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Lecturas del día: 1 Samuel 16:1b, 6–7, 10–13a; Salmo 23 (22):1–3a, 3b–4, 5, 6 (1); Efesios 5:8–14; Juan 9:1–41 . Samuel va a la casa de Isaí para ungir a un nuevo rey, pero nadie, ni el propio Samuel, conoce al elegido de Dios. Dios es el único que puede mirar el interior de David y conocer que ese pastorcito será un rey capaz y fiel. Las gentes del evangelio, igual que nosotros, tienen dificultades en ver lo que Dios ve. Lo que Jesús dice y hace mueve a cada cual a decidir si él es el elegido de Dios, si Dios realmente lo envió para salvar al mundo. Ahora nues- tro desafío, como para la gente de entonces, consiste en exa- minar el testimonio sin hacer suposiciones, como la de asumir que Jesús se equivocó al curar en sábado, o que la ceguera es un castigo por el pecado. Al observar a Jesús, preguntándonos quién es, enfren- tamos el desafío definitivo de acercarnos o alejarnos de él, de acercarnos o alejarnos de la luz de Dios. Queremos estar en esta luz, pero a veces su brillo nos asusta. La luz de Dios expone nuestras oscuridades, y puede doler si la luz de Dios quema nuestra tiniebla. A veces parece más fácil cerrar los ojos y fingir que ya vemos todo claramente. Solo que no podemos escapar de la luz de Dios. Ha venido al mundo, y permanece entre nosotros. Permanece en nosotros. Esta luz nos hará irradiar de alegría y bondad a todos, al tiempo que nos permitirá iluminar el camino para otros, si somos lo suficientemente humildes y valientes como para permitirlo. Domingo, 22 de marzo de 2020 En la luz Que todos sean luz Señor de luz, Dios de nuestra salvación, caminamos a la luz de tu Hijo, a quien enviaste para que todos reconocieran tu amor. Manifiéstate a los que buscan tu rostro, y sé misericordioso si persistimos en la ceguera. Denuncia la injusticia, e ilumina la ruta de la paz. Revela nuestras oscuridades, internas y externas. Aleja toda tiniebla, para que caminemos seguros a tu luz. Con tu Hijo como guía nuestro, atráenos a tu resplandor eterno. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Cuarto Domingo de Cuaresma

Cuarto Domingo de Cuaresma · Hebreos 10:4–10; Lucas 1:26–38. Jueves, 26 de marzo Los rostros de Dios En la lectura del Éxodo, los israelitas buscan relacionarse con Dios con

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Page 1: Cuarto Domingo de Cuaresma · Hebreos 10:4–10; Lucas 1:26–38. Jueves, 26 de marzo Los rostros de Dios En la lectura del Éxodo, los israelitas buscan relacionarse con Dios con

Lecturas del día: 1 Samuel 16:1b, 6–7, 10–13a; Salmo 23 (22):1–3a, 3b–4, 5, 6 (1); Efesios 5:8–14; Juan 9:1–41. Samuel va a la casa de Isaí para ungir a un nuevo rey, pero nadie, ni el propio Samuel, conoce al elegido de Dios. Dios es el único que puede mirar el interior de David y conocer que ese pastorcito será un rey capaz y fiel.

Las gentes del evangelio, igual que nosotros, tienen dificultades en ver lo que Dios ve. Lo que Jesús dice y hace mueve a cada cual a decidir si él es el elegido de Dios, si Dios realmente lo envió para salvar al mundo. Ahora nues-tro desafío, como para la gente de entonces, consiste en exa-minar el testimonio sin hacer suposiciones, como la de asumir que Jesús se equivocó al curar en sábado, o que la ceguera es un castigo por el pecado.

Al observar a Jesús, preguntándonos quién es, enfren-tamos el desafío definitivo de acercarnos o alejarnos de él, de acercarnos o alejarnos de la luz de Dios. Queremos estar en esta luz, pero a veces su brillo nos asusta. La luz de Dios expone nuestras oscuridades, y puede doler si la luz de Dios quema nuestra tiniebla. A veces parece más fácil cerrar los ojos y fingir que ya vemos todo claramente.

Solo que no podemos escapar de la luz de Dios. Ha venido al mundo, y permanece entre nosotros. Permanece en nosotros. Esta luz nos hará irradiar de alegría y bondad a todos, al tiempo que nos permitirá iluminar el camino para otros, si somos lo suficientemente humildes y valientes como para permitirlo.

Domingo, 22 de marzo de 2020 En la luz

Que todos sean luz Señor de luz, Dios de nuestra salvación,

caminamos a la luz de tu Hijo, a quien enviaste para que todos reconocieran tu amor.

Manifiéstate a los que buscan tu rostro,y sé misericordioso

si persistimos en la ceguera.

Denuncia la injusticia, e ilumina la ruta de la paz.

Revela nuestras oscuridades, internas y externas.

Aleja toda tiniebla, para que caminemos seguros a tu luz.

Con tu Hijo como guía nuestro, atráenos a tu resplandor eterno.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Cuarto Domingo de Cuaresma

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© 2020 Liturgy Training Publications. 800-933-1800. Texto de Edrianne Ezell; traducción de Ricardo López. Ilustración de Boris Stoilov. Texto bíblico conforme a La Biblia de nuestro pueblo. América Latina © 2011, Mensajero-Grupo de Comunicación Loyola, S.L.U. Usado con permiso. Aprobación canónica de la Arquidiócesis de Chicago (21 de agosto de 2019).

Esta semana en casa Lunes, 23 de marzo Hacer todo nuevo Dios está comprometido con esta tierra. Por haber creado el mundo, Dios no lo abandonará, sino que lo modificará, des-echando el sufrimiento y el dolor. La curación del niño revela que Jesús ya ha comenzado la obra de la recreación de Dios y él nos llama a participar. Medite sobre cómo el trabajo que hace, o podría hacer, es parte del trabajo de Dios de rehacer el mundo. Lecturas del día: Isaías 65:17–21; Salmo 30:2 y 4, 5–6, 11–12a y 13b; Juan 4:43–54.

Martes, 24 de marzo Regenerarse Ezequiel habla de un futuro glorioso en el que el agua fluye en abundancia. Esa agua da vida al suelo reseco, endulza el agua salada y hace que los peces y los árboles frutales pros-peren. En el evangelio, Jesús supera esa agua vivificante. Sin recurrir al agua de la piscina, él sana al hombre con el solo poder de su palabra. Ese hombre representa a toda la crea-ción transformada y regenerada con el poder de Cristo. Cada vez que use agua hoy, agradezca a Dios por las formas en que lo ayuda y lo regenera. Lecturas del día: Ezequiel 47:1–9, 12; Salmo 46:2–3, 5–6, 8–9; Juan 5:1–16.

Miércoles, 25 de marzo Solemnidad de la AnunciaciónEn el Antiguo Testamento había sacrificios que eran ofrendas exclusivas para Dios. Con esos dones, las personas recuerdan que ellas mismas han sido separadas para él. En la Cuaresma, nos abstenemos de ciertas cosas para transformarnos en ofrenda sacrificial, para apartarnos de las cosas de este mundo y para consagrarnos al servicio de Dios y su reino. El rey Acaz no quería convertirse en tal ofrenda, mientras que María se ofreció sin pensarlo demasiado. Ofrézcase a Dios orando el Ofrecimiento de san Ignacio de Loyola. Lecturas del día: Isaías 7:10–14; 8:10; Salmo 40:7–8a, 8b–9, 10, 11; Hebreos 10:4–10; Lucas 1:26–38.

Jueves, 26 de marzoLos rostros de Dios En la lectura del Éxodo, los israelitas buscan relacionarse con Dios con los modos que les eran familiares, por lo que se crearon una imagen de Dios. Lucharon por aceptar que Dios está más allá de las imágenes y representado por ellos, su gente. Siglos más tarde, Dios se presentó nuevamente de una manera que era difícil de aceptar para la gente: en Jesús, su Hijo. Haga una lista de títulos para Jesús. Elija uno que nor-malmente no usa y medite sobre lo que revela de Dios. Lecturas del día: Éxodo 32:7–14; Salmo 106:19–20, 21–22, 23; Juan 5:31–47.

Viernes, 27 de marzoLos justos En el área del templo, la gente se pregunta si Jesús es el Mesías porque saben que él es de Galilea. Unos tratan de aceptar, de alguna manera, que él es de Dios, “de arriba”. Otros se niegan rotundamente a creer que Jesús tenga una relación única con Dios. Jesús es un hombre justo, obediente a Dios en todo, y, sin embargo, es atacado precisamente por eso. Dese un momento para orar por los que son ridiculiza-dos o amenazados porque están haciendo lo correcto. Lecturas del día: Sabiduría 2:1a, 12–22; Salmo 34:17–18, 19–20, 21 y 23; Juan 7:1–2, 10, 25–30.

Lunes, 28 de marzo Rechazos En tanto que Jesús sigue causando divisiones, las autoridades religiosas adoptan una postura cada vez más rígida contra él. Insisten en que ellas conocen la ley, las Escrituras, y despre-cian a todos los que no comulgan con ellos. El profeta de Dios, Jeremías, también experimentó rencor y rechazo ame-nazantes. En esos momentos en que rechazamos a alguien, puede que hayamos entendido mal lo que Dios nos está diciendo. Elija un salmo para escuchar cómo Dios podría estar desafiándolo a usted. Lecturas del día: Jeremías 11:18–20; Salmo 7:2–3, 9bc–10, 11–12; Juan 7:40–53.