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Págs. 4 - 5 ¿Ir a la playa, cargar en una procesión o Chivarreto? SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. GUATEMALA, 19 DE MARZO DE 2016 Fotografía de Gustavo García Solares

Cultural 19-03-2016

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Cultural 19-03-2016

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Página 2 / guatemala, 19 De marzo De 2016

Nunca se sabe bien dónde o cómo localizar al Rex. Está en todos lados, pero nunca está realmente en alguno. ¿Qué o quién es en realidad? ¿Es un ser humano como el resto de noso-tros? ¿Es sólo un pseudónimo? ¿Proviene de otro lugar muy distinto al nuestro? ¿A caso de la literatura?

or el momento la mejor hipótesis puede ser que el Rex es un persona-je de novela que escapó del mundo de los libros y hoy ha adquirido vida propia en nuestra reali-

dad. Pero hay que hacer unas cuantas observaciones. El Rex tiene una identidad que, con el

paso del tiempo, va ganando indepen-dencia de su autor. Frecuentemente pa-reciera encarnar una versión barroca y subversiva del ya barroco y subversivo Tony Clifton, quien se independizó de su autor de forma tal que incluso, años después de la muerte de Kaufman, se le vio actuar como si nada en multitudi-narios espectáculos de comedia. Otras veces pareciera estar en medio de al-guna conspiración política, junto a los desobedientes personajes de Adoum, quienes como desesperados pretenden fugarse del texto de “Entre Marx y una Mujer Desnuda”. En ocasiones, parece tramar, en una conversación inframun-dana con Lion, algún ingenio románti-co para seducir infructuosamente a la virgen blanca, la de palo, de “El Tiempo Principia en Xibalbá”. El Rex Mamey eventualmente decla-

rará la muerte del Autor literario, con lo que también se emancipará de su au-tor personal. En sí lo hace a diario, al escapar de casi cualquier convención y norma editorial, como militante radi-cal del caos, que ha encontrado el equi-valente a la ley de la gravedad en los 140 caracteres.Cualquiera que lo haya seguido en

sus incursiones cibernéticas podrá de-ducir por sí mismo que el Rex no es únicamente un personaje anónimo que protege la identidad de algún troll de internet. Entender al Rex como un pseudónimo es un error imperdonable. No se trata de una identidad secreta, ese nunca ha sido su interés, nunca pre-tendió serlo y posiblemente nunca lo

Por AlejAndro Flores *

*Candidato a doctor en antropolo-gía sociocultural por la Universidad de Texas en Austin. M.A. en socio-logía cultural y política (Diplom-Soziologe) por la Universidad Libre de Berlín. Actualmente realiza investigaciones sobre contrainsur-gencia, seguridad y estética en Guatemala.

Ilustración de Sergio André Orellana

será. Rex Mamey no es mote de nada ni de nadie. Esto resulta insoportable para per-

sonajes ficticios, que de sus nombres propios hacen alias deshonestos, y que dejan ver su impotencia en la sintoma-tología de algún tipo de desorden de personalidad paranoico persecutorio y compulsivo. Don Ricardo intentó interrogarlo por años, al mejor estilo de alguien que añora infinitamente la violencia contrainsurgente; alguien con alma de policía militar frustrado, a quien sus superiores nunca le confia-ron una sala de torturas propia simple-

mente porque no lo tomaban en serio. –¡Identifíquese, cobarde!– le repitió in-cansablemente don Ricardo en la época que muchísimos conocimos por prime-ra vez al Rex, tiempo que puede datarse más o menos a la altura del juicio por genocidio contra Ríos Montt. Es muy importante rastrear algunos

aspectos genealógicos mínimos. El co-mún cree que el Rex es un personaje que emerge inmediatamente después del aparecimiento de Twitter, que pos-teriormente llegó a los blogs, a Face-book y finalmente se metió a escribir columnas serias en diarios electrónicos de sátira política. Sin embargo, lo más factible es que haya nacido al calor de la alegadera previa a los vergazos, en un desacuerdo entre chavos de Jocotenan-go y la Antigua, después de una cha-musca. Son inmensas las posibilidades de que el primer suspiro del Rex haya sido dado en ese momento en el que

la agilidad verbal es muchísimo más importante que un cachimbazo en el hocico, o la primera mocasina que sale volando, tras el nada certero patín al aire, que caracteriza el arte marcial del estudiante de secundaria. Los primeros latidos de su corazón

se oyeron al momento de ser recogida una docena de litros de cerveza, en los chupaderos de zona 12, minutos antes de iniciar las clases en la carrera de li-teratura de la Universidad de San Car-los de Guatemala. Aunque nunca fue huelguero, el Rex epitomiza la fuerza de lo popular que mueve al desfile bufo, aquello que fisura el anquilosado espí-ritu pequeñoburgués que los criollos heredaron a ese masivo complejo de in-ferioridad que a los guatemaltecos ladi-nos nos da por llamar “nación”. El Rex

se completa como una voz autónoma que habita la cultura popular y rechaza la imbecilidad de un mundo obsesio-nado con la aspiración al refinamiento insubstancial, la payasada del mejora-miento de sí o la superación personal al estilo randiano. El Rex no pretende ser parte de euca-

ristía o catequesis alguna, con la clarí-sima excepción de la apropiación que ha hecho del rostro infantilizado de Benedicto XVI. El Rex no aspira a la carne, a la sangre o a la materia; es un anti Pinocchio extasiado por su natu-raleza etérea, no le interesa la madera, ni la piel, es un amasijo díscolo de ce-ros y unos que, aunque en apariencia se comporta como humano, está mucho más allá de lo humano. El Rex es devenir en un mundo que

aún no termina de sedimentar, un mundo increíblemente próximo al nuestro pero hondamente desconocido por nosotros. El Rex es un ser que está entre nosotros pero que habita más allá de nuestras fronteras, lo que lo hace do-blemente heroico: es un personaje que escapa de la literatura, la trasciende como forma de expresión y contenido, pero también logra escapar la inmate-rialidad de sus confines al interactuar en primera persona con personajes afe-rrados a las miserias de la siempre in-sostenible e inestable “realidad”. Lo más fascinante del Rex, de sus in-

teracciones, de sus múltiples modos de existencia, es el desinterés de verse a sí mismo como animal moralizante. El Rex es una entidad política que apela permanentemente al anarquismo, al desprecio de lo sacro, a la aniquilación de la norma, destruyendo inmisericor-demente el estilo, la coherencia semán-tica y ortografía. El Rex ha revivido el vigoroso espíritu de los cínicos, esos filósofos antiguos que viviendo como perros desafiaban la solemnidad de la polis, masturbándose en la calle, defe-cando a la vista de todos, profanando no solo la pomposa vanidad de las éli-tes, sino de todo lo sagrado.

Aunque nunca fue huelguero, el Rex epitomiza la fuerza de lo popular que mueve al desfile bufo, aquello que fisura el anquilosado espíritu pequeñoburgués que los criollos heredaron a ese masivo complejo de inferioridad que a los guatemaltecos ladinos nos da por llamar “nación”.

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El REx MaMEy: la REbElión dEl PERsonajE litERaRio

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Guatemala, 19 De marzo De 2016 / PáGina 3

Hay dos formas de tomarte un tapis, te lo servís vos o te lo sirve otro. “Yo me mato con mi propia mano”, se dice en el primer caso; “hacéte el favor, vos”, se dice en el segundo. Como sea, antes habrá el clásico “salud, pues” y después el respectivo “ah”. Y es que eso de servir tapis no es nomás, requiere técnica quedar bien, es un arte. Centrémonos en este número en el arte y oficio de servirle a otro en una venta de tapis, bar, cantina, restau-rante o como le querrás llamar.

Qué tal, don Checha! ¿Cómo está?

- Muy bien, Juan Pablo, pase adelante. ¿Lo de siempre, ver-dad?

- ¡Usted si sabe, mire!La primordial regla de un

servidor de tragos es la atención directa. Nada le gusta más a un cliente que ser re-cibido por su nombre y con la bebida que le gusta, cuenta don César García, mejor conocido como don Checha. Tiene ya 32 años de trabajar en este oficio y asegura que este es el primer paso para ganar un cliente.

- Aquí está, mire, ¡como le gusta!- Si por eso vengo acá, don Checha, me

extraña.¿Y cuál es la segunda regla?, le pregun-

tamos al que sirve los tapis. Y nos res-pondió: dar un producto de calidad, “no hay que escatimar una media onza para el cliente... que el trago salga bien es lo importante”. Pero, ¿cómo determinar si un trago sale bien o no? Pues obviamente en que corresponda la receta de la casa con el gusto del comensal. “Uno puede aprender en un curso o leer libros y re-vistas sobre el tema, pero es la práctica la mejor maestra, es conocer al cliente”, dijo nuestro entrevistado. Y es que ese equili-brio entre lo que la casa ofrece y lo que el bebedor quiere es, finalmente, el engan-che para un cliente frecuente.

- ¿Ya vio que salió una nueva chela?- Sí, patojo, ya tengo, pues. ¿Quiere una?- ¿A cómo está?- A tanto.El precio. Viene a ser la tercera regla de

oro, para coronar un servicio eficiente, que satisfaga el deseo del bebedor para volverlo asiduo al negocio.

“¿Cómo se gana una clientela, don Cé-sar?”, preguntamos un poco ingenua-mente. “Además de lo que ya dijimos, dándole la bienvenida personalmente al nuevo; saludando y compartiendo con el asiduo”, nos contestó. Se crea o no, hay

Por Juan Pablo Muñoz y TG

Sobre don CheCha

Don César Eduardo García Córdova, quetzalteco, de 52 años, trabaja en la sacrosanta profesión de servir tapis desde 1984. Aprendió a trabajar en el famoso y ya extinto bar “El Tiburón”, que se ubicaba en 5a. Av. y 9a. calle “A” de la zona 1. Después se trasladó al famoso Bar Europa, localizado en la 5a. Av. y 11 calle de la misma zona. Desde el 5 de octubre de 2012, atien-de su propio negocio, denominado Restaurante y Bar “El Che... Cha”, que se ubica en la 6a. Av. “A”, 10-71 de la zona 1 del Centro Histórico.

Don César Eduardo García Córdova mejor conocido como “don Checha”, cantinero del Centro Histórico con tres décadas de experiencia al hombro. ¡

gente que va a un lugar específicamente por quien le sirve el trago: “ha sucedido que preguntan por mí y si no estoy, se van”, indica don Checha. Y agrega: “y a veces, cuando vienen en grupo, lo hacen a uno parte de la conversación”.

- Ya tenía ratos de no venir, ¿verdad, us-ted?

- Sí, hombre, fíjese que había estado bastante ocupado, pero acá estamos hoy, echando una visitadita.

Hay ciertos oficios que por su natura-leza, implican conocer un poco de todo; son aquéllos que requieren del contacto y de la plática permanente. Por eso se dice que para votar prejuicios no hay nada mejor que conocer libros, lugares... y per-sonas. “Este negocio es muy interesan-te, conoce uno a todo tipo de personas, conoce uno muchas historias, llega uno incluso a saber cómo está la persona que viene a visitar. Y esto implica una gran responsabilidad, porque si uno va a in-tervenir o va a aconsejar, no puede uno ser imprudente, termina afectando más, tiene uno que pensar bien qué va a decir para no dañar”.

- ¿Sabe que hoy estoy triste, don Checha?- No me diga, patojo. ¿no le salió aquél

chance?- Deje el chance, los problemas que eso

acarrea en la casa... No ve, pues, que ayer...

Y es que cuando una persona llega sola a un bar, puede buscar la mesa más ale-jada o la barra misma. El segundo tipo de parroquianos, seguro busca con quien hablar. “¿No le cansa a veces hablar con bolos, don Checha?”, dijimos al cantine-ro. “No, usted, a uno le gusta esto. Como le digo, es conocer personas muy intere-santes... Y si uno respeta, lo respetan”, aseguró.

Según contó, en su larga carrera, don Checha le ha servido tapis a miles de personas, algunas de ellas notables en las áreas de la política (Vinicio Cerezo, Pan-cho Cabrera, Ramiro de León Carpio), de las artes (El Tecolote Ramírez Ama-ya, Fernando Nájera, José Luis Perdomo, David Unger) y en general de todas las áreas de la vida del país. Trabajadores manuales expertos en sus artes, estu-diantes de todo tipo de carreras, profe-sionales, gente muy centrada, gente muy relajera, el que llega a sentarse a buscar paz, el que busca compañía, el que con tragos se transforma, todo eso es parte del público del cantinero... Y a todos hay que atenderlos.

- ¿Me acepta un trago, don Checha?- No, usted, gracias, estoy trabajando,

pero tómeselo, aquí lo acompaño.Puede que el que sirve los tapis, se

tome los tapis. Don Checha dice que no es aconsejable, que se pierde habilidad... y hasta la cuenta, y que es una falta de

respeto a su trabajo. Sin embargo, no es extraño que este gremio deguste de un su tapis... “Ya para cerrar, cuando baja la cantidad de gente, entonces se puede to-mar un tapis, si quiere”, dijo. Pero, y si el cantinero se los toma, ¿qué sentirá cuan-do acude a otro negocio y se lo sirven? Si algo hacemos todas las personas es medir a los demás siempre con la misma regla.

La jornada del que sirve tragos es larga y cansada. Es estar parado todo el día y mu-chas veces toda la noche. La jornada empie-za antes de abrir el bar, con la limpieza de la barra, ordenar los implementos, hacer un inventario y pedir del producto que haga falta, revisar cuentas, etc. Entonces, ya se espera a la clientela. A escuchar qué quiere, qué dice. A servirle. Estar atentos de la mú-sica, de la televisión, de las bocas. Llega el momento del día en que claramente ya hay cansancio. Y no se cierra y punto. Hay que dejar adelantada la limpieza.

- Buenas noches, don Checha... ¿Todavía se puede?

- Pasen, pues, claro.Nunca falta el bolo que llega a minutos

antes del cierre del bar. “Cansa este tra-bajo, usted. Y cansado uno ya no rinde, ya no atiende igual, pero siempre se le deja tomar el último al que lo pide”.

El lugar en donde el que sirve el tapis trabaja es la barra. Mueblón sofisticado o sencillo, es el centro de operaciones del cantinero. Lo ordena a su manera, sabe dónde está cada cosa y es la cara visible del negocio. Desde allí sirve los tragos para que se los lleven a las mesas o para que los consuman de inmediato. Si las barras hablaran, ¿se imaginan cuántas cosas dirían? ¿Cuántas platicadas no se habrán dado en cada barra? Plásticas de este, de aquél, de aquéllos.

¿Qué se evaluaría de un bar ténder para contratarlo? Primeramente, su capaci-dad de servicio, pues tratará de frente al cliente por un largo rato. Pero después,

qué sabe hacer, cómo lo hace y sobre todo cómo maneja su barra, qué tan limpia la mantiene, que se haga a las reglas de la casa pero también que experimente. “Lo mejor es experimentar con las bebidas”, dijo don César para esta entrevista.

En cualquier bar, existen diversas fun-ciones que deben ser cubiertas. Está la del anfitrión, el que recibe a la gente, el que encarna el espíritu del lugar. Tene-mos al administrador, el que ve todo lo operativo: personal, insumos, calidad. Está quien cocina y quien sirve. Pero en-tre todos ellos, el que nunca puede faltar es el que sirve el trago. Según la cantidad de visitantes, estas funciones las pueden ocupar una o más personas, pero siendo un negocio, un bar o cantina, lo que re-quiere de más arte, es el de la servida del tapis... ¿a qué va uno a esos lugares sino a deleitar el tapis de su gusto? Como dice la jerga popular, si te van a servir mal el trago, mejor te lo tomás en tu casa.

Durante la entrevista, don Checha enfa-tizó que servir tapis era la forma de llevar ingresos a su casa, pero también indicó que es una profesión interesante, un gusto per-sonal y una responsabilidad el hacerlo bien. “Todo trabajo hay que hacerlo bien, más si requiere tratar con la gente”, dijo.

FotograFía de Salazar ochoa.

El quE sirvE los “tapis”El tapis

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Guatemala, 19 De marzo De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 19 De marzo De 2016

a primera vez que de-cidí ir a Chivarreto lo hice con la intención romántica de crear una historia épica alrededor de un ring, las mana-das sedientas de sangre

y mucha pero mucha adrenalina cómica. Conforme avanzaban los primeros días del ya borroso verano del 2014, las dudas, los golpes de calor y las reflexiones se hacían cada vez más constantes. Algunos de los probables protagonistas que había seleccio-

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FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de salazar ochoa

La aldea Chivarreto se ubica a 200 kilómetros de la ciudad de Guatemala, en San Francisco El Alto, Totonicapán.

Aparecen en el extremo izquierdo, Malaquías Hernández, árbitro con varios años de experiencia en las peleas de Chivarreto, una edecán asustada y dos gladiadores del altiplano en plena batalla.

Los participantes escogen con quién desean pelear y nadie es forzado a subir al cuadrilátero. Lester Sandoval al momento de su primera pelea. Más de 5,000 personas observaron las peleas el último año y el número aumenta cada año.

Está prohibida la participación de menores de edad en las peleas. La gente en estado de ebriedad no puede participar. No obstante es común ver subir a gente tomada al cuadrilátero.

Por Salazar ochoahttps://www.youtube.com/watch?v=iG6Q-4S3UBE

nado para la realización de un corto docu-mental que retratara la añeja leyenda boxís-tica de Totonicapán me hacían retroceder con sus respuestas además de llenarme de incertidumbre. Necesitaba un muchacho joven y teme-

rario, alguien que no tuviera reparos en reventarse la mandarina en gajos con un desconocido gladiador del occidente del país. Como es costumbre uno suele mirar a su alrededor y agarrar lo que tiene a la mano. El perfil lo llenaba uno de mis veci-nos quien luego de demostrar sus arrebatos

bélicos y su ardiente deseo de pelar cables ante la más mínima provocación me había convencido. Se trataba de Stevan “El bron-co” Lavarreda, quien a las primeras de cam-bio (cuando ya la vio peluda) desertó. Mi segunda carta apareció por casualidad, An-drés Herrera, otro de mis paisanos de Ciu-dad San Cristóbal. Herrera (un cinta negra de sangre fría) aceptó el reto sin dudarlo, no obstante cuando se acercaba la hora marcada salió de la contienda debido a un viaje de estudios a Canadá que quién sabe si alguna vez vaya a concretar por fin, ojalá sí. Más de cien años de tradición boxística

amateur despertaron en mí un hormigueo de curiosidad que por la bendición de Dios logré contagiar a un selecto grupo de ami-gos, quienes ya con la comezón a flor de piel acompañaron la lucha por filmar un documental que viniera a reventar la par-simonia del cine documental tradicional. Cuando iba ya asimilando la idea de que sería yo quien tendría que asumir el rol protagónico y subir al ring encontré a la persona indicada mientras nos discutía-mos unos litros donde doña Hilda. El elegido, uno de mis mejores amigos: Lester San-doval. Él había estado siempre allí pero pasó lo mismo de cuando uno anda buscando las llaves por ejemplo, las tiene enfrente y no las encuentra.Las cosas ocurrieron

tan rápido que cuando sentimos era Viernes Santo y nosotros ya íbamos sobre la ca-rretera Interamericana rumbo al altiplano. No sabíamos qué esperar, no llevábamos ni siquiera un botiquín. No fue necesario atravesar ningún engorroso proceso de ins-cripción para nuestro gallo de pelea. Las autoridades indígenas nos recibieron con una hospitalidad increíble. En un abrir y cerrar de ojos habíamos sido acreditados como prensa y estábamos sobre el cuadrilá-tero haciéndole entrevistas al narrador y al árbitro del torneo quien nos explicó deta-lladamente las reglas de la contienda.Los nervios se apoderaron de nosotros.

Todos estábamos un tanto arralados de lo que pudiera llegar a sucederle a Lester. A Gustavo García, el director de fotografía, le temblaba el pulso. Inhumanamente llegué a pensar que si Lester recibía una gran cumbia ese detalle nos catapultaría a ganar el Oscar o un premio similar pero la idea la borré de mi mente para no atraer mala suerte.Lester se colocó junto a los otros gladiado-

res para esperar su turno y la tensión llegó

al clímax cuando la presencia de nuestro boxeador capitalino fue anunciada por el narrador en los altoparlantes. No hay nada más parecido al ambiente del antiguo Coli-seo romano que las peleas de Chivarreto, el Rey Feato de la Usac y pasar por el Merca-do Sur 2 de madrugada. En un santiamén Lester estaba arriba y los golpes caían como aguacero. Manadas por aquí, manadas por

allá, un minuto de alegre y sabrosa adrenalina. Lester peleó 2 veces.Los apologistas

del amor y la paz que predominan en nuestro reino dirán que es un aberrante atropello, una bar-barie pero como bien nos comentó la reina de la co-munidad aquel día:

“Hay que romper ese paradigma”. Chivarreto es una válvula de escape a la rutina, una im-portante vía para desestresar las tensiones de la vida, una alternativa para expiar cul-pas, un reset casi suicida para resignificar nuestros pasos y una manifestación cultural única en Guatemala. El que quiera entender que entienda y el que no, que aprenda. To-dos fuimos felices ese día. No sabíamos que teníamos pero traíamos algo de vuelta y re-gresamos satisfechos a la ciudad. La segunda vez que fui a Chivarreto mis

planes eran más bien turísticos, pero tienen de fondo intenciones de investigación an-tropológica. Es increíble notar los cambios (que no voy a enumerar) que suceden de un año a otro, cuestiones significativas, nada es estático. Este año no voy a la playa (digo yo), nunca he cargado una procesión y es-toy convencido de volver a Totonicapán, observar y hacer un reportaje del evento boxístico más importante de Mesoamérica, quién quita y el viernes me aviente al agua-cero de los puñetazos.

EL tornEo dE boxEo En ChivArrEto

El torneo se celebra anualmente los viernes Santos a partir de las 14:00 horas en el campo de fútbol. Las peleas se desarrollan hasta las 17:00.

Chivarreto es una aldea del municipio de San Francisco El Alto en totonicapán ubicada a poco más de 200 kilómetros del centro de la ciudad de Guatemala. Sobre la carretera que conduce a huehuetenango ahí puede encon-trarse el desvío hacia la comunidad. Uno sabe que está en el lugar correcto porque desde el camino de terracería que conduce a la aldea pueden verse unas letras enormes estilo Hol-lywood que dicen ChivArrEto.

Chivarreto es una válvula de escape a la rutina, una importante vía para desestresar las tensiones

de la vida, una alternativa para expiar culpas, un reset casi suicida para resignificar nuestros pasos y una manifestación cultural única

en Guatemala.

¿Ir a la playa, cargar una procesión o liarse a golpes?

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Guatemala, 19 De marzo De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 19 De marzo De 2016

a primera vez que de-cidí ir a Chivarreto lo hice con la intención romántica de crear una historia épica alrededor de un ring, las mana-das sedientas de sangre

y mucha pero mucha adrenalina cómica. Conforme avanzaban los primeros días del ya borroso verano del 2014, las dudas, los golpes de calor y las reflexiones se hacían cada vez más constantes. Algunos de los probables protagonistas que había seleccio-

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FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de gustavo garcía

FotograFía de salazar ochoa

La aldea Chivarreto se ubica a 200 kilómetros de la ciudad de Guatemala, en San Francisco El Alto, Totonicapán.

Aparecen en el extremo izquierdo, Malaquías Hernández, árbitro con varios años de experiencia en las peleas de Chivarreto, una edecán asustada y dos gladiadores del altiplano en plena batalla.

Los participantes escogen con quién desean pelear y nadie es forzado a subir al cuadrilátero. Lester Sandoval al momento de su primera pelea. Más de 5,000 personas observaron las peleas el último año y el número aumenta cada año.

Está prohibida la participación de menores de edad en las peleas. La gente en estado de ebriedad no puede participar. No obstante es común ver subir a gente tomada al cuadrilátero.

Por Salazar ochoahttps://www.youtube.com/watch?v=iG6Q-4S3UBE

nado para la realización de un corto docu-mental que retratara la añeja leyenda boxís-tica de Totonicapán me hacían retroceder con sus respuestas además de llenarme de incertidumbre. Necesitaba un muchacho joven y teme-

rario, alguien que no tuviera reparos en reventarse la mandarina en gajos con un desconocido gladiador del occidente del país. Como es costumbre uno suele mirar a su alrededor y agarrar lo que tiene a la mano. El perfil lo llenaba uno de mis veci-nos quien luego de demostrar sus arrebatos

bélicos y su ardiente deseo de pelar cables ante la más mínima provocación me había convencido. Se trataba de Stevan “El bron-co” Lavarreda, quien a las primeras de cam-bio (cuando ya la vio peluda) desertó. Mi segunda carta apareció por casualidad, An-drés Herrera, otro de mis paisanos de Ciu-dad San Cristóbal. Herrera (un cinta negra de sangre fría) aceptó el reto sin dudarlo, no obstante cuando se acercaba la hora marcada salió de la contienda debido a un viaje de estudios a Canadá que quién sabe si alguna vez vaya a concretar por fin, ojalá sí. Más de cien años de tradición boxística

amateur despertaron en mí un hormigueo de curiosidad que por la bendición de Dios logré contagiar a un selecto grupo de ami-gos, quienes ya con la comezón a flor de piel acompañaron la lucha por filmar un documental que viniera a reventar la par-simonia del cine documental tradicional. Cuando iba ya asimilando la idea de que sería yo quien tendría que asumir el rol protagónico y subir al ring encontré a la persona indicada mientras nos discutía-mos unos litros donde doña Hilda. El elegido, uno de mis mejores amigos: Lester San-doval. Él había estado siempre allí pero pasó lo mismo de cuando uno anda buscando las llaves por ejemplo, las tiene enfrente y no las encuentra.Las cosas ocurrieron

tan rápido que cuando sentimos era Viernes Santo y nosotros ya íbamos sobre la ca-rretera Interamericana rumbo al altiplano. No sabíamos qué esperar, no llevábamos ni siquiera un botiquín. No fue necesario atravesar ningún engorroso proceso de ins-cripción para nuestro gallo de pelea. Las autoridades indígenas nos recibieron con una hospitalidad increíble. En un abrir y cerrar de ojos habíamos sido acreditados como prensa y estábamos sobre el cuadrilá-tero haciéndole entrevistas al narrador y al árbitro del torneo quien nos explicó deta-lladamente las reglas de la contienda.Los nervios se apoderaron de nosotros.

Todos estábamos un tanto arralados de lo que pudiera llegar a sucederle a Lester. A Gustavo García, el director de fotografía, le temblaba el pulso. Inhumanamente llegué a pensar que si Lester recibía una gran cumbia ese detalle nos catapultaría a ganar el Oscar o un premio similar pero la idea la borré de mi mente para no atraer mala suerte.Lester se colocó junto a los otros gladiado-

res para esperar su turno y la tensión llegó

al clímax cuando la presencia de nuestro boxeador capitalino fue anunciada por el narrador en los altoparlantes. No hay nada más parecido al ambiente del antiguo Coli-seo romano que las peleas de Chivarreto, el Rey Feato de la Usac y pasar por el Merca-do Sur 2 de madrugada. En un santiamén Lester estaba arriba y los golpes caían como aguacero. Manadas por aquí, manadas por

allá, un minuto de alegre y sabrosa adrenalina. Lester peleó 2 veces.Los apologistas

del amor y la paz que predominan en nuestro reino dirán que es un aberrante atropello, una bar-barie pero como bien nos comentó la reina de la co-munidad aquel día:

“Hay que romper ese paradigma”. Chivarreto es una válvula de escape a la rutina, una im-portante vía para desestresar las tensiones de la vida, una alternativa para expiar cul-pas, un reset casi suicida para resignificar nuestros pasos y una manifestación cultural única en Guatemala. El que quiera entender que entienda y el que no, que aprenda. To-dos fuimos felices ese día. No sabíamos que teníamos pero traíamos algo de vuelta y re-gresamos satisfechos a la ciudad. La segunda vez que fui a Chivarreto mis

planes eran más bien turísticos, pero tienen de fondo intenciones de investigación an-tropológica. Es increíble notar los cambios (que no voy a enumerar) que suceden de un año a otro, cuestiones significativas, nada es estático. Este año no voy a la playa (digo yo), nunca he cargado una procesión y es-toy convencido de volver a Totonicapán, observar y hacer un reportaje del evento boxístico más importante de Mesoamérica, quién quita y el viernes me aviente al agua-cero de los puñetazos.

EL tornEo dE boxEo En ChivArrEto

El torneo se celebra anualmente los viernes Santos a partir de las 14:00 horas en el campo de fútbol. Las peleas se desarrollan hasta las 17:00.

Chivarreto es una aldea del municipio de San Francisco El Alto en totonicapán ubicada a poco más de 200 kilómetros del centro de la ciudad de Guatemala. Sobre la carretera que conduce a huehuetenango ahí puede encon-trarse el desvío hacia la comunidad. Uno sabe que está en el lugar correcto porque desde el camino de terracería que conduce a la aldea pueden verse unas letras enormes estilo Hol-lywood que dicen ChivArrEto.

Chivarreto es una válvula de escape a la rutina, una importante vía para desestresar las tensiones

de la vida, una alternativa para expiar culpas, un reset casi suicida para resignificar nuestros pasos y una manifestación cultural única

en Guatemala.

¿Ir a la playa, cargar una procesión o liarse a golpes?

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Por LeoneL Juracán

Y respondió Jacob: No tendrás que darme nada, si accedes a lo que voy a proponerte, volveré a apacentar tus ovejas. Yo pasaré hoy en medio de tus rebaños y apartaré toda res manchada y rayada entre las ovejas y toda res manchada

entre las cabras, esas reses serán mi salario. Mi honradez testimo-niará por mí después, cuando vengas a verificar mi salario, toda res que no sea manchada y rayada, entre las cabras y manchada entre las ovejas que sea en mí un robo”. Génesis 30, 31-33.

E

Probablemente, haya quien crea todavía en la milagrosa multipli-cación del rebaño de Jacob, pero éste es quizá uno de los relatos más antiguos que existen sobre el uso de la genética y el aprovechamien-to económico y político de la misma. Planteándolo de otra forma: Jacob tenía ya 20 años de criar ovejas, e intuitivamente había lle-gado a las leyes de Mendel. Antes de proponer a su suegro el trato, había preparado el ganado, y Labán, aunque no entendía de genes dominantes y recesivos, tuvo la sospecha de que había sido víctima de un engaño, que su yerno podía ser inteligente y servicial, pero no por eso honrado, así que enfurecido lo persiguió sin tener en claro lo que debía reclamarle. Jacob se salió con la suya.

Lo que sabía Jacob

n 1866 un monje llamado Gregor Mendel publicó ante la Sociedad para el estudio de las Ciencias Naturales de Brün (actual República che-ca) un estudio en el que daba cuenta de las probabilidades

matemáticas de que ciertas características en plantas diferentes (de frijol), pasaran de padres a hijos en una o dos generaciones sucesivas. De cómo en la primera genera-ción una de las características podía man-tenerse oculta, pero manifestarse hasta la segunda o tercera generación. A las que se manifestaban en la primera generación, Mendel llamó, “dominantes”, y a las que lo hacían según una probabilidad “recesi-vas”. Quizá por el hecho de ser religioso, su descubrimiento no pasó de ser una curiosi-dad, pero no fue sino hasta 1900, que otros científicos, en Alemania, Austria y Holan-da llegaron a las mismas conclusiones.

En la práctica, sin embargo la cuestión es bastante más complicada que simplemen-te multiplicar entres sí las probabilidades y el número de características a analizar. (Mendel estudió 28 mil plantas). Muchas características no son “completamente do-minantes”, otras existen en muy poca pro-porción, o pueden ser incompatibles con otras, generando enfermedades o defectos congénitos. Calcular entre una gran canti-dad de individuos y características los po-sibles resultados de una “cruza” no deja de ser una probabilidad estadística. Muy útil en términos económicos, si hablamos de plantas y animales de crecimiento rápido, pero de escasa ayuda si esperamos resulta-dos específicos e inmediatos

La Nueva GenéticaEn 1869, Friedereich Miescher descubrió

que en el núcleo de cada célula había una sustancia, responsable de su respiración y funcionamiento, pero su conexión con la transmisión de la herencia no fue posible sino hasta que Walther Flemming y Robert Feulgen observaron paso a paso la división

La antigua y la nueva genética

de las células y la forma en que ésta sustan-cia se agrupaba, formando los así llamados “cromosomas” (cuerpos coloreados).

Más tarde, en 1910, Thomas Hunt, otro científico, ganador del premio nobel, ha-ciendo cruces de moscas, demostró que la herencia estudiada por Mendel estaba contenida en los cromosomas, que éstos se agrupaban en pares y dichos pares se inter-cambiaban durante la fecundación sexual. De aquí en adelante, todas las investigacio-

nes y descubrimientos se concentran en la bioquímica, tratando de explicar la forma en que esto ocurre, las sustancias que están involucradas, y sus consecuencias en los organismos vivos.

Se acuñaron las palabras “locus” y “ale-los” para identificar los sitios de cada cro-mosoma responsable de las características observables en los seres vivos, Watson y Crick describieron la estructura molecular del ADN en 1953, y el trabajo de los cientí-ficos se concentra en descifrar el contenido específico de cada locus. ¿Con qué fin? pre-decir mejor los resultados, evitar enferme-dades hereditarias y mejorar las caracterís-

ticas de plantas y animales. Sin embargo, hasta aquí, no se había conseguido inter-venir directamente en la cadena de ADN.

el problema éticoAunque cualquiera podría elogiar las

cualidades de observación y experimenta-ción de Jacob en su cruce de ovejas, el co-rolario previsible es lo que nos preocupa. ¿Es posible, realizarlo con seres humanos? Claro que sí, es posible y se ha hecho desde hace muchos siglos. Esto lo sabe cualquier criador de perros, sin necesidad de cono-cimientos avanzados en genética: Para controlar y aislar las características que

Jacob con el rebaño de labán. Pintura de Francisco antolínez

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Guatemala, 19 De marzo De 2016 / PáGina 7

Leonel Juracán. Un tipo que nació hace como 34 años, salió del IGSS de Pam-plona en brazos su madre. Juracán lee, camina mucho, dizque estudia, a veces ciencias y otras veces pajas humanistas, se embriaga con facilidad y se apasiona por la cultura, sea ésta alta o baja. Kakchikel desclasado, según linaje y racismo gua-temalteco.

F

Corría agosto de 2009, mientras hacía mi proceso de admisión para entrar a la Escuela de Cien-cia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala; entre algunas lecturas sobre Guatemala -obligatorias para entender el contexto, y aprobar el examen específico- me topé con la tal “Huelga de Dolores”, no le di importancia, no pensé que este evento hubiese tenido tanta trascendencia en algunos períodos de la historia Guatemalteca y de la USAC en particular, cuando pregunté en Bienestar Estu-diantil, sobre la tal ‘huelga’, recibí un simple “es una celebración que se hace todos los años, ahí te vas dar cuenta” y claro, a nadie durante el proceso de admisión a la U, le explican ¿Qué es la Huelga? Si uno no nació en Guatemala, se jodió más.

Participar en la huelga

inalmente, nadie me expli-có qué era y en qué consistía la tal Huelga, así que tuve que averiguar por mi cuenta -como cualquier estudian-te de primer ingreso- y leer

“Huelga de dolores para no huelgueros, es decir usted” de Ronaldo de la Roca. Me sentí atrapado en la lectura, la huelga ha sido -por décadas- el espacio de expre-sión y denuncia, de los sectores oprimi-dos en Guatemala.Me encontré con un panorama agridulce, me encantó la idea del crisol de formas para involucrarse en la Huelga, en algún momento me involucré en poesía y en otras labores logísticas de la Declaratoria de Huelga Alternativa de la ECP, sin de-jar de mencionar el desfile del Comité de Emergencia de La Terminal, ante la impo-sibilidad de marchar en la zona uno, debi-do al manejo gansteril, que un grupo de criminales hace de la Huelga y cuyo núcleo se aglutina en la denominada “Asociación de Estudiantes Universitarios”, una orga-nización de corte delictivo que no tiene absolutamente nada que ver con la históri-ca y comprometida AEU, que por décadas además del referente del movimiento estu-diantil de la USAC, se convirtió en una de las voces más importantes del pueblo en los temas de realidad nacional.

¿Qué es eso de la Huelga?

FotograFía de José orozco.

El desfile bufo durante su recorrido por la sexta avenida de la zona 1 de la ciudad de Guatemala. Huelga de Dolores 2015.

conformado por población diversa sexual, pueblos indígenas, maya, xinca y garífu-na, por las trabajadoras del sexo y otros sectores menospreciados y oprimidos.Quiero ir a la Huelga, quiero leer bo-letines con aseveraciones incendiarias sobre la realidad en la que vivimos, quiero escuchar a los reyes feos lanzar chistes sobre las políticas de gobierno alejadas de responder a las necesida-des de la población, quiero disfru-tármela completa, sin tener que leer/escuchar consignas como “políticos huecos”, “Que nos gobiernen las putas, porque sus hijos no pueden”, frases cosificadoras de la mujer, que se use la sexualidad, o el ejercicio del trabajo sexual, como forma de descalificar a la clase política y a los grupos oligár-quicos, que por décadas han tenido a Guatemala por su hacienda, y la han manejado cual señores feudales.El pueblo de Guatemala, necesita la Huelga de Dolores, lo que imperati-vamente debe pasar primero por re-cuperar a la AEU, para que la misma recobre el papel histórico de ser vocera de las demandas de la población, ojalá que en estos cuatro años de gobierno de Black Pitaya, tengamos una Huelga de Dolores proporcionalmente crítica y satírica, al circo que tenemos por gobierno y al bufón que tenemos por Presidente.

¡Aquí está tu son, Chabela!

¿Qué ha pasado con la Huelga?¡Me encanta la Huelga! Soy huelguero, porque creo que este espacio es tremen-damente valioso para el estudiantado y un canal de comunicación y expresión para el pueblo de Guatemala.La Huelga -infortunadamente- casi 2 dé-cadas de ser manejada por la AEU, grupo delincuencial dedicado a secuestrar par-queos, unidades académicas y extorsio-nar negocios en el campus universitario. Hace un par de años, lloraba en el hom-bro del -entonces- amor de mi vida. Un grupo de “zopes” (miembros de la AEU y del des-honorable), había atacado el S1, edificio donde funcionan las Escuelas de Historia y Trabajo Social, prácticas por las que “el honorable” ha sido criticado, deslegitimado, y desconocido por distin-tas unidades académicas en la USAC.

Somos lo que criticamosLa AEU ha sido criticada hasta el can-sancio, parte del ‘divorcio’ sufrido con muchas unidades académicas y centros regionales, donde funciona la USAC ha desencadenado la conformación de ‘co-mités autónomos, independientes’ desde donde incluso en estos espacios “progre”, se siguen reproduciendo “críticas”, carga-das de sexismo, homofobia, LGTBIfobia, patriarcado y heteronormatividad. Se-gún leí, la Huelga representa al “pueblo de Guatemala”, o debería representarlo, habrá que recordar que ese pueblo, al que desde la Huelga se dice representar, está

Por rené Franco

deseamos, sólo es cuestión de mantener la endogamia, es decir, la reproducción entre miembros de una misma familia, o “comu-nidad genética”. Así lo hicieron los hebreos de la antigüedad, casándose entre primos, los egipcios, entre padres e hijas, los incas entre hermanos. Y actualmente en algunas familias mayas y ladinas que buscan “con-servar la fortuna”. El resultado previsible, viene dado por la estadística: Aumenta pe-ligrosamente la probabilidad de que alelos causantes de enfermedades se agrupen en un individuo.

Sin embargo, el problema actual es toda-vía más complejo: Con el descubrimiento de las sustancias que ayudan a combinar las dos mitades de cada cromosoma, ya no es necesario esperar a que se reproduzcan varias generaciones, pero también se abre la posibilidad de hacer cruzas que no po-drían ocurrir naturalmente, creando hí-bridos que “teóricamente” debieran resul-tar en cualidades benéficas, pero con una amplia gama de problemas secundarios.

Un ejemplo lo tenemos hoy en el conve-nio suscrito por Guatemala desde hace diez años, (Decreto legislativo, 19-2,006) sobre la protección de obtenciones vegetales (La derogación de la Ley Monsanto no afecta la protección de las patentes comerciales). Las especies vegetales producidas por recombi-nación pueden repeler a los insectos nece-sarios para el ecosistema, no producen las mismas hormonas vegetales que sus vecinas originarias, y en muchos casos, ni siquiera los mismos nutrientes.

En el caso de animales, los resultados pue-den ser aún más variables que con las plan-tas, generando subproductos inesperados, no siempre tóxicos pero que también pueden ser perjudiciales al medio ambiente, animales más vulnerables a los virus, y con tendencia a padecer de tumores y otras enfermedades asociadas a la reproducción celular.

Por supuesto, todos pensamos que sería bueno que la leche de vaca trajera ya las vacu-nas para prevenir enfermedades en los niños, que los vegetales tuvieran mayor concentra-ción de nutrientes para evitar el hambre en el mundo. Pero la complejidad de los ecosiste-mas no se ha estudiado a profundidad, sólo existe una biosfera y somos nosotros los que más tenemos más que perder.

Ahora, por las cuestiones morales, no hay nada que se pueda objetar, la pretensión de la razón occidental siempre ha sido conse-guir “el dominio sobre toda la naturaleza” y nadie debería adjudicarse la propiedad de un organismo. Pero si hemos practica-do la manipulación genética con nosotros mismos, aún antes de que existieran los métodos actuales, ningún respeto podría esperarse hacia los animales y las plantas.

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Fotografía de Fernando Chuy