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7/22/2019 Debate Sobre La Democracia, Evelina Dagnino
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LA DISPUTA POR LA CONSTRUCCIN
DEMOCRTICA EN AMRICA LATINA
Evelina Dagnino, Alberto Olvera y Aldo Panfichi
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Centro de Investigaciones yEstudios Superioresen Antropologa Social (CIESAS)
Jurez, 87;14000 Mxico, D.F.
D.R. 2006, Programa Interinstitucional de Investigacin-Accin sobre Democracia, Sociedad Civil y Derechos Humanos
Instituto de InvestigacionesHistrico-Sociales,
Universidad Veracruzana
Diego Leo, 8;91000 Xalapa, Veracruz.
Impreso y hecho en MxicoPrinted and made in Mexico
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PRESENTACIN
ENTREGAMOSALPBLICOuna coleccin de ensayos que constituyen los primerresultados del Programa Interinstitucional de Investigacin-Accin sobre Democracia, Socieda
Civil y Derechos Humanos impulsado conjuntamente por el Instituto de InvestigacionHistrico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana y por el Centro de Investigacion
y Estudios Superiores en Antropologa Social (CIESAS), proyecto que adems cuenta coel apoyo financiero de la Fundacin Ford.aEste proyecto tiene como su principal ficolocar en la agenda nacional los temas de los derechos, la rendicin de cuentas y democratizacin, con un slido sustento terico y una orientacin a la accin pbliinformada, tratando de impulsar al mismo tiempo una red que vincule a acadmicofuncionarios pblicos y lderes civiles que compartan una perspectiva comn para democratizacin de la vida pblica nacional.
Esta coleccin sigue los pasos de una serie precedente, los Cuadernos de la SociedaCivil, editada por la Universidad Veracruzana, que entre 2001 y 2005 public diez ensayo
resultantes de dos proyectos coordinados por Alberto J. Olvera desde el IIH-S de la UVSociedad Civil y Gobernabilidad Democrtica en Mxicoy Programa de Investigacin Comparativa y Formacin sobre la Sociedad Civil y los Espacios Pblicos en Amrica Latina y de Profundizacin de unAgenda de Investigacin sobre la Sociedad Civil en Mxico, ambos apoyados por la FundaciFord en el marco de un ambicioso programa de investigacin comparativa internaciona
Esta nueva coleccin presentar durante los prximos aos los resultados de caduna de las etapas en que est diseado el proyecto interinstitucional. El proyecto de invetigacin eje de los tres primeros aos se desarrolla en torno del tema: Nuevas instituciony actores de la democracia en Mxico: interfaz sociedad civil/Estado, derechos humano
rendicin de cuentas y participacin ciudadana. En esta investigacin se profundiza trabajo de anteriores esfuerzos que, en esta nueva etapa, requieren ampliar el principio comparacin entre diversas regiones y experiencias en el pas con la finalidad de proponadems de un conocimiento original acerca de temas tericamente relevantes, un conomiento socialmente til que aporte soluciones en estos tiempos de cimentacin de institciones, de normatividades y de formas de relacin entre la sociedad civil y el Estadpropias de una democracia en construccin.
Se desarrollarn estudios de caso de tres tipos: primero, los consejos electoraletanto federal como estatales; en segundo lugar, los organismos pblicos de derechos hmanos, que incluyen la Comisin Nacional y las estatales; y, en tercer lugar, las instanci
federal y estatales dedicadas a la transparencia y el acceso a la informacin pblica gubenamental.
Las dimensiones comunes a los tres tipos de experiencias que permitirn la compracin de las mismas son la descripcin de su contexto y gnesis, su marco normativo, laformas de interrelacin sociedad civil/Estado que se llevan a cabo dentro de cada tipo
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experiencia, la descripcin y anlisis de las redes (policy netwoks) que configuran cada caso,las trayectorias de los principales actores individuales y las enseanzas (tanto de xito comode fracaso) que aportan para la democratizacin del pas.
Los Cuadernos para la Democratizacinproponen una revaloracin del papel del cono-cimiento generado por la investigacin acadmica en el rea social. Hay un consenso cre-ciente respecto a que el conocimiento producido debe acompaarse de nuevas formas devinculacin de las universidades (y los centros de investigacin en general) con la sociedad.Esta vinculacin debe permitir una reflexin sistemtica en dos vertientes: por un lado, unaautocrtica de la investigacin y la docencia por medio de la evaluacin continua de susresultados y de su trascendencia social y, por otro, una crtica de la prctica de los actoressociales en el espritu de transformar su propio quehacer a la luz de los nuevos paradigmasde democracia, justicia y correccin moral.
Uno de los terrenos en que esta relacin puede ser ms fructfera es precisamente elde la investigacin de la emergente sociedad civil y el proceso de democratizacin queexperimenta el pas, en una perspectiva integral de los derechos humanos. En efecto, en
este caso hay una coincidencia entre el objeto y el sujeto de la investigacin. La reflexinsistemtica a travs de la vinculacin entre la academia y la sociedad puede expresarse aqucomo un acompaamiento crtico de la prctica de los actores sociales, as como la siste-matizacin de la misma para desarrollar propuestas y polticas viables que contribuyan a lademocratizacin de la vida pblica y a la transformacin constructiva y participativa de lasrelaciones entre sociedad y gobierno.
Esta es la intencin de los Cuadernos para la Democratizacin: contribuir al ejercicio deun debate orientado a la prctica de la construccin democrtica.
Ernesto Isunza VeraAlberto J. Olvera
Noviembre de 2005.
aAgradecemos a Kimberly Brown la confianza y apoyo que siempre nos brind desde su puesto como
Oficial del Programa sobre Sociedad Civil en la Fundacin Ford-Mxico. Asimismo, el continuadointers demostrado por Mario Bronfman, actual representante de la Fundacin en Mxico.bCada proyecto dio lugar a sendos libros: Olvera, Alberto J. (ed), 2003. Sociedad Civil, Espacios Pblicos
y Democratizacin en Amrica Latina: Mxico, Mxico, FCE-UV, y Dagnino, Evelina, Alberto J. Olvera yAldo Panfichi (eds), (en prensa). La Disputa por la Construccin Democrtica en Amrica Latina,Mxico,Miguel ngel Porra-UV.
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La coleccin CUADERNOSPARALADEMOCRATIZACINpresenta en este nmero el ensayo introductorio al libro
PARAOTRALECTURADELADISPUTAPORLACONSTRUCCINDEMOCRTICA
ENAMRICALATINA
DE
EVELINA
DAGNINO
, ALBERTO
OLVERA
Y
ALDO
PANFICHI
Ser publicado prximamentepor el Fondo de Cultura Econmica, el CIESAS y la
Universidad Veracruzana.
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NDICE
NOTA PRELIMINAR .........................................................................................
PARAOTRALECTURADELADISPUTAPORLACONSTRUCCINDEMOCRTICAENAMRICALATINA.............. 1ELDEBATESOBRELADEMOCRACIA.................................................................. 1
ELDEBATESOBRELASOCIEDADCIVIL, ELTERCERSECTOR,LOSESPACIOSPBLICOSYELCAPITALSOCIAL ................................................... 2
HETEROGENEIDADDELASOCIEDADCIVIL ...................................................... 2
HETEROGENEIDADDELESTADO .................................................................... 3
PROYECTOSPOLTICOS ................................................................................... 4
Notas sobre la nocin de proyecto poltico ......................................................................... 4
LOSPROYECTOSPOLTICOSENAMRICALATINA ............................................ 4
ELPROYECTOAUTORITARIO ........................................................................... 4
ELPROYECTODEMOCRTICOPARTICIPATIVO .................................................... 5
ELPROYECTONEOLIBERAL ............................................................................ 5
RELACIONESENTRESOCIEDADCIVILYESTADO: TRAYECTORIAS ........................ 7
1. Contenido del proyecto ....................................................................................................
2. Redefiniciones ................................................................................................................. 8
3. Lo personal, lo colectivo y lo partidario .......................................................................... 8
BIBLIOHEMEROGRAFA .................................................................................. 9
NOTAS ......................................................................................................... 10
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cuadernos para laDEMOCRATIZACIN
NOTAPRELIMINAR
CONESTEENSAYOpresentamos un libro que ha resultado del propsito d
participar y nutrir el debate latinoamericano contemporneo sobre l
democracia. En l analizamos la disputa por la construccin democrtica eAmrica Latina, entendiendo este proceso como una lucha por la hegemona qu
libran actores sociales y polticos, articulados de maneras especficas, que defiende
diferentes proyectos polticos, esto es, combinaciones de intereses, ideas, valore
principios y programas de accin. Esta disputa es un proceso complejo, distinten forma y ritmo en cada pas, determinado tanto por las especificidades histrica
locales, regionales y nacionales, como por las condiciones creadas por l
globalizacin y por la intervencin de agencias multilaterales, redes internacionalede organizaciones no gubernamentales (ONG) y movimientos sociales alternativo
La construccin de la democracia no se refiere aqu a la consolidacin de l
democracia electoral, sino a su profundizacin y ampliacin a nuevas esferas de l
vida pblica y, por lo tanto, a la extensin misma del concepto de poltica y d
ciudadana. Por eso nuestra preocupacin central es la comprensin crtica de
forma, el ritmo y los resultados de la confrontacin de los dos principales proyecto
polticos que marcan hoy por hoy a Amrica Latina: el neoliberal y el democrtico
participativo, que tienen como teln de fondo la herencia cultural e instituciona
mayor o menor segn cada nacin, del por ahora residual proyecto autoritario. E
nuestra conviccin que el potencial de desarrollo democrtico en Amrica Latin
depende de la suerte del proyecto participativo, el cual impulsa la innovaci
democrtica y la crtica, tanto terica como prctica, de la dominante democraci
elitista.
No deja de ser una irona que un libro que trata de revalorar la democraci
participativa en Latinoamrica aparezca en un tiempo de crisis de la izquierd
brasilea *, precisamente la que ha impulsado los ms importantes experimento
de participacin ciudadana en esta regin. Las reglas del sistema poltic
condicionan a los partidos, aun a los innovadores, y esto debe prevenirnos contr
cualquier optimismo infundado. No obstante, en sus pginas el lector encontrar
un esfuerzo sistemtico orientado a conceptualizar la prctica de los actores sociale
y polticos en una forma que nos permita entender las condiciones y la
circunstancias bajo las cuales los proyectos polticos participativos pueden emerge
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y consolidarse, al mismo tiempo que reconocemos crticamente, a partir de la
investigacin emprica, las dificultades y los lmites de estos proyectos alternativos.
Reconocer lmites no significa negar posibilidades. Por el contrario, el libro
quiere recordar, en este momento de sorpresas amargas, que las posibilidades de
la transformacin social existen y que hay prcticas y experiencias que lo
demuestran. Que stas son escasas y que encuentran enormes dificultades para
permanecer y consolidarse, es cierto. Sin embargo, la leccin que de ello se deriva
es que se requieren transformaciones an ms profundas que las que originalmentehaban pensado los propios actores sociales y sus intrpretes intelectuales.
Es un libro latinoamericano, un producto a muchas manos que constituye un
paso en la construccin de una teora democrtica desde el sur. Es una bsqueda
inicial de alternativas conceptuales para entender la construccin de una democraciaparticipativa en el contexto de la hegemona neoliberal de nuestra poca. No
pretende ofrecer una teora alternativa, sino contribuir a desenredar ciertos nudos
problemticos que permitan innovar la perspectiva del anlisis de las relaciones
entre poltica y sociedad. Se trata, por lo tanto, de una crtica a varios de los
lugares comunes y de las ideas dominantes en el campo del estudio de la poltica
latinoamericana y, a la vez, una modesta propuesta de construccin de alternativas
analticas.
No es un libro terico. Su aporte es la revisin de ciertos nudos problemticos
que funcionan como instrumentos de lectura en la disputa por la construccin
democrtica en Amrica Latina. Las ideas que proponemos se fundan en un
conjunto de investigaciones empricas desarrolladas a lo largo de los ltimos cinco
aos. Tres instrumentos analticos guan el trabajo: proyectos polticos,
heterogeneidad de la sociedad civil y trayectorias polticas. Los tres instrumentos
descomponen una parte de la realidad para examinar procesos que hasta ahora no
han sido suficientemente tratados en el anlisis acadmico de la democracia. Tales
conceptos colocan a la vista procesos especficos que, desde nuestro punto de
vista, son centrales en la construccin de alternativas democrticas.
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cuadernos para laDEMOCRATIZACIN
PARAOTRALECTURADELADISPUTA
PORLACONSTRUCCINDEMOCRTICAENAMRICALATINA
PORFORTUNA,nuestro punto de partida hoy es muy diferente del que exist
hace apenas unos aos. Los campos problemticos que durante ms de un
dcada dominaron el anlisis de la democracia en la regin, a saber: la transici
y la consolidacin de la democracia, han sido poco a poco relegados por nueva
preocupaciones tericas y polticas.
Este nuevo piso del debate se ha producido por la combinacin de treprocesos: en primer lugar, la consolidacin fctica de la democracia electoral e
toda Amrica Latina (con altibajos y diversos grados de precariedad institucional
a grado tal que incluso pases que en aos recientes han sufrido serias crisis polticanacionales (Per, Ecuador, Bolivia, Argentina, Venezuela) han podido salir d
ellas por vas constitucionales, sin un riesgo patente de reversin autoritaria.1
Sin embargo, y ste es el segundo proceso, al mismo tiempo se ha extendid
por toda la regin una profunda insatisfaccin con los resultados de esas democracia
en trminos de justicia social, eficacia gubernamental e inclusin poltica. E
notable ejercicio desarrollado por el PNUD(El Informe sobre la Democracia en AmricLatina, 2004) tiene entre sus varios mritos haber demostrado fehacientemente
magnitud de la decepcin ciudadana respecto al rendimiento de las democracia
realmente existentes.
El tercer proceso (por cierto casi totalmente ignorado por dicho informe), e
de naturaleza distinta. Se trata de los muchos experimentos que en materia d
profundizacin e innovacin democrtica, ampliacin del campo de la poltica
construccin de la ciudadana se han venido desarrollando en varios pases d
Amrica Latina en aos recientes, resignificando la idea misma de democracia
demostrando, en distintas escalas y grados de complejidad, que es posible constru
un nuevo proyecto democrtico basado en principios de extensin y generalizaci
del ejercicio de los derechos, apertura de espacios pblicos con capacidade
decisorias, participacin poltica de los ciudadanos y reconocimiento e inclusi
de las diferencias. Es precisamente la importancia de este campo de experiencia
lo que ha dado lugar a una renovacin del debate sobre la democracia. Ese debat
se caracteriza hoy por una gran disputa de proyectos polticos que, usando lo
mismos conceptos y apelando a discursos parecidos, son de hecho completament
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distintos. Nos referimos, de un lado, a lo que denominaremos el proyecto democrtico-
participativo, y de otro, al proyecto neoliberal de privatizacin de amplias reas de las
polticas pblicas que se acompaa de un discurso participacionista y de revaloracin
simblica de la sociedad civil (entendida como tercer sector). Ciertamente, entre uno
y otro existe tambin el espacio para el desarrollo de proyectos autoritarios que respetan
slo formalmente las instituciones democrticas.
Este proceso ha coincidido con la aparicin en la arena pblica internacional
de nuevos discursos polticos de las agencias multilaterales de desarrollo de la
ONUy sus agencias y de algunas de las mayores fundaciones privadas que apoyan
a diversas ONGs a nivel mundial. Se trata de la revaloracin del papel de la sociedad
civil en la construccin de la democracia y de la gobernabilidad. Incluso en estembito hay distintos proyectos polticos subyacentes en un discurso aparentemente
homogneo, algunos ms orientados a la democracia participativa, como forma
de asegurar la gobernabilidad, y otros que apelan al predominio de lo tcnico-gerencial y a la despolitizacin expresa.
He aqu el terreno en el que se mueve esta introduccin, la cual presenta las
herramientas histricas y conceptuales que guan el trabajo de los autores de este
libro. En una primera seccin presentamos nuestras principales insatisfacciones
con las teoras dominantes acerca de la democracia, la sociedad civil y la
participacin. En la segunda desarrollamos las herramientas analticas que
proponemos y presentamos los estudios de caso realizados.
Esta obra abreva en varias tradiciones tericas, sin adscribirse directamente
a ninguna. Partimos de las crticas y propuestas avanzadas por las teoras de la
sociedad civil, ante todo por Cohen y Arato (1992); por las crticas a la teora
democrtica elitista, especialmente de Avritzer (2002) y ODonnell (2004); por
los aportes realizados por quienes han tomado como punto de partida la interfase
entre movimientos sociales, poltica, cultura y ciudadana (Alvarez, Dagnino y
Escobar, 1998, 2000); por las innovaciones introducidas por las teoras de la
democracia deliberativa (Dryzek, 2000; Bohman, 1996, Fung y Olin Wright, 2004)
y la democracia participativa (Santos, 2002), as como por la accountabilitysocial (Peruzzotti y Smulovitz, 2002).
Dentro de este contexto terico, nuestro trabajo tiene como aporte original a la
investigacin del proceso de democratizacin en Amrica Latina el uso sistemtico y
combinado de tres instrumentos analticos: la heterogeneidad de la sociedad civil y del
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cuadernos para laDEMOCRATIZACIN 1
Estado, los proyectos polticos y las trayectorias sociedad civil-sociedad poltica. Lo
tres instrumentos analticos en realidad estn tematizando un problema no resuelto e
las teoras de la sociedad civil y no abordado explcitamente en las teoras de
participacin ciudadana y en los estudios de la accountabilitysocial. Se trata de un
crtica del modelo terico que separa radicalmente a la sociedad civil de la socieda
poltica, construyendo una dicotoma simblica entre una sociedad civil homogneavirtuosa y un Estado igualmente homogneo, que encarna todos los vicios de la poltic
concebida como mera lucha por el poder (Dagnino, 2002). Este trabajo, por el contrari
propone ubicar el estudio de los procesos de democratizacin en el terreno de la
vinculaciones, articulaciones y trnsitos entre ambas esferas de actividad, donde disputa entre distintos proyectos polticos estructura y da sentido a la lucha poltica
Explicitemos ahora nuestras principales insatisfacciones con la forma e
que se ha analizado hasta hoy la disputa por la democracia en Amrica Latina.
Una primera insatisfaccin es la insistente tendencia a tratar a la socieda
civil como un actor unificado, sin admitir su heterogeneidad intrnseca, lo cual e
un vicio recurrente en el anlisis poltico latinoamericano. Una de las maneras d
reconocer no solamente esa heterogeneidad, sino de exponerla de modo qu
contribuya al estudio ms complejo de las distintas configuraciones del proces
de construccin democrtica, es identificar los distintos proyectos en disput
alrededor de ese proceso.
La segunda insatisfaccin est relacionada con otra tendencia analtica qu
se caracteriza por un tratamiento que con frecuencia asla la sociedad civil de
sociedad poltica, estableciendo una dicotoma entre ellas e ignorando su
relaciones. La existencia de proyectos que circulan en la sociedad como un todo
que permean tanto a la sociedad civil como a la poltica y orientan accione
polticas en esos diferentes espacios, puede contribuir a crear una visin m
elaborada que aquella que privilegia estrictamente el clivaje estructural com
fundamento de la distincin entre sociedad civil y Estado (Dagnino, 2002). E
este sentido, con todas sus diferencias de orden estructural y organizativo, socieda
civil y sociedad poltica, en su heterogeneidad interna, estn atravesadas podistintos proyectos polticos que constituyen un terreno fundamental de la
relaciones entre ellas.
La tercera insatisfaccin, que se relaciona con la anterior, se origina en un
concepcin simplista del proceso de construccin democrtica que tiene en s
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base una visin apologtica de la sociedad civil. Considerada como polo de virtudes
democratizantes, su participacin y su poder de influencia frente al Estado y a los
partidos constituiran el eje de la construccin democrtica y concentraran el
peso explicativo de las caractersticas que sta asume. El reconocimiento de la
existencia de distintos proyectos al interior mismo de la sociedad civil y su
identificacin cuidadosa puede apuntar a una visin mucho ms compleja y realistade aquel proceso. En primer lugar, estos procedimientos evitaran la concepcin
maniquesta que ve a la sociedad civil como demiurgo de la profundizacin
democrtica y a la sociedad poltica al Estado especialmente como
encarnacin del mal (Dagnino, 2002), en la medida que evidenciaran la presenciade proyectos democratizantes y de cuo autoritario, en sus varios matices, en
ambos espacios. En segundo trmino y a consecuencia de lo anterior, el proceso
de construccin democrtica podra ser considerado como el resultado de unintrincado juego de fuerzas en disputa, que se libra en las ms diversas arenas y
que incluye una gama muy diferenciada de actores, en lugar de ver reducido su
terreno al conflicto entre sociedad civil y Estado, en el que la primera, en su
supuesta capacidad inherente de confrontar el impulso autoritario, tambin
inherente, del Estado, es convertida en la nica responsable de los avances
democrticos.
Finalmente, consideramos que la nocin de proyecto poltico puede representar
una contribucin analtica positiva en la coyuntura actual de gran parte de los pases
latinoamericanos. El reconocimiento de la existencia de esos proyectos, la identificacin
ms precisa de sus contenidos y formas de implementacin nos parece central,
particularmente en la situacin de confluencia perversa (Dagnino, 2004c) que hoy
caracterizara la disputa poltica dentro de la aparente consolidacin democrtica en
gran parte del continente. Esta confluencia designara, de un lado, el encuentro entre
los proyectos democratizantes que se constituyeron en el perodo de la resistencia
contra los regmenes autoritarios y continuaron en la bsqueda del avance democrtico,
y de otro, los proyectos neoliberales que se instalaron con diferentes ritmos y
cronologas, a partir del final de la dcada de los 80. La perversidad se localizara en el
hecho de que, apuntando en direcciones opuestas y hasta antagnicas, ambos conjuntosde proyectos utilizan un discurso comn.
En efecto, no slo los dos requieren la participacin de una sociedad civil
activa y propositiva, sino que se basan en las mismas referencias: la construccin
de ciudadana, la participacin y la propia idea de sociedad civil.
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cuadernos para laDEMOCRATIZACIN 1
La utilizacin de esas referencias que son comunes, pero que abrigan significados
muy distintos, instala lo que podra llamarse una crisis discursiva: el lenguaje
corriente, la homogeneidad de su vocabulario, obscurece diferencias, diluye matices
y reduce antagonismos. En ese obscurecimiento se construyen subrepticiamente
los canales por donde avanzan las concepciones neoliberales, que pasan a ocupar
terrenos insospechados. En esa disputa, donde los deslizamientos semnticos,los dislocamientos de sentido, son las armas principales, el terreno de la prctica
poltica se convierte en un terreno minado, donde cualquier paso en falso nos lleva
al campo adversario. De ah la perversidad y el dilema que ella plantea, instaurando
una tensin que atraviesa hoy la dinmica del avance democrtico (Dagnino,
2004b:198).
He aqu que la identificacin de los distintos significados que se ocultan e
esas referencias comunes, vale decir, la identificacin de los proyectos en disput
puede contribuir a elucidar este dilema y a enfrentar los desafos que ella encubr
Antes de desarrollar con ms amplitud nuestros aportes conceptuales, e
preciso ampliar la crtica a la herencia terica recibida.
ELDEBATESOBRELADEMOCRACIA
L
ADISCUSINCONTEMPORNEAsobre la democracia participativa emerg
como respuesta a las caractersticas elitistas y excluyentes de las democraciaelectorales y a las teoras que fundan esta comprensin limitada y limitante de lamismas. En efecto, la teora democrtica convencional no admite el conflictsocial dentro de su propio marco y restringe el concepto de poltica a la lucha poel poder entendido como el logro de la autorizacin y la representacin a travs dlas elecciones. En contraste, la democracia participativa tiene otra visin cuyfundamento es la ampliacin del concepto de poltica a travs de la participaciciudadana y de la deliberacin en los espacios pblicos, de lo que se deriva unnocin de democracia como un sistema articulado de instancias de intervencide los ciudadanos en las decisiones que les conciernen y en la vigilancia del ejercicidel gobierno. Esta limitacin fundamental de la teora elitista de la democracia nes confrontada por las teoras de la transicin y la consolidacin democrticas, yque el concepto central del que parten sigue siendo la democracia representativcomo meta y fin del proceso de democratizacin (ODonnell y Schmitter, 1986
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DEMOCRACIA, SOCIEDAD CIVIL Y DERECHOS HUMANOS16
Si bien en el contexto histrico de los aos 70 y 80 del siglo pasado la luchapor la democracia representativa era el eje central de la movilizacin social y elobjetivo a lograr por los actores sociales y polticos, enfrentados como estaban adictaduras de diverso signo, lo cierto es que el propio enfoque (como ha sido yaampliamente demostrado por Avritzer, 2002) reduca el proceso poltico a una
lucha entre fuerzas democrticas y autoritarias en la que la democraciarepresentativa era un fin en s mismo, perdindose de vista que el procesodemocrtico es interminable, no lineal, complejo, lleno de tensiones y disrupciones,y que contiene proyectos, aspiraciones y experiencias que no se agotan ni estncontenidos en la representacin electoral.
Las investigaciones sobre la transicin y la consolidacin permitieron precisary ordenar temticamente los retos y las tensiones estratgicas que marcaron unapoca histrica, pero lo hicieron a un costo muy alto, pues al recurrir a los conceptos
del elitismo democrtico y a diversas versiones de la teora de la eleccin racional,dejaron de lado el estudio de las innovaciones democrticas que portaba la propiaprctica de los actores sociales cuya movilizacin era reconocida en los estudiostransitolgicos como detonante del proceso. Como Avritzer (2002: 100-102) hademostrado, la teora de la transicin se limit a interpretar la movilizacin socialen tanto que respuesta a la baja del costo de oportunidad de la accin derivada dela liberalizacin poltica. Una vez alcanzada la democracia representativa, lasociedad civil activada deja su espacio de accin a la sociedad poltica, la cualasume las causas y los intereses de la sociedad civil y monopoliza las funciones dela representacin legtima. No hay una consideracin adecuada de la apertura denuevos espacios pblicos y de la emergencia de otros actores, agendas y prcticas.
Al concebir la democracia como mero ejercicio de representacin poltica(electoralmente autorizada) en el campo del Estado, se reproduce una separacinconceptual entre sociedad civil y sociedad poltica que impide analizar lascontinuidades entre ellas y, por lo tanto, leer la democratizacin como un procesoque se origina en y transforma a la sociedad misma.
Los estudios sobre la consolidacin democrtica continuaron esta tradicinconceptual al concentrarse en el anlisis de los diseos institucionales, los pactosy los equilibrios polticos entre civiles y militares, fuerzas autoritarias ydemocrticas, que posibilitan la continuidad del rgimen democrtico (Mainwaring,ODonnell y Valenzuela, eds., 1992). El sistema electoral y las institucionesrepresentativas son el eje, y lo que se busca es que ni los actores autoritarios del
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cuadernos para laDEMOCRATIZACIN 1
pasado regresen ni los de la sociedad civil rebasen los lmites de tolerancia y daccin marcados por el pacto democrtico. Si bien en algunas versiones de loestudios sobre la consolidacin se introduce la idea de que la democratizaciimplica que varias arenas de accin se democraticen, en el sentido de que debeser previsibles, estables, legales y abiertas al debate, todava mantienen el principi
de dualidad entre sociedad civil y sociedad poltica y la centralidad de la ltima eel proceso. Linz y Stepan, al hablar de arenas de democratizacin (1996:7), Schmitter (1992) han propuesto esta visin de la expansin de la democracia otras arenas, pero sin que esto implique el abandono del marco conceptual de democracia elitista.
Un gran paso adelante respecto a estas teoras ha sido dado en el informsobre La Democracia en Amrica Latina del PNUD(coordinado por ODonnell) y elos libros de debate que lo acompaan. Este estudio recoge muchas de las crtica
que se le han hecho a esta formulacin elitista de la democracia y propone defina la democracia como modo de vida y no slo como rgimen poltico (ODonnel2004b: 141). Partiendo de esta perspectiva normativa, ODonnell plantea quslo una ciudadana integral (es decir, el acceso pleno a los derechos civilepolticos y sociales) puede garantizar la existencia de una verdadera democraciMientras el acceso o disfrute de los derechos sea parcial o no exista para sectoreamplios de la poblacin, la democracia electoral ser precaria y manipulable. Adecir verdad, estas ideas no son nuevas, sino que fueron defendidas desde aoatrs, primero en Brasil y luego en casi toda Amrica Latina (ver por ejemploDagnino, 1994, 2000, 2005; Olvera, 2000).
Esta forma de entender la democracia, dice ODonnell, obliga a introducen el anlisis de la democracia el estudio diferenciado del Estado, de la nacindel rgimen poltico y del gobierno. Dado que la teora democrtica asuma compunto de partida la existencia de una nacin y de un Estado (sin problematizarloses necesario introducir en el anlisis la democraticidad del Estado, vale decir, grado en que los componentes estatales (aparato burocrtico, sistema legal discurso y prcticas de construccin de la identidad colectiva nacional) en verdapromueven el estatus de la ciudadana. ste es un aporte relevante, pues la teorconvencional conceba al Estado como una especie de ente administrativhomogneo e indiferenciado. Pero, como demostraremos despus, no sldeberamos estudiar la democraticidad del Estado, sino que sera precisinvestigar lo que llamaremos arqueologa del Estado, es decir, el modo en qu
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DEMOCRACIA, SOCIEDAD CIVIL Y DERECHOS HUMANOS18
las instituciones estatales se han formado en distintos ciclos o periodos polticos,superponindose estructuras e instituciones, aprobndose leyes contradictorias oparalelas, abrindose espacios novedosos en ciertas reas mientras que en otrassubsisten prcticas ntidamente autoritarias. De esta manera, es necesario entenderel fenmeno de la heterogeneidad del Estado en Amrica Latina como un proceso
histrico y como una condicin que compone el escenario en que se libra la disputapor la construccin democrtica.
ODonnell acompaa este diagnstico presuponiendo al sujeto de la democracia(el ciudadano) como un agente competente, una persona legal, portadora de derechossubjetivos. Hay una presuncin de agencia en la teora democrtica cuyamaterializacin slo puede darse a travs de la aplicacin efectiva de los derechos,empezando por los civiles, que garantizan su existencia como sujeto con libertades,pero complementndose con los polticos (participacin en lapolis) y los sociales (piso
de igualacin colectiva de los diferentes). En otras palabras, el ciudadano, cuyaexistencia es presupuesta por la democracia liberal, es en realidad un producto posiblede un proceso complejo e integral que puede o no materializarse. Con este argumento,sin duda correcto, ODonnell recoge una tradicin de vieja data en el debate brasileosobre la ciudadana (Dagnino, 1994) y en general en la Amrica Latina de los 90.
Si bien la propuesta de ODonnell tiene el mrito de plantear una crtica alconcepto hegemnico de democracia como mero mtodo de seleccin de los gobernantesy de representacin poltica imperfecta de los ciudadanos, cabe preguntarse si su
propuesta resuelve los problemas normativos, tericos y prcticos que permiten pensarla democracia como modo de vida. Seguramente debemos entender que ODonnelltiene en mente una propuesta tica que, como tal, manifiesta una aspiracin atendible,pero que no representa en s misma un proyecto poltico propiamente dicho. Por ellono es extrao que las proposiciones de que la ciudadana debe ser integral y el Estadoha de ser objeto de la democratizacin se presenten de manera circular, en cuantoprecondicin una de la otra, o como consecuencia prctica una de la otra, sin quequede en claro la naturaleza, los actores, los espacios y los tiempos del proceso dedemocratizacin de la vida social. Si bien una teora normativa de la democracia esnecesaria en cualquier propuesta que aspire a impulsar la democratizacin sustantivade la vida pblica, lo cierto es que una teora de esa ndole debe tener tambin unpotencial de anlisis emprico y una capacidad de orientacin de la accin fundamentadaen la deteccin de procesos y actores sociales y polticos reales portadores de proyectosque promueven la democratizacin integral deseada.
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ODonnell, a lo largo de su brillante y creativa carrera, ha propuestconceptos y temas centrales para el anlisis de la democracia en Amrica LatinSus caracterizaciones de la democracia delegativa y de la democracia de baintensidad son apenas dos de las formas en que las debilidades de las democraciaexistentes se definieron de una manera descriptiva y precisa. En el informe qu
estamos analizando este autor agrega una serie de caracterizaciones del Estado eAmrica Latina que mucho ayudan a entender que no se puede estudiar democracia real sin entender al Estado real (el Estado anmico, el Estadfragmentado).
El informe sobre El Estado de la Democracia en Amrica Latinaes una crticpertinente a las teoras convencionales de la democracia, pues demuestra que emodelo liberal-democrtico no slo opera en ausencia de solucin a los problemade la nacin y del Estado (al simplemente presuponerlos como dados), sino qu
asume que la ciudadana poltica es un desarrollo de los derechos civiles (que stoman como dados al presuponer al ciudadano como ente racional y libre) y que tema de las condiciones sociales y polticas generales en las que la democracipuede funcionar no forman parte del campo de atencin de la teora. Lconstatacin de que la igualdad de la democracia poltica ignora los clivajesociales, incluyendo sus desigualdades (op. cit., p. 41), que es muy antigua conocida, abona en la misma direccin.
Si bien todo lo anterior nos sita ms all de la transitologa y nos permit
pensar en las articulaciones complejas entre la economa, el Estado y la sociedaa la hora de analizar la democracia, es preciso aadir que esta aproximacin aobjeto ha dejado de lado otra serie de debates sobre la materia que se ubican eotro plano, a la vez normativo y descriptivo: el de la construccin democrticNos referimos a las teoras contemporneas de la democracia participativa, de ldemocracia deliberativa, de la sociedad civil y de los movimientos sociales. Hacaos que desde este campo emerge una serie de crticas a las democracias realmenexistentes, incluidas las latinoamericanas, de las cuales surgen tambin nuevaformas de pensar la agencia en la lucha por la democracia, la estructura o diseo de un rgimen democrtico y el tipo de derechos y de ciudadanos necesariopara un proyecto democrtico que no slo demanda el cumplimiento cabal de lapromesas del Estado democrtico de derecho, como lo hace el Informe, sino quplantea cambios radicales en la forma de pensar y ejercer la poltica, esto es, poder, la representacin y la participacin de la sociedad.
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Ciertamente, tambin en este campo hay un debate interno, posicionesdiferentes y, como veremos, proyectos encontrados. Pero lo que crea un campo dedebate comn es que estas corrientes coinciden en la necesidad de repensar lasrelaciones entre el Estado y la sociedad como eje articulador de la reflexin sobrela democracia.
ELDEBATESOBRELASOCIEDADCIVIL, ELTERCERSECTOR,LOSESPACIOSPBLICOSYELCAPITALSOCIAL
DURANTEMUCHOSAOS la discusin sobre la innovacin democrtica secentr en los potenciales atribuidos a la sociedad civil en la literatura que
acompa las transformaciones polticas en Europa del Este, en Latinoamrica yen Europa Occidental en los aos 80, los cuales luego se incorporaron en losdiscursos de las agencias multilaterales de desarrollo y en el amplio mundo de lasONGs.
Sin que a la fecha tengamos un balance completo de este proceso, lo ciertoes que el debate sobre el potencial democrtico de la sociedad civil en AmricaLatina parece hoy superado. Un sorprendente y extrao consenso que abarca a lospartidos, los gobiernos, las agencias multilaterales de desarrollo y a los propiosactores civiles indica que hay una visin hegemnica que valora altamente losaportes de la sociedad civil a la democracia. Sin embargo, detrs de la aparenteunidad de conceptos y propsitos se oculta una diversidad de proyectos y unaidea pobre y reduccionista de la sociedad civil. sta se limita cada vez ms a unamorfo tercer sector en el que caben todo tipo de asociaciones civiles, entendidascomo entidades privadas para la accin pblica (acotada a servicios a terceros),por lo que el perfil crtico que la idea de sociedad civil contena a mediados de los90 se ha perdido.
En parte esta resignificacin neoliberal ha sido consecuencia delreduccionismo mismo contenido en una comprensin altamente normativa delconcepto. La sociedad civil apareca, como se ha sealado aqu, en calidad de unpolo de virtud enfrentado a la maldad intrnseca del Estado. Esta imagendicotmica implicaba una comprensin homogeneizante de la sociedad civil y delEstado. Se reproduca de forma acrtica la vieja oposicin liberal entre ambostrminos, imagen que pareca tener justificacin en la fase de lucha contra losregmenes autoritarios, momento histrico en el que por obvias razones
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aparentemente haba unidad poltica de la sociedad contra el Estado. Pero insistencia en esta oposicin, una vez pasada esta coyuntura (y aun dentro della), no slo empobreci la comprensin de la verdadera naturaleza de la sociedacivil, sino que abri la puerta a esta resignificacin.
En efecto, bast con cambiar la interpretacin del Estado como un enemigcon el que la relacin era de confrontacin, a la de una institucin con la cual spuede y se debe cooperar, aceptando que, dada su naturaleza democrtica, respondahora legtimamente a las necesidades de la ciudadana, para dar un giro a la vieidea del enfrentamiento y construir ahora un imaginario de indiferenciacin despolitizacin. La sociedad civil pierde el sentido y el campo de crtica que se lhaba atribuido y se queda slo con la cooperacin en una nueva visihomogeneizante cuyo efecto principal es la despolitizacin de las relaciones entrla sociedad y el Estado, ya que el conflicto desaparece de la escena.
El debate sobre el papel de la sociedad civil en la construccin de ldemocracia debe verse como una lucha simblica sobre el lugar, los actores y lagenda de la disputa entre proyectos polticos distintos. Y en este punto es precishacer una crtica tanto a las versiones dominantes hasta hace pocos aos qupostulaban la homogeneidad de la sociedad civil y su carcter intrnsecament
virtuoso, como a las versiones actuales derivadas de las llamadas teoras dtercer sector.2
La expresin tercer sectorha sido empleada en aos recientes para definir lmultiplicidad de organizaciones sociales, individuos voluntarios, fundaciones institutos empresariales que desarrollan actividades con fines pblicos. En la viside algunos, la emergencia del llamado tercer sector representa una revoluciasociativa global (Salamon, 2000) que tiene un papel fundamental en el contextde la desaparicin del gobierno de la vida de las comunidades. As, el tercer sector ssuma en igualdad de condiciones al sector privado y al sector pblico comcomponente de la vida pblica. En esa lectura, el papel econmico del tercesector es emplear la mano de obra no absorbida por el mercado en la revitalizaci
de la vida cvica de la sociedad (Rifkin, 1997).El concepto de tercer sector surge y se desenvuelve en el contexto materia
e intelectual de los procesos que desviaron la centralidad que el Estado posea ela responsabilidad de la cuestin social, transfirindola a la sociedad, a suintegrantes y a sus organizaciones. La idea de tercer sector ha sido criticad
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precisamente por tener un papel funcional en la transicin de una sociedad legal ymoralmente organizada en relacin con los derechos, hacia una sociedad organizadapor la accin solidaria privada(Paoli,2002). De esta manera, el tercer sector, lejos deser pensado como revitalizador del asociativismo, aparece como contraste a formasanteriores de organizacin social que haban creado, por medio de la instauracin
de una trama conflictiva en la escena pblica, nuevos sujetos de derechos.De esta forma, el concepto de tercer sector posibilita la suspensin de lo
poltico, pues el conflicto social y poltico desaparece de la escena. Es estasuspensin de lo poltico lo que permite, incluso, colocar a organizaciones sociales(viejas y nuevas), de diferentes tipos y con distintas intenciones polticas, bajouna misma denominacin: el tercer sector (Telles, 2001). Y a partir de estasuspensin se resignifica la idea de lo comunitario, de los vnculos horizontales.Se borra la dimensin del conflicto y de su relacin con las ideas de tica y justicia,
y se afirma la relacin directa entre las dimensiones de la comunidad, del mercadoy de una tica de la correccin poltica como compromiso entre sectores. As, elconcepto de tercer sector despolitiza la vida pblica, borra las diferencias, creauna nueva forma de homogeneidad de la sociedad que se caracteriza por la ausenciade proyectos polticos, de intereses distinguibles y de valores y culturas distintas.
Nuestras propias investigaciones de aos recientes (Olvera, 2003; Panfichi,2002; Dagnino, 2002) muestran que la sociedad civil est formada por una granheterogeneidad de actores civiles (incluyendo agentes conservadores), con formatos
institucionales diversos (sindicatos, asociaciones, redes, coaliciones, mesas, foros),y una gran pluralidad de prcticas y proyectos polticos, algunos de los cualespueden ser incluso no-civiles o poco democratizantes.
En efecto,
...la sociedad civil no es un actor colectivo y homogneo... es un conjunto
heterogneo de mltiples actores sociales con frecuencia opuestos entre s, que
actan en diferentes espacios pblicos y que por regla tienen sus propios canales de
articulacin con los sistemas poltico y econmico. Esto quiere decir que la sociedad
civil est entrecruzada por mltiples conflictos, que es en todo caso una arena de
arenas (Walzer, 1992) y no un territorio de la convivencia pacfica y no conflictiva
(Olvera, 2003, p. 28).
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Siendo esto as, la tarea central en esta materia es establecer claramente tipo de actores civiles que analizamos, los espacios pblicos en que se mueven los proyectos que defienden. El dficit analtico de la categora de sociedad civique es acentuado y llevado al extremo por la nocin de tercer sector, obliga buscar conceptos pertinentes a los procesos de construccin democrtica.
El concepto de espacio pblico ha sido retomado en aos recientes comuno de los ejes de la innovacin democrtica (Avritzer, 2002). Lo relevante drescate contemporneo de esta nocin es la primaca de la publicidad, es decir, dhacer manifiesto lo que est oculto, de pronunciar en pblico las opiniones quhaban permanecido privadas, de poner en conocimiento de los otros las idea
valores y principios que se sostienen, as como los actores que portan esos temae intereses. De aqu el potencial de la categora, pues en pases de tradicioneautoritarias, no slo en lo poltico, sino en lo social, es justamente el carcte
privadode los arreglos polticos y la naturaleza igualmenteprivadade los mecanismode exclusin lo que invisibiliza la falta de democracia y reduce el concepto y lprctica de la poltica.
El concepto de espacio pblico ha sido tambin objeto de un debate eAmrica Latina. Para empezar, hubo que oponerse a la nocin de que lo pblicose refera al Estado, en que tanto ste constitua lo opuesto del sector privado. Amenos en Mxico y en Brasil sta fue la idea dominante durante los aos de ordel proyecto desarrollista (Cunill, 1997). El rescate de lo pblico como un espaci
de la sociedad es relativamente reciente, y se llev a cabo primeramente en BrasiLa discusin sobre el espacio pblico en Brasil se encuadr en la perspectiva deproyecto participativo, que gan un lugar en la Constitucin de 1988 y que fudefendido en el proceso de transicin por numerosos movimientos sociales.3 Dacuerdo con esta ptica, los espacios pblicos son instancias deliberativas qupermiten el reconocimiento de y le dan voz a nuevos actores y temas, que no somonopolizadas por algn actor social o poltico o por el Estado mismo, sino quson heterogneas, es decir, que reflejan la pluralidad social y poltica; que, por ltanto, visibilizan el conflicto, ofreciendo una opcin para manejarlo de manerque se reconozcan los intereses y las opiniones en su diversidad, y en las que hauna tendencia a la igualdad de recursos de los participantes en trminos dinformacin, conocimiento y poder.
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Esta definicin normativa proveniente de la sistematizacin de la prcticasocial es coincidente con los resultados del debate contemporneo sobre elespacio pblico. Cabe recordar que este trmino fue recuperado por Habermas(1989) desde mediados de los 60. Para Habermas el espacio pblico es undesarrollo histrico creado por ciertos sectores de las burguesas europeas en
los tiempos de la Ilustracin: se trata de la apertura de espacios donde sedebaten asuntos pblicos, es decir, del inters colectivo, cuestionando as elderecho de los gobernantes a monopolizar las decisiones y abriendo un espaciopara la crtica.
En el espacio pblico se argumenta y se critica, ampliando el concepto yla prctica de la poltica. Habermas analiza as una forma de participacin: laargumentacin, el debate, el cual permite reconocer los nuevos reclamos ydesarrollar la crtica como campo de la accin poltica. No obstante, como
Avritzer (2002) demuestra, Habermas padece de una limitacin fundamentalen su anlisis del espacio pblico, pues considera que es principalmentedefensivo, una barrera a los abusos del poder, pero no una instancia conpotencial ofensivo, capaz de incidir efectivamente en el poder poltico, a noser a travs de un mecanismo indirecto: la influencia. sta se ejerce ante todofrente al poder legislativo, en el cual las acciones de los movimientos socialespueden traducirse en leyes. As, el espacio pblico no conecta efectivamentela razn y la voluntad, dado que deja en manos de los polticos las decisiones.4
Una posible alternativa a esta limitante, a cuyo desarrollo ha contribuidodecisivamente el debate brasileo (no slo el que se produjo entre los analistas,sino ante todo la reflexin que se gener a partir de las exigencias polticasreales), consiste en la afirmacin de que hay que pasar del discurso a ladeliberacin, es decir, a un modelo de debate que lleve a la toma de decisionesa travs de foros pblicos y mecanismos de rendicin de cuentas. Estos forosestaran conectados con el Estado mediante diversos mecanismosinstitucionales y legales que les abriran capacidades de instrumentacin depolticas pblicas (Genro, 1995, 1996; GECD, 2000 y Avritzer, 2002, entre otros).
Tal nocin de espacio pblico es afn con el concepto de espacio pblicofuerte de Nancy Fraser (1992), segn el cual este tipo de espacios sonaquellos en los que la deliberacin se acopla con la decisin sobre los temas adiscusin. En cambio, los espacios pblicos dbiles son aquellos en los queel debate no arriba a decisiones vinculantes.
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En suma, la categora de espacio pblico permite entender que en lconstruccin de la democracia el ejercicio de la deliberacin, bajo condicioneadecuadas, ampla la esfera de la poltica, abre oportunidades de innovacin permite un tipo de relacin entre la sociedad civil, la sociedad poltica y el Estadque, basada en proyectos compartidos, crea la posibilidad de existencia de u
campo de cooperacin igualitaria antes inexistente. Mas la recuperacin de estconcepto no agota por s mismo las necesidades conceptuales derivadas del anlisde la disputa por la democracia; seala una de las condiciones necesarias para eavance del proyecto democrtico, lo que resulta insuficiente para entender sualcances y sus limitaciones, sus actores y sus procesos.
Otra categora que ha sido asociada a las anteriores es la de capital sociaque se ha convertido en una especie de nocin paraguas, a la cual se le atribuye ucreciente nmero de significados y se le utiliza como una especie de referenci
universal sin precisar lo que se quiere decir cuando se le utiliza.El eje articulador del concepto de capital social es la confianza. Se parte d
la premisa de que la cultura (valores, normas, principios) puede facilitar o bloqueala construccin de redes cuya accin conduzca a la confianza generalizada, edecir, no localizada o limitada por factores geogrficos, familiares, tnicos o dclase, sino confianza en el otro generalizado, conjunto de los ciudadanos comtales. Dado que la confianza es subjetiva, la nica manera de apreciar si stexiste o no como fenmeno cultural es a travs de encuestas que perciban l
opinin de los ciudadanos sobre los dems ciudadanos, y en la densidad de laredes asociativas que existen en la sociedad, las cuales constituyen el fundamentsociolgico a travs del cual se extienden las relaciones de confianza.
La confianza en las instituciones no es central en este marco terico, puepara Putnam (1993), el promotor principal de esta teora, las instituciones y laleyes son fenmenos derivados, efectos del capital social acumulado. Esta hipteses debatible, dado que la confianza en las instituciones es un fenmeno dnaturaleza diferente a la interpersonal, como bien lo ha sealado Claus Offe (1999pues las instituciones no son personas y, por consiguiente, no se les puede trasladael mismo tipo de relacin que se construye en las relaciones cara a cara, la cuaslo se produce en el seno de las asociaciones y facilita el sentido relacional de confianza. Precisamente a este dficit institucional apuntan muchas de las crticaque se le han dirigido al concepto de capital social.
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Desde el punto de vista sociolgico el problema central consiste en la escalay en las conexiones de escala. Si la confianza surge en un plano microsocial,nutrindose de las relaciones cara a cara, cmo es posible que sta puedageneralizarse a los otros sin la mediacin de instituciones que permitan ampliar laescala y los efectos de ciertos modos de relacin entre los miembros de la sociedad,
y entre stos y el Estado? Pero hay, adems, otros dos problemas: el primero esque no se explica en esta teora cmo surgen las asociaciones modernas, es decir,aquellas que trascienden el familismo amoral (Banfield, 1989), el particularismoy el clientelismo. En efecto, del hecho de que en los encuentros cara a cara surja laconfianza no se deriva que asociaciones modernas puedan surgir de maneraespontnea. Las asociaciones voluntarias no slo suponen confianza interpersonal,sino tambin autonoma de los individuos, espacios pblicos, predictibilidad ycontinuidad de los procesos (Warren, 2001), condiciones no consideradas en lateora. El segundo es que tampoco se explica cmo a partir de las asociacionescon fines de promocin de afinidades privadas (deportes, recreacin, religin,etctera) se puede construir una cultura de cooperacin generalizada.
Si el capital social, cuya base es la confianza, es ante todo un recurso moral(Putnam, 1993: 169), entonces la clave de una construccin de la moralidaddemocrtica sera el reconocimiento del otro (Honneth, 1995). Pero reconocer alotro no significa interactuar solamente con quienes guardo una afinidad electivade orden religioso o deportivo, sino aceptar que quienes no comparten estasafinidades culturales son tambin portadores de dignidad y de derechos humanos.Si no doy este paso, el capital social construido sobre la base de la confianzainterpersonal acotada es parcial, edifica una comunidad que puede serexcluyente, como lo demuestra histricamente la cultura del racismo en los EstadosUnidos y en Amrica Latina.
Sin duda, resulta un equvoco hablar en general de asociaciones como sitodas ellas produjeran los mismos efectos. Warren (2001) ha demostrado, con susociologa de las asociaciones, que no todas ellas son capaces de producir efectosde aprendizaje democrtico. Por ejemplo, contra lo que piensa Putnam, lasasociaciones de carcter deportivo pueden ser ampliamente excluyentes entrminos de clase, gnero o raza, por lo que, a pesar de ser voluntarias, puedenreproducir modos de exclusin que no tienen nada de democrticas. Finalmente,y limitndonos a las crticas ms obvias, es necesario anotar que la confianza queemerge de las asociaciones voluntarias es siempre contexto-dependiente (Edwards,
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Foley y Diani, 2001), por lo que la posibilidad de que la confianza se extienda otras esferas de la vida pblica depender de la existencia de circunstanciahistricas concretas favorables, vale decir, de la combinacin de factores qupermitan extender tal confianza. Nos referimos, entre otros, a la articulacin dactores sociales y polticos a travs de proyectos polticos compartidos y l
construccin de espacios pblicos dignos de ese nombre.Como Jean Cohen (1999) apunta, el concepto de capital social es dbil, pue
no puede explicar la vida en sociedad ms all de las comunidades locales. La vidsocial en sociedades complejas exige reciprocidad generalizada y apego a la leyentre otras caractersticas culturales que no emergen naturalmente de la confianzinterpersonal. Mltiples instituciones son necesarias y fundamentales pargarantizar y proteger los derechos de los ciudadanos y, en consecuencia, una vidsocial fundada en un piso moral que implica el reconocimiento del otro com
portador de derechos. El Estado de derecho es una condicin necesaria de estproceso, y ese Estado no surge del capital social como mero efecto.
En sntesis, los conceptos centrales que se han utilizado para analizar ldemocracia en la Amrica Latina contempornea, sus actores y sus espacioresultan insuficientes para explicar los procesos, las formas y los actores de disputa por la construccin democrtica en la regin. La mayor parte de lproduccin acadmica qued atrapada en las categoras de la teora democrticelitista y en la problemtica de la transicin. Las categoras alternativas que diverso
actores y analistas recuperaron para fundar el proyecto de una democracparticipativa han abierto nuevas posibilidades, pero se han visto de inmediatsujetas a una disputa simblica al ser utilizadas de una manera aparentementanloga por los portadores de los principales proyectos en pugna. En un esfuerzpara contribuir a este debate, presentamos ahora nuestra propuesta de instrumentoanalticos formulados precisamente para ofrecer una posible salida a las aporas paradojas antes sealadas.
HETEROGENEIDADDELASOCIEDADCIVIL
LANOCINde heterogeneidadde la sociedad civil describe la diferenciaciinterna existente en sta en trminos de actores sociales, formas de acci
colectiva, teleologa de la accin, construccin identitaria y proyectos polticoSe trata de un ncleo temtico que ayuda a comprender que al interior de
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sociedad civil coexisten los ms diversos actores, mltiples tipos de prcticas yproyectos, y variadas formas de relacin con el Estado.
En oposicin a ciertas perspectivas que influidas por el papel central de lasociedad civil en las luchas contra el autoritarismo tienden a concebirla comoun polo homogneo y virtuoso, nuestra investigacin muestra que la sociedadcivil esta formada por una heterogeneidad de actores sociales (incluyendo agentesconservadores), que desarrollan formatos institucionales diversos (sindicatos,asociaciones, redes, coaliciones, mesas y foros, entre otros), y una gran pluralidadde proyectos polticos, algunos de los cuales pueden ser incluso no-civiles o pocodemocratizantes.
La heterogeneidad de la sociedad civil es una expresin de la pluralidadpoltica, social y cultural que acompaa el desarrollo histrico de Amrica Latina.
Los diversos actores con variados intereses, agendas y proyectos polticos seoriginan en y responden a distintos contextos histricos y polticos en cada nacin.Esta heterogeneidad ha sido incentivada, en algunos casos, por polticas estatalesdirigidas a atender selectivamente intereses o demandas especficas, en lugar depromover y garantizar el acceso a derechos generales. Efectivamente, en distintosmomentos histricos los estados de la regin han reconocido e incorporadoselectivamente los derechos de algunos actores, gremios y movimientos, dejandoa otros fuera. La accin estatal tambin ha estimulado la reconfiguracin de lasociedad civil, como sucede con la proliferacin de las ONGque emergieron en
algunos pases a consecuencia del papel que les fue atribuido por el Estado en laimplementacin de polticas pblicas neoliberales. En otras coyunturas,movimientos sociales de base, campaas civiles promovidas por ONG y lamovilizacin popular desatada en momentos de grandes cambios polticos, comola aprobacin de nuevas constituciones, han dado lugar a la definicin eimplementacin de nuevos derechos, todo lo cual ha modificado tambin el mapade la sociedad civil. En este proceso de diferenciacin/complejizacin de lasociedad civil se expresan luchas sociales y proyectos de diversos actores y la
pluralidad de concepciones y proyectos que orientan la accin del Estado. As, ladiversidad de tales proyectos constituye una dimensin importante de laheterogeneidad presente en esos espacios.
Como veremos, los proyectos polticos son construcciones simblicas quemantienen relaciones cruciales con el campo de la cultura y con culturas polticas
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particulares. Los actores que formulan y difunden los proyectos polticos expresanpor un lado, un aprendizaje normativo e impulsan nuevos principios culturales; por otro, con frecuencia reproducen tambin, especialmente en sus prcticaconcretas, peculiares combinaciones de culturas polticas que muestran lcoexistencia y la tensin entre los nuevos y los viejos principios culturales. Es
coexistencia tensa y contradictoria es constitutiva del escenario del proceso dconstruccin democrtica en Amrica Latina y se reproduce al interior de laorganizaciones de la sociedad civil.
Precisamente, hay una dimensin de la heterogeneidad de la sociedad civque puede entenderse como la coexistencia al interior de las organizaciones que lconforman de diferentes culturas o tradiciones polticas, algunas participativas democrticas, y otras clientelares, corporativas y autoritarias, las cuales se derivade diferentes proyectos polticos. Cada tradicin poltica ha generado su peculia
combinacin de elementos participativos y autoritarios. El proyecto corporativpopulista, por ejemplo, fue capaz de impulsar grandes movilizaciones, abrir uespacio poltico para las clases trabajadoras y de implementar importantes derechosociales. Sin embargo, el costo fue la subordinacin poltica de las clasetrabajadoras, la inexistencia de espacios pblicos relevantes y la implantacin duna cultura poltica corporativa y autoritaria. En la mayor parte de Amrica Latinla sociedad poltica local fund su hegemona en diferentes modalidades dclientelismo, lo cual implic subordinacin y dependencia por parte de los actore
sociales hacia las elites polticas.Por su parte, la izquierda latinoamericana, en sus mltiples corrientes
expresiones, contribuy a crear una cultura poltica a la vez contestataria (en eplano social) y autoritaria (en la mayora de sus manejos organizativos). La idede la centralidad de los partidos como instancias dirigentes de las organizacionesociales, elemento central de las concepciones leninistas en la izquierda, crearouna forma especfica de autoritarismo.
La izquierda fue particularmente influyente en los movimientos populares estudiantiles de la regin durante dcadas. Esta corriente pas por procesos ddiferenciacin interna que reflejaron distintas formas de aprendizaje y dredefinicin de algunos de sus principios histricos y, por lo tanto, de su proyectpoltico. La adhesin a la democracia como principio articulador de su proyectque implic el abandono de la lucha armada como estrategia de conquista de
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poder, caracteriz a un sector mayoritario de la izquierda en el continente. Talfue el caso de Brasil desde finales de los aos 70, de Per en los primeros 80, deMxico en las postrimeras de los 80 y de Chile a lo largo de la misma dcada. EnPer un pequeo sector se radicaliz y form grupos armados a finales de los 80,siendo el ms importante Sendero Luminoso, el cual provoc una cruenta guerra
civil que termin destruyendo a la izquierda toda por un largo perodo en ese pas.Tras la cada del muro de Berln, y ante los efectos disolventes del neoliberalismoen el mundo laboral y campesino, las diversas corrientes de la izquierda ratificaronsu vocacin democrtica y se tornaron en la oposicin principal al neoliberalismo,con excepcin de Chile, donde la izquierda socialista acept, como parte del pactode transicin, continuar con la poltica neoliberal.
En Brasil, gracias a la capacidad inclusiva del Partido de los Trabajadores(PT) y a la naturaleza innovadora de su proyecto poltico, la izquierda desarroll
un gran poder cultural, social y poltico, sin paralelo en el resto de Amrica Latina.En este pas, la izquierda fue capaz de desarrollar un proyecto poltico democrtico-participativo original que, en buena medida, permiti romper, sin anularlas porcompleto, con las tradiciones autoritarias del pasado.
Igualmente importante entre los movimientos sociales y culturales de laizquierda fue el pensamiento social de la Iglesia catlica en el perodo de auge dela teologa de la liberacin, que coincidi con la poca de las dictaduras militaresy el surgimiento de los movimientos antiautoritarios. La resistencia a las dictaduras
ciment una relacin muy cercana entre algunos sectores de la Iglesia y losmovimientos populares de los aos 70 y 80, especialmente en Brasil, Per, ElSalvador, Guatemala y Nicaragua, entre otros pases, proceso que fue una de lasbases del emergente proyecto democrtico-participativo.
La prdida de influencia de los sectores progresistas de la Iglesia catlica amanos de sectores religiosos fundamentalistas, tanto al interior de la institucincomo en la sociedad, coincidi con el fin de las transiciones a la democracia y conla emergencia de nuevas corrientes del pensamiento social conservador. Uno delos efectos duraderos del autoritarismo fue la formacin, consolidacin o reaparicinde una sociedad civil conservadora que luego habra de nutrir o formar nuevospartidos de derecha o de fortalecer a los tradicionales, y se constituira en la basesocial de los proyectos neoliberales, como lo demuestra lo sucedido en Chile,Mxico, Argentina, El Salvador y, en menor escala, Brasil. Adems, la sociedad
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civil del pasado, es decir, las corporaciones y las redes clientelares creadas en poca de oro de los regmenes populistas, as como sus prcticas y su culturpoltica, sobrevivieron en una forma u otra a los grandes cambios polticos de loltimos treinta aos, preservando el espacio social y cultural en el que sobrevivel proyecto autoritario.
Estas diferentes culturas o tradiciones polticas, derivadas de los diversoproyectos polticos existentes en la sociedad, estn presentes hoy con distintpeso en los actores de la sociedad civil, produciendo tensiones y contradiccioneinternas. Dominantes en un momento determinado en ciertos sectores de sociedad civil, las variadas formas de la cultura autoritaria (faccionalismocaudillismo, clientelismo, autoritarismo, personalismo, falta de transparenciapueden destruir las nuevas prcticas cvicas, solidarias y participativas que haemergido despus de las transiciones. Ms an, las prcticas no civiles puede
afectar seriamente la capacidad y legitimidad de los actores de la sociedad civpara aportar proyectos, liderazgos y capacidad organizativa en los procesos ddemocratizacin.
Las prcticas autoritarias pueden ser concebidas como continuidad de uncierta tradicin, o como algo nuevo, sobre todo cuando estn vinculadas procesos contemporneos como el individualismo extremo alentado por el proyectneoliberal, que produce concepciones de ciudadana que priorizan exclusivamentel egosmo de lo privado, o debido a la generalizacin de la criminalidad, l
violencia, el trfico de drogas y la corrupcin organizada. Incluso se puede dar caso de que asociaciones nacidas en el campo civil pasen a lo no-civil, al convertirsalgunas prcticas asociativas en formas de control represivo, militar delincuencial, como los paramilitares en Colombia, los grupos campesinos dautodefensa en Per, as como pandillas, maras,5 gangsy otros grupos juvenile
violentos en distintas partes de Amrica Latina. En este sentido, hay una necesidade desarrollar una fuerte crtica a las prcticas antidemocrticas al interior de lsociedad civil.
Un proceso que debe tomarse en cuenta en el anlisis de la heterogeneidade la sociedad civil actual es la existencia de cambios culturales y polticos ealgunos sectores de las elites conservadoras, cuyo origen est en la emergencidel proyecto neoliberal y en un cierto aggiornamento democrtico derivado daprendizaje de los efectos de la dictadura. El incremento relativo de la toleranci
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social y poltica de ciertos sectores de estas elites incrementa las posibilidades decooperacin con otros actores de la sociedad civil en mbitos relativos a ciertasmedidas democratizantes, al rechazo tico o moral a actos de corrupcin y abusosde poder desde el Estado, o de resistencia nacional a los intercambios desigualesde la globalizacin. En cierta forma, se es el trasfondo del retorno de la izquierda
poltica al poder en varios pases de Amrica Latina, y del rechazo a las involucionesautoritarias en los Andes. Pero este cambio est acotado por el mantenimiento delas desigualdades fundamentales y el control del acceso al poder de los sectorespopulares; por lo tanto, es un cambio relativo en la medida que mantiene el ncleoduro del autoritarismo social. Ms importante an, este pluralismo se da en elcontexto de la aceptacin por parte de las elites econmicas y de amplios sectoresde la sociedad poltica de la inevitabilidad o deseabilidad del proyecto neoliberal.Desde esta perspectiva puede entenderse mejor la expansin reciente de lafilantropa empresarial en algunos pases de la regin, muchas veces en respuestaa las demandas de los movimientos sociales y organizaciones no gubernamentalesde carcter internacional, y tambin de la mayor relevancia y visibilidad de prcticasde voluntariado al interior de la sociedad civil. Obviamente, estas formas de laparticipacin civil son compatibles con y necesarias para el proyecto neoliberal,como veremos despus.
Uno de los aspectos de la heterogeneidad de la sociedad civil menos estudiadosse refiere a los diversos modelos asociativos que adquieren las organizaciones quela forman. No se trata de analizar los patrones de asociacin en s mismos, sino deentender si ellos tienen implicaciones en el desarrollo de potenciales democrticos,como las capacidades personales de anlisis y argumentacin, el ejercicio de ladeliberacin, la tolerancia y la solidaridad, o la creacin de espacios pblicos y suimpacto en la definicin de la agenda pblica, la vigilancia de las autoridades y ladefensa de derechos; o si, por el contrario, las asociaciones plantean limitacionesa la democratizacin relacionadas con la reproduccin de formas de organizaciny modelos de accin autoritarios.
De todo lo anterior resalta la necesidad de tematizar la diversidad de lasociedad civil, reconociendo simultneamente la heterogeneidad del Estado, suinterlocutor necesario y omnipresente. En efecto, la sociedad civil y el Estado seconstruyen histricamente de manera simultnea, en un juego de interrelacionescomplejas que es preciso analizar para entender mejor la naturaleza del procesode democratizacin.
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La sociedad civil se expresa empricamente como una densa red dmovimientos sociales y asociaciones de carcter diverso. La naturaleza de taleasociaciones es una contingencia histrica, lo que quiere decir que en cadmomento histrico el patrn asociativo es el resultado de tendencias de largplazo que nos remiten al modelo de acumulacin de capital (actores econmico
y relaciones de produccin), el tipo de rgimen poltico (sistema de partidos, sistemde gobierno, modelos de intermediacin, representacin, inclusin y exclusinlos patrones culturales dominantes (interaccin de los discursos polticolegitimadores, el tipo de imaginario nacional e internacional construido en proceso, el tipo y alcance de la educacin pblica y el modelo de distribucin dlos bienes culturales); el marco jurdico que regula especficamente los tipos dasociacin y la correlacin que existe entre el mapa de las clases y grupos socialecon las otras variables mencionadas.6
En la formacin misma de las asociaciones intervienen distintos actores procesos que conviene analizar porque con frecuencia su origen condiciona tantlos campos de accin como las funciones que las asociaciones cumplen en la vidpblica. Sin nimo de ser exhaustivos, pueden mencionarse los siguientes casolas asociaciones y movimientos pueden ser impulsados por el propio Estado (acrear programas y decretar leyes cuya ejecucin implica la creacin de figuraasociativas ad hoc); por los partidos polticos (asociaciones culturales o dinvestigacin, movimientos de base, corporaciones); por otros actores de
sociedad civil (movimientos sociales formando ONGs,ONGs generando movimientosociales, grupos asistenciales constituyendo ONG, las iglesias como instituciones alguna de sus corrientes impulsando movimientos sociales o gestando grupoasistenciales u ONG, etctera); o por actores que emergen directamente de lsociedad en general (movimientos sociales de base).7 Como puede observarsesta diversidad de fuentes originarias nos plantea modelos de relacin entre sociedacivil, sociedad poltica y Estado que son constitutivos de la existencia misma dciertas asociaciones. Se trata de los vnculos programticos, orgnicos y financieroque ligan a diversos tipos de asociaciones con el Estado y con los partidos, si biean en el caso de las asociaciones surgidas en la propia sociedad civil puededelimitarse vnculos y continuidades con el sistema poltico de naturalezcoyuntural o estructural. En todos estos procesos aparece como un factodeterminante la naturaleza del proyecto poltico que cada uno de estos actorepromueve. Es a partir de estos proyectos que cada actor decide impulsar o crea
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nuevas formas asociativas que resultan funcionales a los mismos, construyendoas las bases de nuevas vocaciones hegemnicas.
El fenmeno asociativo es multidimensional, pues tiene efectos en variosmbitos de la reproduccin social, por lo que las propias asociaciones, siendo de
por s heterogneas, tienen diferentes capacidades de intervencin en la vida pblicay distintos potenciales democratizadores. Algunas asociaciones son especialmenteimportantes en la formacin de individuos con capacidades cvicas (crculos deestudio, grupos culturales, movimientos sociales prodemocrticos, asociaciones
vecinales no clientelares); otras son fundamentales en la representacin de lacomunidad (sindicatos, grupos religiosos, organizaciones campesinas, asociacionesempresariales), aunque pueden ser incapaces de desarrollar capacidades cvicasdebido a su carcter corporativo o clientelar. Otras pueden impulsar la deliberacinpblica, pero no ser especialmente democrticas a su interior. Otras son decisivas
en la promocin del cambio cultural en trminos de tolerancia, reconocimientodel otro y aceptacin de la diferencia, como los movimientos gay, indgena, de lanegritud y feminista.
Las capacidades de las asociaciones no estn determinadas fatalmente porsu forma de organizacin. Las circunstancias histricas concretas pueden convertira los sindicatos, por ejemplo, en el eje de la resistencia poltica antiautoritaria(como en las transiciones a la democracia en Polonia, Brasil y Espaa) y dotarlosde una capacidad de representacin de la sociedad toda (como sucedi en parte
en la posguerra en Europa Occidental, durante la formacin de los consejoseconmicos y sociales). En otros momentos y pases, ciertos movimientos socialesprodemocrticos y antiautoritarios pueden condensar la representacin, laresistencia, la coordinacin, y crear individuos modernos, como fue el caso de la
Alianza Cvica en Mxico en 1994-1997 (Olvera, 2003).
En suma, un anlisis a profundidad del fenmeno asociativo nos obliga atomar en consideracin procesos microsociales, tales como la tipologa asociativa(membresa, institucionalidad, formas de organizacin, proyectos polticosexplcitos o subyacentes); fenmenos mesosociales (formas de la accin colectiva,interaccin con otras asociaciones, creacin de espacios pblicos locales ytemticos) y macrosociales (impacto en la opinin pblica, creacin de espaciospblicos nacionales, constitucin de movimientos sociales, cambio en la culturapoltica a travs de la postulacin de nuevos valores, principios y proyectos).
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HETEROGENEIDADDELESTADO
ASCOMOEXISTEun mito acerca del carcter unitario y virtuoso de la sociedacivil, hay tambin una visin dominante sobre el Estado que lo concibe com
un ente administrativo homogneo e indiferenciado. Esta perspectiva no slo e
equvoca empricamente, sino que deja fuera del anlisis las mediaciones entre sociedad y el Estado. Por lo tanto, en una nueva comprensin de la disputa por construccin democrtica, debemos tomar en cuenta no slo la democraticidadel Estado (ODonnell, 2004), sino el hecho de que, en regmenes no totalitarioste presenta niveles significativos de heterogeneidad.
Una primera dimensin de esa heterogeneidad puede ser aprehendida a travs dla arqueologa del Estado, es decir, mediante el estudio de la forma en que lainstituciones estatales se han formado en distintos ciclos o periodos polticos. E
la medida en que la transformacin de esas instituciones es desigual y no scompleta con los cambios de rgimen, la coexistencia de instituciones fundadaen principios organizativos y programticos distintos caracteriza una forma dheterogeneidad estatal. Si bien gran parte de los pases de Amrica Latina hapasado en los ltimos 20 aos por momentos de definicin de nuevaconstituciones, planes de descentralizacin diversos y procesos de modernizacidel Estado, el impacto de estos procesos en la vida pblica y en la efectivtransformacin de las prcticas y de las instituciones polticas ha sidprofundamente desigual. Paralelamente a instancias y a prcticas novedosasubsisten las del pasado, envueltas por lo general en nuevos ropajes institucionaley partidarios. La persistencia del clientelismo y las nuevas formas descentralizadade corporativismo son tal vez el elemento ms visible de una vida pblica complecuyo eje central sigue siendo el Estado, el cual se ha tornado en un ente abigarradque duplica funciones e instancias, que hace convivir la modernidad institucioncon el atraso operativo y cultural.
La heterogeneidad del Estado se presenta tambin vinculada a su estructurmisma. En un plano vertical deben considerarse los niveles de gobierno: federaestatal y municipal. Aunque los pases federales en Amrica Latina sohistricamente pocos: Argentina, Brasil, Venezuela, Mxico, y Colombia de unoaos a la fecha, lo cierto es que de una u otra manera todos los dems tienen, hatenido o han creado recientemente niveles de gobierno provincial, regional o locaEsta diversidad estructural del Estado, cuando se inserta en contextos de eleccione
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libres y de libertad de organizacin partidaria, ha permitido una heterogeneidadpoltica que deriva del hecho de que distintos proyectos polticos pueden ascendera los diferentes niveles de gobierno e incluso llegar a transformar las estructurasde operacin estatal en un sentido ms democrtico.8Eso ha hecho posible queen determinados pases haya espacios de pluralidad poltica y de experimentacin
democrtica en alguno de los niveles de gobierno, mientras que en otros elfederalismo ha servido para la preservacin del poder de elites regionalestradicionales que resisten o se adaptan a los procesos polticos nacionales. En lamayora de las naciones los dos tipos de procesos ocurren simultneamente,incrementando la complejidad del panorama poltico, lo cual demuestra laimportancia de considerar las implicaciones de la heterogeneidad estatal para lacomprensin de la dinmica de la disputa por la construccin democrtica.
En un plano horizontal, la heterogeneidad del Estado, en tanto Estado
democrtico, tiene que ver con la existencia de tres poderes (ejecutivo, legislativoy judicial), y la creciente presencia de entidades autnomas o de organismospblicos descentralizados (Ackerman, 2006). El precario equilibrio de poderesque se experimenta en Latinoamrica, derivado de la combinacin, en la mayorparte de sus pases, de un sistema presidencialista acoplado a un sistemamultipartidario que no permite crear mayoras parlamentarias estables, planteacrecientes retos a la gobernabilidad y hace ms complejo el escenario de losencuentros entre la sociedad y el Estado, y de las relaciones entre sociedad civil ysociedad poltica. As, una forma adicional de la heterogeneidad del Estado derivade la formacin forzada de gobiernos de coalicin, en los que la necesidad dedistribuir cargos en el aparato estatal conduce a la diversidad de proyectos yprcticas en su interior. Distintas instancias del Estado pueden establecer diferentesformas de relacin con la sociedad civil, proceso que est vinculado directamentecon los distintos tipos de proyectos polticos que en una instancia y otrapredominan. Se constituyen as mltiples interfases entre la sociedad y el Estado(v.Isunza, en este libro), algunas de las cuales conforman ejemplos de innovacindemocrtica, mientras que otras reformulan o actualizan diversas formas de
autoritarismo o refuerzan el proyecto neoliberal.La problemtica de las mediaciones entre sociedad y Estado, uno de los
focos fundamentales del proceso de construccin democrtica, tiene que consideraradems del aparato estatal en cuanto tal a la sociedad poltica. El conceptoalude al complejo cultural-organizativo de la accin y las instituciones polticas,
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que ha sido retomado, desde una perspectiva ms acotada, en las teoras de lsociedad civil (Cohen y Arato, 1992), para remitirse especficamente a los actoree instituciones que intermedian las relaciones entre la sociedad civil y el Estad(partidos polticos y parlamento). La referencia a la sociedad poltica, sumada a lconsideracin del papel y caractersticas del Estado, es imprescindible para un
comprensin ms adecuada de la complejidad del proceso de construccidemocrtica y nos permite combatir versiones simplificadas y apologticas de lsociedad civil como el demiurgo de ese proceso. Por otro lado, es necesarienfatizar, en ese contexto, que la accin poltica no se limita a la sociedad polticcomo la teora dominante de la sociedad civil sostiene, sino que es parte de llgica de la propia sociedad civil, cuyos actores, al defender proyectos en la esferpblica y desarrollar la accin colectiva, estn haciendo poltica, disputandespacios de poder y orientando la poltica pblica. Gramsci (1971) seala que lsociedad civil es terreno del poder y, por lo tanto, campo de la accin poltica.
As, cuando hablamos de sociedad poltica nos referimos no slo a los aparatode gobierno y a su andamiaje institucional y legal, sino tambin a los partidos en gobierno, a los partidos en el parlamento y en los gobiernos locales y regionales
Ciertamente, una diferencia crucial entre la sociedad civil y el Estado es qulos actores estatales toman decisiones vinculantes que abarcan al conjunto de lsociedad. En ciertos casos las decisiones pueden ser adoptadas en instanciaparticipativas en donde hay una corresponsabilidad, y en las que ciertos actore
de la sociedad civil comparten el poder decisorio asumiendo funciones dcogobierno; pero esas experiencias son locales o sectoriales hasta hoy.
Los partidos son mediaciones necesarias entre la sociedad civil y el Estadopues aportan proyectos, forman cuadros y crean redes operativas que se trasladaal gobierno. Son una mediacin no slo en pocas democrticas, sino en fases dtransicin o en regmenes democrticos dbiles y en sistemas polticos pocinstitucionalizados, ya que sus capacidades organizativas especializadas sorequeridas en la lucha por el poder poltico formal.9
Al menos en teora, los partidos responden a proyectos polticos entendidocomo una serie de ideas o nudos doctrinarios que cohesionan a las distinta
vertientes e individuos que los constituyen. En la prctica, algunos partidos hamantenido esta caracterstica, pero en otros la dimensin programtica desaparecHay casos en que diversos proyectos se anidan y expresan al interior de un mism
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partido, como en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Mxico y en eljusticialismo en Argentina, al menos en tiempos recientes. Por ejemplo, lascandidaturas justicialistas de Duhalde y Kirchner fueron expresin de proyectosdistintos, mientras que el presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) tornal PRIen un partido neoliberal, redefiniendo el proyecto original de este instituto
poltico.Por supuesto, hay partidos que responden a un proyecto que, como en Brasil,
Per y Ecuador, se puede denominarfisiologismo,es decir, que responden al merointers de una cierta elite poltica de reproducirse como grupo en el poder (dehecho, este tipo de partidos puede encontrarse en cualquier pas de Amrica Latina).Se trata de partidos u organizaciones que constituyen una articulacin oportunistade intereses, y que tienen con frecuencia discursos programticos dbiles ycontradictorios en su seno.
En general se habla hoy de una profunda crisis de representacin de lospartidos, tanto en la escala internacional como especficamente en Amrica Latina.Esta crisis se refiere al hecho de que los nexos de los partidos con los sectores dela sociedad se han debilitado en el contexto de nuevas formas y condiciones de lacompetencia partidaria. Lechner (1996), por ejemplo, considera que se estproduciendo el descentramiento e informalizacin de la propia poltica. Estosignifica que la poltica como el espacio de constitucin del Estado y de la economamisma, es decir, como productora del orden, languidece y se convierte en un
subsistema cada vez ms autorreferente, incapaz de reconocer y expresar en suseno la enorme diversidad de lo social, de la cultura y de las opciones polticasemergentes. Adems, la poltica abandona su naturaleza predecible en sus efectos,y la vieja vinculacin entre grupos sociales, partidos y gobierno deja de existir,dada la fluidez y multiplicidad de los grupos, el carcter nomdico de las identidadesy las estrategias de corto plazo de los partidos. La poltica tambin deviene cada
vez ms informal, es decir, transcurre fuera del mbito institucional y se fundacada vez ms en relaciones entre redes informales y en acuerdos