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COMPONENTES ESENCIALES DE LA OBRA ARTÍSTICA Autor: Genaro Saúl Reyes Calderón Publicado en Flores/Gómez/Reyes/Sierra. Apreciación de las artes. Col. Estudios Generales. Ed. CECSA-Patria-UANL, 2000 (pp. 8-16) Al hablar del arte, como ya se dijo, se piensa en artes visuales, en teatro, en música, en literatura, etc. Como ya se expuso también, el arte, la cultura, están condicionados histórica y socialmente. Si partimos del “hoy” podemos pensar en el valor que la tecnología y lo visual tienen para el joven actual. En este sentido, puede verse cómo ante las grandes manifestaciones artísticas existe un medio que empieza a tener auge como vía de expresión finisecular: el videoclip. Al igual que en todas las cosas, en el caso del videoclip existen los comerciales, planos, que se limitan a “ilustrar” una canción; junto a ellos están los vanguardistas que encierran todo un concepto creativo. Si seguimos en nuestra línea de ver una manifestación del ser humano en el arte y la cultura, ¿existirá un videoclip que ofrezca una marca del Monterrey actual? La respuesta es: sí. Observa con detenimiento el videoclip de la canción “Decadencia” del grupo El Gran Silencio. Tal vez te sorprenderá la riqueza cultural que te ofrece. Por un lado, la imagen te ubica en la parte central de la Macroplaza de Monterrey. Si atiendes bien a la imagen observarás que en el lugar se concentran prácticamente todos los tipos de gente que conforman esta ciudad; lo mismo encuentran imágenes de estudiantes “fresas”, vallenatos, etc. Por otro lado, la misma canción te lleva a un recorrido por la música (¿o acaso habría que decir las músicas?) características del Monterrey de 1990. Ahora bien, estas imágenes con música no hacen que dicho videoclip sea relevante, al igual que un argumento no hace valiosa una obra literaria, ni una obraq de teatro.

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COMPONENTES ESENCIALES DE LA OBRA ARTÍSTICAAutor: Genaro Saúl Reyes CalderónPublicado en Flores/Gómez/Reyes/Sierra. Apreciación de las artes. Col. Estudios Generales. Ed. CECSA-Patria-UANL, 2000 (pp. 8-16)

Al hablar del arte, como ya se dijo, se piensa en artes visuales, en teatro, en música, en literatura, etc. Como ya se expuso también, el arte, la cultura, están condicionados histórica y socialmente. Si partimos del “hoy” podemos pensar en el valor que la tecnología y lo visual tienen para el joven actual. En este sentido, puede verse cómo ante las grandes manifestaciones artísticas existe un medio que empieza a tener auge como vía de expresión finisecular: el videoclip.

Al igual que en todas las cosas, en el caso del videoclip existen los comerciales, planos, que se limitan a “ilustrar” una canción; junto a ellos están los vanguardistas que encierran todo un concepto creativo.

Si seguimos en nuestra línea de ver una manifestación del ser humano en el arte y la cultura, ¿existirá un videoclip que ofrezca una marca del Monterrey actual?

La respuesta es: sí.

Observa con detenimiento el videoclip de la canción “Decadencia” del grupo El Gran Silencio. Tal vez te sorprenderá la riqueza cultural que te ofrece.

Por un lado, la imagen te ubica en la parte central de la Macroplaza de Monterrey. Si atiendes bien a la imagen observarás que en el lugar se concentran prácticamente todos los tipos de gente que conforman esta ciudad; lo mismo encuentran imágenes de estudiantes “fresas”, vallenatos, etc. Por otro lado, la misma canción te lleva a un recorrido por la música (¿o acaso habría que decir las músicas?) características del Monterrey de 1990.

Ahora bien, estas imágenes con música no hacen que dicho videoclip sea relevante, al igual que un argumento no hace valiosa una obra literaria, ni una obraq de teatro.

Con esto llegamos a un punto que debemos destacar: cuando apreciamos el arte debemos atender dos elementos inseparables: el fondo y la forma.

El videoclip que se comenta tiene valor porque las marcas del Monterrey finisecular que aparecen están trabajadas formalmente. Esto quiere decir que existe una correspondencia entre la idea que quieren mostrar, el medio del que se valen para mostrarlo y el tratamiento para hacer llegar esa muestra al espectador.

En otras palabras, dado que se trata del videoclip de una canción, el productor/director tenía que contar una historia en los tres minutos que dura la pieza; además, no se trataba de ilustrarla, sino de crear una historia alterna que conservara el ritmo de la música. En razón de esto, varían los ángulos de las imágenes que vemos; asimismo, éstas se fragmentan en forma constante. En esta fragmentación radica el valor artístico de este videoclip, y ésta es, precisamente, la cuestión formal.

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Debe tomarse en cuenta que este texto lo escribí en 1999, de ahí que se hable en presente de lo finisecular.
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Pueden revisar este videoclipe en yutube buscando El Gran Silencio-Decadencia
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Si el video constara de tomas muy largas sería plano, y no concordaría con la música; entonces, el productor/director ideó esta manera para su visualización, y otra persona (el editor) se encargó de pegar la retacería de imágenes y darles continuidad.

Con esto se te plantea una posición ante la obra artística: es la creación de una persona que tiene algo qué expresar, algo qué decir, y la canción “Decadencia” de El Gran Silencio fue el medio para que el productor/director del videoclip expresara su visión del Monterrey de fin de siglo (esto es el contenido o fondo) a través de un medio (el vídeo) estructurado de una manera específica (la forma).

Sin el contenido el vídeo no tendría sentido; sin la forma que tiene diría otra cosa, y sin el tema (los tipos regiomontanos) también sería un asunto diferente.

La ausencia o trueque de cualquiera de los elementos (contenido, lenguaje, tema y estructura) que componen una obra de arte la transformaría en otra; así pues, podemos afirmar que toda obra artística es única.

COMPONENTES DEL ARTEContenido

¿Qué cuenta?Tema

¿Qué quiere decir?Lenguaje

Material con que se construye la obra (palabra, línea, color, sonidos,

movimiento, etc.)

EstructuraDisposición de los materiales que hace

que esa obra sea única.

ACTIVIDADES SUGERIDAS.1. A partir del videoclip “Decadencia” del grupo El Gran Silencio (que puedes revisar en yutube),

analiza la importancia de la cultura popular como expresión fundamental del hombre y base de muchas manifestaciones artística.

2. En equipo con otros compañeros, comenta cuál es el contenido general del videoclip mencionado, el lenguaje que usa, tanto en la letra de la canción como el lenguaje visual; qué quiere expresarse con este videoclip y cómo se disponen los materiales para dar ese tema.

ESTRUCTURA

Ya se ha mencionado que la obra se construye integrando contenido, lenguaje, tema y estructura. Detengámonos un momento en este cuarto aspecto.

Al hacer referencia a una novela, un poema, una película, una obra de teatro e incluso una coreografía, solemos referirnos al contenido, al tema, y dejamos de lado la estructura, que es un aspecto fundamental. En ella radica lo que diferenciará una obra de otras; incluso, gracias ella es que resaltan contenido y tema.

Puedes ver clara esta cuestión cuando te planteas por qué te gusta una canción. En ocasiones es por la melodía y no te fijas en la letra; pero cuando la letra y la estructura musical son acordes se te graban. ¿Qué quiere decir esto? Una sola cosa: que se han conjugado fondo y forma, por lo que sobresale el tema.

Por increíble que parezca, puede darse el caso de que se sepa la letra y melodía de una canción, pero no resalta el tema; esto sucede cuando no hay correspondencia

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Al acercarnos al arte debemos tomar en cuenta que consta de cuatro elementos fundamentales: contenido, lenguaje, tema y estructura.
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entre una y otra; aquí debe pensarse no sólo en la letra de la canción, sino en la manera en que ésta se estructura. La letra no sólo responde a una melodía, ni la melodía a la letra; sino que importa mucho la estructuración de ambas y, tratándose de la letra, esta estructuración supone la selección de la palabra precisa.

Pensemos en la canción “Cruz de navajas” que interpreta el grupo Mecano.

En la letra puedes ver cómo se describe una historia criminal-pasional. Por supuesto que hay muchas con igual tipo de anécdotas, pero ésta tiene ciertas particularidades que la distinguen, algunas de las cuales se anotan a continuación.

La descripción está plena de cotidianidad. El discurso lingüístico es simple: se limita a describir un día en la vida de un matrimonio en que ambos trabajan, pero en horarios diferentes. Este discurso descriptivo está estructurado de una manera plana, neutra: él trabaja en un bar; sale a tales horas; llega cansado a casa; ella lo espera. Luego ella va a trabajar, etcétera.

En esa descripción resaltan los detalles, pero no nos los cuenta, los omite; podríamos decir que los escamotea para que sea su ausencia la que asalte en la composición del texto.

Entre los detalles que elude podría mencionarse la vida marital ausente, o por lo menos no efectiva. Esta omisión la hace presente. Lo anterior significa que el autor de la canción está trabajando con herramientas literarias, concretamente con la figura retórica llamada elipsis, que consiste en omitir un detalle o una palabra para lograr un significado.

Aquí, como podrás ver, el significado logrado es la insatisfacción sexual de María.

Luego de una larga descripción de la vida cotidiana de Mario y María, pasa a referir un dato que, en apariencia, nata tiene que ver con la historia que cuenta. Al hablar de la “cruz de navajas” lo que hace es adelantar la anécdota final; nos avisa desde aquí que la historia que cuenta es trágica y culminará en muerte; pero este adelanto, que en técnica literaria se llama prolepsis, sólo la advertirá quien resuelva los juegos verbales cuasi metafóricos que refiere con “brillos mortales despuntan al alba”, alusión directa a la navaja (brillo mortal + despuntar) y se confirma al mencionar el amanecer que se tiñe de malva, donde usa la figura retórica llamada repetición, pues al referir el color malva indica la sangre.

Corta esta prolepsis para volver a la historia y ahí se aprecia que el ritmo de la descripción es neutro, parco, casi monótono como la vida de estos personajes; esa monotonía es alterada por el corte de la estrofa que refiere la “cruz de navajas” que contiene una mayor carga rítmica, corte que a pesar de su suavidad llega a sentirse violentoi, dado el tono monótono que prevalecía hasta ese momento.

La segunda parte de la descripción ofrece una variante en su entonación. Sube y baja tonos, con lo que logra el efecto de avance y retroceso. Escucha la parte que dice “y el pobre Mario se quiere morir / cuando se acerca para descubrir”, donde las frases “se quiere morir” y “para descubrir” son dichas en un tono diferente a las anteriores.

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Este cambio marca el avance y retroceso de Mario, de quien se nos acaba de decir que se quiere morir por lo que está descubriendo.

Pero si este avance y retroceso indica duda en Mario, la siguiente frase es dicha de golpe: “que es María con compañía”. La cantante la suelta de un impulso, lo que corresponde al final de la duda en Mario. La imagen que se crea es que éste se lanza contra la pareja. Vuelve el estribillo de “cruz de navajas” –que ya se había ofrecido en el corte anterior- pero ahora adquiere significado, pues se vuelve descriptivo. Esto último permite comprobar que si antes resultó violento fue porque describe un choque cargado de violencia.

Una vez terminado el estribillo, la melodía vuelve a su tono neutral, frío, monótono, pues la voz narrativa se coloca a la distancia para contar qué pasa luego de ese pleito; describe cómo quedó el cuerpo de Mario y cómo María resolvió la situación ante los demás.

Podrás fijarte que en ningún momento hay un reproche para María. No se le recrimina su adulterio. La canción da el motivo de esa falta de recriminaciones al principio, cuando enfatiza la enorme soledad que ella padece; su insatisfacción sexual y la incomunicación del matrimonio. Con esto se justifica la búsqueda del amante.

Como pudiste notar, una canción que parece muy simple encierra una gran complejidad temática; cuenta una historia común, cotidiana, con palabras simples pero ordenadas de una manera tal que implican una concienzuda estructuración. La música puede parecer monótona, pero responde al tono de la monotonía de la anécdota.

¿Qué da valor a esta canción? Su estructura; cómo es que la forma responde al contenido y al tema. Se usan las palabras precisas; se procura que concuerden letra, música e interpretación.

Habrás advertido ya la importancia de la estructura y cómo ésta engarza los otros elementos integrantes de la obra artística: el lenguaje, contenido y tema. Todos de alguna manera podemos ejercitar estos aspectos que componen una obra artística.

Uno de los medios que más cerca tenemos es la fotografía, donde el contenido será lo que deseamos captar; el lenguaje estará comprendido por la imagen que se va a captar, la luz, los colores, los tonos, etc. El tema estará indicado por lo que se quiere expresar a través de esta fotografía y la estructura es el ángulo desde el cual se captura la imagen.

PUNTO DE VISTA

Ya habrás observado que estás en contacto constante con las manifestaciones culturales, muchas de las cuales son auténticas manifestaciones artísticas.

También habrás advertido cómo en todas estas manifestaciones uno debe atender a lo que dicen (argumento, contenido o fondo), con qué materiales lo dicen (lenguajes), cómo lo dicen (forma o estructura) y, sobre todo, lo que quieren decir (tema), a lo que debe agregarse ahora la ubicación desde dónde lo dicen (el punto de vista)

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A los componentes de la obraa se agrega uno más: el punto de vista o ángulo ideológico desde el cual se aborda el tema.
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La estructura es un elemento fundamental para que la anécdota y el tema puedan expresarse cabalmente.
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Es muy importante tener siempre presente estos dos aspectos}: qué quiere decir y desde dónde lo dice, porque es justo en ellos donde queda marcada la huella del creador y se establece el diálogo con el receptor: el emisor expresa una idea, una preocupación, una postura (esto es, una forma de ver las cosas, de entender el mundo: su ideología o cosmovisión) y el receptor la acepta o rechaza (aunque esta última parte del proceso no es tan sencillo como podría parecer a simple vista: no es una simple cuestión de “me gusta” o “no me gusta”)

Sin embargo, conviene señalar que en muchas ocasiones la ideología no es directamente la del emisor, sino la del contexto en que éste se encuentra. Podrás ver esto a través de la arquitectura si comparas, por ejemplo, los edificios de escuelas antiguas como la “Presidente Calles”, “Monterrey”, “Fernández de Lizardi” o la “Escuela Industrial Álvaro Obregón” (hoy Preparatoria Número Tres de la UANL) con las construidas de 1970 en adelante. Podrás apreciar la monumentalidad de las primeras y su arraigo en un estilo arquitectónico que, aunque comparten, les permite adquirir un sello distintivo que singulariza claramente una de otra. En cambio algunas de las escuelas recientes no se diferencias, pues están hechas en serie.

Cine Elizondo (estaba ubicado en Zaragoza, entre Padre Mier y Matamoros, justo donde ahora está colocada la “Fuente de la Vida”, más conocida como la “Fuente de Neptuno”)

En el plano ideológico, que es lo que trajo a colación este ejemplo, las primeras corresponden a una etapa nacionalista y de “afirmación revolucionaria” del país. En ella el estilo Art Deco fue perfecto para transmitir la forma oficial de ver las cosas (la ideología oficial). Nos referimos al nacionalismo y al triunfalismo. Los edificios más recientes corresponden a una etapa de crecimiento demográfico, una de cuyas consecuencias fue la masificación educativa y, por ende, la masificación y despersonalización arquitectónica.

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También puedes ver esto en los cines. Las antiguas salas de exhibición (Cines Encanto, Reforma, Juárez, Monterrey, etc.) tenían un estilo que los distinguía e identificaba. Los cines nuevos no sólo carecen de un estilo, sino que ni siquiera a nombre llegan. Esto concuerda con la despersonalización contemporánea, donde se procesa en serie y lo único que interesa es el uso concreto.

Dado que estamos hablando de salas cinematográficas, detengámonos en las películas –otro tipo de expresión cultural- para ver el ángulo ideológico de la producción de cine. Tomemos de ejemplo la película Memorias de un mediano de Salvador y Carmen Toscano.

La cinta es considerada un documento de gran valor histórico porque es posible ver a los participantes del movimiento revolucionario armado. Sin embargo, la película no es un documento de la Revolución, sino un homenaje al proceso de modernización e industrialización del país durante el periodo alemanista. Para advertirlo, basta preguntarse por qué se escucha el Himno Nacional Mexicano mientras terminan los créditos iniciales de la película y cuál es la función de la voz narrativa al finalizar la película.

Tanto a nivel constitucional como en los códigos, las leyes precisan y limitan el uso público de los símbolos patrios (bandera, himno y escudo), limitaciones que en este caso parecen rebasarse si no existiera de por medio una intención oficial que queda reforzada por las frases del narrador. Éste nos dice que ve el México moderno y recuerda las calles del México de principios de siglo, sus canales, tranvías, etc., pero lo que tiene valor real es el México moderno, de edificios altos, de automóviles, etcétera.

En este abierto aplauso a la industrialización y progreso alemanistas queda perfectamente claro que una cosa es la imagen que ofrece el emisor y otra la ideología que quiere transmitir; desde este ángulo, la película se convierte en oficialista y poco verosímil.

Un caso opuesto, en que la ideología social vio una cosa y la persona ofrecía otra, se encuentra en la película Los pequeños gigantes. En Monterrey se ha convertido en una cinta de culto, pues los protagonistas son los “Niños Campeones” que obtuvieron un título mundial en Williamsport en 1958. La cinta es un documento antiestadounidense que usa el caso de los jóvenes beisbolistas para atacar un país que no daba libertad de expresión a su director. Hugo Mozo aparece como director de la película, pero su verdadero nombre era Hugo Butler y fue una de las personas perseguidas en Estados Unidos por su ideología izquierdista. Ante el acoso de que era objeto por parte del Comité de Actividades Antinorteamericanas, que persiguió a todos los comunistas que trabajaban en Hollywood, encarceló a otros y expulsó del país a otros más (Charles Chaplin y Bertolt Brecht, entre ellos), Hugo Butler cambió su apellido a Mozo y a partir de la anécdota de Los pequeños gigantes y con una estructura típica del cuento maravilloso creó una de las películas más antiestadounidenses que se han filmado.

Hasta aquí hemos dado un vistazo al discurso ideológico del autor o emisor, pero ¿qué ocurre con la cosmovisión del espectador o receptor?

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Te recomiendo ver la película Los pequeños gigantes e identificar desde dónde ofrece su discurso el director. Una atenta lectura a los diálogos entre César Faz y Fidel Ruiz descubre todo un manifiesto de lucha por la identidad nacional.
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Como dijimos líneas atrás, no se limita a un simple “me gusta” o “no me gusta”. Al igual que el autor tiene y propone valores, el espectador posee y acepta o rechaza una serie de valores. En algunos casos, la aceptación o rechazo de un producto depende de la afinidad ideológica entre autor y espectador; en otros basta el equilibrio entre tema y forma a través de la estructura para que la obra perdure a través del tiempo.

Dicha afinidad se refiere al marco ideológico en que nos movemos, no a la forma individual de pensar del autor y del espectador. En el caso del cine socialista –donde el discurso ideológico es el protagonista-, el espectador generalmente requiere toda una disposición de ánimo para aceptar la lentitud de la cámara, diálogo y sucesos; sin embargo, ese mismo espectador digiere con facilidad un proyecto hollywoodense –que igualmente proyecta valores y antivalores- dado que está más cerca de la cosmovisión que proyecta.

LITERATURAAutor: Genaro Saúl Reyes CalderónPublicado en Flores/Gómez/Reyes/Sierra. Apreciación de las artes. Col. Estudios Generales. Ed. CECSA-Patria-UANL, 2000 (pp. 109-114)

Leer, ¿para qué?; muchas han sido las respuestas que se han dado a esta pregunta. Lo más común es escuchar que se lee para estar informado de cuanto acontece a nuestro alrededor; también, que mediante la lectura se pueden aprender muchas cosas, lo cual es cierto; en un plano hedonista o diletante se ha dicho que la lectura es una buena manera de ocupar el tiempo libre y evadirse de la realidad. En fin, lo que sobran son opiniones sobre el acto de leer, y si bien todas esas opiniones procuran justificarse, la verdad es que ninguna de ellas podemos admitirla como satisfactoria.

La lectura es todo lo anterior y mucho más. La lectura es una interpretación del mundo, y no sólo del mundo que ofrece el libro, sino del mundo propio; el mundo en el que vive el lector, y con ello la lectura se convierte en una interpretación de su propia vida.

Existen muchos tipos de lectura; aquí nos referiremos a la lectura literaria por ser ésta, precisamente, la que a través de la palabra involucra al lector en otros mundos, los que se convierten en el punto de arranque para introducirse en el propio.

Vivimos una época en la que el utilitarismo nos absorbe. De cualquier acción que realizamos, inmediatamente nos preguntamos: y esto, ¿para qué me sirve? Así es como para muchos la lectura es inútil, y si de la lectura literaria se trata, más inútil les parece.

¿Cuál es la utilidad de la lectura en ésta época en la que la tecnología ha abarcado ya todos los medios de información? Son constantes los discursos que hablan de la prioridad de la información a través de los medios de comunicación: ¿para qué leer el periódico si las noticias las dan por televisión?, ¿para qué leer novelas si es más tranquilo esperar a verlas cuando las conviertan en película?

No cabe duda que argumentos de este tipo nos hacen pensar en una época donde lo que impera es la ley del mínimo esfuerzo, y la tecnología y la informática han contribuido mucho a ello, logrando una aprehensión (¿?) de la información más

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placentera (¿?) que la que podría causar el leer, pero algo sí queda muy claro, y es que el proceso educativo alcanza a mayor cantidad de personas, por ende, ahora que la alfabetización ha llegado a una cantidad mayor de individuos es justo cuando más estrecho se establece el puente con el analfabetismo práctico.

La paradoja acrece cuando apreciamos cómo la población posee una mayor información sobre todas las cosas; pero, dado el alejamiento de la lectura, tal información no alcanza a traducirse en comprensión, ni se cuenta con el vocabulario suficiente para dosificar esa información.

No existe divorcio entre la cultura de la palabra y la cultura de la tecnología y la informática. Ambas se complementan, pero siempre debe observarse que la cultura de la palabra escrita ha sido, a través de la historia, el medio ideal, concreto, de la preservación de la memoria de la Humanidad.

CONCEPTO Y FUNCIÓN DE LA LITERATURA

De lo dicho anteriormente, queda claro que la literatura cumple una función: hacer partícipe al lector en una reflexión sobre sí y sobre el mundo. En este sentido, la literatura es un termómetro social e histórico; registra todas las acciones del ser humano, sus afanes y sus estados de ánimo, pero nunca deja de contextualizarlo.

Véase el siguiente cuento escrito por Romualdo Gallegos

CHAROLAS VOLADORASAutor: Romualdo Gallegos

He descubierto, por razones económicas, una forma de leer gratis las novelas más publicitadas del país. Mi método personal no es muy decente u ortodoxo, pero es eficaz y gratuito. El lugar no es una biblioteca (¿todavía existen?); es un centro comercial muy popular cuyo nombre comienza con S y termina con A. Ahí voy de compras porque, por motivos que desconozco, venden los libros más baratos que las propias librerías especializadas. El otro atractivo son las sorpresas y los personajes típicos que crea nuestra maniática sociedad obsesionada por comprar. No hay duda, somos animales urbanos, pequeños monstruos desolados con corazón desechable en busca de conglomerados que den certificación de que somos; de que vivimos y al parecer la palabra mágica es comprar. Los comerciantes, también criaturas cazando ganancias, lo saben y se instalan desde las puertas y toda la periferia de estos centros comerciales. Todo venden, todo ofrecen: churros rellenos de cajeta que saben a diablos azucarados, bolsitas de papas aguadas en hornos calienta-todo, máquinas que retratan por 10 monedas de 1000 y en las que las pobres víctimas, cuando adivinan el mecanismo, salen impresos en cuadritos donde parecen hampones, calaveras, rostros ojerosos y, si tienen suerte, salen bizcos y con manchas como si tuvieran viruela: “ay, ¡qué feo! parezco muerto”, “¡yo no soy ésta! ¡es mi mamá!”, “pinches máquinas, no sirven, no tienen luz”. Inocentes: piensan y sueñan en fotografiarse brillantes y maquillados como los artistas que una sonrisa marca Televisa te preguntan: “Y tú, ¿quién eres?”, recordándoles su miseria social y su fealdad de orangután urbano.

Las ofertas siguen: nachos antigástricas con jalapeños y frijoles, tarjetas de crédito, rifas de residencias que nadie sabe quién se saca, venta de terrenos de panteones (¡no, gracias!), vasitos con elote y chile de pintura roja que asesina la flora intestinal y provoca que las niñas antojadas anden todas manchadas: “¡Mira cómo te dejó el novio”, “No, mamá, es que comí elote con chile!, “¿Y los chupetones que traes en el cuello? ¿también son por el chile?”

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Se recomienda ver la película Farenheit 451 dirigida por Francois Truffaut, o bien leer la novela del mismo nombre escrita por Ray Bradbury. A través de ellas pueden establecer el valor de los libros; las relaciones que tienen esta película y esta novela con el mundo actual y el analfabetismo práctico en el que se encuentran los habitantes del pueblo en el que se ubica la trama.
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Adentro de la tienda, la chistosa cultura de consumo se muestra como un catálogo sociológico: en la puerta un policía como estatua se pelea a macanazos con una mosca. Una señora que calza pantuflas de conejitos sube a su niño en su carrito e improvisa un paseo: “Dale más fuerte, mami”, “Siéntate, porque no te paseo”, dice la mamá, mientras acelera para dirigirse a examinar ofertas del jamón y las salchichas.

Camino junto al departamento de perfumería y regalos. Pregunto por el precio de una loción. Una demostradora con una sonrisa esclavizada y botas de “La Pícara Soñadora” me atiende: “Vale 49”, “Muchas gracias”. Continúo mi recorrido. Mi objetivo es localizar buenas novelas en el departamento de libros. Y ahí en el ojo del huracán de gente que son los centros comerciales en quincena, me instalo para leer las primeras páginas de la multipromocionada novela La Guerra de Galio de Héctor Aguilar Camín; las primeras hojas me recuerdan aquel divertido libro de Fernando del Paso, Palinuro en México, creo. Y ahí, en medio de cientos de hormigas humanas que empujando un carrito transportan víveres; entre todo tipo de señoras gordas, bonitas, parlachinas, despeinadas, sorprendidas, masificadas, mensas, ojonas, olorosas, incansables; en medio de señoritas esclavas de la tienda que limpian, acomodan, explican; ahí metido en el murmullo de voces donde sobresale la fingida y sexy voz de una señorita en el sonido local: “En el departamento de informes se encuentra un niño perdido que responde al nombre de Chuyito…”. O aquello de que: “A toda nuestra clientela se le informa que todos los mamelucos y trusas talla 42 estarán rebajados a mitad de precio. Siga usted el foco rojo que anuncia excelentes ofertas”. Yo sigo leyendo, ajeno, solitario, conmocionado, zonzo. Y la gente pasa y me ve como diciendo: “¿Y ése? ¿está loco o qué?”. Yo los veo de reojo y les regreso la maldición. Pienso: “¿Éstos qué? ¿Nunca han visto a una persona hojear un libro o qué?”.

Me aburro con La Guerra de Galio y manoseo Tragicomedia mexicana I de José Agustín y, por último, le echo una miradita a Domar la divina garza de Sergio Pitol, y las anécdotas y chistes de uno de los personajes de este último me aburren y mejor me voy a comprar pan.

Entro a la panadería en busca de una docena de bolillos recién horneados, pero para cazarlos hay una fila que da dos vueltas en el interior. Me resisto a hacer fila pero es la única forma de conseguir pan blanco calientito. Voy a la cola y mientras cae una cascada de pan a una especie de cisterna de azulejos blancos, hojeo una revista. La fila avanza, todos con charola y pinzas en mano. El pan se acaba pronto y espero una segunda remesa. La gente se desespera. Un gandalla trata de colarse sin hacer fila, pero una señora de abrigo negro pone el grito en el cielo: “A la fila, a la fila”. Gandalla se hace sordo y sigue tomando pan. Abrigo Negro camina hacia Gandalla Sordo y sin decir agua va trata de arrebatarle la charola. Gandalla no cede; forcejean; caen los primeros bolillos. Varios simpatizantes de Abrigo Negro intervienen a charolazos a diestra y siniestra. Comienza el motín y vuelan las primeras charolas. Una dona pasa frente a mi nariz. Un bísquete golpea la cara de Gandalla que ahora usa la charola como escudo. Entra la policía en acción y pide calma. Abrigo Negro exige que saquen a Gandalla: “¡fuera! ¡sáquenlo!”, sigue el coro. Pero no es necesario. A Gandalla la vergüenza lo convierte en ratón y se escurre hasta la puerta. Terminan las charolas voladores y vence la democracia. Comentarios. Intercambio de sonrisas espontáneas. Vuelve la calma. La fila avanza. Otra cascada de pan cae en la cisterna y las criaturas pinza-charola lo recogen. Soy uno de ellos; tomo 10 piezas. Otra fila para que lo envuelvan; otra más para pagar. Salgo. Afuera llueve. Enero es un gato con uñas de agua que salta sobre las calles. Camino. Enero con sus uñas mojadas y frías me araña la espalda y la cabeza.

Después de leer el texto cabría preguntarse. ¿qué trata el cuento?; ¿cómo son los personajes?; ¿quién está contando y desde dónde lo hace?; ¿en qué tiempo está ubicada la historia?; ¿dónde se ubica la historia?; ¿qué imagen del ser humano ofrece? Y así podría continuarse con toda una serie de preguntas. Esto nos hace pensar que la lectura tiene una técnica: el diálogo.

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Leer implica dialogar con el texto; inquirirle por cada una de las cosas que nos plantea. Ha sido muy común que al acercarnos a la literatura intentemos obtener su significado; y se subraya esta frase porque cuando se plantea esta postura se plantea que la obra literaria tiene sólo un significado y la función del lector consiste en obtener ese único significado.

Planteamiento de este tipo no nos permitirá jamás el disfrute de la literatura, pues será siempre un objeto ajeno al lector; un objeto que simplemente le transferimos información, pero que en la medida que le extraiga su significado nos proporcionará erudición, pero no necesariamente nos llevará a establecer el lazo de identidad que nos permitirá introyectarlo para que nos permita interpretar el mundo.

Iniciarse en el gusto por la literatura no exige, por tanto, buscar sólo una transferencia de información. Nuestra actitud debe ser otra: una actitud interactiva, dialógica, a través de la cual le planteemos al texto todas nuestras inquietudes sobre cada situación que nos exponga.

}Por qué plantearnos de esta manera nuestro ingreso a la literatura? En principio, porque lo primero que el lector debe tomar en cuenta es que la relación entre el autor y el lector está condicionada por el contexto que cada uno de ellos vive.

Sabemos perfectamente que el proceso de comunicación es lineal:

Emisor --- Mensaje --- Receptor

Esta relación se da en una copresencia; es decir, que cuando el emisor y el receptor están en copresencia existe una dinámica en la construcción del mensaje, donde sobresalen los elementos del código común que manejan y el contexto en el que se ubican.

Cuando se realiza la lectura de una obra literaria, y de cualquier escrito en sí, la situación cambia, pues la lectura es un acto solipsista. De la misma manera que el escritor crea su obra sin la presencia del lector, éste la lee sin la presencia del autor, cada uno no tiene más herramienta que la palabra y su respectivo mundo de vida. El esquema debe, por tanto, modificarse a:

Emisor-----Mensaje / / Mensaje-----Receptor

Donde entenderemos que el emisor tiene su contexto, su mundo de vida, y desde él crea su obra y la cierra al poner punto final; el lector abre esta obra después, y decodificará el mensaje con sus propias armas: esto es, desde su mundo de vida, desde su contexto.

El contexto de Emisor y Receptor pueden ser totalmente diferentes en tiempo y en espacio, por eso es que el lector dialogará con el texto para lograr su parehensión; construirá su sentido, y cada vez que lo lea irá encontrando nuevos sentidos, nuevos significados, logrando una mayor compenetración con el texto, a grado tal que en determinado momento se habrá roto el bache existente entre Emisor y Receptor, y el

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distanciamiento EM // M–R se diluirá, dando por resultado, por fin, la ya conocida relación lineal E–M–R.

Para ejemplificar esto, retornemos al cuento de Romualdo Gallegos. En principio, habrá quienes no sepan quién es el autor, ni de dónde; sin embargo, la lectura atenta y en diálogo permitirá a algunos lectores pensar que el centro comercial que refiere como “muy popular cuyo nombre comienza con S y termina con A” no es otro más que Soriana. ¡Claro! Esto lo piensa porque su mundo de vida, su contexto, lo indica dado que son lectores de Monterrey, donde abundan estos centros comerciales; tal vez un lector del Distrito Federal piense en “Suburbia”, lo cual no afecta en lo absoluto al texto, pues como se señaló antes, no se trata de una transferencia de información, y finalmente éstos son datos para construir la atmósfera, gracias la cual podemos llegar a la temática.

La literatura, como puede verse, no es localista, sino universalista. Puede verse con el anterior ejemplo que el argumento no es lo único que interesa en la obra literaria, sino que éste es un medio para llevarnos a otro plano mayor, que es el tema, puesto que será éste el que lleve a todo lector a tomar la obra literaria como la base para una interpretación del mundo.

Así como se plantea el universalismo de la literatura, tendrá que señalarse que la obra literaria es también atemporal, pues el tiempo en que se ubique su argumento es sólo eso: un tiempo argumental, pero no significa que se tenga que leer circunscripto a esa temporalidad. La única temporalidad condicionante es la del lector.

Continuando con la lectura del cuento de Romualdo Gallegos se encontrará el lector con la siguiente línea: “inocentes; piensan y sueñan en fotografiarse brillantes y maquillados como los artistas que con una sonrisa marca Televisa preguntan: y tú ¿quién eres?”, y más adelante habla de “una demostradora con una sonrisa esclavizada y botas de ‘La pícara soñadora’”.

Estas dos citas nos refieren un tiempo determinado que muchos adultos mexicanos identifican, pero tal vez los adolescentes que lean este cuento no estén enterados que ambos refieren el mundo de la televisión. La primera cita chotea el comercial de una revista juvenil de gran venta en la primera mitad de la década de los años 90 y la segunda se refiere al personaje protagónico de una telenovela muy popular al principio de los años 90.

Si algunos lectores identifican estos datos, entenderán el choteo que el autor está haciendo sobre el consumismo cotidiano; para quienes no logren identificarlos, el mundo que el texto le ofrece no se ha cerrado, pues son datos que le redituarán en una creación de la atmósfera, y a fin de cuentas ésta, la atmósfera creada, es más importante que la exactitud del dato.

A lo largo del texto el lector puede advertir cómo a cada párrafo lo asaltan situaciones chuscas, incluso grotescas, las que al final llegarán al extremo de ofrecer una guerra entre los clientes de la panadería del centro comercial en el que se desarrolla la acción. La situación es chusca y logrará provocar la carcajada.

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Nuevamente hemos de prestar atención al texto, y atentamente distinguir cómo son los personajes que Romualdo Gallegos está presentando. La lectura atenta hace que se advierta que se trata de sujetos sin nombre, despersonalizados, a quienes se identifica por un rasgo, pero no por su nombre; prácticamente son robots que responden a impulsos, y cuando se descubre esto la carcajada se corta de tajo y le preguntamos al texto: ¿qué es lo que trata de decirnos?

Obviamente que el autor no quería contar solamente una anécdota; lo que buscaba transmitir era una idea, una temática. Al advertir esto repasamos cada personaje que aparece en el cuento y encontramos que prácticamente todos los personajes están trazados igual, sin personalidad propia. Al llegar a este dato, y continuando el diálogo con el texto, la obra literaria nos remite a nuestro mundo real y descubrimos que ninguno de los personajes ha sido inventado por Romualdo Gallegos, pues todos son personajes cotidianos, sólo que estamos tan acostumbrados a ellos que no reparamos en su existencia hasta el momento en que el escritor hizo esta selección de la realidad, la trabajó mediante la palabra y nos la entregó en forma de cuento. Nosotros, los lectores, la tomamos, la disfrutamos y luego la identificamos como parte de nuestra realidad.

Ese es el proceso de la obra literaria. La literatura no es todo lo escrito, como se decía hace siglos; tampoco es “la expresión de la belleza a través de la palabra”, como aseguraban los tradicionalistas decimonónicos.

La literatura es la creación de mundos a través de la palabra; mundos a imagen y semejanza del real, puesto que lo que ofrecen es una selección de la realidad que permitirá al lector enfrentar la realidad propia e interpretarla.