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Colegio Lourdes Exposicion Díaz-Castilla

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Exposición de pintura realizada en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes de Valladolid en Noviembre de 2013. Exposición dedicada al pintor abulense Luciano Díaz-Castilla.

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Colegio Lourdes Valladolid

Del 15 de Noviembre al 4 de Diciembre de 2013

Horario: Laborables de 17:30 a 20:30 h.

Sábados y Festivos de 12:30 a 14:00 h.

“Sonido interior”

En la curva del tiempo de la vida está la expresión del arte.

Este título obedece a la búsqueda de un más allá desconocido que se intuye, que se percibe dentro y fuera de mí y trato de hacer que tenga posibilidad de “ser” mediante eso que llamamos lenguaje. El mundo de las ideas que palpitan en nuestros adentros no sabemos que son y en un determinado momento las sacamos a la luz, no porque lo pretendamos, sino porque surgen como una “necesidad o hecho vital”. En realidad, provocan un movimiento interior para ser alumbradas. Es el encuentro del eterno sonido y de esa pasión de absoluto que me persiguió

siempre y se apoderó de mí tratando de expresar aquello que tengo dentro, mediante la línea, el color, la palabra, la materia o la forma o con otros me-dios. Esta “expresión por el arte” es un canto que entono más allá de mí mismo, que se encamina a lo oculto y habita en lo sublime. Está anclado en mi alma más allá de la noche, y en los fondos más hondos esconde su ar-monía. Busco el primer sonido en un tiempo sin tiempo más allá de la his-toria y que fue pronunciado en eterno silencio haciéndose palabra, susurro, fuerte viento, huracán desbordado, brisa suave y nota acompasada en co-lor y armonía, que gira y gira, dando

lugar al ritmo, al sonido y a la infinita música que nació en el acorde que define el espíritu de la gran sinfonía que se extiende por todo el universo, y llegando su canto al interior del hombre, le insufla el espíritu para expresar la vida con aquella palabra que canta en lo profundo y crea desde dentro. Es tan grande este Canto que excede al pensamiento y lo trasciende todo. Este eterno sonido, indescifrable siempre, se extiende más allá del espacio y del tiempo, en aquel infinito primero de la nada, donde nació la vida y el movimiento íntimo. Sino es así que lo traduzca el alma de la forma que quiera.

Aquel que encuentra, percibe o intuye el ritmo, el tono e infinito compás del eterno sonido, comienza sin saber cómo se mece el alma en su eterna armonía, y cómo engendra el gesto, el ritmo y la palabra, y cómo los sentidos están todos abiertos y todos se unifican, traspasando los límites de aquello que es razón, inundando otras vías más hondas y profundas que nos llevan a un cosmos de infinita hermosura, donde se encuentran las cumbres más altas, elevadas y ocul-tas más allá del silencio.

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“Sonido interior o la expresión del arte”

El pintor y Maria, su mujer.

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“El sonido interior” manifiesta sus ritmos y sus alas ocultas, y se hace movi-miento y engendra la obra de arte, que es como un canto de todo el universo o de nuestro universo, de un fondo intransitable.

Pero, ¿cómo encontré este sonido, este ritmo, esta línea, este color y su belleza íntima o ese tono imposible que habita en mis adentros? No sé si fue un día de luz en una tarde clara, o fueron tantos días que ya son incontables. Contemplaba los campos y el color de mi valle. Intuía que algo vo-laba sobre mí e invadía mi alma. Descubrí que era el tono o ese golpe de gracia que habita en lo profundo más allá de mi ser y aquello que percibo. Y fue en aquel instante que me encontré la luz y, por primera vez, apareció el color y su gran sinfonía, que no sé dónde lle-ga ni quien la escuchará.

Mi sonido interior, hecho naturaleza, nació en estos campos llenos de sole-dad, en mis grandes montañas y el co-lor de mi valle, y en todo mi universo de luces y de estrellas. Después de ha-ber leído, estudiado, sentido, contem-plado y soñado, olvidado y luchado, creí sacar del fondo lo más bello del alma.

El sonido profundo de la naturaleza no nace en un instante ni en un día ni un año, es sedimento oculto en campos de memoria.

Desde mi edad primera aprendí a ver mi tierra y a sentir su armonía. Quizás comencé pronto a ser su observador, y ya a los nueve años escribí estas palabras: Mi ventana da al campo, campo mío.......

Son palabras concretas y palabras abstractas que guardan el sentir de mis pri-meros años. Nacieron como flores de mi primer aliento.En mi raíz primera algo me susurraba con acuciante espera.¿Acaso mi lenguaje?¿O fue el primer sonido de mi gran sinfonía, o el alma del color que la fui ha-ciendo mía?

Esta visión distinta de esa gran sinfonía apareció en mis primeros sueños. Te-nían la frescura de todo lo que nace. Fue como una explosión para decirlo todo.

Comencé a pintar sin saber qué era aquello, pues no sabía nada del color ni la forma. Gritaba en el color sin saber qué quería. Me enardecían las formas y todos los colores, los rojos, los azules, los grises y los malvas, los verdes y amarillos, los blancos y los negros. ¿Eran todos reales o era un proceso íntimo?

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Sentía que la luz invadía mi ser. Así me convertí en un contemplador del día y de la noche. La viví y percibí en mi querido valle, en mi ciudad del alma y en el Gredos altivo donde pude gozar de la luz de la altura y de su soledad. Fue allí donde nació, en mi profundo centro la fuerza de la luz, ante su inmensidad y en sus cielos azules, luminosos, sutiles y sublimes. Y más aún, sentí la noche oscura en la laguna grande y en sus profundas aguas que espejeaban sombras de negritud total y contemplé la infinitud del universo en su jardín de estrellas.

Desde entonces la naturaleza trascendió mi sueño y mis abismos y se fue adue-ñando de mi espíritu y comenzó ese proceso de contemplación que aún no ha terminado y solo terminará con el vuelo inmaterial de mi espíritu a otras coor-denadas del eterno silencio y eternidad perenne.

Pero he de volver a esta naturaleza que me sedujo siempre. Ya a los doce años traté de decir algo, a los quince comencé a leer a Teresa de Ávila y a Juan de la

Cruz y me sedujo la forma de trascen-der esta naturaleza y de ver más allá.

Si en algo soy deudor es que me abrie-ron los ojos y descubrí su aliento y penetré en su esencia que tanto amé y sufrí desde mi juventud. No sé si me enseñaron su ritmo y su sonido.

Ahora, camino en otra realidad que lo trasciende todo. Contemplo la sublimi-dad de sus montañas, el olor y el color de sus valles, el etéreo sonido y el ritmo

de sus aires y aguas. Sueño en sus noches turbulentas o en sus noches de sosie-go y de calma, esperando la luz de un alba nuevo, sintiendo el silencio y el ritmo de la música o de la soledad tan llena de armonía.

En la búsqueda del eterno sonido me encontré en un vaivén que me llevaba de lo tangible a lo intangible, de lo concreto a lo abstracto, de lo visible a lo invi-sible y traté de expresarlo.

La naturaleza fue y es mi aspiración y mi respiración, y me introduzco en ella para expresar aquello que late en mis adentros. No trato de volar sino de cami-nar y expresar con la línea y el color

Un día descubrí que el “sonido interior” siempre perteneció a las razones del corazón que son indescifrables porque no son las razones que ofrece la razón. Cuando llegan a ti no las notas ni sientes. Se posan en su vuelo en el fondo del alma. Y, desde ese momento, comienzan a ser otras, con otra dimensión y con otra mirada. Brotan de un manantial de no se sabe dónde y fluyen como el agua de fuentes cristalinas.

Cuando esto sucede expresas lo profundo y aparece a la luz en la obra de arte.

Díaz-Castilla

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DÍAZ-CASTILLA O EL RITMO DE LA CREACIÓN

A Ignacio Zuloaga, cuando llegó a Castilla en 1898 para trabajar en el taller segoviano de su tío Daniel, le sucedió lo mismo que a Miguel de Unamuno, que se había instalado unos años antes en Salamanca: al contacto directo con las alturas de la Meseta su pintura, al igual que el pensamiento de su paisano, encontró una dimensión desconocida y cambió radicalmente de rumbo. La fuerza transformadora del ambiente y el paisaje de un determinado entorno en la obra de pintores, escritores y artistas ha sido una constante en todas las épocas. Por eso no es de extrañar que, después de pasar unos años en Ávila, el reencuentro de Luciano Díaz-Castilla (El Soto de Piedrahita, Ávila, 1940) con el paisa-je de su niñez, con ese territorio mítico, sagrado, perdido en la esencia de su propio tiempo que es el Valle del Corneja, llegara a revolucionar de tal manera su percepción del mundo que lo terminara convirtiendo en una referencia entre los pintores abulenses de su generación.

El Valle del Corneja, con prolongación natural hasta las cumbres de Gredos y con una mirada permanente a la ciudad de Ávila, es sin duda el espacio plástico y espiritual en el que hay que encuadrar la pintura de Luciano Díaz-Castilla, un artista poético cuyo proceso de creación está estrechamente vinculado a la luz, a los colores, a los sonidos, al ritmo de las estaciones en este entorno. Ni más ni menos que lo que sintieron sus antecesores más remotos, aquellos artistas celtas que levantaron, sobre el altar de la meseta, sus propios altares escultóricos, gráficos, misteriosos, al cielo abierto de la inspiración. El descubrimiento, o más bien deberíamos decir la revelación de todos los perfiles y facetas del Valle del Color, tanto en su impronta natural como en su paisaje hu-mano, determina profundamente la ética y la estética de la pintura de Díaz-Castilla, un creador al que sería muy difícil comprender fuera de su territorio personal.

Así sucede con sus ritmos de la Naturaleza por los caminos del valle, o también frente a la rotunda presencia montañosa del macizo de Gre-dos, donde la luz se desborda, el viento escribe su propia partitura y los árboles, convertidos en mágicas pinceladas rojas o amarillas por el capricho del otoño, marcan líneas de ascendencia que transmiten la ilu-minación y el fulgor del alma del artista en su ejercicio de la contempla-ción del mundo. Árboles y retamas, piedras y humildes florecillas, pero también cabras –signo mayor del espíritu libertario del pintor-, vacas y caballos, en una permanente evocación de esas ferias de ganado que pueblan la memoria de Díaz-Castilla, y que en ocasiones pueden llegar

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a convertirse en cuadernos de la memoria o en los trazos de color de un sueño idílico: el sueño del hombre y los animales en plena armonía con su entorno natural.

Todo eso ocurre cuando el sol de Ávila llena de color y de dinamismo todo aquello que toca, porque en el ritmo del tiempo, como en el de la naturaleza, detrás del día viene la noche, que en el caso de Díaz-Castilla es siempre noche oscura del alma. Y sobre la alegría contagiosa de sus cuadros de luz viene también la duda, el miedo, la sospecha, la inquie-tante presencia de la sombras, cuando sus hombres solos meditan sobre la existencia al filo de la tarde, cuando las nubes trazan oscuros presa-gios sobre los pueblos abandonados… Sin la huella de la noche, sin su misterio profundo, sería también imposible comprender la hondura de la pintura de Luciano Díaz-Castilla. Una pintura que nace del ejercicio de vaciamiento espiritual de su autor, quien deja gozosamente el cora-zón limpio de todo prejuicio artístico o cultural para inmediatamente después llenarlo de todas esas sensaciones plásticas que deja plasmadas en sus cuadros, y que el espectador percibe siempre a flor de piel.

Mucho tiene que ver en esta visión misteriosa, desasosegante, del hom-bre y su espíritu, del hombre y su destino, la estrecha vinculación vital, metafísica y sentimental con la ciudad de Ávila. Con su muralla, que penetra como un sueño de piedra en la espiritualidad del pintor, pero también con su eco permanente de la mística de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz, una sed de trascendencia que se hace pintura, matérica y vacía a la vez, silenciosa y en grito al mismo tiempo, en sus impresio-nantes cristos, que surgen de las mismas tinieblas del alma para encon-trar, acaso, la recompensa de una luz en otro mundo. Un hombre solo, colgado del vacío, asomado al abismo de su propia existencia, que tiene un peso en la obra de Luciano Díaz-Castilla sólo comparable al ilumi-nado esplendor de sus cuadros sobre la Naturaleza.

Hombre y montaña. Vacío y plenitud. Alegría y desasosiego… El es-píritu en permanente agitación, como se colige, se lee también en los numerosos escritos poético filosóficos del artista del Valle del Corneja, que busca todavía en la fuerza transformadora de la palabra un camino de expresión paralelo al que ha seguido con tanta intensidad en la pintu-ra Una obra singular, en todo caso, que a nadie deja indiferente.

Carlos Aganzo. Octubre de 2013.

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SOL DE PRIMAVERAÓleo sobre lienzo .200x200 cm.

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GREDOSÓleo sobre lienzo. 200x200 cm.

12CANCIÓN DEL OTOÑOÓleo sobre lienzo. 146x114 cm.

DIÁLOGOS DE ATARDECERÓleo sobre lienzo. 160x130 cm.

Si el arte no es la escritura de la vida, no es nada.

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RECUERDOSÓleo sobre lienzo. 160x130 cm.

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CUADERNO AZULÓleo sobre lienzo. 146x114 cm.

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SOLEDAD DE LA PIEDRA (Gredos)Óleo sobre lienzo. 100x81 cm.

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NIEVE (GREDOS)Óleo sobre lienzo. 100x81 cm.

Toda obra de arte es oración lejana o canción traducida en líneas y en color.

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RUINASÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

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EL GRITO 1976Óleo sobre lienzo.

Pintar es un juego divino que lo transciende todo.

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HOMBRE CAÍDO. Óleo sobre lienzo. 100x81 cm.

HOMBRE MUERTO EN PRIMAVERA. Óleo sobre lienzo. 100x81 cm.

LA CRUZ INVISIBLE O EL CRISTO DE MARÍAÓleo sobre lienzo. 160x130 cm.

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NOSTALGIAÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

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CUANDO CANTA EL COLORÓleo sobre lienzo.

No sé si la naturaleza es el espejo donde me miro o es mi alma quien la retrata.

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NACIENTE PRIMAVERAÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

Las aguas del espíritu dibujan los adentros del alma del pintor.

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AUTORRETRATOÓleo sobre lienzo. 73x60 cm.

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CABRAS EN GREDOSÓleo sobre lienzo.

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TORO PASTANDO SILENCIOSÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

La búsqueda de la expresión es un camino incierto en una noche oscura.

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SINFONÍA EN AMARILLOSÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

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VIENTO DE OTOÑOÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

En las flores de la soledad se da el nacimiento del arte.

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SALAMANCA EN LA NOCHEÓleo sobre lienzo. 100x81 cm.

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RETAZOS DE LA MEMORIA. (Caballos)Óleo sobre lienzo. 100x81.

El arte nos muestra aquello que está escondido.

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CALLES SOLITARIASÓleo sobre lienzo. 73x60 cm.

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ATARDECER EN EL SOTOÓleo sobre lienzo. 73x60 cm.

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RECUERDO DE UN OTOÑO. (Cuaderno de la memoria) Óleo sobre lienzo. 73x60 cm.

FERIA. Óleo sobre lienzo. 146x114 cm.

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SINFONÍA EN AZULES. Óleo sobre lienzo. 100x81 cm.

CANTO A LA NATURALEZA. Óleo sobre lienzo. 46x38 cm.

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ALMENDROS FLORIDOSÓleo sobre lienzo. 73x60. cm..

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REUNIÓNÓleo sobre lienzo. 73x60 cm.

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AMARILLOS QUE ALUMBRAN LA SOLEDADÓleo sobre lienzo. 73x60 cm.

39CANTO DE ATARDECER. Óleo sobre lienzo. 73x60 cm.

SOL DE INVIERNO. Óleo sobre lienzo. 46x38 cm.

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HA NACIDO EL COLORÓleo sobre lienzo. 73x60 cm.

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APACIBLE OTOÑOÓleo sobre lienzo. 46x38 cm.

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HOJA DE UN CUADERNO (Líneas que pintan).Óleo sobre lienzo. 73x60 cm.

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LA CABRA AZULÓleo sobre lienzo. 46x38 cm.

El pintor es como un pájaro que ama desmesuradamente a la naturaleza, y ésta le abre su interior.

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MI ÁVILA DORADA Y ADORADAÓleo sobre lienzo. 46x38cm.

Si hiciera recuento de mi obra sería naturaleza y soledad del hombre ante sí mismo.

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SOLEDAD Y ABANDONOÓleo sobre lienzo

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Nace en 1940 en el Soto de Piedrahíta (Ávila). Estudia en la Ciudad de Ávila. En 1970 ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid donde cursa los cursos de pintura y grabado.En 1975 se instala en El Soto de Piedrahíta donde vive dedicado a recrear y expresar el mundo mediante el lenguaje de la línea y del color.Desde 1963 hasta el día de hoy (2013) ha realizado sesenta y siete exposiciones individuales y multitud de colectivas por toda España.

Exposiciones individuales especiales:“Pasión del Hombre. Pasión de Dios”. Realizada el 6 de abril de 1984 en la Sala de Artes de la Escuela de San Eloy (Salamanca). Patrocinada por Caja de Ahorros de Salamanca, juntamente con la Universidad Pontificia.“Díaz-Castilla” Exposición y publicación del primer libro de la colección: “Pintores abulenses” después que se hizo la Fusión de Caja de Ahorros y Monte de Piedad y Caja Central de Ahorros de Ávila. Octubre de 1985“Amor y Luz” o interpretación a la Naturaleza (Las Cuatro Estaciones) o Canciones del alma (Que así consta en sus primeros títulos)Díaz-Castilla hizo una interpretación alrededor de la obra de S. Juan de la Cruz, (50 cuadros de 200 x 200), y se expuso en la Catedral de Ávila el 21 de junio de 1991, con el patrocinio de Caja Ávila. Estuvo expuesta tres meses y la visitaron unas trescientas mil personas.“Ávilas”. Terminada la obra de S. Juan de la Cruz, Díaz-Castilla hizo una “serie” de Ávilas (50 cuadros de diversos tamaños). Se expusieron en la Sala de Arte de Caja Ávila el día 20 de septiembre de 1991.“Ritmos de invierno”. Serie de cuadros de 100 x 81. Se expusieron en la Sala de arte de Caja Ávila, el 4 de marzo de 1994.“El espíritu de los pueblos” (o pueblos abandonados). Serie de cuadros. Se expusieron en la Sala de arte de Caja Ávila el día 13 de diciembre de 1996.“Cuarenta años de mi pintura”. Exposición retrospectiva. Galería Ángeles Penche (Madrid), el día 2 de noviembre de 2000.“El universo de la rosa” Serie de 100 cuadros de rosas. Exposición en la Sala de las Carnicerías de Ávila, el día 9 de octubre de 2002.“Díaz-Castilla” Expresionista testigo de la tierraExposición Antológica en el Palacio de los Serrano de Ávila. Espacio cultural de Caja de Ávila. (7 de octubre al 7 de noviembre de 2004)“Díaz-Castilla” Lugar, tiempo y memoria.Exposición en la Sala de exposiciones de la Obra cultural de Caja Ávila. (Agosto de 2006)“El universo de Ávila”Serie de 103 dibujos sobre Ávila. Exposición en el Palacio los Serrano, el día 5 de noviembre de 2010.“Sinfonía del Tiempo”153 óleos de diversas épocas sobre el lugar, el tiempo, naturaleza, memoria y trascendencia del hombre. Del 10 de Mayo al 31 de julio de 2013.

LIBROSLibros escritos sobre el pintor Díaz-Castilla1.- Díaz-Castilla. (Cuaderno de dibujo.) Autor: Raúl Chavarri. nº 53 colección: “Maestros del dibujo contemporáneo”. Ibérico Europea de Ediciones. 1976.2.- Luciano Díaz-Castilla Autor: Raúl Chavarri (libro inédito que tenía que haber sido publicado en la colección “Maestros de la pintura contemporánea” que pertenecía a mi marchante. Año 1976 3.- Los hombres solos. (Libro de dibujo) Autores: Díaz-Castilla y Caro Merino. (12 de octubre de 1977. Madrid)

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4.- Pasión del hombre. Pasión de Dios. (Pinturas y dibujos) (Reflexión teológica sobre la pintura de Díaz-Castilla). Autores: Varios teólogos de la Universidad Pontificia de Salamanca: Alfonso Ortega, Carlos Castro Cubells, Enrique R. Paniagua, José Manuel Sánchez Caro, Xavier Picaza, Ricardo Blázquez, Olegario González de Cardedal. Abril 1984 (205 páginas) Publicada por la Biblioteca Salmanticensis (Universidad de Salamanca)5.- Díaz-Castilla. Primer libro de la colección “Artistas abulenses” Caja de Ávila (octubre 1985).6.- Amor y Luz. Autores: Francisco Calvo Serraller, Díaz-Castilla, Olegario González de Cardedal. Publicado por Caja de Ávila (21 de junio de 1991). 7.- Ávilas. Autores: Díaz-Castilla y José María Muñoz Quirós. (1994).8.- Orígenes. Autores: José María Muñoz Quirós y Díaz Castilla. Publicado por la Delegación Territorial Junta de Castilla y León. (febrero 1999).9.- El Universo de la Rosa. Autores: Luciano Díaz-Castilla y José María Muñoz Quirós. Publicado por el Excmo. Ayuntamiento de Ávila.(2 de septiembre de 2002).10.-Luciano Díaz-Castilla Autores: Carlos Aganzo y Díaz-Castilla. Publicado por el Ayuntamiento de Ávila año 200311.-El valle del color (Conversación con Benjamín Palencia) Autor: Díaz-Castilla. Publicado por el Excmo. Ayuntamiento de Ávila. (4 de abril de 2003)12.-Libro de dibujo. (Cuaderno con varias colecciones de dibujo de Díaz- Castilla) Publicado por la Obra Social de Caja Ávila. Cuadernos de Caja Ávila. 170 páginas. Año 2004.13.-En los campos de la memoria o los espejos de la tarde Autor: Díaz-Castilla (8 de enero de 2005).14.-El Universo de Ávila. (103 dibujos de Ávila) Autor: Díaz-Castilla. Publicado por el Excmo. Ayuntamiento de Ávila y Diputación Provincial. (2010)

Catálogos publicados más importantes1.- Díaz-Castilla (libro-catálogo) Autores: Jesús Sánchez Caro, Tomás Hernández Castilla y Antonio Carrera (Caja Municipal de Pamplona. Septiembre 1987)2.- Ritmos de invierno. ( libro- catálogo) Autores: F. Calvo Serraller y Olegario González de Cardedal. Publicado por Caja de Ávila. (Marzo de 1994)3.- El espíritu de los pueblos. (libro catálogo) Autores: Francisco Calvo Serraller y Antonio Carrera. Publicado por Caja de Ávila. (Diciembre de 1996)4.- Díaz-Castilla (libro catálogo) Autor: Francisco Calvo Serraller. (Editado por la Galería Ángeles Penche. Noviembre 2000) 5.- Díaz-Castilla. Lugar, tiempo y memoria. (libro-catálogo) Texto: Obra social de la Caja (Agosto 2006)Algunos libros donde es citado Díaz-Castilla:Diccionario crítico del arte español contemporáneo. A. Manuel Campoy.La Pintura Española Actual. Raúl Chavarri.Pintores del presente y del futuro. Manuel García Viñó.Díaz-Castilla. Raúl Chavarri.Anuario del Arte Español. Castro Arines.Siete años de subastas en Durán. Julián Castedo.La Escuela de Madrid. Martínez Cerezo.Cuatro poetas desde la otra ladera. Olegario González de Cardedal.Enciclopedia del arte Español del siglo XX. Francisco Calvo Serraller.Diccionario de Pintores y Escultores españoles del siglo XX. Tomo IV, Forum artis.Diccionario de artistas Contemporáneos de Madrid. Arteguía.El Rostro de Cristo. Olegario González de Cardedal (2011)

El Colegio de Ntra. Sra. De Lourdes agradece al artista la cesión de las obras,

de esta Exposición.

COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN:Miguel A. García Pérez.

EDITA:Colegio Ntra. Sra. de Lourdes

TEXTOS:Diaz-CastillaCarlos Aganzo.

FOTOGRAFÍAS Y MAQUETACIÓN:Enrique Panedas