre 1940 y 1970, la industrialización de México se caracterizó por la producción para consumo interno, con un importante impulso estatal. La actividad industrial conllevaba el establecimiento de grandes plantas con maquinaria y equipo, insumos diversos (materias primas e industriales, ener-gía) y concentración de trabajadores para crear enormes volúmenes de mercancías que debían ser transportadas a los centros de consumo. Tradicionalmente, se impulsó el desarrollo urbano.

En los años setenta, este patrón, denominado “de sustitución de importaciones”, se agotó y, con la crisis de la deuda externa en la siguiente década, se impusieron nuevas políticas económicas para abrir al capital extranjero a casi todas las actividades, privatizar las empresas públicas y per-mitir la libre circulación de mercancías y capitales sin cobrar aranceles o impuestos. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan) formaliza esas políticas.

La industria internacional atraviesa también por profundos cambios, con la revolución de las tecnologías electrónicas en los procesos de trabajo, en la maquinaria y equipo, así como en su loca-lización mundial, dado que se fragmentan los procesos de producción de las empresas de los países centrales y se relocalizan en otros países en busca de bajos salarios, bajos impuestos, recursos natu-rales baratos o nuevos mercados.

El trabajo se reorganiza bajo un nuevo sistema, denominado “toyotismo” que, al tiempo que impulsa el trabajo en equipo para incrementar la productividad y controlar la calidad de la produc-ción, modifica las condiciones de contratación.

1 Este trabajo es producto del proyecto papit in301612, “Globalización, políticas neoliberales y transformaciones en la organización espacial de la economía mexicana, 1980-2011”, del Instituto de Geografía de la unam, en el que participan las autoras.

2 Unidad de Economía Política del Desarrollo, Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Mario de la Cueva, Ciudad Universitaria, 04520, Coyoacán, México. Correo electrónico: [email protected]

3 Departamento de Geografía Económica, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito de la Investigación Científica, Ciudad Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D. F. Correo electrónico: [email protected]

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SECCIÓN V. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA MEXICANA EN EL CONTEXTO GLOBAL| 626

Los cambios cualitativos en la manufactura en México son la desarticulación de las cadenas industriales que produ-cían para el mercado interno, la reorientación de la produc-ción hacia el exterior con creciente participación del capital extranjero, una parcial modernización tecnológica y una re-organización del proceso de producción que ha precarizado las condiciones del trabajo.

La producción manufacturera, medida a través del pib o del valor agregado, mantuvo, entre 1980 y 2008, su con-tribución a la economía nacional con alrededor de la quinta parte; después de la crisis de 2009 cayó a 16.9% en 2013. Las exportaciones pasaron de representar en 1982 alrededor de la quinta parte del total, a 82% en 1993, y durante las dos primeras décadas del tlcan multiplicaron su valor, a pre-cios corrientes, casi ocho veces, alcanzando 314 473 millo- nes de dólares en 2013. La tasa de crecimiento, a dólares constantes de 2009, durante los primeros siete años fue de 17.6%; sin embargo, entre 2000 y 2013 su tasa cayó a 4% cada año por las crisis de Estados Unidos y la incorporación de China al mercado mundial.

La exportación de manufacturas no canceló la depen-dencia del país de las importaciones, pues si bien registró en 2013 un déficit en la balanza comercial menor al registrado veinte años atrás, el de la manufactura no automotriz fue superior a 65 mil millones de dólares: solo de gasolina im-portamos la mitad del consumo nacional.

La desarticulación del viejo patrón causada por las privatizaciones de las empresas públicas y el nuevo patrón industrial provocaron la configuración de tres patrones territorialmente diferenciados, con un alto grado de espe-

cialización: diez entidades se industrializan bajo el patrón manufacturero-exportador, otras cinco reestructuran su viejo patrón para reorientar su producción a la exportación, y el proceso desindustrializador se presenta en las dos en-tidades que concentraban cerca de la mitad de la produc-ción manufacturera nacional en 1980, particularmente en la zmvm y en algunas otras regiones donde se localizaba la industria estatal.

En 2012, catorce entidades realizaron más del 90% de las exportaciones manufactureras: Chihuahua, Baja Cali-fornia y Coahuila contribuyen con 38.8% y otras seis rea-lizan 41.3% del total, entre las que destacan Nuevo León y Tamaulipas (Figura 1).

La inversión extranjera directa (ied) ha presidido los cambios estructurales. Entre 1994 y 2013 acumuló 400 mil millones de dólares, menos de la mitad en la manufactura. Entre 1999 y 2013 esta industria recibió 168 323 millo- nes: la automotriz cerca de la quinta parte, la de bebidas 16.7%, la alimentaria 12.4% y la electrónica maquiladora y la química recibieron, cada una, más de 10%.

Doce entidades concentraron 95% de la ied en la manu-factura. El Distrito Federal más de la tercera parte, no tanto por la inversión real, sino porque ahí se localizan los corpo-rativos de las grandes empresas; Nuevo León recibió 14.3%; Baja California, Chihuahua y el Estado de México entre seis y nueve por ciento cada una, y Jalisco cinco por ciento.

Entre 1980 y 2013, como se observa en la Figura 2, encontramos 22 entidades en las que el número de traba-jadores creció por encima del promedio nacional de 2.2% anual. Sobresalen Querétaro, Baja California, Coahuila,

Fuente: Inegi (2014a)

Figura 1. Exportaciones manufactureras por entidad, 2012 (porcentaje del total nacional).

Page 3: Capítulo 40. PATRONES TERRITORIALES DE

| 627SECCIÓN V. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA MEXICANA EN EL CONTEXTO GLOBAL

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Guanajuato y Zacatecas. Por el número total de trabajadores destacan las cuatro entidades más importantes del patrón anterior de industrialización (Distrito Federal, Estado de México, Nuevo León y Jalisco); y las que se industrializaron vía la maquila y la automotriz (Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Tamaulipas y Puebla).

Los cambios estructurales se observan en la participa-ción de los sectores y ramas y en la propiedad de las princi-pales empresas. Los subsectores de la industria alimentaria y de bebidas y tabaco mantuvieron su contribución con 27% de la producción nacional, la textil en su conjunto enfrenta una fuerte competencia internacional que la lleva a una caí-da significativa en la industria nacional y a una pérdida de centenares de miles de puestos de trabajo, y el de las metáli-cas básicas duplica su participación nacional.

En 2013, el censo registra que 18 ramas, cada una con dos por ciento o más del personal ocupado o de los ingresos totales, concentran 61% de los establecimientos, 55.8% de los trabajadores y 64.6% de los ingresos. Tres ramas ma-quiladoras con predominancia del capital extranjero con-centran más de la quinta parte del personal remunerado (autopartes, componentes electrónicos y la fabricación de implementos médicos, de instalación reciente en el país, de-nominada oficialmente de equipo no electrónico y material desechable de uso médico dental y para laboratorio y artícu-los oftalmológicos); y en las ramas de panaderías y tortillas, estructuras metálicas y herrería, muebles y prendas de ves-tir, trabaja 18.2% de los 5 millones de trabajadores registra-dos. Por el volumen de ingresos destacan otras siete ramas, entre ellas derivados del petróleo, autopartes, automóviles y camiones, y química básica.

En outsourcing (registrado como personal no depen-diente de la razón social) trabaja más de la cuarta parte de los trabajadores remunerados, y en siete ramas una propor-ción aún mayor. Destacan molienda de granos y aceites, far-macéuticos y productos de plástico.

La manufactura tiene una baja productividad prome-dio, relacionada con una estructura productiva polarizada por la concentración del capital y la parcial modernización tecnológica que ahonda la heterogeneidad estructural. Las diferencias también se observan en la manufactura global: por su alta productividad destacan la industria del hierro y del acero, automóviles y camiones, cinco de la química y tres alimenticias; en contraposición con las ramas que ante-riormente se clasificaban como maquiladoras, intensivas en fuerza de trabajo y con poco valor agregado de exportación (Inegi, 2014b).

La desigualdad se advierte en el tamaño de los esta-blecimientos y el número de trabajadores que emplean. Los censos económicos de 2013 registraron que 93.5% de los es-

tablecimientos tenía hasta diez personas y concentraba 39.7% del empleo total, y aquéllos que emplean más de 251 trabajadores representaban apenas 0.7% de los 482 247 establecimientos manufactureros, y concentraban más de la mitad de los trabajadores.

Los grandes establecimientos, la mayor parte de los más poderosos grupos económicos del país y de las em-presas trasnacionales, en gran medida pertenecientes a la manufactura global, cuentan con equipos y tecnologías de la información y la robótica, con procesos de producción y trabajo flexibles, entrega justo a tiempo, con diversos certifi-cados de calidad, con financiamiento y, como resultado, con una mayor capitalización y productividad.

Los grupos industriales mexicanos vivieron un proce-so de internacionalización a partir de la firma del tlcan, apoyado en endeudamiento externo y en asociaciones estra-tégicas con el capital trasnacional para penetrar el mercado mundial. En 2003, diez de ellos llegaron a tener 175 plan-tas en el extranjero, más de la tercera parte del total. Este proceso se precipitó en los primeros quince años de este siglo en una venta de empresas mexicanas al capital extran-jero a través del mercado de valores, prácticamente sin pa-gar impuestos. Actualmente, ni las empresas siderúrgicas, ni la cerveza Modelo, ni el tequila Cuervo, ni los helados Santa Clara, ni las pinturas Comex son mexicanas.

Áreas con proceso de reestructuración productiva y desindustrialización

Hasta fines de la década de los setenta, el crecimiento in-dustrial se concentraba en el Distrito Federal y el Estado de México. Estas dos entidades contribuían con cerca de la mitad de la producción manufacturera, y en 1993 con poco más de la tercera parte. Se contaba con prácticamente todas las ramas: alimentos, bebidas, textiles, química, automo-triz, metalmecánica, etc. La mayor parte se localizaba en las delegaciones del norte y centro de la Ciudad de México, como Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Hidalgo, Venus-tiano Carranza y Cuauhtémoc, y en los municipios mexi-quenses de Tlalnepantla y Naucalpan. El rápido crecimiento industrial provocó un fuerte proceso de conurbación, a la vez que fomentó la expansión de los espacios industriales en nuevos municipios del Estado de México, con grandes desequilibrios territoriales.

Para el comienzo de la década de los ochenta, este cre-cimiento industrial acelerado en la zmvm se detuvo, y con la crisis se inició la desindustrialización que se puede apreciar en la pérdida de miles de empleos industriales (Figura 3).

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SECCIÓN V. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA MEXICANA EN EL CONTEXTO GLOBAL | 629

Estas áreas perdieron presencia a nivel nacional y, en el caso de la Ciudad de México, se transformó en centro de servicios y de economía informal. El Distrito Federal con-tribuía con más de la cuarta parte de la industria nacional en 1980, y en 2013 con menos de 10%, al tiempo que se perdieron cerca de 500 000 puestos de trabajo. En 2013 se registraron apenas 360 664 trabajadores. El Estado de México bajó su participación nacional seis puntos porcen-tuales y registró 12.8% en el último año, en gran parte por la desindustrialización de sus municipios conurbados.

En la producción nacional de alimentos, bebidas y ta-baco, se mantiene la importancia de estas dos entidades que en 2013 concentraban la quinta parte de la producción y que con Veracruz concentran más de la mitad de la industria química, con mayor importancia de la farmacéutica en la capital del país y de la petroquímica en el Distrito Federal. El Distrito Federal y el Estado de México perdieron impor-tancia en la industria metálica básica y en la metalmecáni-ca; y en la textil, cuya participación nacional disminuyó, el Distrito Federal se mantiene como el principal productor de prendas para el mercado interno.

La desindustrialización implica cierre de plantas y pér-didas de puestos de trabajo. En Naucalpan y Tlalnepantla se perdieron entre 30 000 y 40 000 puestos de trabajo de 1980 a 2008; y en las delegaciones Cuauhtémoc y Miguel Hidal-go 122 126 y 108 289, respectivamente (Figura 3).

Algunos de estos viejos espacios industriales del Esta-do de México se orientaron a la exportación, pues la entidad exporta 6.4% del total nacional. Los principales municipios de esta entidad destacaron por el empleo en ramas como la industria química y la fabricación de equipo de transporte: en Naucalpan de Juárez predominaban la industria química (17.7%) y la de prendas de vestir (14.1%), en Tlalnepantla

de Baz destacaban la alimentaria (12.8%) junto con la del plástico y hule (10.5%) y la química (9.8%). Las delegacio-nes del Distrito Federal concentraban gran parte de la mano de obra en la industria alimentaria, destacando Azcapotzal-co con 27.1%, Gustavo A. Madero con más de la quinta par-te e Iztapalapa con 17.2%; la química también absorbe una proporción importante de trabajadores en las delegaciones Xochimilco (63.3% del total), Gustavo A. Madero (58.2%), Coyoacán (51.8%) y Benito Juárez, con más de la tercera parte. La impresión e industrias conexas concentran em-pleos principalmente en la delegación Cuauhtémoc (27.7%), donde la fabricación de prendas de vestir emplea más de la quinta parte de la mano de obra.

Otras zonas que atraviesan por un proceso de desindus-trialización, estancamiento o parcial reestructuración fueron algunas donde se asentaba la industria paraestatal, como las petroquímicas de Coatzacoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque y Salamanca en Guanajuato, y la de maquinaria y equipo en Ciudad Sahagún en el estado de Hidalgo.

La reestructuración industrial y la especializaciónLas entidades que se reestructuran durante las dos prime-ras décadas del tlcan presentan transformaciones en sus procesos industriales y la incorporación de otros nuevos, y reorientan su producción hacia las cadenas globales; el peso de la manufactura en su pib se mantiene con un margen de más o menos dos por ciento, si bien su contribución nacio-nal aumenta. Con estos criterios consideramos que este pro-ceso caracteriza a la industrialización de cuatro entidades, en las que para 2013 se registra un incremento entre uno y dos por ciento en su participación nacional: Michoacán al-canza 2.1, Veracruz 5.9, Querétaro 3.3 y Nuevo León 10.5, y Jalisco, aunque su participación disminuyó ligeramente a

Fuente: Inegi (1981 y 2009, 1993-2013).

Figura 3. Decremento de trabajadores en la Zona Metropolitana del Valle de México 1980-2008.

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SECCIÓN V. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA MEXICANA EN EL CONTEXTO GLOBAL| 630

7.1%. Examinaremos Nuevo León y Querétaro para ilustrar el proceso.

La industria automotriz y la maquiladora son determi-nantes de la reestructuración, tanto por su modernización en plantas previas como por su instalación en el periodo en Jalisco y Nuevo León. La industria siderúrgica expor-tadora incide en los patrones industriales de Nuevo León, Michoacán y Veracruz, y la industria alimentaria baja sen-siblemente su participación en varias entidades donde era la más importante.

Veracruz, entidad petrolera y petroquímica históri-camente, a pesar de la insuficiente inversión para la mo-dernización industrial de estas ramas, ve profundizada su especialización al elevarse la participación en su industria del subsector de la química y derivados del petróleo y repre-sentar en 2013 más de la mitad del valor de su producción industrial, ya que cuenta con los más importantes complejos petroquímicos del país.

En Jalisco la industria de alimentos (27.2% del pib ma-nufacturero), la de bebidas y tabaco con 16.8 y la de maqui-naria y equipo (20%) mantuvieron su participación en la estructura industrial; en esta última se encuentran la elec-trónica y automotriz, que se desarrollaron a partir de la lle-gada de ibm en los años ochenta y de Honda en los noventa.

En Michoacán la industria alimentaria y de bebidas y tabaco bajan su participación de la tercera parte a menos de la quinta parte, mientras que la metálica básica, encabezada por la siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, vendida al capital extranjero, la aumentó de 8.3 a 15%, por lo que su participación nacional en la misma rama alcanzó 9.1%, un punto más que dos décadas atrás.

Otras dos entidades atraviesan también por impor-tantes procesos de modernización y reestructuración de diverso alcance para la exportación. En Puebla, la manu-factura disminuye su peso en la economía estatal e incre-menta ligeramente su participación nacional representando 4.2%. Sigue la tendencia nacional de disminuir el peso de las industrias alimentaria, de bebidas y de las ramas textil- confección, al tiempo que se eleva la participación del sub-sector de maquinaria y equipo, donde predomina la in-dustria automotriz con la armadora de Volkswagen y sus proveedores, que se moderniza con equipo automatizado y nuevas plantas, y pasa de representar 31.2% del pib manu-facturero de la entidad en 1993 a 43.3% en 2013.

Yucatán registra cierre de plantas del viejo patrón industrializador: la estatal Cordemex, parte de la cadena agroindustrial del henequén que determinó su desarrollo desde finales del siglo xix, la siderúrgica de Yucatán y la cervecera, y se impulsa el patrón maquilador desde media-dos de los años noventa.

Querétaro especializadoEste estado se industrializa con agroindustria desde los años cincuenta y con autopartes en los sesenta y setenta, y su producción en gran parte se destinaba a la zmvm. Ya en este siglo, parte importante de su producción se destina a la ex-portación: en 2012 realizó exportaciones manufactureras por 7 349 millones de dólares, más de la mitad de autopar-tes, y 15% de partes y equipos electrónicos y eléctricos.

Desde 1980, la industria manufacturera representaba más de la tercera parte de su economía: antes del tlcan con-tribuía con 28.4%, y en 2013 con 26.8%, por lo que el peso de esta actividad, si bien disminuyó ligeramente, al mismo tiempo registró cambios cualitativos, y se encuentra entre las diez entidades que, a precios de 2008, más que duplica-ron el valor de su producción entre 1993 y 2013, cuando el incremento a nivel nacional no llegó a 50%. El número de trabajadores alcanzó 161 503 personas, 2.7 veces el registra- do en 1993; la remuneración promedio de los trabajadores en 2008 era superior en 10.3% a la media nacional.

Las industrias alimentaria y de bebidas y tabaco con-tribuían, en 1980, con 39% de la producción manufacture-ra, en 1993 con 28.15%, y en 2013 con menos de la quinta parte (Figura 4). La especialización en este subsector esta-ba en la avicultura y en la producción de leche y derivados, concentrada en San Juan del Río y Querétaro.

En vísperas del tlcan , la industria química contri-buía con 18.5% del pib manufacturero de la entidad y pro-ductos metálicos, maquinaria y equipo con 29.8%; dos dé-cadas después, la primera bajó su contribución a 13% y la segunda la elevó a 47.3%. En este último subsector destacan la industria aeroespacial y la de autopartes, la de equipo de computación, comunicación y componentes electrónicos, y la de accesorios y aparatos eléctricos; ramas en las que tiene un alto índice de especialización. Ya en 2008, la industria del transporte ocupaba a la quinta parte de los trabajadores (24 265), cuando diez años atrás ocupaba solo a un ocho por ciento (7 770).

En la reestructuración de la entidad destacan la reo-rientación y crecimiento de la industria de autopartes ha-cia las cadenas globales, bien a la exportación, o bien hacia las plantas de los complejos automotrices de Nuevo León, Saltillo-Ramos Arizpe, San Luis Potosí o Guanajuato, y la nueva rama de autopartes aeronáuticas, cuyas empresas se multiplicaron con la llegada de la canadiense Bombardier en 2008. La inversión extranjera directa ha sido determinante en el proceso; el flujo anual se multiplicó casi cuatro veces entre 1999 y 2013, al registrar 558 millones de dólares en el último año, acumulando 3 750 millones en ese periodo.

Este desarrollo se acompañó de inversión en ciencia y tecnología, lo que llevó a la entidad al tercer lugar en el índi-

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ce de tecnología e innovación. Cuenta con importantes cen- tros de investigación nacionales, como el Instituto del Trans-porte y el campus Juriquilla de la unam; tiene numerosas universidades públicas y privadas, destacando la creación de la Universidad Aeronáutica en Querétaro en 2007, en la que se encuentra el Campus Franco Mexicano de Formacio-nes Aeronáuticas, en colaboración con el gobierno francés. Sin embargo, todavía el grado de escolaridad, ligeramente superior al promedio nacional de 8.6 años, está distante de los registrados por las entidades del norte del país.

Territorialmente, la industria en la entidad está con-centrada en la ciudad de Querétaro y dos de sus municipios conurbados: El Marqués y Corregidora, en donde se han instalado importantes parques industriales, y en la zona de San Juan del Río. En la primera zona, con una población de 1.1 millones de habitantes, se concentraba 70% de sus traba-jadores en 2008. El estado tiene trece parques industriales, varios de ellos formados desde los años sesenta. Destacan el de Bernardo Quintana, uno de los más antiguos, especiali-zado en autopartes; y entre los que se han instalado durante las primeras dos décadas del tlcan, el Parque Aeroespacial Querétaro, en el municipio de Colón, que con una universi-dad y centros especializados conforman un clúster aeroes-pacial de treinta empresas, cuyos productos son maquinados de componentes complejos aeronáuticos.

Nuevo León exportadorEs la segunda entidad industrial del país, con antecedentes centenarios. La primera siderúrgica, Fundidora Monterrey, se instaló en su capital en 1902; su producción representó 9.1% del total nacional en 1980 y 10.6% en 2013. La in-dustria manufacturera contribuía en 1980 con 35.5% de la economía, la cual bajó a alrededor de la cuarta parte en 1993. Históricamente, Nuevo León registró la formación de importantes capitales industriales. Del Grupo Monterrey se derivaron Alfa, Vitro, Femsa y Cydsa, con diferente es-pecialización. En su estructura industrial tuvieron una importante participación los subsectores de la siderurgia, maquinaria y equipo, metálica básica, química, alimentos y bebidas.

El censo de 2013 registró 12 158 establecimientos ma-nufactureros (2.5% del total nacional) que concentraban 10.5% de los ingresos nacionales y empleaban a 422 493 trabajadores (8.4% de los registrados en el país), y recibían cuatro veces el ingreso promedio por establecimiento. La remuneración promedio de sus trabajadores en 2008 era 21.5% superior a la media nacional, aunque en la fabricación de equipo y accesorios eléctricos y en autopartes era menor.

Las transformaciones cualitativas en el periodo de es-tudio son la especialización exportadora y la industrializa-

ción maquiladora de su zona conurbada. En 2012 realizó la décima parte de las exportaciones manufactureras del país, con un monto de 25 802 millones de dólares, y una mayor diversificación: casi 60% de sus exportaciones correspon-de a autopartes y partes y equipos electrónicos y eléctricos; y cerca de la quinta parte a productos siderúrgicos, metal-mecánicos y de maquinaria y equipo (Inegi, 2014a). Entre 1999 y 2013, después del Distrito Federal, fue la primera entidad receptora de inversión extranjera en la manufactu-ra, con un monto total de 24 268 millones de dólares, 14.5% de la total en el país.

El capital extranjero en los primeros trece años de este siglo compró importantes y orgullosas empresas regiomon-tanas, como las siderúrgicas Hojalata y Lámina y Grupo imsa y las dos cerveceras más importantes del país, Grupo Mode-lo y Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma de Femsa, que se vendieron por 33 193 millones de dólares.

La siderúrgica representaba 7.7% de su producción en 1993, y en 2013 alcanzó 20.1%, por lo que elevó su partici-pación nacional en el sector de 15.2 a 21.8% en el periodo. Con el desarrollo de la industria automotriz extranjera, el subsector de maquinaria y equipo aumentó su participación en la industria estatal de la cuarta parte a más de la tercera parte, y su participación nacional alcanzó 13.1% (Figura 4).

Las industrias alimentaria, de bebidas y tabaco dis-minuyeron ligeramente su participación en el pib manu-facturero estatal en las dos primeras décadas del tlcan y representaron más de la quinta parte en 2013, si bien ele-varon en un punto porcentual su participación nacional al registrar 8.4%. La química también perdió dos puntos y participaba en el último año con poco más de la décima parte de la producción manufacturera en la entidad. La fa-bricación de productos de minerales no metálicos descendió su participación sensiblemente, al registrar 5.8%, por lo que su participación nacional bajó seis puntos porcentuales. La textil disminuyó más aún su baja importancia, al repre-sentar menos de cinco por ciento en 2013 (Inegi, 2014c).

La industria automotriz en 1999 tenía 151 estableci-mientos con 15 129 trabajadores, y diez años después, el número de trabajadores era de 42 134 personas (90% de ellos en autopartes). Según la información proveniente del estado, esta última industria representa cerca de la quinta parte del pib estatal y la quinta parte de sus exportaciones. Uno de los detonantes de esta actividad fue la instalación de Navistar, productora de camiones y tractocamiones, que inició operaciones en 1998 en el municipio de Escobedo. La empresa coreana Kia Motors, ensambladora del grupo co-reano Hyundai, empezará a producir automóviles en 2016 y con sus proveedores conformará el clúster automotriz de Nuevo León.

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Su zona metropolitana, integrada por doce municipios, concentraba 92% de sus trabajadores. Monterrey centralizó 37.4% de sus trabajadores industriales en 1993 y, para 2013, el 21.8% del total, e incluso registró la pérdida de más de 14 000 puestos de trabajo. Cuatro de los municipios conur-bados aglutinaban en 2008 más de la mitad de los trabaja-dores de la entidad. En Apodaca, por ejemplo, trabajaban 18.9% del total y su número se había multiplicado 3.4 veces, alcanzando para el último año 67 783 trabajadores.

En 1993, la industria maquiladora en Nuevo León te-nía 22 754 trabajadores en menos de cien establecimientos, y en 2006 registró 208 establecimientos con 72 472 tra-bajadores, lo cual representaba nueve por ciento del valor agregado de la maquila nacional (Inegi, 2007). La nueva estadística de la industria maquiladora y manufacturera de exportación registró para diciembre de 2013 649 estable-cimientos con 234 081 personas (Inegi, 2015). Las ramas predominantes son la de autopartes y la de accesorios, com-ponentes, partes y accesorios eléctricos y equipo de genera-ción eléctrica, que realizaron cerca de la quinta parte de las exportaciones estatales.

Nuevo León tiene un grado de educación mayor al promedio nacional, con 9.6 años. Cuenta con importantes universidades públicas y privadas. Ahí nació el Instituto Tecnológico de Monterrey, impulsado por los empresarios locales en 1943, y en este siglo está promoviendo centros de innovación tecnológica.

Nuevos espacios industriales

Caracterización de los espacios de la industria maquiladoraLa industria maquiladora, mayoritariamente de capital ex-tranjero, es el conjunto de plantas de ensamble de partes, piezas y componentes importados para su exportación que genera poco valor agregado. Se localiza en espacios libres de impuestos y con gran disponibilidad de fuerza de trabajo, que en sus primeras décadas fue fundamentalmente femenina.

En un inicio, a mediados de los años sesenta, la ubi-cación de las plantas maquiladoras se limitaba a la fronte-ra norte del país, pero actualmente pueden establecerse en cualquier lugar del territorio. Entre los factores que influ-yen de manera decisiva en la localización de las plantas hoy en día se encuentran la abundancia de mano de obra barata, infraestructura y equipamiento con los servicios esenciales de agua, energía eléctrica y gas natural, básicamente, y si-tios de fácil y rápido acceso a los libramientos, las autopistas y los ferrocarriles. La concentración de industrias en una región también puede ser de gran relevancia, en términos de experiencia y ciertas ventajas, como las de aglomera-ción, que han dado lugar a ejes industriales conocidos como “corredores industriales” y a la formación de distritos y clústers. Destaca por su dinamismo el corredor del tlcan a lo largo de la carretera 57 México-Laredo.

Implantadas principalmente en la periferia de las ciu-dades, parques y corredores industriales, las maquiladoras configuran y reconfiguran con el tiempo el espacio urba-no, en función de sus ritmos de crecimiento. El crecimien-

Fuente: Inegi (2014c).

Figura 4. Estructura del pib manufacturero de Nuevo León y Querétaro 1993-2013 (%).

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to acelerado de la industria maquiladora ha impulsado los procesos de urbanización y de industrialización de las lo-calidades donde se asienta, lo cual implica reestructuración social, reorganización del espacio urbano, nueva dinámica en los flujos de desplazamiento y transporte, así como una nueva fisonomía. Asimismo, ha agudizado la aparición de espacios polarizados y segregados económica y socialmente, sobre todo desde la firma del tlcan en 1994, que agravó las condiciones de vida de los trabajadores, en particular de las mujeres trabajadoras de la maquila. Dos ciudades fron-terizas representativas de este crecimiento poblacional ver-tiginoso son Ciudad Juárez y Tijuana, cada una con más de un millón de habitantes para el 2000 y una proporción muy alta de ellos nacidos en otra localidad; la primera hostigada por la inseguridad y los feminicidios.

Ni la iniciativa privada ni el Estado atendieron el cre-ciente flujo de inmigrantes en busca de empleo y de paso a los Estados Unidos, y la necesidad de creación de infraes-tructura y servicios urbanos; de ahí la insuficiencia de vi-vienda, transporte y servicios básicos como agua, drenaje y electricidad. Las áreas habitacionales de los trabajadores de la maquila en colonias populares, que en sus inicios fueron con frecuencia asentamientos irregulares, presentan una gran precariedad y deficiencia o carencia de servicios, en enorme contraste con las áreas industriales, especie de en-claves protegidos por elevadas cercas y muros donde plantas maquiladoras, parques y corredores industriales cuentan con excelente infraestructura y todos los servicios urbanos y tecnología de punta, vinculados con las transnacionales. Lo mismo puede decirse de las zonas residenciales de la po-blación de altos ingresos, con su alta inversión en equipa-miento y servicios.

El espacio maquilador antes del Tratado de Libre Comer-cio de América del Norte (tlcan)Los espacios industriales maquiladores de exportación dis-tribuidos en distintos lugares del territorio presentan rasgos similares en términos de localización, proceso productivo, organización espacial e impactos territoriales. No obstante, también podemos diferenciarlos de acuerdo con el momento en que se establecieron las maquiladoras. Así, una primera etapa corresponde a la maquila tradicional y abarca desde la instalación de las primeras plantas en la frontera norte, du-rante la primera mitad de los años sesenta, hasta 1980. Una segunda etapa se relaciona con el proceso de reestructura-ción industrial y se extiende de 1980 a 1993, cuando nue-vas maquiladoras se instalan ya no solo en los municipios fronterizos, sino también en el interior de sus estados. Y, por último, una tercera etapa marcada por el tlcan, que va de 1994 a la actualidad, se define por la expansión de la in-

dustria maquiladora tanto en espacios ya industriales como por la apertura de nuevos espacios en regiones con diferente tradición industrial, e incluso, en regiones de muy poca tra-dición industrial, que determinan importantes cambios en el mapa de la geografía industrial del país.

La ubicación de las primeras plantas maquiladoras, es-tablecidas desde mediados de los años sesenta, se limitaba a la faja fronteriza norte del país, que contaba con algunos asentamientos industriales e infraestructura proporcionada por el Estado.

En Ciudad Juárez, Chihuahua, se asientan algunas plan-tas industriales pioneras y se construye el primer parque ma-quilador en 1966. El segundo se establece en Nogales, y pos-teriormente se crean otros en varias localidades fronterizas.

El establecimiento de las primeras maquiladoras obe-dece al peso del fuerte desempleo en la región, derivado del vencimiento oficial del Programa de Braceros entre nuestro país y Estados Unidos en 1964, pero estuvo determinada fundamentalmente por la implementación del Programa de Industrialización Fronteriza de 1966.

En un inicio se trataba de pequeñas plantas de en-samblaje de algunas ramas de la industria manufacturera tradicional, como la fabricación de productos de madera, la confección de prendas de vestir, el ensamble de componen-tes electrónicos para televisores y radios, en las que desta- caban Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Mexicali y Tijuana. Más tarde, se fue diversificando la producción con el sur-gimiento de los componentes electrónicos, cintas magnéti-cas, material médico y las autopartes (De la O y Quintero, 2001), para luego predominar la electrónica, el ensamble de aparatos eléctricos y la industria textil.

En la segunda mitad del decenio de 1970, la industria maquiladora ejercía ya un impacto territorial importante en doce municipios de la frontera norte. Ciudad Juárez, Tijua-na y Matamoros concentraban las industrias maquiladoras de mayor importancia y presentaban un crecimiento acele-rado, tanto en el número de establecimientos, como en el de trabajadores ocupados, entre quienes predominaban muje-res jóvenes migrantes, provenientes del medio rural, que re-presentaban la casi totalidad de la mano de obra empleada. Desde entonces, la actividad industrial maquiladora se ha distinguido por ser intensiva en el empleo de trabajadores.

En términos de localización, las plantas de ensamblaje de la frontera norte en la primera etapa se instalaron ini-cialmente en la mancha urbana y después en la periferia de las ciudades, aunque tendieron a concentrarse en los par-ques industriales y, preferentemente, próximas a los puentes internacionales.

La faja fronteriza norteña se ha distinguido primor-dialmente por su desarticulación con el resto del país, pero

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también por la desintegración territorial interna existente entre esos espacios fronterizos. En cambio, el área ha inten-sificado sus vínculos con Estados Unidos, país con el que se ha articulado mayormente, sobre todo como resultado del crecimiento de la industria maquiladora de exportación.

El crecimiento acelerado de las industrias maquila-doras y de la oferta de trabajo ha provocado en la región fronteriza un incremento constante de la población, a cau-sa principalmente de la inmigración. La llegada incesante de flujos de inmigrantes, sea para cruzar la frontera hacia Estados Unidos, o por el retorno de miles de trabajadores, o bien para encontrar empleo en los centros laborales fron-terizos, ha ocasionado no solo un crecimiento demográfico, sino también elevadas tasas de urbanización.

A inicios de los años ochenta, la industria maquiladora estaba ya consolidada como parte fundamental de la eco-nomía de las zonas fronterizas. A consecuencia del proceso de reestructuración industrial, el proceso de trabajo de las maquiladoras experimentó profundos cambios, además de que se tecnificó y se diversificó, en tanto que el número de trabajadores se incrementó notablemente. A lo largo de este periodo la maquila será impulsada con mayor fuerza por el gobierno mexicano, de acuerdo con las nuevas políti-cas económicas que, entre otras transformaciones, implican la privatización de las empresas estatales y la reorientación de la producción a la exportación.

La actividad industrial maquiladora deja de estar única-mente vinculada con la frontera mexicano-estadounidense, para desplazarse hacia el interior del territorio en otras lo-calidades grandes y medias de las entidades norteñas y del centro norte. Es conveniente señalar que este cambio de lo-calización de la industria maquiladora responde también, de manera importante, a la reestructuración industrial ha-bida en Estados Unidos.

Aparece en este periodo la maquila de autopartes, que se concentra en Ciudad Juárez y Reynosa, mientras que la electrónica se desarrolla mayormente en Tijuana. La nueva industria automotriz, como se verá más adelante, ya no se ins-tala en el centro de México sino que lo hace en el centro-norte y norte del país. Así, Hermosillo, Saltillo, Ramos Arizpe, Guanajuato, Aguascalientes y San Luis Potosí serán, junto con los espacios maquiladores tradicionales, los grandes es-pacios manufacturero-exportadores. Espacialmente, la in-dustria se concentrará en zonas urbanas o conurbadas con la creación de cuantiosos parques industriales y cobrará fuerza como rasgo identitario del paisaje industrial.

A partir de la firma del tlcan en 1994, la industria maquiladora de exportación se vuelve más compleja y desi-gual que nunca. El nuevo patrón industrial manufacturero- exportador dominante determina la inserción de la indus-

tria establecida en territorio mexicano a las cadenas de valor trasnacional, fundamentalmente de las grandes empresas estadounidenses, de manera fragmentaria. Por otro lado, a partir del nuevo milenio, los procesos de distribución cobran una importancia desconocida hasta entonces para manejar sus complejos y operaciones productivas, geográficamente fragmentadas y dispersas, lo que implica la organización y coordinación de complejos flujos cada vez mayores a lo largo de amplias distancias geográficas y el creciente outsourcing de los servicios de logística y distribución.

Los complejos logísticos industriales con grandes re- cintos fiscalizados estratégicos se tornan de gran importancia para las importaciones y exportaciones de mercancías, por el monto de capitales y el número de empresas que atraen, de sectores como el automotriz, el electrónico y el aeroes-pacial, entre otros, si bien el destino principal de sus ex-portaciones es Estados Unidos. Además de reforzarse en la frontera norte, se abren nuevas plantas industriales en ciudades capitales y localidades medias, principalmente; algunas con tradición industrial en determinadas ramas.

Con tradición como centro agroindustrial y de la con-fección artesanal, Aguascalientes registró desde inicios de los años ochenta un dinámico proceso de industrialización, resultante del incremento constante de inversiones de capital local, nacional e internacional. Desde entonces hubo inver-siones extranjeras directas en actividades como la automo-triz (Nissan) y la electrónica (ibm), ambos sectores nuevos en el estado hasta entonces. A partir de los años noventa se subcontrata a un número creciente de empresas de capital local en el sector textil y de confección, y se dan inversiones nacionales y extranjeras en ese sector. Con la entrada en vigor del tlcan, la industria textil y de la confección cre-cieron de manera constante y acelerada. Para 1999 repre-sentaban poco más del 40% del empleo manufacturero y 17% de las exportaciones totales del estado. Experimentan un profundo cambio estructural en cuanto a estrategias pro-ductivas y comerciales, al pasar de ser industrias orientadas al mercado nacional a industrias para el mercado externo, básicamente mediante servicios de maquila y a través de la subcontratación internacional (Camacho, 2001:345, en De la O y Quintero, 2001).

La Comarca Lagunera, con centro en Torreón, de tra-dición minerometalúrgica, agroalimentaria y textil, recon-virtió esta última industria hacia la maquila exportadora y fue la capital internacional de los jeans hacia finales de los años noventa. La maquila de la confección local no re-sistió la crisis y los cambios del mercado internacional de este siglo.

La maquila también surge en localidades de menor ta-maño, como en Linares y Montemorelos, centro de la región

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citrícola de Nuevo León, donde en 1989 se instala una plan-ta de autopartes, ensambles y componentes Packard Electric (Delphi), plantas de prendas de vestir, en parques industria-les y en la periferia de las localidades, e incluso en el centro de las mismas. Surgen nuevas empresas agroindustriales y se modernizan las jugueras y gajeras tradicionales.

En otros casos la industria maquiladora se extiende a regiones con predominio de monocultivo de exportación y su industrialización, como sucede en la península de Yu-catán, donde la economía giraba alrededor del henequén. Desde los años ochenta llegan las primeras maquiladoras, cuyo número se incrementa, sobre todo, a partir de los no-venta. Hasta 1992 todas las empresas maquiladoras se ubi-caban en Mérida, distribuidas en tres zonas: algunas en inmuebles del centro de la ciudad, pero la mayoría en la Ciudad Industrial construida en los años sesenta al sur de Mérida, y en el Parque para Industrias no Contaminantes, construido al norte en el eje Mérida-Progreso. La región, a principios de este siglo, presentaba una clara especialización productiva concentrada en la industria de la confección de ropa: 78.41% de los establecimientos y 82% de los traba-jadores, además de cinco por ciento de trabajadores en la planta textil, lo que suma 78% de ocupados en esta especia-lización. Las otras dos ramas son la dental (dos plantas) y de joyería (siete plantas), que entre ambas concentraban 6.82% de los trabajadores. En Yucatán es claro el fenómeno de dis-persión de la industria maquiladora, que luego se traslada a localidades rurales, generando un movimiento migratorio pendular, sobre todo de los pueblos del interior peninsular. La cercanía con Florida, en la costa este de Estados Unidos, desempeñó un papel fundamental en el establecimiento de industrias maquiladoras en Yucatán (Morales et al., 2001, en De la O y Quintero, 2001).

Tehuacán, Puebla, con confección de ropa de mezclilla y la proliferación desordenada de plantas maquiladoras con-taminantes dentro de la mancha urbana, que atraen mano de obra indígena de los pueblos aledaños, es otro lugar re-presentativo del fenómeno de expansión de la maquila, lo que significa que, geográficamente, la maquila se dispersa por diversos lugares del territorio, a la vez que se mantiene concentrada en otros (Juárez, 2004).

Esta etapa se caracteriza por el desarrollo de una ma-quila sumamente especializada y por la aparición de nuevas ramas productivas y de servicios. Las ramas dominantes serán la automotriz, las autopartes, la electrónica y la con-fección, y surgen los call centers de servicio y, en la última década, la de implementos médicos. Las empresas inter-nacionales se entrelazan con las nacionales, aunque do-mina el capital extranjero. En este contexto se conforma un nuevo fenómeno, el de los clústers y los comple-

jos industriales, convertidos en plataformas territoriales de exportación.

Como impacto territorial de las principales transfor-maciones geoindustriales en México, se pueden subrayar los procesos de disparidad y heterogeneidad territorial en diversas escalas que han determinado el crecimiento de las ciudades más dinámicas del país y un proceso de conurba-ción entre municipios industriales, así como la apropiación de tierras agrícolas y ejidales, la escasez de agua y distintos procesos contaminantes.

La formación del clúster automotriz y de autopartes La industria automotriz y de autopartes ilustra el fenóme-no de relocalización industrial internacional desde los años ochenta y la transformación del proceso productivo de las grandes empresas transnacionales, que marca el fin del po-sible desarrollo de una industria nacional automotriz, ex-presado en cambios territoriales.

Concentradas en el Distrito Federal y el Estado de Mé-xico, así como en la porción central del territorio, antes de 1950 se establecen las primeras plantas de autos en el país, entre ellas la Ford en Cuautitlán y la General Motors en To-luca. En los años sesenta se asientan la Volkswagen en Puebla (1964) y la Nissan en Cuernavaca (1966). Estas dos últimas empresas se caracterizaban aún por un patrón sumamente concentrado y centralizado que aprovechaba importantes economías de escala y de aglomeración, así como mano de obra no calificada. Resultantes de la reestructuración de la industria automotriz norteamericana, se dio una serie de cambios en el proceso de producción y se registró un primer proceso de relocalización de la industria automotriz inter-nacional con la instalación de nuevas plantas en el centro y norte de México.

Caracterizada por implicar actividades ensambladoras, entre 1979 y 1990, la industria automotriz experimenta una primera fase de producción destinada a la exportación. Se instalaron entonces cuatro empresas armadoras en el norte del país, y una de motores de la Ford, además de decenas de maquiladoras de autopartes. General Motors se instala en Ramos Arizpe en 1979, la Chrysler en Saltillo en 1981; Ford en Hermosillo en 1986; Ford Motores se establece en Chi-huahua, en 1983 y Nissan en Aguascalientes en 1982.

La industria automotriz y de autopartes se transforma con la globalización en una industria intensiva en capital, trabajo y tecnología, donde las grandes empresas transna-cionales detentan el control de las redes de producción.

En una tercera etapa de desarrollo, que va de 1992 a la fecha, los espacios industriales del dinámico corredor in-dustrial del Bajío constituyen un fenómeno reciente de gran interés, por haberse convertido en francas plataformas de

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exportación de las industrias automotrices y de autopartes transnacionales, instaladas en la región con mayor intensidad en los años noventa y, en particular, desde la entrada en vi-gor del tlcan y la implantación de la empresa General Mo-tors a fines de la década.

Anteriormente, Salamanca y su refinería eran el prin-cipal motor industrial de la zona, cuando aún predomina-ba un uso del suelo agropecuario en el Bajío. En 2008 el municipio ocupaba a 4 644 trabajadores en la fabricación de productos derivados del petróleo, pero, recientemente se han instalado nuevas empresas del ramo automotriz y de autopartes. León, en cambio, se distingue por el gran cre-cimiento de trabajadores en las industrias manufactureras, superando a Toluca, Querétaro, Celaya, Puebla y Lerma, entre otros municipios del centro de México. León descolló además por concentrar a 68 044 trabajadores de la indus-tria del cuero. Silao, conurbado con León, ocupa un lugar destacado en la fabricación de equipo de transporte, al con-centrar ya en 2008 a 10 643 trabajadores en unas cuantas empresas, seguido por Celaya, que registra 5 336 trabajado-res y, con menor número, Apaseo el Grande. El flujo anual de inversión extranjera directa en Guanajuato entre 1999 y 2013 se multiplicó casi cinco veces, en proporción similar a la del Estado de México. Las principales inversiones provie-nen de Estados Unidos y Japón. General Motors se instala en Silao en 1992, aunque inicia operaciones años más tar-de e instaura la fabricación de trasmisiones en 2008, y la Volkswagen Puebla abre una planta del modelo Golf y mo-tores de alta tecnología en 2013. Ese mismo año se abre una planta de Mazda en Salamanca y otra de Honda se establece en Celaya en 2014, entre otras empresas. Además, en este corredor industrial se han instalado múltiples empresas de autopartes de origen principalmente japonés.

Por otra parte, Honda se ubica en Jalisco en 1995; Chrysler en Toluca en 2011; Nissan construye una nueva planta en Aguascalientes, productora de motores, en 2013, y Toyota se establece en Tecate, en 2014.

Conectado al Bajío por modernas autopistas, San Luis Potosí, de una manufactura artesanal tradicional de alimen-tos y una industria predominantemente minera por largo tiempo, se insertó en las nuevas cadenas de valor transna-cional con la instalación de diversas empresas, en particular la General Motors en 2006; la creación de nuevos parques industriales, parques logísticos y aduanas y modernas vías de comunicación, conectadas a la ruta 57 del tlcan, favo-recieron su crecimiento industrial, concentrado en las áreas urbanas y municipios conurbados.

El crecimiento de la maquila de autopartes no fue me-nos importante. Aparece en los años ochenta en Ciudad Juárez y Reynosa, donde ahora se concentra, si bien cabe

aclarar que la fabricación de autopartes para el consumo nacional se había desarrollado anteriormente en Querétaro, con cierta importancia para consumo nacional, así como en el Estado de México y el Distrito Federal.

El crecimiento registrado en el número de plantas y trabajadores de la maquila de autopartes deviene explosivo. En 1980 había 7 500 trabajadores en 53 establecimientos, en 1993, 126 650 en 169 plantas y en 2006, 271 647 en 312 plantas. Ahora se contabilizan 609 241 trabajadores en la rama de autopartes en 1 261 unidades económicas, según el censo industrial de 2014, que representan 12% de los traba-jadores industriales del país; 76% son trabajadores remune-rados y 23.3% son trabajadores de outsourcing. Se concentran en la frontera norte, en Ciudad Juárez, Chihuahua, princi-palmente, y en Reynosa, Tamaulipas y en Ramos Arizpe- Saltillo, en Coahuila, desplazando hoy en día a la Ciudad de México.

Durante la primera mitad de la década de los noventa el crecimiento de la producción y exportaciones de la indus-tria automotriz mantuvieron un ritmo similar a la segunda mitad de la década de los ochenta, pero a partir de la firma del tlcan en 1994, se incrementó de manera notable. Las exportaciones del sector pasaron de 10 155 millones de dó-lares en 1993 a 97 781 millones en 2013, cuando represen-taron 31.1% del total manufacturero.

Los complejos de la industria automotriz se han con-vertido en industrias altamente tecnificadas y automatizadas con procesos de ensamble más complejos, y se encuentran vinculados mediante la subcontratación a múltiples indus-trias de autopartes, mayoritariamente extranjeras, ahora de capitales con diversos orígenes. Este dinámico proceso ha sido posible gracias a la abundante mano de obra barata, jo-ven, calificada y a la proximidad con Estados Unidos, que ha permitido una mayor integración productiva con ese país y un acceso favorable al mercado automotriz más grande del mundo.

Por último, como impactos territoriales de los clústers automotrices y de la maquila de autopartes del norte y cen-tro norte del país se pueden señalar la construcción de una moderna infraestructura carretera y de comunicaciones que articula entre sí los parques y corredores industriales de- sarrollados con las localidades productoras y distribuido-ras, permitiendo la circulación de múltiples y diversos flujos provenientes del territorio nacional y del extranjero, básica-mente de nuestro vecino país del norte, por el corredor del tlcan y otros, así como las plataformas logísticas de trans-porte que comprenden puertos marítimos, aeropuertos de carga, terminales intermodales, etc. Sin embargo, no se ha conseguido la articulación del territorio regional y local, ya que básicamente las industrias que suministran insumos a

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las armadoras transnacionales y las grandes compañías lo-gísticas y de transporte son también extranjeras.

La industria manufacturera y maquiladora de expor-tación tiene grandes impactos en el territorio nacional por brindar empleo a millones de trabajadores, no obstante que las condiciones de trabajo no sean las más deseables, y conlleven a la proletarización de una población muchas ve-ces rural, proveniente de otros sectores económicos, que habita espacios hacinados, polarizados, segregados, con transporte deficiente para trasladarse a sus centros de tra-bajo. Una población flotante, flujos migratorios y desempleo cuando las plantas cierran de forma imprevista. Esto tiene un gran impacto en la organización espacial por impulsar el crecimiento demográfico, cambiar la composición de la po-blación, inducir la urbanización (muchas veces desordena-da), la expansión y ocupación de enormes espacios en áreas urbanas y periféricas de localidades grandes, medianas y pequeñas de áreas rurales, en la faja fronteriza norteña, en el norte y centro norte de México, así como en el centro- occidente y sureste. Al haberse convertido en plataformas de exportación, el empleo de los insumos de origen nacional en la producción son casi nulos, y su importación implica que las ganancias obtenidas por su transformación sean completamente para las transnacionales.

Conclusiones

Los tres diversos patrones territoriales de industrialización analizados muestran las desigualdades territoriales de la nueva geografía industrial de México en la mundialización que, desde la década de los ochenta, preside el capital mono-polista trasnacional. La privatización de la empresa pública provocó la desarticulación de cadenas minerometalúrgicas, siderometalmecánicas, petroquímica-químicas y agroin-dustriales; al tiempo que la crisis y la reinserción depen-diente en las cadenas globales de valor generaron procesos de desindustrialización de las áreas que tradicionalmente concentraban la industria en el centro de México bajo el patrón de sustitución de importaciones; la reestructuración de importantes centros industriales hacia la exportación, la dispersión territorial de la maquila y la rearticulación de nuevos espacios de la industria automotriz en el norte y cen-tro norte del país.

Las desigualdades se observan en las tasas diferencia-das de crecimiento del pib manufacturero, del número de trabajadores y en la diversa composición de la estructura in-dustrial estatal, así como en su participación diferenciada en la industria y la exportación nacionales, que expresan una

especialización territorial, la mayor parte monoexportadora y, en algunas entidades, diversificada.

Importantes son las transformaciones y crecimiento de las ciudades medias, la formación de áreas especializadas que forman las aglomeraciones, parques y clústers indus-triales, así como las nuevas trazas de las periferias urbanas con los libramientos para su rápida interconexión con las carreteras del tlcan, como la número 57, que va de la Ciu-dad de México a Nuevo Laredo, al mismo tiempo que las ciudades maquiladoras son complejos urbanos polarizados con crecientes problemas de seguridad.

Agradecimientos

Se agradece a la Mtra. Rosa Alejandrina de Sicilia Muñoz la elaboración cartográfica y al estudiante de Maestría de Estudios Latinoamericanos, Aníbal García Fernández, la colaboración en la búsqueda y sistematización de datos estadísticos.

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Glosario

Clúster. Agrupamientos económicos de empresas industria-les y servicios de una rama similar concentrados en un espacio geográfico determinado y vinculadas entre sí por eslabonamientos de cadenas productivas similares.

Maquiladora. Industria de exportación de poco valor agre-gado de partes o equipos ensamblados de partes, ac-cesorios o componentes importados, intensiva en el empleo de mano de obra.

Outsourcing. Trabajo característico del proceso de produc-ción flexible que permite la subcontratación a terceros.

Producto Interno Bruto (pib). Valor monetario de toda la ac-tividad económica producida en un país.

Valor agregado. Valor monetario de toda la actividad eco-nómica producida en un país, menos impuestos.