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CONFERENCIA MAGISTRAL

UNIVERSIDAD PARTICULAR DE CHICLAYO

Chiclayo, 29 de febrero de 2012

Queridas amigas, queridos amigos

Muchísimas gracias por este alto honor que recibo el día de hoy, ser nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad Particular de Chiclayo, honor que lo recibo con mucha

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humildad, pero también con mucha alegría; porque, como se leyó en mi currículum, que con tanta gentileza se dio a conocer, antes de meterme en este lío, pues, toda mi vida había transcurrido en la Academia: veinte años de profesor universitario, media vida estudiando, porque los más inútiles tenemos que estudiar más para aprender algo. Y lo único que me gusta más que enseñar es aprender, así que los envidio muchísimo a ustedes, que están en estas aulas nutriéndose de conocimiento.

Permítanme decirles, con algo de desfachatez que, cuando vuelvo a un centro de educación superior, a una universidad, me siento como pez en el agua, me siento en mi ambiente natural.

El neoliberalismo, además de destruir nuestros Estados quiso satanizar la política. ¿Qué es la política? La forma consciente en que la sociedad toma sus decisiones, buscar el bien común, el bien público; se necesita que todos seamos políticos en el buen sentido de la palabra, el servicio, no esa politiquería, la demagogia, el clientelismo, el electoralismo; algunos creen que son grandes políticos por solo pensar cómo ganar la siguiente elección.

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Seamos grandes políticos pensando cómo ganamos el futuro, el buen vivir para los pueblos de nuestra América.

Les decía, esta era mi vida, antes de que por esos azares del destino se me designara como Ministro de Economía y, de ahí, prácticamente fuera imposible evitar servir al pueblo ecuatoriano desde otras instancias. Se demostró en esos cortos meses que estuve en el Ministerio de Economía, allá en el 2005, que otra política económica era posible, que otra forma de hacer las cosas era posible -veinte años de la larga y triste noche neoliberal, dominados por burocracias internacionales, por países hegemónicos-, se demostró que se podía hacer las cosas en forma diferente y mejor.

Prácticamente fue imposible dejar de aceptar ese desafío de correr por la Presidencia de la República. Tengan siempre la plena conciencia de que jamás hemos buscado el poder para servirnos de él, sino para servir.

Pero tampoco podemos caer en ingenuidades, tenemos grandes problemas estructurales en nuestra América, somos -y eso nos debería llenar de vergüenza, nos debería quitar el

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sueño- la región más inequitativa del planeta. Hay otras regiones más pobres: África; ciertas partes del continente asiático son más pobres que América Latina. América Latina en promedio de la clase media mundial no es la más pobre, en promedio, pero ¿cuál es el problema de los promedios?, que eso esconde grandes diferencias.

A los economistas nos encantan los promedios. Algunos dicen que el economista es un profesional que si ve a un hombre con la cabeza metida en un horno hirviendo y los pies en una cubeta llena de hielo, es capaz de decir que, en promedio, está bien. Entonces, en promedio América Latina es la clase media mundial; pero aquí hay gente más rica que en los países ricos y más pobres que en África.

Ese es uno de los grandes desafíos, algo que no debería dejarnos dormir, y eso no se va a solucionar con caridad. Siempre va a haber lugar para solidaridad, para ayudar a los pobres, pero ojalá sean pobres por motivos de la naturaleza: discapacitados, gente sola, que sufre soledad. Siempre va a haber lugar para el buen corazón, la solidaridad; pero los pobres socioeconómicos, esos no se van a

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encontrar solución con caridad; eso se soluciona con transformaciones estructurales, con el cambio en las relaciones de poder, que nos dejen de dominar unas cuantas oligarquías que nos han sometido durante siglos, poderes fácticos, entre ellos el poder económico; poderes sociales -incluso poderes eclesiásticos-; y, sin lugar a dudas, el poder informativo; que nos dejen de dominar y pasar de Estados burgueses a Estados verdaderamente populares, que representen a las grandes mayorías; y, para eso se necesita captar el poder político.

En nuestra América ganar elecciones no es captar el poder, es una lucha diaria; porque después de veinte años de neoliberalismo, todo estaba hecho para que el gobierno que llegara al poder siguiera haciendo lo mismo, porque su poder estaba limitado por poderes fácticos, por instituciones que prácticamente desarticularon al Estado, por ejemplo: los Bancos Centrales autónomos. ¿Por qué Bancos Centrales autónomos? “Ah, es que eso es técnico y es básico para el desarrollo”. Bueno, la educación es técnica y es fundamental para el desarrollo, hagamos los Ministerios de Educación autónomos…

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Que nadie se engañe, eran tan solo trampas para que todo siguiera igual y en función del gran capital. Los Bancos Centrales autónomos son para defender los intereses del gran capital, que no les quede la menor duda.

Entonces, para cambiar esas inequidades estructurales de nuestra América hay que cambiar las relaciones de poder y para cambiar las relaciones de poder hay que entrar en procesos políticos; pero el poder para servir, para transformar, no para servirse de él. Tengan la plena seguridad que por eso estamos aquí.

Pero cuesta, porque les insisto, somos políticos buscando ese cambio en las relaciones de poder, esa transformación de Estados Burgueses, que representan sólo a unas cuantas minorías.

Si ustedes se ponen a pensar, América Latina tenía todo para ser la región más desarrollada del planeta. Yo soy muy malo para contar chistes, pero siempre cuento este chiste en mis conferencias y como soy Presidente alguna gente hasta se ríe: si hubiera llegado un economista con Cristóbal Colón, en las carabelas (y felizmente en esa época no había

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economistas), hubiera dicho que la que tenía todas las posibilidades de desarrollarse era América Latina. Aquí había civilizaciones Incas, Mayas, Aztecas; había tecnología, ciencia. En el norte había tribus nómadas; teníamos mucha más riqueza y sucedió exactamente lo contrario. Ese es el gran enigma del desarrollo.

Me he puesto a pensar en esto muchas décadas, y cuando tenga tiempo, porque obviamente en la Presidencia es difícil tener tiempo; bueno, en mi tiempo libre como Presidente, dos a cuatro de la mañana, algún rato me pondré a escribir el enigma del desarrollo y lo que yo pienso que es clave para el desarrollo: lo más importante para el desarrollo es lo que no se ve. Capital físico es lo que nos enseñan -y aquí hay estudiantes de economía-, en los libros de economía ortodoxa. Capital físico, cantidad de trabajo, recursos naturales… El siglo XX se encargó de pulverizar todo aquello. Países que eran puro desierto hicieron florecer el desierto y países que eran jardines floridos desertificaron el jardín.

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La respuesta está en otros lados: talento humano, ciencia y tecnología; pero no es suficiente. Proyecto nacional, cohesión social, que era lo que destruía el neoliberalismo; adecuada institucionalidad; hasta dónde ir en el individualismo, hasta dónde ir en el colectivismo: demasiado individualismo destruye la sociedad, que es necesario para tener un proyecto común; demasiado comunitarismo destruye al individuo, que es necesario para salir adelante; y ese justo equilibrio hay que tenerlo en las respectivas instituciones. Pero también, por ejemplo, cambio cultural, fundamental; hay culturas que tienen valores que incitan el desarrollo, hay culturas que tienen antivalores que la mantienen en el retardo: eludir responsabilidades, siempre echarle la culpa a terceros, siempre la culpa es del otro; mucho de esto tenemos en nuestra cultura latinoamericana; también tenemos grandes valores, por supuesto.

En todo caso, sin lugar a dudas, una de las respuestas para que nuestra América no se haya desarrollado fue que siempre estuvo en poder de unas cuantas minorías; pero no minorías como en otros países,

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modernizadoras, que distribuían en función del bien común los frutos del progreso, por el contrario, los acaparaban, los utilizaban para diferenciarse, para excluir, y así teníamos las escuelas exclusivas, los barrios exclusivos, los clubes exclusivos y cada vez más exclusión. Ese es el gran desafío… Y se apoderaban también del Estado por medio de sus empresas, sus poderes económicos, su poder social, su poder eclesiástico y también su poder informativo. Y ese es el gran desafío: transformar esos Estados Burgueses, que representan tan solo a una minoría, en Estados verdaderamente populares, que representen a todas y a todos, a las grandes mayorías y sobre todo a los más pobres de nuestros países; y para lograr eso se requiere un proceso político. Insisto, por eso estamos aquí.

Y les decía que cuando vengo a un centro académico me siento como pez en el agua, y ¡cómo cuesta pasar de la Academia a la política!, porque hay cosas que son contradictorias con la vida académica. En la vida académica, si ustedes firman un trabajo que no lo han hecho, es: plagio, pecado capital; en la vida política, es signo de

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ejecutividad, firmar lo que uno no ha hecho, ¿verdad? En la vida académica, faltar a la verdad es el pecado capital; en la vida política, decir la verdad es el pecado capital. Pero esas cosas también estamos cambiando.

Y ustedes tal vez han escuchado una de las luchas que tenemos en nuestro país por tratar de limitar el abuso del poder informativo, y por eso nos dicen que somos los dictadores, perseguidores de periodistas, conculcadores de la libertad…

Deberíamos utilizar frases gastadas, comunes, pero políticamente correctas: “si por evitar el abuso del poder informativo tengo que poner en riesgo la libertad de expresión, prefiero no tener ningún control” y bienvenido dicho abuso. Bravo, arrancan los aplausos del respetable; pero ese es un falso dilema, no se tiene que tener ni abuso del poder informativo ni restricción de la libertad de expresión; se tienen que hacer las cosas con ética, profesionalismo, responsablemente.

Y, como aquello no ha ocurrido en nuestros países, como claramente tenemos poderes fácticos sin ninguna legitimidad democrática, que son los que quieren seguir dominando a

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nuestros países, y recuerden, el punto de partida para el desarrollo es el cambio en las relaciones de poder; no es suficiente, hay que ser eficientes, asignar adecuadamente los recursos; es necesario, es el cambio en la relación de poderes: que el poder vaya de unas élites a las grandes mayorías y que manden los representantes con legitimidad democrática, no élites que tuvieron dinero para comprarse una imprenta y publicar en un periódico.

Uno de los poderes fácticos que tenemos en el país lo constituyen ciertos medios de comunicación, que por haber tenido dinero para una imprenta o para un canal de televisión pretenden ser los grandes electores, los grandes juzgadores, los grandes legisladores e incluso pretenden manejar al poder ejecutivo imponiendo la agenda política. Eso no puede pasar en nuestra América. Eso es necesario delimitarlo para poder alcanzar el bien común y el desarrollo.

Y esa es una lucha que hemos estado librando, porque además, este poder informativo no se opone pues a los gobiernos de derecha, a los cuales representa, se opone

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siempre a los gobiernos progresistas, a los que queremos cambiar las estructuras de nuestros países.

Y nos bombardean con una serie de cosas: que criticar la prensa es criticar la libertad de expresión. Eso es tan ridículo como decir que criticar al Presidente es criticar la democracia, y nos recuerda bastante bien la época colonial donde para mantenernos sometidos nos decían que criticar al rey es criticar a Dios, y todos teníamos que bajar la cabeza y seguir aceptando la autoridad monárquica. ¡Basta ya de eso!

Y no necesariamente eso las hace personas malas, y eso es algo que también tienen que aprender muchos de ustedes: hay personas de buen corazón que pueden estar equivocadas, hay personas buenas que pueden hacer cosas malas, hay personas malas que pueden hacer cosas buenas.

Thomas Jefferson, uno de los padres de la independencia de Estados Unidos, el principal autor de uno de los documentos más bellos de la historia de la humanidad, la Declaración de Independencia, que decía en su segundo párrafo: “Nosotros mantenemos estas

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verdades por ser evidentes en sí mismas, que todo hombre nació libre, con derechos y con el derecho a la felicidad, que todos somos iguales…”. ¡Qué palabras más hermosas! Pero resulta que Thomas Jefferson era propietario de al menos doscientos esclavos. ¿Thomas Jefferson era un hipócrita, un cínico, un mentiroso? No, era una buena persona, es seguro que era una buena persona; pero en su formación no cabía que los esclavos eran seres humanos.

Eso es lo que pasa muchas veces con nuestras oligarquías, eso pasa muchas veces con la gente que ha nacido, crecido, vivido en un ambiente; no entienden que, por ejemplo, derechos como la libertad de expresión es derecho para todos, no solo para los dueños de una imprenta, no solo para los que tuvieron dinero para comprarse un canal de televisión.

Pero los quieren asustar con estas cosas y cuando enfrentamos estos abusos de cierta prensa, créanme que los gobiernos progresistas nos tenemos que enfrentar día a día frente a los embates de una prensa conspiradora.

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En Ecuador (no sé cómo sea en Perú, pero estoy seguro que no es muy diferente), seis familias manejan los medios de comunicación a nivel nacional. ¿Entienden lo que es eso? No son medios de comunicación a cargo de la Congregación de las Hermanitas de la Caridad, no son medios de comunicación públicos, no son medios de comunicación comunitarios, no son medios de comunicación sin fines de lucro; son medios de comunicación, negocios privados con fines de lucro, propiedad de seis familias con claros intereses. Lo que sabemos o no sabemos, lo que conocemos de otras personas o no conocemos, depende de lo que quieran decir o callar esas seis familias. ¿Entienden la vulnerabilidad en la que estamos? Por eso es necesario repensar quiénes deben ser los medios de comunicación que se dediquen a esa función fundamental para una democracia: la comunicación social.

Y aquí viene otra reflexión, algo que obvia permanentemente la economía, sobre todo la economía ortodoxa en su ingenuidad, porque pretende disfrazarla de ciencia y en verdad es un autismo científico, por eso ya incluso en Francia hay movimientos que se llaman Post-

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Autistic Economics (economía post autista): una de las grandes fallas de la economía ortodoxa es hacer análisis desde un vacío de poder, obviando el problema del poder; a lo sumo trata el poder de mercado y nos habla de oligopolios, monopolios, regulación, etcétera. Pero ¿y el poder en otros ámbitos? El poder social, el poder político…

Entonces, la comunicación social no es un bien como cualquier otro, no son corbatas, a mí no me interesa quién provee las corbatas en una sociedad, en un mercado. Para empezar, la comunicación es un bien público que afecta o beneficia a toda la sociedad en su conjunto. Una mala información puede crear conmoción social, como casi nos la crean hace un par de años por decir que la búsqueda de gas en una isla iba a espantar los peces y la isla era de pescadores, se fueron a tomar pues el taladro y resulta que el taladro estaba a catorce kilómetros de la costa, o sea, los peces ni con antena parabólica habrían escuchado el ruido del taladro; pero eso llegaron a decir y casi se provoca un enfrentamiento entre ecuatorianos.

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La mala comunicación, la mala información puede destruir una sociedad. La mala información, la mala comunicación nos manipula, nos puede robar la autoestima, nos puede bombardear con los estigmas de siempre e inmovilizarnos como sociedades, y así nos seguirán dominando y eso es lo que han hecho muchos medios de comunicación.

Entonces, no se trata de un bien como corbatas, como compact disk (discos compactos); es lo que se llama un bien público que afecta la sociedad en su conjunto de libre acceso; o sea, en verdad al bien público tienen acceso todos y lo que yo recibo de ese bien no impide que tú lo recibas, no tiene rivalidad en el consumo, es un bien de consumo colectivo y de libre acceso.

Entonces no es como vender corbatas, es algo muy serio. El que tiene la capacidad de realizar esa comunicación tiene poder; pero además se agrava porque ustedes saben que no hay quinientos medios de comunicación en una sociedad competitiva entre sí, sino que hay cinco o seis, al menos a nivel nacional, y se agrava aún más porque esos cinco o seis son negocios con fines de lucro que, por su

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naturaleza, contradicen el fin social que debe tener la comunicación.

Esto es un problema grave, se trata de empresas con un extremo poder, pocas empresas que pueden coludir entre ellas, pueden ponerse de acuerdo entre ellas… lo cuál es la antítesis –para los estudiantes de economía- de la competencia que tanto invocan los neoliberales…

Para mi última posesión (ustedes saben que tenemos una nueva Constitución, yo gané las elecciones en el 2006, pero hubo un nuevo proceso electoral en abril de 2009, que lo volvimos a ganar en agosto de 2009), los cinco o seis periódicos más importantes del país, publicaron a todo color, en portada o contraportada: “defensa a la libertad de expresión”, y se supone que si hay competencia sería imposible, ponerse de acuerdo. Es decir, estamos hablando de empresas que proveen un bien fundamental para la sociedad, lo cual ya les da poder, y empresas con capacidad de coludir, lo cual les da un poder enorme.

Tenemos que analizar esos problemas del poder y del poder ilegítimo, porque con su

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capacidad de realizar comunicación quieren convertirse en los grandes electores, decidir quién es o no es el Presidente, los grandes juzgadores, este es culpable o este es inocente en base a titulares, no en base a los tribunales, los grandes legisladores, incluso los grandes presidentes, poniendo la agenda política.

El problema del poder, aquí tenemos un poder ilegítimo, no democrático. No tengamos miedo de hablar de estas cosas, recordemos, criticar al rey era criticar a Dios, para mantenernos en el coloniaje, ¿verdad? Aquí nos quieren seguir sometiendo con esos estigmas. No tengamos miedo de discutir estas cosas.

¿Cuál es uno de los desafíos, entonces? Que algún día llegue el momento en que los negocios privados dedicados a la comunicación sean la excepción, no la regla… Yo algunas veces hago una analogía: es tan importante la información y la comunicación social… Lo que ustedes conocían del Presidente Correa, sin conocerme personalmente ¿quién se los contó?: la prensa. Lo que ustedes creen o no creen de personas, de países que ni conocen, de

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realidades que nunca han visto, ¿quién se los contó?: la prensa. Debemos estar muy atentos a la manipulación que puede realizar ese poder mediático.

Yo algunas veces equiparo el hecho de informar y privatizar la información como privatizar la justicia. A nadie se le ocurriría privatizar la justicia. Creo que así como la acción de administrar justicia, la acción de comunicar es igual de importante. Eso depende de cómo marcha una sociedad, cómo se cohesiona una sociedad, lo que creemos, lo que dejamos de creer, gran parte de la formación cultural de esa sociedad, la generación de valores para el desarrollo, etcétera.

Pero bien, ¿cuál es el estado actual de las cosas? Tenemos negocios privados dedicados a la comunicación social que pretenden generar un Estado de opinión en vez de un Estado de Derecho: el Estado de opinión es donde ellos mandan, el Estado de Derecho es donde mandan las leyes y todos nos sometemos al imperio de la ley.

¿Cómo se puede limitar estos abusos del poder informativo? Con una gran dosis de

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ética, una gran dosis de profesionalismo; pero precisamente eso es lo que falta en los medios ecuatorianos, en los medios latinoamericanos, donde brilla su ausencia la ética, donde un político se disfraza de periodista por un tintero o un micrófono y hace política desde medios de comunicación o incluso desfoga simples desafectos personales amparado en un micrófono o en tintero. Lo que más falta es profesionalismo: nuestros medios de comunicación son empresas familiares heredadas de padres a hijos, no son directores profesionales, no son muchas veces periodistas profesionales.

Entonces tenemos aquí un problema, y un problema serio que tienen que enfrentarlo las democracias de América Latina para tener precisamente aquello: verdaderas democracias.

¿Por qué les he dicho todo esto? Porque seguramente ustedes conocen los problemas que hemos tenido en Ecuador y que han sido muy distorsionados a nivel internacional. Después de cuatro años de una sistemática campaña de destrucción de la reputación del presidente Correa por parte de ciertos medios

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y ciertos periodistas, porque yo jamás he almorzado con los directores de los medios de comunicación como acostumbraban los presidentes, porque jamás los hemos nombrado en embajadas como acostumbraban otros presidentes…

Harto, reuní a mis compañeros del proyecto político y les dije: miren, yo soy ser humano antes que Presidente, ya no puedo permitir que se metan ni con mi honra ni con mi familia, ni con el 30 de septiembre de 2010, donde hubo un intento de golpe de Estado en Ecuador, donde el Presidente estuvo capturado ocho-diez horas en un hospital policial, donde corrió peligro la vida del Presidente, sino vean las balas, ahí están las fotos, ahí está el peritaje, siete balas en el capó del carro presidencial, donde hubo cinco muertos en el momento en que fuerzas leales rescataron al Presidente de la República; no podíamos permitir que gente perversa juegue con tan aciago día. Y como un periodista llegó a afirmar un periodista mentiroso, realmente con un odio enfermizo, que el 30 de septiembre era yo el que había ordenado disparar a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y que era un

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“criminal de lesa humanidad”, decidí poner, de acuerdo a la ley procesos judiciales, y eso nos ha permitido descubrir todos los tentáculos de este enorme poder. Cierto grupo de medios llamados Diarios de América, sobre todo diarios colombianos, reprodujeron el artículo, a pesar de que era calumnioso, ¿con qué? Con el mensaje de decir: aprende, si la prensa te insulta tienes que agachar la cabeza, porque si no te insultamos más, es decir, demostrar soberbiamente el poder.

Pero lo que más nos sorprendió -y aquí viene la idea central de esta conferencia, de esta intervención- es la intervención de supuestos sistemas interamericanos de derechos humanos donde, de la forma más impertinente, si ustedes quieren, deslegitimaron el sistema de justicia ecuatoriano, actuaron en base solo a una versión, como actuó la prensa. Por si acaso, a mi ningún medio de todos los que han publicado (New York Times, Washington Post, San Francisco Chronical, Los Angeles Times), ninguno sabe ni dónde queda Ecuador, pero publicaron artículos enteros sobre Ecuador, sobre los procesos judiciales sin jamás habernos preguntado nuestra versión, sin

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haber cumplido el elemental deber de los periodistas de contrastar la información.

Pero lo que sí nos preocupó grandemente y nos permitió descubrir muchísimas cosas fue la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos.

Para empezar, resulta que la Comisión tiene su sede en Washington. Ustedes saben que la Comisión es creada por la Convención Interamericana de Derechos Humanos o el Pacto de San José, firmado por los gobiernos (o algunos gobiernos) del continente, en representación de los respectivos Estados en 1969, época de muchas dictaduras en América Latina. Entonces, se genera esa Convención, ese Pacto y esa Comisión en función de Estados dictatoriales para proteger a los ciudadanos. Resulta que esta Comisión tiene la sede en Washington y Washington no es signatario del Pacto de San José. ¿Cómo podemos tolerar esas cosas los latinoamericanos? Resulta que la actual Presidenta de esa Comisión es una estadounidense y Estados Unidos no es signatario del Pacto de San José.

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¿Se imaginan ustedes que diría Estados Unidos a Europa si la sede de la OTAN estuviera en Chiclayo y la presidencia de la OTAN la tuviera un peruano? Y Perú no es parte de la OTAN. Bueno, esa es la analogía con la barbaridad que pasó desapercibida demasiado tiempo y que esta lucha nos ha permitido descubrir, evidenciar.

Resulta que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene ocho relatorías: relatoría para los derechos de la mujer, relatoría para los niños y adolescentes, relatoría para personas privadas de la libertad; pero solo hay una relatoría con informe independiente y con financiamiento independiente, no financiamiento que va a la Comisión para repartir entre las demás ocho relatorías, no, financiamiento para ella solita, se trata de la relatoría de libertad de expresión. ¿Es que hay un derecho que tiene supremacía sobre otros derechos?

Por si acaso, ese financiamiento casi en su totalidad viene de parte de Estados Unidos, quien no reconoce la Convención. Es decir, paga una relatoría para que controle a los demás. ¿Por qué no lo controlan a él? Porque

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él no es signatario de la Convención; y otra parte viene de Europa, que no es parte del Sistema Interamericano.

¿Se dan ustedes cuenta? Estamos hablando de una relatoría de libertad de expresión del Sistema Interamericano de Derechos Humanos financiada por Estados Unidos, que no es parte de la Convención y por Europa que no es parte del Sistema Interamericano.

Ese es el estado de cosas que hemos encontrado en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

¿Supremacía del derecho de la libertad de expresión sobre otros derechos? Que nadie se engañe. Supremacía del capital sobre los seres humanos. Ya lo hemos visto, ya lo mencioné al inicio de esta intervención. Los Bancos Centrales autónomos, “ah no, es que la política monetaria es técnica”, eso es una contradicción con el sistema de política, es un juicio de valor, toma de decisiones; pero si la política monetaria es técnica y por eso tiene que ser independiente de los Bancos Centrales, bueno, la política fiscal también es técnica, hagamos independientes los

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Ministerios de Finanzas, hagamos independientes los Ministerios de Educación…

Puras pamplinas. En el fondo todo es para defender los “derechos”, en este ejemplo, del Capital financiero; y en el ejemplo de la relatoría de la libertad de expresión, nadie se engañe, es para defender los abusos del capital detrás de los medios dedicados a la comunicación.

¿Qué hemos descubierto en esta lucha? Que al menos adolece de tres gravísimos problemas el Sistema Interamericano de Derechos Humanos representado por la Comisión Interamericana, que no es el único organismo, también está la Corte… Al menos tres problemas: primero la influencia de países hegemónicos, la visión anglosajona de Derechos Humanos y de libertad de expresión, particularmente; entonces, como en Estados Unidos la injuria no se penaliza, aquí tenemos que despenalizar la injuria. Bueno, discutámoslo; pero es inadmisible que nos lo quieran imponer y que piensen que sus instituciones son las únicas valederas.

Sepan ustedes que en Estados como Nueva York ustedes pueden ir presos si no alimentan

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a su perro, entonces, mientras a nosotros nos dicen despenalicen la injuria, allá se van presos si no alimentan al perro. ¿Por qué ellos tienen la razón y nosotros estamos equivocados? Por último, despenalicemos la injuria cuando ellos despenalicen la pena de muerte, cuando eliminen la pena de muerte, porque eso sí es un atentado claro a los Derechos Humanos; pero son cosas que ni se entienden, sino que como se hizo en tal país hegemónico, así lo tenemos que adoptar en seguida los demás países del continente, cuando el marco institucional, las leyes, dependen de las realidades, necesidades, historia, visiones, culturas de cada país. Yo he vivido en Estados Unidos, y una cosa que admiro de la cultura anglosajona es su amor por la verdad, allá si un periodista mintiera se va de ese diario y no vuelve a escribir ni en el diario de la iglesia de su parroquia.

En el caso que les digo, estuve contra un medio de comunicación, en el juicio se presentaron más de ciento cincuenta editoriales injuriosos, en ese período se le multiplicó por diez el sueldo a ese insultador; es decir, lejos de retirarlo por mentiroso se le pagó mucho más para que siga mintiendo, y

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por si acaso, dentro de las mentiras se decía que Correa es dictador, que persigue a los pobres periodistas…

Siempre se dijo que si rectificaban, de acuerdo a la Constitución, lo que les ordena la propia Convención Interamericana de Derechos Humanos, artículo 13, 14, todo se acababa. Nunca lo hicieron.

Siempre se dijo que hasta el último centavo que se recibiera por indemnización iba para el Yasuní ITT, proyecto ecológico que tenemos. Nunca lo dijeron. Las versiones al mundo: Correa persigue a inocentes periodistas y quiere enriquecerse manipulando la justicia. Pero nada, eso nos da más ánimo, porque vemos las mentiras tremendas que publican y si tienen la razón no tienen que mentir, ¿verdad? Entonces eso nos ha dado más ánimo para luchar.

Pero les insisto, el primer problema que hemos detectado, gravísimo, en el Sistema Interamericano, totalmente tomado por la visión anglosajona, partiendo de que la CIDH está en Washington, de que la Presidenta es estadounidense y Estados Unidos no reconoce a la Convención. ¿Cómo Latinoamérica puede

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tolerar esas barbaridades? No se entiende que un mejor marco para analizar la situación de América Latina no es el marco actual en que está imbuida esta Comisión, bajo la visión de Estados Unidos.

Un marco analítico más adecuado para entender lo que está pasando en América Latina en los actuales momentos puede ser la guerra civil de Estados Unidos por la liberación de los esclavos allá en el siglo XIX. Recuerden que Estados Unidos declara su independencia en 1776, pero solo un siglo después “liberan” (entre comillas) a los esclavos, porque se abolió la esclavitud, pero siguieron discriminados. Eso recién se supera un siglo después, allá en los años 60 del siglo pasado.

Entonces, un mejor marco para entender lo que está pasando en América Latina no es el marco de Estados Unidos, donde el New York Times de los demócratas es el Washington Post de los republicanos. ¿Aquí cuál es el periódico de los pobres? ¿Un pobre dónde puede expresar su voz? ¿Dónde puede ejercer su libertad de expresión? ¿Dónde puede ser escuchado? ¿Dónde puede expresar su

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simpatía por tal o cual candidato? Eso solo pueden hacerlo los dueños del periódico, ¿verdad?, los que tienen el micrófono.

Y vean lo que hacía la prensa sureña, esclavista en la guerra civil: acusaban a Abraham Lincoln de restringir las libertades, de incumplir la Constitución; y ahora unánimemente Abraham Lincoln es considerado el mejor presidente de la historia de Estados Unidos. Pero vean lo que hacía la prensa en ese momento.

Sin ir más lejos, en los 60, cuando se quería terminar con la segregación racial, cosas tan elementales como que los niños negros puedan ir a la escuela con los niños blancos, puedan utilizar los mismos baños, vean pues lo que decía la prensa sureña de los Estados donde había más racismo y más discriminación. Ese es un mejor marco para entender lo que está pasando en América Latina.

Aquí, los gobiernos progresistas estamos liberándonos y cierta prensa, que representa a esa derecha no quiere que nada cambie y hacen política desde los medios de comunicación.

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Primer problema, totalmente cooptado por una visión anglosajona el Sistema Interamericano, que no es solo de América del Norte, anglosajona, es de toda nuestra América y gran parte de nuestra América es América Latina.

Segundo problema: el “ONGsismo”, esa gente está totalmente influenciada por fundaciones ONG, muchos de los comisionados vienen del mundo de las ONG y con esa mentalidad infantil de Robin Hood, ¿verdad? Pelear contra los poderosos para dar a los pobres y de acuerdo a ese fundamentalismo, ¿quién siempre es el satán? ¿Quién es el malo? ¿Quién es el único que puede atentar contra los Derechos Humanos?: el Estado, las autoridades públicas, los políticos. Error. Cualquier poder tiene la capacidad de atentar contra los Derechos Humanos.

A mí se me acusaba de perseguir periodistas. Yo fácilmente les puedo demostrar que el único perseguido he sido yo, todos los días con calumnias, todos los días con injurias, todos los días despertando para ver qué nueva mentira se le ocurrió a cierta prensa.

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Cualquier poder puede atentar contra los derechos humanos, y claramente también el poder informativo, cuando asume roles que no le corresponden, cuando incluso desahogan sus desafectos personales abusando de su capacidad de comunicación, están atentando contra los Derechos Humanos.

Cuando destruyen la honra de las personas. Alguien me puede decir ¿en nombre de qué libertad yo puedo aceptar que se me diga criminal de lesa humanidad y de haber ordenado disparar contra un hospital lleno de civiles, cuando ni siquiera sé disparar y cuando ese día era yo el que casi es asesinado? ¿Alguien me pueden decir en nombre de qué libertad tengo que aceptar eso? ¿En nombre de qué libertad tenemos que aceptar que se nos diga corruptos?, cuando no somos corruptos, somos personas honestas.

La verdadera libertad se basa en la verdad. Para los creyentes el Evangelio dice: la verdad os hará libres, el resto es libertinaje, es abuso del poder informativo; pero esa es la mentalidad que existe en la CIDH, ese simplismo de que el único que puede atentar contra los Derechos Humanos es el Estado, el

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poder político, las autoridades públicas y se pretenden barbaridades, y esa es otra cosa que descubrimos: la extralimitación de funciones de esta burocracia.

Los Estados están obligados a cumplir lo que firmaron. Firmamos el Pacto de San José, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Vean ustedes dónde dice que hay que despenalizar la injuria. No, no lo dice, eso es criterio de la Comisión y entiendo su criterio, pero eso no es vinculante.

Vean dónde dice que se puede insultar a las autoridades públicas, ese es un criterio bastante folklórico que se le ocurrió a la Comisión, pero no lo dice la Convención, porque hay algunas posturas que dicen: “sí, la injuria puede ser penalizada, pero excepto cuando es para autoridades públicas, ahí no tiene que ser penalizado porque se atenta contra la libertad de expresión”. Es decir, tenemos menos derechos que el resto de ciudadanos.

Hay una gran crítica, y estamos de acuerdo con esa crítica, con los llamados delitos de desacato, que eran delitos especiales de acción pública para atentados a la honra,

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injurias a los funcionarios públicos, eso daba más derecho a los funcionarios públicos que a los demás ciudadanos, estamos en contra de eso; pero también estamos en contra de que se considere que tenemos menos derechos que el resto de ciudadanos, además de que se atenta a los Derechos Humanos con esos folklorismos de que al Presidente sí se lo puede insultar y calumniar en nombre de la libertad de expresión, eso es socialmente torpe, ¿o ustedes votarían por alguien que acepta que le digan corrupto, que ni siquiera se respeta a sí mismo, que ni siquiera tiene lo más valioso que tiene una persona, que es su honra, su reputación? Con esas medidas solo los peores vendrán al servicio público, solo los peores llegarán a los puestos de dirección política, que es hasta tonto; pero son los folklorismos que se le ocurre a esa burocracia, influenciada por el “ONGsismo”.

Por supuesto que hay periodistas buenos y medios de comunicación buenos, como por supuesto que existimos políticos buenos; pero también existen políticos malos y también existen periodistas y prensa corrupta que abusa de su poder informativo y sin haber ganado media elección, solo por haber tenido

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unos cuántos dólares para comprar o heredar la imprenta se creen con la capacidad para poner y sacar presidentes, para manchar la honra, para hacer oposición política, para reemplazar a la derecha que ha sido vencida una y otra vez en las urnas.

Entonces, segundo problema, ese “ONGsismo” que incluso convierte a la legalidad en algo accesorio. En este problema que les digo, cuando ganamos las tres instancias contra el periódico más poderoso del Ecuador, dictaron medidas cautelares, rompiendo todo su reglamento, porque las medidas cautelares se dictan para evitar un hecho irreversible: pena de muerte, desconectar a un enfermo terminal, amenaza de muerte, allí se dictan medidas cautelares. En un juicio por injurias, ¿qué daño irreversible había? Y hay más de doce mil juicios en el país. Todo era en función del poder de estos medios de comunicación, el poder del gran capital.

Revisen la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y me dicen dónde esa convención (que luego es vinculante para los Estados, los que hemos firmado) le otorga capacidad a la CIDH, a la Comisión

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Interamericana de Derechos Humanos, para dictar medidas cautelares. No existe esa atribución, se la dieron ellos mismos en su reglamento interno. ¿Saben lo que significa eso? Sería como si se dictara una ley aquí en Perú para ciertas actividades del Presidente y el Presidente creara un reglamento con atribuciones que no existían en la ley. Eso es absolutamente inconstitucional. Bueno, eso es lo que ha hecho la CIDH.

¿Y cuál es un tercer problema y más grave también? Nadie se engañe, está totalmente sesgada, al menos en la parte de defensa de la libertad de expresión por los intereses del gran capital. No es casualidad que de las ocho relatorías, la única independiente, la única con financiamiento propio sea la relatoría de libertad de expresión. Avance civilizatorio, avance científico, avance de derechos humanos, no; este es el avance de los derechos del capital detrás de los medios de comunicación. Esto no puede ser tolerable. Esto tiene que cambiar.

Y eso es lo que nos transmiten todos estos mitos: criticar a los medios de comunicación

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es criticar la libertad de expresión; criticar al Presidente es criticar la democracia. ¡Absurdo!

Estamos dispuestos a dar la vida por la libertad de expresión; pero libertad de expresión no es patrimonio del que tuvo dinero para comprarse una imprenta o un canal de televisión; la libertad de expresión es derecho fundamental de todas y de todos y como toda libertad no puede ser absoluta, tiene límites y lo dice la propia Convención Interamericana de Derechos Humanos, su artículo 13, párrafo segundo, literal A: “los límites es la honra y reputación de las personas”. Lo dice nuestra Constitución. Y por si acaso, el otro límite son cuestiones de seguridad nacional.

¿Qué hacer? Necesitamos un nuevo Sistema Interamericano de Derechos Humanos mucho más nuestro.

Aquí gran parte ha sido culpa de los propios Estados Latinoamericanos. Hemos desertado de esos espacios y los hemos delegado a burocracias que claramente se han extralimitado en sus funciones, que claramente han sesgado sus visiones, que claramente han alterado sus fines y están

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tremendamente influenciados por estos tres factores: una visión anglosajona de libertad de expresión y derechos humanos en general, el “ONGsismo” infantil, las influencias y los intereses del gran capital detrás de los medios de comunicación; pero esto es una parte del problema, porque realmente lo que está en crisis es el Sistema Interamericano en general, no solo el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, me refiero a la propia Organización de Estados Americanos, también tremendamente influenciada por la visión anglosajona y por países hegemónicos del continente.

¿Por qué yo tengo que ir a discutir los problemas de Latinoamérica (el problema de Honduras) en Washington? ¿Alguien me lo puede decir? Países totalmente alejados a nuestra realidad, nuestra cultura, nuestra visión, que obviamente han utilizado a la OEA como un instrumento más de política exterior. La OEA debió desaparecer cuando abiertamente se rompió uno de sus principales instrumentos que era el TIAR, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca que decía que cualquier ataque extra regional a

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uno de los países de nuestra América tenía que ser defendido por todos los países. Pues bien, Inglaterra invadió las Malvinas y Estados Unidos apoyó a Inglaterra, con lo que destrozó el TIAR.

Cómo podemos hablar de un Sistema Interamericano cuando existe un bloqueo contra un país latinoamericano de casi medio siglo, que atenta contra todo el derecho interamericano internacional, de la ONU, me refiero al bloqueo de Cuba.

Entonces, claramente nos están condicionando lo que podemos discutir, procesar, en ese Sistema Interamericano, claramente ha habido una presencia hegemónica, desequilibrante de ciertos países y necesitamos un foro más nuestro.

En el mes de abril se va a dar la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias en Colombia, ese es un foro de la Organización de Estados Americanos y no se invita a Cuba. ¿Cómo podemos hablar de Cumbre de las Américas sin invitar a Cuba? Y vamos a discutir seguramente del comercio, la democracia, los Derechos Humanos y no concretamos, no aterrizamos en esas cosas,

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no se discute, se obvia el problema del bloqueo de Cuba. Se obvia un problema que debería avergonzarnos a todos los ecuatorianos, a todos los latinoamericanos, intolerable: rasgos colonialistas en el siglo XXI en nuestra América, inaceptable. A catorce mil kilómetros y más de Londres una colonia inglesa, las Malvinas, al frente de Argentina. Pero esos temas no se tratan en esas cumbres.

Entonces, ¿para qué es la Cumbre de las Américas? ¿Para qué vamos a las cumbres? Y como alguien dijo, cuidado nuestros pueblos se cansan de que sus presidentes están en tantas cumbres y ellos en tantos abismos. Se necesitan cambios profundos, un nuevo Sistema Interamericano.

La buena noticia es que estamos avanzando en aquello, se ha creado UNASUR, que es un proyecto integracionista global, pero que también crea espacios para procesar esta clase de conflictos, y se ha creado la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe, a partir del Grupo de Río que demostró ser un gran foro para procesar diferencias, sobre todo a partir del bombardeo

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que ustedes saben sufrimos en marzo de 2008 por parte de Colombia, coincidía que días después teníamos la reunión del Grupo de Río en Santo Domingo, República Dominicana y en un día, resolvimos en forma feliz ese tan grave incidente.

Hay que insistir en estos nuevos espacios. Necesitamos un nuevo Sistema Interamericano, más nuestro, sin la intervención desequilibrante de países y visiones hegemónicas; y, dentro de ese Sistema Interamericano, un nuevo Sistema de Derechos Humanos, que realmente defienda los Derechos Humanos de todas y de todos, no solo de los poderosos; que no esté influenciado por visiones totalmente ajenas a nuestra realidad, a nuestra tradición, a nuestros intereses; que no esté influenciado por el infantilismo de cierto “ONGsismo”, con algunas fundaciones financiadas por los propios medios de comunicación para defender sus intereses, muchos de esos comisionados vienen de ese mundo; necesitamos un Sistema donde sepan, entiendan que cualquier poder puede atentar contra los derechos de los humanos, no solo el poder de los Estados; que no hay autoridades

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públicas malas por definición y periodistas y medios de comunicación buenos por definición; que puede haber autoridades públicas malas y buenas y puede haber periodistas y medios de comunicación malos y buenos; y, por último, que defienda su razón de ser, el ser humano y no solo los intereses del capital.

Tengan la seguridad de que tenemos suficiente trabajo dentro del país para querer convertirnos en líderes regionales, querer buscar más trabajo; pero hay cosas, como éstas, que son ineludibles, indispensables si queremos alcanzar el desarrollo.

Y termino por donde empecé, recuerden, el primer paso para el desarrollo es el cambio en las relaciones de poder, al interior de un país y al interior de nuestra región.

Si queremos tener nuestra América, si queremos tener nuestro destino en las manos, necesitamos cambiar esas relaciones de poder también a nivel regional y eso pasa, se los digo con convicción, necesariamente por tener un nuevo Sistema Interamericano y un nuevo Sistema de Derechos Humanos.

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Muchísimas gracias.

¡Hasta la victoria siempre!

Rafael Correa Delgado

PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR