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COMENTARIO Repetir los gestos y las palabras de Jesús ... · PDF fileban el fallecimiento de Paco de Lucía. «Vivimosdeprisa y siempre estamosdeambulando deun lado paraotro,ocu r

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Hoja Dominical nº 194 1 de junio de 2014

COMUNIDAD DE SANTA CLARA SANTA KLARA KOMUNITATEA

Web Santa Clara: www.parroquiasantaclara.com

Final del santo evangelio según san MATEO 28,16-20

En aquel empo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacila-­‐ban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: –Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la erra. Id y haced discípu-­‐los de todos los pueblos bau zándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo es-­‐toy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Palabra del Señor

«Todos nosotros, los bau zados, somos discípulos misioneros y estamos llamados a ser en el mundo un Evangelio viviente: con una vida santa daremos “sabor” a los dis ntos ambientes y los defenderemos de la co-­‐rrupción, como lo hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el tes -­‐monio de una caridad genuina. [...] El cris ano debería ser una persona luminosa, que lleva luz, que siempre da luz. Una luz que no es suya, sino que es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz. Si el cris ano apaga esta luz, su vida no ene sen do: es un cris ano solo de nombre, que no lleva la luz, una vida sin sen do. (Papa Francis-­‐co)

COMENTARIO Repetir los gestos y las palabras de Jesús Leemos el final del evangelio de Mateo que nos ofrece varias enseñanzas: La escena tiene lugar en Galilea, tierra habitada por paganos y apartada de Jerusalén. Jesús invita a sus discípulos a que no vivan encerrados en sí mismos. Deben abrirse al mun-­do. Les indica que ser cristianos es comprometer la vida realizando las acciones que Él hizo. Jesús les envía a anunciar la Buena Noticia. Concluye prometiéndoles su ayuda y su presencia hasta el final de la historia. Los primeros cristianos, tras la muerte y resurrección de su Maestro, desearon repetir los gestos y acciones más significativos de Jesús para sentirle presente y recibir su amor y salvación. De entre muchos gestos realizados por el Maestro, eligieron enseguida la Eucaris-­tía y el Bautismo. Estos son los dos primeros sacramentos celebrados por los cristianos. También se distinguieron por el amor fraterno que reinaba entre ellos.

SABÍAS QUE... Galilea de los paganos Los evangelios citan con frecuencia la región de Galilea. No es sólo un dato geográfico, sino una enseñanza para las primeras comunidades cristianas: en Gali-­lea convivían judíos y paganos. Isaías la llamará «Galilea de los paganos». En hebreo: «Haggalil Haggoyim». Citando a la región de Galilea, los evangelistas subrayan que el mensaje de Jesús es también para los paganos y no sólo para el pueblo de Israel. El amor de Dios es universal;; no puede quedarse cerrado en estrechas fronteras.

ORACIÓN Señor, eres mi luz y mi alegría; el motivo de mi esperanza y la luz que alumbra mi ca-minar. Señor, eres la defensa de mi vida; apoyo firme en mis dudas y llave que abre el corazón. No me escondas tu rostro Señor; que no se apaguen las estrellas que guían mis pasos en la noche. Señor, enséñame la senda que me lleva a mis hermanos para que aprenda a compartir. Llena mi corazón de humildad para que cada mañana emprenda mi trabajo con la confianza puesta en Ti.

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El pasado 26 de febrero los informa vos nos anuncia-­‐ban el fallecimiento de Paco de Lucía. «Vivimos deprisa y siempre estamos deambulando de un lado para otro, ocu-­‐pados, distantes y ajenos a veces a las “cositas buenas” que nos rodean. Miramos pero no vemos, oímos pero no escu-­‐chamos y así un largo etcétera. (En un concierto) hiciste que mis ojos lloraran de felicidad porque nos regalabas la belleza de tu música. Detrás del fuego de tu guitarra descubrí al hombre con ojos de mirada inquieta y una sencillez abrumadora que todos los grandes poseen». Medito sus palabras. No tenemos empo para aquello que no pro-­‐duzca beneficio inmediato y vamos y venimos de aquí para allá a toda prisa, ocupados y agobiados por mil tareas y entretenimientos que nos imponen y nos imponemos. Se diría que vamos huyendo, que vivimos huyendo. Entre nosotros, en nuestras sociedades, parece haberse instalado la ranía del aje-­‐treo, de la hiperac vidad individualista. ¡Ay de aquel que se quede «parado», fuera del circuito, y no viva conectado a las redes de la comunicación inme-­‐diata! Es el triunfo de la técnica y del ego, que nos empuja a creer que somos el centro del universo y que la vida en plenitud está fuera de nosotros, en la superficie de las cosas. A uno de los úl mos discos que compuso, Paco de Lucía lo tuló «cositas buenas». Estas palabras me invitan a pensar que, en el ajetreo de la superficie, nos vamos perdiendo las cosas buenas de la vida, las que nos ha-­‐cen felices. Son muchas las personas que buscan sen do, que buscan una es-­‐piritualidad que responda al deseo profundo de vivir no de cualquier manera, una espiritualidad que dé hondura a su existencia. Hoy, en las sociedades sa-­‐sfechas, y en crisis, muchas personas buscan «cositas buenas»: un modo de

estar consigo, con los demás, con la naturaleza y con Dios de un modo más autén co, más humano. Después de tanto empo transcurrido y de tantos avatares vividos por el cris anismo apenas sabemos torpemente que Jesús de Nazaret, el Cristo, vive y que su vida y su palabra, su Evangelio, es la «mejor cosa » para cada uno de nosotros y para este mundo.

Siempre me sorprende la ignorancia de los discípu-­‐los que tan bien expresa el autor de los Hechos: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel? (Hch 1,6). Es como si, el evangelista, quisiera indicarnos a los cris anos de todos los empos que nunca agotaremos el misterio profundo de su persona, que nunca nos aso-­‐maremos suficientemente a la profunda hondura de su

rostro. Hoy, en este presente, su vida y su presencia nos llama y desa a. Javier García-REVISTA EUCARISTÍA

POBREZA EVANGÉLICA No tener nada. No llevar nada. No poder nada. No pedir nada. Y, de pasada, no matar nada; no callar nada. Solamente el Evangelio, como una faca afilada. Y el llanto y la risa en la mirada. Y la mano extendida y apretada. Y la vida, a caballo dada. Y este sol y estos ríos y esta erra comprada, para tes gos de la Revolución ya estallada. ¡Y «mais nada»! Pedro Casaldáliga