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Cronología crítica de Adolfo Carrillo (1855-1926) La presente cronología se fundamenta en los siguientes autores y estudios del autor: Alonso Lujambio, “Estudio introductorio. Rogaciano y Sebastián” en Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada; Fausta Gantús, “La oposición con nombre y apellido: Adolfo Carrillo. Alianzas y complicidades, represión y exilio” en Plumas y tintas de la prensa mexicana; Miguel López Rojo, “Introducción” en Cuentos Californianos; Héctor R. Olea, “Semblanza del autor de las ‘Memorias’ (Adolfo Carrillo, 1855-1926)” en Memorias del Marqués de San Basilio; Stanley Ross, “Prólogo a un prólogo” en Historia Mexicana y Juan B. Iguíniz “Adolfo Carrillo” en El periodismo en Guadalajara (1809- 1911). La narración será hecha por los críticos que se han ocupado de la vida de Carrillo tratando de esclarece los pasajes a la luz de su autobiografía ficcionalizada que representa su “Prólogo” a las Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada de 1926. Hay varios datos imprecisos que se tratarán de dilucidar; quedan, sin embargo, algunos asuntos autobiográficos que Carrillo nunca tocó de manera clara, por ejemplo no se sabe si se casó, aunque algunos autores lo afirman y él afirma haber tenido una hija que perdió en un terremoto en San Francisco. Como menciona Héctor R. Olea: “Fernández Cué tuvo mucha razón en llamarlo ‘desmemoriado’, nunca dejó el más mínimo vestigio de su vida íntima, se sabe que permaneció soltero, sin familia, siempre solitario y sin patria”. 1 Se consignará, para efectos de las citas de cada apartado, el apellido del autor y la página, en todos los casos (salvo las excepciones que se anotan al pie) corresponden a los estudios mencionados cuya referencia se encuentra desglosada en la bibliografía general 1 Héctor R. Olea, “Semblanza del autor de las ‘Memorias’”, en Memorias del Marqués de San Basilio, p. 418.

Cronología Crítica de Adolfo Carrillo-2

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Cronología crítica de Adolfo Carrillo

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Cronología crítica de Adolfo Carrillo (1855-1926)

La presente cronología se fundamenta en los siguientes autores y estudios del autor:

Alonso Lujambio, “Estudio introductorio. Rogaciano y Sebastián” en Memorias de

Sebastián Lerdo de Tejada; Fausta Gantús, “La oposición con nombre y apellido: Adolfo

Carrillo. Alianzas y complicidades, represión y exilio” en Plumas y tintas de la prensa

mexicana; Miguel López Rojo, “Introducción” en Cuentos Californianos; Héctor R.

Olea, “Semblanza del autor de las ‘Memorias’ (Adolfo Carrillo, 1855-1926)” en

Memorias del Marqués de San Basilio; Stanley Ross, “Prólogo a un prólogo” en Historia

Mexicana y Juan B. Iguíniz “Adolfo Carrillo” en El periodismo en Guadalajara (1809-

1911).

La narración será hecha por los críticos que se han ocupado de la vida de Carrillo

tratando de esclarece los pasajes a la luz de su autobiografía ficcionalizada que representa

su “Prólogo” a las Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada de 1926. Hay varios datos

imprecisos que se tratarán de dilucidar; quedan, sin embargo, algunos asuntos

autobiográficos que Carrillo nunca tocó de manera clara, por ejemplo no se sabe si se

casó, aunque algunos autores lo afirman y él afirma haber tenido una hija que perdió en

un terremoto en San Francisco. Como menciona Héctor R. Olea: “Fernández Cué tuvo

mucha razón en llamarlo ‘desmemoriado’, nunca dejó el más mínimo vestigio de su vida

íntima, se sabe que permaneció soltero, sin familia, siempre solitario y sin patria”. 1

Se consignará, para efectos de las citas de cada apartado, el apellido del autor y la

página, en todos los casos (salvo las excepciones que se anotan al pie) corresponden a los

estudios mencionados cuya referencia se encuentra desglosada en la bibliografía general                                                                                                                1 Héctor R. Olea, “Semblanza del autor de las ‘Memorias’”, en Memorias del Marqués de San Basilio, p. 418.

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y todos son ampliamente detallados en el capítulo 1, “El rompecabezas Adolfo Carrillo.

Estado de la cuestión”, para el que la presente cronología sirve como complemento.

1855. Adolfo Rogaciano Carrillo nació en Sayula, Jalisco, en 1855 (Olea, Lujambio). “Se

ha logrado investigar el nombre de sus padres: Amado Carrillo y Eutimia Ramos,

naturales de Tapalpa, Jalisco, también se sabe que tuvo tres hermanos: José María, Isaac

y Amado, sobre el primero sólo existen algunas referencias, del segundo no hay duda de

que era tapalpeño y nació en 1851, se tituló de ingeniero y fue, durante mucho tiempo,

profesor de Geografía y Astronomía del Liceo de Varones de Guadalajara, lugar donde

falleció el 9 de julio de 1883, y sobre el último, Amado, vivía en Yahualita dedicado al

comercio, según testimonios que existen, por el año de 1926. Adolfo parece ser que hizo

sus primeros estudios en Tapalpa que siguió, después, probablemente, en el Liceo de

Varones de la ciudad de Guadalajara. Carrillo trabajó, en Sayula, como empleado fiscal

pero esta modesta ocupación la desempeñó por corto tiempo, pasó a realizar sus estudios

a la capital tapatía” (Olea, 293-294).

1871. “En 1871, apenas contaba diez y seis años, Carrillo llegó a Guadalajara donde se

relacionó con la juventud de su tiempo, hizo amistad bastante estrecha con los literatos

Manuel Puga y Acal y José López Portillo a quienes conoció en las redacciones de los

periódicos jaliscienses y entre la bohemia de su tiempo” (Olea, 294).

1876. La primera imprecisión actual es la fecha en la que Carrillo se traslada a la ciudad

de México, según Olea para este año ya está en la ciudad de México: “Viajó Carrillo,

joven de veintiún años de edad, a la ciudad de México, trabajó en las redacciones de los

periódicos: ‘El Monitor Republicano’ y en ‘El Diario del Hogar’ de don Filomeno Mata,

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desde cuyas columnas inició, en 1876, su carrera periodística de oposición al gobierno

del general Porfirio Díaz” (Olea, 295).

1877 y 1878. Según Gantús, Iguíniz y Miguel López Rojo fundó dos periódicos en

Guadalajara en estos años: “Dirigióse después a Guadalajara, donde se metió periodista,

para lo que no carecía de dotes, y en 1877 y 1878 publicó La Picota y La Unión

Mercantil” (Iguíniz, 172), lo que implicaría que su traslado a la ciudad de México fue

posterior a 1878. Olea menciona la creación del periódico La Picota pero se entiende que

antes, dado que para este autor en estos años Carrillo ya estaba publicando en la ciudad

de México. Lujambio menciona que para 1873 ya estaba en la capital: “Poco después,

cambia nuevamente su residencia y se marcha a la ciudad de México, hacia 1873, en el

arranque del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876)” (Lujambio, 39).

1879. “En la ciudad de México, en el periódico: ‘El Republicano’ fue donde Adolfo

Carrillo inició, en su primera época, la defensa del régimen del licenciado Lerdo de

Tejada […] El periódico ‘El Republicano’ apareció, en su segunda época, bajo la

responsabilidad del secretario de redacción José Negrete y el administrador J. V. Villada,

el miércoles primero de enero de 1879 (Olea, 296).

1879. “El martes 3 de junio de 1879, a las ocho y media de la noche dos agentes de la

policía recogieron de la imprenta todos los ejemplares del suplemento del periódico y fue

aprehendido el señor Villada dueño de la imprenta que imprimía ‘El Republicano’. Se

ordenó también la aprehensión de todos sus redactores, entre ellos Carrillo, pero lograron

ocultarse a tiempo. El periódico iba a publicar un manifiesto político del general Miguel

Negrete, que se pronunció en Monte Alto contra el gobierno tuxtepecano. “p. 299. El

periódico “El Republicano” fue suprimido por la administración de Díaz a raíz del

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artículo “una Excitativa Masónica” publicado en agosto de1879 en el que se solicitaba la

expulsión definitiva del general Mier y Terán (que había mandado el asesinato de los

mártires de Veracruz el 25 de junio de 1879) de todas las logias masónicas del mundo

(Olea, 300). “Suprimido el periódico por la administración del general Díaz, al mes

siguiente [septiembre], salió otra publicación con el título: “El Correo del Lunes”, en su

primera época, que tenía como director y redactor al licenciado José Negrete, apareció el

primer número el día 15 de septiembre de 1879 (Olea, 300).

1880. “Pasó después Carrillo a la redacción del periódico ‘La Patria’ bajo la dirección de

un periodista jalisciense don Ireneo paz, escribió en esta publicación la ‘gacetilla’ hasta el

día 29 de marzo de 1880” (Olea, 301).

1880-1881. “En los últimos meses de 1880 y los primeros de 1881 lo encontramos como

escritor y redactor responsable de La Patria, periódico de Ireneo Paz: por ejemplo La

Patria, 28 y 30 de noviembre y 15 de diciembre de 1880; 16 de febrero y 6 de abril de

1881” (Gantús, 90).

1881. Escritor de El Lunes, es conocido ya su carácter polemista y escandaloso. Unos

rufianes intentan asesinarlo, incidente señalado por Salvador Quevedo y Zubieta, director

del periódico quien en un artículo señala la postura del periódico de pedir que se firmen

todas las colaboraciones con el nombre del autor, para evitar incidentes como el suscitado

(Gantús, 93).

1882. Director de El Correo del Lunes. Periódico semanal: “Volvió, después, el escritor

Carrillo al periódico ‘El Correo del Lunes’, que se metía en los vericuetos de la vida

privada de los hombres públicos del régimen tuxtepecano, y cuando su director Negrete

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fue electo diputado federal dejó la dirección del semanario a su amigo Adolfo Carrillo, el

lunes 6 de febrero de 1882” (Olea, 301).

1883. “Al siguiente año, después de haber recibido la dirección del periódico [1883],

Carrillo escribió: ‘Epístolas de Agua Fuerte’, con motivo del regreso a la ciudad de

México de Jorge Carmona, Marqués de San Basilio, consignó apuntes biográficos de este

noble radicado en París y las cartas enviadas desde Francia por Albert Hans sobre los

incidentes que éste tuvo con el citado personaje” (Olea, 305).

1884. Duelo con Telésforo García. “Líos y riñas vienen y van en esta etapa de la vida de

Carrillo: hacia 1883, cuatro primos y hermanos dan una paliza a Rogaciano por manchar

el nombre de una dama en su periódico. Poco después, Carrillo formula agudas críticas a

su colega Telésforo García, director de La Libertad” (Lujambio, 40).

1885. “Poco después vendrá julio de 1885: el momento clave en la biografía de Carrillo.

En las últimas semanas del gobierno de Manuel González (1880-1884), Porfirio Díaz

intenta que el Congreso apruebe un tratado para el reconocimiento de la deuda inglesa

con el fin de endosarle el costo político al gobierno saliente. El gonzalismo se defiende

con todas sus armas. Estudiantes y obreros, estimulados por la prensa gonzalista, se

movilizan con el argumento de la violación de la soberanía para impedir la aprobación.

Logran diferir la decisión: será el gobierno de Díaz, a partir de diciembre de 1884, quien

se haga cargo del asunto. Díaz crea una comisión para discutir el tema y encuentra el

modo de avanzar en un debate delicado para la relación internacional de su gobierno con

las grandes potencias. Se busca una vía alterna: aprobar una ley general sobre

consolidación y conversión de deuda, en donde entre líneas vaya el paquete inglés. La

prensa de oposición denuncia el subterfugio y nuevamente la movilización se enciende.

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El Tiempo del 8 de julio de 1885 denuncia que Carrillo (de El Correo del Lunes) y una

media docena de periodistas, muy destacadamente Enrique Chávarri (de El Monitor

Republicano), junto con una veintena de estudiantes, han sido puestos en prisión

acusados por el delito de sedición. También da cuenta de que ‘los números de El Correo

del Lunes fueron recogidos antenoche por orden de la autoridad’. El 10 de julio, es decir,

dos días después, El Tiempo especula sobre la posibilidad de que se lleven a los presos a

San Juan de Ulúa, en Veracruz. Semana y media después, se suspende la publicación de

El Correo del Lunes. El periódico El Tiempo del 21 de julio da cuenta de la ‘grande

algazara en las redacciones de El Partido Liberal y de El Pacto Federal, porque se

suspendió El Correo del Lunes’. Afirma el editor, con ironía: ‘Así vamos bien, dicen

ellos; concluido El Tiempo y los demás quisquillosos calumniadores como El Correo,

quedamos solos los de la subvención. ¡Viva la libertad de imprenta!’ Así, periodistas y

estudiantes, pasan en prisión tres meses, hasta que viene la sentencia del Juez 2o de

Distrito: 7 meses y 18 días de prisión para Carrillo y Chávarri y penas menores para el

resto de los ofensores de la ‘moral pública’. El asunto se lleva a la Suprema Corte y ésta,

el 11 de noviembre de 1885, reduce la sanción a 4 meses y 10 días de prisión, a

computarse ‘desde el día en que se les declaró bien presos’. Pocos días después, en la

segunda mitad de noviembre, Adolfo Rogaciano Carrillo es puesto en libertad”

(Lujambio, 41-42).

“Gracias a artículos de El Correo del Lunes en el contexto de la Deuda Inglesa es

encarcelado. En el marco del proceso legal seguido en su contra, aunque reconoció ser el

autor de los artículos acusados de subversivos en lo referente al cargo de injurias, con el

claro fin de deslindarse de la responsabilidad y escapara así a la aplicación de la justicia,

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declaró que el periódico pertenecía a Trinidad Martínez y que era el propietario ‘quien

imprimía a dicho semanario el carácter que tenía’. Pese a que parece ser cierto que

Martínez aplicaba, en ese como en otros de los periódicos de su propiedad, la estrategia

de una oposición exaltada, tal aseveración, tal deslinde de responsabilidades por parte del

periodista no correspondía con la actitud que se esperaría de un opositor declarado y

reconocido, como se presumía lo era Carrillo. Si bien pudo estar atendiendo indicaciones

del dueño del periódico también, en buena medida, respondía a su propio

posicionamiento político, por lo que resulta evidente su intento de eludir el castigo

(Gantús, 94).

“El día 6 de octubre se notificó a Carrillo la sentencia pronunciada en segunda instancia

por el magistrado Horcasitas, condenándolo a siete meses, diez y ocho días de prisión y al

pago de $ 312.50 de multa; pero la Suprema Corte de Justicia, el 11 de noviembre lo

condenó, junto con Chávarri, a sólo cuatro meses, quince días de reclusión y a $50.00 de

multa. El periodista Carrillo, en consecuencia, por el fallo anterior, salió de la cárcel de

Belén el día 25 de noviembre de 1885” (Olea, 320).

1885. En el periódico El Tiempo, número 697 del jueves 10 de diciembre de 1885,

Adolfo Carrillo se defiende de lo que Lujambio y Olea consideran la gota que derrama el

vaso del destierro, o tal vez auto exilio. Carrillo niega una acusación de chantaje por la

que volvió a ser acusado ante la justicia: “apenas deja la cárcel recibe un claro mensaje de

Porfirio Díaz y su grupo. Un colaborador de El correo del Lunes, Adolfo Paz”, recibe la

visita de un enviado de José Ives Limantour, hombre cercano a Díaz, quien le muestra

una carta firmada por el pseudónimo que utilizaba el propio Paz en el periódico, en la que

éste chantajea a Limantour con publicar ‘hechos vergonzosos de su amado padre’. Paz

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niega el hecho y alega que todo lo fraguó Carrillo para perjudicarlo. Adolfo Rogaciano

responde de inmediato en El Tiempo” (Lujambio, 42-43). “La acusación, en el plano

judicial, no prosperó, pero en diversas formas, los hombres del gobierno, siguieron

hostilizando al viril escritor” (Olea, 321). “La amenaza es bastante clara. Hay que salir

del país para salvar el pellejo. Ora dice que se autoexilia, ora que fue escoltado por

miembros del Ejército hacia el puerto es de Veracruz” (Lujambio, 43).

1886. Exilio en Estados Unidos. En febrero está publicando en San Francisco California:

“Arribó a Nueva York en el mes de febrero y desde ahí envió algunas colaboraciones a

periódicos mexicanos como El Tiempo; después se trasladó a California, probablemente

en mayo, y casi inmediatamente inició su actividad periodística” (Gantús, 95). “Carrillo

abandona el país mes y medio después de salir de la cárcel. Sus escritos en contra del

primer gobierno reelecto de Díaz han puesto en riesgo su vida. Tiene entonces 31 años.

Se va soltero” (Lujambio, 34).

1886. Carrillo a mediados de 1886 colaboraba en las páginas de La República en San

Francisco, sus publicaciones atacaban a Díaz, y Coney, el entonces aspirante a cónsul,

defendió a Díaz y atacó a Carrillo en la prensa californiana, (Gantús, 95-96) con lo que

empezó un proceso de defensa y ataque al gobierno de Díaz entre Coney, que quería

poder político y Carrillo, que pretendía desestabilizar el alcance del poder de Díaz del

otro lado de la frontera norte del país. Primer viaje a España, Gantús lo aclara en nota al

pie: “El primer viaje a España se lo financió Coney en agosto de 1886. Carrillo regresó a

los Estados Unidos de América a principios de 1887, para salir, posteriormente, con

rumbo a Santander en mayo de ese año” (Gantús, 91).

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1887. Segundo viaje a España en mayo de este año. Carrillo dice: “Después de haber

permanecido ocho meses en Nueva York, y con la ayuda del señor Lerdo, embárqueme

para España a principios de 1887, si es que mi memoria no engaña la fecha” (“Prólogo”,

80).2 Gantús aclara: “y sobre su segundo viaje afirma que lo realizó gracias a que Lerdo

de Tejada le costeó el pasaje, mientras que Ross asegura que viajó con un pasaje que

supuestamente le obsequió la Compañía Trasatlántica” (Gantús, 91). En las notas de

Stanley Ross al “Prólogo a las ‘Memorias’ de Lerdo”3 se aclara la noticia de los viajes a

partir de los escritos de la prensa de la época: “Puga y Acal negó que Carrillo hubiera ido

a Madrid, París y Londres, porque ‘yo anduve por allá en esa época y no encontré rastros

de Carrillo’. Excélsior, 15 de marzo de 1926. Mientras los informes de Carrillo contienen

notables omisiones e inexactitudes y ha sido imposible para este escritor autentificar sus

actividades, la certeza de un viaje a Europa es incontrovertible. En los primeros meses de

1886, Carrillo se encontraba en Nueva York, donde escribió una serie de artículos sobre

la vida estadounidense; sin embargo, a mediados de abril estaba en San Francisco,

California, comprometido en actividades de prensa antiporfiriana. El 16 de agosto de

1886 el cónsul Coney informa que Carrillo, con su consejero económico, embarcó días

antes a bordo del San Blas, rumbo a España. En febrero de 1887 se encontraba de regreso

en Nueva York; el 1º de marzo se informa su llegada a La Habana, procedente de Nueva

York. El 17 de mayo de 1887, el periódico de La Habana, Diario de la Marina, atestigua

que Carrillo salió a bordo del Antonio López rumbo a España (Santander), con un pasaje

que gratuitamente le concedió la Compañía Trasatlántica. En enero de 1888, el cónsul

                                                                                                               2 Se cita el “Prólogo” de: Adolfo Carrillo, Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada, estudio introductorio de Alonso Lujambio, 2011, pp. 61-94. 3  Adolfo Carrillo, “Prólogo a las ‘Memorias’ de Lerdo” en Historia Mexicana, X: 1 (37), julio-septiembre, 1960, pp. 117-146, con notas de Stanley Ross.  

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Vásquez informa al gobierno mexicano del regreso de Carrillo a Cuba. Informes sobre

sus diferentes actividades en la isla continúan hasta mayo de 1888. De acuerdo con

Gantús, sobre la llegada de Carrillo a España: “Según el propio Carrillo, en su segundo

viaje a España, el efectuado en 1887, llegó con cartas de recomendación de José Martí y

consiguió publicar en el diario El Liberal […] El periodista, sin embargo, continuó sus

publicaciones en las páginas de La Iberia Ilustrada. Ante esa situación el Embajador

[Riva Palacio, quien le había pedido salir de España, según Carrillo en su ‘Prólogo’]

cumplió su amenaza y procedió a denunciar legalmente algunos artículos. El periodista se

vio entonces obligado a abandonar España y trasladarse a Francia. Carrillo señala que en

éste último país sus artículos aparecieron en El Intransigente. Pero tampoco en París se

libraría de los acólitos de Díaz, ahí se encontró con Ramón Fernández, quien salió en

defensa del gobierno mexicano” (Gantús, 99).

1888. Regreso a Nueva York: “En Nueva York desembarcó Carrillo, en los primeros días

del mes de noviembre de 1888, según las noticias publicadas por la prensa de la época

(Olea, 341). “Después de su segundo viaje a Europa, en 1887, la historia de sus travesías

se complica un poco y con ello algunos acontecimientos importantes. ¿En qué momento

regresó Carrillo a los Estados Unidos? Él afirma que en 1889, después de la muerte de

Lerdo de Tejada, y que entonces fue detenido por intervención de Coney. Según Ross,

Carrillo regresó de Europa a Cuba en enero de 1888 y ahí permaneció por algunos meses,

al menos hasta mayo” (Gantús, 99). En enero de 1888, el cónsul Vásquez informa al

gobierno mexicano del regreso de Carrillo a Cuba.

“Hacia finales de ese año [1888], circuló la noticia de que ‘los señores General Díaz y

Lic. Romero Rubio’ habían ‘denunciado ante los tribunales de la nación vecina [Estados

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Unidos] a Adolfo Carrillo’. […] En efecto, el suceso del encarcelamiento en San

Francisco ocurrió hacia finales de 1888. En noviembre, como podemos constatar en la

prensa de la época, quedó libre mediante el pago de una fianza cubierta gracias al auxilio

de ‘algunas señoras de San Francisco, California [que] al saber que el periodista D.

Adolfo Carrillo podía conseguir su libertad mediante la cantidad de 3,000 pesos los

colectaron en oro y lograron que dicho señor saliera libre’. Poco tiempo gozó Carrillo de

la libertad pues casi inmediatamente fue apresado otra vez con motivo de ‘una nueva

acción judicial [que] motivó que volviera a la cárcel’. Otra vez recobró la libertad el 30

de diciembre, gracias a la generosidad de ‘muchas personas [que] se han suscrito para

auxiliar al valiente Adolfo’ saldando el monto de quinientos pesos exigido como fianza.

[Información que Gantús toma de El Hijo del Ahuizote, 13 de enero de 1889]” (Gantús,

99).

1889. “Al año siguiente, 1889, de su llegada a San Francisco, el periodista Adolfo

Carrillo instaló una imprenta modesta y con la idea de publicar, en su segunda época, el

semanario ‘La República’, se dedicó antes a hacer algunos trabajos tipográficos, todos

ellos de carácter comercial. Carrillo se dedicó a su trabajo, sufrió estoico todas las

persecuciones mendaces de diplomáticos serviles y no doblegó nunca su espíritu

templado en las amarguras del exilio” (Olea, 348).

1889. Publicación de las Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada: “Desde San Francisco,

en noviembre de 1889, impresionado por la muerte de su amigo y protector, el licenciado

don Sebastián Lerdo de Tejada, escribió Carrillo al director del semanario ‘El Mundo’,

pidiéndole aceptara su colaboración en la obra de oposición al general Díaz (Olea, 348-

349). “Casi seis meses después de muerto Sebastián Lerdo de Tejada en su exilio de

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Nueva York, el 21 de abril de 1889, aparecen en El Mundo, el periódico contrario a Díaz,

publicado en Laredo por el general Ignacio Martínez, las memorias apócrifas del sucesor

de Juárez en la presidencia [los primeros artículo aparecen el 8 de diciembre de 1889,

publicados por El Mundo]. A finales de diciembre de 1889 las memorias reaparecen en El

Hijo del Ahuizote, semanario satírico de oposición publicado en la capital mexicana

[periódico que reproduce capítulos de las discutidas memorias de Lerdo desde el 22 de

diciembre de 1889]” (Ross, 110). “En la ciudad de México ‘El Hijo del Ahuizote’,

reprodujo algunos capítulos, creyendo que en verdad habían sido redactadas por el señor

licenciado Lerdo de Tejada, que aparecen, casi simultáneamente, catorce días después de

iniciada su publicación en ‘El Mundo’, el día 22 de diciembre de 1889” (Olea, 350). Las

Memorias Inéditas de Sebastián Lerdo de Tejada aparecieron en el periódico El Mundo

del 8 de diciembre de 1889 al 2 de febrero de 1891 (Olea, 352).

1897. Publicación de las Memorias del Marqués de San Basilio: “Así fue como apareció

la obra: ‘Las Memorias del Marqués de San Basilisco’ impresas en el año de 1897, en

San Francisco, E. U. A., por The International Publishing Co., con una lámina en la

carátula conteniendo como motivo un dibujo sobre el asesinato del licenciado don

Manuel Bolado” (Olea, 354). “Este folleto relatando la vida de Jorge Carmona, marqués

de San Basilio, casi no circuló en México, tal vez, por la intervención de las autoridades

porfiristas” (365).

1906. Se muda a Los Ángeles después de perder a su única hija y su taller tipográfico.

Empieza a editar La Prensa (Iguíniz, 173). “Antes de coleccionar sus cuentos, Carrillo ya

había publicado algunos en periódicos como La Prensa de Los Ángeles y El Tucsonense

de Tucson, Arizona. Según el prólogo de E. V. Escalante que encabeza los Cuentos

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californianos, Carrillo presenció el terremoto e incendio de San Francisco en abril de

1906, desastre en que pereció la única hija del autor” (Miguel López Rojo, 10).

1912. “El primer documento que prueba que Sebastián Lerdo de Tejada no escribió las

Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada es una carta fechada el 14 de junio de 1912,

escrita en Los Ángeles, California, por un periodista jalisciense, furioso antiporfirista en

el exilio desde 1886. Es Adolfo Rogaciano Carrillo, quien había coincidido con Lerdo de

Tejada en Nueva York durante casi todo el año de 1886. La carta de Rogaciano está

dirigida a Juan Sánchez Azcona, secretario particular del presidente Francisco I. Madero,

en la que el remitente pide al gobierno un cargo en el consulado de Los Ángeles o San

Francisco, alegando ser él quien escribió las Memorias y ser precursor del movimiento

revolucionario. Y sí: todo indicaba que poco menos de un año de conversaciones de

Lerdo de Tejada con Adolfo Rogaciano Carrillo, había bastado, en 1886, para reunir el

material para unas Memorias de furioso antiporfirismo por doble partida (Lujambio, 26).

“Hacia 1912, al solicitar empleo y demandar reconocimiento, Carrillo lleva viviendo 26

años en el exilio, casi siempre en la miseria. Periodista y escritor, Carrillo pierde su

imprenta en el terremoto de San Francisco en 1906 y ve morir, en aquella catástrofe, a su

única hija. Da clases de español. Escribe cuentos para revistas y periódicos californianos.

Se defiende como puede. En la misma carta fechada en 1912, afirma que su mujer se

encuentra enferma. En el arranque de la Revolución Mexicana, volver a México ya no

tiene sentido para Carrillo. Pero, se insiste, quiere que el gobierno revolucionario premie

sus servicios antiporfiristas con un empleo en los Estados Unidos” (Lujambio, 27).

Durante la revolución maderista fue comisionado como agente de prensa (Iguíniz, 173).

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1914. “Es nombrado cónsul de Los Ángeles por influjos de su amigo D. Heriberto

Barrón” (Iguíniz, 173). “Finalmente, será el Jefe del Ejército Constitucionalista,

Venustiano Carranza, quien, poco después, el 1º de marzo de 1914, nombre a Adolfo

Rogaciano Carrillo ’Cónsul de México en Los Ángeles, Cal., Estados Unidos de

América, con el sueldo anual de dos mil quinientos cincuenta y cinco dólares; cuota

diaria, siete dólares’” (Lujambio, 28).

1916. Carrillo pierde el empleo hacia 1916, año en que es atropellado en San Francisco

(Lujambio, 30)

1920. “Vuelve a ser comisionado como agente de prensa para el consulado de Los

Ángeles. No será sino hasta el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924) cuando Carrillo

tenga en el mismo consulado ‘un empleo honorífico, habiéndole pasado una mensualidad

de ciento cincuenta a ciento ochenta dólares para sus gastos’” (Lujambio, 30).

1925. “El 16 de marzo de 1925, Carrillo, ya en la vejez, es nombrado ‘Escribiente de

Segunda’ en el propio Consulado de Los Ángeles, en el arranque del gobierno de

Plutarco Elías Calles (1924-1928)” (Lujambio, 30).

1926. “El 5 de abril de 1926, Carrillo, cinco meses antes de morir, a los 71 años, le

escribe una carta a su jefe, el cónsul, ahí mismo en Los Ángeles” (Lujambio, 30). La

carta a Don Alfonso Pesqueira, cónsul de México en Los Ángeles anuncia la escritura de

su prólogo y la petición de una nueva edición de las Memorias de Sebastián Lerdo de

Tejada que sea gestionada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, ya que estas

memorias fueron, según Carrillo, parte del germen del espíritu revolucionario de 1910,

Lujambio reproduce la carta en su estudio (Lujambio, 31).

1926. Adolfo Carrillo muere el 23 de agosto de 1926.