Del socialismo utópico al socialismo científico - F. Engels.pdf

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    Del SocialismoUtpico al SocialismoCientfco

    MOVIM

    IENTO

    SOC

    IALISTADE

    TRABAJADORES

    Carlos Marx

    Federico Engels

    Editorial Laura

    Lecturas Proletarias

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    Textos tomados de:

    Carlos Marx, Prlogo a la Contribucin a la crtica de la economa poltica. Marxists Intenet Archi-ve, www.marxists.org, 2013.

    Federico Engels, Prlogo a la edicin inglesa de 1892 y Del socialismo utpico al socialismocientco. Marxists Intenet Archive, www.marxits.org, 2013.

    Crditos de la presente edicin:

    Preparacin y adaptacin por:

    Ral M. Bez Snchez

    Diseo y emplanaje:

    Hugo J. Delgado-Mart

    Diseo de la portada:

    Hugo J. Delgado-Mart

    Editorial Laura, 2013.

    Comisin de Educacin Poltica

    Movimiento Socialista de Trabajadores

    Apartado 22699

    Estacin UPR

    San Juan, PR 00931

    www.bandera.org [email protected] Twitter:@mst_pr

    Editorial Laura

    Lecturas Proletarias

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    iiIntroduccin a la Filosofa Marxista

    ndice

    Prlogo a la Contribucin a la Crtica a laEconoma Poltica

    Pgina

    Carlos Marx 1

    Prlogo a la Edicin Inglesa 5Federico Engels

    Del socialismo utpico al socialismo cientfco

    Federico Engels 21

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    Karl Marx

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    1Introduccin a la Filosofa Marxista

    Prlogo a la Contribucin a la Crtica de laEconoma Poltica

    Por: Carlos Marx

    Mis estudios profesionales eran los de jurisprudencia, de la que, sin embargo, slo me preocupcomo disciplina secundaria, junto a la losofa y la historia. En 18421843, siendo redactor de GacetaRenana [1] me vi por primera vez en el trance difcil de tener que opinar sobre los llamados interesesmateriales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelacin de la propiedad de latierra, la polmica ocial mantenida entre el seor von Schaper, por entonces gobernador de la pro-vincia renana, y Gaceta Renana acerca de la situacin de los campesinos de Mosela y, nalmente, losdebates sobre el librecambio y el proteccionismo, fue lo que me movi a ocuparme por primera vezde cuestiones econmicas. Por otra parte, en aquellos tiempos en que el buen deseo de ir adelante

    superaba en mucho el conocimiento de la materia, Gaceta Renana dejaba traslucir un eco del so-cialismo y del comunismo francs, taido de un tenue matiz losco. Yo me declar en contra deese trabajo de acionados, pero confesando al mismo tiempo sinceramente, en una controversia conla Gaceta General de Ausburgo [2] que mis estudios hasta ese entonces no me permitan aventurarningn juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. Con tanto mayordeseo aprovech la ilusin de los gerentes de Gaceta Renana, quienes crean que suavizando la po-sicin del peridico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra lpara retirarme de la escena pblica a mi cuarto de estudio.

    Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisin crtica dela losofa hegeliana del derecho [3], trabajo cuya introduccin apareci en 1844 en los Anales fran -coalemanes [4], que se publicaban en Pars. Mi investigacin me llev a la conclusin de que, tanto

    las relaciones jurdicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por s mismas ni por lallamada evolucin general del espritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condicionesmateriales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y francesesdel siglo XVIII, bajo el nombre de sociedad civil, y que la anatoma de la sociedad civil hay que bus-carla en la economa poltica. En Bruselas a donde me traslad a consecuencia de una orden de des-tierro dictada por el seor Guizot prosegu mis estudios de economa poltica comenzados en Pars. Eresultado general al que llegu y que una vez obtenido sirvi de hilo conductor a mis estudios puederesumirse as: en la produccin social de su vida los hombres establecen determinadas relacionesnecesarias e independientes de su voluntad, relaciones de produccin que corresponden a una fasedeterminada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones deproduccin forma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la su-perestructura jurdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. E

    modo de produccin de la vida material condiciona el proceso de la vida social poltica y espiritual engeneral. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social eslo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivasmateriales de la sociedad entran en contradiccin con las relaciones de produccin existentes o, loque no es ms que la expresin jurdica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cualesse han desenvuelto hasta all. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones seconvierten en trabas suyas, y se abre as una poca de revolucin social. Al cambiar la base econ-mica se transforma, ms o menos rpidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materialesocurridos en las condiciones econmicas de produccin y que pueden apreciarse con la exactitudpropia de las ciencias naturales, y las formas jurdicas, polticas, religiosas, artsticas o loscas,

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    2 Introduccin a la Filosofa Marxista

    en una palabra las formas ideolgicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto yluchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que l piensade s, no podemos juzgar tampoco a estas pocas de transformacin por su conciencia, sino quepor el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, porel conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de produccin. Ningunaformacin social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que cabendentro de ella, y jams aparecen nuevas y ms elevadas relaciones de produccin antes de que lascondiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por

    eso, la humanidad se propone siempre nicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirandomejor, se encontrar siempre que estos objetivos slo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, seestn gestando, las condiciones materiales para su realizacin. A grandes rasgos, podemos designarcomo otras tantas pocas de progreso en la formacin econmica de la sociedad el modo de pro-duccin asitico, el antiguo, el feudal y el moderno burgus. Las relaciones burguesas de produccinson la ltima forma antagnica del proceso social de produccin; antagnica, no en el sentido de unantagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida delos individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, amismo tiempo, las condiciones materiales para la solucin de este antagonismo. Con esta formacinsocial se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.

    Federico Engels, con el que yo mantena un constante intercambio escrito de ideas desde la publi-cacin de su genial bosquejo sobre la crtica de las categoras econmicas (en los DeutschFranzsis-che Jahrbcher) [5], haba llegado por distinto camino (vase su libro La situacin de la clase obreraen Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableci tambin enBruselas, acordamos elaborar en comn la contraposicin de nuestro punto de vista con el punto devista ideolgico de la losofa alemana; en realidad, liquidar cuentas con nuestra conciencia los-ca anterior. El propsito fue realizado bajo la forma de una crtica de la losofa poshegeliana [6]. Emanuscrito dos gruesos volmenes en octavo ya haca mucho tiempo que haba llegado a su sitio depublicacin en Westfalia, cuando no enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedansu publicacin. En vista de eso, entregamos el manuscrito a la crtica roedora de los ratones, muy debuen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, ya haba sido logrado.Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al pblico nuestras ideas, bajo

    unos u otros aspectos, slo citar el Maniesto del Partido Comunista escrito conjuntamente por En-gels y por m, y un Discurso sobre el librecambio, publicado por m. Los puntos decisivos de nuestraconcepcin fueron expuestos por primera vez cientcamente, aunque slo en forma polmica, en laobra Miseria de la losofa, etc., publicada por m en 1847 y dirigida contra Proudhon. La publicacinde un estudio escrito en alemn sobre el Trabajo asalariado [7], en el que recoga las conferencias quehaba dado acerca de este tema en la Asociacin Obrera Alemana de Bruselas [8], que interrumpidapor la revolucin de febrero, que trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Blgica.

    La publicacin de la Nueva Gaceta Renana (18481849) y los acontecimientos posteriores inte-rrumpieron mis estudios econmicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. El enorme ma-terial sobre la historia de la economa poltica acumulado en el British Museum, la posicin tan favo-rable que brinda Londres para la observacin de la sociedad burguesa y, nalmente, la nueva etapa

    de desarrollo en que pareca entrar sta con el descubrimiento del oro en California y en Australia, meimpulsaron a volver a empezar desde el principio, abrindome paso, de un modo crtico, a travs delos nuevos materiales. Estos estudios a veces me llevaban por s mismos a campos aparentemen-te alejados y en los que tena que detenerme durante ms o menos tiempo. Pero lo que sobre todoreduca el tiempo de que dispona era la necesidad imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboracindesde hace ya ocho aos en el primer peridico angloamericano, el New York Daily Tribune, me obli-gaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que slo en casos excepcionales me dedicoa escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas. Sin embargo, los artculos sobre losacontecimientos econmicos ms salientes de Inglaterra y del continente formaba una parte tanimportante de mi colaboracin, que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles decarcter prctico situados fuera de la rbita de la verdadera ciencia de la economa poltica.

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    3Introduccin a la Filosofa Marxista

    Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economa poltica tiende sim-plemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho quechoquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos aos de con-cienzuda investigacin. Pero en la puerta de la ciencia, como en la del inerno, debiera estamparseesta consigna:

    Qui si convien lasciare ogni sospetto;

    Ogni vilt convien che qui sia morta. [9]Londres, enero de 1859.

    Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berln 1859

    Notas

    [1] Gaceta renana (Rheinische Zeitung): diario radical que se public en Colonia en 1842 y 1843.Marx fue su jefe de redaccin desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 18 de marzo de 1843.

    [2] Gaceta general (Allegemeine Zeitung): diario alemn reaccionario fundado en 1798; desde 1810

    hasta 1882 se edit en Ausburgo. En 1842 public una falsicacin de las ideas del comunismo y esocialismo utpicos y Marx lo desenmascar en su artculo El comunismo y el Allegemeine Zeitungde Ausburgo, que fue publicado en Rheinische Zeitung en octubre de 1842.

    [3] C. Marx, Contribucin a la crtica de la losofa del derecho de Hegel.[4] Deutschfranzsische Jahrbcher (Anales francoalemanes): rgano de la propaganda

    revolucionaria y comunista, editado por Marx en pars, en el ao 1844.[5] Anales francoalemanes[6] Marx y Engels, La ideologa alemana.[7] Marx, Trabajo asalariado y capital.[8] La Asociacin Obrera Alemana de Bruselas fue fundada por Marx y Engels a nes de agosto

    de 1847, con el n de educar polticamente a los obreros alemanes residentes en Blgica y

    propagar entre ellos las ideas del comunismo cientco. Bajo la direccin de Marx, Engels y suscompaeros, la sociedad se convirti en un centro legal de unin de los proletarios revolucionariosalemanes en Blgica y mantena contacto directo con los clubes obreros flamencos y valones.Los mejores elementos de la asociacin entraron luego en la organizacin de Bruselas de la Ligade los Comunistas. Las actividades de la Asociacin Alemana en Bruselas se suspendieron pocodespus de la revolucin burguesa de febrero de 1848 en Francia, debido al arresto y expulsin desus miembros por la polica belga.

    [9] Djese aqu cuanto sea recelo;/ Mtese aqu cuanto sea vileza. (Dante, La divina comedia).

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    Friederich Engels

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    5Introduccin a la Filosofa Marxista

    Prlogo a la edicin inglesa de 1892Por: F. Engels

    El pequeo trabajo que tiene delante el lector, formaba parte, en sus orgenes, de una obra mayor.Hacia 1875, el Dr. E. Dhring, privat-docent en la Universidad de Berln, anunci de pronto y con bas -tante estrpito su conversin al socialismo y present al pblico alemn, no slo una teora socialistadetalladamente elaborada, sino tambin un plan prctico completo para la reorganizacin de la so-ciedad. Se abalanz, naturalmente, sobre sus predecesores, honrando particularmente a Marx, sobrequien derram las copas llenas de su ira.

    Esto ocurra por los tiempos en que las dos secciones del Partido Socialista Alemn los eisena-chianos y los lassalleanos[2] acababan de fusionarse, adquiriendo ste as, no slo un inmensoincremento de fuerza, sino algo que importaba todava ms: la posibilidad de desplegar toda esta

    fuerza contra el enemigo comn. El Partido Socialista Alemn se iba convirtiendo rpidamente en unapotencia. Pero, para convertirlo en una potencia, la condicin primordial era no poner en peligro la uni-dad recin conquistada. Y el Dr. Dhring se aprestaba pblicamente a formar en torno a su personauna secta, el ncleo de un partido futuro aparte. No haba, pues, ms remedio que recoger el guanteque se nos lanzaba y dar la batalla, por muy poco agradable que ello nos fuese.

    Por cierto, la cosa, aunque no muy difcil, haba de ser, evidentemente, harto pesada. Es bien sabidoque nosotros, los alemanes, tenemos una terrible y poderosa Grndlichkeit, un cavilar profundo o unacaviladora profundidad, como se le quiera llamar. En cuanto uno de nosotros expone algo que reputauna nueva doctrina, lo primero que hace es elaborarla en forma de un sistema universal. Tiene que de-mostrar que lo mismo los primeros principios de la lgica que las leyes fundamentales del Universono han existido desde toda una eternidad con otro designio que el de llevar, al n y a la postre, hasta

    esta teora recin descubierta, que viene a coronar todo lo existente. En este respecto, el Dr. Dhringestaba cortado en absoluto por el patrn nacional. Nada menos que un "Sistema completo de la Fi-losofa" losofa intelectual, moral, natural y de la Historia, un "Sistema completo de EconomaPoltica y de Socialismo" y, nalmente, una "Historia crtica de la Economa Poltica" tres gordos vo-lmenes en octavo, pesados por fuera y por dentro, tres cuerpos de ejrcito de argumentos, moviliza-dos contra todos los lsofos y economistas precedentes en general y contra Marx en particular; enrealidad, un intento de completa subversin de la ciencia. Tuve que vrmelas con todo eso; tuve quetratar todos los temas posibles, desde las ideas sobre el tiempo y el espacio hasta el bimetalismo [3]desde la eternidad de la materia y el movimiento hasta la naturaleza perecedera de las ideas moralesdesde la seleccin natural de Darwin hasta la educacin de la juventud en una sociedad futura. Ciertoes que la sistemtica universalidad de mi contrincante me brindaba ocasin para desarrollar frente al, en una forma ms coherente de lo que hasta entonces se haba hecho, las ideas mantenidas porMarx y por m acerca de tan grande variedad de materias. Y sta fue la razn principal que me movia acometer esta tarea, por lo dems tan ingrata.

    Mi rplica vio la luz, primero, en una serie de artculos publicados en el "Vorwrts"[4] de Leipzig,rgano central del Partido Socialista, y, ms tarde, en forma de libro, con el ttulo de "Herrn EugenDhrings Umwlzung der Wissenschaft" ["La subversin de la ciencia por el seor E. Dhring"], delque en 1886 se public en Zurich una segunda edicin.

    A instancias de mi amigo Paul Lafargue, actual representante de kille en la Cmara de los diputadosde Francia, arregl tres captulos de este libro para un folleto, que l tradujo y public en 1880 con elttulo de "Socialisme utopique et socialisme scientique". De este texto francs se hicieron una ver-

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    sin polaca y otra espaola. En 1883 nuestros amigos de Alemania publicaron el folleto en su idiomaoriginal. Desde entonces, se han publicado, a base del texto alemn, traducciones al italiano, al rusoal dans, al holands y al rumano. Es decir, que, contando la actual edicin inglesa, este folleto sehalla difundido en diez lenguas. No s de ninguna otra publicacin socialista, incluyendo nuestro Ma-niesto Comunista de 1848 y "El Capital" de Marx, que haya sido traducida tantas veces. En Alemaniase han hecho cuatro ediciones, con una tirada total de unos veinte mil ejemplares.

    El apndice "La Marca"[5] fue escrito con el propsito de difundir entre el Partido Socialista Alemn

    algunas nociones elementales respecto a la historia y al desarrollo de la propiedad rural en Alema-nia. En aquel entonces era tanto ms necesario cuanto que la incorporacin de los obreros urbanosal partido estaba en va de concluirse y se planteaba la tarea de ocuparse de las masas de obrerosagrcolas y de los campesinos. Este apndice fue incluido en la edicin, teniendo en cuenta la circuns-tancia de que las formas primitivas de posesin de la tierra, comunes a todas las tribus teutnicas,as como la historia de su decadencia, son menos conocidas todava en Inglaterra que en Alemania.He dejado el texto en su forma original, sin aludir a la hiptesis recientemente expuesta por MaximKovalevski, segn la cual al reparto de las tierras de cultivo y de pastoreo entre los miembros de laMarca precedi el cultivo en comn de estas tierras por una gran comunidad familiar patriarcal, queabarc a varias generaciones (de ejemplo puede servir la zdruga de los sudeslavos, que an existehoy da). Luego, cuando la comunidad creci y se hizo demasiado numerosa para administrar en co-mn la economa, tuvo lugar el reparto de la tierra [6]. Es probable que Kovalevski tenga razn, pero elasunto se encuentra an sub judice [*].

    Los trminos de Economa empleados en este trabajo coinciden, en tanto que son nuevos, con losde la edicin inglesa de "El Capital" de Marx. Designamos como produccin mercantil aquella faseeconmica en que los objetos no se producen solamente para el uso del productor, sino tambin paralos nes del cambio, es decir, como mercancas, y no como valores de uso. Esta fase va desde losalbores de la produccin para el cambio hasta los tipos presentes; pero slo alcanza su pleno desa-rrollo bajo la produccin capitalista, es decir, bajo las condiciones en que el capitalista, propietariode los medios de produccin, emplea, a cambio de un salario, a obreros, a hombres despojados detodo medio de produccin, salvo su propia fuerza de trabajo, y se embolsa el excedente del precio deventa de los productos sobre su coste de produccin. Dividimos la historia de la produccin industriadesde la Edad Media en tres perodos: 1) industria artesana, pequeos maestros artesanos con unoscuantos ociales y aprendices, en que cada obrero elabora el artculo completo; 2) manufactura, enque se congrega en un amplio establecimiento un nmero ms considerable de obreros, elaborn-dose el artculo completo con arreglo al principio de la divisin del trabajo, donde cada obrero sloejecuta una operacin parcial, de tal modo que el producto est acabado slo cuando ha pasadosucesivamente por las manos de todos; 3) moderna industria, en que el producto se fabrica mediantela mquina movida por la fuerza motriz y el trabajo del obrero se limita a vigilar y recticarlas opera-ciones del mecanismo.

    S muy bien que el contenido de este libro indignar a gran parte del pblico britnico. Pero si no-sotros, los continentales, hubisemos guardado la menor consideracin a los prejuicios de la res-petabilidad britnica, es decir, del listesmo britnico habramos salido todava peor parados de loque hemos salido. Esta obra deende lo que nosotros llamamos el materialismo histrico, y en losodos de la inmensa mayora de los lectores britnicos la palabra materialismo es una palabra muymalsonante. Agnosticismo an podra pasar, pero materialismo es de todo punto inadmisible.

    Y sin embargo, la patria primitiva de todo el materialismo moderno, a partir del siglo XVII, es Ingla-terra.

    El materialismo es hijo nativo de la Gran Bretaa. Ya elescolstico britnico Duns Escoto se pre-guntaba si la materia no podra pensar.

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    Para realizar este milagro, iba a refugiarse en la omnipotencia divina, es decir, obligaba a la propiateologa a predicar el materialismo. Duns Escoto era, adems, nominalista. El nominalismo [7] apare-ce como elemento primordial en los materialistas ingleses y es, en general, la expresin primera dematerialismo.

    El verdadero padre del materialismo ingls es Bacon. Para l, las ciencias naturales son la verda-dera ciencia, y la fsica experimental, la parte ms importante de las ciencias naturales. Anaxgorascon sus homoiomerias [8] y Demcrito con sus tomos son las autoridades que cita con frecuencia

    Segn su teora, los sentidos son infalibles y constituyen la fuente de todos los conocimientos. Todaciencia se basa en la experiencia y consiste en aplicar un mtodo racional de investigacin a lo dadopor los sentidos. La induccin, el anlisis, la comparacin, la observacin, la experimentacin sonlas condiciones fundamentales de este mtodo racional. Entre las propiedades inherentes a la ma-teria, la primera y ms importante es el movimiento, concebido no slo como movimiento mecnicoy matemtico, sino ms an como impulso, como espritu vital, como tensin, como Qual[] paraemplear la expresin de Jakob Bhme de la materia.

    Las formas primitivas de la ltima son fuerzas substanciales vivas, individualizantes, a ella inhe-rentes, las fuerzas que producen las diferencias especcas.

    En Bacon, como su primer creador, el materialismo guarda todava de un modo ingenuo los gr-

    menes de un desarrollo multilateral. La materia sonre con un destello poticamente sensorial a todoel hombre. En cambio, la doctrina aforstica es todava de por s un hervidero de inconsecuenciasteolgicas.

    En su desarrollo ulterior, el materialismo se hace unilateral. Hobbes sistematiza el materialismode Bacon. La sensoriedad pierde su brillo y se convierte en la sensoriedad abstracta del gemetra.El movimiento fsico se sacrica al movimiento mecnico o matemtico, la geometra es proclama-da como la ciencia fundamental. El materialismo se hace misntropo. Para poder dar la batalla ensu propio terreno al espritu misantrpico y descarnado, el materialismo se ve obligado tambin aflagelar su carne y convertirse en asceta. Se presenta como una entidad intelectual, pero desarrollatambin la lgica despiadada del intelecto.

    Si los sentidos suministran al hombre todos los conocimientos argumenta Hobbes partiendo deBacon, los conceptos, las ideas, las representaciones mentales, etc., no son ms que fantasmas demundo fsico, ms o menos despojado de su forma sensorial. La ciencia no puede hacer ms que darnombres a estos fantasmas. Un nombre puede ponrsele a varios fantasmas. Puede incluso habernombres de nombres. Pero sera una contradiccin querer, de una parte, buscar el origen de todaslas ideas en el mundo de los sentidos, y, de otra parte, armar que una palabra es algo ms que unapalabra, que adems de los seres siempre individuales que nos representamos, existen seres univer-sales. Una sustancia incorprea es el mismo contrasentido que un cuerpo incorpreo. Cuerpo, sersustancia, es una y la misma idea real. No se puede separar el pensamiento de la materia que piensaEs ella el sujeto de todos los cambios. La palabra innito carece de sentido, si no es como expresinde la capacidad de nuestro espritu para aadir sin n. Como slo lo material es perceptible, suscep-tible de ser sabido, nada se sabe de la existencia de Dios. Slo mi propia existencia es segura. Todapasin humana es movimiento mecnico que termina o empieza. Los objetos de los impulsos son ebien. El hombre se halla sujeto a las mismas leyes que la naturaleza. El poder y la libertad son cosasidnticas.

    Hobbes sistematiz a Bacon, pero sin aportar nuevas pruebas en favor de su principio fundamen-tal: el de que los conocimientos y las ideas tienen su origen en el mundo de los sentidos.

    Locke, en su obra "Essay on the Human understanding" [Ensayo sobre el entendimiento humano],fundamenta el principio de Bacony Hobbes.

    Del mismo modo que Hobbes destruy los prejuicios testicos del materialismo baconiano, CollinsDodwell, Coward, Hartley, Priestley, etc., derribaron la ltima barrera teolgica del sensualismo de

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    Locke. El desmo [9] no es, por lo menos para los materialistas, ms que un modo cmodo y fcil dedeshacerse de la religin[].

    As se expresaba Carlos Marx hablando de los orgenes britnicos del materialismo moderno. Ysi a los ingleses de hoy da no les hace mucha gracia este homenaje que Marx rinde a sus antepa-sados, lo sentimos por ellos. Pero es innegable, a pesar de todo, que Bacon, Hobbes y Locke fueronlos padres de aquella brillante escuela de materialistas franceses que, pese a todas las derrotas quelos alemanes y los ingleses infligieron por mar y por tierra a Francia, hicieron del siglo XVIII un siglo

    eminentemente francs; y esto, mucho antes de aquella revolucin francesa que coron el nal delsiglo y cuyos resultados todava hoy nos estamos esforzando nosotros por aclimatar en Inglaterra yen Alemania. No puede negarse. Si a mediados del siglo un extranjero culto se instalaba en Inglaterralo que ms le sorprenda era la beatera y la estupidez religiosa as tena que considerarla l dela respetable clase media inglesa. Por aquel entonces, todos nosotros ramos materialistas, o, porlo menos, librepensadores muy avanzados, y nos pareca inconcebible que casi todos los hombrescultos de Inglaterra creyesen en una serie de milagros imposibles, y que hasta gelogos como Buc-kland y Mantell tergiversasen los hechos de su ciencia, para no dar demasiado en la cara a los mitosdel Gnesis; inconcebible que, para encontrar a gente que se atreviese a servirse de su inteligencia enmaterias religiosas, hubiese que ir a los sectores no ilustrados, a las hordas de los que no se lavan,como en aquel entonces se deca, a los obreros, y principalmente a los socialistas owenianos.

    Pero, de entonces ac, Inglaterra se ha civilizado. La Exposicin de 1851[10] fue el toque a muertepor el exclusivismo insular ingls. Inglaterra fue, poco a poco, internacionalizndose en cuanto a lacomida y la bebida, en las costumbres y en las ideas, hasta el punto de que ya deseara yo que ciertascostumbres inglesas encontrasen en el continente una acogida tan general como la que han encon-trado otros usos continentales en Inglaterra. Lo que puede asegurarse es que la difusin del aceitepara ensalada (que antes de 1851 slo conoca la aristocracia) fue acompaada de una fatal difusindel escepticismo continental en materias religiosas, habindose llegado hasta el extremo de que elagnosticismo, aunque no se considere todava tan elegante como la Iglesia anglicana ocial, est noobstante, en lo que a la respetabilidad se reere, casi a la misma altura que la secta baptista y ocupadesde luego, un rango mucho ms alto que el Ejrcito de Salvacin[11]. No puedo por menos de pen-sar que para muchos que deploran y maldicen con toda su alma estos progresos del descreimiento

    ser un consuelo saber que estas ideas flamantes no son de origen extranjero, no circulan con lamarca de Made in Germany, fabricado en Alemania, como tantos otros artculos de uso diario, sinoque tienen, por el contrario, un aejo y venerable origen ingls y que sus autores britnicos de hacedoscientos aos iban bastante ms all que sus descendientes de hoy da.

    En efecto, qu es el agnosticismo si no un materialismo vergonzante? La concepcin agnsticade la naturaleza es enteramente materialista. Todo el mundo natural est regido por leyes y excluyeen absoluto toda influencia exterior. Pero nosotros, aade cautamente el agnstico, no estamos encondiciones de poder probar o refutar la existencia de un ser supremo fuera del mundo por nosotrosconocido. Esta reserva poda tener su razn de ser en la poca en que Laplace, como Napolen le pre-guntase por qu en la Mcanique Cleste[] del gran astrnomo no se mencionaba siquiera al creadodel mundo, contest con estas palabras orgullosas: Je n'avais pas besoin de cette hypothse[**]

    Pero hoy nuestra idea del universo en su desarrollo no deja el menor lugar ni para un creador ni paraun regente del universo; y si quisiramos admitir la existencia de un ser supremo puesto al margen detodo el mundo existente, incurriramos en una contradiccin lgica, y adems, me parece, inferiramosuna ofensa inmerecida a los sentimientos de la gente religiosa.

    Nuestro agnstico reconoce tambin que todos nuestros conocimientos descansan en las comu-nicaciones que recibimos por medio de nuestros sentidos. Pero, cmo sabemos aade si nues-tros sentidos nos transmiten realmente una imagen exacta de los objetos que percibimos a travs deellos? Y a continuacin nos dice que cuando habla de las cosas o de sus propiedades, no se reereen realidad, a estas cosas ni a sus propiedades, acerca de las cuales no puede saber nada de cierto,sino solamente a las impresiones que dejan en sus sentidos. Es, ciertamente, un modo de concebirque parece difcil rebatir por va de simple argumentacin. Pero los hombres, antes de argumentar,

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    haban actuado.

    Im Anfang war die That[] Y la accin humana haba resuelto la dicultad mucho antes de quelas cavilaciones humanas la inventasen. The proof of the pudding is in the eating[]. Desde el mo-mento en que aplicamos estas cosas, con arreglo a las cualidades que percibimos en ellas, a nuestropropio uso, sometemos las percepciones de nuestros sentidos a una prueba infalible en cuanto a suexactitud o falsedad. Si estas percepciones fuesen falsas, lo sera tambin nuestro juicio acerca dela posibilidad de emplear la cosa de que se trata, y nuestro intento de emplearla tendra que fracasar

    ferzosamente. Pero si conseguimos el n perseguido, si encontramos que la cosa corresponde a laidea que nos formbamos de ella, que nos da lo que de ella esperbamos al emplearla, tendremos laprueba positiva de que, dentro de estos lmites, nuestras percepciones acerca de esta cosa y de suspropiedades coinciden con la realidad existente fuera de nosotros. En cambio, si nos encontramoscon que hemos dado un golpe en falso, no tardamos generalmente mucho tiempo en descubrir lascausas de nuestro error; llegamos a la conclusin de que la percepcin en que se basaba nuestraaccin era incompleta y supercial, o se hallaba enlazada con los resultados de otras percepcionesde un modo no justicado por la realidad de las cosas; es decir, habamos realizado lo que denomi-namos un razonamiento defectuoso. Mientras adiestremos y empleemos bien nuestros sentidos yajustemos nuestro modo de proceder a los lmites que trazan las observaciones bien hechas y bienutilizadas, veremos que los resultados de nuestros actos suministran la prueba de la conformidad denuestras percepciones con la naturaleza objetiva de las cosas percibidas. Ni en un solo caso, segnla experiencia que poseemos hasta hoy, nos hemos visto obligados a llegar a la conclusin de que laspercepciones sensoriales cientcamente controladas originan en nuestro cerebro ideas del mundoexterior que dieren por su naturaleza de la realidad, o de que entre el mundo exterior y las percepcio -nes que nuestros sentidos nos transmiten de l media una incompatibilidad innata.

    Pero, al llegar aqu, se presenta el agnstico neokantiano y nos dice: S, podremos tal vez percibirexactamente las propiedades de una cosa, pero nunca aprehender la cosa en s por medio de ningnproceso sensorial o discursivo. Esta cosa en s cae ms all de nuestras posibilidades de cono-cimiento. A esto, ya hace mucho tiempo, que ha contestado Hegel: desde el momento en que cono-cemos todas las propiedades de una cosa, conocemos tambin la cosa misma; slo queda en pie elhecho de que esta cosa existe fuera de nosotros, y en cuanto nuestros sentidos nos suministraron

    este hecho, hemos aprehendido hasta el ltimo residuo de la cosa en s, la famosa e incognoscibleDing an sich de Kant. Hoy, slo podemos aadir a eso que, en tiempos de Kant, el conocimiento quese tena de las cosas naturales era lo bastante fragmentario para poder sospechar detrs de cadauna de ellas una misteriosa cosa en s. Pero, de entonces ac, estas cosas inaprehensibles hansido aprehendidas, analizadas y, ms todava, reproducidas una tras otra por los gigantescos pro-gresos de la ciencia. Y, desde el momento en que podemos producir una cosa, no hay razn ningunapara considerarla incognoscible. Para la qumica de la primera mitad de nuestro siglo, las sustanciasorgnicas eran cosas misteriosas. Hoy, aprendemos ya a fabricarlas una tras otra, a base de los ele-mentos qumicos y sin ayuda de procesos orgnicos. La qumica moderna nos dice que tan prontocomo se conoce la constitucin qumica de cualquier cuerpo, este cuerpo puede integrarse a partir desus elementos. Hoy, estamos todava lejos de conocer exactamente la constitucin de las sustanciasorgnicas superiores, los cuerpos albuminoides, pero no hay absolutamente ninguna razn para que

    no adquiramos, aunque sea dentro de varios siglos, este conocimiento y con ayuda de l podamosfabricar albmina articial. Y cuando lo consigamos, habremos conseguido tambin producir la vidaorgnica, pues la vida, desde sus formas ms bajas hasta las ms altas, no es ms que la modalidadnormal de existencia de los cuerpos albuminoides.

    Pero, despus de hechas estas reservas formales, nuestro agnstico habla y obra en un todo comoel materialista empedernido, que en el fondo es. Podr decir: a juzgar por lo que nosotros sabemos,la materia y el movimiento o, como ahora se dice, la energa, no pueden crearse ni destruirse, perono tenemos pruebas de que ambas no hayan sido creadas en algn tiempo remoto y desconocidoY, si intentis volver contra l esta confesin en un caso dado, os llamar al orden a toda prisa y osmandar callar. Si in abstracto reconoce la posibilidad del espiritualismo, in concreto no quiere saber

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    nada de l. Os dir: por lo que sabemos y podemos saber, no existe creador ni regente del Universo;en lo que a nosotros respecta, la materia y la energa son tan increables como indestructibles; paranosotros, el pensamiento es una forma de la energa, una funcin del cerebro. Todo lo que nosotrossabemos nos lleva a la conclusin de que el mundo material se halla regido por leyes inmutables,etctera, etctera. Por tanto, en la medida en que es un hombre de ciencia, en la medida en que sabealgo, el agnstico es materialista; fuera de los connes de su ciencia, en los campos que no dominatraduce su ignorancia al griego, y la llama agnosticismo.

    En todo caso, lo que s puede asegurarse es que, aunque yo fuese agnstico, no podra dar a la con-cepcin de la historia esbozada en este librito el nombre de agnosticismo histrico. Las gentes desentimientos religiosos se reiran de m, los agnsticos me preguntaran, indignados, si quera burlar-me de ellos. As pues, confo en que la respetabilidad britnica, que en alemn se llama listesmono se enfadar demasiado porque emplee en ingls, como en tantos otros idiomas, el nombre de ma-terialismo histrico para designar esa concepcin de los derroteros de la historia universal que ve lacausa nal y la fuerza propulsora decisiva de todos los acontecimientos histricos importantes en edesarrollo econmico de la sociedad, en las transformaciones del modo de produccin y de cambio,en la consiguiente divisin de la sociedad en distintas clases y en las luchas de estas clases entre s.

    Se me guardar, tal vez, esta consideracin, sobre todo si demuestro que el materialismo histricopuede incluso ser til para la respetabilidad britnica. Ya he aludido al hecho de que, hace cuarenta

    o cincuenta aos, el extranjero culto que se instalaba a vivir en Inglaterra se vea desagradablementesorprendido por lo que necesariamente tena que considerar como beatera y mojigatera de la respe-table clase media inglesa. Ahora demostrar que la respetable clase media inglesa de aquel tiempono era, sin embargo, tan estpida como el extranjero inteligente se guraba. Sus tendencias religiosastenan su explicacin.

    Cuando Europa sali del medioevo, la clase media en ascenso de las ciudades era su elemento re-volucionario. La posicin reconocida, que se haba conquistado dentro del rgimen feudal de la EdadMedia, era ya demasiado estrecha para su fuerza de expansin. El libre desarrollo de esta clase mediala burguesa, no era ya compatible con el sistema feudal; ste tena forzosamente que derrumbarse.

    Pero el gran centro internacional del feudalismo era la Iglesia catlica romana. Ella una a toda

    Europa Occidental feudalizada, pese a todas sus guerras intestinas, en una gran unidad poltica, con-trapuesta tanto al mundo cismtico griego como al mundo mahometano. Rode a las institucionesfeudales del halo de la consagracin divina. Tambin ella haba levantado su jerarqua segn el mode-lo feudal, y era, en n de cuentas, el mayor de todos los seores feudales, pues posea, por lo menosla tercera parte de toda la propiedad territorial del mundo catlico. Antes de poder dar en cada pasy en diversos terrenos la batalla al feudalismo secular haba que destruir esta organizacin centrasagrada.

    Paso a paso, con el auge de la burguesa, iba producindose el gran resurgimiento de la ciencia.Volvan a cultivarse la astronoma, la mecnica, la fsica, la anatoma, la siologa. La burguesa ne-cesitaba, para el desarrollo de su produccin industrial, una ciencia que investigase las propiedadesde los cuerpos fsicos y el funcionamiento de las fuerzas naturales. Pero, hasta entonces la cienciano haba sido ms que la servidora humilde de la Iglesia, a la que no se le consenta traspasar lasfronteras establecidas por la fe; en una palabra, haba sido cualquier cosa menos una ciencia. Ahorala ciencia se rebelaba contra la Iglesia; la burguesa necesitaba a la ciencia y se lanz con ella a larebelin.

    Aqu no he tocado ms que dos de los puntos en que la burguesa en ascenso tena necesariamenteque chocar con la religin establecida; pero esto bastar para probar: primero, que la clase ms di-rectamente interesada en la lucha contra el poder de la Iglesia catlica era precisamente la burguesay, segundo, que por aquel entonces toda lucha contra el feudalismo tena que vestirse con un ropajereligioso y dirigirse en primera instancia contra la Iglesia. Pero el grito de guerra lanzado por las uni-versidades y los hombres de negocios de las ciudades, tena inevitablemente que encontrar, como

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    en efecto encontr, una fuerte resonancia entre las masas del campo, entre los campesinos, que entodas partes estaban empeados en una dura lucha contra sus seores feudales eclesisticos y se-culares, lucha en la que se ventilaba su existencia.

    La gran campaa de la burguesa europea contra el feudalismo culmin en tres grandes batallasdecisivas.

    La primera fue la que llamamos la Reforma protestante alemana. Al grito de rebelin de Lutero con-

    tra la Iglesia, respondieron dos insurrecciones polticas; primero, la de la nobleza baja, acaudillada porFranz von Sickingen, en 1523, y luego la gran guerra campesina, en 1525. Ambas fueron aplastadas,a causa, principalmente, de la falta de decisin del partido ms interesado en la lucha: la burguesade las ciudades: falta de decisin cuyas causas no podemos investigar aqu. Desde este instante, lalucha degener en una reyerta entre los prncipes locales y el poder central del emperador, trayendocomo consecuencia el borrar a Alemania por doscientos aos del concierto de las naciones poltica-mente activas de Europa. Cierto es que la Reforma luterana condujo a una nueva religin; aquella pre-cisamente que necesitaba la monarqua absoluta. Apenas abrazaron el luteranismo, los campesinosdel noreste de Alemania se vieron degradados de hombres libres a siervos de la gleba.

    Pero, donde Lutero fall, triunf Calvino. El dogma calvinista cuadraba a los ms intrpidos bur-gueses de la poca. Su doctrina de la predestinacin era la expresin religiosa del hecho de que en el

    mundo comercial, en el mundo de la competencia, el xito o la bancarrota no depende de la actividado de la aptitud del individuo, sino de circunstancias independientes de l. As que no es del que quie-re ni del que corre, sino de la misericordia de fuerzas econmicas superiores, pero desconocidas. Yesto era ms verdad que nunca en una poca de revolucin econmica, en que todos los viejos cen-tros y caminos comerciales eran desplazados por otros nuevos, en que se abra al mundo Amrica yla India y en que vacilaban y se venan abajo hasta los artculos econmicos de fe ms sagrados: losvalores del oro y de la plata. Adems, el rgimen de la Iglesia calvinista era absolutamente democr-tico y republicano: cmo podan los reinos de este mundo seguir siendo sbditos de los reyes, de losobispos y de los seores feudales donde el reino de Dios se haba republicanizado? Si el luteranismoalemn se convirti en un instrumento sumiso en manos de los pequeos prncipes alemanes, el cal-vinismo fund una repblica en Holanda y fuertes partidos republicanos en Inglaterra y, sobre todoen Escocia.

    En el calvinismo encontr acabada su teora de lucha la segunda gran insurreccin de la burgue-sa. Esta insurreccin se produjo en Inglaterra. La puso en marcha la burguesa de las ciudades, perofueron los campesinos medios (la yeomanry) de los distritos rurales los que arrancaron el triunfoCosa singular: en las tres grandes revoluciones burguesas son los campesinos los que suministranlas tropas de combate, y ellos tambin, precisamente, la clase, que, despus de alcanzar el triunfosale arruinada infaliblemente por las consecuencias econmicas de este triunfo. Cien aos despusde Cromwell, la yeomanry de Inglaterra casi haba desaparecido. En todo caso, sin la intervencin deesta yeomanry y del elemento plebeyo de las ciudades, la burguesa nunca hubiera podido conducirla lucha hasta su nal victorioso ni llevado al cadalso a Carlos I. Para que la burguesa se embolsaseaunque slo fueran los frutos del triunfo que estaban bien maduros, fue necesario llevar la revolucinbastante ms all de su meta: exactamente como habra de ocurrir en Francia en 1793 y en Alemaniaen 1848. Parece ser sta, en efecto, una de las leyes que presiden el desarrollo de la sociedad burgue-sa.

    Despus de este exceso de actividad revolucionaria, sigui la inevitable reaccin que, a su vez,rebas tambin el punto en que deba haberse mantenido. Tras una serie de vacilaciones, consiguijarse, por n, el nuevo centro de gravedad, que se convirti, a su vez, en nuevo punto de arranque. Eperodo grandioso de la historia inglesa, al que los listeos dan el nombre de la gran rebelin, y lasluchas que le siguieron, alcanzan su remate en el episodio relativamente insignicante de 1689, quelos historiadores liberales sealan con el nombre de la gloriosa revolucin [12].

    El nuevo punto de partida fue una transaccin entre la burguesa en ascenso y los antiguos gran-

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    des terratenientes feudales. Estos, aunque entonces como hoy se les conociese por el nombre dearistocracia estaban ya desde haca largo tiempo en vas de convertirse en lo que Luis Felipe haba deser mucho despus en Francia: en los primeros burgueses de la nacin. Para suerte de Inglaterra, losantiguos barones feudales se haban destrozado unos a otros en las guerras de las Dos Rosas [13]Sus sucesores, aunque descendientes en su mayora de las mismas antiguas familias, procedan yade lneas colaterales tan alejadas, que formaban una corporacin completamente nueva; sus costum-bres y tendencias tenan mucho ms de burguesas que de feudales; conocan perfectamente el valordel dinero, y se aplicaron en seguida a aumentar las rentas de sus tierras, arrojando de ellas a cientos

    de pequeos arrendatarios y sustituyndolos por rebaos de ovejas. Enrique VIII cre una masa denuevos landlords burgueses, regalando y dilapidando los bienes de la Iglesia; y a idnticos resultadoscondujeron las conscaciones de grandes propiedades territoriales, que se prosiguieron sin interrup-cin hasta nes del siglo XVII, para entregarlas luego a individuos semi o enteramente advenedizos.De aqu que la aristocracia inglesa, desde Enrique VII, lejos de oponerse al desarrollo de la produc-cin industrial procurase sacar indirectamente provecho de ella. Adems, una parte de los grandesterratenientes se mostr dispuesta en todo momento, por mviles econmicos o polticos a colaborarcon los caudillos de la burguesa industrial y nanciera. La transaccin de 1689 no fue, pues, difcil deconseguir. Los trofeos polticos los cargos, las sinecuras, los grandes sueldos les fueron respeta-dos a las familias de la aristocracia rural, a condicin de que defendiesen cumplidamente los intereseseconmicos de la clase media nanciera, industrial y mercantil. Y estos intereses econmicos eran ya

    por aquel entonces, bastante poderosos; eran ellos los que trazaban en ltimo trmino los rumbos dela poltica nacional. Podra haber rencillas acerca de los detalles, pero la oligarqua aristocrtica sabademasiado bien cun inseparablemente unida se hallaba su propia prosperidad econmica a la de laburguesa industrial y comercial.

    A partir de este momento, la burguesa se convirti en parte integrante, modesta pero reconocidade las clases dominantes de Inglaterra. Comparta con todas ellas el inters de mantener sojuzgadaa la gran masa trabajadora del pueblo. El comerciante o fabricante mismo ocupaba, frente a su de-pendiente, a sus obreros o a sus criados, la posicin del amo, o la posicin de su superior natural,como se deca hasta hace muy poco en Inglaterra. Tena que estrujarles la mayor cantidad y la mejorcalidad de trabajo posible; para conseguirlo, haba de educarlos en una conveniente sumisin. Perso-nalmente, era un hombre religioso; su religin le haba suministrado la bandera bajo la cual combati

    al rey y a los seores; muy pronto, haba descubierto tambin los recursos que esta religin le ofrecapara trabajar los espritus de sus inferiores naturales y hacerlos sumisos a las rdenes de los amos,que los designios inescrutables de Dios les haban puesto. En una palabra, el burgus ingls partici-paba ahora en la empresa de sojuzgar a los estamentos inferiores, a la gran masa productora de lanacin, y uno de los medios que se empleaba para ello era la influencia de la religin.

    Pero a esto vena a aadirse una nueva circunstancia, que reforzaba las inclinaciones religiosas dela burguesa: la aparicin del materialismo en Inglaterra. Esta nueva doctrina no slo hera los possentimientos de la clase media, sino que, adems, se anunciaba como una losofa destinada sola-mente a los sabios y hombres cultos del gran mundo; al contrario de la religin, buena para la granmasa no ilustrada, incluyendo a la burguesa. Con Hobbes, esta doctrina pis la escena como defen-sora de las prerrogativas y de la omnipotencia reales e invit a la monarqua absoluta a atar corto a

    aquel puer robustus sed mailitiosus[] que era el pueblo. Tambin en los continuadores de Hobbes,en Bolingbroke, en Shaftesbury, etc., la nueva forma destica del materialismo segua siendo una doc-trina aristocrtica, esotrica[***] y odiada, por tanto, de la burguesa, no slo por ser una hereja reli-giosa, sino tambin por sus conexiones polticas antiburguesas. Por eso, frente al materialismo y aldesmo de la aristocracia, las sectas protestantes, que haban suministrado la bandera y los hombrespara luchar contra los Estuardos, eran precisamente las que daban el contingente principal de lasfuerzas de la clase media progresiva y las que todava hoy forman la mdula del gran partido liberal

    Entretanto, el materialismo pas de Inglaterra a Francia donde se encontr con una segunda es-cuela materialista de lsofos, que haban surgido del cartesianismo [14], y con la que se refundi.Tambin en Francia segua siendo al principio una doctrina exclusivamente aristocrtica. Pero su

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    carcter revolucionario no tard en revelarse. Los materialistas franceses no limitaban su crtica sim-plemente a las materias religiosas, sino que la hacan extensiva a todas las tradiciones cientcas ya todas las instituciones polticas de su tiempo; para demostrar la posibilidad de aplicacin universade su teora, siguieron el camino ms corto: la aplicaron audazmente a todos los objetos del saber enla "Encyclopdie", la obra gigantesca que les vali el nombre de enciclopedistas. De este modo, elmaterialismo, bajo una u otra forma como materialismo declarado o como desmo, se convirti enel credo de toda la juventud culta de Francia; hasta tal punto, que durante la Gran Revolucin la teoracreada por los realistas ingleses sirvi de bandera terica a los republicanos y terroristas franceses

    y de ella sali el texto de la "Declaracin de los Derechos del Hombre"[15].

    La Gran Revolucin francesa fue la tercera insurreccin de la burguesa, pero la primera que sedespoj totalmente del manto religioso, dando la batalla en el campo poltico abierto. Y fue tambinla primera que llev realmente la batalla hasta la destruccin de uno de los dos combatientes, laaristocracia, y el triunfo completo del otro, la burguesa. En Inglaterra, la continuidad ininterrumpi-da de las instituciones prerrevolucionarias y postrrevolucionarias y la transaccin sellada entre losgrandes terratenientes y los capitalistas, encontraban su expresin en la continuidad de los prece-dentes judiciales, as como en la respetuosa conservacin de las formas legales del feudalismo. EnFrancia la revolucin rompi plenamente con las tradiciones del pasado, barri los ltimos vestigiosdel feudalismo y cre, con el Code civil [16], una adaptacin magistral a las relaciones capitalistasmodernas del antiguo Derecho romano, de aquella expresin casi perfecta de las relaciones jurdicasderivadas de la fase econmica que Marx llama la produccin de mercancas; tan magistral, queeste Cdigo francs revolucionario sirve todava hoy en todos los pases sin exceptuar a Inglate-rra de modelo para las reformas del derecho de propiedad. Pero, no por ello debemos perder de vistauna cosa. Aunque el Derecho ingls contina expresando las relaciones econmicas de la sociedadcapitalista en un lenguaje feudal brbaro, que guarda con la cosa expresada la misma relacin que laortografa con la fontica inglesa vous crivez Londres et vous prononcez Constantinople[]deca un francs, este Derecho ingls es el nico que ha mantenido indemne a travs de los siglosy que ha transplantado a Norteamrica y a las colonias la mejor parte de aquella libertad personalaquella autonoma local y aquella salvaguardia contra toda injerencia, fuera de la de los tribunales;en una palabra, aquellas antiguas libertades germnicas que en el continente se haban perdido bajoel rgimen de la monarqua absoluta y que hasta ahora no han vuelto a recobrarse ntegramente en

    ninguna parte.Pero volvamos a nuestro burgus britnico. La revolucin francesa le brind una magnca ocasin

    para arruinar, con ayuda de las monarquas continentales, el comercio martimo francs, anexionarselas colonias francesas y reprimir las ltimas pretensiones francesas de hacerle la competencia pormar. Fue sta una de las razones de que la combatiese. La segunda razn era que los mtodos deesta revolucin le hacan muy poca gracia. No ya su execrable terrorismo, sino tambin su intentode implantar el rgimen burgus hasta en sus ltimas consecuencias. Qu iba a hacer en el mundoel burgus britnico sin su aristocracia, que le imbua maneras (y qu maneras!) e inventaba paral modas, que le suministraba la ocialidad para el ejrcito, salvaguardia del orden dentro del pas, ypara la marina, conquistadora de nuevos dominios coloniales y de nuevos mercados en el exterior?Cierto es que tambin haba dentro de la burguesa una minora progresiva, formada por gentes cuyos

    intereses no haban salido tan bien parados en la transaccin, esta minora, integrada por la clasemedia de posicin ms modesta, simpatizaba con la revolucin, pero era impotente en el parlamento

    Por tanto, cuanto ms se converta el materialismo en el credo de la revolucin francesa, tanto msse aferraba el piadoso burgus britnico a su religin. Acaso la poca del terror en Pars no habademostrado lo que ocurre, cuando el pueblo pierde la religin? Conforme se extenda el materialismode Francia a los pases vecinos y reciba el refuerzo de otras corrientes tericas anes, principalmenteel de la losofa alemana; conforme en el continente ser materialista y librepensador era, en realidaduna cualidad indispensable para ser persona culta, ms tenazmente se armaba la clase media ingle-sa en sus diversas confesiones religiosas. Por mucho que variasen las unas de las otras, todas eranconfesiones decididamente religiosas, cristianas.

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    Mientras que la revolucin aseguraba el triunfo poltico de la burguesa en Francia, en InglaterraWatt, Arkwright, Cartwright y otros iniciaron iniciaron una revolucin industrial, que desplaz com-pletamente el centro de gravedad del poder econmico. Ahora, la burguesa enriquecase mucho msaprisa que la aristocracia terrateniente. Y, dentro de la burguesa misma, la aristocracia nanciera, losbanqueros, etc., iban pasando cada vez ms a segundo plano ante los fabricantes. La transaccin de1689, aun con las enmiendas que haban ido introducindose poco a poco a favor de la burguesa, yano corresponda a la posicin recproca de las dos partes interesadas. Haba cambiado tambin elcarcter de stas: la burguesa de 1830 difera mucho de la del siglo anterior. El poder poltico que an

    conservaba la aristocracia y que se pona en accin contra las pretensiones de la nueva burguesaindustrial, hzose incompatible con los nuevos intereses econmicos. Plantebase la necesidad derenovar la lucha contra la aristocracia; y esta lucha slo poda terminar con el triunfo del nuevo podereconmico. Bajo el impulso de la revolucin francesa de 1830, se impuso en primer trmino, pese atodas las resistencias, la ley de reforma electoral [17]. Esto dio a la burguesa una posicin fuerte y re-conocida en el parlamento. Luego, vino la derogacin de las leyes cerealistas [18], que instaur de unavez para siempre el predominio de la burguesa, y sobre todo de su parte ms activa, los fabricantessobre la aristocracia de la tierra. Fue ste el mayor triunfo de la burguesa, pero fue tambin el ltimoconseguido en su propio y exclusivo inters. Todos sus triunfos posteriores hubo de compartirlos conun nuevo poder social, aliado suyo en un principio, pero luego rival de ella.

    La revolucin industrial haba creado una clase de grandes fabricantes capitalistas, pero habacreado tambin otra, mucho ms numerosa, de obreros fabriles. Esta clase creca constantemente ennmero, a medida que la revolucin industrial se iba adueando de una rama industrial tras otra. Ycon su nmero, creca tambin su fuerza, que se demostr ya en 1824, cuando oblig al parlamento aderogar a regaadientes las leyes contra la libertad de coalicin.[19] Durante la campaa de agitacinpor la reforma electoral, los obreros formaban el ala radical del partido de la reforma; y cuando la leyde 1832 los priv del derecho de sufragio, sintetizaron sus reivindicaciones en la Carta del Pueblo(People's Charter)[20] y se constituyeron, en oposicin al gran partido burgus que combata las leyescerealistas,[21] en un partido independiente, el partido cartista, que fue el primer partido obrero denuestro tiempo.

    A continuacin, vinieron las revoluciones continentales de febrero y marzo de 1848, en las que

    los obreros desempearon un papel tan importante y en las que plantearon, por lo menos en Parsreivindicaciones que eran resueltamente inadmisibles, desde el punto de vista de la sociedad capi-talista. Y luego sobrevino la reaccin general. Primero, la derrota de los cartistas del 10 de abril de1848;[22] despus, el aplastamiento de la insurreccin obrera de Pars, en junio del mismo ao; mstarde, los descalabros de 1849 en Italia, Hungra y el Sur de Alemania; y por ltimo, el triunfo de LuisBonaparte sobre Pars, el 2 de diciembre de 1851[23]. Con esto, habase conseguido ahuyentar, porlo menos durante algn tiempo, el espantajo de las reivindicaciones obreras, pero a qu costa! Portanto, si el burgus britnico estaba ya antes convencido de la necesidad de mantener en el pueblo viel espritu religioso, con cunta mayor razn tena que sentir esa necesidad, despus de todas estasexperiencias! Por eso, sin hacer el menor caso de las risotadas de burla de sus colegas continentalescontinuaba ao tras ao gastando miles y decenas de miles en la evangelizacin de los estamentosinferiores. No contento con su propia maquinaria religiosa, se dirigi al Hermano Jonathan[24] Re-

    vivalismo: corriente de la Iglesia protestante surgida en Inglaterra en la primera mitad del siglo XVIIIy propagada en Norteamrica; sus adeptos se valan de las prdicas religiosas y la organizacin denuevas comunidades de creyentes para consolidar y ampliar la influencia de la religin cristiana., ems grande organizador de negocios religiosos por aquel entonces, e import de los Estados Unidosel revivalismo, a Moody y Sankey, etc.; y, por ltimo, acept incluso hasta la ayuda peligrosa del Ejr-cito de Salvacin, que viene a restaurar los recursos de propaganda del cristianismo primitivo, que sedirige a los pobres como a los elegidos, combatiendo al capitalismo a su manera religiosa y atizandoas un elemento de lucha de clases del cristianismo primitivo, que un buen da puede llegar a ser mo-lesto para las gentes ricas que hoy suministran de su bolsillo el dinero para esta propaganda.

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    Parece ser una ley del desarrollo histrico el que la burguesa no pueda detentar en ningn pas deEuropa el poder poltico al menos, durante largo tiempo, de la misma manera exclusiva con quepudo hacerlo la aristocracia feudal durante la Edad Media. Hasta en Francia, donde se extirp tan deraz el feudalismo, la burguesa, como clase global, slo ejerce todo el poder durante breves perodosde tiempo. Bajo Luis Felipe (1830-1848), slo gobernaba una pequea parte de la burguesa, pues otraparte mucho ms considerable quedaba excluida del sufragio por el elevado censo de fortuna que seexiga para poder votar. Bajo la segunda Repblica (1848-1851), gobern toda la burguesa, pero slodurante tres aos; su incapacidad abri el camino al Segundo Imperio. Slo ahora, bajo la tercera

    Repblica[25], vemos a la burguesa en bloque empuar el timn por espacio de veinte aos, pero eneso revela ya gratos sntomas de decadencia. Hasta ahora, una dominacin de la burguesa manteni-da durante largos aos slo ha sido posible en pases como Norteamrica, que nunca conocieron efeudalismo y donde la sociedad se ha construido desde el primer momento sobre una base burguesaPero hasta en Francia y en Norteamrica llaman ya a la puerta con recios golpes los sucesores de laburguesa: los obreros.

    En Inglaterra, la burguesa no ha ejercido jams el poder indiviso. Hasta el triunfo de 1832 dej a laaristocracia en el disfrute casi exclusivo de todos los altos cargos pblicos. Yo no acertaba a expli -carme la sumisin con que la clase media rica se resignaba a tolerar esto, hasta que un da el granfabricante liberal Mr. W. A. Forster, en un discurso, suplic a los jvenes de Bradford que aprendiesenfrancs si queran hacer carrera, contando a este propsito el triste papel que haba hecho l cuan-do, siendo ministro, se vio metido de pronto en una sociedad en que el francs era, por lo menos, tannecesario como el ingls. En efecto, los burgueses ingleses de aquel entonces eran, quien ms quienmenos, unos nuevos ricos sin cultura, que tenan que ceder a la aristocracia, quisieran o no, todosaquellos altos puestos del gobierno que exigan otras dotes que la limitacin y la fatuidad insula-res, salpimentadas por la astucia para los negocios[]. Todava hoy los debates inacabables de laprensa sobre la middle-class-education[] revelan que la clase media inglesa no se considera anbastante buena para recibir la mejor educacin y busca algo ms modesto. Por eso, aun despus dela derogacin de las leyes cerealistas, se consider como algo muy natural que los que haban arran-cado el triunfo, los Cobden, los Bright, los Forster, etctera, quedasen privados de toda participacinen el gobierno ocial, hasta que por ltimo, veinte aos despus, una nueva ley de Reforma[26] lesabri las puertas del ministerio. Hasta hoy da est la burguesa inglesa tan profundamente penetrada

    de un sentimiento de inferioridad social, que sostiene a costa suya y del pueblo una casta decorativade znganos que tienen por ocio representar dignamente a la nacin en todos los actos solemnes yse considera honradsima cuando se encuentra a un burgus cualquiera reconocido como digno deingresar en esta corporacin selecta y privilegiada, que al n y al cabo ha sido fabricada por la mismaburguesa.

    As pues, la clase media industrial y comercial no haba conseguido an arrojar por completo delpoder poltico a la aristocracia terrateniente, cuando se present en escena el nuevo rival: la claseobrera. La reaccin que se produjo despus del movimiento cartista y las revoluciones continentalesunida a la expansin sin precedentes de la industria inglesa desde 1848 a 1866 (expansin que sueleatribuirse slo al librecambio, pero que se debi en mucha mayor parte a la extensin gigantesca delos ferrocarriles, los transatlnticos y los medios de comunicacin en general) volvi a poner a los

    obreros bajo la dependencia de los liberales, cuya ala radical formaban, como en los tiempos ante-riores al cartismo. Pero, poco a poco, las exigencias obreras en cuanto al sufragio universal fueronhacindose irresistibles. Mientras los whigs, los caudillos de los liberales, temblaban de miedoDisraeli demostraba su superioridad; supo aprovechar el momento propicio para los tories intro-duciendo en los distritos electorales urbanos el rgimen electoral del household suffrage[****] y, enrelacin con ste, una nueva distribucin de los distritos electorales.

    A esto, sigui poco despus el ballot[], luego, en 1884, el household suffrage hzose extensivoa todos los distritos, incluso a los de condado, y se introdujo una nueva distribucin de las circuns-cripciones electorales, que las nivelaba hasta cierto punto. Todas estas reformas aumentaron detal modo la fuerza de la clase obrera en las elecciones, que sta representaba ya a la mayora de los

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    electores en 150 a 200 distritos. Pero no hay mejor escuela de respeto a la tradicin que el sistemaparlamentario! Si la clase media mira con devocin y veneracin al grupo que lord John Mannersllama bromeando nuestra vieja nobleza, la masa de los obreros miraba en aquel tiempo con respe-to y acatamiento a la que entonces se llamaba la clase mejor, la burguesa. En realidad, el obrerobritnico de hace quince aos era ese obrero modelo cuya consideracin respetuosa por la posicinde su patrono y cuya timidez y humildad al plantear sus propias reivindicaciones ponan un poco deblsamo en las heridas que a nuestros socialistas alemanes de ctedra[27] les inferan las incorregi-bles tendencias comunistas y revolucionarias de los obreros de su pas.

    Sin embargo, los burgueses ingleses, como buenos hombres de negocios, vean ms all que losprofesores alemanes. Slo de mala gana haban compartido el poder con los obreros. Durante el pe-rodo cartista, haban tenido ocasin de aprender de lo que era capaz el pueblo, ese puer robustus sedmalitiosus. Desde entonces, haban tenido que aceptar y ver convertida en ley nacional la mayor partede la Carta del Pueblo. Ahora ms que nunca, era importante tener al pueblo a raya mediante recursosmorales; y el recurso moral primero y ms importante con que se poda influenciar a las masas seguasiendo la religin. De aqu la mayora de puestos otorgados a curas en los organismos escolares yde aqu que la burguesa se imponga a s misma cada vez ms tributos para sostener toda clase derevivalismos, desde el ritualismo[28] hasta el Ejrcito de Salvacin.

    Y entonces lleg el triunfo del respetable listesmo britnico sobre la libertad de pensamiento

    y la indiferencia en materias religiosas del burgus continental. Los obreros de Francia y Alemaniase volvieron rebeldes. Estaban totalmente contaminados de socialismo, y adems, por razones muyfuertes, no se preocupaban gran cosa de la legalidad de los medios empleados para conquistar elpoder. Aqu, el puer robustus se haba vuelto realmente cada da ms malitiosus. Y al burgus francsy alemn no le quedaba ms recurso que renunciar tcitamente a seguir siendo librepensador, comoesos guapos mozos que cuando se ven acometidos irremediablemente por el mareo, dejan caer ecigarro humeante con que fantocheaban a bordo. Los burlones fueron adoptando uno tras otro, exte-riormente, una actitud devota y empezaron a hablar con respeto de la Iglesia, de sus dogmas y ritos,llegando incluso, cuando no haba ms remedio, a compartir estos ltimos. Los burgueses francesesse negaban a comer carne los viernes y los burgueses alemanes se aguantaban, sudando en susreclinatorios, interminables sermones protestantes. Haban llegado con su materialismo a una situa-

    cin embarazosa. Die Religion muss dem Volk erhalten werden (Hay que conservar la religin parael pueblo!); era el ltimo y nico recurso para salvar a la sociedad de su ruina total. Para desgraciasuya, no se dieron cuenta de esto hasta que haban hecho todo lo humanamente posible para derrum-bar para siempre la religin. Haba llegado, pues, el momento en que el burgus britnico poda rersea su vez, de ellos y gritarles: Ah, necios, eso ya poda habrselo dicho yo hace doscientos aos!

    Sin embargo, me temo mucho que ni la estupidez religiosa del burgus britnico ni la conversinpost festum[] del burgus continental, consigan poner un dique a la creciente marea proletaria.La tradicin es una gran fuerza de freno; es la vis inertiae[] de la historia. Pero es una fuer-za meramente pasiva; por eso tiene necesariamente que sucumbir. De aqu que tampoco la religinpueda servir a la larga de muralla protectora de la sociedad capitalista. Si nuestras ideas jurdicasloscas y religiosas no son ms que los brotes ms prximos o ms remotos de las condiciones

    econmicas imperantes en una sociedad dada, a la larga estas ideas no pueden mantenerse cuandohan cambiado completamente aquellas condiciones. Una de dos: o creemos en una revelacin sobre-natural, o tenemos que reconocer que no hay dogma religioso capaz de apuntalar una sociedad quese derrumba.

    Y la verdad es que tambin en Inglaterra comienzan otra vez los obreros a moverse. Indudable-mente, el obrero ingls est atado por una serie de tradiciones. Tradiciones burguesas, como la tanextendida creencia de que no pueden existir ms que dos partidos, el conservador y el liberal, y de quela clase obrera tiene que valerse del gran partido liberal para laborar por su emancipacin. Y tradicio-nes obreras, heredadas de los tiempos de sus primeros tanteos de actuacin independiente, como laeliminacin, en numerosas y antiguas tradeuniones, de todos aquellos obreros que no han tenido undeterminado tiempo reglamentario de aprendizaje; lo que signica, en rigor, que cada una de estas

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    uniones se crea sus propios esquiroles. Pero, a pesar de todo esto y mucho ms, la clase obrera in-glesa avanza, como el mismo profesor Brentano se ha visto obligado a comunicar, con harto dolor, asus hermanos, los socialistas de ctedra. Avanza, como todo en Inglaterra, con paso lento y mesura-do, vacilante aqu, y all mediante tanteos, a veces estriles; avanza a trechos, con una desconanzaexcesivamente prudente hacia el nombre de Socialismo, pero asimilndose poco a poco la esencia.Avanza, y su avance va comunicndose a una capa obrera tras otra. Ahora, ha sacudido el letargo delos obreros no calicados del East End de Londres, y todos nosotros ya hemos visto qu magncoempuje han dado, a su vez, a la clase obrera estas nuevas fuerzas. Y si el ritmo del movimiento no es

    aconsonantado a la impaciencia de unos u otros, no deben olvidar que es precisamente la clase obre-ra la que mantiene vivos los mejores rasgos del carcter nacional ingls y que en Inglaterra, cuandose da un paso hacia adelante, ya no se pierde jams. Si los hijos de los viejos cartistasno dieron des, por los motivos indicados, todo lo que de ellos se poda esperar, parece que los nietos van a serdignos de sus abuelos.

    Pero, el triunfo de la clase obrera europea no depende solamente de Inglaterra. Este triunfo slopuede asegurarse mediante la cooperacin, por lo menos, de Inglaterra, Francia y Alemania[29]. Enestos dos ltimos pases, el movimiento obrero le lleva un buen trecho de delantera al de InglaterraEn Alemania, se halla incluso a una distancia ya mesurable del triunfo. Los progresos obtenidos aqudesde hace veinticinco aos, no tienen precedente. El movimiento obrero alemn avanza con veloci-dad acelerada. Y si la burguesa alemana ha dado pruebas de su carencia lamentable de capacidadpoltica, de disciplina, de bravura, de energa y de perseverancia, la clase obrera de Alemania ha de-mostrado que posee en grado abundante todas estas cualidades. Hace ya casi cuatrocientos aosque Alemania fue el punto de arranque del primer gran alzamiento de la clase media de Europa; talcomo estn hoy las cosas, es descabellado pensar que Alemania vaya a ser tambin el escenario deprimer gran triunfo del proletariado europeo?

    20 de abril de 1892

    F. Engels

    Publicado por primera vez en el libro: Socialism Utopian and Scientic, London, 1892, y conalgunas omisiones en la traduccin alemana del autor en la revista "Die Neue Zeit", Bd. 1N1, 2

    1892-1893. Traducido del ingls. Se publica de acuerdo con el texto de la edicin inglesa, cote-jado con el de la revista.

    Notas

    [*] En el estado de dimensin. (N. de la Edit.)[]Qual es un juego de palabras losco. Qual signica, literalmente, tortura, dolor que incita a realizar

    una accin cualquiera. Al mismo tiempo, el mstico Bhme transere a la palabra alemana algo detrmino latino qualitas (calidad). Su Qual era, por oposicin al dolor producido exteriormente, unprincipio activo, nacido del desarrollo espontneo de la cosa, de la relacin o de la personalidadsometida a su influjo y que, a su vez, provocaba este desarrollo.

    [] K. Marx und F. Engels, "Die heilige Familie", Frankfurt am M., 1845, S. 201-204. (C. Marx y F. Engels

    La Sagrada Familia, Francfort del Meno, 1845, pgs. 201-204.) (N. de la Edit.)[] P. Laplace, Trait de mcanique cleste ("Tratado de mecnica celeste) Vols. IV, Paris, 1799-

    1825. (N. de la Edit).[**] No tena necesidad de recurrir a esta hiptesis. (N. de la Edit.)[] En el principio era la accin. Goethe, Fausto, parte I, escena III. (N. de la Edit.)[] El pudin se prueba comindolo. (N. de la Edit).[] Muchacho robusto, pero malicioso. (N. de la Edit.)[***] Oculta, slo destinada a los iniciados. (N. de la Edit.)[] Se escribe Londres y se pronuncia Constantinopla. (N. de la Edit.)[] Y hasta en materia de negocios la fatuidad del chovinismo nacional es un mal consejo. Hasta

    hace muy poco, el fabricante ingls corriente consideraba denigrante para un ingls hablar otro

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    idioma que no fuese el suyo propio y le enorgulleca en cierto modo que esos pobres diablosde los extranjeros se instalasen a vivir en Inglaterra, descargndole con ello del trabajo de vendersus productos en el extranjero. No adverta siquiera que estos extranjeros, alemanes en su mayorparte, se adueaban de este modo de una gran parte del comercio exterior de Inglaterra tantodel de importacin como del de exportacin y que el comercio directo de los ingleses con eextranjero iba circunscribindose casi exclusivamente a las colonias, a China, a los Estados Unidosy a Sudamrica. Y tampoco adverta que estos alemanes comerciaban con otros alemanes deextranjero, que con el tiempo iban organizando una red completa de colonias comerciales por

    todo el mundo. Y cuando, hace unos cuarenta aos, Alemania empez seriamente a fabricar parala exportacin, encontr en estas colonias comerciales alemanas un instrumento que le prestmaravillosos servicios en la empresa de transformarse, en tan poco tiempo, de un pas exportadorde cereales en un pas industrial de primer orden. Por n, hace unos diez aos, los fabricantesingleses empezaron a inquietarse y a preguntar a sus embajadores y cnsules cmo era que yano podan retener a todos sus clientes. La respuesta unnime fue sta: 1 porque no os molestisen aprender la lengua de vuestros clientes y exigs que ellos aprendan la vuestra, y 2 porque nointentis siquiera satisfacer las necesidades, las costumbres y los gustos de vuestros clientes, sinoque queris que se atengan a los vuestros, a los de Inglaterra.

    [] Educacin de la clase media (N. de la Edit.)[****] El household suffrage estableca el derecho de voto para todo el que viviese en casa independiente

    (N. de la Edit.)[] Votacin secreta. (N. de la Edit.)[] Despus de la esta, o sea, retardada. (N. de la Edit.)[] La fuerza de la inercia. (N. de la Edit.)

    [1] El trabajo de Engels "Del socialismo utpico al socialismo cientco" consta de tres captulos del"Anti-Dhring" revisados por l con el n especial de ofrecer a los obreros una exposicin popularde la doctrina marxista como concepcin ntegra.

    [2] En el "Congreso de Gotha", celebrado del 22 al 25 de mayo de 1875, se unieron las dos corrientes demovimiento obrero alemn: el Partido Obrero Socialdemcrata (los eisenachianos), dirigido por ABebel y W. Liebknecht, y la lassalleana Asociacin General de Obreros Alemanes. El partido unicadoadopt la denominacin de Partido Obrero Socialista de Alemania. As se logr superar la escisin

    en las las de la clase obrera alemana. El proyecto de programa del partido unicado, propuestoal Congreso de Gotha, pese a la dura crtica que haban hecho Marx y Engels, fue aprobado en elCongreso con insignicantes modicaciones.

    [3] Bimetalismo: sistema monetario, en el que las funciones de dinero las cumplen simultneamentedos metales monetarios: el oro y la plata.

    [4] "Vorwrts" (Adelante): rgano central del Partido Obrero Socialista Alemn, se public en Leipzigdesde el 1 de octubre de 1876 hasta el 27 de octubre de 1878. La obra de Engels "Anti-Dhring" sepublic en el peridico desde el 3 de enero de 1877 hasta el 7 de julio de 1878.

    [5] En la presente edicin no se inserta el trabajo de F. Engels "La Marca".[6] Engels se reere a los trabajos de M. Kovalevski "Tableau des origines et de l'volution de la famille

    et de la propriet" (Ensayo acerca del origen de la familia y la propiedad) publicado en 1890 enEstocolmo, y "Pervobytnoye pravo" (Derecho primitivo) fascculo 1, "La Gens", Mosc, 1886.

    [7] Nominalistas: representantes de una tendencia de la losofa medieval que consideraba quelos conceptos generales genricos eran nombres, engendrados por el pensamiento y el lenguajehumanos y no valan ms que para designar objetos sueltos, existentes en realidad. En oposicina los realistas medievales, los nominalistas negaban la existencia de conceptos como prototiposy fuentes creadoras de las cosas. De este modo reconocan el carcter primario de la realidad ysecundario del concepto. En este sentido, el nominalismo era la primera expresin del materialismoen la Edad Media.

    [8] Nomoiomerias: minsculas partculas cualitativamente determinadas y divisibles innitamenteAnaxgoras consideraba que las homoiomerias constituan la base inicial de todo lo existente y quesus combinaciones daban origen a la diversidad de las cosas.

    [9] Desmo: doctrina losco-religiosa que reconoce a Dios como causa primera racional impersona

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    del mundo, pero niega su intervencin en la vida de la naturaleza y la sociedad.[10] Se alude a la primera exposicin comercial e industrial mundial que se celebr en Londres de

    mayo a octubre de 1851.

    [11] Ejrcito de Salvacin: organizacin reaccionaria religioso-lantrpica fundada en 1865 enInglaterra y reorganizada en 1880 adoptando el modelo militar (de ah su denominacin). Apoyadaen medida considerable por la burguesa, esta organizacin fund en muchos pases una red deinstituciones de benecencia, con el n de apartar a las masas trabajadoras de la lucha contra los

    explotadores.[12] La historiografa burguesa inglesa llama revolucin gloriosa al golpe de Estado de 1688 con e

    que se derroc en Inglaterra la dinasta de los Estuardos y se instaur la monarqua constituciona(1689) encabezada por Guillermo de Orange y basada en el compromiso entre la aristocraciaterrateniente y la gran burguesa.

    [13] La guerra de las Dos Rosas (1455-1485): guerra entre dos familias feudales inglesas que luchabanpor el trono: los York, en cuyo escudo guraba una rosa blanca, y los Lancaster, que tenan en elescudo una rosa roja. Alrededor de los York se agrupaba una parte de los grandes feudales del Sur(ms desarrollado econmicamente), los caballeros y los ciudadanos; los Lancaster eran apoyadospor la aristocracia feudal de los condados del Norte. La guerra llev casi al total exterminio de lasantiguas familias feudales y concluy al subir al trono la nueva dinasta de los Tudor que implant

    el absolutismo en Inglaterra.[14] Filosofa cartesiana: doctrina de los seguidores del lsofo francs del siglo XVII Descartes (enlatn Cartesius), que dedujeron conclusiones materialistas de su losofa.

    [15] La Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue aprobada por la AsambleaConstituyente en 1789. Se proclamaban en ella los principios polticos del nuevo rgimen burgus.La Declaracin fue incluida en la Constitucin francesa de 1791; sirvi de base a los jacobinos alredactar la Declaracin de los Derechos del Hombre de 1793, que gur como prefacio a la primeraConstitucin republicana de Francia adoptada por la Convencin Nacional en 1793.

    [16] Aqu y en adelante, Engels no entiende por Cdigo de Napolen nicamente el Code civil (Cdigocivil) de Napolen adoptado en 1804 y conocido con este nombre, sino, en el sentido lato de lapalabra, todo el sistema del Derecho burgus, representado por los cinco cdigos (civil, civil-procesal, comercial, penal y penal-procesal) adoptados bajo Napolen I en los aos de 1804 a

    1810. Dichos cdigos fueron implantados en las regiones de Alemania Occidental y Sudoccidentaconquistadas por la Francia de Napolen y siguieron en vigor en la provincia del Rin incluso despusde la anexin de sta a Prusia en 1815.

    [17] El proyecto de ley de la primera reforma electoral en Inglaterra fue llevado al Parlamento enmarzo de 1831 y aprobado en junio de 1832. La reforma abri las puertas al Parlamento slo a losrepresentantes de la burguesa industrial. El proletariado y la pequea burguesa, que eran la fuerzaprincipal en la lucha por la reforma, fueron engaados por la burguesa liberal y se quedaron, al iguaque antes, sin derechos electorales.

    [18] El bill de abolicin de las leyes cerealistas fue aprobado en junio de 1846. Las llamadas leyescerealistas, aprobadas con vistas a restringir o prohibir la importacin de trigo del extranjero, fueronpromulgadas en Inglaterra en benecio de los grandes terratenientes (landlords). La aprobacin debill de 1846 fue un triunfo de la burguesa industrial, que luchaba contra las leyes cerealistas bajola consigna de libertad de comercio.

    [19] En 1824, el Parlamento ingls, presionado por el movimiento obrero de masas, tuvo que promulgarun acto aboliendo la prohibicin de las uniones obreras (las tradeuniones).

    [20] La Carta del Pueblo, que contena las exigencias de los cartistas, fue publicaba el 8 de mayo de1838 como proyecto de ley a ser presentado en el Parlamento; la integraban seis puntos; derechoelectoral universal (para los varones desde los 21 aos de edad), elecciones anuales al Parlamento,votacin secreta, igualdad de las circunscripciones electorales, abolicin del requisito de propiedadpara los candidatos a diputado al Parlamento, remuneracin de los diputados. Las tres peticionesde los cartistas con la exigencia de la aprobacin de la Carta del Pueblo, entregadas al Parlamentofueron rechazados por ste en 1839, 1842 y 1849.

    [21] La Liga anticerealista: organizacin de la burguesa industrial inglesa, fundada en 1838 por los

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    fabricantes Cobden y Bright, de Manchester. Al presentar la exigencia de la libertad completa decomercio, la Liga propugnaba la abolicin de las leyes cerealistas con el n de rebajar los salariosde los obreros y debilitar las posiciones econmicas y polticas de la aristocracia terrateniente.Despus de la abolicin de las leyes cerealistas (1846), la Liga dej de existir.

    [22] La manifestacin de masas que los cartistas anunciaron para el 10 de abril de 1848 en Londrescon el n de entregar al Parlamento la peticin sobre la aprobacin de la Carta popular, fracasdebido a la indecisin y las vacilaciones de sus organizadores. El fracaso de la manifestacin fueutilizado por las fuerzas de la reaccin para arreciar la ofensiva contra los obreros y las represaliascontra los cartistas.

    [23] Trtase del golpe de Estado organizado por Luis Bonaparte el 2 de diciembre de 1851, que diocomienzo al rgimen bonapartista del Segundo Imperio.

    [24] Hermano Jonathan: mote dado por los ingleses a los norteamericanos durante la guerra de lascolonias norteamericanas de Inglaterra por la independencia (1775-1783).

    [25] El Segundo Imperio de Napolen III existi en Francia de 1852 a 1870, y la Tercera Repblica, de1870 a 1940.

    [26] En 1867, en Inglaterra, bajo la influencia del movimiento obrero de masas, se llev a cabo lasegunda reforma parlamentaria. El Consejo General de la I Internacional tom parte activa en elmovimiento que reivindicaba esta reforma. Como resultado de ella, el nmero de electores enInglaterra aument en ms del doble y cierta parte de obreros calicados conquist el derecho a

    votar.[27] Socialismo de ctedra: corriente de la ideologa burguesa de los aos 70-90 del siglo XIX. Susrepresentantes, ante todo profesores de universidades alemanas, predicaban desde sus ctedras elreformismo burgus, tratando de presentarlo como socialismo. Armaban (entre otros A. Wagner,H. Schmoller, L. Brentano y W. Sombart) que el Estado era una institucin situada por encima de lasclases, poda reconciliar las clases enemigas e implantar gradualmente el socialismo sin afectarlos intereses de los capitalistas. Su programa se reduca a la organizacin de los seguros de losobreros contra enfermedades y accidentes y a la aplicacin de ciertas medidas en la esfera de lalegislacin fabril. Los socialistas de ctedra estimaban que, habiendo sindicatos bien organizadosno haba necesidad de lucha poltica, ni de partido poltico de la clase obrera. El socialismo dectedra constituy una de las fuentes ideolgicas del revisionismo.

    [28] Ritualismo: corriente surgida en la Iglesia anglicana en los aos 30 del siglo XIX, sus adeptos

    llamaban a la restauracin de los ritos catlicos (de ah la denominacin) y de ciertos dogmas decatolicismo en la Iglesia anglicana.

    [29] Esta conclusin de la posibilidad de la victoria de la revolucin proletaria nicamente en el casode ser simultnea en los pases capitalistas avanzados y, por consiguiente, de la imposibilidadde la revolucin en un solo pas, era justa para el perodo del capitalismo premonopolista. En lasnuevas condiciones histricas, en el perodo del capitalismo monopolista, Lenin, partiendo de laley, descubierta por l, de la desigualdad del desarrollo econmico y poltico del capitalismo enla poca del imperialismo, lleg a una nueva conclusin, a la de la posibilidad de la victoria de larevolucin socialista primero en unos cuantos o, incluso, en un solo pas, y de la imposibilidad de lavictoria simultnea de la revolucin en todos los pases o en la mayora de ellos. Lenin formula porvez primera esta conclusin nueva en su artculo "La consigna de los Estados Unidos de Europa".

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    Del socialismo utpico al socialismo cientfcoPor: F. Engels

    I

    El socialismo moderno es, en primer trmino, por su contenido, fruto del reflejo en la inteligencia,por un lado, de los antagonismos de clase que imperan en la moderna sociedad entre poseedores ydesposedos, capitalistas y obreros asalariados, y, por otro lado, de la anarqua que reina en la produc-cin. Pero, por su forma terica, el socialismo empieza presentndose como una continuacin, msdesarrollada y ms consecuente, de los principios proclamados por los grandes ilustradores france-ses del siglo XVIII. Como toda nueva teora, el socialismo, aunque tuviese sus races en los hechosmateriales econmicos, hubo de empalmar, al nacer, con las ideas existentes.

    Los grandes hombres que en Francia ilustraron las cabezas para la revolucin que haba de desen-cadenarse, adoptaron ya una actitud resueltamente revolucionaria. No reconocan autoridad exteriorde ningn gnero. La religin, la concepcin de la naturaleza, la sociedad, el orden estatal: todo losometan a la crtica ms despiadada; cuanto exista haba de justicar los ttulos de su existenciaante el fuero de la razn o renunciar a seguir existiendo. A todo se aplicaba como rasero nico la ra-zn pensante. Era la poca en que, segn Hegel, el mundo giraba sobre la cabeza[*****], primeroen el sentido de que la cabeza humana y los principios establecidos por su especulacin reclamabanel derecho a ser acatados como base de todos los actos humanos y de toda relacin social, y luegotambin, en el sentido ms amplio de que la realidad que no se ajustaba a estas conclusiones se veasubvertida de hecho desde los cimientos hasta el remate. Todas las formas anteriores de sociedady de Estado, todas las ideas tradicionales, fueron arrinconadas en el desvn como irracionales; has-ta all, el mundo se haba dejado gobernar por puros prejuicios; todo el pasado no mereca ms que

    conmiseracin y desprecio. Slo ahora haba apuntado la au