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h i s t o r i a ®INFORMACIO N E HISTORIA, S L.PRESIDENTE: Isabel de Azcár ate.ADMINISTRADOR UN ICO: Jua n Tom ás de Salas.DIRECTOR Da vid So lar -
SUBDIRECTO R: Javier Villalba.RE DA CC ION Isab el Valcár cel , Jos é Mar ía Salé Mar iñoy Ana Bustelo.CON FECC ION: Guiller mo L1or ent e.FOTOGRAFIA: Jua n Ma nuel Salabert.
Es una publicac ión del Grupo 16.REDACCION y A DMINISTRACION: Ma dr id. He r ma nosGarcía Noble jas, 41, 6.0. 28037 Ma dr id. Teléfonos4072700-40741 O O .Barc elon a: Paseo de San Ger vasio, 8, entres uelo.08022 Bar celona. Teléf ono 418 47 79 .SUSCRIPCIONES: Her mano s García Noble jas, 41 .28 037 Madrid. Teléfonos 268 04 03 - 02.PUBLICIDAD MADRID: Pilar T orija.
IMPRIME Rivadeneyra, S. A.DISTRIBUY E IND ISA . Ruf ino González, 34 bis.Teléfono 58631 O O . 280 37 Ma dr id.P.VP Ca nar ias 320 ptas.
ISBN 84-7 679 -271 -9Depósito lega l: M-27450-1993
- La historia más r eciente patrocinadapor /a empresamá s avanzada .
C U A D E R N O S D EL
M U N D O A C T U A LCoordinación. · _
Angel Bahamonde Magro, Julio Gil Pecharromán,Elena Hernández Sandoica y Rosario de la Torre del Río
Univer sidad Complutens e
1. La h is tor ia de hoy .• 2 . Las f rág i les f ronte ras de Europa .• 3. L a soc iedad española de los años 40 .• 4. L as r evolu ·c iones c ien t íf icas .• 5. O r íge n es d e l a g u er ra f rí a .• 6. L a E s p aña aislada .• 7. M éxico : d e L áz ar o Cárdenas ah oy .• 8. L a g ue rr a d e C o re a .• 9 . La s c iu da d es .• 10 . L a O N U .• 11 . L a E sp añ a del exilio . • 12 . E l A par t-heid .• 13. Keynes y las bases del pensamiento económico contempor áneo .• 14 . El r eparto de l A sia oto m ana .• 15 . A ·l ema n ia 1 9 49 · 1 9 89 . • 1 6. U SA , l a c aza de brujas . • 17 . Los padr es de E uropa . • 18. A f r ic a: tr i bus y E stados, el m itod e l as n a cion e s a fr ic an a s . • 1 9 . E s pa ñ a: «M r. M arshalb.. 20 . Indoc hina : d e O ien B ie n Fu a los jm er es r o·
jo s .• 2 1. H o ll yw o od : e l m u n do d el c in e .• 2 2 . La d e s colo n iz a ción d e Asia .• 23. I ta l ia 1944 ·1992 .• 24 . Nas ·se r .• 25 . Bé lg ica . • 26 . Bandung .• 27. M ilitar es y política .• 2 8 . E l p eronism o .• 2 9 . T ito .• 30 . El Japón d e M c A r t·hu r .• 31. El desorden monetar io .• 3 2 . L a d e sc olo niza ción d e A f r ica .• 33. O e G aulle .• 34 . C anad á .• 3 5 . M u je r ytr a ba jo .• 3 6. L as guerras de I srael . .37 . Hungr ía 1956 .• 38 . G han di.. 39 . E l de porte de m asa s . • 40. L a C u ba de
Castro .• 41 . El U1s te r. • 42 . La Aldea Globa l. M ass media, la s nuevas co munica ciones .• 43. C hi na, de M ao a la R e·volución cultural. • 44 . España: la emigración a Europa .• 4 5 . E l a com od o vat ican o .• 46 . K en ned y .• 47 . E l f em inis·m o .• 4 8. E l tra ta do d e R o m a . • 49 . Arge lia, d e l a independenc ia a la i lusión f rus trada .• 50. Bad Godes- be rg .• 5 1. N e hru .• 52. K r uschev .• 53 . España, la r evolución de l 600 .• 54 . E l añ o 196 8 . • 55 . U SA , el s índr om e
I de l Vie tnam . • 56. Gr ec ia , Z .• 5 7. El f enómeno Bea tles . • 58 . Praga 196 8 .• 59 . E l f in de l mito del C he .• 60 . W .Br an d t. .6 1 . H ind ú es y mu s ulman e s .• 62 . Portugal 1975 .• 6 3. E l C hile d e A llende .• 64. L a v iol encia política en E u·r op a . • 6 5. El desarrollo del subdesarrollo .• 66 . Fi lip in as . • 6 7 . E s pañ a, la muerte de F r anc o .• 68 . L a U RSS d e Brez·ne v .• 69 . La c r is is de l pe tró leo .• 70 . La Gr a n Br etaña de M argaret T hat cher . • 71 . E l Ja pón a c tual . • 72. L a tr an si·ción española .• 73 . USA en la época Reagan .• 7 4 . O lo f P alme , l a socialdem oc ra cia suec a .• 7 5 . A l ter na tiv o s y v er -d e s . • 7 6. América, la cr is is del caudillismo . • 7 7 . Lo s p aís e s d e n u eva industr ial izac ión .• 78 . C hi na, el pos tm aoís·m o .• 79 . La c ri si s d e los p a ís es .d e l E s te, e l desar r ol lo d e S o lida rn osc e n Poloni a .• 80. Perú , Send er o L um in o-so .• 81 . La Ig les ia de Woyti la .• 32 . E l I rán de Jo m eini. e 83 . L a E s pa ña del 23 F . e 8 4 . Ber linguer , e l eur oc om uni s·m o .• 85 . A f ga nistán .• 86 . España 1982 .1993, e l P SO E en el poder . • 87. Pr ogr es ismo e int eg rism o .• 88 . El pelig r onuclear ll a ma n ch a d e o z on o .• 89 . Gorbachov, la per estroika y la ru ptu r a de la U R S S .• 90. La s ocie dad post indus·
trial..91 . L a guerra del Golfo.• 92 . Los cambios en la Eur op a del Es te : 1989 .• 93. L a O T A N hoy .• 94. L a unifica-ción alemana .• 95 . El SIDA .• 96 . Yugos lavia .• 97. Hambr e y r evoluc ión en el cue r no de Af r ica .• 98 . L as últimas m i·graciones .• 99 . Clinton . • 100 . La España p lur al .
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I N D I C E
7El f racaso del espír itu de Yalta
8Truman, pr esidente: de la guerra
caliente a la fría
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Guerra fría y anticomunism o
14La doctrina Truman: la batalla
exterior e interior
1 8El aplastamiento comunista
2 3E l m accarthism o y la s
bru ja s de Salem
26E l nacionalism o, base
del m accatthism o
2 8L a victoria de E isenhower:
el declive de M cC arthy
3 1Bibliografía
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,,oc'. .
l-' ,
Arriba, Joseph McCarthy, senador por Wisconsin , provocó una caza de brujas en los Estados Unidos de la4 posguerra. Abajo , el presidente Harry Truman celebra su reelección en 1948. Era la hora de la guerra fría
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zar, encabezar y capitalizar la bata11acontraenemigo tan poderoso. Desde su visión,como recogerá McCarthy en su libro Ameri-ca's Retreat from Vidory (1951) donde expo-ne su ideario, Estados Unidos estaba llama-do por la Providencia a cumplir la misión an-ticomunista en el mundo pero, para ello, eranecesario ganar la batalla interna.
El éxito de estos grupos, de sus ideas y ellanzamiento de la campaña anticomunista,
jugó un claro papel instrumental para la Ad-ministración del presidente Truman, en unmomento de crisis entre los aliados y produ-ciéndose la separación de la URSS de dichogrupo.
En esta primera fase, y más aún en el crí-tico periodo de la guerra de Corea(1950-1953), la campaña de contención co-munista era parte del programa político del
presidente, y con el beneplácito de la Admi-nistración, estas visiones radicales tomaronla fuerza necesaria para llegar, de la manode la espectacular demagogia del senador McCarthy, hasta las altas instancias del Es-tado. En el ámbito interno se decretó' unaverificación de lealtad y una posterior depu-ración de los funcionarios del Gobierno enrazón de sus ideas políticas, así como unaley (Ley Taft-Hartley) contra las huelgas.
A partir de la guerra de Corea, lo que par-te de la opinión pública norteamericanaconsideró la primera batalla importante con-tra la expansión comunista, la campañamaccarthista adquirió progresivamente unmayor apoyo popular, llegando a tener unafuerza que parecía imparable. La ofensivade los sectores más conservadores del país
como la Legión Americana (American Le-gion), o los Católicos Veteranos de Guerra(Catholic War Veterans) encabezados por McCarthy, sensibilizaron a amplios sectoresde la sociedad norteamericana contra el pe-ligro comunista, y dieron lugar a una seriede investigaciones contra entidades, orga-nismos o personalidades consideradas ideo-
lógicamente sospechosas. Numerosas fueran las personas que, por
sus ideales progresistas o liberales, se vieronacusadas de realizar actividades antipatrió-ticas y sufrieron una reducción de sus liber-tades fundamentales.
Bastantes políticos, funcionarios, científi-cos, escritores, actores, fueron interrogados
por el Comité de Actividades Antiamerica-nas del Senado, inspirado por McCarthy.Personas de tanta altura intelectual como
Charles Chaplin, Bertolt Brecht, Elia Kazan,John Dos Passos, Ernest Hemingway, o elmismo Arthur Miller fueron consideradossospechosos y obligados a prestar declara-ción ante el Comité. Algunos de los muchosque fueron juzgados impugnaron la legitimi-dad de esta investigación y se negaron a res-
ponder, alegando las enmiendas primera yquinta de la Constitución de Estados Uni-dos, que protegen las libertades fundamen-tales del individuo. De ellos, algunos fueron procesados por desacato al Senado, multa-dos y condenados a penas de prisión; otros-como cuenta Miller- se vieron en la obli-gación de humillarse y delatar a sus compa-ñeros, y a otros, por último, no les quedómás salida que el exilio.
Como Truman confesaría en sus memo-
Joseph M cC arthy Nació en 1909. Abogado, durante la Segunda Guerra Mundial fue oficialde inteligencia en infantería de marina. Una vez acabado el conflicto,abandonó su militancia en el Partido Demócrata, ganó la nominacióndel Partido Republicano como senador por Wisconsin, siendo reelegidoen 1952. Puso en marcha una campaña anticomunista por todo el paísque llegó a aglutinar el apoyo de una parte importante de la sociedad nor-teamericana. Fue organizador e inspirador del Comité de ActividadesAntiamericanas del Senado, desde donde dirigió la mayor operación deinvestigación, acoso y derribo de políticos, sindicalistas, intelectuales yartistas que tenían relación con planteamientos liberales o progresistas.Populista para unos; loco, demagogo y charlatán para otros, lo cierto esque Iideró los sentimientos más ultraconservadores del nacionalismonorteamericano. Una condena del Senado acabó con su carrera políticaen 1954, tras acusar a miembros de las fuerzas armadas. Murió en 1957.
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rias, su Administr ación había ayudado acr ear un monstruo ideológico que interesa-ba en ese moment o a t odo el paí s , per o sin
percibir , si se administr aba por locas manos ,hasta dónde pod í a llegar. Es posible, comoseñalan algunos estudiosos, que las medidasanticomunistas adoptadas por las Adminis-traciones de Estados Unidos en el periodo1946-1955, fruto de la evolución de losacontecimientos internacionales, fuer an másimpor tantes que la escénica actuación deMaCarthy
El &acaso del espíritu de Valta
Muchos y variados son los factores deter -minantes de la puesta en marcha de la cam-
paña maccarthista que, como r ecogía Tru-man en sus memorias, era la consecuenciaañadida de la toma de conciencia del Go-
bier no y de la sociedad americana r especto
a una nueva situación de Estados Unidos enel mundo.La nueva definición de lo que tenían que
ser los objetivos norteamericanos en el pla-
no internacional, con posterioridad a la Se-gunda Guer r a Mundial y al ascenso de laUnión Soviética, suponía también un cam-
bio én la proposición de los objetivos inter-nacionales y, principalmente, un cambio delos valores pr ofundos de la sociedad nor tea-mer icana. No eran posibles, como diría elPresidente, idénticas lentes para analizar un
paisa je que había cambiado sustancialmen-te y que se alejaba de la , hasta entonces , in-discutible supremacía de EE .Uu.
Inmediatamente después de la Segunda
Guer ra Mundial, la capacidad bélica de Es-tados Unidos, con el dominio del arma nu-clear , se había mostrado impresionante.Pero en los años siguientes, la desmoviliza-ción que se llevó a cabo dio lugar a un nue-vo esquema. Mientras que los norteamerica-nos consideraban segura su supremacía, lossoviéticos afirmaban y ampliaban sus fuer-zas terrestres y su control político sobre elcontinente europeo.
Si hubiera que resumir el primordial ob-
jetivo de EE.UU., compartido con Gran Bre-taña, cuando ya era evidente la victor ia alia-da y se ponían en marcha las pr imer as ne-gociaciones de paz, se podría decir que éste
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principalmente no era ni el futuro de Alema-nia, ni las nuevas fronteras, ni el pago de re-
paraciones por parte de los vencidos; la ma-yor preocupación norteamericana, el objeti-vo básico al que se supeditaban todos losdemás, era ... Salvar a Europa del bolchevis-mo mediante un acuerdo amistoso.
Por otro lado, los acuerdos de Yalta, nego-
ciados por los aliados en los primeros mesesde 1945, no aseguraban, de forma clara y ex- presa, para ciertos países y territorios libera-dos el establecimiento de gobiernos provisio-nales, a los que era lógico sucedieran eleccio-nes libres. Este,fue eJ:-caso de Hungría, Che-coslovaquia, Bulgariáy Rumania, que habíansido objeto de un compromiso oral, fruto deun exceso de confianza por parte de Chur-chilly Rooseveltfrente a Stalin, el tercer nego-ciador .
El incumplimiento por parte de Stalin del com- promiso sobre Polonia,con la imposición de unGobierno prosoviético, yla instauración de go- biernos comunistas, por medio de golpes o elec-ciones controladas, entodos los territorios ocu-
pados por las fuerzas so-viéticas, excepto Austria
y Checoslovaquia, da- ban a la URSS una in-mensa influencia en laEuropa central y orien-
.tal; posición que se iría consolidando. A pe-sar de este exceso de confianza respecto aStalin, como a los pocos meses reconoce-rían Churchill y Roosevelt (este último po-cos días antes de su muerte en abril de1945), el interés en mantener el espíritu delos acuerdos de Yalta, dando un voto de
confianza a Stalin, provocó la retirada delejército de Patton de Checoslovaquia, situa-da dentro de la esfera de la URSS, y la tomade Berlín por el ejército soviético.
aliados (1 0 que nunca le perdonaríanMcCarthy y sus seguidores), el espíritu deYalta , a estas alturas, estaba muerto y bienmuerto. ..
Cuando Truman asumió la presidencia,inmediatamente después de la muerte deRoosevelt, pensaba que las promesas de laayuda financiera a la Unión Soviética para
la reconstrucción una vez terminada laguerra, harían posible un cambio de postu-ra en la ambición soviética.
Siguiendo los consejos de Harriman, em-· bajador de EE.UU. en Moscú, respecto a lasviolaciones sistemáticas de los tratados deYalta, pero también de la necesidadimpe-riosa que tenía la URSS de la ayuda nortea-mericana, Truman asistió a la última de lasconferencias de guerra en Potsdam, en julio
de 1945.
En dicha conferencia,Trurnan, junto con elnuevo primer ministro
británico, Clement Att-lee, después de la derro-ta electoral de WinstonChurchill, pudo consta-tar la dureza de las posi-ciones soviéticas. Comoresultado último de lanegociación, Alemaniaquedó partida por la mi-
tad. En la zona de in-fluencia soviética se ini-ciaron los cambios que proporcionarían a ésta
un control político y económico; por otra parte, la Alemania occidental quedó dividi-da en tres zonas de ocupación, entre GranBretaña, Francia y EE.UU. Como efecto dela partición, la ciudad de Berlín tambiénquedó dividida en la misma forma.
La decisión de Potsdam sobre las fronte-
ras de Alemania, aunque fuera un ácuerdo provisional que se transformó en definitivo,constituyó en realidad una victoria para laURSS. Alemania perdió Prusia oriental enfavor de los soviéticos, y todos los territoriosmás allá de los ríos üder y Neisse occiden-tal quedaron bajo administración polaca. Deesta forma, Alemania se vio privada de casiuna cuarta parte de sus territorios anterioresa 1938. La teoría norteamericana de la pre-sión económica sobre Stalin había fracasa-do, porque la URSS, cuya necesidad de in-démnizaciones y ayudas era apremiante,consiguió en Potsdam un acuerdo que le
permitía realizar apropiaciones en sus zonas
Truman, presidente: de laguerra caliente a la fría --
A pesar de que en los primeros meses elnuevo presidente, Harry Truman (abril de1945), intentó mantener la farsa de la cola-
boración con la URSS para provocar uncambio de Stalin y mantener unidos a los
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de ocupación. Un acuerdo de estas caracte-rísticas convertía en absurda la idea inicialen las negociaciones sobre el mantenimien-to del principio de unidad económica deAlemania. Las diversas zonas eran económi-camente diferentes en cuanto a su produc-ción, pero sin embargo, eran dependientesen cuanto a la necesidad de bienes impor-
tados que la URSS no podía asumir , rii si-quiera en sus zonas, y que corr ían a cuentade los aliados occidentales.
Estas discrepancias vinieron acompaña-das de desacuerdos respecto a la estructura política de Alemania y sus vinculaciones.Gran Bretaña era más partidaria de una so-lución unitaria, más que de salidas de tipofederal, primando para ello intereses econó-micos. En la posición soviética, también conclaros intereses económicos, primaban los
objetivos estratégicos y todos ellos pasaban por mantener su posición en la par te or ien-tal, para luego extender su influencia, si ellofuera posible, a Alemania entera. Pero la po-sibilidad de que un par tido de izquierdas, bajo control comunista como era el Partidode Unidad Socialista (SED), ganara las elec-ciones en una Alemania unida, era algo muyremoto. Dicha hi pótesis fue desechada por Stalin ya en los primeros meses de paz. Laúnica posibilidad para seguir manteniendola influencia soviética en estos territorios,
para de esta forma contr arrestar el relativo bloqueo y aislamiento a los que la URSS po-día estar abocada, era defender la divisióndefinitiva de Alemania.
El acontecimiento que, de una forma evi-dente, marca el proceso de posiciones irre-conciliables y definitivo alejamiento, sería lacuestión de Berlín. El trazado de los límitesde las zonas de ocupación convertía a la an-
tigua capital en un enclave situado dentr ode la zona soviética, al que separaban 260kilómetros del punto más cercano bajo con-trol británico. Muchas discusiones posterio:res achacaron a los aliados occidentales lafalta de visión política y estratégica, para de-
jar que fueran los soviéticos los primeros enllegar a Berlín y no asegurar tampoco en las
conversaciones de paz, accesos y vías reco-nocidas para acceder desde la zona de ocu- pación occidental a la ciudad.
Para la URSS, Ber lín era (...) el sí mbolode la nueva Rusia , después de haber gana-do la guerra al fascismo , pero también eraalgo más, suponía la tentativa más seria para hacerse con el control de Alemania. Lanegativa de los socialistas a unirse en un solo
partido con los comunistas, provocó que los primeros unieran sus fuer zas con otros gru-
pos en una alianza antisoviética, que en laselecciones de octubre de 1946 frustró el pr o-yecto de Stalin de poner la administr aciónde la ciudad en manos comunistas. Sin em-
bargo, los pasos dados por los aliados occi-dentales en 1947 para establecer en su zonaun Estado soberano suponían una amena-za par a los soviéticos, que pensaban en la posibilidad futura de una gr an nación ale-mana enfrentada a la URSS.
La reacción no se hizo esperar : las fuer-zas soviéticas cor taron el acceso por carre-tera y vías férreas a la ciudad, para imposi- bilitar los suministros de alimentos, electrici-dad y todos los productos necesar ios al sec-tor occidental, sólo comunicado por vía aé-r ea. A dicha r espuesta, los aliados r espon-dieron, a su vez, con un bloqueo a la zonasoviética, provocando así una situación pro-longada, que traería como consecuencia úl-tima la división de Ber lín y de Alemania en
La conspiración com unista McCarth y , en su libr o Ame-
rica' s Retr eat from Victor y,llegaba a implicar al mismoTruman en la famosa conspi-ración: ... ¿Cómo podemosexplicar nuestra situación ac-tual a menos que creamosque hombres en altos puestosde este Gobierno están con-
certados para llevamos al de-sastre?Todo esto debe ser produc-
to de una gran conspiración,de una conspiración a escalatan inmensa que hace par ecer minúsculas a anteriores em-
presas semejantes en la histo-ria del hombre.
¿Quiénes constituyen loscírculos más altos de estaconspiración? Estamos con-vencidos de que Dean Ache-son (Secretario de Estado) ...debe ocupar un alto puesto
en la lista. ¿y el pr esidente?Es cautivo. Yo me he pregun-tado por qué no se deshizo deuna carga como Acheson. Enla relación de señor y amo,¿habéis oído hablar de unhombre que despidiera a su
propio amo? El presidenteTruman es una pantalla satis-factoria. Está vagamenteconsciente, apenas, de lo queocur r e.
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dos Estados, la República Federal de Alema-nia (RFA) y la República Democrática Ale-mana (ROA).
Esta división de Berlín, Alemania y Euro- pa, extendida a todo el mundo, que tendríacomo acontecimiento más representativo laconstrucción del muro que dividía la ciudaden agosto de 1961, permanecería hasta su
feliz final el 9 de noviembre de 1989, fechaen la que se produce la apertura de la fron-tera interalemana y la caída física del muro.
Las dos principales características del ini-cio de esta guerra fría , quedaron de mani-fiesto en 1946 en dos discursos: el de Chur-chill en Fulton (Missouri), en presencia deTruman, y el del secretario de Estado deTruman, James F. Byrnes, en Stuttgart elmismo año. El de Churchill decía: DesdeStettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriá-tico , un telón de acero ha descendido por elcontinente. Tras él se encuentran todas lascapitales de los antiguos Estados de Europacentral y oriental..., todas estas famosas ciu-dades y sus poblaciones y los países en tor-
no a ellas se encuentran en lo que debo lla-mar la esfera soviética , y todos están some-tidos , de una manera u otra , no sólo a la in-
fluencia sovié tica, sino a una altísima y , enmuchos casos , creciente medida de control
por parte de Moscú... Es preciso que los pueblos de lengua inglesa se unan para im- pedir a los rusos toda tentativa de codicia o
aventura. El de Byrnes, dejando claro que a pesar de la reducción de las fuerzas ameri-canas en Europa, se consideraba al viejocontinente una esfera de influencia nortea-mericana esencial, coincidía con el de Chur-chill en que la alianza tripartita de la guerraestaba siendo sustituida por un nuevo es-quema de dos, y si era posible mejor de to-dos, contra uno.
Guerra fría y anticomunismo
La puesta en marcha de la campaña an-ticomunista en Estados Unidos, cuyo máxi-
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mo exponente es el senador McCarthy, su- ponía desde la óptica ,gubernamental la ne-cesaria implicación de la sociedad america-na en la nueva situación creada que, des-
pués de la victoria de los valores democrá-ticos frente a las ideologías fascistas, exigíala oposición firme frente a un nuevo-Íotalita-rismo.
Desde la visión oficial, coincidente con lade muchos grupos conservadores, este enor-me y potente enemigo comunista que repre-sentaba la esencia de los valores contrariosa los de la sociedad americana, había de-mostrado' con la (...} violación de los trata-dos de paz, con su expansión por Europa yla crisisde Berlín, 1 0 poderoso que podía ser
para mantener y ampliar su ambición impe-rial. La inicial campaña anticomunista insti-tucional que implicaba
no sólo a todas las insti-tuciones del Estado, sinotambién a gran parte dela opinión pública nor-teamericana, llegó rápi-damente a la población
bajo slogans como: ¡To-dos contra el comunis-mo!, ¡Antes muerto querojo!, ¡Yo no soy comu-nista! ¿y tú?
Dicha campaña parafrenar al comunismo te-nía unos antecedentesinternos que es necesa-rio valorar, y tambiéncontaba con importantes contradicciones.Una de ellas, la estratégicamente más signi-ficativa, era la impaciencia de la poblaciónnorteamericana por desmovilizar el grancontingente de tropas establecidas en Euro-
pa que, a partir de 1946 y hasta 1950 bajolas presiones del Congreso, vieron descen-der sustancialmente su número. Se hizo fa-mosa por entonces aquella frase: Que loschicos vuelvan a casa. Esta disminución,desbandada como señalaba el general Mars-hall, desde algunos sectores militares se con-sideraba que podía dar la impresión a laURSS de un cierto declive de Norteaméricacomo gran potencia.
Por otro lado, el temor a una recesión eco-nómica de postguerra llevó a Truman a una
política de control de precios que provocaba
la demanda no cubierta de artículos de con-sumo, lo que producía una cierta insatisfac-ción en amplios sectores de la población yen ámbitos industriales y financieros. Existían
igualmente problemas con los sindicatos, queseguían defendiendo el mantenimiento del
poder adquisitivo de una gran parte de lasclases trabajadoras, derivado de los trabajosy horas extras que habían sido necesariosdurante el conflicto bélico. El descenso en lossalarios reales fue de un 12 por 100 en 1946;esta reducción real provocó huelgas en im-
portantes sectores productivos. La huelga delcarbón amenazó la industria americana, a laque se unió al poco tiempo el paro nacionalen los ferrocarriles. Dicha situación produjoentre la sociedad una gran inestabilidad ysentimiento de malestar hacia la Administra-ción, incapaz de frenar la crisis económica,social y laboral. Todo ello provocó la emi-sión de un voto de castigo en las eleccioneslegislativas de ese año.
Por primera vez en
quince años, se alzó unamayoría republicana enambas Cámaras y, deentre todos los candida-tos elegidos, sobresalíaun nuevo senador quehabía ganado a su opo-nente Robert M. LaFo-llette en la nominaciónrepublicana por el Esta-do de Wisconsin.
El nuevo miembro delSenado, JosephMcCarthy, representan-do a los sectores másconservadores del repu-
blicanismo, con oratoria fácil y encendida,había defendido los intereses de los agricul-tores y ganaderos, frente a la política de con-trol de-la-Administración. Era igualmente re-
presentante de los grupos más tradicionalis-tas y ultraconservadores, de los valoresesenciales del americanismo.
Fue defensor primero (...} de los mártiresalemanes en los juicios contra los criminalesde guerra , porque su sangre era alemana eirlandesa, y también porque los campesinosgermano-americanos y pequeños negocian-tes de Wisconsin, de los cuales había recibi-do el mayor apoyo electoral, estaban resen-tidos con la ruptura del histórico aislamien-to declarado en la tradición norteamericana,y EE.UU. se había visto envuelto en dosguerras mundiales en contra de su madre
patria.McCarthy representaba estos sentimientos
y los compatibilizaba con su fervor antico-munista, fiel defensor de la confabulación
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Dos imágenes protagonizadas por el senador McCarthy. Arriba , manifestación de apoyo al maccarthismo enel Madison Square Garden de Nueva York; abajo, intervención ante el Comité de ActillÍdades Antiamericanas 13
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marxista-leninista que todo lo mueve y ma-neja a su interés. Incluso estaba convenci-do, como escribió en su libro, de que esta(...) oscura mano del comunismo tiene fuer-
za para llegar, no sólo a la población ame-ricana, sino principalmente a sus dirigentes.La cruzada anticomunista y la teor(a de laconspiración para entregar América al co-
munismo estaban en marcha.La inicial campaña anticomunista puesta
en marcha por la Administración Trumanera la excusa que estos grupos necesitaban
para ampliar la fuerza y resonancia que yaen estos momentos tenían. Para estos gru-
pos -cuya figura emblemática eraMcCarthy- la Administración demócratade Truman había pecado de debilidad fren-te a Stalin en las negociaciones de paz, y ha-
bía entregado Europa al comunismo.
Desde la Administración Truman, diferen-tes eran los factores que reclamaban estecambio hacia una campaña más activa: en
primer lugar, los cambios operados en el es-cenario europeo que demostraban las am-
biciones de Stalin; en segundo lugar , las pre-siones de los resultados electorales de las le-gislativas de 1946, con una tendencia a la
baja de los demócratas, y, por último, elauge de los grupos que cada vez más am-
pliaban su influencia en la opinión pública
y en la calle, defendiendo la idea de la de- bilidad de la Administración norteamerica-na frente al comunismo.
Puede decirse que, en este momento, sóloEstados Unidos podía llenar el vacío de po-der producido en el panorama político mun-dial por la división y el debilitamiento de Eu-
ropa y la extensión de las fronteras de laUnión Soviética. Pero también es necesariodecir que EE.UU. carecía de una clara vi-sión de lo que significaba su nuevo papel enel mundo, y que por ello transformó el an-ticomunismo dentro y fuera de sus fronterasen una ideología.
La Doctrina Truman: la batallaexterior e interior
La teoría de la contención comunista, másallá de la palabrería de McCarthy, tuvo suorigen en los estudios y elaboraciones teóri-cas de George Kennan - Doctrina Ken-nan -, primer embajador de Estados Uni-dos en la URSS después de la Segunda
Guerra Mundial. Profesor universitario yteórico de las relaciones internacionales, fueKennan el encargado de dar un contenidoteórico y práctico a la nueva revisión ideo-lógica de la política exterior de EE.UU., enla nueva situación de enfrentamiento con laURSS.
La puesta en práctica de los planteamien-tos de Kennan, por medio de sus cables di-
plomáticos, junto con los problemas internosa los que anteriormente se hacía referencia,
provocaron una acción más agresiva por parte de la Administración Truman, decidi-da a frenar el comunismo pero también acontrarrestar el terreno que los republicanosle habían ganado en 1946, y a determina-dos grupos, dentro y fuera de éstos, que se-guían blandiendo la idea de la debilidad de
H arry Tram anPolítico estadounidense (1884-1972). Participó en la Primera GuerraMundial y fue elegido senador demócrata en noviembre de 1934 y ree·legido en 1940; presidió la comisión senatorial que controlaba los con-tratos de guerra. Elegido vicepresidente en noviembre de 1944, asumióla Presidencia a la muerte de F. D. Roosevelt en 1945. Ordenó el em-
pleo de la bomba atómica contra Hiroshima y Nagasaki. Ante los enfren-tamientos con la URSS en diferentes escenarios internacionales, lanzóla Doctrina Truman (1947), en virtud de la cual EE.UU. adoptó una po-lítica de contención del comunismo. En el interior, propició un tenso cli-ma político con iniciativas legislativas para eliminar el peligro comunis-ta. Dichas acciones desembocaron, sin poder impedido, en un clima po-
liciaco y de caza de brujas aprovechado por McCarthy y sus seguidores,que le acusaron de blandura. Durante su segundo mandato impulsó laintervención de Estados Unidos en la guerra de Corea (1950).
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la Administr ación frente al ascenso comunis-ta. Por si fuera poco, las elecciones pr esiden-ciales de 1948 estaban muy próximas.
A Truman, después del desarrollo de laexpansión soviética, no le quedó más reme-dio que aceptar la práctica exclusión deEE.UU. en Europa central y oriental, peroquería asegurar que la extensión comunistahabía llegado a su fin. La Doctrina Truman,formulada en marzo de 1947, trataba deasegurar una posición en los BaICanes y enOriente Medio, al tiempo que se preparaba
para consolidar las posiciones anticomunis-tas en Europa occidental.
La Doctrina Truman implicaba el reforza-miento de la presencia naval americana enel Mediterráneo para responder a los movi-mientos soviéticos en la región. No hay queolvidar que la Unión Soviética, para expan-dir su influencia, presionaba al Gobierno deIrán, amenazaba a Turquía y apoyaba laguerra civilcontra el Gobierno de Grecia, endonde las guerrillas invadieron Albania, Yu-
goslavia y Bulgaria. El Gobierno británico, por otro lado, no podía en solitario seguir prestando la ayuda necesaria para f r enar elavance de las zonas de influencia soviética.
Todo ello llevó al Presidente a lanzar un plan de contención , presentado al Congre-so, y suponía la puesta en marcha de accio-nes que, si en un primer momento afecta-
ban principalmente a la acción exterior , ten-drán su continuación en un reforzamientode la campaña interior.
Como señalaría Truman, uno de los prin-cipales objetivos de la política exter ior de Es-tados Unidos era (...) la creación de condi-ciones en las que nosotros y otras naciones
podamos trabajar en una vida libre de coer-ción (...) Creo que debe ser política de Es-tados Unidos ayudar a la liberación de los
pueblos que resisten los intentos de someti-miento por parte de minorías armadas o por
presiones exteriores. No decía Truman de qué tipo de condi-
ciones hablaba, pero en algunos casos,como los de Grecia o Turquía, éstas pasa-
ban por - hacerse cargo de ambos países, otambién en algunos casos, por el manteni-miento de regímenes que distaban mucho
de los valores democráticos. El apoyo nor-teamericano propició el mantenimiento delGobierno griego y el fuerte rearme de Tur-quía, lo que unido en Yugoslavia al distan-
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Las acciones de la A dmin istración Truman
crearon el estado de ánim o propic io entre la población para que la
campaña anticomunista tuvie ra sin duda un
éxito creciente
ciamiento de su dirigente Tito con r espectoa la Unión Soviética, pr opició una cierta es-tabilidad a la zona.
En Europa, con el avance progresivo dela crisis de Berlín a lo largo de 1947-1948 Yla devastación económica que había su-
puesto el conflicto, no se daban ul)as con-diciones políticas y, principalmente, econó-
micas para crear un bloque de contenciónde los intereses soviéticos. Junto con la pro-funda crisis económica en la que se debatíaGran Bretaña y la situación al borde del co-lapso económico de Italia y Francia, existíala idea de que la Unión Soviética podíaaprovechar estas situaciones para incr emen-tar su influencia o poder en estos países.
El análisis y ayuda prestada por Kennanal secretario de Estado, general GeorgeMarshall, hizo posible un
plan de ayuda a Europa.Lo que con posteriori-dad se conocería comoel Plan MarshalJ , presen-tado en 1947 y aproba-do por el Congreso enabril de 1948, suponíauna ayuda a Europa deunos 17.000 millones dedólares, lo que ayudaríaa la reconstrucción de su
maltrecha economía.Se suele olvidar que elPlan Marshall partía deuna filosof ía que enlaza-
ba directamente con losobjetivos políticos del anticomunismo. Laidea central sería que los países europeosnecesitados de ayuda deberían efectuar su
propia reconstrucción, no tanto por el alivioinmediato, cuanto para permitir que aparez-can condiciones sociales y políticas en lasque puedan existir las instituciones libres; enotras palabr as, los países europeos con laayuda americana debían administrar su pro-
pia reconstrucción para, de esta maner a, en-trar a formar par te de una sólida alianzafrente a la amenaza de la Unión Soviética.
La alegría por la victoria electoral de Tru-man en 1948 ( prueba de que las primerasmedidas de dureza habían dado buenos re-sultados y aún pesaba mucho el clamor dela victoria en la guerra), no duraría muchotiempo. La radicalización en la crisis de Ber-
lín y el golpe comunista en Checoslovaquiademostraban que era necesario ampliar aúnmás la contención comunista en el exterior yredoblar los esfuerzos en la campaña interior.
Es destacada la relación existente entreambas campañas, en los memoranda reali-zados por el Consejo de Seguridad Nacio-nal en 1948. Este órgano, creado un año an-tes y encabezado por el presidente, elabora-
ba la estrategia de Estados Unidos, plan-teando los objetivos a conseguir en la acciónde gobierno. En marzo de 1948, el Consejo
de Seguridad Nacional, en su memorandumnúmero siete, sintetizaba los objetivos prin-cipales señalando que: la derrota de las fuer-zas del comunismo mundial, dirigido por losSoviets, tenía una importancia vital para laseguridad de Estados Unidos. Este objetivo-apuntaba- es imposible de alcanzar conuna política defensiva. Por ello, Estados Uni-dos debía asumir el papel dirigente en la or-ganización de una contraofensiva mundial,
con objeto de movilizar y
robustecer las propias fuer zas y las fuerzas an-ticomunistas del mundono soviético.
En el interior del paísel interés primordial- prosigue este memo-randum - se resume enuna decidida acción quetenga como principal yúnico objetivo el aplasta-
miento de la amenazacomunista.Como resultado de la
estrategia para contener a la URSS, y siguiendo
las recomendaciones del Consejo de Segu-ridad Nacional, se firma, en 1949, el Trata-do del Atlántico Norte (OTAN), entreEE.UU., Canadá y diez Estados de la Euro-
pa occidental.Sin embargo, una serie continuada de
acontecimientos internacionales, pr oducto
del aumento de la presión soviética sobre di-ferentes escenarios, provocar ían en toda lasociedad norteamericana la sensación deasistir a un incremento de la ex pansión co-munista en el mundo. En primer lugar , la
precipitación de la crisis china , con el asaltodel Ejército Rojo y la ex pUIS!':-lldel Gobier-no nacionalista, que se establecerá en For-mosa (Taiwan), y la implantación en el con-tinente del régimen comunista de Mao.
En segundo lugar , tuvo una gran repercu-
sión y supuso una inmensa decepción parala Administración y para toda la sociedadnorteamer icana conocer que Estados Uni-dos había perdido la exclusividad del arma
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nuclear. La noticia del éxito de una pruebanuclear soviética en este año de 1949 cau-só una fuerte conmoción que produjo unasensación generalizada de miedo. Sensaciónque, en algunos casos, fue de indignaciónentre los grupos republicanos o ultraconser-vadores, alentados por el clima d~ pánicoque algunos medios informativos propicia-
ron con la publicación de titulares como: ¡A lalcance de los rusos!
El aplastamiento comunista
Todas estas cuestiones provocaron en lasociedad americana lo que algunos autoresdenominarían una verdadera psicosis anti-comunista y que se agudizaría con el inicio
de la guerra de Corea en junio de 1950. Lacampaña institucional interna, lo que elConsejo de Seguridad Nacional había deno-minado aplastamiento de la amenaza comu-nista interior , tuvo como punto más repr e-sentativo el Decreto de Verificación de Leal-tad (Orden Ejecutiva 9835 de 22 de marzode 1947). Sin embargo, éste no era sino otro
paso decidido en una campaña iniciadaaños antes, que abría el fácil camino a la de-magogia maccarthista.
Las acciones de la Administración Tru-man crearon el estado de ánimo propicioentre la población para que la campaña an-ticomunista tuviera un éxito creciente. Enenero de 1945, se constituyó, de forma per -manente, el Comité de Actividades Antia-mericanas, que tenía como principal objeti-vo investigar las supuestas infiltraciones co-munistas en los sindicatos, la alta función
pública y el mundo del espectáculo.
En octubre de 1945, el Comité inició unacampaña contr a algunos elementos subver-sivos en Hollywood que se prolongaría has-ta 1953. En ello influyó la idea de que elcine y el mundo del espectáculo tenían queser símbolo y ejemplo del necesario patrio-tismo de la sociedad, en un momento difícilen el que los valores esenciales de la nación
norteamericana estaban siendo cuestiona-dos por el enemigo interior. Son especial-mente significativos, en este momento, los
procesos contra diez guionistas y directoresde escena, entre los que destacaban: AlbertMaltz, Edward Dmytryck y Dalton Trumbo,
bajo la acusación de que sus actividadesamenazaban la seguridad nacional. La ne-gativa a responder a las preguntas de la Co-misión provocaría las acusaciones y conde-nas por desacato al Congreso. Los produc-
tores de cine, en la Declaración Waldorf As-toria, despidieron a los diez sin derechos decompensación, y se comprometieron a nocontratar bajo ninguna circunstancia a ele-mentos sospechosos de ser o mantener ac-tividades comunistas.
En marzo de 1947, por la presión queejercían los r epublicanos y los grupos con-servadores, se aprobó el Decreto de Verifi-cación de Lealtad (Orden Ejecutiva 9835),aplicable a todos los funcionarios federales,
realizando un control r igur oso de su activi-dad laboral, de sus ideas políticas y de lasasociaciones a las que pertenecían. Por esteComité pasar on numerosos funcionarios
para expresar su fe anticomunista: 378 per-sonas serían procesadas y despedidas, ycuatro millones pasarían a ser controladas.
A estas acciones se asociaron las laboresde investigación y seguimiento realizadas
por el FBI, cuyos informes permanecieron
A poyo social a M cCartby Los datos de una investiga-
ción realizada en 1953 por el National Opinion Research(NORC) , desarrollando un se-guimiento del apoyo popular al Comité de Actividades An-tiamericanas y a las labores de
McCarthy , demuestran queuna mayoría de un sesenta
por ciento de los norteameri-canos aprobaba las accionesdel Comité. De este alto por-
centaje , un cincuenta y seis por ciento admiraba la figura y la labor desarrollada por McCarthy.
Al examinar individual-mente a los encuestados en
función de los estudios reali- zados , los que se encontra-ban en la primera escala de
formación -escuela prima-ria , estudios básicos , sin estu-dios- semostraban más ma-
carthistas que los que se en-contraban en la escala inter-media -estudios medios , ba-chillerato-. Los que estabanen esta escala media presta-ban , a su vez , mayor apoyo a
McCarthy , que los incluidosen la escala superior -estu-dios universitarios-o Todosen esta proporción apoyabanen gran medida las laboresdel senador.
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en secreto para mantener el anonimato delas confidencias o acusaciones de lo que ge-neralmente se conoció como el grupo de so-
plones, agentes infiltrados en determinadosámbitos que delataban a los elementos mássospechosos. En el proceder de los agentes
policiales y del Comité, se institucionalizó lanoción de la duda razonable, lo que permi-tió procesar a los investigados cuando noexistían las pruebas suficientes para demos-trar los hechos por los que estaban supues-tamente acusados.
Las acciones de los agentes federales y delComité no se limitaron a las personas indi-viduales, sino también a numerosos gruposy partidos políticos a los que se considerabade dudoso patriotismo. El partido comunis-ta americano no estuvo legalmente prohibi-do hasta 1954, pero por las acciones de las
que fue objeto se llevaron a efecto como silo hubiera estado desde un principio. Oncede sus dirigentes, en julio de 1948, fueronarrestados y condenados a prisión, bajo la
acusación de (...) organizar y voluntaria-mente fomentar una conspiración paraderribar por la violencia al gobierno de Es-tados Unidos. En apelación el Tribunal Su-
premo, en la causa conocida como EstadosUnidos contra J. Dennis y otros, confirmalas sentencias por constituir (...) un peligroclaro y presente, que justificaba una conde-na por parte de los tribunales, aunque éstalimitara la libertad de reunión y expresión.
De entre todos los procesos puestos enmarcha, hubo dos que cobraron una granresonancia. En julio de 1948, Whittaker Chambers y Elizabeth Bentley testificaron ydeclararon la existencia de dos redes de es-
pionaje prosoviético. Alger Hiss, alto funcio-nario del-Departamento de Estado, fue acu-sado de formar parte de esta trama de es-
pías y condenado en enero de 1950. El 3
de febrero siguiente, los británicos arresta-ron al físico nuclear Klaus Fuchs, que fueacusado de pasar los secretos de la bombaatómica a Moscú; de entre sus confidentes,
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o colaboradores en Estados Unidos figura- ban Harr y Gold y David Gr eenglass. que im- plicaron al matrimonio Rosenberg.
El físicoJulius Rosenberg y su esposa fue-ron acusados de haber entregado al vice-cónsul soviético en Nueva Yor k, A. Jakov-levoinformación acerca de la bomba atómi-ca. que habrían obtenido del centr o nuclear
de Los Alamos. El proceso iniciado en 1950,tuvo una espectacular resonancia en la vidade Estados Unidos; después de un contro-vertido y discutido desarrollo legal, la pare-
ja fue condenada a muerte en 1951 y eje-cutada en 1953.
Los casos Hiss y Rosenberg causaron unainmensa conmoción en la sociedad nortea-mericana, dieron mayor fuerza a la teoría dela confabulación comunista , y justificaronun endurecimiento de la
batalla interior . A estacampaña, tantas vecesreclamada por McCarthyy sus partidarios, ya sehabía sumado activa-mente el senador deWisconsin en 1950 consus intervenciones ~n elSenado y también en lacalle.
La caza de brujas yahabía encontrado a suinquisidor general , a suTorquemada particular .
La ideología antico-munista, instalada con-fortablemente en todas las instituciones delEstado y entre la sociedad norteamericana,era continuamente alentada por las accio-nes y manifestaciones de aquellos gruposconservadores que deseaban llevar hasta lasúltimas consecuencias la cruzada anticomu-nista , la caza de brujas.
McCarthy logró unir muchas voluntades yapoyos, con su demagogia fácil, sus ar gu-mentos vanos y un tono de voz sin fuerza,monocorde y repetitivo, nada parecido al deun líder carismático. Las clases medias nor-teamericanas, desilusionadas por las sucesi-vas crisisy por las debilidades mostradas por la Administración frente al fortalecimientodel enemigo exterior , inmersas en una cam-
paña en la que tantas veces habían reclama-do su participación, vieron en McCarthy al
hombre que debía encabezar con fuerza ladefensa de los valores esenciales de EstadosUnidos como nación. Los sectores del Par-tido Republicano vieron en McCarthy ese
valiente líder , capaz de enfr entarse con losd é biles dirigentes demócratas que , a pesar d e haber ganado la guerra , estaban perdien-do la paz fr ente al comunismo; según estos
planteamientos, el desgaste que producíanlas continuas acusaciones de McCarthy so-
bre la Administración, podr ían tener unagran r entabilidad para desbancar a los de-
mócratas en las elecciones de 1952.Amplios sectores de agricultores y gana-deros, ante el recor te y control de los pre-cios y mer cados aplicados por la Adminis-tración, veían en este personaje a alguiencapaz de producir un cambio favorable a susintereses. Para los sectores católicos, tam-
bién para su jerarquía como para el carde-nal Spellman, que había bendecido pública-mente a McCarthy, el senador representaba
la encarnación de los
más altos valores éticos ymor ales que la sociedadamericana debía defen-der frente al avance dellaicismo y del sentir ateode una ideología carentede valores cristianos.Para los jóvenes ameri-canos, a los cuales en sussucesivas campañas be-saba en la frente, se tra-taba de un valiente per-sonaje pleno de coraje yvirtud y, por lo tanto,también un ejemplo aimitar.
En resumen, como demuestran algunosestudios históricos y sociológicos realizados,nadie que no haya vivido en ese periodo sa-brá nunca el ruido y la furia que pudo con-seguir : McCarthy contaba con un país ente-ro como seguidor.
En febrero de 1950, cuando la campaña
anticomunista se jalonaba de destacadas ac-ciones como las descritas, McCarthy, con sumétodo tradicional en el ejercicio de la más
pura demagogia, en una intervención en elSenado y agitando unos papeles en sumano anunció: ... Tengo en mis manos unalista confidencialmente proporcionada por algún patriota del Gobierno , cuyo nombre
jamás revelaré , conteniendo los nombres dehasta doscientos comunistas , algunos inclu-so con carné , trabajando en la Administra-
ción y en el Departamento de Estado.Algunos historiadores, especialistas en elestudio de los métodos demagógicos delmaccarthismo , especulan con que aquel do-
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Las acusaciones de McCarthy (abajo) alcanzaron a Acheson (izquierda), secretario de Estado, acusado delascenso del partido comunista, ya Einstein, cuya obra Teoría de la Relatividad fue prohibida en Texas 21
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cumento agitado al viento, que nadie pudoleer , fuera una vieja carta o incluso la listade la lavandería. Lo que sí es cierto, es quelas acusaciones de McCarthy provocaron la
. constitución de un Subcomité de Investiga-ción en el Senado, presidido por el senador Millard Tydings de Maryland, par a verificar dichas acusaciones. Las investigaciones rea-
lizadas demostraron que las acusaciones deMcCarthy eran falsas y fantásticas. En reali-dad, ni uno de los centenares de subversi-vos acusados fue hallado culpable.
El inicio de la guerra de Corea, en juniode aquel año, con la invasión de Corea delSur por parte de las tropas comunistas deCorea del Norte y la implicación de EstadosUnidos meses después en el conflicto, die-ron fuerzas renovadas a la teoría del zarpa-
zo comunista , y a las acciones de McCarthy.
A finales de este año, cuando se convo-caron las elecciones legislativas, gran partedel electorado americano, con el conflictode Corea en pleno apogeo, no era capaz dever sino fracasos por parte de la Administra-ción. La campaña de McCarthy, acusandoal Subcomité del Senado de blandur a fren-te al comunismo, tuvo una incidencia direc-ta en las elecciones, en donde con el apoyodirecto de organizaciones derechistas, logró
presentar tantas acusaciones contr a el presi-
dente de dicho Subcomité, Tydings, quecayó derrotado en las elecciones. McCarthytenía una gran habilidad para manejar a la
prensa, a la radio y a la televisión, e'n don-de realizaba acusaciones complejas mez-clando diferentes asuntos, desde los desas-
Arthur Mil ler
tres en la contención comunista exterior delos demócratas , hasta los datos de las acti-vidades comunistas en diferentes partes del
paí s.La proximidad de las elecciones presiden-
ciales de 1952, el avance desfavorable delos intereses norteamericanos en Corea, los
procesos contra Hiss y los esposos Rosen-
berg, todo ello brindaba una gran oportuni-dad a McCarthy para dar un paso más ensu campaña de acusaciones que tenía como
pr incipal fin hacer creer a los electores nor-teamericanos que los demócratas habíancaído en la conspiración comunista.
Durante veinte años de traición , utilizan-do las palabras de McCarthy, los demócra-tasdirigidos por Roosevelt y Truman, ha-bían conspirado para entregar América y elmundo a los rojos, habían entrado en la Se-
gunda guerra Mundial para ayudar a Rusiay cedieron todo a StaJin en Yalta. Harry(como llamaba a Truman) había cedidoChina a los comunistas , y había planteadola Guer r a de Corea de tal forma que éstasólo podía acabar en una derrota. ParaMcCarthy, el general Mar shall y Dean Ache-son, ambos secretarios de Estado en 1947 y1949 respectivamente, eran también culpa-
bles del ascenso comunista en el exterior yen el interior del país. La teoría de la cons-
piración, hábilmente manejada por McCarthy y apoyada por sectores significa-tivos de su partido, tendría sin lugar a du-das un papel fundamental en la victoria delcandidato republicano a presidente, DwightD. Eisenhower , en 1952.
Constituye la vanguar dia de la novela y del teatro norteamericanos con-tem poráneos. El hombr e q ue escr ibió La muerte de un viajante , premioPulitzer en 1949, llevada al teatr o y al cine, nació en 1915. Er a un ado-lescente dur ante la Depresión, un estudiante bajo el New Deal , y una jo-ven víctima dur ante la caza de br ujas lanzada por McCarthy. Fue una delas f igur as emblemáticas de las que sufrier on las investigaciones, aco-sos y condenas del Comité de Actividades Antiamericanas. En los in-ter rogator ios, f ue de los pocos que no se acogieron al silencio, aducien-do la protección constitucional, y se enfrentaron valientemente a las acu-saciones del Comité, lo que le valió diver sas condenas. Pr oducto de estaexperiencia, escri bió en 1953 una de las mejores obr as del teatro nor-teamericano, Las brujas de Salem (1953), en donde r ememor a escenasde los interrogator ios inquisitoriales. Entr e sus obras, además de Lamuerte de un viajante (1949) y Las brujas de Salem (1953), son de des-tacar, Panor ama desde el puente (1949) y Después de la caída (1964).
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La derrota de Tydings y el inicio de lasacusaciones a los traidores demócratas pre- parando las elecciones presidenciales, fue-ron presentadas como una victoria deMcCarthy y de las fuerzas anticomunistas ,en lo que fue un endurecimiento de las ac-ciones legislativas frente a las que eran con-sideradas fuerzas subversivas individuales einstitucionalizadas.
El maccarthismo y las brujas deSalem
Como consecuencia de estas persecucio-nes, se aprobó la Internal Security Aet (o Ley
McCarran , por el nombre de su impulsor).Era ésta una ley sobre Seguridad Internaque permitía el registro y vigilancia de aque-llas asociaciones que se hallasen bajo sospe-cha de realizar actividades subversivas. In-cluso dos senadores de tendencias liberales,
como Hubert Humphrey y Herbert Lehman, propusieron la apertura de reservas territo-riales vigiladas para aislar y recluir a los sub-versivos en caso de conflicto. El veto ejerci-
do por el Presidente a estas dos medidas, nomuy distantes de la idea de abrir campos deconcentración, fue el último intento de laAdministración Truman para guardar unequilibrio entre la defensa de los derechosindividuales y las exigencias de la Seguridad
Nacional. Pero este proceso, que ella mismahabía promovido y alentado, ya estaba fue-ra de control y llevaba un ritmo imparable.
La Ley McCarran tendría su continuidadcon una segunda ley aprobada en 1952 yasociada a ésta, la Inmigration and Nationa-lity Act , también vetada por el Presidente,según la cual se exigía a todos los visitantesextranjeros la prestación de una prueba' delealtad. Ambas leyes serían confirmadas por el Tribunal Supremo. Estas medidas legisla-tivas, de claro contenido anticomunista, se
prolongarían en los años siguientes, desta-cando de entre todas ellas, por su conteni-do simbólico, la confirmación constitucionalque realizó el Tribunal Internacional de Jus-ticia en 1951, de una ley de 1940 (Ley
Smith) , por la que se prohibía la enseñanzadel pensamiento de Marx y Lenin en todoslos niveles educativos.
En 1951 fue nombrado J. Parnell Thomas
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E l nacionalismoexagerado de estos
grupos le s l levaba ainterpretar que todo
aquello que estaba fuera de su visión nacionalista
iba contra el interés nacional de E E .U V .
presidente del Comité de Actividades Antia-mericanas. Era un hombre cercano a los
planteamientos de McCarthy, que, tiempodespués, fue condenado por estafa y encar-celado al demostrarse que se había lucradocon las pagas de secretarios inexistentes. Lesucedió Francis E. Walter , con el que las ac-tividades de investigación y losjuicios suma-
rísimos del Comité se fueron ampliando has-ta 1953. El momento culminante llega como producto de la victoria republicana de 1952,cuando el propio McCarthy es nombradoresponsable del Comité de Operaciones delGobierno y presidente del Subcomité de In-vestigación en el Senado.
Desde este momento, más que nunca, elmaccarthismo siguió siendo más una histe-ria que un movimiento político. Una histe-ria que se hizo dueña de
la situación, ampliandohasta límites insospecha-dos un,a cacería de bru-
jas, no tanto de conspi-radores como de deser-tores ideológicos. El or-den de su peculiar razo-namiento sería el si-guiente: el comunismoes malo y quienes trafi-can con ese mal son ile-gítimos y deb~n ser ex-cluidos del mercado deideas y del mercado detrabajo. En Washington,McCarthy dirigid>una ex-tensa y pública investigación del personal de La Voz de Am érica , que no dio por resulta-do el descubrimiento de ningún comunista, pero, en cambio, provocó el despido o la re-nuncia de muchos de sus empleados. Paracontrol de las oficinas de empleo en la in-dustria, se establecieron listas negras de per- .
sana! sospechoso. Las bibliotecas de todo el país, con la prohibición de algunos libros yrevistas, no pudieron escapar del ambientedominante de presión y censura. En algu-nos casos, como ocurriera con la bibliotecade la ciudad de San Antonio, dos de los li-
bros prohibidos fueron La Teoría de la Re-latividad , de Einstein, y La montaña mági-ca, de Thomas Mann.
El principal objetivo de ataque en estacampaña no era el comunismo; las princi-
pales víctimas en esta batalla fueron la liber-tad y el pluralismo. La pertenencia, presen-te o pasada, a cualquier organización refor-mista, liberal o internacionalista, resultaba
investigada. Cientos de funcionarios, perso-najes públicos y privados, pasaron por losterritorios interrogatorios del Comité. Todaslas actividades intelectuales estuvieron bajocontrol, incluidas las que tenían una relacióncon el mundo del espectáculo.
Intelectuales de inmensa valía fueron per-seguidos y acosados, algunos de ellos, como
Elia Kazan y Robert Rossen, no tuvieronotro camino que el de la colaboración; otrosmurieron en el acoso, como John Garfield;otros fueron aislados y proscritos duranteaños, como fue el caso del director AbrahamPolansky; en algunos casos, como ocurriócon Joseph Lipsay, Charles Chaplin y Or-son Welles, se vieron obligados a exiliarseen Europa. Bertolt Brecht y Ernest Heming-way no fueron autorizados a permanecer en
territorio de Estados Uni-
dos; y así, un gran nú-mero de actores, guio-nistas, literatos y directo-res que, de una u otraforma, eran identificadoscon posiciones liberaleso progresistas.
La caza de brujas , la política de la sinrazónque suponía el maccart-hismo , quedó reflejadade una forma simbólicay teatral en la obra deArthur Miller, uno de losgrandes intelectuales perseguidos por el Co-
mité, que escribió en 1953 Las brujas de Sa-lem (The Crucible). En esta obra, Millerre-memora la época de persecución y de algu-nos de los procesos inquisitoriales a los quefue sometido. Un pasaje extraído de sus pá-ginas, puede dar una idea del tono de los in-terrogatorios realizados por el Comité:
(.. ,) Después de coger una hoja de lamesa, para leer las acusaciones, preguntó el Inquisidor (Richard Arrens, el acusador delComité) a la bruja (él mismo, Arthur Miller):
-¿Es usted alquimista y bruja (intelectualy de izquierdas)?
Ante el silencio de la bruja , el Inquisidor volvió a preguntar:
-¿Por qué , como demuestra lo escrito ensu cuaderno (sus obras), tiene una visión tan
pesim ista de Salem (Estados Unidos)?
Un nuevo silencio hizo subir el tono devoz del interrogador para gritar:-¿Por qué no emplea parte de su ex-
traordinaria habilidad en luchar contra ... las
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conspiraciones diabólicas (comunistas)?¿Por qué no intervienen en ello sus magní-
ficas dotes?
El nacionalismo, base delmaccarthismo
Puede afirmarse, como indican algunosestudiosos, que el maccarthismo f ue un mo-vimiento populista ultraconservador. No se puede entender la forma de reaccionar deuna parte de la Administración de EstadosUnidos y de una inmensa mayoría de la po-
blación norteamericana que se vio envueltaen la campaña anticomunista, si no se ex-
plican los factores que influyeron para quetodo aquel ciudadano que sospechara de su
vecino y no realizara la denuncia pertinentefuera tachado de antipatr iota. No fue exactamente la caza de brujas la
locura colectiva de la sociedad nor teameri-cana inducida por unas elites políticas e in-telectuales, sino que dichos grupos vendie-ron a la mayor parte de la nación la idea deque toda posición liberal, comunista segúnsu demagogia, er a un ataque directo a Es-tados Unidos.
El nacionalismo exagerado de estos gru-
pos conservadores les llevaba a interpretar que todo aquello que estaba fuera de su vi-sión nacionalista conservadora iba contra elinterés nacional de Estados Unidos. El co-munismo , o todo lo que olía a posición'li-
beral progresista, era no sólo un peligro, sinotambién un cáncer que había que extirpar antes de que acabara con la vida del siste-
ma norteamericano. Para entender por quédicha campaña cuajó en el inter ior de la Ad-ministr ación y por qué tuvo una gran acep-tación social, es necesar io explicar el sólido
pensamiento nacionalista der ivado de la propia for mación de Estados Unidos comoentidad unitaria. Esta visión exagerada y au-mentada del sentimiento nacional tiene
como principal consecuencia la idea gene-r alizada de que el espíritu de vida norteame-ricano es algo superior que es necesario de-fender frente a los enemigos interiores y e x-terior es.
¿De dónde nace este sentimiento nacio-nalista tan extendido en la conciencia nor-teamericana? Los estudios de algunos histo-riador es y tratadistas de la política demues-tran que el sentimiento nacionalista en Es-tados Unidos de América vino condiciona-
do por las características peculiares de suconstitución como comunidad y como Esta-do. Este desarrollo histórico, incluso ya des-de antes de 1787, en el que la Convenciónde Filadelfia aprobara la Constitución, tuvocomo una de las principales manifestacionesla idea de superioridad del nuevo proyectosocial y político que se construía, frente a losmodelos europeos.
Los planteamientos de algunos estudiososintentan demostrar hasta qué punto la for-mación del sentimiento nacional en EstadosUnidos, origen de lo que los Padres funda-dores -Washington, Madison, Jefferson,Fr anklin- denominar ían una Gran Nación ,
base de su inspiración superior , tendrá pocoque ver con el modelo usual de los movi-mientos nacionales. La inexistencia de unareligión común y de un ter ritorio histórica-
D w ight D . E isen ho w erGener al y político nor teamer icano (1890-1969). Er a un gran desconoci-do f uer a de los cír culos militar es, cuando el presidente Roosevelt le de·signó jefe su pr emo de las fuerzas aliadas par a la invasión de Af rica(1942). Fue nombr ado al año siguiente jef e de las fuer zas aliadas par ala liber ación de Eur opa occidental. Los éxitos de sus campañas le lleva-r on a sustituir al gener al Mar shall, como jef e del Estado Mayor del E jér -cito de Estados Unidos y ostentó en 1950 la jef atur a del ejér cito de laOTAN. Se pr esentó a las elecciones de 1952 como candidato r e publica-no con el a poyo fundamental de los sector es más conser vador es de su
partido. Nombr ado pr esidente en 1953, admitió en los pr imer os mesesla campaña maccar thist a , per o las acusaciones del senador contra loscom pañer os de armas del pr esidente, principalmente la Secr etar ía del
E jército, y las acusaciones televisadas contr a cuar enta y dos miembr osde las Fuer zas Ar madas, llevar on a Eisenhower a descalificarlo pública-mente. O btuvo la r eelección en 1957.
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Hemingway con su esposa. A este escritor le fue prohibida expresamente la estancia en los Estados Unidos
mente definido no será obstáculo para el na-cimiento con fuerza de un proyecto políticoque se construirá en torno a la idea de Amé-rica.
E l concepto central de la conciencia na-cional recoge el sentimiento generalizado delas diferentes comunidades de poblaciónque colonizan el territorio y también de losPadres fundadores de estar edificando la na-ción norteamericana. Expresa al mismotiempo esa idea, coincidente en todos ellos,de estar coristruyendo el mejor modelo po-
lítico posible. Esta conciencia común de es-tar constitUyendo un nuevo tipo de sociedad-comuni9ad política y democracia- más
justa y lib~efrente a la europea -Gran Bre-taña será el modelo a superar -, ayudaría aforjar el mito de la idea de América.
Otro elemento destacado que alimentó laidea o mito de este proyecto superior tieneque ver con la existencia de valores éticos ymorales comunes que dieron un sentidotranscendente y espiritual al nuevo proyec-
to político. La ética protestante y la idea cal-vinista de la predestinación y la purificaciónen el trabajo fueron elementos que ayuda-ron a consolidar el proyecto nacional.
La conciencia de esta idea de Américacomo concepto central del pensamiento na-cionalista -y con posterioridad del maccart-hismo- tendrá una relación directa con unaafirmación del liderazgo norteamericanorespecto a otras naciones. Este será el pun-to de unión entre nacionalismo e imperialis-mo norteamericano. E l Destino manifiestode 1818 supone la afirmación delliderazgohistórico principal de la Gran Nación Nor-teamericana, capaz de construir el mejor sis-tema político y el sistema económico más
justo. Este destino imperial , al que EE.UU.estaba divinamente predestinado, encontra-rá en la Doctrina Monroe (1823) la justifica-ción nacional para la afirmación de un de-recho de intervención activa en la totalidad,del territorio del continente.
Algunos autores piensan que la guerra deSecesión de 1861, desde determinados planteamientos, bien puede entendersecomo una guerra de independencia nacio-nal, siendo el nacionalismo el principal pro-
blema y siendo éste, a su vez, uno de los principales puntos de referencia del pensa-miento nacionalista posterior. La nostalgiadel Sur , considerado como el heredero de
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los valor es pro f undos y conservadores deri-vados de la Independencia, se transformadesde el pensamiento nacionalista, y de ahía los planteamientos de los grupos más cer-canos al maccarthismo , en el verdadero mo-delo político par a la nación.
En perfecta corr espondencia con la defen-sa de estos valor es q ue significaban el Sur ,
el pensamiento nacionalista y la pr o pia tra-yector ia personal y política de McCarthy, tie-nen una vinculación dir ecta con el senti-miento de superioridad r acial. Una discrimi-nación que fue exaltada como un signo decivilizaciónsuper ior . Este r echazo racial quese incorporará con f uerza en el sentimientonacionalista y que pr ovocará en los añoscincuenta y sesenta los mayores enfrenta-mientos civiles, se mantendrá, a pesar de lasolución jurídica consti-
tucional, constante hastanuestros días en nume-rosas manifestaciones
públicas, pr ivadas y tam- bién en los movimientos·que, como fue el mac-carthismo , se declaranherederos de l sen t imien-to nacional de EstadosUnidos.
El más emblemático
de estos movimientos, elK u K l u x Klan , que tuvosu or igen en las socieda-des secretas del Sur en1865 como continua~ción del movimiento Know- Noth in g -de-fensor del nativismo pr otestante americano,de las tradiciones mor ales y sociales hereda-das de la época pur itana -, deseaba promo-ver el verdadero pat riotismo y el ame ricanis-mo puro. Sus puntos de oposición se fuer on
enriqueciendo con el tiempo, desde el re-chazo a los negr os y judíos se pasó a la lu-cha contra la inmigr ación y de ahí, junto conMcCarthy, a la lucha anticomunista.
La combinación de los viejos y los nue-vos planteamientos nacionalistas no fue unexclusivo patr imonio de los movimientos ex-tr emistas y de las charlatanerías deMcCar thy, sino que fue pr incipalmente ad-ministr ado por una corriente conser vador aque, fuertemente consolidada desde el fin dela Segunda Guerr a Mundial, tendr á una in-cidencia inmediata en el pensamiento, entodo el sistema polític9 y en el pr opio e jecu-tivo. Este movimiento, r epresentado por conservadores tan prominentes como Ber -
nard BeU,Brent Bozell, William Buck ley, T.S. Eliot, William KendaU,Herber t Hoover y,sobre todo, Russell Kirk , estuvo ligado enuna pr imera fase, al sentimiento patrióticonacional en la defensa del anticomunismo.Esta lucha anticomunista, que r e pr esentabaMcCarthy en su lectura m ás f olclórica y f e -ro z , estuvo considerada como el princi pal
o bjetivo, en éste y en sucesivos periodos, detoda acción política y de gobier no en la de- fe nsa re s ponsable de l In terés N acional d e losEs tados Unidos. McCarthy podía desa pare-cer , pero no así el anticomunismo.
La victoria de Eisenhower: eldeclive de McCarthy
McCarthy fue una po-tencia y un per sona jeemblemático para elPar tido Republicano,durante las elecciones de1952 que llevar on a laPr esidencia al gener aldel Ejér cito Dwight D.Eisenhower . Fue ensal-zado y aclamado en laConvención R epublica-
na como un ver dader ohéroe nacional; su cam- paña anticomunista ha- bía alcanzado tal po pu-laridad, y sus ataq ues tal
ferocidad contra los demócratas que, comoseñalaba el presidente de la Convención, sehab ía me t ido en e l bo ls il lo a una gran par tedel pueb lo amer icano para los republicanos.
Con poster ioridad a las elecciones, el se-nador Taft, ahora jefe de la mayoría del Se-
nado, le pr opuso como presidente del Co-mité de Oper aciones de la Administr ación.Desde este puesto, no fue difícilque con-
siguier a la presidencia del Subcomité Per-manente de Investigaciones, puesto que lecapacitaba para investigar las actividades detodas las dependencias de la Administra-ción.
En los pr imeros meses, el nuevo presiden-te Eisenhower no se esf or zó en contrar r estar la influencia creciente de McCarthy y de susacciones. El progr ama de lealtad se f ue am-
pliando sucesivamente a todos los organis-mos estatales, per o el inicial criterio de leal-ta d fue completado por el de r ie sgo para lase guridad , que a barcaba no sólo las act iv i-
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dades sospechosamente comunistas , sinotambién el consumo de alcohol, las relacio-nes sexuales, la dependencia de la droga, ytodas aquellas acciones que eran juzgadasde dudosa moralidad.
Sin embargo, con el fín de la guerra deCarea, en julio de 1953, la desapa~ición deuna parte importante de la excusa de la ex-
pansión comunista restó ímpetu a los plan-teamientos de McCarthy, que volvió sus ojoscasi con exclusividad a la persecución de lasinfiltraciones comunistas en los departamen-tos, administrados por sus compañer os de partido, .y sobre todo, en las fuerzas arma-
Carea había sido dividida por la mitad , a 1 0 largo del pa-ralelo 38, antes de que termi-nara la Segunda Guer r a Mun-dial; la parte norte del paí s fueocupada por la URSS y la sur
por los Estados Unidos. Laconvocatoria de unas eleccio-nes en mayo de 1948, de du-doso desarrollo , provocó el noreconocimiento por parte del
Norte del Gobierno elegido , yel nombramiento de otro pa-
ralelo. En 1949, tanto los so-viéticos como los norteameri-canos se retiraron d e Carea ,
para hacer posible la convoca-toria de unas nuevas eleccio-nes , que no tendrían los resul-tados deseados de unificación.El 25 de junio las tropas del
Norte invadieron Carea delSur , lo que provocó una reu-nión del Consejo de S eguri-dad de las Naciones Unidas
que , a petición norteamerica-na y en ausencia de la UniónSoviética , aprobó una resolu-ción que abría la posibilidad de una intervención militar detropas de Naciones Unidas.
Dicha intervención se realizó ,con bandera de la ONU , per ocon tropas nort eamericanas almando del general MacArthur.
Dos imágenes de la guer ra de
Corea donde las t ropasnorteamericanas pagar on un
alto pr ecio
das. Dichas acusaciones, que tuvieron unefecto bumerang , eran el principio del fín.
Los ataques lanzados por McCarthy con-tra el Departamento de Estado y el supues-to espionaje en las fuer zas armadas, en di-ciembre de 1953 y enero de 1954, televisa-dos a todo el país, tuvieron un efecto nega-tivo en la opinión presidencial y en toda la
sociedad americana. Algunos comentaristasopinaban que nadie que hubiera visto susapariciones en la televisión podría dudar que estaba realizando unas declar aciones develada acusación de blandur a frente al co-munismo al propio Presidente republicano.
La gu er ra de Corea
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El secretario del Ejército, Robert T. Stevens,uno de los más prestigiosos nombramientos
presidenciales, era el más destacado de losacusados por McCarthy. El principal motivo para lanzar el ataque era, como luego se de-mostró, una razón personal, una rabieta delinquisidor , y vino provocada por la negati-
va a dar un trato de favor en el ejército a unayudante suyo, David Schine. Dicho sucesohizo que McCarthy acusara de impropias lasmedidas de seguridad adoptadas por la Se-cretaría del Ejército, la misma que le habíanegado el favor, aduciendo el ascenso de undentista del Ejército de posible y dudoso pa-sado comunista.
La petición televisada de McCarthy para poder hacer públicos los archivos del FBI so- bre sus víctimas provocó las iras del presi-dente Eisenhower, que le denunció decla-
rando: Quiere situarse por encima de las le- yes de nuestro país y pasar sobre las órde-nes del Presidente.
Sus continuas investigaciones sobre lalealtad entre sus compañeros políticos ydentro de las fuerzas armadas, ridiculizando
públicamente a través de los medios de co-municación a altos funcionarios, no sólo ha-
bían dejado de tener utilidad para los repu- blicanos, después de ganar las elecciones,sino que se habían vuelto contra el propio
partido. Algunos periodistas, como AnthonyWislow, creían ver en la actitud de McCarthyuna batalla interna frente a Eisenhower , quetenía como objetivo último sustituirle en laCasa Blanca.
En cualquier caso, un buen número de re- publican os, incluido el presidente, tan sólohabían tolerado a McCarthy, sintiéndose in-cómodos ante sus excesos; pero su toleran-
cia, al ser mucho más costosa, había llega-do a su fin.
Después de las acusaciones realizadas yde la oposición presidencial, una parte delPartido Republicano, la del Medio Oeste,aún estaba con McCarthy, pero los dirigen-tes que tenían un mayor peso en la organi-
zación, el establishment del Este, estaba dis- puesto a quitárselo de encima , abandonarlocon la misma facilidad que lo había elevado.
El vicepresidente de Estados Unidos, Ri-chard Nixon, en marzo de 1954, aprovechólas acusaciones del Pentágono sobreMcCarthy referidas a su solicitud de un su- puesto trato de favor hacia su ayudante, para solicitar una investigación en' el Sena-do. El Comité investigador, presidido por elsenador republicano Watkins, estuvo en ple-na discusión durante treinta y cinco días,
cruzándose las acusaciones realizadas por elsenador de Wisconsin contra cuarenta y seismiembros de las fuerzas armadas y las acu-saciones realizadas contra él; todas las sesio-nes fueron televisadas y veinte millones denorteamericanos pudieron asistir en directoa la defenestración de McCarthy. El Senadovotó, por 67 a 22, y le condenó por haber tenido una conducta impropia de un miem-bro del Senado. A partir de este momento,su figura política se apagó de un solo soplo,
hasta su muerte en 1957. Como si de unaversión moderna del Aprendii de brujo setratara, la oposición presidencial, los secto-res más influyentes del partido y la solemneacusación del Senado, derrocaron aMcCarthy, y su influencia S e evaporó frutode este nuevo encantamiento. Ahora bien,la magia anticomunista perduraría por ·mu-cho tiempo en ésta y en otras tierras.
B 1 B L 1 O G R A F 1 A
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