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VIAJES 12 EL MUNDO 27 DE FEBRERO DE 2018 Las casas del pueblo de Castro, levantadas literalmente a modo de palafitos sobre el agua, son características de la región de los Lagos chilena. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JUAN SERRANO CORBELLA CHILE 13h 13h 15º ESPAÑOL DAVID LÓPEZ CANALES Por el archipiélago de Chiloé, en la región de Los Lagos, en el centro-sur de Chile, la vida ha pasado alrededor siempre navegan- do. Así hicieron los primeros pobladores nómadas que llegaron en sus balsas de tres tablas, donde vivían, buscando refugio del viento y los mariscos de sus aguas. Tam- bién los españoles, tripulantes de las naves de Alonso de Camargo que avistaron estos islotes en su viaje hacia el Perú, que apun- taron en el cuaderno de bitácora que volve- rían y así lo hicieron a finales del siglo XVI. O los piratas holandeses, que en el XVII asalta- ron durante décadas el que se había convertido en un enclave estratégico para esos españoles que durante un siglo llamaron a este lu- gar Nueva Galicia porque les recordaba —y sí, hoy aún lo hace, y mucho— a las lejanas terras galegas. Hasta los ballene- ros, que atra- caban aquí cuando las is- las se trans- formaron en un centro de abasteci- miento para ellos en el XIX. Y así se sigue haciendo hoy, con islas conectadas entre sí apenas un par de veces a la semana con lanchas y con un ferry que atraviesa el canal de Chacao y que es la única forma de llegar desde el continente a la Isla Grande, como se llama, de 180 kilómetros de longitud y 50 de an- chura, la principal de este archipiélago ha- bitado por 167.000 habitantes y donde se encuentran los pueblos más destacados. Pero ahora los chilotas andan debatien- do, y no se ponen de acuerdo, si el futuro también debe ser así o no. Si se mantiene el ferry o si se construye un puente que una por fin las islas con la tierra firme de Chile, aunque en Chiloé, siempre medio aislado, siempre a lo suyo, hablan de Chi- le casi como si fuera otro país. Si se deja el K i K i A M É R I C A El archipiélago de Chiloé, bautizado como Nueva Galicia por los conquistadores españoles por su parecido con la región española, es hoy un destino de naturaleza, pequeños pueblos y, sobre todo, muchas leyendas LAS ISLAS meigas CHILENAS CHILE CHILOÉ Ancud Chonchi Castro Horas de vuelo desde Madrid Media de horas de luz solar en invierno Temperatura media en destino en invierno Idioma

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V I A J E S1 2 EL MUNDO 27 DE FEBRERO DE 2018

Las casas del pueblo de Castro, levantadas literalmente a modo de palafitos sobre el agua, son características de la región de los Lagos chilena. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JUAN SERRANO CORBELLA

CHILE

13h 13h 15º ESPAÑOL

DAVID LÓPEZ CANALES Por el archipiélago de Chiloé, en la región de Los Lagos, en el centro-sur de Chile, la vida ha pasado alrededor siempre navegan-do. Así hicieron los primeros pobladores nómadas que llegaron en sus balsas de tres tablas, donde vivían, buscando refugio del viento y los mariscos de sus aguas. Tam-bién los españoles, tripulantes de las naves de Alonso de Camargo que avistaron estos islotes en su viaje hacia el Perú, que apun-taron en el cuaderno de bitácora que volve-rían y así lo hicieron a finales del siglo XVI.

O los piratas holandeses, que en el XVII asalta-ron durante décadas el que se había convertido en un enclave estratégico para esos españoles que durante un siglo llamaron a este lu-gar Nueva Galicia porque les recordaba —y sí, hoy aún lo hace, y mucho— a las lejanas terras galegas. Hasta los ballene-

ros, que atra-caban aquí cuando las is-las se trans-formaron en un centro de a b a s t e c i -miento para

ellos en el XIX. Y así se sigue haciendo hoy, con islas conectadas entre sí apenas un par de veces a la semana con lanchas y con un ferry que atraviesa el canal de Chacao y que es la única forma de llegar desde el

continente a la Isla Grande, como se llama, de 180 kilómetros de longitud y 50 de an-chura, la principal de este archipiélago ha-bitado por 167.000 habitantes y donde se encuentran los pueblos más destacados.

Pero ahora los chilotas andan debatien-do, y no se ponen de acuerdo, si el futuro también debe ser así o no. Si se mantiene el ferry o si se construye un puente que una por fin las islas con la tierra firme de Chile, aunque en Chiloé, siempre medio aislado, siempre a lo suyo, hablan de Chi-le casi como si fuera otro país. Si se deja el

Ki KiA M É R I C A

El archipiélago de Chiloé, bautizado como Nueva Galicia por los conquistadores españoles por su parecido con la región española, es hoy un destino de naturaleza, pequeños pueblos y, sobre todo, muchas leyendas

LAS ISLAS meigas CHILENAS

CHILE

Ancud

ChonchiCastro

Lovaina

Brujas

CHILOÉ

FLANDES

ESLOVENIA

Liubliana

BÉLGICA

Somontano

MarMuerto

Petra

Wadi Rum

YucatánCampeche

Mérida

Pontevedra

CampoLameiro

PonteCaldelasMarín

Valladolid

Barbastro

Alquézar

Barbastro

TorreciudadTorreciudadTorreciudadTorreciudad

ARAGÓN

MÉXICO

HUESCA

GALICIA

PONTEVEDRA

JORDANIA

CHILE

Ancud

ChonchiCastro

Lovaina

Brujas

CHILOÉ

FLANDES

ESLOVENIA

Liubliana

BÉLGICA

Somontano

MarMuerto

Petra

Wadi Rum

YucatánCampeche

Mérida

Pontevedra

CampoLameiro

PonteCaldelasMarín

Valladolid

Barbastro

Alquézar

Barbastro

TorreciudadTorreciudadTorreciudadTorreciudad

ARAGÓN

MÉXICO

HUESCA

GALICIA

PONTEVEDRA

JORDANIA

CHILE

Ancud

ChonchiCastro

Lovaina

Brujas

CHILOÉ

FLANDES

ESLOVENIA

Liubliana

BÉLGICA

Somontano

MarMuerto

Petra

Wadi Rum

YucatánCampeche

Mérida

Pontevedra

CampoLameiro

PonteCaldelasMarín

Valladolid

Barbastro

Alquézar

Barbastro

TorreciudadTorreciudadTorreciudadTorreciudad

ARAGÓN

MÉXICO

HUESCA

GALICIA

PONTEVEDRA

JORDANIA

Horas de vuelo desde Madrid

Media de horas de luz solar en invierno

Temperatura media en destino en invierno Idioma

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V I A J E S 1 3EL MUNDO 27 DE FEBRERO DE 2018

barco, como dice Vicente, chilota de 36 años, que sea el clima el que aún decida todo. «Las mareas condicionan la vida. Se-gún cómo sean, se puede ir o no de una is-la a otra o llegar en ferry. E incluso en las rutinas diarias: con marea baja se marisca y se recogen algas, con alta se sale a echar la redes de pesca», explica. En eso sigue pareciéndose esta Nueva Galicia a la vieja. A sus pueblos de pescadores. Y a un clima continuo de lluvias. Porque Chiloé es llu-via. Sin ella, dicen, las fotos, es verdad, sa-len más bonitas, «pero no es el Chiloé re-al, porque la lluvia aquí es su majestad».

ENTRE MONUMENTOS NATURALES Recorrer esa Isla Grande es transitar por carreteras estrechas y lentas entre cerros que unen los diferentes pueblos y que per-miten alcanzar los rincones con la mejor naturaleza del archipiélago. Huillinco es el lago más grande; el parque de Cucao, tam-bién el más importante, es perfecto para re-correr su sendero principal en un bosque de Tepús; y la Bahía de Puñihuil, con sus enormes piedras sobre las que rompe el Pa-cífico con fuerza, sus «monumentos natu-rales», como los llaman, un rincón impres-

cindible. Desde allí, en barca, se visitan las pingüineras y se contempla el espec-táculo que suponen cientos de las especies de Humboldt y Magallanes. Más aún si llega la primavera y los machos, ya se sabe, la sangre alterada y con las hormonas sal-tarinas como adolescentes, andan peleán-dose por las hembras.

Pero es en los pueblos, sin embargo, donde mejor se entiende estas islas. En sitios como Chonchi, anti-guo epicentro maderero de las islas, construido en un cerro a tres niveles, como si fueran terrazas de plan-tación. En la superior, pre-sidiéndolo, está su iglesia, una de las 16 de las islas construidas entre los siglos XVIII y XX y hoy conside-radas Patrimonio de la Hu-manidad por la Unesco.

Porque aquí, tierra de pescadores, sobre todo, y carpinteros, no sabían hacer igle-sias, pero sí barcos. Así que las construye-ron de madera como embarcaciones inver-tidas sostenidas por columnas. O en el

pueblo de Castro, la capital, famoso por sus barrios de palafitos, esas casas tam-bién de madera levantadas sobre el agua, con pilares de ciprés o de luma, que fueron antiguamente los hogares de la gente más pobre, de aquellos que no podían comprar un pedazo de tierra sobre la que construir,

y que hoy son codiciados edificios en los que se abren hoteles y nuevos negocios.

Es en estos pueblos donde también se ve el parecido que ya encontraron los con-quistadores españoles con Galicia. En la

pugna entre la tradición y la modernidad que llega ahora, en el aislamiento crónico que va rompiéndose, en el estilo de vida de los vecinos y en las celebraciones incluso.

Pero, sobre todo, en las leyendas que abundan estas islas consideradas mágicas. En los mitos de seres fabulosos que habi-

tan sus aguas y sus bos-ques, como el Pincoy, un hombre con cuerpo de foca y cabellos dorados que se ocupa del mar, el Trauco, un enano terri-ble supuestamente ca-paz de seducir a todas las mujeres, o el Imbun-che, un brujo desterrado y amorfo con una pierna en la espalda.

Todas, leyendas que explican de una u otra manera la historia de Chiloé. Y que, como dice

Moncho, escultor de Quellón, que talla en piedra y madera las figuras de estos seres para que adornen las plazas de los pue-blos, «esto no es una cuestión de fe y reli-gión. Esto es, sencillamente, lo que hay».

Ki KiA M É R I C A

Probar la comida más célebre de Chiloé tiene mucho de ritual y más aún de banquete pantagruélico. Esta se llama curanto y se come sobre todo en ocasiones especiales, cuando los chilotas

celebran bodas, bautizos o reencuentros. En un horno excavado en la tierra, sobre piedras al rojo vivo, se preparan kilos de almejas, mejillones, longanizas, carne y tortas de papa y de harina de trigo que se cubren después durante al menos hora y media con hoja de nalca y tierra. Pasado ese tiempo, los

invitados pueden participar en la retirada de la tierra y la nalca y comer ahí mismo, a pie de curanto, en el suelo, como se ha hecho siempre, o servirlo a la mesa. Sea donde sea, eso sí, antes de empezar, como dicen, hay que pedir perdón al estómago y a la vesícula por el atracón que les daremos.

RITUAL DEL CURANTO

Para llegar a Chiloé se debe volar primero a Santiago de Chile. La aerolínea Plus Ultra (plus ultra.com) lo hace de forma directa desde

LLEGAR

Madrid y Barcelona a partir de 400 €. Después se puede volar a Puerto Montt con Sky Airline (skyairline. com). A partir de 70 €.

Tierra Chiloé Hotel & Spa (tierrahotels. com), con 24 habitaciones y rodeado de canales y fiordos en la Bahía de Pullao, es una nueva y lujosa propuesta. Desde 400 €. Opciones más económicas se encuentran en los pueblos de Castro, Ancud o Chonchi.

DORMIR

En chile.travel y para contratar agencias y servicios ‘in situ’ en www. serviciosturisticos.sernatur.cl

MÁS INFODe arriba abajo, café Artilugio, en Chonchi; valla del Parque Nacional de Cucao y el hotel Tierra Chiloé.