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Cuando en 1889 Emilia Pardo Bazán publica

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Cuandoen1889EmiliaPardoBazánpublicaMorriña,laautoragozabayadeacreditadafamaypopularidadtantoporsuficcionesnarrativascomoporsulabor de crítica literaria que le había llevado a divulgar entre el públicoespañollanovelaeuropeadelmomento.Morriñaseadscribeaunaestéticarealista que doña Emilia cultiva de forma sostenida en toda su trayectorianovelística.El sencilloargumentode lanovela,unahistoria casidomésticaquebasculaentretrespersonajes,doñaAurora,suhijoRogelioyEsclavitud,la nueva doncella de la casa, no está sin embargo exento de ciertacomplejidadenelprocesointeriorydeconductaquesufrensuspersonajes,provocadopor lasrelacionesqueseestablecenentreellos.Desentrañarsusignificadoúltimoserátareadenuestracompetencialectora.

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EmiliaPardoBazán

MorriñaePubr1.0

turolero22.08.15

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Títulooriginal:MorriñaEmiliaPardoBazán,1889

Editordigital:turoleroePubbaser1.2

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I

IelentresueloquehabitanenMadriddoñaAuroraNogueiradePardiñasysuhijoúnico, Rogelio, no es ni de losmenos oscuros ni de losmás espaciosos, tiene endesquitelaventajainestimabledeencontrarsesitoenlacalleAnchadeSanBernardo,tanfronteroa laUniversidadCentral,que,hablandoenplata,aquelloesviviren laUniversidad misma. Encajada la señora dentro de su butaca de gutapercha, en elrincónde la ventana,mientras«crece»y«mengua» su laborde calceta sinmirarlauna sola vez, sigue los pasos al adorado chiquillo, y en cierto modo, salvando ladistanciade lacalleycalandoelespesorde lasparedes, leacompañahastaelaulamisma.Leveentrar;alsalirobservasisedetieneenalgúngrupo,yconquiéncharla,ycómoseríe;conoceatodosloscamaradas,alosamigotes,alosantipáticos,alosestudiosos, a los holgazanes, a los asiduos, a los que hacen rabona casi siempre.Tambiénestáfamiliarizadaconlascarasdelosprofesores,yestudiasucontinenteysumodode responderal saludode losdiscípulos, sacandode los signosexterioresimportantes consecuencias psicológicas, relacionadas con el problema de losexámenes.

«¡Ay!Allí viene ya el viejiño Contreras, el de procedimientos. ¡Qué afable!…¡Qué cara de santo! Anda despacito el pobre… Bien se nota que padece reumaarticular,comoyo.¡Malpecado!Meessimpáticoporeso.No,y,sobretodo,porqueséqueesblandoyquelehadedaraRogeliounaprobadocomounacasa.AhorasaleRuizdelMonte, tanalmidonadoytanengreído.Parecetodoélhechodeunapieza.¡Pobresdenos!Conéstenovalenempeños,niinfluencias,ni…Arrequelehandesaberloschicoslaasignaturatanbiencomoél.Puesparaeso,quelesdejeaelloslacátedra… y la paga. ¡Ay!Ahí tenemos al señor de Lastra. Jorobadito es un poco.¡Qué gracia las caricaturas que los muchachos le sacan en clase! Y se pasa decampechano.AhíestápegándolepalmadasenelhombroaBenitoDíaz,elamigachodeRogelio.Mepareceunodeesosseñoresquedejanrodarelmundo.Benditoélsea.Noséquésesacadedisgustaralasfamiliasycrucificaralospobresrapaces».

Suspendiendoelsoliloquio,laseñorasehincabaenelmoñoentrecanolaagujadecalceta, rascándose los cascos ligeramente.De pronto, la piel floja y rancia de susmejillasseteñíaderosavivo,comosiunabrisadejuventudleoreaselasfacciones.

—¡Ay!Rogelio.

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Salía el estudiante, envuelto en su capa de embozos de felpa carmesí, con elhongoun tantico ladeadoy lamirada fija,desdeelprimermomento,en laventanaaquella. Por lo común, sonreía; pero a veces, poniéndosemuy formal, llevaba tresdedos al hongo, y estirando el brazo, con movimiento de marioneta, remedaba elsaludodelosgomososenelRetiro.Contestabalamadre,amenazándoleconlamanoabierta y descuajándosede risa, cual si fuesenuevaunagracia consuetudinaria ya.Después,elmuchachoplaticabatresocuatrominutosconalgunoscondiscípulos;derefilón, se metía con el fosforero, la billetera, el naranjero de la esquina y losdependientesdelatiendamáspróxima,acabandoporecharunrequiebroalascriadasque charloteaban a la puerta; y, al fin, subía a su domicilio, esperándole en elrecibimientodoñaAurora.Lasprimerasfrasessolíanserporesteestilo:

—«Materamabilis»…,brindaelcorporal sustentoal frutode tuvientre.Traigounhambrequenolamerezco.¡Aaam!Sinollegaprontoelbisteque,seproduciránrepugnantesescenasdecanibalismo.

—Sí—decía,risueña,laseñora—,yavendrátodoapararenquetecomerásdosaceitunasyunahebradecarne.Anda,pistraco,señoritodelamediaalmendra.

La habitación predilecta de la casa no era ni la sala, siempre abandonada ydesierta,nieldespachodeRogelio,nielgabinetedelaseñora:eraelcomedor,muypróximoalaantesalita.Allíestabaelrelojdepared,queconsultaba,paralashorasdeclase,Rogelio, perezoso en dar cuerda a su «remontuar»; allí, lamesilla, donde elcestode la labory lamedia empezadadesaparecíanbajo losnúmerosdel«MadridCómico»,de«LosMadriles»ydetodaslas«Ilustraciones»habidasyporhaber;allí,el sofá, bajo, ancho y cómodo, y las vastas poltronas; allí, sobre el aparador, elreparitodelestómago,botelladejerezybizcochos,o,enverano,frutas,queelchicogulusmeaba;allí,enunacopa,elramodelilasfrescasolosclavelesqueseponíaenel ojal; allí, el botijón trasudando agua, y el azucarero, y el frasco del jarabeferruginoso,yelabanico japonés,y lanovelaempezada,con laplegaderaentre lashojas,yalgúnlibrodetexto,maltratado,muchomásqueporeluso,porelmalhumory displicencia con que lo cogían y soltaban. Allí, en fin, la chimeneíta, la quefuncionaba tanbien, laqueconsolabade lascátedrasglacialesy losdesmanteladospatiosypasillosdeltemplodeMinerva.¡ConquégustoseponíaRogelio,alllegardeclase,alcantode la lumbre, sindesembozarse,extendiendo laspalmas,hechasdoscarámbanos!Elcalordesentumecíasustejidos,activabasuempobrecidasangreyledaba fuerzas para pedir, entre chistosos regaños y súplicas mimosas, el almuerzo,sintiendocasilapuntualidadconqueseloservían,porqueseleacababaeltemadesushumoradasybromas.AúnnohabíaélcruzadolapuertayyaestabadoñaAuroragritando:

—Fausta…Pepa…Quellegaelseñorito…Almorzarporelaire…Niño,eljiropedehierro…¿Tecuentolasgotasamargas?

—¿Quémayores amarguras que las de lamuerte por inanición?Usted, fámulaencargada del ramo culinario, ¿se puede saber con qué deleitososmanjares piensa

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usted calmar hoy el hambre que me roe las entrañas? ¿Me ha destinado ustedambrosíacelestial,néctarextraídodelcálizde lasflores…,ocallosycaracolesdel«PetitFornos»?¡Sacadmedeestacruelincertidumbre!

Risassofocadasenlacocina.—¡Dénmeledecomeraestelocoparaquecalle!Sentados ya madre e hijo, contadas las gotas y tragadas también, venía el

sopicaldohumeante,elpardehuevosestrellados,abuñoladitos,yelbisteque,elcualprecisamentehabíadetraersedelcafécercano.SóloasílocomíaRogelio.PormuchoqueseesmeraseFausta, lavizcaínanoconseguíadesbancaralcocinerodelcafetín.Llegaba el ricopedazodeviandamedio cruda, encerrada entredosplatos, con suspatatas sopladas, y tierno, jugoso, apetecible. Mientras Rogelio trinchaba,preparándoseadespacharlastajaditas,sumadreleobservabaconinquietudyavidez,lomismoquesinuncahubiesevistoaqueltipodelicaducho,tandiferentedelidealdelasmadresgallegas.Veinteañosespigados;palidezmate;ojosnegrosyalegres,perodecaídopárpadoycárdenasojeras;bocadeespiritualdibujoyarqueadaconfinura,un poco amoratada de labios, con una dedada de bozo; nariz enjuta; pelo lacio ysuave,delquesuelellamarse«deratón»;cabezaestrechadesienes,gargantadelgada,nuncaconcanal,muñecasplanasytallecimbreador,componíanunafiguranosalidaaúndelaadolescenciaycomodetenidaensudesarrolloporlaclorosisqueproducelavidadeinvernáculo,dondelaplantanecesitadadeairebravoylibreseahílaoseseca.AsídoñaAuroranopodíadisfrutarmomentodetranquilidadconaquelhijo,sinoprecisamenteenteco,almenosdecomplexiónflacaynerviosa,segúnrevelabasucarácter, en que a la alegría propiamente infantil sucedían sin transición ratos deinexplicable abatimiento. Por eso lemiraba comer, tan ansiosa como si cada buenbocado le cayese a ella en el estómago después de dos días de ayuno. Con elpensamiento le decía a la sustanciosa carne: «Anda, fortaléceme a ese niño. Dalefibra,dalesangre,dalehuesos.Házmelerobustote,varonil,patrón.Quesevuelvauntorito…,aunquefueseasíamododeunbárbaro…,noimporta,mejor,¡ojalá!Miraquenomequedaamíotrocariñoenelmundosinoesterapaztanpocacosa».

Yagregabaenaltavoz:—Come,hijiño;come,quelacarne,carnecría.

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II

OÑAAurora tenía su tertulia, y vespertina—nadamenos que un «five o’clock»,como diría algún revistero—, sólo que sin «tea», ni ganas de él; porque, caso deofreceralgoalostertulianos,laseñoradePardiñas,muychapadaalaantigua,optaríapor unas buenasmagras de jamón, o cosa análoga.Como los amigos de la señorasabíanquenoacostumbrabasaliralacallesinoporlamañana,demantoyarrebujadaensu rotondadepieles, avisitasdeconfianzaoacompras,yque las tardes se laspasabahaciendomediaenlaventanadelcomedor,acudíanfielmente,atraídosporlachimenea,laspoltronas,laintimidadyelhábito.

Elmayor núcleo de relaciones de doñaAurora lo formaban compañeros de sudifuntomarido,magistrados,o,comoelladecíaen lenguajeprofesional,«señores».Algunos, jubilados ya, eran los más constantes en acudir. Ciertos muebles delcomedorteníalosvinculadosdeterminadapersona:labutacaderespaldoanchoselereservabaadonNicanorCandás,elfiscal,aficionadoaarrellanarse;ladegutaperchade asiento blando, a don Prudencio Rojas; la de cretona rameada, a la vera de lachimenea,quenadieseladisputasealpatriarcadonGasparFebrero.Estevenerablesujetoeraelalmadelatertulia,elmásvivo,rozaganteyanimosodelosconcurrentes,apesardesusochentaypicodeNavidadesysupatacoja,quebradaalsaltardeuntranvía.

Elprimercuartodehoradeconversaciónsolíaconsagrarsealestadoatmosféricoyalasalud;ningunodelosrespetablesseñoresestabasinalifafesygoteras;algunoseranyaunapuraruina;yellamentarachaquesydiscutirmétodoscurativosresultabasiempredeactualidad.Allí se llevabaelaltaybajade loscatarroscrónicos,de losdolores artríticos, de los flatos y las acedías de cada quisque, y se deliberaba, tansolemnemente como en otro tiempo sobre una sentencia, sobre las ventajas delsalicilatoylaspastillaspectorales.

Agotada la cuestión sanitaria —todo se agota—, pasaban, casi siempre poriniciativadelseñordeFebrero,atratarotrosasuntosmásagradables.Nopodíasufrirelamableochentónquesehablasetantodebotica,recetasypotingues.

—Noparece sino que está uno con un pie en el sepulcro—decía, sonriendo yluciendosubrillantedentadurapostiza.

La conversación variaba de rumbo; pero casi nunca versaba sobre temas

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contemporáneos. Como gavota ejecutada por una abuela sobre viejo clavicordio,sonabaallíelantiguoritornelodelasmemoriasydelasreminiscencias.Losdiálogossolíanempezarasí:

—¿Se acuerda usted? Cuando me destinaron a la Gran Canaria, mandandoNarváez…

Odeesteotromodo:—¡Qué tiempos!Lomenosdiez años antes que se sustanciase la célebre causa

Fontanellas…Aúnnohabíanacidomihijoelmayor…ElseñordeFebrero les ibaa lamano tambiénenestodecontar tristemente los

lustrosyacorridos,exclamandoconjuvenilviveza:—¡Qué!… Si eso pasó ayer, como quien dice. En la vida de una nación nada

significanmiserablesveinticincootreintaaños.—Sí;peroenladeunhombre…—Tampoco en la de un hombre, si ustedes me apuran. A los cuarenta, a los

cincuenta,llamoyolaflordelaedad.—Hableustedporsí…Ustedhadescubiertoelelixirdelargavida.Másfresquito

queunalechuga.Encambio,losdemásparecemoszapatillas,yestamosparaquenossaquenenuncarroalsol.

Consumuletaentrelaspiernas,donGasparsereía,ycomosacudieselacabeza,relucíanalreflejodelfuegolosrizosargentadosdesupeluquín.Sentimostenerquepagar tributo a la exactitud descriptiva consignando que llevaba peluca y dientespostizos el señor de Febrero; mas importa añadir que era tanta la verdad de sumentira,queeclipsabaalorealyengañabaalmáslince.Revelandoexquisitogustoyconsumado arte, el anciano había encargado su peluca del color de la nieve, y ladiademadeligerosrizoscanosquecoronabasufrentedemarfileracomomajestuosaaureola,biendistintadelatupidapelambreraconquelosviejosverdesseobstinanenreparar el irreparable ultraje de los años. Asimismo la dentadura, hábilmentecontrahecha, algo desigual y gastada, con una mellita en el lado izquierdo, se lapegabaacualquiera.Conaquelpelo tandecorativo,conel rostroescrupulosamenteafeitado, de facciones correctas, muy expresivas aún, con la pulcritud y dignidadafablede supersona, donGaspar recordaba lasmejores cabezasdel sigloXVIII, talcomonos la ha conservado laminiatura.Dabapena que no vistiese chupa de rasobordado.El traje depañono le caía.Hasta lamuletade ébano, con almohadóndeterciopeloazul,realzabaycompletabalaautoridaddesupresencia.Afuerdehombrede otras épocas que ya fenecieron, don Gaspar, en cuanto veía mujeres, seencandilaba,ylechorreabanazúcarymielloslabios;hastaconlamismaseñoradePardiñas, enteramente fuera de combate, no prescindía de sus formas, más quecorteses,galantesyrendidas.

Aaquelviejo,quellevabatanserenayelegantementelavejez,lecosquilleabaenlavanidaddeunmodogratooíraloscontertulios,todoscascados,todosasmáticosycatarrosos,todosostensiblementecalvos,queledecíanentonodeenvidia:

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—EstedonGaspar…esmuchocuento.Nosentierraacuantosvenimosaquí.Otra satisfacción de amor propiomuy grande era la de probarles la frescura y

nitidezdesumemoria;yladisfrutabaamenudo,porqueenlatertuliadelaseñoradePardiñassehilabacontinuamenteelcopodelosrecuerdos,delcualsalíaunahebradeoro,perooroamortiguadoya, comoelde las antiguascasullas.Era lamemoriadedon Gaspar una especie de armario de cedro, donde se guardaban, perfumados,empaquetados,clasificados,íntegros,lossucesos,losnombres,lasfechasyhastalaspalabras. «Este señor de Febrero es una cartilla vieja», solía decir doña Aurora.Cuandosediscutíaalgo,apelábasealarbitrajededonGaspar.

—¿Verdad, señor de Febrero, que la causa Zaldívar, de Sevilla, se elevó aplenarioenelinviernodelcincuentayseis?

—No,señor;elcincuentaysiete;yporciertoqueocurrióesohaciaelquincedediciembre…,digomal,eldieciséis,cumpleañosdelamigodonNicanorCandás.

—¡Pero, hombre! —exclamaba el aludido, cuando llegaba a enterarse—.¡Reniegohastadequienhizosumemorióndeusted!¡Puesnovaestemalditogallegoaacordarsedelafechademicumpleaños,queyomismonomeacuerdonunca!Losañosnadieme loshade robar;conquenoveo lanecesidadde llevarlosporcuentaexacta.

DonNicanorCandás,fiscaljubilado,asturiano,maliciosoypresumidoafuerdebuen ovetense; listo como una pimienta y más atravesado que una espina, dabamuchoque reíra la tertuliametiéndoseconel señordeFebrero,aquien llevaba lacontrariaporsistema,sinrespetarsusfuerospatriarcalesysudecanatoglorioso.ParamejormarearasucontrincanteadoptabaCandásunmétodoraro,quenocarecíadechiste.Fingíasesordocomounapared,yllevabasiempreenelbolsillodelgabánunatrompetilladeplataqueseintroducíaeneloídocuantoleconveníaresponderacordeyrebatiralcontrario,yquedecíahaberolvidadoencasacuandoledabalaganadecontestaryéndoseporloscerros,sinatenderarazonesajenas.Talestratagemaeraderesultadoseguro,yconseguíaponerleasalvodetodoslosriesgosdeladisputa.Ensulenguaje,elseñordeCandáseracrudoyordinario,tantocomodonGasparatildado,atentoymelifluo,yporsemejantemododehablardesentonabaenlareunión.Nierasóloporesto,sinotambiénporqueeraelúnicoquepreferíalasnoticiasdeactualidadalosrecuerdos,elúnicoquevivíaconunpieenlopresente,elúnicoquetraíaaaquelenmohecidosenadounacorrientedeairecallejeroydevidarealDonGaspar,entonoagridulce,lellamaba«nuestrorepórter».

La portentosa memoria del ochentón se confundía y embrollaba al tratarse desucesos recientes, y Candas, aprovechándose de esta deficiencia en las admirablesfacultadesdelpatriarca,siempreestabatomándolaconél.

—Aver—decía—cómoseibaacomponernuestrodonGasparínparaprobarunacoartada. Muy fuerte en todo lo que se refiere al Ministerio Calotnarde o a laRegenciadeEspartero,ynosabepordóndeanduvoestamañanamisma.

Y,remedandolavozdedonGaspar,añadía:

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—¿Quéhiceyoayertarde?Espérenseustedes.¿FuiacasadeRojas?Mepareceque sí…Digo, no, no.Estuvepaseando enRecoletos.Con todo, no se lo juraría austedes.

Estaobservacióncómicarelativaalpatriarcapodía,hastaciertopunto,aplicarsealosdemás tertulianos.Diríasequeparaellosnoexistía loactual,ysólo lopretéritotenía vida y realce. Las noticias del reportero, don Nicanor, las comentaban tresminutos, con esa tendencia pesimista que aflige a la edad senil; después volvían asubir corriente arriba, engolfándose muy a gusto entre la niebla de los añosdesvanecidos.Quizásenestoinfluyese,ademásdelavejez,elcarácterqueimprimela Magistratura, profesión cuya base son nociones científicas estratificadas ya, underechopuramentehistórico,enqueelespíritudeinnovaciónesunaherejía,yenqueseresuelvenproblemasjurídicosdehoyconelcriteriodelaleyromanaodelfuerovisigodo. Así es que cabía comparar la reunión de casa de Pardiñas a una peñainmóvil enmedio delmar de la existencia.No veían los excelentes «señores» quetambién en la polilla de los legajos palpitan gérmenes y late el ímpetu renovador;apegadosafórmulasvanas,creíancustodiarunlicorsagrado,cuandoensusmanosnoquedabayasinolaampollavacía;y,altratarsedenovedades,enelmismogradodeheterodoxiaponíanelusodelabarba,lasaudienciasdeperrochico,elJuradoylarevisióndecódigos.

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III

QUELLA asamblea de sonámbulos se despertaba y alborozaba al entrar Rogelio,quien,porlastardes,antesdesalir,apieoencoche,acostumbrabadejarseverenlatertulia, riendomuchode loqueocurría en ella, pero sinmalicia, con travesuradechicomimado.Habíalepuestodemote«InútilClub»;aCandás,porsucalvaamarillayenorme,lellamaba«LaínCalvo»,yalafeitadoygalanteseñordeFebrero,«NuñoRasura».Lascriadasrepetíanporlobajoestosapodos.LamismaseñoradePardiñassereíaensecreto,aunqueaparentabaenfado,diciendoalchico:

—Estámuymalqueteburles…¡Tantocomolospobresseñorestequieren!Sí que le querían.Al aparecerRogelio era como si algún rayode sol doradoy

calientesedeslizaseenunadeesashabitacionescerradas,dondemuebles,cortinas,papelycuadroshanadquiridoeldesmayadomatizdelpolvoylahumedad.Todoslosviejos amaban entrañablemente al chico: el uno le habíavisto enmantillas; el otrohabía asistido a su primera comunión; éste le traía juguetes cuando pasó laescarlatina; aquél, compañero de Sala e íntimo amigo de su padre, chocheabarecordandolosdulcesdelbautizo…Sisedejasenllevardelprimerimpulso,apesardelaorlanegraquerealzabaelarqueadolabiosuperiordeRogelio,seríancapacesdebesuquearle loscarrillosy traerlecaramelosycacahuetes.Paraelloserasiempreelpequeño, el «rapaz»; cierto que, por un fenómenonatural de óptica, los excelentestertulianosdelaseñoradePardiñaspropendíanaseguirconsiderandocomoniñosalosjóvenes,ycomojóvenesalosmuchachos.Selesoíadecir,verbigracia:«¿Conquese murió Valdivielso? ¡Hombre, pues si estaba en lo mejor de la edad, si era unchico!».Ynecesitabaintervenirelmalignoasturiano,haciendodeladiestraembudoacústico o metiéndose la trompetilla: «¡Caray, caray con los chicos que sueñanustedes!Valdivielsonocumplíaya loscincuenta».«No tanto,no tanto».«¿Quenotanto?Ylosquemamóyanduvoagatas».

AltratarsedeRogelio,extremabanlamaníadenoadvertirqueeltiempopasayhacerse losdistraídos cuando suena el reloj.Cada añoqueganaba en la carreradeDerechoeraparaellosunasombro:noleconcebíanabogado;quisiéranledeletreandotodavíaenlaescuela.Locualnodejabadeamoscaralestudiante.

Al regresar de una excursión de veraneo a San Sebastián, sucedió que lepreguntase,conlamejorfedelmundo,elseñordeRojas:

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—¿Cómotehabrásdivertido,eh?¡Todoeldíacorriendoyjugandoporlaplaya!Y el chico respondió, sin descubrir el amos tajamiento, sino con unmohín de

pilleríatruhanesca.—¡Vaya!Muchísimo.Hiceagujeritosychocitasconlaarena.¡Gocémás!En el fondo, el buen corazón del chico se había apegado a la colección de

honrados vejestorios que frecuentaban su casa. Aquel mismo señor de Rojas, porejemplo,leinfundíaunrespetocariñoso,porsujustificaciónyrectitudintachable.SiTemisdescendiese a este bajomundo, se hospedaría en casadel señor deRojas, yencontraría allí altar y simulacro (de madera, según Candás). Estricto celador delsentidoliteraldelaley,Rojasmarchabaporelangostocaminoqueveía,sintitubear,altalafrenteytranquilalaconciencia.Persuadidodelaaltísimadignidaddesucargo,cubría las exigencias del decoro social a costa de una economía y una modestiainverosímilesdepuertasadentro,comprendidoysecundadoenestaobraheroicaporsu mujer. No conocía influencias políticas, ni amistosas ni de ninguna especie.Pasaronporsusmanosasuntosenqueseatravesabanmillones,ylacodicia,quenoessinoinstintodeconservaciónenformadeadquisividad,niresollósiquiera.Poresoelsevero nombre de Prudencio Rojas era pronunciado, ya con veneración, ya con lasolapadaydisolventeironíaqueadoptaelvicioparadesacataralavirtud.ElcáusticodonNicanor llamabaaRojas«fantochedelDerecho».Decíaque todoenél eradepalo:lainteligenciayelcarácter;sinver,osinquererver,queestaclasedehombres,cuando las leyes fuesen perfectas dentro de lo humano, podrían, con su firmeza eintegridadenaplicarlas,hacerreinarlaedaddeoro.

Muchastardes,especialmentesihacíafríorigurosoollovíaonevaba,Rogelio,envezdesalir,seacurrucabaenelrincóndelanchosofá,yatendíaalassomnolientasconversacionesdelosviejos.Cuandopodía,tratabadedirigirlashaciaunpuntoparaélmuy interesante: nunca se cansaba de oír hablar de su tierra,Galicia, de dondehabíasalidomuypequeño.Casitodoslostertulios,oerandeallíoallíhabíanpasadolargas temporadasdesempeñandopuestos en laAudienciadeMarineda;yhacíanselenguasdelabenignidadysalubridaddelclima,lobaratoysabrosodelosalimentos,lotratableyafectuosodelagenteylahermosuraextraordinariadelpaís.

—NosécómonuestraamableamigadoñaAuroranollevaalláaestepollo,paraqueconozcasucuna—decíaelseñordeFebrero,sobandoelcojíndelamuleta.

—Sisiempreestoyproyectándolo—contestabalaseñora—,yesdeesosplanesquetienendesgracia.Laverdad,ustedescomprendenquehastaeldíatodosemehavueltodificultadesytropiezos.

—Diqueeresmuyremoloncita,«materadmirabilis»—objetabaelhijo—.Portugustoseríasárbol,paraecharraícesdondeteplantasen.

—LomismoquetellevoaSanSebastián,aGaliciatehubiesellevado,niño;peronofueposible.¿Creestúquenomellamaamílatierra?Losqueallánacimos…,estontería:notenemosmásganasquedevolver,niperdemosnuncalaquerencia.

—Ylosquenonacimos, lomismo—intervinodonNicanorCandás,armadode

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trompetilla—. Ahora daba yo el dedo meñique por pasarme un año enMarineda;mejormevoyalláqueaOviedooaGijón.

—Peroamí—prosiguiólaseñora—siempresemedescomponíaelplan,comosianduviesenenellolasbrujas,¿tienesganasdevolveratupaísantesdecerrarelojo?Puesfastidíate,yaguardahastaquetecaigasdevieja.Veránustedes—ycontabaporlos dedos—: primero, que la incompatibilidad. Deje usted su familia, su casa, susbienes,yváyaseustedarodardececaenmeca,conunniñopequeñitoyquesiemprefuedelicado,deOviedoaZaragoza;luego,conlodelaRegencia,aBarcelona;luego,al Supremo, aquí… Mi matanza toda era decirle a Pardiñas: «Jubílate, hombre,jubílate,yvolvámonosalaterriña,anodejarporahínuestroshuesos.Paravivirnossobracon lonuestro,y loshijosnoson tantosquenosagobien».Pero…,comoyasabenustedesloqueeramipobremarido,quenoesqueyolodiga…

Rumordesimpatíaenlaasamblea.—Creía que en seguir la carrera hasta el fin consistía su obligación… ¡En

nombrandoaldeber…!Enfin:teníaaquellaideayeraprecisorespetarla.Ydespués,comosepusoyatanmalito…

Aquí la vozde la señora se enronquecía algo; llevaba lamano al bolsillo, y sesonaba,aplicandoluegoelpañueloalosojos.

—Demanera—repetía, suspirando y encogiéndose de hombros— que cuandollega la hora…Después, ya saben ustedes cómo me vi con mis cuñadas, y la depleitosydeembrollosquemearmaron.Creíquenuncamedesenredaba.Deallámeescribían los amigos antiguos: «Que vengas, que vengas, que en un día hacesmásdesde aquí que desde ahí en un año». ¿Qué quieren ustedes? Me daba miedo ladiligencia.Con este reuma, pensar en embutirme en aquellos carricoches, que a lomejornoteníanuncristalparaunremedio…Asíquesetransigieronbienquemallascuestiones y se devanó el ovillo de la testamentaría, cate usted que ponen el trendirectohastaMarineda…Peroya semehabíaenfriadoel alma,porquevolveralláparaencontrarsedeesquinacontodalaparentela…

—Mamá, con toda, no.Muchos parientes, según tusmismas noticias, están denuestraparte.

—¡Bah!…Yoquésé.Ennuestratierra,rapaz,esdifícilsaberquiénestáporunoyquién en contra. En ese particular he recibido desengaños atroces. A lo mejor tevenden amistadmientras te clavan el cuchillo hasta elmango. La verdad se ha dedecir:porallánosomosasí…,francotesyreales,comoloscastellanosviejos.

—Hablaustedcomounlibro—asentíaelseñordeCandás,nodesperdiciandolaocasiónde sacar lasuñas—.Elgallego reunirá losméritosqueustedguste;peroaretorcidoyescurridizoyfalsonolegananadie.Nocontrateustedconéldepalabrasólo, ¡carapuche!,queno tienenfe,osi la tienen,espúnica.Cómoseráelgallego,quelosgitanosnoseatrevenacolarsenuncaporallí,temerososdesalirengañados.

—¡Cuidaditoconinsultaralatierra!—decíafestivamenteRogelio.—Si es cosa averiguada. A Galicia no va un gitano. Más chalanes y más

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socarrones son ellos que toda la gitanería junta. ¿Yen litigar? ¡SantoCristo demipueblo!Nacieronpleiteantes.Leenvuelvenausted,home;elaldeanomásrudoledaaustedcienvueltas.

—Esoprueba—alegabaelseñordeFebrero—quesomosgentedespabilada;nomelonegaráusted.

ElseñordeCandás,quitándosedeloídoelcañutodeplataafindenohacercasodelaobservaciónydespacharseasugusto,proseguía:

—Y hay ton tiñes que llaman a los gallegos listos; yo lo que digo es que sonmaulas: si fuesen listos no andarían siempre hechos unos pobretes, comidos demiseria,roídosdeenvidia,sinsalirnuncadepobresydequejumbrosos.Sonlacastadegentemáslloronaqueheconocido.Todoselesvuelvepucherinesylamentos.

La tez de marfil del señor de Febrero se encendía un poco, porque le eraimposiblehabituarsealasmalignasdescortesíasde«LaínCalvo».

—Eso es algo fuerte, señor don Nicanor; repare usted que aquí estamos enmayoría los gallegos. ¿Le gustaría a usted que yo le repitiese ahora aquellavulgaridadde«asturiano,loco,vano,malcristiano»?

—Hay—proseguíaelfiscal imperturbable—unatandadememosenpolvoquesealborotancuandooyendeciresto;peroelloesyatansabido,quedepurosabidosecalla. El gallego tiene alguna penetración, corriente, sobre todo cuando se trata dediscurrirmanerasdejeringaralprójimo;y,sinembargo,nisabecultivarlaindustriani salirdeaquellaescasezenquevive.Leveusted resignadoconsumendrugodepandemaíz,hechounpelele,sinropa,sincomercarne,sinbebervinounavezenelaño…Leveustedqueconsufamadeavispado,avecesparecemásalmadecántaroquelosmismosaragoneses.Estacañoyahorraráun«ochavitu»aunqueselosaquedelpellejoconunaraspa;peronotengaustedmiedoquediscurraparaagenciarseeseochavo,niqueseanimeatrabajardeverasporelalicientedeunduro.Nada:contalquenoleperturbenensurutinayensuharaganería…Asíveustedqueahoratienenesareddeferrocarriles,¿yparaquélessirve?Nomoveráneldedoparaatraeralosveraneantes.¡Aquelagrado,aquellalimpiezadelagentedonostiarra!

—A este don Nicanor hay que matarlo o dejarlo —objetaba, furioso, «NuñoRasura». Como no atiende a razones… ¿Dónde está esa red ferrocarrilera de quehabla?¡Bonitared!Llenadeagujeros.¿Quierequetodosehagaenundía?Milagros,sólo Dios. Todo se andará, con paciencia y tiempo. Mire ya, mi don Nicanor, laimportancia que va adquiriendo la bellísimaVigo.Aquel clima un fresco, aquellascostas y aquellas rías son la admiración de la Prensa. ¡Y aquellas mujeres…,mejorandosiempreloquetenemosdelante,peromibuenaamigatambiénesdeallá!¿Yaquelpescadotanespecial?¿Quémediceusteddeél?…AmigaqueridísimadoñaAurora,yonohevueltoacomersardinanilenguadosdesdequemevine.AntesdelacaídadeO’Donnell,recuerdoqueestábamostomandobañosenMarín,ynostrajeronalapueruunrodaballo…

Aquívolvíaelochentónahilarelcopodelosrecuerdos,yRogelio,conelcodo

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en el sofá y en la palma la mejilla, escuchaba embelesado. Parecíale que estabancontandoalguna tradiciónde familia.Elaposentoy la tertuliaadquiríanaspectodecariñosaintimidad;laatmósferamoralymaterialeratemplada;elmundoeramullidoyacolchadocomoelalmohadóndondereclinabasucuerpo.Cadatertulianoeraparaél,sinounpadre,porlomenosuntíocarnal.Enderredorsuyoreinabalamásdulceseguridad;yasícomoenciertasmoradaslujosassetraslucenelahogoylaescasez,enaquelcomedormodestísimose transparentabaelbienestarcasero, lamásdoradamediocridadquepudosoñarningúnpoetaniapetecerningúnfilósofo.Laarmoníayla moderación son siempre hermosas, y Rogelio, sin definir esta belleza que lerodeaba, lasentíayseenvolvíaenellacomoelpájaroenelplumóndesunido.Ymientras en la chimenea chisporroteaba la leña ardiendo, y de la cocina veníaamortiguado el repique del almirez* y discutían los viejos y lamadre activaba lasagujasdesumedia,elmuchacho,sumidoenvagacontemplación, fantaseabacómoseríaaquelpaísbonito,aquellaGaliciaverde,llenadeagua,defloresydemuchachasmimosas.

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IV

Acalleenterita,tiendas,puestosambulantes,criadasyvecindad,conocíaaRogelio;como suele decirse, todo el mundo le debía un cuarto. Éranle familiares losestablecimientos, o, mejor dicho, humildes tenduchos de loza, ultramarinos,novedades, cordelería y periódicos, que se incrustan entre las viejas e imponentescasassolariegasdelacalleAncha,animadaporlaconcurrenciadelosestudiantesyporelascensoydescensodelostranvías.

Pero con quien la emprendía Rogelio más a menudo era con los cocherossimones,de loscualesexisteunpuestoenlaplazueladeSantoDomingo.Raravezsalía de casadoñaAuroraque el reuma, o el frío, o el calor, no la determinasen aenviar por uno de aquellos vehículos tan destartalados y feos, pero tan cómodos yaccesibles; ella los llamaba enfáticamente «sus trenes», y aseguraba riendo quesiempreteníaelcocheenganchadoyalapuerta,conuncocherotanpuntual,quenosehacíaesperarunavezsola.Rogelio,afuerdehijoúnicoyrico,sepermitíaotroslujos,ysumadre lepagaba lapensióndedoscaballitosmoscasyelalquilerdeun«milor» flamante en casa del alquiladorAgustín Cuero, para que los días festivosbajase al Retiro o adonde le diese la gana (no consintiéndole caballo de silla portemoraunlancepeligroso).Peroalaseñoraprimerolamataríanqueusardeaqueltronco juguete; que la dejasen con sus pacíficos simones; a no ser algún día, pordecoro y para hacer visitas, maldito lo que le importaba la farsa de que el cocheestuviesemásbarnizadoyelcocherollevaseguantesyunazaleadecarneroporloshombros.Conelusofrecuenteylasrazonablespropinas,todoelpersonalcocherildelaplazaestabaadevocióndedoñaAuroraymuyprendadodelabuenasombradelseñorito.Estenolesdejabavivir,máximeasuspaisanos,losgallegos,conquieneslatenía siempre armada. Decíales mil disparates acerca de su tierra; les tarareaba lamuñeira, leshablabaconla«u»,aguisadesirvientedecomediadeAyala;ysipormilagrollegabanaamoscarse,lesdecía:

—Aurigaveloz,yotambiénsoygalleguiño,maruso,depralá.Alocualsolíanellosresponder:—¡Quéseñoritotan«pavero»!Cuandoveníaacomprometeraalgunoporquelonecesitabasumadre,desdeuna

legua que le viesen ya estaban riéndose y bajando la alquila. Y él solía entrar en

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escenadirigiéndolesretahílassemejantes.—Automedontealígero,vapuleaatufogosocorcelparaquesebebaladistancia

hastamiencantadopalacio.Yaelgenerosobridóntascaimpacienteeldoradofreno.¿Novescuállorocíadecándidaespuma?Buloniu,¿enquéestabaspensandoquenomeveíasdevenir?

—Señorito…,estabaaleer«LaCorrespondencia».—¡«La Correspondencia»! ¿Qué profieren tus sacrílegos labios? ¡«La

Correspondencia»!¡RabodeSatanás!¡Unahojarevolucionaria,anárquicaynihilista!Arroja pronto ese veneno, antes de apropincuarte a la mansión honrada de lospacíficos ciudadanos. ¡Acude, corre, vuela, simón! ¡Hurra, cosacos del desierto!¡Anda,burrachu,demagogo!

Cuantomayoresextravaganciasensartase,mássereíanloscocheros.Unamañana salió Rogelio, ya embozado en su capita hasta los ojos, pues las

postrimeríasdeoctubreteníanlaatmósferaenpuntodesorbete,aunqueelalegresolmadrileño brillase en todo su esplendor. Tratábase, como • siempre de buscar uncochecilloparadoñaAurora.Alllegaralaesquinadelaplazuela,divisóaunodesustrenespredilectos:unaberlinaalgomenosindecente,conforrodesagrénavellananotanmugrientoy sobadocomoelde lamayorpartedeestosVehículos.El cochero,rubio,gordo,coloradote,atendíaporMartínyeragallego.Rogelioveníallamándoleconseñasygritos:

—¡Martín,eldelacapa!¡Ahdelaimperialcarroza!Hablabaelsimónconunamujercuyorostronopodíaverelestudiante;peroala

vozde éste se volvió, yRogelio hubodenotar que eramoza, nomal parecida, deaspectohumildeyvestidadeluto.

—¡Señorito,quécuaselidá!—exclamóMartínalconoceraRogelio—.Estajoven(elcocheropronunciaba«joven»con«g»)vieneenbuscadelacasadelseñorito,ymepreguntabaelcaminoahora.Espaisananuestra.Traeunacarta…

—¿Quiereusteddejarmeverelsobre?—indicóelestudiante,quealdirigirsealamuchachavarióenteramentedemodalesydetono.

Lamuchachaalargóelbillete,queloera,ybienchico.—¡Calle! Es para mamá. Véngase usted conmigo; yo le enseñaré la casa. Tú,

simón, sigue nuestra resplandeciente estela con tu carroza imperial, tirada por eselánguidocisne.

—Diosselopague,señorito—dijolamuchachaconvozbientimbradaydulceyacentocantarín,comosuelentenerlolasgallegasribereñas—.Nonecesitamolestarse.Yaveodesdeaquíelportaldelacasa,queelcocheromeloseñaló.

—Siyotambiénllevoesecamino.Ningúntrabajomecuesta.Sinotradiscusión,lamuchacharompióaandar,yRogelio,porinstinto,secolocó

a su izquierda, como haría con una dama. A los diez pasos le pesaba ya de sugalantería. En primer lugar, menuda chacota le arrimarían sus compañeros siacertaban a encontrarle acompañando tan cortés a una individua de pañuelo a la

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cabeza y saya lisa demerino.En segundo,Rogelio atravesaba esa edad en que unchicocriadoalgofalderamente,enlacastaatmósferamaternal,nopuedeevitarunaimpresióndecortedadpenosacuandotrataconmujeresdesconocidasaún.Ciertoquelasdecondicióninferiornoleatarugabantanto;lasseñoritaseransumuerte,siemprecreíaqueseburlabandeél,quecuantoledecíanerapuramatraca,quenohacíansinotomarleelpelo,gozarseensuconfusiónycomentarlaluegoasolas,conmaliciosaydespiadadaironía;peroahora,alladodelamuchachavestidadeluto,experimentabalamisma turbación, porque, a pesar de su pobre traje, no tenía pinta de lo que seentiende pormujer ordinaria. «¿Le diré algo? ¿Se reirá demí?Más se reirá simequedomudo.No, la palabra hay que dirigírsela». Entonces se le ocurrió preguntarconsumaformalidad:

—¿Quiénleenvíaamamáesacarta?¿Losabeusted?—Sé, sí, señor. ¿No he de saber? Las señoritas del general Romera. ¿No las

conoce?—¡Vayasilasconozco!ElgeneralRomerafueamigodepapá.Hacetiempoque

nolasvemos.—EstuvomalitadoñaPascuala, lamayor.Tuvounacosaque ledicen«enginas

inflamadas».¡Ay!Muymalaestuvo.—Yahora,¿siguemejor?—interrogóRogelio,por seguirhablando,aunque las

anginasdedoñaPascualanolequitabanelsueño.—Yasanódetodo.Puessinosanase,tampocomemarchabayode«junta»ella.—¿Estabausted…allí?—Rogelionoseatrevióadecir«sirviendo».—Sí,señor;desdequevinede«allá».—¿Conquegalleguita?—Notengoporquénegarlo.—Niyotampoco,caramba.—No,señor,porcierto.Esunatierramuybuena,mejorqueladeMadríylade

todoelmundo.Rogelio sonrió, agradado del patriotismo de la muchacha, y comenzando a

sentirse bien con ella, porque le parecía incapaz de burlarse de nadie. Estabanpróximos a la casa:Martín, que se había adelantado, paraba su jamelgo, operaciónmásfácilqueladeobligarleasaliraltrote,ydesdeelportal,doñaAurorahacíaseñasasuhijo.

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V

AMÁ,aquítetraenunaamorosaepístola.—¿Estachica?—Sí,señora…DelasseñoritasdeRomera.—Aver,venga.Puedequeseacosadedespacharactocontinuo.Peroapenashuborotoelsobre,laseñoraseechóareír.—¡Quéchifladaestoy!Sinmisgafas…Rapaz,leetú.DesplegóRogeliolamisiva,yahuecandolavoz,comenzóasí:—«Altaypoderosaysobajadaseñora,silavuestrafermosura»…—Mira,niño:leeformal,queaquícorreunfríodelosdiablos,yconelreumamis

caderasnoestánparamúsicas.Entononatural,leyóRogelio:«Nuestra más distinguida amiga: La dadora, Esclavitud Lamas, manifestará a

usted el favor que pide.Nosotras sólo podemos atestiguar que todo el tiempo queestuvoenestacasaobservóejemplarconducta,sinfaltarnuncaasuobligación;tanto,que su marcha nos deja muy disgustadas, por no tener queja ninguna de ella, alcontrario.

»Quedan de usted afectísimas sus antiguas amigas, Pascuala y MercedesRomera».

—¿Nodicemás,hijo?—Traeunaposdatatonta.Nolaleo,¡ea!—¿Unaposdatatonta?—Sí; que por qué no me dejo ver, que ya estaré hecho un buen mozo… Las

bobadasdecajón.—Teloestoydiciendosiempre,rapaz—exclamólamadreconviveza—.Nunca

subesdiezminutosacasadeesaspobresseñorasquetequierentantísimo.Comoquete han conocido así, hecho unmuñeco. Pensarán que es culpamía. Pues bastantesvecestehablodeellas.¡PascualayMercedes!Sitúnovasiréyo.

—¡Pero, «mater terribilis», si en cuanto piso aquella antesala me entra unsueño…ynohagosinobostezar!

—Puessonunassantas.—¡Amén; yo no les quito su santidad; sólo digo que son tan pesaditas, tan

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patosas! Hablan a dúo, como los alemanes de «La Diva»: «Rogelito, ¿qué tal lamamá?¿Ylosestudios?».

Aldecirasí,imitabalavozcascadayelacentomalagueñodelassolteronas.—Valientepintureroestástú—murmurólaseñora,reprimiendolarisa—.Nosé

porquétehandedarsueñoPascualayMercedes.—Insondables enigmas del corazón humano. Arcanos profundos. En aquella

«dimoracastaepura»flotaenlaatmósferaunbeleñoletal.—¡Farsante!Mientrasdurabaestaescaramuzaentrelamadreyelhijo,lamuchachaesperaba

inmóvil,sinlevantarlosojosdelsuelo.DoñaAurorasehizocargoyseencaróconella.

—Hija,dispenseusted.Aquídicequeustedmeexplicaráelobjetodesuvenida.¿Quieresubir?

—No,señora…Pormínosemodeste.Aquímismo…—Aver,notengaustedreparo.¿Algunarecomendación?—Recomendación,no,señora.Esqueyoquieroentraraservirencasadeusted…

odeotrafamiliagallega—añadiódespuésdeunapausa.DoñaAuroramirófijamentealapostulante,ycreyóadvertirqueseruborizabaun

poco.—¿Usted…noestabacontentaconlasseñoritasdeRomera,segúneso?—Sí,señora;porcontenta,sí…,ymeparecequeellastambiénconmigo;yalove

porlacartaquemedieron.Porloqueesdelasseñoritas,estaríayoenlasantagloria,quesonmuybonísimas,nodespreciando;Dioslasflorezca.

Sólo que a las veces… hay personas buenas y no se hace uno con ellas. EsasseñoritassondealládeMálaga,entierradeAndalucía,ytienenunascostumbresyunas comidas que yo no las entiendo. Hasta el habla suya es atravesada para mí.Cuandomemandanhacerunacosaynocomprendo,ymequedocomosimeleyesenlasentenciademuerte.Yluego,señora,laverdadpordelante:elnoestarentregentedesutierra,nooírmentarlanunca,leponeaunoelcorazónmuynegro.Porlametádesoldadaycondobledetrabajo,quieroserviraunapersonadelpaís.

Lo dijo con tal persuasión, que se aumentó la benevolencia de doña Aurora,prendadayadelportedecenteyhonestodelamuchacha,tandistintodeldesgarroquegastabanlas«menegildas»madrileñas.Sóloquenoveíaclaroaunenlahistoria:allídebíadehaberalgúnintríngulis.Delantedelapuerta,elsimónchupabasupapelito,mientras el jamelgo bajaba la cabeza y estiraba los belfos, soñando con piensoabundanteypradosdeleitosos.

—Hija—advirtiólaseñora—,yovoyasentarmeenelcoche.Comonotengosusaños,mepesaelcuerpoylaspiernasmebailan.Denosubir,elcocheseaconmigo.

Lagalleguitalaayudóacolocarse,ydesdedentro,doñaAurorapreguntó:—Diga…Yestandoustedtanapegadaalatierra,¿cómosevinodeallá?¡Ah!,deestaveznocabíaduda:fuerubor,yruborencendidísimo,elquetiñólos

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pómulosdelasirvienta.Yalcontestar—senecesitabasersordo,ysordoverdadero,paranopercibirlo—tartamudeaba,sobretodoenlasprimerasfrases.

—A las veces… tiene uno… que hacer aquello quemenos le está pidiendo elcorazón, señora… Somos hijos de la suerte. A mí me criara mi tío, el cura deVimieiro.DispusoelSeñordellevárselo;quedésinarrimo.Paracomerpanhayquetrabajar.Erareinaenmicasa;ahorasirvo.AlabadoseaDios,ynuncanosfaltenlasmanosylasalud.

—¿Cómonoentróustedaservirallá?—insistiólaseñora,quesobreunapistaeramásfinaqueelmejorsabueso.Yquelapistaexistíanopudodudarloalverqueyanoerarubor,sinollamaradasdefuego,loquepasóporelrostrodeEsclavitud.

—No…,nosemeproporcionó—respondióconacentoahogado—.Luego,comoallítodosmeconocían,medabavergüenza.

DoñaAuroraPardiñasrecapacitócosadedosminutos,yendulzandoeltonoparasuavizarloásperodelaidea:

—Vamos a ver…: quien la recomienda a usted son las señoritas de Romera,que…,quelaconocensólodeltiempoqueestuvoensucasa.¿Noeseso?Puesseríaconveniente…,ustedseharácargodeello…,quetuvieseaquíotraspersonasdeallá,delpaís,pararesponder.

Lamuchachatitubeóuninstante,yresolviéndosealfin,contestó:—MeconocenelseñoritoGabrielPardodelaLageytambiénlahermana.—¿Rita Pardo? ¿La casada con el ingeniero? Pues si la trato mucho. ¿Y dice

ustedquelaconoce?No contestó la chica sino alzando la mano y el hombro, como para expresar:

«¡Bah!Desdequenací».—Bien…—murmurólaseñora—.Francamente,hija,sientoquedejeustedalas

deRomera.Mejorcasaymejoresseñoritas…—Noniegoeso—replicóEsclavitudconmayorenergíasicabe—;solamenteque

yalehecontadolaverdad,señora,comosiestuviesehablandoconmidifuntamadreoconelconfesor.Pegóconmigolamorriña,ysinosalgocreoquesemerevuelvelacabezaomevoyderechaalasepultura.Yonocomía.Yomemetíaacavilarporlosrincones.Yomefuiquedandomorena,morena,ytanflaca,quelaropasemecae.Yodenocheteníaunosaflictoscomosimeatasenunasogaalpescuezotirandomucho.Conestoycon todomedabaempachodescubrirmeamisseñoritas.Loconocieronellas,yfueronlasprimerasenaconsejarmeque,denovolvermealatierra,quememetieseenalgunacasadegentedeallá.«Hija,estástandesmejoraqueparecesotra».Mismoasímedijeron.

Alhacerestanarración,labarbilladeEsclavitudtemblabacomoladelosniñoscuandoreprimenlaemociónqueprecedeal llanto.Losojosnoseveíanporquelosbajaba,segúncostumbre.

—Serénese—ordenóafectuosamentelaseñora.Iba entrándole una simpatía irresistible por aquella muchacha, de porte tan

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modestoydecorazónalparecertansensible.¡QuépocoseparecíaalasdescocadasdeMadrid,alascharranasdelosbarrios,chulapassinpudorquenopuedenestarenunacasadecente!JustamentenohacíahoraymediaquelaPepa,ladoncella,porunquítamealláesepolvo,sehabíadesvergonzadoponiéndosecomounaverdulera.Estagalleguita podría haber tenido…, qué sé yo…, cualquier desliz…, porque lo de laescapatoriadesutierranoresultabaclaro;peroeltipoeratan…,vamos,tandemujerdebien…SabeDiosloquelehabríasucedidoalapobrecilla.

—Mire—declaró, adelantando la cabeza por la portezuela—: lo que es ahoramismonolepuedocontestarfijamentesilatomoono.Déseustedunavueltamañanaaestasmismashoras,yllameenelentresuelo.Mealegraríadeque…;perohayquepensarlo.Siyonopudiese,harépordescubriralgunacasagallega…Dígameustedlascondiciones,porsiotrapersonaquisiesesaber…

Esclavitudarrollabaentrelasyemasdelpulgaryelíndiceunpicodelpañuelodesedanegra.

—Dios se lo pague. Por la soldada, tanto me da un duro más como un duromenos.Al trabajo no le pongomala cara.De cocinera no voy porque no sé estosguisos finos que se estilan ahora; sé las comidas de la tierra, así sencillas. En lodemásmeparecequedarégusto, lomismoen limpiar,queenel repaso,queen laplancha. Lo que le pido es que en la casa que me busque no haya…, vamos…,hombresque…

—¡Ya, ya!… —atajó doña Aurora. Y añadió bromeando—: Pero y entonces,¿cómopretendeustedmicasa?¿Nohavistoustedqueenellahayunhombre?

Señaló a Rogelio, que, repuesto de su cortedad con la presencia de sumadre,consideraba a la chica, reclinado en la portezuela del simón. Esclavitud siguió ladirecciónde lamanode laseñora;porprimeravezsusojosverdes,cambiantes,demiradacándida,sefijaronenelestudiante;luegopronunciórisueña:

—¿Esteseñoritoessuhijo?Pormuchosaños…Diosseloconserve.Estenoesdeloshombresqueyodecía.Porahoraesunrapaz.

Demudóse Rogelio como si le hubiesen dirigido el más atroz insulto. Paradisimularquisoreír,ylarisaseleatascóenlagarganta.Precisoesconsignarlo:hastasintiócomoelardordeuna lágrimaen losojos.Fueunodeesos instantesderabiainsensatayprofunda,quealgunavezhadesufrirelvaróncuyainfanciaseprolongamás de lo justo; instantes en los cuales se apetece, como elmayor bien, poseer elamargo tesoro de la experiencia: dolores, desengaños, tribulaciones, luchas,enfermedades, canas, arrugas en el rostro, fracasos, traiciones de la amistad y delamor…;todo,todo,atruequedeoírlapalabrareveladora,degustarelfrutodelbieny del mal, la eternamanzana dorada por un lado y sangrienta por otro. Todo porllenareldestinohumano;todoporrecorrerelciclodelavida.

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VI

UANDOarrancóaandarelsimón,laseñoragritóasuhijo,queibaenelpescante:«DalasseñasdeRitaPardo».Rogelioobedeció;peroasíquellegaronalafeacalledelPez,dondevivíalaseñoradelingeniero,saltóaabrirlaportezuelaydijo:

—Nosubo.Paraesosinformesquevasatomarnomenecesitas.—¿Yadóndetevasahora?—Porahí—respondió,nosinalgunasequedad,elestudiante,echandoaandary

haciendo a su madre con la mano esa señal de despedida del hombre que seemancipa,algosemejantealnerviosoaleteodelpájarocuandoleabrenlajaula.Sindar otra explicación, y embozándosemás ceñido, desapareció en la revuelta de laprimeraesquina.Lamadre le siguiócon losojosmientraspudo;después suspiróysonrióamedias.

«Algúndíahadeser…—pensaba—.Estáenunaedadenquenosepuedetirardelacuerdamucho.Porsupuestoqueamínomelapegaelpobriño:estoesunpuroalardedeindependencia;mirarácuatroescaparates,compraráseisuochoperiódicos,daráunasvueltasconalgúnamigoqueencuentre…,yasufarmaciaenseguida.Yo,sileviesefuerte,robusto,hechounbrutazo…;otrosasuedadtienencadaespaldaycada barbota negra que parece un tojal… Él es así, tan finito, tan poquita cosa…¡Sácameleadelante,VirgendelosRemedios!».

Las inquietudes maternales se apaciguaron cuando la señora, soltando elpasamanosdelaescalera,agarróelcordóndelacampanillaparallamareneltercerpisoefectivo,conhonoresdeprincipal,deRitaPardo.Salióaabrirunaniñacomodeonce a doce años, pálida, ojinegra,mal atusada y peor vestida, que en cuanto viovisitaseescapócorriendoygritando:

—¡Mamá,mamá!LaseñoradePardiñas.—Quepasealasala…;voyinmediatamente…—respondiódesdealgunaoficina

interior,cocinaodespensa,unavozdemujer.DoñaAurora,sinesperarelpermiso,sedirigíayaalsalón,modelocumplidodela

cursilería mesocrática, rebosando pretensiones y sin un solo mueble sólido niartístico. Había dos o tres sillas de felpa de colores variados, una «étagère» conestatuitasdefunción,cacharrosvulgaresyalgúnobjetodeplata,sinningúnmérito,que sólo por ser de plata estaba allí; una alfombra de moqueta mal barrida, dos

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retratos al óleo del señor y de la señora, en óvalo, con traje dominguero, y otrasridiculeces semejantes. Conocíase que la sala se ventilaba y aseaba poco, y laalfombradabaevidentesindiciosdehaberenlacasacriaturasmenores.

Al cabo de diez minutos apareció la señora del ingeniero, Rita Pardo. Veníaacabandodeabrocharseunabatademasiadolujosa,derasoazulpálidoconencajescrema,porencimade laropa interior,suciadel trajíncasero;acababadepasarse laborladepolvos,y lesonabanlosbrazaletes.Aunqueajamonadayalgodesbaratadade cuerpo, ni la maternidad ni la madurez habían podido eclipsar su picantehermosura; pero la coqueta a quien conocimos poniendo el plano inclinado a suprimo el marqués de Ulloa, se había transformado en matrona circunspecta ybarnizadadeunaespesacapadedecoro,bajolacualsóloelojolincedelobservadorpodía descubrir a la mujer verdadera, invariable, porque las almas se tiñen, sedisfrazan, pero no se renuevan. Saludó cordialmente a la señora de Pardiñas conaquellode:«Tantobueno,Aurora…¡Jesús!EnestavidadeMadridsevanlosmeses,ynisabeunodelosamigos…Mecogeustedhechaunavisión…Lasmañanassonterribles:laspierdeunoenatenderachinchorreríasyarecaditos…CuántovaasentirEugenio…».

ApenasdejódoñaAuroraentreverelobjetodesuvisita,RitaPardosuspendiólacharlayatendióconunacuriosidadevidente,pintadaensusvoluptuososojosnegrosy en su boca dura y fresca. Prolongada serie de gestos ambiguos y de risitassospechosasfuepreludioalsiguientecomentario:

—¡Quémediceusted,quémediceusted!¡EsclavitudLamas,EsclavitudLamas!¡La del abad de Vimieiro! ¡Ta, ta, ta, ta, ta! ¿Y cómo ha ido a batir con ustedEsclavitudLamas?¿Noesunachicarubia?

—No sé si es rubia. Lleva pañuelo negro que le tapa la cabeza. Viste de lutoriguroso,muyaseada.Latraza,excelente.

—¡Vaya,vaya!¡ConqueEsclavitudLamas,señor!¡Mireusted,mireusted!Sí,es,comodecimosallá,muymoinita,muymodosa:habla tanpacatoy tansuavequeaveces no se la oye.Huele desde cien leguas a sacristía y a incienso. ¡Una san titamocarda!

Doña Aurora iba escamándose más de lo justo con este prefacio: resolvió, noobstante,disimularyapurarlaverdad,todalaverdad,siquieraeldescubrirladolieseasucorazón,interesadoporlachica.

—¿Conqueustedlaconocemucho?—¡Jesús!Comoalosdedosdelasmanos.¡Silaconozco!EsecuraLamasTarrío

eramuyamigotedecasa,yaantesdequepapálepresentaseparaVimieiro,cuandoservíaelotrocuratoenlamontaña.Siempreleteníamosdehuésped,muyaficionadoa hacer regalos: quemanteca, que quesos, que huevos en Pascua, que enNavidadcapones… Papá le apreciaba, porque en lamontaña corrió bastante tiempo con lacobranzadelasrentas.Enfin:éleratodonuestro.Apapáledebiótambiénfavores…favoresgordos,doñaAurora.

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—Bien;loqueyodeseosaberesloreferentealamuchacha.Sinotieneningúnmalantecedente,sipuedoadmitirlaenmicasa…,paramíseráunasatisfacción.NoestoycontentaconlaPepa,yestachicamehaentrado.

RitaPardosonreíaconmalignidad,alpasoqueestirabalosencajesdesumangaizquierda, un poco abarquillados por el uso. Enarcó las cejas e hizo unmohín dedifícilinterpretación.

—¡Pchs! Buenos antecedentes es un término muy elástico, como ustedcomprenderá.Losbuenosparaunosson…medianitosparaotros.Enesohayquienhilamásomenosdelgado.Siaustedlegustatantolachica…

—¡No, poco a poco!—exclamó alarmada ya la señora—. Paramí, los buenosantecedentesson…losantecedentesbuenos,sinmásacánimásallá.Seaustedfrancaydígame todo lo que sepa, que a eso he venido; y ya con la espina que ustedmeclavanotomoyolachicanicoronadadegloriasinqueustedmeexplique…

VolvióRitaadartormentoalosencajes,ysuspirócomoquienseveenaprieto.—Aurora…,haycosasdeesasque…,quepormuypúblicasquesean,nopuede

unotomarsobresuconcienciaeldescubrirlas.Ustednoestáenautos,¿eh?Puesseríamuy feo que yo la pusiese. ¿Que no llegó a oídos de usted?Mejor; ventaja paraEsclavitud.Ypuedeustedtomarla,queamísemefiguraqueresultaráunaexcelentedoncella.

—Ustedseguasea,Rita—dijolaseñoradandovadoasuimpacienciacreciente—.Meenvuelveustedelasuntoenelmisterio,mehaceusteddeélunamontaña,yluegomesaleconquepuedorecibiraEsclavitud.No,hija;enmicasanoserecibealagenteasí,sinmásnimás.Aclareustedelenigmayentonces…

Alllegarlaentrevistaaesteterreno,adoptóRitaunaactitudquehastarayabaendesatenta.Sehinchódenarizydepecho, sehizoatrásyempezóanegarse,conelacentodeladignidadofendidaydelpudorlastimado.

Cuando después de agotar los razonamientos, doña Aurora obtuvo por secarespuestaun«losientomucho,peroesimposible»,laseñorahubodelevantarse,nocuidándosedereprimirelmalhumorqueleproducíanaquellosimpertinentestapujos.Yamurmurabaconcólera:«Ustedperdonaráquehayavenidoamolestar»,cuando,después de un fuerte repique de campanilla y algunos gritos infantiles en elrecibimiento, entró en la sala la niña mayor —la zangolotina de doce años—,saltandodejúbiloyexclamando:—Mamá,mamá,tíoGabriel.

Entonces laviudadePardiñas,con repentina inspiración, seafirmóenel suelo,calculando:

«Estaeslamía.Ahoraverás,gatahipócrita,maulona,farsante».

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VII

NTRÓelcomandante,vestidodepaisano,metiendobullaconlasobrinita,queerasuojoderecho,ytrayéndolacogidadelacinturacomosifuesenabailarunvals.Encambio, enel saludoquehizoa suhermanapudonotardoñaAurora esa sequedadmuy parecida al desvío, que a veces consigue disimularse respecto de losindiferentes, pero nunca en familia. Después de las fórmulas y cumplimientos derigor, la señora de Pardiñas, que no desmentía su raza en punto a diplomacia ytenacidad,insinuócomoaquelquenoquierelacosa:

—Vaya,losdejoaustedes.Alfinnoconsigosaberloquedeseaba,yparaeso…Suhermanadeustedesreservadísima,señordePardo.

—Afequenolocreí—contestóredondayduramenteelartillero.—Puesmireusted: cadaunohablade la feria según tevaenella.Conmigoha

mostradounaprudencia…atroz—ysinatenderalgestoylamiradadeRita,continuóimpávida—: Un cuarto de hora hace que le pido informes de una chica paisananuestra.EsclavitudLamas,lasobrinadelabaddeVimieiro…

Pardoprestóoído,comoelqueescuchaalgoqueledespiertamemoriasconfusas.—Aguardeusted,aguardeusted…Vimieiro…Lamás…LamasTarrío…Esecura

eraíntimodepapá.Ritasabrácuantoaélserefiere;losabráaldedillo.¿QuéreparohastenidoendecirleadoñaAurora?…

Uncaricaturistaquequisieserepresentarladignidadburguesaensumásenfáticaexpresión,debieracopiarelrostroylaflexióndecejasdeRita,queseñalandoasuhija mayor, casi sentada en las rodillas del comandante, exclamó con acentoprofundo:

—¡¡Laniña!!—¡Yqué, laniña!—respondiódonGabriel remedandoel tonodramáticodesu

hermana—.¿Tenemosalgunadeesascosas terriblesquenopuedeoír la inocencia;quehaparidolagata,pongoporcaso?

—Gabriel, eres tremendo, hijo —gimió Rita, alzando al cielo sus bellos ojosmeridionales—. Una matándose por hacer de tus sobrinas lo que deben ser ensociedad,ytúempeñado…Maníasdelaspersonas;conesonosepuede.

—¡Ea!,señores—insistiólapesadadedoñaAurora—,yoestoyamipleito.Rita,nodigausted;loqueesporlaniñanodejóusteddedarmeesosinformes.Laniñano

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estabadelante;ysobretodo,conenviarlaaotrahabitación…—Que es lo que voy a hacer ahora mismo. Eugenia, vete, hija, a estudiar el

métododeConconc.Lachiquillasalióacontrapelo,nosinobsequiarasutíocondosotrescarantoñas

dedespedida;peroningunaescalaniningúnestudiorevelóquesehubieseencerradoenelpotromusicaldondediariamentesedescoyuntanlasmanosnuestrasseñoritas,dignasdemejorsuerte.

—Veráusted—recalcódoñaAurora—,ahoraquepodemoshablarlibremente.Setratabadequeesachica,EsclavitudLamas,quiereentrarenmicasaaservir;yamísus tracitasmegustanmucho.Peronosé susantecedentesnielmotivoporquesevinodesutierra.Mehueleaalgunahistoriararatodoello.Suhermanadeustedsabelahistoria,yniporDiosniporlossantosmelaquierecontar.Ahítieneustednuestrabatalla.Yanosestábamosformalizandocuandoustedllegó.

—La historia… —dijo Gabriel limpiando nerviosamente sus lentes de oro ycalándoselosconahínco—.Aguardeusted,señora,quesimimemoriadegallonomejuega alguna trastada…Tú,Rita, ¿ese curaLamasTarríono es el que recogióunaniñapobre?Dimelaverdad,quesino,escribohoymismoaGaliciapreguntando.

—¡Jesús,hijo,peroquécosastienes!Eresincapaz,ycadadíaquepasa…¿Noibayoadecirtelaverdad?Sí,eseLamasfue;yyaqueseteantojaabrirsusepulturaysacarle a la vergüenza pública, sácale tú, que yo no quiero semejante cargo deconciencia.

^-Máscargodeconcienciaes—replicóGabrielconvehemencia—que lachicapierda su colocación por delitos ajenos. DoñaAurora, ahora le puedo yo contar austedlahistoriaenterita;poruncabohasalidotodalamadeja.Enestodehistoriassucede lo que con las tonadas antiguas, que si recuerda uno el primer compás yapuedecantarlasenterassinequivocarse.¡Yleaseguroaustedqueesunanovela…,vamos,unanovela!

—Allá tú—articuló Rita venenosamente, emprendiéndola con los encajes otravez—.Yo,ciertascosas…Lavomismanos.

Disimuló doñaAurora el gozo del triunfo; pero hembra al fin,miró a Rita desoslayoypensó:

«Fastídiate,pinturera…».—Verá usted —empezó el comandante—. Ese cura Lamas fue un infeliz,

ignorantóncomoloeraentoncestodoelclerorural,quehoysehacivilizadomucho,y bastante zoquete; pero cumplía sus deberes parroquiales, y si tenía deslices losencubríabien:nopuedessercasto,sécauto,comodicenellos.Porcuantounanochellegaalarectoralunachiquilla,dediezañospocomásomenos,quehabíaquedadohuérfanayvagabapidiendo limosna;enunacasa ledabanunmendrugodepandemaíz; en otra, un poco de hoja delmismomaíz para tumbarse y dormir; aquí, unpañuelo roto; allí, unos zuecos viejos… Así vivía la desdichada. El cura secompadecióyledijo:«Puesquédateaquí;aprenderáslaslaborescaseras…,tendrás

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vestidos,camaycaldocaliente».Dichoyhecho:lachiquillasequedó…—¿YeraEsclavitud?—No, señora; no, señora… Aguarde usted. Salió la chica habilidosa y

despabilada: echó, como dicen allá, la morriña fuera…, y hasta se puso lozana yguapetona.Y—aquílavozdelcomandanteadquiriótonosirónicos—aldesabrocharlaflordelanubilidad…

—¡Ay, Gabriel!… —respingó Rita—. Ciertas cosas se pueden contar de otromodo.Nosenecesitaentrarendetallesque…

—¡Bah!—dijodoñaAurora—.Todossomoscasadosyyovieja.Yaestamosalcaboycuradosdeespantos,amiga.Sigausted.¿Quévinodespués?

—DespuésvinoEsclavitud.Aunquelaseñoraafirmaba«estaralcabo»,lanoticia,dichaasídepronto,casila

hizosaltarenlasilla.—¡Aah! —pronunció, quedándose muy meditabunda—. Por eso la pobre…

Bueno;¿ydespués?—¿Después?—recalcófogosamenteRita,incapazdecontenerse,metiendoalfin

cucharada—.Despuésmipapá sevionegroparaamansaral cardenalarzobispo, elseñorCuesta,queestabahechounleón.Comoeratanvirtuoso,aquelseñorapretabalas clavijasynopermitíadesmanes.Pues sinoespor loquepapámachacóenSuEminencia,yhoyunasúplicaymañanaotra,sinlicenciassequedaLamasTarrío,ysepudreenlacárceleclesiástica.Porqueunacosaesqueaunsacerdoteseleescurraelpieycometagatuperiosalládondenadielosabe,yotraqueestéescandalizandoalos feligreses, y que críe la chiquilla en su casa a ciencia y paciencia de todo elmundo,ylatraigaenbrazos,y…

—Mi padre—advirtió Gabriel interrumpiendo a su hermana— con una manomachacaba en el arzobispo y con la otra martilleaba en el culpable. A fuerza deexhortacionespudoconseguirquelasirenasaliesedelarectoral;peroLamasseguíaviéndola.Alfin,papásecuadró,leechóalcuraunaspláticasquemeríoyodelasdelcapuchinomásbarbado,ypudoconseguirqueenviasea lamadreaMontevideo, acondicióndequeledejasenlachiquilla.

—Sí—volvióaentremeterseRita—,bonitoremediofue:peorquelaenfermedad.Elhombrequedómásrabiosoymásrelajadodeloqueestaba.Sepasabalasnochesenvelallorandoygritando;ledieronunosarrebatosdesangre,encasaporcierto,quefueprecisoaplicarleungolpedemásdecuarentasanguijuelas;ylasangresalíanegracomolapez.Creímosquesevolvíaloco;andabaporloscorredoresarrancándoselospelos,llamandoalaindividua,ydiciéndolecosasbabosas…

Cuando esto soltaba Rita, su hermano observó que las cortinas del gabinetecontiguoseagitabancomomovidasporuncéfirodecuriosidad retozona,ycasi sedibujabaenellaselrelievedeunhociquitoatento.

—Mira—advirtió—: ahora eres tú la que te metes en honduras. Todo eso noviene al caso. Despachemos pronto la historia, y deja que yo la acabe. El pobre

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Lamassepusotanmalquelediolástimaalmismoarzobispo,elcuallellamóparaanimarleeinfundirledeseosdepenitencia.Y,enefecto,conelcursodeltiempofuesosegándose,yhastaseportóbastantebienen losucesivo.Unicamentese lepodíatachardequecriabaalaniñaconmimosextremados;perocomoelsentimientodelapaternidad,auncuandoatropelletodaleydivinayhumana,tienemuchodesagrado,lagentetransigió.Élpresentabaalachicadiciendoqueerasobrinasuya.Comoloshijossacrilegosnoheredan,elcuraahorródinero,onzatrasonza,paraentregárseloen mano propia a Esclavitud; pero la chica, que ha salido muy remirada, y muydevota,ymuydesinteresadaademás,almorirLamasentregótodoesedinero,enorocomo lo había recibido, paramisas y sufragios por el alma del pecador. Este solorasgo le pinta a usted el carácter de lamuchacha: pocas harían otro tanto, aunquehubiesennacidoenmejorespañalesymás…ortodoxamente.

—Mihermano,comotieneasílaimaginación,pintamuyrománticaslascosas.—Señora de Pardiñas, palabra de caballero que ni quito ni pongo. Esa chica,

segúnentiendo,seríacapazdeirseacualquierparteenperegrinación,descalza,parasacardelpurgatorioelalmadelcuradeVimieiro.

—Falta leharía—advirtióRita—•,y tambiénpara lade sumadre, que allá enAméricaparecequesedioala«vitabona».

—¡VálgameelCielo,yquéinquisidoresosvolvéislosquenuncahabéiscarecidode consideración ni de pan!—exclamó Pardo, ya indignado seriamente—. Yo nopeco de filántropo; pero ciertas cosas no me las explico en gente que alardea decristiana, y va amisa, y reza.Buenos rezos son ésos, buenos. ¿Así entiendes tú lacaridad?Pues,hija,afirmoqueesaEsclavitudvalemásque…

Secontuvoporfortuna,yañadió:—Que otras personas. ¿Qué culpa tiene ella de las faltas de sus padres, diga

usted?Y las está expiandocomosi lashubiese cometido.Hasta se expatrió, segúnveo,yjuraríaqueesporvergüenza,pornoestardondelagente«sepa»y«recuerde»y«diga»…

—Tambiénjuraríalomismo—asintióconcalordoñaAurora—.Ahoraentiendopor qué se sofoca tanto cuando le hacen ciertas preguntas. Yo opino como usted,Pardo,comousted,queesbueno,quetienesentimientosnobles…,yqueesosrasgoslehonranmucho.

—Sí,guíeseustedpormihermano.Admítalaensucasa—exclamóRitaconunacarcajadaimpertinente,quesalíadelomásdañadodesushígados—.Tocanteadarconsejos, Gabriel es una especialidad. Le tiemblo cuando pega la hebra con miesposo.SiEugenioseguiaseporél,estaríamospidiendolimosna.Cargueustedconesachica,yaverácómosaleconlasmanosenlacabeza.Entoncesdiráusted:«BienmeloavisóRitaPardo».

Laseñorapensabaparasurotondadepieles:«Aunquesólofueraparahacertetragarquina;falsa,maulona…Yatehecalado,

ya».

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AlsalirGabriel,esperábaleenlaantesalasusobrinamayor.Lacogióporeltalle,ysubiéndolaalaalturadesuboca,entrerisasdelachiquilla,ledeslizóaloído:

—Las niñas buenas, para que tití Gabriel las quiera mucho, no atisban, nohusmean, no se esconden detrás del portier…Obedecen a sumamá, porque es sumamá,ynoleshademandarcosamala…¡Cuidaditoconmorder,lagartija!Lasniñasbuenas…sonbuenas.¡Ay!¡Micorbataaa!

—Tití Gabriel, ¿me llevas contigo? —arrullaba la zangolotina—. Contigo sí,contigono…,contigosímeiríayo.¡Llévame,anda!

—ALeganés te llevaré…¡Juicio!¡Estudieusted la leccióndefrancés!¡Péineseusted ese felpudo! ¡Dé usted una vueltecita por la cocina, a ver qué hace la pobrechicaesa!¡Apapálegustaelrosbifmuypocohecho!¡Cuideustedelrosbifdepapá!

Alcruzarlapuerta,elcomandanteleechóalaniñaunbesovolado,yellapagóenseguidaelenvío.

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VIII

OÑAAURORA acostumbraba llevarle a su hijo el chocolate a la cama, porque,chapada a la antigua en muchas cosas, estábalo también en madrugar. Era unmomentodeliciosoparalamamáchochaaquéldelchocolate.

Elrapaz,comoellalellamaba,teníaaldespertarseeseregocijosincausa,propiodelosañosprimaverales,enqueparecequecadadíanuevosaledemanosdeltiempodorado y lindo, esmaltado de dichas, y en que el peso de recuerdos dolorosos nosujetaaúnlasalasvibradorasdelaesperanza.Rogelio,queporlastardespadecíaavecesunabatimientonervioso,porlasmañanaseraunpájaroenlovivoyjuguetón.Hasta su charla se parecía al gorjeo de las aves cuando amanece y de los niñoscuandoabrenlosojos.Sentadasumadrealacabecera,despuésdehaberapartadolasprendas de ropa esparcidas y los libros desparramados aquí y acullá, sostenía labandeja para que no se volcase la jícara, donde el muchacho mojaba los rubiosbuñuelos,mientras esperaba turnounvasodepurísima leche. ¡Yquéde sudoresyfatigaslecostabaadoñaAuroraeltalvasito!Yapodíaelladarquinceyrayaatodoslos químicos del gabinete municipal: sin análisis ni instrumentos, ni pamplinas, asimplevista,porelcoloryelolor,conocíalosgradosycualidadesdelalechetodaqueseexpendeenMadrid,¡comoquesusesperanzasdeverengordaraRogeliolascifrabaenaquelvasitodelechebebidoantesdeclase,yenelbistequeengullidoalsalirdeella!

Alahoradelchocolateeracuandosecomentabantodoslossucesosdelavíspera,lasgraciosasreyertasde«NuñoRasura»y«LaínCalvo»,loschistesestudiantiles,elúltimo crimen, el fuego de anoche, junto con losmenudísimos acontecimientos deaquel hogar realmente tranquilo (como lo son tantos en la corte, a despecho de lasupersticiónprovincianaqueconsideraaMadriduntorbellinoovértigoperenne).LoprimeritoquehizoRogelio, lamañanaquesiguióaldíaenquevinoapretender lagallega,fuepreguntarasumadre,conmaldisfrazadointerés:

—¿Quétal?¿Quétehandichosobrelacándidadoncella…delabor?Nadateníalapreguntadeimportunanideextraña;sinembargo,doñaAurorase

quedóalgocohibida,fluctuandoentrereferirpuntualmenteloaveriguadoocallárselo.No; lomásprudente sería estoúltimo.Se tratabade cosasgraves, y siRogelionoguardabatodaladiscreciónnecesaria…Eraprecisoirsecontiento.

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—Mira,ratiño:enprimerlugartengoqueadvertirtequehedespachadoalaPepa.—¡Hola!¿Caenaquílosministeriossinquemeentereyo?—Verás:andabamuyengreída,muyrespondona.Leplantélacuentaenlamano.

Todolesaguantomenosquerepliquen.Supongoquehabíanoviopormedio,quesino… La verdad, estoy harta de estas criadas de Madrid tan remontadas y taninsufriblesconesesaleroyesedesgarro.Prefierounachicahumilde,bienmandadita.Conunabuenapalabramecompran;nolopuedoremediar.SivieseslatalPepaquémodosyquéremangos.Hechaunconejodemonte.¡Ay!,meparecementiraquesefue.

—«Mater»,bastayadeprolegómenos—exclamóelchicoensopandoenlalechelalengüetadeunbizcocho—.Todoestovieneapararenquetomasalamisteriosaenlutada.Teentróporelojitoderecho,ycaaunotienesusdebilidaes.

—Noseasbobo.Loquequieroesqueelservicioandecorriente.Esamuchachamereceinterés.Cuandoyolodigo…

¡Ay!,propósitosdereserva,programasdediscreción, temedlescomoal fuegoaestas reticencias involuntarias,queabrendepar enpar lapuerta a las confidenciasabsolutas.Laseñoraqueríacallar;pero¿quiéncalladespuésdesoltarprenda?Nilahubiese dejadovivirRogelio.Además, doñaAurora, en el fondo, tambiéndeseabarelatar su triunfo, decir cómo había vencido a aquella pinturera farsantona deRitaPardo.Tandulcedesahogoeraelpreciodelavictoria.Hayunplacer,cuyoorigennose define, pero a cuyo atractivo cede casi todo el mundo, en referir esos dramashondosde lavidahumana,quede rechazonos tocana todos,que tieneneldondeinteresarnosporquedespiertannuestrossentimientosdecompasiónyjusticia,yalparnos ponen frente a graves problemas, sin obligamos a resolverlos, sino sólo aconsiderarlos como consideramos en el teatro el argumento de una tragediaengendradorade terrorypiedad.Rogelio,conelcodopuestoen laalmohaday losojosmuyabiertos,atendíaafanosamentealanarraciónnovelescadesumadre.

—Yaves—advirtióéstaalconcluirsuhistoria—quealapobrehayquetratarlacon ciertos miramientos. Ella, dada su situación, no ha podido portarse mejor.Desinteresadacomopocas,yapartedeeso,religiosayformal.Porloquehesacadoenlimpio,ellasecreeunahijademaldición,queandacargadaconlospecadosdesuspadres,yseabochornadequeallálaveanyrecuerdenloocurrido.Hayqueprocederconmucho tino en cómo se le habla.Del padreno se puedeni indicar tanto así…Puesde lamache,aúnmenos…,porque lamuypicaronaviveaúnyandaporesosmundosdeDioscorriéndola…

—Vamos…—respondióRogelio recobrandosubuenhumor—, resultaquea laniña la miraremos como si fuese un hongo. Si alguna vez se trata de papás y demamás,lediré:«Yaséqueustednolostuvonunca».¿Teparecebien?

—¡Chiquillo,nome seas rematado!Cómete esebizcochitomás.Loquequierodecir es que no le des bromas pesadas. Esas personas así, que sufrieron grandesdesgracias,sonmássentidas:sesobresaltanporcualquiercosa.¡Yodesearíatenerla

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contenta…!EnesteMadridyenelservicioqueofrece,cogerunachicavirtuosaydetanbuenavío,créemequeesunaganga.¡Haycadasargentonaycadalercha!

—¿Te parece que compre un ramito de flores para ofrecérselo galantementecuandopenetreennuestramansión?—preguntóelestudiante.

Sumadreledescargóunbofetoncitomuytierno,agregando:—Lo que voy a comprar yo es un aguamanil y otras cosillas, porque aquella

desencuadernadadePepamedejóelcuartohechounaleonera,yestamuchachatanaseadanovaaencontrarnidondelavarselasmanos.Aguamanil,jabón,unamesitade noche…yun ruedo limpio para que con ese frío no salte de la cama sobre lasbaldosas, que están como la pura nieve. Mejor que un ruedo será un pedazo dealfombritademoqueta:¡lahaytanbarata!Levoyacomprartambiénpañogordoparauna chaquetita:meparecequeno tiene abrigo; a cuerpovenía ayer…No sé cómoestaráderopablanca.SientohaberledadoalaPepa,noharáquincedías,trescamisaspreciosas.

—¡Bah!ConencargarleaParísun«trusó»comoeldelaseñoradeCánovas,porejemplo…Diez docenas de elegantes peinadores y cuatromil pares demedias deseda…¿Bastará?

Doña Aurora salió temprano y volvió antes de las doce con sus adquisicioneshechas.Secomplacióenverbarriditoelcuartoycolocadosensusitioelpalanganeroylaalfombra.Pusotoallaslimpiasysacóunacolchablancademuletón,afindequela cama de hierro pareciese más cuca Dio una vuelta, y al entrar de nuevo en elcuartuchonopudomenosdereírseacarcajadas.Enunvasodecristalazullucíaunramilletedeadoscuartos;Rogelio,escondidodetrásdelapuerta,acechabaelefecto.

—¿Quétalestetimo?¿Eh?¡Yatenemos«buqué»,caray,carapuche!,comodice«Laín Calvo». Es de gardenias; me cuesta diez duros. ¿Voy por alguna begonia?,liaríamuybienunmacizo al ladodel aguamanil.Escribiremos la crónicadespués:«La alcoba se había transformado, al toque de la varilla de un hada, en frondosojardíndeinvierno…».

Esclavitudfuerecibidatanprontocomosepresentó,aesodelauna;peroquisoiradespedirsedelasseñoritasdeRomera.Noseinstalóensunuevacasahastaporlatarde,trayendoconsigounmozodecordel,portadordeunodeesosbaúlesgallegosforradosdepieldebuey,quetienencantonerasdehojadelata.Pesabatanpoco,queal llegar al pie de la escalera la muchacha se lo cargó a hombros y lo subió ellamisma.EnaquelbaúlcasivadotraíatodoloqueletocaraporherenciadelabaddeVimieiro.

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IX

OSprimerosdíasestuvocomogallinaencorralajeno.Realmente,fuesedebidoasusantecedenteshistóricosoalaextrañaenfermedad

nostálgicaquepadecíadesdesullegadaaMadrid,lachicaaparecíadesmejoradayenun estado de decaimiento que, si no le impedía trabajar con asiduidad y hasta conardor, le quitaba esa valentía que hace insensible el trabajo. Su demacración eraevidente,yaunqueporlasesbeltasproporcionesdeltalleyporciertosrasgosdesucara se revelabamuy joven,porel carácter, el estadodeánimo, la severidadde sucontinente,cualquierapodíacalcularlaedadenveintiochootreinta.

Es de advertir que esta especie de murria y desaliento no le impedía cumplirestrictamente su obligación. Al contrario: Esclavitud realizaba el tipo de la criadamodelo. Levantábasemuy temprano, casi con estrellas, y antes de que la cocinerahubiese soñado en encender la lumbre, ya estaba ella arreglando todas lasmenudenciasconcernientesaldesayunodelosamos.Desdeelprimerdíasereservólapreparacióndechocolates,y loshacíaconesmeroclerical.Elsecreto,queyavaperdiéndose,del tiempo,hervoresybatiduras indispensablesparaqueunasolucióndecacaosalgaaromática,ligadaysustanciosa,loposeíatanafondoEsclavitud,quedoñaAurora jurabanohaber probado en suvida chocolate por el estilo.Enbarrertampocosequedabaatrás.Conelpañueloatadoalacurraylassayasrecogidas,perosin gran alboroto ni mucho trasteo de muebles, barriendo manso, por decirlo así,nadie sería capaz de descubrir un átomo de polvo en los lugares por donde habíapasadoaquella inteligenteescoba.Elnosacudirconexceso,niaporreardemasiadocon los zorros, molestando a todo bicho viviente, so pretexto de limpiar, era unméritomásalosojosdedoñaAurora,enemigadelagentearrebatadaybrusca.Perodonde la fámula nueva descollaba era en el repaso. Veíase que estaba menosacostumbrada a trabajosde fogóny a trajines caserosque a la labor sedentaria, ensillabaja,juntoaunaventanita.Endoshorasdespabilabaelcanastoderopa,yerandeadmirarsusinvisibleszurcidos,susmañosaspiezas,susindestructiblespresillasysusfirmesbotones.DoñaAuroradecíaalasamigas:

—Hoy no recelo yo echar a diario la ropa buena. Con esta Esclavitud, ni unapuntilladescosida,niunbordadoroto.Esunadeliciaverlaconlaagujaenlamano.

Pero, al mismo tiempo, el carácter expansivo de doña Aurora no podía sufrir

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aquella reservadamelancolía de lamuchacha.Mientrasmás contenta estaba de suservicio,másdesearíaverlaandarconeseaireligeroquerevelaconformidadconlasuertequenostocaylaocupaciónquedesempeñamos.¡Tantasconsideracionesconladichosachica,yellasiempreenfurruñadaycavilosa!LaseñoradePardiñasteníaensubondadunelementodeegoísmo, retoñonaturaldeaquellabondadpropia: alhacerunbeneficio,deseabacobrarseenel espectáculode la felicidadajena;yestegustoladominabatanto,queparavivirtranquilaysatisfechanecesitabapersuadirsedequeloestabantodosasualrededor.EnsudeterminacióndeadmitiraEsclavitudhabíaninfluidodosmóviles:primero,llevarlacontrariaaaquellaantipáticadeRitaPardo; segundo, contentar a una chica de tan agradable aspecto como Esclavitud,desempeñandoenciertomodopapeldeProvidencia,yreconciliándolaconeldestino,para ella funesto e implacable desde la hora de nacer. Y este segundo generosopropósitoselemalograba,porquelachicanoqueríalevantarcabezaniabrirelalmaalabuenasuerte.

Un día hasta notó doña Aurora que su doncella apenas probaba alimento,obstinándosealmismotiempoencontinuarel trabajoyenresponderque«noteníanada». La señora poseía un carácter franco, impetuoso y directo, de los que noabundanenelpaísgalaico:dabasalidainmediataasusimpresiones,ysinopudiesehacerlo,creería tenerunaperadeahogoencajadaenelgaznate.Sindetenersemás,acorralóalamuchachajuntoaunventana,sitioclarodondelasombradelpañuelodesedanegranopodíaencubrirelestadodelosojosyelmovimientodelafisonomía.

—Hija,¿quétepasa?—lapreguntómaternalmenteabocajarro—.¿Tienesalgúndisgusto?¿Estásenferma?¿Notesientalacomida?¿Tefaltaalgunacosa?

La muchacha se encendió, cosa que le sucedía en toda clase de emociones, yrespondióbajito:

—No,señora;¿quémehadefaltar?Diosselopague.—Pero, vamos a ver: ¿es que tampoco aquí estás contenta? ¿Te tratamosmal?

¿Lacompañeranoseportacomodebe?¿Necesitasmásropadeabrigo?Comolamuchachaguardasesilencio,diciendoque«no»conlacabeza,dulcey

obstinadamenteinsistiólaseñora:—Harásmuymal,teloaviso,sitequedasconelembuchadodentro.Peorparati

sieresmema.Pudiendoestaragusto,noentiendoaquévienenestossilenciosyestastonterías.Amímeagradaveralrededorcarasdepascua.Elgestocompungido,ymáscuandonohaymotivoninguno,semesientaenlabocadelestómago.

Estoloarticulóyaconenfado,viendoeltenazmutismodeEsclavitud.Almismotiempodiscurríaparasí:«Lamuchachatienelasbuenascualidadesdenuestropaís;perono le faltan losdefectos.Eshumilde,modosaycallada;pero tambiénesalgozorrita,ynohaymododesaberloquepiensaniloquelepasa.Laschulapasdeporaquí son unas caridelanteras y unas raídas; pero almenos son toros claros: al pan,pan,yalvino,vino;estosí,estono.Paraungeniocomoelmío…».

En estos pensamientos estaba, cuando sonó la campanilla y se oyó en el

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recibimientolavozdeRogelio,quevolvíadeclase.InstantáneamentelasmejillasdeEsclavitud se encendieron todavía más e hizo un movimiento instintivo, comointentandohuiryesconderse.«¡Ta, ta!—discurriólaseñora, iluminadaporunrayode sagacidad repentina—.Ya había notado que el rapaz tenía con esta chica no séqué.Lehablatansecamente,cosararaenél…¡Vamos!,lapobreestáasíamohinadaporqueconocequeno lehacaídoengracia al chiquillo.Esprecisoqueyoarregleestecotarro;sevequeEsclavitudpecadesusceptible,ycuandoimaginaquelamiranmal…».

Insistióentoncesenaltavoz:—Hija,puesmiraquesiestásadisgusto…—Yonoestoyadisgusto,no,señora—contestóEsclavitudconrespetoynosin

firmeza—.Comolosdemásnoesténadisgustoconmigo…Yoestoyprefectamente,lástimafuera.Perootros…

—¿De dónde sacas eso? —replicó la señora, mirándola fijamente—. ¿Te heregañadodesdequeentraste?

Lachicarepuso:—No,señora.Ustedesmuybuena.Siyonomequejodenadie.Solamentetengo

recelo,así,vamos…,denodargusto.Nodandogusto,másquieronoestar.Paranodargusto,aúnvalemásmeterse…enelinfiernoquesea,señora.

—Calla, calla, boba—gruñó su ama—. Ya se ve que das gusto. A tu repaso.Comomevuelvasasalirconpasmarotadas…,verás.

Encuantopudohacerlotodolosigilosamentequeelcasorequería,doñaAurorallamóacapítuloasuhijo.

—TeaseguroqueelintríngulisdeesasmurriasdeEsclavitudeslacaraquetúlepones…AFausta lehablasdedistintomodo…;no lonotas túmismo…,peroconFaustaarmassiempregrescaybroma,ylaotra,comoteveserio,claro,imaginaqueestástorcidoconella,yquenotedagusto,comoelladice…Teaseguroquelainfelizandadecaidísima,yqueescapazdeenfermarsemuydeveras.Sonuna teclaestasmuchachasnerviosas.Y aparte de eso, comomedian los antecedentes de su…,delcura,¿eh?,cadavezestálachicamássensible…Palabra,quemedalástima.Yoquetúlehablaría…,así…,conmásafecto.

El estudiante oía las palabras de su mamá, pero con el rostro vuelto hacia uncuadro,queparecíallamarlemucholaatención.Cuandotuvoqueresponder,lometióabarullo.

—Nada,quedeestanochenopasa…:comprounamandolinayledoyserenataaesamadamisela.Levoyatraermásfloresymepondréaversilehagounosversosdel género de los demi amigoAnastasio Cardona, con cada ripio así. La llamaréninfaacuáticayvagoensueñodelpoeta.Yaverás,yaverás…Ajustaremospaceslailustrefregonayyo.

En el fondo del corazón, Rogelio se sentía extraordinariamente envanecido yhalagado por la queja de Esclavitud.Cuando tan a lo vivo le llegaran su secura y

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despego,eraquelamuchachanoleteníaporchiquillo,o,comoelladecía,porrapaz.¿Seapuraniseformalizanadiepor loquediceohaceunniño?Indudablemente lejuzgaba todo un hombre, y hombre de cuyas acciones dependía el estado de suespíritu:tanapecholastomaba,queseresentíadeellassuhumoryhastasusalud.EnestepensamientosedeleitóRogeliolargorato.Contodo,duranteelalmuerzo,apesardedoso tresseñasdesumadre,nocambiódeactitudrespectoa ladoncella.Sinsaberporqué,lecausabaempachorealizarlamutacióndelantededoñaAurora.LoquehizofueobservarahurtadillasaEsclavitud,lacual—sindudaporefectodela excitación de su fantasía— le pareció muy demacrada, muy descolorida y máslánguidaqueunsauce.Alconvencersedeesto,sunoblealma juvenilse inundódepiedad;perosuorgullo,juveniltambién,seestremeciódulcemente.«Puespormíestáde esemodo.Casiparecequeme tienemiedo, según laprecaución respetuosa conquemesirve…».

Acababaderetirarseasuaposentoelestudiantepara lavarselasmanos,cuandotocaronligeramentealapuerta,yalavozde«pasen»,entróEsclavitudllevandoenuna batea demimbre hastamedia docena de camisas planchadas. Por efecto de lacarga,quelaobligabaalevantarlosbrazos,lamuchachalucíasufinotalleysuandarcompasado y armonioso. Iba a dejar sobre la cama las camisas y retirarsesilenciosamente, a tiempo que Rogelio, llegándose a ella y amenazándola con lamano,exclamó:

—Vamosavercómoestándeplanchaditosesospuños.¡Silesencuentrounsolocandil…!

Al oír la voz del señorito, Esclavitud se había sobresaltado, figurándose en elprimer instanteque la regañabandeveras;peroal levantar losojosy fijarlosen lacaradeRogelio, comprendióque se tratabadeunabroma.Radióen sumirada tansinceraalegría,sedilató tanvisiblementesupecho,seesponjóde talmodo,enfin,quelasexcelentesentrañasdelestudianteseconmovieronotravezgratamente,yparadisimularaquellaemoción,recargólabroma:

—¿Esjustoqueandeyohechouncesanteyquemiscamisasparezcanlacaradelapreciable señor don Prudencio Rojas, alias «Fantoche del Derecho»? A ver: alceusted ese níveo cendal y enséñeme esas íntimas prendas de vestir. Si mis togaspretextasdescubrenlasrayasdelasenectud…,huyaustedadondenolaalcancemicóleravengadora.

EnelrostrodeEsclavitud,cadavezmásregocijado,brillaba,allevantarelpaño,ciertacariñosamalicia.

—Aver,señorito;averquétachatienequeponerlesaestaspecheras.Nielreylasgastamásricas.

—Elreyloquegastasonbaberos:noconfundamos.¡Enséñemeeseprodigio!Enefecto, estabanprimorosamenteplanchadas, tanbruñidasy tersas, que fuera

golleríapedirmás.—Bien; por esta vez le perdono a usted la vida. ¡Pero guay si acierta usted a

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descuidarseenelcumplimientodetansagradodeber!—No,señor;no,señor.Vendráncadadíamásblancas.Lomismoquepalomas.—Dígneseusteddecírmeloengallego.Voyadedicarmealestudiodeeseidioma,

porqueenelgriegoyenel sánscritoyaestoy tan fuerteque les echo lapata a losprofesores.¿Cómosedice«paloma»engallego?

—¿Yesdealláynolosabe?¡Vayaqueser!Sedice«pomba»,ytambiénsedice«suriña».

—¡Ay! Eso de «suriña», ¡qué bonito es! Desde mañana, lección de idiomasclásicos; usted será mi maestra. «Mademoiselle Suriña, profesora a domicilio».Pondremosun cartelito en el balcónyun anuncio en«El Imparcial».Suriña, quiteusteddeahílascamisas,queestorban.Guárdelasustedenelarmario.¡Eso!

—¡Ay,señorito!¡Quérevueltotieneelarmario!—exclamólamuchachaapenasloabrió.

—Puesaarreglarlo,Suriña.Elarreglodearmariosformapartede la leccióndeidiomas.

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X

LLOsería…onosería;peronosepuedenegarque,despuésdefirmadaslaspacesconRogelio,elaspectoexteriordeEsclavitudempezóamodificarsecompletamente.Susojossereanimaron,susmejillasflorecían,suvozperdióaqueltonodolorido,suconversaciónfuemásexpansiva;y,sinalterarennadasusocupaciones,variótantosumanera de desempeñarlas, que si antes parecía víctima resignada del deber, y susiluetateníaalgodeaflictivoalproyectarsesobrelasparedesdelacasa,ahorasuiryvenir,suresueltaactividad,lallenabanyregocijabantoda.

DoñaAuroranocesabadefelicitarseporestecambio.«¡AlabadoseaDios!Asíme gustan a mí las caras, así. No puedo tragar a la gente que anda tristona yrostrituertasinporquéniparaqué.¿Loves,rapaz?Pueseraporcausatuya,nimásnimenos.Ahoraquelatratascampechanamente,miracomoesotra».

Ytantocomoeraotra.Hastasufísicohabíasufridohalagüeñametamorfosis.Enseñaldecontento,oporotracausaqueignoramos,habíasequitadoelpañuelonegrode la cabeza, dejándolo caer negligentemente sobre el cuello, cuya blancuraextraordinariarealzabaelcontrasteconlanegraseda.Sucutiseraahoraelcutisdelasgallegasjóvenes,unatezfrescaqueparececonservarelbrillodelahumedaddelsuelonativo,yafrenta,conlasnacaradastintasdelasmejillas,laenfermizapalidezde las hijas de Madrid. Sus interesantes ojos verdes, con reflejos amarillentos,acentuabanelcarácterprimaveralytiernodelahermosuradeEsclavitud,semejandosu faz a un valle regado por dos cristalinos arroyos. Pero el adorno queverdaderamente agraciaba a la muchacha era su cabellera rubia, de un rubio algotostado, con reflejos de oro que rielaban en lo más saliente de las simétricasondulacionesoconchasquefluíanaunoyotroladodelaraya,comoorlamagníficadelaestrechafrenteyladelicadasien.Laricamatacolgabapartidaendostrenzas,oseretorcíaenrodetecopioso;ysiporlamañanaaparecíalisayhastacharoladaporlamuchaagua,únicoafeitedetocadorqueusabaEsclavitud,alircorriendoeldíayeltrajíndoméstico,serebelaba,y,foscaysuavealavez,formabaalrostrounnimbo,parecidoalde las santasde los retablosviejos.Yesqueel tipodeEsclavitud,conaquelpeinadosencilloyaldeano,recordabalascreacionesdelaiconografíamística,yaenlastablasflamencas,yaenlasprimitivaspinturasitalianas,alocualcontribuíasuairemodesto, susojosbajos, aquelolor a inciensoya sacristíaquenotabaRita

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Pardo en ella. Cuando miraba de frente, sonriendo, se notaba la fisonomía de lacampesinabajoelangulosodiseñodelavirgen.

Todas estas perfecciones y gracias, con otrasmás cuyo inventario suprimo, lasavizoróaltravésdesusespejuelos,ylasreconocióycomentóypusoenlasnubeseldiscreto ochentón a quien Rogelio llamaba «Nuño Rasura», y nosotros, con másrespeto, nombramos don Gaspar. Ni aguardó para entonar el panegírico a que severificaselatransformacióndelamuchacha,sinoquedesdeelprimerdíaqueéstaleabriólapuertaempezóelgallardoviejoababarseyamartelarse,dandojaquecaaloscontertuliosconsuselogiosinmoderados,susinvoluntariosmadrigales,susniñeríasy,paradecirnoenfrasedelfiscal,«susgolpesdearchimemo».

—Veausted,veausted—repetíaelseñordeFebrero,levantandolahermosatestaorleánica, atusándose delicadamente los rizos de la peluca o sobando el cojín deterciopelodesumuleta—québuentinohademostradomíexcelenteamiguita,doñaAuroraalelegirestasirvienta,únicadentrodesuclase.Enprimerlugar,tanútil,tanprecavida, tan laboriosacomoparece.Ensegundo,coneseairedehonestidadyderecato. ¡Ah! Para mí, mérito grandísimo, ahora que se han perdido los buenosmodales y en la sociedad pululan las sargentonas y losmarimachos.Allá en otrostiempos,¿seacuerdaelamigoCandás?,erantodasasí:nadadeestosdescarosdehoydía.

—Sí, sí; por fuera,mucho compás…—respondió el empecatado donNicanor,requiriendolatrompetilla—.Unassantinasdealfeñique.Ypordentro…,vamos,queya se desquitaban. ¡Carapuche, si se desquitaban! Como ya se me cayeron lossegundosdientes…,nomefíodecarinasdeVirgen.

—¡Ay,queelamigoCandássenosvaporloscerrosdelamalicia!Esoseráallá,en Asturias, en su tierra de usted. Por la nuestra, no. ¿Verdad, doña Aurora? Yconfesémoslo,señores:enlamujer,asícomoeldescocoylatunanteríarepelen,estemodotandecentedepresentarse,esteairetanmodesto,abrenmáselapetito.

Aquí la señora de Pardiñas estuvo a punto de soltar el trapo a reír, porqueRogelio,desdesurincón,oyendohablardeapetito,hizounamorisquetayunguiñodepillueloparasubrayaraquellaslozaníasdeldecano.

A los pocos días la benévola admiración del señor de Febrero se convirtió endesatada curiosidad, comezón invencible de saber todo lo concerniente a «nuestrapaisanita».

—¿De dónde la ha sacado usted, vamos a ver? —preguntaba a la señora dePardiñas,másconelcentelleardelosentornadosyexpresivosojostraslosvidriosdelosespejuelosqueconlavoz.

—MelarecomendaronlasdeRomera,aquienusteddebedeconocer.—¡Aaaaah! ¡Mucho, mucho! ¡Romera, Romera! Sí, Romera —y ajustó los

vidriossobrelacorrectísimanariz—.PerolasamiguitasRomera—prosiguió,conlainsistenciadeljuezqueabreunainformaciónylamachaqueríadelviejoquequiereenterarse—,¿lahan traídodeGalicia?Porque, sinomeengaño,noestuvieronallá

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nunca.¿Lafamiliadeestachicaesgallega?—Gallega,sí,señor—afirmó,evasivamente,doñaAurora.—Seráunafamiliadecentita,¿eh?—prosiguióelimpertérrito«NuñoRasura»—.

Porqueaesomehuele…,yyotengodeaquí—añadió,señalandoaaquellaesculturalfaccióndesucara—.Ella,hablar,hablabien;sóloalgúnmodismo…Elaireesfino,adamado.¿Conquefamiliadecente?

—Decente,sítal—tuvoqueresponderlaseñora,dedientesafuera.—¿Peroartesanos?¿Propietarios?¿Empleaditos?—No, señor…Sobrina… (la vozdedoñaAurora se atascóunasmiajas) deun

curadealdea.—¡Toma, toma, toma!…—articuló el decano enfáticamente—. ¡Ya decía yo!

¡Sobrinita de un sacerdote! «Boccato di cardinale»: son unas muchachas muyreligiosas,divinamentecriadas…ydeunordenatodaprueba.¡Toma,toma!

Laseñoraintentóecharlaconversaciónporotrolado;peronadaescomparablealantojo de un niño sino el capricho de un viejo. Don Gaspar acariciaba su muletadándolevueltas,y,alfin,sinpoderreprimirse,indicó:

—¿Sabeusted,amiguitaAurora,que,siasípuededecirse,nolehevistobienlacara a esa muchacha? La antesala está un poco oscura. Y tengo curiosidad deconvencermedesi,enefecto,separeceaunaseñoritadeVivero,preciosapormásseñas,aquienllamábamoslosmuchachoslaMagdalenita…,alláelañodetreintaycuatroo treintaycinco.Siusted lemandase traerunvasodeagua…ocosaasí…,condisimulo.

Elguiñomaliciosoquetrocabanmadreehijofueinterceptadoalvuelopor«LaaCalvo», quien exclamó, haciendo cómicos aspavientos y renunciandomomentáneamentealejerciciodelasordera:

—¡Caray, doña Aurorina del alma! No llame a esa ninfa, no, que será ustedresponsable de la pérdida del amigo señor Febrero. En la edad de donGaspar, laspasioneshacenestragos.Prudencia,donGasparín:mirequehaycielo.¿Refregarlesporloshocicoslasniñasbonitasaloscalaveras?Esunpecado,home.

Cuando entró Esclavitud, llamada con un pretexto cualquiera, nadie podíacontener la risa, lo cual azoróun tanto a lamuchacha,que,no sabiendodequé setratabaallí,sepusomuysofocaday,porconsiguiente,máslinda,conaquelencantoespecialsuyo,queprocedíadeunairecastoyhumilde,bajoelcualsetraslucíaunafirmezarayandoenapasionadaobstinación.ElseñordeFebreroselacomíaconlosojos. ¡Viejecito más chiflado! Tan pronto como Esclavitud pudo escurrirse, «LaínCalvo»secreteóalaseñoradePardiñas:

—¡Ay,ay!…;laniñinaseráuntesoro…;peroamí…setocabalanuez—aquísemeponeydeaquínomepasa.Estasquetodassearrebatancuandolasmirauno,meescamanmuchísimo.¡DoñaAurora,ojo…,cuidado!

—No sé de dónde saca usted eso, señor de Candás—protestó la señora, conenojo,heridaensugransimpatíaporlamuchacha.

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—Estas así, que parece que no rompen un plato, son de lamisma rabadilla deLucifer—alegóelmalignoasturiano—.Vendenmodestiaydan terquedad;vendeninocenciaydanmástruchimaneríaqueelquelainventó.Nosefíe,amiguina.Estassondeaquellasquedicen:«¡Ay,Jesús!Nomepidaselbrazo,quemeescandalizo.Perositelotomas.¿Comohadeser?,tendremospaciencia».

—SeñorCandás,hayciertasindicacionesquesepuedencalificardeviperinas—protestó, frenético, «NuñoRasura», pegando con lamuleta en el suelo—.Cuandoestáenjuegolahonradelsexohermoso,todalacautelaespoca,yconvieneverpordóndeseanda,yloquesedice,yaquiénsetomaenboca,señores.

—Ya,ya—replicóelfiscal,agarrándosealasordera—.Yaentiendoqueaustedtambiénledanquépensarestostiposasí.Noenbaldehemosvividoañitos,ysenoshacaídolasegundadenticiónylospelosdelacabeza.DoñaAurora,diga:y¿porquévinoadaraquíestaprincesaerrante?¿AlgúnEneasdeallíquelaplantó?Huélemeahistoria.

—No,señor—declaró laseñoradePardiñas—.Noseecheustedapensarmal,quenoacertará.Pormuertede…,desutío,tuvoqueponerseaservir…

—¿Desdecuándo?—Puesharámedioaño…pocomásomenos.—¿Yyahacorridodoscasas?¡Malorum…,malorum!—¡Quémalorum!Nadadeeso.Layerrausted,donNicanor.Leentróalainfeliz

unaespeciedenostalgia,deesaquesueleatacarnosalosgallegoscuandosalimosporprimera vez de nuestra tierra…,y, almenos, quiso servir con gente de allá.Comoustedeslosasturianossonunosdescastados,nocomprendenesto.PregúnteleustedalasdeRomerasitienenquejadelamuchacha;quedeallísevinoparaestacasa,muydeustedes.

—¡Huy, huy! ¿Eh? ¡Conque nostalgia! Romanticismos y dengues, ¡carapuche!Ahora sí que digo yo que a esta princesina le tendrá usted que llevar tila para losnerviostodaslasmañanas.Noseleocurrenialdiaño.Enestandobiencomidaybientratada, no sé qué caray le importa la nacionalidad de los amos con quien servía,home.

—Está usted equivocado —contestó airadamente el señor de Febrero—. Estaenfermedad,queseconocepor«morriña»omaldelpaís,esterribleenmispaisanos,señordeCandás,yalgunoconocíaquienlellevóalahoya.Noseríausted,queestolosabenalláhastalosgatos;yustednolosabe,apréndalo.Aveces,conevocarunrecuerdodelpaís,secura.¿Ignoraustedloqueocurrióconelguioto,enfermoenelHospitaldelaHabana?Puesestabaelpobrehombreapuntodeliárselas,y¿conquédiráustedquesanó,peroenseguidita?Puescontocarlelamuñeíraenlagaitadesupaís.Así,así:conlamuñeíra.

—Home…,nofastidie,porelSantísimoCristoseloimploro.Estaríaesequintomás borracho que un templo. Jumera pura.Ya le curaría yo con solfa de varas deavellano.

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—MidonNicanor,conustednosepuede.Niegaustedloquelosdemáshemosvisto…Másvalehacerse,comousted,elsordo.DoñaAurora,silapaisanitaésanoleconvieneausted…,yo,porunaservidoraasí…

—¡Aquí de Dios! Que este home quiere robar a la bella Elena que usted hadescubierto.Atentadocontralamoralpública.Digaqueno,doñaAurora;mirequeescosagrave.

—Yasevequediréqueno.Porlacuentaquemetiene.EstoymuybienservidaconEsclavitudparadeshacermedeella.

Rogeliohabíaoídoensilencioladiscusiónde«NuñoRasura»y«LaínCalvo».Élse inclinaba hacia las indulgentes apreciaciones de sumadre y del expresidente deSala;contodo,avecesleentrabanimpulsosdecreerqueelmalditoasturianocalabamás y conocía mejor la vida. Por una ilusión frecuente en los que carecen deexperiencia, la malignidad y el pesimismo le parecían la última palabra del saberhumano.Aquelladisposiciónsuyaapensarbiendebía,ensuconcepto,originarsedelopocoquehabíavivido.«Amícualquieramemeteeldedoenlaboca—deducía—.Soyunchiquillo,ynomedalaganadeseguirsiéndolo».

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XI

RUZABAEsclavitudelpasillo,yoyólavozdesuseñoritollamándola.—¡Esclavita!—Voy.—Acudepronto…Tuintervenciónhabráderesolverunpavorosoconflicto.La muchacha entró y vio al estudiante de pie, en mangas de camisa, con el

chalecoenunamano,ylaotramuyapretada,lomismoquesiencerraseenellaalgúntesoro.

—Ahoramismo, con la velocidaddel rayo, acabade saltarse demi cuello estebotón de precioso nácar… ¿Puedes adherirlo otra vez a su base sin atravesar migargantaconelfríoacero?

SonrióEsclavitud,y,registrándoseelbolsillo,sacóalfiletero,carrete,dedal;esteúltimo era perforado por arriba y abajo, como los de las aldeanas. Se lo calzórápidamente, y con igual presteza enhebró la aguja, dio el nudo y cogió entre elpulgaryelíndicelarodajilladenácar.Arrancóelhiloquecolgabaseñalandoellugardel desperfecto; aplicó el botón, e introdujo la aguja… Aquí dieron principio lasdificultadesdelaempresa.Noeraposiblesacarlaagujaairosamentesinpincharlealseñorito la barba, todavía rasa y monda cual la de unamujer. Él fingía ayudar, ytorcíalajetaconmilfestivosremangosymuchode«¡ay,socorro…,quemepartenlacarótida…,quemeatraviesanlayugular…,quemepracticanlaarriesgadaoperaciónde la traqueotomíasin tenergarrotillo!»,y lamuchacha, risueña,perosinperderelaplomo,sólodecía:

—Aparteunpoco…,cuidaditoahora…,vuélvase…,prontoacabo.Porfin,conademántriunfante,dioalrededordelbotónunsinnúmerodevueltas

conelhilo,formandoelpie;remató:—¡Hurra!¡Victoria!Abróchamelo.Losdeditosmenudos,picadosdelaaguja,recorrieronlagargantadelestudiante,

elcualdespidiónuevoschillidos:—¡Ay,ayay!…¡Quemepellizcan!Peroapenasestuvoabrochadoelbotón,murmuró,comoelqueruegaparaobtener

unacosamuyimportanteyardua:—Esclava…Dígnateceñiramicuelloestedogal.

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Lamuchacha tomó la chalina de seda, y al rodearla al cuello del señorito, setropezaron lasmiradasde losdos.Mientrasduraban lasotrasoperacionesnohabíasucedidosemejantecosa,porqueRogeliovolvíalacabezatodocuantoselopermitíanlos accesos de risa que le entraban; ahora sí tenía que suceder, pues Esclavitudlevantabaelrostro,yRogelio,másalto,veíaporfuerza,tancercaquelemareaban,las dos pupilas verdes sembradas de puntitos de oro; y la raya del pelo derecha,angosta y limpia, como surco que parte un campo de madura mies; y la cóncavafrente,tersaysuave;ylasvenitasazulesdelassienesypárpados.Elalientopurodela muchacha subía hasta la boca del estudiante, causándole un principio deembriaguez,comosihubiesendestapadounabotelladeoxígeno.

Fueasuntodeuninstante,peroinstanteenque,porlaintensidaddelasensación,Rogelio creyó vivir un año. La infancia, con su ligereza de mariposa, sus vagoshorizontes de plata y azul, se quedó atrás; y la golosa juventud, la de insaciableslabios, surgió, tendiéndolos con afán a la copa eterna.La sangre deRogelio, hastaentonces lenta,enfriadapor laclorosis, saltóen lasvenascon impetuosohervor,y,refluyendoalcorazóndegolpe,volvióaderramarseencendidaporelorganismo.Unvelo rojo, el que nubla las pupilas del criminal en el momento decisivo, cubriótambién losojosdelestudiante,mientras leasaltaba la tentaciónbrutalyfuriosadecerrar los brazos, comerse a besos la linda cabeza y deshacer a achuchones elcuerpo…Lamismaviolenciadeldeseoparalizósuacción,ycomoEsclavitudhabíaterminado el arreglo de la corbata, cuando Rogelio iba a ceder a la sugestiónculpable, la muchacha se desviaba ya, colocándose a distancia conveniente parajuzgardelefectodellazo.

Fuecomosi se interrumpiese lacomunicacióndelalambrecon lapila.Rogeliovolvióensí,tansobrecogidodeterror,considerandoloquehabíaestadoapuntodehacer, que sintió enfriársele las manos. «¡Qué atrocidad, Dios mío!…, ¡quédisgustazoparamimadre!».

La noción moral, que a otros se les inculca como necesidad racional y deberineludible,ocomoreligiosoprecepto,habíala recibidoRogelioporelconductodelsentimiento, en su educación faldera y mimosa de hijo único. Todas las ideas dedecoro,debondad,derectitud,lellegaronporesecaminoindirecto,perodulce.«¡Ay,quepenatendríayo,rapaz,sitúhiciesestalocualcosa!¡Jesús,québochornoparamísicayesesenestaoenaquellafalta!».Asíesque,sindarsecuentadeello,loprimeroqueRogelioveíaensusactoseraelefectoquepodíanproducirenelcorazóndesumadre;yéstafuetambiénsuprimeraideaaldisiparseelvértigoqueleoscurecieralarazón mientras tuvo tan cerca a la muchacha. Cuando Esclavitud hubo salido delaposento, el mismo recelo fue base de una honradísima resolución: la de evitarnuevasocasionesypeligrosmásinminentestodavía.Talespropósitossondifícilesdesostenercuandosetieneelpeligroencasa.Acadamomento,Rogeliosentíarenacersu antojo primerizo, y como bocanadas de aire caliente, subírsele al cerebro losmismosvapores.Enlamesa,alencontraraEsclavitudenelpasillo,cuandoletraíaa

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sucuartoluz,recadosoropa,nopodíamenosdedevorarlaconlosojos,detallandolaperfeccióndesutallegentil,elmisteriodesucerradoyhonestocorpiño,lagraciadesu ligero andar. Cuanto mayor y más vivo era su anhelo, más atado se sentía enpresencia de lamuchacha.Delante de ella le parecía imposible resolverse nunca adecirlenadaquetuviesecolorderequiebroformal;y,encambio,denoche,asolas,desvelado,dandovueltasenlaestrechacamita,juzgabafácilestodaslasempresasyrazonables todos los despropósitos, y hasta —¡extraña forma del caprichoapasionado!—creíatenerunaobligación,unaespeciededeberestrictoderealizarloqueporeldíaconsiderabaunatentadoyunactodelocura.«Despuéssí—pensaba—quenadiepodrállamarmechiquillo;yyomismomeconvenceréplenamentedequenolosoy».Estadisparatadaideaseledesvanecíaporlamañanaaltraerlesumadreelchocolate,segúnviejayafectuosacostumbre.AlverentraradoñaAuroraconsubatadetartánylabandejaenlasmanos,alsaborearelprimerbizcocho,elchicomimadosentía todo el influjo de la ley moral imponiéndose con fuerza apodíctica, y losprincipios desconocidos o negados minutos antes se le presentaban claros,demostrativos,evidentes.«Darleunapesadumbreamamá,alláporfueradecasa,yaseríaterrible,yasemeponenlospelosdepuntaconsóloimaginarlo…Pero,enfin,siempreresultaríamásdisculpableymásllevadero.Aquímismo…,vaya…,escosainaudita.Aunqueellanolopescase,amísemefiguraríaquemeloestabaleyendoenlos ojos y hasta en elmodo de respirar.Y lo pescaría, lo pescaría; ¿pues quién loduda?Esmuypillamamá,asíconesastracitasdebonachona.Eldedoenlabocanoselometenadie.Meconocetanbien,queaúnnoheacabadoyodedecirlascosasyyalashaguipadoella.Comoquenoleimportaniseocupadenadasinodemí.Diosquieraquenotengaescamaya…».

Así, aquel culpable de pensamientos estudiaba con atención el rostro de doñaAurora,temerosodequealgunasdesusmiradasaEsclavitudlodelatase.Avecessecomprometía por dar en el extremo opuesto, afectando no mirar a la muchacha,evitandohastaelrocedesumangacuandoleservíaalamesa.Verdadqueestemerorocelesacabadequicio,llegandoacausarleunaimpresióndolorosaporlointensa.Era el suyo deseo exaltado de la primera edad, que no sabe aún ni reprimirse niabrirse caminos hasta su objeto.Después de dos o tres días de huir deEsclavitud,ideabaunpretextoparairasorprenderlaenelcuchitrildondeplanchabayteníalascestasdel repaso;y,unavezallí,nose leocurríamásquesentarseenunasilletayengañar su violento capricho contemplando a la chica, que, encendida y sudorosa,encorvado el brazo derecho en arco rígido, hincaba con esfuerzo la plancha en laspecheraso lospuñosde lascamisas.Cuandoel ímpetudeabrazarla leacudíamuyfuerte, Rogelio se levantaba y refugiábase en su despachito.Allí estaban, sobre elbarnizadoescritorio,losantipáticoslibrosdetexto,impresosenpapeldeestraza,contiposgastadosyturbios,ydespidiendodesusmustiashojasydesupardacubiertalasecura de la aridez, todo el humo del hastío. Nunca le habían caído en gracia aRogelio los tales librotes; pero ahora…Apenas intentaba abrirlos para repasar una

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conferencia,unaniebladeaburrimientopertinazselesubíaalacabeza,yunaespeciede disolución moral se verificaba en su espíritu, en el cual cierta voz rebeldemurmurabavagamenteherejíasasí:«Anda,hijo,déjatedepamplinas,reniegadeesacienciaoficial,manida,huera,sinjugo.Larealidadylavidasonotracosa.Esoconque pretenden alimentarte es un conjunto de vejeces, la cáscara de un limónexprimido ya por la mano diecinueve veces secular de la Historia. Ha caducadocuanto estudias. Te quieren llenar el cerebro de restos momificados, de trapospolvorientosydeantiguastelarañas.Tequierenmeterenlacabezalaviejabalumbajurídica,yquedeunsaltoteencuentresenlaedaddetustertulianos,“LaínCalvo”,“NuñoRasura”yelhonrado“Fantoche”.Quierenqueseasdepalocomoellos.No,eresdecarneyhueso;ereshombre;lavidatellama,ylavidaatuedad,afaltadeunestudioquedesarrollelaarmoníadetusfacultades,es…Esclavitud».

Aestasindeterminadasreflexionesaquítraducidasenlenguajeclaroyvulgar,elestudiante asentíabostezando, levantándosenerviosamentede la silla, cogiendodelestantitounanovelaoelúltimonúmerodel«MadridCómico»,tumbándosesobrelacamaytratandodedistraerconunalecturahambrientasusfebrilesansias.

Noteníaelrecursodelcigarro,porquepertenecíaaestageneraciónrecientequenofuma,yquellegará,siDiosnoloremedia,adesmayarseconelolordelhabano,nimás ni menos que las damas británicas. Faltábale ese gran engañador de laimpaciencia, ese gran consejero en las horas malas, ese poderoso sedante, esadistracciónlamásespiritualdecuantaspuedeofrecerlamateria.Undíapensóenellomucho.«¿Quémesucederíasifumase?Pordepronto,marearme.Quiénsabesiecharlos bofes…; de fijo que sí. Luego, mamá conocería por el olor… No, peor es elremedioquelaenfermedad».

Esta idea del cigarro, que le halagaba porque tenía algo de calaverada varonil,trajo como de la mano otro expediente más fecundo en resultados y hasta derealizacióngratísimay fácil. ¡Nohabérseleocurridoantes, cuandoera tan sencillo,tan sencillo y hasta tan natural y justo, y, sobre todo, tan útil para el alivio delmalestarpresente!«Puessiloraroesqueyonotengoyaunanovia,señor.Latienecadaquisque:BenitoDíaz,unapreciosa;Cardona,otraporquienbebelosvientos…Siempremeestándiciendoqueaquéaguardoparaecharmelamíacorrespondiente.Pues les sobra razón. Así se me quitarán estas chifladuras y estos alborotos.Tomaremos novia; sí, señor, que la tomaremos.El tener novia no es cosamala, niaunquemamáloaverigüesevaporesoadisgustar.Unclavosacaotroclavo.Serálagrandistracción…».

Creada ya la plaza, faltaba saber en quién recaería la provisión del empleo.Rogeliopasórevistaconlamemoriaatodaslasseñoritasconocidassuyas.Unaseranfeas,otrasteníanyasuarreglito;éstafrisabaenlostreinta;aquéllanosalíadecasajamás; unas se burlarían de él; otras le pedirían cosasmuy difíciles, en prueba decariño… Recordó que por una callejuela que desembocaba en la Ancha de SanBernardovivíanfrenteasucasatresocuatrochicas,descendenciadeunempleadoen

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elministerio deUltramar.No eranmalejas, en especial lamenor, una rubia pálidaque,cara,peloyojos,todoloteníadeuncolormismo,locuallafavorecía,dándolecierto parecido con la infanta Eulalia. Rogelio lamiraba a veces, recibiendo pagopuntualdetodassusojeadas,sinquelequedasedebiendoniunasola.«Larubitameconviene… —pensó el estudiante—. Ni necesito moverme del comedor…». Enefecto:elmismodíaquelodiscurrió,alahoradelalmuerzo,apostósedetrásdeloscristales, con las vidrieras a cuchillo, y miró hada los balcones del tercer piso deenfrente.Allíestabalarubia,vistiendounamañanitadepercaldelunares,todasudayajada;sobrelabarandilladelbalcónflotabanvariasprendasderopaíntima,enmásquemedianouso,puestasasecar,yencimadeunacómodaseveíanfrascoscubiertosdepolvo,lajaulavacíadeunjilguero,trapos,unabotainservible.Alfijarseenaquelinterior,nadaholandés,elplandetomarnoviaquevivieseallíselefrustróaRogelio.Permaneció apabullado diez minutos. «Buscaremos por otra parte. Lo que es sinnovianomequedoyo;sólofaltaba…».

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XII

AmañanadeundomingodespertóasuhijolaseñoradePardiñasconlaintimaciónsiguiente:

—Hoyharemosvisitas.Nohaymásremedio:estamosendescubiertocontodoelmundo.Esunescándalo.YahepedidoellandoaltallerdeAgustín:dicequealasdosenpunto lo tendremos a la puerta. ¡Ah!…¿No sabes?Voya ir, que simemiro alespejo, no me conozco. La modista me trajo ayer el vestido de terciopelo negroarreglado con pasamanería de azabache y puntillas; el sombrero igual está listo.Conque tocan a sacar el fondo del baúl. Te pasarás por la peluquería antes dealmorzar:tieneselpelitomuylargo.

Rogelio gruñó bastante, alegó dos o tres ocupaciones indispensables aquel día,perotodoenbroma,porquebienveíaalaseñoradePardiñasresueltaanoacostarsesin haber ofrecido un gran holocausto en el altar de la sociedad.A las dosmenoscuarto,Rogelioestabaacabandodeabrocharselaprimerafiladebotonesdesulevitainglesa,delantedelarmariodeespejo.Porfortunaeradomingo,y,entaldía,frentealaUniversidadesdondesepuedeestarsegurodenoencontrarunestudianteparaunremedio,quesino,menudasofoquinaleesperabacuandoloscompañerosleviesencon aquel empaque, vestido de «caballero», con guantes y chisterómetro.Acostumbradoalapañosayalhongo,leparecíaenlosprimerosmomentosqueirdelevita era así como salir de máscara. Allí estaba la chistera, reluciente, flamante,sobrelamesadeldespacho,ylosguantestambién,yeljunquillo,yeltarjeterodepieldeRusia,yelpañueloconricainicialbordada.Detodosestosobjetossehizocargo;ladeóelsombreroalcolocarlosobrelabienaliñadacabeza,yempezabaacalzarselosguantes, conelmalhumor inherente a estaoperación siempreenfadosa, cuando sumadreentró.

—¡Jesús,«materadmirabilis»!Vieneshechaunbrazodemar.¡Oleporlasbuenasmozas,lasmujeresprincipalesyeltrapío!

LoqueveníadoñaAuroraeramuyatarugadaconlasgalasquesóloenocasionessolemnísimas se determinaba a lucir. Que no la quitasen a ella de su mantitoarrebujado,desutrajedemerinoydesugranabrigodepieles.Tantoembelecoeraparacondenarse.Elpesodelsombrero,consuslazosempingorotados,laobligabaabajar lacabeza; losacerosde la falda leatacaban losmuslos; en fin, ellonohabía

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máscaminoque sometersea semejantes impertinencias,por lomenosdosvecesalaño.Llevabatarjetero,comosuhijo,y,además,unalistadelascasasdondesecreíaobligada a ir. También lucía, asomando por el manguito de marta, un hermosopañuelodeencaje,perfumadoconnoséquéextractofino,yenlasorejasdosbuenossolitarios;ellujomodestodeunaseñoraquenopretendesinoguardareldecorodesuclase.Y,sinembargo,taleselpoderdelacomposiciónydeladornoenlamujer,quedoñaAurora,consuscincuentaypico,parecíahabersedejadodiezenlapuertadelcuarto tocador, ostentando en la tez una animación agradable, y en el andar ciertamajestadinsólita.

Esclavitudveníadetrás,trayendounabrigo,queporsiacasoenfriabalatardeiríaenelcoche;ymostrandoesaadmiraciónsolícitadeloscriadosadictosenlosdíasdegala con uniforme para sus amos, se puso a arreglarle el polisón y las aldetas delcorpiño,yasacudirimperceptiblesmotasdepolvoenlaparteinferiordelvolante.Deprontoalzólosojosyexclamócándidamente,mirandoaRogelio:

—VirgendelasErmitas…¡Elseñorito,quémajo!—¿Verdad que está hecho un figurín? Rogeliño, vuélvete, vuélvete…, así. La

levitatelahansacadopintada.—¡Mamá!…—protestóRogelio.PerofueprecisodejarsemiraryremirarporEsclavitud,yaúnconsentirunamano

de cepilladura en el cuello de la levita. Las pupilas de lamuchacha le decían coninocente lenguaje que estaba «bien». Le arregló los puños, y cuando bajaba laescaleratodavíalegritó:

—¡Quélástima!Llevaenlapiernaderechaunpocodepelusadelaalfombra.LaprimeravisitafueacasadedonGasparFebrero,porquelahijadelrespetable

decano,casadaconuncomandantedeEstadoMayor,semarcharíaprontoaFilipinas,encompañíadesumarido,destinadoaManila.Sehablódelanavegación,delclima,delosbaguios,delacarestíadelavidaallá,ydelseñormayorquesequedabasoloaquí.Porfortuna,nuncahabíaestadomástieso,másanimoso,nimásrufo:aúnahoramismoacababadesalirapie,agarraditoasumuleta,ávidodetomarsol.Conestasbuenasnuevassedespidierondelamoradade«NuñoRasura»ypasaronahacerotrasvisitas, casi todas análogas, algunas de tarjetazo, lasmás agradables paraRogelio,quealacercarseacadaportalrepetíaentredienteslaconsabidajaculatoria:

—Animasbenditas,¡quenoesténencasalasvisitas!Pero ¡ay! Pegó el gran respingo al anunciarle su madre que ahora irían «un

minuto»acasadelasseñoritasdeRomera,PascualayMercedes.—Madremía,siesposible,pasedemíesecáliz.Pero¡carapuche!,comodiceel

sordodeconveniencia,¿noesquenecesitarépellizcarmeasí,paranodormirme?—¿Tancurrocomoestásynoquiereslucirteconlasbuenasmozas?Anda,anda,

dalaorden:calledelBarquillo…Reservaba la casa de las solteronas una sorpresa al estudiante, en figura de la

despabiladachiquillaquesalióa recibira losvisitadoresy losconvidóapasara la

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sala, anunciando que las tías «vendrían inmediatamente». Para decirlo hizo milmonerías con la cara y los ojos, que los tenía negros, chiquitos, vivarachos, muyparleros.Vestía lasobrinitadelasdeRomerauntrajebastanterabicorto, indiciodequeaúnnohabíaascendidoaladignidaddelamantilla,yunmandildepeto,bordadodecolorinesalrededor:unlazodecintaazulatabalacoletadesutrenzacorta;ysuszapatitosusados,desfloradosporlapunta,indicabanlavivezademovimientodelpie,menudo y arqueado, que prendían. A poco rato salió Pascuala, la mayor de lassolteronas,todamocosayacatarrada,declarandoquesuhermananopodíamoversedelgabineteporestarpasandounresfriadomayoraún,querequeríaevitarcambiosde temperatura. «Mire usted: poner ami hermana entre puertas es comodarle unapuñalá». Luego presentó a su sobrina igual que hubiese presentado a un perrillorevoltosoquealteraselasomnolientaquietuddeaquellamorada:«Aquítieneustedami ahijada Inocencia, la niña segunda de mi hermano Sebastián, el que vive enLoja…Noslahadejadoelpobreaquíporquenecesitaarreglarselaboca;lehanacidoun dientemontado sobre otro, y habrá que arrancárselo…Esmuy ardilla, que nopuedeestarsefijaensusitio;nohaycalzadoquelebaste;poresolavenustedestanmaldebotitas…».Hechasestasaclaraciones,vinoacuentohablardeEsclavitud,yen atención a que no se podía tratar el asunto delante de «una criatura» y a queMercedesdeseabadisfrutardelapresenciadedoñaAurora,lasdosdamaspasaronalgabinete,dejandosolosaRogelioeInocencia.«EnséñalelosálbumesylasvistasdeGranada,niña»,fuelaordenquerecibiólachiquillaalsalirsutíadelasala.

Inocencia obedeció, no sin hacer variasmorisquetas a pretexto de llegarse a lamesa,exclamandoatropelladamenteyconmuchoceceo:

—Venga usted, venga usted a ver las estampas que dice tía Pascua. ¡Sonmáspreciosas!

Aunquelodeponerseamirarestampitas lesabíamalal«caballero»delevitaychistera, por vergüenza de protestar se resignó, y ocupó una silla al lado de lachicuela,que,alabrirelálbum,lelanzóunaojeadainequívoca,incendiaria,contodoeldescarodeloscatorceañosmalcumplidos.Yaalquedarsesoloconlaniñalehabíaocurridoalestudiantequenopudieradeparárseleocasiónmás rodadaycómodadeecharsenoviaquelapresente.Mortificábaleunpocoensuamorpropioelquefuesetanchiquilla,porqueunaseñoritadedieciochoaveintehonrabamás,yaquelloolíaanoviazgo de juego; pero al verla de cerca, con todos los indicios de la precocidadmeridional,consucuerpecitoyaenteramenteformadoysulabiosuperiorgruesoyunpoco remangadopor eldientedefectuoso,parecióleunamujer enminiatura,ydijoparasí:«Medeclaro».

Declaróse, en efecto, sin más preámbulos ni ceremonias, con frases muyretumbantes aprendidas en zarzuelas y comedias, en periódicos y bromas deestudiantes.Lachiquilla, sinmostrar lamenor sorpresa, fingía seriedad,enrollandounpicodellazodesutrenza,traídaadelanteconafectacióndelucirelpelo,haciendoalavezmilmohinesydenguesdecoquetadeoficio.Comoelestudiantealzaseun

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pocolavoz,laniñamurmuró:—¡Chist…,queestánahí,enelgabinete!Rogeliobajóeldiapasónyapretó la súplica, aunqueempezabanacosquillearle

unos fuertes impulsos de reír a carcajadas; y después de tres o cuatro gestosnegativos,laniña,sinmásnimás,degolpe,dijoque«sí».

—¿Me da usted una prueba de amor? —imploró Rogelio; y sin aguardarrespuesta,seinclinóylabesóenelcarrillo,figurándosequebesabaeldeunapintadamuñeca, terso, rosado, insensible. Ninguna emoción, ni de placer ni de bochorno,revelóInocenciaalrecibirelbeso:antes,cogiendoalestudianteporlasolapa,indicóconmuchafe:

—Me parece que debemos tutearnos. Los novios demis amigas se tutean conellas.

—Bien;puestetutearé…Yateestoytuteando.Ellarecalcóconelmismoempeñoyapresuramiento:—Tambiéndebemosescribirnostodoslosdías:todos,sinfaltaruno.Elnoviode

mihermanaLucíaleescribeunascartasasí…,unaporlamañana,otraporlatarde,queaúnesmás.

—Corriente.Nosescribiremos.Meentenderéconlacriadaparaquetraigayllevelacorrespondencia.

—Ymedarásunretratotuyo.¿Notienesfotografías?Amínohanqueridopapásdejármela sacar, hasta queme arranquen el diente; pero puedo darte pelo para unmedallón. ¿Me lo corto ya? —añadió jugueteando con las puntitas rizadas de lacoleta.

—No…Cuandoyotedéelretrato.Lachiquilla se levantó rápidamente,yandandodepuntillas, fuea lapuertadel

gabinete, donde charlaban las señoras mayores. Regresó, con las mismasprecauciones,gozosa.

—Creíqueveníamadrina.Perono.Estándemuchopalique.Dichoestovolvióaocuparsusitioalladodelestudiante,ytranscurrierondoso

tresminutossinquesedijesenpalabra.Lachiquillaesperaba,sorprendidadequenoseleocurriesenadaasunovio;yalmuchacho,pormásquediscurría,noseleveníaniestoalaboca.Sólocontinuabateniendoganasdereír,unasganasdisparatadas,yparanoestallarsecubríaloslabiosylanarizconelricopañuelodebordadainicial.La«novia»reparóenelpañuelo,yobservóvivamente:

—¿Quéletraesésa?—Erre.MellamoRogelio.—Ya te lo iba yo a preguntar. Siendomi novio necesito saber cómo te llamas.

¿Quépongoenlossobresdelascartas?SeñordonRogelio…—Pardiñas.—Pardiñas,Pardiñas,Pardiñas…—repitiólomuchasveceslamuchacha,comosi

temiese olvidarlo; y después, encarándose con el estudiante, le interrogó con tono

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solemne—:¿Noshemosdecasar?AquíyaRogelionopudoaguantarelaccesoderisanerviosa,yladejósalirporla

boca, por los ojos, por el cuerpomismo, cogiéndose la cintura que le dolía con lafuerzadelascarcajadasysollozaba,echadoatrásenelsillón.

—¡Ay…,ay…,memuero;memuerooó!—¿Dequéteríes?—preguntóalgopicadalaniña—.Parecestonto.Dimesinos

hemosdecasar,¡ea!—Porsupuestoquesí.Esquesoymuytentadodelarisa.Déjamereír,quesino

mepongomalo.Asíquehubodesahogado,Inocencialecuchicheóaloído:—¿Pasarásmañana, a las nueve de la mañana, por esta calle? Yo estaré en el

balcón. A esas horas me asomo siempre a ver pasar la batería montada. Es muybonita.Tú,¿quécarrerassigues?…

—Abogado.—¡Lástima!,notienesuniforme.

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XIII

Rogelio, cuando iban terminandode bajar la escalera, le duraba aún la impresiónburlesca del noviazgo, por lo cual no se cuidó de ofrecer el brazo, segúnacostumbraba, a doña Aurora. Un grito y un estruendo inesperados le helaron lasangreenlasvenasalvera laseñoraresbalaryprecipitarsedesdeelúltimotramo,yendo a caer sobre las baldosas del portal. Los grandes sentimientos tienenrevelaciones supremas en las ocasiones supremas también; Rogelio ignoraba quehubiese cuerdas en su laringe y acentos en su voz para decir de un modo tandesgarradorypatético:

—¡¡Madredelalma!!Saltóabrincos loque sumadrehabía rodado,yenunabrirycerrardeojos la

pusodepie, la reclinó en susbrazosy la apretó contra el corazón,palpándola condelirio,paracerciorarsedequenoestabamuertaniteníaningúnmiembrofracturado.Derepentelanzóunaexclamacióndehorriblesusto.

—¡Sangre,mamá!…Haysangre…¿Pordóndesangras?Aquí…¡Jesús,sangre!Enefecto: la cabezahabíadadocontra el filodeunpeldaño, y asomabanunas

gotasdesangreporladescalabradura.Aturdidacomoestabalaseñoraporlafuerzadel porrazo, la angustiosa voz de su hijo la reanimó, y pudo decir con desmayadoacento:

—Noteasustes,rapaz.Nofuenada…,puedescreermequenofuenada.Yaestoyasí…,mejor.

—Enestaporteríanohaynadie…Voyasubir,apedirvinagre,agua…—No, hijo, no; por la Virgen… No llames, no alborotes. Llévame al coche

poquitoapoco.Paramalesycosasasí,cadaunoensucasa.Temblandoytrasudandofrío,Rogeliocondujoasumadre,casienvilo,alcoche,

yapulsolasubió,recostándolaenlaesquina,mientraslehacíaaireconelpañuelo,mientraspensabaconterror:«¿Habráhabidoconmocióncerebral?».

—A casa, despacito—ordenó al cochero, que se inclinaba lleno de curiosidadparaverquésucedía.Ysinpoderreprimirse,Rogelioabrazóalaseñora,formulandolapreguntadetodaslascaídas:

—¿Pero,mamá,cómohiciste?—No sé, hombríño… El pie se me escapó; sería culpa de los tacones de las

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botinasnuevas…,omeprenderíaenelvolantedeltraje.—Culpamía,quenotedielbrazo.Soyunbruto.¿Dóndeteduele?¿Quétienes

ahora,mamá?—Nosé…Parecequemeentraunsíncope—respondióconvozdébillaseñora.De síncope eran las trazas, según el color mortal y el enfriamiento repentino.

Rogelio estuvo a punto de gritar al cochero: «A una botica»; pero en estaincertidumbreycongoja, la señoravolvióunpocoen sí,hizo señasdeencontrarsemejor,yelcochesefueacercandoalapuertadelacasa.AlbajarRogelioasumadre,ayudadodellacayo,laseñoralanzóunaqueja.

—¿Quéteduele?—Estapierna…No,sinovalenada,noteapures.Enterada al vuelo de lo ocurrido, Esclavitud, sin inútiles aspavientos, con

actividadydestreza,sedioprisaenaflojaralaseñora,aplicarlevinagrealassienes,desnudarladespuésyacostarlaensucamabienmullida.DoñaAurorasequejabadearcadas,deangustia,deopresión,denáuseascontinuas,ydeseabaarrojar,porlocualelestudiantepensó,aterrado:«¡Adiós!Conmocióncerebraltenemos».LlamóaparteaEsclavitud,yledijoatropelladamente:

—Tencuidado.YovoyporSánchezdelAbrojo,ynomevengosinél.Le trajo, en efecto, al cabo de dos horas; y el insigne médico, después de

examinardetenidamentealaenfermayverificarunminuciosoyhábilinterrogatorio,tuvo que convenir en que había habido un poquito, nada más que un poquito, deconmocióncerebral…Únicaterapéutica:quietudenlacama,silencio,dietamientrasno se aplacase el estómago. Las demás lesiones eran de escasa monta: ladescalabraduradelafrentenohabíapasadodelaepidermis;lacontusiónenlapiernaizquierdasereducíaauncardenalmásomenosrespetable.Ensuma: todonovalíanada.Quietud,yseacabó.

Para cumplir el programa del facultativo, realizóse en casa de Pardiñas esamutación de costumbres y ese cambio de aspecto que introduce siempre laenfermedad.Lavidasereconcentróenelestrechoespaciodelaalcobaygabinetedela enferma. Rogelio y Esclavitud se declararon allí en sesión permanente: él,recibiendovisitasdeamigos;ella,mudandopañosdeárnica, trayendotazasde tila,quemando espliego y haciéndose cargo de órdenes dadas en voz baja y llavesconfiadas con misterio sumo. «Que no le falte nada al niño… Su sopicaldo, sujerez…Cuidado con calentarle la cama».A estas advertencias, que Esclavitud oíareligiosamente, seguían gemidos ahogados. «Ay, la maldita pierna, como meescuece…Semepartelacabezadedolor».

Ejercía Esclavitud sus funciones de enfermera con aquella asiduidadreconcentradaymudaquesolíademostrarentodoslosactosdelavidaderelación.Salíayentrabasinquesepercibieseelmenorruidodepisadas,nicrujidoorocederopa.Estabaentodo,ysifaltabadelaalcoba,eraafindemanipularalgúnpotingueenlacocina.HastaselasarreglóparatenertiempodeservirlacomidaaRogeliosin

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desatender a la señora;perodeellamisma,no se averiguó jamásaquéhorahabíatomadoalgúnsustentoenaqueldíamemorable.

Adelantada ya la noche, y recogida la casa preparó cuidadosamente unalamparilla y la colocó en el suelo, demodo que su luz no ofendiese la vista de laenferma;despuéstomóunasillabaja,quecolocócercadelacabecera,yenlacualseinstaló. Como Rogelio permaneciese en la butaca del gabinete, acercóse a él y lesuplicóenvozmuyqueda:«Acuéstese,señorito;noestéasí».Laenferma,quehabíaempezadoaaletargarseunpoco,entreoyólasúplica,ylaesforzómás.«Rapaz,aversiteacuestas…Noestásacostumbradoavelar,tevaahacermuchodaño…Noseasloco, acuéstate… Me cuida divinamente Esclavitud». Mas no hubo forma deconvenceraRogelio,yelpleitosetransigióresolviendoqueselepondríaenelsuelouna cama volante. La galleguita acarreó con extraño vigor dos colchones; batiósilenciosamente las almohadas, y con igual silencio hizo la cama en toda regla.Rogelionosedesnudómásquedelaamericanayelchaleco;así,amediovestir,sedeslizóentrelassábanas,notandoentonceselquebrantamientocorporalquesiguealosgrandessobresaltosyalasemocionesprofundas.Almismotiempo,unrecuerdobufocruzóporsumemoria:

«¡Calle!¿Yminovia?¿Seasomarámañanaparaverme?».

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XIV

UNQUErendidoporlasfuertesimpresionesdelajornada,ycasitranquiloporqueveíaasumadreenestadobastantesatisfactorio,Rogeliotardómuchoenconciliarunsueñecillo, y dio no pocas vueltas antes de quedarse traspuesto. Ni consiguióadormecimiento profundo y reparador, sino un dormir agitado, lleno de pesadillas,soñandosiemprequesecaía;caídasrápidas,infinitas,interminables,conlaangustiade no llegar jamás al suelo, y de ver desde arriba el punto crítico en que iba aestrellarse.Enunodeesosesfuerzosdolorososeinvoluntariosquesehacenduranteelsueñomismooparaterminarlapesadillaoparacambiarla,despertóatónito,ynorecordandoalprontocómopodíaserqueseencontraseallí,aaquellashoras,acostadoenlaalcobadesumadre,miróasualrededor.

Silencioabsoluto.Elcuartoestabamedioaoscuras,alumbradoporlalamparilla;la señora debía de dormir, porque se la oía respirar fuerte, roncar casi; y a sucabecera,elestudiantedivisóaEsclavitudsentada, inmóvil,con losojosabiertosyclavadosenél,grandesyfijos.Unimpulsoirresistiblelemovióallamarla,convozdeniñoque,acausadealgúnmiedonocturno,imploracompañía.

—¡Esclavita!¡Ps!¡Esclavita!—cuchicheó—.Aquí.Se acercó la muchacha, deslizándose como una sombra, y se inclinó hacia

Rogelio.—¿Duermemamá?—Ybienqueduerme.—Puesyoahoraestoydespabilado.Dameconversación…,así,bajito,paraque

noladespertemos.—¡Ay,señorito!¿Ysivamosamolestarla?—Queno.Hablabiendespacito…ydecerca.—¿Noleeramejordormir?—¡Quia! ¡Si supierasquécosas tan tristes soñaba!No,másquierovelar ahora.

Ponteaquí.—¿Dónde?—Sentadaaquí,enelsuelo.Sino,nopodemoshablarbajo…Ydespertaremosa

mamá.Esclavitudaceptólaproposición«incontinenti»,ysetendiócasibocaabocacon

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Rogelio,perosinperdersuairepúdicoyreservado,manifestandobienenestohabernacidoen el paísdonde se ejecutan las acciones libres conmás airededecenciaydondelasmozasunenalanaturalidadbucólicaelexteriorhonesto.Elalientovirginaly fresco de lamuchacha semezcló por segunda vez con el del estudiante: pero leprodujounaimpresiónmuydiferentedelaprimera.Seaqueelsustazodelacaídadesumadrehubiese transformado todas sus sensaciones juveniles en sentimiento, seaqueellugarenqueseencontrabanopermitiesemalastentaciones,elloesquealtenertanpróximaaEsclavitudytanfácilcualquierdesmán,niselepasóporlasmientesintentarlo, y sólo notó una especie de efusión rara y cariñosa, un movimiento deternurainexplicable,mientrassusojossellenabandelágrimas.Alargandolamanoyapretandoconviolencialadelachica,murmuró:

—Esclava,¡porpocosemuerehoymamá!—¡Gracias a Dios que no fue nada, señorito! —contestó la muchacha,

correspondiendoalapresión.—Ysimuriese,¿quéhacíayo,di?NorespondióEsclavitud,yobrósabiamenteporqueelproblemaplanteadoerade

losquenoseresuelvenconpalabras.Estrechóaúnmáslamanonerviosayfebril,ysusojoscontestaron,enlapenumbra,conlargamiradaelocuentísima.

—Simuriese—prosiguióRogelio,dejándosearrastrarporaquelmovimientodesensibilidadinvoluntaria—,ahítienes:nomequedabanadieenelmundomásquetú,nadie.

—¡Yo!… —balbució la muchacha, cuya diestra se estremeció en la delestudiante.

—Puestú,ynadamásquetú.Familianolatengo;digo,alláenGalicia,unastías,con quienes estamos como el perro y el gato. Ya ves qué arrimo, chica. ¡Puesamigos…!¡Bah!Dosotres…,ahíenlaUniversidad…Amigotesquedepocosirven.Luego, losviejosde la tertuliademamá.Grancosa.Todosvanchocheando.Nada,Suriña…:túysólotú.

HablabaasíRogeliomedioincorporado,paramejordejarseoírdelamuchacha;ylanecesidaddebajarmucholavozhacíaparecermáspersuasivosuacento,dándoleel tono apasionado y reprimido de una confesión. Persuadido él, persuadía alauditorio.No se encontraba en estadodemedir la trascendencia y el efectode suspalabras ni menos sospechaba que la sensibilidad y la bondad pueden ser endeterminadasocasionesmásfunestasquelacólerayelodio.

En su emoción había mucho de nervioso, y las frases salían de sus labiosprovocadasporunareaccióndelsustode lamañana,comosaleelgemidoalgolpedeldolor,quenisabemosmedirlonidequémaneralohemosarticulado.Lomuchoqueteníaaúndeniñorebosabaenaqueldesahogocariñoso,yniélaspirabaamás,nimáspodíaprever,dadoqueenmomentostalesquepaejercitarprevisión.

—Tú,Suriña—repetía,entregándosealasmanosqueconvigorcasiconvulsivooprimíanlasuya—.¿Verdadquetúmequieres,yquemequieresmucho?

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Incapaz de responder con la boca, la muchacha afirmó enérgicamente con lacabeza.

—Ya lo sé. Si eso lo había adivinado yo; por eso te decía que nome quedabanadiemásquetú,yqueatimearrimaba,¿sabes?Aunquemedijesesqueno,notelocreería.Mequieres…,yamamátambién.

Puesesverdad—pronuncióalcabolachica,recobrandoelhablayapartándoseunpocodelestudiante—,yonoséquémehapasadoamíenestacasa,quelecogíasíamodo de un cariño…, un cariñomuy grandísimo desde que entré por la puerta.Vamos,semefigurabaqueestabaenlatierraotravez.Comosonpersonasdeallá…Enfin:estascosasmepareceamíquecuantomásquiereunoexplicarlas,peor lasexplica.Loque sé esque simequedocon aquellasotras señoras, doy cabodemímuypronto.

—¿Yporquéestabastantristeaquílosprimerosdías,Esclava?—Verá…Porquepenséqueustedmeteníatema.—¡Yo,tema!—Sí,señor.Cavilandoenesomevinieronunasmelancolíasmuyhondas.Seme

metióenlacabezael«verme»…—¿El«verme»?—Ledecimosallíasíauno…,comounbicho,vamos,ungusano,unacavilación,

parahablarverdad.Toda la santanochepasabaadevanar lamadeja…«¿Quéharéparaquemepierda la temael señorito?¿Cómomevaldréparadarlegusto?».Y lomás chocante de todo…, puede creerme, es tan verdad como que Dios está en elCielo…,queasítannegracomoteníaelalma…noeracomoenlaotracasa,no.Deéstanomequerríairnihechacuartos,másquedeellameechasen.

—Porquesabíasqueyotequería,Sura.—No,señor,no;nolosabía:afequepenséqueaborrecidaera.Delarabiaque

tomémedabanganasdemorirme.—Yo sí quememuero de gusto con oírtelo.Ahí estásmuymal, chica. Pon la

cabecitaenmialmohada.Ahíva.Telasacofueraparaquetealcance.Esclavitudapoyólacabezaenlaalmohadasindesconfianzaniesquivez,ylosdos

permanecieronuninstantesilenciosos,saboreandoelmomento.Laendebleluzdelalamparilla señalaba en realce las facciones deEsclavitud,marcando los claros conpálidablancura;lososcuros,conunmatizuniforme,entregrisyrosa.Parecíaunfinograbado,yRogelioexpresósuadmiraciónasí:

—Suriña,erespreciosa.En esto doña Aurora suspiró hondo, y ambos se estremecieron, aunque su

coloquionopudieseenningúnmodograduarsede ilícito.Laenfermerasepusodepieparaenterarsedeloqueocurría.Alosdossegundosestabadevuelta.

—Duermecomounasanta.—Colócate bien otra vez. Quiero preguntarte una cosa. La mano. ¿Por qué te

dabatanfuertelamaníadesimetendríascontentoodescontento?

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—¡Ay! ¡No sé! Desde el primer día dije yo entre mí: «Si aquí no te quieren,Esclava, es que estás de sobra en elmundo.Ya viniste a él contra la voluntad deNuestroSeñor…YaDiostemirósiempreconmalosojos…».¿Nolosabe,señorito?

—Síquelosé,Suriña…Peroesoesunaatrocidad.¿CómovaamirarteDiosconmalosojos?

La muchacha medio se incorporó de un salto, con los suyos muy abiertos,espantadadeverqueyasabíanlomismoqueellasedisponíaaconfesar.

—No seas boba —murmuró, generosamente, Rogelio—. Tú qué culpa tienes,mujer. Esome puede suceder amí, a cualquiera. El nacimiento no lo escogemos.¡Simple!

—¡Siviesecómome trabaja«eso»alládentro!…—articulóconvehemencia lamuchacha, abriendo el corazón como si próxima a desmayarse desabrochase elcorpiñopararespirar—.Siempreestoyimaginando:«Esclava,atiDiosnotepuedequererbien.Nuncabuenasuertehasde tener,nunca.Yadesdequenacisteestásenpoderdelenemigo,ybuenaganatieneelenemigodesoltarloqueagarra.Pormuchoqueteempeñesenserunángel,estaráseternamenteenpecadomortal.Yalotienesdeobligación. Para ti no hay padre, nimadre, ni nadamás que vergüenza cuando tepregunten por ellos. Y así, todo lo que hagas te tiene que salir del revés, y si teencariñasconunapersona,peor,queDiostehadequitaraquelcariño».

—Puesconmigono tepasaránadadeeso,Suriñablanca.Yo tequierocomosifueseshijadelrey…Mamátambiéntequieremucho;leentrastedesdeelprimerdía,¿nosabes?

Esclavitud,aloíresteaserto,levantólacabeza,clavandolavistaenellechodelaseñora.Sumiradaysusonrisaqueríandecirvariascosasimportantes;peroRogelionoestabaendisposicióndeprestarseaentenderlas.Elestadodesuánimonoeraapropósitopararazonamientos,sinoparadejarsemecerdulcementeporelafectoquenecesitaba como sedación y medicina. Viendo que no le producía Esclavitud lasmalas tentaciones de otras veces, pensaba que su cariño se había depurado, y queaqueljuegoanómaloeralomásinocentedelmundo.Oparadecirtodaverdad:estabaenunacrisisdesentimiento,ynipensabanimedíasuspromesasysusafirmaciones.Eraparaélunodeesosminutosdelavidaenqueseobedecealanaturalezaíntima,alegoísmosecreto,ysecedealgustodesentirsequeridoydehacersequerermásaún:quienestátristebuscaelconsuelo,yelhambrientolacomida.

—Mamá tequieremucho—repitió—.¿Parecequeno locrees? ¡Boba!Pues siellamismafuequienmeriñóporquetetratabaasí,unpocofríamente…,alprincipio.Ellamedijoqueestabasdisgustadaporeso.

Esclavitud bajó los ojos, sin duda, para que no delatasen sus pensamientos eintuicionesadivinatoriasdelporvenir.

—Mira —murmuró Rogelio—: si vieses qué bien me encuentro así contigo.Hasta parece que me vuelven a entrar ganas de dormir, y ahora no habrá malossueñosniboberías.Semefiguraquedormirélomismoqueunpatriarca;perohace

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faltaquetútengaslacachacitadeestarteahíalpiemío.Sitevas,medespabilootravez.

—No me muevo —respondió con firmeza la muchacha—. Así me quisiesenarrancarcontenazas,aquímeestoy.

—Bien;pues…mequedodormidito.¡Ay,québueno!Paladeandolaprimeraydulcecucharadadebeleñoquenosdaelreposocuando

sigueaungransacudimientomoralofísico,Rogeliopreguntótodavía:—¿Suriña?—¿Qué?—¿Mequieresmucho?La respuesta la entreoyó nada más; por eso nunca estuvo bien seguro de que

hubiesesidoésta,tanrománticaeimpropiadeunaaldeanita:—Hastalahorademorir.

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XV

Oobstantelaexplícitapromesa,cuandoRogelio|abriólospárpadosdespuésdeunsueñotranquiloybienhechor,vioaEsclavitudalacabeceradesumadre,sirviéndoleuna tacita de caldo. La señora, aliviada de la jaqueca, se quejaba mucho de lacontusiónen la espinilla.PocodespuésvinoSánchezdelAbrojo,y ledio la razónasegurando que, según las trazas, aquella magulladura iba a presentar unadegeneración erisipelatosa, por lo cual, para evitar los perniciosos efectos del fríosobrelostejidos,conveníalacama.

—Tampocoestabayocapazdelevantarmeaunquemediesenpermiso—advirtióla señora—.Me encuentro como si me hubiesenmanteado y pegado después unatundaconsacosdearena.Notengohuesoquebienmequiera.Ahoraescuandonotoyolasresultasdelbatacazo.

Rogeliotomóchocolatealpiedelacamadesumadre,ymanifestabapocasganasdemoversedeallí;perodoñaAuroracayóenlacuentaenseguida.

—¡Ay,ay,rapaz!Aclasevolando.Yasabesqueesosseñores,yenparticularRuizdel Monte, no tragan las faltas de asistencia. Después llega el tiempo de losexámenes,ytenemosaquellodequiénlodiría.

Fuenecesario,pues,sacudir lapereza, iralcuarto,chapuzarseconaguaglacial,embozarsebienysaliralacondenada«fábricadechocolate»,comollamabaRogelioa la Universidad, fundándose en que en ningún sitio muelen tanto. Al dejar laatmósferatempladadesucasa,despejadoporlasablucionesmatutinas,ysentirelfríodelamañanitaenlosojosyenloslabios,notóRogeliocomosiserasgaseunvelodeniebla,ylosrecuerdosdeldíaanteriorsedefinieronyseaclararondeltodo.Ataleshoras,sunovia,lachiquilladelsobresaliente,estaríacolgándosedelbalcónparaverpasar primero a la bateríamontada y luego a él.Una oleada de risa estremeció elpechodeRogelioalacordarsedetalepisodio.«¡Quépava,comodicenlossimones!¡Vayaunmodoquetuvedeecharmenovia!».Despuésacudieronlasreminiscenciasnocturnas. «Yo no sé cómo estaba: la caída demamáme puso turulato. Le dije aEsclava unas cosas estupendas. Aquello sí que parecía verdadera declaraciónamorosa, por todo lo alto. Aquello sí. Y que me puse conmovido, y que si medescuido,meechoallorar.No,puesellatambiénestabaenpuntodecaramelo.Perobienmirado…,nadade loquenosdijimoscomprometeaningunode losdos.Son

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cosasquelassueltauno…así…,porquehaymomentos…Simepusiesenahoraenelapurode explicar cómo se lasdije, nopodría.Me salíandedentro.Quizá esto sea“querer”;loqueeslootro…,espuraguasa.Bien,almenos“esto”deahora,casoquemamáloaveriguase,noledaríatantodisgustocomo“aquello”quesemeocurríaalprincipio.Enlodeanochenoveoningúnmal».YalcruzarunsaludoalapuertadelaUniversidadconelsomnolientobedel,suspensamientosmudarondedirección,yseleocurrió:«Meluzcosihoymepreguntanlaconferencia».

Porlatardesellenólacasadeamigosquehabíansabidoelpercanceyvenían«aofrecerse».Hubohastadosotresseñoras,alascualessepermitióentrarenlaalcobay dar conversación a la paciente, porque en la cabeza no tenía nada ya, y enconsecuencianolamolestabaelruido.Nifaltaronlostertulianosdecostumbre,quese quedaron en el gabinete, haciendo compañía al «hijo de la víctima», como sellamaba a sí mismo Rogelio bromeando. Se habló de las consecuencias que pudotenerelgolpe:sededicómediahoralargaainquirirloquesucederíasilaseñora,envezdeponereltacónasí,loponeasado.Sólo«LaínCalvo»,representante,alparquedelamalignidad,delbuensentidoenaquellareuniónsenil,hacíasemásquenuncaelsordo, limitándose a atizar la lumbre y a mirar las láminas y caricaturas de losperiódicosilustrados.Dosotresvecessacósutrompetilladelbolsilloehizoademándelimpiarlaeintroducirlaenelconducto,yotrastantaslavolvióaguardar,sinmásconsecuencias. Pero la prueba evidente de que oía a las mil maravillas fue que apretestodeenseñarlenoséquédibujosde«LaIlustraciónIbérica»,seinclinóhadaelestudianteyledijoconunamuecamásdegranujaquedesesentón:

—Niñín,nosécuándoacabanestosestafermosdedartelalata.Cuidadoqueestánhoymásmemosquede costumbre. ¿Aquévendrá andar discurriendo loquepudosucedersipasaseloquenopasó?Ahoracuadrabienaquellode«Sicomoledioenelpieledaenlapata…,lamata».

Despuéssesuscitóotraconversación,siemprerelacionadaconelmagnosucesode la caída; y fue discutir si haría falta que alguna amiga se quedase a asistir a laenferma,porqueparaRogelionoservíanciertostrajines;alfinnoteníaexperiencia,yera hombre. Pero aquí saltó don Gaspar Febrero, llegando hasta robustecer susaseveraciones con golpecitos del regatón de la muleta sobre el guardafreno de lachimenea.

—¡Puessitienelamejorenfermeraquesehabrávisto!¡Señores!¡Quenoestarála amiguita doña Aurora bien cuidada con la simpática Esclavitud! De fijo quepareceráunahermanadelaCaridad.NosecompadezcandeAurora:compadézcansedelospobresquenotendremosunaEsclavitudalacabecerasinosllegaladecerrarelojo…

La tertulia en masa protestó, excepto «Laín Calvo», el cual parecía muyentretenidoenajustarselatrompetilla.

—Usted,donGaspar…¡Puessiustednosenterraráatodos!¡Digo:apenassiestáfuerteelhombre!Igualqueunmuchacho.

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MeneólacabezadonGaspar,peroconairetanserenoyolímpico,contantavidaen las correctas facciones, quemásparecíaun semidiósde laGrecia afirmando suinmortalidadqueunviejodenuestraangustiadaépocaanunciandolacaducidaddelavida.

—La verdad es —intervino «Laín Calvo»— que todos estamos hechos unospellejospobres,yqueya,sinos tocan,nosreducimosapolvillo,comolasmomiasdelPerú.¿Nodecíaeso,donGaspar?

—Decía—legritóRojas—queparacuidardesusmalesquiereaEsclavitud,ladoncelladedoñaAurora.

—¡Aire!—exclamóel sordo—.No,puescon loscuidadosdeuna rapacinaasí,prontosevaunviejoalasepultura,aunqueestéhechounroble,¡caray!AnoserqueseacomoelreyDavid…—yañadió,encarándoseconRogelio—;¿quédiceaestoelrapacíndelacasa?¿Quierecederleslaniñaguapaalosvejetes?¿Noprotesta?

Yporelmodocomolodijo,oyaporquelaconcienciadeRogelio teníaalgunarazónparasobresaltarse,oporquesuinexperienciaypocaedadnolepermitíanaúnelaplomo que se requiere en tales casos, Rogelio se puso como la grana (lo cual senotabamásenélporsumorenapalidezhabitual)ycontestótartamudeando:

—No,yo…Yo…,alseñordeFebrero…—Yparasucoletodecía:«¡Sordodeldiablo!Oyestúmás…Hastaoyescrecerlahierba».

Los preparativos para la noche no se diferenciaron de los de la precedente, sinotravariaciónsinoque,afindenoviciarelaire,lacamadeRogeliosecolocóenelgabinete,perocomunicadaconlaalcobapormediodelapuertaabierta.Laenfermatardabaencogerelsueño,quejándosededolores,deinflamaciónenlapiernadichosaydeunmolimientoinexplicable.Rogelio,alapoyarle lamanosobre lafrente,notóalgún calorcillo, observación que tuvo desvelado al estudiante, sin que dejase dealterarletambiénlaideadesiEsclavitudiríaonoadarleunratodepalique,locualtemíaydeseaba.Enestazozobraseadormecióporfin;ymedioentresueños,haciaesodelamanecer,vioacercarsealamuchacha,queseinclinóyledijorápidamente:

—Nopuedoapartarmedeallí.Pidemuchodebeber.Sequejaqueledueleaquíyqueledueleacullá;eselmismoretumbodelgolpe.

YRogelio,desalentado,murmuró:—Bien,Suriña.Peroconaquellasmalasnuevasyanopudovolveraprenderenunsueñoseguido.

¿Habría peligro? ¿Sería principio de una fiebre?Elmédico, que vino temprano, lequitólaaprensión.

—Todo esto es la repercusión de la caída. La calentura, insignificante. Lainflamación la vamos a combatir… Déme usted papel. Esta tarde ya se notará lamejoría.

Por la tarde, envezde lamejoría anunciada, se advirtió algún recargo; pero alanochecerseindicóelalivio,yalasdiezlaseñoracenóconmuchoapetitounaladegallina.

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—¡Ay…, alabado sea Dios! —decía—. Parece que se me han sosegado mishuesos.Sentíaalládentrounaopresión…Rapaz,meparecequeyatenemosmujer.

A este alegre vaticinio siguió una calma profunda, y a cosa de lamedianochedoñaAuroragozabadeundescansodeconvaleciente, tanprofundoyapaciblequecasinoselenotabalarespiración.

«Hoy sí que viene volando», pensó Rogelio, decidido a no adormecerse ysintiendo,apesardesussofismasparanodara«aquello» importancianinguna,unrebullicioenelsistemanervioso,yenelcorazónsudesordenadolatir.

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XVI

INOenpuntillas,mostrandovivezayjúbiloquecontrastabanconsuacostumbradareserva,yseacurrucóenelpiso,comogatafavoritaalpiedelacamadesudueño.Este, sin embargo,no lededicó susprimeraspalabras, sinoque instintivamente lasconsagróalverdaderoamordesuvida,alamujerquelehabíallevadoensusenoyquereposabaallíadospasos.

—¡Pero ves qué gusto,Esclava!Mamá se ha puesto casi bien del todo. Parecementira.Mehadadounsustodeórdago.Estamañana,cuandomedijistequeestabaasí…,nopudedormiryamás.

Esclavitud, antes de contestar, miró al estudiante de un modo raro por lopenetranteyprofundo.

—Bienquelerecéamipatrona,laVirgendelaEsclavitud,paraquelaseñorasealiviase. Le ofrecí también una misa. Ya ve cómo la Virgen me ha hecho caso,señorito.

—¡Yaseve!TúdebesdetenervaraaltaenelCielo.—Sí,señor…—murmurólamuchacha—.Latengo.Paraconseguirtodoloque

escontramí.—¡Contrati!—articulóRogelio,asombradoyuntantoreceloso—.¿Yescontrati

elquemimadresane?—Como sanar…—balbució Esclavitud—, como sanar…, no, señor; y quiera

Diosllevarmeamíantesqueaella.Peroenacabándoseelmalseacabalavela,yenacabándoselavela…seacabanestosratos.

Laexplicaciónhalagó lavanidaddeRogelio, afirmándoleunavezmásqueeraquerido,ynoalamaneradelosniños,sinodelmodoquequierealhombrelamujer,punto enque consistía toda lagraciade tan singular comercio, queno se atrevía allamar, ni aun en sus adentros, amoroso. Aquellas palabras, dulces por el mismoacentohoscoydoloridoconquelamuchachalaspronunció,impulsaronaRogelioaalargarelbrazo,ycogiendolabonitacabezadesuamiga,laarrimóasupechoylaestrechóconternura.Esclavitudrespirabatananhelosamente,queRogelioledijoentonoafectuoso:

—Yatesuelto…Noquierohacertedaño,nisofocarte.—Daño,no—murmurólamuchacha—.Daño,no.

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Rogelio no volvió a estrecharla. Ninguna violencia tenía que imponerse paradespertaraEsclavitud,allíalbordedelacamadesumadre,yenaquellasefusionesde carácter más fraternal que apasionado, cuyo verdadero sentido y objeto ni élmismoacertabaadefinir.Sólosedeslizóapasarlamanorepetidasvecesporelpelorubio,revueltoyabundante.AlavistaparecíamássedosoelpelodeEsclavitud;perodetodosmodos,eramuyagradableacariciarlamadejaondeadaytibia.

—¿Noquieresdormirunpoquito?—lepropuso—.Llevasdosnochesenvelaydebes de estar molida. Si mamá rebulle te despierto. Yo, al fin, he de estardespabilado.

NegóseEsclavitud. ¡Velar tresnoches!Grancosa.Cuarentadíassindesnudarsehabíapasadoalacabeceradelcura,ensuúltimaenfermedad,sintomarotrodescansosinorecostarsearatosenunasillaviejaadescabezarunasiestadecincominutos…¡Velartresnoches!Velaríaellauntrimestre.

—Puessinohasdedormir,entreténme.Cuéntamealgo.—¡Ay,señorito…,puesbuenapersonahaidoabuscarparacontarle…!Quienno

sabenada…—¡Nohas de saber, boba!…Háblame de allá, de la tierra nuestra.Tengo unas

ganas atroces de que me cuenten de allí. Cuando salí era un tapón. Casi no meacuerdo.

Aloír nombrar la tierra, losojosverdesdeEsclava fulguraronen laoscuridad,comolosdelosgatos.

—¿Noseacuerdanada,señorito?—Te diré…Apurando la memoria, me parece que veo, así…muchos campos

verdes,yelmarmuyalborotadoymuyverdetambién…Elloesquesimeacuerdoesdeunmodoconfuso.¿Sabesloquetengomáspresente?Unmarineroquemecogíaenbrazosparabañarme;aésepareceque leestoyviendoahoramismo,másnegroquelabreayapestandoasardina.

—¿Yporquénovaalláaverotraveztodoaquello?—Este año, o poco he de poder, o he de convencer a mamá de que vaya.

PasaremosporMarinedayCompostela.VeremoslaprovinciadePontevedrayladeOrense.Nosatracaremosdeostrasydelangostafresca.¡Allísíquesabráagloria!Tellevaremos.Yaverás.

—¿Amí?—articulólamuchacha,meneandolacabeza—.Amíyaverácomono.—¿Porqué,tonta?—Cuandosemeponeunacosaenelcorazón,aciertosiempre;ysemehapuesto

quevernoveomáslatierra.—¡Anda, pájarodemal agüero!Déjame salir del aprieto de los exámenes…,y

después… ¿Conque la tierra esmuy bonita?Cuenta, cuenta. ¿Cómo es?AseguranqueeslamáslindadetodaslasdeEspaña.

—Y de las del mundo todo, ya se lo dije —contestó con gran persuasiónEsclavitud—. Si viese las rías de Pontevedra… quedaba lelo. ¡Si viese echar el

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cedazodelasardina!—Seráprecioso.Yameestásabriendoelapetito.¿Ylasromerías,consutamboril

ysugaita?—Valemásunafiestadeaquéllas—asegurómuyformallachica—quetodaslas

diversionesdeMadrid.Yo allá erabien alegre, y todos losdomingosbailaba; aquíparecequesemehacaídolapaletilla.

—¿Yquéesesodelapaletilla?Sepamos.Un hueso que tenemos en semejante parte—respondió, señalando al pecho—,

quecuandosecaeescomosi lecayeseaunoelalma:sevaunoquedandomustiomustio…; vamos, así, muy triste, y amarillo, y sin voluntad de comer, hasta quedespuésdealgúntiempo,sinoselalevantanauno,semuere.

—¿Túcreeseneso,chica?—Si es la verdad. Algunas personas dicen que todo lo de la paletilla es una

brujería;peroyohevistoyadosotresquesefueronalotromundopornoquererqueselalevantasen.

—Pues, Suriña, a veces parece que también se me ha caído a mí la paletilladichosa, porque paso esplines y se me quitan las ganas de probar bocado. Tengometido en la cabeza que así que vaya a la terriname pondrémagnífico, hecho unanimal de gordo…, así —al decirlo inflaba los carrillos, para demostrar cómopensabaponerse—.Aquísiempreseréunfideo.Estavidanoesparaecharbuenpelo,no.Cuenta,anda,cuéntamedeallá.

Esclavitud obedeció y empezó a contar sin orden ni genio descriptivo algunospormenoresque,mejorquealatierra,sereferíanasubiografíapropia.«Siendoyochiquilla,ocurrióestoyaquello…UnatardequesalíyoenMarínalapescadelassardas…Cuandoyoaprendíaahacerencajesconlospalillos…Undíaquecocíamoslahornadaennuestrohorno…».Estamismapersonalidaddelanarraciónleprestabasingular encanto para Rogelio. Al hablar la muchacha, parecióle que susdesvanecidos recuerdos infantiles tomaban cuerpo, se destacaban y se le aparecíanclarosydistintos.Elcuartosellenabadeoloresdecampo,amenta,aanís,ahierbareciénsegada.La ilusiónfue tanfuerte,quearrimóhaciasí lacabezadeEsclavayolió.

—Huelesnoséaqué…,asícomoaflores,aaldea.Mientraslachicahablaba,seleponíaaélentrecejayceja,másfuertequenunca,

elcaprichodeir«allá».—Sinovoyallá,nosoynuncahombre.Esloprimeritoquebedepedirleamamá

encuantoselevante.Esunararezanohaberidoyaaveranearallí,envezdeaquelSan Sebastián, tan apestoso y con tanto gentío En sentando los pies en la terrina,dobloymepongolomismoqueunbecerrobravo.

—¡Ay, señorito!—murmuraba la voz deEsclavitud—, ¡qué fea y qué secamepareciótodaesatierraquesepanparaveniraquí!¡Jesús,María!Niuntristeárbol,niunregato,niunamataverde…¿Cómovivenloslabradoresahí?

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—Mejorqueallá,infeliz.Estaesbtierraquedadpanyelvino,mujer.—¡Mimadrequerida!Enesasecurapareceincreíblequecontentaestélagente.

Luego,¡faltarleslavistadelmar!Cuandounoveelmar,mismamenteparecequevela grandeza de Dios. ¿No es cierto que sólo Dios podía hacer aquella cosa tangrandísima?¡Yloquesaledeél!¡AquellasConchitastanmonas;tantísimasclasesdepescados;lasardina,queeselmantenimientodelospobres!

—Hablascomounlibro,Esclavita.Nomeextrañaquedigatuapasionado«NuñoRasura»…

—¿Quién?—ElseñordeFebrero,mujer…—¿Elancianitodelamuleta?—Ese…Puesdicequetúeresuntesoro.Hasdesaberqueestámuertoporti.—¡Bah!…Nohagaburla.—Deveras.Comoquequierellevarteconsigoasucasa.Secreequeacabaráporofrecertesublancamanoysupatacoja.Haconcebido

portiunainsensatapasión,quelearrastraráalsepulcroenlaflordesusaños,enlarisueñaedaddelasilusionesalosochentayseisabrilesnocumplidos.

—Bueno,bueno…Malpocadodeseñor,niconsuspiernaspuede.—Calla,ingratamujer,o,mejordicho,hipócrita.Nadaconseguiráscondisimular

laprofundaimpresiónquehanhechoentisusrizadoscabellos…—Sí,dedifunto—observóhumorísticamentelamuchacha.—Las perlas de su dentadura, y la esbeltez de su talle. Pero no te compongas,

infiel,queyonotepermitiréseguiraesetenorio.Noharástraiciónatusdeberes,omorirásamismanos.Tearrancaréelcorazónsimevendes.

Ledeshizocariñosamentelasconchasdelpeloymurmuróbajito:—Suriñanosevaconelviejo.Suriñaesparamí.¿Quiénselaqueríallevar?Que

selimpien,queselimpien.Suriñaesmía.

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XVII

OÑAAuroraseencontrótanaliviadaaldíasiguiente,queyapudolevantarseunpardehoras,yalanocheinsistióyporfióenquesuhijonosequedaseenelcuarto.

—No me conviene—advirtió—. Te acuestas ni desnudo ni vestido; tardas endormir; teentraelaburrimiento; teponesdepaliqueconEsclavitud,quebienosoíanocheentresueños,yluegoamanecesdesemblantadoydesganado.

Cuandolaseñorahablabaasí,andabalamuchachaporelcuartoarreglandonoséquécosas,ysevolviódeespaldasprecipitadamente,sindudapararecogermejorlaabrazaderacaídadeunacortina,operaciónenqueseentretuvobastante tiempo.Encuantoalestudiante,clavóensumadre losojos, sobrecogido;peroaquellaqueridafisonomía, tanpocoavezadaadisimular sus impresionesy tanconocidaparaél ensus menores repliegues, no expresaba nada más que lo que en voz alta habíanproferidoloslabios,yelestudiante,respirandomejor,accedióaretirarseasucuartoaquellanoche.Nodejabasumadredellevarrazónasegurandoquelefaltabasueño.En la edad del pleno desarrollo, no robustecido aún después de una niñez, si noprecisamente enfermiza, al menos delicada, su fina organización se resentía decualquiercosa,ylastresnochesdemediavelaletraíanyaalgolacio.Sinembargo,alrecogerse a su alcobita experimentó una impresión de pena y de soledad.Acostumbradoaunaatmósferadeternuraydemimos,aandarenvueltoenalgodónen rama, era codicioso de cariño, y bastáranle dos días para contraer el hábito deaquellos tiernos y extraños coloquios, a deshora, con unamujer que le ofrecía talcantidaddeafectoydeadhesión,quenisupropiamadre,alparecer,derramabamásprofusamenteelamorsobresucabeza.SiRogeliopudieseanalizaralmicroscopiosussentimientos,veríaquebuenapartedelencantodeEsclavitudconsistíaenqueallíéleraquienmandaba,yquelamujerdeveinticincoañosquealprontoletuvoporunchiquilicuatro, un «rapaz», ahora estaba a sus órdenes, sumisa, como «esclava»verdadera. Con la madre, por más amante y tierna que fuese, Rogelio siempre sereconocíasúbdito:lacostumbrederespetaryobedecerseleimponía,manteniéndoleenperpetuainfancia.Conladoncella,podíaencambiosatisfacersupuerilvanidadyalavezsuocultoymaldefinidoanhelodevestirlatogaviril,atributodeladignidadhumana.

Poreso lecausógrandisgusto la interrupcióndeveladas tan sabrosas.Apunto

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estuvo de escurrirse de puntillas a eso de la una, y sorprender a «Suriña», paraalegrarle aquella cara que se le había puesto de una legua. Pero ¿y si los cogía sumadre?Creería todas lascosasmalas; tendríaunadesazónhorrible; recaería;acasodespacharíaaEsclavitud…Elinstintodecautela,queenlosmovimientospasionalesse despierta como contrapeso a la fiebre de las determinaciones radicales y de losinsensatos extremos, le aconsejó cierto tino;y al otrodía, comoviese aEsclavituddescoloridayconlasfaccionesafiladas,laacorralóenunrincóndelpasilloyledijoentrebromasyveras:

—Suriña,nomepongasesacaradeviernes.Estanochemeacordémuchodetiydenuestracharla.Semepasabanganasdeir,peronomeatreví.Cuidadito,porcausadelapobremamá.Anda,Esclava,sonríeatuseñor.

Bastó esta pequeña satisfacción para que la muchacha apareciese con mejorsemblante,yaúnsemanifestaseenaparienciacontentaysegura.Rogeliohabíahechosucomposicióndelugar,mitadporinstintodeprudencia,mitadporfilialrespeto:

«Ahora,quesanemamádeltodo,quesereponga:aesoestamos.Mientrasnoseconsiga verla fuerte y buena, que Esclavitud la cuide, y se acabó. Pero mamá seencuentramuyaliviada,yvaaentrarenconvalecencia:dentrodeochoodiezdíasnoquedará rastro del percance. Entonces tenemos tiempo de echar todos los paliquesquesenosantojen.Porquemamásalealacalle,oseentretieneconsutertulia,y…perfectamente.SelohededeciraSuraparaquesepongamásalegretodavía».

Atisbo la ocasión propicia de comunicarle este agradable proyecto. Sujetaincesantementeenelcuartodelaenferma,Esclavitudaquellosdíasnopisabaeldelestudiante; era preciso tomar por centro de operaciones el pasillo, y Rogelio sepropusoesperaralachicaenélporlatarde,pueslamañanaseleibaentrealmuerzoy cátedras. Hacia eso de las cuatro, el entrar y salir de los amigos en la tertuliaintroducíaenlacasaciertaanimaciónydesordenfavorablesalintentodeRogelio.Yla tertulia aquellas tardes se encontraba muy concurrida, porque el género deenfermedad de la señora, no incompatible con la charla y la bulla, imponía a susamigos el deber de acompañarla. No sólo venían los «señores», sino también elpersonalfemenino,compuestocasitododemodestásamasdecasa,queporcarecerdeladesahogadafortunadedoñaAurora,sólodetardeentardepodíanpermitirseellujo de hacer visitas, no sin meditarlo antes a fin de darse a luz con la decenciaconvenienteenlafamiliadeunmagistrado.Aquella tardevinierondosseñorasqueacostumbrabandejarsevermuypoco:ladelpresidentedeSaladonPrudencioRojasy la del exfiscal donNicanorCandás, pormal nombre «LaínCalvo». Si un pintorquisiese simbolizar laDignidad envuelta en los cendales de laModestia, bastábalecopiarfielmenteelporteyrasgosdelaseñoradeRojas.Paraquiennotuvieseelalmadañada y torcida, o embotada la sensibilidad, había algo en aquellamujer sencilla,socialmente insignificante, que obligaba con categórico mandato a inclinarse ydescubrirse.Ensuabriguitode terciopelonegroyaraído,escrupulosamente limpio,trabajosamentepuestoalairedelamodadespuésdeochoodiezarreglosquizá;ensu

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capota, cuyos encajes descubrían el brillo de la plancha casera; en sus guantesnuevos,compradosparalacircunstancia,dedosbotonesnomás,decolorsufridoyoscuro; en sus aretes antiguos —una roseta de minúsculos diamantes—; en susblancoscabellos,alisadosypegadosalassienesconelsupremodecorodeunareinaviuda que ha renunciado a agradar se revelaba más valor, más sufrimiento, mássecreto heroísmo, que en los harapos de ningún pordiosero, ni en el uniforme deningúninválido,nienelsayaldeningunamonja.Elvivientecomentario,ytalvezlamejorclavedelarígidaintegridaddelmarido,eralaaureoladepacienciadomésticaydeserenaaceptacióndelsacrificiocotidianoqueresplandecíaenlaesposa.Loquetenía Rojas de duro y leñoso en su modo de entender y rendir estrictamente lajusticia,losuavizabaladulzuradesumujer,aquienRomahubieseconferidoelcargodesacerdotisadelapiedaddoméstica.Aquellamatronanohabíapreguntadojamás,ni aún a símisma, la razón de que su vida conyugal fuese un continuado acto deabnegaciónquedurabaya treintay tantosaños; sabíaqueensucasa seadorabaelinflexiblesimulacrodelDeberponiendoenelmismoaltarlaestatuasobredoradadelaDecencia,ysinunaprotestasehabíaconsagradoalcultodeambosnúmenes.

NocabíamayorcontrastequeeldelaseñoradeRojasyladeCandás.ComoenlaMagistraturasetienenmuyencuentalosantecedentesdefamilia,noesposibledudarque una esposa, tan cursi que segúnmalas lenguas había sido posadera en Gijón,influía bastante en ciertas sombras que un tiempo empañaron el buen nombre delfiscalyeramotivoparaquesuscompañeros,molestadospor tenerqueseguir tratocon ella, mirasen a su esposo con una prevención que crecía al fijarse en laincorregiblemordacidad,burlónescepticismoysorderaintermitentedelasturiano.Laseñora de Candás, gordiflona, con una lupia al margen del ojo izquierdo, muyempavesada, luciendo siempre vestidos llenos de faralaes y capotas que parecíangaritasoperoles,hablandomedioenbable,llamandoasumarido«éste»,ycontandodelante de cualquiera indisposiciones propias para sepultarlas en el silencio másprofundo, era el tipo perfecto de la ordinariez incurable, enquistada, que resiste albuenejemplo,alairedelacorte,alcáusticodelaburlayalrocedelacorrientedeltiempo,quedesgastaypule,comoladelmar,laspiedrasmástoscas.SidonNicanorprobó alguna vez a civilizar a su costilla, seguramente había renunciado a ellomuchosañoshace;yademás,loscompañerosasegurabanqueparadesasnaraPachitateníaqueempezardonNicanorpordarseunamanodebarnizasípropio,ysuprimirlascrudezasdesuconversación,eldesentonodesusmodalesyelmalgustodesusopiniones;porquehasta lasopinioneserandemalgustoenel fiscal,oalmenos loparecíanporlaformadeexpresarlas.

Lo evidente es que, encontrárase o no al nivel de suPachita—y acaso sólo lellevaba de ventaja la agudeza del ingenio y la superioridad de la instrucciónmasculina—,donNicanorsemostrabaavecescomoavergonzadodesumitad.QuienseapostaseaqueldíaencasadedoñaAurorayvieseentrarprimeroalseñorRojasyluegoalseñordeCandásencompañíadesus respectivasmujeres,podría,sólocon

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aquella observación, deducir la vida psíquica de ambas parejas y ambos hogares.Rojashabíaofrecidoasumujerelbrazoporlaescalera,adelantándoseatirardelacampanilla; y al cruzar la puerta sehizo atrás cortésmente, no sin llegardespués atiempodealzarelportierdelcomedor,dondeyahabíavueltoainstalarselatertulia.Enelmododecolocarseasulado,eneldeasociarseasusprotestasdeinterésporlasaludde lamadredeRogelio, rebosaba lamismaconsideración,elmismodelicadosentimientodereverenciafamiliar,siasípuededecirse;yelmagistrado,respetandoasucompañera,mostrabarespetarseasímismo.ElseñordeCandás,alcontrario,entróconel«sanfasón»detodoslosdías,yporpocosueltaasumujerenelmismorincónenquehabíacolocadoelparaguas.ParecíacomosiPachitaysuespososehubiesenencontrado por casualidad en la escalera, sin conocerse ni haber sido presentados.Perohubomás:mientraselseñordeRojas,conversandoenigualtonodeferenteconsumujerquecondoñaAurora,nosemoviódelasientohastaquelaseñoradeRojashizo la clásica indicación, «cuando quieras, Prudencio, nos iremos hacia casa», elseñordeCandás,derepenteycortandounaarengadePachasobrelorancioycaroqueeraenMadridel«tocín»,dijoconelpeorestilodelmundo:

—¡Ea!,Pacha,cállateylarguémonos,queeshora.Salía el señordeCandás, sindudapara enseñar el caminoa sumujer, que aún

quedabaempantanadaen los cumplimientosdedespedida, a tiempodeespantarungrupodedospersonasquehaciaelfondodelrecibimientosesecreteabanconcalor.Nadie ganaba al socarrón del astur en el arte de hacerse el sueco; pero ver…¡carapuchesivio!Tanto,quealsalirdelacasaaúnretozabaunarisillaenlasarrugasdesuvolterianafaz.

LoqueRogelioledecíacontantoentusiasmoalamuchachaeraesto:—Suriña,lagrannoticia:esteveranoiremosallá…todos.Yamamámelotiene

ofrecido.

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XVIII

NCONTRÁBASElaseñoradePardiñascompletamentedadadealtaysediscutíalaoportunidaddeunasalidaapie,cuandociertamañana,alahoraenqueRogelioteníasuclasedeEconomíaPolítica,queparatalesvisitaseradeshora,llegódonNicanormuy bien humorado y cordialísimo. Se hizo el sorprendido de no encontrar allí aningunodelosacostumbradostertulianos;alocualdoñaAurora,queseconsagrabaala fabricación de unasmedias de abrigo, respondiómuy cuerdamente que faltabandoshoraslomenosparaladelatertulia,y,porconsiguiente,noteníanadadeextrañoquelagentenohubiesellegado.Pero«LaínCalvo»nodebiódeoírestaobservación,porqueconservabaenelbolsillolatrompetilla,limitándoseaformarconlamanounembudoacústico.

—Diga,Aurora:¿nohanotadounacosa?—preguntódespuésderepantigarseenlabutaca,sobrecuyoanchorespaldoestabayaseñaladalaformadesuslomos.

DoñaAurora levantó las pupilas como el que dice: «No; es decir, ¿yo qué sé?Hagaustedelfavordeexplicarse».

—¿Nosehafijadoelotrodía…,cuandovinimosdevisitaPachayyo…?—Sí,sí;ya…,elviernes.—¿LamujerdeRojas,quéabatidaestaba?—¡La pobre! No es muy animada nunca; pero tampoco se la ve displicente.

¡Mujerdemásmérito!ValeunPerú.—No, ella bien se esforzaba en hacer de tripas corazón; ¡pero se le conocía!

Sobretodo,losqueestábamosenautos.—¿Puesquéhapasado?¿Tienenalgúndisgustoserio?—preguntóyaconsternada

laseñoradePardiñas,queestimabayqueríamuydeverdadaladeRojas.—ElJoaquín…,elhijo,eljuez…,melehanvueltoatrasladardesdeunextremo

aotrodeEspaña,alosdosmesesdelaprimeratraslaciónyestandosuseñoraparadaraluz.Asíseconvencerándequeaquínosepuedehacerelquijote,¡carapuche!¡Mire que un rapaz que empieza la carrera, y para estreno se le ocurre tenérselastiesasconunaltocaciquedelasagallasdeColmenar,aquienleguardalasespaldaselministro del ramo!Ya verá, ya verá que no se pueden gastar bromitas con esosnenes. Y ya comprenderá lo que importan aquí legalidades. ¿Que no se puedetrasladar a los juecesmásquea instancia suya?Pues seponeen la realorden:«A

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instanciasuya»,ytanguapamente.Yahuboalgunoaquienleencajaronlacesantía«ainstanciasuya».Ycuandoprotestólesalieroncon«¿Usteddesacataalministro?».

—Pero, señor don Nicanor, eso honra mucho a la familia de Rojas, y almuchacho,quepor lovistoesdelaescueladesupadre.Genteíntegraasíseveyamuypoca.Yonadaentiendo;perorecuerdoqueaquísehizoconversacióndelasunto,y se dijo quequeríanque JoaquínRojas se prestase a unapicardía tremenda, a undespojoqueimportaba…

—¡Mire usted—añadió «Laín Calvo» prosiguiendo en su sordera— que ir unmequetrefecomoélacuadrarsedelantedelministro!LosRojas tienenvena.«Talispater…».Farol elpadre, farol elhijo…Esdecir, elhijo todavíamás farol, aunqueparezcamentira.Porqueelpadre,almenos,nosemeteencamisadeoncevaras:altexto de la ley y se acabó. ¿Que el Código dice blanco? Pues blanco. ¿Que dicenegro?Negro.Rojasesunamáquinadeaplicarlaley.Silaleyhoytrajeseazotesycortar las orejas, andaría Rojas desorejando y vapuleando a la gente. ¡Pero elchiquillo…!Porquesehaleídounaschapuceríasalemanaseitalianas,traducidasengringo,se lasechadesabihondoydefi-ló-so-fo. ¡Fi-ló-so-founxuez! ¡Home,quéfarolería!

—Puesamí—arguyódoñaAurorasinalzarlavoz,porquesabíaaquéatenerserespectoa la sorderadel fiscal—meparecequeen todas lasprofesionespuedeunhombre portarse condignidady condecencia.Les tengo a losRojas, por eso, unasimpatíagrandísima.

—Y,claro—siguió«Laín»—,ahoralodecuartosandamal.Enaquellacasaniseenciende estufa, ni se come principio, ni se hace café. No le llega el sueldo paratraslaciones; sehacasadoconunachicaqueno tieneunochavo,yasíque lacosaapremie, ya bajará el gallo el señorito. La necesidad enseña más que lasUniversidades.Yaledomarán.Comounguanteestarádentrodeunaño.

Persuadida de que no conseguía nada con protestar, doña Aurora continuabamenguando el talón de sumedia, limitándose a hacer gestos negativos, porque sugeniovivarachonoleconsentíaasentiralasatrocidadesdelmalignosordo.

—Todos allá, cuando rapaces, empezamos por echárnoslas de plancheta…, ¡yluegoamainamos,vayasiamainamos!Osino,esquererpasarunavidamiserable.YaveráustedcómoelramalazoquehacogidoaJoaquín lealcanzará tambiénasupadre.Selaestánarmandoconqueso.Nopasaelañosinquelejueguenalgunadepuño:gorda.¿Nopuedentrasladarle?Lejubilarán.YonosoyantiguallerocomodonGaspar y los otros; pero tengo que reconocer que enmis tiempos laMagistraturadependíamenosqueahorade lapolítica.Lascosasvienenasí,yhayque tomarlascomovienen.EstosseñoresestánsiempreenBelén,¡carapuche!¡Menosenpolvo!Abienquelacamadanuevalaentiendemejor.Aquísoyyoelúnicodelatertuliaqueviveenelmundo.Sinofueselarenegadasordera…

—Amínomevengaustedconsorderas—protestólaseñora—.Diosmelibredesordosasí.Oyeustedmásquequiere.Amídéjemeusteddecuentos,¿eh?Nonacíen

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elañodelostontos.—Y el que está más chiflado de todos —advirtió «Laín» haciéndose el

desentendido—eselbuenodedonGaspar.Ese,yaguillatiporcompleto.Havueltoalainfancia.Tendremosqueponerleamadecría,oalmenosniñera.Esoquiereyporeso suspira; y anda buscando robarle a usted la que usted escogió para su chico.Habloformal;tanciertocomomellamoNicanorqueletenemosvueltotarumbaporsu doncella de usted, por la Esclava o como se llame. Ningún rapaz de veinte seenamoraríatanfuertedeella;estoysegurodequeaRogelínnoleentróasí,home.

Al nombre deRogelín, y sobre todo al percibir el tono en que lo pronunciabaCandás,lamadreseestremeció,dejandocaerenelregazolacalceta.

—LodeRogelín—continuóconlamismabonachoneríaelsordo—estannaturalenunrapaz,queseríaparahacersecrucessinosucediese.Claro:unamujeragraciadadeveinticinco,ymimosa;un rapazdeveinte…,¿quéhabíadepasar, señores?Quehoy temiro,quemañana te toco…,queelcariñínenelpasillo,queel retozoen laantesala…Rapazadasquesecaendesuyo.

Laseñorasaltabaenelasientolomismoqueunmuñecoderesorte.—¿Usted sabe lo que está diciendo?—exclamaba—. ¿Le parece a usted bien

lanzaresascosastanserias«porquesí»,sinpruebanifundamentoninguno?¿Nohaymásqueechar la lenguaapaseoycaigaelquecaiga?Rogelio…, ¡infeliz criatura,quenoescapazdesemejantestrastadasencasadesumadre!…

—Bueno; si yo comprendo que usted le dé poca importancia y lometa a risa,porquesondemoniurasquelaedadlastraeconsigo…;yporeso,cuandoelotrodíalospilléen laantesalamuyentretenidos,hechosuncaramelo,díjelesparamisaco:«Eso,niñines:adivertirse,queeslaleydeDios».Perosipiensoenelotroestafermo,consusochentadelpico,tododerretidoenbabas…:home,lebajaríaloscalzonesyledaríaunamanodeazoteseneltafanario,porarchimemo.

¡A doña Aurora sí que se le pasaban ganas vivísimas de ejecutar la mismaoperación con el empecatado sordo! ¡Contar aquellas enormidades, y contarlas deaquel modo traidor, que ni daba lugar a rectificaciones, porque con la farsa de lasorderapodíadecircuantoseleantojase,sinatenderalasrazonesencontra,niaúnalos mentís! Era para envenenarse la sangre de rabia… Era una burla supina,descarada,insufrible.¿Yellahabíadeaguantarla?Esosíqueno.LabilisdelaseñoradePardiñassealborotaba:lasangrelehervíaenlasvenas.

«Sordo infame, sordo de mentirijillas, revoltoso y chismoso de verdad, raposamalvadayastuta,ahoratelodirédemisas».

Levantóse del sillón y acercándose rápidamente a «Laín Calvo», le metió lamano,con ladestrezadeun tomadordeoficio,enelbolsillodelgabán,sacandoelestuchequeconteníalatrompetilla.Yantesqueelsorprendidofiscalpudieseevitarelataque, doña Aurora había sacado el cañuto de plata, encajándolo en el conductoauditivodelasturiano,acercadolabocaygritadocontodasufuerza.

—Paramípóngaleustedsiemprelatrompetilla,o,sino,determíneseaoírloque

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lecontesto.EsodeRogelioyEsclavalo inventaustedconsumaliciotacondenada,¿oye?Miniñonoseducealascriadasdelacasadesumadre,¿oye?Lagentenoandatansueltanitandescaradacomoustedlapinta,¿oye?,¿oye?Ylaspersonasdecentesse diferencian, ¿oye?, de los pillos. Y yo no soy tan borrica, ¿oye bien?, que sisemejantescosazasmepasasenpordelantedelasnariceslasfueseaconsentir.Yamíme gusta poco la gente maligna, ¿oye?, porque siempre echo la cuenta, ¿oye?:«Piensaelladrónquetodosloson».

Acabadalafilípica,laseñorasedejócaertodasofocadaynerviosaenelsofá;yelastur,llevándoseambasmanosasuamarillentacalva,exclamóconacentodolorido:

—¡Carapuche!,Aurorina…Meharotoeltímpano…Conotracomoéstamedejasordo.

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XIX

ERO apenas el truhán de «Laín Calvo» se hubo ido, y calmándose un poco laindignación y la cólera, dando lugar a la reflexión, doña Aurora, ejecutando sumovimientofavoritoderascarseelmoñoconunaagujadelacalceta,llegóaformularcategóricamente el indefectible «¿por qué no?» de todas las desconfianzas. Sinnecesidad de gran perspicacia, sin poseer la agudamalicia del fiscal, con sólo lasnociones más elementales del sentido común, bien podía venirse a la memoria eimponerse al entendimiento todo aquellode«el fuego junto a la estopa…», con lootro de «entre santa y santo…», etc. Y por una serie natural de razonamientos,propiosdesubuensentido,llególaseñoraacaerenelextremocontrarioasuprimerimpulso,acusándosedeconfiadaendemasía,deneciaysimple,porqueniunasolavezselehabíaocurridolaposibilidadyaúnlaprobabilidaddecosatanobvia,hastaquese la indicaraunapersonamaliciosayextraña,cuandoella teníaobligacióndeprecaverla a tiempo. «Lasmamás padecemos esta picaramanía de pensar que losniñossiemprehandeserniños…,ylosañosvuelan,yellos lleganahombres,yelbigote no nos pide permiso para crecer… Cuando no creemos que siguen siendochiquillos,damosenfigurarnosqueyasonviejosyformalescomonosotros…:otroimposible,otrabobada…Laedadpide lo suyo,yesunamajaderíano sospecharlosiquiera…Lomaloaquíesquetenemosalenemigoenlaplaza.¡Ylohemetidoyomisma!Nada, leabrí lapuertay ledije:paseusted.Sobrequelasituaciónespocodecente, desairadísima paramí, he duplicado el peligro y la gravedad de todas lasconsecuencias que pueden sobrevenir…, ¡y tanto como pueden!Ello es que yo noesperé nunca que Rogelio fuese toda, toda la vida un santo; pero esto… así, adomicilio…».

Otra rascadura en elmoño le sugería el contrapeso lógico de tales reflexiones:«Esmuycreíblequeeltiñosodelviejohayacalumniado,porelgustodecalumniar,aminene,yalapobreEsclava.Yonotengotanmalojoparaconoceralaspájarasdecuenta, y Esclavame gustó,me llenó precisamente por su tipo formal ymodesto.Verdadquelosantecedentesdefamilianolaabonan,yquetienemalasangreporloscuatrocostados;peroeso…,enesosellevaunochascosgrandísimos:lagentenoescomo los pimientos, que salen gordos o ruines según la semilla. Nada; aquí notenemos sino un camino que seguir: observar, no dormirnos y procurar que el

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muchachosedistraigaporahífuera.Segúnloquevayapescando,asíharé.Yonovoya cometer la barbaridad de echar a la chica de buenas a primeras. Si todo elloresultasepaparruchadadedonNicanor,seríauncargodealma.Ysiesverdad,podíaalborotársemeelchico…ytendríamosuna…Estasprimeraschifladurasy tonteríasdelosrapaceslesentranmuyfuerte.Andarsecontiento.Aurora,figúratequeeresdePolicía y que temandan seguir la pista de un crimen…Ojo alerta, calma ymalaintención».

Ningún programa se cumpliómás al pie de la letra. Dedicóse la señora desdeaquelmismo instantea repararel tiempoperdido: tanconfiadaynoblotacomofueantes de concebir recelo alguno, tan suspicaz y escamona se volvió desde que lasospecha vino a hacerle cosquillas con sus dedos rápidos y fríos. Espiaba condestrezayconunsosiegoperfecto,sindejarsaliralexteriorlaspreocupacionesdelánimo.Entodamujer,en lamássencillayfranca,hayunpolizonteengermen; loshábitosdedisimulocontraídosdesdelaniñezleshacenfácileloficio.

Paranoalarmarniponersobreaviso,discurriódoñaAuroranovigilaralosdospresuntosculpables,sinoaunosolo;porquesiéstecomunicabaalotrosustemoresrespectoal espionaje, elotro losdisiparía asegurandonohabernotadocosaalgunaquealarmardebiese.Yenefecto,enelpresentecasonopuedenegarseque,vigiladaEsclavitud, sobraba atisbar a Rogelio. Así se practicó. La señora, usando de underechoindiscutible,estudióminutoporminutolasacciones,pasosymovimientosdesucriada.Supoaquéhora sedespertaba;quéhacíadespuésde levantarse; cuantasvecesyconquéfinentrabaenelcuartodeRogelio;enquéempleabalatarde;aquésededicabamientrasdurabalatertulia;cuándoserecogíayenquémomentosoplabala luz. Y, preciso es confesarlo, al pronto el resultado de estas averiguaciones fuecompletamentenegativo.Esclavitud,nobiensalíadesucuarto,seconsagrabacomosiemprealoschocolates,ydespuésasuaseopersonal,sinacicalarsenihacerseesosmoñosdefiguradesorbete,únicolujodelasdomésticasmadrileñas.Paraarreglaryasear las habitaciones de Rogelio, despachito y alcoba, escogía las horas que elestudiantepasabaenclaseoenpaseo:nuncaibaestandoél.Esclavitudnosalía losdomingos sino a misa; por consiguiente, tampoco veía a Rogelio fuera de casa.Durante la tertulia, Rogelio no se movía de su rincón del sofá, ni la muchachaabandonabasucestaderepaso,exceptoparaabrirlapuerta.Ylasnochesenque,anoveniralgúnestudianteamigótedeRogelio,ésteleíaperiódicososalíaalosteatrillosaverunapieza,Esclavitudse laspasabaensucuarto,cosiéndosesupropia ropaodedicándosea faenasanálogas.Nadasedescubríaquepudiesedarpábuloaciertosrecelos, y la señora se dormiría tranquilamente, si sus condiciones de observadorafuesenmásvulgares.

Peronoeraellamujeraquienselepasasenporaltovariascosillasinsignificantesen apariencia, y en realidadmuy significativas y aún escamativas para unamamáavispada; cabos sueltos tras los cuales suele salir toda una madeja larga yenredadísima.Estosindicios,señalesoguionesparalaspesquisasdelacelosamadre,

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eran del género siguiente: a la hora de almorzar, al traer Esclava las píldoras o eljarabe ferruginoso, al presentar a Rogelio sus manjares preferidos, establecíasealguna vez (y que no se lo negasen a doñaAurora, ella bien lo había guipado) untrueque de miradas lánguidas, de «carnero a medio morir», o encendidas ychispeantes.AlllamarelestudiantealacampanillaylevantarseEsclavitudparaabrirla puerta, la muchacha mostraba un apresuramiento que estaba muy lejos demanifestar cuando tiraban del cordón los vejestorios tertulianos; es evidente queconocíaalseñoritoenelmododellamaryhastadesubirlasescaleras.SiEsclavitudplanchaba ropa de Rogelio, hacíalo con primor y esmero muy especiales; y estemismosíntomapodíaadvertirseenelarreglodelahabitaciónyenelserviciodelamesa.Algunasnoches,alsalirdecasaRogelio,lamuchachaleesperabaenelpasillo,trocabanbrevesfrases,peroenvoztanbajaquenopodíaoírseeldiálogo;estomismoocurríaporlamañanaalregresardeclase,ysiemprequenoestuvieseenlaantesaladoñaAurora.Porúltimo,yesteindicioeradelosmáselocuentes,Rogeliosehabíaresistidodosotresvecesaacompañarasumadreparasalir,yaunqueporfincedía,ibaasazmohínoyconlasorejasgachas.

Nimásnimenosque estopercibió la señora; ello bastabay aún sobrabaquizáparatenerlaenascuaseinspirarledeseosderesolverdelmejormodoposibleaquellaambigua situación y desenredar la madejita, que amenazaba ser con el tiempo unenredodedosmildiablos.Noseatrevíaamoversedecasapornofacilitarocasionespeligrosas;peroestopuedehacerseundía,dos,tres;noprolongarsetodouninvierno,amenosdecriarmoho.Rogeliohabíamanifestadoyarepetidasvecesgranextrañezaviendo suprimidas las correrías matinales en simón. «Mater, estamos abocados apresenciar graves trastornos si continúa tu retraimiento y sigues desdeñando a lasaúreascarrozasquealpiede losmurosdenuestropalacioesperanque terecuestesmuellemente en sus recamadas alcatifas para dedicarte a tusmatutinos quehaceres.Prepáraseimponentemanifestaciónenquetomaránpartediezmilfaetonesdepunto;pronunciaránse discursos en la dulce lengua del trovador Maclas y en la jergaelocuentedelduquePelayo.Tienenpedida lapalabraMartín,elBuloniu,yJosé,elCabaleiro. El Gobierno ha adoptado precauciones, y el duelo se despedirá en lataberna».

Los tertulianos, informados del retraimiento de la señora, también se creíanobligados a soltar su discurso de higiene. «Amiga doña Aurora, no hay queapoltronarse.Cuidaditoconcriarhumores,quedespuésdanquesentir.Míremeustedamí:lasaluddequegozoylabuenadisposiciónenquemeencuentrolasdeboamicostumbredequenopasedíasinsalirysinandarapieregularesdistancias.Menosde una legüecita, no se esparce la sangre.Yo, desde queme rompí el hueso, andomás». Estos consejos eran del excelente «Ñuño Rasura». «Muy convenienteconsideroelejercicio—añadíaelseñordeRojas,consusentenciosaformalidaddecostumbre— para el cuerpo, y, si ustedes me apuran, para el alma. Andando, sedistrae…,vamos,elespíritu.Nohaycomounpaseíto,ysiunoseaburre, lomejor

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quepuedehacerseescontar laspiedras, losárboleso losnúmerosde lascasas».AdoñaAurora,talesadvertenciasacababandesacarladetino.«Esmonomaníalaquetienetodoelmundodeaconsejarydecuidarleauno,sinsaberniloqueleconvienenidóndeleaprietaaunoelzapato.Estosseñoresparecequeseempeñanenqueaquísuceda… lo que no debe suceder. Vaya, con razón dice aquel truchimán de donNicanorqueestánenBabiatodosellos».

No obstante, doña Aurora iba persuadiéndose de que la encerrona erainsostenible,ylairritabapensarquetalvezsetomabauntrabajoexcusado,porquelainclinación de los muchachos no llegaba a extremo que justificase tantasprecauciones;y,dellegar,elimpedirlesqueseviesenasolaseracomoponerpuertasal campo. Ocurriósele entonces un expediente para salir de dudas y medir lamagnituddelriesgo.Mandófabricarsecretamenteunllavínparalapuertadesupiso;y,yaprovistadeél,salióalacalledemañanaenunodesustrenes,eldeMartín,pormásseñas;y,despidiéndoloalpocorato,volvióasucasaapie,abriósinhacerruidoy se dirigió, pisando blandamente, al cuarto-leonera, donde supuso que debíaencontrarse Esclavitud. Así era. La halló haciendo labor, como de costumbre,tranquila,conelairereconcentradoypensativoquelacaracterizaba.

—¿Dónde está el señorito?—preguntó doña Aurora de súbito, sin dar tiempoparaqueEsclavaadoptaseprecauciónalguna.

Ylacriada,alzandoelrostrosereno,omásbienmelancólico,respondió:—Meparecequeestudiandoensucuarto.¿Cómoentró,señora?Nohesentidola

campanilla.—Es que salía Fausta —explicó doña Aurora atropelladamente, cogida en el

garlito,lomismoquesifueseellalaculpable.Hastasintióencendérseleloscarrillos.¡Aquelloeraloquesellamaunparchazo!¡Tantosmisteriosytantospreparativosdellavínparaencontrarseconqueencasanosucedíanadadeparticular,yquecuandopensósorprenderunpecaminosocoloquio,sóloencontrabalacalmayelorden!Y,sinembargo,noseconvencía,no,señor;queseconvencieseeldiablo.«¿Seráestachicamáslagartadeloquemefiguro?¿Meestaráenvolviendosinyopensarlo?¿Sereirándemílosdos?Porquelasmiraditasyloscoloquiosalentrarysalir,ylaspocasganasque tieneminiñode echarse a la calle…, esonome lo quita nadie de aquí; lo hevisto, y lo que veo…, nada, que lo veo, y ya pueden predicarme después frailesdescalzos. Con salirme fallida esta emboscada, en vez de sosegarme creome voysobresaltandomuchísimomás.No,puesyonomedejometereldedoenlaboca.Paradefender a mi hijo, todos los medios humanos he de apurar; a mí no me cogendesprevenida;porsíoporno…Medamiedoestamuchacha.Laveoyoasí…,nosécómo,peronomegusta.Tieneuncaráctermuydeallá,quetodoseloguarda,ynohay nunca seguridad con ella, porque no se descubre. Pues a pillo, pillo ymedio.Deja,deja,queyotebuscarélasalida,yhadesersalidadecorosa,sinquetepuedasquejar;alcontrario,hasdetenerquedarteporsatisfecha.Yahora…,unclavosacaotro clavo, los rapaces son rapaces… Voy a proporcionarle entretenimiento a

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Rogeliño. Voy a darte una rival…, y bien bonita. Espérate, rapaza…; contra tretaretreta;yaencontréquienhadedesbancarte».

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XX

Nefecto:niveinticuatrohorastardólamadreenarreglarleasuhijounaentrevistaconlarivaldeEsclavitud.Elpuntodecitafueenlapropiamoradadelasusodicharival, morada oscura y que olía medianamente, como suelen oler todas lashabitacionesdegentedesulaya;porlocual,paraqueRogelioseenterasebiendeltalleyportedesunuevoquebraderodecabeza,huboquesacarlealpatiosinningúnartificiodecoquetería,yaúnpudiéramosdecirqueenestadodecasitotaldesnudez,puesnocubría sus esbeltas formas sinounamantaviejaqueeldueñodel tallerdecoches,AgustínCuero,seapresuróalevantarafindequenadavelasesusencantos.

Eraunamonadadejacaandaluza,alazana,concabosnegros,decabezachicayenjuta,denerviososremos,delucioyacopadocasco,depeloirisadoafuerzadeestarbrillante,deentreabiertasfosasnasalesmássuavesquelaseda,deojollenodefuegoy dulzura; joven, leal, gallarda, animosa; un animal de esos que honran la razacaballarespañolaconlahermosuradesuestampaylainteligentegenerosidaddesucarácter. Agustín Cuero no le escaseó elogios hiperbólicos, fingiendo que seenternecíaaldesprendersedetanricapieza.

—LeaseguroalaseñoraqueotramásbonitanosepaseahoyporlaCastellana.Notieneunamacasiquiera.Yesunasanta,esunaseda,lamanejaunniñodepecho.Con toda la sangre que le sobra, no es capaz de unamala partida. Así es que unhombre le toma ley, vamos, y parece que cuando uno la vende es como si se lellevasenaalguien,esundecir,delafamilia.

—Sí—respondiólaseñora,metiéndoseachalana—;perotambiénnomenegaráusted que esta clase de caballos no está ahora demoda. Los elegantes tienen unaleguadepescuezoysondefigurademondadientes.

—Bueno,losingleses…;unamoda«redícula»,comomuchasquehay;yésossonparaciertosseñoritosyconciertascircunstancias…,pues.ParaelHipódromoyesasfarsas. Una jaca como la que está viendo la señora siempre tendrá partido. Bienemperrado que anda el «Baraterín» en comprármela; en pleito estamos porque noquierellegaralprecioqueyolepongo.Ahíelseñoritopodrádecirlo.

—Es verdad, mamá—afirmó Rogelio, mientras halagaba el anca de raso delsimpático animal—.Soy testigo.Agustín le pidió lomismoque a ti, y el torero ladejóquedarpordiferenciasdedosonzas,yestáchaladoporella.Laandarondando.

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¡Lehacemásvisitas!…—Pues que no la ronde, que es tuya —exclamó la mamá decisivamente,

recreándoseenverelrostroestáticodesuhijo,quealoírestapalabradivina,conunimpulsodeesosquenosecalculan,echólosbrazosalcuellodelajacayleplantóunachuchóncompletoenelhociconegroysuave.

Convenidoyaelprecioy lahoradecobrarlo,doñaAurora indicóalgosobreelcuidado de la jaca, proponiendo a Agustín dejársela en pupilaje; pero Rogelio,excitado,casiconvulsodefelicidad,nopermitíahablaranadieni tomarresoluciónalguna.

—Tú no sabes, mamá…Yome encargo de eso, déjame a mí… Sí que he depasarme yo un día solo sin enterarme de cómo anda la jaquita mía… Todas lasmañanasytodaslastardeslahedeveralaseñorajaca…Tedigoquelodejesdemicuenta…

AcabódoñaAuroraporaccederyotorgarleplenasfacultades.^-Bien;puesallátú…Cuandosetratódeponernombrealajaca,elmuchacho,sonriendo,murmuró:«LallamaréSuriña».Los afectos cardinales del alma humana dictan a veces rasgos de maravillosa

inspiración: la señora había comprendido, iluminada por el amor maternal, que,tratándose de un hombre de veinte años, ymenor aún que sumisma edad, no hayrival mejor contra una hembra que un caballo bonito. El caballo no es solamentedistraccióndeunpardehorasaldía,sinoocupaciónypreocupaciónconstante,desdequeamanecehastaqueanochece.Enterarsedeloquecome,ydesilerobanonolacebada;versiestálimpioysehanpracticadoconéltodaslasoperacionesdetocador—y el tocador de un caballo fino lleva casi tanto tiempo como el de una mujerprimorosa—; luego,esacomunicaciónafectivaqueseestableceentreel jinete,queporprimeravezdisfrutaelgocedeuncaballo,yelanimal;esaternuraquenacedelaposesión;esetruequedemonerías,elazúcarrobadoalalmuerzoparairadárselo,elpanfrescoescondidoenelbolsillodelchaleco, ladichaqueproduceelrelinchodejúbilodelanimalcuandosupenetranteolfatoysudelicadapercepciónledicequeelamoseacercaconlagolosina…Después,lasinquietudesporlasalud—uncaballoocasionatantascomounniñochico—:«Señorito,estajacanoséquétiene…hoynoha comido el pienso. Le noto los ojos tristes». «Señorito, hoy la jaca no ha…».¡Quién lleva lista de los innumerables achaquillos que puede padecer una jaca!Despuésdetanmúltiplescuidados,aúnquedaotroordendeellos,relacionadosconloquepodemosllamarlasgalasdebodadelaequitación:elgalápagodelamejorpieldecerdo, crujiente,diminuto,mono;el sudaderode rico fieltroconcifras inglesas;los acerados estribos; la sutil cabezada, que deja lucir toda la gracia de la gentilcabeza;yparaeljinete,ellátigodepuñodepialacincelado,losguantesdelTirol,elajustadocalzóndepunto,lasbotasmuelles,lacorbataconherradurasblancassobrefondo gris… Todo distracción, todo embeleso en la encantadora luna de miel del

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muchacho con su jaca. ¡Yqué emoción al sacarla! ¡Quévanidad al lucirla con losamigos! ¡Qué inexplicable deleite al pasearla en las frondosas arboledas de laMoncloa,alveracercarseuncarruajeencuyofondosereclinaunabellaenlutada,ybajo la fascinación del mirar de la gentil desconocida, ostentar la montura, hacerpiernas,caracolearylucirsugallardía,cubriéndoladeespumaysudor!¡Quéplacerirvariandodeaires,yaalrítmicopaso,yaalanimadotrote,yaalardientegalope;yalhalagarconunacariñosapalmadaelcuellodelobedientebruto,sentirleresoplardeplacer, estremeciéndose todos sus sensibles nervios y su vigorosa y enjutamusculatura,comotalledejovencillaalrodearloelbrazodeágilparejaydisponersealvals!

Indudablemente,lodelajacasíquehabíasidogranrecursoeideafeliz,hijaalfinde la experiencia y muy superior a aquel ardid vulgar de echarse novia, que seofreciera al candor de Rogelio como arbitrio soberano para curar su incipienteenfermedadamorosa.Ahoranonecesitabasumadrepedirlequesaliese,ni inventarpretextosconqueecharloalacalle.Espontáneamentenohacíaelchicomásqueiryvenirdesucasaalacuadradelafavorita.Elinviernocejabaya;losúltimosdíasdemarzo eran, a pesar de la mala fama de este mes versátil, claros, templados yhermosos; y todas las tardes, desde las tres, salíaRogelio a gozar de los primerossoplos primaverales, ya solo, ya con amigos, ya con el picador, volviendo alanochecer, dominado por una sana fatiga física, embriagado de aire puro, libre demolicies ymalas sugestiones, penetradode la alegría del paseo.Entre esta veta deactividadquesumadrehabíadescubierto,yelestudio,indispensableporquelaépocade los exámenes se acercaba amenazadora, ¿cuándo ni cómo había de encontrartiempodeatenderaEsclava?

Noporesosedormíalamadreniabandonabaelbienconcebidoplandedefensa.Undía,donGasparFebrero,habiendomadrugadoalgomásque losotros tertulios,vino a quedarse a solas con la señora de Pardiñas, y, según costumbre, trajo laconversaciónhaciaEsclavitud,elogiándolade tandesatinadamanera,que laseñorasintióciertadesazónenlosnervios.

—Precisamente—dijodoñaAuroracuandoelancianolepermitiómeterbaza—tenía que indicarle a usted, a propósito de esa chica… Pero prométame que meresponderáconfranquezaabsoluta,comoamigosviejosquesomosya.

—¡Pues no faltaba más!Mi simpática Aurora, ¿cuándo no?… ¿En qué puedoservirla?

—Veráusted…Unacosaque semehaocurrido aquí por lasmañanas, cuandoestoysingenteyelrapazenclase…Comoustedsevaaquedarmuymal,creoyo…,asíqueFelisaemprendasugranviajataaFilipinas…,yo…enmideseodequenoecheustedtandemenosesoscuidadosaqueestáacostumbradoya…,¿nolepareceausted?

—Veamos, veamos. Siendo de usted la idea… Usted discurre siempre muyjuiciosamente,amiguita…

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—Como me ha dicho usted tantas veces que le agrada el modo de servir deEsclavitud…

Elgallardoancianohizounbriosomovimientodehalagüeñasorpresa,afianzósusespejuelos, se apoyó en la muleta, inclinándose hacia adelante, y, desatentado,trémulo,sinacertaraformarlosperíodos,exclamó:

—Amiga, amiga, amiga… ¿Qué me dice usted, qué me dice usted?… ¿Hareflexionadoantesdehablar? ¡Desprenderseusteddeese tesoro,deese tesoro!Mellena usted de agradecimiento, sí, señor…; pero, en conciencia…, no, no puedoconsentir…¡Adóndellegalaamistad!Ahoraloveo,Aurora…No,peroyonosoyunegoísta…No,ustednohabrámeditado…¿Lodiceustedformal,formal?

Sintiólaseñoraelaguijóndelremordimientoanteestagratitudextemporánea,ysedioprisaaañadir:

—Mireusted:siseríaconvenienteparamítambién;hastaparamí.Haysupartedeegoísmo,donGaspar;noestodovirtud.ComoesteañoproyectollevaraRogelioaqueconozcanuestratierra…

—Razón de más, amiguita, razón de más. No puede usted prescindir de unaservidora semejante viajando. Están muy malos los tiempos… Ahora, con lasHiginias que corren, ¿quién suelta una Esclavitud?… ¡Ah, una Esclavita de esamarca!¿Usted,ustedlohapensado,loquesedicepensar?

Alhablarasí,«ÑuñoRasura»pegabasaltosensubutacayhacíaconlamuletaelmolinete.Susojosbrillaban;sucuerposeerguíacomoeldeunmuchacho,yafanososobrealiento agitaba su esternón. «Dios nos asista—pensó doña Aurora—; a esteseñorlevoyatenerquerecogerdelsueloconcucharita».Ycomoguardabasilencio,aparentandohallarse conmovidapor los argumentosdel buen señor, éste añadiódepronto,conenergía,amaneradeniñoquesedejaconvencerparatomarunjuguete…

—Pero,esdecir…,yacomprendoquelaamiguitalohameditadobien,enelmerohecho de proponérmelo a mí. Conozco que tiene fundamento lo que usted alega,mucho,mucho,Aurora…Viajando,sevamejorsolo:elhijoconlamamá…,claro,perfectamente.Puespormí…,bastaque sea indicacióndeusted, acepto, acepto…,¿oyelaamíguita?,acepto.

DoñaAuroradiscurría:«Ciertoqueaveces irritaun truchacomodonNicanor,quetienelamaliciaporarrobasyescapazdepensarmaldesupropiamadre;perotambiénestosinocentones,quenuncaseenteran…,vamos,haydíasenqueleponenaunolosnervioscomocuerdasdeguitarra».

VencidosyalosescrúpulosdedonGaspar,élmismocombinóydesarrollóelplandecampaña:alausentarselahija,Esclavitudentraríaaserviralpadreenconceptodeamadellaves.Elochentónañadió,restregándoserepetidasveceslasmanos:

—QuenoseentereCandás…Noquierobromasinconvenientes.

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XXI

ADAtranspiródeestaconjuracióndoméstica.GuardosilenciodoñaAurora,porquelasmujeressabencallarmuybiensiseloproponenysiestánenjuegointeresesdesucorazón; y don Gaspar se cosió los labios, porque temía más que al cólera a lascuchufletaseinsinuacionesdelfiscal,yotrotanto—revelemosestasinterioridades—a la fierezade suhijaFelisa.Lacual, suspicazcomounaesposa, alarmadapor losinstintos de elegancia, sociabilidad y galantería del anciano, se había dedicado abuscarle lomásfeo,zafioe intratabledel ramodemaritornes,porquesiempreveíaperfilarse en el horizonte la fatídica silueta de una madrastra. Hasta que Felisaemprendiese su viaje hacia la quinta parte del mundo, no se atrevía el viejo nisiquiera a indicar el propósito de llevarse consigo a tan dulce y linda sirvienta.Costábale mucho trabajo reprimirse y esperar, porque su senectud era niñezantojadizaeimpaciente,ycuandotardabaencumplírseleundeseo,adejarsellevardesusimpulsos,hubierapateado.Eldesahogoquetomabaeracogerleslasvueltasalostertulianospara encontrar sola a doñaAurorayhablarle difusamente, comohablanlosviejos, de susplanes, de lobienque iba a estar conélEsclavitud, de todas lasatencionesqueleprodigaría,delofácilqueesserviraunhombre«pelado»,conotrascosasdelmismojaez.Ycuando,porhabergentedelante,nopodíaexplayarseelbuenseñor,dirigíaasu«amiguitarespetable»miradasyguiñosdeinteligencia,lesonreíasinmotivoy,enfin,buscabasalidaaaquellaplenituddeespíritudignadeotramásardienteedad.«Diosnosconserveeljuicio—reflexionabalaseñora—.Noséporquénospasmamosdequesechiflen los rapaces,cuando los señoresmayoresseponenasí.Aún a los rapacesmismos no les da tan fuerte.Voy a comprar unos pañuelostamañoscomolaSábanaSantaparalimpiarlelasbabasaestebenditoseñor.Eldiablome lleve si noestá rabiandoporque lahija tome lasdeVilladiego,para recoger aEsclavitud más corriendito. Si yo no supiese que por otra parte es una personabonísima,yquelamuchachatampocomeparececapazdeunamalapartidaconél,tendríaalgúnreconcomio.Porquenadieescapazdesaberadóndelleganestascosas,y si le da por casorio o una barbaridad semejante…». La idea era tan bufa, donGaspar casado con unamuchacha de veinticinco, que la señora de Pardiñas se riosola,yelmonólogoacabóporunarascaduradeagujadecalcetaenelmoñoyestecorolario:«Yonotengoculpasillegaasucederalgúncasoestupendo.Proporcionarle

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una buena colocación a una buena criada no es delito. Lo que siento es que esaempalagosadeFelisaFebreronuncaacabadetomareltoleparaFilipinas».

Eraverdadque sedabaunacalmaenemprender el camino,hechapara freír lasangreaquientuviesegeniomenosprontoquedoñaAurora.Loquelaimpacientabay desesperaba era que ya iba acercándose la época de exámenes, después de loscuales tenía determinado salir a Galicia; y ni dejar a Esclavitud ni llevársela leparecíafactible.DonGaspartraíanoticiasdeléxododesuhija,concaramásalegrecuantomás se acercaba el plazo. «Ya está arreglando baúles… Se ha enterado desalidasdevapores…Eljueveso,atodotirar,elsábado,andandoparaCádiz…».Porfin,undíallegóconelexteriormásradiante,másolímpicoquenunca,bajolaaureolade sus hermosos rizos blancos. «Amiguita doña Aurora, esta tarde se nos va…».Convínoseenque,por respetoshumanos, sedejarían transcurrirdoso tresdías sinhacerlelaprimeraintimaciónalasuciaytoscaextremeñaqueasistíaadonGaspar,yensignificaraEsclavitudelcambiodesudestino.«LaamigadoñaAuroraseencargade eso…», indicó el ochentón. Pero, aunque dejando su espíritu encomendado enmanosdelaseñoradePardiñas,comoaldíasiguiente,enocasióndedarelhigiénicopaseocotidianoa lapatacoja, cruzase laPuertadelSolypasasepordelantede laconfitería de «La Pajarita», no pudo reprimirse: entró, e hizo pesarmedio kilo decaramelosybombones.Losguardófurtivamenteenelbolsillointeriordelgabán,yalllamarencasadePardiñasyabrirleEsclavitudlapuerta,miróalrededor,echómanoalafaltriquera,y,sacandoelalcartaz,selopasóalamuchachacomopodríapasarleunbilleteamoroso.«Fresquitos», fue loúnicoqueensugran turbaciónacertóadecir,entregandoladádiva.

ContrariedadyesfuerzoytragaduradesalivacostóadoñaAuroradesempeñarlaingratatareade«soltársela»aEsclavitud.Hubiesepreferidotenerquedarlelanuevadeunagrandesdicha,comomuertedeunserqueridoorevésdefortuna;porque,alcabo,ensemejantesmalesnolecorresponderíaalaseñorapartederesponsabilidadnitantodeculpa,mientrasenestameratraslacióndedomicilioycambiodeamos,laseñora, con su rectitud natural, que sólo podría torcer la corriente del sentimiento,adivinabaalgodecrueldadydurezaqueeraobrasuya,aunqueprocediesedemóvilesjustos, de los que no desoye ninguna madre prudente. «Es hasta cuestión deconcienciaparamí—pensaba,afindecobraránimos—.Fuiinadvertida,trayéndoleaRogelio la tentación al alcance de lamano;FelisaFebrero, en esto, hamostradotenermásmundo, pues ni siquiera a los ochenta y pico de su padre les arrima lamecha. Demasiado bueno es el niño, cuando ya no se me ha emberrenchinadoatrozmente.No,no;mejoresponerseunavezcoloradoquecientoamarillo.Hoyselasuelto.AsíqueRogeliosalgaaclase…».

Encierrael tonode lavozhumanamisteriososavisos,queensituacionesdadasrevelantodoloqueocultaelalmaantesquelaspalabraslodigan.Lasencillafrase:«Esclavitud,ven»,quetantasvecesaldíaoyeunacriadadesuama,resonóestavezdeunmodoparticularenelcorazóndelagallega.Todasusangreafluyóalcentrode

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la vida orgánica, y cuando entró en la habitación donde la esperaba su señora, elfondoylaesenciadeloqueibaaoírleeranyaconocidosintuitivamente.

NoestabadoñaAuroraenelcomedor,sinoeneldespachodesuhijo,alcualsolíairenausenciadeésteparaescribiralgunacartaosacaralgunacuenta,siocurría,yquizá por satisfacer ese instinto de curiosidad inquieta propio de los afectosexclusivos que llegan al grado de pasión. Hizo sentar a Esclavitud en una sillapróxima,yempezóahablarsinmirarlaalacara,jugandoconunacajitadeplumas,dedonde las iba sacandopara alinearlas sobre lamesa. «Todo elmundo tienequeamoldarsealascircunstancias.ConelviajeaGalicia,nohabíamedio…Moversetrespersonas no es comomoverse dos, claro está. La casa del señor de Febrero era lamejorcolocaciónqueunamuchachacomoellapodíadesear:unaganga…Noseríadoncella,sinoamadellaves…Seleguardaríantodaespeciedeconsideraciones…Eltrabajode servir aunapersona solanohabíadematarla; complaciendounpocoalseñor aquel tan excelente, estaría como en la gloria, casi lomismo que si hubieseencontrado una familia. Por último, don Gaspar también era de la tierra; no teníaEsclavitudporquépasarmalosratos,comoenlaotracasa…».

Asíquehuboalegadotodasestasrazones,sintióunaliviointerior,y,sindejardeprestarenaparienciagranatenciónalashilerasdeplumas,miróconelrabillodelojoalamuchacha.Esclavitudpermanecíainmóvilensuasiento,conlasmanoscruzadassobreel regazo, lospies juntosybajos losojos; tampocoellaentregaba fácilmenteaquelespejodelosmovimientosdelalmaadisposicióndelacuriosidad.

—Bien,¿quédices?—articuló,alfin,laseñora,quecomenzabaaimpacientarse,comosiemprequeencontrabaresistenciapasiva.

—Yo¿quéquierequediga?—respondióEsclavitudconvozsorda,perotranquilaalparecer.

—Síono;sitegustalacasaqueteofrezco,osiquierestubuscarotraatumodoyatuidea.

Hubo una pausa, y, por último, la muchacha respondió con acento incoloro, afuerzadesercontenido:

—Sinocorremuchaprisa,darélacontestaciónmañanaopasado.«Te veo—pensó la señora—. Tú quieres hablar antes con el niño. Bien; aquí

estamostodosparaloquepuedaocurrir.Enguardiametienes,ydecentinela.Pordepronto, yo procuraré que no le cojas a tergo. Andaremos, como quien dice, barbasobreelhombro».Sinembargo,aquellatardenotuvomásrecursoquesalir—contrasu costumbre— a despedir en la estación del Mediodía a Felisa Febrero, de esaspejiguerasdesociedadquenosepuedenrehuirysiemprecaenenelmomentomásoportuno. Rogelio también había salido a caballo; pero quizá por la necesidad derepasarlaslecciones,másapremianteamedidaquelosexámenesseveníanencima,hizocortoelpaseo;yalentrarensucasa,aúnanimadodelacorrería,abanicándoseconelhongogrisygirandoellátigo,fuecuandoEsclavitudleagarródelamangayloempujócasihastasudespacho,acorralándolecontralamesamismaenquedoña

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Aurorahabíaordenadoporlamañanalosejércitosdeplumas.—¿Quépasa,Suriña?¿Quétienes?—¿No le decía yo que no iba a Galicia este año, ni en jamás? Su mamá me

despide…MedejaencasadelseñordeFebrero.—Pero¿quéestásdiciendo?Aver,aver,cuenta…Lamuchacharefirióloquesabía.Susojosestabansecos,ysóloalgotemblorosas

subocay barba.Su seno anhelabaprecipitadamente, y en sumododenarrar y deexplicarse,enaquelladesesperadademandadeauxilioquehacíacomonáufragoquesaca la cabeza por encima de las olas; había una vehemencia y un desorden quecontrastabanconsuhabitualcompostura,yquetrastornaríanacualquieraaunquenotuvieselospocosañosylaexperienciadeRogelio.Mientrasbalbucía:«No,nopuedeser,túnoteirás,¡quétontería!…»,susbrazosceñíaninvoluntariamenteeltallegentildelamuchacha,yelestremecimientointeriordedeseodehacíacuatroocincomesesrenacíamásbrioso,infundiendoasualmavigorpararebelarse,protestarydefenderaEsclavitacomosedefiendeloquenosperteneceyformalasustanciadenuestrovivir.

—Perovamosaver:noentiendocómolehaentradoesearrechuchoamamá…Por fuerza lehan ido conalgúnchisme…¿Yporquéydequé?…Nosotros, ¿quémotivohemosdado,Suriña?Sidesdelaenfermedaddemamánonoshablamoscasi;si túniponesaquí lospies…Esunacosa rarísima,ynohadequedarasí…Yo loarreglaré.¡Quéhabíasdeirte!No,hermosa…

Alentada y resucitada por estas promesas, Esclavitud se apretaba contra elcorazón de su amigo, queriendo incrustarse en aquel refugio para que nadie laarrancasedeallí;yRogelio,contransportejuvenileirresistible,lacubríadecaricias,tratando de alzarle la cabeza para buscar sus labios. Tocaron a la campanilla, y laprimera vez no oyó el repique ninguno de los dos.Al segundo, enérgico y airado,Esclavitud se estremeció, y, con movimiento simultáneo y brusco, se desunió lapareja.Lamuchachasearreglóelpelo,seajustó,temblando,elpañuelodesedaquelerodeabalagarganta.

—Voyaabrir,queeslaseñora.

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XXII

IENDOasuhijoaquellanoche,alahoradecomer,distraído,pálidoyhastaunpocosecoalhablar,laseñorapensóalpunto:«Latenemosarmada.Yaselohaencajadoaquella buena alhajita». También pescó al vuelo miradillas furtivas, azoradas yelocuentes;peroseaguantó,discurriendoparasí:«SegúndonNicanor,enestemundohayquehacerseeltontouncuartodehoratodoslosdías;ahora,amímehandobladolaraciónytendréquehacermelatontaalgunosmeses».Hízose,pues,latonta,comosinoadvirtieseelestadodesuhijo,aquienpreguntóconmuchísimointerésnoticiasde la jaca y de la cochera, y de los habituales compañeros de «sport».Así que sealzaron los manteles, sacó otra conversación muy socorrida y de palpitanteactualidad,asaber:losexámenes.

—Rapaz, allá para el miércoles o jueves me parece que te tocará el turno, demaneraqueestasemanameesperaamíunajetreoregular…Porquelaverdadesqueconesosseñoresnosabeunoaquécartaquedarse.¡SitodosfuesencomoContreras!Ese sabe ponerse en la razón. Sólo que este año todavía no te cae por bandaContreras.Con losdemásesun lío; si seoyeaunosyaotros,hayparamarearse.Lastraquierequelebajenlacabeza,quelerindaneltributodelarecomendaciónyquetodoelmundotengaqueagradecerle.RuizdelMonteparecequeesalcontrario:silehablanporunchico,letomatirriayleaprietahastareventarlo.Túsabrássiescierto;amímelocontótuamigachilloDíaz,elqueescriberomances…DeAlbiránsesusurraotracosa:quenodesatienderecomendaciones,peroconsucuentayrazón,segúndequienprocedan…Lomásseguroseráquerepases,niño.

—Yarepaso,mamá—contestólacónicamenteelestudiante.Corrió la noche sin que se le pudiese sacar otra palabra. Revolvía las revistas

ilustradas, los periódicos del día; los tomaba y los dejaba; cambiaba de asiento,pasandodelsillónalsofáydelsofáalsillón;suspirabahondo,y,enfin,dabatodaslasseñalesdedesazónposibles,sincuidarsedequeviese,omásbienpareciendoquedeseabaloadvirtiesesumamá.

Alfin,cuandoéstaledijo:«¿NosaleshoyaunactitoaLara?»,exclamócontonoduroyresuelto:

—No;voyaacostarme.Medueleunpocolacabeza.Laseñoraleoyótaconearenelcorredorybatirlapuertadesudespacho.

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«Lo dicho: la tenemos.Yo he cometido una falta grave. Debí no resolver estecotarrohastapasadoslosexámenes,unpardedíasantesdelamarcha…Hasidounaborricadamía.Yaseve:eldeseodesalirdelatolladeroprontito…Puesno;haycosasquevalemásllevarlasporsuspasoscontados.Veremossilapuedoenmendarydartiempo al tiempo. Si no, voy a tener al rapaz desquiciado cuandomás necesita lacabezafirme.Unaprórroga…AversiconsigoencajárseloenlacabezaadonGaspar.Es fácil que sea más arduo hacer entrar en razón al viejo que al niño. ¡Quécomplicaciones!AquellafalsonadeRitaPardodecíabien…Convienemirarmuchoaquiénmeteunoensucasa».

Hubo entonces en el pequeño drama doméstico, íntimo, que ya tocaba a sudesenlace,unodeesosentreactos,comotreguasmomentáneas,durantelascualeslosactores,aparentandodedicarseaotrosinteresesodistraídosefectivamenteporellos,no pierden de vista, sin embargo, el asunto capital, y viven, por decirlo así, enperpetuarepresentación,guardandosilencioacercadeloquemásocupasualma,sinque este silencio engañe a nadie.La señora atendía sólo a ganar días, calmando laimpaciencia pueril de don Gaspar Febrero con moratorias que justificaba laproximidadde los exámenesy la imposibilidaddequedarse en aquelmomento sindoncella; Esclavitud aguardaba, ocultando en lo más profundo del pecho unaesperanza tenaz, basada en las palabras y ofrecimientos de su amigo; y Rogelio,preocupado,agitado,acechabainútilmentelaocasióndedeciralgo,¡algomuyformalyentodomuyfirme!,asumadre.Laverdadantetodo:silaseñoralefacilitaseestaocasión, el estudiante se vería perdido para aprovecharla.Amedida que pasaba eltiempo, la dosis de valor atesorada en el primer instante iba disipándose como unfrasco de esencia cuando queda destapado. Es indecible el pecho que necesita unbuenhijoparaponersefrenteafrentedeunabuenamadreyrealizarunactoque,enciertomodo, lemanumite,peroque ledesgarra las fibrasmás íntimasdelcorazón.Tantoseunenyconfundeneldebernatural, lacostumbreyhastaaqueldisculpableegoísmoquenosaconsejaentregarnos sin reservaenmanosdequienmásquea símismonosama,queelrompereselazoconstituyeunactodesupremovigor,unodeesosesfuerzosquequebrantanunavoluntadsinoesdeacerobientemplado.Contraunpadre severohay siempre energía; sus propios rigores entonan; perounamadrecomoladeRogelio,quenohabíatenidomáspensamientoquesuhijo,quelehabíarodeado de tal solicitud, ahorrándole hasta el trabajo de discurrir y el esfuerzo dedesear; una madre viuda, delicada de salud, y que había ejercitado el arte deadelantarse a los gustos de su hijo, consiguiendo así que la voluntad de éste noadquiriese nunca el recio temple que dan las privaciones y las luchas, era unadversarioconquienRogelionoteníafuerzasparamedirse.«Siellamismasacaselaconversación…», pensaba el estudiante. Pero ¡quia! La verdad es que si ella lasacase…,seríalomismo.Loúnicoaqueseatrevíaeraalaprotestamuda,ahacerseunas veces el triste y otras elmalhumoradoy fosco. «Mamá, por noverme así, escapazdecualquiercosa…»,calculabaconsulógicadeniñomimado.Sóloquemamá

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sabíadistinguirdejuguetes.Elincidentedelosexámenescontribuyóaenflaquecermástodavíasuresolución.

Entreelrepaso,lostemoresdelmaléxitoylasidasyvenidasdelosamigos,queletraían, por decirlo así, relación del estado barométrico de las notas, Rogelio seencontrófueradelcírculomágicoconquenosrodealaideafijaamorosa,yanoserporunpardeojosverdesquedevezencuandosefijabanenlossuyos,hastahubieseolvidado«aquello»,que,porrarofenómenodeóptica,leparecíatodoslosdíasmenosinminente,siendoasíqueloeramás,pueslasalidaaGaliciaestabairremisiblementeseñaladaparadespuésdelosexámenes.

Yéstos llegaron,y seencontróRogeliocondosasignaturasaprobadas;peroenuna —la más ingrata y antipática para él— le cayó como una ducha fría un«suspenso».«Deestascalabazasyaséyoquiéntienelaculpa…—pensabalamadre,mirandoal travésde lapuertaentornadaaEsclavitud,quepasabaunplumeroa loscuadrosdelsaloncito—.Enestoparanlasguilladuras;pero¿quélevamosahacer?Cadaedadtraelosuyo.Enseptiembreganaráloquepierdeahora;bienjovenes;contalqueestésano…Yseamosjustos:lajacatambiénmelolevantódecascosenestatemporadaúltima.Verdadquemásvaleasí.Delaprimaveraacánomequejo.Biensehaportadolajaquita…Mereceunalibradeazúcar».

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XVIII

AúltimanochequelafamiliaPardiñaspasóenMadridantesdemarcharasutierra,vinomucha gente a decirles adiós, y se formó una pequeña tertulia animada y sinetiqueta.Afinesyadejunio,elmomentomáshermosoparasalirybuscarsociedaderarealmenteentrediezyoncedelanoche,cuandocorreunsanoairefrescohastapor las abrasadas callejuelas delMadrid antiguo, del que ni tiene arbolado ni casigozalosbeneficiosdelriegomunicipal.Bajaronlasvecinasdelsegundo,sobrinasdeunbrigadierdeIngenieros,yacudiótambiénlamarquesaviudadeAndrade,paisanade doña Aurora, señora guapetona y maja, bastante conocida en los círculosaristocráticos, y acostumbrada, por consiguiente, a recogerse tarde. La señora dePardiñas,alencontrarserodeadadevisitas,sededicóaagasajarlaslomejorquepudoy supo, dejandogirar libremente la conversación, queversaba sobre cosas del paísadondeibaavolverdespuésdetantosaños.Lamarquesa,alegreyrozagante,hablódeirseprontoaVigo,yenseñóunbrazaletenuevo,conzafirosybrillantes,dandoaentender que había en él cierto misterio. «Esta anda otra vez con intenciones demaridar—pensódoñaAurora—.¿Quiénseráelgalán?Diosseladeparebuena».

Rogeliohabíaabandonado la reunión impensadamente, sindeciroxtenimoxte.La retirada no se le pasó por alto a su madre; pero sobre que no podía evitarla,descubrióotrosmotivosderesignarse:«Pocassonlasmalasfadas;alfinmañananosvamos…».Esclavitudaúnselefigurabaunpeligroyuncompromiso,peroyamuyremoto.«MañanaaestashorasestaremoscercadeÁvila…¡Cuándooiréel silbatodeltren!».

SerecogíaRogelioasucuarto,impulsadoporvagasesperanzasdeveralachica,explicarlesuactituddeaquellosdíasylaimposibilidaddeprocederdedistintomodo,deevitar lamarchaydesublevarse.PresentíaqueEsclavitud,nodesperdiciando laocasiónvendríapronto;yafindequecomprendiesequeestabaallí,encendióluzconmuchoderrochedefósforosytaconeo,abriócajonesehizochirriardosotresveceslapuerta.

Allamarlanoseatrevíaportemoralfinooídodesumadre,pues,segúnsufraseparadójicaehiperbólica,«oíamejorqueelsordoCandás».

No aguardó largo trecho. A los diez minutos tocaron a la puerta, y antes quedijese«adelante»entrabaEsclavitud.Laclaridaddelquinquépuesto sobre lamesa

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deldespachilloqueprecedíaalaalcobaycuartotocadordelestudiantecayósobreelrostrodelamuchacha,yRogelioobservó,mejorquenunca,cómoenunaquincenahabía empalidecidoy se había demacrado, afinandoy espiritualizando su tipo, queahora podría servir de modelo para esas imágenes labradas en cera, donde seencierranloshuesosdealgunamártirdesconocida.

RogeliosellegóaEsclavayletomólamano:ardíadecalentura.Sin decirse palabra, con unánime impulso, miraron alrededor, buscando un

muebleenquesentarsereunidos.Nolohabíaeneldespachito,alhajadoconunsitialymediadocenadesillas;ysinreflexionarserefugiaronenlaalcoba,dondeRogelio,cogiendo a la muchacha por el talle, la obligó a sentarse en la cama. Tampocoentonces hablaron, hasta transcurrir un tiempo que no bajaría de cinco minutos.Rogelioapretabayacariciabaaquellamanecitaalgoendurecidaporeltrabajoymuypicadaporlaaguja,comoqueriendocomunicarlelafrescuradesuspalmasyquitarleelardordelafiebre.Peronoseleocurríanadasinolasvulgaridadesconsoladorasdetodaslasdespedidas;yalfin,pareciéndolerarocallarmás,seresolvióaempleartanmalamoneda.

—Suriña, tontiña, mujer, no me estés así… Mira: he reflexionado mucho; hecaviladomásquetú.Noseconseguiríanadaconllevarleamamálacontrariaahora.Ledaríamosundisgustomuygrande;acasosenospondríaenferma,peronomudaríaderesolución.Tenpaciencia.Dentrodetresmeses,omenosaún,estamosdevueltaaquí,ynosveremos,porqueencasadelseñordeFebreroandarásmuchomáslibrequeenésta.Yasabesqueyotehedequerersiempre,boba.Nomelapeguesconeltierno«ÑuñoRasura».Anda, tontiña, paloma, nome estés así.Mira quemevas aponermuytriste.

Esclavitudnocontestabasinomoviendolacabezanegativamente,conobstinadamelancolía.Luegorespondió,convozbastanteentera:

—Alegrenopuedoestar.Perotampocoestoytriste.Noseapure.Sóloquetengolacabeza…,así…,comosimeanduviesepordentrodeellaunacosamala.

—Mujer.¡Suriña!—Sí, señor.Yo estoy aquí, ¿eh? ¿Le estoy oyendo? ¿Le respondo? Pues estoy

comosioyeseaunapersona…deallá,delotromundo,quemehabla.—¡VálgameDios!—exclamóelestudiante,estremeciéndose—.Másquisieraque

llorases.Sillorasesnoestaríastanmaniática,Sura.Lloraydesespérate,peronodigasesascosazas.

—Yo lloropordentro.Por fuera,no.Niuna lágrimapuedoechar.Yaestuve lomismo otra vez, cuandomuriómi padre—repuso apaciblemente lamuchacha, sinqueni ella niRogelio subrayasen aquel nombrede«padre»que acasoporprimeravezarticulabaEsclavitudsinrebozoniperífrasis.

—Hija,teencuentroalgoenferma.¡Ay,ay,ay!Tienescalentura.Lasmanostuyasabrasan.DamepalabradequemañanavasaverSánchezdelAbrojo.

—No,señor;noesenfermedad.Másbuenanoestuvenunca.Son«avisos».

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—Mujer,calla,porDios.Estásdiciendounosdisparates…Arrimóelrostroaldelamuchachaylabesótiernamenteenlasheladasmejillas,

sinqueellahiciesemovimientoderesistencia.Alcontrario:pareciómásconformeyadoptóun tonocasi confidencialy francoparadecir a suamigo las extravaganciassiguientes:

—Rogelio,haycosasqueavisanlosdifuntosalosvivos;nolequepaduda.Tresdíasantesdemorirmipadre,viunpájarogrande,negro,alpiedemicama.Ayerviotravezelpájaro:ibatandeprisaquenosépordóndeseescapó;perolovi,tanciertocomo que aquí estamos. Yo no vuelvo más a la tierra, nunca más. Ya se verá; yentonceshadeconvencerseydirá:«Esclavitudbienme loavisaba».Si tuviese tansegurounmillóndeonzas,yaestaríadiscurriendodóndelasibaaguardarparaquenomelasllevasenlosladrones.Estanoche…—bajómuchomáslavozyaloídodeRogeliomurmuró—:Unperro,enunacasadeahíallado,estuvohastaqueamaneció«venteando»lamuerte.

—¡Jesús, mujer! —exclamó Rogelio por segunda vez, ya fatalmenteimpresionado con aquella conversación extraña—. Tú estás loca. ¿No ves, Suriña,queenMadridsemuerenoagonizancadanocheinfinitaspersonas?Figúrate:silosperrosanunciasentodoeso,trabajolesmando.Seconvertiríanencuartaplanade«LaCorrespondencia». Lo que tienes, Sura, es que estás afectada porque nosotros nosvamosytútequedas.Tambiényoandomuchosdíasdisgustadoconelviajecito.Hepasado ratos feroces. Después he reflexionado…, y… me parece que es mejorconformarseconestodeahora,porque si alborotamos la enredaremosmás.Suriña,tresmeses.Dentrodenoventadías (yaúnpuedequeno tanto),me tienesaquí.MiprimeravisitaesparadoñaSura.Anda,noestésasí.Tequieromucho,hermosa.Yaconvenceremosamamá.Todavíanomehasdichohoyquemequerías.¡Anda!…

Conelmovimientodeunniñoquepidehalagos,acercósumejillaa labocadeEsclavitud, y ésta, sin protesta alguna, como el que ejecuta una acción hija de lacostumbre,pusoenellaloslabios.Estaban,comolaspalmas,secosyardientes,yaRogelio le pareció que le arrancaban la piel, con sensaciónmás bien dolorosa queplacentera. Sólo que las caricias eran un recurso para que aquella última y penosaentrevista fuese algo menos intolerable, y el estudiante, a falta de razones queconsolasen a la pobre abandonada, acudió a los halagos, sin que en el primermomentoleanimaseotraintenciónmenoslimpiaynoble.Corrióbastantetiempo—yélmismonoacertaríaaexplicarelporquédeestatardanza,anómala,siseexaminabienloincitantedelahoraysitioylacegueradelospocosaños—antesqueseledespertaseunasedcriminalyardiente.Cuandolaembriaguezleofuscó,saltódelacama y fue a dar vuelta a la llave de la lámpara, sin conseguir por eso oscuridadcompleta,puesunrayodelunaprimaveral,entrandoporlavidrieradeldespacho,lobañabaenluzfantástica,azuladaysoñadora.Alrecobrar,entrelapálidapenumbra,loslabiosdondelafuerzadelailusiónjuvenillemovíaacreerquesedejabapresaelalmaacadaaspiracióndelaliento,yanolossoltó,niacasolossoltaríaaunqueviese

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allíasumadre,querepresentabaparaélelDeber,yelDeberamado,elúnicoqueseimpone a las almas tiernas. Pero el recuerdo y la conciencia de ese Deber fue loprimeroqueacudióasumentealdespertarse,ycorriendoalapuerta,escuchó,volvióazoradoyexclamó,entonosuplicante:

—Suriña,Suriña,semefiguraqueoigodespedirseenelpasilloalamarquesa…Siésaseva,esquenoquedanadie…Mamásecuelaaquíderechamente,defijo…Aver, a ver si puedes escurrirte conmaña.Adiós, ve despacito, que no te sientan…¿eh?

Lamuchachaobedeciópasiva,comoentodo,sinreclamar,enlapremuradesuaquiescencia,nielúltimoabrazo.Rogeliovolvióaencenderlalámpara,cuyamechaigualócuidadosamente.Corriótambiénlavidrieradelaalcoba,ydepieanteelgranarmario de luna, se atusó y se sacó la raya con un peinecillo. Después metió lasmanosen losbolsillosdelpantalóny semiróun rato, atentamente, estudiandoconcuriosidadirreflexivasupropiacara;hablandoconsusojosenelespejo,comoparaconvencersedeque,disipadoaquelvértigo,laindividualidadpersistíaynoquedabaparasiempreensupersonanoséquédeotra,unahuellaquenosepodíaborraryqueiba a delatarle. Luego, la imagen de sumadre volvió a oprimirle el corazón; perodisipó instantáneamente sus recelos un arrebato de alegría nerviosa, y el neófito,corriendo a la ventana, la abrió, se dejó bañar por la pura atmósfera nocturna y,agarradoaloshierrosdelaventana,respiróconavidez.

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Epílogo

NTESfaltaríaelsolen loscielosquedonGaspar,a lascuatrode la tarde,consucochecillo, para llevarse a casa su futura ama de llaves. Se le dijo que Esclavitudhabíasalidoyaenlamismadirección,yelviejo,conestanoticia,semetióotravezenlaberlinadestartalada,mandandoalcochero«quearreasebien».Laimpaciencianolepermitiairandandoconsupatacoja.

En los últimosmomentos llamara doñaAurora aEsclavitud, poniéndole en lasmanos, aménde su salario, unabuenapropina, a cuyoobsequio añadió el deunosaretes con turquesas. «No quiero que se vaya descontenta. Cuidado que la notodesemblantadaalainfeliz.Meparecequeestabaencariñadadeverasconelniño,porlocualescadavezmásconvenientemiresolución.Medalástima,yconozcoqueesuna tontería queme la dé: ¡que arrimo como el que encuentra! Le hago un favorgrandísimo:loquemetranquilizaeseso.Llevaunacanonjía…».

Así y todo, la señora no podía reprimir cierta desazón, cierta amargura íntima,unalástimainmensa,quedespués tradujopordolorosopresentimiento.«Mireustedque compadecerla cuando estoy tan seguradeque le heproporcionado loquemáspodríadesearunamuchachade suclase…».Yasí lo creía, enefecto, la señoradePardiñas. Como les sucede a muchas personas bondadosas, incapaces de odiar yhacerdaño,noqueríareconocerquemirabaante todoa laconvenienciadesuhijo,pormásjustoquelepareciesey,enefecto,fueseésteelmóvil,ytratabadeatribuirsuconductaalinterésdelamismaEsclavitud.

LatranquilizóunpoquillooírenlacocinaaFaustaqueembromabaaEsclavitudcantándole,«sottovoce»,aquellode«Yhoysirvoaunabuelo…queestáchochoylelo…yyosoyelama…».

—TienerazónFausta.ElamaseráencasadelseñordeFebrero.Comonoloseademás…

Salía el tren de Galicia a las siete y treinta y cinco, y a esa hora tan bonita,precursoradelanochecer,enelandénde laestacióndelNortenocabía lamultitudafanosayregocijadadeviajerosydeamigosque losdespedían,envidiandoéstosalosquesemarchabanavertierrashermosas,respirarairesalino,gozarelfrescovivirmejorenclimatempladoysalobre,algunosmeses.Nohabíaescenastristes;noeraeladiósdelmarinero,nilapartidadelsoldado,nilanostálgicadespedidadelemigrante:

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losquese iban,excitadosygozosos;risueñosensudentera losquesequedaban…Sólohaciaelextremodeltren,alaportezueladeuncochedeprimera,sedivisabanungrupode cincopersonas que trocaban abrazos prolongados; componíase de doshombres,mozoelunoyelotroviejoya,cabizbajos,peroerguidosdecuerpo,ytresseñoras,dosjóvenesyunadepeloblanco,queaplicabanfrecuentementeelpañueloalos ojos enrojecidos. Dentro del vagón estaba un ama con niño de pecho. «LaínCalvo»seacercóadoñaAurorayledijo,señalandoalgrupo:

—¿Veallí a losRojas?Faroleshasta el fin, hasta lamuerte.Alhijome lohanvuelto a trasladar a Marineda por aquella historia consabida de farolerías con elministro,ymásquesepaperecerdenecesidad,viajaráenprimeraporeldecorodesucargo.Tienealamujerotravezembarazada…,ybienadelantaditaenmeses.Aotratraslación dice que dimitirá…Y a Rojas yame lo pillaron, ¿no sabía? Recibió lajubilaciónhaceunasemana.

—¡Quémediceusted!—exclamó,conpenasincerísima,laseñora—.¡VálgameDios! ¡Pobrecitos! ¡Esa infeliz deMatildeRojas, cuándo encontrará un hombre debien que la quiera sin un cuarto de dote! Le digo a usted que todo el camino irépensandoenestafamilia.¡Quémundo,donNicanor!

Doña Aurora intentó dirigirse al grupo y estrechar la mano de las señoras deRojas; pero ya no era hacedero, porque sonaba la campana de aviso, bufaba lamáquina y corrían de un lado a otro las carretillas con equipajes facturados paracargarlos.Rogelio,desdeelvagón,alargó lamanoasumadre,quesubiódespacio,riendo, porque se le había enganchado un volante en el estribo, y entre la primeraarrancadadeltrenseperdiólavozde«LaínCalvo»,quegritaba:

—¡CuidadoconlasniñasdeVigo,Rogelín,quesonderechupete,home!El tren, oscilando con suavidad, activaba su marcha. Caía la tarde con serena

magnificencia,yRogelio,asomadoalaventanilla,creíadivisaryalosfrescosvallesgalaicos,loscastañosfrondosos,elazulfestóndelasríasorlandolatierramásbonitadelmundo.

Encambio,novio,delotroladodelandén,aEsclavitud,queseguíaconlosojoseltrenhastaquesealejó,grandiosoyraudo.Cuandoyanofueposiblecolumbrarniun copo del penachillo de humo negro, la muchacha, estremeciéndose, como situviesefrío,retrocediólentamentehacia laciudad,bienresueltaaqueelsolqueseponíaenaquelinstantenovolviesealevantarseparaellanunca,nunca.

Dejemos a la infeliz, porque al cabo no podríamos quitárselo de la cabeza. Siconsultamos sobreestedramaadonGabrielPardo,quees amigodegeneralidadespedantescasysepagademalasrazonesporelafándepretenderexplicarsetodo,nosdirá que el extravíomental que conduce a lamuerte voluntaria esmuy propio delsombríohumordelarazacéltica,esagranvencidadelaHistoria;comosicadadíayencadaprovinciadeEspañanotrajeselaPrensasuicidiosasí.

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EMILIAPARDOBAZÁN,(LaCoruña,1851-Madrid,1921).HijadeloscondesdePardoBazán, título que heredó en 1890, se estableció enMadrid en 1869, un añodespuésdecontraermatrimonio.Asidualectoradelosclásicosespañoles,seinteresótambiénporlasnovedadesliterariasextranjeras.Sedioaconocercomoescritoraconun Estudio crítico de Feijoo (1876) y una colección de poemas, publicados por F.GinerdelosRíos.

En1879publicósuprimeranovela,PascualLópez,influidaporlalecturadeAlarcóny de Valera, y todavía al margen de la orientación que su narrativa tomaría en ladécada siguiente. Con Un viaje de novios (1881) y La tribuna (1882) inició suevoluciónhaciaunmatizadonaturalismo.

En1882comenzó, en la revistaLaÉpoca, la publicacióndeuna seriede artículossobre Zola y la novela experimental, reunidos posteriormente en el volumen Lacuestiónpalpitante(1883),quelaacreditaroncomounodelosprincipalesimpulsoresdel naturalismoenEspaña.Frente a los principios ideológicosy literarios deZola,PardoBazán acentuaba la conexión de la escuela francesa con la tradición realistaeuropea, lo que le permitía acercarse a un ideario más conservador, católico ybienpensante.Desuobraensayísticacabecitar,además,LarevoluciónylanovelaenRusia (1887), Polémicas y estudios literarios (1892) y La literatura francesamoderna(1910),enlasquesemantieneatentaalasnovedadesdefinesdesigloenEuropa.

ElmétodonaturalistaculminaenLospazosdeUlloa(1886-1887),suobramaestra,

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patéticapinturade ladecadenciadelmundo ruralgallegoyde la aristocracia,y sucontinuaciónLamadrenaturaleza(1887),fabulaciónnaturalistaque,alcontrarioqueen Pereda, demuestra que los instintos conducen al pecado. Asimismo, Insolación(1889)yMorriña(1889)sigueninsertosenlaideologíayenlaestéticanaturalista.

Conposterioridad,evolucionóhaciaunmayorsimbolismoyespiritualismo,patenteenUnacristiana (1890),Laprueba (1890),Lapiedraangular (1891),Laquimera(1905) yDulce sueño (1911). Esta misma evolución se observa en sus cuentos yrelatos,recogidosenCuentosdemitierra(1888),Cuentosescogidos(1891),CuentosdeMarineda (1892),Cuentossacroprofanos (1899), entreotros.Tambiénes autorade libros deviajes (PorFrancia y porAlemania, 1889;Por la España pintoresca,1895)ydebiografías(SanFranciscodeAsís,1882;HernánCortés,1914).

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