Crónica-Quilca 12-01-2014

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  • 8/13/2019 Crnica-Quilca 12-01-2014

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    A14 lPasLima El Comercio

    domingo 12 de enero del 2014

    Luego de 16 aos, el Arzobispado de Lima propietario del predio ha pedido a los libreros delbulevar de Quilca que abandonen el espacio porque se tiene proyectado construir all un centro comercial.

    La resistencia de los libros

    en el jirn de la contracultura

    PERSONAJES DEL JIRN QUILCA

    Una librera condensa el mundoJorge Carrin, Libreras.

    Leer un libro viejo es viajar dos

    veces: recorres con l extensasy desconocidas regiones, perotambin los hitos de la vida de suanterior lector: la posibilidad dehallar entre sus pginas un ama-rillento boleto de viaje en mni-bus, la dedicatoria a un perso-naje para el olvido, esa pginaque se dobl para ser recorda-da y que t ignoras y desdoblaspara empezar sin distraccionestu propia historia, y tal vez (conalgo de suerte) una descoloridafoto. Un libro viejo guarda esoque uno nuevo an no tiene: elaura de un tiempo, la trajinada

    vida de alguien ms. Los libre-ros del bulevar de la cultura del

    jirn Quilca condensan hace 16

    aos ese doble mundo.Las tres primeras cuadras deeste jirn del Centro Histricode Lima son el refugio de la con-tracultura capitalina. Aqu apa-reci en 1997 El Averno y mesesdespus, en una playa abando-nada, luego de ser desalojadospor la Municipalidad de Lima,se ubicaron los 60 libreros queantes ocupaban los alrededoresde la plaza San Martn. Fue unafeliz coincidencia: alrededor deQuilca se articul un cor redorcultural crtico y alternativo.

    No existe universitario en Li-ma que no haya alimentado enestos pasadizos su bibliotecapersonal con esas inacabables

    ediciones azules de la Bibliote-ca Peruana de Peisa, los Popu-libros (la coleccin de bolsilloque impuls Manuel Scorza) oalgn ejemplar de la coleccinbsica Salvat. Todos tenemosen casa al menos uno. Todos enQuilca guardan al menos 100.Pero el bulevar, hijo autnticode Lima, hered de esta su im-provisacin: durante 16 aosalquil el espacio al Arzobispa-do de Lima y ahora este les pideque abandonen el lugar porqueall aires de estos tiempos seconstruir un centro comercial.

    HISTORIA ERRANTE

    En la primera mitad de los aos70 Vicente Martnez dej su tra-bajo en una joyera, tom doscajas de cartn, puso en ellas li-bros y comenz a venderlos enla Colmena. Pas despus a laplaza San Martn y luego al bu-levar. l, que de joyero no leanada, comenz a leer todo loque llegara a sus manos. Coneste negocio he educado a mishijos y levantado mi familia.Don Vicente reposa en su eclc-tico stand: los manuales de au-toayuda comparten espacio congrandes novelas clsicas, la sa-ga Crepsculo reposa al ladode antologas de poesa y las no-

    vedades literarias acompaanlas tapas de los libros de cocina.

    No solo hay libros viejos hoy

    en el bulevar de Quilca. Las no-vedades literarias y best sellersse venden aqu por unos solesmenos. Y algunos libreros traende sus viajes al extranjero textosque an no llegan a las grandeslibreras. El azar define la com-pra: el lector no siempre va porun libro especfico, o tal vez s,pero queda atrapado por estosrepletos stands con la esperanzade encontrar ese tomo de Con-tra viento y marea que le falta,algn ejemplar deHistoria deun deicidio por un precio notan exagerado, o quiz la pri-

    El azar define lacompra en Quilca:el lector no siempreva por un libroespecfico, o tal vez s,pero queda atrapadoluego por estosestrechos pasadizoscon la esperanza deencontrar ese tomode Contra viento ymarea que le falta,o aquella primeraedicin de Travesade Extramares, deMartn Adn, o unlibro de Arguedasautografiado. Elfetichismo tiene suescuela aqu.

    FOTOS:ENRIQUECNEO

    DOS GENERACIONES. Pedro Ponce, Rosa Snchez, Gabriel Ruiz Ortega y Vicente Martnez (de izq. a der.) son libreros del bulevar de la cultura, en el jirn Quilca.

    mera edicin de Travesa deExtramares, de Martn Adn, oun libro de Jos Mara Arguedasautografiado. El fetichismo tie-ne aqu su escuela.

    La historia de los libreros delbulevar tiene episodios erran-tes: antes de 1997 vendan li-bros en la calle, pero ese aouna ordenanza municipal losoblig a formalizarse. Se orga-

    nizaron y alquilaron este espa-cio, propiedad del Arzobispadode Lima. Firmaron un contratoy lo alquilaron. Desde entoncesel trato se renov todos los aos,hasta el 2008. Ese ao nos dije-ron que el contrato ya no se re-novara. Continuamos pagandoel alquiler hasta noviembre delao pasado, cuando recibimosel pedido de desalojo y ahora

    estamos en un proceso de con-ciliacin, dice Pedro Ponce, re-presentante de los libreros deQuilca. El ao pasado nos avi-saron que el arzobispado tieneproyectado construir aqu unestacionamiento subterrneo,locales comerciales y departa-mentos en los ltimos pisos, pe-ro nosotros no formamos partede ese proyecto, explica.

    Vicente Martnez recuerdaque este lugar era una playa ol-

    vidada, y que con la inaugura-cin del bulevar las tiendas delibros comenzaron a instalarse

    en los alrededores. Generamosun cambio, apunta uno de loslibreros fundadores.

    TOCANDO PUERTAS

    Un librero es el alma de una li-brera. Lejos de esas grandes ca-denas que venden textos comoquien oferta un jabn, en Quil-ca dice Gabriel Ruiz, librerode Selecta Librera y crtico lite-rario el librero quiere debatircon el lector. Nosotros le deci-mos nuestra opinin sobre laobra por la que l est pregun-tando. Aqu el cliente no siem-

    pre tiene la razn. La demandano siempre dicta la oferta. Libre-ra Rocinante, de Pedro Ponce,tena hasta hace poco un cartelque era a la vez una declaracinde principios y un manifiestocontra el mercado: Aqu no se

    venden libros de Paulo Coelho.Es probable que uno de los

    actos ms rebeldes de estostiempos de objetos desechableslo constituya la compra de unlibro, y aun ms, un libro viejo.Mientras la tecnologa avasallay obliga a muchos a desecharcon aterradora velocidad los

    equipos que an sirven, millo-nes de lectores continan com-prando libros, libros viejos. To-da ciudad tiene un espacio paraellos: el de Lima es Quilca.

    Acorralados por los das, loslibreros han tocado varias puer-tas, pero nadie los escucha an.Dicen que les gustara partici-par econmicamente en el pro-yecto del arzobispado o, por lomenos, tener ms tiempo parahallar otro lugar. Siempre en elCentro de Lima, siempre juntos.Dividirnos sera nuestro fraca-so, advierte Pedro Ponce.

    GRAN HALLAZGO.El libro Amor mundo y todos los cuentos, deJos Mara Arguedas, autografiado por el mismsimo autor.

    EL REINO DEL PAPEL. En los puestos de Quilca es posible encontrar libros de coleccin, revistasantiguas, as como las ltimas novedades literarias. En el bulevar la piratera est prohibida.

    NOSTALGIA.En Quilca se articul un corredor artstico alternativoalrededor de El Averno (ya desapareci) y el bulevar de libros.

    NELLY LUNA A MANCIO

    [email protected]