Cosas que aprendi de Oriente - Francisco Lopez-Seivane.pdf

8/16/2019 Cosas que aprendi de Oriente - Francisco Lopez-Seivane.pdf

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revolucionaria.


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Francisco López-Seivane

Cosas queaprendí de

OrienteePUB v1.1

victordg 03.09.12


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Título original: Cosas que aprendí deOriente

Francisco López-Seivane, 2005.

Cubierta: Fernando ChiraltFotografía de Cubierta: Francisco López-SeivaneDiseño/retoque portada: victordg

Editor original: victordg (v1.0 a v1.1)ePub base v2.0


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A Introducción

ún disfrutaba yo duna espléndid juventud cuand

conocí —no se si providencialmente—a quien durante largos años sería mpreceptor espiritual. Su nombre no hac

al caso. Fue uno de los primeros gurúndios que recalaron en Occidentcuando alboreaba la década de losesenta. Enviado, al parecer, por s

maestro para enseñar los caminos de lsabiduría a una sociedad ignoranteenferma y materializada, sus primero


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simpatizantes fueron los hippienorteamericanos. Después, la alta clasmedia y algunos artistas. No tardó econseguir popularidad criticando loabsurdos hábitos de vida que minaban lsalud del hombre civilizado y l

abocaban a enfermedades como ecáncer o el infarto. Era, por entonces, uhombre joven y carismático qu

penetraba en los corazones con grafacilidad. Y en los bolsillos: sabíperfectamente cómo utilizar su encant

para obtener los fondos que necesitabsu humanitaria misión. Y cómo atraepara su causa a jóvenes desencantadosrománticos, disidentes de las má


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variadas militancias o simples hippies a deriva.

Cuando llegó a España por primervez, lo hizo discretamente. Sólo unopocos tuvimos noticia de ello, y nprecisamente por la prensa. Era un

nformación esotérica, reservada a loniciados. Para entonces, los cuidado

de este mundo habían convertido mi

nquietudes espirituales en un volcádormido. Tras estudiar en París, lodesignios del destino me habían llevad

a recalar en la Costa del Sol, dondvivía intensamente las nocheperfumadas de jazmín, el encanto pagande las fiestas y el dulce holgar de lo


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días luminosos. Por extraño quparezca, allí descubrí también lfilosofía oriental, cuyos postulados mmpactaron profundamente. Aunque m

primera aproximación a esa culturuviera el carácter de las grandes gesta

románticas, Oriente me aporto unvisión totalmente nueva del hombre del universo, abriéndome a otra

realidades y, sobre todo, acercándome a figura legendaria del gurú.

¿Puede extrañarle a alguien qu

saltara de alegría al recibir la noticia dque un auténtico maestro, un gurú hindúun santón de primera iba a visitaEspaña por unos días? Llegaba en e


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momento justo, con lo que el axiomesotérico de que el maestro siempraparece cuando el discípulo estpreparado, se me antojó como la mámisteriosa verdad del mundo. Deprimer encuentro, aún recuerdo l

sonrisa radiante, la tez meridionaachocolatada, los ojos vivísimos, combrasas, el pelo largo, plateado, brillant

la voz estridente y salpicada dcarcajadas guturales. Tenía unpersonalidad arrolladora. Todo lo qu

entraba en su círculo mágico pasaba dnmediato a ser secundario, hasta epunto de que cualquiera se sentípequeño en su presencia. Me fascinab


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ver cómo, al trasladarse, su abultadabdomen hendía el espacio como unproa y llegaba a los lugares antes qucualquier otra parte de su cuerpoDesprendía una vitalidad y unseguridad como jamás había visto e

otro hombre. Y, sin embargo y a fuer dsincero, he de confesar que nunca logrdespejar del todo un tenue velo d

recelo que me despertaba su mirada. Apesar de ello, me dejé seducir y al dísiguiente, cuando subíamos solos en e

ascensor, le dije con toda solemnidad hecho un manojo de nervios que, si muzgaba preparado, estaba dispuesto

dejarlo todo y seguirle. Así fue com


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aquella mañana de otoño, antes de llegaal sexto piso, quedo hipotecado mfuturo. Lo que siguió puede considerarsuna fascinante aventura espiritual qume llevaría a explorar durante décadaos más profundos entresijos de la ment

del espíritu, pero también unapasionante historia humana que contaralgún día. No terminó muy bien —

acabaron gustándonos las mismas chica—, pero sirvió para adentrarme en lomisterios de la sabiduría oriental qu

antas lecciones atesora para edesorientado hombre moderno.Los capítulos que siguen refleja

muchas de las cosas que aprend


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entonces (descontando las que hube ddesaprender más tarde) y también otraque llegaron después. La mayoría destas reflexiones han visto ya la luz edistintas publicaciones minoritarias a largo de los años. El hecho de que ahor

reaparezcan todas juntas para el grapúblico, sazonadas por el tiempo y lexperiencia, me llena de satisfacción.

He de añadir que soy plenamentconsciente de que los temas están aqunevitablemente tratados de una maner

sucinta que puede dejar a más de unávido de mayores conocimientos. Ehambre de sabiduría siempre me hparecido el más deseable de los anhelo


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humanos, pero mis reflexiones npretenden otra cosa que provocar enterés del lector y estimular s

búsqueda personal. Como me recuerdamis editores, cada uno de los conceptoesbozados en las páginas que siguen e

una semilla susceptible de germinar eun futuro libro. En tal caso, sería uhonor para mí seguir contando con l

fidelidad de los lectores.

Francisco López-Seivan


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Sobre el espíritu de las cosas


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EDios

l todo y la nada. El principio el fin. El alfa y el omega. Labsoluto. Lo innombrable. L

nefable. Se dice que hablar de Dios eimitarlo, sin embargo siglos de teologí

no han cesado de marear la perdiz

definir hasta el detalle Sus intencionesSu sentido del bien y del mal, Smplacable justicia que condena a lalamas eternas a los aviesos pecadoresa asombrosa encarnación de Su hijo ea tierra para ¿salvarnos?… ¡Qu

hermosas metáforas manoseadas mucha


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veces por fanáticos irredentosgnorantes, manipuladores y neurótico

ebrios de poder!Admitámoslo sin ambages: si l

propia vida ya es un misterio, su génesi desenlace quedan muy lejos de

alcance de la comprensión humana. Lpregunta que más temo, la que me hvisto obligado a escuchar cientos d

veces, la que siempre me deja perplejes: «¿cree usted en Dios?». ¿Quentenderá mi interlocutor por Dios?, m

pregunto de inmediato. Aunque se nos hdicho hasta la saciedad que Dios creó ahombre a su imagen y semejanza, yo mnclino a pensar que es el hombre quie


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crea a Dios a su propia imagen conveniencia. Cada uno alberga la idedel Dios que le conviene… o que le haenseñado. Ciertamente, en ese Dios ncreo como realidad absoluta. Per¿cómo expresarlo sin ofender l

sensibilidad del otro, sin parecesoberbio? ¿Cómo dar a entender que nconcibo reducir la grandeza del misteri

más insondable del universo a un simplcliché infantiloide y estereotipado?

El hinduismo enseña a relativizar e

concepto de lo divino. Considera esreligión que Brahman, lo Absoluto, estfuera del alcance de la comprensióhumana y no vale la pena molestarse e


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ratar de entenderlo. Su admirablcosmogonía dispone, sin embargo, duna figura mucho más asequibleshwara, el dios personal, dotado d

forma y cualidades. Alguien mápróximo al hombre, en quien éste pued

pensar, a quien puede amar y con el ques posible establecer una relaciódevocional. En el panteón hindú ha

antas personalidades divinas como squiera: Brahma, Vishnu, Siva, RamaDurga, Krishna, Lakshmi, Párvati…

cada una con sus característicascualidades, simbolismo y biografíaAllí, todo el mundo encuentra el dioque necesita, pero nadie se engaña. So


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conscientes de que ese dios es sólo unreferencia útil, ya que la esencia enaprensible. Para ellos, Ishwara viene

ser algo así como un mapa que orientapero que no es el terreno.

Las religiones modernas, como e

cristianismo, han copiado la figura dshwara ignorando la metáfora. E

resultado no ha podido ser más patético

Veinte siglos después de Cristo aúandan los teólogos enredados eexplicar el misterio de la Santísim

Trinidad y la naturaleza de las distintaPersonas que la componen. No hamayor inmadurez que interpretar lmetáfora religiosa como un hecho rea


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He ahí la esencia de la ignorancia y efanatismo.

Quizá sorprenda a los desavisadosaber que el hinduismo no es unreligión propiamente dicha, sino ucúmulo de religiones y maneras distinta

de entender a Dios. Los principiocomunes son mínimos. No existedogmas. Cualquier nuevo sistema d

pensamiento es prontamente aceptadoEl énfasis no está nunca en detentar unverdad rígida y excluyente. Por e

contrario, la tolerancia es lcaracterística universal. Parten deprincipio de que la idea que cada uniene de Dios es la que corresponde a


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grado de evolución y desarrollo de smente. Así, hay quien ve la divinidad eel sol o en una piedra. A ellos dedicaceremonias y adoraciones. Para otros, edios supremo es Krishna, nacido de unmadre virgen para salvar al mundo. Y

aún Krishna adopta, para satisfacer odos, distintas personalidades. La

mujeres con instinto maternal l

dentifican con el niño-dios que jugabcon las gopis en Vrindavan. Otros, comArjuna en el Bhagavad Guita, encuentra

más apropiada la personalidad del diosamigo. Hay quien prefiere la imageprotectora del dios-padre, o la figurmaternal de Párvati, esposa de Siva. Lo


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más simples viven esta relación con ldivino con total aceptación, sin hacerspreguntas. A medida que las luces de lrazón se van abriendo camino en sumentes, aparecen figuras másofisticadas hasta alcanzar la lucide

vedántica de la consciencia única nmanente.

Parece sensato que en un mund

extraordinariamente plural, dondconviven filósofos y pastores, sabios gañanes, fuertes y débiles, las cosa

ntangibles no tengan una dimensióunívoca que hayan de aceptar todos pogual. Siendo dios —Ishwara— un

creación humana y siendo lo humano ta


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relativo, ¿qué tiene de extraño que cadmente dibuje a Dios como mejor lconvenga? No es Ishwara, ese diopequeñito, personal, de convenienciaque los distintos pueblos han diseñadpara ocultar sus miedos, para simboliza

o absoluto o, sencillamente, parcatalizar los más elevados sentimientosquien realmente importa. Aprendiendo

respetar y a tolerar el dios de los otroscomprenderemos las exactadimensiones del nuestro. No tratemos d

mponer una sola idea de Dios —lnuestra— como algo absoluto universal. En esa obcecación fanátichay un conflicto en ciernes. El dio


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cristiano, el dios judío o los diosehindúes son sólo un producto de lmente, de la biografía y de la cultura. Lmportante es lo que hay detrás. Es

realidad común que estamos aún lejode entender. Utilicemos los dioses si lo

necesitamos, pero para el crecimientono para la confrontación.

Quizá, después de todo, Dios no se

una persona, sino una experiencia. Quizno viva en el Paraíso, si no en ecorazón de cada criatura, de cada cosa

de cada átomo. Quizá no esté vigilandparanoicamente cada una de nuestraacciones, sino que el universo dispongde un sistema de retribución propio, d


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una ley de causa y efecto —acción reacción— que se ocupe en todmomento de mantener el debidequilibrio. Quizá, Dios ni siquiera haycreado el universo, sino que éste sea usueño, un divertimento, un juego de l

consciencia, sin más fuste que nuestrpropio convencimiento de que es real. Yquizá esté esperando a que los hombre

nos demos cuenta del engaño, tornemonuestros ojos a la esencia, nodespojemos del personaje imaginari

que hemos utilizado para vivir y noncorporemos a la mismidad intemporaque, quizá, nunca hemos dejado de serAmén.


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El amor

os griegos ya entendían eamor en dos dimensioneságape y eros. La primer

representaba el amor elevadodesprendido y puro que cabe suponer os dioses, mientras la segunda s

refería a la mera atracción carnal y adisfrute de sus placeres. De modsemejante, aunque mucho antes, lohindúes, maestros inconfesos de lograndes filósofos helenos, distinguíacabalmente entre kama, o el sentimientpasional y prema, el amor cósmico


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rrestricto propio de las criaturasuperiores. En la actualidad nos hemoquedado sólo con un verbo romofuncional y multiuso que sirve pardesignar del mismo modo sentimientos actitudes no sólo distintos, sino,

menudo, contradictorios y opuestos. Samar puede que sea hoy el verbo peoconjugado y más manipulado de cuanto

existen en cualquier idioma.¿Qué queremos decir en realida

cuando aseguramos «amar» a alguien

¿Que deseamos poseerle en exclusivaser su dueño y señor, el centro de svida? ¿Que nos sentimos atraídos por éo ella? ¿Que deseamos recibir su


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caricias y dejar que se fundan nuestrocuerpos? ¿Que sería estupendo disfrutade su compañía, su sensibilidad o sfortaleza? Hay que convenir que todoellos son afanes egoístas que apenaenmascaran un espíritu de posesió

solapado y mejor se expresarían con lcrudeza castellana del «querer», esverbo abiertamente posesivo que e

otros pagos se emplea sólo, y de manerhipócrita, referido a las cosas y que enuestro idioma se usa también, mu

apropiadamente, para desvelar tanto latracción que sentimos hacia otrpersona como nuestro deseo dposeerla. Ésa es la forma de amar de


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débil y jamás debiera escribirse comayúscula.

El verdadero amor no es cosa ddos, sino de uno. Es la actitud natural da persona plena, sin carencias, qu

desprende en derredor una energí

desbordante, un afán cooperativo, unsimpatía incontenible que le lleva procurar el bien en su entorno si

ninguna discriminación. Jamás puedeste amor centrarse en una persona, pueésta se convertiría de inmediato e

objeto de deseo. No; el auténtico amono espera reciprocidad. Es la manera dofrecerse de las frutas del árbodesplegando sus mejores colores


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aromas para deleite del paladar; de laaguas del río que no buscan sino saciaa sed del caminante y vivificar la tierr

para entregarse, finalmente, al marQuien realmente ama no pide cuentas, nespera nada a cambio de sus dones. E

más, el amor no proviene de un actconsciente de la voluntad, sino quemana espontáneamente del corazó

ahíto, del mismo modo que se derramel líquido de una copa llena sobre la quse sigue escanciando.

Muchos ven truncarse los amores dsu vida porque no eran más que esoamores, una amalgama inconsistente degoísmos, carencias, atracciones


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apegos e inseguridadeconvenientemente disfrazados dromanticismo, idealismoconvencionalismo, grandes palabras utopías que no resisten casi nunca edesgaste de la convivencia ni la dur

prueba del tiempo. Es en esos amores dpocos quilates donde nacen, crecen anidan los celos («esos diablillos d

ojos verdes que se mofan de la carnque les nutre», Shakespeare), dondgerminan los reproches, l

ntransigencia y el odio, donde sacumula la frustración y se marchita llusión. El amor cotidiano se reduce

una transacción en la que se da algo


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cambio de algo y lo primero que se vraicionado son siempre la

expectativas, las inmensas expectativaque llenan invariablemente el cáliz deamor humano.

Supongo que es nuestra miserabl

condición de seres emocionales imitados la que nos obliga a est

servidumbre en un intento de perpetua

a especie y hacer más llevadero eránsito por este valle de lágrimas, per

no nos engañemos llamando amor a l

atracción carnal o al deseo de compañícon que procuramos ahuyentar el mieda la soledad. Sólo añadiríamognorancia a nuestros males. Basta ya d


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ese falso concepto voluntarista del amoque lo hace parecer una opción másmientras, subliminalmente, noresponsabiliza de su ausencia, deerrible desamor en que vivimos

Dejemos esas mandangas para la

quinceañeras románticas y loseminaristas de primer año enfrentémonos a nuestra mísera realida

de criaturas asustadas que se arrebujaentre sí cerrando los ojos para no teneque contemplar el ominoso océano d

misterios que rodea nuestra existenciaLa táctica del avestruz no nos ayudara eeste trance, como tampoco lo harrecurrir al mundo de la fantasí


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novelera, salsera y milagrera parconfundirlo con la realidad.

El miedo contrae y empuja a lrampa, a la mentira y al pacto. El amor

por el contrario, es expansivo uminoso. Evolucionar significa avanza

de las tinieblas a la luz, del miedo aamor, de la ignorancia a la sabiduría, do múltiple a lo uno. Los síntoma

nequívocos de que alguien se mueve ea dirección correcta son un crecient

bienestar interior, un irrefrenabl

mpulso de transmitir la propifelicidad, una sosegada comprensión da realidad espiritual y una profund

compasión que mueve a evitar e


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sufrimiento de otros.Todos estos sentimientos junto

constituyen el buen amor, el ágaperema y son resultado del crecimientnterior, del refinamiento espiritual, da expansión de la conciencia. ¡Qu

ejos de aquí se hallan los amoríobanales, las falsas alianzas, laemociones incontroladas, en fin, qu

escriben la historia de la humanidad!Al César lo que es del César y

Dios lo que es de Dios. Echemos a l

vida, si se quiere, ese ápice de emocióde que se alimentan las pasionehumanas, pero sin perder de vista lograndes objetivos y sin dejarnos seduci


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por una semántica engañosa que tiende confundir el juego de las emociones coa grandeza del corazón. E

«enamoramiento» al uso suele ser unpatología que lleva a la mente a falseaa realidad y vivir un encantamiento

adie se «enamora» de otra personasino del ideal que fabrica su mente y qulusoriamente atribuye al ser amado. Ah

reside el germen del desencanto qunvariablemente de produce cuando lerca realidad nos hace ver a la otr

persona como realmente es y no comnosotros habíamos decidido que era.Son las cosas del querer, un toma

daca, un artificio de la fantasía, un


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confrontación de egoísmos más o menosoterrada, pero que nada tienen que vecon la grandeza de aquel impulso qulevó a Francisco de Asís a pedirle a s

Señor: «Concédeme que busque yo anteamar que ser amado, perdonar que se

perdonado…»


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El conocimiento

a gran protagonista de levolución es la experienciaA través de ella las especie

aprenden, desarrollan el instinto avanzan. El hombre posee una cualidaúnica que le aventaja sobre las criatura

nferiores: el lenguaje —hablado escrito— que le permite transmitir suexperiencias y recibir información dotros. El cerebro humano hdesarrollado mecanismos capaces dprocesar, memorizar y reproducinformación. Esta habilidad h


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contribuido grandemente a la evolucióde nuestra especie y ha acelerado esistema de aprendizaje, pero…

Sólo se sabe lo que se experimentaLa información no es más que un sistemde referencias que sólo puede resulta

de gran ayuda en el análisis asimilación de nuestras propiavivencias, pero que no es, en sí misma

una fuente de sabiduría. Esto parecgnorarlo el sistema de educació

occidental que atesta de información a

ndividuo y sólo considera aventajado quien es capaz de almacenar reproducir más datos. Corremos epeligro de descuidar el cultivo de la


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facultades superiores de la mente, apotenciar excesivamente lomecanismos automáticos cerebrales qurealizan funciones semejantes a las dos procesadores.

Por otra parte, aceptar como verda

última la información recibida es epaso definitivo para la robotización deser humano. Y no deja de ser irónico qu

esto ocurra bajo el señuelo de libertad. El mundo está plagado dngenuos que creen que nadan en u

océano de libertad sólo porque se leotorga el derecho a tomar pequeñaopciones, mientras se les condicionculturalmente desde la infancia po


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medio de la información. La informacióes útil cuando el individuo puedfiltrarla con ayuda de la discriminació metabolizarla con la propi

experiencia. En todos los demás casoconstituye una programación, un lavad

de cerebro. La persona informada, comas computadoras de la quint

generación, parece muy inteligente, per

no lo es. En cambio, sí resulta útil acumplir fielmente las funciones para laque ha sido programada. Mientras n

haya una individualidad soberana quutilice inteligentemente la informacióen lugar de mimetizarse con ella, ehombre no será libre por más qu


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muchos proclamen la libertad combandera. Creérselo forma parte deprograma.

Hay campos en los que lnformación transmite el conocimient

práctico acumulado por la especie y e

extraordinariamente útil. Pero hay otrosque la mente tiende a aceptar con lmisma reverencia casi religiosa, en lo

que la información no es más que lnterpretación subjetiva de l

experiencia de otra persona. Aquí e

donde la discriminación ha de intervenide manera implacable.El conocimiento es la esencia qu

as facultades superiores de la ment


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iban en cada experiencia, mientras qua información es el relato de es

vivencia. Sin experiencia no haauténtico conocimiento, y sin éste, nhay libertad posible.


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EEl deseo

n las profundidadeinsondables del yo se generados misteriosas corriente

psíquicas — raga y duesha las denomina filosofía vedanta— por donde corrmpetuoso el caudal de los deseo

humanos. Raga es la atracción, umpulso que nos lleva a procurar todaquello que nos agrada, mientras duesh—la repulsión—, tiende a alejarnos do que no nos gusta: el odio y el amor e

su nivel más instintivo.Estas dos corrientes de simpatía


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aversión despiertan en el hombre lodeseos y emociones primarios qumpulsan nuestra conducta. Así como e

agua fluye con levedad en el estío y competu incontenible tras el deshielo d

primavera, los deseos y emocione

humanos brotan con distintos grados dntensidad, de acuerdo con el nivel d

evolución y autodominio de cada cual.

El yogui, o místico realizado, que hrascendido el ego y ve la unidad dodos los seres y todas las cosas, n

siente atracción ni repulsión por nadaEl cauce de sus deseos está seco y vivuna paz absoluta. Sin llegar a taextraordinaria perfección, el hombr


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disciplinado que persigue con ahínco edominio de sí mismo, puede lograr qusus emociones se atenúen gradualmenthasta discurrir con la tranquilidad de uorrente en el estío. Sin embargo, l

represión es mala consejera. Quien s

imite a reprimir sus deseos sólconseguirá vivir un infierno. No es lmismo trascender que suprimir, como n

es igual convencer que imponerTampoco conduce a nada dejarsarrastrar por las pasiones y vivir si

bridas y sin estribos, descendiendvertiginosamente de las cimas de lexaltación a los valles de la depresióno pasando de la euforia del amor a l


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ntensidad del odio en una riadncontenible de emociones y deseos querminan por ahogarle a uno en s

contradictoria vorágine.La satisfacción de los deseo

produce un placer momentáneo, pero n

a felicidad. Mientras, como noenseñara Buda, los deseos insatisfechoson la causa de todo dolor. En este jueg

de amores y odios no hay, pues, sitipara la felicidad, ya que sus frutos sosólo el placer y el dolor. Es mu

frecuente, sin embargo, confundir lfelicidad con el placer y perseguir a éstcon denuedo cuando se cree que se vras aquélla. En estos casos es siempr


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el dolor, fin inevitable de todo placerquien termina sacándonos del error. Lverdadera felicidad está íntimamentigada a la ausencia de deseos y n

sobreviene hasta que éstos sorascendidos con el advenimiento de u

estado de conciencia superior.Es la intensidad del deseo la qu

hace a un hombre apasionado

apacible. Es la cantidad de deseos lque le muestra agitado o tranquilo. Es lcalidad de sus deseos la que l

convierte en un ser bueno o malo. Peres únicamente la ausencia de deseos lque le hace totalmente feliz, porque¿puede haber mayor dicha que no desea


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nada?Para el simple mortal eso pued

parecer una mera hipótesis filosóficauna utopía lejana, ya que no econcebible la eliminación súbita dodos los deseos, motores de l

actividad humana. Tal vez. Pero tambiépuede ser el final de un largo camino dcreciente bienestar que comienz

reduciendo la intensidad de los deseos continúa limitando su número

mejorando su calidad, al transmutar lo

pensamientos básicos egoístas datracción y repulsión en otros máaltruistas y generosos de solidaridadolerancia y cooperación.


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No se puede negar que en una mentdesapasionada y concentrada qualberga pensamientos elevados, lhipótesis de la felicidad es mucho máverosímil.


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EEl destino

l debate está abierto desde loorígenes de la civilización¿Somos los hombres criatura

programadas por alguna entidasuperior que decide nuestro destino opor el contrario, éste está en manos de

difícil matrimonio entre la fatalidad y eibre albedrío? Algunos parecen tenerlmuy claro. Los griegos, por ejemplo, snclinaban por atribuir la causa de todoos acontecimientos a Fatos, el destin

ciego, aunque Séneca, el gran filósofestoico cordobés, sostenía que es l


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Providencia quien rige el mundo, guiadpor un Dios que se ocupa de nosotros, Macrobius, un neoplatónico romancuatrocientos años más joven quCristo, llegaría a convertirla en diosa, sbien con la firme oposición, algo má

arde, de Epicuro, quien, a pesar de suesfuerzos, no pudo evitar la propagaciódel clima espiritual que floreció en e

mundo greco-romano.En el universo, la predestinación h

sido doctrina aceptada a lo largo de l

historia, aunque con distintas teoríasUna de ellas, asociada a ciertas formade nominalismo, sostiene que Dio

redestina para la salvación a aquello


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cuyos méritos conoce de antemanoOtra, la más extendida atribuida Calvino, tuvo su origen en el sínodo dDort y está reflejada en los escritos dSan Agustín y Lutero e, incluso, en epensamiento de los jansenistas. Viene

decir que Dios tiene decidido desde leternidad quién se salvará y quién scondenará, con independencia de lo

méritos o deméritos que unos u otropuedan acumular. Santo Tomásfinalmente, atribuye la salvación de

hombre a la inmerecida gracia de Dios.Lo cierto es que entre la idea pagandel Fatos y el germen religioso qualberga Protoia —la Providencia—, e


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destino humano sigue siendo un enigmao cabe duda de que los hechos má

rascendentales de nuestra vida —enacimiento y la muerte— son ajenos a lvoluntad del hombre. También resultevidente que, mientras vivimos

podemos optar en libertad. Tal pareciercomo s los grandes rasgos de lexistencia hubieran sido trazados po

una mano invisible y a nosotros sólo nocumpliera escribir la letra pequeñaPero ¿qué o quién es responsable de ta

misteriosa broma?Quizá la hipótesis más atractivsobre el destino humano nos la brinda lvieja filosofía hindú. Para Oriente, l


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clave está en el karma, un concepto quconvierte al hombre en heredero de spropio pasado, a la vez que earquitecto de su destino. Son nuestraacciones, lastradas, eso sí, por ladeudas del pasado, las que nos labran e

futuro. ¿Predestinados? Sí, pero ponosotros mismos; no por un Diocaprichoso, voluble, compasivo

njusto. El sistema es perfecto porquescapa al chovinismo de referirse sólal hombre y somete la creación entera

una justicia dinámica que interactúa coprecisión e instantaneidad, abarcandodo el espectro de la existencia, desdas alturas insondables de la concienci


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hasta la última ley física que afecta a lmateria.

Según la teoría del karma, existe ugran almacén — sanchita —, donde sacumula todo el potencial de nuestraacciones pasadas, a modo de semilla

que esperan fructificar. Todas ellas hade dar su fruto y a nosotros nocorresponde padecerlo o disfrutarlo, y

que las buenas acciones generacircunstancias favorables y adversas, lamalas. El puñado de semillas qu

corresponde a una existencia es el qudetermina el momento del nacimiento de la muerte, las características físicas psicológicas de un individuo, su


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condicionamientos sociales, culturalesfamiliares, etc. Ese conjunto dcircunstancias que normalmentconsideramos el destino se llama esánscrito praradba karma y enamovible. Constituye esa parte d

nuestra biografía que está escrita y quos creyentes atribuyen a la volunta

divina.

Sin embargo, corriendo pareja coa predestinación se halla el libr

albedrío. La manera con qu

enfrentemos los avatares que nos depara vida, generará un nuevo potencial dsemillas cargadas de futuro que, ebuena medida, será responsable de l


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por venir. Así las cosas, parece que lque pueda ocurrirle a uno en el futurestá, por así decir, en sus propiamanos.

Otra cosa muy distinta es el karmde grupo, o el destino que se fragua un

colectividad con sus decisionemancomunadas, que pueden afectar tanta la familia como a la trib, a la secta,

a nación, a la raza, a la especie, aplaneta, a la galaxia, o al universo, en sconjunto. Nada escapa a la le

nexorable del karma, o ley de causa efecto, que, para muchos, es la lesuprema del universo, a la que todas lademás leyes están sometidas. No tiene


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karma individual, sin embargo, loanimales aunque sí lo tienen de especieLa responsabilidad individual estreservada al hombre, en virtud del egque le confiere una voluntad especial superior al mero instinto animal.

Según esta interesante teoría, lpropia creación es de naturaleza circula tiene dos fases. En la primera, latente

no existe nada, excepto la propipotencialidad que, en su momento, dugar al big bang y la consiguient

expansión del universo, y termina, afinal de los tiempos, con la disolucióúltima de todas las cosas. Así, pues, nes Dios o el destino —la Providencia


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atos —, quien rige los designios demundo y sus criaturas, sino una leuniversal con idénticos principios parodos, de la que se desprenden e

cascada numerosas leyes subsidiariasalgunas de las cuales ya conocemos.

Por lo que se refiere hombremientras tenga cuentas pendientes con ekarma tendrá que retornar para sufrir

gozar lo que le corresponda, pero, sobrodo, para aprender y crecer. Sólo e

conocimiento absoluto, la experienci

cósmica en la que se disuelve toddualidad, le redime de sus cadenas y libera para siempre. Ese parece ser —

según la sabiduría oriental— el objetiv


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de la existencia para el que todoestamos predestinados. Los ominosoconceptos religiosos que tanto angustiaa los creyentes: el infierno, epurgatorio, el apocalipsis, lcondenación, el fuego eterno, el cruji

de dientes, etc., no serían más qudesafortunadas metáforas que sólasustan si se cree en ellas.

Es interesante resaltar que a la horde evaluar la calidad de una acción lque cuenta es únicamente la intención, e

propósito que la mueve, y no loresultados o logros obtenidos con ellaEn una sociedad como la nuestraobsesionada con el exitismo, tal ve


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resulte pertinente recordar que el éxitde una vida consiste únicamente eograr la felicidad. ¿Sabes, queridector, de alguien que lo hay

conseguido por medio de la soberbia, eengaño o la manipulación? Yo, no.


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UEl dolor

na vieja y queridamiga, que en la gloriesté, se quejab

amargamente en su lecho de muertedonde un cáncer de pulmón en faserminal había hecho ya de s

respiración un estertor agónico, de lcrueldad de un Dios que la castigaba eplena juventud y sin razón aparente anmenso dolor de esa enfermeda

asesina. Aquel lamento, humanamentcomprensible, me llevó a reflexionasobre la naturaleza del dolor. ¿E


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realmente un castigo divino? Si squiere recurrir a la metáfora del Dioomnipotente, principio y fin de todas lacosas, habrá que convenir que, eefecto, alguna responsabilidad tendrquien ha urdido el maquiavélico plan d

a vida. Pero ¿puede caber sospecha dcrueldad, parcialidad o capricho en ereparto de las desgracias y adversidade

que nos depara el destino? En el caso dmi amiga, las sospechas más fundadarecaían sobre su inveterada costumbr

de quemar tres paquetes de cigarrillodiarios desde su lejana adolescenciaQuizá el mayor error de ese Dios haysido concedernos la libertad, pero yo n


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estoy dispuesto a pedirle cuentas poello.

Hay una filosofía del dolor ququiere presentarlo como castigo venganza para quienes no se someten os deseos del Señor. Así surge la ide

espantosa del averno y el no menoominoso juicio final. Ambos conceptodesprenden tal grado de sadismo

retorcimiento mental que no cabe pensasino que han sido concebidos por mentehumanas con un grave déficit d

serotonina. La neurosis religiosa a qusuele conducir la fe ciega e irracional hmantenido alternativamente vivos, ravés de los siglos, al Dios vengador, a


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Dios justo y al Dios compasivo. Caduno de ellos reparte dolor con inquinausticia o amor, según su naturaleza.

Pero existe otra interpretación dedolor que me parece infinitamente mápositiva, compasiva e inteligente. Segú

esta teoría hindú, el dolor es unbendición disfrazada que aparece enuestras vidas para protegernos

enseñarnos y mantenernos en el rectcamino. La diosa Kali es una madramantísima que no duda en dar uno

azotes a sus hijos cada vez que sdesmandan para que aprendan y nperseveren en el error. ¿No emaravilloso que cuando nuestra pie


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entra en contacto con el hierro ardientde una plancha, una intensa oleada ddolor nos avise instantáneamente dedaño que están sufriendo nuestroejidos y nos lleve a retirar el brazo dnmediato? ¿O que el dolor de un

fractura nos inmovilice un miembro parevitar males mayores?

Claro que hay también un dolor de

alma que no puede achacarse a lamismas causas. ¿Por qué es tan dolorosa pérdida de un ser querido

ndudablemente, sufrimos por nosotromismos, por el agujero que su ausencideja en nuestras vidas, por la soledad que nos condena. Nos inquieta menos s


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ncierto destino, aunque vagamentntuimos que su esencia ha entrado e

una región de paz y silencio. Es usufrimiento egoísta y proporcional aapego que sentíamos hacia él. Tal vez lección que trata de enseñarnos la vid

con eso es la del desapego, ya que siapego, no hay dolor.

Cuesta admitir que el destino s

sirva de un lenguaje tan críptico parenseñarnos sus lecciones, pero esocurre sólo cuando desoímos la voz d

a sabiduría. Cuentan que un ganaderhabía adquirido un semental magníficpara mejorar su cabaña. Lo soltó en unverde y fresca pradera de su propieda


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le dijo que podía comer tanta hierbcomo quisiera pero sin salirse de loímites de la propiedad. El astado l

respondió con un mugido profundo sostenido que fue interpretado como daquiescencia sin embargo, un enfurecid

vecino hizo saber más tarde apropietario que el animal se habípasado la mañana comiendo la hierba d

sus praderías. Una nueva advertenciaesta vez más firme, fue contestada cosemejante mugido. A la mañan

siguiente, el enfado del vecino era de tacalibre que ya amenazaba con llevar easunto a mayores. Tras las disculpas drigor, el compungido propietario opt


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por alambrar el perímetro de su finccon hilo electrificado. Cuando esemental tropezó con el cable y recibia primera descarga aprendió par

siempre la lección que las buenapalabras no fueron capaces d

enseñarle. Dado el grado de evolucióde nuestra especie, ¿a quién puedsorprender que la Naturaleza hay

optado por electrificar la finca?La teoría más verosímil sostiene qu

el dolor, actuando como un mecanism

de seguridad, aparece cada vez que srasgreden los principios que rigen levolución y se intensifica a medida qua trasgresión es mayor. El sufrimient


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siempre comporta una lección y siemprnvita a modificar una conducta. Aunqu

se tiene noticia de una patologímasoquista que induce a algunapersonas a recrearse en el dolor, lnmensa mayoría de los seres humano

rata de evitarlo. Ahí reside lnteligencia del mecanismo: huyendo das tinieblas siempre se avanza hacia l

uz. Por medio del dolor la Naturalezse asegura de que no nos salimos de locauces marcados. Aunque en un univers

dual regido por los pares de opuestosuz/tinieblas; placer/dolor; frío/caloretc., podría pensarse que éstos existecomo realidades contrapuestas, un


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visión más detenida nos lleva a lconclusión de que no son más que loextremos opuestos de una única variada gama de sensaciones. Así, bastmover ligeramente el registro mentapara que la ausencia de dolor s

convierta de inmediato en un bienestaprecursor del placer; mientras, por lmisma regla de tres, la ausencia d

placer desemboca en el nacimiento dedolor.

El hambre agudiza el ingenio. L

experiencia nos enseña que las penuria dificultades son siempre mejor acicatpara el progreso que el quproporcionan los placeres hedonista


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que han acabado con numerosacivilizaciones. Hay una tendencia muactual a huir del dolor a toda costa. Npodía ser de otra forma en una sociedaacomodaticia y decadente. Pero lcultura de la aspirina y el nolotil pued

ser un craso error. Eliminar el dolor sieliminar sus causas es como desconectael sistema de alarma y creer que no ha

peligro porque nada nos advierte de élPor lo que a mí respecta, procuro hacedel dolor un aliado y cada vez que m

visita, le pregunto abiertamente: ¿Querror he cometido esta vez? Funcionacréanme.


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¿Q

El ego

uién soy yo? Esta simple preguntencierra el fundamento de toda pesquisfilosófica. Es la premisa sin cuy

desentrañamiento ningún conocimientpuede ser completo. Yo canto, yo bailoo salto, yo pienso, yo siento, y

gnoro…, pero ¿quién es este yo que noimita, diferencia, confía, circunscribendividualiza e identifica?

La simpleza cartesiana del piensouego existo no nos aclar

absolutamente nada. La ciencia hratado de describir el ego geográfico


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o corporal en términos de sensacionenerviosas procedentes del lóbulparietal derecho, relacionadas con laregiones profundas del tálamo y ediencéfalo. Roger Godel, que hestudiado largamente nuestr

representación corporal, hace undefinición hiperbólica de la conciencindividual, reduciéndola a «un

excrecencia mórbida del conjunto dengramas somáticos que gobierndespóticamente todos lo

acontecimientos de los que el sehumano es protagonista». En otrapalabras, además de no saber nadsobre la conciencia, los neurólogo


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están convencidos de que los centronerviosos relacionados con el tactejercen un poder soberano sobre ella.

Parece como si el ego vivierasomado a los ojos del individuo y sólfuera capaz de percibir todo lo que le e

ajeno. Los ojos no pueden verse a smismos. Así, los hombres llevamos unarga existencia contemplando el paisaj

desde la ventana del yo, estudiandoescudriñando, analizando cada árbocada accidente, cada cambi

climatológico, pero desconociendo pocompleto los recovecos de nuestrpropia casa, de nuestro propio ser.

¿Y si el ego no existiera? ¿Y si tod


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esencia inmanente.Ese principio de autoarroganci

sería responsable de maya, la ilusióque vivimos como realidad y que noleva a pensar que somos lo qu

representamos en cada momento d

nuestra vida: cristiano, judío, españoarquitecto, camarero, profesorsacerdote, padre, hermano, homosexua

negro…, y el largo etcétera de etiquetasuperpuestas que constituyen la idea quenemos de nosotros mismos. Ta

condición, sin embargo, es pasajera mpermanente; es un evento, uncircunstancia, un punto de paso, nada.

Para empeorar la cuestión, el eg


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iene un carácter expansivo que quierabarcar no sólo el yo, sino también lmío, y así surge otra misteriosa fuerzque da cohesión a las células socialesa pareja, la familia, el clan, el puebloa mancomunidad, la nación, el partido

a secta, la religión…, con lo que loconflictos personales de unos egos cootros se transforman prontamente e

enfrentamientos colectivos entre gruposEn el proceso de la evolució

parece básica la unidad que integra

organiza, cohesiona y da sentido globaa las partes. En los procesos biológicovemos que la célula, por ejemplo, estal servicio del órgano; y éste, a


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servicio del cuerpo. Son unidades qufuncionan autónomamente al servicio duna causa mayor. No es así en el cashumano, donde esa unidad —el ego—que integra y organiza los procesobiológicos, psíquicos y sociales de cad

ndividuo, vive mucho más preocupadde sí misma que del desarrollocrecimiento y evolución de esa otr

unidad superior —la humanidad— de lque forma parte.

No hay nada inconexo en e

universo. Todas las formas se integraen sistemas superiores, desde eaparente caos de las partículamicroscópicas que, sin embargo, acata


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a disciplina del átomo, hasta easombroso orden de las inmensagalaxias. Podría decirse que sólo hauna conciencia que todo lo invade, demismo modo que sólo hay un sol que srefleja en la infinidad de estanques

charcos y espejos por oda la faz de lierra. El mismo ser, la misma vida, l

misma inteligencia parece brilla

desigualmente por doquier, según sea lsuperficie que lo refleja. La ignoranciconsistiría en identificarse con el reflej

del charco. La sabiduría, en comprendea unidad última de todas las cosas. Lque llamamos evolución quizá no semás que el tránsito de un nivel d


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conciencia a otro.Así como la célula fecundada s

divide multiplicándose para acabar, euna inexplicable paradoja, formando ununidad, las sucesivas diferenciacioneque multiplican las formas de l

creación acaban integrándose esistemas mayores que, a su vez, sntegran en otros, y en otros, hast

conformar una inconmensurable unidacósmica que aloja en su seno el tiempoel espacio y la mente individual. El eg

diferenciador es algo tan transitoricomo las gotas de agua que salpican laolas. Durante un breve instante tienecaracterísticas propias: forma, tamaño


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peso… pero enseguida se funden confunden en su esencia, que es eocéano.

El ego es generador de deseos. Eesfuerzo por satisfacerlos es el motor da peripecia humana. Sin nuestros afane

egoístas, sin la fuerza motriz de luchapor esa pequeña satisfacción quproducen los deseos colmados, l

humanidad no sería más que un sueñutópico. La ignorancia, como se ve, nes más que una forma de sabiduría qu

hace del ego un instrumentmprescindible en nuestro estado devolución. En la identificación con ecuerpo y con la personalidad s


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esconden nada menos que el instinto dsupervivencia, el ansia de felicidad y, esuma, todos los secretos mecanismoque hacen de la vida un lugar abierto a esperanza. Pero conviene distingui

muy bien entre el ego, ese concept

naprensible, gaseoso, transparenteacaso sólo un ectoplasma o un celofánexistente, que tiene, sin embargo, e

nuestras vidas la presencia y solidez duna roca, y el egoísmo, esa otra actituprimaria e insolidaria que empuja a

hombre a buscar sólo la ventajpersonal en detrimento del bien comúnLo primero puede ser una malformaciócongénita, pero lo segundo es un


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preocupante y grave enfermedadegenerativa de la sociedad.


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A El humor

los estudiantes dyoga se les dice cofrecuencia que debe

ener una visión vedántica de la vidaMuchos, al escuchar el consejo, senvaran como si hubieran tragado e

palo de una escoba y adoptan una actituan solemne que se diría que están punto de poner un huevo. Evidentementeson los novicios.

Contemplar la vida gélidamente coos ojos del alma, ver la esencia de la

cosas desvestida de toda apariencia es


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en efecto, una actitud vedántica. Pero nresulta tan aburrida comengañosamente pudiera parecer. Acontrario, asomarse al mundo desdángulo tan singular propicia ese elixisecreto y maravilloso que llamamo

sentido del humor, y sin el cual nadipuede disfrutar realmente de la vida.

Para el sabio, ésta es como un sueñ

mágico en el que todo parece real, omejor, como una inconmensurablrepresentación teatral sin ensayos n

argumento, en la que cada personajsigue una trama distinta e improvisadaajeno por completo a su condición dmero actor. El universo infinito presta s


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decorado de estrellas y esferas a udrama que tiene como escenario estpequeño planeta azul donde se mueveseis mil millones de actores, cada unconvencido de ser el protagonista de lcreación y empeñado en convencer d

ello también a los otros.El hombre común vive su papel

conciencia, encendido unas veces por l

pasión, aplanado otras por la melancolí distraído, las más, en cosillas de poc

más o menos. A veces riendo, a vece

lorando. Impulsado, de pronto, por lbrisa del entusiasmo o varado en lcalma chicha del desencanto. Todo lafecta. Todo es real porque lo viv


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como tal. Para este hombre, el sentiddel humor es forzosamente limitadoSólo es capaz de aplicarlo a otros. Nsabe reírse de sí mismo.

Hay un humor nacido de lgnorancia que consiste en reírse d

otros y está cargado con las emocionesmpurezas, frustraciones, resentimientos

complejos o estulticia de quien se ríe

Es un humor que puede ser ingenuomalicioso, corrosivo, sarcásticosuperior…, pero nunca puro.

Existe otro, sin embargo, el humopor antonomasia, que nace de lsabiduría y el distanciamiento. Consisten situarse uno enfrente de sí mism


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para verse como algo ajeno, sin olvidanuestra condición de actores para ndentificarnos con el personaj

representado. Es este un humovedántico, serio, inteligente, compasivofilosófico y didáctico. No se expresa e

risotadas, ni siquiera en sonrisas dmelón, pero produce un regocijo íntim se nota en la mirada.

La actitud vedántica de entender quas cosas no son como parecen, que tod

es un fuego de artificio, un jueg

fantástico creado por la mente condenado a desvanecerse como usueño cuando ésta se apague, permite ahombre hacer del drama comedia y as


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no abrasarse con el ardor de la pasiónni abatirse cuando menguan las luces da esperanza y el mundo se cubre d

sombras asustadoras. Ser espectadorsaber mirar, no identificarse con loavatares de la comedia; eso es lo qu

propicia el ángulo adecuado para ver lacosas con humor.

En la persona hay un devenir y u

ser. Quien se identifica con lo primeres un actor, quien lo hace con lo segundes un espectador. Si se tiene en cuent

que el humor no es una manera de actuarsino un modo de percibir, resulta fáciconcluir que el sentido del humor eprivilegio de quien sabe situars


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enfrente de las cosas y no dentro dellas. ¿Cómo captar, si no, los guiñocómplices del destino?


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EEl silencio

l universo vive en silencio. Laesferas celestes giran mudas esus órbitas. Las estrella

rradian su luz y su calor a través deespacio inerte y silente. El sonido sóles posible en la atmósfera. Hace falta e

aire para que viajen las ondas sónicaspero, sobre todo, se precisa uperceptor. ¿En cuántos lugares del anchmundo se dan cita atmósfera y oído parque el milagro del sonido se manifieste?

Especula el profesor Tomatis, uconspicuo investigador franco


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canadiense, con que el oído fue en suorígenes un órgano para captar lavibraciones del entorno y recargar coellas el córtex, la capa superficiaperiférica del cerebro. En ese principise basa la repetición de mantras que lo

hindúes han utilizado desde tiempnmemorial para inducir ciertos estado

de adormecimiento sensorial. Con e

iempo, continúa el profesor Tomatis, ehombre aprendió a interpretar ladistintas ondas sónicas que llegaban a s

cerebro y se termino desarrollando lque ahora conocemos como el órgandel oído.

Pero la verdad vive en el silencio


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La palabra sólo fractura, atomizadisminuye, relativiza, deforma y limito inefable. La esencia no cabe en l

palabra o el pensamiento. Por eso losabios de todas las épocas la habuscado en el silencio. El mund

sensorial sirve para excitar la mentepara hacer de la monotonía de labsoluto un caleidoscopio de colores, u

carrusel de emociones, una borracherde sensaciones: entretenimiento y fuegode artificio, nada. Tras la resaca, e

quieto devenir del ser permanecnalterable en su curso atemporal. Lque importa, lo que libera, está más alldel ruido y del color. Vive en lo


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abismos del silencio y sólo se percibcuando se aplaca el bullicio de losentidos.

¿Por qué es tan difícil vivir en esilencio? Porque es un ámbito conquistar. Es el territorio de los má

fuertes, de los que miran la muerte cara cara, de los que no se dejan engañapor los cambiantes destellos de l

ntrascendente, de los que han apuradhasta la última gota del gozo sin habeogrado saciar su sed. Es tierra d

hombres sin miedo, hartos de vidabuscadores de lo eterno. Es un lugasagrado para el sabio, pero un infiernpara el pusilánime.


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El silencio no es la nada, es lplenitud. Todo vive allí en un ordeperfecto, transparente. Cuando unmente agitada, recalentadasobrecargada de emociones y excitacióraspasa el umbral de los sonidos y s

adentra en la quietud de las esenciasuna misteriosa mano balsámica laplaca, sosiega, tranquiliza, libera

cura de las heridas autoinfligidasntroduciéndola en una nueva dimensión

¿Qué hay que ganar en el silencio

Las ventajas de mouna (así denomina lradición hindú a esta prácticespiritual) son incalculables. En primeugar, la reflexión. Normalmente, e


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iempo de pensar lo empleamos ehablar, pero las palabras mueren apenanacidas, mientras el pensamientperdura. La mente que se acostumbra asilencio se hace naturalmente reflexiva profunda. La discriminación toma e

ugar de la pasión.Otra ventaja nada desdeñable es e

ahorro de energía. Las palabras, s

construcción y emisión, requieren uconsiderable desgaste de energía mentaEl silencio permite que esa energía s

ransforme en lucidez receptiva. Losentidos se afinan y ganan eperspicacia y penetración.

El acrecentado poder d


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observación nos muestra el ingentcaudal de banalidades que se dicen sicesar, el derroche inútil a que llevan laconversaciones intrascendentes. Desdel silencio duelen más las palabranútiles, las disputas fogosas, la estéri

ensión emocional. Así aprendemos ahorrar disparates, a preservar la mentdel verbalismo hueco, a evita

situaciones y compañías tamproductivas como fatigosas.

En cierta manera, la suma de esta

circunstancias conduce inexorablementa la vida interior, al cultivo de lmeditación. Las palabras no sóldesgastan físicamente, sino que está


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estrechamente vinculadas a la actividamental, al juego de las emocionesHablar con alguien equivale a entrar euna suerte de relación interactiva de lque no resulta fácil zafarse. Es comverse atrapado en un carrusel sin fin qu

sólo termina con el silencio.Pero es éste un silencio merament

físico, una ausencia de voz, que n

mpide la agitación interior, secuela da efervescencia emocional. La

emociones ebullentes, como el agu

urbia, necesitan un tiempo considerablpara posarse. Vivir en el silenciomantener aplacados los ardores de lpasión, es el requisito básico par


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abstraerse de las cosas del mundo bucear en el ser, tratando de detenencluso al propio pensamiento, que no e

otra cosa que el parloteo interiorpronunciado tan bajito que no llega articularse.

El auténtico silencio no es sólvocal, implica también la paralizacióde la actividad mental. La palabra es l

expresión del pensamiento, pero ambosverbo e intelecto, han de claudicar parque sobrevenga el silencio reparado

que abre las puertas de la verdad, esnada empreñada de vida y eternidaddonde residen seminalmente todas lacosas antes de manifestarse.


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Aun a nivel cotidiano, el silencio eel mejor bálsamo para las heridas dealma. Dos horas diarias de recogimientsin hablar aquietan la mente y lrecargan de energía. Un día completo dretiro en soledad, dedicado a la lectura

el estudio y la meditación es unexperiencia de incalculable valoespiritual. Dedicar un período del año

uno o varios meses, a practicar mounsupone un gesto místico cuyamplicaciones pueden durar toda la vida

Vivir en silencio, como los cartujos, euna opción admirable que no puede secomprendida por las mentes mundanas.

El silencio todo lo impregna. Es l


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música del alma. Es la morada de lpaz. Es la voz del ser. Como el aire, estpresente en todo lugar. Los sonidos, lmúsica, las palabras no son más qubreves paréntesis, meras anécdotasnterferencias superpuestas que impide

captar el silencio de fondo que acogodas las cosas. Los más alto

conceptos, la esencia de las leye

universales, se resumen en un instante dsilencio. No hay verbo más poderosque el que emana del silencio y v

envuelto en amor. Una sola palabradicha en silencio, es más poderosa qucien discursos.

El gran maestro Sivanand


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aleccionaba así a sus discípulos a laorillas del Ganges: «Quien observsilencio disfruta de una paz, unfortaleza y una felicidad desconocidapara el mundo. Está en posesión de unenergía desbordante. Siempre aparec

sereno y en calma. En el silencio, vivea fortaleza, la sabiduría, la paz, lemplanza, la alegría y el gozo. Allí s

encuentran también la libertad, lperfección y la independencia».


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EEl temor

l miedo es un instinto común todos los hombres, del qunadie está completamente libre

La conducta humana y sus actitudeante la vida están condicionadas, en gramedida, por esos temores que brotan d

nuestro interior en grados diversos quvan desde la simple timidez hasta epánico desatado, pasando por alarma el terror. El miedo frena y atenaznuestros actos. Este hecho ha sidargamente conocido y aprovechado, ravés de los tiempos, por alguno


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hombres para ejercer dominio sobrotros. Las doctrinas religiosas, codiablos de fuego y azufre para castigar os malos, y la inmensa crueldad d

algunos tiranos, constituyen ejemploválidos de una variada gama d

manipulaciones y abusos que ha idmetamorfoseándose hasta adquiriformas más suaves en nuestros días.

Un temor normal puede sesaludable hasta cierto punto, puesto qua veces pavimenta el camino del propi

progreso, ayuda a preservar la vida actúa como estímulo en el cumplimientdel deber. Un abogado que tema adquirimala reputación, por ejemplo, ser


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extremadamente aplicado en la defensde cada caso. El problema es que ehombre teme en exceso. Teme por spropia vida, por su buen nombre posición, por su familia y por suposesiones. A medida que adquier

bienes, fama y poder, adquiere tambiéel temor a perderlos y eso conlleva lconstante preocupación de velar por s

salvaguardia, lo que le convierte evíctima de su propia ambición. Quieposee, teme. Ésta es una debilida

común en distintos grados, a todos lohombres.Existe otro tipo muy común d

miedo que es imaginario o «irracional»


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Es un temor irreal que constituye ugrave problema para el individuo y menudo se convierte en el factor qupredispone para que la desgracimaginaria que uno teme se produzc

realmente. Tal puede suceder, po

ejemplo, al conducir un coche coaprensión. Tampoco es infrecuente, soye decir a los médicos, que un pacient

otalmente sano, pero temeroso de habecontraído cáncer, termine siendo víctimde la enfermedad. Casos más conocido

son los de estudiantes bien preparadoque fracasan en sus exámenes por causdel miedo y nerviosismo que éstos leproducen.


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Algunos temores antinaturales sdenominan fobias. Quienes los padeceno se ven amenazados por ninguna causobjetiva y próxima y, sin embargo, soncapaces de liberarse de su

sentimientos negativos. Los hay qu

emen a las ratas, a la oscuridad, a laormentas… Algunos tienen miedo a l

soledad. Otros, a las grande

muchedumbres (agorafobia) y muchos sespantan cuando penetran en espaciocerrados, como túneles, ascensores, etc

claustrofobia).En estos casos, el temor es para lmente lo que la parálisis para el cuerpoEs el principio de todos los males, y


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que los temores de un cobarde lexponen a todo tipo de peligros. Cuandel miedo es constante, uno pierde lconfianza en sí mismo y en la propicapacidad, y se siente incompetente abocado al fracaso. Además, lo

emores imaginarios causaenfermedades, consumen la energía decuerpo y producen desasosiego

pérdida de vitalidad.Podemos, pues, distingui

claramente dos tipos de temor: el real

el imaginario. El primero estrelacionado con el apego. Uno se apega su pluma, a su automóvil, a sus hijos, sus posesiones o a su propia vida y tem


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perderlos. Dondequiera que hay apegohay temor. Dondequiera que hay temorhay debilidad y pacto. No es otra lrazón por la que los renunciantes tratade desprenderse de sus deseos. De esforma, se liberan del apego y

finalmente, del miedo, haciéndosauténticamente libres. Mientras haydeseos en el corazón del hombre, ést

será esclavo del apego y del temor.El origen de los temores imaginario

o neuróticos se remonta a menudo a l

nfancia. La mente del niño es mumpresionable y plástica. Las semilladel temor pueden permanecer latentes dormidas en su mente subconsciente


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germinar más adelante hasta convertirsen fobias. Los padres y educadoreienen una gran responsabilidad duranta formación del niño. Jamás debe

decirles nada que pueda asustarles. Poel contrario, deben contarles historias e

as que sean resaltadas la generosidad el valor. Así plantarán en sus mentesemillas positivas que puedan germina

en grandes virtudes.Para conquistar el miedo es preciso

en primer lugar, enfrentarse a él. E

hombre teme más a lo que desconoce. Suna persona siente miedo de hablar otra, debe mirarle abiertamente a loojos y su temor se desvanecerá.


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Quien sea cobarde ha de esforzarsen encontrar valor en su corazón. Lpositivo siempre se impone a lnegativo. Concentrándose en la cualidaopuesta, el miedo termina podesaparecer. Éste es el método de lo

oguis. La introspección es también dgran ayuda. Si uno se sientranquilamente y reflexiona, los temore

maginarios se desvanecen. Es precisaprender a discriminar. Finalmente, paros creyentes, Dios es el refugio de su

devotos. Quien se abandona en él coperfecta fe, se ve libre de todo temor.Algunos psicólogos opinan que n

puede existir una ausencia absoluta d


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emor y que sólo pueden conseguirsciertos logros en su conquista. Siembargo, los Upanishads aseguran quel «sabio que tenga el conocimiento d

rahman(experiencia trascendentalestará libre de todo temor». Hay un

anécdota de un famoso sabio hindú quviene al caso: uno de sus discípuloestaba atravesando una profunda crisi

nerviosa con frecuentes sobresaltos. Udía se dirigió al maestro para pedirldeterminada cantidad de dinero con l

que pensaba realizar un largo viajeAquél le contesto que la situaciófinanciera no le permitía darle lcantidad solicitada y el estudiante s


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retiró contrariado y furioso. Aquellarde, el maestro, sintiendo la angusti

que afligía el corazón del estudiante, sdirigió a su cabaña con ánimo dlevarle consuelo e inspiración. E

discípulo, al verle, se abalanzó sobre é

fuera de sí y, tras derribarle, trató dasesinarle blandiendo un hacha. Al oíos gritos, acudieron otros discípulos. E

primero en llegar describió así lescena: «El maestro, caído en el suelcon el hacha sobre su cabeza, estab

radiante, con una dulce sonrisa en suabios y una expresión impresionante dranquilidad. Viéndole, más parecía qu

su verdugo le estuviera haciendo un


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ofrenda de flores».Es un hecho que el temor contrae

mientras el amor es expansivo. Lconducta humana está casi siemprnspirada en la ignorancia y el temor

pero no es menos cierto que pued

estarlo también en la sabiduría y eamor.


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concupiscencia. A tal punto llegó eestado de las cosas, que el esforzadcélibe determinó empotrar dos salientede madera en la pared de su mísercelda. Uno más abajo para sentarse, y eotro más arriba y adelante para reposa

sobre él los brazos y la cabeza y podepasar así las noches durmiendo evigilia. No fue suficiente el remedio y

as agotadoras noches seguía el suplicide los días poblados de fantasmas deseos inconfesables. No hurtaba s

cuerpo al castigo, pero algún misteriosmecanismo de psicología diabólicransformaba el dolor en un

exacerbación del placer anhelado


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Agotados todos los medios de luchacontra el pecado, sin efecto ya lausteridad, el castigo y la oración, optpor arrojarse desnudo sobre un rosaerizado de espinas. Conmovidas estapor su gesto, dieron en agachar sus dura

púas y dejarse caer desmayadas al suelantes de herirle. Éste fue el gran milagrque llevó a los altares a un hombre d

quien no se conocen mayores méritoque el esfuerzo por reprimir a cualquieprecio los instintos desatados de s

propia naturaleza.Eran unos tiempos en los quconvenía a la Iglesia ejemplificar eesfuerzo de domeñar las pasiones. Ho


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en día hasta el más mojigato de lonovicios a buen seguro que darídistinto tratamiento a las mismaentaciones. ¿Quiere eso decir que eemible «no fornicarás» de la tradicióudeo cristiana se ha convertido en un

entelequia del pasado o, por econtrario, sigue siendo la castidad unvieja virtud en desuso?

La psicología moderna, quizá comás arrogancia que sabiduría, abogabiertamente por una sexualida

saludable y aunque no explica muy bieen qué consiste, parece excluir cualquieforma de represión. La tendencia actuade considerar las relaciones sexuale


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como un modo de comunicación gratificación al margen de la funcióreproductora, es comparable a lgastronomía que hace del comer un artajeno a las necesidades alimenticias. Eambos casos se convierten los medio

—el placer que la naturaleza ha puesten las dos funciones para asegurar lreproducción y la supervivencia de l

especie— en fines.Aun no deseando ser tildado d

carca, mi buen juicio me inclina

pensar, sin que ello implique valoraciómoral alguna, que ahí puede haber algúdislate la impresión que uno tiene, en sgnorancia, después de escuchar


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monjes y expertos es que el instintsexual sigue siendo una fuerzmisteriosa que ni los unos puededominar ni los otros saben manejar eoda su complejidad y con la hondur

debida. Así las cosas, sólo cabe espera

que entre ambos extremos —lrepresión a ultranza y la permisividadesembridada—, cada individuo pued

encontrar por sí mismo esa tranquilvereda que le permita transitar sisobresaltos por la intrincada jungla d

os deseos.En mi auxilio acude en este punto llamada psicología evolutiva, un

novísima especialidad que trata d


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explicar en claves bioquímicas antropológicas la siempre asombrosconducta instintiva de la humanidad. Esu primera entrega ya echa por tierra emito voluntarista de la fidelidad quanto había costado instaurar a las má

variadas instituciones familiaressociales y religiosas. Ya se sabe que noda semilla cae en tierra fértil y el bue

abrador ha de sembrar muchos puñadopara que algún grano fructifique. Vamosque lo que empuja al hombre una y otr

vez hacia sus pares, vienen a decirnosno son las ganas de incordiar ni el amoal pecado, sino un imperativo genéticouna poderosa fuerza que emana de la


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cavernas del subconsciente y cuyosecretos resortes yacen desde siempren las indescifrables potencialidadequímicas del ADN. A quienes estépensando en hacer voto de castidad máes valdría saber que tienen que vérsela

con tamaño enemigo.¿No debe ser el ejercicio de l

voluntad del ser evolucionado suficient

garantía de una conducta apropiadaejos de la simple respuesta animal

Delicado asunto éste. Para empezar

¿quién establece, por encima de lnaturaleza, cuál es la «respuestadecuada»? Desde que uno comprendique las leyes de Dios las hicieron lo


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hombres, siempre ha visto en esomandamientos una conveniencia sociaantes que una regla del juego divino. Nse me oculta que la promiscuidarrestricta en las pequeñas comunidade

familiares o tribales en que vivían lo

hombres en el pasado remoto pudhaber sido una fuente de conflictoscelos, odios y enfrentamientos qu

parecería aconsejable acotar con normaestrictas. De hecho, lo sigue siendncluso en nuestras modernas sociedade

urbanas. Pero la represión de fuerzavivas y pugnaces también puede daugar a graves conflictos interiores

Hasta en las cárceles ha habido qu


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ratar de aplacar la agresividacontenida de los penados facilitándoleel desahogo sexual.

Cuando la pasión prende en ecorazón humano, no caben sino trealternativas: sublimarla, expresarla

reprimirla. La primera sería ciertamenta ideal, pero no conozco a nadie capa

de tal gesta. Por otra parte, l

fecundación indiscriminada, propia desemental, resulta harto extenuante parel hombre, que pierde sus mejore

energías en el empeño, restándolas podemás a otras funciones de mayoenvergadura. La tercera opción, lrepresión sostenida, acarrea mucho


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males: multiplica la agresividadneurotiza y obsesiona. En mi modestcriterio, es un grave error llamar a escastidad y considerarlo una virtud. Lfirme voluntad que el renunciante opona sus impulsos sexuales sólo impid

explicitar un acto, pero no acaba con edeseo de disfrutarlo. La auténtica virtusería la sublimación, la ausencia d

deseo, la liberación de la servidumbrdel instinto. Mucho, para pobrecriaturas en desarrollo.

Me temo que mientras sigamosometidos al principio de la atracción cohesión de los cuerpos no tendremoos humanos otra alternativa que recurri


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a la eutrapelia y tratar de mantener uequilibrio inteligente entre lomecanismos de expresión y represión da energía sexual. Dicho sea con tod

cariño y respeto, tanto a los admirablecélibes que se afanan en vivir d

espaldas a la llamada del sexo, como os briosos jinetes y desinhibida

amazonas que prefieren galopa

desaforadamente en pos del placer.


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C La esencia

inco siglos antes de que lo pies del Mesías hollaran laarenas del desierto de Judea

os sabios atomistas griegos, según noo cuenta Lucrecio en su De rerum

natura, ya sostenían que la materi

estaba compuesta de átomos invisibles ndivisibles, que las propiedades de loobjetos dependían del tamaño y formde aquellos y que todo cambirepresenta simplemente una variación eel agrupamiento atómico. La naturaleza composición de esas indestructible


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partículas microscópicas, que se creíconstituían la entraña de la materia, erconsiderada como la misteriosa obra dDios. Más tarde, pensadores taeminentes como Francis Bacon Descartes y científicos destacados com

galileo o Newton se harían eco de estanociones que fueron ley hasta bieentrado el presente siglo.

En los inicios de esta vigésimcenturia, el descubrimiento del electró la radiactividad comenzó a levanta

sospechas sobre la solidez deprincipio. Hoy sabemos que la materiestá organizada en campos. Los átomoconstituyen simplemente el campo en e


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que se organizan otras partículamenores, como los electrones, protoneo neutrones, y, a su vez, estáorganizados en moléculas. Éstas sorganizan en tejidos y éstos en órganoque, a su vez, forman cuerpos

sociedades, conductas, etc. La físiccuántica ha llegado a la conclusión dque las partículas subatómica

constituyen otro campo que organizexpresiones de energía tamicroinfinitesimales y efímeras que sól

pueden considerarse proabilidadesAunque no hay constancia irrefutable nprueba experimental de su existencia, sda por hecho que son doce y reciben e


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nombre de quarks. A partir de ahí, todentra de nuevo en el insondable especulativo ámbito de la metafísica.

Milenios antes de que Demócrito Epicuro consolidaran en Atenas seoría atómica, la cosmogonía védica y

establecía que la esencia última de todaas cosas estaba constituida por treunas, o cualidades últimas

denominadas sattua, rayas y tamasEstas tres fuerzas, o tendenciantrínsecas universales, conocería

períodos de equilibrio y mutuneutralización (la noche cósmica, tras ldisolución del universo), y otros dactividad que propiciarían el desperta


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de energías latentes, dando lugar nuevas creaciones.

Sattua es pura, positivaransparente y luminosa. Representa e

equilibrio, la armonía, la estabilidad a perfección.

Rayas es responsable demovimiento, la acción, el cambio y lenergía. Tiene la capacidad de crear

destruir.Tamas refleja un estado opaco

oscuro, inerte, aún no alcanzado por l

actividad, la luz o la inteligencia.Del mismo modo que mezclando trecolores el pintor puede obtener infinitoonos, la interacción de las tres guna


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crea la gama infinita de objetossensaciones y sentimientos quconstituyen el universo conocido. Loquarks, electrones, átomos, célulasejidos, órganos, cuerpos, especies

sensaciones, conductas, etc. so

resultado de la progresiva densificacióde estas cualidades esenciales y de sfluctuante danza caleidoscópica. El má

mínimo cambio en la dinámica de snterrelación es transmitido dnmediato, a través de los distinto

campos, hasta alcanzar el propipensamiento humano. Nos encontramos así con que e

carácter de los objetos, lugares


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pensamientos viene determinado por luna predominante en cada momento

Cuando es sattua la que prevalece, lmente experimenta lucidez, paz, amorcentramiento y euforia espiritual. Si srata de rayas, aparecen la pasión, l

ofuscación, la agresividad, el desatino a desmesura. La influencia de tamas dugar, finalmente, a la abulia, la pereza

a inercia, la dejadez, el abandono y lestupefacción. Curiosamente, el libralbedrío, propio de las criatura

humanas, tiene la facultad de modificaa relación de las gunas en destino. Asun pensamiento deliberadamentpositivo, generoso y preñado de amo


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puede revertir el proceso, afectando, poresonancia, los campos químicosfísicos y energéticos, hasta propiciar eestablecimiento, en origen, de sattua.

Ninguna guna puede manifestarse eestado puro, por cuanto la presencia d

as otras es inevitable, pero lfluctuación entre ellas es constanteComo constante es el cambio en tod

naturaleza. Momento a momento, cuantexiste, muda; hasta el punto de que serímás apropiado hablar de procesos ante

que de objetos, al referirnos a las cosasEsta danza cósmica de la materia quresalta Fritjof Capra en su libro El Tade la Física, es la que la iconografí


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hindú ha representado ancestralmente ea figura de Nataraja, el dios danzant

con numerosos brazos que transmiten ldea del movimiento incesante.

Ese estado ideal que el hombrpersigue con denuedo desde el origen d

os tiempos, y que hemos dado en llamafelicidad, viene dado por la hegemoníde sattua. Las técnicas del yog

persiguen, con métodos milenarios lransformación de tamas en rayas, y d

ésta en sattua. En la medida en que e

ogui consigue vencer la pereza apaciguar la pasión, entra en un estadde gran beatitud que se denominsamadhi, donde no caben la ignorancia


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el egoísmo, la enfermedad ni el dolor.Mientras llega ese ansiado paraíso

quizá convenga tomar buena nota de quos diferentes momentos del día, lougares que frecuentamos, los alimento

que ingerimos, las lecturas qu

escogemos y las personas qufrecuentamos, están imbuidas por lnaturaleza de sus correspondiente

unas y ejercen un efecto miméticsobre nuestra propia mente, qureacciona en consonancia. La músic

sublime de Schubert produce en quien lescucha un efecto muy distinto al quproduciría un concierto de rock duro. Eambiente rayásico de una discotec


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predispone a la excitación y edesenfreno, mientras que erecogimiento y el silencio de una cartujextienden un delicado bálsamo sobre eánimo.

Cada uno se siente atraído po

distintas compañías, lugares situaciones, según la guna predominanten su carácter. Un místico no soportarí

ni cinco minutos el ambiente infernal dun bar de copas, del mismo modo que uamante de la noche sufriría lo indecibl

con el recogimiento de la meditaciónPero, dejémoslo bien claro, no parecratarse de opciones distintas, sino d

grados de refinamiento y evolución.


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E La espiritualidad

l mundo del espíritu einvisible, intangible inmaterial. Está más allá de l

que pueden percibir los sentidos y de lque es objetivable. Con esta premisa ¿quién puede extrañar que se haya

apoderado de él clérigosparapsicólogos, esotéricos de todcalaña, espiritistas, predicadorebaratos, curanderos de operetaembaucadores y charlatanes de todaya? Han inventado cielos e infiernos

ángeles y arcángeles, almas en pena


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espíritus desencarnados, contactoastrales, apariciones, materializacione cuanto se le

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Cosas que aprendi de Oriente - Francisco Lopez-Seivane.pdf