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Controversia i MIQUEL DE MORAGAS SPA DANIEL PRIETO CASTILLO "La semiología responde hoy a una necesidad concreta imputable no ya a la imaginación de unos cuantos inves- tigadores sino a la propia historia del mundo moderno". (Roland Barthes, 1964) L a reflexión semiológica europea, vista ya desde la larga perspectiva que perrhite su desarrollo históri- co, se ha movido entre dos tensiones fundamentales: de una parte la necesi- dad de su propia fundamentación epis- temológica, cada día más compleja -en- tre la lingüística y la lógica-, y de otra parte su voluntad, generalmente frustra- da, de ser útil a los proyectos de emanci- pación y de progreso social. A 25 años de los primeros trabajos semiológicos aplicados a la investigación de la comunicación de masas puede de- cirse, debe reconocerse, que la práctica semiótica, y en nuestros días esto ya empieza a cambiar, se ha caracterizado por su independencia respecto del poder económico y político de la cultura y de la comunicación. Por lo menos en Europa el capital no ha buscado a la semiótica para resol- ver ninguno de sus problemas. Los se- miólogos no fueron llamados por la pu- blicidad, o por las estrategias de produc- ción de la industria cultural. Los soció- logos, con sus técnicas de contenido, los expertos en opinión y marketing con sus rudimentarias técnicas de análisis de la opinión pública, eran más que suficien- tes para resolver los problemas semánti- cos originados por la inversión de la in- dustria cultural y de la publicidad. Téc- nicas suscintas de psicología social com- pletaban el bagaje teórico de la práctica persuasiva y de los múltiples y fructífe- ros negocios de la significación. Las cosas han funcionado como la tarea de manipular fuese una tarea fá- cil, que se desarrolla espontáneamente, mientras que la tarea de defenderse de esta manipulación fuese, técnicamente, cada día más compleja y difícil. La manipulación (desde la antigua estrategia político—persuasiva de Goe- bels, hasta la moderna persuasión co- mercial) nunca necesitó de complejos planteamientos epistemológicos, la de- fensa ante esta manipulación en cambio siempre exigió un esfuerzo de rigor teó- rico (desde las viejas teorías psicológicas de Tchakotine hasta la moderna semió- tica). La semiótica, vista desde el punto de vista de las políticas de comunica- ción, podría definirse, pues, como una disciplina "de resistencia", capaz de aportar elementos para interpretar las estrategias de la cultura dominante. Ahora bien, la función social de !a teoría no puede agotarse en las estrate- gias de recepción. En todo caso éstas forman parte de una estrategia más ge- neral y que debe incluir la interpreta- ción de la producción o de la acción a desarrollar. Las políticas de comunica- ción -concepto generalmente extraño a las investigaciones semióticas- exigen co- nocimientos, de todo orden, para regu- lar las estrategias de producción y pla- nificación comunicativas. La aparición de "medios alternati- vos" en la Europa de los años sesenta - setenta, las radios libres, por ejemplo, y la repetición en sus mensajes de esque- mas de la cultura estándar, comercial, determinó la necesidad de elaborar asa teoría de la producción cultural, a la que difícilmente pudo responder la se- miótica de su tiempo. , , . ,,, Pasa a la p<tgma 34 32 / controversia

Debate entre Europa y Latinoamérica, sobre la semiótica

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"La semiología responde hoy a una necesidad concreta imputable no ya a la imaginación de unos cuantos inves- tigadores sino a la propia historia del mundo moderno". (Roland Barthes, 1964) 32 / controversia Pasa a la p

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Controversia

i

MIQUEL DE MORA GAS SPA DANIEL PRIETO CASTILLO

"La semiología responde hoy auna necesidad concreta imputable no yaa la imaginación de unos cuantos inves-tigadores sino a la propia historia delmundo moderno".

(Roland Barthes, 1964)

L a reflexión semiológica europea,vista ya desde la larga perspectivaque perrhite su desarrollo históri-

co, se ha movido entre dos tensionesfundamentales: de una parte la necesi-dad de su propia fundamentación epis-temológica, cada día más compleja -en-tre la lingüística y la lógica-, y de otraparte su voluntad, generalmente frustra-da, de ser útil a los proyectos de emanci-pación y de progreso social.

A 25 años de los primeros trabajossemiológicos aplicados a la investigaciónde la comunicación de masas puede de-cirse, debe reconocerse, que la prácticasemiótica, y en nuestros días esto yaempieza a cambiar, se ha caracterizadopor su independencia respecto del podereconómico y político de la cultura y dela comunicación.

Por lo menos en Europa el capitalno ha buscado a la semiótica para resol-ver ninguno de sus problemas. Los se-miólogos no fueron llamados por la pu-blicidad, o por las estrategias de produc-ción de la industria cultural. Los soció-logos, con sus técnicas de contenido, losexpertos en opinión y marketing con susrudimentarias técnicas de análisis de laopinión pública, eran más que suficien-tes para resolver los problemas semánti-cos originados por la inversión de la in-dustria cultural y de la publicidad. Téc-nicas suscintas de psicología social com-pletaban el bagaje teórico de la prácticapersuasiva y de los múltiples y fructífe-ros negocios de la significación.

Las cosas han funcionado como síla tarea de manipular fuese una tarea fá-cil, que se desarrolla espontáneamente,mientras que la tarea de defenderse deesta manipulación fuese, técnicamente,cada día más compleja y difícil.

La manipulación (desde la antiguaestrategia político—persuasiva de Goe-bels, hasta la moderna persuasión co-mercial) nunca necesitó de complejosplanteamientos epistemológicos, la de-fensa ante esta manipulación en cambiosiempre exigió un esfuerzo de rigor teó-

rico (desde las viejas teorías psicológicasde Tchakotine hasta la moderna semió-tica).

La semiótica, vista desde el puntode vista de las políticas de comunica-ción, podría definirse, pues, como unadisciplina "de resistencia", capaz deaportar elementos para interpretar lasestrategias de la cultura dominante.

Ahora bien, la función social de !ateoría no puede agotarse en las estrate-gias de recepción. En todo caso éstasforman parte de una estrategia más ge-neral y que debe incluir la interpreta-ción de la producción o de la acción adesarrollar. Las políticas de comunica-ción -concepto generalmente extraño alas investigaciones semióticas- exigen co-nocimientos, de todo orden, para regu-lar las estrategias de producción y pla-nificación comunicativas.

La aparición de "medios alternati-vos" en la Europa de los años sesenta -setenta, las radios libres, por ejemplo,y la repetición en sus mensajes de esque-mas de la cultura estándar, comercial,determinó la necesidad de elaborar asateoría de la producción cultural, a laque difícilmente pudo responder la se-miótica de su tiempo. „ , , . ,,,Pasa a la p<tgma 34

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EUROPA:

TENSIÓNEPISTEMOLÓGICA YFUNCIÓN SOCIALDE LA SEMIÓTICA

LA TINOAMERICA:

ENTRE ELDENUNCISMOY ELPRECIOSISMO

MIQUEL DE MORAGAS SPA DANIEL PRIETO CASTILLO

Los materiales que aparecen en esta sección no constituyen, como en otros números deCHASQUI, un enfrentamiento entre los puntos de vista de los autores. Por el contrarío se tratade visiones que pueden resultar complementarias a la hora de confrontar el desarrollo de la lec-tura critica en el contexto europeo y en el latinoamericano. El problema central es lo controver-tible de la lectura critica, sus avances y retrocesos, el modo en que se la puede ampliar a las res-pectivas situaciones. Miquel de Moragas Spa presenta un análisis del desarrollo y los conocimien-tos en Europa, a la luz de su preocupación central por el trabajo en el campo de la comunicación.Daniel Prieto Castillo enfatiza en los usos de la lectura crítica, tanto en el campo universitariocomo extra-universitario.

LATINOAMÉRICA:

"Ya que esta enseñanza tiene por,objeto el discurso tomado en la fatali-dad de su poder, el método no puederealmente referirse más que a los me-dios apropiados para desbaratar, des-prenderse, o por lo menos aligerar dichopoder"

Roland Barthes, "Lección inaugural".

en el mismo texto se preguntabael autor francés "¿Y si el poderfuera plural como los demonios?.

¿Cuál el método, entonces, para enfren-tar esa "filigrana del poder?" Historia-remos un tanto lo sucedido en el con-texto latinoamericano a través de los ca-minos seguidos y no seguidos para des-baratar, desprenderse o por lo menos ali-gerar el poder. Hablaremos casi siempredesde el ángulo de las escuelas de comu-nicación, desde lo que ellas aportaron ydejaron de aportar.

Tiempos dorados: el poder apare-ce concentrado solo en un punto y unono tiene más que apuntar en él las balasdel discurso para destrozarlo. Si el espa-cio de la comunicación fue confundido

en nuestros establecimientos con el es-pacio de los medios, el poder total fuecolocado en los mensajes por éstos pro-ducidos. Como reguero de napalm co-rrieron por nuestros países técnicas cer-canas al modelo de Para leer al Pato Do-rmid. Si de un lado asomaban los grue-sos huesos de las transnacionales y lasnacionales (nombres, direcciones y te-léfonos de los dueños de los monopo-lios, formas de concentración y distri-bución de la información), de otro, téc-nicas implacables horadaban la sensualpiel de esos rostros que nos asedian adiario. Trabajo formidable: entrañasy superficie. Todo debía quedar pulve-rizado en pocos años.Multiplicación de las sospechas:"El ojo que estás mirando/no es ojo porque lo miras,/es ojo porque te engaña"

diríamos parafraseando a Macha-do. La mirada y la sonrisa, los cuerposy las palabras, los ademanes y los gestos,no eran más que una terca superficie de-dicada a fascinarnos; férreos fantasmasde la realidad que, diferencia de siglosmediante, ya habían escandalizado aPlatón.

El ataque se centró en el discurso

impreso. Las revistas, los periódicos,aparecían como tigres feroces, y no pre-cisamente de papel. "En esta investiga-ción limitada, se quejaba Mattelart haceun par de años, la televisión y la radiohan quedado básicamente relegadas".

¿Murió de veras quemado el in-ventor de la pólvora? Pregunta injustaésta, si se entiende a quien alude. Paraleer al Pato Donald fue, es, un documen-to histórico. Por el momento en quesurgió y por la influencia que aun hoytiene.

¿Murieron quemados los seguido-res del inventor de la pólvora? Vamosmejor por ahí. No es lo mismo escribirun libro acerca de ese pato neurótico,sobre la base de una sólida formación entorno de la cual no es necesario abun-dar, que pretender tumbar todo discursoposible con un par de esquemitas teóri-cos o metodológicos prendidos con alfi-leres. Análisis fragmentario y fragmen-tante este último. Fragmentario porquese dedica a trabajar solo con unos pocostramos de discurso, con alguno que otropersonaje suelto, con esta o aquella re-vista. . . . Fragmentante porque la lec-tura recorta un hilo de una trama mu-

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Porque estos problemas prácticosse plantearon cuando la semiótica euro-pea (la primera edición del "Tratado deSemiótica General" de U. Eco es de1975) se encontraba interrogándose asi misma sobre su propio estatuto episte-mológico, poniendo en cuestión su pasa-do estructuralista—lingüístico.

En América Latina, ante la necesi-dad de encontrar alternativas teóricas alfuncionalismo de la mass communica-tion research, muchos, principalmenteinfluenciados por las corrientes semioló-gicas argentinas (1), confiaron en la se-miótica para algo que ésta no podíaofrecer: una alternativa global a la pre-tensión de globalidad del mencionadofuncionalismo.

Pero las cosas en los últimos añoshan vuelto a cambiar de nuevo. ¿Puededecirse, todavía hoy, que la semióticano interesa al poder y que únicamentesirve a intereses académicos e intelectua-les para una lectura crítica, popular, dela cultura moderna?.

La respuesta a este interrogantedeberá hacerse en el marco más generalde los fenómenos culturales que hoy seobservan en Europa, concretamente enel marco de la respuesta a la preguntapor la reapropíación que los interesesconservadores vienen haciendo del ámbi-to filosófico, reservado en los años 60al posícionamiento progresista.

E! nacimiento de la semiótica. La se-miótica del signo

La primera contribución de la se-miótica a la investigación sobrecomunicaciones de masas se deri-

vó de la posible aplicación de la tipolo-gía de los signos a la necesidad de in-terpretar los nuevos y diversos medios,particularmente los visuales y audiovi-suales.

La aportación básica de Saussure ;í; ,|consistió, principalmente, en definir unobjeto para la "teoría de la comunica-ción" más allá de la expresión verbal.La semiótica se ofrecía como una posi-bilidad para el estudio homogéneo delos nuevos medios de comunicación yde su pluralidad de mensajes.

Nociones como signo, símbolo,significado, significante, arbitrariedad,linealidad, etc. permitieron una primerainterpretación generalizada de los distin-tos sistemas expresivos que constituíanla información contemporánea. La se-miótica abría así las puertas a una teo-ría común y unificada de la pluralidad

expresiva de la comunicación de masas,de la comunicación social moderna.

Unos años más tarde y, después dela influencia saussuriana, llegó a Europauna segunda corriente semiótica, queterminaría desplazando a la semióticasaussuriana: la semiótica de Ch. S.Peirce.

"La lógica, en su sentido más ge-neral, es, según creo haber mostrado -di-jo Peirce, simplemente otro nombre pa-ra designar a la Semiótica, en cuantodoctrina casi necesaria o formal de lossignos (2).

La semiótica de Peirce concretó suinfluencia a través de la semiótica deMorris, que amplió la trilogía del signocon otra y fundamental trilogía: semán-tica,, sintáctica y pragmática del lengua-je (3): "Los signos no se limitan a adqui-rir cierta significación en un momentodeterminado -dijo Morris-, sino que po-seen esta significación únicamente en lahistoria de la vida particular de sus inter-pretes y su aparición afecta, para bien

o para mal, la posterior historia indivi-dual de estos interpretes" (4).

En Peirce y Morris, y en la tradi-ción de la semiótica anglosajona, se re-conoce generalmente una corriente queinterpreta la significación más allá desus relaciones estrictamente sígnicas,en una comprensión de sus relacioneslógico —pragmáticas.

Pero es necesario subrayar que es-ta interpretación también podría descu-brirse en la propia tradición europea.Las prevenciones de la "academia se-miótica" europea, sus necesidades ins-

titucionales de autodefinición y diferen-ciación, determinaron un menospreciode la propia tradición. Esto, en mi opi-nión, desembocó en un exacerbamien-to de la terminología esotérica o crípti-ca que ha distinguido a los semióticosen los últimos años. Entonces la opaci-dad del lenguaje, la jerga semiótica, secontradijo con su aportación políticafundamental: la posibilidad de interpre-tación (popular) de los mensajes persua-

LA ESTRUCTURAAUSENTE

INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICAUMBERTO ECO

Editorial Lumen

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sivos, y de las estructuras culturales do-j •minantes,

Creo que es necesario recordar/íreivindicar, que en la semiótica europeapostsaussuríana también es posible en-Vcentrar los gérmenes teóricos de la se-miótica que transciende la singularidaddel signo.

La tradición pragmática de la semióticaeuropea post—saussüriana

o puede afirmarse, llanamente,que la tradición semiótica europeapostsaussuríana se despreocupase

del contexto y de la acción comunicati-vas. Más bien debería decirse que ha si-do la impotencia de la semiótica acadé-mica la que se ha desvinculado de cual-quier política de comunicación, y estosucedió en la medida y al mismo tiempoque en Europa se producía la menciona-da recuperación conservadora del patri-monio filosófico.

Ya en Buyssens, por ejemplo, en-contramos Una clara definición del he-cho semiótico que se distinguía, preci-samente, por su "intencionalidad".Cualquier materia—objeto podía conver-tirse en materia expresiva, por tantopropiamente semiótica, si se situaba enun proceso de comunicación -intencio-nal. "La semiología dijo Buyssens -pue-de definirse como el estudio de los pro-cesos de comunicación, es decir, de losmedios utilizados para influir a otro yreconocidos como tales por aquel aquién se quiere influir" (5).

Intencionalidad emisora y con-ciencia receptora están presentes, desdeel principio en la definición de la se-miótica europea. Con todo, y tambiéndesde el principio, estas primeras ideasiniciales evidencian su insuficiencia y lanecesidad que someterse al desarrolloexplicativo de otras disciplinas como lapsicología del conocimiento y de lalógica.

Las distinciones de la primera se-miótica europea: indicios, señales, sig-nos, símbolos, permitió el estableci-miento de algunas importanes tipologíasMiles para la investigación de la comu-nicación de masas; se superó también eí iestadio del análisis de contenido cuanti-tativo (Contení Analysis); y-, lo que ya*no es tan obvio, la consideración de los iaspectos "trartsígiücos", las normas su-periores a la ordenación secuen.cíal delos signos, es decir, el discurso.

Las primeras teorías de Buyssensencontraron complemento en las poste-riores de Prieto (6). El año de 1966¿

Intencionalidad emisora yconciencia receptora están

presentes, desde el principio,en la definición de lasemiótica europea.

año de la publicación de su artículo "LaSémiologíe" (7), puede considerarse co-mo el de la culminación de la semióticaoostsaüssuriana, proceso perfectamentedescrito por G. Mounin (8).

La noción de intencionalidad esampliada en la teoría senaletica con con-ceptos que expresa el reconocimientopor parte del receptor de la intencionali-dad del emisor (participación—respues-ta). A estas nociones sobre la recepción,Prieto añade una consideración sobre lanecesidad de "reconocer" el mensajerecibido entre los mensajes posibles delacto emisor, es decir, con referencias aun universo lógico o campo semánticoen el que se interpreta su significado ysentido "Dos señales tienen el mismosignificado únicamente sí los sentidosadmitidos y los sentidos excluidos son,en ambos casos, idénticos" (9).

Roland Barthes: Comunicación de masasy modernidad

L a semiótica europea realizó un pa-so decisivo en su compromiso conla investigación de la comunica-

ción de masas a través de la obra y lamaestría de Roland Barthes. Barthes nosólo representa una aplicación generali-zada dé la semiótica a los más distintossistemas de signos, sino que, más propia-mente y en relación con nuestro temadé estudio, representa un notable com-promiso con la modernidad, lo qué en

La semiótica europeadio un paso decisivo

con la obra deRoland Barthes.

su momento significaba, inequívoca-mente, interés por los medios de comu-nicación,

Para Barthes, en la mejor tradicióndé la semiología saussüriana, ésta (10)tiene como objeto todos ios sistemas designos, cualquiera que sea su substanciade expresión: "Las imágenes, los gestos,los sonidos melódicos, los objetos y losconjuntos de estas substancias -que pue-dan encontrarse en ritos, en protocoloso espectáculos-contltuyen, si no "len*guajes" si, al menos» sistemas de signi-ficación" (11).

La conciencia de la importanciadel estudio "semíológico" déla comu-nícación de masas (12) se expresaba enla obra de Barthes con una claridad po-co común:"No hay duda de que el de-sarrollo que han adquirido los medios:de comunicación de masas confiere ac-tualmente una gran actualidad a este in-menso campo de la significación, en elpreciso momento en el que conquistasde disciplinas como la lingüística, lateoría de la información, la lógica for-mal y la antropología cultural abrennuevos caminos al análisis semántico.La semiología responde hoy a una ne-cesidad concreta, imputable no ya a laimaginación de unos cuantos investí*gadores sino a la propia historia delmundo moderno" (13).

Con Barthes se da un paso decisi-vo para arrancar a la semántica del ghe-to de unos objetos excepcionales,, he-chos a la medida de las posibilidades dela metodología de análisis, para someter-la al contraste de la realidad social com-pleja: "hasta ahora la semiología se haocupado tan sólo de sistemas de signosharto restringidos, como, por ejemplo,el código de circulación; apenas se pasaa conjuntos dotados de una auténticaprofundidad sociológica, nos encontra-mos con un nuevo lenguaje" (14).

Con Barthes la semiótica dejaplanteadas las cuestiones fundaménta-les. Sus propias palabras son en extre-mo elocuentes: ". . . el semiólogo aun-que en un principio trabaje sobre sus-tancias no—lingüísticas, encontrará, an-tes o después el lenguaje ("el verdadesreí") en su camino, no sólo a guisa demodelo, sino también a título de com-ponente, de elemento mediadoto de sig-nificado. Sin embargo, este lenguaje no<$ el mismo que el de los lingüistas: esun segundo lenguaje, cuyas unidades noson ya los monemas o los fonemas, atoofragmentos más amplios del discursoque remiten a objetos o episodios,. >:|\ La semiología segurarnente está des-

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tinada a ser absorbida por una translin-güística cuya materia consistirá unasveces en el mito, en el cuento o en elartículo periodístico. . . por esto la se-miología es una parte de la lingüística,precisamente esta parte que tiene porobjeto las grandes unidades del discur-so." La clarividencia de Barthes va aúnmás allá de la necesidad de superar los

Barthes comprendióla necesidad de abrir

la investigación alos grandes discursos.

límites del signo, de la comprensión dela necesidad de abrir la semiótica a lainvestigación de los grandes discursosque configuran la cultura de nuestrasociedad y, en un pensamiento armoni-zado,de la necesidad de realizar este es-tudio más allá del estricto marco aca-démico de la semiótica en un plantea-miento transdisciplinar. La cita ante-rior concluye diciendo que: "se obtie-ne así la unidad de la investigación queactualmente se está realizando en an-tropología, sociología, psicología y es-tilística acerca del concepto de signi-ficación".

El análisis, de las grandes unida-des del discurso obliga, efectivamen-te, a una superación de los estrechoslímites disciplinares de la semiótica.

De Umberto Eco y sobre el caminometodológico de la semiótica

en Europa

unto a la figura indiscutible deBarthes, y en cualquier breve re-sumen del desarrollo de la semió-

tica europea, debe mencionarse la obrade pensamiento y de síntesis de Umber-to Eco.

La obra de Eco ha dejado sentiruna extraordinaria influencia en todoslos medios relacionados más directamen-te con la semiótica, pero, aún más, enlos ámbitos de investigación de la comu-nicación y de la cultura modernas. Elestudioso de la comunicación de masasha encontrado en la obra de Eco -"Laestructura ausente", "Tratado de semió-tica general", "Lector in fábula", etc.,un cuerpo ordenado de las" más distin-

tas escuelas y problemas semióticos,una comprensión universal de la se-miótica integradora de las distintas es-cuelas. Con Eco se produce y se divul-ga una síntesis de las tradiciones euro-pea y anglosajona.

Con la obra de Eco podemos se-guir la evolución de aquella evidenciaformulada por Barthes de la necesidadde contraponer a la semiótica del signouna nueva semiótica del discurso. Lasnuevas semióticas del discurso -cada díapuede hablarse menos de una semióti-ca- constituyen una superación del vie-jo saussurianismo por cuanto que aquelsistema excluía, de hecho, una referen-cia rigurosa al significado y también porcuanto excluía referencias a procesosconcretos de comunicación.

La atención se desvía ahora delsigno hacia el texto, y del contenido asu interpretación.

"Se trata -dice Casetti reiterandolo que ya había dicho Barthes- de recon-quistar un terreno que la noción de len-gua (o en general de sistema de signos)o que la atención prevaleciente a loselementos microestructurales (de la fra-se para abajo) habían, en parte, oscure-cido". (15)

Se descubre también la necesidadde considerar la relevancia de los aspec-tos dinámicos (comunicativos) del len-guaje. Schmidt en su Texttheorie afir-ma que una lingüística orientada a la co-municación ha de ser una teoría "de laactividad comunicativa" (16).

Pero ahora el problema de las nue-vas tendencias semióticas ya no es el dedefinir o anunciar su campo de estudio,sino el de resolver los problemas que es-te estudio implica. Pero también es aho-ra cuando la investigación se desarrollaal margen de los mensajes concretos,sin la capacidad de formular interpreta-ciones globales, útiles para una demandasocial, cada día más urgente, que buscauna interpretación social de nuestra cul-tura.

No es posible, pero sigue siendonecesario, encontrar visiones sintéticasde nuestra propia cultura como las queofrecieron en los años 60. Edgar Morinen su ''Espíritu del tiempo", o UmbertoEco con su "Apocalípticos e Integra-dos", o Braudrillard con su "Sociedadde consumo" (17). Ahora la semiótica,pendiente de resolver sus complejascuestiones de orden lógico y su relacióncon la psicología de la conducta, nopuede ofrecer respuestas válidas a estosinterrogantes.

Existen, desde luego, algunas ex-

cepciones, recuérdese, por ejemplo, lostrabajos de Bettetini (18) sobre retóricade- la imagen, los numerosos estudios so-bre semiótica de la publicidad (19). Seempieza a demostrar en análisis de ca-sos las posibilidades que los nuevos en-foques y métodos pueden tener parauna superación histórica de los modelosde análisis de contenido. Las teorías deltexto superan ampliamente las nocionesde mensaje tal y como eran supuestasen el paradigma de Lasswell, y que se IRmitaban a una referencia aislada de suscomponentes (Emisor—Mensaje—Canal-Receptor). La teoría del texto al consi-derar la dinámica comunicativa rompecon este aislacionismo y deriva en unaconcepción integrada de los elementosque componen el proceso.

También en este punto, como ha-bíamos visto al referirnos al descubri-miento de los niveles discursivos en Bar-thes, la incorporación de la noción cen-tral de "actividad comunicativa" desem-boca en la necesidad de un enfoquetransdisciplinar: "Sólo una lingüísticaorientada a la comunicación- ha dichoSchmidt- puede servir de base a la socio-lingüística y a la psicolingüística, a la*ciencia literaria, al análisis de conteni-do" (20).

El lenguaje como acción

L os nuevos enfoques de la semióti-ca pasan hoy por una reconsidera-ción de la importancia del acto co-

municativo y de las condiciones que esteacto impone sobre la constitución deltexto. Se descubre, pues, una segunda ymás fructífera dualidad que la que habíapropuesto Saussure entre "lengua" y"habla". "El texto -ha dicho Van Dijk-es una unidad lingüística de ba<"3 que semanifiesta como discurso, en la enuncia-ción" (21).

Las teorías del texto -como bienha resumido Casetti- abarcan tres gran-des áreas que se implican entre sí, aun-que cada una de ellas haya merecido ymerezca un trato científico particular.

Sigue siendo necesarioencontrar visiones

sintéticas de nuestrapropia cultura, como

las ofrecidas en losaños 60 por Edgar Marín

y Umberto Eco.

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Estas áreas son las del análisis transfrás-tico, que estudia las regularidades quetranscienden los límites de la frase, queretrotrae a ,1a atención por la retórica,las gramáticas textuales que estudian lascompetencias textuales (22) y los prin-cipios de constitución de los textos, y,finalmente, ia pragmática, a la que aquíprestaremos ahora una mayor atencióny que estudia, genéricamente, las vincu-laciones del texto con su contexto.

Estas tres áreas son -en la descrip-ción de Casetti- ámbitos interdependien-tes: "el texto responde, por un lado, dela propia exactitud del modo en que hasido construido y, por otro, de las nor-mas que su inscripción en un género osu posición institucional le proporcio-nan" (23).

Las formas de uso del discurso, laestructura concreta de interacción quese produzca en el acto comunicativo,las competencias de los interlocutores,en definitiva el conjunto de condicionesque unen el emisor con el destinatario,determinan la estructura interna del tex-to.

Como ha destacado Petofi (24) espropio de la semiótica el estudio de lasrelaciones entre los factores propios deltexto y los factores propios y específi-cos de la actividad comunicativa.

Los actos de habla (ilocutivos)ambién se rigen por normas, la norma

roland barthesel placer del textoy

lección inauguralde la cátedra de semiologíaliteraria del college de trance

no es algo exclusiva de los niveles grama-ticales. El rango de los interlocutores, laintención del acto, el tipo de texto utili-zado, la distancia y las circunstancias dedesarrollo del acto, etc., se determinanpor normas. Estos actos no constituyenestrictamente actos individuales, comodecía Saussure en su distinción lengua-habla, sino que también ellos están so-metidos a una gramática, a una norma-tiva. La lengua impone al hablante co-mo condicionantes sociales unos deter-minados mecanismos enunciativos.

La gramática -señala Van Dijk-proporciona una explicación del por quées aceptable, o no es aceptable, el obje-to—expresión; la pragmática proporcio-na, en cambio, las condiciones de satis-factoriedad de la expresión—acto (25).

La teoría de la enunciación esdeudora, entre otras, de la huella deAustin (26) para el que una teoría dellenguaje centrada en el estudio de la re-lación entre lenguaje y realidad, no pue-de dar satisfacción a los numerosos pro-blemas del lenguaje como institución so-cial. No sólo la lógica debe ser objetode la teoría del lenguaje, sino que tam-bién debe serlo la ética. No debemosinteresarnos únicamente por la verdad ola falsedad de las enunciacones, sinotambién por sus posibilidades de seduc-ción o persuasión.

De ahí la mirada a los actos del

habla corno acciones, el estudio del usode los verbos performativos, que actúancomo acciones. Dicho llanamente, "de-cir algo" es, al mismo tiempo, "hacer al-go".

La teoría de la enunciación -si-guiendo los descubrimientos de Grei-mas- establece algunas distinciones quetienen transcendencia para el desarrollodel análisis de algunos de los procesoscomunicativos fundamentales de nuestrasociedad, por ejemplo los de la persua-sión comercial o política. Así sucedecon la distinción de sujetos; entre el dela enunciación y el del enunciado, quepermiten "detectar" las estrategias depresencia y de simulación de los sujetos.

En conclusiónrwi engo que reconocer que escribo

estas líneas desde una preocupa-J» ción concreta por la investigación

de la comunicación de masas, quizás porello lo hago convencido de que aquellavieja elección del objeto de estudio quehizo hace ya tantos años Roland Barthessigue siendo oportuna y necesaria parala investigación de la comunicación demasas, pero probablemente también pa-ra la propia semiótica.

El contacto de la semiótica conlos fenómenos de la lectura contempo-ránea, es decir, con los medios de comu-nicación y con la transformación queen la actualidad están experimentando,sigue siendo indispensable para el propiodesarrollo de la semiótica, o, por lo me-nos, para que ésta pueda contribuir, conalgún servicio positivo a las políticas decomunicación.

He titulado este ensayo "tensiónepistemológica y función social de Is se-miótica". Efectivamente, esta disocia-ción se ha producido y sigue producién-dose en la semiótica europea contem-poránea (27).

Los últimos descubrimientos de lasemiótica, a los que me he referidonos descubren unas normas, que ni si-quiera habían sido reconocidas por losinvestigadores, y que afectan a las posi-bilidades de organización de la persua-sión -dominación en la sociedad contem-poráneas. La semiótica, como decíamosal principio es un instrumento para de-senmascarar las estrategias ocultas dedominación a través del lenguaje, de loslenguajes. Pero el camino a recorrer pa-rece aún largo, el propio Van Dijk, reco-noce que la macro—pragmática no estáen condiciones de abordar el estudio delos problemas de la comunicación entregrupos e instituciones, y debe limitarse

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Roland Barthes

Mythologies

al estudio de la interacción comunicati-va cara -a cara.

Lo que me parece importante des-tacar es que las contribuciones de la se-miótica moderna han permitido a la in-vestigación de la comunicación de masascomprender unas nuevas dimensionesde la relación entre los textos y los indi-viduos ("lectores in fábula"), coinci-diendo todo ello con otros importantescambios de enfoque de la investigaciónde la comunicación en su conjunto, en-tre ellas la investigación sobre los usos ygratificaciones de la comunicación o lasinvestigaciones sobre -las apropiacionespopulares de la cultura (28),

La semiótica se ocupa ahora derealidades que hace unos años se califi-caban generalmente de extradiscursivas.La semiótica encuentra así una platafor-ma, no ya de yuxtaposición teórica, si-no de verdadero alcance transdisciplinar,entre la semiótica, la psicología social yla sociología.

La pragmática no se presenta,pues, como una tarea parcial "puestoque pragmático -ha dicho Van Dijk-yano puede ser aquí la calificación de unámbito de investigación parcial, teórica-mente aislable, sino, a lo sumo, la califi-cación del aspecto investigador domi-nante de la teoría del texto en su con-junto, es decir, orientado hacia la comu-nicación" (29).

Sólo con la lucidez de comprenderque la semiótica nunca podrá ofrecer uninstrumento para la interpretación glo-gal de los fenómenos comunicativos; só-lo entendiendo que se traía de una dis-ciplina capaz de aportarnos datos a unode los aspectos básicos de nuestra socie-

dad, el de la interacción entre significa-ción y acción, sólo a partir de un pro-yecto transdisciplinar que surja comorespuesta al compromiso teórico de lapresencia de un objeto de estudio social-mente complejo -y la cultura y la comu-nicación de masas lo son- podrá decirseque la semiótica encuentra su funciónen las políticas de comunicación moder-na.

Si se alienta la idea de que la se-miótica puede dar interpretaciones glo-bales a la sociedad o al propio sistemade comunicación moderno, que la se-miótica es una disciplina verdaderamen-te alternativa y autosufíciente, si sealientan las prácticas teóricas aislacionis-tas en los ámbitos institucionales y aca-démicos, si se pierden de vista los obje-tos sociales que comprometen metodo-lógica y políticamente a la semiótica,entonces se estará ya muy cerca de laabsorción por el actual proceso de apro-piación conservadora de otro de los sec-tores que años atrás fueron puntas devanguardia de! pensamiento progresistaen Europa.

NOTAS

(1) Recuérdese la polémica entre Vetón yMattelart en Lenguajes, No. 1, BuenosAires.

(2) Citado-por CASETTI, F., en Introduc-ción ala semiótica, Fontanella Barcelo-na, 1980, pág. 18.PEIRCE, Ch. S., CollectedPapers, Har-vard, 1931-1935.

(3) Véase TORDERA, A., Hacia una se-miótica pragmática. El signo en Ch., S.Peirce, Ed. Fernando Torres, Valencia1978.

(4) MORRIS, C., Signos, lenguaje y con-ducta, Ed. Losada, Buenos Aires, 1962,

(5) BUYSSENS, E., La communication et1" articttlation lingüistique, PressesUni-versitaires de Braxelles, 1967.

(6) PRIETO, J. L., Mensajes y señales, Seixy Barral, Barcelona, 1967.

(7) PRIETO, J. L., "La Semiologie" en Le-Langage, Enciclopedie de la Pléyade,.Gallimard, París, 1966.

(8) Véase MOUNTN, G., Introducción a laSemiología, Ed. Anagrama, Barcelona,1972.

(9) PRIETO, J. L., Mensajes y señales, Op.Cit. pág. 13.

(10) BARTHES, R., Elementos de semiolo-gía, Ed. Alberto Corazón, Madrid,1971.

(11) BARTHES, R., Op. Cit.(12) Para una referencia más amplia a la se-

miótica de la comunicación de masasen Europa véase:

¡f;í MORAGAS SPA, M., Semiótica de lacomunicación de masas, Ed. Península,Barcelona, 1976,1982."Semiótica de comunicació de masses"en Análisis, No. 7/8, Universitat Autó-noma de Barcelona, 1984.PEÑA-MARIN, C., J. LOZANO, G;ABRIL, "Bibliografía sobre análisis se-miotico de las comunicaciones de ma-sas", en Revista Española de Investiga-ciones Sociológicas, No. 3, Madrid.

(13) BARTHES, R., Op. Cit., pág. 13.(14) BARTHES, R., Ibídem.(15) CASETTI, F., Op. Cit.(16) SCHMIDT, S. J., Teoría del texto, Edi-

ciones Cátedra, Madrid, 1978.(17) MORIN, E., El espíritu del tiempo, Ed,

Taurus, Madrid. 1966.ECO, U., Apocalípticos é Integrados,Ed. Lum, en, Barcelona 1968.BAUDRILLAR0, J., La sociedad deconsumo, Ed. Plaza Janes, Barcelona,1972.

(18) Véase mi referencia a Betettini en MO-RAGAS, M. Teoría de la comunicaciónEd. G. Gilí, Barcelona 1982.

(19) Véase PÉREZ TORNERO, J. M., Se-miótica de la publicidad, Ed. ATE, Bar-celona, 1982.SCHMIDT, S. J., Op. Cit.VAN DYJK, T., Texto y contexto,Ediciones Cátedra, Madrid, 1980, pág.35.

(22) PETOFI, J. y A. GARCÍA BERRIO,Lingüística del texto y crítica literariaAlberto Corazón, Madrid, 1978.CASETTI, F., Op. Cit. pág. 176.Op. Cit.VAN DYJK, T. A., Op. Cit. pág. 211.AUSTIN, J. L., Acciones y palabrasEd. Paidós, Buenos Aires, 1971.Véase la colección de la revistas "Ver-sus" (Bompiani, Milán).Véase la colaboración de Jesús Marti'nBarbero en esta misma revista.VAN DYJK, T. A., Op. Cit., pág, 24.

38 I controversia

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Viene de la página 33

cho más compleja, lo pone, tan delgadoél, sobre el pupitre, lo deshistoriza, leniega su relación con el resto del tejido.En la práctica esto ha llevado a generali-zar una pobrísima lectura del complejouniverso de los mensajes. Con unos po-cos esquemas se pretendió, se pretende,demitificarlo todo, llegar hasta las raícesmismas del sistema social.

Si la soberbia es ridicula en un vie-jo, duele horrores cuando la exhibe unjoven. No pocos salieron con esos es-quemas bajo el brazo, o detrás de lafrente mejor, convencidos (y habría quepensar en la responsabilidad de los "con-vencedores") de su capacidad de leerlotodo, de que nada podía ya escapar a sumirada.

Un esquemático lo es con prescin-dencia del signo ideológico en el cual seampare. Y lo sigue siendo aunque sepretenda justificar sus intenciones fina-les, su búsqueda de relaciones socialesmás justas y todo lo demás.

Recuerdo a Adorno, La persona-lidad autoritaria: la incapacidad de per-cibir los matices sociales, el mito delenemigo común. . . El poder no eraprecisamente plural. El adversario es-taba ahí enfrente, compacto, irredimi-ble. Con sblo estudiar uno de sus cabe-llos se entendía el resto. De este ladolos buenos, sin mácula. Es sabido, losburgueses son los otros. No había quellevar el análisis al discurso sindical, .alos sectores populares. O a veces sí,para denunciar influencias, repeticiónde palabras tomadas de la tele, sinuosaslíneas de dominación ideológica. Singu-lar el poder, entonces, encaramado enuna sola margen de la ancha sociedad.

Percepción extrema la que pro-pongo. Matizo: la lectura crítica llegóa nuestras escuelas para quedarse. Elriesgo estuvo y está en la pretensiónde leerlo todo a través de un mínimobagaje de instrumentos críticos, a tra-vés de un cursito, se llame de semióti-ca o de cualquier otra manera.

Senderos del preciosismo

T iene usted razón: el esquematis-mo ha hecho un daño terrible enel contexto latinoamericano. Un

objeto de estudio no se resuelve de lanoche a la mañana. Tiempo es lo quehace falta, y una metodología rigurosa,y un análisis meticuloso, que nada de-je fuera".

Entre el esquematismo y el precio-sismo se ha movido a menudo el péndu-

lo universitario. Barrocas catedrales depalabras, complejísimas redes utilizadaspara atrapar alguna solitaria mariposa.Y sobre todo tiempo, mucho tiempo.¿Cuántas generaciones de estudiantesson necesarias para agotar un universotan complejo como el de la historieta?Todas. ¿Y cuántos investigadores detiempo completo? Todos. ¿Y cuántosaños? Muchos, muchísimos.

El discurso tiene su magia. Cuan-do uno lo confunde con la sociedad bienpuede entregar su vida a semejante ta-rea. Al impreso me refiero. En nues-tros países la lectura crítica de los men-sajes radiales y televisivos ha sido másque puntual.

No cualquiera construye catedra-les. Hacen falta términos para la base ytérminos para las torres, otros más delga-dos y elegantes para recubrir los gruesosmuros, otros, en fin, para organizar lasceremonias, para dar a cada quien suparte en el rito.

Y hay veces que los estilos se con-funden, y entre el barroco asoma un ro-

mánico adusto, capaz de asustar a cual-quier principiante. Las diversas semióti-cas suelen entrecruzarse, cada una consu voz, en una mezcolanza que dejaríamuda a la legendaria babel.

Entonces, esa capacidad de lecturadel instrumento elegido de por vida, eldiscurso, se convierte para los estudian-tes en una tortura nada diferente de lapadecida en el espacio de las matemáti-cas. La complejidad termina por darmuerte al asunto. Y éste sigue siendo elpoder. El texto adquiere tal densidadque no hay modo de abandonarlo. Su-cesivas generaciones de estudiantes pue-den gastar tiempo, mucho, en el análisisde un cuadro de algún pintor renacen-tista.

De otra manera: ¿la fatalidad delpoder del discurso se juega solo en lostextos o en el uso social de los mismos?Hemos aprendido, hace ya algunos años,que el ámbito de la comunicación sociales mucho más vasto que el de tal o cualmensaje; que la filigrana del poder atra-viesa amplios espacios discursivos; que

HISTORIADE LA LOCURA ENLA ÉPOCA CLASICA

MICHEL FOUCAULTBREVIARIOS

e Fondo de Cultura Económica

controversia / 39

Page 9: Debate entre Europa y Latinoamérica, sobre la semiótica

Uno pierde la visión dela sociedad si se

especializa en un tipode mensajes.

el uso social es quien determina la tra-ma de los mensajes, que éstos son la es-puma de un oleaje profundo.

Aprender a leer situaciones socia-les a través de los mensajes, aprender aseguir los hilos del poder en un determi-nado contexto, ¿no sería esa una buenaoferta de las escuelas de comunicacióna sus estudiantes? Una lectura que, pormedio de múltiples textos, permitieracaptar la trama de un escenario social.

Si eso fuera válido necesitaríamosun instrumento mucho más complejoque el utilizado en aquella actitud es-quemática. Pero a la vez tendríamosque sortear el escollo de un solo tipo detexto para abrirnos a un universo dis-cursivo en el que se entrecrucen sistemasde significación. Entre el preciosismo yel rigor analítico hay un océano de dife-rencias.

La queja de Mattelart resulta másque válida: uno pierde la visión de la so-ciedad si se especializa en un tipo demensaje. ¿Qué ganamos con centrarnossolo en lo impreso, y dentro de ello ape-nas en alguna publicación? Una lecturamúltiple podría ampliar las márgenes dela percepción, al menos si incorporarala oferta de la radio y de la televisión.Pero un comunicador debiera capacitar-se también en la lectura de otros textossociales, debiera tener, al menos, nocio-nes del universo discursivo que caracteri-za a determinada época. Universo dis-cursivo en sus detalles temáticos y ex-presivos, y no esquematizado a través delas grandes categorías a las que nos acos-tumbró el terrible sociologismo de la dé-cada de los setenta.

Confrontaciones discursivas

C ada quien con sus opciones. Entreel denuncismo fácil, casi pueril, yla lectura sofisticada de textos ais-

lados se ha movido en general el péndu-lo de ILS escuelas de comunicación.Fragmentación pobrísima de un lado,fragmentación más ambiciosa de otro.

¿Se agota en esos espacios el tra-

bajo universitario? ¿No habría que pe-dirle a nuestras escuelas un compromisomás hondo con las sociedades en quefuncionan? ¿No sería posible preveruna lectura del poder, del real, del quese juega más allá de las historietas y lasfotonovelas, del que se mueve en la in-trincada tela de las relaciones sociales?¿No sería un esfuerzo mucho más útil,más radical, el de leer los universos dis-cursivos de los grandes momentos de lahistoria de cada país, a partir del perío-do independ enlista?.

El concepto de "universo discursi-vo", dice Arturo Roig, alude al modo enque se articulan los diversos sistemas designificación en un determinado períodohistórico. Entran en juego, entonces, nosolo los medios de difusión. Tambiénlos discursos filosófico, retórico, litera-rio, político, legislativo, de las artes plás-ticas, de las artesanías, de la tradiciónoral, de la arquitectura, de los objetos,de la moda. . . Y entran todos esos tex-tos marginales, a los que aludía Fou-cault, como los de las cárceles y los hos-picios.

Este trabajo, casi imposible paraun solo individuo, se ha venido haciendoen América Latina, pero fuera de las es-cuelas de comunicación. Y si no haabarcado las totalidades que propone-

mos, ha estudiado momentos privilegia-dos para la comprensión de una época yde los modos de funcionamiento de esafatalidad del poder. Me refiero a perío-dos históricos de grandes confrontacio-nes sociales, en lo que se han producido,por lo tanto, grandes confrontacionesdiscursivas. Esto último no solo en elsentido de un discurso contra otro, sino,fundamentalmente, en la manera en quelos mismos se conforman, cambian susrecursos expresivos, abordan nuevos te-mas, adoptan ciertas estrategias de de-fensa y de ataque. Es en ese complejí-simo juego donde discurre el poder.

Pienso en los trabajos de Roig so-bre el siglo XIX. Una magnífica expre-sión de los mismos aparece en este nú-mero de CHASQUI: "Para una historiade las formas discursivas en América La-tina". Pienso en la obra de ArnaldoCórdova sobre la revolución mexicana;en el equipo que dirige Gilberto Gimé-nez, dedicado a la lectura de numerosasfuentes documentales de comienzos desiglo, también en México; en el infati-gable trabajo del panameño Ricaurte So-ler; pienso en La conquista de América,de Todorov.

Esas visiones de conjunto, a lasque habrá que dedicar largos años, tie-nen como eje lo histórico. Junto a ellas

Tzvetan Todorov

CONQUETE DEL'AMÉRIQUE

La questiondelautre

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las lecturas fragmentarias aparecen co-mo una soberana pérdida de tiempo. Siun estudiante pudiera, por ejemplo, per-cibir cómo fue variando el discurso retó-rico desde el período independentistahasta nuestros días (en los dos carrilesprivilegiados del poder: el propagandís-tico y el publicitario), sacaría muchamás información, mucha más compren-sión histórica que la que arroja la lectu-ra crítica de "Superman". Y, en todocaso, estaría mucho más preparado paratrabajar esa historieta.

En el análisis del discurso nuestrasescuelas han procedido en general comosi la sociedad hubiera nacido en la déca-da de los cuarentas, nada hubo antes,poco hay ahora incluso, por la tendenciaa privilegiar mensajes provenientes delos países centrales (Víctor Hugo decía,recordando su niñez, "Entonces Parístenía seis años").

Si la lectura crítica llegó para que-darse, si aportó desde América Latina,no pocos elementos para el debate sobreel Nuevo Orden de la Información y laComunicación, es preciso insistir ahoraen una lectura de los propios momentosdiscursivos.

Universidad y sociedad

H an pasando, por fortuna, los tiem-pos en que los intelectuales uni-versitarios hablaban a nombre del

pueblo (Foucault nos enseñó, afirmaDeleuze, la indignidad de hablar a nom-bre de otros). Las propuestas en tornodel universo discursivo son útiles paraun mayor conocimiento de la experien-cia latinoamericana y, sobre todo, paracapacitar a los estudiantes. Pero hace yamucho que las universidades, sobre todoestatales, declararon un compromisocon la sociedad, una vocación de servi-cio, de transformación de las relacionesvigentes. Uno de los espacios privile-giados de ese compromiso, al menos endeclaraciones de principios, fue el de lalectura crítica. Si los grandes mediosalienan y dominan es preciso que la gen-te tome conciencia para desarrollar lacapacidad de crítica, para romper lascadenas de su enajenación. De las decla-raciones de principios a los hechos hahabido un tramo que muy pocas escue-las de comunicación han acertado a lle-nar. Formado en el análisis fragmenta-rio y fragmentante el comunicador—concientizador poco y nada ha podidoaportar a los procesos de transforma-ción social. Más aun, muchas experien-cias de lectura crítica han sido conduci-

das por educadores populares y no poregresados o docentes de nuestros esta-blecimientos.

Salvo excepciones, y el documen-to de la Unión Cristiana Brasileña de Co-municación Social publicado en este nú-mero es un claro ejemplo de ellas, la uni-versidad o se desentendió del trabajo po-pular (aunque estuviera aludiendo a él oatribuyéndose el nombre del pueblo) opropuso metodologías que poco y nadasirvieron para ampliar la capacidad delectura de determinados sectores socia-les.

Y es que una cosa son las metodo-logías de trabajo universitario (congeloeste proceso, lo vuelvo cadáver, lo pon-go sobre el pupitre de disecciones, apro-vecho que nada se mueve en él, lo des-nudo, lo destrozo) y otras las de trabajopopular (la conciencia, mal que nos pe-se, nunca avanza en bloque y en todoslos frentes; se concentra acá, retrocede,avanza allá, ilumina esta región y sigueen tinieblas en aquélla; el discurso popu-lar está vivo, no se deja sujetar, no cabeen el pupitre de disecciones).

El análisis fragmentario y frag-mentante se concentra en unas pocastécnicas y no permite leer más que algu-

La lectura de la propiasituación social es un

proceso largo, lleno depruebas y errores,de idas y regresos.

nos impresos, o en todo caso demitificareste o aquel héroe. En cambio, la lectu-ra crítica en el trabajo popular requierede una percepción más totalizadora, queabarque no solo la oferta de los medios,sino también la filigrana del poder en lasrelaciones inmediatas, en el trato a lamujer y a los hijos, en el trabajo, en losproyectos, en las organizaciones. He-mos aprendido que con algunas consig-nas denuncistas nadie cambia un gramode su conciencia. La lectura de la pro-pia situación social es un proceso largo,lleno de pruebas y errores, de idas y re-gresos.

Y si las consignas de interpreta-ción poco han hecho, menos todavíahan aportado los trabajos sofisticados,las barrocas catedrales de palabras.

Y, sin embargo, las experienciasde lectura de la propia situación socialganar» un espacio cada vez más amplioen el contexto latinoamericano, a pesarde que la immensa mayoría de nuestrasescuelas brillen en ellas por ausentes.Sucede que en esas experiencias, comoen todas las otras que van entretejien-do los sectores populares, los tiemposexceden la neurosis del corto plazo queha caracterizado a la labor universita-ria. Un proyecto social no comienza ytermina en un semestre o en un año.Se trata de la vida de un grupo socialy no de una prueba de laboratorio ode un examen parcial.

En un acompañamiento a la lectu-ra crítica de la propia condición de vida,la universidad (nuestras escuelas) ten-dría mucho que ofrecer. Pero no conmetodologías a priori, probadas con es-tudiantes clasemedieros. Hacen faltamateriales, tiempos de reflexión sobre

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Simón Rodríguez:se puede pintar sin

sin pintar.

los mensajes ajenos y propios. La cons-trucción del método, a pesar de la posi-bilidad de algunas propuestas previas,surge del trabajo mismo, de la confron-tación con los modos de vida de un de-terminado grupo. La experiencia cons-truye el método, o en todo caso lo enri-quece, lo corrige, lo desecha.

Abundan materiales producidospor organizaciones de trabajo popular.En muchos de ellos, la mayoría aun, ri-ge el modelo de denuncia de la ofertade los medios de difusión. Pero tam-bién hay documentos orientados a unareflexión más amplia, sea en la línea delos "análisis de coyuntura" o en la lectu-ra de situaciones cotidianas. Pienso enlas experiencias de la ya mencionadaUnión Cristiana Brasileña de Comunica-ción Social, las del CEDEE en la Repú-blica Dominicana, del CENECA en Chi-le, del CESAP en Venezuela, por men-cionar algunas instituciones.

La fiesta del lenguaje

Afirma Hugo Assmann, en el traba-jo incluido en este número, "Lec-tura crítica de un mito político",

que muchas instituciones de trabajo po-pular han fracasado por no contemplarla lógica del deseo, de lo imaginario, dela utopía, que corresponde a los secto-res populares.

Y han fracasado, agregamos noso-tros, por no tomar en cuenta la fiestadel lenguaje.

En 1828 Simón Rodríguez dedi-caba parte de sus Sociedades America-nas al problema del discurso. "No setrata de la importancia de la palabra,escribía, porque no hay quien no la co-nozca. La importancia de su pintura laconocen pocos bien, muchos. . . nipiensan en ella. Se puede pintar sin ha-blar pero no hablar sin pintar".

El ilustre maestro de Bolívar sedio entonces a la tarea de plasmar, enel discurso escrito, toda la riqueza deldiscurso hablado. Para ello inventó unadistribución del texto en la página dedi-

cada a la recuperación de los tonos y laspausas, del acento y las modulaciones.Una escritura que no respetaba los már-genes tradicionales, que dejaba de ladolas comas y signos de puntuación, quejugaba el espacio de la hoja como un es-pacio sonoro; que intentaba acercarse,en todo caso, a las notaciones musica-les.

Nadie le hizo caso entonces a donSimón. Los editores rechazaban su esti-lo porque, decían, desperdiciaba espa-cio; por todos lados lo llamaban loco;lamayor parte de su obra quedó en ma-nuscritos y éstos se hicieron cenizas du-rante un incendio.

La recuperación de sus trabajossobre el discurso apenas si ha cornenza-do en nuestra América Latina, mediantelas investigaciones de Arturo Roig.

Y, sin embargo, don Simón habíaanticipado una de las opciones más re-cientes de la lingüística: atenerse al dis-curso hablado, abandonar el espacio delo escrito, recuperar la capacidad expre-siva de las palabras, la manera en que através de lo oral son pintadas situacio-nes, sentimientos, recuerdos, sueños; elmodo en que se entreteje la lógica deldeseo, de lo imaginario, de la utopía,y la forma en que palpita, vive, se agitala fiesta del lenguaje.

El análisis fragmentario—denuncis-ta arrasó con todo, o al menos pretendióhacerlo. Dejó de lado detalles estéticos,goce perceptual, elementos festivos de

los mensajes atacados. En realidad, estadescalificación no nació de ese tipo deanálisis. La universidad, y en generalla escuela latinoamericana, han trabaja-do, y lo siguen haciendo, sin la mínimacapacidad narrativa. Y esto es posiblesolo cuando se tiene públicos cautivos,cuando los destinatarios del discurso es-tán obligados a soportar. Pienso en lastediosas clases, en los tediosos manua-les, en Ips adustos textos en los que noha asomado nunca ni siquiera la sombrade la ironía.

Entiendo por narratividad la capa-cidad de atractivo de un discurso. Lautilizamos, la vivimos jnejor, cuandocontamos lo que sucedió durante el día,lo que le acontenció a algún amigo;cuando relatamos lo leído en un perió-dico o lo visto en televisión; cuando tra-tamos de dar fuerza a lo dicho, jugamoscon el suspenso, introducimos un ele-mento sorpresa, reiteramos algún térmi-no o bien enfatizamos con oportunos re-cursos verbales; cuando anunciamos al-go y demoramos en decirlo; pregunta-

mos y nos respondemos, alzamos el to-no de la voz, lo bajamos, lo hacemosmás grave, adoptamos el recurso del la-mento.

No hay lectura crítica posible, almenos en el trabajo popular, sin pasarpor ese juego de la palabra. Los progra-mas educativos populares que han teni-do algún éxito en nuestro contexto lati-noamericano fundaron todo en una re-

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cuperación del lenguaje cotidiano. Esese lenguaje el que hay que respetar, de-fender, gozar, para lanzarse a una lectu-ra de la propia situación social. La po-breza narrativa universitaria, por muyconcientizadora que se presuma, pocoy nada tiene que hacer en ese espacio.

¿Y dónde queda, en este caso, lafiligrana del poder? ¿Pasamos ahora aocuparnos de la fiesta, del goce, y deja-mos de lado las argucias del discurso?.

Sucede que la fiesta, el goce, sonargucias del discurso. En ellos se fundabuena parte del atractivo de los mensa-jes de difusión colectiva. Pero, ademásde argucias, fiesta y goce son eso: fies-ta y goce. Y si los descalificamos sinmás nos quedamos fuera de uno de losmodos más ricos de las diarias relacio-nes. Es en la vida misma donde se prac-tica la lectura crítica, y con los ingre-dientes de esa vida, y no en los pupi-tres masacra—cadáveres.

Algunas conclusiones

Investigación, formación de los es-tudiantes y trabajo social confor-man el marco en que se mueven, o

pretenden hacerlo, muchas escuelas decomunicación en nuestros países. Lasreflexiones y propuestas presentadas eneste trabajo se orientan en esas tres di-recciones.

Si por momentos hemos cargadolas tintas y si hemos dejado de mencio-nar valiosos trabajos dedicados a visio-nes menos fragmentarias, nos ha movi-do el propósito de enfatizar en una si-tuación generalizada en nuestros estable-cimientos. Las excepciones, aunquesean valiosas, no alcanzan a reducir elamplio espacio del trabajo en los dife-rentes países. Año a año salen genera-ciones de jóvenes formados en el estre-cho margen de análisis que hemos de-nunciado.

Antes de embestir contra los men-sajes o de gozar con la fascinación deldetalle habría que reflexionar sobre loque necesitan nuestros estudiantes.

MIQUEL DE MORAGAS SPA Vienedesarrollando una riquísima labor enel campo de la comunicación sociala través de la docencia, la investigacióny el ensayo. Nacido en Barcelona,1943, es doctor en Filosofía y titula-do en periodismo. De 1978 a 1980 fuedecano de la Facultad de Ciencias dela Información de la Universidad Autó-noma de Barcelona. En 1979 dio aconocer como editor un importantevolumen sobre Sociología de la comu-nicación de masas. Su libro Semióticay comunicación de masas constituyeun importante hito en el mundo dehabla hispana. Miquel de Moragas esmiembro del Consejo Asesor Interna-cional de Chasaui.

DANIEL PRIETO CASTILLO, argen-

tino, experto de la Fundación Frie-

drich Ebert en CIESPAL.

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