Clausura VIII Concurso Internacional de Piano María Clara Cullell Sábado 31 de octubre, 7:00 p.m. (Auditorio Nacional)

Desde Una sinfonía de Bach hasta los scherzos de Chopin, pasando por el Humoreske de Alejandro Monestel y los (de) bosquejos y diabluras de Marvin Camacho, el VIII Concurso Internacional de Piano María Clara Cullell 2015 ha reunido en la Universidad de Costa Rica, una vez más, una selección de pianistas de gran talento y dedicación, que nos han deleitado a lo largo de esta semana con el sonido del piano bajo sus manos. Se trata de treinta jóvenes de México, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana, Perú, Guatemala, El Salvador y Costa Rica, quienes tras varios meses de estudio, conciertos de fogueo y clases maestras, se han reunido en San José, “capital latinoamericana del piano joven”, tal y como indica el lema de este concurso. Su preparación no ha sido en vano; en prácticamente toda Latinoamérica se reconoce, hoy, el alto nivel de este connotado certamen. Un nivel que rinde honor al talento pero también a la disciplina, al esfuerzo, a la tenacidad y la perseverancia. Creo que no podría describir en otras palabras lo que para mí representa el coraje de los músicos, a la hora de encontrarse frente a frente con su instrumento musical. El piano, maravilla de teclas y cuerdas con matices suaves y fuertes, es particularmente un instrumento que requiere una alta concentración para ejecutar piezas de distinta dificultad, pero cuya versatilidad para la actuación del pianista, así como para los estilos musicales que puede acompañar, compensa las intensas horas de estudio que se le deben dedicar. Estoy convencido que, una vez que inicia la melodía, pianista e instrumento se convierten uno solo, y el público que tenga el privilegio de presenciarlo, se dejará llevar por ese conjunto. De las teclas blancas y negras surge un colorido espectro de notas musicales, y así es como comienza la magia musical que nos transporta. Esta es la visión que siempre tuvo la maestra Cullell: “dediquen una fuerte disciplina no solo a su instrumento, sino a todo lo que hagan en la vida”, solía decir, según comentó el Dr. Manuel Matarrita, director de la Escuela de Artes Musicales, y exalumno de doña María Clara. En los últimos días, los y las jóvenes pianistas que fueron seleccionados

para participar en este concurso han tenido la oportunidad de abstraerse de sus vidas cotidianas para enfocarse en la ejecución de complejas e intensas piezas musicales. Este proceso, que es importantísimo en la vida profesional, también es una joya de experiencia en la vida personal de cada uno y cada una de ustedes. Los lazos que han hecho al llegar hasta aquí les acompañarán por muchos años, y este es uno de los más valiosos objetivos de este concurso. En él se refleja la filosofía de la Universidad de Costa Rica, en relación con trascendencia de la colaboración inter y transdisciplinaria: cuanto más nos acerquemos a otras personas y a otros actores, más podremos aprender de ellos, y el aprendizaje será recíproco. Conforme nos unamos, podremos compartir conocimientos, recursos e inquietudes. Así nacen las grandes redes, y ustedes ya entraron a formar parte de la familia de pianistas que ha acuerpado, durante quince años, el Concurso de Piano María Clara Cullell. En su octava edición, el certamen sigue promoviendo con fuerza la cultura y formación musical. Decenas de pianistas nacionales, centroamericanos y latinoamericanos han participado en esta actividad, permitiendo el fortalecimiento e intercambio de experiencias en su formación académica y personal. Me enorgullece saber que, en la edición de este año, con nosotros se encuentran alumnos de jóvenes que participaron en las primeras ediciones; esto no solo significa que el concurso extiende reconocimiento, sino que la semilla que se ha sembrado en cada pianista, da frutos con el tiempo. Esperamos que la esencia del concurso permita aflorar en ustedes también la pasión que ha marcado a cada persona que ha participado y organizado el certamen en todo este tiempo. Pasión es, quizá, la palabra que mejor lo describe: la entrega de quienes han estudiado para ser elegibles, así como de quienes han promovido que cada dos años se realice una nueva edición, ha sido fundamental para que hoy el certamen sea ampliamente difundido y que ya goce de un prestigio internacional reconocido. En esta línea, aprovecho para felicitar a la Asociación Premio de Piano María Clara Cullell Teixidó y la familia Vargas Cullell, promotores de este concurso, y también a la Escuela de Artes Musicales, que ha unido esfuerzos en este proceso. La difusión del repertorio pianístico costarricense y latinoamericano que

promueve el certamen ya tiene resonancia internacional. Nuestra cultura musical es tan valiosa como las culturas musicales de otros países, y debe ser una honra para cada uno de nosotros el ver que estas piezas se propagan por encima de las fronteras, idiosincrasias y gobiernos. El lenguaje de la música, una vez más, trasciende las diferencias. Asimismo, la filosofía de puertas abiertas que procura este concurso. Lejos de hacer del arte musical un privilegio elitista y segmentado, para la UCR y el comité organizador, este es un valor muy importante. Estudiantes, profesores y amantes del piano encuentran un espacio siempre abierto para escuchar a los jóvenes talentos de América Latina en este instrumento, así como para aprovechar ocasiones únicas de conocer y escuchar la interpretación de connotados pianistas a nivel internacional que se suman como miembros del jurado de este concurso de alto nivel. Por ello, es un honor haber contado con la participación de los doctores Jason Kwak, Dorian Leljak, John Milbauer, Eliane Reyes y Kadisha Onalbayeva como distinguidos miembros del jurado de este año. Ellos no solo se han dedicado a hacer uno de los papeles más complejos y a la vez más satisfactorios del concurso, al valorar las ejecuciones de los jóvenes y otorgar el primero y segundo lugar de conformidad con sus méritos. Los talleres, clases magistrales, conferencias y convivios que han compartido con otros profesores de la Escuela, se complementan con la fase de competencia de este concurso, para hacer un espacio realmente integral de aprendizaje y convivencia. Aprovecho para recordar a uno de los primeros apoyos de este concurso. Este año, la escena musical perdió al Maestro Alfonso Montecino, que fungió como jurado en la primera edición del Concurso María Clara Cullell en el año 2000. Montecino, quien desarrolló una larga carrera internacional como concertista, compositor, profesor y promotor de la música latinoamericana, brindó un apoyo invaluable en esa primera edición, a pesar de ser un proyecto incipiente, y sus observaciones y sugerencias contribuyeron a fortalecer este proyecto con los años. Hoy le recordamos y agradecemos eternamente. Agradezco a todas y cada una de las personas que, con su asistencia a lo

largo de esta semana y su presencia esta noche, honra la memoria de doña María Clara, de don Alfonso, y de todas las personas que han dedicado su vida a la enseñanza y difusión de la cultura pianística. Gracias a sus aportes, el nivel pianístico de nuestro país crece y se posiciona, y la Universidad de Costa Rica hace grandes esfuerzos por permitir que más jóvenes encuentren salidas laborales alrededor de este instrumento. A través de las etapas básicas, que son escuelas de nivel preuniversitario, la propia carrera de Música con énfasis en piano, y las especialidades de enseñanza del piano y de pianista acompañante, son evidencia de que la universidad se preocupa por brindar herramientas necesarias a los nuevos profesionales para que se desenvuelvan frente a la realidad y necesidades del país y de la región. Y, como la música tiene un lenguaje universal, estoy seguro de que muchos de aquí estarán codo a codo con los y las mejores pianistas de países que incluso tienen una tradición mucho más larga en este instrumento. Su talento es un orgullo nacional. Muchas gracias por estos esfuerzos, y les esperamos de nuevo, dentro de dos años, para la novena edición del Concurso de Piano María Clara Cullell.