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Archaeofauna 24 (2015): 225-237 Caza y extracción de pieles de Chinchillidae en la puna de Jujuy (Argentina): una aproximación arqueológica JUAN M. MARYAÑSKI 1 & AXEL E. NIELSEN 2 1 CONICET – Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 3 de Febrero 1378 (1426). Buenos Aires, Argentina. [email protected] 2 CONICET – Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 3 de Febrero 1378 (1426). Buenos Aires, Argentina. [email protected] (Received 31 March 2014; Revised 6 June 2014; Accepted 6 July 2014) «...es tan preciada su piel para formar ropas... y mátanlas no tanto por su carne como por sus pieles; porque aunque la carne tiene buen gusto es muy indigesta y pesada...» Cobo ([1653] 1956: 360) RESUMEN: En este trabajo se presentan las evidencias de explotación humana de Chinchilli- dae en un campamento temporario ubicado en la Región Lacustre Altoandina de Jujuy (Argen- tina) y fechado en torno al Siglo XIV d.C. Se discuten los modelos que consideran a estos roe- dores como recurso complementario en la subsistencia y se argumenta que, en ciertos contextos, fue la explotación de sus pieles el motivo principal para su captura. Para esto, tomamos como base información taxonómica de resolución fina, generada a partir de análisis osteométricos, así como las evidencias de modificaciones óseas y el contexto de depositación de los materiales. Los resultados obtenidos sugieren que las pieles de chinchilla, de alta calidad, conformaron uno de los bienes locales más relevantes para las partidas logísticas que acudieron periódicamente a la Región Lacustre Altoandina durante épocas prehispánicas tardías. PALABRAS CLAVE: CHINCHILLIDAE, REGIÓN LACUSTRE ALTOANDINA, ARGEN- TINA, OSTEOMETRÍA, EXPLOTACIÓN DE PIELES ABSTRACT: This paper presents evidence of human exploitation of Chinchillidae from a tem- porary campsite located in the High Lakes Region (Jujuy Province, Argentina) and dated around the 14th century AD. Models that consider those rodents as a complementary subsistence resource are discussed, arguing that in some contexts fur exploitation was the main purpose for their hunting. We use fine-grained taxonomic data derived from osteometric analysis, evidences of bone modifications, and detailed contextual information to assess the hypothesis. Our results suggest that high-quality chinchilla fur was one of the main local resources exploited by logis- tic groups that regularly visited the High Lakes Region during late prehispanic times. KEYWORDS: CHINCHILLIDAE, HIGH LAKES REGION, ARGENTINA, OSTEOMETRY, FUR EXPLOITATION

Caza y extracción de pieles de Chinchillidae en la puna de

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Archaeofauna 24 (2015): 225-237

Caza y extracción de pieles de Chinchillidae en la punade Jujuy (Argentina): una aproximación arqueológica

JUAN M. MARYAÑSKI1 & AXEL E. NIELSEN2

1CONICET – Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.3 de Febrero 1378 (1426). Buenos Aires, Argentina. [email protected]

2CONICET – Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.3 de Febrero 1378 (1426). Buenos Aires, Argentina. [email protected]

(Received 31 March 2014; Revised 6 June 2014; Accepted 6 July 2014)

«...es tan preciada su piel para formar ropas...

y mátanlas no tanto por su carne como por sus pieles;

porque aunque la carne tiene buen gusto es muy indigesta y pesada...»

Cobo ([1653] 1956: 360)

RESUMEN: En este trabajo se presentan las evidencias de explotación humana de Chinchilli-dae en un campamento temporario ubicado en la Región Lacustre Altoandina de Jujuy (Argen-tina) y fechado en torno al Siglo XIV d.C. Se discuten los modelos que consideran a estos roe-dores como recurso complementario en la subsistencia y se argumenta que, en ciertos contextos,fue la explotación de sus pieles el motivo principal para su captura. Para esto, tomamos comobase información taxonómica de resolución fina, generada a partir de análisis osteométricos, asícomo las evidencias de modificaciones óseas y el contexto de depositación de los materiales.Los resultados obtenidos sugieren que las pieles de chinchilla, de alta calidad, conformaron unode los bienes locales más relevantes para las partidas logísticas que acudieron periódicamente ala Región Lacustre Altoandina durante épocas prehispánicas tardías.

PALABRAS CLAVE: CHINCHILLIDAE, REGIÓN LACUSTRE ALTOANDINA, ARGEN-TINA, OSTEOMETRÍA, EXPLOTACIÓN DE PIELES

ABSTRACT: This paper presents evidence of human exploitation of Chinchillidae from a tem-porary campsite located in the High Lakes Region (Jujuy Province, Argentina) and dated aroundthe 14th century AD. Models that consider those rodents as a complementary subsistenceresource are discussed, arguing that in some contexts fur exploitation was the main purpose fortheir hunting. We use fine-grained taxonomic data derived from osteometric analysis, evidencesof bone modifications, and detailed contextual information to assess the hypothesis. Our resultssuggest that high-quality chinchilla fur was one of the main local resources exploited by logis-tic groups that regularly visited the High Lakes Region during late prehispanic times.

KEYWORDS: CHINCHILLIDAE, HIGH LAKES REGION, ARGENTINA, OSTEOMETRY,FUR EXPLOITATION

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INTRODUCCIÓN

Indudablemente, los camélidos –tanto silvestrescomo domésticos– conformaron el principal recur-so faunístico explotado por las poblaciones suran-dinas durante tiempos prehispánicos (MengoniGoñalons, 2008). Esta situación contribuyó aminimizar el interés por las prácticas y contextosinvolucrados en la explotación de otros taxa«menores», en términos de tamaño (e.g. roedores,aves, etcétera), de poco peso cuantitativo perorecurrentes en los conjuntos arqueofaunísticos delárea.

Uno de los taxa de tamaño corporal pequeñomás relevantes para las poblaciones prehispánicasfueron los chinchíllidos, a juzgar por su recurren-cia en conjuntos arqueofaunísticos de distinta pro-cedencia ambiental y temporal. Estos roedoresfueron intensamente utilizados en ambas vertien-tes de los Andes desde los inicios de las ocupacio-nes humanas en el área (Hesse, 1986; Yacobaccio,1994) y también se ha argumentado que entre loscazadores-recolectores más tardíos su uso no estu-vo vinculado sólo a la alimentación, sino tambiéna la explotación de pieles (Labarca, 2005a).

Aunque durante épocas agropastoriles estosroedores no conformaron un recurso central, suaprovechamiento persistió de forma sostenida.Así, su presencia marginal en sitios de esta épocaha sido usualmente considerada como testimoniodel papel complementario que tuvieron estos roe-dores en la subsistencia, largamente dominada porel pastoreo y la caza de fauna mayor. La idea deque la fauna de porte pequeño conformó un bufferresource, utilizado con intensidad variable parareducir el impacto sobre los recursos domésticos–principalmente ganado– es de larga data en laarqueología del área (véase Hesse, 1984, 1986).Esta hipótesis se ajusta a las tendencias cuantitati-vas presentes en el registro arqueofaunístico, aun-que ha tendido a subestimar la variabilidad deprácticas que intervinieron en la apropiación deestos animales.

El propósito de este trabajo es avanzar en lacomprensión de esta variabilidad enfocándonos enlos últimos siglos de historia prehispánica, para locual dirigiremos nuestra atención a la RegiónLacustre Altoandina (en adelante RLA). Este espa-cio conforma una inmejorable oportunidad paraabordar tal problemática, en la medida en queposee ocupaciones humanas multiseculares decarácter temporario donde la obtención de fauna

silvestre –entre ellas chinchíllidos– por parte departidas logísticas fue una de las actividades pre-dominantes (Nielsen et al., 2010). Específicamen-te, nos centraremos en los materiales obtenidos enChillagua Grande, un sitio con arquitectura rema-nente del cual se ha obtenido una muestra consi-derable de restos óseos de Chinchillidae. La hipó-tesis que buscaremos defender es que, al menosdurante momentos prehispánicos tardíos, fueronlas pieles el principal recurso buscado por loscazadores de chinchíllidos que acudían a la RLAdesde áreas distantes.

En la próxima sección describimos sucintamen-te la diversidad presente al interior de la familiaChinchillidae y comentaremos algunos aspectosetnográficos y etnohistóricos sobre su uso humanoen el Sur Andino. En la siguiente sección, expone-mos los antecedentes arqueológicos de la RLA y desu registro arqueofaunístico en perspectiva macro-regional. Luego presentamos los resultados delanálisis zooarqueológico de los restos de chinchí-llidos de Chillagua Grande, haciendo énfasis tantoen la identificación de distintos géneros/especiescomo en los agentes y procesos involucrados en laformación del conjunto. Finalmente, discutimos lascaracterísticas que tuvo la caza de estos roedores ala luz de nuestros resultados.

LOS CHINCHÍLLIDOS SURANDINOS

Los chinchíllidos son roedores histricomorfosque habitan en roqueríos formando colonias dehasta cientos de individuos, lo que los convierte enrecursos localizados y altamente predecibles paralos grupos humanos. En el Sur Andino existen dosgéneros dentro de esta familia. Por un lado Lagi-dium, vulgarmente denominado vizcacha o chin-chillón (Lagidium viscacia) y por otro Chinchilla,que comprende dos especies espacialmente dis-continuas: la chinchilla de «cola larga» (Chinchi-lla lanigera), cuyo hábitat no supera los 2000msnm, y la chinchilla «Real» o «de cola corta»(Chinchilla chinchilla) la cual se distribuye porencima de los 3500 msnm (Eisenberg & Redford,1992; Spotorno et al., 2004).

Ambos géneros poseen, además, marcadasdiferencias en su tamaño corporal y calidad defibra (Eisenberg & Redford, 1992; Spotorno et al.,2004), lo que al menos en tiempos recientesimpactó en sus modos de explotación. La vizca-

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cha, de mayor tamaño (1,5 a 3 kg), es todavíaaprovechada con fines alimenticios por las pobla-ciones locales. La chinchilla, de porte sustantiva-mente menor (0,45 a 0,60 kg), se destaca por pose-er una piel extremadamente suave y densa–presentando hasta 75 pelos por folículo– lo que laconvirtió en los últimos siglos en un apreciadorecurso peletero.

Algunos cronistas, como Garcilaso y BernabéCobo, destacaron que entre los indígenas las pielesde estos animales eran enormemente valoradaspara la confección de prendas de vestir (Raffino etal., 1977; Jiménez, 1995) y lo mismo fue observa-do entre los atacameños en épocas más recientes(Bowman, 1924). Hacia fines del Siglo XIX laintensa demanda de pieles de chinchilla en el mer-cado internacional la colocó al borde de la extin-ción. Según algunas estimaciones, durante el apo-geo de este negocio llegaron a matarse alrededorde un millón y medio de animales por año (Jimé-nez, 1995). Los «chinchilleros» –campesinos dedi-cados a la caza de estos animales– las capturabancolocando cordeles en la entrada de las madrigue-ras, ahumándolas o excavándolas (Albert, 1901).

Las pieles eran normalmente adquiridas porintermediarios, aunque circulaban también en losmercados indígenas (Sanhueza & Gundermann,2007). La carne –no comercializada– era usual-mente consumida por los propios cazadores(Albert, 1901). A principios del Siglo XX la chin-chilla estaba prácticamente extinta, lo que impulsóel desarrollo de criaderos, aunque existen reportesde su presencia en silvestría en regiones cordille-ranas (e.g. en los años ‘50 en las faldas del VolcánLicancabur [Rudolph, 1955]).

OCUPACIONES EXTRACTIVASEN LA REGIÓN LACUSTRE ALTOANDINA

Uno de los escenarios donde más intensamentese practicó la caza de chinchillas durante el SigloXIX fue la Región Lacustre Altoandina (Nielsen etal., 2010). Este espacio conforma una extensa redde cuencas endorreicas situadas en la actual«Frontera Tripartita» entre Argentina, Bolivia yChile (Figura 1). La región se caracteriza por suextrema altitud (con cotas mínimas de 4300msnm), bajas temperaturas (media anual de 2 °C)y escasas precipitaciones (150 mm al año). Estoimpone límites significativos para la instalación

humana permanente: la agricultura es de hechoinviable y, en la actualidad, sólo algunos sectoresse emplean durante la temporada estival comoáreas de pastoreo (Wawrzyk & Vilá, 2013).

Las investigaciones arqueológicas revelaron sinembargo una historia de ocupaciones humanas quese extiende por al menos cinco milenios (Nielsen,2006). Estos trabajos evidenciaron que duranteépocas agropastoriles el uso humano de la RLA sevinculó, por un lado, con el tráfico inter-regional(testimoniado por antiguas jaras [i.e. campamen-tos efímeros de caravanas] y sitios en pasos mon-tañosos) y, por otro, con la extracción estacional derecursos líticos, minerales y faunísticos.

Algunos testimonios de estas actividadesextractivas son la presencia de estructuras de caza,canteras líticas intensamente explotadas, hornospara la cocción de huevos y asentamientos tempo-rarios con arquitectura expeditiva, cuyas arqueo-faunas poseen casi exclusivamente restos de ani-males silvestres (Nielsen et al., 2010). En la RLA,la oferta de recursos faunísticos es considerable-mente superior durante la estación lluviosa, lo quesumado a la rigurosidad del clima hace suponerque estas ocupaciones fueron principalmente esti-vales. Esto es avalado por la presencia de cáscarasde huevo y abundantes restos de flamenco en lamayoría de los sitios (Nielsen et al., 2010). A lavez, las evidencias disponibles apuntan a que estasactividades fueron protagonizadas por grupos pro-cedentes de regiones «nodales» adyacentes (bolso-nes fértiles densamente poblados y ocupadosdurante todo el año, sensu Nielsen, 2006), como lacuenca del Río Grande de San Juan, el Salar deAtacama o la porción norte del Altiplano de Lípez.Esto lo sugiere el predomino en los sitios de laRLA de tipos cerámicos propios de estas regiones,así como la presencia en estas últimas de materiasprimas líticas provenientes de la RLA (e.g. obsi-diana negra de Laguna Blanca/Cerro Zapaleri[Nielsen et al., 2014]).

Un primer examen del registro arqueofaunísti-co de la RLA revela que los chinchíllidos estánpresentes en casi todos los componentes o sitios, apesar del reducido tamaño de varias muestras, enproporciones que alcanzan el 33% del NISP. Esinteresante destacar que estos guarismos contras-tan claramente con aquellos registrados en regio-nes «nodales» cercanas. Los resultados de lasinvestigaciones realizadas en la cuenca del RíoGrande de San Juan (Figura 1), situada a no másde dos o tres jornadas de marcha de la RLA, son

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ilustrativos al respecto. Allí hemos documentadoextensas obras agrícolas y un puñado de asenta-mientos conglomerados fechados por 14C entre losSiglos IX y XVI (Nielsen et al., 2014). Los con-juntos arqueofaunísticos estudiados al momento,dominados por huesos de camélido, poseen inva-riablemente restos de chinchíllido aunque en fre-cuencias claramente menores, que no llegan al 1%de los especímenes identificados (Tabla 1). Estohace suponer que la caza de dichos roedores fueuna actividad significativa para los contingentesque acudían esporádicamente a la RLA, muchomayor de lo que sugieren los depósitos de basuragenerados en los extensos poblados permanentes.

CHILLAGUA GRANDE: EVIDENCIASDE EXPLOTACIÓN DE CHINCHÍLLIDOS

Los materiales que tratamos en esta oportuni-dad provienen de Chillagua Grande, uno de lossitios mejor conocidos en la porción oriental de laRLA (Nielsen, 2003). Se trata de un asentamientoque comprende entre seis y ocho conjuntos deestructuras construidas en pirca seca, ubicadasjunto a un farallón de ignimbrita a unos 200 m dela Laguna de Vilama, sobre los 4550 msnm. Allí seexcavó en forma completa un conjunto arquitectó-nico, compuesto por tres recintos: una habitación

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FIGURA 1

Región Lacustre Altoandina y Cuenca Media del Río Grande de San Juan con ubicación de sitios mencionados en el texto.

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posiblemente techada, un patio descubierto conabundantes fogones y un parapeto quizás utilizadocomo cocina diurna (Figura 2). La estratigrafía delos recintos indica la existencia de un único nivelcultural, sepultado bajo depósitos de arena de ori-gen eólico de hasta 60 cm de espesor. Todo el sedi-mento fue tamizado empleando mallas de 3,2 mm.Muestras de carbón procedentes de un fogón ubi-cado en uno de los recintos –el patio descubierto–fueron datadas por 14C, arrojando una fecha de630±40 AP (A-16293). Esto ubica la utilizacióndel sitio durante el Siglo XIV d.C. (1290-1420

d.C. Cal 2σ), en pleno Período de DesarrollosRegionales.

Su emplazamiento en la porción oriental de laRLA y la abundante presencia de alfarería de esti-lo Yavi/Chicha sugiere que los ocupantes de Chi-llagua Grande provenían del área del Río Grandede San Juan, donde este tipo cerámico fue amplia-mente producido y utilizado (Nielsen et al., 2014).Se recuperaron además dos puntas de proyectil,núcleos apenas reducidos, un instrumento decobre, cuentas de concha, restos de mineral decobre (atacamita) trabajado en la fabricación de

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TABLA 1

Frecuencia de restos de chinchíllido en distintos tipos de sitio de épocas agropastoriles de la RLA y en conglomerados residenciales tar-díos del Río Grande de San Juan. NOTA: Entre paréntesis se consignan los porcentajes del total. Referencias: Comp.: componente.

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cuentas y abundantes restos faunísticos. Estosmateriales evidencian la realización de actividadesde caza, procesamiento y consumo de animales,reducción de nódulos de obsidiana y trabajo sobreminerales de cobre (Nielsen, 2003).

El conjunto arqueofaunístico comprende prin-cipalmente cáscaras de huevo y huesos de flamen-co, restos óseos de camélido (principalmente vicu-ña) y chinchíllidos (Nielsen et al., 2010). Demanera consistente con lo observado en otrossitios de la RLA, el conjunto óseo de ChillaguaGrande posee una amplia diversidad taxonómicadonde predominan básicamente los animales sil-vestres. Sobre un número mínimo de individuos1

(MNI) de 74 calculado para el conjunto, más de lamitad corresponde a la familia Chinchillidae(Tabla 2). A continuación nos centraremos en losrestos óseos pertenecientes a este grupo.

Identificación de vizcachas y chinchillas

A nivel taxonómico, un problema central paranuestro objetivo fue determinar la presencia dechinchillas y vizcachas en el conjunto y estimarsus frecuencias relativas, dado que ambos génerosposeen, como señalamos más arriba, diferenciasimportantes en su potencial de uso humano. Dadala similitud osteomorfológica y las diferencias quepresentan en su tamaño corporal, nos basamos eneste último criterio para llevar adelante la discri-minación a partir de análisis osteométricos.

Algunos estudios previos habían mostrado quelas variables métricas de la mandíbula, particular-mente la longitud de la hilera alveolar, tienen unbuen poder discriminante al respecto (Hesse,1984; Mengoni Goñalons, 1986; Cartajena, 2003;Labarca, 2005a, 2005b). Sin embargo, es difícilcontar con muestras comparativas de chinchillasen silvestría para este tipo de análisis, debido a laya comentada merma de estos roedores durante losúltimos siglos. Para este trabajo pudimos mediruna muestra moderna de mandíbulas de chinchi-llas de cola corta de la localidad de Abra Pampa,Jujuy (cercana a nuestra área de estudio), a la queagregamos un ejemplar de criadero y muestras de

vizcachas de Salta, Catamarca y Nor-Lípez. Salvoesta última, todas las muestras pertenecen a lacolección «Elio Massoia», depositada en la Funda-ción de Historia Naturla Féliz Azara. Como seobserva en la Figura 3, en las muestras actualesambos géneros se diferencian claramente en dosgrupos de tamaño no superpuestos.

Estos datos fueron contrastados con los obteni-dos a partir de los materiales de Chillagua Grande.Se observan allí también dos grupos de tamaño(Figura 4), indicando la presencia de especímenesde vizcacha y chinchilla en el sitio. Las distribu-ciones actuales y arqueológicas son consistentesentre sí y el «límite» osteométrico entre ambosgéneros –17.5 mm– coincide con aquel que obser-vó originalmente Hesse (1984) en una importantemuestra arqueológica de la cuenca de Atacama(véase también Cartajena, 2003; Labarca, 2005a).Los especímenes de chinchilla predominan marca-damente en Chillagua Grande, superando el 90%de la muestra (52 sobre un total de 56).

Esto se ve reforzado al incorporar una segundavariable –la longitud del diastema– en un gráficode dispersión (Figura 5). Aunque en este caso lamuestra es menor, dada la imposibilidad de tomaresta última medida en algunos especímenes frag-mentados, los valores se segregan claramente ypresentan tendencias idénticas (34 atribuibles aChinchilla sobre un total de 37). En función de ladistribución altitudinal conocida para el géneroChinchilla, podemos suponer que el conjunto estádominado por la denominada «chinchilla Real»o «de cola corta» (Chinchilla chinchilla [= Ch.brevicaudata]). Esta especie habita entre los 3500y los 5000 msnm y no se solapa altitudinalmentecon la chinchilla de cola larga (Chinchilla lanigera),cuyo hábitat no supera los 2000 msnm.

Procesos de formación del conjunto óseo

Para determinar los agentes y procesos respon-sables de la formación del sub-conjunto de chin-chíllidos tomamos en consideración los patronesde representación anatómica y las modificacionessufridas por los restos óseos, empleando criterioscomunes en faunas de porte pequeño (Andrews,1990). Con respecto a la ocurrencia de distintasunidades anatómicas, calculamos la abundanciarelativa para cada elemento en una escala porcen-tual (Ri%), basado en el MNI (a partir de Andrews,1990). Aunque todas las unidades anatómicas

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1 El MNI fue calculado a partir de los especímenes identifi-cados, considerando lateralidad y estado de fusión (Lyman,2008).

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están presentes, el conjunto muestra un sesgoextremadamente marcado hacia los restos cranea-les. El esqueleto axial y los autopodios están muypobremente representados, mientras que los hue-sos largos poseen frecuencias algo mayores, perode todos modos muy bajas en comparación con elcráneo y la mandíbula (Figura 6). Debe hacersenotar que estos patrones de representación no pare-cen responder a procesos mediados por la densidadmineral ósea. Esto fue evaluado empleando valoresdensitométricos de conejo europeo (Oryctolagus

cuniculus, tomados de Pavao & Stahl, 1999), dadoque no disponemos de datos para chinchíllidos.

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FIGURA 2

Planimetría del conjunto excavado en Chillagua Grande.

TABLA 2

Síntesis de las frecuencias de los grupos taxonómicos presentesen Chillagua Grande. Referencias: Indet.: indeterminado.

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Los resultados del análisis de correlación entreestos valores y la frecuencia de elementos en Chi-llagua Grande arrojó valores bajos y no significa-tivos, tanto para el esqueleto completo (r

s= 0,28;

p = 0,27 con 17 pares de variables) como para elesqueleto poscraneal (r

s= 0,14; p = 0,60 con 16

pares de variables).La sub-representación de elementos poscranea-

les ha sido observada en otros conjuntos arqueo-faunísticos de roedores pequeños –de peso seme-

jante a Chinchilla– (e.g. Hesse, 1984; Medina etal., 2011a) y se ha explicado tentativamente comoconsecuencia de prácticas de procesamiento, coc-ción y consumo. Estas consistirían en la separa-ción de la cabeza del esqueleto poscraneal, segui-do de la cocción y posterior consumo de esteúltimo segmento anatómico, lo que resultaría en ladestrucción de sus huesos asociados y la consi-guiente sobre-representación de los elementos cra-neales en el conjunto. Cartajena, por el contrario,sugirió que esto podría deberse al ingreso a lossitios de cráneos asociados a las pieles luego de serconsumida la carne fuera de los mismos (Cartaje-na, 2003).

Cabe mencionar que Labarca (2005a) ha regis-trado patrones de representación anatómica muysemejantes para Chinchilla en distintos sitios decazadores-recolectores de la quebrada de Tulán(cuenca de Atacama), que el autor también inter-preta como consecuencia del procesamientohumano de las carcasas para el consumo. Al mar-gen de las razones propuestas para dar cuenta deestos patrones, es significativo que en el área deestudio estos han sido sistemáticamente registra-dos en contextos donde el carácter antrópico de lasacumulaciones óseas ha sido verificado por víasindependientes.

De hecho, en Chillagua Grande los huesos dechinchíllido presentan distintas evidencias quepermiten defender la intervención humana en sudepositación. Entre ellas se encuentran las huellasde corte, presentes en un 2% (n = 7) del total de

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FIGURA 3

Discriminación osteométrica en mandíbulas actuales de Chin-chilla y Lagidium.

FIGURA 4

Distribución de valores osteométricos de mandíbulas de chin-chíllidos procedentes de Chillagua Grande. Por encima del his-tograma se presentan los rangos y medianas de las muestrasmodernas.

FIGURA 5

Gráfico de bivariado con muestras modernas y arqueológicas dechinchíllidos.

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huesos (Figura 7a-c). Mayormente fueron registra-das en la rama ascendente de la mandíbula, mien-tras que en un caso se observaron en la pelvis(ílion). Este tipo de trazas han sido vinculadas conactividades de desarticulación de chinchíllidos encontextos arqueológicos (Labarca, 2005b; Quintana& Mazzanti, 2011). Al respecto es relevante men-cionar los resultados de los trabajos experimenta-les de procesamiento de carcasas de Oryctolaguscuniculus llevados a cabo por Lloveras et al.(2009). Los autores observaron que la remoción dela piel resulta en una muy baja frecuencia de hue-llas de corte, las cuales tienden a localizarse prin-cipalmente en elementos craneales (Lloveras etal., 2009: 186). La consistencia del patrón regis-trado en Chillagua Grande con estos resultadosabonaría la hipótesis de que estas actividades fue-ron recurrentes en el sitio.

Por otra parte, se registraron un total de 29 res-tos óseos quemados (8%), que incluyen huesos lar-gos, pelvis, escápula y cráneo. En general seobservaron estadios de termoalteración avanzados,que afectan siempre a la totalidad del espécimen.Advertimos también que la mayor proporción derestos termoalterados ocurre en los huesos concarne asociada (según la anatomía económica devizcacha pampeana presentada por León, 2012).Mientras casi un tercio del grupo conformado porla tibia, el fémur, la escápula y la pelvis están que-mados (18 sobre un total de 65), el cráneo presen-ta menos de un 5% de especímenes en este estado(11 sobre 236).

Las experimentaciones realizados por Medinaet al. (2011b) evidenciaron que la cocción al «res-coldo» (i.e. directamente sobre las brasas), en roe-dores pequeños, resulta en el quemado de los inci-sivos y las porciones distales apendiculares(autopodios y parte de la tibia, el radio y la ulna).Esto no se ajusta a las pautas de termoalteraciónobservadas en Chillagua Grande, por lo que nosinclinamos a pensar que las mismas resultaronprincipalmente del descarte post-consumo enfogones, afectando así a las piezas más recurrente-mente consumidas. La presencia de sucesivasestructuras de combustión en los tres recintos quecomponen el conjunto excavado sustenta esta idea.

Otra clase de modificaciones registradas en losmateriales óseos son las marcas de dientes (3%, n= 12). Estas se disponen repetidamente sobre lasramas mandibulares (Figura 7d-e), aunque se hanregistrado también en un sacro. A la vez, detecta-mos fracturas recurrentes en los extremos proxi-males de fémures y húmeros (en un 27% de loscasos, n = 6), que resultaron en la remoción total oparcial de la epífisis. Es difícil discernir si estasmodificaciones son producto de la acción de car-nívoros o de la masticación humana. Distintosestudios actualísticos mostraron que este tipo demarcas, en mamíferos pequeños, pueden ser pro-ducidas por dientes humanos durante el consumo–incluyendo la fractura de epífisis de huesos lar-gos– (Landt, 2007; Lloveras et al., 2009; Martí-nez, 2009), aunque también han sido documenta-das como resultado de la acción de predadores

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FIGURA 6

Frecuencia relativa de elementos anatómicos de chinchíllidos en Chillagua Grande.

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medianos y pequeños (Álvarez et al., 2012; Llove-ras et al., 2012). Recientemente se ha sugerido quela morfología de las fracturas epifisiarias en faunaspequeñas permitiría discernir taxativamente elcarácter antrópico o natural de las mismas (San-chis Serra et al., 2011).

En nuestro caso, las investigaciones no han sidoconcluyentes a la hora de distinguir las modifica-ciones producidas por ambos agentes. La interven-ción humana en la creación de estas trazas estásugerida en Chillagua Grande por la presencia deun fémur carbonizado cuya epífisis proximal hasido parcialmente removida. Por otra parte, no sehan registrado evidencias de corrosión por ácidosdigestivos, una traza usualmente empleada comoindicador de la actividad de carnívoros (Álvarez et

al., 2012; Lloveras et al., 2012). De todos modos,si la sobre-representación de elementos cranealeses efectivamente producto de su desecho previo alconsumo (ver supra), es probable que las marcasde dientes registradas en las mandíbulas no seande origen cultural.

En definitiva, no debe descartarse la posibilidadde que los restos dejados por la actividad culturalhayan sido carroñeados posteriormente por loscarnívoros medianos y pequeños presentes en elárea (e.g. gato andino [Leopardus jacobita] ozorros [Lycalopex sp.]). Esta situación sería espe-rable en el marco de ocupaciones temporarias queinvolucran el abandono periódico del sitio. Sinembargo, los patrones de representación anatómi-ca, las huellas de corte y las evidencias de com-bustión ofrecen evidencia indiscutible de la parti-cipación humana en la conformación del conjunto.Nuestros datos sugieren fuertemente que estasactividades involucraron no sólo la extracción dela piel de estos roedores, sino también su consumo–al menos parcial– y descarte dentro del sitio.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Los resultados expuestos en las secciones pre-vias indican que la caza y procesamiento de chin-

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Modificaciones en restos óseos de chinchíllidos de Chillagua Grande: huellas de corte en mandíbulas (a, b) y pelvis (c); marcas de dien-tes en mandíbulas (d, e).

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chíllidos fue una actividad sistemáticamente desa-rrollada por los ocupantes de Chillagua Grande.De hecho, en contraste con lo observado en lamayoría de los sitios de ocupación permanente dela época, estos roedores conforman en ChillaguaGrande el recurso animal más frecuente. ¿Quémotivó a los agropastores que acudían periódica-mente a la RLA a cazar sistemáticamente estosanimales? Aunque nuestros datos sugieren que losmismos fueron efectivamente consumidos, esimprobable que su captura haya estado relaciona-da con su valor alimenticio.

En primer lugar, aunque los chinchíllidos fue-ron los animales más intensamente cazados en elsitio, esto no tiene un correlato con la cantidad decarne a disposición de sus ocupantes. Hemos esti-mado este parámetro a partir del MNI obtenidopara camélido –casi exclusivamente vicuñas–, viz-cacha y chinchilla, considerando sus respectivospesos vivos y rendimientos de carne, empleandolas anatomías económicas publicadas por Mengo-ni Goñalons (1991) para el primero y León (2012)para las últimas. A falta de estudios disponiblespara chinchíllidos andinos, estimamos su aportedietario a partir de sus pesos vivos promedio, peroutilizando valores de rendimiento económico devizcacha pampeana (Lagostomus maximus).

Según los guarismos que surgen de este cóm-puto, la carne aportada por vizcachas y chinchillasen conjunto no alcanza el 3% del total a disposi-ción de los ocupantes del sitio, reforzando la ideade que la intensidad de su captura no puede inter-pretarse en términos de su relevancia alimenticia(Tabla 3). Debe considerarse además que este esun cálculo aproximado que sobreestima el aportede los chinchíllidos, en la medida en que exclui-mos los restos de ave (huesos de flamenco y hue-

vos) del cómputo, al no contar con sus anatomíaseconómicas.

Por otra parte, las determinaciones osteométri-cas muestran que aunque se explotaron vizcachas ychinchillas, más del 90% de la muestra correspon-de a estas últimas. Ambas son abundantes en secto-res localizados del paisaje, por lo que una explota-ción centrada en la subsistencia no explica laescasa presencia de vizcachas en el conjunto, sien-do que las mismas cuadruplican el volumen corpo-ral –y por lo tanto la carne disponible– de Chinchi-lla. Como contraparte y según expusimos másarriba, las pieles de estas últimas conforman unrecurso peletero de excelente calidad, el cual fuesistemáticamente explotado por las poblacioneslocales al menos durante épocas post-conquista.

En síntesis, el panorama presentado hasta aquísugiere fuertemente que en el contexto de las ocu-paciones temporarias de la RLA la captura dechinchillas estuvo vinculada con la adquisición desus pieles, antes que con el consumo de su carne.Esto se muestra consistente con el contexto gene-ral en el que se desenvolvieron las actividades enla región, asociadas con la extracción de recursoslocales (Nielsen, 2006, 2013). La informaciónobtenida en Chillagua Grande permite suponer quedurante el Siglo XIV las pieles de chinchilla for-maron parte del repertorio de bienes –junto a lasmaterias primas líticas, minerales y otros recursosfaunísticos– que atrajeron a los grupos que acudí-an periódicamente a la RLA desde áreas nodales.Sabemos por su mayor potencial de conservaciónque algunos de estos bienes circularon en extensasredes de intercambio, posiblemente bajo formas«incorporadas» (Nielsen, 2013). Aunque por elmomento no podemos extender esta situación a laspieles de chinchíllido, creemos que rastrear las

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TABLA 3

Disponibilidad de carne de Camélidos y Chinchíllidos estimada en Chillagua Grande.

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actividades de caza de estos animales, tanto ensitios temporarios como en aquellos generados porcontingentes en tránsito puede ser informativosobre la participación de tales bienes en los circui-tos de intercambio macro-regionales. Más allá deesto, la verificación arqueológica de la explotaciónde pieles de chinchilla nos invita a preguntarnospor el significado y valor de estos bienes y por eltipo de prácticas en que fueron consumidas.

Por otra parte, nuestros resultados muestran elpotencial que ofrece el estudio de las prácticasdesarrolladas en ámbitos «internodales» (sensu

Nielsen, 2006) para evaluar problemas de difícilidentificación arqueológica. En este sentido, lasevidencias de explotación de chinchillas en Chilla-gua Grande permiten complejizar aquellos mode-los explicativos enfocados en la subsistencia, ilus-trando las variadas formas de interacción entre ladenominada «fauna menor» y las antiguas socie-dades surandinas.

AGRADECIMIENTOS

Agredecemos a los Dres. Guillermo MengoniGoñalons e Isabel Cartajena por su aporte biblio-gráfico y sugerencias. Los comentarios y reco-mendaciones bibliográficas de los Dres. Lluís Llo-veras y Rafael Labarca contribuyeron a mejorarsignificativamente el manuscrito original. El Lic.Pablo Mercolli nos permitió revisar la colecciónarqueofaunística de Chillagua Grande. SergioBogan nos facilitó generosamente el acceso a losmateriales de referencia de la colección «ElioMassoia» (Fundación de Historia Natural FélixAzara). Agradecemos también a las Dras. PaulaEscosteguy y Romina Frontini, organizadoras delSimposio «La Fauna Menor en los Conjuntos

Arqueofaunísticos Sudamericanos» (III CongresoNacional de Zooarqueología, Tilcara, Argentina)por invitarnos a contribuir con una versión escritadel trabajo, así como también a los participantes dedicho Simposio por sus comentarios y sugeren-cias. De todos modos, lo aquí expuesto es de nues-tra exclusiva responsabilidad.

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