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235 ARTÍCULOS Cuadernos de Filología Clásica Estudios griegos e indoeuropeos ISSN: 1131-9070 http://dx.doi.org/10.5209/CFCG.55712 CFC (g): Estudios griegos e indoeuropeos 27, 2017: 235-265 Circe y las sirenas: de la épica griega al microrrelato hispanoamericano Aurora Galindo Esparza 1 Recibido: 24 de octubre de 2016 / Aceptado: 11 de diciembre de 2016 Resumen. Este trabajo analiza la vigencia de las aventuras homéricas de Circe y las sirenas en el microrrelato hispanoamericano. Para ello, partimos de la épica griega arcaica para hacer un acercamiento a la tradición de estos temas odiseicos, tratando de detectar los principales hitos literarios que pueden haber inuido de forma directa o indirecta en la narrativa ultrabreve posmoderna. A continuación, recogemos y comentamos una muestra de microrrelatos inspirados en los temas de Circe y las sirenas que nos permiten extraer unas conclusiones generales acerca de la pervivencia de estos motivos homéricos en la microcción americana contemporánea. Palabras clave: literatura griega; Odisea; microrrelato; mitología clásica; Circe; sirenas; literatura comparada; intertextualidad; pervivencia de Homero; Posmodernidad literaria. [en] Circe and the Sirens: from Greek epic to Hispanic American microction Abstract. This paper analyzes the continuity of the Homeric adventures of Circe and the sirens in Hispanic American microction. To do this, we depart from Greek Archaic epic to make an approach to the tradition of these Odyssean topics, trying to detect major literary milestones that may have inuenced directly or indirectly Postmodern ash ction. Then we choose and comment a sample of micro-stories inspired by the episodes of Circe and the sirens, which allow us to draw general conclusions about the survival of these Homeric motifs in contemporary Hispanic American microction. Keywords: Greek literature; Odyssey; microction; classical mythology; Circe; sirens; comparative literature; intertextuality; pervivence of Homer; literary Postmodernism. Sumario. 1. Los episodios de Circe y las sirenas. 2. El microrrelato y la intertextualidad. 3. Micro- rrelatos sobre Circe y las sirenas. 3.1. Sirenas silenciosas: variaciones de Torri. 3.2. Circe amante y maga. 3.3. Sirenas antiguas y nuevas sirenas. 4. Conclusiones. Cómo citar: Galindo Esparza, A. (2017) Circe y las sirenas: de la épica griega al microrrelato hispano- americano, en Cuadernos de Filología Clásica. Estudios griegos e indoeuropeos 27, 235-265. 1 Universidad de Murcia. E-mail: [email protected]

Circe y las sirenas: de la épica griega al microrrelato ... · de Odiseo con Circe y con las sirenas porque en el microcuento ambos episodios tienden a solaparse: ya en la Odisea

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    ARTCULOS

    Cuadernos de Filologa ClsicaEstudios griegos e indoeuropeosISSN: 1131-9070

    http://dx.doi.org/10.5209/CFCG.55712

    CFC (g): Estudios griegos e indoeuropeos 27, 2017: 235-265

    Circe y las sirenas: de la pica griega al microrrelato hispanoamericano

    Aurora Galindo Esparza1

    Recibido: 24 de octubre de 2016 / Aceptado: 11 de diciembre de 2016

    Resumen. Este trabajo analiza la vigencia de las aventuras homricas de Circe y las sirenas en el microrrelato hispanoamericano. Para ello, partimos de la pica griega arcaica para hacer un acercamiento a la tradicin de estos temas odiseicos, tratando de detectar los principales hitos literarios que pueden haber infl uido de forma directa o indirecta en la narrativa ultrabreve posmoderna. A continuacin, recogemos y comentamos una muestra de microrrelatos inspirados en los temas de Circe y las sirenas que nos permiten extraer unas conclusiones generales acerca de la pervivencia de estos motivos homricos en la microfi ccin americana contempornea.Palabras clave: literatura griega; Odisea; microrrelato; mitologa clsica; Circe; sirenas; literatura comparada; intertextualidad; pervivencia de Homero; Posmodernidad literaria.

    [en] Circe and the Sirens: from Greek epic to Hispanic American microfi ction

    Abstract. This paper analyzes the continuity of the Homeric adventures of Circe and the sirens in Hispanic American microfi ction. To do this, we depart from Greek Archaic epic to make an approach to the tradition of these Odyssean topics, trying to detect major literary milestones that may have infl uenced directly or indirectly Postmodern fl ash fi ction. Then we choose and comment a sample of micro-stories inspired by the episodes of Circe and the sirens, which allow us to draw general conclusions about the survival of these Homeric motifs in contemporary Hispanic American microfi ction.Keywords: Greek literature; Odyssey; microfi ction; classical mythology; Circe; sirens; comparative literature; intertextuality; pervivence of Homer; literary Postmodernism.

    Sumario. 1. Los episodios de Circe y las sirenas. 2. El microrrelato y la intertextualidad. 3. Micro-rrelatos sobre Circe y las sirenas. 3.1. Sirenas silenciosas: variaciones de Torri. 3.2. Circe amante y maga. 3.3. Sirenas antiguas y nuevas sirenas. 4. Conclusiones.

    Cmo citar: Galindo Esparza, A. (2017) Circe y las sirenas: de la pica griega al microrrelato hispano-americano, en Cuadernos de Filologa Clsica. Estudios griegos e indoeuropeos 27, 235-265.

    1 Universidad de Murcia. E-mail: [email protected]

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    Estas pginas analizan la vigencia de los mitos homricos de Circe y las sirenas en una forma literaria que se acua en el siglo XX y se erige como una de las ms representativas de las letras de Hispanoamrica: el microrrelato.

    En un trabajo anterior 2 realizamos un primer acercamiento a los microcuentos hispanoamericanos de inspiracin odiseica. El presente artculo pretende desarrollar el examen de estos tratamientos, ejemplos vivos y recientes de la pervivencia de Homero en la literatura hispnica. Nos ocupamos conjuntamente de las aventuras de Odiseo con Circe y con las sirenas porque en el microcuento ambos episodios tienden a solaparse: ya en la Odisea estaban relacionados, y algunas obras ilustres de la tradicin posterior reforzaron ese vnculo.

    La recepcin contempornea de la Odisea se presenta matizada y enriquecida con una larga tradicin de revisiones que comienza en la antigua Grecia. Los mitos griegos, patrimonio cultural de los pueblos de Occidente, se adaptan durante siglos a todos sus contextos culturales, siempre abiertos a nuevas lecturas artsticas, ideolgicas o fi lolgicas. Desde la propia Antigedad la literatura se nutre de relatos mitolgicos, enseguida despojados de su valor religioso. Por ello, las recreaciones posmodernas de Homero incorporan aportaciones y variaciones de autores como Virgilio, Ovidio, Dante, Fray Luis, Kafka o Joyce. Ofrecemos un bosquejo de obras de distintos periodos que pueden haber infl uido directa o indirectamente en los relatos hiperbreves que hemos escogido.

    Los microcuentos atrapan instantes de la pica, gnero por defi nicin extenso y grave, dentro de un esquema ligero y extremadamente breve. As un mismo asunto, las peripecias fantsticas de la navegacin de Odiseo, se proyecta en modalidades literarias en principio antagnicas. La pica es adems un gnero de largusima tradicin, y la Ilada y la Odisea, los textos ms antiguos de la literatura occidental, mientras que la microfi ccin es una de las producciones ms fl amantes del siglo XX. Lo que s comparten pica y microcuento es su atraccin por la fantasa y los hechos maravillosos, de los que Circe y las sirenas, seres femeninos sobrenaturales, son fi guras emblemticas.

    1. Los episodios de Circe y las sirenas

    Procedemos a continuacin a repasar los elementos primordiales de la tradicin de las aventuras de Circe y las sirenas desde Homero: ambas leyendas hunden sus races en el folklore oriental, cuyos motivos haban pasado a la pica griega arcaica, y all se haban ajustado a un patrn ms sobrio y menos fantstico.

    El episodio de Circe ocupa casi la totalidad del Canto X de la Odisea del v. 135 hasta el fi nal y concluye en el Canto XII. Huyendo de Lestrigonia, Odiseo y sus hombres van a parar a otro enclave peligroso, la isla de Circe de bellos rizos, terrible diosa dotada de voz ( , v. 136), hija de Helios y de la ocenide Perse y hermana por tanto del cruel Eetes, rey de los colcos y padre de Medea (vv. 137-139).

    2 Galindo Esparza (2015) El tema de Circe en la tradicin literaria: de la pica griega a la literatura espaola, Murcia.

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    La parte introductoria (vv. 135-186) que describe la llegada a Eea va creando un clima de suspense que alcanzar su culmen con la metamorfosis en cerdos de los hombres de Odiseo. El hroe avista humo en el bosque y enva un grupo capitaneado por Eurloco a explorar. Circe hace su aparicin en el v. 210: los griegos encuentran su palacio en mitad del bosque, rodeado de lobos y leones que actan como perros domesticados, pues la diosa los ha hechizado con pcimas malfi cas (v. 213)3. Los viajeros escuchan el canto de Circe, tan bello que se preguntan si ser mujer o diosa ( , vv. 228 y 255), y son invitados por ella a entrar en el palacio, slo Eurloco desconfa y se niega y beber un brebaje que contiene pcimas funestas ( , v. 236) para olvidar la patria, esto es, el , el objetivo central de la Odisea4. Acto seguido, Circe los golpea con su varita y los transforma en cerdos:

    . . . Od. X 237-243

    Cuando se lo dio y lo bebieron, entoncestras haberlos golpeado con la varita los encerr en pocilgas.Y stos tenan cabeza, voz, pelambrey cuerpo de cerdos, pero su mente qued inalterable, como antes.As quedaron encerrados llorando, y Circe les ech de comerbellotas, fabucos y el fruto del cornejo,las cosas que comen los cerdos que duermen en el suelo.

    Cuando Odiseo acude al palacio a rescatar a sus hombres, Hermes aparece en su camino y le entrega un antdoto que lo har inmune a los hechizos: el , una planta de raz negra y fl or blanca (X 275-309). A esto le siguen la victoria de Odiseo y la rendicin de Circe (309-405): la diosa no consigue hechizarlo y se postra a sus pies, lo reconoce como el afamado guerrero Odiseo, cuya llegada le haba sido profetizada, y lo invita a acostarse con ella, comprometindose bajo juramento a no daar su hombra5. Despus devuelve la forma humana a los compaeros transformados.

    Los griegos permanecen un ao disfrutando de la hospitalidad de Circe (X 406-468), al cabo del cual exhortan a su caudillo a retomar el (X 472-474). Cuando Odiseo pide a la diosa que lo deje marchar, ella anuncia que para volver a casa tendr que pedir una profeca al alma del adivino Tiresias, que est en el Hades,

    3 Es dudoso si se trata de fi eras reducidas a la mansedumbre por medio de la magia o de hombres convertidos en bestias. Eurloco ms adelante advierte que Circe podra convertirlos en cerdos o lobos o leones (v. 433).

    4 La amenaza del olvido recorre toda la epopeya bajo diversas formas: la seduccin de Calipso, el loto de los Lotfagos, la pcima de Circe, el canto de las sirenas Pero el fi n del ataque mgico de Circe no queda claro, pues no altera las mentes de los griegos, y por tanto no se dara tal olvido.

    5 Circe garantiza con el gran juramento de los dioses felices ( , vv. 299 y 343), esto es, el juramento por la Estige, no dejarlo dbil y sin virilidad ( , v. 341) cuando est desnudo.

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    y le proporciona todas las indicaciones para la ceremonia infernal6. Circe colabora con los preparativos de la partida y cuando todo ha sido dispuesto desaparece de la playa de Eea sin que nadie lo perciba.

    Circe no interviene en el Canto XI, pero Odiseo, empujado por un viento favorable enviado por ella, llega al lugar indicado, y all realiza la (vv. XI 1-50) siguiendo punto por punto las instrucciones que la diosa pronuncia en la prolepsis de X 490-540.

    Cumplido el ritual, los itacenses retornan a Eea, donde de nuevo reciben ayuda de Circe (XII 1-152) y otra profeca para continuar el viaje, en un nuevo discurso programtico que anticipa sucesos que se desarrollan a continuacin: la navegacin sorteando los peligros de las sirenas, Escila y Caribdis y Trinaquia (XII 39-141/ XII 165-402). Para que el irresistible canto de las sirenas no trunque el , los griegos deben tapar sus odos y atar a Odiseo al mstil.

    , , . , , , , . , , : , , , . , . Od. XII 39-54

    Primero llegars a las sirenas, que a todos los hombres que se acercan a ellas hechizan. El que por ignorancia se aproxima y escucha el sonidode las sirenas, a ste nunca su mujer y sus hijos pequeos lo rodean y se alegran cuando vuelve a casa, sino que las sirenas lo hechizan con su sonoro canto, sentadas en un prado, y alrededor un enorme cmulo de huesos de hombres podridos, y sus pieles se consumen en torno. Pero t pasa de largo y tapa los odos de tus compaeros Tras haber moldeado blanda cera, para que ninguno de ellos las oiga: mas si t quieres escucharlas,

    6 La visita al infi erno es un motivo comn en la pica. Odiseo realiza una invocacin a los difuntos () y no una bajada al infi erno (), que s efectan otros hroes como Heracles, Orfeo y Eneas.

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    que te aten en la rpida nave de pies y manos fi rme en la base del mstil, y que las sogas se liguen all, para que deleitndote escuches la voz de las sirenas. Y si suplicas y ordenas a tus compaeros que te desaten, que te amarren ellos con ms ataduras todava.

    Al llegar el amanecer, Odiseo se hace a la mar y transmite a sus hombres las instrucciones de Circe: deben evitar el canto de las divinas sirenas y su fl orido prado ( 7 y , vv. 158-159). Concluye as la actuacin de Circe en la Odisea, aunque sus profecas se siguen cumpliendo a lo largo del Canto XII. Si en el episodio de las sirenas los viajeros siguen al pie de la letra las pautas de Circe y escapan ilesos, en los sucesivos sufren las consecuencias de desor sus rdenes8.

    El encuentro con las sirenas es bastante breve (XII 165-200). Cuando se acercan a su isla, cesa el viento favorable que haba mandado Circe y se hace una calma sobrenatural (vv. 168-169). Tal y como Circe haba indicado, Odiseo tapa con cera los odos de los tripulantes y ellos lo amarran en el mstil. Cuando las sirenas perciben que la nave est pasando emiten un sonoro canto ( , v. 183) para Odiseo, el nico que puede orlas:

    , , , , . , , . , , . : , : . . Od. XII 184-196

    Vamos, ven aqu, famoso Odiseo, gran gloria de los aqueos! Trae a tierra tu nave para que puedas escuchar nuestra voz. Pues todava nadie ha pasado de largo en su negra nave sin escuchar la voz de dulce sonido de nuestras bocas, sino que se van despus de haberse deleitado y sabiendo ms cosas. Porque ciertamente sabemos todas las cosas que sufrieron en la vasta Troya argivos y troyanos por la voluntad de los dioses, y sabemos cuanto ocurre sobre la tierra fecunda.

    7 El epteto -- (de sonido divino) recalca su condicin sobrenatural.8 Odiseo se queda contemplando a Caribdis y trata de enfrentarse a Escila, que le arrebata a seis hombres. En

    Trinaquia los compaeros comen de los rebaos sagrados de Helios, provocndose una tempestad donde todos mueren salvo Odiseo, que naufraga en la isla de Calipso y all, como haba dicho Circe, pasa largos aos (Od. I y V).

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    As dijeron lanzando su hermosa voz: entonces mi corazn dese escucharlas, y orden a mis compaeros que me desataranmoviendo las cejas; pero ellos inclinndose hacia delante remaban.Inmediatamente levantndose Eurloco y Perimedesme amarraron con ms ataduras y me apretaron ms.

    Hay, pues, en Homero escasa informacin sobre las sirenas. Por el uso del dual femenino, sabemos que son dos y hembras, y que tienen dotes adivinatorias, pero nada ms se dice9. Odiseo, atrado por su hermosa voz, pide por gestos que lo liberen, pero sus hombres lo atan ms fuerte y se alejan de la isla. De este modo escapan los griegos de las criaturas cantoras.

    En la epopeya Circe, las sirenas y tambin la ninfa Calipso, fi guras femeninas malfi cas, presentan concomitancias: oscilan entre el mundo acutico y terrestre; habitan islas lejanas10; tienen una naturaleza hbrida de humano y animal (las sirenas son mujeres-pjaro, la cueva de Calipso est rodeada de aves, y el nombre parece derivar de , halcn); se sugiere la antropofagia de Circe (transforma hombres en cerdos y los engorda en pocilgas) y de las sirenas (se sientan en un prado cubierto de huesos humanos); poseen el poder de hechizar (en los tres episodios se emplea el verbo ), y sus voces suscitan una atraccin que se pone en relacin con el olvido del 11. Estos paralelismos esbozados en Homero se intensifi carn en los autores posteriores, que acentuarn igualmente la feminidad de estas fi guras.

    Las sirenas de la Odisea son un peligro sobrenatural e inhumano, equiparable a Escila o Caribdis, pero Circe desempea un papel ms complejo y ambiguo debido a la alternancia de tres funciones en su personaje: oponente del hroe, amante y profetisa. Su actuacin inicial responde al primero de estos roles: convierte en cerdos a los viajeros y obstaculiza el en la misma medida que las sirenas. Estas sirenas, con las que ni siquiera hay contacto visual, carecen de las connotaciones erticas que les sern asignadas despus. En cuanto a Circe, su belleza se presupone por su condicin divina, y su papel de amante de Odiseo le viene impuesto por la imposibilidad de someterlo. A diferencia de Calipso, que se resiste a dejar marchar a Odiseo cuando los dioses lo ordenan (V 118-144, 203-213), la indolente Circe lo deja ir dos veces, pronunciando en cada ocasin instrucciones para el viaje y nunca despedidas. Por ltimo, el conocimiento de Circe del pasado y el futuro es imprescindible para el ; es ella la artfi ce del ardid para escuchar a las sirenas sin caer en su trampa. Tambin stas poseen dotes profticas y, al igual que Circe, reconocen a Odiseo porque saben todo lo que ocurre sobre la frtil tierra (XII 181). No tientan a los navegantes con su belleza, sino con el conocimiento: quienes escuchan su canto se van sabiendo

    9 Sobre el nmero de sirenas que suele oscilar entre dos y cuatro, sus nombres y su genealoga, los antiguos dan diversas versiones; cf. Jimnez San Cristbal (2012: 117-122).

    10 Esto puede aludir a una relacin simblica con el ms all; vase Marinatos (1995: 133-140; sobre Circe) y Jimnez San Cristbal (2012: 142-147, para las sirenas).

    11 La seduccin de una voz femenina es habitual en los cuentos y el folklore. Con la frmula (terrible diosa dotada de voz) son designadas Circe (X 136, XI 8 y XII 150) y Calipso (XII 449). La de Eea canta (de forma armoniosa o sonora, X 254), adverbio de la raz del adjetivo , que se aplica a las sirenas (XII 44, 183) y a la ctara del aedo Demdoco (VIII 67, 105, 254, 261, 537), que hace llorar a Odiseo.

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    ms cosas (XII 188); es llamativo que a Odiseo traten de atraerlo contndole sus propias gestas12.

    Fuera de Homero, otros hroes de la pica tienen encuentros con Circe y las sirenas. En las Argonuticas de Apolonio de Rodas13, Circe es una fi gura sombra que cumple el papel de purifi cadora al realizar la de su sobrina Medea y de Jasn por el asesinato del hermano de la princesa de la Clquide (A.R IV 659-752). Al abandonar Eea, como en la Odisea, los argonautas pasan frente a las sirenas, y escapan gracias a Orfeo, que neutraliza su hechizo con su propio canto mgico y su lira (IV 885-921). Apolonio mantiene la exigua informacin homrica sobre las sirenas14 y aade otros datos: el nombre de su tierra, Antemesa15, califi cada de isla hermosa ( , vv. 891-892), su genealoga (hijas de Aqueloo y la Musa Terpscore, vv. 895-896), su antigua condicin de compaeras de Persfone (vv. 896-898) y su aspecto hbrido de mujeres-ave16.

    El Eneas de Virgilio navega por muchos enclaves de la pica de viajes griega pero esquiva las islas de las sirenas y de Circe. En el primer episodio (Aen. V 854-868) el timonel se duerme y cae al mar, y Eneas logra controlar la embarcacin a punto de zozobrar hacia la isla de las sirenas, descrita en un solo verso: los escollos de las sirenas () en otro tiempo arduos y blancos por los huesos de muchos (scopulos Sirenum [] diffi cilis quondam multorumque ossibus albos, IV 864-865). El adverbio quondam ubica el peligro en el pasado, y apunta a una tradicin mitogrfi ca que refi ere el suicidio de las sirenas tras la evasin de Odiseo17. En otra secuencia (VII 10-24), Neptuno enva un viento que aparta a los troyanos de Eea, donde se oyen el canto constante de Circe (adsiduo cantu, v. 12) y el bramido de sus fi eras (vv. 15-18). Virgilio acenta los rasgos tenebrosos de la diosa cruel (dea saeua, v. 19, paralelo al homrico).

    Muchos autores de la Antigedad hicieron aproximaciones a estos temas desde diversas pticas. Sin pretender ser exhaustivos, comentamos los aspectos ms signifi cativos de la andadura literaria de los episodios de Circe y las sirenas. De ellas seguirn fi gurando en primer plano sus cualidades mgicas y peligrosas, como desafo a la excelencia de Odiseo, pero paralelamente se van a reforzar sus rasgos femeninos y humanos, lo que no impide que por lo general se difuminen los

    12 Cicern comenta que atraen a los hombres con el deseo de saber (discendi cupiditate, Fin. V, XVIII 49)13 Varios peligros de la Odisea (sirenas, Simplgades) estaran ya en la leyenda de los argonautas, saga mtica

    anterior a la de la guerra de Troya. 14 Repite trminos homricos (Od. X 254 y XII 183 / A.R. IV 886) y (Od. XII 40 / A.R. IV 894),

    resalta la hermosura de su voz ( Od. XII 192 / A.R. IV 903) y su aciago efecto: privar a los viajeros del dulce regreso ( , v. 901).

    15 Apolonio toma el nombre de Hesodo, fr. 27: - (Florida). El mismo trmino apareca en Homero como adjetivo --; (prado fl orido Od. XII 158-159).

    16 Entonces se asemejaban en parte a aves, en parte a doncellas ( ,/ , vv. 898-899). Tambin en Apollod., Epit. VII 18 ( ) e Hyg., Fab. CXXV 13 (partem superiorem muliebrem habebant, inferiorem autem gallinaceam).

    17 Entre otras fuentes, est en Apollod. Epit., VII 19 y en Hyg., Fab. CXXV, 13 y CXLI.

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    caracteres positivos que tena la diosa de Eea en Homero18. Quedan casi olvidadas las dotes profticas y la omnisciencia que la pica atribuy a ella y a las sirenas.

    Ciertas obras enfatizan los sentimientos de Circe hacia Odiseo y le transfi eren rasgos de la Calipso homrica y de la Dido virgiliana, que sufran al verse abandonadas por Odiseo y Eneas. En la propia Odisea, aunque slo Calipso trata de evitar la partida de Odiseo (Od. V 118-144, 203-213), el protagonista cuenta a los feacios que lo retuvieron Circe y Calipso queriendo convertirlo en su esposo (Od. IX 29-32). Las adaptaciones erticas del episodio de Circe, pues, proceden de la contaminatio de la Odisea con la Eneida, que en el libro IV narraba el idilio de la reina Dido y el troyano Eneas. Virgilio haba construido a su Dido con rasgos de varias fi guras: las homricas Circe, Calipso y Nauscaa y las Medeas de Eurpides y Apolonio.

    En esta lnea destacan las Metamorfosis, obra mitolgica de referencia en Europa durante siglos. Ovidio, infl uido por el espritu del epilio alejandrino, acenta los aspectos erticos de los mitos, aplica una mirada distanciadora y da un papel preponderante a la psicologa femenina. La Circe de las Metamorfosis (XIII 898-XIV 74 y XIV 241-440) es una maga ardiente y celosa, semejante a Medea, que lanza terribles conjuros cuando se ve despreciada por sus amantes. En Remedia Amoris (263-288) se convierte en una mujer enamorada y abandonada, pero aqu se mitigan su fi ereza y el poder de su magia, que no le sirve para recuperar a Ulises19. Respecto a las sirenas (Met. V 552-563) Ovidio sigue a Apolonio y aade que fueron doncellas compaeras de Prosrpina (ya en Eurpides, Hel. 169-179); cuando sta fue raptada la buscaron por el mundo entero y los dioses les concedieron alas para que cantaran su pena tambin en el mar20.

    Las sirenas, ms prximas en su naturaleza a animales o monstruos, no se revisten normalmente en los textos de este tamiz sentimental que ocasionalmente puede presentar Circe.

    El patrn general en las relecturas de Od. X y Od. XII ser la interpretacin de Circe y las sirenas como representaciones de las tentaciones o placeres perniciosos generalmente la sensualidad que desvan al hombre del camino recto.

    Tendr gran peso en la literatura posterior un breve pasaje de Horacio (Ep. I 2, 23-26) que relaciona los cantos de las sirenas y las copas de Circe (Sirenum uoces et Circae pocula, v. 23) como amenazantes seducciones que el prudente Ulises fue capaz de vencer. La diosa de Eea y las criaturas cantoras representan la lujuria, el poder de las meretrices (domina meretrice, v. 25), que degrada al hombre al nivel de la bestia, como un perro inmundo o un cerdo propicio al fango (canis inmundus uel amica luto sus, v. 26). En Sat. II, 3 14-15 compara Horacio a las sirenas con otra tentacin: la pereza21.

    18 Una excepcin es o Bruta animalia ratione uti de Plutarco, que enfrenta a un Odiseo necio y a una Circe sabia. Grilo, uno de sus cerdos, muestra al hroe que la vida animal es la ms feliz. El espritu de este dilogo fi losfi co, con parodia, desmitifi cacin y fi losofa cnica, est prximo del microcuento. Inspir en el Humanismo obras como LAsino (Maquiavelo), La Circe (Gelli), El Crtalon (Villaln) y Les compagnons dUlysse (La Fontaine).

    19 El neotrico Levio haba fusionado los episodios de Circe y las sirenas en la obra perdida de temtica ertica Sirenocirca. La corriente de la Circe enamorada desemboca en recreaciones como La Circe de Lope de Vega.

    20 Segn Hyg., Fab. CXLI, Ceres las castig con la forma de ave por no ayudar a su hija cuando fue raptada.21 Ya Platn us los cantos de las sirenas como smbolo de la seduccin (Smp. 216a), y Jenofonte las metamorfosis

    de Circe para ilustrar las consecuencias del desenfreno (Mem. I 3,7). En el s. IX Len el Filsofo ana ambos temas con la misma orientacin moral que Horacio en el epigrama AP. XV 12.

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    Este enfoque es el predominante en la exgesis alegrica de mitos, que ley los relatos tradicionales desde postulados estoicos, platnicos o evemeristas, y cuyo relevo ser asumido por los cristianos. Los exegetas tienden a ver a Circe y a las sirenas como fi guraciones simblicas de la pasin nociva, los vicios y los impulsos irracionales que se pueden combatir con templanza y autocontrol22. Comienza un proceso de erotizacin de estas fi guras que acabar imponindose en la tradicin literaria. Esta evolucin se refl eja en la iconografa. Durante la Antigedad la imagen cannica de la sirena es una mezcla de mujer y ave, como la describen los textos. A partir de los siglos IV-V d.C. comienza su representacin ms sensual como mujer con cola de pez, y esta apariencia prevalece desde los bestiarios medievales23.

    La visin moralista de las aventuras de Circe y las sirenas como smbolos de la seduccin y el engao triunfar en el Medievo y en los manuales mitogrfi cos del Renacimiento. En algunos de estos tratamientos las fi guras de Circe y las sirenas aparecen mezcladas y equiparadas24.

    En el trnsito de la Edad Media al Renacimiento estn las alusiones a la Odisea de la Divina Comedia, escuetas pero de inmenso eco en las letras occidentales. En Infi erno XXVI 90-142 un Ulises audaz y transgresor relata su insensata navegacin desde la isla de Circe hasta el fi n del mundo, donde su nave es engullida por un torbellino. Dante parte de la visin positiva de Odiseo como hroe astuto y curioso25, y la extrema hasta mostrar a un viajero guiado por la osada y el ansia de acumular experiencias a cualquier precio. Sobre este vehemente Ulises dantesco que habra corrido al encuentro de aquellas sirenas homricas que ofrecan el saber se va a construir la imagen moderna del hroe. En Purgatorio XIX 19-24 aparece una misteriosa fmina que se transforma desde la deformidad hasta la hermosura y entona un irresistible canto. Esta fi gura parece construida sobre la fusin de los personajes de las sirenas y Circe26.

    Un hito en la tradicin de Circe y las sirenas en la literatura hispana es la Oda IX (Las Serenas. A Cherinto) de Fray Luis de Len, primer tratamiento artstico del tema en nuestras letras. El poema trata sobre los peligros que acechan al alma en particular la lujuria, encarnados por Circe y las sirenas. Ulises es el ejemplo a seguir (imita al alto griego, v. 36), el varn virtuoso y comedido, y sus hombres los

    22 Practican la alegora de Homero en esta lnea otros autores como Herclito el Alegorista, Pseudo-Plutarco, Herclito Paradoxographus, Porfi rio, Lactancio Plcido, Ambrosio, Paulino de Nola, Fulgencio, etc. Para el tema de la exgesis de mitos son fundamentales los estudios de Ppin (1976) y Rahner (2003).

    23 Sobre la iconografa de las sirenas, vase Hofstetter, Krauskopf (1997: 1093-1104).24 Clem. Al., Prot. XII 118, 2 describe una isla cubierta de huesos humanos donde canta una lasciva cortesana. Segn

    Phys. XV la naturaleza mixta de las sirenas es un refl ejo de su alma doble y falsa, probablemente considerando los halagos y ofrecimientos que dirigen a Odiseo en Od. XII 184-192. Tambin Circe es engaosa desde Homero: (Od. IX 32); daedala Circe (Verg., Aen. VII 282), simulatrix Circe (Stat., Theb. IV 551), versipellis Circae (Arnob., Nat. IV, 14) Para Boecio las metamorfosis de Circe simbolizan la animalizacin por los vicios (IV metrum III) y las sirenas son dulces para la destruccin (in exitium dulces, I.1.11). En San Isidoro las sirenas son prostitutas y Circe una maga maligna (Etym. XI 3, 30-31 y XVIII, 28, 2). Hacen lecturas similares Boccaccio, Conti, Prez de Moya

    25 Eran clebres los elogios de Horacio a la sabidura de Ulises: Ep. I 2, 17-22 (quid uirtus et quid sapientia possit, utile proposuit nobis exemplar Vlixen) y Ep. II 3, 141-142 (Qui mores hominum multorum vidit et urbes).

    26 Yo soy cantaba la dulce sirena, / que en la mar enloquece a los marinos; tan grande es el placer que da el orme. / Yo apart a Ulises de su incierta ruta/con mi cantar; y quien se me habita, / raramente me deja: As lo atraigo!.

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    pecadores que se pierden. Tal interpretacin coincide con las exgesis grecolatinas que fueron asumidas por los cristianos:27. El poema evoca la bebida apetitosa y funesta con la que Circe hechiza (vv. 1-5), la belleza fsica que envenena el espritu (vv. 6-10), el prado mortal, aunque fl orido con letales serpientes (vv. 11-12)28, las metamorfosis en fi eras (vv. 21-30), la resistencia de Ulises al canto de las sirenas (vv. 36-65)29.

    A partir del Renacimiento y el Barroco la mitologa clsica impregna todas las creaciones artsticas. Los mitos de Circe y las sirenas se encuentran entre los preferidos, siempre tratados desde la ptica edifi cante cristiana30. La sirena pisciforme se va equiparando a las bellas ninfas acuticas, proceso que se aprecia del todo cumplido en el Romanticismo, con sirenas seductoras, a veces dulces y a veces temibles (as en La Sirenita de Andersen, los cuentos La Sirena del Rin de Dumas, Los Ojos Verdes de Bcquer, etc.).

    A partir de la Modernidad podemos hablar de una serie de eslabones que, si no han sido fuente de inspiracin directa para nuestros microrrelatos, estn impregnados del mismo espritu artstico e ideolgico. Las recreaciones por norma general estn marcadas por la desmitifi cacin y la perversin de lo heroico y mitolgico, pero suelen mantener en esencia la visin heredada de Circe y las sirenas: hay una lnea de continuidad en las reelaboraciones de los exegetas antiguos, los cristianos y los literatos modernos.

    Los decadentistas manifestaron su atraccin por Circe y las sirenas como tipos femeninos seductores y destructivos. Poemas como la Circ moderne (Les Nvroses, 1883) y Le chat blanc (Les btes, 1911) de Maurice Rollinat, Lincanto Circeo (Alcyone III 1903) de DAnnunzio, o Les sirnes y Lul de Faltenin (Alcools, 1913) de Apollinaire son slo una muestra de tratamientos de esta ndole. Pero el gran hito en la recepcin moderna de la Odisea es el Ulysses (1922) de Joyce para muchos incluso el primer exponente de la escritura posmoderna, donde las sirenas y Circe se encarnan respectivamente en las camareras del Episodio 11 y la prostituta del Episodio 15 de la Parte II. Tambin en 1922 comienza Pound, otro de los grandes exponentes de la corriente modernista, a publicar sus Cantos, donde las alusiones a la cultura clsica son constantes. Circe aparece aqu (en especial en los Cantos I y XXXIX) como una mujer lasciva que tienta a un Odiseo errante, atormentado y dbil.

    Infl uirn tambin en los tratamientos homricos de los microcuentos las visiones posmodernas donde los mitos clsicos se humanizan y se toman como alegora de los sucesos y las pasiones vitales. Un ejemplo son los Dialoghi con Leuc (1947) de Pavese: en Le streghe presenta a una Circe sensible y enamorada de un Odiseo indiferente, egosta y embrutecido.

    27 Los modelos de Fray Luis seran Horacio y Dante. Es muy similar el poema de Ronsard Le chant des serenes, que aconseja a Jamin seguir el ejemplo de Ulises y evitar a las sirenas; la datacin de la Oda IX es insegura, pero puede ser anterior al texto francs. Sobre el mismo tema escribe Juan de Arquijo su Soneto XXXI.

    28 La reminiscencia homrica ( , Od. XII 158-159) se enriquece con el motivo de los peligros del Edn.

    29 Los vv. 42-60 reproducen fi elmente el discurso que pronuncian las sirenas en Od. XII 184-194.30 Caldern les dedica varias piezas: Polifemo y Circe (1630), El mayor encanto, amor (1635), Los encantos de la

    Culpa (1645) y El golfo de las sirenas (1657). Lope haba compuesto La Circe basndose en Od. X y en Aen. IV.

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    Las tendencias literarias de la Modernidad se dejan sentir simultneamente en Europa y Amrica31. En el gnero narrativo mayor, la novela, hay dos grandes recreaciones hispanoamericanas de la Odisea en la lnea de Joyce: Adn Buenosayres (1948) de Marechal y Rayuela (1963) de Cortzar. Cortzar y Borges, fi guras sobresalientes en la renovacin de las letras de este continente, afectan de manera particular al tipo de narrativa que nos ocupa, pues cultivan el cuento y emprenden la recreacin de los mitos clsicos. El primero compone un cuento formidable y atroz, Circe (llevado al cine en 1964 por Manuel Antn) donde la diosa se transfi gura en Delia Maara, una misteriosa muchacha que entabla inquietantes relaciones con sus novios y con los animales. La condicin monstruosa de esta moderna Circe viene subrayada por el hecho de que el relato forme parte de una obra titulada Bestiario (1951). En otro bestiario, Borges hace una aportacin erudita y exegtica ms que literaria, al tema de las sirenas. Las devuelve al molde libresco que tradicionalmente se haba ocupado de ellas al dedicarles un captulo de El libro de los seres imaginarios (originalmente Manual de zoologa fantstica, en 1957, escrito en colaboracin con Margarita Guerrero32). Es slo una de las muchas referencias homricas de la obra de Borges: tal vez el poema Odisea, libro vigsimo tercero es de sus textos el ms prximo en su espritu a los microcuentos sobre Circe y las sirenas33.

    2. El microrrelato y la intertextualidad

    Sin pretender llevar a cabo un anlisis de la naturaleza y la historia del microrrelato, parece conveniente, antes de estudiar los microcuentos de inspiracin odiseica, detenernos en algunos de sus aspectos generales y particularmente en los que ataen a sus mecanismos intertextuales.

    Desde tiempos remotos se documentan esquemas literarios que se defi nen por la brevedad, el ingenio y la autonoma: fbulas, cuentos, epigramas, aforismos, senten-tiae, parbolas, bestiarios, exempla. Pero el germen de la microfi ccin est en la renovacin modernista que tan fecunda result en Hispanoamrica y que abri las puertas a la innovacin y el sincretismo esttico: todas las fuentes son asumidas y transformadas. Los antecedentes directos de la fi ccin mnima son los poemas en prosa modernistas como Le Spleen de Paris o Petits pomes en prose de Baudelaire y piezas de Azul de Daro34, los versos libres y la prosa poemtica de Juan Ramn Jimnez, las Gregueras (1917) de Gmez de la Serna, que se anticipan al movimien-to surrealista y los textos fragmentarios y sintticos de las vanguardias.

    31 Pellicer (1998: 129-133) repasa el tema de las sirenas en Hispanoamrica en el trnsito del XIX al XX.32 Este libro alude al del episodio de Circe en el captulo sobre la mandrgora. El apartado sobre Escila narra

    su transformacin en monstruo marino por obra de Circe segn Ov. Met. XIII 898- XIV 74.33 Otra obra afn al bestiario que puede haber inspirado a los microcuentistas es Ocaso de Sirenas. Manates

    en el siglo XVI (1950) del peruano Jos Durand, que recoge textos breves de conquistadores espaoles sobre una extraa criatura marina, similar a la sirena, que haban descubierto en Amrica: el manat. Por otra parte, un cuento del mexicano Ren Avils, El banquete de Ulises (Fantasas en carrusel, 1969-1994), aunque menos conocido, merece ser reseado. Plagado de citas textuales de Od. X, reconstruye la aventura de Eea con la intencin declarada de contar la verdad. Ulises se entrega al disfrute con Circe y olvida rescatar a sus compaeros hechizados; al marcharse comprende que se los ha comido en los banquetes de Circe, cumplindose as la ominosa amenaza que estaba latente en la Odisea.

    34 Algunos reivindican como los primeros minicuentos textos breves de Daro previos a Azul que vieron la luz en revistas, como La resurreccin de la rosa (1892) o El nacimiento de la col (1893).

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    El cuento literario se va abreviando desde fi nales del XIX, y durante los aos veinte y treinta del siglo XX se produce en Hispanoamrica el trnsito del cuento breve a la minifi ccin, con Ensayos y poemas (1917) de Torri como obra pionera35. Grandes fi guras del cuento americano lo cultivan tambin en su forma hiperbreve: entran en esta categora los casos de Anderson Imbert (El Grimorio, 1961; El gato de Cheshire, 1965), los textculos de Cortzar (La vuelta al da en ochenta mundos, 1967; ltimo round, 1969) y los textos mnimos repartidos por la obra de Borges (Los dos reyes y los dos laberintos, Le Regret dHraclite)36. El microcuento se confi gura defi nitivamente hacia los aos 60, aunque no hay acuerdo en si se trata de un gnero, una submodalidad del cuento, un producto del cruce de gneros Dentro de su variedad temtica y formal, la pauta general es la de un relato fi ccional, con hibridismo o difuminacin del gnero, indistintamente fantstico o realista a menudo con un realismo que aplasta el elemento maravilloso tradicional, con personajes tipo o fi guras de la tradicin, humor irnico y pardico, comienzo in medias res, fragmentarismo, fi nal abrupto o abierto, y estilo elegante y sugerente.

    En el microcuento juega un papel preponderante la metaliteratura, siendo las fuentes primordiales aqullas que sustentan el acervo cultural de Occidente: la cultura clsica37, la Biblia, obras maestras de la literatura, cuentos populares, fbulas, etc. La referencia a hitos de la tradicin permite la evocacin elptica de historias clebres y la interactuacin con un lector activo, que comparte con el autor todo un universo literario y es capaz de completar las omisiones con su bagaje cultural previo. Veremos piezas donde la intertextualidad incluso ocupa todo el espacio, y la inferencia intertextual es indispensable. (El hombre, animal lujurioso de Denevi, Silencio de Alcoba de Perucho, etc.).

    A la hora de reelaborar el legado grecolatino, Homero es la fuente preferida en los microrrelatos, especialmente la epopeya de Odiseo, quiz la obra que ms reelaboraciones, alusiones y comentarios ha generado entre los escritores europeos y americanos38. La parte preferida para la reescritura ha sido siempre la ms novelesca Cantos IX-XII, donde se enmarcan las aventuras fantsticas: los Cclopes, Circe, las sirenas, la invocacin al Hades Los episodios de Circe y las sirenas ocupan un puesto primordial en la minifi ccin desde A Circe de Julio Torri (1917), el primero de los textos que vamos a estudiar.

    Ser til examinar nuestros microrrelatos atendiendo los tipos de relaciones transtextuales que seal Genette: intertextualidad, entendida como citas o alusiones de un texto en otro; relacin de un texto con su paratexto; metatextualidad o elaboracin de un texto como comentario de otro; architextualidad o mecanismos de clasifi cacin genrica; y por ltimo hipertextualidad, la dependencia de un hipotexto sobre el cual el hipertexto puede realizar transformaciones simples o complejas39. Todas estas formas de transtextualidad se innovan con gran virtuosismo en la

    35 Otros precursores del microrrelato son Ramn Lpez Velarde (El minutero, 1923), Leopoldo Lugones (Filosofcula, 1924), Alfonso Reyes (Calendario, 1924), Macedonio Fernndez (Papeles de Recienvenido, 1929), etc.

    36 El microrrelato ha sido proclive a presentarse en colecciones. A Borges y Bioy Casares debemos la primera, Cuentos breves y extraordinarios (1955), que recoga textos de distinta procedencia (antiguos, modernos, propios).

    37 Serrano Cueto (2015) ha editado recientemente una antologa de microrrelatos de tema clsico.38 En palabras de Genette (1989: 222), la Odisea es el blanco favorito de la escritura hipertextual.39 Genette (1989: 10-20).

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    literatura moderna, pero se haban practicando desde la Antigedad, y precisamente aplicadas muy a menudo a Homero, el gran modelo literario. El caso del microrrelato ilustra bien los mecanismos de la recepcin transtextual posmoderna.

    Resulta igualmente apropiada para nuestro tema la clasifi cacin que hace Garca Gual de los usos literarios del mito: alusin, amplifi cacin novelesca, prolongacin, irona y reinterpretacin subversiva40. Los tres ltimos mecanismos la adicin de sucesos que no fi guraban en el mito, el distanciamiento humorstico y la lectura ideolgica ajena al relato primigenio, actan, casi siempre mezclados, en el microcuento.

    Una ltima tipologa que puede orientarnos son las cinco modalidades bsicas de microrrelato que propone Lagmanovich: ciertas minifi cciones son reescrituras o parodias de creaciones clsicas; otras recurren a un discurso sustituido, para experimentar con el lenguaje y alterar sus normas; algunas, mediante escritura emblemtica, ofrecen refl exiones trascendentes de la existencia; constituiran otra clase las creaciones protagonizadas por animales, que recuperan y modernizan la tradicin de la fbula y el bestiario; para fi nalizar, ciertas piezas se articulan como un discurso mimtico para recrear el habla cotidiana41. La mayora de textos que recogemos presentan reescritura y parodia de la Odisea; adems, algunos estn prximos a la modalidad del bestiario y otros complementan la recreacin con una lectura emblemtica.

    3 Microrrelatos sobre Circe y las sirenas

    No pretendemos hacer un recuento completo de microcuentos inspirados en Circe y las sirenas, sino esbozar un panorama general. Para nuestra seleccin nos hemos guiado sobre todo por los criterios de la transtextualidad con modelos clsicos y modernos y de la representatividad de tendencias generales del tratamiento del mito en el relato hiperbreve. La disposicin se estructura en tres grandes bloques temticos: versiones derivadas del primer tratamiento, el de Torri, textos basados en la fi gura de Circe y textos basados en los personajes de las sirenas. Organizamos cada seccin por orden cronolgico y, dada la escasa extensin de las composiciones, las recogemos completas para mayor comodidad.

    3.1. Sirenas silenciosas: variaciones de Torri

    Comenzamos nuestro recorrido con A Circe del mexicano Julio Torri, la pieza ms signifi cativa por varios motivos: tradicionalmente se ha tenido a Torri como el iniciador del microrrelato y A Circe como el primer ejemplo de este nuevo arquetipo literario42; en segundo lugar, el texto de Torri inaugura la fecunda tradicin de microrrelatos sobre Circe y las sirenas.

    40 Garca Gual (1999: 186-194).41 Lagmanovich (2006: 127-138).42 Todo el corpus de Torri se defi ne por la concisin, el hibridismo genrico, el ingenio y la intertextualidad, y

    existen textos previos suyos con estas caractersticas: ya en 1905 publica en La Revista la minifi ccin Werther. A Circe se interpret en su da como un poema y se incluy en Antologa de poetas modernos de Mxico (1920); Lagmanovich (2006: 106) demuestra sus difusos lmites genricos al disponer esta pieza en versos.

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    Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mstil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a per-derme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Pareca un cargamento de violetas errante por las aguas.Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para m. A Circe (Ensayos y poemas, 1917)

    Torri se inspira en la visita a la isla de las sirenas y la profeca previa de Circe de Od. XII y se mantiene cercano al hipotexto: Odiseo afronta los peligros de la navegacin amparado por los consejos de Circe, que no se defi ne aqu por la seduccin ni la magia, sus atributos ms repetidos por la tradicin, sino por su papel de profetisa y gua, casi olvidado desde la Odisea. El discurso en estilo directo, pese a la ptina de lirismo, emula la diccin de la pica arcaica, con oraciones breves, smiles, eptetos y apstrofes que reproducen las frmulas homricas (diosa venerable y noble diosa de los hermosos cabellos; y ). La alusin a la pradera fatal semejante a un cargamento de violetas errante remite al prado fl orido de Od. XII 159 y de la Oda IX de Fray Luis (vv. 11-12).

    Un annimo protagonista que tenemos que identifi car con Odiseo relata a Circe su aventura con las sirenas, situacin que no encaja en la Odisea. El personaje de Torri sale indemne del encuentro con esas criaturas, pero tal desenlace se produce y se percibe al revs que en la epopeya: para este nuevo Odiseo es un drama no haberse detenido en su isla. Si el hroe pico naveg hacia las sirenas lleno de cautela y advertencias de Circe, el de Torri es su anttesis, un antihroe resuelto a perderse. Acorde con la concepcin dantesca de un Ulises temerario y arriesgado, se entrega deliberadamente a su ruina, pero fracasa en su intento de fracasar y no logra consumarla.

    La diosa de Eea, convertida en una especie de consejera, escucha su amarga confesin a travs de lo que podra ser un dilogo pero queda en un monlogo al no fi gurar respuesta de Circe, quiz porque estamos ante un soliloquio o un monlogo interior. En cualquier caso, la alocucin a la diosa mantiene el tono de distancia y respeto que empleaba el hroe homrico al dirigirse a ella. El yo narrativo afi rma lacnicamente haber seguido los consejos de Circe, y podemos suponer que ha sido en otras aventuras43; en el caso de las sirenas se ha apartado de las instrucciones de Circe. Ya la Circe homrica haba previsto que Odiseo no se resistira a escuchar el canto de las sirenas (Od. XII 49-52), y por ello le recomend hacerlo atado al mstil, pero el Odiseo de Torri no se conforma con escucharlas: quera dejarse arrastrar a su isla.

    De acuerdo con la interpretacin comn del mito homrico, las sirenas se identifi can con la tentacin. El enfoque de Torri coincide con las exgesis moralistas, aunque su espritu cuenta con un modelo ms inmediato: los movimientos fi niseculares. Su actualizacin de Od. XII se asocia a ese tema tan del gusto del Decadentismo de la atraccin por el abismo, la bsqueda de la propia perdicin. Varios crticos creen que Torri funde aqu lo mtico y lo autobiogrfi co44 para expresar su frustracin personal. Lo que est claro es que, junto a la parodia y el humor amargo, el relato homrico

    43 En la Odisea las profecas de la diosa se orientan a la , las sirenas, el paso entre Escila y Caribdis y la isla de Trinaquia, y slo en los dos primeros casos eran seguidas al pie de la letra.

    44 Para Pollastri (2012: 1657) la primera persona funde narrador, autor y personaje. Tambin habla de autobiografi smo Zatzeff (2004: 294), y considera que Torri en pocas lneas reduce a su esencia el tema de lo que podra haber sido novela; la tragedia de un hombre determinado que fracasa en un mundo que no puede controlar.

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    sirve para representar una serie de ideas atemporales como son el choque entre lo racional y lo concupiscible, la atraccin morbosa por la tentacin, la angustia del deseo insatisfecho A Circe, por tanto, establece con la Odisea una relacin hipertextual que incluye la reescritura irnica de Homero y su tradicin y la funcin emblemtica del mito.

    El tema de un Ulises que no consigue consumar la tentacin de las sirenas aparecer a menudo por imitacin de Torri en el microrrelato hispanoamericano. Es interesante aludir a tres textos de autores occidentales de primer orden que ofrecen variaciones similares sobre el tema mtico de la seduccin del canto.

    Un enfoque coincidente con el de Torri aparece en el poema The Love song of Alfred Prufrock de Eliot, publicado en 1915, en la revista A Magazine of Verse y en 1917 en el libro Prufrock and Other Observations. En los versos 124-125 leemos I have heard the mermaids singing, each to each. / I do not think that they will sing to me (He odo a las sirenas cantndose unas a otras./ No creo que me canten a m).

    En el cuento Das Schweigen der Sirenen (El silencio de las sirenas) es-crito por Kafka en 1919 pero publicado en 1931 se comenta que Ulises se pro-tegi doblemente contra las sirenas atndose al mstil y tapando sus odos. Pero el narrador afi rma que no hay precaucin posible contra el canto omnipotente de las sirenas. El desenlace es chocante: las sirenas, viendo los vanos esfuerzos de aquel infeliz, por desprecio o por lstima decidieron no cantar. Se describen con condes-cendencia las estratagemas de Ulises y en ningn momento se atribuyen a Circe, ignorada en este relato (igual que los compaeros). Pero no se niega del todo la proverbial astucia del hroe: atendiendo a su fama de mentiroso, la voz narrativa sugiere que quiz l se dio cuenta de lo que ocurri, pero ocult a todos, hasta a los dioses, su humillacin.

    Brecht se basa en esta idea de Kafka y la lleva ms all en Odysseus und die Sirenen (Odiseo y las sirenas, 1933), otro cuento en forma de explicacin del episodio de la Odisea. Supone el narrador que Ulises quiso disfrutar del canto de las sirenas, y por eso se hizo atar al mstil pero tap los odos de los remeros; la hiptesis en este caso s se corresponde con Od. XII 47-52. Al pasar frente a las sirenas, el hroe se agita, como en Homero, y sus remeros creen que lucha contra la atraccin del canto. Pero la realidad sera que las sirenas, vindolo atado, renunciaron a cantar en vano y en vez de eso lo insultaron. Odiseo pierde su heroicidad para convertirse en un condenado y cauto provinciano45.

    Dada la cercana de las fechas de publicacin, es difcil que Torri se inspirara en los versos de Eliot; respecto a los cuentos de Kafka y Brecht, son posteriores al de Torri. Debemos concluir que en las primeras dcadas del siglo XX el motivo de las sirenas que no cantan se estara usando como tpico para refl ejar la desilusin, la represin del deseo y el no cumplimiento de las expectativas, temas muy del gusto de la Modernidad.

    La composicin de Torri abre el camino a los relatos ultracortos de inspiracin odiseica. Marco Denevi es un autor fundamental en el desarrollo del microrrelato,

    45 Para una visin comparada de los tratamientos de Kafka y Brecht, cf. Conchillo & Snchez (1988: 50-61).

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    que cultiva desde los inicios del gnero hasta los aos 9046. Denevi pasa el mito por el fi ltro de la actualizacin, el humor y la revisin desde un punto de vista femenino. Su reescritura pardica de Od. XII entronca con las de Torri, Kafka y Brecht:

    Cuando las Sirenas vieron pasar el barco de Ulises y advirtieron que aquellos hombres se haban tapado las orejas para no orlas cantar (a ellas, las mujeres ms hermosas y seductoras!) sonrieron desdeosamente y se dijeron: Qu clase de hombres son estos que se resisten voluntariamente a las Sirenas? Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir en medio de un silencio que era el peor de los insultos. Silencio de Sirenas (Falsifi caciones, 1966)

    En vez de focalizar la atencin en Ulises, Denevi la ampla a todos los remeros. Al parecer, todos los navegantes se han tapado los odos, incluido el caudillo: este detalle, as como la estrecha semejanza del ttulo, apunta a El silencio de las sirenas de Kafka. El autor checo planteaba que las sirenas podan haber callado como forma de manifestar su desdn ante las precauciones de Ulises, un silencio que, como comenta Denevi, habra sido el peor de los insultos, ms doloroso tal vez que las injurias de las sirenas de Brecht. As, estas criaturas, que no son temibles, sino hermosas y seductoras, castigan la necedad de los navegantes. Frente al uso de la primera persona en el texto de Torri y a la forma de glosa en los de Kafka y Brecht, Denevi vuelve al narrador omnisciente en tercera persona que fi guraba en Homero.

    Tambin en La oveja negra y dems fbulas, singular y chispeante libro de minifi cciones-fbulas de Augusto Monterroso, las sirenas callan al paso de Ulises:

    Us todas sus voces, todos sus registros; en cierta forma se extralimit; qued afnica quin sabe por cunto tiempo.Las otras pronto se dieron cuenta de que era poco lo que podan hacer, de que el aburridor y astuto Ulises haba empleado una vez ms su ingenio, y con cierto alivio se resignaron a dejarlo pasar.sta no; sta luch hasta el fi n, incluso despus de que aquel hombre tan amado y deseado desapareci defi nitivamente.Pero el tiempo es terco y pasa y todo vuelve.Al regreso del hroe, cuando sus compaeras, aleccionadas por la experiencia, ni siquiera tratan de repetir sus vanas insinuaciones, sumisa, con la voz apagada, y persuadida de la inutilidad de su intento, sigue cantando.Por su parte, ms seguro de s mismo, como quien haba viajado tanto, esta vez Ulises se detuvo, desembarc, le estrech la mano, escuch el canto solitario durante un tiempo segn l ms o menos discreto, y cuando lo consider oportuno la posey ingeniosamente; poco despus, de acuerdo con su costumbre, huy.De esta unin naci el fabuloso Hygrs, o sea el Hmedo en nuestro seco

    46 Dos de los tres textos que hemos escogido pertenecen a Falsifi caciones (1966, aumentado en 1984), que recoge originales relecturas de la literatura, la historia o el mito. El ttulo alude a la intertextualidad como motor creador, a la fi ccin y a la verdad mltiple: Falsifi caciones cuestiona la versin nica de la escritura, pone en juego sus mltiples posibilidades; la verdad nica se diluye en un mar de otras formas proteicas (Flawi de Fernndez & Assis de Rojo 2008: 145).

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    espaol, posteriormente proclamado patrn de las vrgenes solitarias, las plidas prostitutas que las compaas navieras contratan para entretener a los pasajeros tmidos que en las noches deambulan por las cubiertas de sus vastos trasatlnticos, los pobres, los ricos, y otras causas perdidas. La sirena inconforme (La oveja negra y dems fbulas, 1969)

    Como en Silencio de sirenas de Denevi, el hipotexto de base es Od. XII, pero los ms prximos son los de Torri, fundador del microrrelato, y Kafka, a quien Monterroso dirige frecuentes guios y homenajes. Estas sirenas callan, igual que las del escritor checo, cuando comprenden que Ulises emplea una artimaa aqu no especifi cada por sabida para escapar a su hechizo. Al motivo de las sirenas silenciosas aade Monterroso una innovacin: hay una sirena individualizada que insiste en cantar hasta la extenuacin: se esfuerza por detener la marcha del hroe, como Calipso en Od. V y Dido en Aen. IV, y fracasa como aqullas. El hipertexto guatemalteco incorpora una prolongacin de la aventura: el cnico y sagaz Ulises regresa junto a esta sirena y yace con ella, para despus abandonarla. Ampliando su remedo tambin a la tradicin mitogrfi ca, concluye Monterroso con una simulada explicacin etiolgica: esta sirena dio a luz a un hijo llamado Hygrs (efectivamente, de --, hmedo) que ser patrn de las prostitutas que atienden a los marineros47.

    El siguiente microcuento de Enrique Anderson Imbert es el nico en el cual es Jasn y no Odiseo quien vive la experiencia de las sirenas que no cantan.

    Odiseo fue el primero en contarlo, pero la verdad es que, antes de conocer a Odiseo, ya Circe haba avisado a Jasn que tuviese cuidado al pasar por la isla de las sirenas: con sus cantos lo haran arrojarse al mar, a menos le dijo que se tapara con cera los odos u ordenase a los argonautas que lo ataran al mstil. Jasn no quiso cuidarse. Las sirenas, al verlo tan jactancioso, no le cantaron, y as, cruelmente, lo dejaron sin nada que decir. Jasn (La sanda y otros cuentos, 1969)

    En un texto que adopta, como muchos de los que estamos viendo, la forma de comentario, el escritor argentino demuestra su conocimiento de la mitologa griega, donde cronolgicamente Jasn era el primer hroe famoso que se enfrent a las sirenas. Segn la tradicin ms autorizada presente en A.R. IV 885-921 y otras fuentes antiguas, escap de las sirenas gracias al canto mgico de Orfeo, ignorado aqu. Anderson Imbert inventa que Circe, de nuevo gua y profetisa, habra dado a Jasn las mismas instrucciones que dirigi a Odiseo en Homero. El lder de la nave Argo muestra en este texto la misma osada que el Odiseo de Torri, y las sirenas el mismo orgullo ofendido que las del cuento de Kafka. Este incidente le sirve para justifi car por qu el encuentro de Jasn con las sirenas no habra obtenido el mismo

    47 Es un desarrollo del mito imaginativo e inslito; algunas fuentes hablaban de descendencia de Odiseo nacida de Circe y Calipso (Telgono, Latino), pero nunca de las sirenas. La oveja negra y dems fbulas contiene otro famoso microrrelato con forma de metatexto de la Odisea: La tela de Penlope o quin engaa a quin explica la verdad sobre la espera de la fi el Penlope, con el fi n de enmendar la versin de Homero que, como se sabe, a veces dorma y no se daba cuenta de nada.

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    prestigio que el de Odiseo: la gloria pica se cifra en el enfrentamiento con las sirenas: no haberlo tenido supone el oscurecimiento de la fama.

    Aviso del mexicano Salvador Elizondo se plantea desde la dedicatoria como un homenaje a Torri y una respuesta al microrrelato de aquel. Como en A Circe, un narrador en primera persona de nuevo un Odiseo de inspiracin dantesca confi esa que desoy los prudentes consejos de Circe y se lanz a la tentacin de las sirenas.

    I. M. Julio TorriLa isla prodigiosa surgi en el horizonte como una crtera48 colmada de lirios y de rosas. Hacia el medioda comenc a escuchar las notas inquietantes de aquel canto mgico.Haba desodo los prudentes consejos de la diosa y deseaba con toda mi alma descender all. No sell con panal los laberintos de mis orejas ni dej que mis esforzados compaeros me amarraran al mstil.Hice virar hacia la isla y pronto pude distinguir sus voces con toda claridad. No decan nada; solamente cantaban. Sus cuerpos relucientes se nos mostraban como una presa magnfi ca.Entonces decid saltar sobre la borda y nadar hasta la playa.Y yo, oh dioses, que he bajado a las cavernas de Hades y que he cruzado el campo de asfdelos dos veces, me vi deparado a este destino de un viaje lleno de peligros.Cuando despert en brazos de aquellos seres que el deseo haba hecho aparecer tantas veces de este lado de mis prpados durante las largas vigas del asedio, era presa del ms agudo espanto. Lanc un grito afi lado como una jabalina.Oh dioses, yo que iba dispuesto a naufragar en un jardn de delicias, cambi libertad y patria por el prestigio de la isla infame y legendaria.Sabedlo, navegantes: el canto de las sirenas es estpido y montono, su conversacin aburrida e incesante; sus cuerpos estn cubiertos de escamas, erizados de algas y sargazo. Su carne huele a pescado. Aviso (El grafgrafo, 1972)

    La reescritura de Elizondo explota un estilo marcadamente potico, plagado de eptetos sugerentes y expresiones de inspiracin homrica: los esforzados compaeros, el campo de asfdelos, las cavernas del Hades, la isla comparada con una crtera colmada de lirios y de rosas49. Circe slo es nombrada como la diosa, y los vocativos que en la pieza de Torri estaban destinados a ella se dirigen aqu a los dioses y fi nalmente a los navegantes, autnticos destinatarios del aviso. Esa voz narrativa de Odiseo parece arrogarse poderes propios de Circe y de Tiresias para informar a los viajeros ignorantes de lo que les aguarda. Ese aviso sobreviene en el ltimo prrafo, donde la gravedad y el lirismo que dominan todo el texto se interrumpen para formular la transformacin pardica del hipotexto homrico: si el

    48 Crtera (sic) en todas las ediciones que recogen este texto, aunque la forma correctamente acentuada es cratera.

    49 Estos sintagmas versionan, respectivamente, (Od. II 391, V 110, XXIII 331, etc.), (XI 539, 573 y XXIV 13), (X 175, 491 y 564, XIV 208, XV 350, etc.), la isla como crtera de lirios y de rosas evoca de Od. XII 159 y de A.R. IV 903.

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    protagonista de Torri no puede consumar su transgresin porque las sirenas no le cantan, el de Elizondo llega hasta ellas pero queda hondamente desengaado: son charlatanas y aburridas, con cuerpo de pez rugoso y hediondo, una cruda descripcin que remite a la tradicin de los bestiarios. El motivo de la frustracin de las ansias planteado en Torri es sustituido por el de la decepcin al satisfacerlas.

    Otro mexicano, Marco Antonio Campos, reelabora el modelo de Torri sin alterar en este caso el desenlace:

    Cuando llegu a la isla cre que las sirenas me esperaban desde siempre. Yo, que hua de m, de una mujer, de los das de fracaso que caan en mi sangre como la luna en el mar, buscaba perderme en la espesura de su canto. La causa? pre-guntarn. Fue desde aquella maana de invierno cuando supe que el amor era un engao de la sangre; cuando supe que la ternura o la piedad eran dos fi eras intiles en las selvas del hombre. Por eso quise perderme; por eso quise escuchar su canto, que aun siendo el ms dulce, el ms hondo, ser para m, de todos modos, un pre-texto ms para la tristeza. Yo quiero orlo, yaEstoy cruelmente satisfecho. Me doy cuenta que incluso en la destruccin se puede hallar la felicidad. Sonro al recordar el pasado, aunque en esa sonrisa no hay remedio haya el signo de la derrota. Pero qu importa, bah!, me muero de tristeza y rencor.Miro el atardecer: los dientes blanqusimos de las olas, las nubes que empiezan a calcinar con sus dedos las ramas del horizonte. Las voces? Las voces? No se oyen ya las voces! Grito desesperadamente. El barco pasa.Lloroso, impotente, lo evidencio: las sirenas no cantaron para m El canto de las sirenas (La desaparicin de Fabricio Montesco, 1977)

    Volvemos a encontrar a un Odiseo como el de Dante, que huye de s mismo y de todo su pasado y desea conscientemente perderse. Campos intensifi ca su amargura, su prdida de todos los valores que lo haban guiado: el hroe muere de tristeza y rencor y sabe que el funesto encuentro con las sirenas no le supondr sino un pretexto ms para la tristeza. El atisbo de ilusin que an conservaba el personaje de Torri est prcticamente ausente en este Odiseo que ha depositado sus ltimas esperanzas en su fatdica entrega a las sirenas. Toda la primera parte del texto parece una amplifi cacin de aquella declaracin del Odiseo de Torri que se proclamaba resuelto a perderse. Sin embargo, su nave tambin pasa de largo ante una isla de la que no sale canto alguno, cerrndose el microrrelato con la misma sentencia que el de Torri: las sirenas no cantaron para m. La transformacin del episodio en emblema de la amargura y la frustracin ha sido llevada al extremo.

    Jos de la Colina, espaol criado en Mxico, atribuye a sus sirenas la capacidad de hechizar aun cuando callan, pues son capaces de seducir atacando al odo y tambin a la vista:

    Otra versin de la Odisea cuenta que la tripulacin se perdi porque Ulises haba ordenado a sus compaeros que se taparan los odos para no or el prfi do si bien

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    dulce canto de las sirenas, pero olvid indicarles que cerraran los ojos, y como adems las sirenas, de formas generosas, saban danzar Las sirenas (Tren de Historias, 1998)

    De nuevo una parodia del hipotexto de Od. XII se presenta bajo la forma de comentario erudito, simulando metatextualidad. De la Colina habla de otra versin de la epopeya ajena a la cannica de Homero donde los hombres de Ulises fueron derrotados por las sirenas por medio de su atractiva danza. El foco est sobre el colectivo de griegos; no sabemos si Ulises se perdi tambin o si se salvara por estar atado al mstil. Si en otros textos de esta seccin las sirenas no cantan por desprecio al hroe, o porque notan que los viajeros se han tapado los odos, en esta versin no es sufi ciente esa precaucin, pues las criaturas marinas, no pudiendo usar sus voces hermosas, se sirven de sus cuerpos atrayentes, cuya sensualidad vena siendo muy ponderada desde la Edad Media.

    El ltimo minicuento de este apartado es una composicin muy reciente de Antonio Jess Cruz. Igual que Elizondo, este argentino dedica al propio Torri su peculiar versin de A Circe. Dos son las innovaciones: la estructura epistolar y el xito del protagonista en su proyecto.

    Para Julio TorriQuerida Circe:A pesar de tus recomendaciones no me hice amarrar al mstil cosa de la que nunca habr de arrepentirme. No imaginas lo maravilloso que es compartir, da a da, la misteriosa y sorprendente cotidianeidad de una sirena. Carta 2 (Cuaderno de microrrelatos, 2010)

    Cruz mantiene la alocucin en estilo directo a la diosa, pero sustituye el discurso oral por la forma de misiva. En ella el viajero innominado que reconocemos como Odiseo informa a Circe a posteriori sobre sus andanzas con las sirenas50. Como Torri y todos sus seguidores, Cruz reelabora el episodio desde un enfoque irnico, pero frente al fracaso fi nal que tenamos en Torri y Campos y frente a la victoria decepcionante en Elizondo, esta vez el protagonista afi rma triunfante que ha valido la pena desobedecer a Circe y disfrutar de la tentacin.

    3.2. Circe amante y maga

    El personaje de Circe, al margen de Odiseo o con Odiseo en segundo plano, inspira microrrelatos que desarrollan alguna de las facetas sugeridas en Homero y perfi ladas por los autores posteriores: est presente su rol de maga o de amante, y este ltimo puede recibir connotaciones ms romnticas, erticas o humorsticas.

    Entre los microcuentos sobre la diosa ms conocidos se encuentra Circe, de Agust Bartra, espaol exiliado en Mxico. Aunque este texto aparece en las

    50 En Luciano VH II 35, 7-16 tenemos un texto similar al de Cruz en la forma y el contenido: Odiseo escribe a Calipso una carta donde expresa su arrepentimiento por haber rechazado la vida eterna y feliz que la ninfa le ofreca a su lado y haber optado por regresar con Penlope.

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    colecciones de microrrelatos desde que Edmundo Valads lo incluy en su antologa El Libro de la Imaginacin (1984), en realidad es un pasaje extrado de la obra extensa Odisseu, que se public en 1953 en cataln, y dos aos despus en castellano. El episodio de Circe, en forma dialogada51, se convierte en una escena emotiva y sentimental protagonizada por una mujer sensible y vulnerable. El fragmento de este episodio que pas a transmitirse como microcuento forma parte de un intenso monlogo lrico que pronunciaba la diosa:

    No hay sueos en m, Ulises. No proyecto sombra sobre cosa alguna. El mundo es como una rueda radiante que comienza a girar cada maana cuando abro los ojos. Es todo tan sencillo! Un pjaro atraviesa el cielo: vuela, nada ms. Una herramienta es brillante y dura: ha sido hecha por el ingenio. El mar est siempre despierto; las piedras duermen siempre. Yo no sueo, Ulises: cuento: una brizna, las estrellas, el aroma del heno, la lluvia, los rboles. Y como no quiero repetir nada, a nada le pido permanencia. La vida es como el agua: tcala con la mano abierta y la sentirs vivir, siempre igual en su fuga. Pero si aprietas la mano para cogerla, la pierdes. Mucha gente ha pasado, de muchas leyes y distintos pases, por esta casa a orillas del mar. Y en cada uno la felicidad tena un nombre diferente; pero se trataba siempre de alguna vieja y arrugada historia que llevaban a cuestas. Qudate, Ulises! Circe (Odisseu, 1953/ El libro de la imaginacin, 1984)

    Esta reelaboracin contrasta con las fras separaciones de la diosa y el hroe en Od. X 569-574 y XII 150-152. Ya hemos tratado acerca de esa tradicin de revisiones sentimentales del episodio de Eea con reminiscencias del Aen. IV52. La Circe de Bartra, dotada de una hondura psicolgica poco comn en los modelos, revela a un Ulises mudo sus sentimientos ntimos y una concepcin de la existencia muy horaciana, sujeta al tempus fugit y al carpe diem, que le sirve como argumento para proponerle que olvide el y aproveche el instante con ella. Si Calipso en la Odisea razonaba que Penlope no era ms que una mortal y que ella, una diosa, poda otorgar a Odiseo la inmortalidad (V 206-213), la Circe de Bartra ofrece vivir el presente, disfrutar del tiempo efmero. Las abundantes pausas del soliloquio de Circe contribuyen a poner de manifi esto su turbacin. Se detecta tambin en este caso un uso emblemtico del tema para representar la tragedia de desperdiciar el amor y los fugaces deleites de la vida.

    Marco Antonio Campos fi rma una inusitada e inquietante variacin del pasaje homrico de la llegada a Eea expuesta desde el punto de vista de un personaje nuevo.

    Cuando llegu a la isla, y sabiendo mi destino, quise ir a su casa a buscarla. Yo, en la playa, rogaba a los dioses por mirarla lo ms pronto posible. Odiseo, el

    51 De difcil adscripcin genrica sus partes estn alternativamente en forma dramtica, potica y narrativa es una reescritura de la Odisea centrada en los sentimientos, particularmente la nostalgia del exiliado. La forma dramtica para el episodio de Circe puede deberse al infl ujo del Ulises de Joyce o de los Dilogos con Leuc de Pavese. Sobre el Odisseu de Bartra cf. Garca Gual (2006: 275-279).

    52 Estaba en Ovidio (Rem. 263-288), en Lope (La Circe) y Caldern (El mayor encanto, amor); en los Dilogos con Leuc Calipso (Lisola) y Circe (Le streghe) se duelen por la imposibilidad de retener a Odiseo.

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    ms astuto de los hombres53, me puso a la cabeza de la expedicin. Llamndome aparte, me recomend un gran cuidado. Yo le dije que s; pero l saba desde haca mucho tiempo mi cruel hado. Pero, quin tiene la culpa de mis errores? Los dioses han trazado mi vida como una fl or desgarrada. Ellos, ms que este frgil vaticinio, son culpables del infi erno que he vivido. A lo lejos, detrs de la arboleda de los robles, se mira en un lmpido valle, la casa de piedras pulidas de la diosa. Camino ms rpido que mis compaeros. Las ltimas ramas del sol acarician mi rostro como los dedos de la mujer amada. Estoy solo; nunca he estado ms solo en esta tierra. Hoy enfrento al fi n mi condicin defi nitiva. Atravieso la arboleda de los robles y los leones y los lobos anuncian mi llegada a la mujer del sueo. Recargada en la puerta, ella, la diosa, me repite: Oh Laertes, te esperaba, es intil, la cabeza de Odiseo ser hoy la cabeza de la piara. Circe (La desaparicin de Fabricio Montesco, 1977)

    Se reconstruye el primer contacto de los itacenses con Circe, que en Od. X era narrado en primera persona dos veces: primero dentro del extenso relato de sus peripecias que hace Odiseo a los feacios (vv. 210-232), y seguidamente en boca de Eurloco, que lidera la expedicin al palacio de Circe y cuenta sus consecuencias a Odiseo (vv. 251-260). Campos selecciona slo la secuencia de la llegada de los griegos a la morada de la diosa, (aqu sin animales encantados ni canto atrayente de Circe), y la interrumpe justo antes del hechizo metamrfi co. Habla en primera persona un compaero de Odiseo cuyo carcter es muy diferente al del desconfi ado Eurloco, que evitaba penetrar en el palacio de Circe. Este viajero, que se arroga todo el protagonismo ante la ausencia casi total del hroe, conoce de antemano lo que va a suceder, e insiste en cumplir su ineludible hado, el cual parece haberle sido revelado por medio de sueos. Sabe que ha de enfrentarse a su condicin defi nitiva, y se encamina hacia su infausto fi nal con la misma actitud resignada y fatalista de esos Odiseos de Torri y el propio Campos que se lanzan a las destructivas sirenas54. Slo en la frase fi nal del relato, cuando aparece Circe que no es nombrada sino en el ttulo descubrimos que el personaje se llama Laertes, y que tambin la diosa sabe que el destino de todos ellos incluido Odiseo ser formar parte de su piara.

    De tono muy distinto es la breve y punzante evocacin del tema de Circe en el siguiente microcuento de Marco Denevi:

    Al menor descuido de Circe, los amantes se le transformaban en cerdos. El hombre, animal lujurioso (Falsifi caciones, 1984)

    En esta composicin tan sinttica salta al primer plano la relacin del texto con el paratexto. El microrrelato consta de una nica oracin que parodia el mito de Circe, y el ttulo es una adaptacin tambin pardica de la clebre sentencia aristotlica (Pol. 1278 b19). La signifi cacin ingeniosa

    53 Remite a los eptetos que en la Odisea recalcan la sagacidad del protagonista: (Od. I 1, X 330), (V 203, 401, XI 92, XXIV 192, etc.), (II 173, IV 763, VII 207, XIV 439)

    54 De hecho, llama la atencin la cercana de este microcuento al primero del mismo autor que hemos visto aqu, El canto de las sirenas: ambos tienen idntico comienzo (Cuando llegu a la isla) e idntico tono siniestro y fatdico; en los dos habla un narrador en primera persona que se sabe condenado al desastre.

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    viene dada por la relacin entre texto y paratexto: sin el ttulo estara incompleta. Jugando con las connotaciones de suciedad e impudicia que tiene el cerdo, la historia homrica se subvierte: los amantes de Circe se convierten en cerdos sin que ella lo pretenda. Veamos que desde la Antigedad muchos autores, apoyndose en estas implicaciones que nuestra cultura atribuye al cerdo, haban interpretado las metamorfosis de Od. X como una alegora de la degradacin del hombre que se deja arrastrar por la lujuria: sta era la visin que triunf entre los cristianos, particularmente desde el tratamiento de Boecio. El texto de Denevi sera una rplica humorstica tanto a la aventura de la Odisea como a sus exgesis moralistas55.

    Otro texto de Denevi se ocupa asimismo del personaje de Circe y sus avatares erticos, aplicando idntico procedimiento humanizador y jocoso:

    Enterada, por los frescos pompeyanos, de que los stiros posean un miembro viril bfi do, con el que satisfacan a las ninfas por ambos conductos a la vez, Circe les contaba a sus amigas: No lo creern, pero anoche me acost con un stiro.Una de las amigas sonri: Te creo, querida. Vi cuando los dos entraban en tu casa. Stiros caseros (El jardn de las delicias. Mitos erticos, 1992)

    Venimos mostrando que la imagen de Circe como depredadora sexual no es extraa en las reelaboraciones homricas, sobre todo desde la exgesis moralista. Su enigmtico poder para someter a hombres y animales y su idilio con Odiseo dieron pie a desarrollos del episodio que recalcaban el erotismo y la lascivia de la maga. Dentro de esta tradicin que resalta la concupiscencia de Circe podemos citar la aventura que ocupa los captulos CXXV-CXL del Satiricn de Petronio sobre una fogosa dama llamada Circe a la que Encolpio no logra satisfacer, numerosas interpretaciones cristianas como la de Prez de Moya56, La Circe de Lope; La navegacin de Ulises y Los encantos de la Culpa de Caldern; el Captulo 15 Circe del Ulises de Joyce, protagonizado por la prostituta Bella Cohen. Denevi saca a Circe de su contexto propio, el de las aventuras de Odiseo, e inventa un episodio completamente nuevo para la diosa homrica. La descontextualizacin que experimenta su fi gura, humanizada y actualizada, se completa relacionando a la divinidad griega arcaica con un elemento cultural de la civilizacin romana: las pinturas erticas de las casas de Pompeya. El pintoresco dato acerca de los stiros entronca con la tradicin del bestiario, tan del gusto de los microrrelatistas57.

    Ral Renn, en un hipertexto brevsimo e irnico, ejecuta una prolongacin de la secuencia de Od. X de las metamorfosis marcada por el humor cnico y realista.

    Gracias a mi mente que se mantuvo humana, a salvo de los hechizos de la diosa,

    55 Una Circe humana y prudente con amantes embrutecidos como bestias apareca en Pavese, Le streghe.56 Mujer de tan estremada hermosura, cuanto llena de tanta lascivia, que se ayuntaba con todos los que por all

    pasaban, porque a todo hombre que la vea provocaba al pecado sensual. (Philosofa secreta IV, XLVI)57 Los stiros en la iconografa antigua suelen ser itiflicos. En el lupanar de Pompeya hay un fresco del dios

    Prapo con un miembro doble, aunque tampoco es sta su representacin ms habitual.

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    logr escabullirme, y al llegar a las afueras cay sobre m un puerquero que me someti venciendo mis chillidos. Circe (Los silencios de Homero, 1998)

    Coincide Circe de Renn con el microrrelato homnimo de su paisano Marco Antonio Campos en varios detalles: el ttulo, el tema de las metamorfosis en cerdos (el relato de Campos desarrolla los instantes previos, el de Renn los posteriores) y la voz narrativa en primera persona que corresponde a un compaero de Odiseo (en Renn sin nombre). El protagonista tiene un irnico destino: transformado en cerdo, conserva sus facultades intelectuales dato tomado de Od. X 240 que le permiten huir, pero habiendo conseguido escapar de la diosa maga, es capturado por otro enemigo, un porquero, ms prosaico pero igual de peligroso. De las dos oraciones que componen esta pieza, la primera mantiene los sucesos dentro de las coordenadas picas (la diosa, el hechizo, la huida), y la segunda introduce componentes pedestres (el porquero y el gorrino que chilla) que colisionan con el universo heroico y mtico.

    Finalizamos la seccin dedicada a la fi gura de Circe con la ampliacin del fi nal de la aventura de Eea que realiza Diego Muoz Valenzuela:

    La preciossima Circe estaba aburrida de la simplicidad de Ulises. Si bien era fogoso, bien dotado y bello, la convivencia no daba para ms. Sola convertirlo en perro para propinarle patadas, y l sollozaba y le imploraba perdn. Lo transformaba en caballo para galopar por la isla de Ea, fustigndolo con dureza. Lo transmutaba en cerdo para humillarlo alimentndolo con desperdicios. Volva a darle forma humana para hacer el amor, y volva a fastidiarse con su charla insulsa. Por fi n lo expuls del reino, le restituy su barca y sus tripulantes y lo dot con alimentos para un largo viaje. Vete y no vuelvas, orden con voz terminante al lloroso viajero, y cuenta lo que quieras para quedar bien ante la historia. Despus sopl un hlito mgico para hinchar la vela de la embarcacin. Rehabilitacin de Circe (Las nuevas hadas. Microrrelatos fantsticos, 2011)

    El autor chileno se suma a la tcnica de presentar un hipertexto como correccin de mentiras o inexactitudes de su hipotexto. Lo que hace es desarrollar una parte del episodio silenciada en Homero, que no daba informacin acerca del ao que Circe y Odiseo pasan juntos58. Extremando la visin de una Circe inteligente y un Odiseo simple que hemos sealado en modelos como Plutarco y Pavese, su Circe, ingeniosa y poderosa, se dedica a humillar al desesperante Ulises transformndolo en toda clase de animales no slo en cerdo y maltratndolo, hasta que se aburre de l y lo expulsa de su isla, contribuyendo a su partida con un viento favorable (estaba en Od. XI 8-10 y XII 150-152). Ella misma le sugiere que invente una historia que lo deje en mejor lugar: sera la que ha transmitido la Odisea.

    58 Todo el periodo es sintetizado en dos nicos versos: All pasamos todos los das de un ao entero/ consumiendo abundante carne y dulce vino ( / , Od. X 467-468)

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    3.3. Sirenas antiguas y nuevas sirenas

    Son muchos los agudos y sutiles tributos al tema de las sirenas en el microrrelato. La materia clsica se innova desde pticas originales y variadas, donde difcilmente se pueden sealar ms denominadores comunes que el canto como elemento defi nitorio de las sirenas. En nuestros textos alternan las arcaicas sirenas griegas con otras sirenas nuevas adaptadas a la realidad contempornea. sta es slo una modesta muestra de la fecundidad del mito en la minifi ccin hispanoamericana59.

    Comenzamos con un relato hiperbreve de la argentina Ana Mara Shua, que se propone esclarecer el rasgo esencial de las sirenas, el canto mgico:

    Lo cierto es que las sirenas desafi nan. Es posible tolerar el montono chirrido de una de ellas, pero cuando cantan a coro el efecto es tan desagradable que los hombres se arrojan al agua para perecer ahogados con tal de no tener que soportar esa horrible discordancia. Esto les sucede, sobre todo, a los amantes de la buena msica. Sirenas? (La sueera, 1984)

    Es ste otro ejemplo de cmo los silencios de la fuente homrica inspiran imaginativas soluciones para completar las lagunas de informacin y las incgnitas que dejan las epopeyas. Shua inventa una perspicaz y jocosa explicacin para el nunca del todo aclarado hechizo de las sirenas60. La mayora de fuentes antiguas sealan, siguiendo a Homero, que el canto de las sirenas retena a los navegantes, que sin ser capaces de alejarse de su isla moran en este lugar, plagado por ello de huesos humanos (Od. XII 45-46, Aen. IV 864-865, etc.). En algunas fuentes los navegantes se arrojan al agua para acudir al encuentro de las criaturas hechizantes61. La creacin metatextual e irnica de Shua subvierte este ltimo dato: si el canto de las sirenas haca a los hombres arrojarse al agua no era por su belleza, sino porque era insoportablemente feo. Sirenas? se cie a este nico aspecto: no podemos saber si estamos ante las sirenas aviformes grecolatinas o si son las mujeres-pez de la tradicin posterior.

    En un cuento de una sola frase el mexicano Edmundo Valads juega con la polisemia del trmino sirena:

    Esas sirenas enloquecidas que allan recorriendo la ciudad en busca de Ulises. La bsqueda (De bolsillo, 1989)

    El texto est compuesto de una nica imagen, un destello brevsimo, que conlleva sin embargo una alteracin mltiple del tema tradicional. La

    59 Perucho ha editado dos colecciones de microcuentos sobre sirenas: cf. Perucho (ed.) (2008 y 2013).60 La misteriosa naturaleza del canto de las sirenas ha generado durante siglos diversas propuestas de literatos y

    exegetas; Spina (2007: 3-20) recoge varias.61 As en A.R. IV 912-919, donde el argonauta Butes se tira al mar para acudir a la isla, pero lo salva Afrodita.

    Tambin apareca esta amenaza en Jasn de Anderson Imbert.

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    identifi cacin de las sirenas con el mecanismo automtico para emitir avisos sonoros implica una cosifi cacin y una desmitifi cacin de estas fi guras, as como una descontextualizacin que las traslada desde su remoto universo fabuloso hasta la urbe moderna, y las convierte en una especie de seres vidos, enloquecidos y aullantes, que seguiran persiguiendo al hroe que logr escapar de ellas veintiocho siglos atrs. En esta reescritura irnica las sirenas, procedentes de un universo maravilloso, pierden su forma de mujeres, y hasta de aves o peces, y su canto dulce y atrayente se transfi gura en la violenta y desabrida alarma que suena en las ciudades modernas.

    David Lagmanovich fi rma un texto inspirado por Valads. Recurriendo a un idntico procedimiento descontextualizador, el argentino despoja a las sirenas de su esencia sobrenatural, las sita en la cotidianeidad moderna y las relaciona con las alarmas de los vehculos de la polica:

    De su isla maravillosa las sirenas emigraron a la ciudad, donde los hombres no comprendieron su naturaleza mgica. Por eso dieron su nombre al ulular inmisericordioso de los coches policiales, mensajeros de todas las desgracias. Las verdaderas sirenas, que en pro de la convivencia entre minoras ya haban eliminado sus colas de pez, quisieron evitar ser delatadas por su canto. Desde entonces se mantienen silenciosas, viven en casas de departamentos y aportan a la seguridad social. Sirenas emigrantes (Los cuatro elementos, 2007)

    Estamos ante una prolongacin no ya necesariamente de la Odisea, sino en general de los hipotextos que transmiten la leyenda de las sirenas. Ms an que el de Valads, el microrrelato de Lagmanovich resalta el violento choque entre la delicada fantasa y la vulgar realidad: estas sirenas tampoco cantan porque se ven desposedas de todos sus atributos maravillosos su isla, su canto, su naturaleza hbrida y se ocultan en una existencia gris y urbana entre hombres que no las comprenden. La parodia es extremadamente amarga, y en este texto son ellas quienes sufren una estrepitosa derrota contra un mundo prosaico al que tratan de adaptarse. La relacin emblemtica entre estas desdichadas sirenas y la tragedia del expatriado se declara abiertamente en el paratexto.

    El original microrrelato de otro argentino, Ral Brasca, se aproxima a la modalidad del bestiario. Es la nica composicin que recrea a una sirena aviforme, y la enfrenta en un inslito combate a una sirena pisciforme:

    La monstruosa sirena griega pos sus garras sobre la roca que emerga del agua, pleg las alas y comenz a cantar. La barca puso proa hacia ella.Una sirena diferente, con una poderosa cola de pez, surgi del mar a popa y se tendi en otra roca no muy distante. Era hermosa y tena pechos grandes. Sus cabellos verdes resplandecan al sol. Cuando hizo or su canto, la barca invirti el rumbo y fue a su encuentro.

  • 261Galindo Esparza, A. CFC (g): Estudios griegos e indoeuropeos 27, 2017: 235-265

    La griega no se arredr. Ella perteneca al aire y el aire produjo una brisa suave que llen con su voz los odos de los tripulantes y llev lejos la de su rival. Los remeros bogaron de nuevo hacia la emplumada, aunque por poco tiempo, porque el mar respondi con una corriente que orient la nave otra vez hacia la bella.Fue as como el duelo de sirenas se hizo duelo de elementos.Cuando la barca amenazaba ir hacia la griega, la corriente se volva ms vigorosa y no la dejaba avanzar. Cuando pareca desplazarse en el sentido opuesto, un vendaval frenaba las olas. Pasaron los das. Los remeros, hambrientos y exhaustos, languidecan sin lograr que la nave se desplazara. Las dos sirenas, fi eles a sus dioses tutelares, seguan cantando. Cantaron sin cesar hasta mucho despus de la muerte del ltimo tripulante. Slo cuando la vejez y el ajetreo del viento y el agua hundieron la barca, la griega remont vuelo y la bella volvi a las profundidades. Sin embargo, sus voces mgicas an resuenan en ese lugar. Duelos (Las gemas del falsario, 2008)

    Brasca contrapone las dos imgenes de las sirenas que la tradicin haba transmitido62: la monstruosa de los textos griegos, mezcla de mujer y ave, y la que se impone desde el Medievo, la hermosa ninfa acutica, hbrido de mujer y de pez, con pechos grandes y cabellos verdes. El autor las vincula respectivamente a los elementos del aire y del agua. Una y otra poseen el mismo don del canto mgico, y enfrentan sus habilidades para desgracia de una nave que zozobra entre ambas fuerzas. Al no obtener la victoria ninguna de las dos, mueren todos los tripulantes y los dos monstruos se retiran a sus lugares de procedencia. Las sirenas son protagonistas absolutas de esta original historia, que nada permite saber acerca de sus vctimas o la localizacin espacial y temporal de este duelo. Esta creacin se aleja de la escritura transtextual para acomodarse ms bien en la literatura fantstica mediante el juego con la doble iconografa de la sirena en su tradicin multisecular.

    Hasta aqu hemos podido comprobar la rica tradicin de las sirenas en la forma del microrrelato. Para concluir, veamos un texto donde el mexicano Javier Perucho ejecuta un genial ejercicio metaliterario sobre el tema. Apoyndose en esta cadena de transtextualidad, su minifi ccin evoca diferentes lecturas del episodio de Ulises y las sirenas desde Homero hasta el cuento hiperbreve hispanoamericano.

    Spanlo bien, escribanos: No cantamos para l porque nos difamaron diciendo que olamos a pescado, que formbamos tropel entre las causas perdidas, igualndonos con las suripantas, ja! Que Ulises nos posey ingeniosamente para ya no volver a nuestro lecho? Ensueos de marino en alta mar y patraas de poeta.Si supieran. Ulises apenas desembarc, se qued dormido por cansancio. Cont luego por ah que se amarr al mstil mientras le untaban cera en el caracol de los odos y ordenaba a su tropa marinera que no lo dejaran atracar en esta nsula de playas apacibles y remansos de mar si el vrtice de nuestro canto lo atrapaba, infundios que luego propal ladinamente entre sus rapsodias aquel poeta invidente y con l, ustedes.

    62 Borges, que puede haber servido de modelo, se haba encargado de ambas en el captulo Sirenas de su Libro de los seres imaginarios.

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    S, apenas salmodiamos para aplacar su sueo de nufrago a la deriva. Y segn la buena palabra de la nereida bicaudal que lo velaba, dorma agitado, lubricado por la esposa tejedora, Penlope, el nombre que susurraba en su descanso de alcoba silente.Antes de volver a su barco, desvaneci con agua dulce el sudor agrio, las costras de sal adheridas a su torso y su imberbe barba pilosa.El testimonio de sus libros apenas recoge esos infundios de marinero clibe. Silencio de alcoba (Anatoma de una ilusin, 2016)

    La composicin adopta la forma de discurso en estilo dire