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Apuntes de Belloch, Psicopatología. Uned
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Psicopatología 14/15 Cristina Gil
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1. EL ESTRÉS
1. ¿QUÉ ES EL ESTRÉS?
Los enfoques fisiológicos y bioquímicos consideran el estrés en términos de respuestas, las orientaciones
psicológicas y psicosociales en cambio tienden a asumir el estrés como un fenómeno externo, focalizado
en el estímulo. Nos encontramos, por tanto, ante dos tipos de perspectivas, las que enfatizan el
componente externo (estresor) y las que enfatizan el componente de respuesta fisiológica. Pronto, no
obstante, se propuso un nuevo componente, específicamente los factores psicológicos o subjetivos
(≪cognitivos≫) que median entre los agentes estresantes y las respuestas fisiológicas de estrés.
Básicamente, se deduce que el estrés es un fenómeno complejo, que implica al menos a estímulos y
respuestas, y a procesos psicológicos diversos que median entre ambos.
2. ORIENTACIONES TEÓRICAS SOBRE EL ESTRÉS
A. TEORÍAS BASADAS EN LA RESPUESTA
1. Teoría del estrés de Selye
Este autor es al que podemos considerar fundador de este área de investigación aplicada a las ciencias de
la salud. En su teoría entiende el estrés como una respuesta no específica del organismo. Este autor ha
definido el estrés como ≪el estado que se manifiesta por un síndrome especifico, consistente en todos los
cambios inespecíficos inducidos dentro de un sistema biológico. Así, el estrés tiene su forma y composición
características, pero ninguna causa particular≫. El agente desencadenante del estrés (estresor o
alarmigeno) es un elemento que atenta contra la homeostasis del organismo. Es estresor, por tanto, todo
agente nocivo para el equilibrio del sistema homeostático del organismo.
Posteriormente lo redefine enfatizando que se trata de respuestas inespecíficas del organismo a demandas
hechas sobre él. Según esta teoría, cualquier estimulo puede ser estresor siempre que provoque en el
organismo la respuesta inespecífica de necesidad de reajuste o estrés. El estrés, indica Selye, no es algo
que por si mismo deba ser evitado; puede estar asociado tanto a experiencias o estímulos desagradables
como agradables (la carencia total de estrés significaria la muerte). Cuando se afirma que un individuo
sufre de estrés significa que este es excesivo, es decir, implica un sobreesfuerzo del organismo al
sobreponerse al nivel de resistencia de este.
Cannon influyo de forma notoria en Selye, en particular a partir de su hipótesis sobre la homeostasis, es
decir, la capacidad que tiene todo organismo para mantener constante un equilibrio interno, pero la
ventaja de la teoría de Sele es que ofrece una definición operativa del estrés basada en la acción de dos
fenómenos objetivables: el estresor y la respuesta de estrés. Un estresor es cualquier demanda que evoca
el patrón de respuesta de estrés referido; puede ser físico psicológico, cognitivo o emocional. La respuesta
de estrés está constituida por un mecanismo tripartito que denomina síndrome general de adaptación
(SGA). Cuando la respuesta de estrés persiste en el tiempo se produce un síndrome estereotipado cuyo
desarrollo incluye estas tres etapas:
1. Reacción de alarma: Reacción del organismo cuando es expuesto repentinamente a diversos estímulos a los que
no está adaptado. Esta etapa tiene dos fases: la fase de choque que es la reacción inicial e inmediata al agente
nocivo (síntomas típicos la taquicardia, bajada de temperatura, perdida muscular…) y la fase de contrachoque que es
una reacción de rebote, una movilización defensiva durante la cual se da un incremento de corticoides, y en general
signos opuestos a la fase de choque.
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2. Etapa de resistencia: Si el agente es incompatible con la vida, el animal muere. Pero si puede sobrevivir a la
reacción de alarma, llega esta fase de resistencia. En esta etapa se produce adaptación del organismo al estresor
junto con una mejora y desaparición de los síntomas. Se caracteriza por una resistencia aumentada al agente nocivo
particular y por una menor resistencia a otros estímulos. Así pues, se obtiene la impresión de que se adquiere la
adaptación a un agente a costa de la menor resistencia a otros agentes. La mayoría de los cambios morfológicos y
bioquímicos presentes durante la reacción de alarma desaparecen durante este periodo y en algunos casos se
invierten.
3. Etapa de agotamiento. Si el organismo continua expuesto al estresor prolongadamente pierde la adaptación
adquirida en la fase anterior entrando en la tercera fase o de agotamiento. El agotamiento llega si el estresor es
suficientemente severo y prolongado. Reaparecen los síntomas característicos de la reacción de alarma y puede
significar la muerte del organismo.
Las principales objeciones a la teoría de Selye señalan que no está formulada de manera científica así como
el problema del componente emocional del estresor y el concepto de inespecificidad.
2. Crítica al concepto de inespecificidad.
Una de las hipótesis más controvertidas de la teoría de Selye es su idea de que la respuesta de estrés es
inespecífica, ya que puede observarse ante diversos estresores como el frio, el ejercicio físico, el calor o el
dolor. Selye asume que todos estos estresores tienen en común que inducen activación. Sin embargo, lo
que se desprende de los trabajos de Mason es que las denominadas respuestas inespecíficas están
producidas por estímulos emocionales, por lo que más apropiado que el concepto de inespecificidad sería
el de “activación emocional”
Según Mason lo que existe es una respuesta específica para todos los estímulos emocionales, la respuesta
de estrés podría interpretarse más bien como una respuesta provocada por el factor psicológico que
acompaña a todos los agentes que amenazan la homeostasis del individuo. Para hipotetizar esta idea, se
dedicó a separar experimentalmente los efectos psicológicos de los físicos. (leer experimento pag.7)
3. Definición del estrés
Básicamente, se ha asumido que el estrés implica dos conceptos, el de estresor y el de respuesta de estrés.
Cuando se dice que alguien tiene estrés, tanto en el ámbito científico como en otros medios, se asume
implícita o explícitamente que se trata de un estado del organismo producido por agentes diversos. Es
decir, el estrés se entiende primariamente como una respuesta. En general en muchas teorías subyace la
idea de que el estrés supone un estado del organismo caracterizado por el sobreesfuerzo. El problema de
los enfoques centrados en la respuesta consiste en que entienden que ésta es únicamente orgánica. Lo que
sí está claro es que el estrés implica un proceso de reacción especial (sobreesfuerzo) ante demandas
fundamentalmente de naturaleza psicológica.
B. TEORÍAS BASADAS EN EL ESTÍMULO
Las definiciones basadas en el estímulo interpretan y entienden el estrés en términos de características
asociadas a los estímulos del ambiente, interpretando que estos pueden perturbar o alterar el
funcionamiento del organismo. Aquí el estrés se localiza fuera del individuo, siendo el strain (efecto
producido por el estrés) el aspecto correspondiente a la persona. Aquí el estrés sería una variable
independiente, mientras que en el enfoque anterior se considera una variable dependiente.
Se basan en la ley de la elasticidad de Hooke que explica cómo se produce deformación en los metales. La
idea principal es que el estrés (o demanda que se ejerce sobre un metal) produce deformación (strain). Si
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el strain producido está dentro de los límites de la elasticidad del metal, cuando el estrés desaparece el
metal retorna a su estado original. Sin embargo si sobrepasa dicho límite, aparecen daños permanentes.
Las personas también poseemos ciertos límites de tolerancia al estrés, por encima de ellos se haría
intolerable apareciendo daños fisiológicos y/o psicológicos. Esta orientación es la que más se acerca a la
idea popular de estrés.
Un importante problema que se plantea al subsumir esta perspectiva teórica es la delimitación de las
situaciones que puedan ser consideradas de estrés o “estresantes” cosa que, lógicamente, puede variar de
una persona a otra. Weitz trató de clasificar las diferentes situaciones consideradas estresantes en la
investigación y señaló estas ocho categorías:
1. Procesar información velozmente; 2. Estímulos ambientales dañinos; 3. Percepción de amenaza; 4.
Función fisiológica alterada; 5. Aislamiento y confinamiento; 6. Bloquear, obstaculizar; 7. Presión grupal y
8. Frustración.
Estos modelos basados en el estímulo en general se incluyen en la perspectiva conocida como enfoque
psicosocial del estrés o enfoque de los sucesos vitales.
C. TEORÍAS BASADAS EN LA INTERACCIÓN
Las teorías interactivas o transaccionales tienden a maximizar la relevancia de los factores psicológicos
(básicamente cognitivos) que median entre los estímulos (estresores o estresantes) y las respuestas de
estrés. En los otros enfoques que hemos visto se considera a la persona como algo pasivo en el proceso,
mientras que en esta se especifica que el estrés se origina a través de las relaciones particulares entre la
persona y su entorno. La principal teoría desde esta perspectiva corresponde a Lazarus y Folkman que
definen el estrés como un conjunto de relaciones particulares entre la persona y la situación, siendo ésta
valorada por la persona como algo que «grava» o excede sus propios recursos y que pone en peligro su
bienestar personal.
La idea central se focaliza en el concepto cognitivo de evaluación (appraisal). La evaluación es definida
como el mediador cognitivo de las reacciones de estrés, es un proceso universal mediante el cual las
personas valoran constantemente la significación de lo que está ocurriendo en relación con su bienestar
personal. La teoría de Lazarus distingue tres tipos de evaluación: primaria, secundaria y reevaluación.
La evaluación primaria se produce en cada encuentro o transacción con algún tipo de demanda externa o
interna. Es el primer mediador psicológico del estrés y puede dar lugar a cuatro modalidades de
evaluación:
1. Amenaza. Anticipación de un daño que, aunque aún no se ha producido, su ocurrencia parece inminente.
2. Daño-pérdida. Se refiere a un daño psicológico que ya se ha producido (por ejemplo, una pérdida irreparable).
3. Desafío. Hace referencia a la valoración de una situación que implica a la vez una posible ganancia positiva y una amenaza. Resulta de demandas difíciles, ante las que el sujeto se siente seguro de superarlas siempre que movilice y emplee adecuadamente sus recursos de afrontamiento.
4. Beneficio. Este tipo de valoración no induciría reacciones de estrés.
A partir de las tres primeras formas de evaluación, se pueden deducir tres tipos de estrés (de amenaza, de
pérdida, de desafío) Otra consecuencia es la valoración de que el estrés no es un fenómeno unitario.
Los dos tipos restantes de evaluación ocurren temporalmente después de la primaria. La evaluación
secundaria se refiere a la valoración de los propios recursos para afrontar la situación. Se sugiere que la
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reacción del estrés depende sustancialmente de la forma en que el sujeto valora sus propios recursos de
afrontamiento y esa valoración determina en gran medida que el individuo se sienta asustado, optimista o
desafiado. Finalmente, la reevaluación implica los procesos de feedback que acontecen a medida que se
desarrolla la interaccion entre el individuo y las demandas externas o internas. La reevaluacion permite
que se produzcan correcciones sobre valoraciones previas; por ejemplo, tras ser valorados los recursos de
afrontamiento, una demanda puede reevaluarse con mucho menor grado de amenaza.
El factor determinante en la teoría de Lazarus viene a ser que una situación potencialmente estresante
llegue o no a producir estrés en el sujeto, es decir la relevancia que tiene la evaluación cognitiva. La
persona aquí es considerada como algo activo, de forma que hablamos de un modelo procesual.
D. MODELO PROCESUAL DEL ESTRÉS
El estrés implica un conjunto complejo de variables que funcionan en niveles diferentes e interactúan entre
sí. Para ello hay ciertos elementos esenciales, como la presencia de agentes externos o internos, procesos
de evaluación cognitiva, estrategias de afrontamiento, unas respuestas psicológicas y fisiológicas y también
la influencia de variables moduladoras o factores predisposicionales.
El modelo procesual se estructura sobre la base de siete etapas:
1. Demandas psicosociales: Son los agentes externos causales primariamente del estrés. También esta
dimensión puede incluir agentes ambientales naturales (frio, calor, humedad, radiación…) y artificiales
(ruido, contaminación…). Este tipo se denominan estresores ambientales. Cuando hablamos de estrés
psicosocial nos referimos a sucesos mayores o sucesos vitales (como perder el trabajo), a los sucesos
menores (estrés diario) y al estrés crónico (por ejemplo laboral). El estatus socioeconómico está muy
relacionado con estas demandas: un estatus bajo suele asociarse a más estresores, a peor apoyo social y a
características personales negativas.
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2. Evaluación cognitiva: Se refiere a la valoración cognitiva que efectúa el individuo con respecto a la
situación o demanda psicosocial. Suele ser consciente, aunque también puede no serlo, y suele implicar
siempre alguna forma de amenaza para el individuo. Los estudios señalan que existen al menos dos tipos
de facetas relacionadas con la evaluación cognitiva. Una viene dada por el tipo de amenaza que provoca la
demanda psicosocial, que puede ser de perdida, de un peligro más bien inminente, o de desafío. Estos tres
tipos suelen depender fundamentalmente de la naturaleza propia de la demanda, de las características del
individuo o de ambas cosas. Se puede evaluar la demanda según diversas características (características de
demanda) como son la valencia positiva o negativa, la independencia o no de las acciones del individuo, la
controlabilidad sobre ella o lo predecible en cuando a que puede ser esperada o no.
3. Respuestas de estrés: Incluye en primer lugar las respuestas fisiológicas, como las neuroendocrinas o las
asociadas al SN autónomo. También las respuestas psicológicas (fundamentalmente respuestas de
ansiedad y/o depresión) que contribuyen a formar la “respuesta de estrés” como las respuestas
emocionales. También existen componentes cognitivos y motores que a veces es difícil separar de los
emocionales.
4. Afrontamiento: Son los esfuerzos conductuales y cognitivos que emplea el sujeto para hacer frente a las
demandas estresantes así como para suprimir el estado emocional del estrés. En realidad esta sería la
última etapa del proceso de estrés propiamente dicho.
Estas cuatro fases interaccionan constantemente en un proceso dinámico. Por ejemplo un afrontamiento
eficaz podría influir sobre la valoración cognitiva de la situación y sobre la propia situación psicosocial.
Entre el afrontamiento y los componentes psicológicos y fisiológicos de la respuesta de estrés hay una
relación muy estrecha, es difícil distinguirlos en ciertas situaciones. El afrontamiento, al igual que la
evaluación cognitiva, es una variable mediadora de la respuesta de estrés, con independencia de cuál sea
la naturaleza del estresor, sirve, bien para cambiar la situación de la que emergen los estresores, bien para
modificar el significado de la situación para reducir su grado de amenaza, o bien para reducir los síntomas
del estrés. Por tanto, podría decirse que el afrontamiento constituye el elemento esencial que emplea el
individuo para hacer frente al estrés, pudiendo dirigir su acción tanto a los estresores (tratando de
eliminarlos o reducir su nivel de amenaza) como a sus propias respuestas fisiológicas psicológicas o
sociales.
5. Características personales: Incluye un conjunto de variables que pueden influir sobre las cuatro etapas
anteriores. Pertenecen a este nivel variables como los tipos de personalidad, los factores hereditarios en
general, el sexo, la raza, etc. Son variables relativamente estables y que diferencian a unos individuos de
otros. No solo se perciben de manera diferente las amenazas de las situaciones estresantes, sino que
también pueden emplear diferentes habilidades, capacidades y recursos de todo tipo para hacerlas frente.
Influyen tanto en la evaluación que el individuo hace de la demanda psicosocial como en las estrategias de
afrontamiento ante ella, de forma que todas estas variables personas pueden mediar las respuestas del
estrés a través de su acción sobre estos mecanismos.
6. Características sociales: Las más relevantes para el estrés son el apoyo social, el nivel socioeconómico, y
las redes sociales. El apoyo social puede ser considerado como un recurso de afrontamiento del estrés,
generalmente hace referencia a las acciones llevadas a cabo a favor de un individuo por otras personas.
Aunque cuando hablamos de apoyo social podemos referirnos tanto a la ayuda percibida como a la
recibida, los efectos de la primera parecen más significativos que los de la ayuda recibida. Un aspecto
importante consiste en integrar la implicación conjunta del apoyo social con el de las redes sociales, que
son los recursos de los que el individuo puede disponer, la estructura y las redes sociales en las que se
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articula dicho apoyo social. La pertenencia a un grupo ayuda a manejar la información relacionada con el
estrés así como a aumentar su autoestima y la resistencia a los efectos de éste.
7. Estatus de salud: más que una fase es un resultado del proceso de estrés, hablamos tanto de salud
fisiológica como psicológica. Un afrontamiento inapropiado del estrés, por ejemplo fumando, puede ser
nocivo para la salud.
3. DEMANDAS PSICOSOCIALES (estrés psicosocial)
Corresponde a la primera fase del modelo que se ve en la figura que hemos puesto antes. Esta perspectiva
entiende que los acontecimientos estresantes constituyen el estrés, y producen una alteración en el
funcionamiento psicológico y somático del organismo.
A. Sucesos vitales
A1. Nuevo marco teórico del estrés
Holmes es a quién debemos esta nueva aproximación conocida como “enfoque de los sucesos vitales”.
Desarrolló un nuevo marco teórico y metodológico para investigar las relaciones entre el estrés y la
enfermedad basada en los fenómenos psicosociales. El resultado fue una prueba de autoinforme,
transformada de un cuestionario de “historia personal” llamado Schedule of Recent Experience (SRE). Con
la primera versión de la SER (1956) Holmes intentó reflejar ≪gravamen psicosocial≫ a que están
sometidos los individuos (en particular los que padecen alguna enfermedad) para relacionarlo con la salud.
La SER consistía en ítems sobre sucesos vitales (life events). Seleccionados de los que habían resultado ser
significativos en las historias personales, y que parecían asociarse con el inicio de las enfermedades. Se
asume que los sucesos vitales pueden evocar primariamente reacciones psicofisiológicas, a mayor cambio,
mayor probabilidad de enfermar.
El grupo de Holmes público el primer método escalado para cuantificar el estrés psicosocial (impacto
psicosomático potencial) y a partir de entonces universalizó la línea de investigación sobre el estrés y la
salud que sigue vigente en el modelo actual.
Los sucesos vitales son definidos como experiencias objetivas que alteran o amenazan con alterar las
actividades usuales del individuo, causando un reajuste sustancial en la conducta de dicho individuo. De
hecho la principal propiedad aceptada como definitoria en los sucesos vitales es el cambio¸ es decir
implican un cambio en las actividades usuales de los individuos que los experimentan, el potencial
estresante está en función de la cantidad de cambio que conlleva.
A2. Sucesos vitales múltiples
A veces se ha investigado el efecto de sucesos vitales únicos (aproximación de evento único) sobre la salud.
En estos casos generalmente se selecciona un caso o un grupo de casos que han sufrido un acontecimiento
vital altamente traumático, como en trabajos relacionados con situaciones bélicas, víctimas de terrorismo,
de violencia en general, personas con enfermedades terminales, desastres naturales y también sucesos
vitales traumáticos como un divorcio o pérdida.
Sin embargo Holmes introdujo la aproximación basada en el estudio de sucesos múltiples, es decir en
estudiar el impacto de los sucesos vitales recientes sobre la salud. Se desarrolló con esta orientación un
nuevo modelo de evaluación del estrés. Holmes partió de la idea de que el estrés que experimenta una
persona en la vida real debe obedecer a múltiples sucesos, ya que raramente los individuos están
expuestos al efecto de un solo evento durante un periodo de tiempo más o menos largo.
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El Inventario de Experiencia Reciente (Schedule of Recent Experience; SRE) es el primer instrumento
psicométrico desarrollado por el grupo de Holmes; incluye una lista de sucesos vitales en la que el sujeto
debe señalar los que le han ocurrido en un periodo de tiempo reciente (generalmente hasta los dos o tres
últimos anos). En 1967, Holmes y Rahe publican la Escala de Estimacion del Reajuste Social (Social
Readjustment Rating Scale, SRRS); consiste en un método psicométrico estándar de estimación del reajuste
social mediante unidades de cambio vital (UCV). Se trata de asignar un valor (ponderación) a cada suceso
vital. Cada valor de la escala representa una estimación del cambio vital o grado de cambio y reajuste
impuesto por el suceso vital. La SRRS tenía como finalidad servir de referencia para cuantificar el estrés (en
unidades de cambio vital) correspondiente a los sucesos registrados en la SRE.
Mediante este procedimiento, Holmes y cols. llevaron a cabo amplios estudios en los que demostraban
que muchos de estos sucesos precedían al desarrollo de los trastornos, tanto físicos como psicológicos. Las
escalas SRE y SRRS han ejercido una gran influencia sobre los métodos actuales de evaluación del estrés
psicosocial, prácticamente todos los cuestionarios actuales sobre sucesos vitales se fundamentan con la
SRE. Entre las principales objeciones a este método caben destacarse: 1) las relacionadas con el método de
ponderación (no tiene en cuenta el impacto diferencial de los sucesos sobre los distintos individuos); 2) la
relativa ambigüedad en la descripción de los sucesos vitales (las descripciones son demasiado simples); 3)
la limitación del muestreo (se ha indicado que la lista de sucesos vitales es demasiado corta y, por tanto,
poco representativa de los sucesos que ocurren en la vida real), y 4) los sesgos individuales
A raíz de ellos muchos autores construyen cuestionarios siguiente el modelo pero tratando de salvar los
fallos. El de los autores del libro es el cuestionario de sucesos Vitales (CSV) (Sandin y Chorot) consta de una
lista de 60 sucesos vitales referidos a las siguientes 9 áreas: 1) trabajo; 2) académico; 3) salud; 4)
amor/matrimonio/pareja; 5) familia/hijos; 6) social; 7) legal; 8) finanzas, y 9) residencia. El cuestionario
permite medir la ocurrencia de sucesos vitales, el grado de estrés percibido, y la valoración de los sucesos
como positivo/negativo, y esperado/inesperado
A3. Sucesos vitales y salud
Se entiende que a mayor puntuación en UCV existirá mayor riesgo de desarrollar un trastorno (físico o
psicológico). El grupo de Holmes ha sugerido el siguiente criterio, tomando como referencia el último año:
1) 300 o más UCV = 80% de posibilidad de enfermar en el futuro cercano;
2) 150-299 UCV = 50% de posibilidad de enfermar en el futuro cercano;
3) menos de 150 UCV = 30% de posibilidad de enfermar en el futuro cercano.
Se incluyeron variables psicológicas mediadoras para cuantificar las UCV, como la percepción que el sujeto
tiene del suceso. Pronto se asumen como parte a tener en cuenta en la relación entre los sucesos vitales y
la enfermedad, y Rahe y Arthur desarrollaron una versión modificada de la SER para evaluar las UCV
subjetivas (valoradas por el individuo)
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Siguiendo la figura de arriba, encontramos que los sucesos vitales son en primer lugar (etapa 1) codificados
por la percepción del sujeto, dependiendo de esto el que sean o no relevantes para la salud. Después en la
etapa 2, si el suceso es percibido como significativo se ponen en marcha los mecanismos de defensa del
individuo (lo que sería como el afrontamiento), los cuales determinaran los niveles de respuestas
psicofisiológicas (etapa 3). La etapa 4 hace referencia a las conductas que lleva a cabo el individuo para
reducir las respuestas psicofisiológicas, incluyendo aquí muchas respuestas variadas, la mayoría de las
cuales podrían catalogarse como estrategias de afrontamiento. Las dos últimas etapas del modelo se
refieren a que la enfermedad aparezca (etapa 5) —ante, por ejemplo, un manejo de los síntomas inefectivo
— y a su cuantificación mediante el diagnostico clínico (etapa 6).
Un enfoque complementario muy destacado es el conocido como role strain. Según éste, los sucesos
vitales más que generar un cambio en el organismo, producen un cambio en los patrones (circunstancias,
pensamientos, etc.) en curso de la vida de la gente. Específicamente, el role strain (podría traducirse como
tensión, presión o estrés de rol) es definido como dificultades o problemas de la vida en curso (por
ejemplo, problemas económicos, maritales, etc.). Suele asumirse que los sucesos vitales producen las
dificultades en curso; por ejemplo, la pérdida de empleo puede generar dificultades económicas. Este
modelo entiende, pues, que los sucesos actúan sobre la salud a través de los problemas o dificultades, no
de forma directa.
B. Sucesos menores (estrés diario)
Lazarus y cols. han llamado la atención sobre otro tipo de sucesos de menor impacto o menos salientes,
pero mucho más frecuentes (ocurrencia diaria o casi diaria) y más próximos temporalmente al individuo
que los sucesos vitales. Son sucesos diarios, que ocurren de manera cotidiana, como pequeñas disputas
familiares, problemas económicos, etc. También se han definido como “microeventos” o sucesos menores.
Estos autores sugirieron que tanto el estrés menor (o diario) como las satisfacciones que caracterizan la
vida cotidiana poseen mayor significado para la salud que los sucesos vitales. En concreto definieron estos
dos tipos de eventos como hassles (fastidios, contrariedades o sucesos negativos) y uplifts (placeres,
satisfacciones).
Los hassles consisten en demandas irritantes, frustrantes y estresantes (malestar emocional) que
caracterizan nuestras transacciones cotidianas con el medio. Incluyen, por ejemplo, 1) problemas prácticos
fastidiosos como perder o romper cosas, atascos de tráfico, no disponer de dinero, etc.; 2) sucesos
fortuitos como las inclemencias del tiempo, y 3) contrariedades de interrelación social como discusiones,
problemas familiares, decepciones, etc.
Las satisfacciones, uplifts, en cambio, son experiencias positivas, como las derivadas de manifestaciones
amorosas, recibir buenas noticias, etc. Se plantearon que los sucesos positivos debían estar relacionados
con la salud porque podían actuar de amortiguadores emocionales del estrés, sin embargo los datos
empíricos han resultado ser poco consistentes.
En cambio los datos obtenidos a partir de sucesos negativos han sido más relevantes. Lo que parece es que
ambos tipos de sucesos, es decir sucesos vitales y estrés diario, contribuyen de forma interactiva. Los
sucesos vitales pueden inducir nuevos sucesos diarios; en tal circunstancia, estos últimos actuarían como
agentes mediadores entre los sucesos vitales y las respuestas de estrés del organismo, por lo que no tiene
mucho sentido decir que los sucesos diarios sean más o menos importantes que los sucesos vitales.
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Desde el punto de vista de psicopatología, la evaluación del estrés diario facilita la obtención de datos de
forma longitudinal, lo que es de mucha utilidad para establecer relaciones causales entre el estrés y los
problemas de salud. También se pueden llevar a cabo estudios de covariación entre los sucesos diarios y
las variaciones en las respuestas asociadas al estrés.
Un problema metodológico, que puede ser importante si no se controla, es que en ciertos sucesos
asociados al estrés es difícil distinguir si son sucesos vitales o sucesos diarios. De hecho esto puede llevar a
un solapamiento entre ambas escalas, por ejemplo problemas relacionados con los hijos pueden
encontrarse en ambas listas. Otro problema es la posible confusión de medidas, que sucede cuando
incluyendo en la lista ítems relativos a la salud, posteriormente los relacionamos también con indicadores
de salud, confundiendo las variables con los síntomas.
4. EVALUACIÓN COGNITIVA
La relevancia de la valoración cognitiva del estímulo estresante fue definitivamente incorporada por
Lazarus. Se ha sugerido que el control percibido reduce las respuestas de estrés, al menos por la actuación
de dos posibles mecanismos implicados, la ganancia de información (que incrementa la predictibilidad del
estresor y la anticipación del evento) y la respuesta anticipatoria (que prepara al organismo para hacer
frente a la situación aversiva). El control percibido puede ser un mediador importante en la respuesta de
estrés, incluso más importante que el control real, lo que algunos autores llaman la “ilusión de control”.
Por otro lado, colaboradores de Holmes comienzan a incluir en los cuestionarios variables de estrés
percibido o malestar personal, también características como deseabilidad, controlabilidad, novedad, etc.
Dependiendo de la forma en que el sujeto evalúe estas dimensiones puede variar el efecto del suceso vital.
Cuando el sujeto percibe los sucesos como negativos, incontrolables, impredecibles, independientes e
indeseables, por ejemplo, suelen perturbar la salud de forma más prominente.
La valencia de estas situaciones no depende solo de cómo las perciba el sujeto, también el tipo de
situación puede ser determinante. Existe una interacción entre ambos, de forma que ante una imposición
ambiental mayor la influencia de la percepción de la persona es menor, y viceversa. Por ejemplo, un
evento que ocurre independientemente del sujeto, como puede ser la pérdida de un amigo íntimo, implica
que la persona lo perciba como totalmente incontrolable; en cambio, un suceso sobre una disputa familiar
puede ser más o menos dependiente de la conducta del sujeto, y más o menos controlable.
5. AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS
El afrontamiento se ha entendido como una reducción o supresión del estado de estrés, es decir, como un
resultado. Cuando desaparece la respuesta fisiológica de estrés, entonces se dice que existe coping,
defendiendo que la mejor medida del coping es la variación en las respuestas fisiológicas asociadas al
estrés. Esta conceptuación no suele ser usada actualmente pues puede confundir el proceso con el
resultado. En términos generales, actualmente se entiende el afrontamiento como los esfuerzos, tanto
cognitivos como conductuales, que hace el individuo para hacer frente al estrés, es decir, para ≪manejar≫
tanto las demandas externas o internas generadoras del estrés, como el estado emocional desagradable
vinculado al mismo.
En una situación experimental, el término afrontamiento se ha empleado para indicar el grado de control
que tiene el sujeto sobre un estímulo. En condicionamiento clásico, se induce afrontamiento pasivo, ya que
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el sujeto no puede hacer nada para controlar el estímulo estresor. Por el contrario, en un procedimiento
de evitación, se induce al afrontamiento activo. En diversos estudios se observa que las respuestas
cardiovasculares al estrés varían según se trate de una situación experimental de afrontamiento pasivo o
activo.
Actualmente parece haber suficiente consenso en el sentido de apoyar que el afrontamiento juega un
papel importante como componente mediador entre las circunstancias estresantes y la salud. Sin embargo,
aunque el afrontamiento se ha empleado con mucha frecuencia desde diferentes perspectivas, incluso
actualmente este constructo se encuentra escasamente integrado en el cuerpo teórico de la psicopatología
del estrés. El desarrollo teórico y metodológico del concepto de afrontamiento podría agruparse en dos
aproximaciones distintas, una que lo asume como un estilo personal de afrontar el estrés, lo cual significa
que es relativamente estable, y otra que lo entiende como un proceso.
A. Estilos de afrontamiento
Los estilos de afrontamiento se han formulado partiendo de la base de que se trata de disposiciones
personales para hacer frente a las distintas situaciones estresantes. Uno de los modelos, centrado en el
concepto de estilos de coping, es el del represor/sensibilizador: El primero tiende a la negación y evitación;
el sensibilizador, en cambio, es más vigilante y expansivo.
Byrne (1964) sugirió que la estrategia defensiva de los individuos al estrés puede localizarse en algún punto
de la dimensión bipolar represión/sensibilización. Se trata, refiere este autor, de un constructo
unidimensional del afrontamiento; en un extremo se sitúan las personas altamente sensibilizadoras y en el
otro las muy represoras. Los represores informan que experimentan baja ansiedad ante situaciones de
estrés; sin embargo, emiten elevadas respuestas fisiológicas. Lo contrario ocurre con los sensibilizadores,
es decir, tienden a informar de mayor grado de ansiedad que el reflejado a través de los registros
fisiológicos. Se ha sugerido que represores y sensibilizadores utilizan códigos defensivos opuestos; los
primeros niegan psicológicamente la ansiedad (por ejemplo, en un cuestionario), y los segundos la
incrementan. Ambos tienden a responder al estrés de forma estereotipada, en lugar de establecer
respuestas apropiadas a las demandas de la situación; es decir, reaccionan con excesiva frecuencia
empleando códigos defensivos, incluso cuando las demandas son débiles.
Basándose en datos de respuestas fisiológicas a estresores de laboratorio y a puntuaciones en
autoinformes de ansiedad (AA) y deseabilidad social (DS) (Crowne y Marlow, 1964), sugirieron los cuatro
tipos siguientes de afrontamiento del estrés:
1) represor (alta puntuación en DS y baja en AA);
2) no-defensivo/no-ansioso (baja puntuación en DS y AA);
3) no-defensivo/ansioso (baja puntuación en DS y alta en AA), y
4) defensividad ansiosa (alta puntuación en DS y alta en AA).
Un modelo más reciente de estilos de afrontamiento que ha adquirido gran relieve es el de los estilos
cognitivos monitoring y blunting de Miller. El termino monitoring indica el grado con que un individuo esta
alerta y sensibilizado respecto a la información relacionada con amenaza. El termino blunting denota, el
grado con que un individuo evita o transforma cognitivamente la información de amenaza. El modelo se
basa en el modo en que los individuos cognitivamente procesan la información relacionada con sucesos
aversivos, para reducir las reacciones de estrés concomitantes. Ambos tipos podrían pues traducirse como
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incrementador y atenuador, respectivamente. Estos tipos se han operativizado evaluando las preferencias
que tienen las personas por la información y la distracción, mediante la escala Miller Behavioral Style Scale
(MBSS).
Se ha referido que ambos tipos, incrementador y atenuador, pueden predecir algunos fenómenos
psicopatológicos asociados al estrés. Existe evidencia, por ejemplo, de que los incrementadores tienden a
valorar como amenazantes las situaciones ambiguas. Se ha observado que este tipo de personas atienden
más a las situaciones negativas (implican cierta amenaza potencial), pudiendo influir sobre el propio
proceso de evaluación cognitiva. Miller indica que estos estilos de afrontamiento pueden ser más o menos
adaptativos en función del tipo de situación estresante (controlabilidad de la situación).
Como se ve en la tabla, la combinación bajo incrementador/alto atenuador es una forma efectiva para
afrontar situaciones en las que la amenaza es incontrolable o ante frustración aversiva por demora en la
gratificación. En cambio el otro modo es más efectivo cuando el contexto permite un mayor control de la
amenaza. Basándose en distintos constructos, Kohlmann ha propuesto cuatro patrones de afrontamiento:
1. Modo vigilante rígido: personas de alta vigilancia y baja evitación (“sensibilizadores”). Tienden a buscar
información sobre el estresor para configurar una imagen mental de la confrontación anticipada, ya que se
estresan primero por la experiencia de incertidumbre respecto a la situación de amenaza.
2. Modo evitador rígido: Baja vigilancia y alta evitación (“represores”). La activación emocional producida
por las señales anticipatorias de confrontación produce un gran nivel de amenaza al sujeto, por lo que
tienden a prestar poca atención a las características amenazantes del estresor.
3. Modo flexible: Uso flexible de estrategias relacionadas con la situación. Característico en personas “no
defensivas”, es decir, aquellas con un patrón de baja vigilancia y baja evitación. No les cuesta tolerar ni la
posibilidad de incertidumbre ni la sorpresa negativa de la posible activación emocional. Hay una marcada
orientación hacia los requerimientos situacionales que prevalecen en cada momento.
4. Modo inconsistente: afrontamiento ineficaz. Alta vigilancia y alta evitación (“personas ansiosas”). Se
estresan fuertemente tanto por la incertidumbre de la situación relevante como por la activación
emocional elicitada por las señales anticipatorias. Se asume que conlleva una conducta de afrontamiento
inestable. Cuando el sujeto intenta alejarse del estresor para reducir la ansiedad, se produce incremento
de la incertidumbre con el consecuente incremento del estrés, y viceversa.
BAJA VIGILANCIA ALTA VIGILANCIA
BAJA EVITACIÓN 3. Modo flexible: Estrategias relacionadas con la situación
1. Modo vigilante rígido
ALTA EVITACIÓN 2. Modo evitador rígido 4. Modo inconsistente: afrontamiento ineficaz
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B. El afrontamiento como proceso
El grupo de Lazarus sugirió este enfoque en términos de proceso. El afrontamiento es definido como los
esfuerzos en curso cognitivos y conductuales para manejar las demandas externas o internas que son
evaluadas como algo que grava o excede los recursos de la persona. Esta definición podría resumirse
diciendo que consiste en los esfuerzos cognitivos y conductuales para manejar el estrés psicológico. La
consideración del afrontamiento como un proceso implica asumir los siguientes principios:
1. El termino de afrontamiento se emplea indistintamente de que el proceso sea adaptativo o
inadaptativo, eficaz o ineficaz. El afrontamiento, por tanto, debe separarse de los resultados (puede ser
adaptativo o no). No existen procesos de afrontamiento universalmente buenos o malos; ello depende de
múltiples factores, como la persona, el tipo específico de encuentro
2. El afrontamiento depende del contexto. Se trata de una aproximación orientada contextualmente más
que como una disposición estable. El proceso de afrontamiento empleado para diferentes amenazas,
producido por alguna fuente generadora de estrés psicológico, varia en función de la significación
adaptativa y los requerimientos de otras amenazas.
3. Unas estrategias de afrontamiento son más estables o consistentes que otras a través de las situaciones
estresantes. En este sentido, Lazarus ha obtenido datos que indican más estabilidad para la estrategia
“reevaluación positiva” que para la “búsqueda de apoyo social”.
4. La teoría del afrontamiento como proceso enfatiza que al menos existen dos funciones principales del
afrontamiento, una focalizada en el problema y otra en la emoción. La función del afrontamiento
focalizado en el problema es cambiar la relación ambiente-persona actuando sobre el ambiente o sobre si
mismo; se trata de manejar o alterar la fuente generadora de estrés. La función del afrontamiento
focalizado en la emoción es cambiar el modo en que se trata (por ejemplo, vigilancia, evitación) o
interpreta (por ejemplo, negación, reevaluación) lo que está ocurriendo, para mitigar el estrés. Ambas
formas de afrontamiento pueden en la práctica facilitarse mutuamente; por ejemplo, la reducción previa
de estados emocionales como la ansiedad o ira suele facilitar las actividades de solución de problemas, y
viceversa.
5. El afrontamiento depende de la evaluación respecto a que pueda o no hacerse algo para cambiar la
situación. Si la valoración dice que puede hacerse algo (que la condición estresante puede ser controlable
por la acción), predomina el afrontamiento focalizado en el problema. Si la valoración dice que no puede
hacerse nada, entonces predomina el afrontamiento focalizado en la emoción.
Lazarus y su grupo han elaborado instrumentos basados en entrevistas o autoinforme para evaluar el
afrontamiento. Sus escalas de evaluación fueron construidas sobre la base de descripciones de lo que la
gente piensa y hace en sus esfuerzos para hacer frente a las transacciones de estrés. Para uno de sus
procedimientos mas empleados, el Ways of Coping Questionnaire (WCQ), Folkman y Lazarus (1988) han
referido las ocho dimensiones que aparecen en la Tabla 1.2
Como puede observarse, existen dimensiones que corresponden al afrontamiento focalizado en el
problema (confrontación y planificación de solución de problemas). Otras son del tipo focalizado en la
emoción (distanciamiento, autocontrol, aceptación de la responsabilidad, escape evitación y revaloración
positiva). La restante dimensión, esto es, búsqueda de apoyo social, posee componentes de ambos tipos
de focalización (problema y emoción), por lo que puede ser considerada como una modalidad de
afrontamiento intermedio
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Aun asumiendo que la eficacia adaptativa del afrontamiento puede variar en función del contexto, el grupo
de Lazarus ha señalado que algunas estrategias, como la planificación de solución de problemas y la
revaloración positiva, suelen asociarse a resultados positivos; al contrario, otras como la confrontación y el
distanciamiento se han relacionado con resultados negativos. Las restantes estrategias, es decir,
autocontrol, búsqueda de apoyo social, aceptación de la responsabilidad y escape-evitación, ofrecen datos
menos discriminativos en este sentido, tal vez porque varían más en razón a las demandas contextuales y
al tipo de transacción.
C. Estrategias básicas de afrontamiento
Como hemos visto, las estrategias de afrontamiento pueden ser estables a través de diferentes
situaciones. Muchos autores han aplicado los métodos psicométricos para medir la forma característica
que tiene de afrontar el estrés, (es decir, viéndolo como un rasgo de la persona) según utilice usualmente
una serie de conductas o pensamientos. Se trata de una orientación no procesual del afrontamiento,
aunque basada en las ideas del grupo de Lazarus. El afrontamiento, bajo esta perspectiva, se entiende
como los esfuerzos conscientes para manejar el estrés; no se admiten por tanto los procesos inconscientes.
Las dimensiones del afrontamiento se consideran, por tanto, como disposiciones generales que llevan al
individuo a pensar y actuar de forma más o menos estable ante las diferentes situaciones estresantes. Las
estrategias de afrontamiento según esta forma de verlo no se reducen a un proceso dependiente de las
cualidades de la situación ni a disposiciones personales, si no que se debe a una interacción de ambos
factores.
Los individuos tienen, en efecto, tendencias a usar ciertas estrategias de afrontamiento
independientemente de la situación. Los autores categorizan el afrontamiento según tres dimensiones:
“constructivo” “pasivo” y de “escape”. El constructivo se refiere a los esfuerzos cognitivos y conductuales
dirigidos a tratar con los sucesos estresantes de una manera directa y confrontativa (este equivaldría en el
modelo de Lazarus al focalizado en el problema). El afrontamiento pasivo incluye soluciones dirigidas a la
emoción, mediante las cuales nada puede hacerse respecto a cambiar la situación o moverse de ella. El
tercer tipo, o afrontamiento de escape, hace referencia a las acciones cognitivas y conductuales que
implican “salirse del campo” física o psicológicamente (estos dos se solaparían para Lazarus en el
afrontamiento focalizado en la emoción)
Endler y Parker llevaron a cabo un estudio basado en la hipótesis de que las personas tienen preferencias
en empleo de estrategias de afrontamiento independientemente de la situación de estrés. Con objetivo de
mejorar las escalas del grupo de Lazarus, desarrollaron un nuevo cuestionario de evaluación del
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afrontamiento el Multidimensional Coping Inventory (MCI), basándose en un criterio de consistencia
interna. Aislaron tres dimensiones del afrontamiento: orientado hacia la “tarea” la “emoción” y la
“evitación”. el afrontamiento focalizado en el problema es una orientación hacia la tarea, mientras que el
afrontamiento focalizado en la emoción es una orientación hacia la persona. La estrategia orientada hacia
la persona incluye respuestas emocionales, autopreocupaciones y reacciones fantásticas. La tercera
categoría, esto es, la evitación, incluye bien estrategias orientadas hacia la persona (por ejemplo, visitar un
amigo), bien orientadas hacia la tarea (por ejemplo, alejarse de la situación durante un tiempo). Es
destacable que la definición de afrontamiento de estos autores es de acuerdo a tres dimensiones básicas,
en contraste con el modelo bidimensional de Lazarus. En el modelo tridimensional la categoría de
evitación/escape se separa de la dimensión general de “afrontamiento focalizado en la emoción”.
Rogers por su parte amplió el modelo aislando un cuarto factor primario del afrontamiento relacionado
con una sensación de separación afectiva respecto a los sucesos estresantes. Roger y cols. argumentaron
que cuando el individuo esta menos implicado sentimentalmente con el evento, el afrontamiento suele ser
más efectivo. Sugieren que el sentimiento de separación no implica negación ni intentos de evitar el estrés,
y puede ser también distinguido de las estrategias orientadas hacia la tarea. Los ítems hacen referencia a
contenidos como soñar sobre tiempos pasados, o acerca de mejores cosas del futuro, hablar lo menos
posible del problema, etc. Los autores obtienen correlaciones positivas entre esta dimensión y la estrategia
orientada racionalmente (tarea), así como entre las estrategias emoción y evitación, sugiriendo que los
primeros tipos (racional y separación) son estrategias adaptativas, y los dos segundos (emocional y
evitación) son desadaptativos.
Un punto de vista complementario sobre el afrontamiento, y que en cierto modo podría integrar algunas
de las discrepancias señaladas en otros modelos, es el apuntado por Moos, Cronkite, Billings y Finney.
Estos autores categorizan el afrontamiento según dos dimensiones diferentes, el método y la focalización.
El afrontamiento, desde el punto de vista del método empleado, puede ser activo-cognitivo (por ejemplo,
redefinir la situación), activo-conductual (por ejemplo, acciones comportamentales para modificar la
situación), y evitación (por ejemplo, distanciarse de la situación). La segunda clasificación se establece en
términos de la focalización de las respuestas del afrontamiento, dando lugar a los tres nuevos tipos
siguientes: focalizado en la evaluación (por ejemplo, análisis lógico), focalizado en el problema (por
ejemplo, acciones de solución de problemas) y focalizado en la emoción (por ejemplo, descarga
emocional). Lógicamente, cada modo específico de afrontamiento puede clasificarse según el método y
según la focalización. Así se pueden ordenar las diferentes categorías generales posibles de afrontamiento
según el método usado y la focalización de la respuesta. Según el método las respuestas pueden ser activas
o de evitación; según la focalización pueden orientarse al problema o hacia la emoción. Además cada
respuesta puede ser de naturaleza conductual y cognitiva, con lo que hay ocho posibles categorías
generales de afrontamiento.
METODO
ACTIVO EVITACIÓN
FOCALIZACIÓN
PROBLEMA (tarea)
Cognitivo
Conductual
Cognitivo
Conductual
EMOCIÓN
Cognitivo
Conductual
Cognitivo
Conductual
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6. LA RESPUESTA DEL ESTRÉS
La respuesta de estrés esta esencialmente unida a la presencia de algún tipo de respuesta del organismo
que es etiquetada como “de estrés”. Como hemos dicho antes esta se define en términos de sobreesfuerzo
o “gravamen” impuesto al funcionamiento normal (homeostasis) del organismo. Suele implicar un
conjunto de respuestas fisiológicas características y suelen ocurrir, aunque no necesariamente siempre,
respuestas de malestar emocional o distress. Además de las respuestas emocionales, pueden darse otras
respuestas psicológicas asociadas (respuestas cognitivas y conductuales). Este conjunto de respuestas
correspondería a la etapa 3 del diagrama que vimos al inicio.
A. Respuestas fisiológicas
Lo primero que se implicó como respuesta fisiológica asociada al estrés fue la activación de los sistemas
neuroendocrinos hipotalamo-hipofiso-corticosuprarrenal y medulosuprarrenal, así como también a la
activación del sistema nervioso autónomo simpático. Posteriormente Mason estableció la idea de
totalización neuroendocrina (over-all): pretendía indicar que el sistema neuroendrocrino responde a los
estresores en forma de patrones de respuesta totalitarios, implicando de hecho a cualquier sistema
neuroendocrino del organismo.
Una primera cualidad del sistema neuroendocrino descrita por Mason consiste en que este es
extremadamente sensible a los diferentes agentes estresantes, implicado prácticamente a cualquier
hormona. Observó dos patrones diferentes de respuesta hormonal durante el estrés. El primer patrón
incluye un subgrupo de hormonas constituido por los 17-hidroxicorticosteroides (17-OHCS), la adrenalina,
la noradrenalina, la tiroxina y la hormona del crecimiento, y se caracteriza por una rápida subida de los
niveles de estas hormonas. El segundo patrón consiste en una caída inicial del nivel hormonal, en la que se
incluyen los andrógenos, los estrógenos y la insulina. Temporalmente, las hormonas del primer patrón
muestran un perfil monofásico (ascenso-recuperación), siendo la actividad tiroidea la más incrementada
durante más tiempo; mientras que las del segundo un perfil bifásico (descenso-ascenso).
Un análisis detenido del tipo de hormonas que se movilizan según uno u otro patrón nos indica que en la
primera pauta (monofásica) están implicadas hormonas que, metabólicamente hablando, inducen efectos
catabólicos sobre el organismo. Al contrario, las hormonas del segundo patrón (bifásico) ejercen efectos
anabólicos. Los cambios hormonales que se producen durante el estrés podrían significar un proceso
fisiológico asociado a los mecanismos del sistema nervioso central y/o autónomo. Una característica del
sistema neuroendocrino es precisamente la gran sensibilidad a los diferentes estímulos con propiedades
emocionales. (ver tabla pág. 25)
No todas las respuestas hormonales al estrés son de tipo activador. El tipo de respuesta puede variar en
función del sistema neuroendocrino de que se trate. Algunos sistemas responden incrementando la
liberación hormonal, como es el caso de las hormonas suprarrenales (corteza y medula), tiroideas,
hormona del crecimiento y otras hormonas hipofisarias (vasopresina, etc.). Otros, por el contrario,
responden frenando la secreción hormonal; esto ocurre para las hormonas sexuales y la insulina. Un
aspecto adicional que debe valorarse se relaciona con los efectos de interacción entre unos sistemas
hormonales y otros. No se limitan a las variables neuroendocrinas y al sistema nervioso, sino que implican
a múltiples componentes del organismo.
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B. Respuestas psicológicas
La principal respuesta psicológica asociada al estrés es de tipo emocional. Un fenómeno que suele ser
común en la respuesta del estrés es la sensación subjetiva de malestar emocional (distress). El tipo de
emociones que suelen acompañar a la experiencia de estrés son emociones negativas, como por ejemplo
ansiedad, miedo, ira, depresión, etc., en contraste con las emociones positivas que no suelen darse con el
estrés, como la alegría o el placer. Las emociones, por tanto, acompañan y determinan en gran medida los
procesos del estrés. Bajo ciertas condiciones de estrés pueden existir unas emociones u otras,
dependiendo de las circunstancias del individuo y de la situación. También pueden variar en función de la
dimensión agudo/crónico: En circunstancias de estrés agudo es frecuente la experiencia subjetiva de
ansiedad/miedo; cuando el estrés se cronifica predomina la experiencia de estado de ánimo depresivo. No
solo se refieren respuestas emocionales, también son cognitivas y conductuales, aunque estrictamente
hablando éstas pueden ser modos de afrontamiento o formas de valoración de la amenaza. Algunas
pueden ser desadaptativas, por ejemplo consumir sustancias es una respuesta conductual considerada un
modo de afrontamiento. Las respuestas conductuales del estrés se ha confundido a veces con estados
desadaptativos comportamentales.
Existe una muy estrecha y particular interrelación entre las etapas 3 (respuestas fisiológicas y emocionales
del estrés) y 4 (afrontamiento) del modelo. De hecho, el afrontamiento tiene como finalidad reducir la
experiencia subjetiva de la respuesta de estrés (componentes fisiológicos y emocionales). Una manera de
hacerlo, como ya hemos explicado, es focalizándose en la emoción; es decir, tratando de reducir el
malestar emocional. La interrelación entre el afrontamiento y la emoción está demostrada. El
afrontamiento es un mediador fundamental de la respuesta emocional. Algunas estrategias de
afrontamiento, como la planificación de solución de problemas y la reevaluación positiva, se han asociado
a cambios emocionales favorables (de estados negativos a positivos); otras estrategias, como la
confrontación y el distanciamiento, han correlacionado con cambios emocionales desfavorables (de
estados negativos a más negativos).
7. APOYO SOCIAL
El apoyo social constituye los recursos sociales para el afrontamiento, y representa la quinta fase de
nuestro modelo general del estrés. Algunos autores han propuesto que el apoyo social debe incluir varios
elementos primarios destacando los siguientes:
1) dirección (según que el apoyo social sea aportado, o recibido, o ambas cosas a la vez);
2) disposición (disponibilidad en cantidad y calidad, y utilización real de los recursos);
3) descripción/evaluación (¿pueden ser descritos y evaluados la naturaleza y la cualidad del apoyo
social?);
4) contenido (emocional, instrumental, informativo o valorativo); y
5) redes sociales que constituyen la fuente del apoyo (la familia, los amigos íntimos, los vecinos, los
compañeros de trabajo y los profesionales).
Resulta más relevante, desde el punto de vista de su relación con la salud, la evaluación del apoyo social
percibido que del apoyo social real. La social Support Behaviors (SS-B) es una escala para evaluar el apoyo
social percibido, abordando cinco modos: 1) apoyo emocional; 2) socialización; 3) asistencia práctica; 4)
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ayuda financiera, y 5) consejo/ayuda. Éstas se miden de forma separada según proceda de la familia o de
los amigos. El principal problema de esta escala es que es excesivamente amplia.
Una cuestión de importante discusión actual se centra en dilucidar si los efectos del apoyo social se deben
a una acción amortiguadora del estrés (buff ering eff ects model), o si se trata más bien de un efecto
directo sobre la salud independientemente de que exista o no estrés (direct eff ects model). Ambos
modelos han sido propuestos, y posiblemente ambos son válidos.
De acuerdo con el modelo de amortiguación, el apoyo social actúa protegiendo al individuo durante los
momentos de estrés potenciando la adaptación del individuo. El apoyo social puede reducir el impacto del
estrés: 1) eliminando o reduciendo el propio estresor (por ejemplo, la presencia de un suceso vital); 2)
reforzando la capacidad del individuo para hacer frente al estresor, o 3) atenuando la experiencia del
estrés una vez que este se ha puesto en marcha. La hipótesis de los efectos directos, por el contrario,
presupone que el apoyo social ejerce efectos positivos primarios sobre la salud, siendo por tanto estos
efectos independientes de los efectos del estrés. Como ambos tienen evidencia a favor, se puede asumir
que el apoyo social actúa sobre la salud a través de diversos tipos de mecanismos. Los efectos directos se
determinan más apropiadamente cuando el apoyo social es definido en función del grado con que una
persona está integrada en las redes sociales. En cambio, los efectos indirectos (amortiguación) se
determinan más fácilmente cuando el apoyo social es operativizado según los recursos sociales disponibles
en un contexto estresante.
A pesar de ello la hipótesis de la amortiguación es la que ha sido más ampliamente probada. Este modelo
implica dos interpretaciones diferentes: una primera postura o hipótesis moderadora predice una
interacción entre el estrés psicosocial y el apoyo social sobre el bienestar. Asume que la correlación entre
el estrés y el apoyo social es baja o nula. La segunda hipótesis denominada hipótesis supresora parte de
una relación de forma que el nivel de apoyo social es dependiente del nivel de estrés. Según este modelo
el estrés correlaciona con el apoyo social incrementándolo.
8. VARIABLES PERSONALES DE PREDISPOSICION
Existe un conjunto de características personales del tipo disposicional y rasgos de personalidad
(relativamente estables) que “modulan” las reacciones del individuo a situaciones estresantes, estas
variables son las que explican las diferencias individuales ante el estrés. Pueden existir varios tipos de
conexión entre las variables de personalidad y los trastornos asociados al estrés:
1) la personalidad puede influir sobre la salud a través de mecanismos fisiológicos directos o indirectos
2) las características de personalidad pueden potenciar la enfermedad al motivar conductas no saludables
3) ciertos aspectos de la personalidad pueden aparecer como resultado de procesos asociados a la
enfermedad.
A. Estrés y características personales
Las variables disposicionales propuestas como factores moduladores entre estrés y enfermedad son
muchas y muy diversas. Algunas son consideradas como potenciadoras de la salud (optimismo, sentido del
humor, motivación de sociabilidad, autoestima, coherencia…), otras se entienden como facilitadoras de la
enfermedad (reactividad al estrés, hostilidad, cinismo, estilo represor…)
Hay ciertas dimensiones menos conocidas que las que hemos citado. La alexitimia se define como una
característica personal que consiste en una discapacidad para describir verbalmente la experiencia
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emocional. Se ha conceptuado como una alteración cognitivo-afectiva que afecta al modo en que los
individuos experimentan y expresan sus emociones y elaboran sus imaginaciones y fantasías. Es una
característica que consta de cuatro dimensiones: 1) dificultad para identificar emociones; 2) dificultad para
comunicar emociones; 3) reducción de ensueños y fantasías, y 4) pensamiento orientado externamente.
El concepto de hardiness podría traducirse como ≪resistencia ≫ o ≪dureza≫ ante el estrés. Es definido
también como una tendencia de orientación optimista ante el estrés caracterizada por implicar tres
conceptos:
a) Compromiso: hace referencia a la habilidad para creer en y reconocer los propios valores, metas y
prioridades, apreciar lo que uno hace, la tendencia a implicarse en situaciones vitales… Las personas
“comprometidas” poseen un sistema de creencias que minimiza la percepción de amenaza ante los
sucesos vitales.
b) Desafío: Valorar las situaciones estresantes como un desafío es más saludable que la tendencia a hacerlo
como una amenaza. El desafío es entendido como una oportunidad y un incentivo para el desarrollo
personal; son individuos cognitivamente flexibles y con buena tolerancia a la ambigüedad.
c) Control: La sensación personal de control sobre los sucesos externos facilita la adaptación ante las
situaciones estresantes.
El sentido de coherencia es definido como una característica ≪salutogena≫ de la persona, un recurso que
protege al individuo de los efectos negativos que induce el estrés sobre la salud. Se trata de una
orientación global del individuo caracterizada por los tres componentes siguientes:
a) comprensibilidad: referido al control cognitivo sobre el propio medio, interpretándolo como algo
comprensible, estructurado, predecible…
b) manejabilidad: el grado en que el individuo considera que dispone de recursos para hacer frente a
las demandas o problemas.
c) significatividad: es un componente motivacional y determina si una situación es o no evaluada
como un reto
Las variables disposicionales o de personalidad pueden actuar a diferentes niveles con las estrategias de
afrontamiento, por ejemplo:
1. Las personas neuróticas tienden a valorar las situaciones estresantes como más amenazantes y a emitir
mayor grado de respuestas fisiológicas y emocionales.
2. Las personas con elevada hostilidad tienden a experimentar ira y reactividad cardiovascular alta.
3. Los de estilo represor suelen presentar inhibición de la competencia inmunológica asociada al estrés
4. El neocriticismo se ha relacionado positivamente con el uso de estrategias de afrontamiento focalizadas
en la emoción y negativamente con las focalizadas en la situación.
5 Características más o menos estables, como el optimismo, la autoestima, el locus de control interno, o la
dureza se han asociado positivamente con el uso de estrategias focalizadas en los problemas y con una
mayor tendencia a emplear acciones para aliviar los síntomas.
Las variables de personalidad también pueden actuar en niveles relacionados con los sucesos vitales y con
el estrés diario, de forma que algunos tipos de personalidad predisponen a la ocurrencia de ciertos sucesos
en la vida (como matrimonio, ascensos laborales, etc.) o a un nivel de estrés diario. Las variables pueden
incluso modular el apoyo social, tanto el real como el percibido, ya que viene determinado por el grado en
el que el individuo se relaciona con otra gente. De la misma forma el apoyo social se relaciona con las
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habilidades interpersonales, de forma que una deficiencia en éstas puede provocar mayor demanda de
apoyo y mayor dependencia, provocando al final un empobrecimiento de las redes de apoyo.
B. Tipos de reacción al estrés
Eysenck y Grossarth-Maticek formularon el modelo de tipos de reacción al estrés a mediados de los 80
para explicar diferencialmente la etiología del cáncer y de la cardiopatía coronaria (CC). Sugirieron en
principio 4 tipos psicosociales de personas a los que después añadieron 2 más:
TIPO 1: Predisposición al cáncer: individuos caracterizados por presentar alto grado de dependencia
conformista respecto a algún objeto o persona con valor emocional para él, e inhibición para establecer
intimidad o proximidad con las personas u objetos queridos. Ante el estrés suelen reaccionar con
desesperanza, indefensión y tendencias a idealizar los objetos emocionales y reprimir las reacciones
emocionales abiertas. Predomina la hipoestimulación.
TIPO 2: Predisposición a la CC: La persona tipo 2 reacciona al estrés mediante excitación general, ira,
agresividad e irritación crónicas. Tiende a evaluar de forma extrema los objetos o personas perturbadores,
soliendo fracasar en el establecimiento de relaciones emocionales estables. Las personas y situaciones
importantes para el individuo suelen ser la causa de infelicidad, valorándolas emocionalmente como
negativas. Predomina la hiperexcitación
TIPO 3: Histérico: Alternan en cuanto a la expresión de las características correspondientes a los tipos 1 y 2,
por lo que se ha propuesto como protector tanto del cáncer como de la CC.
TIPO 4: Tipo saludable protector de la salud: poseen un marcado grado de autonomía en su
comportamiento, y la conciben (tanto la propia como la ajena) como el factor más importante para el
bienestar y la felicidad personal. Afrontan el estrés de forma apropiada y realista. Predomina la autonomía
TIPO 5: Racional-antiemocional: Se define por la tendencia a emitir reacciones irracionales y
antiemocionales. Suelen suprimir o negar las manifestaciones afectivas, con dificultades para expresar las
emociones. Debería denotar predisposición a la depresión y al cáncer. Predominio de lo racional sobre lo
emocional.
TIPO 6: Antisocial: Se define por la tendencia a reaccionar mediante comportamientos antisociales y a
veces criminales. Este tipo se ha propuesto como un factor de predisposición al consumo de drogas.
Predomina la conducta de tipo psicopático.
Los autores aportaron datos significativos procedentes de estudios longitudinales que avalan la predicción
que dice la teoría entre los tipos señalados y la muerte por cáncer o CC. Estas diferencias en muertes por
tales enfermedades según el tipo psicosocial son aún más prominentes cuando se trata de grupos de
personas sometidas a estrés psicosocial, es decir, cuando se tiene en cuenta la interacción entre el tipo
personal y el estrés. Así, en el grupo estresado, de entre todas las personas tipo 1 más del 38% murieron
por cáncer 10 años más tarde, mientras que solo el 7% murió de CC/ ictus. Respecto a las personas
diagnosticadas de tipo 2, el 2.3% murió de cáncer y el 28% a causa de CC/ictus. Se constata, pues, que
aunque el estrés psicosocial y las características personales pueden independientemente relacionarse con
la enfermedad, esta relación es mayor cuando se dan conjuntamente ambos fenómenos. Por tanto el valor
predictivo de los tipos es superior en grupos de personas bajo situaciones de estrés.
Basándose en el principio de que estos tipos son modificables por el aprendizaje, Eysenck y Grossarth-
Maticek han desarrollado un nuevo método de terapia de conducta, denominado creative novation
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behaviour therapy (≪terapia de conducta de innovación creativa≫, TCIC), para ser aplicado a los
individuos propensos al cáncer (tipo 1) y a la CC/ ictus (tipo 2). Innovación indica que el sujeto debe
desarrollar nuevos tipos de conducta, y creativa que el paciente es animado a desarrollarlas de forma
creativa mediante la observación y la experiencia de las consecuencias de sus actos. El nuevo método
también ha sido denominado entrenamiento en autonomía ya que el principal objetivo del tratamiento
consiste en estimular que la persona busque resultados positivos a largo plazo de los diferentes tipos de
conducta y autoevaluación, aprendiendo patrones nuevos. La eficacia de la TCIC ha sido probada en la
prevención del cáncer y de la CC, así como también por su efecto positivo mediante el incremento de la
esperanza de vida en personas con cáncer o CC.
Los mismos autores han publicado dos cuestionarios que permiten evaluar los seis tipos de reacción del
estrés. Los autores de nuestro manual (Sandin y compañía) lo han adaptado al español en su forma breve:
SIRI; Inventario breve de reacciones interpersonales. En trabajos posteriores hemos constatado algunas
relaciones entre los seis tipos y ciertas variables como el neuroticismo, la alexitimia, las estrategias de
afrontamiento y el rasgo y expresión de la ira: con el neuroticismo todos los tipos excepto el 5
correlacionan de forma significativa, y el 4 lo hace de forma negativa; con extroversión y psicoticismo hay
patrones diferenciales en función de cada tipo; El afrontamiento focalizado en la tarea se relaciona
positivamente con los tipos 4 y 5, y negativamente con los restantes tipos; las formas de afrontamiento
focalizadas en la emoción o evitación correlacionan positivamente con los tipos 1, 2, 3 y 6, y
negativamente con el tipo 4.
También se ha estudiado la relación entre los tipos y la salud: los tipos de riesgo psicosomático tendían a
correlacionar de forma positiva con las dimensiones de síntomas somáticos (el que más, el 2), mientras que
el tipo saludable lo hacía de forma negativa. Las enfermedades asociadas al sistema inmunológico se
producen preferentemente en personas del tipo 1.
9. ESTRÉS, ESTADO DE SALUD Y CONDUCTAS RELACIONADAS CON LA SALUD
A. Estrés y estado de salud
Existen datos que apuntan hacia una posible conexión psicobiológica que explicaría por qué se produce un
trastorno y no otro. Por ejemplo la percepción de no control sobre las situaciones estresantes, el
afrontamiento pasivo-emocional, las respuestas de indefensión/desesperanza y escasa expresión
emocional, y las características asociadas al tipo 1 parecen relacionarse con ciertos patrones fisiológicos
(incremento de glucocorticoides, etc.) que reducen la competencia inmunológica, incrementando la
vulnerabilidad hacia las enfermedades asociadas al sistema inmune (cancer, menor resistencia a las
enfermedades infecciosas, etc.). En contraste, el mantener cierto grado de control sobre los eventos
estresantes (con riesgo de pérdida), el afrontamiento confrontativo y activo, las respuestas de fuerte
expresión emocional (ira, agresión, irritabilidad) y las características asociadas al tipo 2 parecen asociarse a
incrementos crónicos en la actividad simpática y catecolaminergica (periférica y central) y de la
responsividad cardiovascular que, en último término, conducen a un deterioro en la estructura y función
vasculares. Se van encontrando datos que apoyan esta hipótesis.
Se ha demostrado una relación diferencial entre el tipo de afrontamiento/emoción y las respuestas
hormonales. Es posible que exista estrés sin distress (malestar emocional como ansiedad); el esfuerzo y el
distress se asocian de forma distinta con la adrenalina (medulo-suprarrenal) y cortisol (cortico-suprarrenal)
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adrenalina cortisol adrenalina cortisol adrenalina cortisol
1. ESFUERZO Y DISTRESS 2. ESFUERZO SIN DISTRESS 3. DISTRESS SIN ESFUERZO
1. Esfuerzo y distress: elevación conjunta de catecolaminas y cortisol. Es el típico estrés diario producido
por esfuerzos para mantener el control, por ejemplo trabajando de forma repetitiva o rutinaria.
2. Esfuerzo sin distress: estado sin malestar emocional, afrontamiento activo y exitoso, alta implicación en
la tarea y alto grado de control. Elevada secreción de catecolaminas y posible descenso de cortisol.
3. Distress sin esfuerzo: implica sentimientos de indefensión, pérdida de control y pérdida de esperanza.
Secreción incrementada de cortisol, y las catecolaminas ligeramente elevadas (menos que con esfuerzo).
Es un perfil típico de los estados depresivos, la pasividad y la indefensión aprendida.
El estrés también se asocia con otros trastornos más específicamente psicológicos. Por ejemplo se asume
que múltiples trastornos, como en el caso de la esquizofrenia, obedecen a una interacción de factores de
vulnerabilidad personal y factores externos (agentes estresantes).
Aunque puede existir cierta diversidad de modelos basados en el estrés para explicar el desarrollo y/o
mantenimiento de diferentes trastornos, algunas de las fases del modelo que hemos desarrollado en el
capítulo (el esquema de arriba del todo, ¿os acordáis?) deberían estar presentes en cualquier modelo,
aunque puede variar la relevancia de cada fase dependiendo del trastorno y la situación de que se trate.
Recordemos que es un modelo dinámico que implica interrelación entre los distintos componentes.
B. Estrés y conductas relacionadas con la salud
El estrés puede influir también de forma indirecta sobre la salud a través de la elicitación o mantenimiento
de conductas no saludables, de hecho se relaciona con una reducción de conductas de salud y un
incremento de conductas nocivas para ésta (por ejemplo aumento de consumo de tabaco y alcohol,
conducción arriesgada, etc.) Estos comportamientos podrían definirse como estrategias de afrontamiento
nocivas, ya que son medidas que la persona adopta para reducir el estrés.
Se ha sugerido que el apoyo social reduce la frecuencia de CRS no saludables, aumentando las saludables
en situaciones de estrés cuando las personas cuentan con apoyo social elevado. Sin embargo en ciertas
ocasiones también puede, el apoyo social, potenciar CRS nocivas, como en el caso de la adolescencia que
es frecuente que entre compañeros se estimule el consumo de drogas.
También las variables disposicionales han sido vinculadas a la práctica de CRS nocivas. La conducta tipo A
por ejemplo se ha relacionado repetidamente con el elevado consumo de alcohol y con fumar; el
neuroticismo parece correlacionar negativamente con la práctica continuada de ejercicio físico.
Recientemente se han desarrollado algunas líneas teóricas y de investigación que enfatizan los
determinantes personales de las conductas de salud (CRS saludables). Un ejemplo es el modelo de
creencias de la salud de Rosentok para la predicción de conductas de salud específicas, que ha demostrado
la implicación de las creencias en conductas CRS como programas preventivos de cáncer de mama y
conductas de demora en personas para ser atendidas medicamente.
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10. TÉRMINOS CLAVE
Afrontamiento (coping): Esfuerzos conductuales y cognitivos que utiliza el individuo para hacer frente a las
situaciones estresantes, así como para reducir el estado de malestar inducido por el estrés.
Alexitimia: Dificultad para describir y comunicar verbalmente las experiencias emocionales; también suele
incluir reducción de imaginaciones y fantasías, y una orientación externa del pensamiento.
Catabolismo: Proceso metabólico de tipo destructivo, desasimilativo y desintegrativo.
Hardiness (resistencia): Indica resistencia (o dureza) personal ante el estrés. El concepto incluye los tres
aspectos siguientes: compromiso (commitment), desafío y control.