De Lamennais a Maritain

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    JULIO MEINVIELLE

    DE LAMENNAIS

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    MARITAIN

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    Las lneas generales [en la obra de Maritain]provienen de LAvenir y tienen una raz tomista yvemos renovarse en ella la tentativa de unainterpretacin filosfica y cristiana del mundo moderno,

    cuya amplitud iguala, en cuanto a la actualidaddoctrinaria, la deLAvenir (J. V. Ducatillon, O.P.,Dios y la libertad, Orden Cristiano, Buenos Aires,1945, pg. 219).

    Yo temera ms bien ahora haberme hecho demasiadoconciliador (Palabras de Maritain, reproducidasen Revue Thomiste, n. I, II del t. 48. Pars,1948).

    Nos mueve a publicar por segunda vez este libro, que alcanz alguna resonancia en su tiempo, no

    tanto el renovar la polmica con el ilustre autor del Humanismo integral, sino el hacer presente laposicin que en dicho libro defendamos y que hoy tiene ms actualidad y vigencia que entonces. Enefecto, mientras la tesis de una animacin cristiana de la civilizacin moderna, que defenda Maritain, hasido compartida luego por distinguidos telogos como Journet1, Chenu2, Congar3, H. Urs Von Balthasar4 yotros, y ha penetrado en la mentalidad corriente de los catlicos, nutriendo la peligrosa lnea delprogresismo cristiano, el proceso de disolucin de esa misma civilizacin ha continuado hasta amenazarlacon su total autodestruccin. Si el mundo moderno, que, en cierto sentido tiene una raz catlica, ha de sersalvado decimos en cambio lo ha de ser por la Ciudad Catlica, tradicional, por aquella de la que San PoX deca no est por inventar ni por construir en las nubes sino que ha existido y existe, es la civilizacincristiana, es la ciudad catlica. Esta es nuestra firme conviccin. La ciudad catlica tradicional y sacra delmismo tipo, en cuanto a su esencia que aquella que conoci el Medioevo, slo nos puede salvar de un

    mundo que muere por laicista y ateo.

    Detrs de esta discusin entre la Ciudad Catlica y la Nueva Cristiandad se desarrolla otra msprofunda sobre el carcter progresista de la historia. Tanto para Lamennais como para Maritain y paralos que comparten sus ideas, la historia se desarrolla en un ritmo que, aunque puede ser momentneamente

    1 LEglise du Verbe Incarn, Descle de Brouwer, Pars.2 Vie intellectuelle, Fvrier, 1954.3 Ibid. yVraie et Fausse Reforme dans lEglise.4 El artculo Raser les bastions, en Dieu vivant, n 25.

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    accidentado y regresivo, en definitiva, es necesariamente progresista. En Raison et Raisons5 contestandoa Garrigou Lagrange, escribe Maritain: Me atribuye [Meinvielle] con santo horror la tesis de que eldesarrollo histrico es necesariamente progresivo. Y aade: He hecho ya en Thonas una crtica de la idea delprogreso necesario que encuentro ahora demasiado brutal, pero de la cual mantengo lo esencial. Y almismo tiempo que restituyo todo lo que hay de verdadero en la nocin del progreso humano (nocin cuyoorigen es cristiano), sostengo la tesis de que, de hecho, la historia va a la vez, por dos movimientoscontrarios simultneos, uno de ascensin, otro de cada, hacia el acrecentamiento del mal y hacia el delbien. En otros lugares Maritain ha de llamar a sta, ley de la ambivalencia de la historia.

    Pero Maritain ha de convenir que si queremos evitar el maniquesmo, la ambivalencia exige que nosdebamos resolver en definitiva por la unidad. En definitiva, se ha de aceptar el progreso o el regreso delhombre para un determinado perodo histrico.

    Podr haber en el hombre ser heterogneo y de muchas dimensiones aspectos parciales deprogreso y regreso simultneos. Pero el hombre en cuanto hombre, la humanidad en cuanto humanidad, y lahistoria humana en cuanto historia humana, progresar o regresar. Progresar aadimos nosotros si seacerca ms a Dios y regresar si se aparta de Dios. Y sabido es que para ciertos grupos humanos es fcil

    aquilatar en determinados perodos este acercamiento o alejamiento. Maritain, en cambio, parece noadmitir sino el progreso. En Los derechos del hombre6 afirma categricamente que hay que aceptar el progresosi no se quiere desesperar del hombre y de la libertad, lo cual es de por s un principio de suicidio histrico.Y para que no quede duda al respecto invoca la autoridad cientfica de un autor tpicamente progresista, lade Pierre Teilhard de Chardin, y all dice textualmente: He tenido el placer de encontrar desde el punto devista de su autor, concepciones parecidas en una conferencia recientemente pronunciada en Pekn por elclebre paleontlogo Teilhard de Chardin7; en ella indica que por vieja que la prehistoria parezca hacerla anuestros ojos, la humanidad es an muy joven, y muestra que la evolucin de la humanidad debe ser encaradacomo la continuacin de la evolucin de la vida ntegra, donde progreso significa ascensin de la concienciaydonde la ascensin de la conciencia est ligada con un grado superior de organizacin; si el progreso debecontinuar no se har por s slo: la Evolucinpor mecanismo de su sntesis, se carga cada vez ms de libertad .

    Y para que se comprenda el alcance que en su concepcin tiene la idea de progreso terrestre de laHumanidad, Maritain cierra el captulo con la siguiente inslita afirmacin que constituye una especie dedogma del progresismo: Se puede an sealar, dice, con el mismo sabio que cualquiera sea su creencia ofalta de creencias religiosas, los hombres que admiten o que niegan la marcha hacia delante de lahumanidad, toman, de ese modo, posicin de lo que es prcticamente decisivo desde el punto de vista de lavida de las sociedades humanas. Ya no es Dios ni el acercamiento a Dios lo decisivo para el hombre en suvida terrestre. Y as Maritain aade: Con respecto al Reino de Dios y a la vida eterna, la aceptacin o elrechazo del dogma religioso, sealan la diferencia esencial entre los espritus. Con respecto a la vidatemporal y a la ciudad terrena, la aceptacin o el rechazo de la vocacin histrica de la humanidad.

    Es claro que si se acepta esta tesis del carcter necesariamente progresista de la historia, hay queconvenir que el mundo moderno con el naturalismo, el liberalismo y el comunismo, que vienen despus dela ciudad catlica medioeval, sera ms humano que sta; y que por tanto, la nueva ciudad catlica laNueva Cristiandad de Maritain, la laica, no ha de renunciar a ese naturalismo, liberalismo y comunismo dela revolucin anticristiana. La conclusin no puede ser ms impa. Sin embargo, fluye en buena lgica delos principios.

    5Egloff, Pars, 1947, pg. 273.6 Editorial Ddalo, pg. 57 y sig.7Rflexion sur le progrs, Pekn, 1941.

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    La filosofa de la historia cristiana que subyace en el fondo de las posiciones de Maritain ha dedeterminar luego una toma de posicin peligrosa frente a los problemas vivos de la vida moderna. Enrealidad, todos los movimientos que vienen sacudiendo el inquietante ritmo del catolicismocontemporneo, en el plano europeo y aun en el universal, se hallan de manera proftica consignados en laNueva Cristiandad de Maritain. Esto puede significar una nota elogiosa o de censura para el ilustrepensador. Ello ha de depender de la valoracin final que se haya de formular de dicho catolicismo.

    No hay dudas que un noble impulso se oculta en la vitalidad del catolicismo contemporneo en suintento por tomar contacto con el hombre de hoy. El dilogo, llevado a todas las manifestaciones de lavida, no es sino la traduccin de ese afn de comunicacin del Mensaje cristiano con los requerimientosms profundos del hombre actual. Y este hombre, quiralo o no, est modelado por los cinco siglos deHistoria moderna, la que si bien contiene adquisiciones valiosas en el campo de las ciencias decomprobacin y en la aplicacin de esas mismas ciencias a la utilidad humana lo que en el lenguajecorriente se llama Ciencia y Tcnica se halla asimismo impulsada por un afn de independencia pura. Elhombre actual, en definitiva, no quiere depender de nada ni de nadie. Quiere autoabastecerse. Quiere seromnisuficiente. Pero en esto consiste precisamente la Revolucin. Revolucin que se llama Libertad,

    Igualdad, Fraternidad. Revolucin del Hombre que no quiere reconocer su carcter de creaturay que noquiere reconocer su carcter de creatura cada.

    Si la condicin del hombre es de creatura y de creatura cada, la Salud del hombre consisteprimeramenteen aceptar la dependencia del Creador y la dependencia del Redentor. Dios y Cristo sonentonces los grandes valores del Hombre. Y como Dios y Cristo no llegan a nosotros sino por mediacinde la Iglesia, la Iglesia como Sociedad Visible de Salvacin, es el Arca de Salud para todo el hombre. Tantopara el hombre privado como para el hombre pblico.

    La salud del hombre privado y pblico consiste primeramente en la humilde aceptacin de la Iglesia.Decimos la salud del hombre. No slo la salud eterna sino tambin la salud temporal. El hombre no puede

    tener la poca felicidad que le cabe en el mundo presente por otrosprincipios que por aquellos que leaseguran la felicidad en la vida eterna. Slo estos principios pueden hacerle habitableeste valle de lgrimas.No le convertirn, de modo alguno, la tierra en paraso pero evitarn que sta se convierta en infierno.

    Decimos adems que la salud del hombre consiste primeramenteen la humilde aceptacin de la Iglesia.No decimos nicamente.Aceptamos y aun exigimos que el hombre se ocupe de su progreso y de su bienestartemporal. Y en ello nada tiene que ver directamentela Iglesia. Es el hombre, en su movimiento civilizador,quien ha de ocuparse de su bienestar terreno. Pero si no quiere que esta preocupacin, lejos de serlebenfica, le sea perjudicial, ha de emprenderla en dependencia y subordinacin de aquella otrapreocupacin por la que ha de buscarprimeramentesu salud eterna que le procura la Iglesia.

    Esto que decimos del hombre vale para el hombre todo, en la totalidad de sus manifestaciones. Elhombre no puede ser feliz ni conocer la paz en lo privado si no la conoce en lo pblico; no puedeconocerla, sobre todo hoy, en el orden nacional si no la conoce en el internacional. Por ello, la presencia dela Iglesia, como causa necesaria y primera de Salud, ha de hacerse sentir en la vida privada y pblica, en lasinstituciones de la vida nacional y de la vida mundial.

    Pues bien, Qu pasa con el novsimo catolicismo que nos quieren inculcar los promotores delProgresismo cristiano? Que sea por vergenza non erubesco evangelium, Rom., 1, 16, sea por conformidadcon el mundo nolite conformari huic saeculo, Rom., 12, 2, no se atreven ni a proclamar ni a poner en prcticaprincipios tan claros y tradicionales de verdad de salvacin para los pueblos. No se atreven a denunciar

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    como deletreo el principio revolucionario de que adolece el hombre moderno, en su condicin de moderno;no se atreven a proclamar la necesidad de subordinacin de lo temporal a lo eterno, de la civilizacin y delos valores de cultura a la Iglesia. Y entonces quieren conciliar la Revolucin y la Iglesia, el mundomoderno y Cristo, el comunismo con el cristianismo.

    Pero esta conciliacin de la Revolucin con la Iglesia del actual Progresismo Cristiano no es sinorepeticin del imposible intento formulado por Lamennais en LAveniry por Maritain en su HumanismoIntegral, y que, de una manera u otra, adoptan tambin los telogos que estn impulsando las actualescorrientes de la Teologa Pastoral. Pero dejemos esto ltimo para otro estudio 8 . Bstenos sealar laactualidad del presente libro, escrito hace ya veinte aos, para diagnosticar los males del actual Progresismocristiano y para pronosticar la suerte de la sociedad contempornea.

    Aunque parezca increble pensarlo, el Progresismo cristiano, sea por error involuntario o deliberado,concibe de tal suerte las relaciones de la Iglesia y el Mundo, de la Humanidad y Cristo que, lejos de sanar alMundo levantndolo haciaarriba, hacia la Iglesia, pretende utilizar a la Iglesia para la construccin de lanueva Ciudad del Hombre. De all que todos los esfuerzos de los progresistas cristianos se dirijan a unirsecon los socialistas y comunistas en la tarea comnde una Ciudad de la Fraternidad y de la Paz universal. Esta

    es la Ciudad de la Revolucin que, en el siglo XVIII fue naturalista, en el XIX liberal y hoy se halla bajo elsigno del socialismo.

    Intento perverso por cuanto busca la salud del hombre en el hombre mismo. Intento perverso porcuanto emplean a Cristo y a la Iglesia como una de las tantas corrientes que han de colaborar con las otrasen esasalud del hombre. Intento perverso por cuanto ha de terminar en la ruina del Hombre.

    Por ello, en la Teologa Pastoral del Progresismo cristiano, no se trabaja para levantar al hombre yelevarlo en la Iglesia, y a travs de la Iglesia, en Cristo y en Dios, sino que se usa a la Iglesia, y a travs deella a Cristo y a Dios, para el Hombre, para la construccin de la Ciudad del Hombre. Si no siempre asabiendas, se usa a Cristo para la edificacin de la ciudad del Anticristo. De aqu todo el afn, consciente o

    inconsciente, del Progresismo Cristiano en transformar a la Iglesia en Mundo y al Mundo en Iglesia9

    . Peroestos son temas que han de ser aclarados en un libro especial. Temas, sin embargo, ya tratados e incluidosen el Humanismo Integralde Maritain. De aqu la actualidad de esta segunda edicin de nuestro De Lamennaisa Maritain.

    Hemos aadido a esta segunda edicin un captulo nuevo en que comentamos el libro de Maritaincontra el Progresismo Le Paysan de la Garonne, que tantas polmicas ha suscitado en nuestros das.Tambin hemos insertado nuestro estudio sobre La Declaracin conciliar sobre la libertad religiosa y la doctrinatradicional.

    JULIO MEINVIELLE

    Festividad de la Asuncin de la Virgen, 1967.

    8 Ver: La Iglesia y el mundo moderno. El Progresismo cristiano en Congar y otros telogos recientes. Ediciones Teora.Buenos Aires, 1966.9 Ver el artculo de Schillebeeckx, Iglesia y Humanidad, Concilium, 1, enero de 1965, y Eglise et monde, de IvesCongar enEsprit, febrero de 1965.

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    PREFACIO A LA PRIMERA EDICIN

    El presente volumen contiene seis estudios y una conclusin, donde se examinan a la luz de losprincipios catlicos, algunos aspectos de la filosofa social-poltica de Jacques Maritain. Decimosexpresamente de la filosofa social-poltica, porque si Maritain, que presenta sus posiciones comoperfectamente compatibles con la fe catlica, se limitara a analizar los hechos y orientaciones de la vidamoderna sin erigirlas como norma de conducta, poco o nada debera la teologa intervenir en susdisquisiciones. Pero Maritain elabora una nuevafilosofa social-poltica; una nuevanorma que ha de regular laactuacin pblica de los catlicos en todo el mundo, si no quieren defraudar las esperanzas que en ellos hapuesto la Nueva Cristiandad, la nueva norma de convivencia universal humana que ha de moverlos yguiarlos como un objetivo apto a ser querido plena e ntegramente, y a arrastrar eficazmente hacia s, afinalizar eficazmente las energas humanas que tendern hacia l de una manera tanto ms viva cuanto lavoluntad se lo propondr en su integridad10.

    Como el juicio que surge del presente libro pudiera aparecer severo para el lector que no tengapresente la inmutabilidadde la Regla de Conducta que comporta la doctrina de la Iglesia, no ha de ser ociosoadvertir que el punto vulnerable de toda novedad que quiera introducirse en la Iglesia radica precisamente

    en su novedad. La Iglesia es una vida; una vida de la inteligencia y una vida de la voluntad. Vida, cuya nicafuente es el seno de la Deidad. La Iglesia vive de lo que ha recibido. De lo que ha recibido de Dios, pormedio de Jesucristo, su divino Fundador, a travs de los Apstoles. Y la Iglesia ha recibido, en depsito,una nica Doctrina, que no puede recibir nuevos aportes despus de la muerte del ltimo Apstol. Laconsigna sagrada e inviolable de la Iglesia es conservar con fidelidad el depsito que le ha sido confiado.Clebres los apremiantes consejos del Apstol a su discpulo Timoteo: Oh Timoteo! guarda el depsito de la feque te he entregado, evitando las novedades profanas en las expresiones11. Las cosas que de m has odo delante de muchostestigos, confalas a hombres fieles, que sean idneos para ensearlas tambin a otros12. Y celebrrimas las palabras delApstol a los Glatas, cuando les dice: Me maravillo cmo as tan de ligero abandonis al que os llam a la gracia deJesucristo para seguir otro Evangelio, mas no es que haya otro Evangelio, sino que hay algunos, que os traen alborotados, yquieren trastornar el Evangelio de Cristo. Pero aun cuando nosotros mismos, o un ngel del cielo si posible fuera, os predique

    un evangelio diferente del que nosotros hemos anunciado, sea anatema. Os lo he dicho y os lo repito, cualquiera que os anuncieun evangelio diferente del que habis recibido, sea anatema13. Es pues consigna sagrada e inviolable guardar eldepsito de la verdad divina, sin la ms leve alteracin. Pero esta divina Verdad no es simplemente para sercredasino para serpracticada.

    Y, qu tiene que ver esto con Maritain?, preguntar el lector. Muchsimo, porque aqu radica todo elproblema de la Nueva Cristiandad de Maritain. Maritain propone en su nueva cristiandad una normaprctica de accin social catlica que es otra, esencialmente diversa, de la practicada en la Iglesia. Directa yprimariamente no propone algo diverso para ser credo, sino algo diverso para ser practicado. Pero este algodiverso para ser practicado ha de suponer una concepcin de la vida, tambin diversa para ser profesada.Porque velis nolis la accin del hombre dimana de lo que piensa. Luego si es algo diverso, si es otra cosa,introduce una novedad en el Sagrado Depsito de la Verdad Catlica. Y aqu aparece la gravedad de latentativa de Maritain. Porque como ensean los telogos, falsa doctrina en el estilo de la Escritura esllamada otradoctrina; por esto en el texto de San Pablo a los Glatas, ms arriba citado, se habla de otro

    10Du rgime temporel et de la libert, Descle de Brouwer, 1933, pg. 131.11 I, Tim. VI, 20.12 II, Tim. II, 2.13 Gal. I, 6-9.

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    Evangelio y San Pablo dice a Timoteo: Bien sabes cmo al irme a Macedonia, te ped que te quedaras enfeso, para que hicieses entender a ciertos sujetos que no enseasen otradoctrina, ne aliterdocerent14.

    Y as Maritain, al introducir otraRegla de Conducta social catlica, por las conexiones necesarias quelo especulativo tiene con lo prctico, y lo social con lo individual, ha de proponer otro Evangelio que el deJesucristo.

    El presente estudio que slo abarca algunos aspectos ms exteriores de las desviaciones que, anuestro juicio, contiene la Nueva Cristiandad de Maritain, es preliminar de otros estudios en los quetrataremos de indagar las races ms hondas de donde arrancan las desviaciones de su filosofa15.

    Mientras tanto, queremos subrayar que la fulminante fama que las tesis maritainistas han obtenido enel mundo, traen al recuerdo aquellas palabras de San Agustn: Mira sunt quae dicitis, nova sunt quae dicitis, falsasunt quae dicitis16.

    Admirable que las fuerzas de la revolucin aplaudan universalmente el programa de la NuevaCristiandad.Nuevo que por el camino de la Revolucin, puedan los catlicos instaurar la soberana social de

    Jesucristo. Veamos entonces qufalsedadcontiene esta Nueva Cristiandad.

    14 I, Tim. I, 3.15 Este estudio lo emprendimos en parte con nuestro libro Crtica de la concepcin de Maritain sobre la persona humana.16Admirable lo que decs, nuevo lo que decs, falso lo que decs. (Contra Julianum, III, 3).

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    DEL MITO DEL PROGRESO A LA NUEVA CRISTIANDAD

    Nihil novum sub sole.(Eccles. I, 10).

    Maritain asienta en su Les Droitsuna alternativa de excepcional importancia. Se puede sealar, dice,que cualquiera sea su creencia o falta de creencia religiosa, los hombres que admiten y los que niegan lamarcha hacia delante de la Humanidad, toman, de ese modo, posicin sobre lo que es prcticamentedecisivo desde el punto de vista de la vida de las sociedades humanas 17. Y en efecto: si se establece comoPostulado que laHumanidad marcha hacia delante,entonces todo el acaecer histrico ha de interpretarse comonecesariamente bueno, que de ninguna manera debe ser contrariado, sino ms bien estimulado, acelerandoel trmino venturoso que ha de coronar su perfeccionamiento siempre constante.

    Si por el contrario no se acepta este Postulado, no por ello habr de admitirse como Ley Primera quela Humanidad retrograde necesariamente; se medir el progreso o el regreso de una sociedad por suconformidad o disconformidad con la ley objetiva de valores que, en ltimo trmino, no es sino la voluntadantecedente de Dios que ha fijado a cada cosa la perfeccin propia de su ser.

    La alternativa sealada por Maritain es vlida en cuanto al primer trmino; esto es, el hecho mismo deestablecer como Postulado, la marcha hacia delante de la Humanidad, comporta una concepcin de la vidabasada en el acaecer de la dialctica histrica; y como la dialctica histrica de la Modernidad es laRevolucin, oponerse a la Revolucin es malo, trabajar en su favor es bueno.

    Todos los revolucionarios, desde los das de Giordano Bruno, pasando por los idelogos de los siglos

    XVIII y XIX con Volney y Condorcet a la cabeza, hasta los soadores del comunismo ms avanzado, hanquerido alucinarse y alucinar a otros con la idea de una Humanidadhipostasiada que se va desplazandoinconteniblemente en un proceso histrico siempre progresivo, tal como lo ha descripto Buchez en suEsquisse de la Philosophie. A esta idea responde algo real? Maritain, el Maritain de otrora en su Thenas, haceobservar con profundidad, que la idea misma del progreso necesario y universal no es una ideapropiamente dicha que suministre a la inteligencia una toma de la realidad y por ella consiguientementemedible y rectificable, sino por el contrario una de estas frmulas verbales que son tanto ms perfectas ensu gnero cuanto ms independientes y alejadas de las cosas y se imponen a ellas ms arbitrariamenteidea-mito, que, vaciada de todo contenido intelectual, y destinada slo a provocar ciertas resonancias en laimaginacin y en el apetito, domina despticamente el campo entero de la representacin, del individuomismo, a quien hace entrar en vibracin desde que es proferida divinidades ideolgicas, pseudo-ideasdevoradoras de lo real, cuyo conjunto constituye la mitologa moderna, y en cuya primera fila brilla la ideadel Progreso18.

    En Lamennais y en el Maritain, posterior a Rligion et Culture, mordi fuerte esta idea devoradora de loreal, turbndoles todo el ser. En un paralelo, de cuya exactitud deber juzgar el lector, vamos a presentar elcontenido de esta pseudo-idea que as como en un Condorcet y en un Volney adquiere revestimiento

    17Les Droits de lhomme et la loi naturelle,pg. 48, ditions de la Maison Franaise, New York, 1943; ed. cast., pg. 58.Editorial Ddalo, Bs. As., 1961.18Thonas, deux. dit., Nouvelle Librairie Nationale, 1925, pg. 120.

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    racionalista-materialista y en Comte, sociolgico-positivista, y en un Darwin, evolucionista-materialista, yen Saint-Simon, Buchez y Enfantin, se tie de un humanitarismo-cristiano, en Lamennais y Maritainadquiere contornos catlicos, con nfasis romntico en aqul, grave, filosfico y tomista en ste.

    En Lamennais19 nos va a ser sumamente fcil seguir el curso de esta pseudo-idea porque, bajo supresin, ha sido escrito20 el famoso artculo sobreEl porvenir de la sociedad.

    El progreso de la humanidad

    Si las leyes dice all emanadas de una sabidura infinita que preside el mundo fsico dirigen yregulan sus movimientos y, a pesar del a veces aparente desorden de los fenmenos, lo conducen a susfines con una fuerza irresistible y una inmutable regularidad, no se debe pensar que el mundo moral,abandonado por la providencia, flote al azar sobre el sombro, inmenso, borrascoso mar de las edades y notenga igualmente leyes, que sin alterar la naturaleza de las personas libres, lo conduzcan tambin, siguiendoun orden de desarrollo armnico y regular a fines particulares y al fin general de la creacin. Estas leyes delas cuales la historia constituye la expresin ms clara y precisa a medida que transcurren los siglos, semanifiestan principalmente en las grandes pocas en que termina un perodo de la sociedad y comienzaotro, porque entonces, desnudndose de la vieja envoltura de un pasado para siempre extinguido, todorenace, todo cambia, todo se transforma y las brisas del porvenir trayendo a los pueblos como perfumes deuna tierra nueva, se lanzan impacientes, a travs de los mares, hacia el trmino desconocido de susanhelos21.

    Lamennais, filsofo catlico que se ha enamorado del mito del Progreso, lo catoliza, esto es, buscajustificarlo, a base del gobierno providencial de Dios que dirige todas las cosas a los fines que se hapropuesto su divina Sabidura.

    Maritain no proceder de otra suerte; en una exposicin menos optimista, que pareciera reflejar laturbacin que produce en un filsofo autntico el ser arrebatado por un mito, escribe: Si tratamos de

    considerarlas por s mismas, aislndolas de todo contexto errneo, diremos que en virtud del oscuro

    19 Felicidad Roberto, llamado de La Mennais y que, a partir de 1827, firmara simplemente Lamennais, naci en Saint-Malo, el 19 de junio de 1782. Hurfano a la edad de 5 aos, se form solo. A los 10 aos haba ledo a Rousseau. Porpresin de su hermano Juan, entr en el seminario y se orden el 9 de marzo de 1816. En su vida hay que distinguirunperodo catlico (1816-1834) y unperodo no-catlico (1834-1854). Escribi primeramente su conocida obraEnsayo sobrela indiferencia en materia de religin, que le acarre en un solo da el poder de Bossuet, en frase de Lacordaire. Aunqueinficionada por el error del tradicionalismo, cuyo gran representante era Bonald, en esta obra defiende Lamennais latesis catlica de la subordinacin del Estado a la Iglesia. Es considerada como tpicamente ultramontana. En 1929

    escribe Los progresos de la Revolucin y la guerra contra la Iglesia, que seala ya la posicin liberalde Lamennais que se va aafirmar netamente en el diario lAvenir(16 de oct. 1830 15 nov. 1831) donde le rodearon como colaboradores entreotros, Lacordaire y Montalembert. Condenado por Gregorio XVI en la Mirari Vos, se someti en apariencia, pero alpublicar Palabras de un creyente, folleto demaggico e impo, fue condenado expresamente por la Singulari Nos, del 7 dejulio de 1834. Desde entonces se entreg al socialismo y fue elegido diputado en 1848. Muri el 1 de marzo de 1854,dando muestras exteriores de impenitencia y, en cumplimiento de su voluntad, su cadver fue echado a la fosacomn del Pre-Lachaise.20De lAvenir de la socit, 28 de junio de 1831, en Oeuvres compltes, Socit belge de librairie, Bruxelles, 1839, tomo II,pg. 459.21O.c.., II, pg. 459. En las citas sucesivas de Lamennais hemos sustituido la indicacin Ibid. del A. por O.c. (n.del E.).

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    trabajo de la inspiracin evanglica, la conciencia profana ha comprendido que la historia humana no giraen forma circular, sino que se orienta hacia un lmite y progresa en una direccin22.

    El progreso no es automtico y necesario, est amenazado y contrariado; no es debido a unadvenimiento de la razn pura que invalidara toda la herencia del pasado; es esa misma herencia que seagranda gimiendo bajo el trabajo de todas las energas humanas y divinas en el hombre. El Progreso notiende a hacer recuperar maana el paraso mediante la Revolucin, sino a hacer pasar las estructuras de lavida humana a estados mejores, y eso, a lo largo de la historia, hasta el advenimiento del reino de Dios y de la tierra delos resucitados, que est ms all de la historia. Que creis o no en este advenimiento 23, hacia l os volvis si creis en lamarcha hacia delante de la humanidad. Y lo adquirido de todos modos por la conciencia profana, si no virahacia la barbarie, es la fe en la marcha hacia delante de la humanidad24.

    De manera que en el pensamiento maritainiano la historia humana progresa en una direccin, y si suprogreso no es automtico y necesario, en cuanto puede ser contrariado momentneamente, lo es encuanto hay que creer, si no se quiere virar hacia la barbarie, en la marcha hacia delante de la Humanidad. Deaqu que en otro lugar25 afirme que la negacin de este progreso prevalece entre quienes desesperan delhombre y de la libertad, lo que constituye un principio de suicidio histrico, suicidio histrico que

    encuentra su equivalente en los incalculables males que segn Lamennais, acarrea, el luchar con una vanay funesta obstinacin, contra el invencible poder que empuja hacia adelante al gnero humano. Porquenada produce mayores calamidades ni ms terribles que la resistencia a lo que la naturaleza de las cosas y delos seres, es decir, a lo que Dios mismo ha hecho necesario: y el mal en s, el mal esencial, no consiste sinoen esta oposicin a Dios26.

    Y el progreso contrariado lo pone de relieve Lamennais cuando hermosamente escribe: Este progresono es en todas partes uniforme, aunque en todas partes exista, y aade: Viene de lo alto, parte de Dios,que ha querido que la sociedad avanzase perpetuamente hacia un trmino que no puede alcanzar sobre latierra pero al que debe acercarse siempre; y las doctrinas de error, que, en algn grado han falseado sudireccin, lo han ms bien trabado que ayudado, y de haber sido posible, an lo habran detenido

    completamente27

    .

    Lamennais hace derivar la necesidad del progreso de la accin providencial divina que preside tantoel mundo fsico como el moral y Maritain en Rligion et Culturevincula esta necesidad del progreso materialque se persigue en la civilizacin moderna con los fines providenciales del Maestro de la Historia bajocuya voluntad y permisin se escribe este libro y aunque Satn puede, en ciertos momentos sostener lapluma y entonces es una cobarda no ver y no llamar por su nombre el mal que se ha hecho para siempre,sera tambin tontera no comprender que entre todas las deformaciones posibles la lnea del ser contina,el texto divino es todava legible a los ngeles, un cierto bien grande o pequeo ha sido ganado (pormnimo que fuere, qu importa, Dios lo ha querido) 28 . Maritain desarrollar ms ampliamente estosconceptos29 y en Problemas de una Nueva Cristiandad, escribe: inmovilizar en una forma unvoca, el ideal de

    22Christianisme et Dmocratie, Editions de la Maison Franaise, New York, 1943, pg. 53 ; edicin castellana, BibliotecaNueva. Buenos Aires, 1955, pg. 58.23 El subrayado de las citas es nuestro, cuando no advertimos lo contrario.24Christ. et Dm., pg. 53; ed. cast., pg. 59.25Les Droits, pg. 46; ed. cast., pg. 56.26O.c., II, pg. 460.27 Ibid.28Rligion et Culture, Descle de Brouwer & Cie., Paris, 1930, pg. 33.29Du Rgime temporel et de la Libert, Descle de Brouwer, Paris, 1933, pgs. 32-34, 98-113, 139-159.

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    una cultura digna de finalizar nuestras acciones, sera ir contra Dios mismo y luchar contra el gobiernosupremo de la historia30.

    Por consiguiente, tanto en Maritain como en Lamennais el razonamiento tiende a concluir delgobierno providencial de Dios el progreso terrestrede la Humanidad. Y esta conclusin no se sigue. PorqueDios permita el mal y porque, con su permisin, haya de operarse una ganancia, un bien, no se sigue queeste bienque haya de operarse sea terrestre ni que haya de operarse en la tierra. En el ms indulgente de loscasos, habra que decir que Maritain no demuestra esta conclusin. Pero adems esta conclusin esterriblemente falsa y funesta. Porque pretende justificar el mal de la historia; y as escribe Maritain:Denunciar una desviacin espiritual fundamental en un perodo de cultura, no es condenar este perodohistrico. No se condena la historia. Sera tan poco sensato de parte de un cristiano condenar los tiemposmodernos como de parte de los racionalistas (que no se abstienen de ello) condenar la edad media 31. Quse quiere significar cuando se dice no se condena la historia;que no se puede suprimir lo ya hecho? Deacuerdo. Que hay que admitir ese camino histrico introducido por la malicia del hombre y que hay queintentar siguiendo por l, llegar a no s qu fines salvadores providenciales?Falso, falssimo y pernicioso. Porque coneste recurso a los fines providenciales habra que admitir, por ejemplo, la justificacin de la Reforma, y sinembargo la Iglesia le opuso la Contra-Reforma; habra que admitir el liberalismo de la Revolucin francesa y

    sin embargo la Iglesia le opuso un tenaz y constante rechazo, como veremos oportunamente; habra queadmitir ahora el comunismo y sin embargo la Iglesia (no los catlicos progresistasA) le han opuesto unafundamental y decisiva condenacin; habra que admitir maana al Anticristo y sin embargo slo loselegidos que le resistan han de ser salvos. El cristiano no puede borrar el mal que se produce en la historiaindependientede su voluntad; pero ha de tratar con todas sus fuerzas que su voluntad no coopere a ese mal,no ha de querer entrar en el camino de ese mal, alucinado con la ilusin de que por all habr de conquistar,quin sabe qu bien reservado all en los inescrutables designios de Dios; ha de medir su acciny ha deformular su juicio de valorrespecto a los acontecimientos histricos de acuerdo a lo que debe ser a lavoluntad antecedente de Diosy no de acuerdo a lo que sucede, de acuerdo al bien que podra sacar Dios en lapermisin del mal voluntad consecuente de Dios, que dicen los telogos. Cosa absurda y quimricaerigir en norma de acciny en juicio de valor, las cosas que acaecen porque Dios las ha querido, al menos

    permisivamente, en sus inescrutables designios! Con este criterio habra que estar junto con los sacerdotesjudos y con los soldados romanos crucificando al Seor. Porque la Crucifixin del Seor ha trado tangrandes bienes al mundo que la Iglesia canta, O felix culpa!Como advierten los telogos, el finque deberegular eficazmente las acciones de los cristianos, es el ideal cristiano de vida, invariable, unvoco losDerechos de Dios y de la Iglesia, fijados definitivamente en el cierre de la Revelacin; los medios que hicet nunc son ms conducentes a la consecucin de dicho fin, pueden variar, de acuerdo a una u otracircunstancia histrica; pero no son los medios sino el fin invariable y unvoco que finaliza la accin32.

    De este absurdo, erigido en norma de conducta se han de seguir las grandes y funestas desviacionesde Lamennais y Maritain. Porque si la Revolucin es querida por Dios, es querida, de alguna manera,porque de otra suerte no habra acaecido, hay que estar en la lneade la Revolucin. Esta es la gran tarea quese ha propuesto Maritain en su intento de reconciliar la visin de un Jos de Maistre y de un Lamennais enla unidad superior de la gran sabidura, de la que es heraldo Toms de Aquino33.

    En el pensamiento maritainiano-mennaisiano, hay que aceptar, so pena de suicidio histrico, la marchahacia adelante de la Humanidad, y como la civilizacin moderna camina en la lnea de la Revolucin, hay

    30Problemas espirituales y temporales de una Nueva Cristiandad, Ediciones Fides, Buenos Aires, 1936, pg. 114.31Du Rgime Temporel, pg. 98.32 Garrigou-Lagrange, O.P., De Revelatione, 2 edicin, pg. 629.33Du Rgime Temporel, pg. 147.

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    que aceptar el camino de la Revolucin, que es el camino del Progreso. Y qu ley seala este Progreso?Este movimiento progresivo escribe Lamennais tiene su principio indestructible en la ley primera yfundamental, en virtud de la cual la humanidad tiende a desprenderse progresivamente de los lazos de lainfancia, a medida que creciendo y desarrollndose la inteligenciaemancipada por el cristianismo, alcanzanlos pueblos por decirlo as, la edad de hombre: porque lo que es verdad de ste lo es tambin de lasociedad, y como l, debe recorrer las fases sucesivas de la vida34. Maritain no insiste en esta imagen delhombre individual que le es tan grata a Lamennais. En un tono, aparentemente ms profundo, coloca elprogreso en la ascensin de la conciencia juntamente con una ascensin de la organizacin. Estemovimiento escribe Les Droits35 depende de una gran ley que podra llamarse la doble ley de ladegradacin y la sobreelevacin de la energa de la historia, o de la masa de actividad humana, de la cualdepende el movimiento de la historia. En tanto que la usura del tiempo y la pasividad de la materia disipany degradan naturalmente las cosas de este mundo y la energa de la historia, las fuerzas creadoras propias delespritu y de la libertad, que normalmente tienen su punto de aplicacin en el esfuerzo de algunosconsagrados por ello al sacrificio elevan cada vez ms la calidad de esa energa. La vida de lassociedades humanas avanza y progresa as al precio de muchas prdidas; avanza y progresa gracias a esasobreelevacin de la energa de la historia debida al espritu y a la libertad, y gracias a los perfeccionamientostcnicos que estn a veces adelantados con relacin al espritu (de donde surgen las catstrofes) pero que

    por su naturaleza exigen ser instrumentos del espritu. Tal es, en mi opinin, la idea del progreso que debesustituir a la vez a la nocin ilusoria del progreso necesario concebido a la manera de Condorcet, y a esanegacin o aversin del progreso que prevalece hoy entre quienes desesperan del hombre y de la libertad, yla cual es de por s un principio de suicidio histrico.

    Repudiando la nocin ilusoria del progreso necesario concebido a la manera de Condorcet Maritain se sientejustificado como si su nocin no preconizase la necesidad del Progreso y como si no fuese tan ilusoriacomo la de Condorcet, aunque no lo sea a su manera. Tampoco la de un Comte o la de un Proudhon separecen a la de Condorcet y sin embargo tan necesario es el Progreso en una y otra y tan ilusoria como lade un Condorcet.

    Necesario el Progreso en Maritain porque de no aceptrselo se vira a la barbariey se entrega uno alsuicidio histrico36; ilusorio porque en virtud de estos principios maana cuando se actualice la apostasauniversal habra que saludarla como la cima de todas las edades y como la cumbre de la marcha hacia adelantede la Humanidad.

    El progreso, segn Maritain, se produce entonces por las fuerzas creadoras del espritu y de la libertad.Pero como en el hombre individual el crecimiento coincide precisamente con la ascensin del espritu y dela libertad, la tesis maritainiana coincide, en este punto, con la mennaisiana. Maritain pareciera preferirllamar ascensin de la conciencia, prise de conscience, monte de la conscience lo que Lamennais llama a vecesaffranchissement de la pense et de la conscienciey otras developpement de lintelligence, o de lesprit, et, par consquentde la libert37.

    He tenido el placer escribe Maritain38 de encontrar expuestas, desde el punto de vista cientficode su autor, concepciones parecidas en una conferencia recientemente pronunciada en Pekn por el clebrepaleontlogo Teilhard de Chardin; en ella indica que por vieja que la prehistoria parezca hacerla a nuestros

    34O.c., II, pg. 460.35Les Droits, pg. 45; ed. cast. pg. 55.36Christ. et Dm., pg. 53 yLes Droits, pg. 46.37O.c. II, pgs. 460-461.38Les Droits, pg. 46; ed. cast. pg. 56.

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    ojos, la Humanidad es an muy joven; y muestra que la evolucin de la Humanidad debe ser encaradacomo la continuacin de la evolucin de la vida ntegra, donde progreso significa ascensin de laconciencia y donde la ascensin de la conciencia est ligada a un grado superior de organizacin. Si elprogreso debe continuar, no se har por s solo; la Evolucin, por mecanismo de sus sntesis, se carga cadavez ms de libertad.

    Si nos colocamos en las perspectivas de la historia entera de la vida y de la humanidad, donde espreciso emplear una escala de duracin incomparablemente ms grande que aquella a que estamoshabituados en nuestra experiencia ordinaria, readquirimos confianza en la marcha hacia adelante de nuestraespecie, y comprendemos que la ley de la vida, que conduce a mayor unidad mediante mayor organizacin,pasa normalmente de la esfera del progreso biolgico a la del progreso social y la evolucin de lacomunidad civilizada.

    Esta es la famosaprise de conscience de soi39, que parece consistir en una toma de conciencia humana del propiovaler y de la propia dignidad, que caracteriza, la edad refleja, moderna, la cual, con todas las disminuciones yprdidas connotadas por esta palabra, comportaba por otra parte un enriquecimiento innegable y que sedebe tener por una ganancia adquirida, en el conocimiento de la creatura y de las cosas humanas, an

    cuando este conocimiento debiera desembocar en el infierno interior del hombre vctima de s mismo.

    No habra dificultad en admitir esta prise de consciencecomo una realidad psicolgica y, si se quiere,como un progreso de la conciencia psquica que caracteriza al hombre y a los pueblos modernos. PeroLamennais-Maritain lo interpretan como un progreso moral que asigna o explicita derechos nuevos queadquiere la persona humana, tanto en lo poltico como en lo econmico e intelectual. Estos derechos queMaritain analiza especialmente40 exigen, como veremos en virtud de un derecho y no de un simple hecho,que el Estado renuncie a su misin ministerialen favor de los fines de la Iglesia, que todas las confesionesreligiosas sean, de derecho, reconocidas en la nueva cristiandad, que el sufragio universal y en consecuencia lademocracia poltica, sea un derecho natural irrenunciable, que los obreros y campesinos tomen la direccinde su ciudad fraternal.

    Es interesante observar cmo el empleo de estos trminos, conciencia, espritu, inteligencia, pensamiento,libertad, y aquellos otros con los cuales van acoplados, progreso, liberacin, desarrollo, emancipacin, ascensin,evolucin, como que, de suyo, quedan en cierta indeterminacin, se prestan a que sean igualmenteaceptados porlos que profesan las ms opuestas ideologas. En ellos entonces, en su empleo indeterminado, un catlico, untesofo, un espiritista, un agnstico, un comunista, se sienten coincidir.All radica la famosa base comnde laciudad fraternal de Maritain, en la cual los hombres que poseen puntos de vista religiosos o metafsicosmuy diferentes, y hasta opuestos materialistas, idealistas, agnsticos, cristianos y judos, musulmanes ybudistas pueden estar de acuerdo no en virtud de una identidad de doctrina, sino por la similitudanalgica de principios prcticos...41.

    Esta es la gran tctica del iluminismo masnico, desde los primeros das del siglo XVIII, tctica quepermite ir operando la unin de todos los hombres, por encima de credos religiosos y filosficos. Es claroque Maritain no renuncia a su concepcin catlica de la vida. Tan no renuncia, que su libro Du RgimeTemporel et de la libertest consagrado a llenar estos trminos abstractos e indeterminados, con una concepcincatlica de la libertad, en anlisis laboriosos que, con la ayuda de Santo Toms, lleva a trmino ms omenos feliz. La perspectiva de Maritain y sus exigencias catlicas quedan as a buen resguardo. No hay

    39Rligion et Culture, pg. 30 y luegopassimen todas sus obras.40Les Droits, pg. 93-138; ed. cast. pgs. 139-167.41El Pueblo, de Buenos Aires, 13/V/1945.

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    duda tambin que las tesis all sostenidas difciles como todo lo que se desarrolla en la cima del tercergrado de abstraccin quedarn archivadas para los lectores, y en cambio la prise de conscience, y la dignidad dela persona humana y de la libertad y del progreso, y las fuerzas creadoras del espritu y de la libertad corrern luego,causando estragos por todas partes, gracias a su misma abstracta vaguedad que les permite llenarse con lascargas ideolgicas vitalesque llevan los vocablos en el uso corriente.

    Mientras tanto, qu se ha hecho de aquella doctrina la nica verdadera y catlica que Maritainexpona en su Thonascuando deca que el dogma del progreso necesario de la especie humana procede deun dato muy simple del sentido comn sobre el movimiento, interpretado y generalizado falsamente porignavia metafsica siguiendo la ley del menor esfuerzo intelectual?42. En la especie humana no hay otroprogreso verdaderamente humano sino el de la perfeccin del ser humano en cuanto tal; y la perfeccin delser humano se mide por el sometimiento del hombre al bien divino, a la luz de la eterna Sabidura. SantoToms ha establecido la escala de valores que mide el perfeccionamiento del hombre, en un texto de Lasuma contra gentiles43,que el mismo Maritain recuerda44 cuando escribe: si se coloca la contemplacin de lossantos en la cumbre de la vida humana, no habra que decir que todas las operaciones de los hombres, y lamisma civilizacin estn a ella ordenados como a su fin? Parece que as es, dice (no sin cierta irona quizs)Santo Toms de Aquino. Pues; para qu los trabajos y el comercio, sino para que el cuerpo, estando

    provisto de las cosas necesarias a la vida, est en estado requerido para la contemplacin? Para qu lasvirtudes morales y la prudencia sino para procurar la calma de las pasiones y la paz interior, de que tienenecesidad la contemplacin? Para qu el gobierno todo de la vida civil sino para asegurar la paz exteriornecesaria a la contemplacin? De manera que considerando como corresponde todas las funciones de lavida humana parecen al servicio de aquellos que contemplan la verdad.

    En esta doctrina, tan lmpidamente expuesta por el Doctor Anglico, el progreso del hombre consisteen un levantamiento de todas sus actividades hacia la ocupacin ms elevada, de la que ste es capaz, lacontemplacin de la Primera Verdad. A esta divina ocupacin est llamado el hombre por los esfuerzos yapetencias de su naturaleza espiritual, que no puede saciar sino all sus ansias de plenitud de Verdad.

    Dios constituye el principio del perfeccionamiento esencial del hombre. El hombre no seperfecciona, no adquiere acrecentamiento de su ser, en la misma lnea humana, sino cuando progresa en elcamino de la posesin de Dios. Podr s, adquirir perfecciones accidentales, cuando se aparta de Dios; y as,puede, fuera de El, progresar en las tcnicas y en las ciencias humanas, pero entonces, en la pura lneahumanano habr ningn progreso... antes bien, podr acaecer que esos perfeccionamientos accidentales, noordenados a la perfeccin esencialdel hombre le dispongan para acelerar un proceso del apartamiento deDios y por lo mismo de regresin. Y suceder que infatuado, con su progreso parcial y accesorio, ircayendo, cada vez ms profundamente, en el abismo de la abyeccin. Aquellas perfecciones tcnicas, porejemplo, legtimas en s y que ordenadas como dispositivos para un mejoramiento del bienestar material delhombre podran procurar un mejoramiento moral de la colectividad humana y una ascensin, por tanto,ms rpida y fcil de un mayor nmero en el conocimiento de Dios, constituidas en cambio como teniendovalor en s y para s, como un fin ltimo, no podrn sino trastocar toda la vida del hombre, hacindolamarchar en sentido inverso al de la verdadera perfeccin.

    Luego elprogreso de una civilizacinse ha de medir por el acercamiento a este nobilsimo fin de la divinacontemplacin y el apartamiento de l, mide su regreso. Cualquier otro progreso, aunque, en cierta lnea deuna consideracin parcial, pudiera importar una ganancia y por ende integrableen el autntico progreso

    42Thonas, pg. 123.43 III, cap. 37.44Rligion et Culture, pg. 39.

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    humano, mientras forme parte de un todo espiritual regresivo y no est integrado en aquella sntesis,comporta, simplemente, una regresin. Todo intento de asignarle carcter de progreso ser en detrimento dela unidaddel hombre.

    Maritain pretender justificar este progreso revolucionario con su famosa tesis de la ambivalencia de lahistoria. Bstenos consignar que no hay un doble progreso, no hay dos escalas de valores humanos, como exigedicha tesis; no es posible progresar por abajo, en lo temporal, cuando se retrograda por arriba: sera comollamar progreso a un tumor por la razn que comparta un acrecentamiento de ciertos tejidos, o reconocerleun valor de perfeccionamiento a la ciudad de Enoc, a la Torre de Babel o a la ciudad del Anticristo.Presentemos aqu la tesis maritainiana de la ambivalencia de la historia, tal como la expone en Problemasespirituales y temporales de una nueva cristiandad: La primera idea es la de la ambivalencia de la historia humana,en la que madura un doble fruto, cuya separacin no se llegar a efectuar hasta el final de la historia.

    Entretanto hay que emitir un doble juicio sobre los diversos momentos de la historia del mundo yde la civilizacin. Aunque la doctrina del progreso necesario, en el sentido del Volney y de Condorcetparezca absurda desde este punto de vista, hay que admitir, sin embargo, la existencia de un progreso en lahistoria. (Y cmo podra ser de otra manera, puesto que el hombre es espritu y carne, por tanto, un

    animal progresivo?), pero de un progreso doble: el uno por el lado del polo animal del ser humano y de loque podra llamarse la fecundidad de la materia corruptible, y el otro por el polo espiritual del ser humano yde la fecundidad que trasciende la materia. Y este doble progreso se efecta simultneamente45.

    El doble progreso de la humanidad y el doble cristianismo

    Esta dicotoma, operada en la unidad del ser humano, abiertamente explicitada en Maritain y sloimplcita en Lamennais, ha de llevar a uno y a otro a establecer un progreso en la historia, el de la Revolucin,que se opera al margen de la Iglesia y les ha de llevar por lo mismo a establecer dos cristianismos.

    Ahora bien dice Lamennais, nunca las ideas retroceden y nunca se ha visto a la sociedad a la queel movimiento progresivo de la civilizacin empuja sin cesar hacia adelante, remontar hacia sus fuentes.Hay que resolverse a seguir con ella el curso de las cosas que le arrastra irresistiblemente y someterse debuen grado a una necesidad que, aunque fuese en s deplorable, no sera menos invencible. Pero ya, por loque se acaba de decir, se ha debido concebir que ni la humanidad en general, ni el catolicismo en particular,tienen que alarmarse de esta gran transformacin social; ms bien se debe reconocer la accin paternal ycontinua de Dios sobre el gnero humano. Distingue por tanto Lamennais el progreso de la Humanidaddel progreso del catolicismo. Tan distinto es que precisamente en su separacin, o sea en la oposicin enque se coloca la Iglesia frente a la Revolucin ve l, como Maritain, la tragedia del mundo moderno y en suconciliacin ve la salud46.

    Cuando Lamennais habla de Iglesia o de cristianismo no se refiere precisamente a la eficacia sobrenaturalde la Santa Iglesiaque no puede cumplirse sino por la accin de la jerarqua catlica; se refiere a la fuerza dela accin socialde ideas cristianas aun cuando estn desgajadas de la jerarqua Catlica.

    45Problemas espirituales y temporales de una Nueva Cristiandad, pg. 6.46Christ. et Dm., pg. 33; ed. cast. pg. 35.

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    Maritain ser ms explcito en la afirmacin de estos dos cristianismosy as escribe47: No es sobre elcristianismo como credo religioso y camino hacia la vida eterna la cuestin que aqu se plantea, sino sobreel cristianismo como fermento de la vida social y poltica de los pueblos y como portador de la esperanzatemporal de los hombres; no es sobre el cristianismo como tesoro de la verdad divina mantenido ypropagado por la Iglesia, es sobre el cristianismo como energa histrica accionando en el mundo. No es enlas alturas de la teologa, sino en las profundidades de la conciencia profana y de la existencia profana queel cristianismo acta as, tomando a veces formas herticas o hasta formas de revuelta en las que parecenegarse a s mismo, como si los trozos rotos de la llave del paraso, al caer sobre nuestra vida de miseria y alaliarse con los metales de la tierra, lograsen, mejor que la pura esencia del metal celeste, activar la historiade este mundo.

    Este cristianismo maritainiano fermento de la vida social y poltica de los pueblos, portador de laesperanza temporal, energa histrica accionando en el mundo es la liberacin del gnero humanocumplida por el cristianismo aqu abajo, ici bas, de que habla Lamennais48; es el catolicismo (la inspiracincristianade Maritain) del cambio progresivo moderno49; cristianismo cuyo fruto natural es la emancipacinde los pueblos50. En otro lugar nos ocuparemos de l especialmente. Aqu basta consignar la aberracinmonstruosa de esta invencin mennaisiana-maritainiana. Se puede admitir la existencia de una accin cristiana

    desgajada de la Iglesiaque obra en el mundo; pero, no se puede admitir su justificacin; en la medida en que estdesgajada no es cristiana, sino anticristiana, como las virtudes locas de Chesterton no son virtudes sinoaberraciones, y como el cristianismo corrompido a que se refiere el mismo Maritain en Trois Reformateurs,cuando an no haba inventado la ambivalenciade la historia no es sino puro anticristianismo. Es unaxioma de los peripatticos escribe all51 que toda forma superior contiene en el estado de unidad lasperfecciones repartidas divisivamente en las formas inferiores. Aplicad este axioma a la forma cristiana, ycomprenderis que basta disminuir y corromper el cristianismo para lanzar en el mundo semi-verdades yvirtudes locas, como deca Chesterton, que antes se abrazaban y que en adelante se van a odiar. He aquporqu se encuentran en todas partes en el mundo moderno analogas degradadas de la mstica catlica yjironesB del cristianismo laicizado. Y ms adelante: El cristianismo no est vivo en la Iglesia, si el mundono vive del cristianismo viviente en la Iglesia, muere por causa del cristianismo que se ha corrompido fuera

    de la Iglesia52

    .

    Aquel cristianismo laicizado que entonces se execraba y con toda justicia, ahora se exalta y se erigeen el gran motor del Progreso de la Humanidad.

    Y en la adquisicin de qu conciencia, y en qu liberacin consiste este Progreso?

    Tanto Maritain como Lamennais no conciben esta liberacin de la conciencia como absoluta, tal comopodra imaginarlo un pensamiento agnstico o ateo, Kant - Marx, sino tan slo con respecto a podereshumanos y especialmente al poder pblico del Estado.

    Tal la obra divina escribe Maritain que, segn los caminos tan seguros como maravillosos,aunque con frecuencia escondidos a nuestra vista, va cumplindose de siglo en siglo. El espritucrece; yrecobrando su imperio sobre la materia, la idea del derecho se separa de una manera ms clara de la idea de

    47 Ibid., pg. 43; ed. cast. pg. 48.48Obras Completas de Lamennais, II, pg. 431.49 Ibid., II, pg. 438.50 Ibid., II, pgs. 466-467.51Trois Reformateurs, Librairie Plon, Paris, pg. 205.52 Ibid., pg. 212.

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    la fuerza...53 y ms adelante: liberacin del pensamiento y de las conciencias substradas a la autoridad delpoder poltico, y luego: tiende a realizar un orden social fundado sobre la independencia espiritualla msabsoluta con respecto al gobierno que no ser de aqu en adelante sino un simple agente reguladorcolocado, por la delegacin nacional, a la cabeza de un sistema de administraciones libres, para unirlas entres y formar un todo armnico y vivo54.

    Maritain escribir55: La cuestin crucial que se plantea aqu ante la libertad humana, concierne alcamino a adoptar para esa unificacin progresiva: unificacin por fuerzas externas y compulsin?Unificacin por fuerzas internas, es decir, por el progreso de la conciencia moral, por el desarrollo de lasrelaciones de derecho y amistad, por la liberacin de las energas espirituales? La ciencia atestigua alrespecto que la unificacin por coercin, no hace aparecer ms que una seudo-unidad, superficial. Puedemontar un mecanismo; pero no opera ninguna sntesis de fondo, y, en consecuencia, no engendra ningncrecimiento de conciencia. Materializa, en lugar de espiritualizar. La coercin tendr siempre un papel quejugar en las sociedades humanas; no hay que pedirle la ley del progreso. Y en otros lugares explicarcmo el progreso de la persona humana exige que se disminuya y elimine el poder del Estado y deje paso ala amistad fraternal56.

    Podramos sealar aqu el alcance insospechado que encierra esta tesis maritainiana-mennaisiana,comn por otra parte a todas las ideologas de agitacin social; al trmino de esta ascensin de la conciencia, lahumanidad de tal suerte estar condicionada que podr prcticamente pasar sin autoridad, los hombres seautogobernarn. No otra cosa ensea Marx, cuando escribe: La emancipacin humana no ser realizada sinocuando el hombre individual real habr absorbido el ciudadano abstracto, cuando como hombre individualen su vida emprica, en su trabajo individual, en sus relaciones individuales, se habr convertido en un sergenrico y habr reconocido sus propias fuerzas como fuerzas sociales y l mismo las habr organizadocomo tales, y por consiguiente, no separar de s mismo la fuerza social bajo la forma de poder poltico57.

    Pero tanto Lamennais como Maritain que se sitan en una concepcin catlica de la vida no puedenaceptar, evidentemente, que este progreso se realice por el camino del materialismo dialctico. El objetivo

    escribir Lamennais en un artculo de LAvenirdel 28 de enero de 1831 hacia el cual tiende la sociedad,no slo en Francia sino en todas partes donde ha penetrado el cristianismo... consiste en una liberacin dela inteligencia ms o menos sojuzgada bajo todos los gobiernos modernos, a la fuerza bruta del poder y unaextensin de la esfera de actividad pblica y particular, proporcionada a los desarrollos de esta mismainteligencia, con las garantas necesarias de los derechos que resultan de este nuevo estado social58 .Maritain, por su parte, de esta prise de conscience de la persona y particularmente de la persona obreradeducir los derechos nuevosde la persona humana en lo poltico, econmico e intelectual.

    Frente al Estado escribe Maritain, a la comunidad temporal y al poder temporal, es libre [lapersona humana] de escoger su va religiosa a sus riesgos y peligros; su libertad de conciencia es un derechonatural inviolable59. Derecho de la Iglesia y de las otras familias religiosasal libre ejercicio de su actividad

    53Obras Completas de Lamennais, II, pg. 460.54 Ibid.55Les Droits, pg. 47; ed. cast. pg. 57.56Principes dune politique humaniste, Editions de la Maison Franaise, New York, 1944, pgs. 61-63, y Christ. et Dm.,pgs. 57-64 ; ed. cast. pg. 62.57Morceaux Choisis, 217, Citado por CHARLES DE KONINCK, De la Primaut du Bien Commun contre les personnalistes, pg.183.58Obras Completas de Lamennais, II, pg. 439.59Les Droits, pg. 103; ed. cast. pg. 128.

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    espiritual. Derecho de libre investigacin de discusin (libertad de expresin). Derecho de sufragio igualpara todos60, con valor poltico y humano absolutamente fundamental61. Derecho del obrero a emanciparsede toda forma de servidumbre ms o menos atenuada, como contraria al derecho natural tomado enexigencias o aspiraciones ms o menos secundarias y en el dinamismo que entraa62. El papel principal enla prxima fase de la evolucin recae sobre el proletariado y su movimiento de ascensin histrica63.

    Estos derechos nuevosexigidos por el progreso moralde laprise de consciencie, operada en el hombre sonlos famosos derechos o libertades de Lamennais. ...La libertad de conciencia o la libertad de religin,plena, universal, sin distincin como sin privilegio... la libertad de la prensa... o libertad de palabra 64,libertades no frente a Dios sino frente al Estado65, libertad del sufragio universal o principio de eleccin demanera que penetre hasta en el seno de las masas66.

    Pero, si se disminuye el poder pblico del Estado cmo podr mantenerse el orden social? TantoLamennais como Maritain han puesto sus ojos como en remedio saludable en la amistad fraternalque al irsevolcando ydesarrollando en la substancia profana de los pueblos constituye el progreso social y poltico delos mismos y activa la supervivencia con una autoridad pblica cada vez menor.

    A medida que creciendo la inteligencia, escribe Lamennais, la sociedad se substrae al imperio de lafuerza que es la ley del bruto, es menester que en lugar de este lazo material un vasto lazo venga a unir a loshombres que la libertad asla y separa, y unirlos voluntariamente, sin lo cual cesaran de ser libres. Este lazono es sino el amor; y ya que el catolicismo, por su naturaleza propia, desarrolla la libertad desarrollando lainteligencia, necesario es que desarrolle proporcionalmente el amor; de otra suerte en lugar de perfeccionarla sociedad, la destruira. Y, en efecto, hay en el seno del catolicismo un principio de amor inagotable,inmenso; y el amor, compendio de la ley, y la vida toda entera del cristianismo, su vida del tiempo y su vidade la eternidad. El poder que el catolicismo ejerce, a este respecto, sobre el hombre... es manifiesto an enesta poca de debilitamiento de la fe... Qu ser cuando el catolicismo enteramente libre, pueda sinobstculo derramar y derramar an sobre esta sociedad, que es su obra, sus raudales siempre crecientes deamor? Entonces se borrar sucesivamente, en cuanto es posible sobre la tierra, todo lo que separa, todo lo

    que divide a los individuos, a las naciones, que, libertadas polticamente y unidas entre s por la obedienciavoluntaria a un solo poder espiritual divino, vivir de una vida poderosa y comn. El amor ha creado algnero humano, el amor lo ha salvado, el amor consumando su unidad terrestre, le mostrar an aqu abajocomo una magnfica imagen de lo que est destinado a ser en otra patria67.

    Y Maritain, escribe por su parte 68 : Y la conciencia profana ha comprendido que en el ordentemporal, social y poltico, no slo la amistad cvica es, como los antiguos filsofos lo haban reconocido, elalma y el vnculo constitutivo de la comunidad social si la justicia es esencialmente exigida de antemano,es como una condicin necesaria que hace posible la amistad, pero que esta amistad cvica no puedeprevalecer, de hecho en el interior del grupo social si un amor ms fuerte y universal, el amor fraternal, no

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    Ibid., pg. 136; ed. cast. pg. 162.61 Ibid., pg. 107; ed. cast. pg. 135.62 Ibid., pg. 131; ed. cast., pgs. 153 y sigs.63 Ibid., pgs. 129-131; ed. cast., pg. 144; Christianisme et Dmocratie, pg. 89; ed. cast., pg. 97. NdE.: En la 1. edic.(1945) se lea aqu: Derecho del obrero y campesino a dirigir la sociedad en la nueva poca de civilizacin que seabre, y falta la frase aqu indicada; la citacin es la misma.64Les Doctrines de lAvenir, 7 dic. 1830 en: Obras Completas de Lamennais, II, pg. 428.65Necessit de sunir, en: Ibid., II, 422.66 Ibid., II, pg. 428.67 Ibid., II, pg. 467.68Christianisme et Dmocratie, pg. 63; ed. cast., pg. 68.

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    penetra en ella, y si, volvindose fraternidad, no pasa los lmites del grupo social para extenderse a todo elgnero humano.

    Una vez que el corazn del hombre haya sentido la frescura de esta terrible esperanza, estarturbado para siempre. Si deja de reconocer sus fuentes y sus exigencias sobrehumanas, se arriesga apervertirse y a volver a la violencia para imponer a todos la fraternidad o la muerte.

    Pero desgraciados de nosotros si la despreciamos y logramos librar a la raza humana de la esperanzade la fraternidad. Ha sido exaltada por ella y no la perder sino deviniendo ms salvaje que antes. Estaesperanza es santa por s misma, responde a los deseos ms profundos y ms arraigados de la naturaleza humana; pone a lasalmas en comunin de dolor e impaciencia con todos los oprimidos y perseguidos; exige el herosmo, ytieneuna fuerza divina para transformar la historia humana. Lo que se conquista por la conciencia profana, si no sedesva hacia la barbarie, es la fe en la fraternidad humana, el sentido del deber social de compasin para elhombre en la persona de los dbiles y de los que sufren; la conviccin de que la obra poltica por excelenciaes la de hacer la vida comn mejor y ms fraternal, y de trabajar para hacer, de la arquitectura de leyes, deinstituciones y de costumbres de esta vida comn, una casa para hermanos.

    Utopa peligrosa, como veremos en su lugar, que al debilitar la funcin necesaria del poder pblicoque ha de promover la ascensin de la comunidad no en el camino de la emancipacin sino en el de lavida virtuosa, entrega las comunidad nacionales en manos de camarillas internacionales que implantarn enel universo el reinado legal de la astucia y de la fuerza, en expresin de Po X.

    De una utopa el Progreso de la Humanidad se desemboca en la ms espantosa y terrible realidadla Esclavitud universal Legalizada. Pero no es esto lo que aqu nos interesa ahora. Importa s poner enevidencia las tesis que envuelve esta dinmica del pensamiento de Maritain-Lamennais. Helas aqu: LaHumanidad es la causa ms alta a cuyo servicio debe entregarse el hombre; la Humanidad progresa en unaadquisicin cada vez mayor de conciencia y de libertad; este Progreso, que se efecta en la substanciaprofana del existir terrestre de la Humanidad, alcanzar su grado ms alto en un anticipo de la tierra de los

    resucitados; la Iglesia ha sido y es motor de este Progreso terrestre de la Humanidad; este Progresocoincide con la substanciade la Revolucin sinoC con su ideologa accidental; cuando este progreso sedespoje de la ideologa anticristiana y se catolice, esto es, cuando se identifique la Revolucin con la Iglesiahabrse cumplido el colmo de la felicidad terrestre, en que la Humanidad, libre de las servidumbres, sobretodo del Poder Pblico, estar unida por la amistad fraternal; la nueva cristiandad que consiste en esaidentificacin de la Revolucin con la Iglesia llegar al colmo del Progreso de la Humanidad.

    Advierta el lector que Lamennais-Maritain no invitan a los pueblos a desechar de s la Revolucin yponerse al servicio de la Iglesia en los fines mismos de la Iglesia que es el amor de Dios primero y antetodo. No. Invitan a la Iglesia a plegarse a la causa de la Revolucin, que es el Progreso de la Humanidad,para que los pueblos, crecientes en conciencia y libertad realicen su universal fraternidad. De aqu queimplcitamente subordinen la Iglesia a la Humanidad y, si acuden a la Iglesia, no es por el valor desupremaca que ella tiene y por el cual debe ser buscada, sino como medio para cumplir la fraternidaduniversal. Por esto, tanto Lamennais como Maritain desarrollan su concepcin de cristiandad sobre labase de la Iglesia en la formacin de los pueblos que, seguiran desde la Edad Media, un derroteroascendente hacia la instauracin de la ciudad fraternal en que el hombre sera liberado de la miseria y de laservidumbre69.

    69Les Droits, pg. 51; ed. cast., pg. 78. En la edic. De Lamennais a... de 1945 en vez de Les Droits, pg. 51 se lee: LesDroits, pg. 65 (N. del E.).

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    La nueva cristiandad

    El cristianismo escribe Lamennais70 encontr al mundo en esclavitud: su misin poltica eralibertarlo. Al proclamar el reino de la inteligencia, la supremaca del espritusobre la carne, de la razn sobrela fuerza, del derecho sobre el hecho, estableci el sagrado e inmutable fundamento de la libertad,

    inseparable del orden, y tanto mayor cuanto el orden es ms perfecto; porque el orden y la libertad seconfunden en su fuente, infinita el uno y el otro en Dios... As el cristianismo cre primero y poco a pocosin confusin y sin sacudidas, lo que se llama hoy el pueblo, es decir, hizo pasar al estado de hombres libreslas innumerables tropas de esclavos que cubran el mundo, desde haca cuatro mil aos71.

    Maritain procede de igual manera. En el captulo La inspiracin evanglica y la conciencia profanade suChrist. et Dm.72, primeramente expone el contenido sobrenatural del mensaje cristiano y luego el efecto poltico(diramos) que ese mensaje ha producido en el pueblo. Cules son se pregunta73 los pensamientos ylas aspiraciones que el mensaje cristiano despert poco a poco en las profundidades de la conciencia de lospueblos, y que avanzaron subterrneamente durante siglos antes de manifestarse? Por mal comprendidas ydeformadas que hayan podido ser durante esa marcha oscura en la conciencia profana, cules son lasverdades de origen evanglico a las que esta conciencia ha ligado en lo sucesivo e identificado la idea mismade la civilizacin?.

    Y en una respuesta larga y dramtica, incluye D tambin este punto: Bajo la inspiracin evanglica enfuncin en la historia, la conciencia profana ha comprendido la dignidad del pueblo y del hombre de lahumanidad comn. Pueblo fiel, pequeo pueblo de Dios, pueblo real llamado a participar de la obra deCristo; pueblo como comunidad de ciudadanos de un pas, unido bajo leyes justas; pueblo comocomunidad del trabajo manual y como reserva y recurso de la humanidad para los que sufren ante lanaturaleza. La idea que la conciencia profana se form paulatinamente del pueblo, viene del encuentro y dela coalicin de todos estos elementos, y es de la herencia de la cristiandad que procede esta idea74.

    Pero este pueblo nuevo contina Lamennais75, este pueblo naciente, que, apasionado, ligero,

    ignorante, imprevisor ofreca todas las caractersticas como todas las debilidades de la infancia, deba,incapaz de conducirse y defenderse por s mismo, incapaz de organizarse polticamente, tener, como cadahombre su edad de menor. Convena que formado por una educacin progresiva, bajo el ojo vigilante y latierna mano de la madre que lo haba dado a luz, adquiriese poco a poco, lo que le faltaba, luces,experiencias y an propiedades (propriets mme); que la razn y el sentido moral se desarrollaran en lpara que pudiese sin peligro ejercer sus derechos naturales: es decir su liberacin espiritual deba preceder ypreparar su liberacin poltica. Aqu reside todo el secreto de las instituciones que la sabidura delcatolicismo fund en la edad media, y que se habran modificado, andando el tiempo, en provecho de lalibertad comn

    En forma ms austera Maritain destaca la misma accinpolticade la Iglesia medieval en la formacin

    de los pueblos infantes. La Iglesia medieval, dice76

    , ha formado y modelado directamente la Europa poltica

    70Obras Completas de Lamennais, II, pg. 463.71 Ibid.72Christ. et Dm., pgs. 51-53; ed. cast., pgs. 55 y ss.73 Ibid. 53.74 Ibid., pg. 55; ed. cast., pg. 60.75Obras Completas de Lamennais, II, pg. 463.76Humanisme Intgral, pg. 273. [En la edic. fr. de 1956 del De Lamennais..., se indica mejor: Humanisme Intgral, Aubier,pg. 273. En la edic. cast. 1945, dice: pg. 287, en referencia a otra edicin (N. del E.)].

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    porque le convena hacer surgir entonces del caos el orden temporal mismo: tarea de aadidura a la que nopoda rehusarse, pero a la cual no se ha resignado desde el comienzo sin aprehensin legtima.

    Lo mismo que el nio en la familia77 escribe Lamennais es libre por el padre y no puede ser libresino por el padre obedeciendo a una ley de justicia que es la garanta del nio, as el catolicismo comunic alos pueblos niosla libertad por medio de una ms alta paternidad emanada de Cristo, o por intermedio delos reyes subordinados al poder emancipador que los diriga, los vigilaba, ejercitaba sobre ellos unaverdadera jurisdiccin social, para reprimir los abusos de la fuerza, proteger, socorrer a los dbiles,defender sus derechos, y preservar a la gran familia cristiana, colocada an temporalmente bajo su tutela,del despotismo y de la tirana.

    Maritain habla repetidas veces de la ingenuidad infantilde la Cristiandad medieval. Comprendamos,pues, que si, para una civilizacin cristiana ingenua(quiero decir la que se basaba en la unidad nativa e ingenuadel hombre), el progresar hacia Dios consista ante todo en erigirle un trono sobre la tierra (segn losderechos de Su Majestad); para una civilizacin cristiana, en cambio, que ya no puede ser ingenua, y en la que elhombre tiene que recuperar su unidad perdida volvindose sobre s mismo bajo el instinto de la gracia, elprogresar hacia Dios consistir (as me parece), ante todo, en preparar para el hombre en este mundo

    condiciones de vida tales que el amor soberano pueda descender y realizar en el hombre y con l una obradivinamente humana 78.

    Lo decimos en un nuestro primer captulo: con la ambicin absoluta y el nimo desaprensivo de lainfancia, la cristiandad edificaba entonces una inmensa fortaleza en cuya cima se sentara Dios79.

    Esta tesis maritainiana-mennaisiana de la funcin polticade la Iglesia en la edad media, en razn de lainfancia de los pueblos, comporta una segunda parte que se ha hecho tan famosa como la primera, en losmedios del liberalismo catlico, es a saber: los pueblos ya se han hecho grandes, y ya ni aguantan ni necesitanesta tutora de la Iglesia; en consecuencia que no pretenda la Iglesia ejercer ninguna funcin polticaen lospueblos modernos y por lo mismo, que la nueva cristiandad debe concebirse como esencialmente diversa

    de la cristiandad medieval.

    Bajo el catolicismo medieval dir Lamennais80 que es la ley siempre fecunda e inalterable de lanaturaleza espiritual, todo crece, todo se desarrolla, por un progreso sin trmino. Y como en la familia llegauna poca en que por la misma necesidad de las cosas, el nio que ha crecido en inteligencia se convierteen naturalmente libre con la misma libertad que el padre, llega igualmente una poca en que por la mismanecesidad, los pueblos que han crecido tambin en inteligencia se convierten en naturalmente libres comolos padres de la gran familia. Es el tiempo de su realeza, y este tiempo ha llegado para los puebloscristianos.

    En Maritain esta mayora de edaddel pueblo est vinculada con la tesis de la autonoma que haalcanzado el orden profano o temporal, en virtud de un proceso de diferenciacin y que no permiteconsiderarlo como ministro de lo espiritual81, y est vinculado con sus tesis de la mayora de edad del pueblo

    77Obras Completas de Lamennais II, pg. 463.78Problemas espirituales y temporales de una Nueva Cristiandad, pgs. 61-62.79Humanisme Intgral, pgs. 22 y 159. [En edic. cast. 1945, cita 22 y 166, nuevamente indicativo del uso de otra edicinen la primera edicin del De Lamennais.... La edicin francesa de 1956 sigue evidentemente las notas de la segundaedicin cast., en la que nos basamos para este texto (N. del E.)].80Obras Completas de Lamennais, II, pg. 463.81HumanismeIntgral, pg. 182. [Ed. cast. 1945 cita pg. 189 (N. del E.)].

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    mismo,el cuarto Estado, que desarrolla en su Humanismo Integral82 y que presenta resumida en Les Droits83cuando escribe: De una manera general, una nueva poca de civilizacin deber reconocer y definir losderechos del ser humano en sus funciones sociales, econmicas y culturales derecho en funcin de laadquisicin de la conciencia de s, efectuada por la persona obrera y la comunidad obrera. A la vez que afecta lavida econmica y el orden temporal, tal adquisicin es ante todo de orden espiritual y moral, y elloconstituye su importancia. Es la adquisicin de conciencia de una dignidad humana ofendida y humillada, y laadquisicin de conciencia de la misin del mundo obrero en la historia moderna. Significa la ascensin hacia la libertad yla personalidad, tomadas en su realidad interior y en su expresin social, de una comunidad de personas, dela comunidad a la vez ms prxima a las bases materiales de la vida humana, y ms sacrificada, lacomunidad del trabajo manual, la comunidad de las personas humanas afectadas a ese trabajo84.

    En una palabra, la adquisicin histrica de que hablamos, es la adquisicin de conciencia de ladignidad del trabajo y de la dignidad obrera, de la dignidad de la persona humana en el trabajador como tal.Si el proletariado reclama ser tratado como persona mayor, por eso mismo no debe ser socorrido,mejorado o salvado por otra clase social. Por el contrario, el papel principal en la prxima fase de la evolucin recaesobre el proletariado y su movimiento de ascensin histrica85.

    De aqu que tanto Lamennais como Maritain rechacen de la nueva cristiandadel mito del Santo Imperio ola paternidad real.

    Por otra parte es visible prosigue Lamennais que durante los siglos en que los pueblos cristianoshan vivido bajo el rgimen originariamente necesario de la paternidad real, resultaba de este modo todavaimperfecto de sociedad una mezcla inevitable de dos poderes, el espiritual y el temporal De aqu lainstitucin del sistema social que, a partir del siglo nono, tom el nombre de santo imperio romano: sistemaadmirable de unidad y que ofreca en su conjunto la ms bella como la ms profunda aplicacin que havisto el mundo de los principios del derecho en la constitucin poltica de la sociedad, pero, al mismotiempo, sistema pasajero y lleno de inconvenientes As, ahora que ha llegado la edad de la emancipacinnada semejante al sistema poltico al cual los Papas dieran por base la fuerte espada de Carlomagno, podra

    establecerse en adelante y sera extrao abuso ver otra cosa en el Santo imperio romano que una de las msmagnficas ruinas de la historia86.

    La mezcla inevitable de dos poderes, el espiritual y el temporal es, de parte de la Iglesia, aquellafuncin polticaque, segn Maritain, asumi en la infancia de los pueblos, y, de parte del poder temporal, elempleo de su aparato temporal a los fines espirituales87 y que en Rligion et Culture88 llama imperialisme inspiritualibus. Maritain, que renueva la tesis de Lamennais, escribe89: De una manera muy general podemosdecir que el ideal histrico de la Edad Media estaba sometido a dos factores dominantes: por una parte a laidea, o el mito (en el sentido en que Georges Sorel empleaba esta palabra), de la fuerza al servicio de Dios;y por otra parte al hecho concreto de que la civilizacin temporal misma era en cierto modo una funcinde lo sagrado, e implicaba imperiosamente la unidad religiosa. Hablamos del Sacro Imperio comoideal histrico concreto o como mito histrico, es decir, como imagen lrica que orienta y eleva una

    82 Ibid., pgs. 234 y sigs. [Ed. cast. 1945 cita pg. 245-256 (N. del E.)].83Les Droits, pg. 114; ed. cast., pgs. 141 y sigs.84 Ibid., pg. 115; ed. cast., pgs. 144 y sigs.85 Ibid. 116.86Obras Completas de Lamennais, II, pg. 465.87Humanisme Intgral, pg. 156. [Ed. 1945: cita pg. 162 (N. del E.)].88Rligion et Culture, pg. 59.89Problemas espirituales y temporales, pgs. 117, 118, 126 y 127.

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    civilizacin. Considerado desde este punto de vista, puede decirse que la Edad Media ha vivido el ideal delSacro Imperio (y ha muerto por l). Puede decirse que en la Edad Media la autoridad temporal eraconcebida ante todo conforme al tipo de la autoridad paternal en las concepciones de por s sacras de lafamilia, en aquellas concepciones de que se encuentra un ejemplo en la edad romana del paterfamilias, quela fe cristiana sublimada, al ligarla a la idea de la paternidad divina universal.

    La consagracin del rey lo constituye en padre de la multitud, y al atestiguar que gobierna lotemporal en nombre del Rey Soberano, confirma su autoridad natural de jefe de la ciudad terrenal en elorden de la gracia. Los ltimos destellos de todo el pensamiento poltico de la Edad Media se encarnan enJuana de Arco, cuando sta pone tanta energa y obstinacin para conseguir la consagracin del rey, cuandoobtiene de Carlos VII que ceda el santo reino a Cristo, para devolvrselo luego solemnemente de su parte afin de que lo tenga en beneficio.

    En fin, que si Lamennais dice: la concordia del sacerdocio y del imperio no existi en ninguna poca, sinoen los libros en que se lo trataba directamente90, Maritain dir: la civilizacin de la edad media, porgrande y bella que haya sido, y ms bella an en los recuerdos purificados de la historia que en la realidadvivida91.

    Qu pensar de estas doctrinas sobre la formacin de los pueblos, por la Iglesia con su accin polticatutelar ejercida en su infancia y de la madurez, lograda ahora, que exige de jureuna adaptacin de la Iglesiaacorde con la nueva condicin? Como estas doctrinas forman la substancia misma de la nueva cristiandadmaritainiana, su anlisis crtico ser formulado oportunamente. Aqu basta enunciar la verdad quecorresponde a estos errores. Muy cierto es que la Iglesia form a los pueblos de la Europa cristiana. Lasprimeras lneas de la Inmortale Deide Len XIII, lo ponen de relieve: Obra inmortaldice el Papa de Diosmisericordioso es su Iglesia; la cual, aunque de por s y por su propia naturaleza atiende a la salvacin de lasalmas y a que alcancen la felicidad en los cielos, todava an dentro del dominio de las cosas caducas y terrenalesprocura tantos y tan sealados bienes, que ni ms en nmero ni mejores en calidad resultaran si el primer yprincipal objeto de su institucin fuese asegurar la prosperidad de esta presente vida. A la verdad,

    dondequiera que puso la Iglesia el pie hizo al punto cambiar el estado de las cosas; inform las costumbrescon virtudes antes desconocidas e implant en la sociedad civil una nueva cultura, que a los pueblos que larecibieron aventaj y ensalz sobre los dems por la mansedumbre, la equidad y la gloria de las empresas.Pero enteramente falso y peregrino que la Iglesia los haya formado con una accin poltica supletoria. La Iglesialos form mantenindose en su esfera espiritual, esfera tan amplia y profunda que al penetrar en las almas de loscristianos, santifica y consolida todos los estados y condiciones de la vida de acuerdo a aquello que tanhermosamente ensea San Agustn y que Len XIII aduce en la citada encclica, cuando hablando con laIglesia dice: T instruyes y enseas dulcemente a los nios, bizarramente a los jvenes, con paz y calma alos ancianos, segn lo sufre la edad, no tan solamente del cuerpo, sino tambin del espritu. T sometes almarido la mujer con casta y fiel obediencia, no como cebo de la pasin, sino para propagar la prole y parala unin de la familia. T antepones a la mujer el marido, no para que afrente al sexo ms dbil, sino paraque le rinda homenaje de amor leal. T los hijos a los padres haces vivir, pero libremente, y los padressobre los hijos dominar, pero amorosa y tiernamente. Los ciudadanos a los ciudadanos, las gentes a las gentes, todoslos hombres unos a otros, sin distincin ni excepcin, aproximas, recordndoles que, ms que social, es fraterno el vnculo quelos une; porque de un solo primer hombre y de una sola primera mujer se form y desciende la universalidaddel linaje humano. T enseas a los reyes a mirar por el bien de los pueblos y a los pueblos a prestar acatamiento a losreyes. T muestras cuidadosamente a quin es debida la alabanza y la honra, a quin el afecto, a quin lareverencia, a quin el temor, a quin el consuelo, a quin el aviso, a quin la exhortacin, a quin la blanda

    90Obras Completas de Lamennais, II, pg. 465.91Rligion et Culture, pg. 40.

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    palabra de la correccin, a quin la dura de la increpacin, a quin el suplicio, y manifiestas tambin en qumanera, como quiera sea verdad que no todo se debe a todos, hay que deber, no obstante, a todos caridady a nadie agravio.

    Pero estos efectos de la influencia de la Iglesia que al llegar a todo el hombre llegan tambin a susestructuras profano-temporales, se producen necesariamentecuando las sociedades se someten a la Iglesia ydejan de producirse cuando a ella se substraen. Por tanto la mismsima influencia espiritualque salv a laEuropa en la edad media, an como sociedad temporal, puede salvarla ahora; la mismsima, porconsiguiente, debe ser la relacin de los pueblos con la Iglesia, entonces y ahora.

    En la substraccin de los pueblos al gobierno espiritual de la Iglesia consiste la Revolucin quemanejada primero por los reyes expuls a la Iglesia de la vida temporal, manejada luego por los burguesesexpuls a los reyes y los llev al cadalso; y manejada ahora por los que se dicen interpretar las aspiracionespopulares, acabar con los restos de la burguesa para entregar los pueblos al amo del mundo. Por qucausase pregunta el salmista (Salmo II) se han embravecido las naciones y los pueblos maquinan vanos proyectos?Se han coligado los reyes de la tierra; y se han confederado los Prncipes contra el Seor y contra su Cristo. Rompamos,dijeron, sus ataduras y sacudamos lejos de nosotros su yugo. Esta es la historia verdadera de los siglos modernos

    que durar hasta que el Seor quiera cumplir la parte que prosigue y que dice: Pero aquel que reside en el cielose burlar de ellos; se mofar de ellos el Seor.

    Lo que insina Maritain que la Iglesia medieval model directamente la Europa poltica porquehaba que hace surgir del caos el orden temporal mismo, pero que hoy el organismo temporal existealtamente diferenciado92, olvida que lo que hoy existe es un Estado universal monstruo por un lado yuna anarqua total por otro, pero eso no se llama organismo, ese es un caos espantoso que el Pontfice PoXII enE la Summi Pontificatuscompara a las tinieblas que invadieran toda la superficie de la tierra cuandocrucificaron al Seor, caos tan espantoso que los pueblos al alejarse de la doctrina de Cristo no tuvieronpleno conocimiento de que eran engaados por el falso espejismo de frases brillantes que proclamaban aquellaseparacin como liberacin de la servidumbre en que anteriormente estuvieran retenidos; ni prevean las amargas

    consecuencias del lamentable cambio entre la verdad que libera y el error que reduce a esclavitud; ni pensaban que,renunciando a la ley de Dios, infinitamente sabia y paterna, y a la unificadora y ennoblecedora doctrina deamor de Cristo, se entregaban al arbitrio de una prudencia humana pobre y mudable: hablaban de progreso,cuando retrocedan; de elevacin, cuando se degradaban; de ascensin a la madurez, cuando se esclavizaban; no perciban lavanidad de todo esfuerzo humano para sustituir la ley de Cristo por algo que la iguale: se infatuaron en suspensamientos.

    En resumen; que tan verdadero es hoy como en la presunta infancia de los pueblos lo que ensea PoXI: la Iglesia ejercita su ministerio de la palabra por medio de los sacerdotes, distribuidos convenientementepor los diversos grados de la jerarqua sagrada, a quienes enva por todas partes como pregonerosinfatigables de la buena nueva, nica que puede conservar, o implantar, o hacer resurgir la verdaderacivilizacin93.

    Lamennais forj, el primero, el proyecto de la nueva cristiandad que no se basara en la paternidadreal, en la concordia del sacerdocio y del imperio o, como dir ms tarde odiosamente Maritain, en el mito de lafuerza al servicio de Dios sino en un inmenso desarrollo de libertad, o en el mito de la realizacin de lalibertad.

    92Humanisme Intgral, pg. 273. [Ed. 19451: cita pg. 287.]93 Po XI,Ad Catholici sacerdotii.

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    Un nuevo orden social escribe Lamennais fundado sobre un inmenso desarrollo de libertad queel catolicismo, ha hecho necesario al desarrollar el mismo en las almas la verdadera nocin y el sentimientodel derecho; y porque l es su principio en lo que tienen de saludable y conforme a la ley del progreso querige a la humanidad, constituirn ellas para l una gran poca de renovacin, y, por decirlo as, la seal delas victorias por las cuales, sometiendo las naciones hasta aqu rebeldes a su ley, acabar de constituir algnero humano en la unidad 94.

    Y el 22 de diciembre de 1830 publicaba en LAvenirun artculo intituladoEl Papaen que al mismotiempo, que lloraba al recin difunto, Po VIII, se glorificaba al Papa futuro, todava no conocido a ti aquien no podemos todava nombrar por tu nombre, nuestra fe te saluda anticipadamente y que fue luego GregorioXVI, y a quien se reservaba una misin providencial que nunca, desde la poca en que se cumple laliberacin del universo, la hubo ms elevada; comenzar para el cristianismo una era nueva, una era desalud, de fuerza y de gloria, de una gloria tal que toda gloria pasada palidecer delante de su esplendor95.

    Maritain por su parte nos habla de su tercera edad cristiana que estara bajo un rgimen temporal, uncielo histrico nuevo en que comenzara a desarrollarse el humanismo integral, el humanismo de laEncarnacin y que no comportara otra teocracia que la del divino amor96.

    Mientras Maritain dice que la actual civilizacin es un vestido muy usado, en el que no se puedecoser piezas nuevas y que se trata de una refundicin total y como substancial, de un renversement de los principios de lacultura 97 F . Lamennais escriba: As como sobre los escombros del imperio romano, y mientras losbrbaros cruzando del norte al medioda, pasaban y repasaban sobre estas vastas ruinas, construy elimponente edificio de