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34 SOCIEDAD POR: MELISA MIRANDA CASTRO FOTOS: THOM SÁNCHEZ El Himno Nacional archivado en una bacteria, computadoras que hablan y robots rescatistas: los últimos avances en la Argentina que parecen inspirados del cine y la TV futurista. 34 T odavía no hay autopistas aéreas, ni los Delorean nos transportan al pasa- do o al futuro, según se lo indiquemos, seguimos naciendo por parto después de nueve meses de gestación y no por una gran “Matrix” que nos incuba en compar- timentos mientras nos hace vivir una realidad virtual; la teletransportación sería una solución para el tránsito de las grandes ciudades, pero aún no fue inventada. Sin embargo, la ciencia va tras los pasos de la imaginación, y así como hasta hace unas décadas pensar en una llamada con video donde se pu- diera ver al interlocutor era una locura sólo imaginada por guionistas, hoy mu- chos inventos de ciencia ya cumplieron biblioteca o pendrive biológico. Todo en manos de los laboratorios de bioinfor- mática más avanzados del mundo. Sin embargo, otra lamparita se prendió por estas latitudes y fue la del equipo enca- bezado por Federico Prada, que integra el Laboratorio de Biología Sintética de la UADE que, en menos de cinco meses y con un grupo integrado por alumnos de los primeros años de informática y biotecnología, lograron introducir las estrofas del Himno Nacional dentro de la bacteria Escherichia coli. Enseguida surge la pregunta: ¿en el futuro podremos cargar información en nuestro cuerpo? No todo es tan sen- cillo pero tampoco tan descabellado. “No importa qué organismo sea, hablar de humanos puede ser complicado por las profecías de la ficción y la Argentina está al nivel de las potencias mundiales en sus desarrollos. OÍD MORTALES. Desde hace algún tiempo se viene pensando en usar el ADN (la molécula que contiene la infor- mación de la vida) para almacenar in- formación no biológica. El conocimiento tiene problemas para encontrar un es- pacio, dispositivo o lugar con capacidad suficiente para acopiarse y esto disparó la idea de pensar en el ADN. El año pa- sado se prendieron las lamparitas de al- gunos grupos científicos que publicaron dos trabajos en las revistas más impor- tantes de ciencia del mundo: “Science” y “Nature”, uno fue teórico y otro compro- baba la manera de usar el ADN como CIENCIA DE FICCIÓN CIENCIA DE FICCIÓN

Ciencia de ficción

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Revista 7Días.El Himno Nacional archivado en una bacteria, computadoras que hablan y robots rescatistas: los últimos avances en la Argentina que parecen inspirados del cine y la TV futurista

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sociedad • Por: Melisa Miranda Castro fotos: thoM sánChez

El Himno Nacional archivado en una bacteria, computadoras que hablan y robots rescatistas: los últimos avances en la Argentina que parecen inspirados del cine y la TV futurista.

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Todavía no hay autopistas aéreas, ni los Delorean nos transportan al pasa-do o al futuro, según se lo indiquemos, seguimos

naciendo por parto después de nueve meses de gestación y no por una gran “Matrix” que nos incuba en compar-timentos mientras nos hace vivir una realidad virtual; la teletransportación sería una solución para el tránsito de las grandes ciudades, pero aún no fue inventada. Sin embargo, la ciencia va tras los pasos de la imaginación, y así como hasta hace unas décadas pensar en una llamada con video donde se pu-diera ver al interlocutor era una locura sólo imaginada por guionistas, hoy mu-chos inventos de ciencia ya cumplieron

biblioteca o pendrive biológico. Todo en manos de los laboratorios de bioinfor-mática más avanzados del mundo. Sin embargo, otra lamparita se prendió por estas latitudes y fue la del equipo enca-bezado por Federico Prada, que integra el Laboratorio de Biología Sintética de la UADE que, en menos de cinco meses y con un grupo integrado por alumnos de los primeros años de informática y biotecnología, lograron introducir las estrofas del Himno Nacional dentro de la bacteria Escherichia coli.

Enseguida surge la pregunta: ¿en el futuro podremos cargar información en nuestro cuerpo? No todo es tan sen-cillo pero tampoco tan descabellado. “No importa qué organismo sea, hablar de humanos puede ser complicado por

las profecías de la ficción y la Argentina está al nivel de las potencias mundiales en sus desarrollos.

Oíd mOrTAlEs. Desde hace algún tiempo se viene pensando en usar el ADN (la molécula que contiene la infor-mación de la vida) para almacenar in-formación no biológica. El conocimiento tiene problemas para encontrar un es-pacio, dispositivo o lugar con capacidad suficiente para acopiarse y esto disparó la idea de pensar en el ADN. El año pa-sado se prendieron las lamparitas de al-gunos grupos científicos que publicaron dos trabajos en las revistas más impor-tantes de ciencia del mundo: “Science” y “Nature”, uno fue teórico y otro compro-baba la manera de usar el ADN como

CienCia de fiCCiónCienCia de fiCCión

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CienCia de fiCCión

Federico Prada,

director de la carrera de bioinFormática de la uade, encabeza el equiPo que introdujo

las estroFas del himno en la bacteria

escherichia coli.

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“El ADN Es El Dispositivo quE más DENsiDAD DE iNformAcióN puEDE guArDAr, Al mEDirlo por volumEN. más quE uN Disco rígiDo, más quE uNA computADorA AtómicA.” (fEDErico prADA, DEl lAborAtorio DE biologíA siNtéticA DE lA uADE)

un tema ético. Eventualmente uno po-dría generar una rata que tenga en su genoma todas las películas de Mickey Mouse, pero eso no le va a significar nada a la rata. Es un dispositivo de al-macenamiento. Lo loco es el poder de almacenamiento que tiene”, asegura.

Los científicos calcularon cuánto ADN ocuparía toda la biblioteca de la universidad que son 52 mil ejemplares, 19 millones de páginas, 34 de toneladas de libros. Todo eso entraría en un 0,01 gramo de ADN. “Hoy en día es el dispo-sitivo que más densidad de información puede guardar, al medirlo por volumen. Más que un disco rígido, más que una computadora atómica”, afirma Prada.

Para llegar a introducir la partitura del Himno dentro del ADN de la bacte-ria, tuvieron que desarrollar un soft-ware que permitiese pasar de un ar-chivo midi o una partitura al código de ADN. Así crearon BANDA, que es el al-goritmo, una especie de traductor, que

desarrollaron ellos y que es único y ori-ginal. Una vez que lograron hacer esa conversión, tuvieron que hacer la sínte-sis, que es materializar una secuencia de ADN que estaba en la computadora, llevarla a formato de molécula. Ésa es la parte más costosa del proceso, se co-bra un promedio de un dólar por letra.

“La secuencia que le estamos metiendo no tiene ningún significado biológico. La vida interpreta señales de una se-cuencia siguiendo un código biológico, lo que nosotros le metemos no tiene nada que ver con eso”, asegura Prada. “Esto fue fundacional. Nosotros forma-mos parte del Laboratorio de Biología

los cientíFicos de la uade calcularon que toda la biblioteca

de la universidad entraría en 0,01 gramo

de adn.

Audio del colágenopArA EstE proyEcto sE DEsArrolló uN softwArE quE pErmitE pAsAr uNA pArtiturA Al cóDigo DEl ADN y vicEvErsA. Aquí sE puEDE EscuchAr cómo suENA El colágENo.

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Sintética de la UADE, que tiene como objetivo encontrar soluciones a la vida cotidiana utilizando herramientas que la naturaleza creó”, concluye Prada.

diál OgOs cON lA cOmpu. Muchas películas fantasearon con ha-blar con computadoras como si fuera la vecina. Desde “Star Trek” hasta “Si-mone” pasando por varios dispositi-vos de ficción que dialogaban con sus interlocutores, muchos con voz prácti-camente humana. Eso se propone en el Laboratorio de Investigaciones Senso-riales, que tiene su sede en el Hospital de Clínicas y forman parte del Conicet. Jorge Gurlekian es la cabeza del equipo y explica de qué se trata lo que hacen: “En el laboratorio hacemos investiga-ción básica y aplicada, sobre todo con derivación tecnológica para institucio-nes: empresas o instituciones públicas o privadas, que pueden aprovechar los derivados del procesamiento del habla humana”. Su trabajo tiene dos vertien-tes, por un lado generar habla artificial o sintética y, por otro, reconocer habla en forma automática.

El trabajo se concentra en el acceso a la información de máquinas y tam-bién a darle voz a aquel que no tiene. “Toda el área de capacidad diferente exige, por ejemplo, que la persona que no puede ver tenga que escuchar. Así que todo el texto de una computadora tiene que ser recibido en forma acústi-ca, como los libros parlantes”, explica Gurlekian, quien trabaja en el laborato-rio desde 1974. El equipo está integrado por personas de distintas disciplinas: ingeniería electrónica, bioingeniería, informática, lingüística, fonoaudiolo-gía y psicología experimental. Estos últimos los ayudan a calibrar los arte-factos que hacen y les da la medida de que ese sistema está actuando como lo haría un ser humano o no. “El ser hu-mano rechaza la voz artificial, entonces uno de nuestros proyectos es hacer una voz que sea indistinguible de la natu-ral. Para ello estamos haciendo un es-tudio de la entonación, de la prosodia, ritmo y acento del español de la Argen-tina. En particular de los porteños que

tienen una manera muy particular de hablar, distinta al español de cualquier otro país”, explica.

Entre los avances que hicieron crea-ron un archivo de voces de todo el país, esto les dio un caudal semejante de in-formación que todavía pueden surgir más investigaciones, pero uno de los usos que tuvo fue lingüístico y con-cluyeron que el habla porteña tiene un patrón similar al de los napolitanos. La base también sirve para generar siste-mas de reconocimiento automático de habla. “Ése es el aspecto más fuerte del grupo y el más difícil. Consiste en cómo reconocer el habla de un sinnúmero de

individuos. Cuando uno sintetiza, sin-tetiza una voz, pero cuando uno tiene que reconocer tiene que reconocer cien-tos o miles de voces”, explica el inge-niero electrónico.

Ellos son los responsables del ser-vicio de información de las telefónicas. También colaboraron con un equipo de una importante universidad de Japón para desarrollar una habitación don-de la persona entre y dé órdenes a los artefactos sin necesidad de acercarse a un micrófono. Otro proyecto en el que próximamente comenzarán a trabajar a pedido de una empresa de marketing es en un software que pueda detectar auto-

en el laboratorio de investigaciones

sensoriales buscan generar habla

artiFicial o sintética y reconocer habla en

Forma automática.

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máticamente cuándo se nombre en tele-visión a una empresa. Además, de estos proyectos, las aplicaciones concretas en las que se pueden aplicar las investiga-ciones son el reconocimiento forense.

ArTuriTO sOlidAriO. Un grupo de estudiantes de entre 12 y 18 años lo-gró construir un robot que llegó al cuar-to puesto en el mundial de robots llama-do Robocup que se realizó en Holanda este año. Los chicos de San Luis fueron en representación del país y quedaron después de China, Japón y Portugal; pero el mayor mérito es haber superado a potencias del primer mundo como In-glaterra, Estados Unidos, Holanda, Ale-mania, Turkía, Irak, entre otras.

El grupo pertenece a los talleres gra-tuitos que brinda la Universidad de la Punta en San Luis todos los sábados por la tarde y son de manera extracurricu-lar. Aprenden electrónica, programa-ción y mecánica. “La mejor manera es

enseñárselos como un juego, para que compitan”, explica Juan Gabriel Yon-so, uno de los profesores del taller. Los docentes son estudiantes o egresados de la universidad y ninguno supera los 30. En 2008 empezaron con un taller de Gaming y en 2010 comenzaron con los robots y compitieron en el Campeonato Argentino de Fútbol de Robots. Recién en 2012 se animaron a traspasar las fronteras y compitieron en México en la Robocup. Ese año no les fue tan bien y al segundo día, en la competencia, tuvieron algunos problemas técnicos y quedaron bastante atrás. Fue recién en 2013 que tuvieron su revancha. La ca-tegoría en la que compiten es robots de rescate. “Les enseñamos a preparar a un robot que, a una escala pequeña, esté preparado para rescatar a una víctima en una zona de catástrofe. Nos permite a nosotros enseñarles a hacer un robot completamente autónomo, que se tenga que adaptar a un ambiente totalmente

caótico que lo rodea, ubicar a una víc-tima y llevarla a un punto de evacua-ción. Miden unos 25 cm de ancho por 30 de largo y no son muy altos. Tienen que desempeñar su función en la arena de rescate, que es como una maqueta de dos pisos que tiene distintas habitacio-nes y pasillos, simula ser un edificio o una ciudad con caminos y obstáculos”, explica Yonso. La víctima está represen-tada por una lata de gaseosa y el robot debe llegar hasta allá sin ser movido por control remoto ni computadora. “Los chicos arman el robot, les ponen senso-res para poder detectar el medio que los rodea y arman todo el software para que pueda leer esos sensores y desempeñar la función dentro de la arena”, asegura el profesor.

En Europa, varios se interesaron por el modelo de talleres y cómo logra-ban que fueran gratuitos (incluso, la universidad pagó los gastos del viaje a Holanda). “Nosotros presentamos los

estudiantes argentinos de

entre 12 y 18 años construyeron un robot

rescatista Premiado en el evento mundial robocuP. suPeraron a estados unidos e

inglaterra.

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proyectos de la provincia en un simpo-sio y cuando expusimos sobre robótica educativa sorprendió mucho, se nos acercó gente de Inglaterra y de Viena. En ese aspecto creo que vamos por el camino correcto”, cuenta Yonso.

ANimAlEs cON gps. Hasta hace poco tiempo, la única manera de co-nocer algo sobre los animales era ob-servarlos y anotar. Se podía predecir a través de ciertos modelos cuánto co-mían, qué energía consumían o a las velocidades que se movían. Pero ahora, gracias a la tecnología se pueden tener datos mucho más precisos. El equipo del Centro Nacional Patagónico, enca-bezado por el investigador del Conicet Flavio Quintana, se encarga del estudio del comportamiento de los animales marinos y sus gastos energéticos. “Lo hacemos a través del uso de alta tecno-logía electrónica, que nos permiten co-nocer en detalle cada uno de los movi-

mientos de los animales, las rutas que hacen hacia las áreas de alimentación o durante el invierno. Podemos determi-nar el momento exacto en que un ani-mal se encuentra comiendo, la posición del cuerpo, la velocidad, la aceleración y las características físicas del ambien-te”, cuenta el investigador, que recono-ce que el quiebre tecnológico que favo-reció las investigaciones de los biólogos comenzó hace 15 años a nivel mundial y en los últimos cinco años se dio el sal-to mayor. “Hoy hay instrumentos que son tan pequeños como la uña del dedo gordo de una persona. Incluso, algunos pueden ser utilizados en peces”, ase-gura Quintana, cuyo centro de investi-gaciones está en Puerto Madryn, pero que también tienen diferentes equipos a lo largo de la costa patagónica.

Ellos trabajan con animales costeros, es decir que se reproducen en tierra y se alimentan en el mar. Investigan pingüi-nos, aves como petreles o cormoranes y

elefantes marinos. En el caso de estos últimos tienen que anestesiarlos para colocarles el dispositivo que va pegado al pelaje y que puede permanecer ahí los ocho meses que estos animales per-manecen sin tocar tierra. En el caso, por ejemplo, de los cormoranes, el dispositi-vo sólo está unas horas nada más, por-que sus viajes de alimentación al mar los hacen en el día y son recapturados cuando vuelven al nido. Casi el ciento por ciento de los dispositivos se recupe-ran. En algunos casos necesitan volver a entrar en contacto con el animal para recuperarlo, otros, tienen transmisión satelital o por bluetooth estando a cierta distancia. Una nueva tecnología permi-te que los datos se transmitan por ante-na celular y llegue la información como mensaje de texto a un teléfono.

Gracias a estos dispositivos, se die-ron cuenta de que muchas cosas como, por ejemplo, que el consumo de alimen-to de los pingüinos es mucho mayor al

“los robots miDEN uNos 25 cm DE ANcho por 30 DE lArgo y No soN muy Altos. tiENEN quE DEsEmpEñAr su fuNcióN EN lA ArENA DE rEscAtE, quE simulA sEr uN EDificio o uNA ciuDAD coN cAmiNos y obstáculos.” (JuAN yoNso, profEsor DE lA uNivErsiDAD DE lA puNtA EN sAN luis)

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que pensaban. “Se habían hecho mo-delos para calcular que si un pingüi-no pesa tanto y gasta tanta cantidad de energía, entonces debería consumir tanto. Esa predicción es mucho más baja de lo que nosotros encontramos con los aparatos, que nos permitieron conocer que el consumo total de ali-mentos de la población total de Argen-tina llega a 1,5 millones de toneladas al

año”, reconoce Quintana. Las aves ma-rinas también consumen cuatro veces más de lo que se pensaba. En el caso de los elefantes marinos, lo que los cauti-vó fue ver su manera de moverse para bucear tan profundo. Alcanzan hasta 1.200 metros de profundidad.

Desde hace dos años comenzaron a experimentar con cámaras de video que les colocan a los animales, pero

necesitan recuperarlas para poder ob-tener la información. Los primeros que las llevaron fueron los cormoranes. “Es algo que todavía se está ajustando”, re-conoce. Flavio Quintana asegura que en cuanto a tecnología se logró prácti-camente completar el campo de estudio del comportamiento animal, pero pre-dice que el área irá creciendo hacia to-mar información del hábitat.

“hoy hAy iNstrumENtos quE soN tAN pEquEños como lA uñA DEl DEDo gorDo DE uNA pErsoNA. iNcluso, AlguNos puEDEN sEr utilizADos EN pEcEs.” (flAvio quiNtANA, iNvEstigADor DEl coNicEt)

el equiPo

del centro nacional Patagónico instala disPositivos en el

Pelaje de los animales Para estudiar su

comPortamiento y su hábitat.