Carta Del Jefe Piel Roja de Seattle

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  • 7/31/2019 Carta Del Jefe Piel Roja de Seattle

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    CARTA DEL JEFE PIEL ROJA DE SEATTLE, COMO RESPUESTA A LAPETICIN DE COMPRA DE SUS TIERRAS, QUE LE HIZO ELPRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS en 1854*

    Jefe de los Caras Plidas:

    Cmo se puede comprar el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotrosuna idea extravagante.

    Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, cmoes posible que ustedes se propongan comprarlos? Mi pueblo considera quecada elemento de este territorio es sagrado. Cada pino brillante que estnaciendo, cada grano de arena en las playas de los ros, de los arroyos; cadagota de roco entre las sombras de los bosques, cada colina, y hasta el sonido

    de los insectos son cosas sagradas para la mentalidad y las tradiciones de miPueblo.

    La savia circula dentro de los rboles llevando consigo la memoria delos Pieles Rojas. Los Caras Plidas olvidan a su nacin cuando mueren yemprenden el viaje hacia las estrellas. No sucede igual con nuestros muertos,nunca olvidan a nuestra tierra madre. Nosotros somos parte de la tierra. Y latierra es parte de nosotros. Las flores que aromatizan el aire son nuestrashermanas. El venado, el caballo y el guila tambin son nuestros hermanos.Los desfiladeros, los pastizales hmedos, el calor del cuerpo del caballo o elnuestro forman un todo nico.

    Por lo antes dicho, creo que el jefe de los Caras Plidas pide demasiadoal querer comprarnos nuestras tierras.

    El Jefe de los Caras Plidas dice que al venderle nuestras tierras l nosreservara un lugar donde podamos vivir cmodamente. Y que l seconvertira en nuestro padre. Pero no podemos aceptar su oferta porque paranosotros esta tierra es sagrada.

    El agua que circula por los ros y los arroyos de nuestro territorio no esslo agua, es tambin la sangre de nuestros ancestros.

    Si les vendiramos nuestra tierra tendran que tratarla como sagrada, y

    esto mismo tendran que ensearle a sus hijos.Los Caras Plidas no entienden nuestro modo de vida. Los Caras

    Plidas no conocen las diferencias entre dos terrones. Ustedes son extranjerosque llegan por la noche a usurpar de la tierra lo que necesitan. No tratan a latierra como hermana, sino como enemiga. Ustedes conquistan territorios yluego los abandonan, dejando ah a sus muertos sin que les importe nada. La

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    tierra secuestra a los hijos de los Caras Plidas, a ella tampoco le importanustedes.

    Los Caras Plidas tratan a la tierra madre y al cielo padre como sifueran simples cosas que se compran, como si fueran cuantas de collares queintercambian por otros objetos. El apetito de los Caras Plidas terminardevorando todo lo que hay en las tierras hasta convertirlas en desiertos.

    Nuestro modo de vida es muy diferente al de ustedes. Los ojos de losPieles Rojas se llenan de vergenza cuando visitan las poblaciones de losCaras Plidas. Tal vez esto se deba a que nosotros somos silvestres y no losentendemos a ustedes.

    En las poblaciones de los Caras Plidas no hay tranquilidad, ah nopuede orse el abrir de las hojas primaverales ni el aleteo de los insectos. Esolo descubrimos porque somos silvestres. El ruido de sus poblaciones insulta anuestros odos. Para qu le sirve la vida al ser humano si no puede escuchar

    el canto solitario del pjaro chotacabras?; si no puede or la algarabanocturna de las ranas al borde de los estanques? Como Piel Roja no entiendo alos Caras Plidas. Nosotros tenemos preferencias por los vientos suaves quesusurran sobre los estanques, por los aromas de este lmpido viento, por lallovizna del medio da o por el ambiente que los pinos aromatizan.

    Para los Pieles Rojas el aire es de un valor incalculable, ya que todos losseres compartimos el mismo aliento, todos: los rboles, los animales, loshombres. Los caras Plidas no tienen conciencia del aire que respiran, sonmoribundos insensibles a lo pestilente.

    Si les vendiramos nuestras tierras, deben saber que el aire tiene uninmenso valor, deben entender que el aire comparte su espritu con la vida quesostiene. El primer soplo de vida que recibieron nuestros abuelos vino de esealiento.

    Si les vendiramos nuestras tierras tienen que tratarlas como sagradas.En estas tierras hasta los Caras Plidas pueden disfrutar del viento quearomatiza las praderas.

    Si les vendiramos las tierras ustedes deben tratar a los animales comohermanos. Yo he visto a miles de bfalos en descomposicin en los campos.Los Caras Plidas matan bfalos con sus trenes y ah los dejan tirados, no los

    matan para comerlos. No entiendo cmo los Caras Plidas le conceden msvalor a una mquina humeante que a un bfalo.

    Si todos los animales fueran exterminados, el hombre tambin pereceraentre una enorme soledad espiritual. El destino de los animales es el mismoque el de los hombres. Todo se armoniza.

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