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APETENCIA, RECONOCIMIENTO Y VOLUNTAD DE PODER. Santiago García Cabrera. Cuando se alza la voz para decir el nombre de Hegel, la percepción más inmediata que se tiene, es la de un metafísico hipertrófico; por otro lado, cuando se hace el mismo ejercicio para decir Nietzsche, es común verlo como el asesino de la metafísica. De esta manera, sucede de forma casi natural el presentar a estos autores de manera adversa, antagónica y contrapuesta. Pero entonces, ¿es posible que la idea más importante de Nietzsche, a saber, la de Voluntad de Poder, tenga algún punto en común con uno de los momentos más importantes de la Fenomenología del Espíritu, como es el de la Vida? Para responder esta pregunta, me basaré en el pasaje descrito de la Fenomenología y en el ensayo Voluntad y Poder. La esencia del poder, escrito por Martin Heidegger, contenido en el Primer Tomo de su libro Nietzsche, que es en realidad un compendio de apuntes de clase hechos por el propio Heidegger. Entrando en materia, considero pertinente hacer una definición de lo que es la Voluntad de Poder: ésta es el impulso que procura ir más allá de lo existente, desplegando en el mundo la propia voluntad. Es decir, como dice Heidegger: “Todo querer es un querer-ser-más. El poder mismo sólo es en la medida en que sea y mientras sea un querer-ser- más-poder” 1 . Dicho de otra manera, la voluntad que quiere simplemente vivir, es una voluntad vacía, puesto que si uno quiere lo que ya tiene, no quiere nada en realidad, ya que los deseos se dan cuando hay ausencia de algo; por lo tanto, una voluntad que quiere conservar, al ser vacía, deja solamente una opción: la voluntad ha de querer lo que tiene ausente; es decir, no va a querer mantener lo que existe, sino que va a querer ir más allá. Y ese ir más allá, es el poder. Porque, como dice Heidegger, el “poder no quiere decir otra cosa más que la realidad efectiva de la voluntad” 2 . 1 Heidegger, Martin. Nietzsche, Tomo I, página 66. Ediciones Destino, 2000. 2 Íbid, página 69.

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APETENCIA, RECONOCIMIENTO Y VOLUNTAD DE PODER.

Santiago García Cabrera.

Cuando se alza la voz para decir el nombre de Hegel, la percepción más inmediata que se tiene, es la de un metafísico hipertrófico; por otro lado, cuando se hace el mismo ejercicio para decir Nietzsche, es común verlo como el asesino de la metafísica. De esta manera, sucede de forma casi natural el presentar a estos autores de manera adversa, antagónica y contrapuesta. Pero entonces, ¿es posible que la idea más importante de Nietzsche, a saber, la de Voluntad de Poder, tenga algún punto en común con uno de los momentos más importantes de la Fenomenología del Espíritu, como es el de la Vida? Para responder esta pregunta, me basaré en el pasaje descrito de la Fenomenología y en el ensayo Voluntad y Poder. La esencia del poder, escrito por Martin Heidegger, contenido en el Primer Tomo de su libro Nietzsche, que es en realidad un compendio de apuntes de clase hechos por el propio Heidegger.

Entrando en materia, considero pertinente hacer una definición de lo que es la Voluntad de Poder: ésta es el impulso que procura ir más allá de lo existente, desplegando en el mundo la propia voluntad. Es decir, como dice Heidegger: “Todo querer es un querer-ser-más. El poder mismo sólo es en la medida en que sea y mientras sea un querer-ser-más-poder” 1. Dicho de otra manera, la voluntad que quiere simplemente vivir, es una voluntad vacía, puesto que si uno quiere lo que ya tiene, no quiere nada en realidad, ya que los deseos se dan cuando hay ausencia de algo; por lo tanto, una voluntad que quiere conservar, al ser vacía, deja solamente una opción: la voluntad ha de querer lo que tiene ausente; es decir, no va a querer mantener lo que existe, sino que va a querer ir más allá. Y ese ir más allá, es el poder. Porque, como dice Heidegger, el “poder no quiere decir otra cosa más que la realidad efectiva de la voluntad”2.

Lo anterior tiene relación con la lucha por el reconocimiento en la cual se ven inmiscuidas las dos autoconciencias en la Fenomenología del Espíritu de Hegel. En esta, la conciencia natural apenas está tomando conciencia de sí, razón por la cual empieza a darse cuenta de sus pares como tales y no como simples interiores de un fenómeno que el entendimiento debe comprender. Nos saltaremos el tema de la apetencia debido a que lo tocaremos un poco más adelante, el punto aquí es que teniendo como telón de fondo a la negatividad absoluta, es decir, a la muerte, las dos autoconciencias se encarnan en una lucha por el reconocimiento de la otra. El resultado de esto, es que quien desea con más fuerza su deseo en comparación a su miedo a la muerte será el ganador. O, como diría Hegel: “Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad […]”3. Por lo tanto, y tratando de unir ambas ideas, no es conservando la vida como se puede desplegar la propia voluntad sobre lo existente, sino que es a costa de ella que se podrá hacerlo, so pena de servidumbre.

1 Heidegger, Martin. Nietzsche, Tomo I, página 66. Ediciones Destino, 2000.2 Íbid, página 69.3 Hegel, George Friedrich Wilhelm. Fenomenología del Espíritu, página 116. Edición Fondo de Cultura Económica, 2010.

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En lo anterior tenemos una prueba de que, aunque definitivamente los sistemas filosóficos de ambos pensadores son distintos, en el tema de la lucha que se libra en torno a la existencia misma, ambos coinciden al menos en declarar la insuficiencia de la autoconservación. Pero entonces, ¿cuál es el fundamento de esta Voluntad de Poder? Veamos lo que nos dice Nietzsche:

Lo que quiere el hombre, lo que quiere la parte más pequeña de un organismo viviente, es un plus de poder. Tomemos el caso más sencillo, el de la alimentación primitiva: el protoplasma extiende sus seudópodos para buscar algo que se le resista, no por hambre, sino por voluntad de poder. A continuación, hace el intento de superarlo, de apropiárselo, de incorporárselo: eso que se llama "alimentación" es meramente un fenómeno derivado, una aplicación utilitaria de esa voluntad originaria de ser más fuerte. 4

El ser más fuerte, que podría ser interpretado como ese afán de ir más allá de lo que es, es para Nietzsche el fundamento de la Voluntad de Poder. Es tan consistente ese fundamento, que inclusive se encuentra en las formas de vida primigenias. Es de esta manera que una forma de vida unicelular, que podría ser una ameba, tantea su exterior para encontrar algo que se oponga y que ofrezca un grado de lucha para, en un segundo término, ser tomado como alimento. Pero entonces, de nuevo encontramos semejanza con Hegel, puesto que de lo que se busca reconocimiento no es de un perro o un gato, sino que se busca el reconocimiento de otra autoconciencia. Pero incluso, aparte de eso, hay algo más originario que causa la lucha por el reconocimiento: esto es la apetencia, y acá vemos cómo aparece por primera vez esta figura:

El objeto, que para la autoconciencia es lo negativo, es a la vez, para nosotros o en sí, algo retornado a sí mismo, como por su parte la conciencia. A través de esta reflexión, en sí mismo, el objeto ha devenido vida. Lo que la autoconciencia distingue de sí misma como lo que es tiene también en sí, en cuanto se lo pone como lo que es, no sólo el modo de la certeza sensible y de la percepción, sino que es ser reflejado en sí mismo, y el objeto de la apetencia inmediata es algo vivo. 5

En este fragmento hay, como en todo fragmento considerable de la Fenomenología del Espíritu, muchos movimientos implicados. El objeto, que unas páginas atrás era el interior del fenómeno, hasta ahora se está construyendo y se dice de él que la autoconciencia lo experimenta como lo negativo; no algo negativo ni esto negativo, sino lo negativo. Mi hipótesis es que esto sucede porque la conciencia natural ha tomado, valga la redundancia, conciencia de sí misma, con lo cual se está dando cuenta de que no es ni un esto, ni una cosa, ni un interior, sino que es un ser vivo. Esto tiene la consecuencia de que su existencia es una continua evanescencia, puesto que ésta depende de un equilibrio biológico muy delicado. Ante este panorama, todo es negativo, porque constantemente se está enfrentando a la muerte. Incluso si en una acción se logra reactivar el ciclo vital, esta satisfacción es temporal y la muerte, como telón de fondo, sigue rondando. Ahora bien: aquello que abre la posibilidad de reiniciar el ciclo vital, es la vida, algo vivo; esta es la razón por la cual la apetencia es apetencia inmediata de algo vivo.

4 Nietzsche, Friedrich. Voluntad de Poder, página 5 Hegel, George Friedrich Wilhelm. Fenomenología del Espíritu, página 108. Edición Fondo de Cultura Económica, 2010.

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A pesar de que el pseudópodo no es autoconciencia, sí hay una semejanza con esta idea hegeliana de que solamente algo vivo puede apetecer a algo vivo, puesto que el pseudópodo busca algo que se le resista, y lo único que se le puede resistir a un ser viviente, es otro. Pero además, lo que se quiere es un plus de poder. ¿De dónde viene este plus de poder? Viene del hecho de que, en el reconocimiento hegeliano y en la voluntad de poder nietzscheana, se enfrentan de forma contrapuesta dos autoconciencias o dos individuos humanos, es decir, se enfrentan dos iguales –iguales en la medida de que quieren lo mismo– y, al acabar la lucha, quien gane, obtendrá el poder del otro, lo cual viene a formar el plus de poder que acrecentará y autoafirmará la voluntad de poder.

Es claro que Nietzsche siempre buscó ser el azote espinado de la metafísica moderna y que Hegel es, junto con Kant, el más brillante expositor de ella. Pero también es cierto que los tentáculos de Hegel perseguirán a todo aquel que pretenda erigirse como pilar de una filosofía crítica, por más que intente borrar de su pasado el pecado original del hegelianismo.