Curso: Comunicación efectiva

Módulo 2:

El lenguaje y las conversaciones

Lección 2: Importancia y rol del lenguaje

Los significados y significantes están presentes en todos lados. Desde que nacemos hasta que nos convertimos en alguien maduro. Esos deseos de seguir aprendiendo se van acrecentando y los procesos cognitivos propios del ser humano van logrando expresar nuestra realidad a través del lenguaje.

En otras palabras, el lenguaje pasa a ser una estructura relevante desde que aprendemos a hablar. Se abre un mundo de posibilidades para el pensamiento crítico, la reflexión, la contemplación, la expresión; la elaboración de ideas en general.

Sin embargo, y como estamos acostumbrados, no todo es blanco o negro. Cada cultura posee un código particular, el cual, incluso para hacerlo más complejo, rebosa en bases erradas. Popularmente se toma al lenguaje como la descripción de una realidad prexistente o independiente de quien la observa, obviando su capacidad transformadora.

Como se habrán dado cuenta a lo largo del curso, existen muchos matices del lenguaje. Cada uno determinado por la forma en cómo las personas decodifican las palabras. Con ellas construimos la visión del mundo y lo que proyectamos de él.

Ahora, piensen en el potencial que tienen las palabras para procesar dichas visiones de mundo, de nutrir ideas y ofrecer nuevos enfoques ideológicos. En suma, el lenguaje puede ser generativo, sacando del centro a la visión determinista que lo plantea como algo netamente descriptivo.

¿Cómo se crea el lenguaje?

Asimismo, y gracias al aporte de distintas áreas de las ciencias, se ha logrado ampliar el entendimiento del estudio del lenguaje, asimilando dos nuevas distinciones: se reconoce al lenguaje como algo generativo, pero sin olvidar que los idiomas tienen un número restringido de actos lingüísticos.

Lenguaje generativo

Esta visión responde a que el lenguaje no sólo describe lo que es “real” para nosotros como humanidad, sino que también genera nuevos mundos y la posibilidad de moldear el imaginario colectivo. Con el lenguaje abrimos y cerramos posibilidades en función de lo que expresamos e idealizamos. Ofreciendo opciones de mundo dentro de nuestro lenguaje discursivo y, por ende, en nuestro propio imaginario.

Actos de habla

La teoría de los actos del habla explora la rama de la filosofía del lenguaje que analiza cómo las personas se comprometen a una determinada acción, la cual puede ser una afirmación, pregunta, promesa, petición, declaración, etc. En suma, son actos indispensables para la comunicación humana.

Rol generativo del lenguaje

Partamos analizando el rol generativo, ¿les parece? Bueno, nos quedó más que claro que el lenguaje no se concibe con algo pasivo, a medida que expresamos nuestros puntos de vista, coordinamos acciones y verbalizamos nuestros sentimientos, logramos construir nuevas realidades que condicionan la predisposición como seres humanos a ciertas situaciones.

En primera instancia, construimos relaciones y establecemos vínculos, como también moldeamos nuestra propia identidad. La forma en la que actuamos incide en cómo somos y la imagen que proyectamos a los demás.

Es allí donde debemos tener cuidado: en subestimar a las palabras. Literalmente, una sola oración puede causar mucho en una persona. Hay conversaciones que cambian vidas y visiones de mundo, lo que permite, en base de aquello, movilizar a las personas a fortalecer rasgos identitarios o, por el contrario, ofrecer un cambio sustancial. No obstante, es un arma de doble filo, porque las palabras pueden afectar negativamente dependiendo de la forma en cómo la digamos, en conjunto de su contenido semántico.

Hablar no es sólo transmitir información. Moviliza, transmite y conllevan un gran poder. ¡Piensa lo que dices y úsalo sabiamente!

En resumen, el lenguaje permite que las cosas ocurran.

Los actos de habla

Esta teoría intenta explicar lo que hacen las personas cuando utilizan el lenguaje, en otros textos los actos de habla pueden ser tomados, a su vez, como “actos lingüísticos”; sin embargo, en lo sustancial son básicamente lo mismo.

Más que todo, se analiza cómo el lenguaje permite coordinar acciones con otros, como también de describir o crear tipos de mundo y de relación. Nos comprometemos o no con medios de prueba, que potencian nuestras palabras, lo cual nos permite fundamentar si lo que afirmamos es verdadero o falso.Al igual que con lo descrito anteriormente con el rol generativo del lenguaje, los actos de habla requieren de una responsabilidad aún mayor; están sujetos a nuestros actos y en base a que ejecutemos lo que expresamos generamos más confianza en nuestro entorno.

De esta forma nos topamos con dos tipos de afirmaciones, las cuales abordaremos a continuación:

Afirmaciones verdaderas:

Cuando nos comprometemos con algo o nos hacemos cargo de una afirmación, necesitamos un respaldo comprobable por nuestro receptor que acredite dicha acción. En tal caso, llamamos afirmaciones verdades a todas aquellas que podemos proporcionar un testigo o, como mencionamos, evidencia válida.

Es algo básico de nuestra existencia. La confianza es algo que se va construyendo desde que concebimos la responsabilidad social y preocupación por nuestro. Si nuestras acciones no respaldan nuestras acciones se convertirá todo en una fábula de “Pedrito y el Lobo”, cuando algo sea verdadero, nadie nos querrá creer.

¡Mucho cuidado los juicios!

Como todo en la vida, nada es sencillo, pero tampoco imposible. Los juicios son esos escollos que dificultan nuestra comunicación efectiva y hacen, en muchas oportunidades, confundir qué es una afirmación verdadera en contraparte de una falsa.

En su definición más estricta, los juicios son apreciaciones o interpretaciones nuestras sobre algo. No son ni verdaderos ni falsos; no obstante, equivalen a opiniones y juicios que hablan más del observador y su forma de ver la realidad.

A través de una determinada interpretación afectan o generan nuevas realidades en los sujetos u objetos afectado por el juicio. Tampoco responden a fenómenos observables, no tienen evidencia; se liga netamente a nuestra propia existencia.

¡Tenemos la importante misión de distinguir los juicios de las afirmaciones!

Afirmaciones falsas:

Acá se ahonda en todo lo contrario. Estas afirmaciones están sujetas a su confirmación, lo que las convierten en altamente cuestionables. Que algo nos haga sentido no implica que para los demás lo sea. Mientras no poseas evidencia o testigos que lo acrediten, seguirá siendo una afirmación altamente discutible.

De allí en más, nuestra confianza es puesta en jaque, debido a que no hay sustento que valide nuestras palabras y cuando se rompe la seguridad en un individuo hace necesario tener más argumentos de sus afirmaciones.

Juicios fundados:

A su vez, los juicios tienen sus propias divisiones. Los juicios fundados aportan afirmaciones que los sustentan. Es como cuando se hablan de las características de cierta marca de computador, que posee buen procesador, una buena tarjeta RAM, entre otras cosas. Detalles que en lo empírico proporcionan evidencia sustancial.

Sin embargo, uno de sus problemas, es tomar dichos argumentos y aplicarlos absolutamente a todo. No necesariamente un juicio fundado aplica a todos los individuos. ¡Siempre existirán los matices!

¿Qué sucede si vivimos constantemente operando con los juicios como verdades absolutas?

Con la finalidad de que los juicios no afecten nuestra comunicación efectiva, ahondaremos mucho en este punto. Los juicios, de por sí, cierran toda posibilidad de cambio; contradiciendo la capacidad generativa del lenguaje. No tienen un propósito descriptivo, más que todo, su finalidad es crear un mundo ante posibilidades que antes no existían.

Las declaraciones son poderosas. ¡Más cuando tenemos autoridad! Por ejemplo, en una organización, las palabras de un jefe invitan a la acción de sus subordinados, lo que genera una responsabilidad mayor y, por ende, un compromiso absoluto con sus declaraciones, las cuales atraen un compromiso que va más allá de un solo individuo, sino que también de todo un equipo.

Por ende, cuidemos nuestras palabras. Sustentemos todo bajo argumentos reales. Los juicios son como una bola de nieve, entre antes se detenga, se hará menos grande. Nos obstante, si no se hace nada al respecto, las consecuencias en cuanto a nuestra credibilidad y los daños colaterales que esto conlleva pueden ser determinantes.

Juicios infundados:

En contraparte, los juicios infundados responden a la falta de capacidad para demostrar afirmaciones verdaderas. Generalmente, son asociados a juicios de odio y son los que sí o sí debemos poner freno. Son peligrosos: pueden fomentar cambios de paradigmas en una sociedad a través de bases erradas y perjudiciales para determinados sectores de la sociedad.