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50 Sociedad SÁBADO 23/4/2005 ABC CHIEMGAU (ALEMANIA). «Ratzinger un nazi... ¡qué indignidad!», lamenta su antigua secretaria en referencia a titula- res de la prensa sensacionalista inglesa que han ofendido aquí a muchos. Sin em- bargo, María Prankl, una encantadora antigua estudiante de teología, admite que nunca creyó que su admirado jefe fuera a ser elegido: precisamente por- que «nuestra historia más negra seguía pesando demasiado». Esperanzada aho- ra, confía en el brillo de la «mezcla de razón y fe» que bien conoció al lado del nuevo Papa y cree que su elección, por fin, «nos puede rehabilitar un poco a los alemanes» ante el mundo. Mientras, el diario populista «Bild» ha declarado una vez más la guerra a la «incultura» y el «insulto gratuito» de las cabeceras inglesas, y abunda en demostrar que las Juventudes Hitleria- nas (JH) fueron como una OJE obliga- toria para los escolares. Personalida- des hebreas como Paul Spiegel, presi- dente de los judíos de Alemania, consi- dera su biografía «limpia» y al nuevo Papa «un amigo» de los judíos, al que ve parte en el acercamiento de Juan Pa- blo II. El historiador experto en Hitler, Joachim Fest, subraya que las JH «eran niños, no criminales» y «el enro- lamiento era forzoso. Mi padre se jugó la cabeza negándose al reclutamiento de sus hijos, aunque luego nos cogie- ron igual en el internado». El ex portavoz del Gobierno, Klaus Bölling, recuerda su tiempo en las JH y asegura que «aquello iba más de fuego de campamento que de ideología» y el diario de centro izquierda «Süddeuts- che Zeitung» recuerda la distancia de la familia Ratzinger, «más bavarista que pro alemana», con el régimen; reve- la que en los años 30 estaban abonados a la revista antinazi «Der gerade Weg» y que el luego cardenal ha sido el prime- ro en escribir voluntariamente de su pasado en aquel «tiempo negro, crimi- nal y sin Dios». El «Süddeutsche» docu- menta que «todo el seminario fue enro- lado en el Flak», o servicio de guerra antiaéreo, pero «Ratzinger creó proble- mas y fue apartado a un departamento administrativo por un profesor nazi pe- ro comprensivo». En sus memorias, el nuevo Papa dice que aún hacia finales de la guerra los hacían «salir a veces por las calles del pueblo marchando con canciones guerreras, como si eso fuera a engañar a alguien». Por su catolicismo e idiosincrasia de «antinacionalismo-alemán» Baviera «no fue precisamente nazi», dice el his- toriador Fest y subraya en Rimsting María Prankl: «Mi familia siempre se mantuvo lejos de la ideología nazi, por motivos religiosos, como también los Ratzinger», asegura en la casa de la que su familia no se ha movido, «desde el siglo XII». «Mi abuela era buena ami- ga de la madre del Papa», que vivían de siempre «ahí al otro lado de la iglesia», donde hoy está la panadería Prandl. La familia materna Toda la familia materna de Ratzinger ha vivido aquí en Rimsing y alrededor del lago de Chiem: en la vecina Prien vive su prima Ida, más allá en Endorf su primo Ernst y y al otro lado en Was- serburg su primo Werner. «Cuando el Papa lo llamó a Roma (1982) mi madre, que era su tía, le dijo en dialecto: ¡Qué no habrás hecho Josef!», recuerda la prima Ida, que sale «mañana para Ro- ma, en el tren». La antigua y admirada secretaria du- rante de los años de Ratzinger en Múni- ch, María Prankl, aún no se lo puede creer: «Verlo trabajar era alucinante, jamás vi una mezcla tal de profundi- dad y piedad y al tiempo de brillante racionalidad». Así lo reconocía ayer también en el «Abendzeitung» la obis- po evangélica local Susanne Breit-Kes- sler, «tiene algo que los protestantes apreciamos mucho en el intento de fun- damentar también racionalmente nuestra fe». En los años junto a Ratzin- ger, Prankl confiesa haber pensado «siempre que su destino era muy alto, pero al tiempo sabía que como alemán no podía. Pero ahora creo que él ha to- mado en parte nuestra negra culpa so- bre sus espaldas y su elección nos ha liberado un poco porque sabemos que como Papa será brillante y espléndi- do». Prankl dice haberlo visto «orgullo- sa» superar el «boicot de los izquierdis- tas» en la Universidad de Múnich, «que nunca quieren permitir otras vo- ces», y al tiempo haberse sentido «per- sonalmente ayudada por él durante una profunda crisis juvenil». Como muchos que lo han tratado aquí en la comarca que consideran su casa, tanto la prima Ida como la secre- taria Prankl insisten en «la confusión» que muchos tienen con «el carácter» de Ratzinger: «Es todo lo contrario de lo que se dice», asegura Ida. «Está cla- ro que su función era de serio guar- dián de algo que es serio, pero como persona es caluroso, lleno de humor y sorprendente», insiste Prankl. ¿Sor- prendente? «Sí, yo espero mucho de él, ya ha empezado a decir cosas muy inte- resantes», insiste Prankl, que no quie- re «aventurar» pero cree que puede ha- ber «sorpresas en el diálogo con los otros cristianos», algo que muchos le reconocen como muy «cercano a su sensibilidad». Prankl cree que en esto jugó ya un gran papel junto al Papa an- terior, además de «su experiencia con el horror del nazismo, por eso Juan Pa- blo II beatificó a nuestro gran ejemplo y guía aquí», el padre Rupercht Mayer, ejecutado «mártir por su rebelión con- tra una ideología incompatible con el cristianismo». Como obispo y aún cardenal, el nue- vo Papa no parece haber olvidado nun- ca a su familia, «ha venido en alguna fiesta a casa, disfruta comiendo el pes- cado del Chiemsee», dice su prima Ida, es muy afable y accesible «cuando tuve a Thomas le dije, anda Josef bautíza- melo...». La última vez estuvo «para en- terrar a su hermana, mi tía María, a la que había llevado con él a Roma», re- cuerda su otro primo Werner. Benedicto XVI ha mantenido autén- tica amistad con ex compañeros, maes- tros y alumnos gracias al «universal contacto» que une a todos los bávaros: hace unos años vino de Roma sólo «pa- ra la inauguración de la exposición de una amiga suya, la pintora Christine Stadler». En Múnich, el profesor que le enseñó religión, Franz Xaver Kronen- berg lo recuerda «siempre escuchando atento en clase y decidido a pregun- tar», «no llegaba a los pedales de la bici pero tenía un sorprendente sentido de la responsabilidad». Baviera es mucho Alemania y no es nada alemana. El co- mentarista muniqués del «Bild», Han- nes Burger, insiste aún días después que «¡es que no lo puedo creer! Tene- mos el primer bávaro de Papa en los últimos 2000 años y ya se lo quieren apropiar los prusianos (alemanes)». Su secretaria dice haber lamentado siempre que, pese a lo que «prometía su grandeza y brillantez», ser alemán terminaría cerrando a Ratzinger la última puerta a la máxima responsabilidad en la Iglesia «Este Papa nos rehabilita a los alemanes un poco ante el mundo» BENEDICTO XVI, NUEVO PAPA «Verlo trabajar era alucinante, jamás vi una mezcla tal de profundidad y piedad y al tiempo de brillante racionalidad» El entonces cardenal Ratzinger en una comida con su secretaria de Múnich, María Prankl TEXTO: RAMIRO VILLAPADIERNA FOTO: ABC

D050423 Secretaria de Ratzinger, Este Papa nos rehabilita un poco

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BENEDICTO XVI, NUEVO PAPA SÁBADO 23/4/2005 ABC que su familia no se ha movido, «desde el siglo XII». «Mi abuela era buena ami- ga de la madre del Papa», que vivían de siempre «ahí al otro lado de la iglesia», donde hoy está la panadería Prandl. TEXTO: RAMIRO VILLAPADIERNA FOTO: ABC El entonces cardenal Ratzinger en una comida con su secretaria de Múnich, María Prankl La familia materna

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Page 1: D050423 Secretaria de Ratzinger, Este Papa nos rehabilita un poco

50 Sociedad

SÁBADO 23/4/2005 ABC

CHIEMGAU (ALEMANIA). «Ratzingerun nazi... ¡qué indignidad!», lamenta suantiguasecretaria enreferencia a titula-res de la prensa sensacionalista inglesaquehanofendidoaquí amuchos. Sinem-bargo, María Prankl, una encantadoraantigua estudiante de teología, admiteque nunca creyó que su admirado jefefuera a ser elegido: precisamente por-que «nuestra historia más negra seguíapesando demasiado». Esperanzada aho-ra, confía en el brillo de la «mezcla derazón y fe» que bien conoció al lado delnuevo Papa y cree que su elección, porfin, «nos puede rehabilitar un poco a losalemanes» ante el mundo.

Mientras, el diario populista «Bild»ha declarado una vez más la guerra ala «incultura» y el «insulto gratuito»de las cabeceras inglesas, y abunda endemostrar que las Juventudes Hitleria-nas (JH) fueron como una OJE obliga-toria para los escolares. Personalida-des hebreas como Paul Spiegel, presi-dente de los judíos de Alemania, consi-dera su biografía «limpia» y al nuevoPapa «un amigo» de los judíos, al queve parte en el acercamiento de Juan Pa-blo II. El historiador experto en Hitler,Joachim Fest, subraya que las JH«eran niños, no criminales» y «el enro-lamiento era forzoso. Mi padre se jugóla cabeza negándose al reclutamientode sus hijos, aunque luego nos cogie-ron igual en el internado».

El ex portavoz del Gobierno, KlausBölling, recuerda su tiempo en las JH yasegura que «aquello iba más de fuegode campamento que de ideología» y eldiario de centro izquierda «Süddeuts-che Zeitung» recuerda la distancia dela familia Ratzinger, «más bavaristaque pro alemana», con el régimen; reve-la que en los años 30 estaban abonadosa la revista antinazi «Der gerade Weg»y que el luego cardenal ha sido el prime-ro en escribir voluntariamente de supasado en aquel «tiempo negro, crimi-nal y sin Dios». El «Süddeutsche» docu-menta que «todo el seminario fue enro-lado en el Flak», o servicio de guerraantiaéreo, pero «Ratzinger creó proble-mas y fue apartado a un departamentoadministrativo por un profesor nazi pe-ro comprensivo». En sus memorias, elnuevo Papa dice que aún hacia finalesde la guerra los hacían «salir a vecespor las calles del pueblo marchandocon canciones guerreras, como si esofuera a engañar a alguien».

Por su catolicismo e idiosincrasia de«antinacionalismo-alemán» Baviera«no fue precisamente nazi», dice el his-toriador Fest y subraya en RimstingMaría Prankl: «Mi familia siempre semantuvo lejos de la ideología nazi, pormotivos religiosos, como también losRatzinger», asegura en la casa de la

que su familia no se ha movido, «desdeel siglo XII». «Mi abuela era buena ami-ga de la madre del Papa», que vivían desiempre «ahí al otro lado de la iglesia»,donde hoy está la panadería Prandl.

La familia maternaToda la familia materna de Ratzingerha vivido aquí en Rimsing y alrededordel lago de Chiem: en la vecina Prienvive su prima Ida, más allá en Endorfsu primo Ernst y y al otro lado en Was-serburg su primo Werner. «Cuando elPapa lo llamó a Roma (1982) mi madre,que era su tía, le dijo en dialecto: ¡Quéno habrás hecho Josef!», recuerda laprima Ida, que sale «mañana para Ro-ma, en el tren».

La antigua y admirada secretaria du-rante de los años de Ratzinger en Múni-ch, María Prankl, aún no se lo puedecreer: «Verlo trabajar era alucinante,jamás vi una mezcla tal de profundi-dad y piedad y al tiempo de brillanteracionalidad». Así lo reconocía ayertambién en el «Abendzeitung» la obis-po evangélica local Susanne Breit-Kes-sler, «tiene algo que los protestantesapreciamos mucho en el intento de fun-damentar también racionalmentenuestra fe». En los años junto a Ratzin-ger, Prankl confiesa haber pensado«siempre que su destino era muy alto,pero al tiempo sabía que como alemánno podía. Pero ahora creo que él ha to-mado en parte nuestra negra culpa so-bre sus espaldas y su elección nos haliberado un poco porque sabemos que

como Papa será brillante y espléndi-do». Prankl dice haberlo visto «orgullo-sa» superar el «boicot de los izquierdis-tas» en la Universidad de Múnich,«que nunca quieren permitir otras vo-ces», y al tiempo haberse sentido «per-sonalmente ayudada por él duranteuna profunda crisis juvenil».

Como muchos que lo han tratadoaquí en la comarca que consideran sucasa, tanto la prima Ida como la secre-taria Prankl insisten en «la confusión»que muchos tienen con «el carácter»de Ratzinger: «Es todo lo contrario delo que se dice», asegura Ida. «Está cla-ro que su función era de serio guar-dián de algo que es serio, pero comopersona es caluroso, lleno de humor ysorprendente», insiste Prankl. ¿Sor-prendente? «Sí, yo espero mucho de él,ya ha empezado a decir cosas muy inte-resantes», insiste Prankl, que no quie-re «aventurar» pero cree que puede ha-ber «sorpresas en el diálogo con losotros cristianos», algo que muchos lereconocen como muy «cercano a susensibilidad». Prankl cree que en estojugó ya un gran papel junto al Papa an-terior, además de «su experiencia con

el horror del nazismo, por eso Juan Pa-blo II beatificó a nuestro gran ejemploy guía aquí», el padre Rupercht Mayer,ejecutado «mártir por su rebelión con-tra una ideología incompatible con elcristianismo».

Como obispo y aún cardenal, el nue-vo Papa no parece haber olvidado nun-ca a su familia, «ha venido en algunafiesta a casa, disfruta comiendo el pes-cado del Chiemsee», dice su prima Ida,es muy afable y accesible «cuando tuvea Thomas le dije, anda Josef bautíza-melo...». La última vez estuvo «para en-terrar a su hermana, mi tía María, a laque había llevado con él a Roma», re-cuerda su otro primo Werner.

Benedicto XVI ha mantenido autén-tica amistad con ex compañeros, maes-tros y alumnos gracias al «universalcontacto» que une a todos los bávaros:hace unos años vino de Roma sólo «pa-ra la inauguración de la exposición deuna amiga suya, la pintora ChristineStadler». En Múnich, el profesor que leenseñó religión, Franz Xaver Kronen-berg lo recuerda «siempre escuchandoatento en clase y decidido a pregun-tar», «no llegaba a los pedales de la bicipero tenía un sorprendente sentido dela responsabilidad». Baviera es muchoAlemania y no es nada alemana. El co-mentarista muniqués del «Bild», Han-nes Burger, insiste aún días despuésque «¡es que no lo puedo creer! Tene-mos el primer bávaro de Papa en losúltimos 2000 años y ya se lo quierenapropiar los prusianos (alemanes)».

Su secretaria dice haber lamentado siempre que, pese a lo que «prometía su grandeza y brillantez», ser alemán terminaría

cerrando a Ratzinger la última puerta a la máxima responsabilidad en la Iglesia

«Este Papa nos rehabilita a los alemanesun poco ante elmundo»

BENEDICTO XVI, NUEVO PAPA

«Verlo trabajar eraalucinante, jamás vi unamezcla tal de profundidady piedad y al tiempo debrillante racionalidad»

El entonces cardenal Ratzinger en una comida con su secretaria de Múnich, María Prankl

TEXTO: RAMIRO VILLAPADIERNA FOTO: ABC