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ETIMOLOGÍAS GRECOLATINAS

El término etimología se compone del adjetivo griego étimos (tumoj) que significa real o verdadero y el sustantivo del mismo origen, lógos (lÒgoj), éste es uno de los sustantivos griegos con más acepciones que hay, sin embargo usaremos el más general que tiene: palabra. La última parte es el sufijo —que más adelante verás a detalle— “ía” (…a); ésta hace referencia a un tratado o a alguna ciencia. Entonces, la palabra etimología tiene que ver con el significado real o verdadero de las palabras.

Pero, ¿cuál es este significado real? Con algunos ejemplos quedará más claro. La palabra “miniatura” a la que hoy todos relacionamos con algo muy pequeño, nada tiene que ver con eso. La palabra viene del latín minium que significa rojo. La historia es la siguiente: los libros muy

antiguos tenían al principio una letra grande adornada por lo general con dibujos o motivos rojos. Se llamaron “miniaturas” a esos dibujos pequeños junto a las letras con las que iniciaba el texto. Por un fenómeno llamado extensión, que verás más a detalle en otra unidad, se llamó miniatura a toda cosa pequeña, ya sin la connotación del color rojo.

Otro ejemplo es el siguiente: al terminar la carrera universitaria, lo que da validez a los estudios —además de la cédula profesional— es el título. Cuando los romanos ponían esclavos a la venta, se les colocaba una especie de lazo alrededor del cuello del que colgaba una tabla que enunciaba todas las cosas que el esclavo podía hacer. Esa tabla se llamó titulus. ¿Qué tal?

Hay entonces un significado etimológico, un significado real, que proviene del origen de la palabra. Hay también un significado adquirido, es decir aquel dado por el uso. Por ejemplo, la palabra “miniatura”, que ya hemos comentado, tiene un significado etimológico (algo teñido de rojo), y uno adquirido (algo pequeño), que fue el que prevaleció.

La Etimología como Ciencia

Al estudio del significado verdadero de las palabras se le considera una ciencia porque tiene un método a seguir: primero

Hurtado y Dagda AntonioGómez Ávila Víctor Gabriel3IV11se formula una hipótesis, después se desarrolla alguna teoría y, al final, hay resultados y sabemos si la teoría es válida o no. Sin embargo, conseguir esto con argumentos sólidos en materia de lenguaje es más complejo de lo que parece.

Ya los antiguos griegos comenzaron si no propiamente a realizar estudios etimológicos, sí a dar hipótesis de lo que sucedía con el origen de ciertas palabras. La etimología se dedica a proponer hipótesis sobre el significado etimológico o real de las palabras y busca la información para comprobar o rechazar esa idea.

Para comenzar podemos decir que todas las ciencias que hay tienen un nombre, y ese nombre hace referencia directa a lo que estudian: física viene del sustantivo griego fýsis (fÚsij) que significa “naturaleza”. La física es el estudio de la naturaleza. Lo mismo sucede con todas las otras ciencias. Por otra parte, todas las ciencias toman un porcentaje importante de términos del griego o del latín para construir su vocabulario. Por ejemplo, cuando los científicos describen un fenómeno que hasta el momento no habían estudiado necesitan darle un nombre, entonces recurren al griego y al latín para construir nuevos vocablos. Lo mismo sucede cuando encuentran una especie desconocida hasta entonces.

Importancia

Existen muchas razones para estudiar la materia de etimologías: ampliar el vocabulario, mejorar la ortografía, obviar el uso del diccionario para saber el significado de alguna palabra, entender términos científicos. En realidad, lo que hace que valga la pena detenerse en este campo, es la reflexión sobre las palabras que usamos en el día a día. Sin importar a lo que cada persona se dedique, el lenguaje es la primera herramienta para aprender, pensar e, incluso, expresar emociones.

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