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Cuentos Con Alma - Rosario Gomez Alfonso

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Annotation

Hallarás en esta obra cuentos que inspiran,enseñan o divierten; los hay antiguos ymodernos; a veces son anónimos, pero sedivulgan en distintas partes del mundo...Sonhistorias y cuentos profundos que la autoranecesita compartir con los demás porqueavivan los sentimientos y llegan al alma; sonhistorias con enseñanzas que nos hacenreflexionar, que se guardan en el corazón.Todastienen algo en común: son historias que partendel interior del ser humano, de lo que nos une;de eso que nos hace morir cuando nos falta.Son historias de AMOR. Las formas delAMOR son innumerables y muy dispares y,aquí, en estos cuentos, te encontrarás conmuchas de ellas.Es universal todo lo que vienea enseñarnos AMOR, porque el AMORtraspasa las fronteras y domina todos los

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idiomas, es incluyente, es palabra de Dios. Éstaes una recopilación de CUENTOS CONALMA, para disfrutar, compartir y aprender deesta palabra tan cortita, tan fácil de pronunciary tan gratificante de vivir... que es: ELAMORLa autoraLos cuentos suelenenseñarnos, de una manera sencilla y sutil,verdades muy profundas del comportamientohumano, y en ellos podemos hallar mensajesreveladores para la evolución de nuestrossentimientos y de nuestro ser.La intención deeste libro es llegar al corazón de todas laspersonas. Sin exclusiones. Por eso se puedenencontrar historias y cuentos universales, paraque todas las religiones, todas las culturas,todas las razas y todas las otrasdiferenciasquenos separan se encuentren aquí de algún modorepresentadas.Son cuentos cortos, aunque sushuellas nos encaminan a lo que en verdadsomos: seres espirituales con una existenciahumana.ROSARIO GÓMEZ nació en Chile, en

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1958, y se halla comprometida con el despertarde lo más profundo en cada uno de nosotros.Ha publicado cuatro volúmenes de CUENTOSCON ALMA que, por su gran acogida, cuentaya con numerosas ediciones. Son hsitoriasplenas de amor, que nos llevan a reflexionaracerca de la vida y de nuestra existencia. Esteprimer volúmen que presentamos en GaiaEdiciones contempla los volúmenes I y II desus ediciones originales.

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ROSARIO GÓMEZ ALFONSO

Cuentos con alma

Gaña

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Sinopsis

©2006, Gómez Alfonso, Rosario©2011, GaiaISBN: 9788484451716Generado con: QualityEbook v0.63

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Agradecimientos

A los autores de estos cuentos tan humanos, yque nos llevan a reflexionar sobre tantasverdades, por permitir que se publiquen yconecten a más seres con su alma. Por ser«puentes de Luz». Por traer un poquito delcielo a la Tierra con sus historias.

A todos los trabajadores de Luz que hayen, y alrededor, del planeta, que van alumbrandoel camino a todos los que encuentran en susendero.

Dedicado al despertar de la humanidady a que nos conectemos con ese pedacitomás amoroso que tenemos dentro.

Para que la Paz, el Amor y la Luz reinenen la Tierra.

Santiago,Chile

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Septiembre 2001

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Con todo mi cariño, también dedico estelibro a mis padres, Ricardo y M. Eliana, que mehan acompañado en este vuelo; con muchoamor, a mis hijos Sebastián y M. José; a mifamilia de la Tierra y la de las estrellas; a missocios, que habitan en una dimensión más altaque la nuestra y que me usan de puente para quesu mensaje llegue a todos ustedes. A Sami, unser muy especial para mí, por su ternura y portodo lo que me ha enseñado... Y a muchosotros seres amorosos que me acompañan eneste viaje y que me ayudan a llevar adelanteeste proyecto.

ROSARIO GÓMEZSeptiembre del 2002Santiago de Chile

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Escucha, hermano,la canción de la alegría.El canto alegre del que esperaun nuevo día.

Ven, canta, sueña cantando.Vive soñando el nuevo Solen que los hombresvolverán a ser hermanos.

Si es que no encuentrasla alegría en esta tierra,búscala, hermano, más alláde las estrellas.

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Si en tu camino sólo existe la tristezay el llanto amargo de la soledad

completa.Ven, canta, sueña cantando.Vive soñando el nuevo Sol en que los

hombresvolverán a ser hermanos.

Ven, canta, sueña cantando.Vive soñando el nuevo Solen que los hombresvolverán a ser hermanos.

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Ven, canta, sueña cantando.Vive soñando el nuevo Solen que los hombresvolverán a ser hermanos.

(Basado en el último movimiento de laNovena Sinfonía, de Beethoven. Letra:Amado Regueiro Rodríguez.)

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SABIDURÍA CANINA

Aprende a actuar con sabiduría canina.Inténtalo, vale la pena:

1. Nunca dejes pasar la oportunidad de salir apasear.2. Experimenta la sensación del aire fresco ydel viento en tu cara sólo por placer.3. Cuando alguien a quien amas se aproxima,corre para saludarlo (a).4. Cuando haga falta, practica la obediencia.5. Deja que los demás conozcan cuándo estáninvadiendo tu territorio.6. Siempre que puedas, échate una siesta yestírate antes de levantarte.7. Corre, salta y juega diariamente.8. Sé siempre leal.9. Come con gusto y con entusiasmo, perodetente cuando ya estés satisfecho.10. Nunca pretendas ser algo que no eres.

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11. Si lo que deseas está enterrado, cava hastaencontrarlo.12. Cuando alguien tenga un mal día, guardasilencio, siéntate cerca de él (ella) y trata deagradarlo (a).13. Cuando quieras llamar la atención, deja quealguien te toque.14. Evita morder por cualquier problema.15. En los días cálidos, acuéstate sobre tuespalda en el prado.16. En los días de más calor, bebe mucha aguay descansa bajo un árbol frondoso o en turinconcito preferido.17. Cuando te sientas feliz, baila y balancea tucuerpo.18. No importa cuántas veces seas censurado,no asumas ningún rencor y no te entristezcas...Corre inmediatamente hacia tus amigos.19. Alégrate por el simple placer de unacaminata.20. Mantente siempre alerta pero tranquilo.

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21. Da cariño con alegría y deja que teacaricien.

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LIBRO I

Cuentos con Alma

(Puentes de Luz]

Historias para leer con calma, sin prisas; tal vezpara leer

de una vez y abrirse a recibir el mensaje quenos trae cadauna de ellas.

Historias para leer con los ojos del corazón yreflexionar.

Historias que entibian el alma, que nos invitan avivir

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desde otro punto.

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QUIZÁS ÉL SÓLO QUERÍADARLE ÁNIMO

Dos hombres, ambos gravemente enfermos,ocupaban la misma habitación de un hospital.

A uno de ellos se le permitía sentarse ensu cama, por una hora y cada tarde, para ayudara drenar los fluidos de sus pulmones. Su camaestaba junto a la única ventana del cuarto.

El otro hombre debía permanecer todo eltiempo en su cama, tendido sobre su espalda.

Los hombres conversaban horas y horas.Hablaban acerca de sus esposas y familias, desus hogares, de sus trabajos, de su serviciomilitar, de cuando estaban de vacaciones, etc.

Y cada tarde, en la cama cercana a laventana, el hombre que podía sentarse se pasabael tiempo describiéndole a su compañero decuarto el paisaje que él podía ver desde allí.

El hombre de la otra cama comenzaba a

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vivir, en esos pequeños intervalos de una hora,como si su mundo se agrandara y reviviera portoda la actividad y el color del mundo exterior.Se divisaba desde la ventana un hermoso lago,cisnes, personas nadando y niños jugando consus pequeños barcos de papel. Jóvenesenamorados caminaban abrazados entre floresde todos los colores del arco iris. Grandes yviejos árboles adornaban el paisaje, y una ligeravista del horizonte de la ciudad podía divisarsea la distancia.

Como el hombre de la ventana describíatodo esto con exquisitez de detalles, el hombrede la otra cama podía cerrar sus ojos e imaginartan pintorescas escenas.

Una cálida tarde de verano, el hombre dela ventana le describió un desfile que pasabapor ahí. A pesar de que el hombre no podíaescuchar a la banda, sí podía ver todo en sumente, pues el caballero de la ventana ledescribía todo con palabras muy descriptivas.

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Días y semanas pasaron.Un día, cuando la enfermera de mañana

llega a la habitación llevando agua para el aseode cada uno de ellos, descubre el cuerpo sinvida del hombre de la ventana, el mismo quehabía muerto tranquilamente en la nochemientras dormía. Ella se entristeció mucho yllamó a los auxiliares del hospital para trasladarel cuerpo.

Tan pronto como creyó conveniente, elotro hombre preguntó si podía ser trasladadocerca de la ventana. La enfermera estaba felizde realizar el cambio; luego de estar segura deque estaba confortablemente instalado, ella ledejó solo.

Lenta y dolorosamente se incorporó,apoyado en uno de sus codos, para tener suprimera visión del mundo exterior.

Finalmente, iba a tener la dicha de verlopor sí mismo. Se estiró para, lentamente, girarsu cabeza y mirar por la ventana que estaba

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junto a la cama. Sólo había un gran muroblanco. Eso era todo.

El hombre preguntó a la enfermera quépudo haber obligado a su compañero de cuartoa describir tantas cosas maravillosas a través dela ventana. La enfermera le contestó que esehombre era ciego y que, por ningún motivo, élpodía ver esa pared.

Ella dijo:—Quizás él solamente quería darle

ánimo.

AUTORDESCONOCIDO

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LA ESTRELLA

Existían millones de estrellas en el cielo.Estrellas de todos los colores: blancas,plateadas, verdes, doradas, rojas y azules.

Un día, inquietas, ellas se acercaron aDios y le dijeron:

—Señor Dios, nos gustaría vivir en laTierra entre los hombres.

—Así será hecho —respondió el Señor—. Las conservaré a todas ustedes pequeñitas,como son vistas, para que puedan bajar a laTierra.

Cuéntase que, en aquella noche, hubo unalinda lluvia de estrellas.

Unas se acurrucaron en las torres de lasiglesias; otras fueron a jugar y a correr juntocon las luciérnagas por los campos, y algunasse mezclaron con los juguetes de los niños... Yla Tierra quedó maravillosamente iluminada.

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Pero con el transcurrir del tiempo, las estrellasdecidieron abandonar a los hombres y volverpara el cielo, dejando la Tierra oscura y triste.

—¿Por qué volvieron? —preguntó Dios, amedida que ellas iban llegando al cielo.

—Señor... no nos fue posible permaneceren la Tierra. Allá existe mucha miseria yviolencia, mucha maldad, mucha injusticia...

Y el Señor les dijo:—¡Claro! El lugar de ustedes está aquí, en

el cielo; la Tierra es el lugar de lo transitorio,de aquello que pasa, de aquel que cae, de aquelque yerra, de aquel que muere... Nada esperfecto. El cielo es el lugar de la perfección,de lo inmutable, de lo eterno; donde nadaperece.

Después de llegar todas las estrellas yverificar su número, Dios habló de nuevo:

—Nos está faltando una estrella... ¿Seráque se perdió en el camino?

Un ángel, que estaba cerca, replicó:

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—Señor, una estrella decidió quedarseentre los hombres; ella descubrió que su lugares exactamente donde existe la imperfección,donde hay límites, donde las cosas no van bien,donde hay lucha y dolor.

—¿Mas qué estrella es ésa? —volvió Diosa preguntar.

—Es la esperanza, Señor; la estrellaverde... La única estrella de ese color.

Y cuando miraron hacia la Tierra, laestrella no estaba sola.

La Tierra estaba nuevamente iluminadaporque había una estrella verde en el corazónde cada persona. Porque el único sentimientoque el hombre tiene, y Dios no necesita tener,es la esperanza.

Dios ya conoce el futuro y la esperanza espropia de la persona humana, propia de aquelque yerra, de aquel que no es perfecto, de aquelque no sabe cómo será el futuro.

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AUTORDESCONOCIDO

Recibe en estemomento esta estrellita entu corazón: «laEsperanza...», tu estrellaverde. No dejes que ellahuya y no permitas que seapague. Ten certeza queella iluminará tu camino...Sé siempre positivo yagradece a Dios por todo.Sé siempre feliz y contagiacon tu corazón iluminandoa otras personas.

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LA SILLA

Una joven le pidió al sacerdote que fuera a sucasa a hacer una oración para su padre, queestaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegóa la habitación del enfermo, encontró a estehombre en su cama con la cabeza alzada por unpar de almohadas. Había una silla al lado de sucama, por lo que el sacerdote asumió que elhombre sabía que vendría a verlo.

—Supongo que me estaba esperando —ledijo.

—No. ¿Quién es usted? —dijo el hombre.—Soy el sacerdote que su hija llamó para

que orase con usted; cuando vi la silla vacía allado de su cama, supuse que usted sabía que yovendría.

—¡Oh, sí!, la silla —dijo el hombreenfermo—. ¿Le importaría cerrar la puerta?

El sacerdote, sorprendido, la cerró.

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—Nunca le he dicho esto a nadie, perotoda mi vida la he pasado sin saber cómo orar.Cuando he estado en la iglesia he escuchadosiempre, al respecto de la oración, que se debeorar y los beneficios que trae, etcétera, perosiempre esto de las oraciones me entró por unoído y salió por el otro, pues no tengo ni ideade cómo hacerlo; hace mucho tiempo, desdeentonces, abandoné por completo la oración.Esto ha sido así, en mí, hasta hace unos cuatroaños, cuando conversando con mi mejor amigome dijo: «José, esto de la oración essimplemente tener una conversación conDios.» Así es como te sugiero que lo hagas: tesientas en una silla y colocas otra silla vacíaenfrente tuyo; luego, con fe, miras a Diossentado delante de ti. No es algo alocado elhacerlo, pues Él nos dijo: «Yo estaré siemprecon vosotros.» Por tanto, le hablas y loescuchas de la misma manera como lo estáshaciendo conmigo ahora mismo. Es así que lo

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hice una vez y me gustó tanto, que lo heseguido haciendo unas dos horas diarias desdeentonces. Siempre tengo mucho cuidado queno me vaya ver a mi hija, pues me internaría deinmediato en la casa de los locos.

El sacerdote sintió una gran emoción alescuchar esto, y le dijo a José que era muybueno lo que había estado haciendo y que nocesara de hacerlo; luego, hizo una oración conél, le extendió una bendición, los santos óleosy se fue a su parroquia.

Dos días después, la hija de José llamó alsacerdote para decirle que su padre habíafallecido. El sacerdote le preguntó:

—¿Falleció en paz?—Sí. Cuando salí de casa, a eso de las dos

de la tarde, me llamó y fui a verlo a su cama.Me dijo lo mucho que me quería y me dio unbeso. Cuando regresé de hacer compras unahora más tarde, ya lo encontré muerto. Perohay algo extraño al respecto de su muerte, pues

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aparentemente justo antes de morir se acercó ala silla que estaba al lado de su cama y recostósu cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Quécree usted que pueda significar esto?

El sacerdote se secó las lágrimas deemoción, y le respondió: —Ojalá que todosnos pudiésemos ir de esa manera.

AUTOR DESCONOCIDO

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EL ÁRBOL DE LOSPROBLEMAS

El carpintero que había contratado para que meayudara a reparar una vieja granja, acababa definalizar un duro primer día de trabajo. Sucortadora eléctrica se estropeó y le hizo perderuna hora de trabajo, y ahora su antiguo camiónse niega a arrancar. Mientras lo llevaba a sucasa, se sentó en silencio. Una vez quellegamos, me invitó a conocer a su familia.Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvobrevemente frente a un pequeño árbol, tocandolas puntas de las ramas con ambas manos.Cuando se abrió la puerta, ocurrió unasorprendente transformación: su bronceadacara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dospequeños hijos y le dio un beso a su esposa.Posteriormente, me acompañó hasta el coche.Cuando pasamos cerca del árbol, sentí

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curiosidad y le pregunté acerca de lo que lehabía visto hacer un rato antes.

—¡Oh!, ése es mi árbol de problemas —contestó—. Sé que no puedo evitar tenerproblemas en el trabajo, pero una cosa essegura: los problemas no pertenecen a la casa,ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que,simplemente, los cuelgo en el árbol cada nochecuando llego a casa. Luego, en la mañana, losrecojo otra vez. Lo divertido es —dijosonriendo— que cuando salgo en la mañana arecogerlos, ni remotamente hay tantos comolos que recuerdo haber colgado la nocheanterior.

AUTORDESCONOCIDO

¡¡¡Sabiduría..., sabiduría...!!!

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EL CÍRCULO DEL NOVENTAY NUEVE

Había una vez un rey muy triste que tenía unsirviente que, como todo sirviente de rey triste,era muy feliz. Todas las mañanas llegaba con eldesayuno y despertaba al rey cantando ytarareando alegres canciones de juglares. Unasonrisa se dibujaba en su distendida cara y suactitud para con la vida era siempre serena yalegre. Un día, el rey lo mandó llamar.

—Paje, ¿cuál es el secreto de tu alegría?—le preguntó.

—No hay ningún secreto, alteza.—No me mientas, paje. He mandado

cortar cabezas por ofensas menores que unamentira.

—No le miento, alteza. No guardo ningúnsecreto.

—¿Por qué estás siempre alegre y feliz?

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¡Eh! ¿Por qué?—Majestad, no tengo razones para estar

triste. Su alteza me honra permitiéndomeatenderlo. Tengo mi esposa y mis hijosviviendo en la casa que la corte nos haasignado, somos vestidos y alimentados;además, su alteza me premia de cuando encuando con algunas monedas para darnosalgunos gustos, ¿cómo no estar feliz?

—Si no me dices ahora mismo el secreto,te haré decapitar —dijo el rey—. Nadie puedeser feliz por esas razones.

—Pero majestad, no hay secreto. Nada megustaría más que complacerlo, pero no haynada que yo esté ocultando...

—Vete. ¡Vete antes de que llame alverdugo!

El sirviente sonrió, hizo una reverencia ysalió de la habitación.

El rey estaba como loco. No consiguióexplicarse cómo el

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paje estaba feliz viviendo de prestado,usando ropa usada y alimentándose de lassobras de los cortesanos. Cuando setranquilizó, llamó al más sabio de sus asesoresy le contó su conversación de la mañana.

—¿Por qué él es feliz?—¡Ah, majestad! Lo que sucede es que él

está fuera del círculo.—¿Fuera del círculo?—Así es.—¿Y eso es lo que le hace feliz?—No, majestad; eso es lo que no le hace

infeliz.—A ver si entiendo, ¿estar en el círculo le

hace infeliz?—Así es.—¿Y cómo salió?—¡Nunca entró!—¿Qué círculo es ése?—El círculo del noventa y nueve.—Verdaderamente, no entiendo nada.

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—La única manera para que entendierasería mostrárselo con los hechos.

—¿Cómo?—Haciendo entrar a tu paje en el círculo.—¡¡¡Eso!!!, obliguémosle a entrar.—Alteza, nadie puede obligar a nadie a

entrar en el círculo. —Entonces habrá queengañarlo.

—No hace falta, su majestad. Si le damosla oportunidad, él entrará solito, solito.

—¿Pero él no se dará cuenta de que esoserá su infelicidad? —Sí, se dará cuenta.

—Entonces no entrará.—No lo podrá evitar.—¿Dices que él se dará cuenta de la

infelicidad que le causará entrar en ese ridículocírculo y de todos modos entrará en él y nopodrá salir?

—Tal cual. Majestad, ¿está dispuesto aperder un excelente sirviente para poderentender la estructura del círculo?

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—Sí.—Bien; esta noche le pasaré a buscar.

Debe tener preparada una bolsa de cuero connoventa y nueve monedas de oro, ni una más niuna menos. ¡Noventa y nueve!

—¿Qué más? Llevo los guardias, por siacaso.

—Nada más que la bolsa de cuero,majestad. Hasta la noche.

Hasta la noche, así fue. Esa noche, elsabio pasó a buscar al rey. Juntos, seescurrieron hasta los patios del palacio y seocultaron junto a la casa del paje. Allíesperaron el alba. Cuando dentro de la casa seencendió la primera vela, el hombre sabioagarró la bolsa y le pinchó un papel, que decía:

«Este tesoro es tuyo. Es el premio por serun buen hombre. Disfrútalo, y no cuentes anadie cómo lo encontraste.»

Luego, ató la bolsa con el papel en lapuerta del sirviente; golpeó y volvió a

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esconderse.Cuando el paje salió, el sabio y el rey

espiaban detrás de unas matas lo que sucedía.El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó labolsa y, al escuchar el sonido metálico, seestremeció, apretó la bolsa contra su pecho,miró hacia todos los lados de la puerta y volvióa entrar.

El sabio y el rey se asomaron a la ventanapara ver la escena. El sirviente había tirado todolo que había sobre la mesa y dejado sólo lavela.

Se había sentado y había vaciado elcontenido de la bolsa en la mesa. Sus ojos nopodían creer lo que veían. ¡Era una montaña demonedas de oro!

Él, que nunca había tocado una de estasmonedas, tenía hoy una montaña de ellas. Elpaje las tocaba y amontonaba, las acariciaba yhacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Lasjuntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas.

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Así, jugando y jugando, empezó a hacer pilas dediez monedas.

Una pila de diez, dos, tres, cuatro, cinco,seis pilas de diez... Y mientras, sumaba diez,veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta...,hasta que formó la última pila: ¿¡¡noventa ynueve monedas’”

Su mirada recorrió la mesa primero,buscando una moneda más; luego, el piso, yfinalmente la bolsa.

«No puede ser», pensó.Puso la última pila al lado de las otras y

confirmó que era más baja.—¡¡Me robaron!! —gritó—. Me robaron,

malditos.Una vez más, rebuscó en la mesa, en el

piso, en la bolsa, en sus ropas, vació susbolsillos y corrió los muebles, pero noencontró lo que buscaba.

Sobre la mesa, como burlándose de él, unamontañita resplandeciente le recordaba que

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había noventa y nueve monedas de oro. «Sólonoventa y nueve monedas.»

«Es mucho dinero», pensó.«Pero me falta una moneda. Noventa y

nueve no es un número completo —pensaba—.Cien es un número completo, pero noventa ynueve, ¡¡no!!»

El rey y su asesor miraban por la ventana.La cara del paje ya no era la misma: estaba conel ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojosse habían vuelto pequeños y arrugados, y laboca mostraba un horrible rictus, por el queasomaban los dientes. El sirviente guardó lasmonedas en la bolsa y mirando hacia todos loslados para ver si alguno de la casa lo veía,escondió la bolsa entre la leña. Luego, tomópapel y pluma, y se sentó a hacer cálculos.

¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar elsirviente para comprar su moneda númerocien?

Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.

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Estaba dispuesto a trabajar duro hastaconseguirla. Después, quizás, no necesitaratrabajar más. Con cien monedas de oro unhombre puede dejar de trabajar. Con cienmonedas de oro un hombre es rico. Con cienmonedas se puede vivir tranquilo.

Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba susalario y algún dinero extra que recibía, enonce o doce años juntaría lo necesario. i

«Doce años es mucho tiempo», pensó.Quizá pudiera pedirle a su esposa que

buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Yél mismo, después de todo, terminaba su tareaen palacio a las cinco de la tarde; podríatrabajar hasta la noche y recibir alguna pagaextra por ello.

Sacó las cuentas: sumando su trabajo en elpueblo y el de su esposa, en siete años reuniríael dinero.

¡¡¡Era demasiado tiempo!!!Quizá pudiera llevar al pueblo las sobras

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de la comida todas las noches y venderlo porunas monedas. De hecho, cuanto menoscomieran, más comida habría para vender...vender... vender...

Estaba haciendo calor. ¿Para qué tantaropa de invierno? ¿Para qué más de un par dezapatos?

Era un sacrificio, pero en cuatro años desacrificios llegaría a su moneda cien.

El rey y el sabio volvieron a palacio.El paje había entrado en el círculo del

noventa y nueve...Durante los siguientes meses, el sirviente

siguió sus planes tal como se le ocurrieronaquella noche.

Una mañana, el paje entró a la alcoba realgolpeando las puertas, refunfuñando de malaspulgas.

—¿Qué te pasa? —preguntó el rey, debuen modo.

—Nada me pasa; nada me pasa.

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—Antes, no hace mucho, reías y cantabastodo el tiempo.

—Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría sualteza, que fuera su bufón y su juglar también?

No pasó mucho tiempo antes de que el reydespidiera al sirviente. No era agradable tenerun paje que estuviera siempre de mal humor.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Tú y yo..., ytodos nosotros, hemossido educados en estaestúpida ideología:«Siempre nos falta algopara estar completos...siempre hay que estar

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alcanzando, logrando,completando... y sólo así,después de alcanzar, lograr,completar, es que se puedegozar de lo que se tiene.»Por tanto, nos enseñaron:«La felicidad deberáesperar a completar lo quefalta...» Y como siemprenos falta algo... (si no locreemos así nosotros,alguien se encargará dehacérnoslos creer), nuncase puede gozar de la vida.

Pero ¿qué pasaría si lailuminación llegara anuestras vidas? y nosdiéramos cuenta, así, degolpe, que nuestras noventay nueve monedas son eltesoro completo, que no

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nos falta nada, que nadie sequedó con lo nuestro, quenada tiene de más redondocien que noventa y nueve,que todo es sólo unatrampa, una zanahoriapuesta frente a nosotrospara que seamos estúpidos,para que jalemos del carro,cansados, malhumorados,infelices o resignados.

¡Una trampa para quenunca dejemos de empujary que todo siga igual...eternamente igual¹

... cuántas cosascambiarían si pudiéramosdisfrutar de nuestrostesoros... ¡¡¡TAL COMOESTÁN!!!

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EL CALENTADOR DEASIENTO

Un muchacho vivía solo con su padre; ambostenían una relación extraordinaria y muyespecial. El joven pertenecía al equipo defútbol de su colegio, pero normalmente notenía la oportunidad de jugar; bueno, casi nunca.Sin embargo, su padre permanecía siempre enlas gradas haciéndole compañía.

El joven era el más bajo de su clase;cuando comenzó secundaria, insistió enparticipar en el equipo de fútbol del colegio; supadre siempre le daba orientación y leexplicaba claramente que «él no tenía que jugarfútbol, si no lo deseaba en realidad».

Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba aun entrenamiento ni a un partido, estabadecidido en dar lo mejor de sí, se sentíafelizmente comprometido.

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Durante su vida de secundaria, lorecordaron como el «calentador de banco»debido a que siempre permanecía sentado. Supadre, con su espíritu de luchador, siempreestaba en las gradas dándole compañía, palabrasde aliento y el mejor apoyo que hijo algunopodría esperar.

Cuando comenzó la universidad, intentóentrar al equipo de fútbol; todos estabanseguros que no lo lograría, pero a todos vencióy entró en el equipo. El entrenador le dio lanoticia, admitiendo que lo había aceptado porcómo demostraba entregar su corazón y sualma en cada uno de los entrenamientos y, almismo tiempo, les daba a los demás miembrosdel equipo el entusiasmo perfecto.

La noticia llenó por completo su corazón;corrió al teléfono más cercano y llamó a supadre, quien compartió con él la emoción. Leenviaba, todas las temporadas, las entradas paraque asistiera a los partidos de la universidad.

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El joven era muy persistente: nunca faltó aun entrenamiento ni a un partido durante loscuatro años de la universidad, y nunca tuvo laoportunidad de participar en algún partido.

Era el final de la temporada, y justo unosminutos antes de que comenzara el partidorecibió un telegrama. El joven lo tomó y luegode leerlo, lo guardó en silencio; temblando, ledijo al entrenador:

—¡Mi padre murió esta mañana! ¿No hayproblema de que falte al partido hoy?

El entrenador le abrazó, y le dijo:—¿Toma el resto de la semana libre, hijo!

Y no se te ocurra venir el sábado.Llegó el sábado y el partido no estaba muy

bien; en el tercer cuarto, cuando el equipo teníadiez puntos de desventaja, el joven entró alvestuario y, calladamente, se colocó eluniforme y corrió hacia donde estaba elentrenador y su equipo, quienes estabanimpresionados de ver a su luchador compañero

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de regreso.—Entrenador, por favor, permítame

jugar... ¿Yo tengo que jugar hoy! —imploró eljoven.

El entrenador pretendía no escucharle; deninguna manera él podía permitir que su peorjugador entrara en el cierre de laseliminatorias. Pero el joven insistió tanto, quefinalmente el entrenador, sintiendo lástima, loaceptó:

—¡O.K., hijo, puedes entrar! El campo estodo tuyo.

Minutos después, el entrenador, el equipoy el público no podían creer lo que estabanviendo. El pequeño desconocido, que nuncahabía participado en un partido, estaba haciendotodo perfectamente brillante; nadie podíadetenerlo en el campo, corría fácilmente comotoda una estrella.

Su equipo comenzó a ganar puntos, hastaque empataron el partido. En los últimos

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segundos de cierre, el muchacho interceptó unpase y corrió todo el campo hasta ganar con untouch down.

La gente que estaba en las gradas gritabaemocionada, y su equipo lo llevaba a hombrospor todo el campo. Finalmente, cuando todoterminó, el entrenador observó que el jovenestaba sentado calladamente y solo en unaesquina, se acercó y le dijo:

—¡Muchacho, no puedo creerlo; estuvistefantástico! Dime, ¿cómo lo lograste?

El joven miró al entrenador, y le dijo:—Usted sabe que mi padre murió... Pero

¿sabía que mi padre era ciego? —el joven hizouna pausa y trató de sonreír—. Mi padre asistíaa todos mis partidos, pero hoy era la primeravez que él podría verme jugar... ¡y yo quisemostrarle que sí podía hacerlo!

AUTOR

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DESCONOCIDO

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EL PESO DE UNA ORACIÓN

Louise Redden, una mujer pobremente vestiday con una expresión de derrota en el rostro,entró en una tienda de abarrotes. Se acercó aldueño de la tienda y, de una forma muyhumilde, le preguntó si podía fiarle algunascosas.

Hablando suavemente, explicó que sumarido estaba muy enfermo y no podía trabajar,que tenían siete hijos y que necesitabancomida.

John Longhouse, el abarrotero, se mofóde ella y le pidió que saliera de la tienda.

Visualizando las necesidades de sufamilia, la mujer le dijo:

—Por favor, señor, le traeré el dinero tanpronto como pueda.

John le dijo:—No puedo darle crédito porque usted no

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tiene cuenta con la tienda.Junto al mostrador había un cliente que

escuchó la conversación. El cliente se acercóal mostrador y le dijo al abarrotero que élrespondería por lo que necesitara la mujer parasu familia.

El abarrotero, no muy contento con lo quepasaba, le preguntó de mala gana a la señora sitenía una lista.

Louise respondió:—¿Sí, señor!—Está bien —le dijo el tendero—. Ponga

su lista en la balanza, y lo que pese la lista esole daré en mercancía.

Louise pensó un momento, con la cabezabaja, y después sacó una hoja de papel de subolso y escribió algo en ella. A continuación,puso la hoja de papel cuidadosamente sobre labalanza, todo esto con la cabeza baja.

Los ojos del tendero se abrieron enasombro, al igual que los del cliente, cuando el

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plato de la balanza bajó hasta el mostrador y semantuvo abajo.

El tendero, mirando fijamente la balanza,se volvió hacia el cliente, y le dijo:

—¿No puedo creerlo!El cliente sonrió, mientras el abarrotero

empezó a poner la mercancía en el otro platode la balanza.

La balanza no se movía, así que siguióllenando el plato hasta que ya no tenía másespacio.

El tendero vio lo que había puesto,completamente disgustado.

Finalmente, quitó la lista del plato y laleyó con mayor asombro. No era una lista demercancías. Era una oración, que decía: «Señormío, tú sabes mis necesidades, y las pongo entus manos.»

El tendero le dio las cosas que se habíanjuntado y se quedó de pie, frente a la balanza,atónito y en silencio.

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Louise le dio las gracias y salió de latienda.

El cliente le dio a John un billete decincuenta dólares, y le dijo:

—¿Realmente valió cada centavo!Fue un tiempo después que John

Longhouse descubrió que la balanza estabarota.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: En resumen,sólo Dios sabe cuánto pesauna oración.

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SONRÍE

Soy madre de tres hijos de catorce, doce y tresaños, respectivamente, y recientementeterminé mi carrera universitaria. La últimaclase que tomé fue sociología. La profesoraestaba muy inspirada con las cualidades que yodeseaba ver, con las cuales cada ser humanohabía sido agraciado.

Su último proyecto fue titulado«SONRIE». Pidió a la clase que saliera, lesonriera a tres personas y documentaran susreacciones. Yo soy una persona muy sociable ysiempre sonrío a todos y digo «hola», así esque pensé que esto sería pan comido.

Tan pronto nos fue asignado el proyecto,mi esposo, mi hijo pequeño y yo fuimos aMcDonald’s una fría mañana de marzo; era lamanera de compartir un tiempo de juego connuestro hijo.

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Estábamos esperando ser atendidoscuando, de repente, todos se echaron haciaatrás, incluso mi esposo. Yo no me moví ni uncentímetro, y un abrumador sentimiento depánico me envolvió cuando me di la vuelta paraver qué pasaba.

Cuando me giré, percibí un horrible olor a«cuerpo sucio» y, junto a mí, estaban paradosdos hombres pobres. Cuando miré al pequeñohombre que estaba cerca de mí, él sonreía, ysus hermosos ojos azul cielo estaban llenos dela luz de Dios, buscando aceptación. Él dijo:

—Buen día —mientras contaba las pocasmonedas que traía.

El segundo hombre manoteaba junto a suamigo; creo que era deficiente mental, y elhombre de ojos azules era su salvación.

Contuve las lágrimas. La jovendependienta le preguntó «¿qué quería?». Éldijo:

—Café; es todo, señorita.

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Porque era para lo único que tenían, yaque si querían sentarse en el restaurante paracalentarse un poco tenían que consumir algomás.

Entonces realmente lo sentí; el impulsofue tan grande, que casi alcanzo al pequeñohombre para abrazarlo. Fue entonces que sentítodas las miradas en mí, juzgando mi acción.

Yo sonreí, y le pedí a la joven dependientaque me diera dos desayunos más en unabandeja; caminé hacia la mesa donde estabanlos dos hombres sentados, puse la bandeja ensu mesa y mi mano sobre la mano fría delpequeño hombre; él me miró con lágrimas enlos ojos, y dijo:

—Gracias.Yo me incliné dando palmaditas en su

mano, y le dije:—No lo hice por ustedes, «Dios esta aquí

actuando a través de mí para darles esperanza».Comencé a llorar mientras caminaba para

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reunirme con mi esposo e hijo.Cuando me senté, mi marido sonrío y

dijo:—Es por eso que Dios te dio para mí,

cariño, para darme esperanza.Nos tomamos de las manos por un

momento y, en ese instante, supimos la graciacon la que fuimos bendecidos para ser capacesde dar.

No pertenecemos a ninguna religión, perocreemos en un Dios universal.

Ese día me fue mostrada la luz dulce yamorosa de Dios. Yo regresé a la universidad,mi última clase nocturna, con esta historia enmano.

Entregué mi proyecto y la instructora loleyó; entonces me miró, y preguntó:

—¿Puedo compartir esto?Yo asentí lentamente, mientras ella pedía

la atención de la clase. Comenzó a leer y me dicuenta que nosotros, como seres humanos y

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siendo parte de Dios, compartimos estanecesidad para sanar a la gente y ser sanados.

A mi manera, se lo hice sentir a la genteen McDonald’s, a mi esposo, hijo, a la maestray a cada alma en el salón de clases esa últimanoche como estudiante.

Me gradué con una de las lecciones másgrandes que jamás hubiera aprendido:

«ACEPTACIÓN INCONDICIONAL»

AUTORDESCONOCIDO

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EL AMOR VERDADERO

Un famoso maestro se encontró frente a ungrupo de jóvenes universitarios que estaban encontra del matrimonio.

Los muchachos argumentaban que elromanticismo constituye el verdadero sustentode las parejas y que es preferible acabar con larelación cuando ésta se apaga en lugar de entrara la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba suopinión, pero les relató lo siguiente:

Mis padres vivieron cincuenta y cincoaños casados. Una mañana, mi mamá bajaba lasescaleras para prepararle a papá el desayuno ysufrió un infarto. Mi padre la alcanzó, lalevantó como pudo y, casi a rastras, la subió ala camioneta. A toda velocidad, saltándose sinrespetar los semáforos, condujo hasta elhospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había

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fallecido.Durante el funeral, mi padre no habló, su

mirada estaba perdida y casi no lloró. Esanoche, sus hijos nos reunimos con él.

En un ambiente de dolor y de nostalgiarecordamos hermosas anécdotas. Él pidió a mihermano, teólogo, que le dijera dónde estaríamamá en ese momento; mi hermano comenzó ahablar de la vida después de la muerte,conjeturó cómo y dónde estaría ella.

Mi padre escuchaba con gran atención. Depronto, pidió: «¿Llévenme al cementerio!»«Papá —respondimos—, ¿son las once de lanoche! No podemos ir al cementerio ahora.»

Alzó la voz y, con una mirada vidriosa,dijo: «No discutan conmigo, por favor; nodiscutan con el hombre que acaba de perder a laque fue su esposa por cincuenta y cinco años.»

Se produjo un momento de respetuososilencio. No discutimos más. Fuimos alcementerio, pedimos permiso al velador y con

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una linterna llegamos a la lápida. Mi padre laacarició, rezó y nos dijo a sus hijos, queveíamos la escena conmovidos: «Fueroncincuenta y cinco buenos años... ¿Saben?, nadiepuede hablar del amor verdadero si no tieneidea de lo que es compartir la vida con unamujer así —hizo una pausa y se limpió la cara—. Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis,en mi cambio de empleo —continuó—.Hicimos la mudanza cuando vendimos la casa ynos trasladamos de ciudad. Compartimos laalegría de ver a nuestros hijos terminar suscarreras, lloramos uno al lado del otro lapartida de nuestros seres queridos, rezamosjuntos en la sala de espera de algunoshospitales, nos apoyamos en el dolor, nosabrazamos en cada Navidad y perdonamosnuestros errores... Hijos, ahora se ha ido yestoy contento, ¿saben por qué? Porque se fueantes que yo, no tuvo que vivir la agonía y eldolor de enterrarme, de quedarse sola después

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de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y ledoy gracias a Dios. La amo tanto que no mehubiera gustado que sufriera...»

Cuando mi padre terminó de hablar, mishermanos y yo teníamos el rostro empapado delágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló:«Todo está bien, hijos; podemos irnos a casa;ha sido un buen día.»

AUTORDESCONOCIDO

Esa noche entendí loque es el verdadero amor.Dista mucho delromanticismo; no tiene quever demasiado con elerotismo, más bien se

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vincula al trabajo y alcuidado que se profesandos personas realmentecomprometidas. Cuando elmaestro terminó de hablar,los jóvenes universitariosno pudieron debatirle. Esetipo de amor era algo queno conocían.

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RIQUEZA

Una vez, un padre de una familia acaudaladallevó a su hijo a un viaje por el campo con elfirme propósito de que su hijo viera cuánpobres eran las gentes del campo.

Estuvieron por espacio de un día y unanoche completos en una granja de una familiacampesina muy humilde.

Al concluir el viaje, y de regreso a casa, elpadre le pregunta a su hijo:

—¿Qué te pareció el viaje?—¿Muy bonito, papá!—¿Viste lo pobre que puede ser la gente?—¡.Sí!—¿Y qué aprendiste?—Vi que nosotros tenemos un perro en

casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemosuna piscina que llega de largo a la mitad deljardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin.

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Nosotros tenemos unas lámparas importadasen el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestropatio llega hasta la muralla de la casa, el deellos tiene todo un horizonte. Ellos tienentiempo para platicar y convivir en familia, tú ymi mamá tienen que trabajar todo el tiempo ycasi nunca los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedómudo..., y su hijo agregó:

—¡¡¡Gracias, papá, por enseñarme lo ricosque podemos llegar a ser!!!

AUTORDESCONOCIDO

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LA CAJA LLENA DE BESOS

Hace ya un tiempo, un hombre castigó a supequeña niña, de tres años, por desperdiciar unrollo de papel de envoltura dorada.

El dinero era escaso en esos días, por loque explotó en furia cuando vio a la niñatratando de envolver una caja para ponerladebajo de un árbol de Navidad. Sin embargo, laniña le llevó el regalo a su padre la siguientemañana, y dijo:

—Esto es para ti, papito.Él se sintió avergonzado de su reacción de

furia, pero éste volvió a explotar cuando vioque la caja estaba vacía. Le volvió a gritar,diciendo:

—¡¡¿No sabes que cuando das un regalo aalguien se supone que debe haber algo dentro?!!

La pequeñita miró hacia arriba, conlágrimas en los ojos, y dijo:

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—¡Oh, papito! No está vacía; yo soplébesos dentro de la caja; todos para ti, papá.

El padre se sintió morir; puso sus brazosalrededor de su niña y le suplicó que loperdonara.

Se ha dicho que el hombre guardó esa cajadorada cerca de su cama por años y siempreque se sentía derrumbado, tomaba de la caja unbeso imaginario y recordaba el amor que suniña había puesto ahí.

AUTORDESCONOCIDO

En una forma muy sensible, cada uno denosotros, los humanos, hemos recibido unrecipiente dorado, lleno de amor incondicionaly besos de nuestros hijos, padres, amigos,familia o de Dios. Nadie podría tener una

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propiedad o posesión más hermosa que ésta.Valoremos el tesoro que tenemos...

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MAÑANA PUEDE SER MUYTARDE

Había una vez... un chico que nació con cáncer.Un cáncer que no tenía cura.

Con diecisiete años, podría morir encualquier momento. Siempre vivió en su casa,bajo el cuidado de su madre. Ya estaba harto ydecidió salir solo por una vez. Le pidiópermiso a su madre, y ella aceptó.

Caminando por su calle, vio muchoscomercios. Al pasar por una tienda de música,y al mirar hacia el mostrador, observó lapresencia de una niña muy tierna de su mismaedad.

Fue amor a primera vista.Abrió la puerta y entró, sin mirar nada que

no fuera ella. Acercándose poco a poco, llegóal mostrador donde ella se encontraba. Lomiró, y le dijo sonriente:

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—¿Te puedo ayudar en algo?Mientras, él pensaba que era la sonrisa

más hermosa que había visto en toda su vida.Sintió el deseo de besarla en ese mismoinstante.

Tartamudeando, le dijo:—Sí. ¡Ehl ¡Hmmrn!... Me gustaría

comprar un CD —sin pensar, tomó el primeroque vio y le dio el dinero.

—¿Quieres que te lo envuelva? —preguntó la niña, sonriendo de nuevo.

Él respondió que sí, moviendo la cabeza; yella fue a la trastienda para volver con elpaquete envuelto y entregárselo. Él lo tomó ysalió de la tienda. Se fue a su casa, y desde esedía en adelante visitó la tienda todos los díaspara comprar un CD.

Siempre se los envolvía la niña para luegollevárselos a su casa y colocarlos en su closet.Él era muy tímido para invitarla a salir y,aunque lo intentaba, no podía.

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Su mamá se enteró de esto e intentoanimarle a que se atreviera; así que, al siguientedía, se armó de coraje y se dirigió a la tienda.Como todos los días, compró un CD; y comosiempre, ella se fue a la trastienda paraenvolverlo. Él tomó el CD y, mientras ella noestaba mirando, rápidamente dejó su teléfonoen el mostrador y salió corriendo de la tienda.

«¡¡Rinnng!» Su mamá contestó.Bueno. ¡Era la niña!Preguntó por su hijo y la madre,

desconsolada, comenzó a llorar, mientrasdecía:

—¿Qué? ¿No sabes? Murió ayer.Hubo un silencio prolongado, excepto los

lamentos de su madre. Más tarde, la mamáentró en el cuarto de su hijo para recordarlo.Ella decidió empezar por ver su ropa, así queabrió su closet. Para su sorpresa, se topó conmontones de CD envueltos. Ni uno estabaabierto.

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Le causó curiosidad ver tantos y no seresistió; tomó uno y se sentó sobre la camapara verlo; al hacer esto, un pequeño pedazo depapel salió de la cajita plástica. La mamá lorecogió para leerlo, y decía:

«¡Hola! Estás superguapo, ¿quieres salirconmigo?

»TQM (Te Quiero Mucho), Sofía.»De tanta emoción, la madre abrió otro y

otro pedazo de papel en varios CD, y todosdecían lo mismo.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Así es lavida; no esperes demasiadopara decirle a ese alguienespecial lo que sientes.Díselo hoy. Mañana puedeser muy tarde.

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EL HIJO

Un hombre rico, y su hijo, tenían gran pasiónpor el arte. Tenían de todo en su colección:desde Picasso hasta Rafael.

Muy a menudo, se sentaban juntos aadmirar las grandes obras de arte.

Desgraciadamente, el hijo fue a la guerra.Fue muy valiente y murió en la batalla mientrasrescataba a otro soldado. El padre recibió lanoticia y sufrió profundamente la muerte de suúnico hijo.

Un mes más tarde, justo antes de laNavidad, alguien llamó a la puerta.

Un joven con un gran paquete en susmanos, dijo al padre:

—Señor, usted no me conoce, pero yosoy el soldado por quien su hijo dio la vida. Élsalvó muchas vidas ese día, y me estaballevando a un lugar seguro cuando una bala le

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atravesó el pecho, muriendo asíinstantáneamente. Él hablaba muy a menudo deusted y de su amor por el arte.

El muchacho extendió los brazos paraentregar el paquete:

—Yo sé que esto no es mucho. Yo no soyun gran artista, pero creo que a su hijo lehubiera gustado que usted recibiera esto.

El padre abrió el paquete.Era un retrato de su hijo, pintado por el

joven soldado. Él contempló con profundaadmiración la manera en que el soldado habíaplasmado la personalidad de su hijo en lapintura.

El padre estaba tan atraído por laexpresión de los ojos de su hijo, que los suyospropios se llenaron de lágrimas.

Le agradeció al joven soldado el detalle yofreció pagarle por el cuadro.

—¡Oh no, señor! Yo nunca podría pagarlelo que su hijo hizo por mí. Es un regalo.

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El padre colgó el retrato arriba de larepisa de su chimenea.

Cada vez que los visitantes e invitadosllegaban a su casa, les mostraba el retrato de suhijo antes de mostrar su famosa galería.

El hombre murió unos meses más tarde yse anunció una subasta con todas las pinturasque poseía.

Mucha gente importante e influyenteacudió, con grandes expectativas, de hacersecon un famoso cuadro de la colección.

Sobre la plataforma estaba el retrato delhijo.

El subastador golpeó su mazo para darinicio a la subasta.

—Empezaremos el remate con esteretrato del hijo. ¿Quién ofrece por este retrato?

Hubo un gran silencio.Entonces, una voz del fondo de la

habitación gritó:—¡Queremos ver las pinturas famosas!

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¡Olvídese de ésa!Sin embargo, el subastador persistió:—¿Alguien ofrece algo por esta pintura?

¿Cien dólares? ¿Doscientos dólares?Otra voz gritó, con enojo:—¡No venimos por esa pintura! Venimos

por los Van Gogh, los Rembrandts. ¡Vamos alas ofertas de verdad!

Pero, aun así, el subastador continuaba sulabor:

—¡El hijo!. ¡El hijo! ¿Quién se lleva Elhijo?

Finalmente, una voz se oyó desde muyatrás de la habitación:

—Yo doy diez dólares por la pintura.Era el viejo jardinero del padre y del hijo.

Siendo un hombre muy pobre, era lo único quepodía ofrecer.

—¡Tenemos diez dólares! ¿Quién daveinte dólares? —gritó el subastador.

La multitud se estaba enojando mucho.

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No querían la pintura de El hijo. Queríanlas que representaban una valiosa inversión parasus propias colecciones. El subastador golpeó,por fin, el mazo:

—Va una, van dos, ¡VENDIDA por diezdólares!

—¡Empecemos con la colección! —gritóuno.

El subastador soltó su mazo y dijo:—Lo siento mucho, damas y caballeros,

pero la subasta llegó a su final.—Pero ¿qué hay de las pinturas? —

dijeron los interesados.—Lo siento —contestó el subastador—.

Cuando me llamaron para conducir estasubasta, me comunicaron de un secretoestipulado en el testamento del dueño. Yo notenía permitido revelar esta estipulación hastaeste preciso momento. Solamente la pintura deEl hijo sería subastada. Aquel que la compraraheredaría absolutamente todas las posesiones

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de este hombre, incluyendo las famosaspinturas. ¡El hombre que compró El hijo sequeda con todo!

AUTORDESCONOCIDO

El valor de losimple...délo amoroso. Elno podía ofrecer más quediez dólares, pero por sucorazón, por tener lasensibilidad de ver el valorque tenía ese retrato delhijo... se lo llevó todo...

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EL VALOR DE LOS AMIGOS

Un día, cuando ingresé en preparatoria, vi a unchico de mi clase caminando hacia su casadesde la escuela; su nombre era Kyle y estabacargando con todos sus libros.

«¿Por qué alguien trae todos sus libros acasa en viernes? ¿Debe ser un perno!», pensé.

Tenía planeado un gran fin de semana(fiestas y un partido de fútbol el sábado por latarde), así que sólo me encogí de hombros yseguí mi camino. Mientras caminaba, vi a ungrupo de chicos corriendo hacia Kyle. Letiraron los libros que traía cargando y loempujaron para que cayera al suelo. Susanteojos salieron volando y vi cómo cayeron enel césped, a unos tres metros de él. Miró haciaarriba y observé una terrible tristeza en susojos. Mi corazón se volcó hacia él. Corrí haciaél y mientras se arrastraba hacia sus anteojos,

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vi lágrimas en sus ojos.Mientras le entregaba sus anteojos, le

dije:—Esos tipos son unos idiotas. Deberían

entretenerse de otra forma.Me miró, y dijo:—Oye, ¿gracias!Había una enorme sonrisa en su cara. Era

una de esas sonrisas que mostraba auténticagratitud. Le ayudé a recoger sus libros y lepregunté dónde vivía.

Resultó que vivía cerca de mi casa, así quele pregunté por qué nunca lo había visto en elvecindario.

Dijo que había ido a una escuela privadaanteriormente (yo nunca me había juntado conun chico de una escuela privada).

Hablamos en el camino a casa. Resultó serun chico muy agradable. Lo invité a jugar alfútbol conmigo y con mis amigos el sábado enla mañana, y aceptó.

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Pasamos juntos el fin de semana ymientras más lo conocía, más me agradaba.Mis amigos pensaban lo mismo. Llegó lamañana del lunes y allí estaba Kyle de nuevo,con su enorme montón de libros. Lo detuve yle dije que si continuaba así, iba a conseguirmuy buenos músculos. Él, simplemente, se rióy me pasó la mitad de los libros.

Durante los siguientes cuatro años, Kyle yyo nos convertimos en los mejores amigos.

Cuando estábamos en el último curso desecundaria, empezamos a pensar en launiversidad.

Kyle eligió Georgetown, mientras que yoescogí Duke. Yo sabía que siempre seríamosamigos y que la distancia nunca sería unproblema.

Él decidió convertirse en doctor, mientrasque yo conseguí una beca para estudiar en laescuela de negocios. Le molestaba todo eltiempo de que era un matado. Incluso fue de los

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primeros seleccionados por las universidades yse estaba preparando para el discurso del día degraduación.

Me alegré de no tener que ser yo el quetuviera que pasar al frente y hablar.

El día de la graduación, Kyle lucíafantástico. Se adaptaba e incluso se veía biencon anteojos. Tenía más citas que yo y todaslas chicas lo amaban. Bueno, algunas vecesestaba realmente celoso de él.

Hoy era uno de esos días en que él estabanervioso. Así que le di una palmadita en laespalda, y le dije:

—Oye, amigo, estarás genial.Me miró con una de esas miradas (de

agradecimiento), sonrió y dijo:—¿Gracias!Mientras empezaba su discurso, aclaró su

garganta, y empezó...—El período de graduación es el de

agradecer a aquellos que nos ayudaron a

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lograrlo a través de esos años difíciles;nuestros padres, nuestros maestros, nuestroshermanos, tal vez un entrenador... Pero más quenada, a los amigos. Estoy aquí para decirles queser un amigo es el mejor regalo que le puedesdar a una persona. Les voy a contar una historia—prosiguió.

(Yo miraba incrédulamente a mi amigomientras contaba la historia del primer día enque nos conocimos.)

—Había planeado suicidarme ese fin desemana —dijo.

Nos contó acerca de cómo había vaciadosu taquilla para que su mamá no tuviera quehacerlo después, y estaba llevando sus cosas acasa.

Me miró profundamente y me regaló unasonrisa.

—¿Gracias a Dios, fui salvado! Mi amigome salvó de hacer lo indecible.

Oí una exclamación de la multitud,

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mientras este guapo y popular muchacho noscomentó acerca de su momento de debilidad.Yo vi a sus padres mirándome y sonriendoagradecidamente.

Hasta ese momento no me había dadocuenta de la profundidad de esto.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Nuncasubestimes el poder de tusacciones. Con un pequeñogesto puedes cambiar lainda de una persona. Parabien o para mal, Dios nospuso a cada uno en la vidapara afectar a otros de

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alguna manera.Busca a Dios en los

demás. Y recuerda:«Los amigos son

ángeles que nos ponen enpie cuando nuestras alastienen problemas derecordar cómo volar.»

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LA ACTITUD INTERIOR LOES TODO

Samuel era el tipo de persona que te encantaríaodiar. Siempre estaba de buen humor y siempretenía algo positivo que decir. Cuando alguien lepreguntaba cómo le iba, él respondía:

—Para poder estar mejor tendría que sermi gemelo.

Era un gerente de restaurante único,porque tenía varias meseras que lo habíanseguido de restaurante en restaurante. La razónpor la que las meseras seguían a Samuel era porsu actitud interior. Él era un motivador natural.

Si un empleado tenía un mal día Samuelestaba allí para decirle cómo ver el ladopositivo de la situación.

Ver este estilo de persona realmente mecausó curiosidad, así que un día fui a buscar aSamuel, y le pregunté:

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—No lo entiendo... No es posible ser unapersona tan positiva todo el tiempo... ¿Cómo lohaces?

Samuel respondió:—Cada mañana me despierto y me digo a

mí mismo: ¡Samuel, tienes dos opciones hoy!Puedes escoger estar de buen humor o puedesescoger estar de mal humor. Elijo estar de buenhumor. Cada vez que sucede algo malo puedesescoger entre ser una víctima o aprender deello. Cada vez que alguien viene a mí paraquejarse, puedo aceptar su queja o puedoseñalarle el lado positivo de la vida. Elijo ellado positivo de la vida.

—Sí, claro. Pero no es tan fácil —protesté.

—¡Sí, lo es! —dijo Samuel—. Cuandoquitas todo lo demás, todo en la vida es asuntode elegir. Cada situación es una elección. Túeliges cómo reaccionar en cada situación. Túeliges

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cómo la gente afectará tu estado deánimo. Tú eliges estar de buen humor o de malhumor. En resumen: «TÚ ELIGES CÓMOVIVIR LA VIDA.»

Reflexioné en lo que Samuel me dijo.Poco tiempo después, dejé el rubro de losrestaurantes para iniciar mi propio negocio.Perdimos el contacto, pero cuando tenía quehacer una elección en la vida, con frecuenciaseguía el ejemplo de Samuel en vez dereaccionar contra ella.

Varios años más tarde me enteré queSamuel hizo algo que nunca debe hacerse en unrestaurante. Dejó la puerta trasera abierta unamañana y fue asaltado por tres ladronesarmados.

Mientras era forzado a abrir la caja fuertesus dedos, temblando por el nerviosismo,resbalaban en las combinaciones. Losasaltantes sintieron pánico y le dispararon.

Con mucha suerte, Samuel fue encontrado

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relativamente pronto y llevado a urgencias a unhospital. Después de dieciocho horas decirugía y semanas de terapia intensiva, Samuelfue dado de alta, aún con fragmentos de bala enel cuerpo.

Me encontré con Samuel seis mesesdespués del accidente. Cuando le preguntécómo estaba, me respondió:

—Para poder estar mejor tendría que sermi gemelo.

Le pregunté qué pasó por su mente en elmomento del asalto. Contestó:

—Lo primero que vino a mi mente fue quedebí haber cerrado la puerta con llave. Cuandoestaba tirado en el piso, recordé que tenía dosopciones: podía elegir vivir o podía elegirmorir. Elegí vivir.

—¿No sentiste miedo? —le pregunté.Samuel continuó:—Los médicos fueron geniales. No

dejaban de decirme que todo iba a salir bien.

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Pero cuando me llevaron al quirófano y vi lasexpresiones en las caras de médicos yenfermeras, realmente me asusté. Podía leer ensus ojos: «Es hombre mueeeerto...» Supeentonces que debía tomar una decisión.—¿Qué hiciste? —pregunté.—Bueno, uno de los médicos me preguntó siera alérgico a algo, y respirando profundamentegrité:—Sí, a las balas.Mientras reían, les dije:—¡Muchachos, estoy escogiendo vivir!Opérenme como si estuviera vivo, no muerto.

AUTORDESCONOCIDO

Samuel vivió por lapericia de los médicos,pero sobre todo por suasombrosa actitud interior.

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Aprendí que cada díatenemos plenamente laelección de vivir. Laactitud interior, finalmente,lo es todo.

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UNA LINDA HISTORIA DEAMOR

Las rosas rojas eran sus favoritas. Su nombretambién era Rosa.

Cada año, su esposo se las mandaba atadascon un bonito lazo.

El año que él murió, le entregaron lasrosas a su puerta, con una tarjeta que decía: «Sémuy valiente», igual que los años anteriores.

Cada año le enviaba rosas y la tarjetitasiempre decía: «Te amo más este año que elaño pasado, en este día. Mi amor crece concada año que transcurre.»

Ella sabía que ésta sería la última vez querecibiría rosas.

Pero pensó que, tal vez, las habíaencargado antes de morir, puesto que no sabíalo que iba a suceder. A él siempre le gustabaadelantarse, haciendo todo por si acaso

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estuviera muy ocupado para hacerlas en lafecha indicada.

Por eso ella cortaba los tallos y lascolocaba en un florero muy especial, que poníaa un lado de su retrato. Después, se sentabahoras enteras viendo el retrato y las flores.Pasó un año y era muy difícil vivir sin supareja.

La soledad la había invadido y parecía sudestino. Pero entonces, igual que en otros díasde San Valentín, llamaron a la puerta y encontrólas rosas. Entró con ellas en las manos y, congran asombro, tomó el teléfono y llamó alflorista.

Le contestó el dueño, y ella le pidió quele explicara...

—¿Quién quería causarle tanto daño?La respuesta fue:—Sé que su esposo murió hace más de un

año y sabía que usted me llamaría. Las floresque usted acaba de recibir fueron previamente

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pagadas. Su esposo siempre adelantaba lascosas sin dejar nada al devenir. Hay un pedidoen su expediente, pagado por adelantado, paraque reciba estas flores cada año.

«También debe saber otra cosa: hay unanotita especial escrita en una tarjeta. Esto lohizo hace muchos años. Ésta dice que si yo meenterase que él ya no está, esta tarjeta se ladebo enviar a usted al año siguiente.

Rosa se mostró agradecida y colgó, hechaun mar de lágrimas; con las manostemblorosas, y lentamente, tomó la tarjeta conla nota. Se quedó observando la tarjeta en unsilencio total.

Leyó lo siguiente:

Hola, mi amor; sé quehace más de un año que mefui. Espero no haya sidomuy penoso recuperarte; sé

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lo sólita que debes deestar, y sé que el dolor esverdadero, pues si fueradiferente sé cómo yo mesentiría. El amor quecompartimos hizo que todoen la vida se viera hermoso.Te quise más de lo quecualquier palabra puedeexpresar.

Tú fuiste la esposaperfecta; fuiste mi amiga yamante, llenaste todo loque anhelaba. Sé que sóloha pasado un año, pero tepido que, por favor, nosufras más. Quiero queseas feliz, aunque derrameslágrimas. Por eso las rosaste llegarán todos los años.Cuando las recibas, piensa

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en la felicidad que tuvimosjuntos y cómo fuimosbendecidos.

Siempre te amé y teseguiré amando, pero tútienes que seguir viviendo.

Por favor, trata deencontrar felicidadmientras vivas. Sé que noserá fácil, pero también séque encontrarás la forma.Las rosas te seguiránllegando cada año, hasta eldía en que no haya quiénabra la puerta.

El florista ha recibido instrucciones dellamar a tu puerta cinco veces el mismo día,por si saliste.

El día que ya nadie la abra, sabrá adonde

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llevar las flores...En donde estemos reunidos...

AUTORDESCONOCIDO

En la vida hay veces que encontramosseres especiales, alguien que cambia nuestravida con sólo ser parte de ella.

Alguien que nos hace creer que hay algomuy bonito y muy bueno en el mundo.

Alguien que nos convence que hay unapuerta cerrada que se abre con la eternaamistad.

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EL PUENTE

No hace mucho tiempo, dos hermanos quevivían en granjas adyacentes cayeron en unconflicto. Éste fue el primer conflicto serioque tenían en cuarenta años de cultivar juntos,hombro a hombro, compartiendo maquinaria eintercambiando cosechas y bienes en formacontinua.

Esta larga y beneficiosa colaboraciónterminó repentinamente. Comenzó con unpequeño malentendido y fue creciendo hastallegar a ser una diferencia mayor entre ellos,hasta que explosionó en un intercambio depalabras amargas seguido de semanas desilencio.

Una mañana, alguien llamó a la puerta deLuis. Al abrir la puerta, encontró a un hombrecon herramientas de carpintero.

—Estoy buscando trabajo por unos días —

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dijo el extraño—. Quizás usted requieraalgunas pequeñas reparaciones aquí, en sugranja, y yo pueda ser de ayuda en eso.

—Sí —dijo el mayor de los hermanos—,tengo un trabajo para usted. Mire al otro ladodel arroyo, hacia aquella granja: ahí vive mivecino; bueno, de hecho, es mi hermano menor.La semana pasada había una hermosa praderaentre nosotros y él tomó su bulldozer y desvióel cauce del arroyo para separar las fincas.Bueno, él pudo haber hecho esto paraenfurecerme, pero le voy a hacer una mejor.¿Ve usted aquella pila de desechos de maderajunto al granero? Quiero que construya unacerca; una cerca de dos metros de alta, ¡noquiero verlo nunca más!

El carpintero le dijo:—Creo que comprendo la situación.

Muéstreme dónde están los clavos y la palapara hacer los hoyos de los postes, y leentregaré un trabajo que lo dejará satisfecho.

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El hermano mayor le ayudó al carpintero areunir todos los materiales y dejó la granja porel resto del día para ir por provisiones alpueblo.

El carpintero trabajó duro todo el díamidiendo, cortando, clavando...

Cerca del ocaso, cuando el granjeroregresó, el carpintero justo había terminado sutrabajo. El granjero quedó con los ojoscompletamente abiertos; su mandíbula cayó.No había ninguna cerca de dos metros.

En su lugar, había un puente que unía lasdos granjas a través del arroyo.

Era una fina pieza de arte, con pasamanosy todo.

En ese momento, su vecino, su hermanomenor, vino desde su granja y abrazando a suhermano, le dijo:

—¡Eres un gran tipo! Mira que construireste hermoso puente después de lo que hehecho y dicho.

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Estaban en su reconciliación los doshermanos cuando vieron que el carpinterotomaba sus herramientas.

—No, espera. ¡Quédate unos cuantosdías!, tengo muchos proyectos para ti —le dijoel hermano mayor al carpintero.

—Me gustaría quedarme —dijo elcarpintero—, pero... tengo muchos puentes porconstruir.

AUTORDESCONOCIDO

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VALORAR

Dos amigas se encontraban tomando un café, yuna le comenta en tono de queja a la otra:

—Mi mamá me llama mucho por teléfonopara pedirme que vaya a conversar con ella. Yovoy poco y, en ocasiones, siento que memolesta su forma de ser. Ya sabes cómo sonlos viejos. Cuentan las mismas cosas una y otravez. Además, nunca me faltan compromisos;que el trabajo, que mi novio, que los amigos...

—Yo, en cambio —le dijo su compañera—, hablo mucho con mi mamá. Cada vez queestoy triste, voy con ella; cuando me sientosola, cuando tengo un problema y necesitofortaleza, acudo a ella y me siento mejor.

—Caramba —se apenó la otra—. Eresmejor que yo.

—No lo creas, soy igual que tú —respondió la amiga, con tristeza—. Visito a mi

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mamá en el cementerio. Murió hace tiempo,pero mientras estuvo conmigo tampoco yo ibaa charlar con ella y pensaba lo mismo que tú.

»No sabes cuánta falta me hace supresencia, cuánto la echo de menos y cuánto labusco ahora que ha partido.

»Si de algo te sirve mi experiencia,conversa con tu mamá hoy, que todavía latienes; valora su presencia resaltando susvirtudes, que seguro las tiene, y trata de hacer aun lado sus errores, que de una forma u otra yaforman parte de su ser. No esperes a que estéen un panteón, porque ahí la reflexión duelehasta el fondo del alma, porque entiendes queya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente;será un hueco que nunca podrás llenar; nopermitas que te pase lo que me ocurrió a mí.

En el automóvil, iba pensando la muchachaen las palabras de su amiga.

Cuando llegó a la oficina, dijo a susecretaria:

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—Comuníqueme, por favor, con mimamá. No me pase más llamadas y tambiénmodifique mi agenda, ¡¡porque es muy probableque este día se lo dedique a ella!!

AUTORDESCONOCIDO

¡¡¡ESTO NO SÓLO SE REFIERE A LOSPADRES!!!

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UN MENSAJE MUY ESPECIAL

Ruth fue a su buzón de correo y sólo había unacarta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, yobservó que tenía su nombre y dirección.

Ella leyó:

«Querida Ruth: Voy a estaren tu barrio el sábado en latarde y quisiera verte. Tequiere siempre, Dios.»

Sus manos temblaban mientras colocaba lacarta en la mesa.

«¿Por qué Dios querrá visitarme si no soynadie especial?» También se dio cuenta que notenía nada que ofrecerle; pensando en eso, ellarecordó su alacena vacía.

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—¡Oh, no tengo nada que ofrecerle!Tengo que ir al supermercado y comprar algopara la cena —tomó su cartera, que conteníacinco dólares—. Bueno, puedo comprar pan yembutidos, por lo menos.

Se puso el abrigo y corrió a la puerta.Compró un molde de pan francés, medio kilode jamón de pavo y una caja de leche, lo que ledejó con tan sólo doce centavos hasta el lunes.

Se sentía bien a medida que se acercaba asu casa con su humilde compra bajo el brazo.

—Señorita, por favor, ¿puede ayudarnos?Ruth había estado tan sumergida en sus

planes para la cena que no había observado dosfiguras acurrucadas en la acera.

Un hombre y una mujer, ambos vestidosde andrajos.

—Mire, señorita, no tengo trabajo y miesposa y yo hemos

estado viviendo en las calles, nos estamoscongelando y tenemos mucha hambre; si usted

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nos pudiera ayudar se lo agradeceríamosmucho.

Ruth los miró. Ellos estaban sucios,malolientes, y pensó que si ellos en verdadquisieran trabajar ya habrían conseguido algo.

—Señor, me gustaría ayudarles, pero soypobre también. Todo lo que tengo es un pocode pan y jamón, y tendré un invitado especial acenar esta noche y pensaba darle esto decomer.

—Esta bien, comprendo. Gracias de todasmaneras.

El hombre puso su brazo sobre loshombros de la mujer y se fueron rumbo alcallejón. Ella los miraba alejarse y sintiómucho dolor en su corazón.

—Señor, espere —la pareja se detuvo,mientras ella corría hacia ellos—. Por qué notoman esta comida; puedo servirle otra cosa ami invitado —dijo ella, mientras le entregaba labolsa del supermercado.

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—¡¡Gracias, muchas gracias señorita!!—Sí, gracias —le dijo la mujer, y Ruth

pudo ver que estaba temblando de frío.—Sabe, tengo otro abrigo en casa; tome

éste —mientras hablaba, se lo iba poniendosobre los hombros.

Ella regresó a casa sonriendo y sin suabrigo ni comida que ofrecer a su invitado.

Se estaba desanimando a medida que seacercaba a la puerta de su casa, pensando queno tenía nada que ofrecer al Señor.

Cuando metió la llave en la cerradura,observó otro sobre en su buzón.

—¡.Qué raro! Normalmente, el cartero noviene dos veces el mismo día.

Ella tomó el sobre y lo abrió:

Querida Ruth: Fue muy agradable verte denuevo. Gracías por la comida y gracias tambiénpor el hermoso abrigo. Te quiere siempre,

Tu padre, Dios.»

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AUTORDESCONOCIDO

A veces, es difícil encontrar a Dios en laspequeñas cosas que nos rodean, y más en laspersonas que a veces nos son desagradables;pero es precisamente ALLÍ donde él quiere quele encontremos: ¡¡¡en cada pequeña y hermosacosa que está hecha para nosotros!!!

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MEDIA FRAZADA

Don Roque era ya un anciano cuando murió suesposa.

Durante largos años había trabajado conahínco para sacar adelante a su familia.

Su mayor deseo era ver a su hijoconvertido en un hombre de bien, respetado porlos demás, ya que para lograrlo dedicó su vida ysu escasa fortuna.

A los setenta años, don Roque seencontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo ylleno de recuerdos.

Esperaba que su hijo, ahora brillanteprofesional, le ofreciera su apoyo ycomprensión, pero veía pasar los días sin queéste apareciera y decidió, por primera vez en suvida, pedirle un favor.

Don Roque llamó a la puerta de la casadonde vivía el hijo con su familia.

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—¡Hola, papá!. Qué milagro que vienespor aquí...

—Ya sabes que no me gusta molestarte,pero me siento muy solo; además, estoycansado y viejo.

—Pues a nosotros nos da mucho gustoque vengas a visitarnos, ya sabes que ésta es tucasa.

—Gracias, hijo. Sabía que podía contarcontigo, pero temía ser un estorbo. Entonces,¿no te molestaría que me quedara a vivir convosotros? ¡Me siento tan solo!

—¿Quedarte a vivir aquí? Sí... claro... Perono sé si estarías a gusto. Tú sabes, la casa eschica... mi esposa es muy especial... y luego losniños...

—Mira, hijo, si te causo muchasmolestias, olvídalo. No te preocupes por mí,alguien me tenderá la mano.

—No, padre, no es eso. Sólo que... no seme ocurre dónde podrías dormir. No puedo

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sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me loperdonarían... O sólo que no te moleste...

—¿Qué hijo?—Dormir en el patio...—Dormir en el patio, está bien.El hijo de don Roque llamó a su hijo de

doce años.—Dime, papá.—Mira, hijo, tu abuelo se quedará a vivir

con nosotros. Tráele una frazada para que setape en la noche.

—Sí, con gusto... ¿Y dónde va dormir?—En el patio; no quiere que nos

incomodemos por su culpa.Luis subió por la frazada, tomó unas

tijeras y la cortó en dos. En ese momento llegósu padre.

—¿Qué haces, Luis? ¿Por qué cortas lafrazada de tu abuelo?

—Sabes, papá, estaba pensando...—¿Pensando en qué?

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—En guardar la mitad de la frazada paracuando tú seas ya viejo y vayas a vivir a mi casa.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Lo quesembremos, vamos acosechar.

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EL BEBER Y CONDUCIR NOSE DEBEN N ÚNICAMEZCLAR

Fui a la fiesta, mamá. Recordé lo que medijiste. Me dijiste que no bebiera; así que, encambio, bebí refresco.

Realmente me sentía orgullosa por dentro,de la manera que dijiste que sucedería.

Sé que hice lo correcto, mamá; yo sé quesiempre tienes razón.

Ahora, la fiesta está acabando finalmente,mientras todos se alejan conduciendo.

Cuando entré en mi automóvil, yo supuseque llegaría a casa ilesa. Debido a la maneraque me educaste, tan responsable ydulcemente.

Empecé a alejarme en mi coche, mamá;pero cuando llegué al camino, otro automóvil

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no me vio y me pegó como una carga. Cuandoestaba allí, en el pavimento, mamá, oía alpolicía decir que el otro tipo está ebrio, yahora yo soy quien pagará.

Estoy recostada aquí, muriendo, mamá...¡¡¡Deseo que llegues pronto! 1!

¿Cómo podía pasarme esto a mí? Mi vidaacaba de estallar como un globo. Oigo que elmédico dice que me moriré en poco tiempo;sólo quería decirte, mamá, ¡te juro que no bebí!Eran los otros.

Los otros no pensaron. Él, probablemente,estaría en la misma fiesta que yo; la únicadiferencia es que él bebió y yo... me iré de estemundo.

¿Por qué beben las personas? Puedendestrozar su vida entera.

Estoy sintiendo dolores punzantes ahora.Dolores igual que un cuchillo.

El tipo que colisionó conmigo estácaminando, mamá, y yo pienso que eso no es

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justo. Estoy aquí muriendo, y todo y lo únicoque él puede hacer es mirar.

Dile a mi hermano que no llore. Dile apapá que sea valiente. Mamá, quiero quepongan «La niña de papá» en mi tumba.

Alguien le debería haber dicho que nobebiera y condujera al mismo tiempo. Si se lohubieran dicho, yo todavía estaría aquí. Mirespiración está recortándose, me estoyasustando mucho.

Por favor, no lloren por mí, mamá.Cuando yo te necesité, siempre estabas allí.Tengo una última pregunta antes de decir adiós.

—No bebí y conduje, así que... ¿por quésoy yo la que muere?

A la memoria de mi hermana Carlita.(15/04/1981 − 10/01/2000).

Autor desconocido

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LA VASIJA AGRIETADA

Un cargador de agua de la India tenía dosgrandes vasijas, que colgaban a los extremos deun palo y que llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas,mientras que la otra era perfecta y conservabatodo el agua al final del largo camino a pie,desde el arroyo hasta la casa de su patrón; perocuando llegaba, la vasija rota sólo contenía lamitad del agua.

Durante dos años completos esto fue asídiariamente; desde luego, la vasija perfectaestaba muy orgullosa de sus logros, pues sesabía perfecta para los fines para los que fuecreada.

Pero la pobre vasija agrietada estaba muyavergonzada de su propia imperfección y sesentía miserable porque sólo podía hacer lamitad de todo lo que se suponía que era su

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obligación.Después de dos años, la tinaja quebrada le

habló al aguador, diciéndole:—Estoy avergonzada y me quiero

disculpar contigo porque, debido a mis grietas,sólo puedes entregar la mitad de mi carga ysólo obtienes la mitad del valor que deberíasrecibir.

El aguador, apesadumbrado, le dijocompasivamente:

—Cuando regresemos a la casa quiero queobserves las bellísimas flores que crecen a lolargo del camino.

Así lo hizo la vasija. Y, en efecto, viomuchísimas flores hermosas a lo largo deltrayecto; pero de todos modos se sintióapenada porque, al final, sólo quedaba dentro desí la mitad del agua que debía llevar.

El aguador le dijo entonces:—¿Te diste cuenta de que las flores sólo

crecen en tu lado del camino? Siempre he

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sabido de tus grietas y quise sacar el ladopositivo de ello. Sembré semillas de flores atodo lo largo del camino por donde vas y todoslos días las has regado, y por dos años yo hepodido recoger estas flores para decorar elaltar de mi maestro. Si no fueras exactamentecomo eres, con tus defectos y todo, no hubierasido posible crear esta belleza.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Cada uno denosotros tiene sus propiasgrietas. Todos somosvasijas agrietadas, perodebemos saber quesiempre existe laposibilidad de aprovecharlas grietas para obtenerbuenos resultados.

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EL CARPINTERO

Un carpintero, ya entrado en años, estaba listopara jubilarse. Le dijo a su jefe de sus planes dedejar el negocio de la construcción para llevaruna vida más placentera con su esposa ydisfrutar de su familia.

Él iba a extrañar su cheque mensual, peronecesitaba retirarse. Ellos superarían esta etapade alguna manera.

El jefe sentía que su buen empleado dejarala compañía y le pidió que si podría construiruna sola casa más, como un favor personal.

El carpintero accedió, pero se veíafácilmente que no estaba poniendo el corazónen su trabajo.

Utilizaba materiales de inferior calidad yel trabajo era deficiente.

Era una desafortunada manera de terminarsu carrera.

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Cuando el carpintero terminó su trabajo ysu jefe fue a inspeccionar la casa, éste leextendió al carpintero las llaves de la puertaprincipal.

—Ésta es tu casa —dijo—. Es mi regalopara ti.

AUTORDESCONOCIDO

¡Qué tragedia! ¡Qué pena? Si solamente elcarpintero hubiera sabido que estabaconstruyendo su propia casa, la hubiera hechode manera totalmente diferente.

Ahora tendría que vivir en la casa queconstruyó «no muy bien», que digamos.

Así pasa con nosotros. Construimosnuestras vidas de manera distraída,reaccionando cuando deberíamos actuar,

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dispuestos a poner en ello menos que lo mejor.En puntos importantes, no ponemos lo

mejor de nosotros en nuestro trabajo.Entonces, con pena, vemos la situación

que hemos creado y encontramos que estamosviviendo en la casa que hemos construido.

Si lo hubiéramos sabido antes, lahabríamos hecho diferente.

Piensen como si fueran el carpintero.Piensen en su casa. Cada día clavamos un clavo,levantamos una pared o edificamos un techo.

«Construyan con sabiduría.»¿Quién podría decirlo más claramente? Su

vida, ahora, es el resultado de sus actitudes yelecciones del pasado. Su vida, mañana, será elresultado de sus actitudes y elecciones hechasHOY.

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MAMÁ

Cuenta la leyenda que un angelito que estaba enel cielo le tocó el tumo de nacer como niño,así que decidió hablar con Dios.

Ángel: Me dicen que me vas a enviarmañana a la Tierra. ¿Pero cómo vivir tanpequeño e indefenso como soy?

Dios: Entre muchos ángeles escogí unopara ti, que te está esperando y te cuidará.

Ángel: Pero dime; aquí, en el cielo, nohago más que cantar y sonreír, eso basta paraser feliz.

Dios: Tu ángel te cantará, te sonreirátodos los días y tú sentirás su amor y serásfeliz.

Ángel: ¿Y cómo entender lo que la gentehabla? Si no conozco el extraño idioma quehablan los hombres.

Dios: Tu ángel te dirá las palabras más

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dulces y más tiernas que puedas escuchar, ycon mucha paciencia y con cariño te enseñará ahablar.

Ángel: ¿Y qué haré cuando quiera hablarcontigo?

Dios: Tu ángel juntará tus manitas y teenseñará a orar, y podrás hablarme.

Ángel: He oído que en la Tierra hayhombres malos, ¿quién me defenderá?

Dios: Tu ángel te defenderá a costa de supropia vida.

Ángel: Pero estaré triste porque no teveré más.

Dios: Tu ángel te hablará siempre de mí yte enseñará el camino para que regreses a mipresencia, aunque yo siempre estaré a tu ladoen cada instante.

... una gran paz reinaba en el cielo, pero yase oían voces terrestres y el niño, presuroso,repetía con lágrimas en los ojitos, sollozando...

Ángel: ¡Dios mío! Si ya me voy, dime su

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nombre... ¿Cómo se llama mi ángel?Dios: Su nombre no importa, tu le dirás...

«MAMÁ».

AUTORDESCONOCIDO

¿Hay algo más queagregar?

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LA CASA DEL CIELO

Una señora soñó que llegaba al cielo y que,junto a las ciento veinte mil personas quemueren cada día, estaban haciendo fila parasaber cuál era su destino eterno.

De pronto, apareció San Pedro y les dijo:—Vengan conmigo y les mostraré en qué

barrio está la casa que le corresponde a cadauno. Aquí la única cuota inicial que se recibepara su habitación eterna es la CARIDAD,traducida en obras de misericordia,comprensión, respeto por los demás e interéspor la salvación de todos.

Los fue guiando por barrios primorosos,como ella jamás hubiera pensado que pudieranexistir. Llegaron a un barrio con todas las casasen oro; puertas doradas, techos dorados, pisosde oro, muros de oro. ¡Qué maravilla...!

San Pedro exclamó:

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—Aquí todos los que invirtieron conmucho dinero en ayudar a los necesitados;aquellos a quienes su amor a los demás sí lescostó en la Tierra.

Y fueron entrando todos los generosos:los que compartieron su pan con el hambriento,regalaron sus vestidos a los pobres yconsolaron a los presos y visitaron enfermos.

La señora quiso entrar, pero un ángel ladetuvo, diciéndole:

—Perdóneme, pero usted, en la Tierra, nodaba sino migajas a los demás. Jamás dio algoque en verdad costara, ni en tiempo, ni endinero, ni en vestidos... Este barrio essolamente para los generosos.

Y no la dejó entrar. Pasaron luego a otrobarrio de la eternidad. Todas las casasconstruidas en marfil ¡Qué blancura, quéhermosura! Los pisos eran de marfil, lostechos de marfil.La señora se apresuró para entrar a tan

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hermoso barrio, pero otro ángel guardián latomó del brazo y le dijo respetuosamente:—Me da pena, pero este barrio es únicamentepara aquellos que, en el trato con los demás,fueron delicados, comprensivos y bondadosos.Y usted era muy dura, falsa y criticona, y aveces hasta grosera, en el trato con los demás.

Y mientras todos los que habían sidoexquisitos en sus relaciones humanas entrabangozosos a tomar posesión de sus lujosashabitaciones, la pobre mujer se quedaba porfuera mirando con envidia a los que ibanentrando a tan esplendoroso barrio. Le faltabala cuota inicial... haber tratado bien a losdemás.

Siguieron luego a un tercer barrio.Aquello era lo máximo en luminosidad ybelleza. Todas las casas eran de cristal. Pero deunos cristales excepcionalmente brillantes yhermosos. Paredes de cristales multicolores,techos de cristales refractarios, ventanales de

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cristales que parecían arco iris.La señora corrió a posesionarse de una de

aquellas maravillosas habitaciones; el ángelportero la detuvo y, muy serio, le dijo:

—En su pasaporte dice que usted no seinteresó por enseñar a las personas que estabana su alrededor el camino del bien y la verdad, yeste barrio es exclusivamente para las personasque ayudan a las otros a buscar la felicidad.Aquí se cumple lo que anunció el profetaDaniel. Quienes enseñen a otros a ser buenos,brillan como estrellas por toda la eternidad. Yusted nunca se preocupó de las personas quecon usted vivían se volvieran mejores. Así queaquí no hay casa para usted.

Le faltaba la cuota inicial haber ayudado alos otros a cambian.

Entristecida la pobre mujer veía queentraban muchísimas personas radiantes dealegría a tomar posesión de su habitacióneterna, mientras ella, con un numeroso grupo

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de egoístas, eran llevadas cuesta abajo a unbarrio verdaderamente feo y asqueroso. Todaslas habitaciones estaban construidas de basura.Puertas de basura. Techos de basuras. Losgallinazos sobrevolaban sobre aquellahediondez; ratones y murciélagos rondaban porallí...

La señora se puso un pañuelo en la narizporque la fetidez era insoportable y quiso salirhuyendo pero el guardián del barrio le dijo convoz muy seria:

—Una de estas casas será su habitación;puede pasar a tomar posesión de ella.

La angustiada mujer gritó que no, que erahorrible. Que no sería capaz de habitar en «semontón de basuras.

Y el ángel le respondió:—Señora, esto es lo único que hemos

podido construir con la cuota inicial que ustedenvió desde la Tierra. Las habitaciones de laeternidad las hacemos con la cuota inicial que

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las personas mandan desde el mundo. Ustedsolamente nos enviaba cada día egoísmo,maltrato a los demás, murmuraciones, críticas,palabras hirientes, tacañerías, odios, rencores,envidias. ¿Qué más podríamos haberleconstruido? Usted misma nos mandó elmaterial para hacerle su «MANSIÓN»

La mujer empezó a llorar y a decir que noquería quedarse a vivir allí; de pronto, al hacerun esfuerzo por zafarse de las manos de quienla quería hacer entrar en semejante habitación,dio un salto y se despertó.

Tenía la almohada empapada de lágrimas...pero aquella pesadilla le sirvió de examen deconciencia y, desde entonces, empezó a pagarla cuota inicial de su casa en la eternidad.

Generosidad con los necesitados, bondaden el trato con los demás, preocupación porenseñar a otros el camino del bien.

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Autor desconocido

¿Qué tal si empezamos a pagar la CUOTAINICIAL...?

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REPORTAJE A DIOS

Con mi título de periodista recién obtenido,decidí realizar una gran nota...

—Pasa —me dijo Dios—. ¿Así quequieres entrevistarme?

—Bueno —le contesté—, si tienestiempo...

Se sonríe por entre la barba, y dice:—Mi tiempo se llama eternidad y alcanza

para todo. ¿Qué preguntas quieres hacerme?—Ninguna nueva ni difícil para ti... ¿Qué

es lo que más te sorprende de los hombres?Y dijo:—Que se aburren de ser niños, apurados

por crecer, y luego suspiran por regresar a serniños.

—Que primero pierden la salud para tenerdinero y enseguida pierden el dinero pararecuperar la salud.

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—Que por pensar ansiosamente en elfuturo, descuidan su hora actual, con que niviven el presente ni el futuro.

—Que viven como si no fueran a morirse,y se mueren como si no hubieran vivido («ypensar que yo...»).

Con los ojos llenos de lágrimas y la vozentrecortada, deja de hablar. Sus manos tomanfuertemente las mías y seguimos en silencio.

Después de un largo tiempo y para cortarla tensión del momento, le dije:

—¿Me dejas hacerte otra pregunta? —nome respondió con palabras, sino sólo con sutierna mirada—. Como padre, ¿qué es lo que lepedirías a tus hijos para este momento?

—Que aprendan que no pueden hacer quealguien los ame. Lo que sí pueden es dejarseamar.

—Que aprendan que toma años construirla confianza, y sólo segundos para destruirla.

—Que aprendan que lo más valioso no es

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lo que tienen en sus vidas, sino a quién tienenen sus vidas.

—Que aprendan que no es buenocompararse con los demás, pues siempre habráalguien mejor o peor que ellos.

—Que aprendan que «rico» no es el quemás tiene, sino el que menos necesita.

—Que aprendan que deben controlar susactitudes, o sus actitudes los controlarán.

—Que aprendan que bastan unos cuantossegundos para producir heridas profundas enlas personas que amamos, y que pueden tardarmuchos años en ser sanadas.

—Que aprendan que a perdonar solamentese aprende practicando.

—Que aprendan que hay gente que losquiere mucho, pero que simplemente no sabencómo demostrarlo.

—Que aprendan que el dinero lo compratodo menos la felicidad.

—Que aprendan que, a veces, cuando

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están molestos tienen derecho a estarlo, peroeso no les da derecho a molestar a los que lesrodean.

—Que aprendan que los grandes sueñosno requieren de grandes alas, sino de un tren deaterrizaje para lograrlos.

—Que aprendan que amigos de verdad sonescasos; quien ha encontrado uno, haencontrado un verdadero tesoro.

—Que aprendan que no siempre essuficiente ser perdonado por otros, algunasveces deben perdonarse a sí mismos.

—Que aprendan que son dueños de lo quecallan y esclavos de lo que dicen.

—Que aprendan que la verdadera felicidadno es lograr sus metas, sino aprender a serfelices con lo que tienen.

—Que aprendan que la felicidad no escuestión de suerte, sino producto de susdecisiones. Ellos deciden ser felices con loque son y tienen, o morir de envidia y celos por

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lo que les falta y carecen.—Que aprendan que dos personas pueden

mirar una misma cosa y ver algo totalmentediferente.

—Que aprendan que sin importar lasconsecuencias, aquellos que son honestosconsigo mismos llegan lejos en la vida.

—Que aprendan que, a pesar de quepiensen que no tienen nada más que dar, cuandoun amigo llora con ellos encuentran la fortalezapara vencer sus dolores.

—Que aprendan que retener a la fuerza alas personas que aman, las aleja másrápidamente de ellos y el dejarlas ir las dejapara siempre al lado de ellos.

—Que aprendan que a pesar de que lapalabra «amor» pueda tener muchossignificados distintos, pierde valor cuando esusada en exceso.

—Que aprendan que amar y querer no sonsinónimos, sino antónimos; el querer lo exige

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todo, el amar lo entrega todo.—Que aprendan que nunca harán nada tan

grande para que Dios los ame más, ni nada tanmalo para que los ame menos. Simplemente losamo, a pesar de sus conductas.

—Que aprendan que la distancia más lejosque pueden estar de Mí es la distancia de unasimple oración.

Y así, en un encuentro profundo, tomadosde las manos, continuamos en silencio.

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EL ELEFANTE

Cuando yo era chico me encantaban los circos,y lo que más me gustaba de los circos eran losanimales. También a mí, como a otros (despuésme enteré), me llamaba la atención el elefante.

Durante la función, la enorme bestia hacíadespliegue de peso, tamaño y fuerzadescomunal, pero después de su actuación, yhasta un rato antes de volver al escenario, elelefante quedaba sujeto solamente por unacadena que aprisionaba una de sus patas a unapequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo unminúsculo pedazo de madera apenas enterradounos centímetros en la tierra. Y aunque lacadena era gruesa y poderosa —me parecíaobvio que ese animal era capaz de arrancar unárbol de cuajo con su propia fuerza—, podría,con facilidad, arrancar la estaca y huir.

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El misterio es evidente.«¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no

huye?»Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía

confiaba en la sabiduría de los mayores.Pregunté entonces a algún maestro, a algúnpadre o a algún amigo por el misterio delelefante. Alguno de ellos me explicó que elelefante no se escapaba porque estabaamaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:—Si está amaestrado, ¿por qué lo

encadenan?No recuerdo haber recibido ninguna

respuesta coherente.Con el tiempo, me olvidé del misterio del

elefante y la estaca... Y sólo lo recordabacuando me encontraba con otros que tambiénse habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que, porsuerte, alguien había sido lo bastante sabio

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como para encontrar la respuesta:«El elefante del circo no escapa porque ha

estado atado a una estaca parecida desde queera muy pequeño.»

Cerré los ojos y me imaginé al pequeñorecién nacido sujeto a la estaca. Estoy segurode que en aquel momento el elefantito empujó,tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar detodo su esfuerzo, no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte paraél. Juraría que se durmió agotado y que al díasiguiente volvió a probar, y también al otro y alque seguía.

Hasta que un día, un terrible día para suhistoria, el animal aceptó su impotencia y seresignó a su destino. Este enorme y poderosoelefante no escapa porque ¡CREE QUE NOPUEDE!

El tiene registro y recuerdo de suimpotencia, de aquella impotencia que sesiente poco después de nacer. Y lo peor es que

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jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente eseregistro.

—Jamás... jamás... intentó poner a pruebasu fuerza otra vez...

AUTORDESCONOCIDO

Cada uno de nosotrossomos un poco como eseelefante: vamos por elmundo atados a cientos deestacas que nos restanlibertad. Vivimos creyendoque un montón de cosas«no podemos» hacerlassimplemente porque algunavez probamos y no

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pudimos, o que nos dijeronque no podríamos.

Grabamos en nuestrorecuerdo:

—No puedo... Nopuedo y nunca podré.

Crecimos portandoese mensaje que nosimpusimos a nosotrosmismos y nunca más lovolvimos a intentar.

La única manera desaber es intentarlo denuevo poniendo en elintento TODO TUCORAZÓN.

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EL GUSANITO

Un pequeño gusanito caminaba un día endirección al sol. Muy cerca del camino seencontraba un chapulín.

—¿Hacia dónde te diriges? —le preguntó.Sin dejar de caminar, la oruga contestó:—Tuve un sueño anoche; soñé que desde

la punta de la gran montaña yo miraba todo elvalle. Me gustó lo que vi en mi sueño y hedecidido realizarlo.

Sorprendido, el chapulín dijo mientras suamigo se alejaba:

—¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegarhasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Unapiedra será una montaña, un pequeño charco unmar y cualquier tronco una barrerainfranqueable.

Pero el gusanito ya estaba lejos y no loescuchó.

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Sus diminutos pies no dejaron demoverse. De pronto, se oyó la voz de unescarabajo:

—¿Hacia dónde te diriges con tantoempeño?

Sudando ya, el gusanito le dijo, jadeante:—Tuve un sueño y deseo realizarlo.

Subiré a esa montaña y desde ahí contemplarétodo nuestro mundo.

El escarabajo no pudo contenerse y,soltando la carcajada, le dijo:

—Ni yo, con patas tan grandes, intentaríauna empresa tan ambiciosa.

Él se quedó en el suelo, tumbado de larisa, mientras la oruga continuó su camino,habiendo avanzado ya unos cuantoscentímetros. Del mismo modo, la araña, eltopo, la rana y la flor aconsejaron a nuestroamigo a desistir.

—¡No lo lograrás jamás! —le dijeron.Pero en su interior había un impulso que

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lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y apunto de morir, decidió parar a descansar yconstruir, con su último esfuerzo, un lugardonde pernoctar.

—Estaré mejor —fue lo último que dijo,y murió.

Todos los animales del valle, por días,fueron a observar sus restos. Ahí estaba elanimal más loco del pueblo. Había construidocomo tumba un monumento a la insensatez. Ahíestaba un duro refugio, digno de uno que muriópor querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana en la que el sol brillaba deuna manera especial, todos los animales secongregaron en torno a aquello que se habíaconvertido en una advertencia para losatrevidos. De pronto, quedaron atónitos.Aquella concha dura comenzó a quebrarse y,con asombro, vieron unos ojos y una antena queno podía ser la de la oruga que creían muerta.

Poco a poco, como para darles tiempo de

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reponerse del impacto, fueron saliendo lashermosas alas arco iris de aquel impresionanteser que tenían frente a ellos: UNA HERMOSAMARIPOSA.

No hubo nada que decir, todos sabían loque haría: se iría volando hasta la gran montañay realizaría un sueño; el sueño por el que habíavivido, por el que había muerto y por el quehabía vuelto a vivir.

Todos se habían equivocado.

AUTORDESCONOCIDO

Hemos nacido para realizar un sueño:Vivamos por él, intentemos alcanzarlo,

pongamos la vida en ello y si nos damos cuentaque no podemos, quizá necesitemos hacer unalto en el camino y experimentar un cambio

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radical en nuestras vidas, y entonces, con otroaspecto, con otras posibilidades y con el poderque la vida nos da, lo lograremos.

EL ÉXITO EN LA VIDA NO SE MIDEPOR LO QUE HAS LOGRADO, SINO PORLOS OBSTÁCULOS QUE HAS TENIDO QUEENFRENTARTE EN EL CAMINO...

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LAS TRES BARDAS

Un discípulo llegó muy agitado a la casa deSócrates y empezó a hablar de esta manera:

—Maestro, quiero contarte cómo unamigo tuyo estuvo hablando de ti conmalevolencia...

Sócrates lo interrumpió, diciendo:—¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de las

tres bardas lo que me vas a decir?—¿Las tres bardas?—¡Sí! —replicó Sócrates—. La primera

es la VERDAD... ¿Ya examinastecuidadosamente si lo que me quieres decir esverdadero en todos sus puntos?

—No... Lo escuché comentar a unosvecinos...

—Pero al menos, lo habrás hecho pasarpor la segunda barda, que es la BONDAD. ¿Loque me quieres decir es por lo menos bueno?

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—No, en realidad no; al contrario...—¡Ah! —interrumpió Sócrates—.

Entonces vamos a la última barda, laNECESIDAD. ¿Es necesario que me cuenteseso?

—Para ser sincero, no; necesario no es.—Entonces —sonrió el sabio—, si no es

verdadero, ni bueno, ni necesario...sepultémoslo en el olvido...

AUTORDESCONOCIDO

A veces nuestralengua es muy rápida.Recapacitemos antes dehablar. Qué diferente seríasi todos hiciéramos pasarpor las tres bardas lo quedecimos, quizá diríamos untercio de lo que decimos...

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LAS COSAS NO SON SIEMPRELO QUE PARECEN

Dos ángeles que viajaban pararon a pasar lanoche en el hogar de una familia rica. Lafamilia era grosera y rechazó la estancia de losángeles en el cuarto de huéspedes de lamansión.

En su lugar, los ángeles fueronhospedados en un espacio frío del sótano.

Hicieron su cama en el duro suelo;entonces, el ángel más viejo vio un agujero enla pared y lo reparó.

Cuando el ángel más joven le preguntópor qué lo hizo, el ángel viejo le contestó que«las cosas no son siempre lo que parecen».

La noche siguiente, los ángeles sehospedaron en un hogar muy pobre, pero elgranjero y su esposa eran muy hospitalarios.

Después de compartir el poco alimento

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que tenían, los esposos dejaron dormir a losángeles en la cama de ellos para que estuvierancómodos el resto de la noche.

Cuando el sol salió a la mañana siguiente,los ángeles encontraron al granjero y a suesposa desconsolados.

Su única vaca, de la cual obtenían dineropor su leche, yacía muerta en el campo.

El ángel joven se enojó y le preguntó alángel viejo por qué permitió que estosucediera:

—El primer hombre tenía todo y leayudaste; la segunda familia tenía muy poco yestaban dispuestos a compartir todo, y dejastemorir a su única vaca.

—Las cosas no siempre son lo queparecen —le contestó el viejo ángel—. Cuandopermanecíamos en el sótano de la mansión,observé que había oro en ese agujero de lapared. Puesto que el propietario era tanobsesionado, avaro y poco dispuesto a

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compartir su buena fortuna, sellé la pared paraque él jamás lo encuentre. Entonces, ayer en lanoche, cuando nos dormimos en la cama de losgranjeros, el ángel de la muerte vino por suesposa. «Le di la vaca en lugar de ella.»

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Las cosas no son siempre lo queparecen.

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MILAGROS DEL CIELO

Un alma recién llegada al cielo se encontró conSan Pedro.

El santo la llevó a dar un recorrido por elcielo.

Ambos caminaron, paso a paso, por unosgrandes talleres llenos con ángeles.

San Pedro se detuvo frente a la primerasección, y dijo:

—¡Ésta es la sección de recibo! Aquí,todas las peticiones hechas a Dios mediante laoración son recibidas.

El alma observó la sección, y estabaterriblemente ocupada con muchos ángelesclasificando peticiones escritas envoluminosas hojas de papel de personas detodo el mundo.

Ellos siguieron caminando hasta quellegaron a la siguiente sección, y San Pedro le

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dijo:—¡Ésta es la sección de empaque y

entrega! Aquí, las gracias y bendiciones que lagente pide son empacadas y enviadas a laspersonas que las solicitaron.

El alma vio cuán ocupada estaba. Habíatantos ángeles trabajando en ella como tantasbendiciones estaban siendo empacadas yenviadas a la Tierra.

Finalmente, en la esquina más lejana delos talleres, el alma se detuvo en la últimasección.

Para su sorpresa, sólo un ángelpermanecía en ella, ocioso, haciendo muy pocacosa.

—¡Ésta es la sección del agradecimiento!—dijo San Pedro al alma.

—¿Cómo es que hay tan poco trabajoaquí? —preguntó el alma.

—¡Esto es lo peor! —contestó San Pedro—. Después que las personas reciben las

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bendiciones que pidieron, muy pocas envían suagradecimiento.

—¿Cómo uno agradece a las bendicionesde Dios?

—Simple —contestó San Pedro—, sólotienes que decir: «GRACIAS SEÑOR...»

AUTORDESCONOCIDO

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PERLAS GENUINAS

Jenny era una linda niña, de cinco años, de ojosrelucientes. Un día, mientras ella con su mamávisitaban una tienda, Jenny vio un collar deperlas de plástico que costaba dos dólares ymedio. ¡¡Cuánto deseaba poseerlo!!

Preguntó a su mamá si se lo compraría; sumamá le dijo:

—Hagamos un trato: yo te compraré elcollar y cuando lleguemos a casa haremos unalista de tareas que podrás realizar para pagar elcollar. Y no te olvides que para tu cumpleañoses muy posible que tu abuelita te regale unbillete de un dólar ¡¡enterito!! ¿Está bien?

Jenny estuvo de acuerdo, y su mamá lecompró el collar de perlas. Jenny trabajaba contesón todos los días para cumplir con sus tareasy, tal como su mamá le mencionara, su abuelitale regaló un billete de un dólar para su

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cumpleaños.En poco tiempo, Jenny canceló su deuda.¡¡Jenny amaba sus perlas!! Ella las llevaba

puestas a todas partes: al kinder, a la cama ycuando salía con su mamá a hacer losmandados.

El único momento que no se las ponía eracuando se bañaba. ¡Su mamá le había dicho quelas perlas, con el agua, le pintarían el cuello deverde!

Jenny tenía un padre que la queríamuchísimo.

Cuando Jenny iba a su cama, él selevantaba de su sillón favorito para leerle sucuento preferido.

Una noche, cuando terminó el cuento, ledijo:

—Jenny, ¿tú me quieres?—¡Oh sí, papá! Tú sabes que te quiero.—Entonces, regálame tus perlas.—¡Oh, papá! No, mis perlas no —dijo

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Jenny—. Pero te doy a Rosita, mi muñecafavorita. ¿La recuerdas? Tú me la regalaste elaño pasado para mi cumpleaños. Y te doy suajuar también, ¿está bien, papá?

—¡Oh no, hijita! Está bien, no importa —dándole un beso en la mejilla—. Buenasnoches, pequeña.

Una semana después, nuevamente su papále preguntó al terminar de leerle el cuento:

—Jenny, ¿tú me quieres?—¡Oh sí, papá! Tú sabes que te quiero.—Entonces, regálame tus perlas.—¡Oh, papá! No, mis perlas no. Pero te

doy a Lazos, mi caballo de juguete, ¿lorecuerdas? Es mi favorito; su pelo es tan suaveque tú puedes jugar con él y hacerle trencitas.Tú puedes tenerlo si quieres, papá.

—¡Oh no, hijita! Está bien, no importa —le dijo su papá, dándole nuevamente un beso enla mejilla—. Dios te bendiga; felices sueños.

Algunos días después, cuando el papá de

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Jenny entró a su dormitorio para leerle uncuento, Jenny estaba sentada en su cama y letemblaban los labios.

—Toma papá —dijo, y estiró su mano. Laabrió, y en su interior estaba su tan queridocollar, el cual entregó a su padre. Con unamano él tomó las perlas de plástico y con laotra extrajo de su bolsillo una cajita deterciopelo azul. Dentro de la cajita había unashermosas perlas genuinas. Él las había tenidotodo este tiempo, esperando que Jennyrenunciara a la baratija para poder darle la piezade valor.

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NUESTRA BOCA TIENEPODER

Un grupo de ranas iba atravesando un bosque ydos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo.El resto de las ranas se reunieron alrededor delhoyo.

Cuando vieron que éste era muy profundo,les dijeron a las dos ranas que se dieran pormuertas. Las dos ranas ignoraron loscomentarios y trataron de saltar con todas susfuerzas para salir del hoyo. Las demás ranassiguieron diciéndoles que se detuvieran, que sedieran por muertas. Finalmente, una de lasranas hizo caso a lo que las otras ranas estabandiciendo y se dio por vencida. Se dejó caer alsuelo y murió. La otra rana continuó saltandotan fuerte como pudo.

Nuevamente el grupo de ranas le gritaronque ya no sufriera intentando salir y lo mejor

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era que se dejara morir. La rana saltaba más ymás fuerte y, finalmente, logró salir. Esta ranaera sorda y no le era posible escuchar lasúplica de las demás.

Ella pensó que sus compañeras estabananimándola todo el tiempo.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Nuestro lenguaje tiene el poderde la vida y de la muerte. Una palabra de alientoa alguien que está pasando por un mal momentopuede reanimarlo y ayudarlo a salir adelante.Una palabra destructiva a alguien que estápasando por un mal momento puede ser loúnico que se necesite para matarlo. Debemosser cuidadosos con lo que decimos. Que tuvocabulario siempre tenga una palabra de

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aliento para todos aquellos que cruzan tucamino. El poder de las palabras... A veces esdifícil entender que una palabra de alientopueda hacer tanto por alguien. Así que, de hoyen adelante, pensemos lo que vamos a decir.

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LA MAÑANA

No paraba de llover. El cielo amenazante seerguía sobre la tarde enfurecida y tristementegris. La gente corría de un lado para otrogritando desesperada, tratando de salvartelevisores, ordenadores, zapatos...

Era la tormenta más terrible del milenio.No había parado de llover en quince días. Lascalles, atestadas de basura flotante, dejaban verun triste espectáculo... Todo estaba inundado.

Las cloacas despedían oloresnauseabundos; de ellas brotaban a borbotonesun agua «amarronada». Algo raro estabapasando: la desesperación crecía día a día, lagente no comprendía, el serviciometeorológico no daba respuestassatisfactorias y los medios de comunicación,como ya sabemos, entre la gente, con lascámaras mojadas hasta el último tornillo,

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tratando de tener la primicia del primerahogado.

Los truenos no cesaban y el agua eraimplacable, imparable. Desesperación, gritos,pánico. La ciudad sumida en una pesadillahorrenda. Mi ciudad de todos los días, lascalles por las cuales caminé tantas mañanashacia el trabajo.

Repentinamente, seguida de un poderoso yblanquecino rayo, una especie de plataformacolor plata, brillante como un espejo,descendió de las nubes.

De entre la neblina, como una princesa,apareció una joven extremadamente alta,esbelta y hermosa.

Su piel, azulina. Sus ojos color violáceo,enormes y transparentes, transmitían paz y unatranquilidad que ya no se recordaba.

Simplemente, sonrió.Inmediatamente, la gente comenzó a

postrarse ante ella, llorando y pidiendo

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clemencia. Algunos intentaban trepar alplateado artefacto y otros trataban de besar lospies de aquel ser, a quien comenzó adesdibujársele la sonrisa para transformarse enuna mueca de tristeza y disgusto. Penetró en lanave; la gente quedó en silencio. Un silenciomudo y desolador. Sólo el persistente sonidode las gotas que no dejaban de derramarsesobre nuestras cabezas. En unos segundos, elser volvió a salir.

Comenzó a hablar en un idiomadesconocido, pero los sonidos de esas palabrasse traducían como ideas en nuestra mente: lascatástrofes más grandes por las que habíapasado la Tierra; seres de todas las razasintentando sobrevivir al fuego, al agua; lanaturaleza rebelándose contra la injusticia delhombre; el sol calcinante y la tierra sinprotección, todo su escudo destruido; losárboles ardiendo y selvas enteras devastadas,los recursos más importantes en cuanto a salud

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exterminados; los pájaros huyendo a quién sabedónde; los ríos, ya sin cauce, contaminados porel odio y la indiferencia; mares embravecidosderrotando a las playas, ganándoles espacio,cada vez más espacio..., y la Tierra, como unser viviente, palpitante, llorando su tristeza.

La falta de amor... La imagen de un niño.Un niño llorando solo. Unos brazos que se leacercan para acunarlo. Una imagen del amor,algo que quizá podríamos comprender. Así, laTierra nos había cobijado durante milenios;todos los colores imaginados estaban ahí, todaslas formas, todos los olores que el aire seencargaba de transportar de aquí hacia allá y losseres en armonía conviviendo en paz.Atardeceres dorados que seguían a nochesperfumadas de azahar. Amaneceres rosadoscoloreados de melodías de ensueño,interpretadas por los príncipes del aire.

Los frutos, rebosantes de color, brotandode la tierra en una secuencia rigurosa. La

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perfecta matemática de Dios, a la vista en laperfección de cada ser viviente. Y los niños. Lablanca sabiduría, conservada en un pequeño ysimpático envase de piel suave y ojos desonrisa. Las futuras semillas de la nuevahumanidad, la esperanza condensada en esasalmas sedientas de conducimos de vuelta a lainocencia original. La imaginación al serviciodel corazón, soñando con un mañana mejor...

Creo que pasaron horas; la lluvia se habíatransformado en una persistente garúa quehelaba los huesos. El ser juntó las manos en elcentro de su pecho y con una mirada que lo dijotodo, simplemente desapareció justo unsegundo antes de que... un trueno ensordecedorme sobresaltara. Miré por la ventana. Habíacomenzado a llover. Mi mujer dormía. Corríhacia la habitación de mis hijos y cerré lasventanas, como queriendo protegerlos de unmañana aterrador que acechaba tras los vidrios.

Una media sonrisa se dibujaba en la cara

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del más pequeño. Sus mejillas, rosadas por elcalor de la frazada que lo envolvía, y los sueñosmás puros que inundaban ahora su mundo,llegaron como una flecha de fuego a mi pechoy se instalaron ahí para hacerme recordar alniño que yo también fui. En ese momento supeque su realidad iba a ser diferente a la mía.Porque él no soñaba con mundos que sedestruían, no conocía la ambición, el egoísmo,el odio capaz de tanta contaminación... Todavíasoñaba con un mañana mejor. Supe en esemomento que mi meta sería, desde esa mañana,preservarlo de aquel mundo terrible inventadopor los grandes.

Preservar esa inocencia. Sabía que si lolograba, aunque yo no estuviera, estaría a salvosiempre. Al menos durante el día.

Porque durante la noche, él había logradoser el jinete de sus propios sueños.

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AUTORDESCONOCIDO

Ojalá fuésemos másconscientes del mundo quevamos creando y cómo nosvamos perdiendo denuestro niño interior paraadentramos en una selvadifícil de habitar...

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LA TAZA DE CERÁMICA

Se cuenta que una vez, en Inglaterra, existía unapareja que gustaba de visitar las pequeñastiendas del centro de Londres. Una de sustiendas favoritas era donde vendían vajillasantiguas. En una de sus visitas a la tienda,vieron una hermosa tacita.

—¿Me permite ver esa taza? —preguntó laseñora—. ¡Nunca he visto nada tan fino comoeso!

En cuanto tuvo en sus manos la taza,escuchó que la tacita comenzó a hablar.

La tacita le comentó:—¡Usted no entiende! Yo no he sido

siempre esta taza que usted esta sosteniendo.Hace mucho tiempo, yo sólo era un montón debarro amorfo. Mi creador me tomó entre susmanos, y me golpeó y me amoldócariñosamente. Llegó un momento en que me

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desesperé, y le grité:—¡Por favor, déjame ya en paz!Pero sólo me sonrió, y me dijo:—Aguanta un poco más, todavía no es

tiempo.Después me puso en un horno. ¡Yo nunca

había sentido tanto calor! Me pregunté por quémi creador querría quemarme, así que toqué lapuerta del horno.

A través de la ventana del horno pude leerlos labios de mi creador, que me decían:

—Aguanta un poco más, todavía no estiempo.

Finalmente se abrió la puerta. Mi creadorme tomó y me puso en una repisa para que meenfriara.

—¡Así está mucho mejor! —me dije a mímisma.

Pero apenas me había refrescado, cuandomi creador ya me estaba cepillando ypintándome. ¡El olor de la pintura era horrible!

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Sentía que me ahogaría.—¡Por favor, detente! —le gritaba a mi

creador.Pero él sólo movía la cabeza haciendo un

gesto negativo, y decía:—Aguanta un poco más, todavía no es

tiempo.Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me

tomó y me metió nuevamente a otro horno. Noera un horno como el primero, ¡sino que eramucho mas caliente!

Ahora sí estaba segura que me sofocaría.¡Le rogué y le imploré que me sacara! Grité,lloré, pero mi creador sólo me miraba,diciendo:

—Aguanta un poco más, todavía no estiempo.

En ese momento me di cuenta que nohabía esperanza. ¡Nunca lograría sobrevivir aese horno! Justo cuando estaba a punto dedarme por vencida, se abrió la puerta y mi

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creador me tomó cariñosamente y me puso enuna repisa que era aún más alta que la primera.Allí me dejó un momento para que merefrescara.

Después de una hora de haber salido delsegundo horno, me dio un espejo y me dijo:

—¡Mírate, ésta eres tú!Yo no podía creerlo, ¡ésa no podía ser yo!

Lo que veía era hermoso.Mi creador, nuevamente, me dijo:—Yo sé que te dolió haber sido golpeada

y moldeada por mis manos, pero si te hubieradejado como estabas, te hubieras secado. Séque te causó mucho calor y dolor estar en elprimer horno, pero de no haberte puesto allíseguramente te hubieras quebrado. También séque los gases de la pintura te provocaronmuchas molestias, pero de no haberte pintadotu vida no tendría color. Y si yo no te hubierapuesto en ese segundo horno, no hubierassobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no

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habría sido la suficiente para que subsistieras.¡Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres loque yo tenía en mente cuando te comencé aformar!

AUTORDESCONOCIDO

Igual pasa connosotros.

Dios nunca nos va atentar ni a obligar a quevivamos algo que nopodamos soportar. Diossabe lo que está haciendocon cada uno de nosotros.

El es el artesano ynosotros somos el barrocon el cual El trabaja.

El nos moldea y nosda forma para que

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lleguemos a ser una piezaperfecta y podamoscumplir con su voluntad.

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EL BORDADO DE DIOS

Cuando yo era pequeño, mi mamá solía cosermucho. Yo me sentaba cerca de ella y lepreguntaba qué estaba haciendo. Ella merespondía que estaba bordando.

Yo observaba el trabajo de mi mamá desdeuna posición más baja que donde estaba sentadaella, así que siempre me quejaba diciéndole quedesde mi punto de vista lo que estaba haciendome parecía muy confuso.

Ella me sonreía, miraba hacia abajo, ygentilmente me decía:

—Hijo, ve afuera a jugar un rato, y cuandohaya terminado mi bordado te pondré sobre miregazo y te dejaré verlo desde mi posición.

Me preguntaba por qué ella usaba algunoshilos de colores oscuros y por qué me parecíantan desordenados desde donde yo estaba.

Unos minutos más tarde, escuchaba la voz

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de mi mamá, diciéndome:—Hijo, ven y siéntate en mi regazo.Yo lo hacía de inmediato, y me sorprendía

y emocionaba al ver la hermosa flor o el belloatardecer en el bordado. No podía creerlo;desde abajo se veía muy confuso.

Entonces mi mamá me decía:—Hijo mío, desde abajo se veía confuso y

desordenado, pero no te dabas cuenta de quehabía un plan arriba. Había un diseño y sólo loestaba siguiendo. Ahora, míralo desde miposición y sabrás lo que estaba haciendo.

Muchas veces, a lo largo de los años, hemirado al cielo y he dicho:

—Padre, ¿qué estás haciendo?Él responde:—Estoy bordando tu vida.Entonces yo le replico:—Pero se ve tan confuso, es un desorden.

Los hilos parecen tan oscuros... ¿por qué noson más brillantes?

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El Padre parecía decirme:—Mi niño, ocúpate de tu trabajo haciendo

el mío y un día te traeré al cielo y te pondrésobre mi regazo, y verás el plan desde miposición. Entonces entenderás...

AUTORDESCONOCIDO

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LOS PAVOS NO VUELAN

Un campesino encontró un huevo muy grande yse lo llevó a su casa.

—¿Será de un avestruz? —preguntó a sumujer.

—No. Es demasiado abultado —dijo elabuelo.

—Voy a colocarlo a la pava, que estáempollando huevos. Tal vez, con el tiempo,nazca algo —afirmó el campesino.

Y así lo hizo.Cuenta la historia que a los quince días

nació un pavito oscuro, grande, nervioso, quecon mucha avidez comió todo el alimento queencontró a su alrededor.

Pasado un tiempo, miró a la madre convivacidad, y le dijo entusiasta:

—Bueno, ahora vamos a volar.La pava se sorprendió muchísimo de la

Page 186: Cuentos Con Alma - Rosario Gomez Alfonso

proposición de su flamante crío, y le explicó:—Mira, los pavos no vuelan. Además, te

hace mal comer deprisa.Entonces trataron de que el pavito

comiera más despacio, el mejor alimento y enla medida justa.

El pavito terminaba su comida y les decíaa sus hermanos:

—Vamos, muchachos, ¡a volar!Todos los pavos le explicaban:—Los pavos no vuelan; a ti te hace mal la

comida.El pavito fue hablando más de comer y

menos de volar. Y creció y murió en la pavadageneral.

¡Pero era un cóndor!Había nacido para volar hasta los siete milmetros. ¡Pero nadie volaba!

AUTOR

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DESCONOCIDO

Moraleja: El riesgo demorir en la pavada generales muy grande. ¡Comonadie vuela!Muchas puertas estánabiertas porque nadie lascierra, y otras estáncerradas porque ningunolas abre.El miedo al hondazo esterrible.La verdadera protecciónestá en las alturas.Especialmente cuando hayhambre de elevación ybuenas alas.

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LA ROSA y EL SAPO

Había una vez una rosa roja muy bella; se sentíade maravilla por saber que era la rosa más belladel jardín.

Un día comprendió que la gente la mirabasólo de lejos y no se acercaba a ella.

Se dio cuenta de que al lado de ellasiempre había un sapo grande y oscuro, y queera por eso que nadie se acercaba a ver- la decerca.

Indignada ante lo descubierto, le ordenó alsapo que se fuera de inmediato; el sapo, muyobediente, dijo:

—Está bien, si así lo quieres.Poco tiempo después el sapo pasó por

donde estaba la rosa y se sorprendió al verlatotalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.

Le dijo entonces:—Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó?

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La rosa contestó:—Es que desde que te fuiste las hormigas

me han comido día a día, y nunca pude volver aser igual.

El sapo sólo contestó:—Pues claro, cuando yo estaba aquí me

comía a esas hormigas y por eso siempre erasla más bella del jardín.

AUTORDESCONOCIDO

Moraleja: Muchas veces despreciamos alos demás por creer que somos más que ellos,más bellos o porque simplementeconsideramos que «no nos sirven para nada».

Dios no hace a nadie para que estésobrando en este mundo; todos tenemos algoque aprender de los demás o algo que enseñar,

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y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a serque esa persona nos hace un bien del cual nisiquiera somos conscientes.

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EL CORAZÓN PERFECTO

Un día, un joven se situó en el centro de unpoblado y proclamó que él poseía el corazónmás hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congregó a sualrededor, y todos admiraron y confirmaronque su corazón era perfecto, pues no seobservaban en él ni marcas ni rasguños.

Sí. Coincidieron todos que era el corazónmás hermoso que hubieran visto; todos menosun anciano, que se acercó y dijo:

—Tu corazón no es ni siquieraaproximadamente tan hermoso como el mío.

Sorprendidos la multitud y el joven,miraron el corazón del viejo y vieron que, sibien latía vigorosamente, estaba cubierto decicatrices y hasta había zonas donde faltabantrozos, y éstos habían sido reemplazados porotros que no encajaban perfectamente en el

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lugar, pues se veían bordes y aristas irregularesalrededor.

Es más, había lugares con huecos, dondefaltaban trozos profundos. La gente sesobrecogió. ¿Cómo puede decir él que sucorazón es más hermoso? El joven contemplóel corazón del anciano, y al ver su estadodesgarbado se echó a reír.

—Debes estar bromeando —dijo—.Compara tu corazón con el mío... El mío esperfecto. En cambio, el tuyo es un conjunto decicatrices y dolor.

—Es cierto —dijo el anciano—, tucorazón luce perfecto, pero yo jamás meinvolucraría contigo... Mira, cada cicatrizrepresenta a una persona a la que entregué todomi amor. Arranqué trozos de mi corazón paraentregárselos a cada tino de aquellos que heamado.

Muchos, a su vez, me han obsequiado untrozo del suyo, que he colocado en el lugar que

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quedó abierto. Como las piezas no eran iguales,quedaron bordes irregulares, de los que mealegro, porque me recuerdan el amor quehemos compartido. Hubo oportunidades en lasque entregué un trozo de mi corazón a alguien,pero esa persona no me ofreció un poco delsuyo a cambio. Ahí quedaron huecos.

El joven y la multitud estaban muyconmovidos. El anciano continuó hablando:

—Dar amor es arriesgar, pero a pesar deldolor que esas heridas me producen por haberquedado abiertas, me recuerdan que sigoamando a ciertas personas, y alimentan laesperanza de que algún día, tal vez, regresen yllenen el vacío que han dejado en mi corazón.¿Comprendes ahora lo que es verdaderamenteun corazón hermoso?

El joven permaneció en silencio; unaslágrimas humedecieron sus ojos. Se acercó alanciano, arrancó un trozo de su hermoso yjoven corazón, y se lo ofreció. El anciano lo

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recibió y lo colocó en su corazón; luego, a suvez, arrancó un trozo del suyo, ya viejo ymaltrecho, y con él tapó la herida abierta deljoven.

La pieza se amoldó, pero no a laperfección porque no eran idénticas, y senotaban bordes irregulares.

El joven miró su corazón, que ya no eraperfecto, pero le hacía sentir mejor que antes,porque el amor del anciano fluía en su interior.

AUTORDESCONOCIDO

Y tú, lector de estaslíneas, recibe un pedazo demi corazón... La felicidadno consiste siempre enhacer lo que queremos,sino en «QUERER» todolo que hagamos; es un

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estado de ánimo.No seremos felices

mientras no decidamos«SERLO».

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HUMILDAD

En los días en los que un helado costaba muchomenos que hoy, un niño de diez años entró enun establecimiento y se sentó en una mesa.

La mesera puso un vaso de agua enfrentede él.

—¿Cuánto cuesta un helado de chocolatecon maní? —preguntó el chico.

—Cincuenta centavos —respondió lamesera.

El pequeño sacó unas monedas de subolsillo y las contó.

—¿Cuánto cuesta un helado sin maní? —volvió a preguntar.

Algunas personas estaban esperando quese desocupara alguna mesa, y la mesera seestaba impacientando.

—Treinta y cinco centavos —dijo ella,bruscamente.

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El niño volvió a contar las monedas.—Quiero el helado solo —dijo el niño.La mesera le trajo el helado, puso la

cuenta en la mesa y se fue.El muchacho terminó el helado, pagó en la

caja y se fue.Cuando la mesera volvió, empezó a

limpiar la mesa, y entonces no pudo creer loque veía. Allí, puestos ordenadamente junto alplato vacío, había veinticinco centavos... Supropina.

AUTORDESCONOCIDO

Qué enseñanza de humildad, quécapacidad para ver al otro, ¿o no?

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TRES DESEOS

Un pescador muy pobre, echó al mar su red ysacó un hermoso pez dorado.

—Por lo menos tengo algo para cenarjunto a mi mujer —se dijo, contento.

Pero éste era un pez mágico y, por tanto,podía hablar:

—¡No me mates! ¡No me mates! Yo soyel rey de todos los peces y tengo poderes. Sime liberas, te concederé tres deseos; los que túo tu mujer deseéis lo podréis obtener.

Pasada su sorpresa inicial, el pescadordecidió creer, y devolvió al mar a aquelmaravilloso pez.

Al llegar de regreso a su choza, feliz, dijoa su mujer:

—El rey de los peces nos ha concedidotres deseos, mujer; todo aquello que queramosse nos concederá.

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—¡Qué bueno! —dijo la esposa, y agregó—. Con el hambre que tengo... ¡que aparezcauna rica salchicha en mi mesa!

Y su deseo se cumplió.—¡Pero qué has hecho, mujer estúpida!

Has gastado uno de los tres deseos en unatontería pudiendo haber pedido ser la dueña dediez fábricas de salchichas... ¡Por idiota, megustaría que esa salchicha se pegase en tu nariz!

Y naturalmente, así sucedió. Y no huboforma de despegarla sin torturar a la mujer, asíque obligatoriamente el tercer deseo consistióen que aquella salchicha desapareciese parasiempre de sus vidas, y así fue; después detodo, el pescador y su mujer no obtuvieronnada.¿Qué ponemos en nuestra mágica pantallamental cada día?

¿Que nos solucione alguna calamidad? ¿Yqué habíamos puesto en nuestra imaginaciónantes?

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¿...y qué vas a poner tú en tu mente de ahora enadelante...?

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A TIEMPO

Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir quela felicidad era un tesoro.

A partir de aquel instante, comenzó abuscarla.

Primero se aventuró por el placer y portodo lo sensual; luego, por el poder y lariqueza; después, por la fama y la gloria, y asífue recorriendo el mundo del orgullo, delsaber, de los viajes, del trabajo, del ocio y detodo cuanto estaba al alcance de su mano.

En un recodo del camino, vio un letreroque decía: «Le quedan dos meses de vida.»

Aquel hombre, cansado y desgastado porlos sinsabores de la vida, se dijo:

—Estos dos meses los dedicaré acompartir todo lo que tengo de experiencia, desaber y de vida con las personas que me rodean.

Y aquel buscador infatigable de la

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felicidad, sólo al final de sus días encontró queen su interior, en lo que podía compartir, en eltiempo que le dedicaba a los demás, en larenuncia que hacía de sí mismo por servirestaba el tesoro que tanto había deseado.

AUTORDESCONOCIDO

Comprendió que para ser feliz se necesitaamar; aceptar la vida como viene; disfrutar delo pequeño y délo grande; conocerse a símismo y aceptarse tal como se es; sentirsequerido y valorado, pero también querer yvalorar; tener razones para vivir y esperar, ytambién razones para morir y descansar.

Entendió que la felicidad brota en elcorazón, con el rocío del cariño, la ternura y lacomprensión.

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Que son instantes y momentos de plenitudy bienestar; que está unida y ligada a la formade ver a la gente y de relacionarse con ella; quesiempre está de salida y que para tenerla hayque gozar de paz interior. Finalmente,descubrió que cada edad tiene su propia medidade felicidad y que sólo Dios es la fuentesuprema de la alegría, por ser El amor, bondad,reconciliación, perdón y donación total.

Y en su mente recordó aquella sentencia,que dice: «Cuánto gozamos con lo poco quetenemos y cuánto sufrimos por lo mucho queanhelamos.»

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PERDÓN

El tema del día era «resentimiento», y elmaestro nos había pedido que lleváramos papasy una bolsa de plástico.

Ya en clase, elegimos una papa por cadapersona que guardábamos resentimiento:escribimos su nombre en ella y la pusimosdentro de la bolsa.

Como te puedes imaginar, algunas bolsaseran realmente pesadas. El ejercicio consistíaen que durante una semana lleváramos connosotros, donde fuéramos, esa bolsa de papas.

Naturalmente, la condición de las papas seiba deteriorando con el tiempo. El fastidio deacarrear esa bolsa en todo momento me mostróclaramente el peso espiritual que cargaba adiario y cómo, mientras ponía mi atención enella para no olvidarla en ningún lado, desatendíatareas que eran más importantes para mí.

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Todos tenemos papas pudriéndose ennuestra mochila. Este ejercicio fue una granmetáfora del precio que pagaba a diario pormantenerme en el dolor, la rabia y lanegatividad. Me di cuenta que cuando hacíaimportantes los temas incompletos o laspromesas no cumplidas me llenaba deresentimiento, aumentaba mi estrés, no dormíabien y mi atención se dispersaba. Perdonar ydejarlas ir me llenó de paz y calma alimentandomi espíritu de poder personal.

«Reconoce que no sabes toda la historia.Una de las cosas que puede ayudarte a perdonares reconocer tu ignorancia.»

El perdón es una expresión del amor. Noquiere decir que estés de acuerdo con lo quepasó, ni que lo apruebes, ni que lo vayas aolvidar.

Perdonar no significa dejar de darleimportancia a lo que sucedió, ni darle la razón aalguien que te hiñó...

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Simplemente significa dejar de ladoaquellos pensamientos negativos que aparecenacerca de alguien o algo que nos causó dolor.Dejando las cosas como están y continuando tuvida.

«No es necesario que sepas cómoperdonar. Sólo tu intención de hacerlo essuficiente. De todo lo demás se ocupará eluniverso.»

Muchas veces pensamos que el perdón esun regalo para el otro sin damos cuenta que losúnicos beneficiados somos nosotros mismos.

La falta de perdón es, de lejos, el venenomás destructivo para el espíritu, ya queneutraliza los recursos emocionales que tienes.

El perdón es una declaración que puedes ydebes renovar a diario.

Muchas veces, la persona más importantea la que tienes que perdonar es a ti mismo portodas las cosas que no fueron de la manera quepensabas.

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La DECLARACIÓN DEL PERDÓN ESLA CLAVE PARA LIBERARTE. ¿Con quécosas estás resentido? ¿A quiénes no puedesperdonar? ¿Cómo te beneficiaría resolverlas?¿Qué pasos podrías dar hoy para empezar?

«Alivia tu carga y estarás más libre demoverte hacia tus objetivos.»

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CARTA A DIOS

Tú, que eres un Dios nunca comprobado nidemostrado, escondido siempre entre santos,salmos y cantos:

¿Existes realmente?¿Dónde estás que nunca te podemos ver?¿Por qué, si dices amarnos tanto, nos

mandas terremotos, maremotos, ciclones yaluviones que matan a tanta gente?

¿Por qué no nos detienes y nos iluminaspara evitar tanta demencia y el horror en elmundo, las guerras, la crisis social, la miseria,el dolor...?

¿Qué clase de pastor eres que permitesque tu rebaño se mate entre sí?

¿Por qué permites que existan niñosmuriendo de hambre? ¿Por qué la vejez enabandono...?

¿Por qué enfermedades incurables y

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cánceres? ¿No dices que nunca desamparas alos que amas...?

¿Por qué nos arrebatas a nuestros seresqueridos siempre, cuando ni ellos ni nosotrosestamos preparados?

¿Por qué algunos somos estériles y aotros nos mandas criaturas sordas, mudas,ciegas, minusválidas, retrasadas o enfermas?

Y si el sexo fue un regalo, ¿por quéentonces el sida?

¿Por qué habría de ser malo disfrutar de lavida y es pecado el sexo sin compromiso?¿Acaso la felicidad y el placer no son unaexpresión de nuestra humanidad?

No nos puedes acusar de blasfemos, puesno nos preguntaste si queríamos estar aquí, siqueríamos todo esto.

A pesar de todo esto, no te necesitamos.Hoy nos queremos unir para alcanzar nuestrosobjetivos y solucionar por nosotros mismostodo esto.

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Mira nuestros avances, mira nuestratecnología: hemos llegado a la Luna, todonuestro mundo está interconectado, nuestrasindustrias informatizadas y produciendo almáximo, nuestro conocimiento universal haaumentado y es de fácil acceso. Crecemos yconstruimos.

Podemos vivir sin ti, pues —si es queexistes— nada has hecho...

AUTORDESCONOCIDO

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RESPUESTA DE DIOS

En primer lugar, no puedes hablar por todos lostuyos. No todos comparten tus dudas, tusdesilusiones y tus iras.

No quieras tapar el Sol con un dedo niasfixiarme a causa de tus frustraciones. Notengo la culpa de ellas. Dices que no lograsverme, hijo mío; qué esperas, ¿zarzas ardiendocomo cuando Abraham existía, ángeles aladoscomo en los tiempos de Jacob o María?¿Esperas algo espectacular? Yo no tengonecesidad de esconderme, pero no será con larazón que me debes llamar.

Búscame en lo más profundo de tusnecesidades, de tus dolores, de tus desamores yde tus dudas para volver a levantarte a lasuperficie.

Búscame desnudo, así como te envié aeste mundo, para poder curar tus heridas y

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abrigarte del frío.Búscame vacío para poder llenarte.No vengas a Mí con preguntas y pruebas;

tú ya tienes tus respuestas, aunque no quierasvoltearte a verlas.

Me buscas en lo complejo cuando sabesque estoy en lo simple.

Miras al horizonte buscándome y no meves porque estoy muy cerca de ti.

Me agradan los salmos y los cantos, y lossantos te guían hacia Mí, pero no confundas laforma con el fondo.

Háblame y cántame desde lo más hondo, yoirás cómo te canto yo a ti.

Me acusas de muertes tempranas y dehaberte causado dolores profundos. Sí, meacuerdo cuando te «quité» a tu madre cuandoeras niño. Pero mi criatura amada, permítemeexplicarte que mi llamada no es sólo para aquelque parte y viene a Mí, sino también para aquelque se queda a continuar la misión que le

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encargué.Ella ya había cumplido con resolver los

asuntos pendientes que yo le encomendé enesta vida, me ayudó a ponerte a ti en la Tierra ya ordenar la existencia de los suyos, tocandopositivamente sus vidas. No es casualidad elnacer o el morir.

Hay un plan divino, pero también tienes lalibertad para decidir si encajas en él y obrascon bien o con maldad.

Tal vez no estás de acuerdo con mi plan:hombres con defectos y minusválidos, niñossin destino aparente y sin salida de suslimitaciones. Quizá parezca injusta la suerteque corren algunos durante sus vidas.

Pero ellos hallarán la calma si descubren,finalmente, que toda la gente tiene lo necesariopara vivir como quieran vivir.

La miseria la llevas en el alma, no en losbolsillos. Pobre NO es aquel que tiene poco,sino el que más necesidades tiene.

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La felicidad está en tu capacidad de amar,de servir, de ser humilde, de compartir aun enla adversidad y de ser atento a las necesidadesde los demás. Si así eres, no necesitas demucho para ser feliz. Si no eres así, entonceshas descubierto el secreto de la clase demiseria que ni el oro remedia.

No es cuánto tengas, sino cómo lo uses. Ati te di ciertos dones, y a ellos les di otros,pero a ninguno le di más ni menos que a ti.Parecerá distinto a veces, como que unosconcentraron, con exceso y con creces, lo quea ti no se te dio.

Pero todo está medido, compensado yprevisto. Todos viven como quieren vivir; serpobre o limitado, física o psicológicamente, noes excusa como para no salir adelante; cuantomás difícil es el trabajo, más valoras lo quetienes y más satisfacción te dan los logros.

Cuanto más tienes más debes compartir,más debes servir a aquellos que carecen de lo

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que a ti te sobra y que, a veces, no aprecias y noagradeces.

No compares, valora. Y si estás atento aaquello que otros tienen y que tú no, estateatento también a aquello que tienes y quemuchos no.

Me acusas insolentemente de mi supuestaindolencia y responsabilidad de tanto caos, detanta desesperación, de la demencia, del horrory sufrimiento innecesario. Es justamente por tuprisa de crecer, de ser independiente,autosuficiente y poderoso, que tú mismo tecausas todo esto. Es por vivir lejos de Mí, porrestarme importancia en tu vida y en tus actos,por negarme y rechazarme para justificar tuspecados y culpas —ante ti mismo y los demás—, que tú mismo sufres y haces sufrir a lostuyos.

¿Me culpas porque les salió mal elexperimento de la vida, porque no supieronadministrar lo que les di...? Les di un mundo en

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armonía, ¿y qué han hecho con él? Especies enextinción, contaminación...

Acaso la ciencia debía terminar en pruebasnucleares y clonaciones. Eliminar pueblosenteros y depredar la vida en diferentes lugaresdebe de ser el resultado de las capacidades queles di. Lo que a la madre naturaleza le hatomado millones de años en lograr el hombrelo desbarata de un hachazo o de un balazo.

¿Qué puedo hacer yo al respecto, siustedes no me buscan ni me piden esa«iluminación» de la que tú hablas? ¿Yo estoytras los desastres naturales, me dices...?

La naturaleza es un sistema sabio,perfecto y autosuficiente como tu organismo, ydebe controlar la crisis demográfica para quetú no te asfixies por la falta de visión de tusgobernantes.

Tu contaminación al medio ambiente haceel resto, como por ejemplo los maremotosproducto del efecto invernadero.

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No habrían muertes por hambre y miseriasi la formación de cada familia de donde salenlos líderes estuviera basada en los valores queyo les enseñé.

Si cada uno toma lo que quiere y cuandoquiere de mi mensaje, entonces es sencilloprever la mala distribución de los recursosnaturales y, peor aún, de las aberracioneshumanas y la crisis social por la cual la vida novale nada en las calles.

Todo cimiento moral se basa en mí... ¿Quépuedo hacer yo, si distorsionan mis leyes y suspropias leyes para acomodarlas a «su»acomodada moralidad? El sexo fue un regalopara tu deleite, eso nadie te lo discute. Pero yono tuve en mente que despilfarres tu semilla nila promiscuidad.

El hombre ha creado las consecuencias,yo no. Recuerda que yo te di la libertad parausar y administrar todo lo que te di; cúlpamepor la abundancia de recursos a tu alrededor,

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pero no de las consecuencias del mal uso quetú mismo le das.

Contaminan, degeneran, deforman yprofanan la perfecta máquina biológica que lesdi.

Delitos y aberraciones sexuales, iniquidady, lo más triste, medios de comunicaciónirresponsables con la niñez...

¿A eso llamas libertad sexual?Te cortas y te quitas lo que crees que no

sirve y que yo te di con un propósito sabio; teañades y dependes de cosas que no te di y nonecesitas, y que hasta son mortales. Encima deculparme de todo lo malo, me excluyes de lobueno para darte más valor a ti mismo.

«¿Crees que lo has logrado tú solo?»Muy bien, pero ¿qué es eso que has

logrado?«¿Crees que has avanzado más que ayer?»Con todas tus soluciones tecnológicas.«¿Crees que has mejorado tu calidad de

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vida?»Dices que tu poder de intercomunicación

global es grande, con satélites, ordenadores,celulares e internet, pero no puedes con lasdificultades generacionales que te impidencomunicarte con tus padres o con tus hijos...

Golpes, insultos; ni siquiera puedes decirbuenos días o buenas noches a tus vecinos. Ni aMí.

Tu «hipercomunicación» sólo te harevelado cuán solo estás dentro de tu propiomundo.

Dices que tu tecnología te ha llevado a laLuna, pero no puedes cruzar la calle o dejar tupuerta abierta sin temor a que te roben o a quete maten.

Dices que te es posible construirinmensas estructuras en sitios inaccesibles,pero no puedes construir los valores que túquisieras en ti mismo y en los tuyos, oconstruir el hogar feliz que quisieras.

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Dices que con tus solucionestecnológicas puedes hacer más rápidas y mejorlas cosas, pero la automatización te ha hechoperder el sabor del ejercicio físico y mental, ydel disfrutar las dificultades para valorar mejorlos resultados te ha hecho ocioso,despreocupado e irresponsable.

Dices que tienes acceso a toda lainformación del mundo, pero no puedes saberde dónde vienes y para qué existes.

Dices que puedes almacenar toda lainformación que quieras, pero no puedesacordarte de tu aniversario de bodas o delcumpleaños de ese viejo amigo, ni de hacer elencargo que tu madre te ha encomendado.

Dices que las industrias estánoptimizadas, pero ¿acaso puedes evitar lacontaminación del mar, del aire, de la tierra ola deforestación que está destruyendolentamente el único sitio que tienes para vivir?¿Puedes evitar acaso el abuso laboral, la

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corrupción y el ansia de dinero y de poderfácil?

Dices que la tecnología ha hecho tu vidamás sencilla. Dime, ¿es tu vida más fácil omejor?

Dices que tu tecnología te asegura mayorsalud, pero hoy se mueren más rápido queantes por la mala comida.

Miles de personas mueren por los erroresmédicos y por las enfermedades creadas por tupropia ciencia y tus malos hábitos. Tuspolíticas sociales matan a los niños y semueren por enfermedades perfectamenteevitables y de hambre.

Dices que la educación ahora llega atodos, que ya no hay tanto analfabetismo niignorancia.

¿Qué sistema educativo es ese que no teda los valores morales ni sociales suficientescomo para evitar tanto morbo en los medios decomunicación, tan poco respeto por la vida y

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por la dignidad personal y sexual? ¿Tanta luchapor el poder a costa de la amistad misma y delos derechos elementales, tanto valor al dineroen vez de al amor, tan poca capacidad de serviry de perdonar a los demás, tanto valor al trabajoen vez de la educación familiar de tus niños?

Entonces, ¿de que te lamentas? ¿Por québlasfemas así? Si, en resumidas cuentas, nomereces la vida que te di ni me mereces a Mí.

«¿Qué haces tú ante esto?»En vez de estar juzgando y maldiciendo,

encuentra el error y busca el remedio: enseñala verdad con el ejemplo, ama y trabaja por lostuyos en vez de juzgar; ahí está tu solución.Nuestra solución.

Eres el dueño de tu futuro y cosecharás loque hoy siembras.

Hijo mío, yo te tengo en mi memoria y enmi corazón; tu nombre lo tengo en mi bocatodos los días, y tu felicidad está en missueños cada noche.

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Hoy te has caído solamente, pero si hassido inteligente para crear tanta tecnología paraacercarse más los unos a los otros ysimplificar la vida, si alguna vez acumulastetanta sabiduría filosófica aunque hoy no lapractiques, si has sido capaz de eso, serás capazde encontrar la salida de este laberinto que tehas construido tú mismo.

Y yo te voy a ayudar, hoy como ayer,porque sé que a pesar de tus irreverencias, de tusoberbia, de tus pecados, de tu ansia de poder,de independencia y de acumulación de riquezas,sé que me añoras, me buscas, me necesitas,porque yo encierro todo ese lado bueno que tuoscuridad, a veces, te hace esconder; yosignifico tu esperanza, tu luz, tu destino eternode amor y felicidad.

Hoy te he sacado a la luz todo lo malo enti para hacerte comprender muchas cosas, y lamás importante de todas: nunca te olvides deMí; yo nunca me olvidaré de ti, a pesar del

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rechazo, del mal que te haces a ti mismo y a lostuyos por error.

Y otra cosa importante: eres responsablede lo bueno en ti, pero también de lo malo,pues ambos son parte de ti; tú le das la forma yeres también responsable por cómo y cuánto teafectará. Cuanto más te afecta algo, es másresponsabilidad tuya. Y cuando comprendasesto, entonces tomarás conciencia de tufortaleza, y más rápido aprenderás de tuserrores y te levantarás para seguirconstruyendo tu camino.

Yo seré tu bastón al caminar, seré elviento que limpie, labre y suavice el terreno,pero las piedras tú mismo deberás quitarlas, amano limpia.

Hoy te hablé de tus errores, pero si me lopermites mañana hablaremos de todo lo belloque has logrado.

Hubiese podido darte el cielo, sin tantalucha ni desvelo tuyo, pero ¿cuál sería la

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gloria? Debes, pues, completar tu misión paraalcanzar la perfección que buscas. Paraalcanzarme.

Te ama. «Dios.»

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ESTRELLAS DE MAR

Un escritor que estaba en su casa de la playaterminando su última obra, todas las mañanas,muy temprano, salía a pasear por la costa unosminutos antes de empezar su trabajo. Esamañana observó, en la distancia, a un joven queparecía estar bailando... Corría hacia el mar,levantaba sus brazos, daba la vuelta y volvía arepetir el movimiento una y otra vez.

Lentamente, el escritor se fue acercandoal joven hasta que, al aproximarse, vio que enrealidad estaba recogiendo algo de la arena yque luego se acercaba al agua para lanzarlo maradentro.

Ya más cerca, vio que el joven tomabaestrellas de mar que habían quedado en la arenaal bajar la marea y corría hasta el agua paraarrojarlas tan lejos como podía mar adentro.

Al llegar a su lado, el escritor le preguntó:

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*—Buenos días, ¿qué estás haciendo?—Salvo estrellas de mar antes que el sol

las deshidrate y mueran —contestó el joven,sin abandonar su empeño.

—Pero ¿no te das cuenta que es una tareainútil? —le dijo el escritor—. En estosmomentos debe haber miles o millones deestrellas que quedaron fuera del agua y jamáspodrás salvarlas a todas.

El joven se detuvo sólo un instante, miróla estrella que llevaba en la mano en esosmomentos, luego giró su cabeza hasta enfrentarlos ojos del escritor, y le dijo:

—No importa; quizá no pueda salvar atodas, pero al menos ésta que tengo en la manonotará la diferencia... —y continúo febrilmentecon su tarea.

El escritor meneó su cabeza, completó sucaminata y se sentó a continuar su trabajo. Sinembargo, algo lo incomodaba y daba vueltas ensu cabeza.

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«Al menos ésta notará la diferencia», erala frase que lo inquietaba. Finalmente locomprendió... Incluso un pequeño cambio queen nada afecta los resultados finales SIEMPREes valioso para quien se beneficia de él.

Para ESA estrella, ¡¡era muy valioso serrescatada!!

A la mañana siguiente, muy temprano, uncaminante ocasional advirtió con asombro quedos personas —una mayor y otra más joven—parecían bailar junto a la playa... Corrían haciael mar, levantaban sus brazos, daban la vuelta yvolvían a repetir el movimiento una y otra vez.

Lentamente empezó a acercarse para verqué ocurría...

AUTORDESCONOCIDO

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¿No será hora de que empecemos a buscarnuestras propias estrellas de mar?

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EL BIGOTE DEL TIGRE

Una joven mujer, llamada Yun Ok, fue un día acasa de un ermitaño de la montaña en busca deayuda.

El ermitaño era un sabio de granrenombre, hacedor de ensalmos y pocionesmágicas.

Cuando Yun Ok entró en su casa, elermitaño, sin levantar los ojos de la chimeneaque estaba mirando, dijo:

—¿Por qué viniste?Yun Ok respondió:—Oh, sabio famoso, ¡estoy desesperada!

¡Hazme una poción!—Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos

necesitan pociones! ¿Podemos curar un mundoenfermo con una poción?

—Maestro —insistió Yun Ok—, si no meayudas estaré verdaderamente perdida.

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—Bueno, ¿cuál es tu problema? —dijo elermitaño, resignado por fin a escucharla.

—Se trata de mi marido —comenzó YunOk—. Tengo un gran amor por él. Durante losúltimos tres años ha estado peleando en laguerra. Ahora que ha vuelto, casi no me habla, amí ni a nadie. Si yo hablo, no parece oír.Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvocomida que no le gusta, le da un manotazo y seva enojado de la habitación. A veces, cuandodebería estar trabajando en el campo de arroz,lo veo sentado ociosamente en la cima de lamontaña, mirando hacia el mar.

—Sí; así ocurre a veces cuando losjóvenes vuelven a su casa después de la guerra—dijo el ermitaño—. Prosigue.

—No hay nada más que decir, ilustrado.Quiero una poción para dársela a mi marido, aver si se vuelve cariñoso y amable, como eraantes.

—¡Ja! Tan simple, ¿no? —replicó el

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ermitaño—. ¡Una poción...! Muy bien, vuelveen tres días y te diré qué nos hará falta para esapoción.

Tres días más tarde, Yun Ok volvió a lacasa del sabio de la montaña.

—Lo he pensado —le dijo—. Puedo hacertu poción. Pero el ingrediente principal es elbigote de un tigre vivo. Tráeme su bigote y tedaré lo que necesitas.

—¡El bigote de un tigre vivo! —exclamóYun Ok—. ¿Cómo haré para conseguirlo?

—Si esa poción es tan importante,obtendrás éxito —dijo el ermitaño.

Y apartó la cabeza, sin más deseos dehablar.

Yun Ok se marchó a su casa. Pensó muchoen cómo conseguiría el bigote del tigre.

Hasta que una noche, cuando su maridoestaba dormido, salió de su casa con un bol dearroz y salsa de carne en la mano.

Fue al lugar de la montaña donde sabía que

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vivía el tigre.Manteniéndose alejada de su cueva,

extendió el bol de comida, llamando al tigrepara que viniera a comer. El tigre no vino.

A la noche siguiente, Yun Ok volvió a lamontaña, esta vez un poco más cerca de lacueva. De nuevo, ofreció al tigre un bol decomida.

Todas las noches Yun Ok fue a la montaña,acercándose cada vez más a la cueva, unospasos más que la noche anterior. Poco a poco,el tigre se acostumbró a verla allí.

Una noche, Yun Ok se acercó a pocospasos de la cueva del tigre.

Esta vez, el animal dio unos pasos haciaella y se detuvo. Los dos quedaron mirándosebajo la Luna. Lo mismo ocurrió a la nochesiguiente, y esta vez estaban tan cerca que YunOk pudo hablar al tigre con una voz suave ytranquilizadora.

La noche siguiente, después de mirar con

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cuidado los ojos de Yun Ok, el tigre comió losalimentos que ella le ofrecía. Después de eso,cuando Yun Ok iba por las noches, encontrabaal tigre esperándola en el camino.

Cuando el tigre había comido, Yun Okpodía acariciarle suavemente la cabeza con sumano. Casi seis meses habían pasado desde lanoche de su primera visita.

Al final, una noche, después de acariciar lacabeza del animal, Yun Ok dijo:

—Oh, tigre, animal generoso, es precisoque tenga uno de tus bigotes. ¡No te enojesconmigo! —y le arrancó uno de los bigotes.

El tigre no se enojó, como ella temía. YunOk bajó por el camino, no caminando sinocorriendo, con el bigote aferrado fuertementeen la mano.

A la mañana siguiente, cuando el Solasomaba desde el mar, ya estaba en la casa delermitaño de la montaña.

—¡Oh, famoso! —gritó—. ¡Lo tengo!

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¡Tengo el bigote del tigre! Ahora puedes hacerla poción que me prometiste para que mimarido vuelva a ser cariñoso y amable.

El ermitaño tomó el bigote y lo examinó.Satisfecho, pues realmente era de tigre, seinclinó hacia delante y lo dejó caer en el fuegoque ardía en su chimenea.

—¡Oh, señor! —gritó la joven mujer,angustiada—. ¿Qué hiciste con el bigote?

—Dime cómo lo conseguiste —dijo elermitaño.

—Bueno, fui a la montaña todas lasnoches con un bol de comida. Al principio memantuve lejos, y me fui acercando un poco cadavez, ganando la confianza del tigre. Le hablécon voz cariñosa y tranquilizadora para hacerleentender que sólo deseaba su bien. Fuipaciente. Todas las noches le llevaba comida,sabiendo que no comería. Pero no cedí. Fui unay otra vez. Nunca le hablé con aspereza. Nuncale hice reproches. Y por fin, una noche, dio

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unos pasos hacia mí. Llegó un momento en queme esperaba en el camino y comía del bol queyo llevaba en las manos. Le acariciaba la cabezay él hacía sonidos de alegría con la garganta.Sólo después de eso le arranqué el bigote.

—Sí, sí —dijo el ermitaño—, domaste altigre y te ganaste su confianza y su amor.

—Pero tú arrojaste el bigote al fuego —exclamó Yun Ok, llorando—. ¡Todo fue paranada!

—No; no me parece que todo haya sidopara nada —repuso el ermitaño—. Ya no hacefalta el bigote. Yun Ok, déjame que te preguntealgo: ¿es acaso un hombre más cruel que untigre? ¿Responde menos al cariño y lacomprensión? Si puedes ganar con cariño ypaciencia el amor y la confianza de un animalsalvaje y sediento de sangre, sin duda puedeshacer lo mismo con tu marido.

Al oír esto, Yun Ok permaneció calladaunos segundos. Luego, avanzó por el camino

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reflexionando sobre la verdad que habíaaprendido en casa del ermitaño de la montaña...

AUTORDESCONOCIDO

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COMPAÑÍA

Recibí una llamada telefónica de un muy buenamigo. Me dio mucho gustó escucharle. Loprimero que me preguntó fue:

—¿Cómo estás?Y sin saber por qué, le contesté:—Muy solo.—¿Quieres que hablemos? —me dijo.Le respondí que sí.—¿Quieres que vaya a tu casa?—Sí.Colgó el teléfono y en menos de quince

minutos ya estaba llamando a mi puerta.Le hablé durante horas de todo: de mi

trabajo, de mi familia, de mi novia, de misdeudas..., y él me escuchó siempre atento.

Se nos hizo de día; quedé muy cansadomentalmente, pero me había hecho mucho biensu compañía y, sobre todo, que me escuchara,

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que me apoyara y me hiciera ver mis errores.Me sentía muy a gusto.

Cuando él observó que yo ya meencontraba mejor, me dijo:

—Bueno, me voy; tengo que ir a trabajar.Yo me sorprendí, y le dije:—¿Por qué no me habías dicho que tenías

que ir a trabajar? Mira la hora que es, nodormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche.

El sonrió, y me dijo:—No hay problema, para eso estamos los

amigos.Yo me sentí feliz y orgulloso de tener un

amigo así.Lo acompañé a la puerta de mi casa.

Cuando él caminaba hacia su automóvil, le gritédesde lejos:

—Y, a todo esto, ¿por qué llamasteanoche tan tarde?

Él regresó, y me dijo en voz baja:—Es que te quería dar una noticia...

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—¿Qué pasó?—Fui al doctor y me dijo que estoy muy

enfermo.Yo me quedé mudo. Él sonrió, y me dijo:—Ya hablaremos de eso. Que tengas un

buen día...Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato

hasta que asimilé la situación, y me preguntéuna y otra vez: «¿Por qué cuando me preguntócómo estaba me olvidé de él y sólo hablé demí? ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, dedarme ánimos, de decirme todo lo que me dijo,estando él en esa situación...? Esto esincreíble...»

Desde entonces, mi vida ha cambiado.Suelo ser menos dramático con mis problemasy disfrutar más de las cosas buenas de la vida.

Ahora aprovecho más el tiempo con lagente que quiero.

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AUTORDESCONOCIDO

«El que no vive paraservir... no sirve paravivir...» La vida es comouna escalera: si miras haciaarriba siempre serás elúltimo de la fila, pero simiras hacia abajo verás quehay mucha gente quequisiera estar en tu lugar.

Detente a escuchar y aayudara tus amigos, a tushermanos... Te necesitan.

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NUNCA ESTARÁN SOLOS ALVOLAR

Un día, un ángel se arrodilló a los pies de Diosy le habló:

—Señor, visité toda tu creación. Estuve entodos los lugares. Vi que eres parte de todas lascosas. Y por eso vine hasta ti, Señor, para tratarde entender. ¿Por qué cada una de las personassobre la Tierra tiene apenas un ala? Los ángelestenemos dos. Podemos ir hasta el amor que elSeñor representa siempre que lo deseamos.Podemos volar hacia la libertad siempre quequeramos. Pero los humanos, con su única ala,no pueden volar. No podrán volar con apenas unala...

Dios respondió:—Sí, ya sé eso. Sé que hice a los humanos

solamente con un ala...Intrigado, el ángel quería entender, y

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preguntó:—Pero ¿por qué el Señor dio a los

hombres solamente un ala cuando sonnecesarias dos para que puedan volar?

Sin prisa, Dios respondió:—Ellos sí pueden volar, mi ángel. Di a los

humanos una sola ala para que ellos pudiesenvolar más y mejor que nuestros arcángeles...Para volar, mi pequeño amigo, tú precisas detus dos alas;.. Y aunque libre, tú estas solo...Mas los humanos... Los humanos, con su únicaala, precisarán siempre dar las manos a alguiena fin de tener sus dos alas. Cada uno ha de tenerun par de alas... Cada uno ha de buscar susegunda ala en alguien, «en algún lugar delmundo...», para que se complete su par. Así,todos aprenderán a respetarse y a no quebrar laúnica ala de la otra persona, porque puedenestar acabando con su oportunidad de volar.Así, mi ángel, ellos aprenderán a amarverdaderamente a la otra persona... Aprenderán

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que solamente permitiéndose amar, ellospodrán volar.«Tocando el corazón de otra persona, ellospodrán encontrar el ala que les falta y podránfinalmente volar.»

«Solamente a través del amor podránllegar hasta donde estoy..., Así como lo hacestú, mi ángel.»«Ellos nunca, nunca estarán solos al volar.»

AUTORDESCONOCIDO

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INSTRUCCIONES PARA UNAVIDA MEJOR

1. Come sano; la alimentación es básica parauna buena salud.2. Dale a la gente más de lo que esperan y hazlocon gusto.3. Memoriza tu poema favorito.4. Manéjate desde la confianza, elimina lanecesidad, descansa justo lo que tu cuerpo tepide.5. Cuando digas «Te amo», manifiéstalo desdela verdad de tus sentimientos.6. Cuando digas «Lo siento», mira a la personaa los ojos.7. Mantén un noviazgo el tiempo que te permitaconocerte, antes de casarte.8. Cree en el amor a primera vista.9. Jamás te burles de los sueños de los demás.10. Ama profunda y apasionadamente.

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11. Frente a los desacuerdos, analízate...Recuerda que para que haya guerra se necesitandos.12. Deja de juzgar.13. Habla lentamente y piensa lo que dices...Recuerda que el pensamiento es energía.14. Cuando alguien te haga una pregunta que noquieres responder..., sonríe y siéntete a salvo.15. Recuerda que el más grande amor y losmayores logros involucran mayores riesgos.16. Llama a tu mamá.17. Di «¡¡Salud!!» cuando escuches a alguienestornudar, y ten la certeza de que por ahí estáun ángel.18. Cuando sientes que pierdes... contacta conla lección que ese instante te regala.19. Recuerda: respeto a ti mismo, respeto a losdemás, responsabilidad para todas tus acciones.20. Una disputa jamás puede dañar una granamistad.21. Cuando te des cuenta que has cometido un

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error, toma medidas inmediatas paracorregirlo.22. Sonríe cuando respondas el teléfono. Quienllama lo podrá escuchar en tu voz.23. Cásate con un hombre/mujer que guste deconversar... Cuando se hagan viejos, sushabilidades de conversación serán másimportantes que cualquier otra.24. Pasa algún tiempo en soledad.25. Abre tus brazos al cambio, sin desprendertede tus valores.26. Recuerda que el silencio es, a veces, lamejor respuesta.27. Lee más libros y ve menos televisión.28. Vive una vida buena, honorable e intensa.Luego, cuando te hagas mayor y recuerdes elpasado, verás cómo la disfrutarás por segundavez.29. Confía en Dios... Llénate de las mejoresenergías y pensamientos.30. Una atmósfera armoniosa y amorosa en tu

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hogar es importante. Tú puedes crearla.31. Ante desacuerdos con tus seres queridos,céntrate en la situación presente. No traigas devuelta el pasado.32. Lee entre líneas.33. Comparte tu conocimiento. Es tarea que tecorresponde.34. Sé gentil y consciente con el planeta...35. Aborda el amor y la cocina con un ciertotemerario abandono.36. Jamás interrumpas cuando estés siendohalagado.37. Ocúpate de tus propios asuntos.38. Cierra los ojos cuando besas... es unaforma de conectar alma con alma.39. Una vez al año visita algún lugar dondenunca hayas estado.40. Si ganas mucho dinero, disponlo paraayudar a otros mientras estés con vida. Es lamayor satisfacción que la fortuna puede dar.41. Recuerda que el no conseguir lo que

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quieres, cuando eres congruente, tiene que vercon los planes de la perfección divina.42. Aprende todas las reglas y rompe algunassin causar daño a nadie.43. Ten presente que la mejor de las relacioneses aquélla donde el amor entre dos personas esmás grande que la necesidad del uno por elotro.44. Sopesa tu éxito en la medida de lo quetuviste que renunciar para obtenerlo.45. Reza. Hay un poder inconmensurable en laoración. Dios siempre escucha.

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LO QUE ES NECESARIOTENER EN EL MALETÍN DEPRIMEROS AUXILIOS

Palillo, liga, curita, lápiz, borrador, chicle, unchocolate Kiss y una bolsa de té.

¿Para qué? Veamos:

1. Palillo. Para acordarte de «escarbar» enlos demás todas las cualidades que tienen.

2. Liga. Para acordarte de ser flexible, yaque las cosas y las personas no siempre son dela manera como tú quieres que sean.

3. Curita. Para ayudarte a curar aquellossentimientos heridos, ya sean tuyos o de losdemás.

4. Lápiz. Para que anotes diariamentetodas tus bendiciones (que son muchas).

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5. Borrador. Para acordarte que todoscometemos errores, y no pasa nada.

6. Chicle. Para acordarte de «pegarte» atodo aquello que puedes sacar adelante con tuesfuerzo.

7. Un chocolate Kiss. Para que teacuerdes que todo el mundo necesita un beso oun abrazo diariamente.

8. La bolsa de té. Para tomarte un tiempo,relajarte y hacer una lista de todo lo que tienesy tus bendiciones diarias.

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LIBRO II

Cuentos con Alma

(Puentes de Luz)

LA INVITACIÓN

(Tomado de «Dreams of Desire», 1995)No me interesa lo que haces para ganarte

la vida... quiero saber lo que ansias, y si teatreves a soñar en satisfacer el deseo de tucorazón.

No me interesa tu edad... quiero saber si tearriesgarías a parecer como un tonto por amor,por tus sueños, por la aventura de estar vivo.

No me interesa cuáles planetas están en

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armonía con tu luna... quiero saber si hastocado el centro de tu pesadumbre, si lastraiciones de la vida te han abierto, si te hasmarchitado y cerrado por el miedo al dolorfuturo.

Quiero saber si puedes sentarte con eldolor, el mío o el tuyo, sin intentar esconderlo,desvanecerlo o arreglarlo.

Quiero saber si puedes estar con laalegría, la mía o la tuya... si puedes bailar conlocura y permitir que el éxtasis te llegue hastala punta de los dedos, sin advertirnos queseamos cuidadosos, que seamos realistas o querecordemos las limitaciones de los sereshumanos.

No me interesa si la historia que mecuentas es verdadera... quiero saber sidecepcionas a otros para serte fiel a ti mismo,si puedes soportar la acusación sin traicionar atu propia alma. Quiero saber si puedes ser fiely, por tanto, ser confiado.

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Quiero saber si puedes ver la belleza, auncuando no sea bella todos los días, y si puedesoriginar tu vida desde su presencia.

Quiero saber si puedes vivir con elfracaso, el tuyo o el mío, y no obstante parartea la orilla del lago y gritarle a la Luna: «¡Sí!»

No me interesa saber en dónde vives ocuánto dinero tienes... quiero saber si puedeslevantarte después de una noche de pesar ydesesperación, cansado y golpeado hasta loshuesos, y hacer lo que se tiene que hacer porlos niños.

No me interesa quién eres o cómollegaste a estar aquí... quiero saber si te pararásen el centro del fuego conmigo sin rehuir.

No me interesa en dónde, o qué, o conquién has estudiado... quiero saber qué es loque te sustenta desde adentro cuando todo lodemás desaparece.

Quiero saber si puedes estar solo contigomismo, y si verdaderamente te agrada la

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compañía que buscas en los momentos vacíos...

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SERÁS UN TRIUNFADOR

Cuando el egoísmo no limite tu capacidad deamar. Cuando confíes en ti mismo, aunquetodos duden de ti y dejes de preocuparte por elqué dirán. Cuando tus acciones sean tanconcisas en duración como largas enresultados. Cuando puedas renunciar a la rutinasin que ello altere el metabolismo de tu vida.Cuando sepas distinguir una sonrisa de unaburla, y prefieras la eterna lucha que la comprade la falsa victoria. Cuando actúes porconvicción y no por adulación. Cuando puedasser pobre sin perder tu riqueza y rico sin perdertu humildad. Cuando sepas perdonar tanfácilmente como ahora te disculpas. Cuandopuedas caminar junto al pobre sin olvidar quees un hombre y junto al rico sin pensar que esun Dios. Cuando sepas enfrentar tus errores tanfácil y positivamente como tus aciertos.

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Cuando halles satisfacción compartiendo turiqueza. Cuando sepas obsequiar tu silencio aquien no te pide palabras, y tu ausencia a quienno te aprecia. Cuando ya no debas sufrir porconocer la felicidad y no seas capaz de cambiartus sentimientos o tus metas por el placer.Cuando no trates de hallar las respuestas en lascosas que te rodean, sino en Dios y en tu propiapersona. Cuando aceptes los errores, cuando nopierdas la calma, entonces y sólo entonces...

Serás... ¡UNTRIUNFADOR!

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AMARES DAR TODO

El hombre estaba tras el mostrador, mirando lacalle distraídamente. Una niñita se aproximó ala tienda y apretó la naricita contra el vidrio delescaparate. Los ojos de color del cielobrillaban cuando vio un determinado objeto.Entró en la tienda y pidió ver el collar deturquesa azul.

—Es para mi hermana. ¿Puede hacer unpaquete bien bonito? —dijo ella.

El dueño de la tienda miró desconfiado ala niñita, y le preguntó:

—¿Cuánto dinero tienes?Sin dudar, sacó del bolsillo de su ropa un

pañuelo todo atadito y fue deshaciendo losnudos. Colocó el dinero sobre el mostrador, ydijo feliz:

—¿Esto alcanza? —eran apenas algunasmonedas las que exhibía orgullosa—. ¿Sabe?,

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quiero dar este regalo a mi hermana mayor.Desde que murió nuestra madre ella cuida denosotros y no tiene tiempo para ella. Es sucumpleaños y estoy segura que quedará felizcon el collar, que es del color de sus ojos.

El hombre fue hacia la trastienda, colocóel collar en un estuche, lo envolvió con unvistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo conuna cinta verde.

—Toma —dijo a la niña—. Llévalo concuidado.

Ella salió feliz, corriendo y saltando calleabajo.

Aún no acababa el día cuando una lindajoven entró en la tienda. Colocó sobre elmostrador el ya conocido envoltorio, desecho,e indagó:

—¿Este collar fue comprado aquí?¿Cuánto costó?

—¡Ah! —habló el dueño de la tienda—. Elprecio de cualquier producto de mi tienda es

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siempre un asunto confidencial entre elvendedor y el cliente.

La joven exclamó:—Pero mi hermana tenía solamente

algunas monedas. El collar es auténtico, ¿no?Ella no tendría dinero para pagarlo.

El hombre tomó el estuche, lo envolvió denuevo con extremo cariño, colocó la cinta y lodevolvió a la joven. Le dijo:

—Ella pagó el precio más alto quecualquier persona puede pagar:

«ELLA DIO TODOLO QUE TE Ni A.»

El silencio envolvió la pequeña tienda ydos lágrimas rodaron por la faz emocionada dela joven en cuanto sus manos tomaban elpequeño envoltorio.

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AUTORDESCONOCIDO

La verdadera donaciónes darse por entero, sinrestricciones. La gratitudde quien ama no conocelímites para los gestos deternura. Agradece siempre,pero no esperes elreconocimiento de nadie.Gratitud con amor no sóloreanima a quien recibe,reconforta a quien ofrece.

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ALMORZANDO CON DIOS

Había una vez un pequeño niño que queríaconocer a Dios. Él sabía que era un largo viajellegar hasta donde Dios vivía, así que preparósu mochila con sándwich y botellas de lechechocolatada, y comenzó su viaje.

Cuando había andado tres calles, seencontró con una viejecita. Ella estaba sentadaen el parque observando a unas palomas.

El niño se sentó a su lado y abrió sumochila. Estaba a punto de tomar un trago de suleche chocolatada cuando observó que laviejecita parecía hambrienta, así que le ofrecióun sándwich. Ella, agradecida, lo aceptó y lesonrió. Su sonrisa era tan hermosa que el niñoquiso verla otra vez, así que le ofreció unaleche chocolatada. Una vez más, ella le sonrió.El niño estaba encantado.

Permanecieron sentados allí toda la tarde

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comiendo y sonriendo, aunque nunca se dijeronni una palabra. A medida que oscurecía, el niñose dio cuenta de cuán cansado estaba y selevantó para marcharse. Antes de dar unospasos más, se dio la vuelta, corrió hacia laviejecita y le dio un abrazo. Ella le ofreció susonrisa más amplia.

Cuando el niño abrió la puerta de su casaun tiempo más tarde, a su madre le sorprendióla alegría en su rostro. Ella le preguntó:

—¿Qué hiciste hoy que te puso tancontento?

Él le respondió:—Almorcé con Dios.Pero antes de que su madre pudiese

responder, añadió:—¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la sonrisa más

hermosa que he visto!Mientras tanto la viejecita, también

radiante de dicha, regresó a su casa. Su vecinaestaba impresionada con el reflejo de paz sobre

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su rostro, y le preguntó:—¿Qué hiciste hoy que te puso tan

contenta?Ella respondió:—Yo comí sándwich con Dios en el

parque.Pero antes de que su vecina respondiera a

esto, añadió:—¿Sabes?, es mucho más joven de lo que

esperaba.

AUTORDESCONOCIDO

Tal vez los otros noestén buscando a Dios,pero podrán verlo a Él en labondad que muestres.

Puede ser un extraño,alguien con quien trabajas,un familiar o un amigo.

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Déjale que vea a Dios en ti.Muestra su amor en todo loque hagas.

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INVENTARIO

Aquel día lo vi distinto. Tenía la miradaenfocada en lo distante. Casi ausente. Piensoahora que tal vez presentía que ése era elúltimo día de su vida.

Me aproximé, y le dije:—¡Buen día, abuelo!Y él extendió su silencio. Me senté junto

a su sillón y luego de un misterioso instante,exclamó:

—¡Hoy es día de inventario, hijo!—¿Inventario? —pregunté, sorprendido.—Sí. ¡El inventario de las cosas perdidas!

—me contestó con cierta energía y no sé sicon tristeza o alegría.

Y prosiguió:—Del lugar de donde yo vengo, las

montañas quiebran el cielo como monstruosaspresencias constantes. Siempre tuve deseos de

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escalar la más alta. Nunca lo hice; no tuve eltiempo ni la voluntad suficientes parasobreponerme a mi inercia existencial.Recuerdo también a Mara, aquella chica queamé en silencio por cuatro años, hasta que undía se marchó del pueblo sin yo saberlo. ¿Sabesalgo? —continúa el abuelo—. También estuve apunto de estudiar ingeniería, pero mis padresno pudieron pagarme los estudios. Además, eltrabajo en la carpintería de mi padre no mepermitía viajar. ¡Tantas cosas no concluidas,tantos amores no declarados, tantasoportunidades perdidas!

Luego, su mirada se hundió aún más en elvacío y se le humedecieron sus ojos. Ycontinuó:

—En los treinta años que estuve casadocon Rita, creo que sólo cuatro o cinco veces ledije «te amo».

Luego de un breve silencio, regresó de suviaje mental y, mirándome a los ojos, me dijo:

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—Este es mi inventario de cosas perdidas,la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. Ati, sí. Te lo dejo como regalo para que puedashacer tu inventario a tiempo.

Y luego, con cierta alegría en el rostro,continuó con entusiasmo y casi divertido:

—¿Sabes qué he descubierto en estosdías?

—¿Qué, abuelo?Aguardó unos segundos y no contestó,

sólo me interrogó nuevamente:—¿Cuál es el pecado más grave en la vida

de un hombre?La pregunta me volvió a sorprender y sólo

atiné a decir, con inseguridad:—No lo había pensado. Supongo que

matar a otros seres humanos, odiar al prójimo ydesearle el mal. ¿Tener malos pensamientos,tal vez?

Movió la cabeza de lado a lado, comoreacción a mi respuesta errada. Me miró

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intensamente, como remarcando el momento, yen tono grave y firme me señaló:

—El pecado más grave en la vida de un serhumano es el pecado por omisión.

Y lo más doloroso es descubrir las cosasperdidas sin tener tiempo para encontrarlas yrecuperarlas. Al día siguiente regresé tempranoa casa, luego del entierro del abuelo, pararealizar en forma urgente mi propio inventariode las cosas perdidas.

AUTOR DESCONOCIDO

No hay nada más triste en la vida de unhombre que al final de sus años, volviendo lainsta atrás, tenga que lamentarse por no habersido más generoso.

Es hora de hacer tu inventario y seragradecido con lo que Dios te ha dado.

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EL EXPRESARNOS NOS DEJAMUCHAS SATISFACCIONES, así que notengas miedo, y procura no quedarte con lasganas de nada... antes de que sea demasiadotarde...

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AUXILIO EN LA LLUVIA

Una noche, sobre las once y media, una mujerafroamericana de edad avanzada estaba paradaen el arcén de una autopista de Alabamatratando de afrontar una fuerte tormenta.

Su automóvil se había roto y ellanecesitaba desesperadamente que la llevaran.

Toda empapada, decidió detener elpróximo coche.

Un joven, blanco, se detuvo a ayudarla, apesar de todos los conflictos raciales quehabían ocurrido durante la década de lossesenta. El joven la llevó a un lugar seguro, laayudó a obtener asistencia y la puso en un taxi.

Ella parecía estar bastante apurada. Anotóla dirección del joven, le agradeció el favor yse fue. Siete días pasaron cuando llamaron a lapuerta del joven. Para su sorpresa, un televisorpantalla gigante a color le fue entregado por

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correo a su casa. Tenía una nota especialadjunta al paquete. Ésta decía:

«Muchísimas graciaspor ayudarme en laautopista la otra noche. Lalluvia anegó no sólo miropa, sino mi espíritu.Entonces apareció usted.Gracias a usted, pude llegaral lado de la cama de mimarido, agonizante, justoantes de que muriera.

»Dios lo bendiga porayudarme y por servir aotros desinteresadamente.

Sinceramente, laseñora de Nat King Colé.»

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LO QUE DAMOS, REGRESA

Su nombre era Fleming y era un pobreagricultor inglés. Un día, mientras trataba deganarse la vida para su familia, escuchó aalguien pidiendo ayuda desde un pantanocercano. Inmediatamente soltó susherramientas y corrió hacia el pantano. Allí,enterrado hasta la cintura en el lodo negro,estaba un niño aterrorizado, gritando yluchando, tratando de liberarse del lodo. Elagricultor Fleming salvó al niño de lo que pudoser una muerte lenta y terrible.

Al día siguiente, un carruaje muy pomposollegó hasta los predios del agricultor inglés. Unnoble inglés, elegantemente vestido, se bajódel vehículo y se presentó a sí mismo como elpadre del niño que Fleming había salvado.

—Yo quiero recompensarlo —dijo elnoble inglés—. Usted salvó la vida de mi hijo.

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—No; yo no puedo aceptar unarecompensa por lo que hice —respondió elagricultor Fleming, rechazando la oferta.

En ese momento, el propio hijo delagricultor salió a la puerta de la casa de lafamilia.

—¿Es ése su hijo? —preguntó el nobleinglés.

—Sí —respondió el agricultor, lleno deorgullo.

—Le voy a proponer un trato. Déjemellevarme a su hijo y ofrecerle una buenaeducación. Si él es parecido a su padre, creceráhasta convertirse en un hombre del cuál ustedestará muy orgulloso.

El agricultor aceptó.Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming

el agricultor se graduó en la Escuela deMedicina del St. Mary’s Hospital de Londres yse convirtió en un personaje conocido en todoel mundo: el premio Nobel sir Alexander

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Fleming, descubridor de la penicilina.Algunos años después, el hijo del noble ingléscayó enfermo de pulmonía.¿Qué lo salvó? La penicilina.¿El nombre del noble inglés? RandolphChurchill.¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.

AUTORDESCONOCIDO

Alguien dijo una vez:«Siempre recibimos acambio lo mismo queofrecemos.»

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APARIENCIAS

Moisés Mendelssohn, abuelo del conocidocompositor alemán, distaba de ser guapo.Además de una estatura algo baja, tenía unagrotesca joroba.

Un día visitó a un mercader de Hamburgoque tenía una hermosa hija llamada Frumtje.

Moisés se enamoró perdidamente de ella,pero a ella le repelía su apariencia deforme.

Cuando llegó el momento de despedirse,Moisés hizo acopio de su valor y subió lasescaleras hasta donde estaba el cuarto deaquella hermosa joven, para tener la últimaoportunidad de hablar con ella.

Era muy hermosa, pero a Moisés leentristecía profundamente su negativa amirarlo. Después de varios intentos deconversar con ella, le preguntó tímidamente:

—¿Crees que los matrimonios se crean en

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el cielo?—Sí — respondió ella, todavía mirando al

suelo—. ¿Y tú...?—Sí, lo creo —contestó—. Verás; en el

cielo, cada vez que un niño nace, Dios leanuncia con qué niña se va a casar. Cuando yonací, me fue señalada mi futura esposa.Entonces Dios añadió: «Pero tu esposa serájorobada.» Entonces exclamé: «¡Oh, Señor!,una mujer jorobada sería una tragedia; dame amí la joroba y permite que ella sea hermosa...»

Entonces Frumtje levantó la mirada paracontemplar los ojos de Moisés y un hondorecuerdo la conmovió. Alargó su mano y se ladio. Tiempo después, ella era su esposa.

Qué prejuicios tenemos ante quienes noson como nosotros, ante los desvalidos, losdiscapacitados, los que no opinan comonosotros, los que no viven de acuerdo anuestras costumbres, los pobres, losinmigrantes, los de otros equipos de fútbol, los

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de otras religiones, etc.La verdad es que, por muy creyentes que

seamos, por muy inteligentes que nosconsideremos, ninguno de nosotros sabe deveras por qué estamos aquí, por qué las cosasson como son. Así que disfrutemos,compartamos, integremos. Sumemos en vez derestar. Nosotros también somos los«diferentes» para las otras personas.

Vamos... hagamos un lugarcito, que en elbanquete de la vida hay lugar para todos...

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CREATIVIDAD FRENTE A LOSPROBLEMAS

Cuenta una antigua leyenda que en la EdadMedia un hombre muy virtuoso fueinjustamente acusado de haber asesinado a unamujer.

En realidad, el verdadero autor era unapersona muy influyente del reino y por eso,desde el primer momento, se procuró un chivoexpiatorio para encubrir al culpable.

El hombre fue llevado a juicio yaconociendo que tendría escasas o nulasoportunidades de escapar al terrible veredicto...¡la horca!

El juez, también coludido, cuidó noobstante de dar todo el aspecto de un juiciojusto; por ello, dijo al acusado:

—Conociendo tu fama de hombre justo ydevoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él

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tu destino. Vamos a escribir, en dos papelesseparados, las palabras «culpable» e«inocente». Tú escogerás y será la mano deDios la que decida tu destino.

Por supuesto, el corrupto funcionariohabía preparado dos papeles con la mismaleyenda: «CULPABLE», y la pobre víctima, aúnsin conocer los detalles, se daba cuenta que elsistema propuesto era una trampa. No habíaescapatoria.

El juez conminó al hombre a tomar uno delos papeles doblados. Éste respiróprofundamente, quedó en silencio unos cuantossegundos con los ojos cerrados y cuando lasala comenzaba ya a impacientarse abrió losojos, y con una extraña sonrisa tomó uno de lospapeles y, llevándolo a su boca, lo engullórápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes,le reprocharon airadamente:— ¿Pero qué hizo? ¿Y ahora? ¿Cómo vamos a

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saber el veredicto?—Es muy sencillo —respondió el hombre—.Es cuestión de leer el papel que queda ysabremos lo que decía el que me tragué.Con rezongos y enojo mal disimuladosdebieron liberar al acusado y jamás volvieron amolestarlo.

AUTORDESCONOCIDO

Sé creativo. Cuando todoparezca perdido, usa laimaginación.«En los momentos decrisis sólo la imaginaciónes más importante que elconocimiento.»

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Albert Einstein

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NO SABÍA CÓMO EDUCAR...HASTA QUE TE CONOCÍ

Su nombre era Mrs. Thompson. Mientrasestuvo al frente de su clase de quinto grado, elprimer día de clase lo iniciaba diciendo a losniños una mentira. Como la mayor parte de losprofesores, ella miraba a sus alumnos y lesdecía que a todos los quería por igual. Pero esono era posible, porque ahí, en la primera fila,repantigado sobre su asiento, estaba un niñollamado Teddy Stoddard.

Mrs. Thompson había observado a Teddydesde el año anterior y había notado que él nojugaba muy bien con otros niños, su ropa estabamuy descuidada y constantemente necesitabadarse un buen baño. Teddy comenzaba a ser untanto desagradable.

Llegó el momento en que Mrs. Thompsondisfrutaba al marcar los trabajos de Teddy, con

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un bolígrafo rojo, haciendo una gran «X» ycolocando un cero muy llamativo en la partesuperior de sus tareas.

En la escuela donde Mrs. Thompsonenseñaba, le era requerido revisar el historialde cada niño, y ella dejó el expediente deTeddy para el final. Cuando examinó suexpediente, se llevó una gran sorpresa.

La profesora de primer grado escribió:«Teddy es un niño muy brillante, con unasonrisa sin igual. Hace su trabajo de una maneralimpia y tiene muy buenos modales... Es unplacer tenerlo cerca.»

Su profesora de segundo grado escribió:«Teddy es un excelente estudiante; se lleva muybien con sus compañeros, pero se notapreocupado porque su madre tiene unaenfermedad incurable y el ambiente en su casadebe ser muy difícil.»

La profesora de tercer grado escribió: «Sumadre ha muerto; ha sido muy duro para él. Él

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trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padreno muestra mucho interés y el ambiente en sucasa le afectará pronto si no se toman ciertasmedidas.»

Su profesora de cuarto grado escribió:«Teddy se encuentra atrasado con respecto asus compañeros y no muestra mucho interés enla escuela. No tiene muchos amigos y, enocasiones, duerme en clase.»

Ahora Mrs. Thompson se había dadocuenta del problema y estaba apenada con ellamisma. Ella comenzó a sentirse peor cuandosus alumnos les llevaron sus regalos deNavidad, envueltos con preciosos moños ypapel brillante, excepto Teddy. Su regalo estabamal envuelto y con un papel amarillento que élhabía tomado de una bolsa de papel. A Mrs.Thompson le dio pánico abrir ese regalo enmedio de los otros presentes. Algunos niñoscomenzaron a reír cuando ella encontró unviejo brazalete y un frasco de perfume con sólo

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un cuarto de su contenido. Ella detuvo lasburlas de los niños al exclamar lo precioso queera el brazalete, mientras se lo probaba, y secolocaba un poco del perfume en su muñeca.Teddy Stoddard se quedó ese día al final de laclase el tiempo suficiente para decir:

—Mrs. Thompson, el día de hoy ustedhuele como solía oler mi mamá.

Después de que el niño se fuera, ella llorópor lo menos una hora.

Desde ese día, ella dejó de enseñarles alos niños aritmética, a leer y a escribir. Enlugar de eso, comenzó a educar a los niños.

Mrs. Thompson prestó atención especialen Teddy. Conforme comenzó a trabajar con él,su cerebro comenzó a revivir.

Mientras más lo apoyaba, él respondíamás rápido. Para el final del ciclo escolar,Teddy se había convertido en uno de los niñosmás aplicados de la clase y, a pesar de sumentira de que quería a todos sus alumnos por

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igual, Teddy se convirtió en uno de losconsentidos de la maestra.

Un año después, Mrs. Thompson encontróuna nota debajo de su puerta —era de Teddy—diciéndole que ella había sido la mejor maestraque había tenido en toda su vida. Seis añosdespués, por las mismas fechas, recibió otranota de Teddy; ahora escribía diciéndole quehabía terminado preparatoria, siendo el tercerode su clase, y ella seguía siendo la mejormaestra que había tenido en toda su vida.

Cuatro años después, recibió otra cartaque decía que, a pesar de que en ocasiones lascosas fueron muy duras, se mantuvo en laescuela y pronto se graduaría con los más altoshonores. Él le reiteró a Mrs. Thompson queseguía siendo la mejor maestra que habíatenido en toda su vida, y su favorita.

Cuatro años después, recibió otra carta.En esta ocasión le explicaba que después deque concluyera su carrera, decidió viajar un

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poco. La carta le explicaba que ella seguíasiendo la mejor maestra que había tenido, y sufavorita, pero ahora su nombre se habíaalargado un poco: la carta estaba firmada porTheodore F. Stoddard.

La historia no termina aquí; existe unacarta más que leer: Teddy ahora decía que habíaconocido a una chica con la cual iba a casarse.Explicaba que su padre había muerto hacía unpar de años y le preguntaba a Mrs. Thompson sile gustaría ocupar, en su boda, el lugar queusualmente es reservado para la madre delnovio. Por supuesto, Mrs. Thompson aceptó, yadivinen...

Ella llega luciendo el viejo brazalete y seaseguró de ponerse el perfume que Teddyrecordaba que usó su madre la última

Navidad que pasaron juntos. Se dieron ungran abrazo, y el doctor Stoddard le susurró aloído:

—Gracias, Mrs. Thompson, por creer en

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mí. Muchas gracias por hacerme sentirimportante y mostrarme que yo puedo hacer ladiferencia.Mrs. Thompson, con lágrimas en los ojos,tomó aire y dijo: —Teddy, te equivocas; túfuiste el que me enseñó a mí que yo puedohacer la diferencia. No sabía cómo educar hastaque te conocí.

AUTORDESCONOCIDO

Alegra el corazón dealguien hoy... Recuerda queadondequiera que vayas yhagas lo que hagas tendréisla oportunidad de tocar y/ocambiar los sentimientosde alguien, trata de hacerlode una forma positiva.

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¿EXISTE DIOS?

Un hombre entró a una barbería a cortarse elcabello y entabló una conversación con lapersona que le atendía. De pronto, tocaron eltema de Dios. El barbero dijo:

—Yo no creo que Dios exista, como usteddice.

—¿Por qué dice usted eso? —preguntó elcliente.

—Es muy fácil; al salir a la calle se dacuenta de que Dios no existe. Dígame: acaso siDios existiera, ¿habría tantos enfermos?¿Habría niños abandonados? Si Dios existierano habría sufrimiento ni tanto dolor para lahumanidad. No puedo pensar que exista un Diosque permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando, y no quisoresponder para evitar una discusión.

Una vez terminado el corte de pelo, el

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cliente salió del negocio y vio a un hombre conla barba y el cabello largo. Entró de nuevo a labarbería, y le dijo al barbero:

—¿Sabe una cosa? Los barberos noexisten.

—¿Cómo? Si aquí estoy yo...—¡No! —dijo el cliente—. No existen; si

existieran no habría personas con el pelo y labarba tan larga como la de ese hombre.

—Los barberos sí existen, lo que ocurrees que esas personas no vienen hacia mí.

—¡Exacto! —dijo el cliente—. Ése es elpunto. Dios sí existe, lo que pasa es que laspersonas no van hacia Él y no le buscan, poreso hay tanto dolor y miseria aquí, en la Tierra.

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¿QUÉ SIGNIFICA AMOR?

Un grupo de profesionales propuso a variosniños, con edades comprendidas entre cuatro aocho años, la pregunta: «¿Qué significaamor?», y las respuestas obtenidas fueron másamplias y profundas de lo que cualquiera pudoimaginar:

«Amor es el primer sentimiento que hayantes de que todas las cosas malas aparezcan.»

«Cuando mi abuelita empezó a padecerartritis no podía pintarse las uñas de los pies;así que mi abuelito se las pintaba todo eltiempo, aun cuando empezó a padecer artritisen sus manos; eso es amor.»

«Cuando alguien te ama, la forma en queesa persona dice tu nombre es diferente. Sabesque tu nombre está seguro en su boca.»

«Amor es cuando una muchacha se poneperfume y un muchacho se pone colonia, salen

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juntos y se huelen mutuamente.»«El amor es cuando sales con alguien a

comer y le das la mayoría de tus papitas a lafrancesa sin hacer que esa otra persona te dé delas suyas.»

«Amor es cuando alguien te hace daño y teenojas mucho, pero no le gritas porque sabesque eso herirá sus sentimientos.»

«Una vez, mi hermana mayor enfermó —se le llenó todo su cuerpo de ronchitas— y sunovio venía todos los días a verla y no le dabamiedo enfermar; él le acariciaba con ternurahasta que se dormía y luego se iba; eso esamor.»

«Amor es lo que te hace sonreír cuandoestás cansado.»

«Amor es cuando mi mamá hace café parami papá y ella prueba un poquito primero antesde dárselo, para estar segura de que sabe bien.»

«Amor es cuando besas todo el tiempo;luego, te cansas de besar, pero aún quieres

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estar junto a esa persona y entonces se hablanmás.»

«Amor es lo que hay en el cuarto contigoen Navidad si dejas de abrir regalos yescuchas.»

«Cuando le dices a alguien algo maloacerca de ti mismo y tienes miedo de que no tequieran más; pero te sorprendes de que no sóloaún te aman, sino que te aman aún más.»

«Amor es cuando le dices a un muchachoque te gusta su camisa y él la usa todos losdías.»

«Amor es como una viejita y un viejitoque aún son amigos incluso después deconocerse muy, pero muy bien.»

«Durante mi primer recital, yo estaba enel escenario muy asustada; miré a toda la genteque me estaba viendo y vi a mi papásaludándome y sonriéndome; él era el únicohaciendo eso, y entonces ya no sentí miedo.»

«Mi mamá me ama más que nadie; nunca

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verás a nadie más besarme por las noches antesde irme a dormir.»

«Amor es cuando mamá le da a papá elpedazo de torta más grande.»

«Amor es cuando mamá ve a papásudoroso y con mal olor, y aun así dice que esmás guapo que Robert Redford.»

«Amor es cuando tu perrito te lame lacara, aun cuando lo has dejado todo el díasolo.»

«Yo sé que mi hermana mayor me amaporque ella me da toda su ropa que no usa ydespués tiene que ir a comprar otra.»

AUTORDESCONOCIDO

Uno no debería decir«Te amo» cuando enrealidad no es así... Pero sirealmente amas a alguien

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deberías decírselo, puedeser que a esa persona se lehaya olvidado.

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CUESTIÓN DE FE

Cuentan que un andinista, desesperado porconquistar el Aconcagua, inició su travesíadespués de años de preparación; pero cometióel error de subir solo, sin compañeros, puesquería toda la gloria para él.

Empezó a subir de buena mañana sindetenerse en ningún momento; se fue haciendotarde y más tarde, pero no se detuvo paraacampar, sino que continuó subiendo decididoa llegar a la cima; pero la noche cayó...

Noche cerrada, cielo cubierto; no se podíaver absolutamente nada, todo era negro:visibilidad CERO.

Subiendo por un acantilado, a sólo cienmetros de la cima, el osado andinista resbala ycae a velocidad vertiginosa... Sólo podía verveloces manchas más oscuras y la terriblesensación de ser succionado por la gravedad.

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Seguía cayendo y en esos angustiososmomentos le pasaron por su mente todos losgratos y los no tan gratos momentos de su vida,pues él pensaba que iba a morir; sin embargo,de repente, sintió un tirón muy fuerte que casilo parte en dos...

¡Sí!, como todo andinista experimentado,había clavado estacas de seguridad concandados a una larguísima soga que lo amarrabade la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendidopor los aires, no le quedó más que gritar.

—¡AYÚDAME, DIOS MÍO! ¡AYÚDAME,DIOS MÍO!

Y una voz grave y profunda de los cielos,le contestó:

—¿Qué QUIERES QUE HAGA?—¡Sálvame, Dios mío!—¿REALMENTE CREES QUE TE

PUEDA SALVAR?—¡Por supuesto, Dios mío!

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—ENTONCES, ¡CORTA LA CUERDAQUE TE SOSTIENE!

Hubo un momento de silencio y quietud.El hombre se aferró más a la cuerda, yreflexionó...

Cuenta el equipo de rescate que al díasiguiente encontró colgado a un andinistacongelado, MUERTO, agarrado con fuerza, conlas manos y los pies, a una cuerda... ¡¡¡A DOSMETROS DEL suelo!!!

AUTORDESCONOCIDO

La fe mueve montañas...pero tenemos que, enverdad, vivir la vida con fe.

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«FREE SOFTWARE»

CENTRO DE ATENCIÓN AL CLIENTE: ¿Enqué puedo ayudarle?

CLIENTE: Acabo de adquirir el nuevoprograma llamado AMOR. No soy muytécnico, pero creo que sería capaz de instalarlocon su ayuda... ¿Qué es lo que debo hacerprimero?

C.A.C.: Lo primero que tiene que hacer esabrir su CORAZON.COM. ¿Lo tienelocalizado?

CLIENTE: Sí, está; pero hay otrosprogramas ejecutándose en este momento.¿Puedo proceder a la instalación mientras estánestos programas activos?

C.A.C.: ¿Qué programas son?CLIENTE: Vamos a ver... Tengo

DAÑOSPASADOS.EXE, BAJAESTIMA.EXE,ENVIDIA.PPT... ¡Ah!, y

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RESENTIMIENTO.COM ejecutándose enestos momentos...

C.A.C.: ¡No hay problema! AMOR.EXEborrará automáticamenteDAÑOSPASADOS.EXE de su sistemaoperativo, el cual puede permanecer en lamemoria permanente, pero no entrará enconflicto con otros programas. AMOR.EXEsobreescribirá temporalmente bajaestima.execon el módulo que incluye, llamadoALTAAUTOESTlMA.EXE. Sin embargo, esnecesario que cierre completamente losprogramas RABIAS. EXE yRESENTIMIENTO.COM, ya que esosprogramas pueden alterar la instalación deAMOR.EXE. ¿Puede cerrarlos ahora?

CLIENTE: NO sé exactamente cómotengo que hacer. ¿Me puede decir cómo?

C.A.C.: Sí, claro; pero recuerde que lo queusted tiene solamente es el programa base...Ahora necesita conectarlo a otro archivo

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CORAZON.COM en otro ordenador para quepueda conseguir las actualizaciones.

CLIENTE: ¡Oooppppsss...! 1 Tengo unmensaje de ERROR, ¿qué puedo hacer?

C.A.C.: ¿De qué mensaje se trata?CLIENTE: Dice: «error 412 -

PROGRAMA NO ESTÁ EJECUTÁNDOSE ENCOMPONENTES INTERNOS...» ¿Quésignifica?

C.A.C.: No se preocupe, es un problemacomún; significa que la aplicación AMOR estáejecutándose en CORAZONES externos deotros ordenadores, pero todavía no haempezado a ejecutarse en el suyo propio... Estoquiere decir que debe identificar algunosprogramas llamados AMISTAD.BAT y losrenombre como POSlBLEAMOR.BAT. Esto esuno de los problemas técnicos que aún nohemos acabado de resolver, porque cadaordenador es diferente; pero no significa que levaya a fallar técnicamente el programa

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AMOR.EXE. En términos de programación,significa que tiene que tener el programaAMOR ejecutándose en su ordenador antes queAMAR en el otro ordenador para conectarse...

CLIENTE: ¿Qué debería hacer?C.A.C.: ¿Puede encontrar el directorio

llamado ACEPTA- MIENTO?CLIENTE: Sí, lo he localizado.C.A.C.: Excelente, va por el buen

camino...CLIENTE: Gracias.C.A.C.: De nada. Haga clic en los

siguientes archivos y copielos al directorio MICORAZON: AUTOOLVIDO.DOC,AUTOESTIMA.TXT, MEJORAS.TXT yBONDAD.DOC, y el sistema sobreescribirácualquier archivo con conflictos y fallos deprogramación. También necesita eliminar elarchivo AUTOCRITICA.XLS yCULPABILIDAD.COM de todos susdirectorios, y después vaciar completamente la

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PAPELERA DE RECICLAJE, para asegurarque nunca más podrán ser recuperados.

CLIENTE: ¡Conseguido! MI CORAZONestá empezando a llenarse de archivosorganizados; el vídeo SONRISA.MPG estáviéndose en mi monitor en estos momentos, yENAMORAMIENTO.COM, PAZ.EXE eILUSION.COM se están autoescribiendo en MiCORAZON.C.A.C.: Entonces la aplicación AMOR estáinstalada y ejecutándose correctamente. Apartir de ahora debe ser usted capaz demanejarla correctamente. Una cosa antes determinar... CLIENTE: ¿Sí?

C.A.C.: AMOR es freeware. Asegúrese dedistribuirlo y enviárselo conjunto a todos susmódulos de archivos a todo el mundo queconozca... Eso asegurará que los archivos de suordenador estén siempre bien organizados yque el otro ordenador al que esté conectado ledevuelva siempre los archivos deseados.

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CLIENTE: Por supuesto que lo haré.Muchísimas gracias por su ayuda.

C.A.C.: Ha sido un placer ayudarle...

AUTORDESCONOCIDO

¡Instala el amor en tucorazón!

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AMOR SIN CONDICIONES

Una historia que fue contada por un soldadoque pudo regresar a casa después de habercombatido en la guerra de Vietnam. Les habló asus padres desde San Francisco.

—Mamá, papá. Voy de regreso a casa,pero les tengo que pedir un favor: traigo a unamigo que me gustaría que se quedara connosotros.

—Claro —le contestaron—. Nosencantará conocerlo.

—Hay algo que deben saber —el hijosiguió explicando—: él fue herido en la guerra.Pisó en una mina de tierra y perdió un brazo yuna pierna. Él no tiene a dónde ir, y quiero quese venga a vivir con nosotros, a casa.

—Siento mucho escuchar eso, hijo. A lomejor podemos encontrar un lugar en donde élse pueda quedar.

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—¡No! Mamá y papá, yo quiero que élviva con nosotros.

—Hijo —le dijo el padre—, tú no sabeslo que estás pidiendo. Alguien que esté tanlimitado físicamente puede ser un gran pesopara todos. Nosotros tenemos nuestras propiasvidas que vivir, y no podemos dejar que algocomo esto interfiriera con nuestras vidas. Yopienso que tú deberías regresar a casa yolvidarte de esta persona. Él encontrará unamanera en la que pueda vivir él solo —en esemomento, el hijo colgó el teléfono.

Los padres ya NO volvieron a saber de él.Unos cuantos días después, los padresrecibieron una llamada telefónica de la policíade San Francisco. Su hijo había muerto despuésde que se hubiese caído de un edificio, fue loque les dijeron. La policía creía que era unsuicidio. Los padres, destrozados por lanoticia, volaron a San Francisco y fueronllevados a la morgue de la ciudad a que

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identificaran el cadáver de su hijo. Ellos loreconocieron; para su horror, descubrieronalgo que no sabían: su hijo tan sólo tenía unbrazo y una pierna.

AUTORDESCONOCIDO

Los padres de estesoldado son como muchosde nosotros. Encontramosmuy fácil el amar apersonas que son lindasexternamente o que sonentretenidas, pero no nosgusta la gente que nos hacesentir algunainconveniencia o que nos

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hace sentir incómodos.Preferimos estar

alejados de personas queno son muy saludables,hermosas o inteligentescomo creemos que somosnosotros.

Ojalá seamos capacesde tener la fuerza paraaceptar a los otros tal ycomo son. Ojalá seamosmás comprensivos con laspersonas que sondiferentes a nosotros.

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UN CLAVO EN LA PUERTA

Tenía muy mal carácter. Su padre le dio unabolsa de clavos y le dijo que cada vez queperdiera la paciencia, debería clavar un clavodetrás de la puerta. El primer día, el muchachoclavó treinta y siete clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida queél aprendía a controlar su genio, clavaba cadavez menos clavos detrás de la puerta.Descubrió que era más fácil controlar su genioque clavar clavos detrás de la puerta.

Llegó el día en que pudo controlar sucarácter durante todo el día. Después deinformar a su padre, éste le sugirió que retiraraun clavo cada día que lograra controlar sucarácter. Los días pasaron y el joven pudofinalmente anunciar a su padre que no quedabanmás clavos para retirar de la puerta.

Su padre le tomó de la mano y lo llevó

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hasta la puerta. Le dijo:—Has trabajado duro, hijo mío; pero mira

todos esos agujeros en la puerta. Nunca másserá la misma. Cada vez que tú pierdes lapaciencia, dejas cicatrices exactamente comolas que aquí ves.

Tú puedes insultar a alguien y retirar lodicho, pero del modo como se lo digas ledevastará, y la cicatriz perdurará para siempre.Una ofensa verbal es tan dañina como unaofensa física.

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EL SECRETO PARA SERFELIZ

Hace muchísimos años vivía en India un sabio,de quien se decía que guardaba en un cofreencantado un gran secreto que lo hacía ser untriunfador en todos los aspectos de su vida yque, por eso, se consideraba el hombre másfeliz del mundo.

Muchos reyes, envidiosos, le ofrecíanpoder y dinero, y hasta intentaron robarlo paraobtener el cofre, pero todo era en vano.Mientras más lo intentaban, más infelices eran,pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasabanlos años y el sabio era cada día más feliz.

Un día, llegó ante él un niño y le dijo:—Señor, al igual que tú, también quiero

ser inmensamente feliz. ¿Por qué no meenseñas qué debo hacer para conseguirlo?

El sabio, al ver la sencillez y la pureza del

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niño, le dijo:—A ti te enseñaré el secreto para ser

feliz. Ven conmigo y presta mucha atención. Enrealidad, son dos cofres en donde guardo elsecreto para ser feliz, y éstos son mi mente ymi corazón, y el gran secreto no es otro queuna serie de pasos que debes seguir a lo largode la vida.

»E1 primer paso es saber que existe lapresencia de Dios en todas las cosas de la vida;por tanto, debes amarlo y darle gracias portodas las cosas que tienes.

»E1 segundo paso es que debes quererte ati mismo y todos los días, al levantarte y alacostarte, debes afirmar: “Yo soy importante,yo valgo, soy capaz, soy inteligente, soycariñoso, espero mucho de mí, no hayobstáculo que no pueda vencer.” Este paso sellama autoestima alta.

»E1 tercer paso es que debes poner enpráctica todo lo que dices que eres; es decir, si

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piensas que eres inteligente, actúainteligentemente; si piensas que eres capaz, hazlo que te propones; si piensas que erescariñoso, expresa tu cariño; si piensas que nohay obstáculos que no puedas vencer, entoncesproponte metas en tu vida y lucha por ellashasta lograrlas. Este paso se llama motivación.

»E1 cuarto paso es que no debes envidiar anadie por lo que tiene o por lo que es; ellosalcanzaron su meta, logra tú las tuyas.

»E1 quinto paso es que no debes albergaren tu corazón rencor hacia nadie; esesentimiento no te dejará ser feliz; deja que lasleyes de Dios hagan justicia, y tú perdona yolvida.

»E1 sexto paso es que no debes tomar lascosas que no te pertenecen; recuerda que, deacuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana tequitarán algo de más valor.

»E1 séptimo paso es que no debesmaltratar a nadie; todos los seres del mundo

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tenemos derecho a que se nos respete y se nosquiera.

»Y, por último, levántate siempre con unasonrisa en los labios; observa a tu alrededor ydescubre en todas las cosas el lado bueno ybonito; piensa en lo afortunado que eres altener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sinpensar que vas a recibir nada a cambio; mira alas personas y descubre en ellas sus cualidadesy dales también a ellos el secreto para sertriunfador. De esta manera, pueden ser felices.

»Aplica estos pasos y verás qué fácil esser feliz.

AUTORDESCONOCIDO

Ser feliz es más

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simple de lo que a vecescreemos. Siemprepensamos que necesitamostanto para lograrlo, tantascosas externas, pero todoestá dentro nuestro; desdeahí tenemos que salir haciafuera con una actituddistinta.

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LOS PROBLEMAS DELMUNDO

Un científico, que vivía preocupado por losproblemas del mundo, estaba resuelto aencontrar los medios para subsanarlos.

Pasaba días en su laboratorio en busca derespuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de siete años invadió susantuario decidido a ayudarlo a trabajar. Elcientífico, nervioso por la interrupción, lepidió al niño que fuese a jugar a otro lado.Viendo que era imposible sacarlo, el padrepensó en algo que pudiese darle con el objetivode distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, endonde había un mapa con el mundo; justo lo queprecisaba. Con unas tijeras recortó el mapa envarios pedazos y, junto con un rollo de cinta, selo entregó a su hijo, diciendo:

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—Como te gustan los rompecabezas, tevoy a dar el mundo todo roto para que lorepares sin ayuda de nadie.

Entonces calculó que al pequeño lellevaría diez días componer el mapa, pero nofue así. Pasadas algunas horas, escuchó la vozdel niño, que lo llamaba calmadamente:

—Papá, papá, ya hice todo; conseguíterminarlo.

Al principio, el padre no creyó al niño.Pensó que sería imposible que, a su edad,hubiese conseguido recomponer un mapa quejamás había visto antes.

Desconfiado, el científico levantó la vistade sus anotaciones con la certeza de que veríael trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, elmapa estaba completo. Todos los pedazoshabían sido colocados en sus lugarescorrespondientes.

¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño habíasido capaz?

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—Hijito, tú no sabías cómo era el mundo,¿cómo lo lograste?

—Papá, yo no sabía cómo era el mundo;pero cuando sacaste el mapa de la revista pararecortarlo, vi que del otro lado estaba la figurade un hombre. Así que di vuelta a los recortes ycomencé a recomponer al hombre, que sí sabíacómo era.

«Cuando conseguí arreglar al hombre, divuelta a la hoja y vi que había arreglado almundo.

AUTORDESCONOCIDO¡Qué sabiduría!, ¿no...?

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LAS PUERTAS DEL CIELO

Un guerrero, un samurái, fue a ver al maestroZen Hakuin, y le preguntó:

—¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo?¿Dónde están las puertas que llevan a ellos?¿Por dónde puedo entrar?

Era un guerrero sencillo. Los guerrerossiempre son sencillos: sin astucia en susmentes, sin matemáticas.

Sólo conocen dos cosas: la vida y lamuerte. Él no había venido a aprender ningunadoctrina; sólo quería saber dónde estaban laspuertas para poder evitar el infierno y entrar enel cielo.

Hakuin le respondió de una manera quesólo un guerrero podía haber entendido.

—¿Quién eres? —le preguntó Hakuin.—Soy un samurái —le respondió el

guerrero—; hasta el emperador me respeta.

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Hakuin se rió, y contestó.—¿Un samurái, tú? Pareces un mendigo.El orgullo del samurái se sintió herido y

olvidó para qué había venido.Sacó su espada y ya estaba a punto de

matar a Hakuin, cuando éste dijo:—Ésa es la puerta del infierno. Esa

espada, esa ira, ese ego te abren la puerta.Ésas son las cosas que un guerrero puede

comprender.Inmediatamente, el samurái entendió.

Puso de nuevo la espada en su cinto, y Hakuindijo:

—Así se abren las puertas del cielo. Lamente es el cielo, la mente es el infierno y lamente tiene la capacidad de convertirse encualesquiera de ellos. Pero la gente siguepensando que existen en alguna parte, fuera deellos mismos... El cielo y el infierno no estánal final de la vida, están aquí y ahora. A cadamomento las puertas se abren... En un segundo,

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se puede ir del cielo al infierno, del infierno alcielo.

AUTORDESCONOCIDO

Tenemos quedespertar de ese largosueño en que hemos estadosumidos por tanto tiempo ytomar conciencia de estaverdad.

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LA FELICIDAD

En cierta ocasión, se reunieron todos losdioses y decidieron crear al hombre y a lamujer, y planearon hacerlo a su imagen ysemejanza. Entonces uno de ellos dijo:

—Esperen; si los vamos a hacer a nuestraimagen y semejanza, van a tener un cuerpo igualal nuestro, fuerza e inteligencia igual a lanuestra, y debemos pensar en algo que losdiferencie de nosotros; de no ser así,estaríamos creando nuevos dioses. Debemosquitarle algo, pero ¿qué le quitamos?

Después de mucho pensar, uno de ellosdijo:

—¡Ah, ya sé! Vamos a quitarles lafelicidad; pero el problema va a ser dóndeesconderla, para que no la encuentren jamás.

Propuso el primero:—Vamos a esconderla en la cima del

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monte más alto del mundo.A lo que inmediatamente repuso otro:—No; recuerda que les dimos fuerza, y

alguna vez alguien subirá y la encontrará; y si laencuentra uno, ya todos sabrán dónde está.

Luego propuso otro:—Entonces, vamos a esconderla en el

fondo del mar.Y otro contestó:—No; recuerda que les dimos

inteligencia, y alguna vez alguien construiráalgo por donde pueda entrar y bajar; y entoncesla encontrarán.

Uno más dijo:—Escondámosla en un planeta lejano de

la Tierra.Y le dijeron:—No; recuerda que les dimos

inteligencia, y un día alguien construirá unanave en la que puedan viajar a otros planetas yla descubrirán, y entonces todos tendrán

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felicidad y serán iguales a nosotros.El último de ellos era un dios que había

permanecido en silencio, escuchandoatentamente cada una de las propuestas de losdemás dioses, y analizó calladamente cada unade ellas; entonces rompió el silencio y dijo:

—Creo saber dónde ponerla para querealmente nunca la encuentren.

Todos se volvieron asombrados ypreguntaron al unísono:

—¿Dónde?—La esconderemos dentro de ellos

mismos; estarán tan ocupados buscándolafuera, que nunca la encontrarán.

Todos estuvieron de acuerdo, y desdeentonces ha sido así: el hombre se pasabuscando la felicidad sin saber que la llevaconsigo.

AUTOR

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DESCONOCIDO

Qué dolorosa verdadpara nosotros, loshumanos... Ojalá dejemosde buscar la felicidad fuerade nosotros, porque ahí...¡¡¡no está !!!

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EL AMOR Y LA LOCURA

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar dela Tierra todos los sentimientos y cualidades delos hombres.

Cuando el ABURRIMIENTO ya habíabostezado por tercera vez, la LOCURA, comosiempre tan loca, les propuso:

—¿Vamos a jugar a las escondidas?La INTRIGA levantó la ceja, intrigada, y la

CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó:—¿A las escondidas? ¿Y eso cómo es?—Es un juego —explicó la LOCURA—

en el que yo me tapo la cara y comienzo acontar desde uno hasta un millón mientrasustedes se esconden; y cuando yo hayaterminado de contar, el primero de ustedes queyo encuentre ocupará mi lugar para continuarcon el juego.

El ENTUSIASMO bailó secundado por la

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euforia, la ALEGRÍA dio tantos saltos queterminó por convencer a la DUDA e incluso ala APATIA, a la que nunca le interesaba nada.Pero no todos quisieron participar. LaVERDAD prefirió no esconderse... ¿Para qué?Si al final siempre la encontraban. LaSOBERBIA opinó que era un juego muy tonto(en el fondo, lo que le molestaba era que laidea no hubiese sido de ella) y la COBARDÍAprefirió no arriesgarse...

—Uno, dos, tres... —comenzó a contar laLOCURA.

La primera en esconderse fue la PEREZA,que como siempre se dejó caer tras la primerapiedra en el camino.

La FE subió al cielo y la ENVIDIA seescondió tras la sombra del TRIUNFO, que consu propio esfuerzo había logrado subir a la copadel árbol más alto.

La GENEROSIDAD casi no alcanza aesconderse: cada sitio que hallaba le parecía

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maravilloso para alguno de sus amigos... ¿Unlago cristalino? (ideal para la BELLEZA). ¿Lahendidura de un árbol? (perfecto para laTIMIDEZ). ¿El vuelo de la mariposa? (lo mejorpara la VOLUPTUOSIDAD). ¿Una ráfaga deviento? (magnífico para la LIBERTAD). ASÍ,terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El EGOISMO, en cambio, encontró unsitio muy bueno desde el principio: ventilado ycómodo, pero sólo para él.

La MENTIRA se escondió en el fondo delos océanos (mentira, en realidad se escondiódetrás del arco iris), y la pasión y el DESEO enel centro de los volcanes.

El OLVIDO... se me olvidó dónde seescondió... Pero eso no es lo importante.

Cuando la LOCURA contaba 999.999, elAMOR aún no había encontrado sitio paraesconderse, pues todo se encontrabaocupado..., Hasta que divisó un rosal y,estremecido, decidió esconderse entre sus

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flores.Un millón, contó la LOCURA, y comenzó

a buscar... La primera en aparecer fue laPEREZA sólo a tres pasos de una piedra.

Después, se escuchó a la FE discutiendocon Dios, en el cielo, sobre teología.

Y la PASIÓN y el DESEO se sintieron enel vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la ENVIDIA y,claro, así pudo deducir dónde estaba elTRIUNFO.

Al EGOÍSMO no tuvo ni qué buscarlo. Élsolito salió disparado de su escondite, quehabía resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed y al acercarseal lago descubrió a la BELLEZA, y con laDUDA resultó más fácil todavía, pues laencontró sentada sobre una cerca sin decidiraún de qué lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: al TALENTOentre la hierba fresca; a la ANGUSTIA en una

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oscura cueva; a la MENTIRA detrás del arcoiris (mentira, si ella estaba en el fondo delocéano), y hasta al OLVIDO... que ya se lehabía olvidado que estaba jugando a lasescondidas...

Pero sólo el AMOR no aparecía porningún sitio...

La LOCURA buscó detrás de cada árbol,bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas dela montañas... Y cuando estaba por darse porvencida, divisó un rosal y las rosas... Tomó unahorquilla y comenzó a mover las ramas hastaque un doloroso grito se escuchó... Las espinashabían herido en los ojos al AMOR... LaLOCURA no sabía qué hacer para disculparse:lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hastaprometió ser su lazarillo...

Desde entonces, desde que por primeravez se jugó a las escondidas en la Tierra... «elAMOR es ciego y la LOCURA siempre loacompaña».

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Autor desconocido

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ENSEÑAR CON EL EJEMPLO

Estando mis hijos de vacaciones, decidíllevarlos al circo que se presentaba en nuestraciudad por esos días.

Cuando llegamos a la boletería, lepregunté al hombre que vendía los boletos:

—¿Cuánto cuesta la entrada?A lo que él me respondió:—Dos dólares los menores de hasta doce

años y tres dólares para los demás.—Entonces, deme tres entradas para

mayores de doce años y uno para menor dedoce —le dije.

El hombre me miro sorprendido, y medijo:

—Señora, podría haberse ahorrado tresdólares. Yo ni cuenta me hubiera dado de quetenían más de doce años esos dos niños.

Miré a mis hijos, que seguían atentamente

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nuestra conversación, y le dije:—Sí, lo sé; seguro que usted no lo habría

notado, pero mis hijos sí...

Autor desconocido

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VIVE EL PRESENTE

Mi amigo abrió el cajón de la cómoda de suesposa y levantó un paquete envuelto en papelde seda.

—Esto —dijo— no es un simple paquete,es lencería.

Retiró el papel que lo envolvía y observóla exquisita seda y el encaje.

—Ella compró esto la primera vez quefuimos a Nueva York, hace ocho o nueve años.Nunca lo usó; lo estaba guardando para una«ocasión especial». Bueno... creo que ésta es laocasión.

Se acercó a la cama y colocó la prendajunto con el resto de ropa que iba a llevar a lafuneraria.

Su esposa acababa de morir. Volviéndosehacia mí, dijo:

—No guardes nada para una ocasión

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especial.Todavía estoy pensando en esas palabras...

y han cambiado mi vida.Ahora estoy leyendo más y limpiando

menos. Me siento en la terraza y admiro elpaisaje sin fijarme en las malas hierbas deljardín. Paso más tiempo con mi familia yamigos y menos tiempo en el trabajo.

He comprendido que la vida debe ser unpatrón de experiencias para disfrutar, no parasobrevivir. Ya no guardo nada. Uso mis copasde cristal todos los días y me pongo michaqueta nueva para ir al supermercado, si asílo decido y me da la gana.

Ya no guardo mi mejor perfume parafiestas especiales; lo uso cada vez que meapetece hacerlo.

Las frases «Algún día...» y «Uno de estosdías...» están desapareciendo de mivocabulario.

Si vale la pena verlo, escucharlo o hacerlo,

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quiero verlo, escucharlo o hacerlo ahora.No estoy seguro de lo que habría hecho la

esposa de mi amigo si hubiera sabido que noestaría aquí para el mañana que todos tomamostan a la ligera. Creo que hubiera llamado a susfamiliares y amigos cercanos.

A lo mejor hubiera llamado a algunosantiguos amigos para disculparse y hacer laspaces por posibles enojos del pasado.

Me gusta pensar que hubiera ido arestaurantes de comida china, su favorita. Sonesas pequeñas cosas dejadas sin hacer las queme harían enojar si supiera que mis horas estánlimitadas.

Enojado porque dejé de ver a buenosamigos con quienes me iba a poner en contacto«algún día...»

Enojado porque no escribí ciertas cartasque pensaba escribir «uno de estos días...».

Enojado y triste porque no les dije a mishijos, a mis padres, a mis hermanos y a mis

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amigos, con suficiente frecuencia, cuánto losamo.

Ahora trato de no retardar, detener oguardar nada que agregaría risa y alegría anuestras vidas.

Y cada mañana me digo a mí mismo queeste día es especial... Cada día, cada hora, cadaminuto... es especial.

Autor desconocido

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LOS ÁNGELES ESTÁN AQUí

Estaba Elisa asistiendo a un taller de ángeles enNueva York. Una vez finalizado el tercer día,iba caminando en dirección a su casa y poneren práctica lo que estaba aprendiendo en aquellugar. Al llegar a Central Park, invocó a susángeles guardianes y les pidió su protección,que les abriría su corazón desde ese momento,para que ellos pudieran ser parte de su vida... Eneso iba Elisa, cruzando el parque para llegar asu apartamento e invocando a sus ángeles,cuando de pronto se cruzó en su camino unhombre, de unos veinticinco años, que alencontrarse de frente con sus ojos él la mirode una forma en que ella se estremeció y seapoderó un miedo inmenso. Su sensación fuede poder correr peligro.

A esa hora de la tarde, mucha gentecamina por Central Park para llegar a su hogar,

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después de la jornada laboral, por lo que ellapensó que este hombre, que ya veníasiguiéndola desde hacía tiempo, no podríahacerle nada, al menos mientras ella seencontrara en medio de ese gentío. Sintió, depronto, una energía amorosa que la envolvíaque le hizo sentir un poco de calma. Al mirarhacia atrás, ya no la seguía ese hombre, así queapresuró el paso para llegar rápido a suapartamento, sintiendo el alivio de que no lehubiera sucedido nada. Al llegar a la esquina deledificio que habitaba, cuatro minutos mástarde, escuchó la sirena de una ambulancia quese acercaba y un coche de policía pasaba, frentea sus ojos y en dirección prohibida, tambiéntocando su sirena y haciendo ademanes paraque Elisa se apartara de su camino. Cuandopudo cruzar la calle, había mucha gente fueradel edificio mirando consternados hacia elparque que ella había cruzado hacía unosminutos. Al preguntarle a su vecina de piso qué

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había sucedido, se enteró que se escuchó undisparo, hacía cosa de unos cuatro minutos, enel parque. Un hombre había asesinado a unaadolescente, que volvía de la universidad haciasu casa, por oponerle resistencia en el robo desu mochila.

Elisa se acordó de la sensación de miedoque tuvo al cruzar el parque, cosa que no lesucedía a menudo. Mientras se amontonaba lagente a ver qué pasaba, ella subió a suapartamento. Se preparó un té, se cambió deropa —para esa tarde primaveral, que estabasiendo calurosa— y se sentó frente altelevisor. En ese momento interrumpían laprogramación para dar un telediario. Le pusomás volumen al televisor, y era la noticia de lacual ella acababa de enterarse en la calle. «Lapolicía detuvo al asesino a una calle delcrimen», decía el locutor. Cuando Elisa vio laimagen del hombre, le recorrió un escalofríopor todo el cuerpo: era el mismo hombre del

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cual ella había tenido miedo esa tarde, elmismo que ella tuvo la sensación que le iba ahacer algo.

Ella quedó impactada con lo que habíasucedido esa tarde, e intrigada del porqué ellase había salvado de ese hombre. A la semanadel incidente, se armó de valor y partió a lacárcel donde estaba recluido el asesino. Alpoder comunicarse con él a través de rejas,Elisa le preguntó si se acordaba de ella. Elhombre le contestó que sí, que ella iba adelantede su víctima esa tarde. Ella, asombrada, volvióa preguntarle:

—¿Por qué usted no me hizo nada a mí?Yo sentí que usted me siguió segundos antes amí, ¿o me equivoco?

—Sí, es verdad; usted era mi víctima esatarde, pero cuando me crucé con ustedaparecieron dos hombres, uno a cada lado suyo,como de un metro noventa, y parecía que lacustodiaban. No me atreví a acercarme, ya que

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ellos seguían caminando junto a usted. Es poreso que mi víctima fue quien caminaba detrássuyo.

Elisa no podía creer lo que escuchaba.¿Quiénes la acompañaban esa tarde comoguardianes... protegiéndola?

Fueron sus ángeles, que al pedirlesprotección fueron de inmediato a protegerla yla salvaron de haber perdido la vida esa tarde.Fue la primera manifestación concreta que tuvoen su vida de que los ángeles sí existen y estánpara ayudarnos. Después de esa experiencia,todas las mañanas los invoca al comenzar eldía.

AUTORDESCONOCIDO

Sí, es verdad; nuestrosángeles guardianes,nuestros protectores, guías

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espirituales o comoqueramos llamarlos, estánmás cerca de lo queimaginamos; sólo tenemosque pedirles que nosprotejan y entregamos paraque guíen nuestros pasosaquí, en la Tierra.

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ENVEJECER ESOBLIGATORIO...MADURARES OPTATIVO

Caminaba con mi padre, cuando éste se detuvoen una curva y, después de un pequeño silencio,me preguntó:

—¿Además del trino de los pájaros,escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundosdespués le respondí:

—Estoy escuchando el ruido de unacarreta.

—Eso es —dijo mi padre—. Es unacarreta vacía.

Pregunté a mi padre:—¿Cómo sabes que es una carreta vacía,

si aún no la vemos?Entonces mi padre respondió:

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—Es muy fácil saber cuándo una carretaestá vacía... por causa del ruido. Cuanto másvacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy, cuandoveo a una persona hablando demasiado,interrumpiendo la conversación de todos,siendo inoportuna o violenta, presumiendo delo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendode menos a la gente, tengo la impresión de oírla voz de mi padre diciendo:

«Cuanto más vacía la carreta, mayor es elruido que hace.»

AUTORDESCONOCIDO

La humildad consisteen callar nuestras virtudes

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y permitir a los demásdescubrirlas. En verdad,existen personas tan pobresque lo único que tienen esdinero. Nadie está másvacío que aquel que estálleno de egoísmo.

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AMOR DE MADRE

Un artículo en National Geographic, variosaños atrás, mostraban una foto impactante delas alas de Dios.

Después de un incendio forestal en elParque Nacional de Yellowstone, losguardabosques iniciaron una larga jornada,montaña arriba, para valorar los daños delincendio.

Un guardabosque encontró un pájaropetrificado en cenizas, literalmente, posadocual estatua en la base de un árbol. Un pocoasombrado por el espeluznante espectáculo,dio unos golpecitos al pajarillo con una vara.Cuando lo hizo, tres diminutos polluelos seescabulleron bajo las alas de su madre, yamuerta.

La amorosa madre, en su afán de impedirel desastre, había llevado a sus hijos a la base

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del árbol y los había acurrucado bajo sus alas,instintivamente conociendo que el humo tóxicoascendería.

Ella podía haber volado para encontrar suseguridad, pero se había negado a abandonar asus crías. Cuando las llamas llegaron yquemaron su pequeño cuerpo, ella permaneciófirme, porque había decidido morir para queaquellos que estaban bajo sus alas pudiesenvivir.

AUTOR DESCONOCIDOEl amor está presente entoda la obra del creador...

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BELLEZA y FEALDAD

Un día soleado dos hermanas, llamadas Bellezay Fealdad, decidieron salir juntas a pasear.

Al pasar junto al río, sintieron deseos detomar un baño bajo el fuerte sol de verano; asíque se despojaron de sus ropas y entraronlentamente a las aguas.

Juguetearon, salpicaron con sus saltosdentro del agua y rieron hasta ya avanzada latarde.

Al salir, se vistieron y cometieron unaequivocación: Belleza se puso las ropas deFealdad, y Fealdad se vistió con las ropas deBelleza.

Hoy en día, la gente sigueconfundiéndolas...

AUTOR

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DESCONOCIDO

«La verdadera belleza ofealdad de una persona seobserva en su corazón.»

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OBSTÁCULOS EN NUESTROCAMINO

Hace mucho tiempo, un rey colocó una granroca obstaculizando un camino. Entonces seescondió y observó para ver si alguien retirabala roca.

Algunos de los comerciantes másadinerados y cortesanos del reino llegaron y,simplemente, la rodearon. Muchos culparon alrey —ruidosamente— por no mantener loscaminos despejados, pero ninguno hizo algopara quitar la roca del camino.

Un día, llegó un campesino que llevabauna carga de verduras. Al aproximarse a la roca,puso su carga en el suelo y trató de trasladar elpeñasco hacia un lado del camino.

Después de empujar y fatigarse mucho, loconsiguió. Mientras recogía su carga devegetales vio una cartera en el suelo, justo

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donde había estado la roca. La cartera estaballena de monedas de oro y tenía una nota delrey indicando que el oro era para la persona quequitara la piedra del camino.

AUTORDESCONOCIDO

El campesinoaprendió lo que los demásnunca entendieron: «Cadaobstáculo presenta unaoportunidad para mejorarnuestra propia condición.»

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CALIDOSCOPIO

Existía un hombre que, a causa de una guerra enla que había combatido de joven, había perdidola vista. Este hombre, para poder subsistir ycontinuar con su vida, desarrolló una granhabilidad y destreza con sus manos, lo que lepermitió destacar como un estupendo artesano;sin embargo, su trabajo no le permitía más queasegurarse el sustento mínimo.

Un día, por Navidad, quiso obsequiarlealgo a su hijo de cinco años, quien nunca habíaconocido más juguetes que los trastos deltaller de su padre, con los que fantaseaba reinosy aventuras.

Su papá tuvo entonces la idea defabricarle, con sus propias manos, un hermosocalidoscopio como alguno que él pudo poseeren su niñez. Por las noches fue recolectandopiedras de diversos tipos, que trituraba en

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decenas de partes: pedazos de espejos, vidrios,metales...

Al terminar la cena de Nochebuena, pudofinalmente imaginar, a partir de la voz delpequeño, la sonrisa de su hijo al recibir elprecioso regalo. El niño no cabía en sí de ladicha y de la emoción que aquella increíbleNavidad le había traído de las manos rugosas desu padre ciego.

Durante los días y las noches siguientes,el niño iba a todas partes portando el preciadoregalo, y con él regresó a sus clases en laescuela del pueblo.

En el receso entre clase y clase el niñoexhibió y compartió, lleno de orgullo, sujuguete con sus compañeros, que se mostrabanfascinados con aquella maravilla.

Uno de aquellos pequeños, tal vez elmayor del grupo, finalmente se acercó al hijodel artesano y le preguntó con mucha intriga:

—Oye, ¡qué maravilloso calidoscopio te

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han regalado! ¿Dónde te lo compraron? No hevisto jamás nada igual en el pueblo...

Y el niño, orgulloso de poder revelaraquella verdad emocionante desde su pequeñocorazón, le contestó:

—No; no me lo compraron en ningúnsitio... Me lo hizo mi papá.

A lo que el otro pequeño replicó, concierto tono incrédulo: — ¿Tu padre...?Imposible. ¡Si tu padre está ciego!

Nuestro pequeño amigo se quedó mirandoa su compañero, y al cabo de una pausa desegundos sonrió, como sólo un portador deverdades absolutas puede hacerlo, y lecontestó:

—Sí. Mi papá esta ciego... pero de losojos... ¡¡¡SOLAMENTE DE LOS OJOS!!!

AUTORDESCONOCIDO

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El amor sólo se puede vercon el corazón... «LOESENCIAL ES INVISIBLEA LOS OJOS.»

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COMO PAPEL ARRUGADO

Mi carácter impulsivo, cuando era niño, mehacía reventar en cólera a la menorprovocación. La mayor parte de las veces,después de uno de estos incidentes, me sentíaavergonzado y me esforzaba por consolar aquien había dañado.

Un día mi maestro, que me vio dandoexcusas después de una explosión de ira, mellevó al salón y me entregó una hoja de papellisa, y me dijo:

—¡Estrújalo!Asombrado, obedecí e hice con él una

bolita.—Ahora —volvió a decirme— déjalo

como estaba antes.Por supuesto que no pude dejarlo como

estaba; por más que traté, el papel quedó llenode pliegues y arrugas.

Page 359: Cuentos Con Alma - Rosario Gomez Alfonso

—El corazón de las personas —me dijo elmaestro— es como ese papel... La impresiónque en ellos dejas será tan difícil de borrarcomo esas arrugas y esos pliegues.

AUTORDESCONOCIDO

Aprendamos a ser más comprensivos ymás pacientes; cuando sintamos ganas deestallar; recordemos ese papel arrugado. Laimpresión que dejamos en los demás esimposible de borrar. Más cuando herimos connuestras reacciones o con nuestras palabras.

Luego queremos reparar el error, pero yaes tarde. Alguien dijo una vez: «Habla cuandotus palabras sean tan suaves como el silencio.»

Si sabemos que algo va a doler, a lastimar,si por un instante imagináramos cómo

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podríamos sentimos nosotros si alguien noshablara o actuara así... ¿lo haríamos?

Algunas personas dicen que van con laverdad por delante, y de esa manera sejustifican al lastimar: «Se lo dije al fin...»,«Para qué le voy a mentir...», «Yo siempre digola verdad, aunque duela...».

Qué distinto sería todo si pensáramosantes de actuar, si frente a nosotrosestuviéramos sólo nosotros y todo lo que salede nosotros lo recibiéramos nosotros mismos,¿no?

Entonces sí que nos esforzaríamos por darlo mejor y por analizar la calidad de lo quevamos a entregar.

Recuerda: Lo que de tu boca sale, delcorazón procede. Aprendamos a sercomprensivos y pacientes. Pensemos antes dehablar y de actuar.

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BENDICIONES

Mi madre siempre contaba una historia así:Había una joven muy rica, que tenía de

todo: un marido maravilloso, hijos perfectos,un empleo que le daba muchísima satisfacción,una familia unida. Lo extraño es que ella noconseguía conciliar todo eso, pues el trabajo ylos quehaceres le ocupaban todo el tiempo y suvida siempre estaba deficitaria en algún área.

Si el trabajo le consumía mucho tiempo,ella lo quitaba de los hijos; si surgíanproblemas, ella dejaba de lado al marido...

Y así, las personas que ella amaba eransiempre dejadas para después. Hasta que un díasu padre, un hombre muy sabio, le dio unregalo, una planta carísima y rarísima, de lacual sólo había un ejemplar en todo el mundo, yle dijo:

—Hija, esta planta te va a ayudar mucho,

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¡más de lo que te imaginas! Tan sólo tendrásque regarla y podarla de vez en cuando, y aveces conversar un poco con ella; ella te dará, acambio, ese perfume maravilloso y esasbonitas flores.

La joven quedó muy emocionada; a fin decuentas, la planta era de una belleza sin igual.

Pero el tiempo fue pasando, losproblemas surgieron, el trabajo consumía todosu tiempo y su vida, que continuaba confusa, nole permitían cuidar de la planta.

Ella llegaba a casa, miraba la planta, y lasflores todavía estaban allí; no mostraban señalde flaqueza o muerte, apenas estaban allí,lindas, perfumadas. Entonces ella pasaba delargo.

Hasta que un día, ni más ni menos, laplanta murió. Ella llegó a casa... ¡y se llevó unsusto!

Estaba completamente muerta: sus raízestaba reseca, sus flores caídas y sus hojas

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amarillas.La joven lloró mucho, y contó a su padre

lo que había ocurrido. Su padre respondió:—Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y

no te puedo dar otra planta, porque no existeotra igual a ésa; ella era única, al igual que tushijos, tu marido y tu familia. Todas sonbendiciones que el Señor te dio, pero tú tienesque aprender a regarlas, podarlas y darlesatención, pues al igual que la flor lossentimientos también mueren. Teacostumbraste a ver la flor siempre allí,siempre florida, siempre perfumada, y teolvidaste de cuidarla. «¡Cuida a las personasque amas!»

Acuérdate siempre de la flor, pues lasbendiciones del Señor son como ella. Él nosda, pero nosotros tenemos que cuidar.

Autor desconocido

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UNA BOLSA DE AGUACALIENTE

Una noche, yo había trabajado mucho ayudandoa una madre en su parto; pero a pesar de todo loque hicimos, murió, dejándonos un bebéprematuro y una hija de dos años; nos iba aresultar difícil mantener al bebé con vida,porque no teníamos incubadora (¡no habíaelectricidad para hacerla funcionar!) nifacilidades especiales para alimentarlo.

Aunque vivíamos en el ecuador africano,las noches frecuentemente eran frías y convientos traicioneros. Una estudiante de parterafue a buscar una cuna que teníamos para talesbebés y la manta de lana con la que loarroparíamos. Otra fue a llenar la bolsa de aguacaliente. Volvió en seguida diciéndome,irritada, que al llenar la bolsa ésta habíareventado. La goma se deteriora fácilmente en

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el clima tropical.—¡Y era la última bolsa que nos quedaba!

—exclamó—. Y no hay farmacias en lossenderos del bosque.

—Muy bien —dije—. Pongan al bebé lomás cerca posible del fuego y duerman entre ély el viento para protegerlo de éste. Su trabajoes mantener al bebé abrigado.

Al mediodía siguiente, como hago muchasveces, fui a orar con los niños del orfanato quese querían reunir conmigo. Les hice a los niñosvarias sugerencias de motivos para orar y lesconté lo del bebé prematuro. Les dije elproblema que teníamos para mantenerloabrigado y les mencioné que se había roto labolsa de agua caliente, y que el bebé se podíamorir fácilmente si cogía frío. También lesdije que su hermanita, de dos años, estaballorando porque su mamá había muerto.

Durante el tiempo de oración, Ruth, unaniña de diez años, oró con la acostumbrada

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seguridad consciente de los niños africanos:—Por favor, Dios —rezó—, mándanos

una bolsa de agua caliente. Mañana no serviráporque el bebé ya estará muerto. Por eso, Dios,MÁNDALA ESTA TARDE.

Mientras yo contenía el aliento por laaudacia de su oración, la niña agregó:

—Y mientras te encargas de ello, ¿podríasmandar una muñeca para la pequeña y así puedaver que Tú le amas realmente?

Frecuentemente, las oraciones de loschicos me ponen en evidencia. ¿Podría decirhonestamente «amén» a esa oración? No creíaque Dios pudiese hacerlo. Sí, claro; sé que Élpuede hacer cualquier cosa. Pero hay límites¿no?, y yo tenía algunos GRANDES «peros...».

La única forma en la que Dios podíacontestar a esta oración en particular eraenviándome un paquete de mi tierra natal.Llevaba en África casi cuatro años y nuncajamás recibí un paquete de mi casa. De todas

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maneras, si alguien llegara a mandar alguno,¿quién iba a poner una bolsa de agua caliente?

A media tarde, cuando estaba enseñandoen la escuela de enfermeras, me avisaron quehabía llegado un coche y parado en la puerta demi casa. Cuando llegué, el automóvil ya sehabía ido, pero en la puerta había un enormepaquete de once kilos. Se me llenaron los ojosde lágrimas. Por supuesto no iba a abrir elpaquete yo sola, así que invité a los chicos delorfanato a que, juntos, lo abriéramos. Laemoción iba en aumento. Treinta o cuarentapares de ojos estaban enfocados en la gran caja.Había vendas para los pacientes del leprosarioy los chicos parecían estar un poco aburridos.Luego, saqué una caja con pasas de uvasvariadas, lo que serviría para hacer una buenatanda de panecillos el fin de semana. Volví ameter la mano y sentí... ¿sería posible? Laagarré y la saqué... ¡Sí, era UNA BOLSA DEAGUA CALIENTE NUEVA!

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Lloré... Yo no le había pedido a Dios quemandase una bolsa de agua caliente, ni siquieracreía que Él podría hacerlo. Ruth, que estabasentada en la primera fila, se abalanzó,gritando:

—Si Dios mandó la bolsa, ¡también tuvoque mandar la muñeca!

Escarbó el fondo de la caja y sacó unahermosa muñequita. A Ruth le brillaban losojos.

Ella, que nunca había dudado, me miró ydijo:

—¿Puedo ir contigo a entregarle lamuñeca a la niñita para que sepa que Dios laama en verdad?

Ese paquete había estado en camino porcinco meses. Lo había preparado mi antiguaescuela dominical, cuya maestra habíaescuchado y obedecido la voz de Dios que laimpulsó a mandarme la bolsa de agua caliente, apesar de estar en el ecuador africano. Y una de

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las niñas había puesto una muñequita paraalguna niñita africana, cinco meses antes, enrespuesta a la oración de fe de una niña de diezaños que la había pedido para esa misma tarde.

AUTORDESCONOCIDO

Esto nos habla de lafuerza que tiene la oraciónque se hace con fe yconfianza. Y tú, ¿tienes esaconfianza? ¿Tienes esaactitud orante?

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UNA LECCIÓN DE MI PADRE

Nuestra familia siempre ha estado dedicada alos negocios. Mis seis hermanos y yotrabajamos en el negocio de mi padre, en Mott(Dakota del Norte), un pequeño pueblo enmedio de las praderas. Comenzamos a trabajarhaciendo diferentes oficios, como limpiar elpolvo, arreglar las repisas y empacar; luego,progresamos hasta llegar a atender a losclientes. Mientras trabajábamos yobservábamos, aprendimos que el trabajo eramás que un asunto de supervivencia o parahacer una venta.

Recuerdo una lección de manera especial.Era poco antes de Navidad. Yo estaba ensegundo de secundaria y trabajaba, por lastardes, organizando la sección de los juguetes.Un niño de cinco o seis años entró en la tienda.Llevaba un viejo abrigo marrón, de puños

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sucios y raídos. Sus cabellos estabanalborotados, con excepción de un copete quesalía derecho de la coronilla.

Sus gastados zapatos, con un únicocordón, roto, me corroboraron que el niño erapobre, demasiado pobre como para compraralgo.

Examinó con cuidado la sección dejuguetes; tomaba uno y otro, y cuidadosamentelos colocaba de nuevo en su lugar.

Papá entró y se dirigió al niño. Susacerados ojos azules sonrieron y un hoyuelo seformó en sus mejillas, mientras preguntaba alniño en qué le podía servir.

Éste respondió que buscaba un regalo deNavidad para su hermano. Me impresionó quemi padre lo tratara con el mismo respeto que aun adulto. Le dijo que se tomara su tiempo ymirara todo. Así lo hizo.

Después de veinte minutos, el niño tomócon cuidado un avión de juguete, se dirigió a mi

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padre y dijo:—¿Cuánto vale esto, señor?—¿Cuánto tienes? —preguntó mi padre.El niño estiró su mano y la abrió. La

mano, por aferrar el dinero, estaba surcada delíneas húmedas de mugre. Tenía dos monedasde diez, una de cinco y dos centavos —veintisiete centavos—. El precio del aviónelegido era de tres dólares con noventa y ochocentavos.

—Es casi exacto —dijo mi padre—:¡Venta cerrada!

Su respuesta aún resuena en mis oídos.Mientras empaquetaba el regalo, pensé en loque había visto.

Cuando el niño salió de la tienda, ya noadvertí el abrigo sucio y raído, el cabellorevuelto ni el cordón roto. Lo que vi fue unniño radiante con su tesoro.

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AUTORDESCONOCIDO

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LUZ PARA EL CAMINO

Había una vez, hace cientos de años, en unaciudad de Oriente, un hombre que una nochecaminaba por las oscuras calles llevando unalámpara de aceite encendida.

La ciudad era muy oscura en las nochessin Luna como aquélla.

En determinado momento, se encuentracon un amigo. El amigo lo mira y, de pronto, loreconoce. Se da cuenta de que es Guno, elciego del pueblo.

Entonces, le dice:—¿Qué haces, Guno? Tú, un ciego, con

una lámpara en la mano. Si tú no ves...Entonces, el ciego le responde:—Yo no llevo la lámpara para ver mi

camino. Yo conozco la oscuridad de las callesde memoria. Llevo la luz para que otrosencuentren su camino cuando me vean a mí...

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No sólo es importante la luz que me sirve a mí,sino también la que yo uso para que otrospuedan también servirse de ella.

AUTORDESCONOCIDO¡Qué hermoso sería sífuéramos iluminando elcamino de los otros anuestro paso!

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LOS DOS PERRITOS

Se dice que hace tiempo, en un pequeño ylejano pueblo, había una casa abandonada.

Cierto día, un perrito buscando refugio delsol, logró introducirse por un agujero de una delas puertas de dicha casa. El perrito subiólentamente las viejas escaleras de madera. Alterminar de subir las escaleras se topó con unapuerta semiabierta; lentamente se adentró en elcuarto.

Para su sorpresa, se dio cuenta que dentrode ese cuarto había mil perritos másobservándole tan fijamente como él losobservaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y alevantar sus orejas poco a poco. Los milperritos hicieron lo mismo. Posteriormente,sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos.

¡El perrito se quedó sorprendido al ver

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que los mil perritos también le sonreían yladraban alegremente con él! Cuando el perritosalió del cuarto, se quedó pensando para símismo: «¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venirmás a menudo a visitarlo!»

Tiempo después, otro perrito callejeroentró al mismo lugar y se encontró entrando almismo cuarto. Pero a diferencia del primero,este perrito, al ver a los otros mil perritos delcuarto, se sintió amenazado ya que lo estabanmirando de una manera agresiva.

Posteriormente empezó a gruñir;obviamente vio cómo los mil perritos legruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente ylos otros mil perritos le ladraron también a él.Cuando este perrito salió del cuarto, pensó:«¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nuncavolveré a entrar allí!»En el frente de dicha casa se encontraba unviejo letrero, que decía:

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«La CASA DE los mil espejos.»

AUTORDESCONOCIDO

Varias veces he escuchadoque «todos los rostros delmundo son espejos».

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LAS DOS SEMILLAS

Dos semillas están juntas en la tierra sembrada.La primera semilla dijo:

—¡Quiero crecer! Quiero que mis raíceslleguen muy abajo en el suelo y que misretoños rompan la corteza de la tierra quetengo arriba...

»Quiero desplegar mis tiernos brotescomo banderas para anunciar la llegada de laprimavera...

»Quiero sentir el calor del sol en mi caray la bendición del rocío matinal en mis pétalos.

Y entonces creció.La segunda semilla dijo:—Tengo miedo. Si dejo que mis raíces

vayan hacia abajo, no sé qué encontraré en laoscuridad.

»Si me abro camino a través del durosuelo puedo dañar mis delicados retoños... ¿Y

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si dejo que mis brotes se abran y una serpientetrata de comerlos? Además, si abriera mispimpollos, tal vez un niño pequeño mearranque del suelo. No; me conviene esperarhasta que sea seguro.

»Y entonces esperó.Un ave que andaba dando vueltas por el

lugar en busca de comida, encontró a la semillaque esperaba y en seguida se la tragó.

AUTORDESCONOCIDOLos que se niegan a correrriesgos y a crecer sontragados por la vida...

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REMEDIO

Existía un rey con mucho poder que sufría deánimo inestable: pasaba de la alegría a latristeza, y viceversa, con extrema facilidad.Ello provocaba en él gran pesar interno ymínima capacidad de disfrute y de percepciónde los hechos que vivía su reinado, quereclamaba su decisión firme.

Desalentado, pidió a sus asesores algunaayuda para superar su dolencia. Los dócilessabios se reunieron para resolver el problema.Después de unas semanas, ofrecieron sumedicina:

—Señor, traemos solución a su mal. Enesta cajita está el secreto de tu salud mental.Cuando estés perturbado por la tristeza o laalegría excesiva, lee el mensaje que guarda estacajita mágica.

El rey agradeció a sus consejeros y

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escondió el pequeño recipiente con granalegría. Pero no había transcurrido una hora yya estaba nuevamente sumido en el desánimo yla depresión.

Buscó la cajita salvadora y sacó suprecioso mensaje. Eran dos palabritas:

«YA pasará.»AUTOR

DESCONOCIDO

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AMAR LA VIDA

Un profesor fue invitado a dar una conferenciaen una base militar, y en el aeropuerto lorecibió un soldado llamado Ralph.

Mientras se encaminaban a recoger elequipaje, Ralph se separó del visitante en tresocasiones: primero, para ayudar a una ancianacon su maleta; luego, para cargar a dospequeños a fin de que pudieran ver a SantaClaus, y después para orientar a una persona.Cada vez regresaba con una sonrisa en elrostro.

—¿Dónde aprendió a comportarse así? —preguntó el profesor.

. —En la guerra —contestó Ralph.Entonces le contó su experiencia en

Vietnam. Allí su misión había sido limpiarcampos minados. Durante ese tiempo habíavisto cómo varios amigos suyos, uno tras otro,

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encontraban una muerte prematura.—Me acostumbré a vivir paso a paso —

explicó—. Nunca sabía si el siguiente iba a serel último; por eso tenía que sacar el mayorprovecho posible del momento que transcurríaentre levantar un pie y volver a apoyarlo en elsuelo. Me parecía que cada paso era toda unavida.

AUTORDESCONOCIDO

Nadie puede saber loque sucederá mañana. Quétriste sería el mundo si losupiéramos. Toda laemoción de vivir seperdería, nuestra vida sería

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como una película que yavimos. Ninguna sorpresa,ninguna emoción. Sientoque lo que se requiere esver la vida como lo que es:una gran aventura.

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LOS REGALOS QUE NOTENEMOS QUE ACEPTAR

Era un profesor comprometido y estricto,conocido también por sus alumnos como unhombre justo y comprensivo.

Al terminar la clase, ese día de verano,mientras el profesor ordenaba unosdocumentos encima de su escritorio, se leacercó uno de sus alumnos y, en formadesafiante, le dijo:

—Profesor, lo que me alegra de haberterminado la clase es que no tendré queescuchar más sus tonterías y podré descansarde verle esa cara aburrida.

El alumno estaba erguido, con semblantearrogante, en espera de que el profesorreaccionara ofendido y descontrolado.

El profesor miró al alumno por un instantey, en forma muy tranquila, le preguntó:

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—Cuando alguien te ofrece algo que noquieres, ¿lo recibes?

—Por supuesto que no —contestó, denuevo en tono despectivo, el muchacho.

El alumno quedó desconcertado por lacalidez de la sorpresiva pregunta.

—Bueno —prosiguió el profesor—,cuando alguien intenta ofenderme o me dicealgo desagradable, me está ofreciendo algo, eneste caso una emoción de rabia y rencor, quepuedo decidir no aceptar.

—No entiendo a qué se refiere —dijo elalumno, confundido.

—Muy sencillo —replicó el profesor—;tú me estás ofreciendo rabia y desprecio, y siyo me siento ofendido o me pongo furioso,estaré aceptando tu regalo; y yo, mi amigo, enverdad prefiero obsequiarme mi propiaserenidad. Muchacho —concluyó el profesoren tono gentil—, tu rabia pasará, pero no tratesde dejarla conmigo, porque no me interesa; yo

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no puedo controlar lo que tú llevas en tucorazón, pero de mí depende lo que yo cargueen el mío.

AUTORDESCONOCIDO

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HONESTIDAD

Existió una vez un emperador que convocó atodos los solteros del reino, pues era tiempode buscar pareja a su hija.

Todos los jóvenes asistieron, y el rey lesdijo:

—Os voy a dar una semilla diferente acada uno de vosotros; al cabo de seis mesesdeberéis traerme en una maceta la planta quehaya crecido, y la planta más bella ganará lamano de mi hija y, por ende, el reino.

Así se hizo, pero había un joven que plantósu semilla y ésta no germinaba; mientras tanto,todos los demás jóvenes del reino no parabande hablar y mostrar las hermosas plantas quehabían sembrado en sus macetas.

Llegaron los seis meses y todos losjóvenes desfilaban hacia el castillo conhermosísimas y exóticas plantas. El joven

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estaba demasiado triste, pues su semilla nuncagerminó; ni siquiera quería ir a palacio, pero sumadre insistía en que debía ir, pues era unparticipante y debía estar allí.

Con la cabeza baja y muy avergonzado,desfiló el último hacia palacio con su macetavacía. Todos los jóvenes hablaban de susplantas y al ver a nuestro amigo, empezaron areírse y burlarse; en ese momento el alborotofue interrumpido por la llegada del rey; todoshicieron su respectiva reverencia mientras elrey se paseaba entre todas las macetasadmirando las plantas.

Finalizada la inspección hizo llamar a suhija, y llamó de entre todos al joven que llevósu maceta vacía.

Atónitos, todos esperaban la explicaciónde aquella acción.

El rey dijo entonces:—Éste es el nuevo heredero del trono y se

casará con mi hija, pues a todos ustedes se les

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dio una semilla no fértil y trataron deengañarme plantando otras plantas; pero estejoven tuvo el valor de presentarse y mostrar sumaceta vacía, siendo sincero, leal y valiente,cualidades que un futuro rey debe tener y quemi hija merece.

AUTORDESCONOCIDO

La honestidad está aldescubierto, como undiamante impecable quenunca está escondido. Suvalor es visible en cadaacción. Cuando existehonestidad, no haycontradicción ni

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discrepancia en lospensamientos, palabras oacciones. Esta integridadproporciona claridad yejemplo a los demás.

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HOY POR TI MAÑANA POR MÍ

Un día, un muchacho muy pobre —vendedor depuerta a puerta para pagar sus estudios— seencontró con sólo diez centavos en su bolsilloy tenía mucha hambre. Entonces decidió que enla próxima casa pediría comida.

No obstante, perdió su coraje cuando unalinda y joven muchacha abrió la puerta y sólo seatrevió a pedir un vaso con agua. Ella pensó queél se veía hambriento y le trajo un gran vasocon leche.

Lo bebió lentamente y luego preguntó:—¿Cuánto le debo?—No me debe nada —le respondió—. Mi

mamá nos enseñó a no aceptar nunca pago porbondad...

Él dijo:—Entonces se lo agradezco de corazón.Cuando Howard Kelly, que ya estaba listo

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para rendirse y renunciar, se fue de esa casa, nosólo se sintió más fuerte físicamente, sinotambién en su fe en Dios y en la humanidad.

Años más tarde, esa joven enfermógravemente. Los doctores de la localidadestaban muy preocupados. Finalmente laenviaron a la gran ciudad, donde llamaron aespecialistas para que estudiaran su raraenfermedad. Uno de esos especialistas era eldoctor Howard Kelly.

Al leer el nombre del pueblo de dondevenía la muchacha, una extraña luz brilló en susojos. Inmediatamente se levantó. Vestido consu bata de doctor, fue a verla y la reconocióinmediatamente. Luego, volvió a suconsultorio, determinado a hacer lo imposiblepara salvar su vida.

Desde ese día le dio atención especial alcaso. Después de una larga lucha, la batalla fueganada. El doctor Kelly pidió a la oficina decobros que le pasaran la cuenta final para darle

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su aprobación. La leyó, luego escribió algo enla esquina y la cuenta fue enviada al cuarto de lamuchacha.

Ella sintió temor de abrirla, porque estabasegura de que pasaría el resto de su vidatratando de pagarla.

Finalmente la leyó, y algo llamó suatención en la esquina de la factura, donde seleían las siguientes palabras:

«Pagado por completo con un vaso de leche.»

Firmado: doctor HowardKelly.

AUTORDESCONOCIDO

Cuando uno da

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desinteresadamente, la vidasiempre lo devuelve concreces.

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EN LA DIVERSIDAD ESTÁ LAPERFECCIÓN

Dios estaba en el cielo observando cómoactuaban los hombres en la Tierra. Entre ellosla desolación reinaba.

«¡Más de seis mil millones de sereshumanos son pocos para alcanzar lamagnificencia divina del amor!», suspiró elSeñor.

Dios vio tantos humanos en guerra,esposos y esposas que no contemplaban suscarencias, ricos y pobres apartados, sanos yenfermos distantes, y libres y esclavosseparados, que un buen día reunió un ejércitode ángeles, y les dijo:

—¿Veis a los seres humanos? ¡Necesitanayuda! Tendréis que bajar vosotros a la Tierra.

—¿Nosotros? —dijeron los ángeles,ilusionados, asustados y emocionados pero

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llenos de fe.—Sí, vosotros sois los indicados. Nadie

más podría cumplir esta tarea. ¡Escuchad!:«Cuando creé al hombre lo hice a imagen

y semejanza mía, pero con talentos especialescada uno.

«Permití diferencias entre ellos para, unavez juntos, formasen el reino. Así lo planeé.

»Unos alcanzarían riquezas para compartircon los pobres. Otros gozarían de buena saludpara cuidar a los enfermos.

»Unos serían sabios y otros muy simples,para procurar entre ellos sentimientos de amor,admiración y respeto.

»Los buenos tendrían que rezar por losque actuaran como si fueran malos.

»E1 paciente toleraría al neurótico.»En fin, mis planes deben cumplirse para

que el hombregoce, desde la Tierra, la felicidad eterna.

Y para hacerlo: ¡vosotros bajaréis con ellos!

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—¿De qué se trata? —preguntaron losángeles, inquietos.

Entonces el Señor explicó su deber.—Como los hombres se han olvidado de

que los hice distintos para que secomplementasen unos a otros y así formaran elcuerpo de mi hijo amado; como parece que nose dan cuenta de que los quiero diferentes paralograr la perfección, bajaréis con francasdistinciones.

Y dio a cada uno su tarea:—Tú tendrás memoria y concentración de

excelencia: serás ciego.»Tú serás elocuente con tu cuerpo y muy

creativo para expresarte: serás sordomudo.»Tú tendrás pensamientos profundos,

escribirás libros: serás poeta y tendrásparálisis cerebral.

»A ti te daré el don del amor y serás supersona; habrá muchos otros como tú en todala Tierra y no habrá distinción de razas porque

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tendrás la cara, los ojos, las manos y el cuerpocomo si fueran hermanos de sangre: tendrássíndrome de Down.

»Tú serás muy bajo de estatura, y tusimpatía y sentido del humor llegarán al cielo:serás gente pequeña. Disfrutarás la creación talcomo lo planeé para los hombres: tendrásdiscapacidad intelectual.

»Y mientras otros se preocupan por losavances científicos y tecnológicos, túdisfrutarás mirando a una hormiga, una flor.Serás muy, muy feliz, porque amarás a todos yno harás juicios de ninguno.

»Tú vivirás en la Tierra, pero tu mente semantendrá en el cielo; preferirás escuchar mivoz a la de los hombres: tendrás autismo.

»Tú serás como ningún otro: te faltaránlos brazos y harás todo con las piernas y boca.

Al último ángel le dijo:—Serás genio; te quitaré las alas antes de

llegar a la Tierra y bajarás con la espalda

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ahuecada. Los hombres repararán tu cuerpo,pero tendrás que ingeniártelas para triunfar.Tendrás mielomeningocelle, que significa«miel que vino del cielo».

Los ángeles se sintieron felices con ladistinción del Señor, pero les causaba enormepena tener que apartarse del cielo para cumplirsu misión.

—¿Cuánto tiempo viviremos sin verte?¿Cuánto tiempo lejos de ti?

—No os preocupéis, estaré con vosotrostodos los días. Además, esto durará sólo entresesenta y ochenta años terrenales.

—Está bien, Padre, será como dices.Ochenta años son un instante en el reloj eterno.

—Aquí nos vemos en un ratito —dijeronlos ángeles al unísono, y bajaron a la Tierraemocionados.

Cada uno llegó al vientre de una madre; ahíse formaron durante seis, siete, ocho o nuevemeses y, al nacer, fueron recibidos con

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profundo dolor; causaron miedo y angustia.Unos padres rehusaron la tarea; otros la

asumieron enojados; algunos se echaron laculpa hasta disolver su matrimonio, y otrosmás lloraron con amor y aceptaron el deber.

Sea cual fuere el caso, como los ángelessaben de su misión y que sus virtudes son la fe,la esperanza y la caridad, además de otras,todas gobernadas por el amor, ellos han sabidoperdonar, y con paciencia pasan la vidailuminando a todo aquel que los ha sabido amar.

AUTORDESCONOCIDO

Siguen bajando ángeles a la Tierra conespíritus superiores en cuerpos limitados, yseguirán llegando mientras haya humanidad enel planeta. Dios quiere que estén entre

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nosotros para damos la oportunidad de trabajarcon ellos, para aprender de ellos. Y trabajar esservir; SERVIR ES VIVIR, y VIVIR ES AMAR,porque la vida se nos dio para eso. El que novive para servir, no sirve para vivir.

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LA GUERRA

—Mi amigo no ha regresado del campo debatalla, señor; solicito permiso para ir abuscarlo —dijo un soldado a su teniente.

—Permiso denegado —replicó el oficial—. No quiero que arriesgue usted su vida porun hombre que probablemente haya muerto.

El soldado, haciendo caso omiso de laprohibición, salió, y una hora más tarde regresómortalmente herido transportando el cadáverde su amigo.

El oficial estaba furioso:—¡Ya le dije yo que había muerto! ¡Ahora

he perdido a dos hombres! Dígame, ¿valía lapena ir allá para traer un cadáver?

Y el soldado, moribundo, respondió:—¡Claro que sí, señor! Cuando lo

encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme:

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«ESTABA SEGUROQUE VENDRÍAS.»

AUTORDESCONOCIDO

Un amigo es aquel que llega cuando todo elmundo se ha ido...

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DECIR... TE AMO

En una clase que doy a personas adultas,recientemente hice lo «imperdonable». ¡Dejétarea a los alumnos! La tarea era «acercarsedurante la siguiente semana a alguien a quienquieren y decirle que lo aman». Tiene que seralguien a quien nunca le hayan dicho esaspalabras con anterioridad o, al menos, conquien no las hayan compartido desde hacemucho tiempo.

No parece una tarea muy difícil, hasta quenos detenemos a analizar que la mayoría de loshombres en ese grupo tenían más de treinta ycinco años y fueron educados en la generaciónen la que les enseñaron que expresar lasemociones no es de «machos». El demostrarlos sentimientos o llorar (ni Dios lo quiera) nose hacía. Por tanto, fue una tarea muyamenazante para algunos.

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Al principio de nuestra siguiente clase,pregunté si alguien deseaba compartir losucedido cuando confesaron a alguna personaque la amaban. Esperaba plenamente que una delas mujeres se ofreciera como voluntaria,como casi siempre era el caso, pero esa nocheuno de los hombres levantó la mano. Parecíabastante conmovido y un poco impresionado.

Cuando se puso de pie (su estatura era deun metro ochenta y ocho centímetros), empezóa decir:

—Dennis, la semana pasada me enfadébastante contigo cuando nos dejaste esta tarea.No sentí que tuviera a alguien a quien deciresas palabras; además, quién eres tú parasugerirme que hiciera algo tan personal. Sinembargo, cuando conducía hacia mi casa, miconciencia empezó a hablarme. Me dijo quesabía con exactitud a quién necesitaba decir «teamo».

»Hace cinco años, mi padre y yo tuvimos

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una discusión y, desde entonces, nunca losolucionamos. Evitamos vernos, a no ser quesea absolutamente necesario, como en Navidady en otras reuniones familiares. Inclusoentonces, apenas nos hablamos.

»Por tanto, el martes pasado, cuandollegué a casa, me había convencido a mí mismoque le diría a mi padre que lo amaba. Esextraño, pero el solo hecho de tomar esadecisión pareció quitarme un peso de encima.

«Cuando llegué a casa, me apresuré aentrar para comunicarle a mi esposa lo que ibaa hacer. Ella ya estaba en la cama, pero ladesperté. Cuando se lo dije, no sólo se levantó,sino que lo hizo con rapidez, me abrazó y, porprimera vez en nuestra vida matrimonial, mevio llorar. Permanecimos levantados hasta lamedianoche, bebiendo café y charlando. ¡Fuemaravilloso!

»A la mañana siguiente, me levantétemprano y alegre. Estaba tan entusiasmado que

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apenas pude dormir. Llegué temprano a laoficina y logré hacer más en dos horas que loque hacía antes en todo un día. A las nueve de lamañana llamé a mi papá para ver si podíavisitarlo después del trabajo.

Cuando contestó el teléfono, sólo dije:“Papá, ¿puedo visitarte esta noche después deltrabajo? Tengo algo que decirte.’’ Mi papárespondió, malhumorado: “¿Y ahora qué?” Leaseguré que no tomaría mucho tiempo y,finalmente, aceptó. A las cinco y media de latarde estaba en la casa de mis padres y llamabaa la puerta, rezando para que papá la abriera.

»Temía que si mamá la abría, yo meacobardaría y se lo dijera a ella en vez de a él.Sin embargo, por suerte, papá abrió la puerta.

»No perdí tiempo. Di un paso, y dije:“Papá, sólo vine a decirte que te amo.” Fuecomo si mi papá se transformara. Ante misojos, su rostro se suavizó, las arrugasparecieron desaparecer y empezó a llorar.

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Extendió los brazos, me abrazó, y dijo:“También te amo, hijo, pero nunca he podidodecírtelo.”

»Era un momento tan precioso que noquería moverme. Mamá se acercó con lágrimasen los ojos. Yo sólo moví la mano parasaludarla y le di un beso. Papá y yo nosabrazamos durante un momento más, y despuésme fui. Hacía mucho tiempo que no me sentíatan maravillosamente.

»No obstante, ése no es mi punto. Dosdías después de esa visita, mi papá, que teníaproblemas cardíacos pero que no me lo habíadicho, sufrió un ataque y terminó en el hospital,inconsciente. No sé si logrará recuperarse. Portanto, mi mensaje para todos ustedes en laclase es éste: “No esperen para hacer las cosasque saben necesitan hacer.”

»¿Qué habría sucedido de haber esperadopara decírselo a mi papá?

»¡Tal vez no vuelva a tener la oportunidad!

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«Tornen tiempo para hacer lo quenecesitan hacer, ¡y háganlo ahora!

AUTORDESCONOCIDO

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CITA CON DIOS

Por fin, el buen Dios decidió complacer lapetición de una entrevista a aquel piadosoartesano. ¡Se la había solicitado tantas veces ytan ardientemente!

—Te espero mañana, a las tres en punto dela tarde, en la capillita del collado. No vayas afaltar —de esta manera le mandó el aviso elbuen Dios.

En toda la noche no pegó ojo el artesano,por los nervios de encontrarse con Dios y porel miedo de quedarse dormido y llegar tarde.Antes del amanecer ya se estaba preparandopara el viaje, pues la capillita elegida por Diosquedaba lejos.

Era preferible llegar temprano y esperartodo lo que hiciera falta a fallarle a Diosllegando tarde.

Se puso sus mejores ropas y emprendió el

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camino. Durante todo el viaje iba memorizandolas palabras que le diría al buen Dios.

Al doblar un recodo, vio a un campesinocon el carro atascado en un barrizal. Por muchoque se esforzaba y tiraban los bueyes, el carrono salía.

—Écheme una mano, buen hombre —ledijo el campesino—; posiblemente, con suayuda, lograremos salir.

—Con gusto lo haría, pero temo que si medetengo llegaré tarde a una cita con Dios, queme mandó llamar. Usted comprenderá: nopuedo hacer esperar a Dios. Además, me temoque si le ayudo me manche la ropa y no quieropresentarme todo sucio ante Él.

Prosiguió su camino, y más adelanteencontró a un comerciante que había sidoasaltado por unos bandoleros que lo habíandejado medio muerto en el camino.

El artesano temió que, si se detenía aayudarle, llegaría tal vez tarde a su cita con

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Dios. Además, si lo auxiliaba, la policíaempezaría con sus preguntas y la cosa tal vez secomplicaría hasta el punto en que podríandejarlo detenido para las comprobaciones.

Por todo ello, aunque le dolió dejarlodesangrándose, siguió su camino.

Ya faltaba poco para llegar al collado de lacapillita donde Dios lo había citado cuando alpasar frente a una choza muy pobre, seencontró con una mujer que llorabadesconsoladamente:

—Se me muere el hijo, señor. ¡Ayúdeme,por favor! Vaya a la aldea cercana y tráigame almédico.

—Tengo una cita con Dios y no puedollegar tarde —se justifico el hombre, y siguiósu camino.

Llegó a la capillita con varias horas deadelanto. No importaba; descansaría un rato yse asearía para presentarse bien arreglado anteDios, y luego repasaría sus palabras y

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propuestas. A medida que pasaban los minutos,se iba poniendo más y más nervioso.

Llegó por fin la hora, las tres de la tarde;luego, las tres y cinco, las tres y cuarto, las tresy media, pero ni rastro de Dios.

El hombre no entendía cómo Dios podíafaltar a su propia palabra y cuando iban a ser lascuatro y estaba pensando en marcharse, oyó unavoz que decía:

—En vez de esperarte, decidí salir a tuencuentro. Tres veces te hablé, pero no mereconociste. Yo era el campesino de losbueyes, el comerciante golpeado y la mujer quetenía su hijo enfermo.

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HELADO PARA EL ALMA

La semana pasada llevé a mis niños a unrestaurante. Mi hijo, de seis años de edad,preguntó si podía bendecir la mesa. Cuandoasentimos con la cabeza, él dijo:

—Dios es bueno, Dios es grande. Graciaspor los alimentos, pero yo estaría aún másagradecido si mamá nos diese helado para elpostre. Libertad y justicia para todos. Amén.

Junto con las risas de los clientes queestaban cerca, escuché a una señora comentar:

—Eso es lo que está mal en este país; losniños de hoy en día no saben cómo orar, pedir aDios helado... ¡Nunca había escuchado estoantes!

Al oír esto, mi hijo empezó a llorar, y mepreguntó:

—¿Lo hice mal? ¿Está enojado Diosconmigo?

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Abracé a mi hijo y le dije que había hechoun estupendo trabajo, y Dios seguramente noestaría enojado con él.

Un señor de edad se aproximó a la mesa.Guiñó su ojo a mi hijo, y le dijo:

—Llegué a saber que Dios pensó queaquella fue una excelente oración.

—¿En serio? —preguntó mi hijo.—¡Por supuesto! —luego, en un susurro

dramático, añadió, indicando a la mujer cuyocomentario había iniciado aquel asunto—. Muymal; ella nunca pidió helado a Dios. Un poco dehelado, a veces, es muy bueno para el alma.

Como era de esperar, compré a mis niñoshelado al final de la comida. Mi hijo se quedómirando fijamente el suyo por un momento, yluego hizo algo que nunca olvidaré por el restode mi vida.Tomó su helado y, sin decir una sola palabra,avanzó hasta ponerlo frente a la señora. Conuna gran sonrisa, le dijo:

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—Tómelo, es para usted; el helado es buenopara el alma y mi alma ya está bien.

AUTORDESCONOCIDO

Los niños tienen muchoque enseñamos de lascosas simples de la vida: suinocencia es algomaravilloso...

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CRUZ PESADA

Un joven ya no podía más con sus problemas.Cayó de rodillas, rezando:

—Señor, no puedo seguir; mi cruz esdemasiado pesada.

El Señor, como siempre, acudió y lecontestó:

—Hijo mío, si no puedes llevar el peso detu cruz, guárdala dentro de esa habitación.Después, abre esa otra puerta y escoge la cruzque tú quieras.

El joven suspiró, aliviado.—Gracias, Señor —dijo, e hizo lo que le

había dicho.Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan

grandes que no podía ver la parte de arriba.Después, vio una pequeña cruz apoyada en unextremo de la pared.

—Señor —susurró—, quisiera esa cruz

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que está allá —dijo, señalándola.Y el Señor contestó:—Hijo mío, ésa es la cruz que acabas de

dejar.

AUTORDESCONOCIDO

Cuando los problemasde la vida nos parecenabrumadores, siempre esútil mirar a nuestroalrededor y ver las cosascon las que se enfrentanlos demás. Verás quedebes considerarte másafortunado de lo que teimaginas. Cualquiera que

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sea tu cruz, cualquiera quesea tu dolor, siemprebrillará el sol después de lalluvia. ¡Ninguna cruz espesada cuando es el Padrequien te ayuda a cargarla!

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ADIÓS; QUERIDO PAPÁ

Lo siento mucho, papá, porque creo que ésta esla última vez que me podré dirigir a ti. En serio,lo siento mucho. Es tiempo de que sepas laverdad. Voy a ser breve y claro: la droga memató, papá. Conocí a mis asesinos a eso de losquince o dieciséis años. Es horrible, ¿no escierto? ¿Sabes cómo fue?

Un ciudadano elegantemente vestido, muyelegante realmente y que se expresaba muybien, nos presentó a nuestro futuro asesino: ladroga. Yo intenté rechazarla. De veras lointenté, pero este señor se metió en midignidad diciéndome que yo no era hombre.

No es necesario que diga nada más, ¿no escierto...? Ingresé al mundo de las drogas. Nohacía nada sin que las drogas estuvieranpresentes.

Yo sentía que las demás personas y la

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droga, mi amiga, sonreían y sonreían...¿Sabes, papá? Cuando uno comienza

encuentra todo ridículo y muy divertido.Incluso a Dios lo encontraba ridículo.

Hoy, en este hospital, reconozco que Dioses lo más importante en el mundo; sé que sinsu ayuda no estaría escribiendo lo que escribo.

Papá, no vas a creerlo, pero la vida de undrogadicto es terrible. Uno se sientedesgarrado por dentro. Es terrible y todos losjóvenes deben saberlo para no entrar en eso. Yono puedo dar tres pasos sin cansarme. Losmédicos me dicen que me voy a curar; perocuando salen del cuarto mueven la cabeza.Papá, sólo tengo diecinueve años y sé que notengo oportunidad de vivir.

Es muy tarde para mí, pero tengo unúltimo encargo que hacerte:

Habla a todos los jóvenes que conoces ymuéstrales esta carta. Diles que en cada puertade los colegios y en cualquier aula, en cada

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facultad, en cada negocio o en cualquier lugar,puede haber siempre un hombre elegante que vaa mostrarles a su futuro asesino, el quedestruirá sus vidas.

Por favor, haz eso, papá, antes de que seademasiado tarde para ellos también.

Perdóname, papá; ya sufrí demasiado.Perdóname por hacerte sufrir también con mislocuras.

Adiós, querido papá.

AUTORDESCONOCIDO

El autor de esta cartafalleció a pocos días deescribirla por abuso dedrogas. Esta carta fue

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publicada en la ciudad deTandil (Buenos Aires,Argentina) en el mes deoctubre de 1996.

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CUANDO LA FRUTA NOALCANCE

Una vez, un grupo de tres hombres se perdió enla montaña y había solamente una pieza de frutapara alimentar a los tres, quienes casidesfallecían de hambre.

Se les apareció entonces Dios y les dijoque probaría su sabiduría, y que dependiendo delo que contestasen les salvaría. Entonces, lespreguntó Dios qué podían pedirle para arreglaraquel problema y que todos se alimentaran

El primero dijo:—Pues aparece más comida.Dios contestó que era una respuesta sin

sabiduría, pues no se debe pedir a Dios queaparezca mágicamente la solución a losproblemas, sino trabajar con lo que se tiene.

Dijo el segundo:—Entonces, haz que la fruta crezca para

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que sea suficiente.A lo que Dios contestó que «no», pues la

solución no es pedir siempre multiplicación delo que se tiene para arreglar el problema, puesel ser humano nunca queda satisfecho y, porende, nunca sería suficiente.

Y el tercero dijo:—Mi buen Dios, aunque tenemos hambre

y somos orgullosos, haznos pequeños anosotros para que la fruta nos alcance.

Dios dijo:—Has contestado bien, pues cuando el

hombre se hace humilde y se empequeñecedelante de mis ojos, verá la prosperidad.

Se nos enseña siempre que otros arreglennuestros problemas o a buscar la salida fácil,siempre pidiendo a Dios que arregle todo sinque nosotros cambiemos o sacrifiquemos nada.Por eso, muchas veces parece que Dios no nosescucha, pues pedimos sin dejar nada de lado yqueriendo siempre salir ganando. Muchas veces

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somos egoístas y siempre queremos de todopara nosotros.

Seremos felices el día que aprendamosque la forma de pedir a Dios es reconocemosdébiles, y ser humildes dejando de lado nuestroorgullo. Y veremos que al empequeñecemos enlujos y ser mansos de corazón veremos laprosperidad de Dios y la forma como El síescucha.

Pídele a Dios que te haga pequeño... ¡¡Hazla prueba!!

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EL MANTEL

El nuevo sacerdote, recién asignado a su primerministerio para reabrir una iglesia en lossuburbios de Brooklyn, en Nueva York, llegó acomienzos de octubre entusiasmado con susprimeras oportunidades.

Cuando vio la iglesia, se encontró con queestaba en pésimas condiciones y requeríamucho trabajo de reparación.

Se fijó la meta de tener todo listo atiempo para oficiar su primer servicio en laNochebuena.

Trabajó arduamente, reparando los bancos,empañetando las paredes, pintando, etc., y parael 18 de diciembre ya había casi concluido conlos trabajos, adelantándose a la meta trazada.

El 19 de diciembre cayó una terribletormenta, que azotó el área por dos díascompletos.

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El día 21, el sacerdote fue a ver la iglesia.Su corazón se contrajo cuando vio que el aguase había filtrado a través del techo, causandoque un área considerable del pañote —de unosseis por dos metros y medio— cayese de lapared frontal del santuario, exactamente detrásdel púlpito, dejando un hueco que empezabacomo a la altura de la cabeza.

El sacerdote limpió los cascotes del pisoy no sabiendo qué más hacer, sino posponer elservicio de Nochebuena, salió hacia su casa.

En el trayecto observó que una tiendalocal estaba llevando a cabo una venta del tipo«mercado de pulgas», con fines caritativos, ydecidió entrar. Uno de los artículos era unhermoso mantel hecho a mano, color hueso,con un trabajo exquisito de aplicaciones, belloscolores y una cruz bordada en el centro.

Era justamente el tamaño adecuado paracubrir el hueco en la pared frontal.

Lo compró y volvió hacia la iglesia. Ya

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para ese entonces había comenzado a nevar.Una mujer mayor iba corriendo en direcciónopuesta tratando de alcanzar el autobús, perofinalmente lo perdió.

El sacerdote la invitó a esperar en laiglesia, donde había calefacción, hasta elpróximo autobús, que tardaría cuarenta y cincominutos, o más, en llegar. La señora se sentóen el banco sin prestar atención al pastor,mientras éste buscaba una escalera, ganchos,etc., para colocar el mantel como tapiz en lapared.

El sacerdote apenas podía creer lohermoso que lucía y cómo cubría todo el áreadel problema. Entonces él miro a la mujer, quevenía caminando hacia abajo desde el pasillodel centro.

Su cara estaba blanca como una hoja depapel.

—Padre, ¿dónde consiguió usted esemantel?

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El padre le explicó. La mujer le pidiórevisar la esquina inferior derecha para ver silas iniciales EGB aparecían bordadas allí.

Sí, estaban. Éstas eran las iniciales de lamujer y ella había hecho ese mantel treinta ycinco años atrás, en Austria.

La mujer apenas podía creerlo cuando elpastor le contó cómo acababa de obtener elmantel. La mujer le explicó que, antes de laguerra, ella y su esposo tenían una posicióneconómica holgada en Austria.

Cuando los nazis llegaron, la forzaron airse. Su esposo debía seguirla la semanasiguiente. Ella fue capturada, enviada a prisióny nunca volvió a ver a su esposo ni su hogar.

El sacerdote la llevó en su automóvil hastasu casa y ofreció regalarle el mantel, pero ellalo rechazó diciéndole que era lo menos quepodía hacer.

Se sentía muy agradecida, pues vivía alotro lado de Staten Island y solamente estaba

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en Brooklyn por el día para un trabajo delimpieza de casa.

¡Qué maravilloso fue el servicio de laNochebuena! La iglesia estaba casi llena. Lamúsica y el espíritu que reinaban eranincreíbles.

Al final del servicio, el sacerdote despidióa todos en la puerta y muchos expresaron quevolverían.

Un hombre mayor, que el sacerdotereconoció del vecindario, seguía sentado enuno de los bancos mirando hacia el frente, y elpadre se preguntaba por qué no se iba. Elhombre le preguntó dónde había obtenido esemantel que estaba en la pared del frente, porqueera idéntico al que su esposa había hecho añosatrás en Austria, antes de la guerra, y ¿cómopodía haber dos manteles tan idénticos?

Él le relato al sacerdote cómo llegaronlos nazis y cómo forzó a su esposa a irse, parala seguridad de ella, y cómo él estaba dispuesto

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a seguirla, pero había sido arrestado y enviado aprisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni suhogar en todos aquellos treinta y cinco años.

El sacerdote le preguntó si le permitiríallevarlo con él a dar una vuelta.

Se dirigieron en el automóvil hacia StatenIsland, hasta la misma casa donde el padre habíallevado a la mujer tres días atrás.

Él ayudó al hombre a subir los tres pisosde escalera que conducían al apartamento de lamujer, tocó en la puerta y presenció la másbella reunión de Navidad que pudo haberimaginado.

UNA HISTORIAREAL, OFRECIDA POREL PADRE ROB REÍD

Una linda historia queconfirma que lascasualidades no existen,

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¡¡¡dios nos hace susinstrumentos!!! Diostrabaja en formasmisteriosas...

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CUENTOS DE LOS PADRESDEL DESIERTO

En los comienzos de la era cristiana, elmonasterio de Esceta llegó a ser el centro deconvergencia de mucha gente que, después derenunciar a lo que tenían, iban a vivir al desiertoque rodeaba el monasterio. Muchas de lasenseñanzas de estos hombres fueron recogidasy publicadas en diversos libros.

EL CAMINO DEL MEDIO

El monje Lucas, acompañado de un discípulo,atravesaba una aldea. Un viejo preguntó alasceta:

—Santo hombre, ¿cómo me aproximo a

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Dios?—Diviértete. Alaba al creador con tu

alegría —fue la respuesta.Los dos continuaron caminando. En otro

momento se acercó un joven:—¿Qué hago para aproximarme a Dios?—No te diviertas tanto —dijo Lucas.Cuando el joven se hubo alejado, comentó

el discípulo:—Parece que no sabe usted muy bien si

debemos divertirnos o no.—La búsqueda espiritual es un puente sin

barandillas atravesando un abismo —respondióLucas—. Si alguien está muy cerca del ladoderecho, le digo: «Ve hacia la izquierda.» Si seacercan al lado izquierdo, digo: «Hacia laderecha.» Porque los extremos nos alejan delcamino.

LA CIUDAD DEL OTRO LADO

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Un ermitaño del monasterio de Esceta seaproximó al abad Teodoro.

—Sé exactamente cuál es el objetivo de lavida. Sé lo que Dios pide al hombre y conozcola mejor manera de servirlo. Y a pesar de eso,soy incapaz de hacer todo lo que debería estarhaciendo para servir al Señor.

El abad Teodoro permaneció un largotiempo en silencio. Finalmente dijo:

—Tú sabes que existe una ciudad al otrolado del océano. Pero aún no has encontrado elbarco, no has subido tu equipaje y no hasatravesado el mar. ¿Por qué estar hablando deella o de cómo debemos caminar por suscalles? Saber el objetivo de la vida o conocer lamejor manera de servir al Señor no basta. Ponen práctica lo que estás pensando y el caminose mostrará por sí mismo.

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COMPÓRTATE COMO LOS DEMÁS

El abad Pastor caminaba con un monje deEsceta cuando fueron invitados a cenar. Eldueño de la casa, que se sentía honrado por lapresencia de los padres, mandó servir lo mejorque tenían. No obstante, el monje estaba enperíodo de ayuno; cuando llegó la comida,tomó un guisante y lo masticó lentamente.

Y sólo comió ese guisante durante toda lacena. Al salir, el abad Pastor le llamó:

—Hermano, cuando vayas a visitar aalguien, no conviertas tu santidad en unaofensa. La próxima vez que estés en período deayuno, no aceptes convites para comer.

El monje entendió lo que el abad Pastordecía. A partir de ese momento, siempre queestaba con otras personas se comportaba comoellas.

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EL TRABAJO EN LA LABRANZA

El muchacho cruzó el desierto y llegófinalmente al monasterio de Esceta, cerca deAlejandría. Allí pidió para asistir a una de lasconferencias del abad, y le dieron permiso.Aquella tarde el abad disertó sobre laimportancia del trabajo en la labranza. Alterminar, el chico dijo a uno de los monjes:

—Estoy muy impresionado. Pensé que ibaa encontrar un sermón iluminado sobre lasvirtudes y los pecados, y el abad sólo habló detomates, irrigación y cosas así. Allí de dondeyo vengo todos creen que Dios es misericordiay que basta rezar.

El monje sonrió, y respondió:—Aquí nosotros creemos que Dios ya

hizo su parte y ahora nos corresponde anosotros continuar el proceso.

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JUZGANDO A MI PRÓJIMO

Uno de los monjes de Esceta cometió una faltagrave y llamaron al ermitaño más sabio paraque pudiera juzgarla.

El ermitaño rehusó, pero insistieron tantoque terminó yendo. Llegó allí, cargando en laespalda un balde agujereado de donde seescurría arena.

—Vine a juzgar a mi prójimo —dijo elermitaño al superior del convento—. Mispecados se están escurriendo detrás mío comola arena se escurre de este balde. Pero como nomiro hacia atrás y no me doy cuenta de mispropios pecados, ¡fui llamado para juzgar a miprójimo!

Al escucharlo, los monjes desistieron deaplicar el castigo.

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LA MANERA DE AGRADAR AL SEÑOR

Cierto novicio fue en busca del abad Macario yle pidió consejo sobre la mejor manera deagradar al Señor.

—Ve hasta el cementerio e insulta a losmuertos —le dijo Macario.

El hermano hizo lo que le ordenaban, y aldía siguiente volvió a Macario.

—¿Te respondieron? —preguntó el abad,y el novicio dijo que «no»—. Entonces vuelveallá y elógialos.

El novicio obedeció. Aquella misma tardevolvió al abad, que de nuevo quiso saber si losmuertos habían respondido.

—No —dijo el novicio.—Para agradar al Señor actúa de la misma

manera —comentó Macario—. No cuentes nicon el desprecio de los hombres ni con sus

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halagos. De esta manera podrás construir tupropio camino.

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EL SUEÑO DEL SULTÁN

Un sultán soñó que había perdido todos losdientes. Una vez despierto, mandó llamar a unsabio para que interpretase su sueño.

—¡Qué desgracia, mi señor! —exclamó elsabio—. Cada diente caído representa lapérdida de un pariente de vuestra majestad.

—¡Qué insolencia! —gritó el sultán,enfurecido—. ¿Cómo te atreves a decirmesemejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dierancien latigazos.

Más tarde, ordenó que le trajesen a otrosabio y le contó lo que había soñado.

Éste, después de escuchar al sultán conatención, le dijo:

—Excelso señor, gran felicidad os ha sidoreservada. El sueño significa que sobrevivirás atodos vuestros parientes.

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Se iluminó el semblante del sultán conuna gran sonrisa y ordenó que le dieran cienmonedas de oro.

Cuando éste salía del palacio, uno de loscortesanos le dijo, admirado:

—¡No es posible! La interpretación quehabéis hecho de los sueños es la misma que ladel primer sabio. No entiendo por qué alprimero le pagó con cien latigazos y a ti concien monedas de oro.

—Recuerda bien, amigo mío —respondióel segundo sabio—: «Todo depende de la formaen el decir... Uno de los grandes desafíos de lahumanidad es aprender a comunicarse.»

De la comunicación depende, muchasveces, la felicidad o la desgracia, la paz o laguerra.

Que la verdad debe ser dicha en cualquiersituación, de esto no cabe duda, mas la formacon que debe ser comunicada es lo queprovoca, en algunos casos, grandes problemas.

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AUTORDESCONOCIDO

La verdad puedecompararse con una piedrapreciosa. Si la lanzamoscontra el rostro de alguien,puede herir, pero si laenvolvemos en un delicadoembalaje y la ofrecemoscon ternura, ciertamenteserá aceptada con agrado.

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CARTA DEL JEFE SEATLE ALPRESIDENTE DE ESTADOSUNIDOS

El gran jefe de Washington manda decir quedesea comprar nuestras tierras. Gran jefetambién nos envía palabras de amistad y buenavoluntad. Apreciamos esta gentileza porquesabemos qué poca falta le hace, en cambio,nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta,pues sabemos que de no hacerlo el hombreblanco podrá venir con sus armas de fuego ytomar nuestras tierras.

El gran jefe de Washington podrá confiaren lo que dice el jefe Seattle con la mismacerteza con que nuestros hermanos blancospodrán confiar en la vuelta de las estaciones.

Mis palabras son inmutables como lasestrellas. ¿Cómo podéis comprar o vender el

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cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos pareceextraña. No somos dueños de la frescura delaire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríaiscomprarlo a nosotros? Lo decimosoportunamente.

Habéis de saber que cada partícula de estatierra es sagrada para mi pueblo. Cada hojaresplandeciente, cada playa arenosa, cadaneblina en el oscuro bosque, cada claro y cadainsecto con su zumbido son sagrados en lamemoria y la experiencia de mi pueblo. Lasavia que circula en los árboles porta lasmemorias del hombre de piel roja. Losmuertos del hombre blanco se olvidan de sutierra natal cuando se van a caminar por entrelas estrellas.

Nuestros muertos jamás olvidan estahermosa tierra, porque ella es la madre delhombre de piel roja. Somos parte de la tierra yella es parte de nosotros. Las fragantes floresson nuestras hermanas; el ciervo, el caballo y el

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águila majestuosa son nuestros hermanos. Lascrestas rocosas, las raíces de las praderas, elcalor corporal del potrillo y del hombre, todospertenecen a la misma familia.

Por eso, cuando el gran jefe deWashington manda decir que desea comprarnuestras tierras, es mucho lo que pide. El granjefe manda decir que nos reservará un lugarpara que podamos vivir cómodamente entrenosotros.

Él será nuestro padre y nosotros seremossus hijos. Por eso consideraremos su oferta decomprar nuestras tierras. Mas ello no será fácilporque estas tierras son sagradas para nosotros.El agua centelleante que corre por los ríos yesteros no es meramente agua sino la sangre denuestros antepasados.

Si os vendemos estas tierras, tendréis querecordar que ellas son sagradas y deberéisenseñar a vuestros hijos que lo son, y que cadareflejo fantasmal en las aguas claras habla de

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acontecimientos y recuerdos de la vida de mipueblo.

El murmullo del agua es la voz del padrede mi padre. Los ríos son nuestros hermanos;ellos calman nuestra sed.

Los ríos llevan nuestras canoas yalimentan a nuestros hijos. Si os vendemosnuestras tierras, deberéis recordar y enseñar avuestros hijos que los ríos son nuestroshermanos y hermanos de vosotros; deberéis enadelante dar a los ríos el trato bondadoso quedaríais a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco nocomprende nuestra manera de ser. Le da lomismo un pedazo de tierra que otro, porque éles un extraño que llega en la noche a sacar de latierra lo que necesita. La tierra no es suhermano, sino su enemigo. Cuando la haconquistado la abandona y sigue su camino.Deja detrás de él las sepulturas de sus padressin que le importe. Despoja de la tierra a sus

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hijos sin que le importe.Olvida la sepultura de su padre y los

derechos de sus hijos.Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano,

el cielo, como si fuesen cosas que se puedencomprar, saquear y vender, como si fuesencorderos y cuentas de vidrio. Su insaciableapetito devorará la tierra y dejará tras sí sóloun desierto. No lo comprendo.

Nuestra manera de ser es diferente a lavuestra. La vista de vuestras ciudades hacedoler los ojos al hombre de piel roja. Peroquizá sea así porque el hombre de piel roja esun salvaje y no comprende las cosas. No hayningún lugar tranquilo en las ciudades delhombre blanco, ningún lugar donde puedaescucharse el desplegar de las hojas enprimavera o el rozar de las alas de un insecto.Pero quizá sea así porque soy un salvaje y nopuedo comprender las cosas. El ruido de laciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase

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de vida es cuando el hombre no es capaz deescuchar el solitario grito de la garza o ladiscusión nocturna de las ranas alrededor de lalaguna?

Soy un hombre de piel roja y no locomprendo. Los indios preferimos el suavesonido del viento que acaricia la cala del lago yel olor del mismo viento purificado por lalluvia del mediodía o perfumado por lafragancia de los pinos. El aire es algo preciosopara el hombre de piel roja porque todas lascosas comparten el mismo aliento: el animal,el árbol y el hombre.

El hombre blanco parece no sentir el aireque respira. Al igual que un hombre muchosdías agonizante se ha vuelto insensible al hedor.Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéisrecordar que el aire es precioso para nosotros,que el aire comparte su espíritu con toda la vidaque sustenta. Y si os vendemos nuestras tierras,debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas

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como un lugar al cual podrá llegar incluso elhombre blanco a saborear el viento dulcificadopor las flores de la pradera.

Consideraremos vuestra oferta decomprar nuestras tierras. Si decidimosaceptarla, pondré una condición: que el hombreblanco deberá tratar a los animales de estastierras como hermanos. Soy un salvaje y nocomprendo otro modo de conducta. He vistomiles de búfalos pudriéndose sobre laspraderas y abandonados allí por el hombreblanco, que les disparó desde un tren enmarcha. Soy un salvaje y no comprendo cómoel humeante caballo de vapor puede ser másimportante que el búfalo, al que sólo matamospara poder vivir.

¿Qué es el hombre sin los animales? Sitodos los animales hubiesen desaparecido, elhombre moriría de una gran soledad de espíritu.Porque todo lo que ocurre a los animalespronto habrá de ocurrir también al hombre.

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Todas las cosas están relacionadas entre sí.Vosotros debéis de enseñar a vuestros hijosque el suelo bajo sus pies es la ceniza de susabuelos.

Para que respeten la tierra, debéis decir avuestros hijos que la tierra está plena de la vidade nuestros antepasados. Debéis enseñar avuestros hijos lo que nosotros hemos enseñadoa los nuestros: que la tierra es nuestra madre.Todo lo que afecta a la tierra nos afecta a loshijos de la Tierra. Cuando los hombres escupenen el suelo, se escupen a sí mismos. Esto losabemos: la tierra no pertenece al hombre, sinoque el hombre pertenece a la Tierra.

El hombre no ha tejido la red de la vida, essólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la redse lo hará a él mismo. Lo que ocurre a la tierraocurrirá a los hijos de la Tierra. Lo sabemos.Todas las cosas están relacionadas, como lasangre que une a una familia. Aun el hombreblanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa

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con él —de amigo a amigo no puede estarexento del destino común—. Quizá seamoshermanos después de todo. Lo veremos.Sabemos algo que el hombre blanco descubriráalgún día, que nuestro Dios es su mismo Dios.Ahora pensáis, quizás, que sois dueño denuestras tierras, pero no podréis serlo. Él es elDios de la humanidad y su compasión es igualpara el hombre de piel roja que para el hombreblanco. Esta tierra es preciosa para Él y elcausarle daño significa mostrar desprecio haciael creador.

Los hombres blancos también pasarán, talvez antes que las demás tribus. Si contamináisvuestra cama, moriréis alguna noche sofocadospor vuestros propios desperdicios. Pero aun envuestra hora final, os sentiréis iluminados porla idea de que Dios os trajo a estas tierras, y osdio el dominio sobre ellas y sobre el hombrede piel roja, con algún propósito especial.

Tal destino es un misterio para nosotros

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porque no comprendemos lo que ocurrirácuando los búfalos hayan sido exterminados,cuando los caballos salvajes hayan sidodomados, cuando los recónditos rincones delos bosques exhalen el olor a muchos hombresy cuando la vista esté cercada por un enjambrede alambres parlantes.

¿Dónde está el espeso bosque...?Desapareció...

¿Dónde está el águila...? Desapareció...

«ASÍ TERMINA LAVIDA Y EMPIEZA ELSOBREVIVIR...»

JEFE INDIOSEATTLE

Ojalá que seamos más

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concientes de lo que lehacemos a nuestra madreTIERRA... y podamosrevertir el daño que lehemos hecho. Ojalá, dehoy en adelante, tengamosotra actitud y la cuidemoscomo a una madre que es...con conciencia, respeto yamor.

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DESIDERATA

Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, yrecuerda que se puede encontrar la paz en elsilencio. Hasta donde sea posible trata demantener buenas relaciones con todo el mundo.Di tu verdad de una manera serena y clara;escucha a los demás, incluso al torpe y alaburrido, pues también ellos tienen su propiahistoria.

Evita a las personas ruidosas y agresivas,porque son un mal para el espíritu. Si tecomparas con los demás, te volverás vanidosoy amargado, pues siempre habrá personas másgrandes y más pequeñas que tú.

Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tusplanes. Mantén el interés en tu propia carrerapor más humilde que ésta sea, pues ella es unverdadero tesoro en el fortuito cambiar de lostiempos.

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Sé cauto en tus negocios, pues el mundoestá lleno de engaños, mas no dejes que esto tevuelva ciego para la virtud que existe.

Hay muchas personas que se esfuerzan poralcanzar nobles ideales y en todas partes la vidaesta llena de heroísmo.

Sé sincero contigo mismo y, en especial,no finjas el afecto. No seas cínico en el amor.Porque a pesar de toda la aridez y desengaño,es tan perenne como la hierba. Acatadócilmente el consejo de los años,abandonando con donaire las cosas de lajuventud. Alimenta la fortaleza de tu espíritupara que te proteja en las adversidadesrepentinas.

No te atormentes con tu imaginación.Muchos temores nacen de la fatiga y lasoledad. Además de una sana disciplina, sébenigno contigo mismo.

Tú eres una criatura del universo, nomenos que las plantas y las estrellas; tienes

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derecho a existir. Y sea que te resulte claro, ono, indudablemente el universo marcha comodebiera.

Por eso debes estar en paz con Dios. Ycualesquiera que sean tus trabajos yaspiraciones, en la ruidosa confusión de la vida,mantén la paz con tu espíritu.

Aún con toda su farsa, penalidades ysueños fallidos, el mundo es todavía hermoso.Sé alegre. ¡Esfuérzate por ser feliz!

MAX EHRMANN

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Imagine there’s no heavenImagínate que no hay cieloIt’s easy if you tryes fácil si te esfuerzas

No hell below usNo hay infierno debajo de nosotrosAbove us only skysólo hay cielo sobre nosotros

Imagine all the peopleImagínate a toda la genteLiving for today viviendo para el hoy

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Imagine there’s no countriesImagínate que no hay paísesIt isn’t hard to dono es tan difícil imaginarlo

Nothing to kill or die forNada porque matar o morirAnd no religión tooy tampoco ninguna religión

Imagine all the peopleImagínate a toda la genteLiving life in peaceviviendo en paz

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You may say I’m a dreamerPodrás decir que soy un soñadorBut I’m not the only onepero no soy el único

I hope someday you’ll join usEspero que algún día ustedes se unan a

nosotrosAnd the world will be as oneque el mundo llegue a ser UNO

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Imagine no possessionsImagínate sin posesionesI wonder if you can mepregunto si lo podréis hacer

No need for greed or hungerNinguna necesidad para la avaricia o el

hambreA brotherhood of manuna hermandad de hombres

Imagine all the peopleImagínate a toda la genteSharing all the worldcompartiendo el mundo entero...

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You may say I’m a dreamerPodrás decir que soy un soñadorBut I’m not the only onepero no soy el único que sueña

I hope someday you’ll join usEspero que algún día ustedes se nos

unanAnd the world will be as oney el mundo llegue a ser uno.

Cantemos esta canción conscientes de lo

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que dice su letra, una y otra vez; no nosolvidemos que somos cocreadores.

EN MEMORIA DE JOHN LENNON

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Table of ContentsROSARIO GÓMEZ ALFONSOSinopsisAgradecimientosSABIDURÍA CANINALIBRO I

QUIZÁS ÉL SÓLO QUERÍA DARLEÁNIMOLA ESTRELLALA SILLAEL ÁRBOL DE LOS PROBLEMASEL CÍRCULO DEL NOVENTA YNUEVEEL CALENTADOR DE ASIENTOEL PESO DE UNA ORACIÓNSONRÍEEL AMOR VERDADERORIQUEZALA CAJA LLENA DE BESOSMAÑANA PUEDE SER MUY

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TARDEEL HIJOEL VALOR DE LOS AMIGOSLA ACTITUD INTERIOR LO ESTODOUNA LINDA HISTORIA DE AMOREL PUENTEVALORARUN MENSAJE MUY ESPECIALMEDIA FRAZADAEL BEBER Y CONDUCIR NO SEDEBEN N ÚNICA MEZCLARLA VASIJA AGRIETADAEL CARPINTEROMAMÁLA CASA DEL CIELOREPORTAJE A DIOSEL ELEFANTEEL GUSANITOLAS TRES BARDASLAS COSAS NO SON SIEMPRE LO

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QUE PARECENMILAGROS DEL CIELOPERLAS GENUINASNUESTRA BOCA TIENE PODERLA MAÑANALA TAZA DE CERÁMICAEL BORDADO DE DIOSLOS PAVOS NO VUELANLA ROSA y EL SAPOEL CORAZÓN PERFECTOHUMILDADTRES DESEOSA TIEMPOPERDÓNCARTA A DIOSRESPUESTA DE DIOSESTRELLAS DE MAREL BIGOTE DEL TIGRECOMPAÑÍANUNCA ESTARÁN SOLOS ALVOLAR

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INSTRUCCIONES PARA UNAVIDA MEJORLO QUE ES NECESARIO TENEREN EL MALETÍN DE PRIMEROSAUXILIOS

LIBRO IISERÁS UN TRIUNFADORAMARES DAR TODOALMORZANDO CON DIOSINVENTARIOAUXILIO EN LA LLUVIALO QUE DAMOS, REGRESAAPARIENCIASCREATIVIDAD FRENTE A LOSPROBLEMASNO SABÍA CÓMO EDUCAR...HASTA QUE TE CONOCÍ¿EXISTE DIOS?¿QUÉ SIGNIFICA AMOR?CUESTIÓN DE FE«FREE SOFTWARE»

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AMOR SIN CONDICIONESUN CLAVO EN LA PUERTAEL SECRETO PARA SER FELIZLOS PROBLEMAS DEL MUNDOLAS PUERTAS DEL CIELOLA FELICIDADEL AMOR Y LA LOCURAENSEÑAR CON EL EJEMPLOVIVE EL PRESENTELOS ÁNGELES ESTÁN AQUíENVEJECER ES OBLIGATORIO...MADURARES OPTATIVOAMOR DE MADREBELLEZA y FEALDADOBSTÁCULOS EN NUESTROCAMINOCALIDOSCOPIOCOMO PAPEL ARRUGADOBENDICIONESUNA BOLSA DE AGUA CALIENTEUNA LECCIÓN DE MI PADRE

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LUZ PARA EL CAMINOLOS DOS PERRITOSLAS DOS SEMILLASREMEDIOAMAR LA VIDALOS REGALOS QUE NOTENEMOS QUE ACEPTARHONESTIDADHOY POR TI MAÑANA POR MÍEN LA DIVERSIDAD ESTÁ LAPERFECCIÓNLA GUERRADECIR... TE AMOCITA CON DIOSHELADO PARA EL ALMACRUZ PESADAADIÓS; QUERIDO PAPÁCUANDO LA FRUTA NOALCANCEEL MANTELCUENTOS DE LOS PADRES DEL

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DESIERTOEL SUEÑO DEL SULTÁNCARTA DEL JEFE SEATLE ALPRESIDENTE DE ESTADOSUNIDOSDESIDERATA

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Table of ContentsROSARIO GÓMEZ ALFONSOSinopsisAgradecimientosSABIDURÍA CANINALIBRO I

QUIZÁS ÉL SÓLO QUERÍA DARLEÁNIMOLA ESTRELLALA SILLAEL ÁRBOL DE LOS PROBLEMASEL CÍRCULO DEL NOVENTA YNUEVEEL CALENTADOR DE ASIENTOEL PESO DE UNA ORACIÓNSONRÍEEL AMOR VERDADERORIQUEZALA CAJA LLENA DE BESOS

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MAÑANA PUEDE SER MUYTARDEEL HIJOEL VALOR DE LOS AMIGOSLA ACTITUD INTERIOR LO ESTODOUNA LINDA HISTORIA DE AMOREL PUENTEVALORARUN MENSAJE MUY ESPECIALMEDIA FRAZADAEL BEBER Y CONDUCIR NO SEDEBEN N ÚNICA MEZCLARLA VASIJA AGRIETADAEL CARPINTEROMAMÁLA CASA DEL CIELOREPORTAJE A DIOSEL ELEFANTEEL GUSANITOLAS TRES BARDAS

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LAS COSAS NO SON SIEMPRE LOQUE PARECENMILAGROS DEL CIELOPERLAS GENUINASNUESTRA BOCA TIENE PODERLA MAÑANALA TAZA DE CERÁMICAEL BORDADO DE DIOSLOS PAVOS NO VUELANLA ROSA y EL SAPOEL CORAZÓN PERFECTOHUMILDADTRES DESEOSA TIEMPOPERDÓNCARTA A DIOSRESPUESTA DE DIOSESTRELLAS DE MAREL BIGOTE DEL TIGRECOMPAÑÍANUNCA ESTARÁN SOLOS AL

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VOLARINSTRUCCIONES PARA UNAVIDA MEJORLO QUE ES NECESARIO TENEREN EL MALETÍN DE PRIMEROSAUXILIOS

LIBRO IISERÁS UN TRIUNFADORAMARES DAR TODOALMORZANDO CON DIOSINVENTARIOAUXILIO EN LA LLUVIALO QUE DAMOS, REGRESAAPARIENCIASCREATIVIDAD FRENTE A LOSPROBLEMASNO SABÍA CÓMO EDUCAR...HASTA QUE TE CONOCÍ¿EXISTE DIOS?¿QUÉ SIGNIFICA AMOR?CUESTIÓN DE FE

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«FREE SOFTWARE»AMOR SIN CONDICIONESUN CLAVO EN LA PUERTAEL SECRETO PARA SER FELIZLOS PROBLEMAS DEL MUNDOLAS PUERTAS DEL CIELOLA FELICIDADEL AMOR Y LA LOCURAENSEÑAR CON EL EJEMPLOVIVE EL PRESENTELOS ÁNGELES ESTÁN AQUíENVEJECER ES OBLIGATORIO...MADURARES OPTATIVOAMOR DE MADREBELLEZA y FEALDADOBSTÁCULOS EN NUESTROCAMINOCALIDOSCOPIOCOMO PAPEL ARRUGADOBENDICIONESUNA BOLSA DE AGUA CALIENTE

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UNA LECCIÓN DE MI PADRELUZ PARA EL CAMINOLOS DOS PERRITOSLAS DOS SEMILLASREMEDIOAMAR LA VIDALOS REGALOS QUE NOTENEMOS QUE ACEPTARHONESTIDADHOY POR TI MAÑANA POR MÍEN LA DIVERSIDAD ESTÁ LAPERFECCIÓNLA GUERRADECIR... TE AMOCITA CON DIOSHELADO PARA EL ALMACRUZ PESADAADIÓS; QUERIDO PAPÁCUANDO LA FRUTA NOALCANCEEL MANTEL

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CUENTOS DE LOS PADRES DELDESIERTOEL SUEÑO DEL SULTÁNCARTA DEL JEFE SEATLE ALPRESIDENTE DE ESTADOSUNIDOSDESIDERATA