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CERVANTES Y L A PICARESCA NOTAS SOBRE D O S T I P O S D E REALISMO Es ya común considerar, sobre todo en el mundo hispánico, que la novela moderna tiene sus orígenes, por una parte, en la picaresca (específicamente en el Lazarillo) y, por otra, en el Quijote y en al- guna que otra novela más de Cervantes. Tanto ciertas novelas cer- vantinas —el Quijote, Rinconete, el Coloquio. . .— como la picares- ca, se nos dice, significan la destrucción del mundo heroico o bucólico de la novela idealista; es decir, las unas y las otras son similares en su función, en cuanto que no son novelas idealistas. De aquí parece deducirse que tanto las unas como las otras son, de alguna manera, igualmente "realistas"; las primeras novelas realistas. Esta identifi- cación de algunas de las novelas de Cervantes con la picaresca en los orígenes del realismo de la novela moderna responde, pues, a una analogía por oposición, la cual, por más que parezca razonable y satisfactoria, es, en rigor, como toda identificación negativa, ele- mental e insuficiente poique, según trato de demostrar en las pági- nas que siguen, es imposible llevarla al plano positivo de la compa- ración entre sí. A l emparentar como se ha hecho la novela pica- resca y la cervantina se confunden por vaga aproximación dos tipos ele realismo que, en rigor, son absolutamente antagónicos: el que podríamos llamar realismo dogmático o de desengaño y el realismo objetivo. Dos maneras contrarias de concebir la novela. Para llegar a esta conclusión ha sido necesaria la comparación positiva entre la novela cervantina y la picaresca, y para poder lograr la comparación ha sido el punto de partida de nuestro aná- lisis el más convencional: hemos comparado, una vez más, la novela picaresca con aquellas novelas de Cervantes en que aparecen picaros o vidas picarescas, aunque sin detenernos, como se ha hecho casi ex- clusivamente basta ahora, en si los "picaros" de Cervantes son más alegres o más limpios o más simpáticos o de mayor nobleza que Guzmán o Pablos o Marcos o Lázaro o Justina. Nuestro análisis se refiere al sentido y forma de las novelas mismas, a la manera como un mundo es reflejado por su novelista. Veremos que de la confron- tación se deduce que Cervantes no escribió jamás una novela pica- resca —y que sus "picaros", por lo tanto, son muy distintos de los otros— porque su manera de ver el mundo y de novelar, es decir,

CERVANTES Y LA PICARESCA

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Page 1: CERVANTES Y LA PICARESCA

C E R V A N T E S Y L A P I C A R E S C A

N O T A S S O B R E D O S T I P O S D E R E A L I S M O

Es ya común considerar, sobre todo en el m u n d o hispánico, que l a novela moderna tiene sus orígenes, por una parte, en la picaresca (específicamente en el Lazarillo) y, por otra, en el Quijote y en al­guna que otra novela más de Cervantes. T a n t o ciertas novelas cer­vantinas —el Quijote, Rinconete, el Coloquio. . .— como la picares­ca, se nos dice, significan la destrucción de l m u n d o heroico o bucólico de la novela idealista; es decir, las unas y las otras son similares en su función, en cuanto que no son novelas idealistas. De aquí parece deducirse que tanto las unas como las otras son, de alguna manera, igualmente "realistas"; las primeras novelas realistas. Esta identif i­cación de algunas de las novelas de Cervantes con la picaresca en los orígenes del realismo de la novela moderna responde, pues, a u n a analogía por oposición, la cual, por más que parezca razonable y satisfactoria, es, en rigor, como toda identificación negativa, ele­mental e insuficiente p o i q u e , según trato de demostrar en las pági­nas que siguen, es imposible l levarla a l plano positivo de la compa­ración entre sí. A l emparentar como se ha hecho la novela pica­resca y la cervantina se confunden por vaga aproximación dos tipos ele realismo que, en rigor, son absolutamente antagónicos: el que podríamos l lamar realismo dogmático o de desengaño y el realismo objetivo. Dos maneras contrarias de concebir la novela.

Para llegar a esta conclusión ha sido necesaria la comparación positiva entre la novela cervantina y la picaresca, y para poder lograr la comparación ha sido el punto de partida de nuestro aná­lisis el más convencional: hemos comparado, una vez más, la novela picaresca con aquellas novelas de Cervantes en que aparecen picaros o vidas picarescas, aunque sin detenernos, como se ha hecho casi ex­clusivamente basta ahora, en si los "picaros" de Cervantes son más alegres o más l impios o más simpáticos o de mayor nobleza que Guzmán o Pablos o Marcos o Lázaro o Just ina. Nuestro análisis se refiere al sentido y forma de las novelas mismas, a la manera como u n m u n d o es reflejado por su novelista. Veremos que de la confron­tación se deduce que Cervantes no escribió jamás una novela pica­resca —y que sus "picaros", por lo tanto, son m u y distintos de los otros— porque su manera de ver el m u n d o y de novelar, es decir,

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CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

su realismo, es esencialmente antagónico al de los autores de las p i ­carescas más famosas.

Necesario es advertir por qué, por ahora, bajo el nombre gené­r ico de picaresca estudio sólo el Guzmán, aun teniendo presentes al­gunas de las otras novelas del género: en esta historia de la v ida del picaro por antonomasia se dan, llevados a u n extremo absoluto que facilita la c lar idad de análisis, los rasgos que en otras picarescas apa­recen sólo fragmentariamente. Así, aunque lo que aquí se diga de l Guzmán no se apl ique absolutamente a cada una de las varias pica­rescas en que podemos pensar —puesto que, después de todo, en el género hay algunas variantes—, puede aplicarse parcialmente, pero en lo esencial, a cada una de ellas. Mientras llega el momento de u n trabajo completo y detallado, recíbanse, pues, estas páginas como u n estudio que pretende, a la vez, ser exacto por lo que se refiere a Cervantes y el Guzmán, y servir de base para futuros estudios en que, sin duda, tendrán que irse precisando y corrigiendo algunas ele las ideas aquí expuestas 1.

A L G U N O S RASGOS G E N É R I C O S D E L A P I C A R E S C A

Conviene empezar recordando dos de las características p r i n c i ­pales de la novela picaresca que son en el Guzmán de esencialísima importancia:

1) E n la novela picaresca se nos cuenta siempre la historia de u n trotamundos desheredado de la fortuna cuyo papel en la vida se re­duce a ir satisfaciendo, de cualquier manera, sus necesidades más elementales. E l hambre es, tal vez, el motor p r i n c i p a l del picaro, y para satisfacerla trabajando lo menos posible hace de todo sin ser, de fijo, nada 2 : sirve a varios amos, hace de mendigo, roba y engaña. Alrededor del picaro la h u m a n i d a d toda parece no tener otro f in existencia! más elevado que el suyo, y cuando parece tenerlo, se nos

1 A l g ú n día será necesario u n análisis c o m p l e t o de l a picaresca en e l c u a l se

d e s t a q u e n , además de los p u n t o s de contacto entre cada u n a de las obras d e l

g é n e r o , sus di ferencias . E n este sent ido es todavía necesario v o l v e r a l Lazarillo

y, s i g u i e n d o t a l vez las i n d i c a c i o n e s de AMÉRICO CASTRO, El pensamiento de

Cervantes, p p . 232-239, l l egar a l f o n d o de esa p e c u l i a r i d a d suya e n l a c u a l

p a r e c e n coex is t i r los gérmenes de l a picaresca q u e c u l m i n a e n e l Guzmán y los

ele l a n o v e l a c e r v a n t i n a . " M e d i t e m o s brevemente sobre e l n o p i c a r i s m o de C e r ­

vantes" , decía C a s t r o en esas páginas: n o se h a seguido a f o n d o su i n d i c a c i ó n

n i se h a n repensado c o m o m e r e c e n sus excelentes ideas de esas páginas. P o r

a h o r a , c o m o p r i m e r paso, c o n f o r m é m o n o s c o n e n f r e n t a r e l e x t r e m a d o Guzmán

a esas novelas pseudopicarescas de C e r v a n t e s en las que , veremos, es c l a r o su

" n o p i c a r i s m o " . 2 T a l vez sería de n o p o c a u t i l i d a d , p a r a repensar a lgunos de los lugares

c o m u n e s q u e sobre l a picaresca c o r r e n , e l t ratar de r e d e f i n i r a l p i c a r o . Y n o

sería m a l p r i n c i p i o empezar n e g a t i v a m e n t e , p r e c i s a n d o l o que e l p i c a r o no es:

n o es so ldado, n o es l a d r ó n p r o f e s i o n a l , n o es m e n d i g o , n o es c r i a d o . E l p i c a r o

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. N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 3*5

advierte en seguida que ello es sólo vanidad y gesto3. Frente a los héroes de las narraciones anteriores, el picaro es u n antihéroe, la en­carnación más baja de la real idad humana; a su vez, el m u n d o en que se mueve el picaro es el más bajo y opuesto al ideal, imagina­tivo, puro y noble de la épica, de las novelas de caballería, de la novela pastoril . 2) L a segunda característica, puramente formal en apariencia, pero imprescindible, es que las aventuras del picaro se narran siempre en forma autobiográfica.

De la fusión de estas dos características podemos deducir u n a ter­cera en la que fondo y forma son ya lo m i s m o : el picaro es siempre u n vagabundo solitario, u n verdadero desterrado que no entra n u n ­ca en diálogo real con los demás hombres porque los más desconfían de él y él desconfía de todos en cuanto adquiere u n poco de expe­riencia. Y aunque habla con todo el m u n d o y todos hablan y hacen a su alrededor, los diversos puntos de vista de las vidas de los demás le llegan a l lector filtrados por esa soledad suya en cuyo centro la realidad, por prismática que sea, se fija en u n único punto de vista desde el cual , por su misma bajeza de miras, se descubre la m e n t i r a de los otros puntos de vista 4 . Gracias a este único punto de vista, la soledad del picaro acaba por aislarse plenamente del m u n d o que la acecha, y gracias a él se justifica: en este aislamiento el picaro en­cuentra su superioridad sobre el resto de los hombres, y de esta su­p e r i o r i d a d saca su razón para juzgarlos y condenarlos. Así, de su ais­lamiento van saliendo definiciones dogmáticas o retratos sin pers­pectiva y deformes de la realidad, por medio de los cuales todo en­gaño del m u n d o queda desentrañado 5. C o m o además el persona]e-

hace de t o d o esto p e r o es, e n v e r d a d , u n h o m b r e s i n profesión a l g u n a , u n v e r d a ­

d e r o e x t r a ñ o a todo l o q u e sea n o r m a " s o c i a l " . D e ahí que n o tenga e l s e n t i d o

d e l " h o n o r " , i n h e r e n t e a c u a l q u i e r profes ión — i n c l u s o l a de ladrón—, n i , p o r

l o tanto , sent ido d e l h o n o r en sí. S u famosa " l i b e r t a d " es p u r a m e n t e n e g a t i v a . 2 Recuérdese l o q u e p i e n s a L á z a r o de los "gestos" d e l escudero. E n e l Guz-

man e n c o n t r a m o s n o pocos ataques a l a v a c i e d a d d e todo gesto, espec ia lmente

los r e l a c i o n a d o s c o n l a h o n r a . Cf . , p o r e j e m p l o , p p . 228-229 de La novela pica­

resca española, M a d r i d , 1943 ( P r i m e r a parte , l i b r o I I , cap. 2 ) . D e a q u í e n

a d e l a n t e c i to el Gitzmán p o r esta edic ión. 4 L o c u a l , desde luego, n o q u i e r e d e c i r q u e t o d a narración autobiográf ica

t e n g a que presentar , necesar iamente , u n solo p u n t o de vista. U n e j e m p l o de

" p i c a r e s c a " rec iente v i e n e a l caso: e l Félix Krull de M a n n . T e n e m o s ahí u n a

narrac ión autobiográf ica de u n m u y especial p i c a r o que , c o m o todos los d e su

especie, ve el m u n d o sólo desde su i d e a d e l m u n d o . P e r o es l o n o t a b l e q u e

esta visión ele K r u l l , quizá p o r ser p u r a m e n t e estética, v a cargada de i r o n í a ,

c o n l o c u a l , entre otras cosas, e l lector n o está n u n c a t a n seguro de q u e K r u l l

crea a b s o l u t a m e n t e l o q u e dice que p i e n s a . A h í r a d i c a ta l vez l a c o m p l e j i d a d

d e l t e r r i b l e h u m o r de q u e M a n n hace g a l a en esta n o v e l a . 5 P o r q u e n o e n todas las novelas picarescas e n c o n t r a m o s sermones presen­

tados c o m o tales. E n esto, c o m o e n casi todo, e l Guzmán es u n caso e x t r e m o de

d i d a c t i c i s m o expl íc i to . Piénsese, p o r e j e m p l o , e n e l Buscón: más que s e r m o n e a r

de m a n e r a d i r e c t a , l o q u e hace Q u e v e d o es d e s t r u i r l a r e a l i d a d art ís t icamente

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C A R L O S B L A N C O A G L I N A G A N R F H , X I

picaro es ahora, fuera de la novela, el novelista, los juicios y o p i n i o ­nes que han ido originándose en su v ida por la fuerza de las cir­cunstancias se han transformado ya en juicios formales definitivos sobre la h u m a n i d a d , que ahora —novelista sol itario— d o m i n a no ya desde su más bajo fondo, sino desde una atalaya intelectual y moral -mente superior al m u n d o de los otros 0. L a experiencia del picaro se ha convertido en j u i c i o del novelista: todo lo que ha ido desentra­ñando a lo largo de su vida, le sirve ahora como ejemplo para que el lector aprenda a desentrañar la real idad. Así, aúneme cuando vivía su v ida de picaro cada aventura le servía para descubrir, a posterior i. el engaño del m u n d o , la novela de esa vida es, como veremos, pen­sada a priori como ejemplo de desengaño.

C E R R A Z Ó N T E M Á T I C A Y F O R M A L D E L " G U Z M Á N D E

A L F A R A C H E " . E L R E A L I S M O D O G M Á T I C O D E D E S E N G A Ñ O

E l Guzmán de Alfarache} como toda novela picaresca, es una au­tobiografía, y en ella, como en casi toda novela picaresca, el perso­naje-novelista, conocedor absoluto de su pasado, empieza por narrar, no la historia de su vida, sino lo que podemos l lamar su prehistoria: con el mayor r igor posible Guzmán nos da, ante todo —como Pa­blos y Lázaro, como Esteban i l i o — , noticias de su linaje. Así, aun­que la v ida picaresca de Guzmán empieza en el capítulo 3 y su his­toria en el m u n d o a mediados del capítulo 2, sólo llegamos a ellas después que en el capítulo 1 y en parte del 2 se nos ha explicado quiénes fueron su padre y su madre y cómo se conocieron. E n esto, como en tantos otros detalles, es el Guzmán la picaresca modelo. Pero nuestro personaje-novelista va aún más lejos que los demás que h a n novelado dentro del género: empieza no sólo por contarnos la his­toria de sus padres, sino que, antes de hacerlo, siente la obligación de darnos las razones que le hacen entender como necesaria esta pre­historia, p o i q u e en el la ve la causa determinante de su historia. Lea­mos las primeras palabras del pr imer capítulo; son de suma impor­tancia para la comprensión del resto de la novela:

E l d e s e o q u e t e n í a , c u r i o s o l e c t o r , d e c o n t a r t e m i v i d a , rae daba tanta p r i s a p a r a e n g o l f a r t e e n e l l a s i n prevenir algunas cosas que

corno primer principio es bien dejarlas entendidas ( p o r q u e s i e n d o

—con. su f o r m a , c o n sus juegos de palabras , con sus metáforas—, y esta destruc­

c ión ( la f a c i l i d a d c o n q u e e l m u n d o se destruye) es, en sí m i s m a , l a lección

q u e nos d a . N o le hace fa l ta a Q u e v e d o e n esta n o v e l a —como sí l o cree nece­

sario en tantas otras obras suyas— sermonear; le basta m o s t r a r art ís t icamente

c ó m o todo p u e d e ser v a c i a d o de su sent ido aparente , c ó m o todo p u e d e ser des­

e n t r a ñ a d o , si c a m b i a m o s las perspectivas. ¿Para q u é d e c i r que todo es a p a r i e n ­

c i a , m a l d a d y gesto, c u a n d o puede , g e n i a l m e n t e , presentar Jas apar iencias des­

integrándose en su c o n c a t e n a c i ó n absurda? e> R e c o r d e m o s q u e e l Guzmán se s u b t i t u l a " A t a l a y a de l a v i d a h u m a n a " .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA

esenciales a este discurso, también te serán de no pequeño gusto), que me olvidaba de cerrar un portillo por donde me pudiera en­trar cualquier terminista acusándome de mal latín, re dar gayándome de pecado porque no procedí de la definición a lo definido. . .

Se nos dice claramente que para la historia que se nos va a contar hay u n 4 ' pr imer p r i n c i p i o ' ' anterior a ella, a part ir del cual —y sólo a part ir del cual— podemos * 'cerrar" —porque debemos cerrar— hasta el último port i l lo , dejando así las "cosas b ien entendidas" para, de ahí, con todo r igor lógico-escolástico, proceder "de la definición a l o def inido". Es m u y posible que en estas palabras introductorias haya no poco de ironía. Ironía o no, en vista del r igor escolástico pecul iar a l Guzmán7, es preciso subrayar esta notable fusión entre el lenguaje de Ja argumentación lógica y el de la persecución religiosa: la lógica escolástica y el lenguaje i n q u i s i t o r i a l son, m u y naturalmente, u n a m i s m a cosa en esta novela de la Contrarreforma española, y desde ese concepto del m u n d o crea Mateo Alemán, advirtiéndonos desde el preámbulo a la prehistoria de la historia que nos va a narrar que estamos en la real idad de la verdad demostrable racionalmente y que su novela es, como silogismo medieval, u n perfecto círculo ce­rrado que procede de la definición a lo definido.

Asentado así por delante este p r i n c i p i o formal, en el p r i m e r capítulo "Guzmán de Alfarache cuenta quién fue su padre"; en el segundo capítulo "Guzmán de Alfarache prosigue contando quiénes fueron sus padres, y p r i n c i p i o del conocimiento y amores de su madre"; y sólo una vez dada con toda precisión y conocimiento abso­luto de la verdad la prehistoria de sus aventuras, sale Guzmán al m u n d o en el capítulo tercero, quedando con ello, por fin, lanzada la historia cuyo " p r i m e r p r i n c i p i o " la define. E l personaje-novelista nos ha advertido en sus palabras iniciales que las "cosas" que va a contar en los dos primeros capítulos son "esenciales a este discurso". Escu­chémosle, pues, y tratemos de entender la historia que se nos narra como efecto cuya causa esencial se nos va a dar, simbólicamente, según veremos, en su prehistoria.

N o es necesario buscar mucho para descubrir que lo que en la prehistoria de su vida determina la historia de Guzmán es, como l o que en la prehistoria bíblica del hombre origina su entrada en la H i s ­toria, el pecado or ig inal . Detengámonos en esto y veamos cómo, dados los futuros padres — u n aventurero tramposo y sensual y una mujer casada con u n viejo— 8 y dado u n rincón ideal de la naturaleza, es concebido Guzmán en adulterio.

7 C f . E . M O R E N O BÁEZ, Lección y sentido del Guzmán de Alfarache, M a ­

d r i d , 1948, o b r a básica, todavía , p a r a e l m e j o r e n t e n d i m i e n t o d e l Guzmán, a u n ­

q u e su d o g m a t i s m o es casi t a n grande c o m o el de l a picaresca es tudiada , y

a u n q u e n o es tudia e l Guzmán c o m o n o v e l a , s i n o c o m o d o c u m e n t o de ideas. 8 Puesto q u e vamos a h a b l a r de d e t e r m i n i s m o podr íamos dec i r , t a n g e n c i a l -

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S i 8 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

Es notable que una sola vez en el Guzmán se nos describa la na­turaleza como pura hermosura sin que el narrador se detenga a de­mostrarnos que lo que parece hermoso no lo es en rigor, s in que insista en que en la naturaleza todo es engaño, que no hay prado s i n víbora, n i a b r i l sin su agosto. E l l o ocurre, como es lógico, en el se­gundo capítulo, en el momento en que se juntan las dos causas agentes de la v ida de Guzmán y éste es concebido:

Era entrado el verano, fin de mayo, y el pago de Gelves y San Juan de Alfarache el más deleitoso de aquella comarca, por la ferti­l idad y disposición de la tierra, que es toda una, y vecindad cercana que le hace el río Guadalquivir famoso, regando y calificando con sus aguas todas aquellas huertas y florestas. Que con razón, si en la tierra se puede dar conocido paraíso, se debe a este sitio el nombre del: tan adornado está de frondosas arboledas, lleno y esmaltado de varias flores, abundante de sabrosos frutos, acompañado de plateadas corrientes, fuentes espejadas, frescos aires y sombras deleitosas, don­de los rayos del sol no tienen en tal tiempo licencia n i permisión de entrada (p. 174).

Esta descripción idealista de la naturaleza es única en el Guzmán, y en ella nuestro personaje-novelista no tiene empacho alguno en l lamar "paraíso" a l pago de Alfarache 9 . A h o r a bien, hacia ese pago-paraíso se dir ige la que va a ser su madre cuando, siguiendo planes previos, pretende sentirse enferma y se hace llevar a la casa del futuro padre de Guzmán quien, no en ese pago, pero sí muy cerca, tiene su residencia, su huerta y sus jardines, similares en belleza al pago de Alfarache. Y en esta casa, engañado el marido viejo con la enferme­dad fingida, cuando aún resuenan las palabras con que se nos ha descrito el paraíso a orillas del G u a d a l q u i v i r , se comete el adulterio en que es concebido Guzmán. Paraíso es, en efecto, este pago de Alfarache; paraíso que, como el pr imero, sí esconde algún engaño —o lo faci l i ta— en el seno de su belleza. Si el acto l ibre y el engaño manchan de pecado el origen del hombre sobre la tierra, el acto l i b r e de amor y el engaño marcan desde su p r i n c i p i o la v ida del pobre Guzmán, hombre símbolo del pecado que define, como destino, la v ida de todos los hombres. Es ésta u n a de esas cosas "esenciales ai discurso" que no debemos olvidar. Prehistoria, razón de la historia. D e la definición a lo definido.

m e n t e , q u e e l hecho de q u e l a m a d r e de G u z m á n esté casada c o n u n v ie jo es

u n deta l le de d e t e r m i n i s m o l i t e r a r i o (tradición l i t e r a r i a ésta de l a j o v e n casada

c o n e l v i e j o q u e , s i g n i f i c a t i v a m e n t e , n o afecta a las narrac iones de Cervantes

c o m o a las de sus contemporáneos) . 9 L o c u a l , n a t u r a l m e n t e , n o es o r i g i n a l de M a t e o A l e m á n . C o n g r a n f a c i l i d a d

se l l a m a b a " p a r a í s o " e n e l R e n a c i m i e n t o —y desde m u c h o antes— a c u a l q u i e r

t i e r r a espec ia lmente hermosa. Cf . , p o r e j e m p l o , los Viajes de C o l ó n . L o n o t a b l e

a q u í es q u e , c o m o veremos, A l e m á n usa l a c o m p a r a c i ó n renacent i s ta p a r a m i ­

n a r l a desde l a i n t e n c i ó n c o n t r a r r e f o r m i s t a .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 3*9

Desde el p r i n c i p i o de la novela estamos, pues, en el símbolo del dogma del pecado or ig ina l , fruto del l ibre albedrío 1 0 , que pesa sobre l a v ida toda y la determina a más l ibre albedrío y, por alguna razón inescrutable, a más pecado. L a cerrazón lógico-formal que se nos anunciaba en las primeras palabras de la novela y la cerrazón temá­tica se funden así como visión del m u n d o del personaje-novelista que (a posteriori, no lo olvidemos, desde su atalaya}) cuenta su historia encontrándole su sentido desde el p r i m e r p r i n c i p i o ; pr imer p r i n c i p i o en el que tenemos ya los dos polos contrarios que la lógica de las escuelas y el dogma distinguen claramente, los dos elementos contra­dictorios en que, como veremos, se apoya formal y temáticamente toda la novela: por u n lado, una manera especial de predestinación o determinismo y, por otro, el l ibre albedrío.

A h o r a bien, entiéndase (y conviene aclararlo, ya que tanto se ha discutido este tema a propósito del Guzmán): lo que aquí l lamo "de­t e r m i n i s m o " no i m p l i c a una carencia ele ese l ibre albedrío por gracia d e l cual —y con la ayuda d i v i n a — pueden alcanzar la salvación los fuertes y los pobres de espíritu. Inconcebible herejía sería en la Es­paña de la Contrarreforma cualquier aproximación a esta idea. M a ­teo Alemán insiste, una y otra vez, en subrayar la importancia del l ibre a lbedr ío 1 1 ; debemos creer en su s incer idad 1 2 . H a b l o de u n l i b r e albedrío que determina inevitablemente u n m u n d o de pecado ante­rior a cualquier posible salvación, es decir, de u n dogma en aparien­cia paradójico que, en su expresión formal en esta novela, la deter­m i n a desde la pr imera página hasta la última palabra, puesto que en toda ella, aunque oportunidades no le faltan, no logra Guzmán librarse n i de la mancha de su herencia n i de las circunstancias que, creadas a su vez por la misma herencia, lo van empujando más y más a v i v i r en el pecado del m u n d o 1 3 . Sabemos por lo que nos dice ya al final que después de lo que aquí nos cuenta logró salvarse; pero esto ocurre fuera de la novela, en l a otra v ida desde la cual ésta está contada; otra vida que, aunque se nos iba a contar más adelante 1 4 , no

1 0 Sobre e l pecado o r i g i n a l e n e l Guzmán, cf. M O R E N O BÁEZ, p p . 56-58 y

84. A nosotros sólo nos interesa a q u í esta i d e a e n c u a n t o afecta a l a m a n e r a de

n o v e l a r ; de ahí l a d i f e r e n c i a de e n f o q u e entre estas p á g i n a s nuestras y las de

M o r e n o Báez. 1 1 C f . M O R E N O BÁEZ, p p . 59-63. 1 2 A u n q u e p u d i é r a m o s d u d a r l o p o r a q u e l l o d e los antepasados judíos de

A l e m á n , debemos creer lo p o r q u e es l a d o c t r i n a explícita de su l i b r o . 1 3 D o s o p o r t u n i d a d e s especiales t iene G u z m á n de regenerarse: c u a n d o sirve

a l C a r d e n a l ( P r i m e r a parte , l i b r o I I I , cap. 7-10) y d u r a n t e su estancia e n A l c a l á

(Segunda parte , l i b r o I I I , cap. 4 y 5). E l q u e n o l o logre es, c laro , p r u e b a d e l

m a l uso q u e hace de su l i b r e a lbedr ío . G u z m á n es l i b r e , según e l d o g m a cató­

l i c o , p e r o e n c u a n t o personaje de esta n o v e l a q u e p r e t e n d e enseñar algo, c u r i o ­

samente, c o m o trato de demostrar , n o l o es. 1 4 C f . p a l a b r a s finales d e l l i b r o , citadas infra, p . 327.

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g20 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

se contó nunca que se sepa. L o único que podemos y debemos leer, pues, en el Guzmdn de Alfaraehe es esta historia en la cual , desde su prehistoria -—y desde la prehistoria de esta prehistoria— todo queda simbólicamente cerrado 1 5 . U n a vez lanzado al mundo, el hombre en­tra en el pecado y el engaño, y si por gracia de su albedrío se salva, no va a cambiar el m u n d o (puesto que éste es, para siempre, pecado y engaño), sino que como veremos, lo va a rechazar, ya que cambiar lo no es pos ib le 1 6 .

Léanse, si no, estas palabras de nuestro picaro novelista, eco del Eclesiastés:

Este camino corre el mundo, no comienza de nuevo, que de atrás le viene al garbanzo el pico. N o tiene medio n i remedio, y así lo hallamos, así lo dejaremos y no se espere mejor tiempo n i se espere que lo fue el pasado. Todo ha sido, es y será una misma cosa. E l primer padre fue alevoso [como el de Guzmán]. L a primera madre mentirosa [como la de Guzmán]. E l primer hijo ladrón [como el picaro] y fratricida. ¿Qué hay ahora que no hubo? ¿O qué se espera del porvenir? (p. 267).

E l pecado or ig ina l se cometió en función del l ibre albedrío y, desde entonces, los hombres en cuanto generalidad caen inevitablemente en el pecado, determinados por aquel acto l ibre. E l m u n d o que los hom­bres hacen es, por ello, siempre igual a sí mismo en su maldad y engaño. L o cual no qui ta que algunos hombres, como Guzmán mis­mo, tras el pecado, se salven. L a salvación es, pues, estrictamente i n d i v i d u a l y posterior al pecado determinado. Y son los que se salvan los que, puesto que no pueden cambiar la manera de ser el m u n d o , nos dicen en sus "discursos" que así es, que no cambia, y que la manera de salvarse es rechazarlo. Ésta es la ortodoxia católica, m u y extremada en la España del "segundo Renacimiento" , y bien clara está en ella la aparente paradoja. Dentro de esta ortodoxia, Guzmán es sólo uno más de la secuencia: concebido l ibremente en pecado por u n padre alevoso y una madre mentirosa, está determinado a una v ida que, por su mismo origen, tiene que ser como es y l levarlo, incluso, a l latrocinio. Porque al no m o r i r de niño Guzmán y poder pasar al l i m b o , al ser arrojado al m u n d o y tener que amoldarse a él, tiene que dejar de ser inocente 1 7 para poder, si no vencer, sí engañar a los que lo asedian. Y así, del determinismo orig inal , surge inevita­blemente en la historia del picaro el determinismo ambiental . C o m o por su origen el m u n d o es pecado, como Guzmán nació en nueva

1 5 V e r e m o s c o m o , a l final, se rematan "estas desgracias", es dec ir , se acaba

de cerrar n u e s t r a n o v e l a . 1 6 L o que h a y a a q u í de " c o n t r a d i c t o r i o " (como e n l a n o t a 13) t iene su raíz

e n e l d o g m a m i s m o , y n o pocas d i f icul tades h a causado a los teólogos. 1 7 " B o b i t o " le l l a m a e l p r i m e r ventero c o n q u e t r o p i e z a e n sus aventuras .

C u a n d o conozca e l m a l d e l m u n d o y se a m o l d e a él , dejará de ser " b o b i t o " .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 321

versión del pecado or ig ina l , y como su motor va a ser el " h a m b r e " en u n m u n d o hosti l , la v ida de Guzmán tiene que ser como es en la novela, es decir, en el m u n d o del pecado anterior a la salvación.

\/Pero este s imbolismo es del autor; el personaje, en cuanto niño, no sabe de esto en sus principios; y creyendo que la v ida que le ofrece el m u n d o , por ser la única que conoce, es buena, se lanza a el la para gozarla. N o tarda sin embargo en llegar a l desengaño y, a part ir de él, a la experiencia del m u n d o y su rechazo. E l l o ocurre desde la pr imera aventura. E l descubrimiento del verdadero sentido del m u n d o y su rechazo es en esta pr imera situación puramente físico y sirve de símbolo para lo que, después, en la mente del niño-picaro (a la larga novelista), será u n rechazo intelectual consciente. E l desen­gaño y rechazo le llegan, como es lógico, por medio de una comida. L a situación, se recordará, es la siguiente: llega Guzmán a la pr imera de las muchas ventas en que parará a lo largo de su vida y pide de comer. L e dicen que sólo hay huevos. L e hacen sentarse en u n ban­q u i l l o cojo, le ponen u n mantel sucio, le dan u n pan más negro que el mantel , y le sirven " u n a tort i l la de huevos que pudiera mejor lla­marse emplastre de huevos", tan asquerosa que "sentía cruj ir entre los dientes los tiernecillos huesos de los sin ventura p o l l o s " 1 8 . C o m e por necesidad —tiene hambre—, y al salir de la venta, de tanto pen­sar en " e l aceite negro, que parecía de suelos de candiles, la sartén puerca, y la ventera legañosa", siente que, "como a mujer preñada", le " i b a n y venían erutaciones del estómago a la boca, hasta que de todo punto no [le] quedó cosa en el cuerpo" (pp. 182-184). Este "trocar a trascantón" es ya, desde el p r i n c i p i o de la vida picara de Guzmán, el símbolo de la doctrina que predica Alemán en su "dis­curso": la asquerosidad y engaño del m u n d o tiene el hombre que arrojarlos fuera de sí como Guzmán arroja fuera de sí, por falsa y asquerosa, la tort i l la que le ha dado la ventera. Presentación del m u n d o y rechazo, pues, desde el p r i n c i p i o .

Guzmán, el " b o b i t o " , ha comenzado a aprender la lección. E n la siguiente venta le dan m u l o recién nacido por ternera: "Engañóme", dice del ventero (p. 191). Y a el secreto del m u n d o queda intelectual-mente reconocido, y de aquí en adelante Guzmán, el personaje, toma la postura desde la cual narra el novelista. Poco a poco el picaro se siente i r entrando en "otro mundo, y que a otra jornada no había

1 8 Nótese q u e e n t o d o este acontecer n o es G u z m á n e l sujeto agente, s i n o e l

o b j e t o pasivo d e l hacer d e l m u n d o . ¡Curiosas aventuras, e n v e r d a d de anti-héroe,

las d e l p i c a r o ! E s a r r o j a d o a l m u n d o , e l m u n d o le trae y le l l e v a hasta q u e

a p r e n d e él a hacer c o m o los demás, a pesar de l o c u a l , a pesar de q u e l l e g a a

ser act ivo , n o se nos q u i t a n u n c a l a impres ión de q u e así l o h a hecho e l d e s t i n o

y e l m u n d o . N o es e x t r a ñ o q u e tantos críticos, pasando p o r a l t o l a d o c t r i n a

d e l l i b r e a lbedr ío q u e e x p o n e G u z m á n , considerasen su v i d a c o m o p r i m e r ejem­

p l o de n o v e l a n a t u r a l i s t a .

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g 2 2 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

ele entender la lengua" (pp. 193-194). Pero no sólo llega a enten­derla, sino que se hace dueño de ella —necesidad ambiental— y la va manejando hasta llegar al fondo del abismo social y moral desde cuya experiencia nace a la madurez de su pensamiento religioso en el cual , con toda claridad intelectual, rechaza el m u n d o . De bobito pasa a picaro y, a la vez, en el polo contrario de la meditación l ibre , el bobito pasar a ser u n discreto que desde su sabiduría y l ibertad (des­de su atalaya ya en rigor) penetra, con lucidez absoluta, sin sombra alguna de duda, la corteza del m u n d o en que vive: " T o d o es fingido y vano. ¿Quiéreslo ver? Pues o y e . . . " (Primera parte, l i b r o I, cap. 7). Y el personaje-novelista, con su doble experiencia y control de la situación, va deslindando contrarios, polarizándolos, aceptando los unos y rechazando los otros; y e l iminando al escoger y enseñarnos a escoger toda tensión real, todo desgarrón 1 9 .

Así, en perfecto y peculiar acuerdo con el dogma católico, l ibertad y necesidad son los dos polos antagónicos en cuya lucha se mueve la obra. C o m o , además, el l ibre albedrío y la gracia d i v i n a sí han 11 e-vado a Guzmán a la salvación y a otra vida desde la cual, purificado, juzga su v ida de pecador, encontramos que, en u n plano, se nos dan las aventuras, la historia de Guzmán determinada por el pecado, y, en otro plano contrario a éste, pero íntimamente dependiente de él, como hemos visto, las meditaciones sobre la historia y el modo como se desarrolla; meditaciones con que, desde su atalaya, el autor, cono­cedor absoluto de su pasado en cuanto personaje, interviene, induce, deduce, juzga y predica el rechazo de la misma historia que narra. A v e n t u r a y sermón son así, aunque unidos en el centro de la expe­riencia necesaria y la l ibertad, los dos polos contrarios y últimos de esta novela de contrarios 2 0 . Estos dos polos (hacer m a l por necesidad, pensar b ien por experiencia y libertad) son el origen de todas las parejas de contrarios que, según veremos, forman en su presentación

1 9 E l m u n d o e n que v i v e e l p i c a r o está desgarrado entre v e r d a d y m e n t i r a ,

p e r o e l p i c a r o (personaje-novel is ta) , tras h a b e r a d q u i r i d o el c o n o c i m i e n t o , n o

está él m i s m o desgarrado, pues conoce l a v e r d a d absoluta . Esto —tensión y des­

g a r r ó n externos , s e g u r i d a d i n t e r n a — y n o o t r a cosa es l a t a n traída y l l e v a d a

tensión b a r r o c a de l a l i t e r a t u r a española d e l xvn. M a t e o A l e m á n , C a l d e r ó n ,

G r a c i á n , saben l a v e r d a d : e l desgarrón e x t e r n o es p a r a e l los sólo objeto de estu­

d i o y de m e d i t a c i ó n re l ig iosa . Q u i z á Q u e v e d o , c o m o q u i e r e DÁMASO ALONSO

( " E l desgarrón afect ivo e n l a poesía de Q u e v e d o " , Poesía española, M a d r i d ,

1950, p p . 529 ss.), o G ó n g o r a , sean los únicos autores v e r d a d e r a m e n t e desgarra­

dos de l a época, p o r q u e e n el los m i s m o s h a b i t a n los c o n t r a r i o s e n g u e r r a . 2 0 C o m o tantas veces se h a a f i rmado, p e r o s i n ver l a u n i d a d intrínseca q u e

estas dos fuerzas t i e n e n e n l a e x p e r i e n c i a y l a l i b e r t a d . L o s q u e h a n a f i r m a d o

q u e se trata , en efecto, de dos po los contrar ios , h a n q u e r i d o separar las aventuras

de los sermones, l o c u a l , si p u d i e r a hacerse, le q u i t a r í a todo su sent ido a l

Guzmán. L o s otros, los q u e a f i r m a n que a v e n t u r a y sermón son l a m i s m a cosa,

n o q u i e r e n ver que , a u n q u e están u n i d o s en su centro , son los dos po los con­

trar ios q u e c r e a n l a tensión.

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N R F I I , X I CERVANTES Y LA PICARESCA

antitética la tensión de la novela: bueno-malo, verdad-mentira, l i m ­pieza-suciedad, engaño-desengaño.

Porque hay en esta novela siempre una ment ira absoluta y u n a verdad absoluta que la descubre, y la constante oposición de realida­des no v i b r a nunca en armonía n i queda jamás sin solución: toda situación, todo problema, se resuelven siempre en el Guzmán y se resuelven por rechazo de lo que se sabe malo, como en el caso de la tort i l la . Frente al engaño del mundo, desde su atalaya, el personaje novelista nos ofrece el desengaño.

C o m o es b ien sabido, el desengaño se logra estilísticamente en la l i teratura española del siglo x v n a base de paradojas, juegos de pala­bras y por la oposición paralelística de contrarios 2 1 . Este último pro­cedimiento es, quizá, el más común en el Guzmán. Veamos uno solo de los muchos ejemplos posibles. E n el capituló 3 del l i b r o I de la P r i ­mera parte explica Guzmán (p. 182) que hay dos tipos de trabajos diferentes que sufre el hombre sobre la tierra. Vemos en seguida que esta diferencia es de contrarios: trabajos "venidos de la mano de D i o s " , frente a trabajos que se buscan los hombres. E l narrador nos los presenta en forma alternante y paralela: " Q u e los venidos de la mano de Dios, Él sabe sacarnos de ellos y son los tales minas de oro finísimo, joyas preciosísimas cubiertas con una ligera capa de t ierra, que con poco trabajo se puede descubrir y hal lar" . Y los contrarios: " M a s los que los hombres toman por sus vicios y deleites, son pildoras doradas, que engañando la vista con apariencia falsa de sabroso gus­to, dejan el cuerpo desbaratado; son verdes prados llenos de ponzo­ñosas víboras, piedras al parecer de mucha estima, y debajo están llenas de alacranes, muerte eterna, que engaña con breve v i d a " . In­cluso dentro de la oposición general entre los dos tipos contrarios de trabajos, cada una de las partes se desarrolla por oposición a otra contraria: joyas preciosísimas, pero cubiertas de una ligera capa de tierra; pildoras, pero doradas; verdes prados, pero llenos de ponzoño­sas víboras; muerte eterna, breve vida. E l ejemplo es t ípico 2 2 ; todo ello se reduce pronto a una vieja fórmula: " L a vida del hombre m i ­l i c i a es en la t ierra" (p. 196) 2 3.

2 1 C o n los que n o se f u n d e n , s ino q u e se d e s l i n d a n y o p o n e n e n g u e r r a los

c o n t r a r i o s , c o m o trataré de d e m o s t r a r infra, n o t a 49, d o n d e c o m e n t o l a p a l a b r a

putidoncella de u n soneto de Q u e v e d o . 2 2 C f . P r i m e r a parte , l i b r o I , cap. 5 y 7; l i b r o I I , cap. 1; l i b r o I I I , cap. 1,

e t c . . . 2 3 Este p r o c e d i m i e n t o es s i m i l a r a l de los p r i n c i p a l e s autores d e l x v n (y, vere­

mos, sólo e n a p a r i e n c i a s i m i l a r en Cervantes) . D e Q u e v e d o , p o r e j e m p l o , baste

r e c o r d a r l a Vida de San Pablo: " D o s caídas se l e e n e n l a Sagrada E s c r i t u r a : l a

de L u z b e l p a r a escarmiento , l a d e S a n P a b l o p a r a e j e m p l o . A q u é l subió p a r a

caer, s iendo e l p r i m e r í s i m o i n v e n t o r de las caídas e n las pr ivanzas ; éste cayó

p a r a subir . E l serafín c o m u n e r o e n el p r i n c i p i o de l a creación; e l apóstol , en

e l de l a Iglesia. L a s o b e r b i a t r o p i e z a v o l a n d o , l a h u m a n i d a d v u e l a cayendo.

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324 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

E l autor de la España contrarreformista —picaro-novelista, dra­maturgo-teólogo, satírico—, sabe siempre desde la experiencia que le ha llevado a su atalaya dogmática que en esta lucha hay que esco­ger, y escoge siempre b ien, sirviendo con ello la función didáctica de desengañar al lector. E l escritor de la Contrarreforma, como e l predicador, des-engaña, des-entraña, des-cubre la real idad que se es­conde bajo las apariencias: la superficie y el fondo son los dos polos contrarios de esta visión del m u n d o . Notemos que en su discurso sobre los "trabajos" del hombre Guzmán habla de joyas cubiertas, de descubrir y hallar lo que encierran; de pildoras doradas, de piedras debajo de las cuales hay alacranes. E l procedimiento de des-cubri­miento de la real idad es uno con el de adentramiento en ella, y en él radica el proceso de adquisición de sabiduría. Así, para decirnos que, por ser niño e ignorante, se dejaba engañar a l p r i n c i p i o de sus aventuras, Guzmán recurre a la idea de fondo y superficie: " E r a m u ­chacho, no ahondaba n i veía más de la superficie" (p. 268).

D e r r i b a D i o s a P a b l o , y edif ícale; q u i e r e e l l u c e r o a m o t i n a d o d e r r i b a r a D i o s ,

y a r r u í n a s e . . ., etc." (Obras completas, Prosa, M a d r i d , 1945, p . 1276). E l proce­

d i m i e n t o se e n c u e n t r a , c l a r o , e n C a l d e r ó n : V i d a - S u e ñ o , bajo e l sent ido de c u y a

opos ic ión se o r g a n i z a n todas las parejas de c o n t r a r i o s y paradojas e n q u e se

a p o y a , c o n c e p t u a l y e s t r u c t u r a l m e n t e , l a o b r a . P o r si p u d i é r a m o s d u d a r de l a

esencia i r r e c o n c i l i a b l e de estos dos po los de valores y rea l idades , d ice R o s a u r a ,

eco t a m b i é n de u n a l a r g a tradic ión q u e r e v i v e e n e l x v n : " . . . y o sé q u e t o d o es

g u e r r a " ( j o r n a d a I I I , esc. 8, 308). E s t a c l a r a oposic ión de c o n t r a r i o s es l a base

f o r m a l d e l c o n c e p t o de D e s e n g a ñ o , esencial a l a l i t e r a t u r a española de l a C o n ­

t r a r r e f o r m a . V e r d a d a b s o l u t a q u e desentraña l a m e n t i r a a b s o l u t a c o n sólo escar­

b a r u n poco. M u n d o desgarrado p o r e l c o n c e p t o s i n q u e e l n o v e l i s t a , p r e d i c a d o r ,

m o r a l i s t a , d r a m a t u r g o o satírico q u e nos l o presenta así, e n l u c h a , l leve l a d u d a

d e n t r o de sí m i s m o . ( E n este sent ido , p o r e j e m p l o , nos parece absurdo h a b l a r

d e duda a p r o p ó s i t o de La vida es sueño: S e g i s m u n d o d u d a , sí, p e r o e l a u t o r —y

nosotros c o n é l— sabemos cuál es l a v e r d a d y cuál l a m e n t i r a . S e g i s m u n d o es e l

e j e m p l o ) . D e s d e l a v e r d a d a b s o l u t a se nos enseña l a m e n t i r a a b s o l u t a que , ves­

t i d a de e n g a ñ o , q u i e r e pasar p o r v e r d a d . Este presentar e l m u n d o e n g u e r r a

q u e s i e m p r e se resuelve es l a l l a m a d a tensión b a r r o c a , y las formas abiertas e n

q u e se suele presentar esta tensión n o pasan de ser conceptos cerrados p r e p a ­

rados de a n t e m a n o p o r u n a u t o r q u e posee e l c o n o c i m i e n t o v e r d a d e r o (y e n

este sent ido es i m p o s i b l e a p l i c a r las teorías p u r a m e n t e formales de W o l f f l i n a

u n arte c u y a f o r m a está traspasada de D o g m a , c o m o e l español de l a C o n t r a r r e ­

f o r m a ) . C o n v i e n e , pues, detener nuestra a tenc ión, a u n q u e sea t a n g e n c i a l m e n t e ,

e n este c o n c e p t o y técnica d e l D e s e n g a ñ o p o r m e d i o de los cuales, e n l a E s p a ñ a

de l a C o n t r a r r e f o r m a , se rechaza e l m u n d o , ya que , a u n q u e n o existe e l crít ico

c u i d a d o s o q u e h a y a p e n s a d o y repensado estas cosas, hasta los mejores de e l los ,

a l a p l i c a r l o i m p r e c i s a m e n t e t a n t o a C a l d e r ó n y Q u e v e d o , p o r e j e m p l o , c o m o a

C e r v a n t e s , caen e n confusiones. A s í , p o r e j e m p l o , entre los más notables ,

SPITZER, q u i e n después de a n a l i z a r b r i l l a n t e m e n t e e l " P e r s p e c t i v i s m o l ingüíst ico

e n e l Qiájote" (Lingüística e historia literaria, M a d r i d , 1955, p p . 161-225), y

subrayar q u e " C e r v a n t e s . . . gusta de las di ferentes sombras, de las gradaciones

y matices p a r t i c u l a r e s " (p. 153), q u e e n su o b r a "es i m p o s i b l e l a certeza respecto

a l a r e a l i d a d " (p. 195), e n c u e n t r a per fectamente n a t u r a l h a b l a r de " b a r r o c o " ,

" d e s e n g a ñ o " , " e r r o r " y " r e a l i d a d de s u e ñ o " a p r o p ó s i t o de Cervantes ( n o t a 10,

Page 13: CERVANTES Y LA PICARESCA

N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA

E l sistema es típico del X V I I y lo encontramos, naturalmente, en Q u e vedo (El mundo por de dentro). Aparece también como m o t i v o i n i c i a l del Diablo cojuelo: se recordará que, en el p r i m e r " tranco" , C leo las salva de una situación apurada al diablo. Éste, como p r e m i o a su servicio, lo sube a la torre más alta de M a d r i d y desde allí, levan­tando los tejados por arte diabólica, le enseña cómo es el m u n d o por dentro, en su verdadera realidad, sin apariencias n i engaños de la fantasía. E l procedimiento también se encuentra en Calderón: en El mágico prodigioso el d iablo trae a Just ina a la presencia de C i ­pr iano que quiere poseerla; corre C i p r i a n o a abrazarla, la desnuda, y, como el diablo lo ha engañado, se encuentra con u n esqueleto que le dice: "Así, C i p r i a n o , son / todas las glorias del m u n d o " . T a n t o en El mágico como en La vida es sueño, El gran teatro del mundo o el Guzmán, es ésta una visión de la real idad temporal nacida de la contemplación desde la atalaya de otro m u n d o ; v ida contemplada desde y para la muerte 2 4 . E n la picaresca misma tenemos una i lustra­ción perfecta: la portada de la pr imera edición de La picara Justina (1605) representa una barca ("la nave de la vida picara") llevada p o r

la Ociosidad, que arr iba a l "Puerto del Desengaño", figurado por la M u e r t e . A diferencia del espíritu de los mejores místicos del x v i , que se elevan a Dios desde la belleza del m u n d o y se gozan en bajar a Dios hasta el m u n d o mismo —por entre sus pucheros—, el catolicis­m o español de la Contrarreforma necesita rechazar el m u n d o para pasar, l ibre de todo lastre, a la contemplación ele la v ida de la muerte. "Aborrecí, por tanto, la vida —parece decirnos, como el Eclesiastés (2:17)—, porque la obra que se hace debajo del sol me hastía, por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu".

Pero para rechazar el m u n d o antes hay que haberse adentrado en él, en su pecado y engaño; hay que conocerlo a fondo para poder hablar con autoridad. Ésta es la función didáctica del picaro, de la picaresca toda y, m u y especialmente, del Guzmán. Por el lo es tan importante la forma biográfica: el novelista puede juzgar y decidir

y p p . 184-185 y 221), c o m o si C e r v a n t e s fuese u n d e s e n g a ñ a d o r a b s o l u t o i g u a l

q u e , p o r e j e m p l o , nuestro M a t e o A l e m á n . C o m o ya se sabe, y c o m o veremos

m á s ade lante , e l m u n d o de C e r v a n t e s está p o b l a d o de engaños y desengaños —es

d e c i r , de a p a r i e n c i a s — sobre los cuales C e r v a n t e s n o d ice n u n c a l a ú l t i m a p a l a ­

b r a . P o r l o tanto, c u a n d o h a b l a m o s de E n g a ñ o y D e s e n g a ñ o e n l a l i t e r a t u r a

c o n t r a r r e f o r m i s t a — " b a r r o c a " — española ( A l e m á n , C a l d e r ó n , G r a c i á n ) , n o ha­

b l a m o s de l o m i s m o que c u a n d o h a b l a m o s de E n g a ñ o s y A p a r i e n c i a s e n C e r ­

vantes. I m p o r t a , pues, m u c h o tener presentes estas confus iones t a n c o m u n e s

p a r a pasar a n u e s t r o análisis de Cervantes , en q u i e n n o aparece e l c o n c e p t o

c e r r a d o de D e s e n g a ñ o , t ípico de los otros escritores de su t i e m p o . S i este c o n ­

cepto d e l D e s e n g a ñ o ex is t iera e n C e r v a n t e s de l a m a n e r a q u e l o e n c o n t r a m o s

e n otros escritores d e l x v n , n o tendr íamos más r e m e d i o q u e v o l v e r a l a v i e j a

i n t e r p r e t a c i ó n d e l Quijote c o m o destrucc ión de u n a r e a l i d a d falsa y a l d u a l i s m o

inelást ico d o n Q u i j o t e - S a n c h o . 2 4 E l e j e m p l o e x t r e m o es, quizá , e l de El gran teatro del mundo.

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326 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

porque en cuanto personaje, en cuanto picaro, lo que conoce es, pre­cisamente, el más bajo fondo de la vida. N a d i e como el picaro sabe que las apariencias de verdad y hermosura del m u n d o esconden sólo suciedad y p o d r e d u m b r e 2 5 .

N o cabe duda de que la forma autobiográfica es esencial a la pica­resca: ello permite que la vida narrada, naturalmente a posteriori, esté concebida a prior i como ejemplo de desengaño. E n cuanto técni­ca de novelar, esto es lo más significativo de la picaresca. Y a hemos visto cómo la historia no puede empezar sin más, cómo necesita su prehistoria y ésta su preámbulo en el cual el autor nos advierte, de antemano, que ha cerrado todo port i l lo . Así es, en efecto: todo lo sabido a trasmano nos está dado ele antemano, y éste es, desde el punto de vista formal , el determinismo radical de la picaresca.

Porque no sólo nos da el autor u n símbolo clave y u n preámbulo, sino que en cada uno de los detalles de l a estructura interna de l a novela el concepto (la definición) precede al hecho (lo definido):

1) T o d o es fingido y vano. 2) ¿Quiéreslo ver? 5) Pues oye.. .,

a lo que sigue una aventura ejemplar que concluye con u n "Ves y a " que todo lo resuelve. Cada experiencia de Guzmán, aunque en su v ida se haya dado antes de la meditación, es concebida por el nove­lista como ejemplo de u n concepto anterior a la historia, una especie

2 5 D e esta vis ión desengañada, d e s e n g a ñ a d o r a y baja , n a c e n los dos "rea l is ­

m o s " a p a r e n t e m e n t e antagónicos de l a picaresca, e l d e l Guzmán y el d e l Buscón.

E n e l p r i m e r o , d e t e r m i n i s m o o r i g i n a r i o , a m b i e n t a l y d o g m a se u n e n p a r a p r o ­

d u c i r , p o r vez p r i m e r a en l a n o v e l a m o d e r n a , u n a especie de " n a t u r a l i s m o "

( a u n q u e , c o m o se d e d u c i r á p o r l o que l l e v a m o s d i c h o , e l " n a t u r a l i s m o " d e l

Guzmán y e l de, d igamos , Uassomoir, se o r i g i n a n e n dos ideas, e n efecto, b i e n

d i s t i n t a s d e l m u n d o , n o d e j a n de ser, c o m o quer ía l a crítica de hace a l g u n o s

años, e x t r a ñ a m e n t e s imi lares e n su exagerada p i n t u r a real is ta de l a v i d a ) : n o

basta e l rechazo d e l m u n d o desde l a i d e a de u n a v i d a s u p e r i o r , o desde l a v i d a

d e l a m u e r t e , s i n o q u e p a r a just i f icar el rechazo hay que p i n t a r ese m u n d o en

sus actos más r e p u g n a n t e s , c o m o el d e l v ó m i t o , p o r e j e m p l o ; n o basta d e c i r q u e

t o d o es g u e r r a , s ino q u e h a y q u e d e s c r i b i r l a e n l a f o r m a r e p u g n a n t e de l a l u c h a

e n t r e r e p t i l y a r á c n i d o ; n o basta d e c i r que todo es " m u l a d a r e s y partes asque­

rosas": hay q u e d e s c r i b i r esas partes. E n e l Buscón, l l e v a Q u e v e d o a t a l e x t r e m o

este m i s m o " n a t u r a l i s m o " (recuérdese, p o r e j e m p l o , l a escena de los salivazos,

cap. 5), q u e l a r e a l i d a d acaba p o r desrealizarse en juego m a c a b r o y todo acaba

p o r ser, c u a n d o n o m a t e r i a v i l , sí no-espíritu, n a d a , " s o m b r a de n o m b r e s 7 ' . " N a ­

t u r a l i s m o " y desreal ización son así, e n el siglo x v n español , dos formas de i n t r a -

r e a l i s m o , dos maneras extremas de d e s n u d a r l a r e a l i d a d de sus a p a r i e n c i a s y

engaños . P o r m e d i o de c u a l q u i e r a de estas dos técnicas "real is tas" , e l personaje-

n o v e l i s t a , q u e conoce desde su ata laya las respuestas absolutas sobre l a v i d a y su

s e n t i d o , nos desengaña. (Cf . RAIMUNDO L I D A , "Esti l ística. U n estudio sobre

Q u e v e d o " , e n Sur, 4, p p . 163 ss., d o n d e se d e m u e s t r a c ó m o P a b l o s sabe las res­

puestas a l p r o b l e m a de l a v i d a ) .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 327

de determinante superior a la que su personaje no puede escapar, y que ha sido, al fin, comprendida por él al haberse l iberado de la mala v ida fuera de la novela. Para no citar más, recordemos el o tro ejemplo que hemos visto en la p. 323: primero se nos dice que hay dos tipos diferentes de trabajos; luego, que los unos son los venidos "de l a mano de D i o s " y, por fin, se e jempli f ica 2 6 . L a u n i d a d personaje-novelista, v ida en el mundo-contemplación del m u n d o es, pues, lo que hace que el A u t o r domine absolutamente toda situación y, en cuanto novelista, se juzgue en cuanto personaje y al juzgarse juz­gue al m u n d o . Esta u n i d a d es la base formal del realismo dogmático de desengaño.

P o r si no bastara con la prehistoria a la historia y el s imbol ismo que encierra, por si no bastara con el preámbulo en que se nos da la idea escolástica aplicada al arte de novelar, por si no bastara con ese preceder los conceptos a las aventuras, antes de todo ello, es decir, antes de la p r i m e r a palabra de la novela, ya el elogio Al autor de H e r n a n d o de Soto nos advierte b ien claramente que este l i b r o "ense­ña por su contrario / la forma de b ien v i v i r " . Pero aún antes, en la presentación del l i b r o , se nos dan las dos realidades y valores antagó­nicos irreconciliables desde el uno de los cuales se rechaza el otro: la novela no tiene u n prólogo, sino dos, perfectamente contrarios, d i r i ­gido " A l vu lgo" el uno, " A l discreto lector" el o t r o 2 7 . M e n t i r a y ver­dad bien claras: m u n d o en que, en plena inconsciencia, vive el vulgo por el pecado de sus padres y empujado por el m u n d o mismo y, frente a ello, m u n d o en que el hombre discreto, desde su experiencia y l ibre albedrío, rechaza el m u n d o en que viven los demás.

Así, por su determinismo simbólico y formal la novela picaresca se nos presenta en el Guzmán perfectamente cerrada de p r i n c i p i o a fin. Las últimas palabras, como lo anunciaban las primeras, acaban por cerrarlo todo:

Aquí di punto y fin a estas desgracias y rematé la cuenta con m i mala vida. L a que después gasté todo el restante de ella verás en la tercera y última parte, si el cielo me la diere antes de la eterna que todos esperamos.

Se remata, pues, la v ida del picaro, y con ella esta historia. Este gran teatro, como el de Calderón, tiene así su fin exacto, definición a la cual ha llegado el autor desde lo definido; u n fin que, como su p r i n -

2 6 D e n t r o de esta m a n e r a de c o n c e b i r l a n o v e l a c o m o e j e m p l o n o d e b e m o s

pasar p o r a l to el hecho cur ioso de que el p i c a r o , a u n c u a n d o es todavía d e m a ­

siado n i ñ o p a r a e l l o , filtra l a r e a l i d a d y l a juzga c o m o todo u n discreto q u e l le­

ga a ser después. 2 7 Este deta l le n o p i e r d e su s igni f icado concreto p o r e l hecho de que , desde

H o r a c i o hasta A l a r c ó n , sea c o m ú n d i r i g i r s e " a l v u l g o " , o p o r q u e n o sea ésta l a

ú n i c a o b r a de l a época q u e t iene más de u n p r ó l o g o .

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328 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

ripio y todo el largo recorrido que a él nos lleva, ha sido preconce­b i d o por u n A u t o r que, desde su atalaya, lo conoce todo, todo lo juzga, y lo resuelve para que no quede ningún p o r t i l l o por el cua l pueda entrar la duda.

Así, pues, en el Guzmán, la novela picaresca por excelencia, se nos presenta la real idad del m u n d o desde u n solo punto de vista; se la presenta en su engaño y su pecado y se la rechaza. Y porque la novela está concebida a priori, por arte de los símbolos de la historia misma, de su prehistoria, de los preámbulos, de los prólogos y de l a intervención cont inua y directa del autor, la pos ib i l idad de incom­prensión es mínima, n u l a casi. E l novelista, dios omnipotente y activo en su creación, al darle una forma inequívoca, correctora y justiciera, ha cerrado toda pos ib i l idad de interpretación (y a punto estuvo de matar el arte de novelar). Si "conceptos represen cables" eran para Calderón sus obras, concepto novelado es el Guzmán de Alf orache, c ima y resumen de todo lo que la picaresca, desde el Lazarillo, l levaba implícito como visión del m u n d o y doctrina. E l Guzmán es, temática y formalmente, una novela cerrada, didáctica; u n a novela ejemplar en su realismo dogmático de desengaño.

E L " C O L O Q U I O D E L O S P E R R O S "

Engaño y Desengaño, contrarios absolutamente antagónicos, pun­to de vista único, cerrazón temática y formal , naturalismo, y/o des­realización caricaturesca de la realidad, intervención del autor en la obra: nada más alejado del m u n d o de Cervantes, de la apertura espi­r i t u a l y formal de sus novelas.

Empecemos nuestro análisis comparativo por la Novela y colo­quio que pasó entre Cipión y Berganza, ya que es la única de las tres novelas ejemplares que voy a analizar en que, con aparente rigor, se siguen la forma de la narración autobiográfica, el p l a n "personaje que sirve a distintos amos" y la costumbre de moralizar, típicas las tres de la picaresca más extrema.

A l p r i n c i p i o de la novela, Berganza —el ex picaro—- se dispone a contar su v ida y empieza, convencionalmente, con u n intento de dejar, desde el " p r i m e r p r i n c i p i o " , asentados el nombre y condición de sus padres y de su lugar de origen: c(Paréceme que la pr imera vez que v i el sol fue en Sevilla, y en su matadero. . ., por donde imagina­ra. . . que mis padres debieron de ser. . . " (p. 2 i 4 ) 2 S .

Paré cerne, imaginara, debieron de ser: el lector consciente del método convencional de la novela picaresca no puede menos de dete­nerse. L a precisión "realista", el conocimiento de la verdad absoluta, parecen aquí haberse sustituido por una realidad-ficción l lena de

2 3 C i t o p o r l a ed. de Clás. casi. (Novelas ejemplares, t. 2, 1933).

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 329

posibilidades imaginativas. N a d a es ya exacto. E n vez de cerrar desde el p r i n c i p i o el último p o r t i l l o —cerrazón necesaria para evitar ser acusado de pecado—, se diría que el narrador, como desafiando al­gún dogma, quiere abrirnos puertas y ventanas. N o sabemos que existiera el dogma que definía el sentido y forma de las novelas pica­rescas; si existió en la consciencia de los novelistas, se diría que Ber-ganza lo tiene tan presente al empezar su autobiografía como Cer­vantes el de las novelas de caballerías a l empezar el Quijote. L a vaci­lación del p r i n c i p i o del Coloquio frente a una real idad anterior a la historia tiene no poco parentesco con la del Quijote:

E n un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordar­me, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. . . Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que des te caso escriben; aun­que por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quejaría.

P o r lo que se refiere al lugar de origen no hay, en rigor, vacilación propiamente dicha en el Quijote, pero sí explícita imprecisión 2 0 . Además, no ya imprecisión consciente, sino auténtica vacilación i n ­corporada al acontecer de la novela, encontramos en lo que se refiere al sobrenombre, es decir, a la importantísima —para u n h i d a l g o -cuestión del l inaje 3 0 . Si Berganza se atrevía a " imaginar" , Cervantes se da por satisfecho con las "conjeturas verosímiles" 3 1 . Frente a la novela de caballerías y frente a la novela picaresca, frente a la segu­r i d a d dogmática y la técnica de definición de lo predestinado, he aquí dos pr incipios de novelas que, veremos, son esenciales a la manera cervantina porque, desde ellos, se abren todos los porti l los a la reali­dad imprevista que se crea en la novela, donde los personajes se van haciendo y haciendo su circunstancia mientras ésta, a su vez, los hace a ellos.

Pero a pesar de esta falta de conocimiento absoluto de su prehis­toria, que ya por sí lo hace diferente de todo picaro, Berganza, como Guzmán, contemplando la v ida desde su atalaya de una vida nueva,

2 9 P o r e l lo se h a visto aquí , entre otras cosas, e l p r i m e r m o m e n t o de l a sátira

c o n t r a las novelas de caballerías. (Cf. CASALDUERO, Sentido y forma del "Qui­

jote", M a d r i d , 1949, p . 45). 3 0 C o m o h a visto SPITZER, art. c it . , esta vac i lac ión corresponde, en u n o de

sus aspectos, a l p e r s p e c t i v i s m o p e c u l i a r d e l Quijote y nos abre, desde el p r i n ­

c i p i o , l a p o s i b i l i d a d de q u e e l C a b a l l e r o —y otros personajes— se l l a m e n de

m a n e r a s di ferentes según las d is t intas c i rcunstancias y engaños e n q u e caen. N o

es, pues, c a s u a l i d a d q u e t a m b i é n B e r g a n z a , cuyo l i n a j e es tan i m p r e c i s o , c a m b i e

de n o m b r e según e l gusto de sus varios amos, l o c u a l n o les o c u r r e a los p i c a r o s

d e otras novelas. 3 1 C o n l o c u a l , u n a vez más e n Cervantes , estamos en e l p r o b l e m a d e los l ími­

tes de l a r e a l i d a d y l a " h i s t o r i a " , q u e t a n t o le atraía.

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CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

pretende moral izar y desengañarnos. Su comentario a la v ida pastori l real, natural, que ha descubierto por experiencia propia durante sus andanzas, nos ofrece u n excelente ejemplo (pp. 227-228):

Todos los pensamientos que he dicho, y muchos m á s , m e causa­ron v e r l o s diferentes tratos y ejercicios que m i s pastores y todos l o s demás d e aquella marina tenían d e aquellos q u e había oído leer q u e tenían los pastores de los libros; porque si los míos cantaban, no eran canciones acordadas y bien compuestas, sino un "Cata el lobo dó v a , Juanica", y otras cosas semejantes; y esto no al s o n d e chirum-belas, rabeles o gaitas, sino al que hacía el dar un cayado con otro o a l ele algunas tejuelas puestas entre los dedos; y no con voces deli­cadas, sonoras y admirables, sino con voces roncas que, solas o jun­tas, parecía, no que cantaban, sino que gritaban o gruñían. . .

con todo lo que sigue sobre los nombres reales de sus pastores y aque­l l o de que los l ibros son cosas soñadas y b ien escritas para entreteni­m i e n t o de los ociosos. N o hay aquí duda, como no la hay nunca en el Guzmún, sobre cuál es la verdad y cuál la m e n t i r a 3 2 : la real idad de la experiencia ha descubierto el engaño de la imaginación. E l que Berganza hable de " m i s " pastores nos recuerda la importancia que para el realismo de desengaño de la picaresca tiene la experien­cia personal y la manera de no ser nunca ambivalente en la picaresca la narración autobiográfica. Para que el paralelo sea completo, tene­mos también la oposición sistemática y alternante de contrarios con los que se rechaza una realidad-engaño: "s i cantaban, no eran cancio­nes acordadas y b ien compuestas", "no al son de chirumbelas, sino al que hacían al dar u n cayado con otro" , " n o con voces delicadas, s ino con voces roncas", "parecía, no que cantaban, sino que gritaban o gruñían": real idad y ment ira divididas en dos polos claramente an­tagónicos e irreconciliables. Se diría, pues, que, a pesar del p r i n c i p i o vacilante, estamos en el m u n d o de desengaño de la picaresca y, a la vez, en u n plano de real idad crítica comparable a la del n i v e l más obvio y directo del Quijote (molinos-gigantes), en cuanto que la rea­l i d a d que se des-cubre y destruye por la experiencia es una real idad "solamente" l i teraria. Si el Quijote se escribió para terminar con las novelas de caballerías, esta parte de l a autobiografía de Berganza parece arremeter, como tantas veces se ha dicho, directísimamente contra la novela pastoril .

3 2 Y , c o n t r a l o q u e p e n s a b a CASTRO, El pensamiento, p . 38, esta s i tuación es,

e n sí, m u y d i s t i n t a d e l baciyelmo. D e s d e e l p u n t o de v is ta de B e r g a n z a n o se

t r a t a de c h i r u m b e l a s , s i n o de cayados. V e r e m o s s i n e m b a r g o c ó m o , a l a l a r g a

— p o r q u e e l p u n t o de v i s ta de B e r g a n z a n o es e l ú n i c o q u e se nos ofrece e n e l

Coloquio—, C a s t r o t iene razón. S i e n e l d iscurso de B e r g a n z a son los "cayados"

l a v e r d a d abso luta , d e n t r o d e l c o n j u n t o de t o d a l a n o v e l a su v e r d a d es sólo

r e l a t i v a , c o m o o c u r r e tantas veces c o n las verdades q u e se nos d a n en las novelas

de Cervantes .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA

Pero precisamente en este momento en que la narración de Ber­ganza más parece amoldarse a la técnica y visión ele la novela pica­resca, en el momento en que su realismo más parece ser de u n solo plano, debemos detenernos a considerar u n aspecto de esta novela desde el cual la forma autobiográfica se convierte en pura apa­riencia .

Hemos visto en la picaresca una narración absoluta y cerrada presentada por u n solitario desde u n solo punto de vista a un lector que, naturalmente, no puede i n f l u i r en la narración puesto que le es dada a posteriori y, por lo tanto, queda excluida de el la toda posi­b i l i d a d de cambio. E n cuanto a los sermones, la meditación sobre l a historia, tampoco puede intervenir en ellos el lector, colocado como está fuera de la novela; tiene que hacer con ellos lo que el picaro con la real idad: o los acepta o los rechaza. Pero ocurre que así como el picaro es u n solitario, Berganza, al igual que otros per­sonajes de Cervantes, l leva su pareja 3 3 : b ien sabemos que la autobio­grafía de Berganza, aunque lógicamente narrada después de los he­chos, no va d i r ig ida a u n lector, sino a u n oyente, a Cipión, q u i e n está viviendo su v ida presente en la novela misma, activo en ella; u n protagonista que se entromete constantemente en la narración de Berganza y que si, como es lógico, no puede cambiar la vida que éste ya ha v iv ido, puede cambiar la forma de su presentación por el diá­logo; u n antagonista que puede corregir, y corrige constantemente, el otro aspecto clave de una autobiografía picaresca: la moralización presente sobre la v ida pasada. L a función de Cipión frente a la histo­r i a y sermones de Berganza (como la de don Quijote frente a Sancho) es la del crítico del realismo absoluto y las generalizaciones: Cipión corrige, modula , detiene, armoniza y, más de una vez, pone en d u d a la "verdad" de su amigo el ex picaro para introducir la discreción y la pos ib i l idad del ideal (a la vez que, naturalmente, es él corregido por Berganza). Gracias a este procedimiento de Cervantes, la alter­nancia no se da ya entre los contrarios presentados por oposición desde u n punto de vista dogmático, sino entre dos puntos de vista, a veces contrarios, a veces no, sobre los que el novelista nunca juzga n i dice la última pa labra 3 4 . Gracias a que este picaro de Cervantes no está solo (porque su autobiografía va d ir ig ida , en diálogo vivo, a otro protagonista), el lector, en vez de enfrentarse a una real idad cerrada y plana que debe rechazar o aceptar, recibe una real idad filtrada, entre paréntesis, una realidad d u a l sobre l a cual es posible meditar y hasta vacilar. E n vez de u n monólogo dogmático con el

3 S Sobre las " p a r e j a s " cervant inas m u c h o h a a c l a r a d o y a CASALDUERO; cf. Sen­

tido y forma de las "Novelas ejemplares", B u e n o s A i r e s , 1943, p . 27. 3 1 Y p o r l o tanto , a l n o ser, quizá , a b s o l u t a m e n t e c ierto l o que dice B e r g a n z a ,

esta situación es per fectamente c o m p a r a b l e a l a d e l baciyelmo (cf. n u e s t r a

n o t a 32).

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3 3 * CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

que destruye el diálogo del m u n d o , Cervantes nos presenta u n diá­logo haciéndose, la pos ib i l idad de la ambivalencia. Gracias a e l lo , toda la verdad absoluta, todo el desengaño con que pretende aleccio­nar Berganza, no pasa de ser u n punto de vista en el gran c o l o q u i o del m u n d o . C o m o ya decía Américo Castro hace muchos años: n o espejo plano, sino p r i s m a 3 5 .

E n rigor, pues, la forma autobiográfica de la picaresca es sólo aparente en esta novela, y lo que en verdad tenemos —"art i f ic io" cer­vant ino— es una narración autobiográfica dentro de u n diálogo: l a novela es el diálogo, con todas sus divagaciones y tangentes, y la v i d a de Berganza, aunque central, es sólo una de sus partes. U n a vez más en Cervantes, pues, novela dentro de novela. E l plano elemental, directo, cerrado y absoluto de la picaresca, desaparece con ello.

Pero claro que no terminan aquí las complicaciones que amplían aún más para el lector las posibilidades de interpretación de la rea­l i d a d fluida que Cervantes presenta. Si llevados por estas conside­raciones suspendemos nuestra lectura y, alejándonos críticamente, oteamos el panorama de las Novelas ejemplares que veníamos leyen­do, es claro que Cervantes nos ha ido l levando hacia la autobiogra­fía de Berganza, en la cual nos hemos enajenado hasta perder de vista no sólo que era el la una novela dentro de otra novela, s ino que estas dos novelas, a su vez, forman parte de otra novela, escrita como tal, por u n personaje de otra novela mayor, El casamiento en­gañoso y coloquio. . . > novela ésta que, a su vez, es leída por otro

3 5 As í , p o r e j e m p l o , a c o n t i n u a c i ó n d e l d iscurso de B e r g a n z a sobre los pasto­

res h a b l a C i p i ó n y le d ice : " B a s t a , B e r g a n z a ; vue lve a t u senda y c a m i n a " (p 229).

Y e n o t r o l u g a r (p. 233): " N o q u i e r o q u e parezcamos predicadores . Pasa ade­

l a n t e " . Y c u a n d o B e r g a n z a insiste e n sus sermones: " B a s t a ; adelante , B e r g a n z a ,

q u e ya estás e n t e n d i d o " (p. 2 3 7 ) . A c t i t u d ésta de C i p i ó n q u e s u b r a y a u n o d e

los temas de l a n o v e l a , e l de l a m u r m u r a c i ó n , q u e n o debe c o n f u n d i r s e c o n l a

mora l i zac ión; tema que , a l a larga , c o n d u c e a C i p i ó n y a B e r g a n z a a i n e v i t a b l e s

discusiones sobre q u é sea e l m u r m u r a r y sus re lac iones c o n l a filosofía, hasta q u e ,

p o r fin, B e r g a n z a p i d e a C i p i ó n q u e le deje " a h o r a filosofar u n p o c o " (p. 2 4 8 ) ,

l o c u a l es p r e t e x t o , a su vez, p a r a u n a digres ión más a l final de l a c u a l C i p i ó n

i n v i t a a B e r g a n z a a q u e c o m i e n c e y a sus "fi losofías", a l o que éste contesta: " Y a

las h e d i c h o : éstas son q u e acabo de d e c i r " ; de d o n d e sigue e l e s t u p e n d o d i á l o g o

e n q u e , de repente , se c a m b i a n los papeles y B e r g a n z a hace de c o n s c i e n c i a

crít ica, m i e n t r a s C i p i ó n , a l verse o b l i g a d o a defenderse, nos r e c u e r d a a l d o n

Q u i j o t e de las respuestas a iradas y pseudológicas a Sancho (p. 251). C o n l o

c u a l tenemos ya dos consciencias críticas y u n i n t e r c a m b i o todavía más c o m p l e j o

entre los m u n d o s de C i p i ó n y B e r g a n z a hasta q u e , poco a poco, C i p i ó n vuelve a

su p l a n de corrector d e l d o g m a t i s m o de B e r g a n z a p a r a t e r m i n a r c o n a q u e l l a s

a d m i r a b l e s pa labras q u e se a p l i c a n t a n t o a l a p r e s u n c i ó n de sabiduría a b s o l u t a

d e l personaje-narrador (Berganza en este caso) de l a h i s t o r i a picaresca c o m o , se­

g ú n veremos, a u n a técnica de n o v e l a r : " M i r a , B e r g a n z a , n a d i e se h a de m e t e r

d o n d e n o le l l a m a n , n i h a de q u e r e r usar d e l of icio q u e p o r n i n g ú n caso le t o c a "

(p. 337). R e a l i d a d y v idas, pues, q u e se v a n h a c i e n d o , l ibres de su creador, en l a

n o v e l a .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 333

personaje de la p r i m e r a mientras su autor duerme una siesta. T e n í a razón Casalduero al recordarnos que El casamiento engañoso y colo­quio debe ser leído como una sola nove la 3 6 . Destruiríamos la com­plej idad del m u n d o cervantino si no viéramos como u n todo esta superposición y cruce constante —equivalente a l del Quijote— en­tre real idad aparente y real idad real, real idad real y crítica, historia y novela, novela y novela, en que todo está constantemente fluyendo en su aparente contrario y confundiéndose con él, hasta que no es ya posible deslindar los contrarios y oponerlos, aceptar y rechazar dogmáticamente.

Pero falta aún tomar en cuenta el último —primero en r igor— y más importante desquiciamiento de la perspectiva a part ir del cual la real idad cervantina adquiere su máxima complej idad: como b i e n sabemos, Berganza, el ex picaro que narra su vida y moraliza, y Cipión, su crítico activo, son dos perros. Dos perros que por algún milagro —inexpl icable como todo milagro, naturalmente— han ad­q u i r i d o el d o n del h a b l a 3 7 . A diferencia del realismo "natural is ta" de la picaresca, pues, lo que en esta novela acontece "cae debajo del número de aquellas cosas que l laman portento" (pp. 211-212)3 8. G r a ­cias a ello, entre otras cosas, se r i d i c u l i z a la novela picaresca. N o es difícil ver la b u r l a implícita en el hecho de que los intentos de mo­ralizar dogmáticamente sean puestos en boca de u n perro que, por­que habla debido a u n portento, cree ser más inteligente de l o que es y tener derecho al ju ic io . Berganza —Guzmán de cuatro p a t a s -cree tener el secreto del m u n d o , pero ahí está Cipión, la conscien-cia crítica, que le dice: "Mírate a los pies, y desharás la rueda, Ber­ganza: quiero decir que mires que eres u n a n i m a l que carece de ra­zón, y si ahora muestras tener alguna, ya hemos averiguado entre los dos ser cosa sobrenatural y jamás vista" (pp. 229-230) 3 9, palabras que, aplicadas a la presunción de sabiduría absoluta del personaje-narra­dor de la picaresca, equivalen a las del último consejo de Cipión: " M i r a , Berganza, nadie se ha de meter donde no le l laman, n i h a de querer usar del oficio que por ningún caso le toca" (p. 3 3 7 ) 4 0 . Parecería, pues, no que el Coloquio es, en algún momento, una b u r l a de l a novela pastoril , sino u n a parodia de la picaresca en cuanto

36 Op. cit., p . 193. Véase a h o r a P A M E L A W A L E Y , " T h e u n i t y of the Casamien­

to engañoso a n d the Coloquio de los perros", BHS, 34 (1957), 201-212. 8 7 Y nos parece q u e e n este caso C e r v a n t e s v a m u c h o más al lá (en c o m p l e ­

j i d a d ) de las s i tuaciones s i m i l a r e s de l a tradic ión l i t e r a r i a . 8 8 Y e n p l e n o á m b i t o d e l " e n t r e t e n i m i e n t o p a r a los ociosos", q u e B e r g a n z a

t a n t o d e s p r e c i a b a . 2 9 L o c u a l t a m p o c o q u i e r e d e c i r q u e C i p i ó n tenga razón: a l o m e j o r n o es

t a n d i s p a r a t a d o q u e B e r g a n z a filosofe. ¿ C ó m o vamos a escoger categór icamente

e n t r e estas dos m a n e r a s t a n d is t intas y reales, t a n complejas , de ver e l m u n d o ? 4 0 C f . infra, p p . 341-342, p a r a l a re lac ión q u e esta i d e a t iene c o n u n c o n ­

cepto b i e n c laro de l a técnica d e n o v e l a r .

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334 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

forma dogmática segura de sí misma. T a n ideal, absoluta, fija, es l a picaresca en su "real ismo" formal y temático como las novelas de caballerías en el suyo; novela naturalista y novela idealista se oponen así a l realismo objetivo de Cervantes, cuyo espíritu, n i temática n i formalmente, consiente lo fijo. E n el último fondo de esta caja de varios fondos que es El casamiento engañoso y coloquio de los perros -—"mesa de trucos" l l a m a Cervantes mismo a sus novelas en e l Prólogo— aparece, pues, entre otras cosas, una crítica directa al modo de novelar que Cervantes parece haber seguido.

Antes de pasar a Rinconete y Cortadillo, volvamos por u n mo­mento a la forma más externa del Coloquio mismo, la novela que el L icenciado lee mientras el Alférez, autor de ella, duerme la siesta. S i n más que el título, s in antecedentes, s in prehistoria que pueda indicarnos de antemano cómo son las personalidades de Cipión y Berganza, la novela empieza dialogada. Acción sin presentación al­g u n a 4 1 . E l resultado de esta innovación técnica 4 2 es que las persona­lidades de Cipión y Berganza y el m u n d o en que se mueven se van haciendo ante nuestros ojos y oídos por el mi lagro de la palabra. N a d a procede de la definición a lo definido. Cipión y Berganza son estos dos perros que vemos y oímos ahora, creándose mutuamente con el diálogo. P o r oposición al Guzmdn —y a la novela de caballe­rías—, la novela es lo que empieza aquí por el milagro de la palabra; podía haber empezado en otra parte. N a d a anterior a la " h i s t o r i a " misma que cuenta interesa a Cervantes, y, también en este sentido, se parece no poco el Coloquio a l Quijote. Recordemos otra vez el p r i n c i p i o del Quijote: en él da Cervantes a l lector u n mínimo de prehistoria, pero no sólo es ella, como la de Berganza, imprecisa y vaga, sino que él mismo se encarga en seguida de quitar importan­cia a todo lo anterior a la historia que se va a i r haciendo desde donde él —novelista extraño a lo narrado— la toma. Tras la vacilación sobre el nombre del buen hidalgo, leemos lo siguiente: "Pero esto

4 1 C l a r o q u e e n e l Casamiento engañoso, c u a n d o e l A l f é r e z le v a a d a r a l

L i c e n c i a d o el m a n u s c r i t o de l a n o v e l a q u e h a escrito (el Coloquio), l e d a ,

a s i m i s m o , a l g u n o s antecedentes sobre l a n o v e l a . C o n v i e n e a q u í separar, s i n em­

b a r g o , la n o v e l a de los dos perros d e l a n o v e l a t o t a l , espec ia lmente p o r q u e l o

q u e d i c e e l A l férez a l L i c e n c i a d o c o m o e x p l i c a c i ó n , a d i f e r e n c i a d e l p r e á m b u l o

d e l Guzmán, n o i n d i c a n a d a de l o q u e v a a ser e l d i á l o g o n i las p e r s o n a l i d a d e s

d e C i p i ó n y B e r g a n z a . E n este sent ido , l a i n f o r m a c i ó n q u e d a e l A l f é r e z (que

o y ó , c o m o e n sueños, u n o s perros h a b l a n d o , etc.) es c o m o e l d a t o fijo d e l a

l o c u r a e n q u e v i n o a d a r , p o r exceso de lecturas, a q u e l Q u i j a n a o Q u e s a d a . E n

e l Coloquio, pues, C e r v a n t e s h a l l e g a d o p o r fin, e n l a ú l t i m a de sus Novelas

ejemplares, a su f o r m a p r e d i l e c t a : e l d i á l o g o e n q u e t o d o se hace ante nuestros

o j o s ;

4 2 Q u e e l A l f é r e z reconoce c o m o t a l , pues nos l l a m a l a a tenc ión sobre e l l o :

" p ú s e l o e n f o r m a de c o l o q u i o p o r a h o r r a r de dijo Cipión, respondió Berganza,

q u e suele a largar l a e s c r i t u r a " (p. 207).

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 335

i m p o r t a poco a nuestro cuento; basta que la narración del no se salga u n punto de verdad". T a n importante es esta declaración sobre el arte de novelar como la contraria que hemos visto al p r i n c i p i o del Guzmán. P o r oposición a Mateo Alemán, lo que Cervantes hace siempre es "engolfarnos" en su historia "s in prevenir" cosa alguna, como se demuestra en el estupendo título del capítulo 2 de la Se­gunda parte del Quijote: " E n el que se cuenta lo que se verá". "Nues­tro cuento", " l a narración del", lo que se ve y se oye, siempre en presente, es lo que apasiona a Cervantes; lo que se nos da hacia e l futuro, reino de las posibilidades. Y hacia el futuro se lanza el Co­loquio s in preámbulos, superadas, por fin, en la última de las nove­las ejemplares, las introducciones, ya de suyo lacónicas, características del modo cervantino de novelar.

Pero no sólo empieza el Coloquio en cualquier momento y debi­do a u n portento, sino que, además, debido al mismo portento, n o termina. Los dos perros se han sorprendido hablando: la palabra, éste es el mi lagro ele la creación detrás del cual está el artista, nuevo dios objetivo, que la ha lanzado a v i v i r y la deja correr su v ida . Pero todo es impreciso, vacilante, inseguro, en la palabra, en la crea­ción. Y Cipión y Berganza, plenamente conscientes de ello, para aprovechar su t iempo presente, para gozarlo como se goza lo impre­visto de la vicia, deciden hablar, hablar lo más posible, contándose sus vidas en la noche —sin miedo a las tangentes y a la divagación, a l o que nace sin p lan previo—, no vaya a ser que, con la llegada del día, a lguien descubra su secreto y termine el portento 4 3 . Y cuando Ber­ganza va a terminar su narración — i n t e r r u m p i d a , corregida, desvia­da, no olvidemos—, como ya amanece, los dos perros se disponen a retirarse con la esperanza de volver a la noche siguiente y que con­tinúe el portento. Hasta aquí hemos tenido una cara de la real idad: la v ida y consejos de Berganza —pasada por el prisma de Cipión y por los varios fondos ele la obra—; falta la otra: la v i d a de Cipión. C u a n d o el lector se dispone a escucharla en más diálogo, termina la novela. N o sabemos si los perros se reunieron a la noche siguiente n i si siguió el portento. Cervantes —que no lo sabe n i conoce todo—

4 3 R a z ó n p o r l a c u a l C i p i ó n está constantemente a p u r a n d o a B e r g a n z a . H a y ,

c o m o h a v is to CASALDUERO, op. cit., p . 193, u n a g r a n u r g e n c i a de t i e m p o e n esta

n o v e l a , y , s i n e m b a r g o , u n a digresión sigue a o tra . C r e o q u e e l l o se debe a q u e

n o se t rata d e u n t i e m p o " c o n t r a r r e f o r m i s t a " , u n t i e m p o " f u g i t i v o " , v a n i d a d d e

v a n i d a d e s , s i n o de u n t i e m p o prec ioso q u e se v i v e e n p l e n i t u d gozosa. E n otros

autores d e l x v n , desde l a i d e a de l a e t e r n i d a d se presenta e l t i e m p o c o m o f u g i ­

t i v o y, n a t u r a l m e n t e , se l o rechaza. E n C e r v a n t e s e l t i e m p o es i m p o r t a n t e p a r a

v i v i r s e ; l a v i d a i m p o r t a y vale . Y p o r estoico q u e haya s ido C e r v a n t e s e n su v i d a

y e n su m u e r t e , n u n c a h u b i e r a p l a n e a d o u n e n t i e r r o c o m o e l q u e se p r e p a r ó

C a l d e r ó n p a r a enseñar a l m u n d o l a v a n i d a d de t o d o y c ó m o t o d o huye. E n esto

d e l t i e m p o , c o m o e n todas sus ideas y sent imientos , a l vanidad de vanidades C e r ­

vantes parece o p o n e r u n n u n c a i g u a l a d o plenitud de plenitudes.

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33$ CARLOS BLANCO AGUÍ NAGA N R F H , X I

nos ha dado el único fragmento de la real idad a su alcance, y nos lo ha dado sin juzgarlo, objetivamente, abierto. B i e n abierto, por­que con el final de la novela no se cierra nada: el portento de la creación por la palabra puede seguir operando; en el ideal queda siempre la esperanza. E l lector y el novelista se ret iran de la escena c o n la sensación de que hay más v ida siempre posible, pero n u n c a segura, y queda ahí, como prueba, u n fragmento de ella preñado de posibilidades infinitas. Las palabras finales con que se vuelve a la novela pr imera que todo lo abraza, el Casamiento engañoso, son típicas del arte de novelar de Cervantes: despierta el Alférez —per­sonaje de una novela real que ha escrito u n a novela de "sueño"—, hablan breves palabras sobre los méritos del Coloquio él y el L i c e n ­ciado —personaje de una historia que se supone real y que ha leído u n a novela soñada—, y puesto que han recreado los ojos del "enten­d i m i e n t o " , deciden irse al Espolón "a recrear los ojos del cuerpo". "Vamos, dijo el Alférez". " Y con esto se fueron". Gracias a este laco­nismo tan peculiarmente cervantino, todo es posible aún en la ima­ginación: H i s t o r i a y Ficción, Hechos y Fantasía, R e a l i d a d de vela y Rea l idad de sueño. L a R e a l i d a d lo es todo: ''ojos del entendimien­to" y "ojos del cuerpo". T o d o cabe en el realismo de Cervantes, puesto que todo es del hombre. Y así, por su manera presen tacio-n a l , porque nada es dado nunca a priori, Cervantes abre, no cierra, el último p o r t i l l o 4 4 .

4 4 N o nos será inút i l v o l v e r a l Quijote, a su final esta vez. L a o b r a maestra

q u e h a b í a empezado a b i e r t a y se h a i d o a b r i e n d o y c o m p l i c a n d o más y más a

l o l a r g o de l a l e c t u r a , parece cerrarse ahí d e f i n i t i v a m e n t e : "Señores — d i j o d o n

Q u i j o t e — , v a m o n o s p o c o a p o c o , pues ya e n los n i d o s de a n t a ñ o n o h a y pájaros

h o g a ñ o . Y o f u i loco y ya soy c u e r d o : f u i d o n Q u i j o t e de l a M a n c h a , y soy agora,

c o m o h e d i c h o , A l o n s o Q u i j a n o e l B u e n o . P u e d a c o n vuesas mercedes m i arre­

p e n t i m i e n t o y m i v e r d a d v o l v e r m e a l a est imación q u e d e mí se tenía, y p r o s i g a

a d e l a n t e e l señor e s c r i b a n o . . . " Parece ya n o h a b e r d u d a n i vac i lac ión p o s i b l e :

fui loco, soy cuerdo, fui don Quijote de la Mancha, soy agora Alonso Quijano

el Bueno; ésta es mi verdad. Y , y a m u e r t o d o n Q u i j o t e , C e r v a n t e s escribe las

dogmáticas , i n d i s c u t i b l e s pa labras : " n o h a sido o t r o m i deseo que p o n e r e n abo­

r r e c i m i e n t o de los h o m b r e s las fingidas y d isparatadas histor ias de los l i b r o s de

cabal ler ías" . E s n o t a b l e , s i n e m b a r g o , que en las dos p á g i n a s finales, m u e r t o ya

C a b a l l e r o , Cervantes se refiere c u a t r o veces a A v e l l a n e d a . E n dos d e el las nos

d i c e c l a r a m e n t e p o r q u é h a m a t a d o a su héroe, c e r r a n d o c o n e l l o l a n o v e l a :

p a r a q u e n a d i e p u e d a y a i n v e n t a r terceras partes. Cervantes , pues, h a s ido em­

p u j a d o a d a r m u e r t e a d o n Q u i j o t e y cerrar l a n o v e l a . P e r o todos sabemos q u e

e n e l loco hay m u c h o de c o r d u r a y que C e r v a n t e s está e n c a r i ñ a d o c o n su héroe:

n o es t a n c laro q u e sólo h a y a q u e r i d o d e s t r u i r las novelas de cabal lerías y cerrar

u n m o d o de v i d a . E n e l epi taf io q u e , entre b u r l a s y veras, le p r e p a r ó Sansón

C a r r a s c o a d o n Q u i j o t e , leemos:

.. .que a tanto extremo llegó

de valiente, que se advierte

que la muerte no triunfó

de su vida con su muerte...

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 337

" R I N C O N E T E Y C O R T A D I L L O "

Rinconete y Cortadillo es la novela de Cervantes que más común­mente se asocia a la picaresca. Desde nuestro punto de vista bás­tenos indicar que, como el Coloquio, es una obra temática y for­malmente abierta y que su realismo, como el del Coloquio, no tiene nada que ver con el del Guzmán. A diferencia del Coloquio, s in embargo, ello es clarísimo a p r i m e r a vista, tanto, que a veces se l a considera más u n cuadro de costumbres que una novela. A h o r a b i e n , u n a de las características del cuadro de costumbres es que, l i m i t a d o como está por u n t iempo y u n medio concretos, es, sin embargo, totalmente l ibre y abierto en cuanto que puede ser el que es o cual­q u i e r otro: la voluntad del artista escoge, arbitrariamente o p o r casualidad, una real idad cualquiera donde se le presenta, y termina su p i n t u r a de el la en cualquier parte, cuando los personajes salen d e l cuadro para seguir su v ida presente. E l cuadro de costumbres n o tiene n i p r i n c i p i o n i fin; está l ibre de prehistoria y de continua­ción exacta.

E l procedimiento es clarísimo en el clásico p r i n c i p i o de Rinco­nete y Cortadillo: " E n la venta de M o l i n i l l o , que está puesta en los fines de los famosos campos de A l c u d i a , como vamos de Cast i l la a la Andalucía, u n día de los calurosos del verano se hal laron en el la a l acaso dos muchachos de hasta edad de catorce a quince años. .

A diferencia del Quijote y de la autobiografía de Berganza, se nos da aquí u n lugar exacto; pero en este lugar dos muchachos —cu­yos nombres n o sabremos hasta que estemos ya dentro de la narra­ción— se encuentran al acaso. L a novela, pues, empieza ahí como

Parecería , pues, q u e e l espír i tu, n o de A l o n s o Q u i j a n o , s ino de d o n Q u i j o t e , s i­

g u e v i v i e n d o e n e l B a c h i l l e r . Y a l lector q u e h a i d o v i v i e n d o c o n su héroe le l l e ­

g a n estas p a l a b r a s d e l B a c h i l l e r entre los l l a n t o s de S a n c h o y c u a n d o todavía re­

s u e n a n e n sus oídos las ú l t imas pa labras d e l escudero a su señor: " j A y ! . . . N o se

m u e r a vuestra m e r c e d , señor m í o , s i n o t o m e m i consejo, y v i v a m u c h o s años ;

p o r q u e l a m a y o r l o c u r a q u e p u e d e hacer u n h o m b r e e n esta v i d a es dejarse

m o r i r , s i n m á s n i más, s i n q u e n a d i e le mate , n i otras m a n o s le acaben q u e las

d e l a melancol ía . M i r e n o sea perezoso, s ino levántese desa cama, y v a m o n o s a l

c a m p o vestidos de pastores, c o m o tenemos concer tado: quizá tras de a l g u n a m a t a

h a l l a r e m o s a l a señora D u l c i n e a desencantada, q u e n o h a y a más que ver. S i es

q u e se m u e r e de pesar de verse v e n c i d o , écheme a mí l a c u l p a , d i c i e n d o q u e p o r

h a b e r yo c i n c h a d o m a l a R o c i n a n t e le d e r r i b a r o n ; c u a n t o más q u e vuesa m e r c e d

h a b r á visto e n sus l i b r o s de cabal lerías ser cosa o r d i n a r i a derr ibarse u n o s caba­

l leros a otros, y e l q u e es v e n c i d o h o y ser v e n c e d o r m a ñ a n a " . El que es vencido

hoyy ser vencedor mañana. ¡ B u e n Sancho, t a n qui jotesco! ¿ H a v e n c i d o d o n Q u i ­

jote o h a s i d o v e n c i d o ? ¿Se h a cerrado su historia? ¿Locura? ¿Cordura? ¿ M u n d o

real? ¿ M u n d o ideal? P o r g r a c i a de las p a l a b r a s de S a n c h o t a m b i é n e l final d e l

Quijote q u e d a a b i e r t o : m i e n t r a s s igan r e s o n a n d o e n nuestros oídos, y l l e v a n y a

más de tres siglos v i b r a n d o , quizá, tras de a l g u n a m a t a , h a l l e m o s a ú n a l a señora

D u l c i n e a , " q u e n o h a y a más q u e v e r " . M i e n t r a s tanto , l a r e a l i d a d y e l i d e a l

f u n d i d o s a b r e n t o d a v i d a h a c i a e l f u t u r o s i e m p r e esperanzador y p r o b l e m á t i c o .

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338 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

podía haber empezado en otra parte. L a prehistoria determinadora queda, desde el p r i m e r momento, e l iminada. A q u í , como en el Qui­jote, lo que i m p o r t a a Cervantes es la " h i s t o r i a " que ante nuestros ojos y oídos va a i r haciéndose a part i r del momento en que él, nove­lista extraño a lo narrado y, por tanto, ignorante de pasados, l lega a ella. L o narrado a posteriori pero concebido con anterior idad a la historia no cabe en la manera cervantina de novelar.

Después de esto, los dos muchachos (nótese que, desde el p r i n ­c i p i o de la novela, no son solitarios) empiezan a dialogar, y sólo en el diálogo, por lo demás l leno de recovecos y juegos ingeniosos de palabras, empezaremos a saber quiénes son. D e donde no se dedu­ce que sus vidas queden marcadas hacia el futuro, pues, como d o n Qui jote dejándose llevar por Rocinante, ellos se van a dejar llevar, desde que se encuentran, por el acaso. Dentro de la novela, tras algu­nas sutilezas y vacilaciones, haciéndose en presente a la vez que narran su pasado, se dicen el uno al otro sus nombres y anteceden­tes. Después, juntos, engañan al arriero, roban a los que les l levan a Sevil la y, tras u n par de graciosos robos más, van a parar al patio de M o n i p o d i o . L o que se dice y se hace en este patio es la novela dentro de la novela; éste es, propiamente, el cuadro de costumbres presentado, dentro del cuadro p r i m e r o de Rincón y Cortado, ante dos espectadores que (como Cervantes, como el lector) no juzgan, sino que, asombrados, observan y oyen la v ida haciéndose. A la lar­ga, los dos espectadores deciden salirse del cuadro porque, aunque el patio de M o n i p o d i o puede ser divert ido espectáculo, es también malo y peligroso. Rincón moral iza sobre esto y decide que es hora de pasar a otro ambiente. "Pero, con todo esto, llevado de sus pocos años y de su poca experiencia, pasó [en esta vida] adelante algunos meses, en los cuales le sucedieron cosas que p iden más luenga escri­tura, y así, se deja para otra ocasión contar su v ida y milagros, con los de su maestro M o n i p o d i o . . ." N a d a concluye, y, en esta aper­tura hacia el futuro, el comentario m o r a l se pierde. U n a vez más en Cervantes, el lector se queda con la esperanza de más vida, siem­pre posible.

" L A I L U S T R E F R E G O N A "

H e dejado para el final La ilustre fregona porque, no siendo en ningún sentido una novela picaresca, encontramos en sus páginas la mejor descripción de lo que la v ida picaresca significaba para Cervantes y, en ello, u n a de las más importantes claves de su "rea­l i smo" . L a novela trata de las aventuras de Tomás y Diego, sus amores, sus matrimonios, y el final feliz que en ellos lograron sus vidas. C o m o en toda novela idealista, la historia aquí contada tiene su prehistoria y su post-historia: se nos cuentan los orígenes de los

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dos muchachos y cómo, después de lo aquí contado, fuera de l a novela, siguieron felices. Dado que, a l p r i n c i p i o , se nos describe la vida picaresca de Diego Carriazo y se la juzga, este procedimiento, ajeno a la mejor técnica cervantina, merece nuestra atención.

Cervantes nos presenta a Diego y a Tomás, y antes de pasar a la historia de sus aventuras se detiene en las de Diego —anteriores a esta narración—, que es el que inc i ta a Tomás a salir a correr m u n d o . Pero, antes aún, lo p r i m e r o que nos dice Cervantes es que "en Burgos, c iudad ilustre y famosa, no ha muchos años que en e l la vivían dos caballeros principales y ricos: el uno se l lamaba d o n Diego de Carriazo, y el otro d o n J u a n de Avendaño". Son los padres de Diego y Tomás, descritos lacónicamente, pero con exactitud, en esta prehistoria. E n seguida se pasa a la narración de la v ida pica­resca de Diego. Excepción hecha de la forma autobiográfica, debe­ríamos tener aquí todos los elementos para explicarnos por qué Diego ha resultado ser picaro. A h o r a b ien, lo notable es que se nos dice ante todo y explícitamente que Diego no ha sido arrojado a la v ida picaresca, sino que se ha lanzado a ella por su gusto, sin que nada en su prehistoria lo haya determinado:

Trece años o poco más tendría Carriazo cuando, llevado de una inclinación picaresca, sin forzarlo a ello ningún mal tratamiento que sus padres le hiciesen, sólo por su gusto y antojo, se desgarró, como dicen los muchachos, de casa de sus padres, y se fue por el mundo adelante, tan contento de la vida libre, que en la mitad de la incomodidades y miserias que trae consigo no echaba menos la abundancia de la casa de su padre, n i el andar a pie le cansaba, n i el frío le ofendía, n i el calor le enfadaba. . . Finalmente, él salió tan bien con el asumpto de picaro, que pudiera leer cátedra en la fa­cultad al famoso de Alfarache.

E l linaje y el lugar de origen, la prehistoria necesaria de la pica­resca, aparece esta vez dada con exactitud por Cervantes, pero si ya n o fuese en sí algo extraño el que Diego sea u n caballero como su padre, Cervantes declara en seguida, b i e n claramente, que nada en esta prehistoria determina la historia personal de Diego. L a inclina­ción y no los rasgos hereditarios —bíblicos o no—, n i sólo el medio ambiente, es lo que l leva a los individuos a sus actos. E l i n d i v i d u o siempre por encima del t ipo. N o me parece casualidad — n i debido sólo a la gran fama del Guzmdn— que lo que empieza por negar una de las bases de la picaresca termine diciendo que Carriazo b ien " p u d i e r a leer cátedra en la facultad al famoso de Alfarache", a q u i e n , sin duda, podría enseñarle la otra cara del mundo, optimista, y heroica a la vez 4 5 y, también, su perspectivismo. ¡Qué diferentes

4 5 D i g o " h e r o i c a " p o r q u e Cervantes hace h i n c a p i é en e l hecho de q u e C a ­

r r i a z o n o se l a m e n t a b a de n a d a : r e c o r d e m o s q u e G u z m á n gustaba de lamentarse

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340 CARLOS BLANCO AGUINAGA N R F H , X I

visiones de la real idad la de Carriazo y la de Guzmán! Conoce Diego, cómo no, la maldad del m u n d o y los hombres, sus bajezas, el deter-m i n i s m o del hambre, las cárceles, pero conoce también el heroísmo, l a l ibertad, el amor, el opt imismo. E n su visión del m u n d o los contra­rios se armonizan, fluyen los unos hacia los otros envueltos bajo el signo de la realidad total. Y todo en él es aceptación vo luntar ia y gozosa de esa realidad; no rechaza nunca nada desde su contrario porque no hay contrarios absolutos: " P a r a él todos los tiempos d e l año le eran dulce y temprana pr imavera" : v ida y esperanza de vicia, s in miedo de los "agostos" del año que tanto temía Guzmán. E n el elogio que sigue a la v ida del p i c a r o 4 6 encontramos una frase que nos l leva ya de lo formal a l centro temático del realismo cervantino: A llí —en la v ida picaresca— está la suciedad limpia. B i e n decía Orte­ga, hablando del Quijote, que el realismo de Cervantes está infar­tado de idealismo —y viceversa, es preciso añadir. Los planos de la real idad se entrecruzan siempre en Cervantes sin que ninguno de ellos aparezca como verdad absoluta. Presentación abierta del entre-juego entre la materia y el espíritu, no oposición entre los dos que permita desde el espíritu el rechazo de la materia, como en la pica­resca o, a l revés, desde la materia el rechazo del espíritu, como en el p lano más obvio y falso del Quijote. L a real idad es una suciedad l i m ­pia , o al revés, y toda ella es presentada por el novelista —poeta i m i ­tador de la real idad— sin rechazar n i n g u n a de sus partes. Aceptación v i t a l y presentación, nunca rechazo, como no sea el de la forma artís­tica que resuelve, por oposición, la armonía de contrarios que es el m u n d o . Por algo decía el l icenciado V i d r i e r a "que los buenos pinto­res imitaban la naturaleza; pero que los malos la v o m i t a b a n " 4 7 . Cer­vantes, novelista presentacional, p i n t a la real idad como quien la ve, en toda su complejidad, desde fuera, s in pretender conocerla abso­lutamente por dentro como el personaje-novelista de la picaresca, o

(cf. p . 196, p o r e j e m p l o ) ; y se l a m e n t a t a n t o p o r q u e , de jándose l l e v a r s i e m p r e

p o r los extremos, h a b í a cre ído q u e l a v i d a de p icardía " e r a b o c a d o s i n hueso,

l o m o descargado, o c u p a c i ó n h o l g a d a y l i b r e de t o d o g é n e r o d e p e s a d u m b r e " .

L o s c o n t r a r i o s absolutos s i e m p r e : l a a p a r i e n c i a , t o d a b u e n a ; l a v e r d a d , t o d a

m a l a .

4 8 C f . Novelas ejemplares, ed . c i t . , t. 1, p p . 237-239. H a y u n pasaje así d e

e l o g i o a l a v i d a de p icardía e n e l Guzmán ( P r i m e r a parte , l i b r o I I , cap. 2), p e r o

su efecto q u e d a b o r r a d o p o r las i n t e r m i n a b l e s quejas de G u z m á n y p o r e l t o n o

g e n e r a l de l a m e n t a c i ó n y c o n d e n a de t o d a l a o b r a .

47 Novelas ejemplares, ed. cit . , t. 2, p . 49. C u a n d o se c o n s i d e r a l o c o n t r a r i o d e l

c o n c e p t o d e l m u n d o y d e l arte de n o v e l a r de Cervantes y M a t e o A l e m á n , c u a n ­

d o se r e c u e r d a l o q u e dice C i p i ó n a B e r g a n z a sobre e l excesivo p r e d i c a r , c u a n d o

se t o m a e n c u e n t a l a r e f e r e n c i a a G u z m á n a l p r i n c i p i o de La ilustre fregona,

esta i d e a d e l l i c e n c i a d o V i d r i e r a , p o r "c lás ica" q u e sea, casi nos o b l i g a a pensar

q u e C e r v a n t e s tenía a l Guzmán c o m o m o d e l o de l o q u e no es e x c l u s i v a m e n t e

l a v i d a n i e l arte de nove lar .

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N R F H , X I CERVANTES Y LA PICARESCA 341

e l dramaturgo-teólogo o el satírico 4 8 . Frente a la narración premedi­tada de vidas a posteriori, presentación polifacética de vidas hacién­dose en presente. Frente al realismo que nos dice que el m u n d o todo es sólo "muladares y partes asquerosas" y engaño, el realismo pris­mático de la "suciedad l i m p i a " . E n esta frase, como en la palabra "baciyelmo", tan b i e n comentada por Castro, los contrarios, en vez de enfrentarse para la lucha — " m i l i c i a es la v ida del hombre en la t ierra" , y sólo m i l i c i a — , se unen para subrayar la ambigüedad de la r e a l i d a d 4 9 , para demostrarnos que "real ismo" no significa necesaria­mente desengaño y suciedad absolutos frente a la l impieza y engaño absolutos de las novelas de fantasía; que no significa rechazo de la materia n i del espíritu, es decir de la vida, sino fusión de ambos en goce vi ta l ; que no significa Sancho contra don Quijote , sino Sancho y don Quijote, conviviendo y viviéndose, haciéndose ante nuestros ojos y oídos, en su historia; que realismo para Cervantes no significa verdad absoluta frente a engaño-mentira, n i vida contemplada desde la muerte, sino en la v ida misma, que es t iempo; que no significa p u n t o de vista único presentado de antemano con el pretexto de na-rracción a posteriori, sino presentación e intercambio de todos los puntos de vista; y que, finalmente, las novelas llamadas picarescas de Cervantes nada tienen que ver con la picaresca cuya c ima formal y temática es el Guzmán de Alfarache, sino que se oponen a ella. Por­que novelar no significa para Cervantes adjetivar, canonizar, decidir , juzgar, sino crear u n m u n d o , a imagen del que percibimos, que, a part ir de su creación, es l ibre de su creador, m u n d o fragmentario siempre, pero completo en cada fragmento; m u n d o que, como el

4 8 N o o l v i d e m o s e l a taque de C e r v a n t e s a los satíricos e n e l Viaje del Par­

naso. 4 9 Q u e es, exactamente , l o q u e n o hace Q u e v e d o c o n u n a p a l a b r a de estruc­

t u r a s i m i l a r . E n u n o de los sonetos a él a t r i b u i d o s leemos l o s iguiente (Obras

completas, Verso, M a d r i d , 1952, p . 212):

Melancólica estás, p u t i d o n c e l l a ,

solapo de la paz, buen gusto grato,

raída como empeine de zapato

cuando de muy traído se desuella...

E n l a p a l a b r a putidoncella, c o m o e n baciyelmo, e l o r d e n de l a re lac ión entre l o

r e a l y l o aparente es e l m i s m o : e n los dos casos l o " r e a l " se a n t e p o n e e n l a cons­

trucc ión a l o " a p a r e n t e " . P e r o d o n d e C e r v a n t e s crea c o n su baciyelmo u n a rea­

l i d a d n u e v a que , d e n t r o d e l s igni f icado to ta l de su o b r a , a p u n t a d i r e c t a m e n t e a

l a a m b i v a l e n c i a y c o m p l e j i d a d d e t o d a s i tuación v i t a l , Q u e v e d o (o q u i e n sea:

es d e m a s i a d o t íp ico d e l a a c t i t u d c o n t r a r r e f o r m i s t a este e j e m p l o p a r a q u e e l

n o m b r e d e l a u t o r c a m b i e s igni f i ca t ivamente e l sent ido d e l a intenc ión) destruye

c o n e l p r i m e r e l e m e n t o de su composic ión t o d a l a v a n a a p a r i e n c i a d e l segundo,

c o n l o c u a l se j u z g a y destruye a l a p e r s o n a a l u d i d a y se d e s e n g a ñ a a c u a l q u i e r

l e c t o r d e l soneto. Juzgar, destruir, desengañar n o son, e n este sent ido , verbos

q u e p o d a m o s usar s i n precauc iones c u a n d o h a b l a m o s de Cervantes .

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34* CARLOS BLANCO AG U IN AG A N R F H , X I

nuestro, se va haciendo fuera de nosotros mientras nos hacemos en él y en el entrejuego de cada uno de nosotros con los demás. N o ­velar para Cervantes es, en cierto sentido, dejar hacer y dejar v i v i r en el m u n d o creado, m u n d o de medias verdades y medias mentiras que ningún hombre ha sabido todavía deslindar a satisfacción. Visión del m u n d o ésta que nos dice que el novelista —¡raro inventor, en verdad!— es, sí, como u n d i o s 5 0 que, por la palabra, lanza la reali­dad toda, pero como u n dios tal vez u n poco escéptico de su capa­c idad de ju ic io , aunque con fe en la l ibertad de su creación y l leno de amor por ella; u n dios que crea y se aleja porque su oficio, según palabras de Cipión al narrador Berganza, no es meterse donde no le l laman; creador pr imero, espectador luego, que observa, benévolo e irónico, el progreso de lo creado sin poder condenar ya n i n g u n a de sus partes, n i n g u n a de sus criaturas; u n dios que, a lo sumo, si quiere corregir, lanza a l m u n d o u n nuevo personaje dotándole de la palabra, la cual , inevitablemente, le l leva a l diálogo, diálogo en el que resulta ser el suyo u n p u n t o de vista más entre tantos. R e a l i d a d creada por la palabra que va haciéndose en obra rigurosa, sí, pero hacia u n destino desconocido en el t iempo, u n destino en el cual todo es siempre posible.

E n este sentido podemos hablar ele realismo cervantino. Y opo­ner lo al de l a picaresca y a cualquier otro t ipo de realismo de des­engaño. E n este sentido —apertura total, presentación prismática—, y sólo en este sentido son las novelas de Cervantes ejemplares —y contrarias al resto de la l i teratura l lamada "abierta:" del " B a r r o c o " español 5 1 .

C A R L O S B L A N C O A G U Í N A G A

T h e O h i o State U n i v e r s i t y .

5 0 C f . las hermosas p a l a b r a s finales d e l art ículo c i tado de SPITZER, c o n q u i e n ,

desde luego, estaremos de a c u e r d o e n q u e C e r v a n t e s n o p r e t e n d e , n i p o r u n

m o m e n t o , " d e s t r o n a r a D i o s " (p. 224). P r e c i s a m e n t e p o r q u e n o p r e t e n d e esto n o

j u z g a n i c o n d e n a n i cree saber e l s e n t i d o ú l t i m o d e l a r e a l i d a d . U n a s p a l a b r a s

m á s sobre estas últ imas p á g i n a s d e Spi tzer : l a " o b j e t i v i d a d " q u e a q u í a t r ibuímos

a C e r v a n t e s n o q u i t a q u e , c o m o q u i e r e S p i t z e r ( p p . 214 ss. y n o t a 33), C e r v a n t e s

dirija su n o v e l a . C l a r o q u e él es e l c r e a d o r y artífice q u e l a o r d e n a , y b i e n l o

sabía él m i s m o . P e r o l o q u e C e r v a n t e s n o hace —y esto n o q u e d a c laro p o r l a

conc lus ión d e S p i t z e r — es d o m i n a r t a n a b s o l u t a m e n t e q u e l o creado p i e r d a su

r e a l i d a d o b j e t i v a e x t r a ñ a a l c r e a d o r y sus ideas personales. 5 1 C o n e x c e p c i ó n de a l g u n o s detal les de m i c o m e n t a r i o a l Guzmdn de Alfara-

che y de a lgunas referencias generales a l s ig lo x v n español , este trabajo es e l mis­

m o q u e , c o n e l t í tu lo de " C e r v a n t e s a n d the p icaresque n o v e l : notes o n r e a l i s m " ,

leí ante e l E n g l i s h G r a d ú a t e C l u b de l a O h i o State U n i v e r s i t y en e l mes de m a y o

de 1956.