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EMOCIONESFunciones, lenguaje y anatoma del cerebro emocional
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12
PSICOLOGA EMOCIONALInuencia de las emociones en la psique
EMPATAPonerse en la piel del otro
SALUD Y BIENESTARClaves para ser feliz
AUTOCONTROLSe pueden regular las emociones?
CONDUCTA ALIMENTARIALa relacin entre sentir y comer
investigacionyciencia.es
2/20
12 N.o 2 - 2012
6,90
Disponible en su quiosco el nmero de junio
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SUMARIO
4 EMOCIN Y RAZN
Por Sabine A. Dring
Las emociones atraen desde hace tiem-po el conocimiento humano. Filsofos, psiclogos, socilogos y neurocientcos, entre otros, han teorizado sobre ellas. Hagamos un repaso.
18 EMPATA
Por Tania Singer y Ulrich Kraft
El ser humano no se encuentra a gusto solo, por eso dispone de un don sin par: ponerse mental y emocionalmente en el lugar de otros.
ENTENDER LAS EMOCIONES 4
DEFINICIN Y FUNCIONES BASES NEUROBIOLGICAS
8 SOMOS LO QUE SENTIMOS
Por Albert Newen y Alexandra Zinck
Cmo surgen las emociones? Qu funcin desempean? La investigacin aporta nuevas respuestas a viejas pre-guntas.
38 LOS CANALES DE LAS EMOCIONES
Por Janina Seubert y Christina Regenbogen
El cerebro maneja los canales perceptivos que permiten apreciar las emociones de los dems.
14 LAS EMOCIONES, CEMENTO DEL RECUERDO
Por Martial van der Linden y Arnaud dArgembeau
Las imgenes con contenido emocional resisten mejor el paso del tiempo. Como si de un ltro se tratara, las emociones estructuran nuestra memoria.
44 MMICA EMOCIONAL
Por Harald C. Traue
Cmo reconocemos las seales emocionales en la cara de quienes nos rodean? Por qu a veces se altera dicha facultad?
48 NEUROBIOLOGA DEL MIEDO
Por Rdiger Vaas
De las emociones bsicas, unas de las mejor comprendidas desde el punto de vista neurobiolgico son el miedo y el temor. Ambas resultan imprescindibles para la supervivencia, tambin pueden llevar a degeneraciones patolgicas.
24 CONTROL DE LAS EMOCIONES
Por Iris Mauss
La capacidad para regular las emociones ha sido imprescindible para la supervi-vencia del Homo sapiens.
30 LA BSQUEDA DE LA FELICIDAD
Por U. Hartmann, U. Schneider y H. M. Emrich
Las emociones positivas contribuyen al equilibrio anmico, benecian la salud y favorecen las relaciones sociales.
FOTOLIA / FRAN
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STON
62 INTELIGENCIA EMOCIONAL
Por Daisy Grewal y Peter Salovey
Ha madurado una idea en psicologa que explica de qu modo la atencin a nuestras emociones ayuda en la vida diaria.
70 EMOCIONES EN EL TRABAJO
Por Dieter Zapf
El dominio de las emociones propias resulta obligado en numerosas profesio-nes. Sin embargo, reprimirse siempre puede daar la salud.
80 CONDUCTA ALIMENTARIA EMOCIONAL
Por Michael Macht
Los investigadores ahondan en el cono-cimiento del equilibrio emocional de las personas a partir del estudio de su compor-tamiento alimentario, una conducta regida en buena medida por las emociones.
75 EN LA MENTE DEL CONSUMIDOR
Por Mirja Hubert y Peter Kenning
En el terreno econmico seguimos los impulsos y nos apartamos de la razn. Nos dominan las emociones.
38 CAPTAR LAS EMOCIONES
ASPECTOS SOCIOCULTURALES
86 LAS EMOCIONES MARCAN EL SENTIDO DEL TIEMPO
Por Sandrine Gil y Sylvie Droit-Volet
Nuestra percepcin del paso del tiempo cambia en funcin de las situaciones emocionales que vivimos y con quin interactuamos.
56 EL EFECTO DEL ASCO
Por Anne Schienle
Durante aos se ha considerado que la nsula constitua el hogar cerebral del asco. No obstante, una red neuronal compleja congura el rechazo ante es-tmulos desagradables y amenazantes.
90 EMOCIONES MUSICALES
Por Sandrine Vieillard
La msica inuye en la vida afectiva, pesa sobre nuestras emociones. De qu modo las notas musicales logran poner-nos tristes, alegres o gozosos?
60 QU OCURRE CUANDO NOS ENFADAMOS?
Por Neus Herrero
Cambios en la respuesta cardiovascular, hormonal, y en la actividad cerebral ante la experiencia de la ira.
MSICA Y EMOCIN 90
2o cuatrimestre 2012 - N 2
4 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
Las emociones celebran desde hace tiempo un renacimiento cientco, tanto en la losofa como en otras disciplinas: desde la neurociencia
pasando por la psicologa, hasta las ciencias eco-
nmicas y las sociales. El lsofo Ronald de Sousa
considera que una razn central de tal inters ra-
dica en un narcisismo de la especie, una suerte
de bsqueda infantil de una dignidad especial de
la existencia humana. Segn De Sousa, en una
poca en la que la competencia de las mquinas
nos parece una amenaza, recordamos que no
somos seres intelectuales puros. Nos distingui-
mos porque poseemos emociones; en cambio
resulta discutible que puedan existir algn da
mquinas emocionales. Como ya seala el ttu-
lo de una obra de este lsofo, The rationality of
emotions (La racionalidad de las emociones),
ello no signica que deba abandonarse la auto-
comprensin clsica como animal rationale. Tam-
bin como seres emocionales, los humanos deben
caracterizarse por su razn. En consecuencia, las
emociones son hoy consideradas racionales. Sin
embargo, qu conocimiento novedoso aporta
tal armacin? No se delegan de esta manera
las emociones al sentido comn?
En los aos sesenta y setenta del siglo XX, tal
objecin resultaba legtima. Por entonces com-
petan las supuestamente novedosas teoras
cognitivas de las emociones con las teoras de
la emocin. En ese sentido, el lsofo estadouni-
dense William James (1842-1910) defenda las
emociones concebidas como puros sentimien-
tos, meras experiencias subjetivas (sensacio-
nes) de una cualidad e intensidad determina-
da. Suponga que el miedo se apodera de usted
al ver cmo una vbora se enrosca de repente
entre sus pies mientras pasea por el bosque.
James redujo esa emocin a la conciencia de
cambios corporales determinados (taquicardia
o temblor en las rodillas) que la percepcin de
peligros ya estn presentes, ya supuestos
provoca de manera automtica. Sin embargo,
tal percepcin no forma parte del miedo en s
mismo, sino que la emocin se produce como
consecuencia de la percepcin y de las reaccio-
nes originadas por ella.
James eligi una frmula provocativa para
resumir su teora: No lloramos porque este-
mos tristes, sino que estamos tristes porque
lloramos. Por lo general, asumimos que las
emociones provocan cambios corporales de-
terminados, mas el lsofo invirti ese punto
de vista comn: defenda que los cambios cor-
porales preceden a las emociones, es decir, que
estas no son ms que las percepciones de las
reacciones siolgicas.
DEFINICIN Y FUNCIONES
Emocin y raznPara qu sirven las emociones? Consisten solo en la experiencia de procesos corporales
o corresponden a valoraciones involuntarias?
SABINE A. DRING
RESUMEN
La esencia de las emociones
1Para el lsofo William James, las emociones eran senti-
mientos que acompaa-
ban a ciertos cambios
corporales: no lloramos
porque estemos tristes,
sino que estamos tristes
porque lloramos.
2El cognitivismo se mostr contrario a la teora de James. Segn
este enfoque, las emocio-
nes siempre presentan su
referente: el miedo eva-
la el peligro, la tristeza
valora una prdida.
3La nueva teora de las emociones busca reconciliar la hiptesis
de las sensaciones y el
cognitivismo: las emocio-
nes no se reducen ni a
sentimientos ni a juicios
de valor.
EMOCIONES 5
Una premisa clave de dicha teora es que la
evaluacin de la situacin como peligrosa o tris-
te que desencadena los cambios fsicos no forma
parte integral de las emociones. Precisamente
aqu se aplica la crtica de los tericos modernos
de las emociones. En su opinin, una emocin
siempre incluye una representacin determi-
nada, una referencia al mundo (en el caso del
miedo, la valoracin de un peligro; en el de la
tristeza, el juicio de una prdida). Tal represen-
tacin puede ser errnea o correcta, de manera
que las emociones se convierten en contenidos
cognitivos intelectuales que proporcionan a su
portador conocimiento sobre el mundo.
Esa idea bsica del cognitivismo, que ha pro-
vocado el renacer de las emociones y que domi-
na la teora de la emocin desde los aos setenta
del siglo XX, es contraria al planteamiento de
tericos como James. Tambin ha marginado o
incluso ocultado por completo otros aspectos
importantes de las emociones, en especial, las
sensaciones.
Enfadado o ms bien indignado?En su fase temprana, el cognitivismo se caracte-
riza por la identicacin de las emociones con
juicios de valor. Tener miedo de la vbora signi-
ca, en clara oposicin a la teora de las sensacio-
nes, juzgar que la vbora es peligrosa. Quien se
enfada por la falta de puntualidad de su compa-
ero de trabajo juzga el comportamiento de este
ltimo de irritante. En cambio, quien se indigna
por la impuntualidad, realiza un juicio de valor:
el comportamiento resulta indignante. Solo de
esa manera segn la objecin principal de los
cognitivistas contra la teora de las sensacio-
nes pueden diferenciarse entre s el enfado y
la indignacin. De hecho, ciertos experimentos
han mostrado que no pueden diferenciarse tipos
de emociones a partir de las sensaciones sio-
lgicas asociadas a ellas. La diferencia proviene
de las propiedades respectivas del enfado o de la
indignacin que una emocin correspondiente
tiene que atribuir de forma necesaria a su objeto
para calicarlo de enfado o indignacin.
A primera vista, la identicacin de las emo-
ciones con juicios de valor parece poco plausi-
ble. Al n y al cabo, una persona puede juzgar
sin emocin alguna que una vbora es peligrosa.
A esta objecin, algunos tericos del juicio han
dado respuesta con la armacin de que un tipo
especial de juicios pueden declararse emocio-
nes y se les puede atribuir propiedades que se
hallan ausentes de los juicios ordinarios.
A mediados de los aos ochenta comenz la se-
gunda fase de la nueva losofa de las emociones.
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NUMEROSAS FACES
Las emociones tienen mltiples
caras: enfado a causa de los
compaeros que siempre llegan
tarde; miedo a una serpiente;
pero tambin, en apariencia sin
razn, la alegra por existir.
6 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
Desde entonces, los lsofos intentan reconciliar
el cognitivismo y la teora de las sensaciones. Lle-
gados a este punto, las emociones ya no se redu-
cen ni a sentimientos ni a juicios.
El discurso de las emociones de la teora neo-
jamesiana atraviesa la terminologa losca,
como la del neurocientco Antonio Damasio.
Con la expresin emocin, Damasio se reere a los
procesos corporales mismos que se correlacionan
con los sentimientos, como la conciencia de este
proceso. En la teora losca de las emociones
no existe equivalente. Incluso los jamesianos mo-
dernos que se encuentran entre los lsofos com-
prenden las emociones como estados representa-
tivos y valorativos, no como puros sentimientos
corporales, ni mucho menos como los procesos
corporales subyacentes.
En ltima instancia, esas diferencias se basan
en intereses cognitivos distintos. En la ciencia na-
tural se manejan emociones que pueden investi-
garse a travs de la experimentacin, sobre todo
las bsicas, entre ellas, el asco o la sorpresa, a las
que corresponden cambios corporales y expresio-
nes faciales especcos. En cambio, los lsofos
tratan cuestiones ticas y, por ello, se concentran
ms bien en emociones complejas: la pena, la ver-
genza, el temor, la indignacin o la admiracin.
La cuestin es si realmente puede darse una teora
interdisciplinar de la emocin.
Junto a la sensacin, los tericos del juicio
abandonan otro aspecto de las emociones que
el psiclogo Nico Frijda ha puesto en primer pla-
no: la motivacin. Una funcin importante de
las emociones parece consistir en que nos per-
miten reaccionar con rapidez y de la forma ms
adecuada en nuestro ambiente vital complejo
y arriesgado. Cuando evaluamos una situacin
que supone una amenaza para la integridad fsi-
ca y para la vida, el miedo nos permite desarro-
llar, sin necesidad de largas reexiones, acciones
con el n de protegernos. Con el objeto de expli-
car los tres aspectos mencionados, algunos te-
ricos dividen las emociones en componentes: un
juicio, ms un motivo para la accin, ms una
sensacin corporal jamesiana. De esta manera,
el miedo a la vbora consiste en el juicio de que
es peligrosa, ms el deseo de escapar del peligro,
ms la sensacin de temblor en las rodillas.
La teora de los componentes representa el
escaln terico de la segunda fase de la loso-
fa de las emociones. Pero en su contra surge un
segundo enfoque de manos de Peter Goldie y
Bennet Helm. Ambos lsofos destacan, por una
parte, que existe una diferencia entre considerar
un peligro habindolo experimentado antes y
considerarlo sin experiencia previa. Al contrario
que James, Goldie y Helm argumentan que en
el segundo supuesto la experiencia se dirige al
mundo y, solo en casos excepcionales (como la
cardiofobia), a cambios corporales determinados.
En general, no tenemos miedo de un pulso ele-
vado o de las rodillas temblorosas, sino que te-
memos a un animal peligroso o a un inminente
accidente de coche. De ese modo, las emociones
se convierten en orientadas al mundo (Goldie) o
en valoraciones sentidas (Helm).
Miedo infundadoUn tercer tipo de teora de la segunda fase, como
tambin deende la autora de este artculo, subra-
ya la analoga entre las emociones y las percepcio-
nes, o incluso las identica. Los enfoques de este
tipo proponen una objecin adicional a la teora
del juicio y de los componentes. A diferencia de
los juicios, las emociones resisten a la luz de un
mejor conocimiento. El miedo a una supuesta v-
bora puede hacer aparecer al animal mismo como
peligroso, incluso cuando se ha descubierto que
es solo un lucin. De modo anlogo, al observador
le sigue pareciendo que las lneas de la ilusin de
Mller-Lyer poseen distinta longitud, a pesar de
que se ha convencido de que en realidad son igual
de largas (grco de arriba). Asimismo, la barra
que sobresale del agua se nos antoja curvada
aunque sepamos con certeza que es recta y que
IDEAS QUE PERSISTEN
En la ilusin de Mller-Lyer
nos parece que las lneas poseen
distinta longitud (izquierda) inclu-
so despus de comprobar que
son igual de largas (derecha).
COMPRENSIN COTIDIANA: Percepcin valoracin emocin cambios corporales
TEORA DE LA EMOCIN DE JAMES: Percepcin valoracin cambios corporales emocin (conciencia de los cambios corporales)
CCTEL DE TEORAS
La teora de las sensaciones fue sustituida en los aos
setenta del siglo XX por el cognitivismo, que interpreta
las emociones como juicios de valor. Desde mediados
de los ochenta, los tericos de las emociones combinan
ambos enfoques: discuten la mezcla de la teora de las
sensaciones y el cognitivismo.
EMOCIONES 7
la percepcin engaosa se debe a los diferentes
ndices de refraccin del aire y el agua.
Los dos ltimos tipos de teora ofrecen res-
puestas diferentes a la pregunta de si pertenece
a la naturaleza de las emociones motivarnos a
la accin; adems valoran de manera distinta la
racionalidad de las emociones. La posicin de
Goldie en ambos casos era escptica; en cambio,
Helm y la mayor parte de los tericos de la per-
cepcin subrayan el signicado de las emociones
tanto para la accin como para la razn.
Funcin racional de las emocionesSin duda, existe todo un espectro de inuencias
emocionales sobre nuestros juicios racionales y
acciones. Resulta interesante que una emocin
nos mueva a hacer un juicio de valor que no
habramos elaborado de otro modo, o a ejecutar
una accin que se opone a nuestro juicio racio-
nal deliberado.
El ejemplo ms discutido procede de la nove-
la de Mark Twain Las aventuras de Huckleberry
Finn. Despus de que Huck ayuda a escapar al
esclavo Jim, le sobrevienen remordimientos
y decide entregar a Jim a los tratantes de es-
clavos. Sin embargo, cuando se le presenta la
oportunidad, se ve a s mismo haciendo justo lo
contrario: en vez de delatar a Jim, miente para
protegerle. La creciente amistad de Huck y su
compasin por el esclavo le mueven a hacer
algo que, segn todos los principios morales
que conoce, est mal. Mientras que en un pri-
mer momento se fustiga por su presunta debili-
dad, al nal de la novela conesa sus emociones,
cuando se encuentra de nuevo ante la opcin
de enviar a Jim a la esclavitud. Lo interesante es
que la valoracin que Huck hace de Jim como
ser humano, digno de compasin y con derecho
a la libertad, no surge de los principios morales
aceptados por Huck. Por el contrario, son las
emociones las que al nal mueven al personaje
de la obra de Twain a formular nuevos y mejores
principios morales.
Como demuestra dicho ejemplo literario, la
funcin racional de las emociones podra con-
sistir en mostrarnos a veces, aunque no siem-
pre, qu es correcto de manera ms able que
nuestros juicios racionales. De este modo, cada
emocin puede, en principio, ampliar el siste-
ma de nuestros valores y normas, de manera
que podemos atribuir a un objeto una nueva
valoracin. As, la tristeza por la prdida de una
persona puede mostrarnos por primera vez lo
importante que esa persona era para nosotros.
El remordimiento o la vergenza nos pueden
motivar a juzgar una forma de actuar como in-
correcta a partir de ese momento. La esperanza
inesperada nos abre los ojos para que atribuya-
mos valor a un asunto. Es posible que tales va-
loraciones no puedan lograrse de ninguna otra
manera que no sean las emociones.
Sin embargo, para ello las emociones deben
mostrar un aspecto que subrayan, en especial,
los tericos de la percepcin: deben mostrarse
resistentes ante juicios opuestos. Como en la
historia de Huckleberry Finn, esos conictos a
veces son productivos: se sale de ellos con un
sistema moral y de valores mejorado. Por ese
motivo debemos cultivar no solo el intelecto,
sino tambin nuestras emociones. Solo a travs
de la interaccin de ambos descubrimos qu es
bueno y correcto. Las emociones amplan nues-
tra razn y, con ello, nuestra autocomprensin
como animal rationale, la cual ya no aparece
escindida en razn e inclinacin.
Sabine A. DringQEWRCNCEVGFTCFGNQUQHCGPNC7PKXGTUKFCFFG6WDKPICEQPNCGURGEKCNKFCFFGVKEC 'UOKGODTQFGNCLWPVCFGNITWRQFGGZEGNGPEKC%GPVTQFG0GWTQEKGPEKC+PVGITCVKXCFG6WDKPIC
Una emocin corresponde a la concienciade determinados cambios corporales.
Una emocin correspondea un juicio de valor.
Teora del juicio
Teora de loscomponentes
Teora deGoldie y Helm
Teora dela percepcin
Fase 1
Fase 2C
OG
NIT
IVIS
MO Una emocin corresponde a un juicio,
ms un motivo para la accin, msuna sensacin corporal jamesiana.
Una emocin corresponde a un sentimientodirigido hacia el mundo.
Una emocin corresponde a una percepcino es similar a una percepcin.
TEORA DE LA EMOCIN DE JAMESENTRE DOS AGUAS
La teora de la emocin fue
reemplazada en los aos se-
tenta del siglo pasado por el
cognitivismo, postura que in-
terpretaba las emociones como
juicios de valor. Desde media-
dos de 1980, los tericos de las
emociones combinaron ambos
puntos de vista, originando
diversas combinaciones.
BIBLIOGRAFACOMPLEMENTARIA
WHAT IS AN EMOTION?
W. James en Mind, vol. 9,
pgs. 188-205, 1884.
THE EMOTIONS. N. Frijda.
Cambridge University Press,
Cambridge, 1986.
THE RATIONALITY OF EMO-
TION. R. de Sousa. MIT
Press, 1990.
DIE RATIONALITT DES GEFHLS .
R. de Sousa. Suhrkamp,
Frankfurt a. M., 1997.
THE EMOTIONS: A PHILOSOPHI-
CAL EXPLANATION. P. Goldie.
Oxford University Press,
Oxford, 2000.
EMOTIONAL REASON: DELIBE-
RATION, MOTIVATION, AND
THE NATURE OF VALUE.
B. Helm. Cambridge Univer-
sity Press, Cambridge, 2001.
EL ERROR DE DESCARTES: LA
EMOCIN, LA RAZN Y EL CE -
REBRO HUMANO. A. R. Dama-
sio. Editorial Crtica, 2006
PHILOSOPHIE DER GEFHLE.
S. A. Dring. Suhrkamp,
Frankfurt a. M., 2009.
8 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
H a contado el lector cuntas situaciones emocionales vive a lo largo de un mismo da? No se ha levantado y ya disfruta pensando
en el caf o t matinal que le espera. Se enfada,
luego, si el metro se le escapa por segundos. Mira
de reojo, con envidia, el vistoso telfono mvil
de otro viajero o se siente acosado por el pitbull
de su vecino de asiento. Va subiendo su tensin
cuando recuerda la larga lista de tareas que le
aguardan en el trabajo. Para turbar ms su esta-
do de nimo se percata de que se ha olvidado del
cumpleaos de su amigo, que fue ayer.
Algunas emociones nos absorben por entero,
otras asoman discretamente en un segundo pla-
no. Unas son horribles, otras bellas. Pero todas
van y vienen, sin que nosotros podamos hacer
nada. O al menos as nos parece. Ni podemos
especicar la razn de la presencia de un senti-
miento determinado, ni solemos poder acotar
lo que nos est sucediendo en realidad. Resulta
obligado, pues, inquirir sobre la naturaleza de
las emociones, averiguar qu nos pasa cuando
nos enamoramos o nos enfadamos, cuando llo-
ramos de tristeza o saltamos de alegra.
Las emociones no recibieron la atencin debi-
da a lo largo de la historia de la losofa, ni de la
investigacin cientca. Antes bien, interesaba
la razn y la capacidad deductiva. A las emocio-
nes se las supona procesos de segundo nivel,
animales, si no perturbadores. La situacin
cambi en las postrimeras del siglo XIX, cuan-
do entra en escena la teora de las emociones
del psiclogo estadounidense William James
(1842-1910) y del dans Carl Lange (1834-1900).
Ambos postularon, de forma independiente,
que la caracterstica central de las emociones,
es decir, nuestra vivencia subjetiva, dependa
de procesos siolgicos. Los sentimientos eran,
en la tesis de James-Lange, las percepciones de
nuestros propios estados corporales: lisa y lla-
namente, lo que experimentamos cuando nues-
tro cuerpo se transforma en reaccin ante los
acontecimientos del entorno. No lloramos por-
que estemos tristes, sino que estamos tristes
porque lloramos. Lange, silogo de formacin,
comprendi antes que nadie que las emociones
eran reacciones corporales elementales, del tipo
de la dilatacin de los vasos sanguneos. Sin
DEFINICIN Y FUNCIONES
Somos lo que sentimosQu son las emociones? Cmo surgen? Qu funcin desempean?
Se aportan nuevas respuestas a viejas preguntas
ALBERT NEWEN Y ALEXANDRA ZINCK
RESUMEN
Entre la teora y la prctica
1Nuestras emociones conjugan varios as-pectos: excitacin corpo-
ral, evaluacin intelec-
tual, expresin y vivencia
subjetiva.
2Las emociones no en-tran en contradiccin con el procesamiento
mental de los estmulos
ambientales, sino que los
complementan en la vida
cotidiana.
3Segn el grado de complejidad, distin-guimos entre protoemo-
ciones, emociones bsi-
cas, emociones cognitivas
primarias y emociones
cognitivas secundarias.
Artculo publicado en Mente y cerebro n.o 34
EMOCIONES 9
esa vinculacin, la emocin quedara en algo
etreo y fro.
Quien quiera sentir, debe pensarSin embargo, la teora de James-Lange tiene un
punto dbil: nuestro estado corporal persiste
invariable pese a experimentar sentimientos
dispares. Estos se hallan asociados con frecuen-
cia a lo que ocupa nuestra mente, ya sea la mujer
que amamos o la tarea que odiamos. Semejan-
te observacin llev a los psiclogos a la tesis
opuesta. Ahora, las emociones dependan del
contenido de nuestros pensamientos.
Supongamos que el lector se encuentra guar-
dando cola en la caja del supermercado. De re-
pente, la persona que est detrs le empuja y
le lanza contra la seora mayor que tiene de-
lante. Aunque l no ha provocado el empujn,
recibe la mirada indignada de la seora, con el
consiguiente embarazo. En su nuevo estado de
desagrado interior, el lector piensa incluso que
habra podido impedir el choque si hubiese te-
nido ms cuidado; sentir vergenza y se apres-
tar a disculparse.
Stanley Schachter y Jerome Singer demostra-
ron en 1962, a travs de un experimento hoy
clsico, que los pensamientos desempeaban un
papel decisivo en la formacin de las emociones.
Administraron a los voluntarios un cctel de
adrenalina, sin que estos lo supieran, convenci-
dos de que se trataba de una bebida vitaminada
cuyo efecto deba ser investigado en un test vi-
sual consecuente. La toma, sin embargo, provo-
c una excitacin corporal en los probandos. A
continuacin se les llev a una sala de espera,
donde se encontraba un colaborador del investi-
gador que se comport de forma inestable, unas
veces alegre y dicharachero, otras mostrndose
nervioso por la larga espera.
Los probandos interpretaron su propia excita-
cin corporal ora como alegra ora como enfado,
segn hubiesen estado junto a una persona ale-
gre o fastidiosa. Otros sujetos experimentales,
a los que se les haba ilustrado sobre la dosis de
adrenalina y sus efectos, no expresaron, en cam-
bio, las emociones mencionadas. Parece, pues,
que los estmulos internos, el conocimiento
personal y la atribucin de causas representan
ORGULLOSO COMO SCAR
Poder percibir y nombrar los
propios estados emocionales
es una parte importante del
desarrollo infantil.
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T (liustracin)
10 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
factores importantes para nuestra vivencia de
los sentimientos.
La doctrina que funda los eventos emociona-
les en pensamientos se denomina teora cogniti-
va de las emociones. Pero las emociones pueden
originarse tambin fuera del pensamiento. Lo
puso de maniesto Joseph LeDoux, de la Uni-
versidad de Nueva York. En experimentos con
animales, demostr que el instinto de miedo
se transformaba con suma celeridad en una va
cerebral de seales que corre por la corteza, sede
de la conciencia. Este atajo posibilita, en caso de
emergencia, una reaccin extremadamente r-
pida, por ejemplo ante el olor a quemado o ante
la visin de un depredador potencial.
Las dos teoras clsicas de las emociones la
que acenta lo corporal de James y Lange, y
la cognitiva de Schachter y Singer coin ciden
en su extremada unidimensionalidad. Los psi-
clogos optan ahora por un modelo de las emo-
ciones con varias componentes y caractersticas:
1. modicaciones siolgicas tpicas (taquicar-
dia, sudoracin o agitacin motora);
2. modos de comportamiento caractersticos,
as en la expresin mmica;
3. vivencia subjetiva de hallarse en un determi-
nado estado emocional;
4. contenidos mentales conectados con esa vi-
vencia, tales como
5. un objeto intencional; es decir, un objeto ac-
tual al que se reere la emocin.
En una perspectiva temporal, conviene dis-
tinguir adems controles de valoracin, que
revistan especial inters para el individuo. Por
ejemplo, examinar la novedad de un aconteci-
miento, pues lo desconocido podra en cerrar
un peligro potencial. Luego, preguntarse si el
evento en cuestin ha de considerarse positivo
(agradable o til) o negativo (peligroso, doloro-
so o desagradable). En tercer lugar, valorar si el
suceso encaja con los propios objetivos (en qu
medida se es responsable del mismo o puede in-
uir posteriormente) o si armoniza con la propia
autoimagen y las normas sociales.
Alegra por hacer bien el pinoLas muchas combinaciones que surgen de tales
criterios condicionan la ingente diversidad de
nuestros estados emocionales. A n de cuentas
resulta, segn Klaus Scherer, psiclogo y direc-
tor del Centro de ciencias afectivas de Ginebra,
un complejo modelo procesual de las emociones
que, grosso modo, se resumira en la imagen si-
guiente: con un nuevo suceso la primera vez
que hace el pino con xito aumenta en un
principio solo su excitacin interna, cuya va-
loracin nos indica que para el sujeto el xito
alcanzado es agradable y queda positivamente
sorprendido. Advierte luego que el suceso se
integra en sus propsitos y en su autoimagen,
para acabar sintindose orgulloso de la hazaa.
Desde la perspectiva de la psicologa del de-
sarrollo, las emociones pueden dividirse en cua-
tro niveles: protoemociones, emociones bsicas,
emociones cognitivas primarias y emociones
cognitivas secundarias. Las protoemociones
son protoformas de las emociones; en ellas se
encuentran ya establecidos la mayora de los
aspectos, desde la excitacin siolgica hasta la
sensacin subjetiva correspondiente y la orien-
tacin interactiva, pasando por la rpida eva-
luacin de la situacin y la expresin mmica.
Pero an permanecen de modo inespecco y no
Pueden los sentimientos ser inconscientes? Absolutamente. El fenmeno de las emociones
ocultas lo describi Sigmund Freud (1856-1939). En estudios de los aos noventa, Daniel Wein-
berger, en la Universidad Stanford, observ que las personas represoras mostraban todos
los sntomas corporales del miedo, aunque decan sentirse del todo tranquilas. Al parecer,
no entra en la autoimagen de estas personas atribuirse miedo a s mismas. La represin es
sucientemente fuerte, por lo que tales sujetos no sern conscientes de su emocin. Por eso
no saben que tienen miedo, aunque les corra un sudor fro por la frente.
Control inconsciente de los sentimientos?
De las muchas posibles combinaciones de las valoraciones intelectuales resulta la enorme diversidad de nuestros estados emocionales
Sin sentimientos perderamos la base para una vida cotidiana con xito
EMOCIONES 11
estn dirigidas de modo claramente intencional
hacia un objeto. Una situacin parece positiva o
negativa, sin que haya sido analizada en detalle.
En este estadio solo hay dos posibilidades: bien-
estar o malestar.
Las protoemociones positivas y negativas,
muy simples, se acentan en las emociones b-
sicas. Paul Ekman, de la Universidad de San Fran-
cisco, mostr, en investigaciones pioneras, que
la expresin emocional del rostro era la misma
en todas partes, cualquiera que fuera la cultura.
Se discute cuntas emociones bsicas hay. Par-
timos por economa de cuatro: miedo, alegra,
tristeza y enfado, que caracterizan a nuestras
reacciones ante los desafos bsicos de la vida
(peligro, autoecacia, separacin y prdida, as
como las expectativas frustradas). Se encuen-
tran en todos los pueblos.
Las emociones bsicas, independientes del
procesamiento intelectual consciente, posibili-
tan una rpida polarizacin de la atencin. Antes
incluso de que sepamos si este o aquel objeto es
un palo o una serpiente, reaccionamos. Cmo?
El estmulo almacenado como peligroso provoca
un comportamiento de huida. Sentimos miedo.
Junto a estos procesos rpidos hay otra reela-
boracin parsimoniosa y consciente de los es-
tmulos visuales. Desarrollada en la corteza
cerebral, conduce a una representacin exacta
del objeto; la serpiente o el palo se reconocen
entonces como tales. Esto produce una conr-
macin o un cese de la alarma para el primer
impulso inconsciente de miedo. Para nuestra
fortuna, por precaucin, nos hemos apartado
de un salto.
En los estadios siguientes, el contenido del
pensamiento recibe cada vez ms peso. En las
emociones cognitivas primarias interviene una
conviccin tpica que caracteriza a la emocin de
marras. Mientras la emocin bsica del miedo
se produce sola, pues la situacin se calica de
peligrosa, la emocin cognitiva primaria agrega
el convencimiento de que tales situaciones son
peligrosas. Hablamos entonces de la sensacin
de amenaza. Tras un convencimiento conscien-
te, viene la valoracin minuciosa de la situacin.
En el caso de la emocin bsica de la alegra,
por ejemplo, signicara una emocin cogniti-
va primaria, la satisfaccin; as, cuando alguien
comprueba que un dilogo con el jefe transcurre
de manera positiva y puede abrigar esperanza
de un aumento de sueldo.
En la emocin cognitiva secundaria no est en
juego solo una conviccin, sino toda una teora
sobre las relaciones sociales. Una manifestacin
MANTENER LA SERENIDAD
El grado de diafanidad con que damos a conocer
nuestra vida emocional interior depende de la cultu-
ra y de la propia personalidad.
F
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T (liustracin)
12 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
del miedo como emocin cognitiva secunda-
ria sera, por ejemplo, los celos, el miedo ante
la amenaza de prdida de la pareja. Al mismo
tiempo interviene una miniteora sobre las
expectativas y normas sociales, sobre cmo se
imaginan las expectativas con la pareja o un
futuro comn. Eso depende de la naturaleza del
trasfondo cultural y de la experiencia personal.
As, vergenza y orgullo en la cultura occidental
dieren de vergenza y orgullo en la del extre-
mo oriente, lo mismo en los motivos que en las
valoraciones de los comportamientos. En occi-
dente cuenta ms la independencia y el trabajo
personales, mientras que entre los chinos son
ms populares la armona mutua y la modestia.
Imagnese que un nio de diez aos interpre-
ta con xito una sonata para piano de Frdric
Chopin. Tras la actuacin su madre le elogia con
fervor, con el orgullo consiguiente del pequeo.
La misma situacin, en otro contexto cultural:
una madre china le indicara a su hijo que an
debera practicar ms, para evitar ciertos fallos
cometidos; el pequeo se sentir avergonzado. A
pesar del mismo resultado, la valoracin diere
y, con ello, la reaccin emocional. Hay en algu-
nas culturas sentimientos que no conocemos:
el amae de los japoneses designa un agradeci-
miento especialmente hondo.
Ningn capricho de la naturalezaLas emociones no son caprichos de la natura-
leza, sino que cumplen funciones de mxima
signicacin. En primer lugar, como evaluacin
rpida de los estmulos ambientales para ha-
cernos cargo de la situacin; en segundo lugar,
como preparacin y para la motivacin de las
acciones (cuando tenemos miedo, podemos huir
mejor aumentando la circulacin, y la tensin
muscular); en tercer lugar, como formas tpicas
de expresin, que sealan a otros su disposicin
a la accin (si alguien nos sonre, sabemos que
la persona tiene la intencin de ser amable con
nosotros) y, en cuarto lugar, para el control de
las relaciones sociales.
El ltimo aspecto importa para un desenvol-
vimiento adecuado de la convivencia. El amor,
la envidia, los celos y otras emociones comple-
jas sientan las relaciones entre las normas y las
barreras, estabilizando nuestras relaciones so-
ciales. Cuando nos sentimos atrados hacia una
persona y reexionamos si este sentimiento es
amor, entonces comenzamos a sopesar en la vi-
vencia emocional el comportamiento, los deseos
y las convicciones de los otros y a compararlos
con los propios.
Las emociones complejas determinan el mar-
co para la accin correcta. Mediante las emo-
ciones evaluamos las situaciones, y regulamos,
motivamos y coordinamos los comportamien-
tos. Se trata de un factor imprescindible en la
vida cotidiana. Lo sabemos por experiencia, si
el procesamiento emocional est perturbado, las
consecuencias resultan fatales. Hanna y Antonio
Damasio y Antonio Becchara, de la Universidad
de Iowa, demostraron en los aos noventa que
las decisiones humanas, los planes a largo plazo
y las consecuencias de los planes dependan del
sistema emocional de evaluacin.
A pesar de los recuerdos, del patrimonio lin-
gstico intacto y de la buena inteligencia, algu-
nos pacientes neurolgicos toman decisiones sis-
temticamente erradas, incapaces de convertir
conclusiones racionales en las conductas corres-
pondientes. Semejante trnsito requiere la eva-
luacin emocional en la corteza prefrontal del
lbulo frontal. Los afectados toman decisiones
insensatas, pues les falta la memoria emocional
necesaria de las situaciones anteriores equipara-
bles, que constituyen una parte importante de
nuestro tesoro emocional de experiencias.
Antonio Damasio propuso esa idea, ya hace
aos. La llam teora de los marcadores som-
El analista de las emocionesHasta qu punto conoce
usted sus propios sentimien-
tos? Examnese en la pgina
web de Internet de un gru-
po de investigadores de las
emociones de la Universidad
de Ginebra www.unige.
ch/fapse/emotion/demo/
demostart.html
TEORA DEL ESCALONAMIENTO
Segn la evaluacin intelectual,
nuestras emociones se dividen
comenzando por las pura-
mente agradables frente a las
desagradables en ramica-
ciones cada vez ms sutiles.
Taxonoma de los sentimientos
Protoemociones Bienestar Malestar
Emociones
bsicasAlegra Miedo Enfado Tristeza
Emociones cognitivas
primarias (ejemplos)
Buen
humorSatisfaccin Amenaza Angustia Disgusto Frustracin Decepcin Abatimiento
Emociones cognitivas
secundarias (ejemplos)
Amor
Suerte
Vergenza
Celos
Envidia
Clera
DesprecioLuto
EMOCIONES 13
ticos: todas las experiencias de un individuo
se marcan emocionalmente. Si se debe tomar
una decisin, ello permite una evaluacin r-
pida e inconsciente de la situacin dada. Las
personas con la corteza prefrontal daada, por
el contrario, no pueden recurrir a las marcas
previas y, por tanto, han de evaluar de nuevo
cada situacin. Tambin otros procesos cog-
nitivos dependen del procesamiento de los
sentimientos. Se recuerdan mejor los sucesos
ligados a emociones. El aprendizaje le resulta a
uno ms fcil cuando se encuentra en un buen
estado de nimo.
Por el contrario, las emociones negativas du-
raderas perjudican gravemente la vida de una
persona. Los psiclogos clnicos consideran
trastornos afectivos la depresin o la mana, as
como las fases intermedias de cambio de nimo.
Los afectados no pueden llevar una vida normal,
porque su sensibilidad general se halla hundida
o hiperexcitada.
Las emociones son, pues, indispensables para
la accin y la interaccin interpersonal: sin ellas
perderamos el sustrato fundamental de una
vida cotidiana exitosa. Las emociones guardan,
adems, una estrecha relacin con los procesos
cognitivos; son indispensables para la capaci-
dad de aprendizaje implcito e inconsciente, as
como para la decisin racional. En otras pala-
bras, nuestros sentimientos determinan quines
somos y qu hacemos.
Albert NewenGURTQHGUQTFGNQUQHCGPNC7PKXGTUKFCFFGN4WJTGP$QEJWOAlexandra ZinckGUEQNCDQTCFQTCEKGPVECGPNCOKUOCKPUVKVWEKP
ciencia
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dilogoblo
educacin
historiappfilosofa
investigacin
Ciencia en primera persona
www.investigacionyciencia.es/blogs
universidad
cuestionartica
experimentoddti i
2 0
comunicacinoconocimiento
SciLogsPABLO GONZLEZ CMARAY FERNANDO MARCHESANOFsica de altas energas
JOS MARA VALDERASDe la sinapsis a la conciencia
NGEL GARCIMARTN MONTEROFsica y sociedad
JOS MARA EIRN LPEZEvolucin molecular
LUIS CARDONA PASCUALCiencia marina
Y MS...
CRISTINA MANUEL HIDALGOFsica extica
MARC FURI BRUNOLos fsiles hablan
YVONNE BUCHHOLZPsicologa y neurociencia al da
Reparta las cartas de una baraja, basndose en los cuatro colores, en las
siguientes categoras: cartas con un alto valor de ganancia (50 euros), con
poco valor de ganancia (5 euros), con alto valor de prdida (desde 50 hasta
200 euros) y con poco valor de prdida (de a 10 euros).
Prepare entonces dos mazos: distribuya las cartas con altos valores de
ganancia y de prdida sobre todo, en un montn, y las cartas con bajo
valor de ganancia y de prdida prioritariamente, en el otro. Pida ahora a
un amigo, al que da un saldo de partida cticio de 200 euros, que tome
una carta detrs de otra. Despus de pocos pasos, preferir el montn con
las ganancias y prdidas bajas, pero solo ms tarde comprender esta regla
tambin de modo consciente.
El paciente con alteraciones emocionales, por el contrario, raramente logra
esto. Despus de muchos pasos podra, cierto, especicar qu montn es
ms arriesgado. A pesar de todo, no deja de coger cartas de este.
Pruebe usted: el juego de riesgo
BIBLIOGRAFIACOMPLEMENTARIA
DESCARTES IRRTUM. FHLEN,
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14 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
Recuerda usted el nacimiento de su primer hijo? Seguramente vuelva a representarse ciertos detalles, unas emociones, unos sonidos,
un ambiente. O quiz se acuerde usted del da
en que aprob el examen de selectividad. Tales
recuerdos se aanzan en la memoria porque
definen una parte de nuestra existencia: se
trata de un material rico en imgenes sobre el
que se basa la mente para congurar nuestra
identidad, lo que somos, la forma en que nos
vemos a nosotros mismos. Que tales recuerdos
se implanten de forma tan tenaz en la memo-
ria se debe a que llevan aparejada una emocin
positiva, asociada a uno mismo. Nos apoyamos
sobre tales recuerdos para tejer nuestra identi-
dad, denir la coherencia de nuestras elecciones
y de nuestras aspiraciones.
En la memoria, lo iremos desgranando, se
realiza una suerte de seleccin, que nos lleva a
retener los acontecimientos que tienen un sen-
tido en nuestra trayectoria. Esa seleccin viene
gobernada por la emocin: los recuerdos agra-
dables se entretejen en nuestra identidad, siem-
pre y cuando nuestro psiquismo funcione nor-
malmente. En algunos casos que analizaremos,
como la ansiedad asociada al contacto con los
dems, denominada fobia social, esa seleccin
se halla alterada y la imagen del yo vacila. Eso es
tanto como decir que el papel de las emociones
es capital en la memorizacin y la construccin
de la identidad. Pero cmo estimula o atena la
emocin los procesos de memorizacin?
Hemos demostrado en trabajos previos que la
emocin modula la experiencia subjetiva del re-
cuerdo. Los recuerdos de acontecimientos emo-
cionales (sobre todo positivos) conllevan ms de-
talles sensoriales (visuales, auditivos, olfativos)
y ligados al contexto (el lugar, la fecha) que los
recuerdos de acontecimientos neutros. De este
modo, cuando nos acordamos del da en que
aprobamos un examen importante, reaparecen
en nuestra mente numerosos detalles: las per-
sonas presentes, entre quines nos sentbamos,
el lugar de la celebracin que sigui, etctera.
Emociones positivas y negativasEs necesario que el acontecimiento positivo est
ligado a la imagen de s mismo. Aclarmoslo. Si
usted se acuerda de una emocin positiva aso-
ciada a otra persona (por ejemplo, el da en que
un amigo le anunci su boda o un ascenso), los
detalles no sern tan numerosos como si usted
rememora una fuerte emocin negativa susci-
tada por otra persona (el da en que se enter de
las actividades ilegales de uno de sus amigos).
Con otras palabras, el orgullo se memoriza de
forma ms detallada que la vergenza, pero la
admiracin no se graba ms ecazmente que
el desprecio.
Otro de nuestros estudios ha revelado que un
efecto similar se maniesta con la anticipacin
de los acontecimientos por venir: cuando se pide
a voluntarios que se imaginen un acaecimiento
futuro cargado de una emocin positiva y re-
lacionado con su propia imagen (por ejemplo,
conseguir un ascenso), estn predispuestos a
imaginarse el evento con ms detalles que si
se tratara de un acontecimiento con una con-
notacin emocional negativa. Pero semejante
diferencia desaparece cuando se les pide que
imaginen eventos emocionales futuros que
guarden relacin con otra persona.
DEFINICIN Y FUNCIONES
Las emociones, cemento del recuerdoCada recuerdo tiene su sabor; unos estn teidos de alegra, otros de tristeza y otros
de orgullo o desprecio. Los recuerdos emocionalmente neutros arraigan menos en la memoria
y participan menos en la construccin de la personalidad
MARTIAL VAN DER LINDEN Y ARNAUD DARGEMBEAU
RESUMEN
Sentir para recordar
1Los recuerdos de acontecimientos emo-cionales en especial
los positivos conllevan
ms detalles sensoriales
(visuales, auditivos, olfa-
tivos) ligados al contexto
(lugar, fecha) que los
acontecientos neutros.
2Las imgenes emocio-nales resisten mejor el paso del tiempo. Al
estar ms consolidadas,
su conservacin a largo
plazo tambin resulta
mejor.
3Las emociones estruc-turan nuestra memo-ria actuando como un
zoom o un ltro: se con-
cede preferencia a algu-
nos recuerdos en funcin
del estado de nimo en
el que nos encontramos.
Artculo publicado en Mente y cerebro n.o 43
EMOCIONES 15
Somos todos iguales frente a la memoria
y a la emocin? Para saberlo, hemos realizado
experimentos con voluntarios que presenta-
ban diversos niveles de inhibicin emocional.
En efecto, los seres humanos no viven todos del
mismo modo sus emociones: algunos ocultan
ms que otros su sentimiento afectivo y levan-
tan una especie de barrera psquica entre ellos y
sus emociones. Al distribuir unos cuestionarios
a personas a las que previamente evaluamos su
nivel de inhibicin emocional, advertimos que
quienes controlan sus emociones se representan
mentalmente los acontecimientos pasados y fu-
turos con menos detalles sensoriales y contex-
tuales, amn de hallarse menos comprometidos
en sus emociones.
La memoria del contexto de un acontecimien-
to constituye uno de los aspectos directamente
inuidos por la emocin. En otra serie de estu-
dios, realizamos pruebas con voluntarios a los
que habamos pedido memorizar ciertas infor-
maciones que se les proyectaba (palabras sobre
una pantalla); a continuacin, les hacamos re-
memorar las informaciones que haban visto
y, tambin, los elementos del contexto que las
acompaaban (el color o la localizacin espacial
en que apareci la palabra).
Comprobamos que las palabras con una con-
notacin emocional (alegra, placer, esta, asesi-
nato, tortura) se memorizaban mejor; compor-
taban una memorizacin ms minuciosa de los
elementos del contexto que las acompaaban.
Queramos saber en ese caso cul era la etapa
de la memorizacin que vena privilegiada por
la emocin. La inscripcin de un recuerdo en la
memoria se produce en dos etapas: la codi-
cacin y la consolidacin. Cuando vivimos un
acontecimiento, este entra primero en la memo-
ria de forma provisional (se codica); despus,
se consolida, es decir, se almacena a largo plazo
(sobre todo si se repite, o si se convierte en el
tema de una conversacin), de manera que pue-
de ser recordado ulteriormente, aun cuando no
se siga pensando en el mismo.
Una etapa clave: la consolidacin de la memoriaLos ensayos que llevamos a cabo demostraron
que la emocin acta sobre la etapa de la con-
solidacin. En estos experimentos, manipula-
mos el intervalo de retencin: presentbamos
imgenes neutras o cargadas de emocin a los
voluntarios y, despus, les interrogamos sobre
lo que haban visto, tras la exposicin (retencin
breve) o 30 minutos ms tarde (retencin larga).
INSTANTES ALMACENADOS PARA SIEMPRE
La emocin acta como un amplicador del recuerdo. Es la que
aporta consistencia y viveza a los acontecimientos de nuestro pasado.
Los padres se acuerdan del momento en que su hijo dio sus primeros
pasos, ya que esa experiencia les produjo una felicidad intensa.
IS
TOC
KPH
OTO
/ S
ERG
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ORI
SOV
16 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
En las condiciones de retencin breve, las im-
genes emocionales no se recuerdan mejor que
las imgenes neutras.
En cambio, cuanto ms largo es el perodo
de retencin, ms veces se comprueba que las
imgenes neutras se olvidan, mientras que las
emocionales permanecen en la memoria. De
este modo, las imgenes emocionales estaran
menos sujetas al proceso de erosin y resistiran
mejor el paso del tiempo: al estar mejor conso-
lidadas, su conservacin a largo plazo tambin
es mejor.
La emocin modulara as los procesos de
consolidacin mnsica, lo que permitira man-
tener en la memoria, de forma prolongada, el
contexto en el que recibimos los estmulos
emocionales.
Por lgica, si memorizamos con preferencia
lo que suscita una emocin y, en especial, una
emocin positiva, deberamos acordarnos mejor
de las personas sonrientes que del resto. Nuestro
grupo quiso explorar esa hiptesis. Los rostros
constituyen estmulos sociales importantes que
permiten, sobre todo, identicar a una persona
y evaluar su estado emocional.
En una serie de estudios, examinamos en qu
medida las expresiones faciales de la emocin
podan modular la codicacin en la memoria
de la identidad facial. En la prueba que llevamos
a cabo se mostraba a los participantes una serie
de rostros que manifestaban, bien una expre-
sin de alegra o bien una expresin de enfado.
A continuacin, se les presentaba un conjunto
de caras de expresin neutra. Ese lote compren-
da rostros de personas que haban visto antes
y rostros de sujetos que no haban visto nunca.
Para cada imagen, los participantes deban in-
dicar primero si se trataba o no de una persona
vista antes (reconocimiento de la identidad) y,
en caso armativo, deban recordar la expresin
que tena dicha persona (la memoria de la ex-
presin). Adems, los participantes deban preci-
sar si recordaban haber visto un rostro u otro,
si saban que lo haban visto (como vamos a
explicar, se trata de dos cosas distintas) o si solo
suponan la respuesta.
En este ensayo, los probandos deban clasi-
car las caras que estimaban haber visto antes
indicando si se acordaban de ciertos detalles
unidos al episodio de la codicacin: deban
decir lo que haban pensado o sentido al ver
el rostro (respuesta Yo recuerdo); en caso de
que les fuera familiar, deban indicar si tenan
o no recuerdos asociados (respuesta Yo s); si
no saban si haban visto o no el rostro, deban
indicar que suponan la respuesta Yo supongo.
En denitiva, los participantes deban decir si
reconocan o no la identidad de las caras, pero
tambin cul era su expresin.
El pasado est poblado de sonrisasEn un primer estudio, habamos observado que
el reconocimiento de la identidad facial, y de la
emocin expresada en el rostro, eran mejores y
se acompaaban ms veces de una recuperacin
consciente del episodio de codicacin cuando
los rostros manifestaban una expresin de ale-
gra que cuando la expresin era de enfado.
Cmo relacionar tales observaciones con la
primera caracterstica de la memoria emocional,
a saber, que nos acordamos con preferencia de lo
que conlleva una emocin positiva? La sonrisa
sera un vector de aprobacin y constituira un
mensaje robusto sobre nuestra propia imagen.
Este mecanismo es automtico, ya que nos
acordamos mejor de las caras que expresan
alegra, aun cuando no nos concentremos en
esa expresin. Nuestro equipo comprob que
el reconocimiento de la identidad era mejor
cuando los rostros manifestaban una expresin
de alegra que cuando era de enfado; lo mismo
suceda cuando la atencin de los participantes
se jaba en caractersticas faciales no ligadas a
la expresin (por ejemplo, la nariz).
Los resultados de un segundo experimento
indicaron que la inuencia de las expresiones
sobre la rememoracin consciente de la iden-
tidad importaba ms que cuando la atencin
no se diriga explcitamente hacia la expresin
en el momento de la codicacin. Estos datos
sugieren que las expresiones faciales modulan
la codicacin de la identidad facial de forma
automtica.
Algunas emociones desplazarn ms la aten-
cin de la memoria hacia uno mismo, alejndole
de los otros. Es lo que se registra en las personas
que padecen una fobia social: tienen miedo de
todas las situaciones en que se encuentran en
sociedad, bajo la mirada de los dems. Temen
despertar una mala impresin, suscitar juicios
negativos. Convencidos de ser el punto donde
convergen las miradas, concentran su atencin
sobre ellos mismos y sus ms pequeos actos y
gestos, de tal manera que dejan de atender a la
situacin en s misma.
Partiendo de esta constatacin, propusimos
la hiptesis de que, en estas personas, los re-
cuerdos de las situaciones sociales encerraban
ms aspectos relacionados con ellas mismas
que con el entorno social. As pues, se pidi a
MEJOR EN POSITIVO
Las caras sonrientes se memo-
rizan mejor que los rostros con
una expresin neutra o negati-
va. La explicacin sera la si-
guiente: un rostro sonriente nos
dara una seal de aprobacin
de nuestra persona, un mensaje
positivo relativo a nuestra pro-
pia imagen; por esa razn, se
memorizara mejor.
IS
TOC
KPH
OTO
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AN
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SON
EMOCIONES 17
estas personas, lo mismo que a individuos que
no presentaban fobia social, que rememoraran
dos acontecimientos que hubieran vivido en
un contexto social y dos que hubieran vivido
cuando se encontraban solas.
Los participantes deban evaluar las caracte-
rsticas fenomenolgicas de esos recuerdos, es
decir, las sensaciones, los afectos y los pensa-
mientos con los que los asociaban. Se les peda
que evaluaran, en particular, la cantidad de de-
talles sensoriales (visuales, auditivos, olfativos o
gustativos), de detalles contextuales (el espacio
y el tiempo), de informaciones relativas a s mis-
mos (lo que haban hecho, sentido y pensado) y
de informaciones relativas a otras personas (lo
que haban hecho y expresado).
Se comprob que los recuerdos de los acon-
tecimientos sociales en los probandos que su-
fran fobia social conllevaban menos detalles
sensoriales, menos informaciones relativas a
las otras personas y ms informaciones refe-
rentes a ellos mismos que los recuerdos de los
voluntarios no ansiosos. Adems, esas personas
rememoraban ms la escena desde un punto de
vista de un observador externo, es decir, como
si se vieran a ellas mismas desde fuera. En
cambio, los individuos templados rememora-
ban ms la escena desde su propio punto de
vista. Sin embargo, no apareci ninguna di-
ferencia entre ambos grupos de participantes
por lo que respecta a los recuerdos de aconte-
cimientos no sociales.
Un defecto de consolidacin emocionalEstas observaciones respaldan la tesis de que
el miedo de ser mal vistos lleva a los sujetos
con fobia social a concentrar su atencin sobre
s mismos cuando se hallan en sociedad, en
detrimento de la atencin hacia los otros y el
entorno. Las caractersticas de los recuerdos de
los acontecimientos sociales contribuyen a man-
tener la ansiedad social y a reforzar la imagen
negativa de s mismo; en efecto, estas personas
solo se acuerdan de los momentos penosos, de
las sensaciones de opresin o de malestar, de
tal manera que se rearman en su miedo y su
sentimiento de fragilidad.
La actitud adecuada consistira, en cambio,
en centrarse ms sobre el entorno: entonces se
daran cuenta de que sus vecinos les sonren o
no tienen un juicio negativo de ellos, y podran
revisar as sus prejuicios.
Tambin nos hemos interesado en lo que su-
cede de forma ms general a las personas que
presentan diversos grados de ansiedad social. As,
realizamos experimentos en los que se demuestra
que los afectados no memorizan mejor los rostros
sonrientes que los rostros enojados.
En primer lugar planteamos la tarea siguien-
te: memorizar la identidad y la expresin facial
descrita antes. Observamos que los sujetos tem-
plados en sociedad posean un recuerdo ms
vivo de los rostros alegres que las personas muy
ansiosas socialmente. En la prueba de tres nive-
les Yo recuerdo/ Yo s/ Yo supongo, respondie-
ron ms veces Yo recuerdo, lo que demuestra
que se acuerdan de lo que han pensado y sentido
viendo un rostro alegre, signo de una memoria
constante y rica. As pues, los individuos templa-
dos memorizan mejor los semblantes positivos
que los negativos; mas ese efecto amplicador
de las expresiones emocionales positivas ten-
dera a desaparecer en los sujetos ansiosos en
sociedad.
Recordemos que la mejor memorizacin de
las expresiones sonrientes se debe probable-
mente al hecho de que memorizamos lo que
nos da una buena imagen de nosotros mismos.
En cambio, en las personas con ansiedad so-
cial, los rostros que presentan una expresin
de alegra se interpretaran de forma negativa y
se codicaran de forma menos elaborada. Una
sonrisa es un signo estimulante para iniciar
una interaccin social, lo que constituye para
ellos una situacin de peligro: por ese motivo,
no se codica en la memoria de manera elabo-
rada y detallada.
Qu debe concluirse de los numerosos estu-
dios consagrados a la emocin y a la memoria?
Parece ser que nuestras emociones estructuran
nuestra memoria actuando como un zoom o
un ltro: se concede preferencia a algunos re-
cuerdos, en funcin del estado de nimo en
el que nos encontramos cuando se produce el
acontecimiento asociado. La memoria no puede
analizarse sin tener en cuenta sus vnculos con
la identidad.
Continuamente construimos nuestros re-
cuerdos en la medida en que se corresponden
con la imagen que tenemos de nosotros mis-
mos. Cuando poseemos un concepto positivo de
nosotros, retenemos con preferencia los recuer-
dos positivos que se ajustan a esta identidad y
permiten proyectarse de forma positiva hacia
el futuro.
Martial van der Linden es profesor de psicopatologa cognitiva en las Universidades de Lieja y de Ginebra.
Arnaud dArgembeau es investigador de la Unidad de psicopatologa cognitiva de la Universidad de Lieja.
Las personas con fobia
social solo se acuerdan de
los momentos penosos o de
malestar, de tal manera que
se rearman en su miedo
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PHICAL MEMORIES FOR
SOCIAL AND NON-SOCIAL
EVENTS IN SOCIAL PHOBIA.
A. dArgembeau et al. en
Memory, vol. 14, pgs.
637-647, 2006.
FACIAL EXPRESSIONS
INFLUENCE MEMORY
FOR FACIAL IDENTITY
IN AN AUTOMATIC WAY.
A. dArgembeau et al.
en Emotion, vol. 7,
pgs. 507-515, 2007.
REMEMBERING PRIDE AND
SHAME: SELF-ENHANCEMENT
AND THE PHENOMENOLOGY
OF AUTOBIOGRAPHICAL
MEMORY. A. dArgembeau
et al. en Memory, vol. 16,
pgs. 538-547, 2008.
18 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
Entre las notas distintivas de Homo sapiens se numera la de ser social. Sufre a menudo cuando lleva uno o dos das sin tener contacto
con sus congneres. De ese fenmeno, la bio-
loga inere que las diferencias con respecto a
los simios antropomorfos, nuestros parientes
ms cercanos, radican menos en las capacidades
sensoriales o motrices que en nuestro talento
extraordinario para la interaccin y la comu-
nicacin. Algunos neurocientcos avanzan un
paso ms: solo la vida en comunidades comple-
jas y la competencia que ello comporta en pos
de un comportamiento social lo ms adecuado
posible han hecho surgir determinadas capa-
cidades cognitivas del hombre.
En torno a ese dominio se ha forjado una rama
de la investigacin, la neurociencia cognitiva social
(NCS), que se propone comprender la neurobiolo-
ga del comportamiento y las relaciones huma-
nas. Desde hace unos veinte aos, la tomografa
de resonancia magntica funcional (TRMf) y otras
tcnicas permiten observar el cerebro mientras
desarrolla su actividad. Gracias a ello, tenemos
una idea bastante exacta de cmo los sistemas de
nuestros sentidos reconocen colores, formas, mo-
vimientos y objetos. Sabemos, adems, qu reas
cerebrales nos permiten aprehender un objeto y la
zona enceflica donde se planican y almacenan
procesos ms complejos de actuacin.
Inspirada en la psicologa cognitiva, la neuro-
ciencia ha empezado a abordar otras funciones
cerebrales superiores, como apren der, recordar
y las relacionadas con el lenguaje. Hasta la mis-
ma conciencia se ha convertido en objeto de
estudio; en particular, los procesos neuronales
subyacentes.
Sin embargo, ese planteamiento tiene su ta-
ln de Aquiles: investiga al ser humano como
una entidad solitaria. Pensemos en un tpico ex-
perimento con TRMf. Se introduce al probando
dentro del tubo magntico del tomgrafo y ob-
serva formas abstractas en una pantalla. Cuando
aparece un determinado estmulo intencio nado
por ejemplo, un crculo que corre de derecha
a izquierda el sujeto debe apretar un botn.
Estos estudios parten de un supuesto bsico:
conociendo el funcionamiento del cerebro de
un individuo, entenderemos el comportamiento
humano.
Leer los pensamientos ajenos desarrolla la mentePero tales condiciones experimentales guardan
escasa relacin con la vida real. Fuera del labo-
ratorio no nos encontramos con estmulos abs-
tractos, ni reaccionamos apretando un botn. La
mayor parte del tiempo reexionamos sobre el
prjimo e interactuamos con l. Fenmeno que
se maniesta tambin en el cerebro de nuestros
parientes ms prximos; en los monos, las di-
mensiones de la neocorteza guardan relacin
con el tamao de la comunidad en la que viven.
A esta regin cerebral, la ms reciente desde el
punto de vista evolutivo, se la considera sede de
las funciones superiores.
De la interaccin social con nuestro prjimo
se deriva que podamos servirnos y aprender
unos de otros, lo que constituye, sin duda, una
de las funciones principales del encfalo. Carac-
terstica fundamental es la capacidad de hacerse
cargo de la situacin mental y psquica de los
dems, reconocer sus deseos, intenciones y pen-
samientos y tenerlos en cuenta en nuestros pro-
pios actos. Podemos comprender cuanto nuestro
prjimo hace y deja de hacer por la sencilla ra-
zn de que nuestro cerebro est en condiciones
DEFINICIN Y FUNCIONES
EmpataEl hombre no se encuentra a gusto solo; por eso dispone de un don sin par:
ponerse mental y emocionalmente en el lugar de otros. Hoy ese dominio constituye
una nueva rama de la investigacin
TANIA SINGER Y ULRICH KRAFT
RESUMEN
En piel ajena
1El ser humano dispo-ne de la facultad de compartir las emociones,
es decir, tiene el don
de la empata. Diversas
regiones cerebrales se
hallan involucradas en
dicho proceso.
2La expresin facial es uno de los estmulos clave en el trato con otras
personas.
3Las neuronas espejo hacen posible que reconozcamos la inten-
cin de una accin; tam-
bin las informaciones
almacenadas sobre los
propios estados de nimo
nos ayudan a predecir las
vivencias emocionales en
los dems.
Artculo publicado en Mente y cerebro n.o 11
EMOCIONES 19
D
REA
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IME
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SAK
AN
NA
SIN PALABRAS
Ms de cincuenta msculos asociados a la expresin
facial de la muchacha nos revelan su estado de
miedo. El cerebro ha evolucionado para percibir ese
sentimiento en los dems.
de construir una representacin de la vida inte-
rior ajena, sin que ello tenga nada que ver con
nuestro propio estado mental. En resumen, para
estudiar los mecanismos neuronales del com-
portamiento humano no basta la investigacin
de las reacciones del individuo con tcnicas de
formacin de imgenes. Hay que considerar la
interaccin entre varios probandos.
Aunque los primeros trabajos sobre el cerebro
social aparecieron en los aos noventa, no cobr
un slido impulso hasta el comienzo del nue-
vo milenio. La primera conferencia sobre NCS
se celebr en el ao 2001, con la participacin
de psiclogos, neurlogos, cientcos sociales y
economistas. De acuerdo con la denicin del
objeto de la disciplina, se pretende investigar los
fenmenos del comportamiento desde tres pla-
nos interactuantes: el plano social y los factores
relevantes para la conducta; el plano cognitivo, o
los procesos de elaboracin de informacin que
subyacen bajo determinados fenmenos socia-
les; y el plano neuronal, es decir, los mecanismos
que operan en la base de los procesos cognitivos.
En otros trminos: las neurociencias sociales de-
ben investigar la inuencia que tienen en nues-
tros pensamientos, sentimientos y acciones la
presencia real o imaginada de los dems.
Muy pronto se dio con el punto ideal de
partida: el rostro humano. Ms de cincuenta
msculos del rostro relacionados con la mmica
reejan la vida interior de un individuo. En justa
coherencia, la NCS se concentr en la mmica
como un es tmulo de particular inters social.
En algunos experimentos tpicos, los probandos,
sometidos a los tomgrafos de resonancia mag-
ntica, ven, en rpida sucesin, fotografas de
rostros que deben clasicar a la mayor velocidad
en masculinos o femeninos. Se trata, en rea-
lidad, de un mero pretexto. A los directores del
experimento les importa encontrar respuesta
a la pregunta de si el cerebro de los probandos
reacciona inconscientemente y en qu mane-
ra a determinados rasgos sociales del rostro
humano: alegra, asco o tristeza, atractivo fsico
o pertenencia a una determinada raza.
En el departamento Wellcome de neuroima-
gen del Colegio Universitario de Londres, el gru-
po dirigido por Ray Dolan estudia desde hace
tiempo qu reas cerebrales elaboran las expre-
20 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
siones faciales de las emociones. Sirvindose de
la TRMf los investigadores comprobaron que la
contemplacin de un rostro medroso activa en
nuestro cerebro la amgdala, una estructura
muy antigua desde el punto de vista evoluti-
vo. El ncleo amigdalino de sempea una tarea
importante para la supervivencia; nos advierte
de los peligros.
Ante una amenaza potencial, la amgdala ge-
nera el sentimiento de miedo y, en fracciones de
segundo, pone nuestro cuerpo en estado de aler-
ta. Basta la mera contemplacin del semblante
asustado de otra persona, incluso en fotografa,
para despertar en nosotros emociones semejan-
tes. Pero lo sorprendente en este experimento
es que la amgdala se activa incluso cuando los
investigadores pasan las imgenes tan deprisa,
una detrs de otra, que los probandos ni siquiera
advierten que las fotos muestran rostros asus-
tados. El dispositivo de alarma de la amgdala
procesa de modo automtico esa informacin
sin que el estmulo desencadenante penetre en
nuestra conciencia.
Se atribuye a la amgdala un papel importan-
te en el procesamiento rpido e inconsciente
de mensajes emocionales. La amgdala modula
procesos cognitivos y sensoriales a travs de co-
nexiones neuronales con otras reas, como el
hipocampo, una regin central en la formacin
de los recuerdos. Por ello, percibimos mejor los
acontecimientos acompaados de sentimientos
que los hechos neutros. Adems, los estmulos
emocionales captan antes nuestra atencin y
son procesados tambin con ms precisin por
las correspondientes reas visuales.
Sin embargo, los rostros de personas atrac-
tivas producen otro modelo, un tanto distinto.
Su contemplacin activa tambin el cuerpo es-
triado ventral y la corteza orbitofrontal (COF).
Ambas regiones forman parte del sistema de
recompensa y controlan la motivacin. Se ac-
tivan cuando comemos un alimento que nos
gusta, cuando ganamos en el juego o cuando
los amantes de los automviles contemplan
coches deportivos rapidsimos. El cerebro re-
gistra la contemplacin de una cara bonita con
un placer similar al suscitado por un ferrari o
una mousse de chocolate.
Quin es bueno y quin es malo?La amgdala establece conexiones con el es-
triado y con la COF a travs de numerosas vas
nerviosas. Se refuerza as la tesis de que estas
tres estructuras son componentes de una red
que percibe el signicado emocional de un es-
tmulo y las reacciones subsiguientes. La red de-
sempea un papel fundamental para nuestro
comportamiento social. En el transcurso del da
nos vemos obligados, una y otra vez, a valorar
a los dems o decidir nuestras reacciones ante
otras personas.
Le encontr simptico nada ms verlo!
Sencillamente: no me gusta su nariz. Este tipo
de frases, dichas de repente, no son fruto de la
improvisacin. La expresin facial es uno de los
estmulos clave en nuestro trato con los dems.
Por muy claro que resulte el resultado de nuestro
juicio sobre el prjimo, lo cierto es que detrs
hay un proceso complejo en el que intervienen
distintas reas cerebrales. Partiendo de diversos
estudios y de modelos existentes, Ralf Adolphs,
de la Universidad de Iowa, propuso un modelo
detallado de percepcin de la persona.
Tomemos la nia de aspecto temeroso de la
primera gura de este artculo. El giro fusifor-
me elabora las propiedades estticas del rostro.
Examina la identidad sin preocuparse de su
expresin emocional. Esta tarea le corres ponde
al surco temporal superior (STS), una estructu-
ra situada por encima de los centros visuales.
Es un rea que, entre otras funciones, procesa
los aspectos dinmicos del rostro, la mmica:
la informacin sobre si la persona contempla-
da es mala, si est triste, rabiosa o temerosa. La
amgdala, el estriado y la corteza orbitofrontal
valoran estas informaciones ptico-sensoriales
en funcin de su relevancia para la propia vida
sentimental y la motivacin. Como consecuen-
cia de esta valoracin se disparan determinadas
emociones, se inician procesos cognitivos y se
encauza el comportamiento posterior.
Demos un ejemplo. Cuando una madre ve
temor en la cara de su hijo concentra toda su
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BY-
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MONTAR UNA ESCENA
Tambin los chimpancs se
lanzan unos contra otros. Pero
no llegan ni de lejos alcanzar
la competencia social del ser
humano.
EMOCIONES 21
atencin en el pequeo. Y mucho antes de ser
consciente de ello percibe la expresin del rostro
de su hijo como una seal de peligro. Entonces
intenta analizar las causas del miedo y cae ella
misma en cierto pnico: el corazn empieza a
latir acelerado y el cerebro pone el cuerpo en
estado de alarma para que, en cuanto madre, ac-
te de manera rpida y eciente. Quizs intente
consolar y animar a su nio con una sonrisa.
Todos los experimentos sobre la percepcin
personal comparten un elemento comn: al pro-
bando se le presentan imgenes de personas cu-
yos rostros sacan a relucir informaciones social-
mente relevantes. Ahora bien cmo reacciona
nuestro cerebro frente a personas muy distintas
entre s por su comportamiento y su carcter,
sin que reejen ninguno de ambos aspectos en
signos ostensibles de sus rostros?
Nuestro equipo ha llevado a cabo un estudio
sobre esta cuestin. Los probandos estaban co-
nectados por Internet con otras personas; po-
dan desarrollar juegos interactivos con ellos.
Este planteamiento experimental permite la
investigacin de interaccin social en el am-
biente solitario o antinatural de un laboratorio
de TRMf. Los participantes no tenan ningn
tipo de relacin entre s, pero vean en cada caso
una fotografa de su interlocutor. El reiterado
juego comn propiciaba un paulatino conoci-
miento mutuo.
Pruebas de juego limpioEl experimento ldico, llamado juego del dile-
ma social, proviene en realidad del campo de la
economa. Se movan sumas de dinero. En cada
ronda intervenan dos jugadores [vase En la
mente del consumidor, por Mirja Hubert y Pe-
ter Kenning; en este mismo nmero]. Los econo-
mistas acuden a tales escenarios para investigar
el intercambio social y la cooperacin mutua.
A nosotros nos interesaba conocer la forma
en que el cerebro distingue entre personas hon-
radas y tramposas. Para comprobarlo, hicimos
que los voluntarios jugasen reiteradamente con
contrarios que o bien se comportaban siempre
de forma correcta (cooperadores) o bien ac-
tuaban de forma egosta (infractores). La hora
de la verdad iba llegando despus de ms cin-
cuenta juegos en los que los voluntarios tenan
que vrselas por lo menos cuatro veces con los
correspondientes cooperadores e infractores.
Presentamos a los participantes fotos de los
compaeros de juego, a los que haban cono-
cido pero no como jugadores limpios o su-
cios al mismo tiempo que observbamos la
actividad cerebral con la tcnica de la TRMf. Las
expresiones faciales de los retratos eran neutras;
no permitan deducir el carcter de las personas
en cuestin. Adems, habamos repartido las fo-
tografas al azar, de manera que un rostro de un
probando poda corresponder a un cooperador
y otro a un infractor.
Al igual que en los ensayos sobre percepcin
personal tampoco les dijimos que estbamos
interesados en sus juicios de carcter social. De-
beran clasicar los rostros lo ms rpidamente
posible segn el sexo, pero sin juzgar su carcter.
Los cooperadores causaron en el cerebro la
impresin ms fuerte. La fotografa de un con-
trario honrado activaba en nuestros probandos
la amgdala, el estriado, la corteza, el STS y el giro
fusiforme, es decir, la misma red neuronal de la
percepcin social descrita por Ralf Adolfs. Solo
que en estos casos el estmulo relevante no era
la cara, sino los conocimientos adquiridos por
los probandos sobre el comportamiento de una
persona durante la fase precedente del juego. Es
decir, las reas cerebrales encargadas de elabo-
rar los distintivos sociales en el rostro humano
se preocupan tambin de las caractersticas de
comportamiento socialmente relevantes, como
el juego limpio y la voluntad cooperativa.
Calibrado para cooperarAunque los voluntarios admitan sin di simulo
su enojo con los detectores, su ce rebro social
reaccionaba ms suavemente ante un compor-
tamiento desleal. Adems, su memoria no retena
las caras de los compaeros de juego egostas con
D
REA
MST
IME
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URI
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URS
AUTNTICA EXPRESIN
DE SENTIMIENTOS
Por la capacidad de sentir y su-
frir con ellos nos preocupamos
tambin de los dems.
22 CUADERNOS MyC n.o 2 / 2012
la nitidez con que retenan las de los coopera-
dores. Se halla nuestro cerebro ajustado para la
colaboracin? Los economistas y los bilogos no
han ocultado durante muchos aos su extraeza
ante estos hechos: los participantes en juegos de
dilema social no engaan a sus compaeros a
pesar de que, si lo hicieran, podran ganar mu-
cho ms dinero. En ltimo trmino, de acuerdo
con los modelos existentes, el hombre es un ser
egosta que intenta transmitir sus genes y sacar
el mximo provecho con el mnimo esfuerzo
posible, incluso a costa de los dems.
Los resultados de nuestra investigacin neuro-
biolgica contradicen tal imagen negativa, pues
los probandos estaban muy contentos de esta co-
laboracin ecaz, segn muestran las imgenes
de TRMf. El rostro de un jugador limpio activaba
en el cerebro el estriado ventral, que pertenece
al sistema compensatorio de dicho rgano. Ese
fenmeno puede compararse con el sentimiento
que a uno le asalta con una buena comida o con la
contemplacin de una persona atractiva. Parece
que la cooperacin social se considera compensa-
toria ms all de los puros benecios econmicos.
O dicho de otra manera: la colaboracin con jue-
go limpio genera en el cerebro un placer idntico
al de la mousse de chocolate y proporciona un
sentimiento de bienestar similar.
La economa y la biologa evolutiva toman
ya en consideracin estas conclusiones. Los
nuevos modelos parten del principio de que el
ser humano tiene una aversin innata contra la
injusticia. Cuando se lesionan los principios del
juego limpio, reaccionamos emocionalmente
con rabia, enfado y rechazo. Adems del talento
para reconocer los pensamientos e intenciones
de los dems, el hombre dispone de una facultad
sumamente interesante: puede compartir las
emociones, es decir, tiene el don de la empata.
Por eso algunos espectadores echan mano del
pauelo cuando en Casablanca Humphrey Bo-
gart se despide para siempre de Ingrid Bergman.
Ya en 1903 el psiclogo alemn Theodor Lipps
(1851-1914) se ocup del fenmeno de la com-
penetracin. Lipps desarroll la teora de que
la percepcin del estado emocional del prji-
mo, sobre la base de su expresin facial o de sus
gestos, despierta en el observador los mismos
sentimientos. La moderna investigacin cere-
bral conrma, casi un siglo ms tarde, que Lipps
acert de pleno.
La investigacin neurocientca de la empa-
ta cobr impulso en los aos noventa a raz de
ciertos trabajos realizados en la Universidad
de Parma por el grupo que diriga Giacomo Riz-
zolatti. En realidad se centraban en el control
de los movimientos en los simios. Para lo cual
implantaron electrodos en las neuronas de la
corteza premotora, regin donde se planican
los movimientos. Adiestraron a los monos en la
recogida de un cacahuete. Uno de los investiga-
dores estaba acercando la golosina a un animal
cuando de pronto se dispar la aguja del aparato
de medicin. La neurona afectada haba emitido
un impulso, aunque su propietario se mante-
na completamente inmvil.
A este tipo de neuronas, desconocido hasta
entonces, Rizzolatti las denomin neuronas es-
pejo; no solo se activan cuando el mono ejecuta
un movimiento, sino tambin cuando observa
que lo hace otro. Las neuronas espejo o especula-
res hacen posible que reconozcamos la intencin
de una accin al recapitularla internamente.
Entendemos, pues, los sentimientos de otras
personas porque nuestro cerebro adopta su
perspectiva; tambin porque tenemos la viven-
cia de tales sentimientos. Para investigar ms
de cerca este fenmeno rogamos a 16 parejas
que acudieran a nuestro laboratorio de TRMf. En
cada uno de los casos inigimos dolor a uno de
los miembros de las parejas, porque se sabe con
bastante exactitud qu reas cerebrales intervie-
nen en el procesamiento del dolor.
Experimentacin de los sentimientosLa mujer yaca dentro del tomgrafo de reso-
nancia magntica mientras que su novio perma-
neca sentado en una silla a su lado. Las manos
derechas de ambos reposaban en un tablero, que
la voluntaria poda ver a travs de un espejo. Les
implantamos electrodos. A travs de estos po- D
REA
MST
IME
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VEL
LO
SEV
SKY
COMPARTIR LA FELICIDAD
Podemos sentir una especial
empata con las personas de
nuestro entorno ms prximo,
y alegrarnos cuando se ren.
EMOCIONES 23
damos estimularles, a l o a ella, con descargas
elctricas dbiles o ms fuertes. Las corrientes
ms intensas eran dolorosas, como la picadura
de una abeja, pero duraban solo un segundo y
no dejaban secuelas de ningn tipo. Flechas de
distintos colores en el monitor de un ordenador
le indicaban a la mujer si ella o a continuacin
su novio reciban una descarga elctrica y si
esta iba a ser ligera o dolorosa. Las participantes
no vean las caras de sus compaeros: solo los
smbolos les denunciaban que ellos iban a sufrir
enseguida las consecuencias.
Si se le aplicaba a la mujer una descarga suave,
se activaba la red de procesamiento del dolor:
tras la nsula, la corteza somatosensorial pri-
maria y secundaria, la corteza cingular anterior
(CAC), el tlamo, el cerebelo y determinadas re-
giones del tronco enceflico. Eran las reacciones
esperadas en el cerebro de las voluntarias.
Pero cuando despus les aplicbamos los
electrochoques dolorosos a los probandos se
activaban igualmente la mayora de estas reas
del dolor; de preferencia, no obstante, las regio-
nes relevantes para el dolor como el CAC y la
nsula anterior. Pareca que el encfalo sufra
con el dolor del compaero querido, aunque la
intensi