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Luis Manuel Marcano Salazar De Betacnourt a Caldera Democracia y Política Exterior: Impacto del sistema político interno en la formación de la políticaexteriordeVenezuela(1959-1964y1969-1974) Luis Manuel Marcano Salazar Fondo Editorial del Instituto Universitario de Profesiones Gerenciales I.U.P.G. Nuevas Letras 2001 I.U.P.G INSTITUTO UNIVERSITARIO PROFESIONES GERENCIALES DE Colección Ciencias Políticas

DEMOCRACIA Y POLITICA EXTERIOR: De Betancourt (1959-1964) a Caldera (1969-1973).pmd Luis Manuel Marcano Salazar

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El libro del politólogo, historiador y diplomático venezolano Luis Manuel Marcano Salazar estudia el impacto de la democracia en la formulación de la política exterior de Venezuela como política pública en dos períodos democráticos en la historia política de Venezuela

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Luis Manuel Marcano Salazar

De Betacnourt a Caldera

Democracia y Política Exterior:Impacto del sistema político interno enla formación de lapolítica exterior de Venezuela (1959-1964 y 1969-1974)

Luis Manuel Marcano Salazar

Fondo Editorial del Instituto Universitariode Profesiones Gerenciales I.U.P.G.

Nuevas Letras2001

I.U.P.G

INSTITUTOUNIVERSITARIOPROFESIONESGERENCIALES

DE

Colección Ciencias Políticas

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Democracia y Política Exterior.

DE BETANCOURT (1959-1964) A CALDERA (1969-1974)DEMOCRACIA Y POLÍTICA EXTERIOR:Impacto del Sistema Político Interno en la formación de la Política ExteriorLuis Manuel Marcano SalazarReservados todos los Derechos.

Primera Edición. Agosto 2001

2000 ejemplares.

Editorial Nuevas Letras.

Asociación Venezolana de Estudios Políticos AVEP.

Instituto Universitario de Profesiones Gerenciales.

Depósito legal: lf25220003202667.ISBN: 980-07-7135-2Corrección de estilo: Lic Sandra Cecilia Olmos RamírezLevantamiento de Artes: Editorial Nuevas Letras.Distribución e Impresión: Distribuidora El Guay.Diseño de Portada: Jhon Larris Acevedo Colmenares.Fotocomposición: Editorial Nuevas Letras.

Se prohibe la reproducción parcial o total de la obra por cualquier medio impreso o fotocopiado.Reservados los Derechos a:

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Compuesto en AGaramount punto 11.

I.U.P.G

INSTITUTOUNIVERSITARIOPROFESIONESGERENCIALES

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Editorial Nuevas Letras

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Luis Manuel Marcano Salazar

PRÓLOGO

Un tema de gran interés para los estudiosos de la his-toria reciente de Venezuela, bien se trate de historiado-res, politólogos, internacionalistas y otros profesionalesafines, es el de conocer la evolución de la política exte-rior desarrollada por los gobiernos que han regido nues-tro país durante las últimas décadas. Es algo difícil deabordar por la cercanía de los hechos y de sus protago-nistas, por las implicaciones políticas e ideológicas pre-sentes, y por la pasión y controversia que casi siempregeneran estas cuestiones; sin embargo, es lógico proce-der a su revisión y análisis aprovechando las facilidadesque ofrece un asunto de actualidad, aunque no por esolibre de obstáculos como todo problema de investiga-ción.

Esto es lo que de entrada me plantea la lectura deeste magnífico trabajo, presentado por el profesor LuisManuel Marcano Salazar para optar a la especialidad enrelaciones internacionales y globales (Universidad Cen-tral de Venezuela, 2000). A lo largo de cuatro capítulosel autor estudia lo que denomina con acierto La promo-ción de la democracia como constante en la política ex-terior de Venezuela durante los gobiernos de RómuloBetancourt (1959-1964) y Rafael Caldera (1969-1974).Empieza por fijar las coordenadas teórico-metodológicasque sustentan su investigación: los enfoques de MiroslavNincic y Hans Morgenthau sobre el efecto del realismopolítico en la formación de la política exterior de un Es-tado, teniendo en cuenta la intervención de factores in-

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ternos y externos de indudable influencia; y las proposi-ciones de Anthony Downs y Luis Aguilar Villanueva fi-jando la atención en el peso que tiene en la política exte-rior la búsqueda de soluciones a problemas de interésnacional, así como la elaboración de la agenda de go-bierno mediante la cual se regirán sus pasos.

Visto lo anterior, el autor traza las principales carac-terísticas que tuvo la política exterior venezolana duran-te dos de los gobiernos iniciales de la actual etapa demo-crática: los presididos por Rómulo Betancourt (1959-1964) y Rafael Caldera (1969-1974), respectivamente.Ambas administraciones presentan marcadas diferenciasen la manera de concebir y de poner en práctica loslineamientos esenciales de su política de gobierno, bienfuera en su trato con los diversos sectores del país (polí-tica interior) o en su relación con los países ligados aVenezuela por distintas circunstancias (política exterior).Aunque es a esta última faceta a la que dedica su aten-ción el profesor Marcano. Veamos algunas ideas al res-pecto.

El gobierno de Rómulo Betancourt, el primero quesurge por decisión de la mayoría al ser derrocado el régi-men militar de Marcos Pérez Jiménez (1958), tuvo comotarea fundamental el establecimiento y la defensa del sis-tema democrático en una nación notablemente resenti-da y aún no acostumbrada al ejercicio pleno de las liber-tades públicas. Este fue el principio que prevaleció alencarar los retos planteados por las circunstancias deentonces, se tratara de los requerimientos propios delpaís o de las exigencias del panorama internacional. Eneste contexto es que se aplica la denominada «Doctrina

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Betancourt», fórmula de carácter político que sólo reco-noce a los gobiernos latinoamericanos elegidos por votopopular, los únicos con los cuales Venezuela mantienerelaciones diplomáticas. Así, no es raro ver a nuestro paíscasi aislado en el continente, pues para la época eranvarios los países gobernados por regímenes de facto: Re-pública Dominicana, Cuba, Guatemala, Brasil, Perú,Paraguay, Argentina, entre otros. Este criterio en la ma-nera de conducir la política exterior se mantiene, aun-que con menos rigidez, durante el gobierno de Raúl Leoni(1964-1969), gestión que contribuye a afianzar los lo-gros políticos conseguidos en el período anterior.

El gobierno de Rafael Caldera, el tercero en la conti-nuidad política establecida a partir de 1959, cambia loque hasta entonces había sido la orientación de la políti-ca exterior venezolana. Aunque el establecimiento y laconsolidación del sistema democrático continuará sien-do una preocupación fundamental, ahora no será un obs-táculo para iniciar y mantener relaciones diplomáticascon los países vecinos, independientemente de su régi-men de gobierno. Los factores económicos y socialesestarán por encima de los políticos al elaborar la agendade las relaciones internacionales. Se tendrá un respetopor la situación política de los países, buscando atendercon preferencia los asuntos de interés mutuo para cadanación, especialmente en lo económico y social. De estemodo, la rigidez de la «Doctrina Betancourt» se verá des-plazada por la flexibilidad del «Pluralismo ideológico»,lo cual modifica notablemente la posición de aislamien-to mantenida por Venezuela.

Estos y otros aspectos de igual interés son los que

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trata en la presente obra el profesor Luis Manuel MarcanoSalazar, excelente amigo y compañero de trabajo en loscampos de la docencia y de la investigación, quien a pe-sar de su juventud, nos sorprende por la abundancia desus logros académicos como abogado, politólogo, inter-nacionalista, historiador y literato; por la experienciaacumulada en el desempeño de numerosos cargos, y porla diversidad de sus publicaciones aparecidas hasta lafecha. Todo lo cual es muestra suficiente de la amplitudde sus preocupaciones intelectuales, del constante afánpor aumentar sus conocimientos y de su inagotable ca-pacidad de trabajo. Por todas estas razones, me es gratorecomendar la lectura de los resultados de su investiga-ción, de la cual estoy seguro podrán extraerse muchasideas de utilidad para entender la trayectoria de la políti-ca exterior venezolana durante los últimos tiempos.

Ildefonso Méndez SalcedoLicenciado en Historia de Venezuela y América

Universidad de Los Andes.Magister en Historia de Venezuela.Universidad Católica Andrés Bello.

Caracas, septiembre de 2000.

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INTRODUCCIÓNAproximarnos a la evolución de la historia política

venezolana y de su política exterior sin caer en repeti-ciones historiográficas es una labor que requiere de gransensibilidad para interpretar los hechos, pero con unaaproximación novedosa que contribuya al estudio de losdiversos temas, que en su conjunto, le dan cuerpo a esahistoria viva, de la cual aún hoy podemos extraer gran-des enseñanzas.

Nuestra investigación tiene como norte analizar lapolítica exterior de Venezuela a partir de 1958, delimi-tando el estudio en dos períodos constitucionales: 1959-1964 y 1969-1974, correspondientes a los gobiernos deRómulo Betancourt y Rafael Caldera respectivamente.

Partimos de la hipótesis que considera que el interésfundamental de la acción exterior venezolana durantelos períodos objeto de nuestro estudio se inspiró en re-afirmar el sistema político democrático que surgió a partirde 1958, hecho por el cual el tema de la democracia fueasunto de importancia y constante de nuestra políticaexterior por ser expresión del proyecto nacional demo-crático venezolano pactado por las élites(1) a partir de1958.

Para desarrollar nuestra idea central hemos examina-do las fuentes primarias y secundarias que arrojaron losresultados que aparecen en los capítulos que constitu-yen el centro de nuestro trabajo, en el cual fue evaluadoel peso de la democracia como núcleo político de la ac-1 Al hablar de «las élites» nos referimos a los actores que suscribieron el Pacto de Punto Fijo: Los partidos políticos(A.D, COPEI, U.R.D), el empresariado, Las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica.

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ción exterior durante el período de Rómulo Betancourt(1959-1964) y como núcleo económico en la agenda deformación de la política exterior durante el gobierno deRafael Caldera (1969-1974).

En este sentido, hemos recurrido a paradigmas y mé-todos que nos faciliten el camino y nos eviten incurrir enconceptos vagos que pudieran arrojarnos a la confusión.Por ello, como señalaremos en el primer capítulo, estu-diar los términos de la propuesta de Miroslav Nincic(1992) dentro del paradigma realista, es de singular rele-vancia para el estudio de la política exterior venezolanay su desarrollo a lo largo del proceso de cohesión de loselementos constitutivos del poder interno nacional, dela misma manera que lo es para la comprensión de loselementos de fragmentación en el campo internacional.

Por otra parte las vinculaciones existentes entre el pa-radigma de Nincic (1992) con el enfoque recogido porLuis Aguilar Villanueva (1993) y Anthony Downs(1993/1972), nos llevan de la mano por un camino deenorme potencial para el análisis de las variables quedefinen y distinguen a una política exterior de la otracon relación a los casos que son objeto de nuestro traba-jo. Estas vinculaciones se refieren especialmente a laincidencia de la variable interna sobre la variable exter-na, es decir, a los efectos que producen las presiones enel orden doméstico sobre la toma de decisiones en mate-ria de política exterior y sobre las variables que la con-forman. No obstante, como podremos observar, a pesardel peso que se impone desde abajo, producto de la par-ticipación de las masas, el distanciamiento de la políticaexterior respecto de la vida y observación de los vene-

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zolanos -»derailment from above» en las palabras deNincic-, hizo que el proceso de formación de la agenda,en ambos gobiernos, haya sido esencialmente por inicia-tiva y atención gubernamental.

Por otra parte, para identificar los estímulos de lapolítica exterior de una nación debemos, además de ana-lizar los elementos fácticos del orden interno y externo,valorar el peso de las anteriores variables en la vida deldecisor (George,1991:17), para así intentar comprenderel proceso que va desde las percepciones y necesidadespersonales hasta la toma de decisiones y ejecución depolíticas. Vemos así que los estímulos de la política ex-terior son variables que condicionan lo individual y co-lectivo en la acción del decisor (George,1991:18) paraimpactar en la toma de decisiones con el objetivo dealcanzar la satisfacción de intereses nacionales(Nincic,1992: 157; Morgenthau,1963:13-14).

Cuando se analiza el gobierno de Rómulo Betancourtcon su correspondiente tendencia política a la hora deimplementar la agenda de política exterior, observamosque la marcada priorización de lo político por el régimense evidenciaba con claridad en los principios de libertady promoción de la democracia que aparecen con frecuen-cia en las memorias que dan cuenta de las actividadesdel Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), lo cualrefleja una conducta reiterada en defensa de estos valo-res en los foros internacionales. Por otra parte, la Doctri-na Betancourt expresó uno de los fundamentos éticos,políticos y jurídicos que orientaron la política exteriorde los gobiernos venezolanos durante diez años: de 1959a 1969. Estuvo dirigida a promocionar y preservar los

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sistemas constitucionales de representación y elecciónpopular (MRE, 1962) así como a desalentar los intentosde irrupción contra los regímenes democráticos,instaurando regímenes dictatoriales (Marcano,1998:134).

El éxito político del gobierno de Betancourt en mate-ria exterior y su impacto e influencia como democraciarepresentativa en la región se evidencian muy especial-mente en cuatro casos concretos: el cubano, el domini-cano, las vinculaciones democráticas con Costa Rica yPuerto Rico, las relaciones con los Estados Unidos y lareclamación de nuestros derechos sobre la GuayanaEsequiba (Marcano, 1998). Nos concentraremos en elanálisis de los primeros dos casos en el capítulo referen-te al régimen de gobierno de Betancourt.

Al estudiar el gobierno de Rafael Caldera y el conte-nido de fuentes primarias y secundarias, observamos queen el discurso presidencial y en la propia visión del pre-sidente Caldera, la democracia fue predominantementeconcebida en su dimensión socio-económica dentro dela agenda de formación de política exterior, con la inten-ción de causar un impacto positivo en la política domés-tica cuya finalidad era elevar las condicionessocioeconómicas domésticas.

Asimismo veremos que la política exterior del primergobierno de Rafael Caldera (1969-1974), estuvo condi-cionada por factores de orden económico interno queinspiraban su gobierno a promocionar la democracia: através de la integración basada en un amplio pluralismo(Caldera, 1980) con la intención que esta acción genera-ra beneficios económicos al país de modo que ello serevirtiera en la mejora de la calidad de vida de la colecti-

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vidad (Caldera, 1979) e incluso en el éxito del procesode pacificación (Caballero, 1988).

Durante el gobierno de Rafael Caldera los principiosético-políticos rectores de la política exterior fueron lajusticia social internacional y la solidaridad pluralista,(Caldera,1979) destacándose otros dos principios: la li-bertad laboral y la participación de la riqueza(Calvani,1993: 12).

Basados en el análisis realizado esencialmente a par-tir de fuentes documentales y bibliográficas, estudiare-mos cómo el enfoque de Miroslav Nincic (1992) nos fa-cilitará el camino para entender y explicar el peso de lavariable interna expresada en el poder que nace desdelas bases sociales, las presiones en el orden doméstico, yla forma en la cual los problemas públicos llegan a serconsiderados en la toma de decisiones en materia depolítica exterior por iniciativa gubernamental.

Así, nuestro trabajo, orientado como está por un en-foque general (Nincic,1992) dirigido a interpretar lasvariables condicionantes para definir la importancia deltema democrático en la agenda de política exterior, tie-ne tres objetivos: uno general dirigido a identificar lasvariables que definieron el predominio de las considera-ciones políticas o económicas, según fuere el caso, ydos específicos destinados a estudiar el procesosociopolítico y económico que condicionó el proceso deformación de la agenda de política exterior de cada pe-ríodo.

En las páginas que siguen analizaremos la posiciónrealista de Miroslav Nincic (1992) que nos permitirácomprender la relación existente entre las normas de

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política interna y la conducta internacional que desarro-llan los Estados, identificando los puntos de fricciónentre los procesos de negociación sociopolítica, las rela-ciones internacionales y la política exterior.

Estos elementos teóricos y metodológicos, nos per-mitirán identificar los estímulos de la política exteriordurante ambos gobiernos (1959-1964/1969-1974)enmarcados en una dicotomía que evidencia la preemi-nencia de aspectos políticos, en el caso del gobierno deRómulo Betancourt, y orientaciones económicas, queidentificaremos durante el primer gobierno de RafaelCaldera.

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CAPÍTULO I

El REALISMO POLÍTICO Y ELPROCESO DE FORMACIÓN DE LA

AGENDA DE POLÍTICA EXTERIOR

«El punto de partida es que, hoy por hoy el Estado no se siente responsable ante el pueblo. Loque le da lo hace por vía de dádiva, no del compromiso ajeno a la representación que ostenta.

Por esa razón, tampoco el pueblo tiende a sentirse responsable de lo que le toca.Pedro Trigo,* Proceso Constituyente. En: Revista SIC nº 615; Caracas:

Junio de 1999 p 196.

El realismo político ha dominado en gran parte el es-tudio de las relaciones internacionales de la postguerra(Kennan,1952) y su presencia no se ha debilitado des-pués de la desaparición política de la Unión de Repúbli-cas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S). Sigue siendo de granvalía para analizar y comprender el proceso de forma-ción de la agenda y de ejecución de la política exterior,especialmente si observamos las transformacionesepistemológicas a las que ha sido sometido este campode estudio en virtud del impacto de las variaciones queha experimentado el sistema internacional contemporá-neo (Vasquez,1991).

Para el análisis de la política exterior son particular-mente importantes los aportes de Miroslav Nincic(2) conrespecto a la incidencia de los elementos de orden inter-no en la definición de los problemas de política exterior

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*Jesuita teólogo, miembro del Centro Gumilla y del Consejo de Redacción de la Revista SIC

2 Profesor de Estudios Internacionales de la Universidad de Columbia, New York, Estados Unidos de Amérca.

3 «Una agenda racional de política exterior que aspira al racionalismo debe ,(...) desentenderse en cierta forma de (...)[los]elementos irracionales; debe buscar integrar un cuadro de la política exterior que presente la esencia racional quese halla en la experiencia...»(Morgenthau,1948:19)

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y la ejecución de una agenda racional(3) de política exte-rior: la conducta parlamentaria (Nincic,1992:57), la men-talidad de las masas (Nincic,1992:25), la democracia(Nincic,1992:124) y el interés nacional(Nincic,1992:153). El valor del texto de Nincic (1992)para este trabajo, nos obliga a dedicarle en el presentecapítulo unas breves líneas para comprender cómo suposición teórica, producto de las variaciones del realis-mo político, y de los cambios experimentados en el sis-tema internacional, pueden ser el norte en nuestro aná-lisis. Como complemento se atenderá también el estudiodel proceso de formación de la agenda política presenta-do por Aguilar (1993:15-71), por su vinculación con res-pecto a la importancia de los ciclos de atención de losproblemas, (Downs 1993/1972), y cómo éstos llegan aser considerados en la agenda de gobierno y atendidosen la acción exterior del Estado.

Concebir un método de comparación de políticas ex-teriores, con contextos internacionales y variables inter-nas distintas en donde el interés común se dirigía a de-fender la democracia y promocionarla, requiere de unmarco conceptual, que en nuestro caso nos lo propor-cionan Nincic (1992) por el interés en el estudio de lademocracia y su incidencia en la política exterior y, tam-bién el enfoque sobre el proceso de formación de la agen-da política presentado por Aguilar Villanueva (1993),con potencial para identificar tanto los elementos y va-riables que operan para la determinación de los proble-mas públicos, como las etapas y el proceso de forma-ción de una agenda de política exterior.

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1.1. Revisión del Realismo Político según Miroslav Nincic.

La reflexión de Nincic (1992), representa el núcleoteórico central de nuestro trabajo debido a que, al consi-derar las variables que intervienen en el proceso de for-mación de la política exterior, tanto en el gobierno deBetancourt(1959-1964), como durante el período deCaldera (1969-1974), observamos que una de ellas fuela democracia (su defensa y promoción en el sistema re-gional e internacional), tanto para la definición de losproblemas públicos del orden interno e internacional,como para su atención a través de la política exterior.

Por ello estudiar los términos de la propuesta de Nincic(1992), enmarcada dentro del paradigma realista, es desingular relevancia para el estudio de la política exteriorvenezolana y su desarrollo a lo largo del proceso de co-hesión de los elementos constitutivos del poder internonacional, de la misma manera que para la comprensiónde los elementos de fragmentación en el campo interna-cional, que condicionaron las políticas exteriores delgobierno de Betancourt y luego el cambio que se dio enla política exterior venezolana a partir del gobierno deCaldera.

Nincic (1992) nos provee de una explicación para com-prender la íntima relación entre las normas de políticainterna y la conducta internacional que desarrollan losEstados. Su trabajo se orienta a identificar los puntos defricción entre los procesos de negociación socio- políti-ca y las relaciones internacionales; tratando de propor-cionarnos datos exactos sobre las variables que condi-cionan la acción exterior, una de las cuales viene deter-

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minada por las presiones en el orden interno(Nincic,1992:15-19).

Las vinculaciones entre los procesos domésticos y ex-ternos no son nuevas, (ver Chase,1975:74,169-170)(4)

debido a que los hilos que sujetan a la una de la otra, hansido bien identificados tanto en los tiempos antiguoscomo en los contemporáneos. Así, se hace referencia ala observación de Tucídides (Nincic, 1992:1)(5) en cuan-to a la manera en la cual las ciudades griegas condujeronsus relaciones mutuas, de modo que las políticas que sedirigieron recíprocamente, buscaban producir un efectodoméstico con preferencia a uno internacional.Nincic(1992:1) al citar los ejemplos de las guerras deRoma en el siglo IV y V antes de Cristo, y el caso de lasguerras de EEUU, expresa la vinculación existente entrelo interno y lo externo en el proceso de la política. Comoanota el autor, esa vinculación causa cierto grado dedependencia mutua entre la política doméstica y la exte-rior, que ha sido particularmente sentida en los EEUU(Chase, 1975).

Con regularidad, la política exterior estadounidense,ha experimentado las consecuencias de los juegos políti-cos internos, (Vásquez,1991:75-177) siendo que las po-líticas domésticas poseen amplio margen de control so-bre la conducta del decisor en materia exterior. Sin em-bargo, entender los eslabones entre lo interno y lo exter-no depende de la capacidad de identificar las cuerdasaisladas de la relación (Nincic,1992:5-7). En ello sepercibe el efecto del sistema político de un país, de sus

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4 Chase, profesor de Ciencias Poíticas en el «Bard College», hace referencia a la cuestión de los Derechos Humanos.5 Esta referencia nos informa que el impacto de «lo interno» en «lo internacional» no es nuevo, ni tampoco suobservación y análisis.

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normas y canales de negociación; así como también, dela distribución del poder y el volumen de sus relacionesexteriores.(Marcano,1998)

Al tratar el tema de la democracia liberal, Nincic(1992:2) considera que tal concepto aplicable a lo exte-rior, es tan reciente como hablar de los asuntos domésti-cos. Como el impacto social de la política exterior fuedurante muchos siglos, bastante modesto, los teóricosde la democracia segregaron los asuntos exteriores delos domésticos, asumiendo que no tenían necesidad eluno del otro. Tal posición se basaba en la poca capaci-dad de las masas para manejar los asuntos exteriores ylas inmediatas necesidades de la población que segúnRousseau (Nincic,1992:2) estaban orientadas a la ob-servancia de las leyes, el mantenimiento de la propiedadprivada y la seguridad del individuo. Si estas prioridadesse satisfacían, se le permitía al gobierno negociar y ha-cer libremente tratados con gobiernos extranjeros.

Por ello se hace necesario el estudio de esta relaciónen virtud de tres razones: primero, por el impacto de lademocracia en la política exterior; segundo, por las pre-siones que llegan «desde abajo» (Nincic,1992:6) para quelos gobiernos democráticos respondan al pueblo sobreel manejo de la política exterior; y tercero, por los pro-blemas que se originan en los estrados superiores delpoder político (Chase,1975:24-133) sobre la forma en laque la autoridad que dirige los asuntos exteriores nego-cia dentro del gobierno como consecuencia del pluralis-mo político.

En este orden de ideas, debemos recordar que la po-lítica exterior y la doméstica no están limitadas por un

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eslabón invisible, debido a que una conexión tangiblese establece entre la naturaleza global y el sistema políti-co interno. La creencia en la primacía de la política in-terna sobre la exterior se encuentra en la antigüedadcuando Thucydides escribió las crónicas de la Guerradel Peloponeso (Nincic,1992:2). Es la tradición realistala que recoge la importancia de las observaciones y aná-lisis del cronista griego, a la hora de advertir la vincula-ción que existe entre lo interno y lo externo en el análisisde fenómenos internacionales.

La Escuela del Realismo Político estima que el mun-do, imperfecto como es, desde el punto de vista racio-nal, es el resultado de fuerzas que son inherentes a lanaturaleza humana (Morgenthau,1963:13). Para mejo-rar las relaciones de la comunidad internacional, lo indi-cado es cooperar con estas fuerzas y no ir en contra deellas. Nuestro mundo es uno de intereses opuestos y deconflictos entre ellos; los principios morales no puedenrealizarse plenamente, pero al menos, podemos aproxi-marnos a través del equilibrio de intereses y de la conci-liación de los conflictos (Morgenthau,1963:14).

Hans Morgenthau (1963) principal exponente del rea-lismo político, es considerado por Nincic (1992) comoun buen punto de partida desde su obra Política entrelas Naciones (1963), en la cual ofreció una interesanteconsideración sobre el peligro que existe cuando la rup-tura se origina desde abajo. Consideró que la política in-ternacional, racional y realista debe oponerse a la retóri-ca, a la acción de las masas y de sus representantes, de-bido a que no siempre la calidad de la decisión del esta-dista encuentra aceptación en las masas.

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El estadista debe pensar en términos de interés na-cional concebido como poder entre otros poderes; esdecir, como subsistemas que operan desde abajo y quecada uno representa un canal de negociaciónintergubernamental (Nincic,1992:5).

Morguenthau (1963) reconoció que los líderes demo-cráticos no pueden ser indiferentes a los asuntos domés-ticos, recomendando así la búsqueda del compromisoentre las demandas de la política exterior y las indicacio-nes del público, de una manera equilibrada, nunca apar-tando del todo a las masas pero tampoco permitiendo suplena participación en los asuntos públicos o en los pro-cesos de formación de las políticas. Así advirtió a loslíderes en contra de una conducta demasiado pasiva enlas respuestas a las masas (Nincic,1992:7), urgiéndolesa amoldar los sentimientos populares al interés nacional(Morguenthau,1963:12).

Como establece Nincic (1992), la democracia esta-dounidense consagró los principios de participación yde responsabilidad ejecutiva en el diseño de las políticasexteriores. Esto ha causado que la mayoría de los ciuda-danos estadounidenses haya considerado que la mejorforma de gobierno es la suya, desde el punto de vistaindividual y social. La Ciencia Política contemporáneacontribuye a explicar la conducta de varios segmentosde la política estadounidense (Chase,1975:24) y arrojaluces sobre las vinculaciones entre el sistema democrá-tico y la política exterior (Nincic,1992:5)

Al mismo tiempo, el realismo político ha hecho nu-merosas afirmaciónes sobre este tema, proporcionandoun prisma a través del cual la democracia está afectando

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la sagacidad y efectividad de la política exterior, asuntoéste que por su densidad, ameritaría un estudio indivi-dual.

Comprendemos que el planteamiento neorealista deNincic (1992) aporta un novedoso elemento a la com-prensión de la política exterior, y ésta es la capacidadque puede tener un estadista para comprender la menta-lidad de las masas y como ésta varía en el proceso deformación de la política exterior (Nincic,1992:25).

Así estima que los políticos realistas no están solosen el control de la opinión de las masas, de hecho, éstees el sentimiento dominante en aquéllos que esperan unaprolífera política exterior (Nincic,1992:26). Por ello, lahabilidad de aislar o moldear la política del sentimientopopular a través de la labor del estadista, establece lamedida de la capacidad del liderazgo.

En efecto, para complementar esta tesis considera-mos pertinente comprender, dentro del proceso de for-mación de una política exterior, las variables societalesque intervienen y cómo éstas influyen en el proceso dela toma de decisiones a través del ciclo de atención delos problemas públicos y del proceso de formación deuna agenda de política exterior. Mientras Nincic (1992)se centra en la revisión conceptual general a partir de unenfoque orientado a los fines (goal oriented), el estudiode la agenda se desarrolla en un plano más específicodentro del enfoque de solución de problemas (problem-solving). Desde esta segunda perspectiva, se puede ana-lizar en mayor detalle el proceso mediante el cual se cons-truye la política exterior -su agenda- en la relación entrela sociedad y el gobierno.

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Luis Manuel Marcano Salazar

1.2. El Proceso de Formación de la agenda depolítica exterior.

Como hemos afirmado, las vinculaciones conceptua-les existentes entre el planteamiento realista deNincic(1992) y el modelo recogido por Aguilar (1993) yDowns (1993/1972), nos conduce por un camino demúltiple utilidad práctica en el análisis de las variablesque definen y distinguen a una política exterior de la otraen relación a los casos que son objeto de nuestro traba-jo, los gobiernos de: Betancourt (1959-1964) y Caldera(1969-1974).

Estas relaciones se refieren especialmente a la inci-dencia de la variable interna sobre la variable externa, esdecir, a los efectos que producen las presiones en el or-den doméstico sobre la toma de decisiones en materiade política exterior (Nincic,1992). Debido a ello, cree-mos necesario revisar conceptualmente cómo se desa-rrolla el proceso de formación de la agenda desde el ci-clo de atención de los problemas públicos (Downs,1993/1972) hasta la ejecución de la agenda política(Aguilar,1993). En esto vemos que es claro el contenidodel trabajo de Downs (1993/1972) al tratar el tema delos problemas sociales y su ciclo de atención.

Cuando la sociedad presta especial importancia a unasituación que le origina preocupación por estar alteran-do o violentando sus intereses, ello se convierte en unproblema. No obstante la existencia de un problema nonecesariamente llega a convertirlo en un asunto de aten-ción pública. Para que llegue a ser esto último, es nece-sario que sea producto de la opinión pública (Downs

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1993/1972: 41).La opinión pública no es la opinión dispersa de la

sociedad o de los hombres que la conforman, sino quees generada por una base social en la cual crecen losgrupos organizados y de la cual dependen tales grupos,que pueden o no surgir en forma estructurada. Ese con-tagio emocional o racional de individuos, depende delazos psicológicos que son fuente de unidades tempora-les y cambiantes (Downs 1993/1972: 42).

De ahí que la opinión pública fluctúe con los cam-bios de situaciones. Aún con tópicos en los que se haalcanzado cierto consenso pueden convertirse en cues-tiones emotivas durante el movimiento de los eventos ylas acciones. Por ello existe un alto grado depredictibilidad en el flujo y reflujo de la opinión pública:mientras más general sea un juicio, mayor es la probabi-lidad que dure (Downs 1993/1972: 42).

Todo ello nos permite afirmar que cuando una pro-blemática determinada, ha llamado la atención de esabase social organizada y de esos grupos con sujeción deunidad racional o emocional, ese determinado asuntose convierte en un asunto público. Pero ello tiene unafluctuación que está caracterizada por distintos facto-res, determinados por el interés que sobre ese asuntotenga el grupo social. Como afirma Downs (1993/1972:41),

«...Estudiar la manera en que opera el ciclo de atención pública puedeofrecernos algunas ideas acerca de cuánto tiempo tendría que durar laatención a una determinada cuestión para poder generar la presión

política suficiente y motivar cambios».

El análisis del ciclo de atención a los asuntos públi-cos realizado por el autor, arroja luces sobre la fluctua-

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ción del grado de interés que, sobre un asunto puedamantener un grupo social.

Así vemos que divide dicho ciclo en cinco etapas «...lascuales pueden variar sus tiempos de duración según elproblema específico involucrado...» (Downs: 1993/1972:142).

Así mismo, afirma que esas etapas ocurren de acuer-do a una secuencia específica que delimita en cinco nu-merales: «1. La etapa anterior al problema[...]2. El des-cubrimiento alarmante y el entusiasmo eufórico[...]3. Lapercepción del precio del progreso[...]4. El descenso pau-latino de la intensidad del interés público[...]5. La etapaposterior al problema.» ( Downs: 1993/1972: 142-145).

La etapa anterior al problema ocurre «...cuando exis-te alguna condición social indeseable que no ha suscita-do todavía demasiada atención pública, si bien los espe-cialistas o los grupos interesados han manifestado supreocupación.» (Downs: 1993/1972:142 ).

Durante esta etapa, aún no se ha suscitado demasia-da atención pública; no obstante, el público atento haidentificado los efectos negativos que se producen a cau-sa de ésta problemática y ha mostrado su preocupación.

Con respecto al descubrimiento alarmante y al entu-siasmo eufórico, como nos dice Downs (1993/1972:142-143),

«Este descubrimiento alarmante invariablemente se acompaña con unentusiasmo eufórico en la capacidad de la sociedad para resolver elproblema o hacer algo efectivo en un tiempo relativamente corto. Lacombinación de inquietud y confianza es en parte resultado de lapresión que el público levanta a sus dirigentes políticos, pretendiendo

que todo el problema pueda tener solución»

Ello nos lleva a pensar que el público sobrevalúa sucapacidad de acción, producto de un comportamiento

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irracional (no acorde con la relación: interés perseguido-costo de la solución) que a su vez es consecuencia delestado de euforia entusiasta. Ello elevado con suficien-te presión al sector de la dirigencia política, desde luego,debe ser observado más racionalmente.

La principal característica de esta etapa según Downs(1993/1972:143) es «...la percepción paulatina de queel costo de solucionar el problema es muy alto.»

La reflexión sobre este particular, no está lejana deuna comprobación empírica. Así observamos que el costopolítico «electoral» para muchos grupos de interés seríadevastador según las circunstancias de cada caso.

En la etapa que revisa como «el descenso paulatinode la intensidad del interés público», Downs (1993/1972:144) nos habla sobre las tres reacciones que se pre-sentan, cada vez que las personas se dan cuenta del altocosto que debe pagarse para solucionar el problema:

«Algunas personas sencillamente terminan por desanimarse. Otras sesienten amenazadas al reflexionar sobre el problema y, en consecuen-cia, prefieren cancelar sus pensamientos. Otro grupo termina por abu-rrirse del problema.» (Downs 1993/1972:144)

Por otra parte, Aguilar (1993:15-71) aporta serias con-sideraciones sobre cómo los problemas llegan a ser con-siderados para ser parte de la acción del gobierno y lle-gan a ser anotados en la agenda. En este punto, consi-deramos pertinente traer a colación la definición de agen-da de gobierno que aporta Aguilar (1993:29) como «[...]elconjunto de problemas, demandas, cuestiones, asuntos,que los gobernantes han seleccionado y ordenado comoobjetos de su acción, y más propiamente, como objetossobre los que han decidido que deben actuar o han con-

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siderado que tienen que actuar» .Retomando el principio de las consideraciones de

Aguilar (1993:15), éste hace referencia al proceso de lapolítica, el cual estima que «[...]se desenvuelve por eta-pas cada una de las cuales posee actores, restricciones,decisiones, desarrollos y resultados propios[...]». Aguilar(1993), menciona los conceptos que otros estudiosos hanemitido sobre el mismo tema, (Wildausky,1977;Hogwood y Gunn,1986; y Anderson,1984; citados porAguilar,1993) coincidiendo en afirmar que los elemen-tos integrantes de toda política convergen en:

«[...]la existencia de una determinada situación problemática para cuyamodificación en el sentido deseado se elige y efectúa un determinadocurso de acción que produce ciertos resultados más o menos diferen-tes de los deseados y, en consecuencia, obliga a revisar el curso de

acción elegido.»(Aguilar:1993:16).

Siendo nuestro objetivo inmediato el estudio del pro-ceso de formación de la agenda así como también loselementos y variables que intervienen en la elaboraciónde este concepto con sus diversos enfoques, considera-mos importante detenernos a analizar el contenido deltrabajo de Aguilar (1993) sobre ese proceso.

En torno a ello nos puntualiza:

«La manera como se elabora la agenda de gobierno...reviste fundamen-tal importancia política y administrativa[...]Políticamente expresa la vita-lidad o la flojedad de la vida pública en un sistema político dado[...]Dejaver quiénes son los que efectivamente definen y justifican los proble-mas públicos, cuáles grupos y organizaciones tienen efectivamente lafuerza de transubstanciar cuestiones sociales en públicas y en priorida-des de gobierno, cuáles organismos y decisores gubernamentales estánsiempre prontos a actuar a las demandas de determinados grupos, cuáles el firmamento ideológico que otorga valor o prioridad de asuntopúblico a cuales cuestiones. Revela[...]cuál es la estructura de poder que

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domina efectivamente la hechura de una política.» (Aguilar, 1993:27)

Así, arroja a nuestro entendimiento lo que considera-mos deben denominarse variables que intervienen en laelaboración del concepto de agenda. Estas variables seidentifican en dos grupos: 1) variables sociales, deter-minadas por los grupos y organizaciones que tienen lafuerza de elevar asuntos sociales a niveles públicos yhacerlas prioridades de gobierno y 2) variables burocrá-ticas o gubernamentales determinadas por los organis-mos y decisores gubernamentales prestos a ejercer ac-ciones en aras de identificar las prioridades y soluciones.

Estos dos grupos intervienen en la elaboración delconcepto de agenda y a su vez miden la vitalidad o debi-lidad en la vida pública de un sistema político. Esto es,la agenda no reviste un carácter societal, debido a queno existen grupos que eleven esos asuntos a nivel guber-namental o no poseen la fuerza suficiente para tal fin, supoder está mermado y enfermo y por lo tanto la vidapública también.

Estas «variables», nos llevan a presumir que debido aellas, el concepto de agenda posee las dos acepciones alas que se refiere Aguilar, (1993:31-32).

La agenda sistémica o societal, como nos expresaAguilar (1993:31) citando a Cobb y Elder, (1993: 115-116) y a Cobb, (1984: 126),

«[...]está integrada por todas las cuestiones que los miembros de unacomunidad política percibe comúnmente como merecedoras de laatención pública y como asuntos que caen dentro de la jurisdicciónlegítima de la autoridad gubernamental existente. Toda comunidad

local, estatal y nacional, tiene su propia agenda sistémica.»

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Ello nos lleva a considerar especialmente esta frase:...percibe comúnmente como merecedoras de la aten-ción pública.... Entonces nos preguntamos ¿quién otor-ga ese merecimiento?, ¿a través de qué mecanismos?.Creemos necesaria otra nueva conjetura que nos puedeilustrar sobre la posible respuesta a estas interrogantes.

La atención pública es el producto que se desprendede tres procesos sociales, donde la finalidad es alarmarsobre un aspecto fundamental de la comunidad para crearopinión pública. Así consideramos que este primer pro-ceso es la propaganda, la cual puede ser identificadacomo: el trabajo intensivo entre grupos sociales con én-fasis en la comunicación y publicación de hechos natu-rales o humanos, situaciones, omisiones, que se presen-tan fundamentales en la sociedad y puedan ocasionarefectos mediatos o inmediatos sobre la vida de las per-sonas. El segundo proceso es la agitación, comprendidocomo la difusión de esos hechos, naturales o humanos,situaciones, omisiones, con un fuerte contenido emo-cional. El tercer proceso es el «meritocrático», donde lafinalidad es difundir cuales grupos o personas, por suscapacidades científicas, pueden enfrentar el problemapara darle solución. Observaremos la fascinante vincu-lación de éste último proceso (propio de nuestro análi-sis), al estudiar un aporte de Robert A. Dahl (1987/1985).

La agenda gubernamental o institucional puede serdefinida como:

«[...]el conjunto de asuntos explícitamente aceptados para considera-ción seria y activa por parte de los encargados de tomar decisiones. Porlo tanto, cualquier conjunto de asuntos aceptados por cualquier orga-nismo gubernamental en el nivel local, estatal o nacional constituiráuna agenda institucional.» ( Cobb y Elder, 1993: 115-116; Cobb y Ross,

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1984:126 citados por Aguilar, 1993: 32)

Ahora bien, ¿cómo se definen los problemas públi-cos?. El mismo Aguilar (1993:51) nos aporta un co-mentario al respecto:

«...se pasa a la etapa de definición del problema una vez que el problemaen cuestión ha sido calificado de público y ha sido aceptado en laagenda de gobierno. Pero analíticamente las dos etapas soninterdependientes. Colocar una cuestión en la agenda significa implíci-ta o explícitamente ir dando forma a una definición del problema

aceptable para el público y, sobre todo, tratable para el gobierno.»

Avanzando en nuestro camino, Aguilar (1993:52) ci-tando a Hogwood y Gunn, (1986: 108) expone:

«Por definición de problemas se entienden los procesos mediante loscuales una cuestión (problema, oportunidad, tendencia), ya aprobada ycolocada en la agenda de la política pública, es estudiada, explorada,organizada y posiblemente cuantificada por los interesados, quienes noraramente actúan en el marco de una definición de autoridad, aceptableprovisionalmente en términos de sus probables causas, componentes y

consecuencias.»

¿Cómo entonces definiríamos el problema?. Aguilar(1993:52) nos identifica los pasos para realizar este pro-ceso. Así observamos: 1) estudiar el problema; 2) explo-rar el problema; 3) organizar el problema; 4) cuantificarel problema. Ahora, ¿quiénes y cómo deben o puedenparticipar activamente en este proceso?. Esta interro-gante nos remite a los autores Elder y Cobb, (1993/1984a: 77-104) y Nelson, (1993/1978:105-136), quienes nosilustran, con dos casos, el camino a seguir para com-prender el proceso.

En éste sentido Elder y Cobb (1993/1984:81), con-

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sideran que el proceso de formación de la agenda es unproceso decisional.(6) Consideran al respecto que:

«Este proceso es muy variable y depende en alto grado de su contexto.

En algunas situaciones institucionales y algunas áreas de políticas públi-

cas, el proceso puede ser muy estructurado y bien definido.»

Existe un punto del trabajo de Elder y Cobb (1993/1984: 82) que consideramos relevante a objeto de iden-tificar los elementos que intervienen en el proceso deformación de la agenda. Así Elder y Cobb, citando aCohen, March (1974), y Olson (1976) exponen:

« Para poder caracterizar un proceso tan difuso de toma dedecisiones...han ofrecido el modelo bote de basura...que es potencial-mente de gran utilidad para entender la diversidad y la dinámica generaldel proceso de formación de la agenda. A la luz de su marco concep-tual, las decisiones son vistas como el resultado de una confluencia decuatro corrientes relativamente independientes: las personas, los pro-blemas, las soluciones y las oportunidades de elección...el modelo

ayuda a entender su potencial fluidez.»

De ello observamos que, si bien estos cuatro elemen-tos no fluyen al mismo tiempo en el curso de un proceso,debido a que pueden existir problemas pero, no existensoluciones o si bien existen soluciones y no existen pro-blemas o no existe la oportunidad, la victoria «...depen-de de la convergencia apropiada de personas, problemas,soluciones y oportunidades de elección...» (Elder y Cobb,1993/1984:83)

Respecto a ello, consideramos estas corrientes porseparado para identificar sus características particulares.

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6 Entendido como un proceso de toma de decisiones.

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Primero, el flujo de las personas: La participación en elproceso de formación de la agenda.

En cuanto a esta corriente Elder y Cobb(19931984:83) nos dicen:

«[...]participar en la formación de la agenda de las instituciones tiende aser algo circunscrito y suele inclinarse a favor de algunos grupos ycuestiones, en exclusión de otras organizaciones y asuntos. Aunque enuna democracia la agenda formal del gobierno debería reflejar losproblemas, las prioridades y las preocupaciones de la comunidad engeneral...ciertos grupos de intereses casi siempre carecen de represen-

tación en el proceso de creación de la agenda.»

Así identificamos en esta expresión a la desigualdadcomo elemento discordante dentro de un sistema de «jus-ticia social», «libertades» y «plena igualdad de participa-ción».

Revisar en forma general el contenido de la democra-cia, lejos de apartarnos del tema de estudio, nos permiti-rá identificar los factores que convergen para que la igual-dad social, elemento de un sistema democrático, no sepresente en el momento de la participación en el proce-so de formación de la agenda.

En torno a ello Dahl (1987/1985:97-155), realiza unaporte significativo que nos permite enfocar, dentro deltema de estudio, el factor de desigualdad. En rasgos ge-nerales, para no caer en precisiones que ciertamente nosalejarían de nuestro estudio, nos lleva a reflexionar so-bre la dicotomía existente entre democracia ymeritocracia.

El enfoque meritocrático de Dahl (1987/1985), lotraemos a colación para identificar primordialmente unode los elementos que deben ser tomados en cuenta den-

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tro de la democracia y este es el mérito. Lejos de ser eseel supuesto sobre el cual descansa la posición de esteautor, creemos que puede ilustrarnos sobre el enfoque,en la toma de decisiones en política exterior, como parteintegrante de la elite especializada que, si bien no tomaacciones directas en la ejecución de la política, su im-pacto sobre ella es considerable. A pesar de la importan-cia del tema, no profundizaremos en su estudio y análi-sis debido a que forma parte integrante de un conceptogeneral, por lo tanto, individualizar su estudio nos apar-taría de nuestra orientación.

Llevando lo anterior a nuestro enfoque, considera-mos que existen dos elementos que determinan el poderde los grupos para participar en la formación de la agen-da de gobierno: 1) el interés común y 2) la capacidad deaportar soluciones. Definimos interés como la confluen-cia de necesidades recíprocas entre los grupos y ladirigencia política.

Hemos aproximado lo que se entiende por definir unproblema; en torno a ello Elder y Cobb(1993/1984:93)afirman que:

«Definir una situación como un problema de políticas significa aceptarque tiene solución y delimitar sus soluciones posibles. Se presume nosólo que debe y se puede hacer algo, sino que la posible solución caedentro de la competencia de las autoridades de gobierno».

Al respecto retomamos varias palabras de la anteriorexpresión en donde «delimitar las soluciones posibles»,entra en la esfera de lo real. Debe anticiparse el costo dela solución y determinarse si es lo suficientemente posi-ble para que el gobierno lo encare seriamente. La perti-nencia entre a) el problema b) el costo c) la solución

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determinará el flujo de posibles soluciones en el procesode formación de una agenda.

El sentido de la oportunidad, está íntimamente vin-culado al interés mutuo y a la capacidad, así Elder yCobb(1993/1984: 97) estiman que:

Tienen que encontrarse en el mismo lugar y al mismotiempo el problema, su [...]solución[...] y las personasindicadas(las que están políticamente bien ubicadas ydispuestas a presionar a favor de una cierta cuestión),para no dejar pasar una oportunidad que tal vez no re-grese durante mucho tiempo...

Consideramos, en base a la exposición de Elder y Cobb(1993/1984k:99) que el flujo de oportunidades de elec-ción está condicionado a la existencia de tres elementosconvergentes: 1) la pertinencia en el tiempo 2) el interéscomún, por ejemplo como el caso que nos citan al refe-rirse a que: «[...]las elecciones generan incentivos paraque los candidatos busquen cuestiones que abanderar yconllevan cambios en oficinas públicas, clave, abriendonuevas oportunidades de acceso a la agenda de los pro-blemas nuevos[...]» (Elder y Cobb1993/1984) 3) la ca-pacidad de crear soluciones viables. En este punto seconsidera la afirmación de Nelson (1993/1978:131) alestimar que existen dos hipótesis «consistentemente úti-les para explicar el proceso de formación de la agenda.Son aquéllas que respectivamente, consideran la dispo-nibilidad de recursos y la etiquetación (sic) [...]de los asun-tos...»

Tomando en cuenta la posición de Nincic (1992) so-bre la necesidad de atender la opinión de las masas en latoma de decisiones al proceso de formación de una agen-

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da de política pública, consideramos que podemos en-contrar en ellos una brújula adecuada para comprenderlas variables que intervinieron para definir dos estilosdiferentes de expresar una política exterior democrática,como así veremos en los gobiernos de Betancourt (1959-1964) y Caldera (1969-1974).

De esta forma, el presente capítulo, expone concep-tos que ayudarán a analizar comparativamente las polí-ticas exteriores de Rómulo Betancourt y Rafael Caldera,teniendo como elementos para la comparación, ideascentrales de Miroslav Nincic y Elder y Cobb.

De Nincic, la evaluación de dos riesgos: el desborda-miento desde abajo y el descarrilamiento desde arriba;enrriquecida con la visión de Elder y Cobb sobre la ma-nera de cómo gobierno y sociedad definen los conteni-dos de la agenda de política exterior, (7)cuya utilidad re-posa precisamente en identificar la fuente que dio ori-gen a la definición de la agenda: societal o gubernamen-tal.

7 En la bibliografía se encuentran citados tanto documentos, como textos e

interpretaciones.

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CAPITULO II

ESTÍMULOS DE LAPOLÍTICA EXTERIOR VENEZOLANA

(1959-1964 y 1969-1974)

«Uno de los fines del pensamiento moderno es buscar la verdad o, como se prefiere decir enalgunos casos tomar el contacto con la realidad...»

Roiz Javier. El gen democrático. Editorial Trotta. Madrid, 1996. p 143 (8)

En los capítulos que siguen, no pretenderemos hacerun análisis historiográfico de la política exterior de losgobiernos de Betancourt (1959-1964) y Caldera (1969-1974), que no se corresponde con el objeto de este tra-bajo. Nuestro aporte al estudio de la política exteriorvenezolana será analizar si las fuerzas sociales que vie-nen desde abajo, incidieron en la formación, formula-ción y ejecución de la agenda de gobierno en políticaexterior durante esos años. Siguiendo a Nincic cuandonos referimos al término: desde abajo, deseamos expre-sar que la fuerza viene desde la sociedad en la que seconstituye la Democracia

Teoricamente la política exterior es el producto delas relaciones y los incontables puntos de contacto queuna nación mantiene en el orden interno a través de los

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El gen democrático fue presentado en un seminario denominado: «Democracia: nuevos actores,

nuevos paradigmas» en el Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezueladurante el mes de Julio de 1998.

8 Javier Roiz, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid publicó untrabajo titulado «El Gen Democrático» en donde trata las variables que impactan a una sociedadpara la conformación de una conciencia democrática ciudadana. En su tesis, el gen democráticoes expresión de la necesidad colectiva por desarrollar una cultura democrática perdurable.

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pactos de gobernabilidad que exprese su texto constitu-cional y su proyecto nacional (Henkin,1986:29; Marcano,1998), en donde convergen acciones y actitudes grupalese individuales que estimulan desde «abajo» las decisio-nes gubernamentales (Nincic, 1992).

Por ello, para identificar, analizar y explicar, aquelloque hemos llamado «estímulos de la política exterior»,en los dos períodos objeto del presente estudio (1959-1964/1969-1974), es preciso definir el anterior térmi-no, con el objetivo de facilitar la comprensión de lospárrafos que siguen. Hemos hecho referencia en el capí-tulo anterior al ciclo de atención de los problemas públi-cos y cómo estos llegan a ser considerados en la agendagubernamental. A ello, adicionamos el término «estímu-lo» como condicionante bio-psico-socio-político, paraexplicar la vinculación entre el problema propiamentedicho y la justificación gubernamental para que sea con-siderado en la agenda de política exterior (en lo específi-co).

La noción biológica de estímulo llega a nosotros des-de un ámbito bio-psico-socio-político que expresa unamúltiple e interdisciplinaria relación biológica, psíquica(George, 1991:35), social y política de un conjunto dedecisores (internos y externos/públicos y privados); esdecir, su nivel socio-cultural, su constructo ideológicoasí como sus creencias, valores y dependencia políticopartidista (Herrera, 1995) que van a influir en la toma dedecisiones (George, 1991:14-18).

Por ello, para identificar los estímulos de la políticaexterior de una nación deberíamos, además de analizarlos elementos de orden interno y externo, valorar el peso

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de las anteriores variables en la vida del decisor(George,1991:17) para comprender el proceso que vadesde las percepciones y necesidades hasta la toma dedecisiones y ejecución de políticas. Vemos así que losestímulos de la política exterior son variables que condi-cionan lo individual y colectivo en la acción del decisor(George,1991:18) y en la toma de decisiones que asumeel objetivo de alcanzar la satisfacción de intereses na-cionales (Nincic,1992: 157; Morgenthau,1963:13-14).

Buena parte de los «estímulos de la política exterior»pueden ser identificados en los discursos presidenciales,notas de cancillería, memorias del Ministerio de Rela-ciones Exteriores, así como en las demandas de gruposde presión (George,1991:91) las de partidos políticos, ylas del Congreso (Nincic,1992:57) y el público atento(Nincic,1992:27).

Por ello nuestra labor inicial se ha limitado a identifi-car cuáles fueron las variables que condicionaron la ac-ción exterior en esos períodos. En atención a lo anterior,luego de haberse examinado y valorado debidamente elcontenido de las fuentes primarias y secundarias7, llega-mos a la definición que en cada período privó un rangocaracterístico de «estímulos»; convergentes con otros demenor importancia. Así, durante la Presidencia deBetancourt (1959-1964) la búsqueda de consolidar lademocracia representativa, fue el norte que rigió la ac-ción exterior, y ello lo denominamos: «la preeminenciadel estímulo político».

Por otra parte, durante el primer mandato de Caldera(1969-1974), la necesidad de cohesionar a una sociedaddividida, elevando los niveles de vida y fortaleciendo las

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estructuras económicas en el orden interno, fueron ele-mentos que inspiraron a la política exterior, lo cual he-mos definido como «la preeminencia del estímulosocioeconómico».

2.1. Preeminencia del estímulo político duranteel gobierno de Betancourt. (1959-1964).El régimen de Rómulo Betancourt, comprendido en-

tre 1959-1964, inició un cambio en la política venezola-na en el campo de las relaciones internacionales (Joskode Gueron,1978). En efecto, en materia de política ex-terior, se definieron lineamientos dirigidos principalmentea reafirmar nuestra política tradicional de paz y de co-operación con todas las naciones, y en particular con lasnaciones latinoamericanas (Rey,1998), siempre bajo lafirme convicción de repudiar todas aquellas medidas queatentaran contra la autodeterminación de los pueblos(Betancourt,1960:125) como una manera de contribuiry servir de agente multiplicador para la expansión de go-biernos democráticos en la región como forma expresade neutralizar, aislar o condenar, la influencia de los go-biernos dictatoriales (Rey,1998). Estos fundamentos dela política exterior venezolana, fueron expresados du-rante este período, en la «Doctrina Betancourt»(Marcano,1998).

Las características del movimiento cívico-militar quederrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, no se ex-tendieron «hasta el ámbito de la provisionalidad»(Velázquez, 1980) debido a que se constituyeron en ele-mentos del discurso de los diversos sectores sociales, enla búsqueda de consolidar las instituciones democráti-

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cas. La existencia de un consenso amplio en relación conlas pautas de la modernización política, se debió a doscondiciones de política interna.

En primer lugar, se hacía necesario crear un sistemaque a la vez de garantizar la participación satisfactoriapara el pueblo, legitimase la acción del Estado, otorgán-dole una estabilidad suficiente para implantar el proyec-to nacional democrático (Rey,1998). En segundo térmi-no, se imponía fomentar el equilibro necesario que per-mitiera regular las condiciones sociales y económicasentre capital y trabajo, tomando en consideración el des-ajuste económico y la crisis fiscal (Maza,1965).

La búsqueda de la unidad fue el vehículo político delo que Rey (1998) denominó «el sistema populista deconciliación». El gen democrático8 (Roiz,1996) se trans-formó bien pronto en sinónimo del pensamiento popu-lar, trascendiendo así los límites tradicionales de las cla-ses sociales. La democracia y el pluralismo amplio fue-ron entonces la solución concertada entre los sectoresde la vida nacional (Rey,1998). Fue así como la organi-zación de los elementos sociales y políticos requirió deuna sujeción a las fuerzas hegemónicas capitalistas re-presentadas en la burguesía y las Fuerzas Armadas(Stambouli,1980).

Los partidos políticos, de acuerdo con la organiza-ción del empresariado y de los trabajadores,instrumentaron los compromisos adquiridos durante laresistencia y ampliaron el espectro de los mismos, bus-cando una plataforma de consenso social que facilitó eldesarrollo de su proyecto social y político. La cristaliza-ción de esos acuerdos fundamentales, fue la fuente que

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nutrió el Pacto que más tarde regularía el nuevo sistemapolítico venezolano. (Rey,1998)

El Pacto de Punto Fijo(9) representó el deseo de lospartidos por asegurar un vital entendimiento que pudie-ra garantizar el funcionamiento del naciente sistema po-lítico venezolano (Rey,1998). En el Pacto se formalizóe instituyó un conjunto de normas suscritas por los prin-cipales partidos políticos: Acción Democrática (AD), ElComité Organizador Político Electoral Independiente(COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD)(Marcano,1998:56).

Previamente se acordó un conjunto de premisas quepermearon lo que se conoce como el «espíritu delPacto»(Rey,1998). Una de ellas, al admitir la existenciade diversos partidos y las naturales diferencias entre ellos,expresó la prohibición de utilizar «ciertos procedimien-tos»(10) que pudieran llevar a la violencia interpartidista(Marcano,1998:54).

Luego se reconocería la existencia de intereses co-munes que se expresarían en un programa común y mí-nimo de gobierno (Rey,1998) y la no-inclusión en losprogramas particulares de cada partido de los puntoscontrarios a los del programa mínimo (Rey,1998). A suvez, el total de votos de todos los partidos principalesen las elecciones se consideraría como respaldo al nue-vo régimen. De esta manera, se alcanzó el compromisode los partidos, cualquiera que resultare ganador, a par-ticipar en un gobierno unitario sin predominio de ningu-

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9 Se anexa al final del trabajo especial de grado el texto del Pacto de Punto Fijo.10 Procedimientos de violencia política por parte de la oposición, como elasumido por Acción Democrática durante el régimen de Medina Angarita.

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no de ellos en el Gabinete. Finalmente se llegó al acuer-do según el cual el paso inicial de un partido a la oposi-ción no lo convertiría en antagonista ni le eximiría derespetar las reglas del juego.

La no-inclusión del Partido Comunista en el Pacto sedebió, según las propias palabras de Betancourt (1959)citado por Njaim a que: «representaba[...] una filosofíapolítica que no se compaginaba con la estructura demo-crática del Estado venezolano que se quería consolidar.»(Njaim, 1978: 14)

La expresión de esta concepción betancourista tuvosus efectos en materia internacional (Betancourt, 1961),tomando en consideración que en esos años la guerrafría se acentuaba y la aceptación del Partido Comunistaen la coalición política, además de violentar la estabili-dad del sistema, atentaba contra los intereses de los Es-tados Unidos, protagonista de la guerra fría(Alexander,1982) en contra de la expansión comunistaen el mundo, y de los totalitarismos de derecha(11).

Esta circunstancia internacional, a nuestro criterio,hizo del Pacto de Punto Fijo, un instrumento para ga-rantizar la estabilidad del sistema político que nacía(Marcano,1998), cumpliendo con los principios del inte-rés nacional, definido en tres líneas generales que confi-guraron un orden prioritario de acción, en donde se res-guardara el orden interno. Por ello fueron perseguidoslos siguientes objetivos que se evidencian en las memo-rias de la Cancillería durante este período y en el discur-

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11 Debemos hacer referencia obligada al cambio de rumbo de la políticaexterior estadounidense a partir de 1959 y el impacto de la triple AlianzaLatinoamericana: Figueres, Muñoz Marín y Betancourt, sobre la política exte-rior estadounidense en contra de las Dictaduras de derecha.

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so presidencial de toma de posesión (Betancourt,1960):1) la existencia física de la nación; 2) la autonomía delEstado y 3) la búsqueda de la modernización política.

Durante el gobierno de Rómulo Betancourt los em-presarios respaldaron la consecución de un logro que con-sideramos esencial: el mantenimiento y fortalecimientode las estructuras democráticas contra todo intento desubversión comunista. Este fundamento político guió enlo sucesivo los intereses mutuos (empresariado - gobier-no) en la formación, formulación y ejecución de la polí-tica exterior.

El modelo planteó la alternativa de un crecimientomás cuantitativo que cualitativo y otorgó una importan-cia significativa a la industrialización sustitutiva de im-portaciones que suscitó una apertura mayor de la econo-mía venezolana al capital monopolista internacional,ajustado con las pretensiones de la política económicaque propuso el propio empresariado, con la finalidad deampliar las alternativas de la acumulación de capital,diversificando la base interna de dependencia(Maza,1965).

La caída del General Marcos Pérez Jiménez el 23 deEnero de 1958, permitió la constitución de una JuntaMilitar de Gobierno que abrió un conjunto de expectati-vas diversas al sector militar. Las diferencias existentesen el seno de las Fuerzas Armadas durante la dictaduraafloraron con fuerza después del 23 de enero. Estas di-ferencias radicaban en la naturaleza de las tendenciasparticulares que actuaban en el interior de la institucióncastrense.

En torno a estas divergencias existían tres grandes

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facciones militares: 1) los que sustentaban la tesis de ungolpe militar; 2) aquéllos que actuaron como soporte delnuevo orden político, y 3) los oficiales pasados a situa-ción de retiro durante la dictadura. Estas élites militaris-tas habían surgido como un producto político(Alvarez,1996: 155) en sus relaciones con los demásagentes sociales.

El acercamiento a las organizaciones partidistas comofórmula para aumentar su influencia, hizo acreedores alas Fuerzas Armadas de un comportamiento político conpreferencias para asumir compromisos que escapaban ala esfera de lo estrictamente militar (Brito,1967: 227).Esta ubicación política del militar venía determinada porlos siguientes factores convergentes: (Marcano,1998:89-90)

* Los militares habían sido junto con los partidospolíticos, detentadores del poder y por lo tanto se ha-bían impuesto a la sociedad, instalando mecanismos deorganización sobre los demás sectores.

* A pesar de haber sido un grupo de interésinstitucional, como parte de una burocracia específica,se comportaba como un grupo autónomo de carácterprivado.

* La dirección del Estado había estado alternada en-tre el poder civil y el poder militar.

* A partir de estos elementos que constituían un ries-go para la estabilidad futura del sistema democrático, esque el sistema político presidencialista, crea los meca-nismos eficaces para que se operara en las Fuerzas Ar-madas el tránsito de dueño, a soporte asociado del po-der. El objetivo logrado por el gobierno de Betancourt

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consistió en regular el militarismo, sin que éste abando-nara sus criterios autónomos (Betancourt,1960), convir-tiendo a los militares en moderadores de la gestión polí-tica, salvaguardando la integridad del sistema.

En este punto las élites dirigentes encomiendan almilitar funciones específicas para asegurar la integraciónorgánica, funcional y equilibrada de los distintos com-ponentes de la sociedad. La administración de Betancourtsupo cumplir los ofrecimientos planteados al sector mi-litar, buscando la profundización del carácter profesio-nal de la oficialidad, lo cual contribuyó al mejoramientotécnico - científico y la elevación del nivel de vida ensus aspectos económicos y sociales (Alvarez,1996:163).

El gran aporte del régimen de Betancourt fue lograrla institucionalidad de las Fuerzas Armadas, integrán-dolas a la vida civil, pero separadas de la acción políticay partidista.

La Iglesia Católica fue otro de los actores del Pactode Punto Fijo (Alvarez,1996:155), junto a los partidosprincipales que hemos señalado, y los Representantes dela empresa privada. La firma del Modus Vivendi quesustituyó al Patronato selló la reconciliación del credocon el gobierno de Betancourt. (Velásquez,1980).

Es importante considerar que, la experiencia conflic-tiva vivida durante el llamado Trienio adeista (1945-1948), en las relaciones con la Iglesia sirvió al gobiernode Betancourt (1959-1964), para no cometer los mis-mos errores (Stambouli,1980).

El modus vivendi fue la regulación más acorde entreel gobierno de la Santa Sede dado el contexto político ysocial del momento (Marcano,1998). Betancourt duran-

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te los años de su administración mantuvo amplias rela-ciones con la Iglesia Católica, producto del aprendizajede su propia experiencia.

La Constitución Nacional de 1961 trazó los funda-mentos éticos y políticos sobre los cuales se construyóla política exterior del gobierno de Betancourt(Toro,1993). Su implementación y formulación adquiriórango constitucional al serle atribuido al Presidente «ladirección de las relaciones exteriores de la República»(Constitución Nacional,1961:artículo190). Lo que faci-litó los planes del propio Betancourt, al querer darle unsello particular a las relaciones internacionales de Vene-zuela durante su mandato (Marcano,1998)

De manera que el proyecto nacional democrático, di-rigido a instaurar un sistema político fundamentado enla libertad y en la participación ciudadana a través de lospartidos, no dudó en imponerse como un aspecto rele-vante en el diseño de la acción exterior. La política exte-rior -como el resto de las políticas públicas- se sustentóen lo que Juan Carlos Rey (1998) ha caracterizado comoun sistema populista de conciliación de elites,

«[...]basado en una coalición de grupos sociales y políticos heterogéneos,que reconoce la legitimidad de los intereses de sus miembros y quecuenta con un sistema de transacciones y compromisos entre ellos demodo que los intereses de cada uno puedan ser satisfechos, así seaparcialmente [...] Los supuestos fundamentales para que tal supuesto semantuviese, [...]eran: una alta capacidad de negociación por parte de laelite [...] basada en un estilo pragmático y conciliador y en una ampliacapacidad de maniobra; un ambiente de confianza, pasividad ydesmovilización creciente de las masas; un balance de intereses nodemasiado heterogéneo entre los miembros de la coalición, evitandoantagonismos ideológicos; y abundancia de recursos para que las ganan-cias de unos miembros de la coalición no significasen pérdidas para losotros. (Rey,1998:35)

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Consideramos que el proyecto nacional venezolano,reformulado durante el gobierno de Betancourt, impu-so en el ámbito de la política exterior ciertas reglas dejuego a ser cumplidas por la élite; estas fueron: modera-ción de los conflictos, consulta y responsabilidad com-partida, discreción y secreto, afirmación del consenso ydespartidización (Rey,1998:292-296). Paralelas con esasnormas, se practicó un nuevo estilo de negociaciónsociopolítica típico del sistema político venezolano y unmodo de cultura de la política exterior (Rey,1998: 201)

Por ello, los valores que orientaron la política exte-rior, la estabilidad institucional y la cultura democráticase constituyeron en las bases sobre las que descansaronlas relaciones de Venezuela con el mundo (Rey,1983),en la dimensión particular de defender y promover a lademocracia como forma de vida, dentro de un sistemapolítico que buscaba alcanzar el bien común, la justiciay la libertad.(Marcano,1998)

Este conjunto de valores y principios, sirvió comoorientación a la acción externa del Estado venezolanorespecto a la autodeterminación de los pueblos, a la no-intervención, a la cooperación entre las naciones basa-dos en la salvaguarda de los derechos humanos y en lajusticia que haga posible una paz perdurable.

El elemento ideológico (Marcano,1998) que le diosoporte normativo al proyecto político nacional que im-pulsó Betancourt fue la Constitución de 1961; allí se re-cogió un conjunto de valores y principios que desde 1947eran compartidos por la inmensa mayoría del pueblo. Unavez en vigencia comenzó a formar parte poco a poco delpatrimonio cultural de los venezolanos, debido a que

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expresó una realidad histórica y sociopolítica(Velazquez,1980)

El proyecto nacional democrático era principalmen-te un proyecto de política interna y doméstica, con obje-tivos de política exterior que buscaba la democratiza-ción del Estado (Marcano,1998:79-84) Al respectoMiriam Kornblith advierte:

«[...] Con el Pacto de Punto Fijo se garantizó la plena vigencia del juegopolítico electoral; los partidos políticos fungieron como principales -y casi únicos - canales de agregación y articulación de intereses societales,y como agentes privilegiados de mediación entre el Estado y la socie-dad. En la constitución de 1961 se consagraron estos principios y reglasy sobre estas bases se diseñó un proyecto sociopolítico de largo alcan-ce.» (Kornblith, 1994: 142)

El proyecto nacional fue compartido por la mayoríade los sectores de la sociedad venezolana, que no enten-dieron el peligro de establecer la democracia a costa decualquier precio, lo que podía traer como consecuenciaerrores y aciertos que aún hoy vivimos (Marcano,1998).El régimen de Betancourt se orientó desde sus inicios adesarrollar una política marcada por el pluralismo, aúncuando existió la necesidad de ejercer cierta represiónpopular dirigida a salvaguardar los intereses del nuevorégimen.

«El sistema populista de conciliación de elites»(Rey,1998:292) se fundamentó en el reconocimiento dela existencia de una pluralidad de intereses colectivos,económicos y políticos que debían ser incorporados alrégimen, el cual dependía de la presencia e interacciónde la abundancia de recursos económicos originados porla renta petrolera (Tugwell,1977) con lo cual el Estadopudo salvaguardar los intereses de los grupos y sectores

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que conformaban la coalición, usando la capacidad delos partidos políticos para sumar, canalizar y representarlas múltiples demandas.

La fusión de estos elementos hizo posible la implan-tación de un estilo decisorio de acomodo y negociaciónpara solucionar demandas. Por otra parte, el Estado ga-rantizó a la Iglesia, a las Fuerzas Armadas, a los gruposempresariales y laborales organizados, que sus interesesno serían vulnerados por la aplicación de la regla demo-crática de las mayorías (Betancourt,1960).

El régimen aseguró la confianza del pueblo en los me-canismos democráticos representativos, a través de laselección de las autoridades gubernamentales, garanti-zando la regularidad y respeto a las elecciones. El nuevomodelo político, se caracterizó por tres logros específi-cos: la estabilidad política, la confianza de la poblaciónen el régimen democrático y en su liderazgo, y el relativocrecimiento económico (Marcano,1998)

No obstante, por esa necesidad de implantar la de-mocracia a cualquier costo, como se ha mencionado, segeneraron las siguientes deficiencias: excesivo centralis-mo; desigualdad socioeconómica; clientelización de lasrelaciones entre el Estado, ciudadanos y empresarios;participación de las instituciones y las decisiones y co-rrupción administrativa (Romero,1987). Para el año 1958,las metas políticas fijadas por los distintos sectores de lasociedad, pretendían dirigir el sistema hacia una estabi-lidad política y su institucionalidad. Con la intención dealcanzar este objetivo, se estableció un acuerdo de basepara evitar el conflicto generalizado entre las diversasesferas sociales y políticas presentes para la fecha. El

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papel activo del Estado también quedó consagrado enla Constitución de 1961, que institucionaliza losparámetros sociales y económicos que sustentarían elcontenido político del proyecto nacional (Brewer,1975).

La Constitución de 1961, tal y como lo señala AllanBrewer Carías (1975), ̈ [...]es el producto directo de aquelPacto (Pacto de Punto Fijo), desde el punto de vista dela organización del Estado y su régimen político». Pornuestra parte consideramos, que más que ese productopolítico, fue el resultado de la sumatoria de los elemen-tos sociales, económicos e ideológicos, los cuales idea-ron un instrumento de carácter jurídico, que pudiera le-gitimar el naciente sistema político democrático susten-tado en la libertad (Marcano,1998). Respecto a los fun-damentos de la Constitución del 1961 Juan Carlos Rey(1998) nos dice:

«El sistema que se instaura en Venezuela en 1958 tiene como propósitocentral asegurar la implantación de una democracia estable y viable,bajo unas reglas de juego sinceramente aceptadas por los principalesactores políticos y sociales, entre los cuales el nivel de conflicto semantiene bajo y manejable en base a un sistema que otorga importantespremios a las acciones cooperativas entre ellos y desarrolla y fortalecemecanismos de negociación, conciliación y transacción entre interesesopuestos.» (Rey 1998:150)

Los rasgos fundamentales que definen el modelo de-mocrático modernizador, también se expresan en la po-lítica económica, en especial, en materia de industriali-zación, en sus contenidos sociales y en el área petrolera.Un ejemplo de lo afirmado lo encontramos en los aspec-tos económicos del Programa Mínimo de Gobierno fir-mado por los candidatos presidenciales en diciembre de1958, los cuales se ajustaron al modelo que desarrolló

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Betancourt desde la Presidencia de la República(Marcano,1998). En este programa, la propiedad priva-da se reconoció como institución legítima a la que se ledebía proteger y estimular.

A su vez, se convino que el Estado era supervisor,promotor y reformador de la actividad privada y un agen-te productivo directo dada su condición de principalfuente de riqueza por los ingresos petroleros(Tugwell,1977) y es a través de un modelo político deamplio pluralismo que dichas funciones podían ser al-canzadas.

El proyecto nacional democrático, estuvo estimula-do fundamentalmente por un objetivo político: definirla imagen de país estable con el nuevo régimen, logran-do así continuar con el modelo de desarrollo iniciadodurante el Trienio 1945 - 1948. Margarita López Maya,nos ilustra sobre el proceso de industrialización duranteel trienio adeista:

«Un índice parcial de la contribución estatal al proceso de industriali-zación fue la parte del gasto fiscal, comprendida en el rubro ...gasto (sic)económico..., que incluye los egresos (corrientes de inversión) destina-dos a los sectores agrícola, transporte y almacenaje, e industria.»(LopezMaya,1996: 38).

A pesar que la acción del Estado en otros momentosrespondió a demandas y presiones de diferentes grupos,no fue sino en este período cuando se diseñó un sistemade compromiso sustentado en principios rectores bajoun acuerdo común, consenso y participación que brindóun carácter equilibrado a la acción del Estado. Esta ar-monía se mantuvo, mediante la formulación de una es-trategia capaz de producir políticas con efectos favora-

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bles para los actores que protagonizaron el Pacto(Marcano,1998), así como también de las fuerzas vivasy de la economía en forma simultánea. Esta estrategiase hizo viable por la acción del Estado, el cual absorbiólos costos y efectos indeseables de su aplicación.

La industrialización representó el vértice de la estra-tegia económica durante el período que se estudia. Alobservar las consecuencias de su aplicación, podemosseñalar en primera instancia, que el Estado cumplió conla prescripción del modelo, al dar un amplio apoyo fi-nanciero, arancelario y fiscal al sector industrial, respon-diendo así, a las aspiraciones de los sectores económi-cos dominantes.

A la acción financiera se sumaron las actividades yasignaciones del Estado, en tanto contribuyeran a ate-nuar algunos de los efectos no deseados del modo deindustrialización, como son las desigualdades en la dis-tribución del ingreso, el desempleo estructural y la con-siguiente estrechez del mercado (Rey,1998).

De igual manera, el Estado asumiría una parte signi-ficativa de la reducción de la fuerza de trabajo, por me-dio del gasto social como se reflejó en los sectores de laeducación, la salud, y la vivienda, contribuyendo simul-táneamente a la acumulación y a la legitimación(Brewer,1975).

Al revisar todas las incidencias económicas y socia-les sobre el sistema que nacía, consideramos que la prin-cipal modernización que se aspiraba alcanzar, era la delsistema democrático; ello debía ser sustentado lógica-mente, por una robusta economía y un bienestar colecti-vo. En ésta área lo político condicionaba lo económico.

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En definitiva, la instauración del actual sistema polí-tico venezolano fue una acción conjunta de todas lasfuerzas que se opusieron a la dictadura, fue una necesi-dad histórica que involucró al empresariado, a la iglesia,a los partidos políticos, y a un sector importante de lasFuerzas Armadas en función de un interés común(Marcano,1998). En este sentido, el costo social fue re-lativamente bajo y la implantación del nuevo régimen serealizó sin mayores discrepancias internas y pudo satis-facer los intereses particulares de todos los sectoresinvolucrados en la aspiración y diseño de una democra-cia estable y perdurable. Esa fue sin duda la preocupa-ción más importante de Betancourt y en función de elloestructuró e implementó su política pública, tanto en lointerno como en lo externo (Rey, 1998).

2.2. Preeminencia del estímulo económico durante el gobierno de Rafael Caldera (1969-1974).Las transformaciones que experimenta el sistema in-

ternacional hacia finales de los sesenta tales como la dis-tensión, despolarización entre las potencias y sus alia-dos, la confrontación norte-sur (Kissinger,1994) auna-dos a factores internos estabilizadores como una demo-cracia afianzada y menos vulnerable (Rey,1998) provo-caron cambios fundamentales en la orientación de lapolítica exterior Venezolana.

Al asumir Caldera la presidencia, nuestros productosy materias primas no lograban alcanzar mejores preciosni un trato justo e igualitario en el comercio internacio-nal. Este hecho, y la instauración de regímenes dictato-riales que promovieron una imagen negativa de Améri-

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ca Latina, contribuyeron a mantener el atraso de los pro-cesos de integración económica y política entre nuestrasnaciones (Boersner,1978).

La necesidad de fortalecer nuestra economía, por lasconsecuencias económicas desfavorables que tradujo laanterior aplicación de la Doctrina Betancourt, condujoal gobierno nacional (1969-1974) a formar, formular eimplementar la política de sustitución de importaciones,iniciándonos en el camino de un desarrollo industrialincipiente, con proyección hacia mercados internacio-nales, con la finalidad de captar otras fuentes de divisasque aseguraren un desarrollo independiente de nuestroproducto petrolero, diversificando la economía. Por ello,se tuvo que abandonar la dirección política que se ejer-cía bajo los lineamientos de la Doctrina Betancourt(Rey,1998).

El reforzamiento de los vínculos con los países lati-noamericanos constituyó uno de los pilares fundamen-tales dentro de los objetivos encaminados hacia la «inte-gración supranacional» (Marcano,1998) que aspiraba aconvertirse en «una comunidad natural que buscaba supropia expresión económica y política» (Caldera, 1970:16), al congregar aspectos comunes que nos vinculancomo los son: la historia, el idioma, las costumbres ycreencias (Carrera,1980).

La postura del partido COPEI, ante la situación desuspensión de relaciones diplomáticas por el gobiernode Venezuela con países donde existían regímenes dic-tatoriales, estuvo contenida dentro del pluralismo ideo-lógico, que estudiaremos mas adelante. La necesidad demantener relaciones diplomáticas con todos los países,

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representaba un estímulo económico y de desarrollo in-terno que regía la justificación de volver a nuestras rela-ciones comerciales con todas las naciones vecinas, sinimportar su régimen interno.

Así observamos que el propio Caldera, al asumir lapresidencia de la República expresó:

«Sin desconocer las razones que inspiraron una posición anterior, noscorrespondió recoger un verdadero anhelo nacional: el abrir el campode las relaciones internacionales, restableciéndolas progresivamentecon aquellos países de América Latina de los que nos hallábamos in-fructuosamente distanciados y estableciéndolas o reanudándolas conotros países del mundo, a los cuales no podemos ignorar; sin subordi-narlas a la adopción de posiciones ideológicas sino a las condicionesque garanticen nuestra seguridad e interés nacional.» (Caldera,1970: 154)

Vemos en las anteriores palabras pronunciadas el díade la toma de posesión, dos variables que debemos con-siderar: 1) anhelo nacional: que expresaba la atencióndel gobierno entrante en atender las necesidades del pue-blo y del público atento y 2) interés nacional: dirigido ainsertar a la nación dentro de un proceso de desarrollohemisférico para lograr los fines internos, en donde lademocracia debía estar sustentada por un pueblo satis-fecho en sus necesidades fundamentales. El vehículo paracumplir con esto, era elevando los niveles de vida de losvenezolanos a través de la diversificación de nuestra eco-nomía. Las características más puntuales de estas varia-bles las estudiaremos en los temas siguientes.

Por otra parte, la estabilidad que alcanzaba el sistemapolítico, propiciaba la legalización de las actividades degrupos clandestinos y de grupos comprometidos con laguerrilla; ello se realiza dentro de un esquema conocidocomo « la política de pacificación» a la que se acogen

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grupos e individuos, debido a las circunstancias internasy externas que determinaron la derrota de sus activida-des (Rey,1998). Por ello, una situación económica, polí-tica y social más estable, sirvió de sustento a un cambioen el ejercicio de la política exterior.

El problema económico que se buscaba solventar apartir de una política exterior de apertura ideológica,contenía un amplio enfoque social en la búsqueda deldesarrollo como un concepto que dependía de la capaci-dad para satisfacer las necesidades de la población. Porello su administración sostuvo que el desarrollo partíadel dinamismo que producía la acción exterior hacia ellogro de metas económicas (Velásquez,1980).

Los Demócrata-Cristianos sostenían que el hablar depaíses desarrollados expresaba la idea de una satisfac-ción de las necesidades de los pueblos en sus aspiracio-nes fundamentales. Por ello, el desarrollo fue quizás eltema mas impregnado de la concepción cristiana de lavida debido a que su objetivo estaba dirigido a alcanzarlos valores fundamentales en la realización de los dere-chos esenciales de las personas (Caldera,1980). Así, elconcepto de desarrollo también expresó el reconocimien-to de los derechos de cada comunidad nacional en unplano de igualdad, para lograr dentro de la armonía y delintercambio, el fortalecimiento de los medios para la sa-tisfacción de las necesidades sociales (Caldera,1980).

En 1969, Venezuela se encontraba rodeada de go-biernos militares con los cuales no tenía relaciones. Porello la experiencia de los diez años anteriores, con laaplicación de la llamada «Doctrina Betancourt», más queinfringir un castigo sobre esas dictaduras, amenazaba

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con perjudicar «el desarrollo interno» (Marcano,1998). Debido a lo anterior, el nuevo gobierno realizó un

giro en el manejo de los asuntos exteriores, obedeciendoa las presiones internas emanadas de los grupos de po-der económico que veían con interés la vuelta a las rela-ciones diplomáticas con las naciones vecinas para desa-rrollar nuevos intercambios económicos.

Asimismo, la expresión democrática venezolana seevidenció de una forma diferente, tendiente a intercam-biar los beneficios que esta proporciona y los beneficiosque genera, en cambio de condenar los regímenes de fuer-za.

Esta preeminencia económica de la política exteriorse expresó en el contenido de la política de amplio plu-ralismo y justicia social internacional, en donde la nece-sidades de diversificación de exportaciones y mercadoseran proclamadas como consecuencias del orden demo-crático (Calvani,1993). Lo mismo se planteó en las rela-ciones comerciales con Europa Occidental y con lospaíses socialistas.

Por otra parte, la administración del Presidente Cal-dera, abre una brecha en donde se consagra la tesisdesarrollista, buscando la solución de los problemas delsubdesarrollo que deterioraba los niveles de vida de losciudadanos de los Estados vecinos. Debido a esto, elpetróleo se constituyó en un instrumento de política ex-terior para promocionar una democracia sana económi-camente (Mommer,1988).

Abordando la política hacia los vecinos, los princi-pios orientadores de la política exterior, como lo fueronel pluralismo ideológico y una sociedad solidaria, sirvie-

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ron de propósito para superar el aislamiento diplomáti-co que provocó la aplicación de la llamada DoctrinaBetancourt (Marcano,1998). Así al sustituir esa prácticade aislamiento por una apertura política, económica eideológica, se buscaba satisfacer las necesidades econó-micas -primordialmente- para causar un efecto domésti-co positivo de la acción exterior.

En cuanto a las relaciones con la Organización deEestados Americanos (OEA), el gobierno insistió en le-gitimar y garantizar ciertas propuestas y decisiones co-lectivas. Por ello, la mayor estabilidad del sistema políti-co y la dinámica interna de los grupos de presión permi-tió al aparato de política exterior activar nuevos frentescon naciones bajo regímenes dictatoriales. Por otra par-te, en ocasiones los procesos de formación de políticasinternas neutralizaban la atención personal del Presidenteen la aplicación de la política exterior, a diferencia de laejecución de las mismas durante el período deBetancourt, que se distinguió por la férrea autoridad queexpresó el Presidente en el manejo de los asuntos inter-nos y externos. Esta confusión en el proceso de forma-ción de la política exterior, se explica a partir de la proli-feración de organismos de decisión donde la diversifica-ción de unidades vinculadas a la política exterior tendíaa opacar la acción ejecutiva en el manejo de la políticaexterior (MRE, 1971). Así mismo, la integración regio-nal estuvo definida por una visión personal y particulardel Presidente sobre la política exterior, hecho este quese evidencia en los discursos presidenciales (Caldera,1979).

En este orden de ideas, el Bien Común, elemento ideo-

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lógico que dirigía la acción del nuevo gobierno Demó-crata Cristiano, tenía una sujeción a los aspectos econó-micos. Era entonces necesaria, la idea de un Bien Co-mún Universal donde el objetivo se centrara en la crea-ción justa de una estructura social con una justa divi-sión del trabajo (Caldera,1980). Su fin estaba orientadoa diseñar la creación de un sistema de distribución inter-nacional de la producción en donde los países miembrosde la comunidad de naciones hubieran de integrarse auna economía universal que contemplara todos las eta-pas del proceso económico (Caldera,1980). Ello impli-caba la formación, formulación e implementación de unapolítica exterior orientada hacia la realización del desa-rrollo de la humanidad (el Bien Común Universal) y node un grupo de países privilegiados (Caldera,1980).

Así, la Justicia Social Internacional, se convirtió en laorientación que condujera las diversas transformacioneseconómicas, sociales, políticas, y culturales(Calvani,1993). Fue la Justicia un principio regulador parala creación de un equilibrio sostenido entre los poseedo-res y los desposeídos, entre los fuertes y los débiles, en-tre los ricos y los pobres, entre el poder social fuerte ylos débiles (Caldera,1980).

En suma, mientras la orientación fundamental de lapolítica exterior del gobierno de Rómulo Betancourt enla primera mitad de los años sesenta fue la consolida-ción y extensión de la democracia política, la del Presi-dente Rafael Caldera en la primera mitad de los setentafue la búsqueda de una democracia basada en un ordensocial y económico más equilibrado y justo.

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CAPÍTULO III

LA DEMOCRACIA COMO ASUNTOPOLÍTICO DE LA AGENDA DE FORMA-CIÓN DE LA POLÍTICA EXTERIOR DEL

GOBIERNO DE RÓMULOBETANCOURT. (1959-1964).

«...los miembros deben tener la oportunidad exclusiva de decidir cómo, y si así lo eligen que asuntos debenser incorporados en la agenda. Robert Dahl. La Democracia una guía para los ciudadanos. Editorial Taurus. Argentina, p 48

Más que describir las tendencias políticas o económi-cas de uno u otro gobierno objeto del presente estudio,precisamos comprender el origen de esas tendencias ycómo fueron expresadas en la acción exterior del Esta-do, tomando en consideración, las variables -políticas oeconómicas- que se evidencian en el discurso de cadadecisor y si hubo el impacto al que se refiere Nincic(1992) de la dinámica desde abajo, en la definición de laagenda de política exterior.

Por la pluma de muchos académicos hemos disfruta-do de la historia del sistema político venezolano, espe-cialmente el segmento que comprende el gobierno deRómulo Betancourt (1959-64). No obstante, para con-cebir esta investigación, nuestra referencia fundamen-tal, sustentado sobre una base historiográfica, ha sido elpropio discurso Presidencial, del cual podemos extraerlos rasgos de su visión particular sobre el fenómeno po-lítico interno y como éste se expresó en el terreno de la

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política internacional.Para lograr esa finalidad se hace obligatorio revisar

los rasgos generales del contexto político interno y ex-terno durante el período 1959-1964 e identificar (la lla-mada Doctrina Betancourt) cómo la democracia fue uti-lizada de instrumento político para desarrollar los obje-tivos definidos, estudiados y ejecutados en la agenda deformación de la política exterior.

Es amplio el temario a analizar sobre el impacto delcontexto interno en la definición de la acción exterior deun Estado. Nincic (1992) presenta uno de los argumen-tos más actuales que pone énfasis en la tesis que susten-tamos, dado que, de los procesos de negociaciónsociopolítica del orden interno surgen definiciones a losproblemas en el orden externo; es decir, el impacto quese origina de las presiones de fuerzas del orden demo-crático y que nacen desde abajo, condicionan la forma-ción y ejecución de las políticas exteriores.

Por ello nuestro camino estará dibujado por dos gran-des ideas principales: la primera será analizar el conteni-do histórico del contexto interno y externo, su influenciaen la política exterior y la segunda, buscaremos discernirdel discurso presidencial las variables que llevaron alrégimen a asumir una postura rígida contra gobiernos defacto, producto del derrocamiento de regímenes demo-cráticos, hecho éste que fue recogido por la historiografíacomo la Doctrina Betancourt, por estar definidos loshechos históricos desde una visión particular del Presi-dente y cómo debía actuar el régimen en torno a ciertosestímulos domésticos e internacionales.

Delimitaremos el rumbo escogido al estudio de dos

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casos concretos, el cubano y el dominicano, por mediode los cuales podremos explicar el por qué de lapreminencia de lo político en la formación de la agendade política exterior y cómo ésta fue ejecutada a través deuna conducta ajustada a los propósitos que buscaba al-canzar el régimen.

3.1. El contexto y su influencia.

Durante la administración Betancourt (1959-1964),se buscaba construir un país democrático, pluralista, conapego a la legalidad y respetuoso de los tratados interna-cionales y los derechos humanos, para alcanzar este pro-pósito, entre otros instrumentos, se empleó la políticaexterior. Es decir, se fortaleció la defensa interna del paísmediante la aplicación de una política exterior adecuadaa esos propósitos. No obstante, la aplicación de la mis-ma produjo la ruptura automática de relaciones con go-biernos de facto de la región; ello lejos de impedir nue-vos golpes, aisló a Venezuela de sus vecinos y dificultóel logro de otros fines y objetivos del interés nacional,como lo fueron el desarrollo económico y la integración(Guerón, 1972).

La visión de Juan Carlos Rey (1998) reitera este enfo-que cuando afirma que rara vez Venezuela ha visto elambiente de las relaciones internacionales como una«...fuente de oportunidad» (Rey, 1998: 60-61), muy alcontrario, siempre ha existido una constante tendencia aconsiderar ese entorno como un ámbito repleto de peli-gros. Betancourt no sólo veía peligros, sino también veíanuevas oportunidades del contexto para el desarrollo de

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la democracia que se iniciaba. Esta visión la sustenta-mos por las propias palabras de Betancourt al expresarque:

«[su política exterior] buscaba crear un cordón sanitario para aislar a losgobiernos de facto del seno de la comunidad democrática de AméricaLatina, [obligándolos] a retornar a la institución democrática mediantela participación de todos los sectores ciudadanos...» (MRE,1962)

No obstante lo anterior, al suspender nuestras rela-ciones diplomáticas con los gobiernos brasileño y argen-tino, países que después de Estados Unidos eran nues-tros principales compradores de petróleo para entonces,perdimos en aquel momento la posibilidad de diversifi-car el mercado petrolero por una marcada tendencia po-lítica.

Por otra parte, las condiciones externas mostraban auna Cuba muy comprometida con la expansión del co-munismo, y a la República Dominicana implicada enconstantes ataques contra el régimen constitucional, porello, Betancourt fue inflexible en la aplicación de estapolítica de aislamiento, se pensaba que estaba en juegola estabilidad institucional del país.

La marcada tendencia del régimen hacia lo políticose evidenciaba con claridad en los principios de libertady promoción de la democracia que aparecen con frecuen-cia en las memorias que dan cuenta de las actividadesdel MRE, lo cual refleja una conducta reiterada en de-fensa de estos valores en los foros internacionales.

El éxito político del gobierno de Betancourt en mate-ria exterior y su impacto e influencia como democraciarepresentativa en la región se puede ilustrar, como seña-lamos previamente, en dos casos concretos: el cubano y

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el dominicano (Marcano,1998).En relación con el caso cubano, encontramos dos

hechos paralelos que van a colocar a los gobiernos deVenezuela y Cuba en una posición antagónica. El pri-mero de ellos fue el 7 de diciembre de 1958, cuandoBetancourt resultó electo Presidente Constitucional, enlas primeras elecciones libres realizadas desde 1945, ex-presión de la voluntad popular a través del voto secreto,directo y universal. Y el segundo, fue el 1º de enero de1959, cuando es depuesto el gobierno militar de Cuba,presidido por Fulgencio Batista y es sustituido por FidelCastro, quien comandaba el movimiento guerrillero dela Sierra Maestra.

Fidel Castro vino a Venezuela y a su llegada en dife-rentes intervenciones públicas, atacó a los Estados Uni-dos, a todos los sectores empresariales y exaltó «la revo-lución cubana» considerándola como un extraordinarioéxito de la lucha armada; exclamó en esa oportunidad:

«[...]se decía que era imposible una revolución contra el ejército. Losteóricos no concebían una revolución sin el apoyo del ejército; puesbien nosostros hicimos una revolución contra el ejercito. Se decía queera imposible una revolución si no había crisis económica, si no habíahambre Y sin embargo la nuestra se hizo. Todos los complejos rodaronpor tierra. Rodaron asímismo inservibles, las mentiras escritas. Las fuer-zas armadas de la tiranía fueron destrozadas y desarmadas. Los tanques,cañones, aviones, fusiles de esas fuerzas armadas están ahora en manos

de los rebeldes. Fue una verdadera revolución[...] (Castro,1959).

La actitud del líder cubano no fue bien acogida porquien recientemente había sido electo presidente de laRepública; en efecto, no le agradó a Betancourt el dis-curso del huesped, pues violentaba el espíritu democrá-tico reinante en el país. Cuando Castro y Betancourt se

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entrevistaron, la solicitud del líder cubano para estable-cer una alianza en contra de los Estados Unidos recibióun categórico rechazo.

Las circunstancias políticas de cada país eran dife-rentes. A raíz del derrocamiento de la dictadura, predo-minaba un ambiente de unidad y de fervor democrático,producto de la reciente jornada nacional en la que con-vergieron fuerzas armadas y poder civil. El año 1958representó para Venezuela la victoria y la consolidaciónen el poder de la idea democrática. El nivel de concien-cia de los grupos que ahora llegaban al poder, constitu-yó el éxito que permitió alcanzar la democracia, y así loafirma Ramón J. Velásquez:

«Si el movimiento del 1º de enero triunfa el mismo día de su estallido,distinto hubiera sido el rumbo del proceso histórico iniciado en el año1958, pues sorprendidos dictador y pueblo con el regalo de las liberta-des, la participación de los demás sectores nacionales habría sido nula.Los veintiún días que van de uno a otro acontecimiento, les permitena las clases dirigentes de la nación tomar conciencia de la crisis y asumirsu dirección.» (Velázquez, 1980: 198-199)

Existían evidentes diferencias entre uno y otro régi-men. Mientras el cubano fue producto de una lucha ar-mada que resultó triunfadora, independientemente de laacción ejercida por las demás fuerzas que representabana esa sociedad civil, el régimen venezolano fue el resul-tado de la cohesión de los poderes fácticos y se proyectóhacia el conjunto de la sociedad. Mientras que en Cubacrecían las corrientes socialistas y comunistas que pro-movían una dictadura del proletariado, en Venezuela lossectores que promovían el pluralismo democrático, laparticipación ciudadana y la defensa de la libertad erancada vez más numerosos, diferencia con el régimen

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caribeño que se acentuó con la prontainstitucionalización de la nueva relación civil-militar.(Schaposnik, 1985: 272-275). Castro, marchó por el ca-mino del partido único, en tanto que Betancourt se diri-gió hacia la consolidación de un régimen de partidos,alternativo, libre y democrático.

En el contexto existía un panorama de diferenciasideológicas y políticas, por ello, podían vislumbrarse losconflictos que se aproximaban en materia de políticaexterior. En octubre de 1959 aconteció el primer enfren-tamiento entre el gobierno cubano y el régimen venezo-lano, provocado por la invitación que realizó el PartidoComunista de Venezuela (PCV), al Che Guevara y a RaúlCastro para que visitaran nuestro país.

En Venezuela existían tensiones internas entre el go-bierno de Betancourt y los altos dirigentes del partidoUnión Republicana Democrática (URD) (Schaposnik,1985: 262-263:). Paralelamente, los universitarios yliceístas se fueron radicalizando, influenciados por eltriunfo de la Revolución cubana; estos hechos agudizaronlas tensiones internas del país.

Betancourt mantuvo una postura drástica frente aCuba, en virtud de dos circunstancias específicas. Laprimera, como gobernante estaba siendo encarado poruna conspiración influenciada por Cuba y alentada porel gobierno dominicano; (Betancourt, 1962: 167) y lasegunda, como dirigente de Acción Democrática, sentíaamenazado al partido con una infiltración marxista(Schaposnik, 1985: 268-269).

El gobierno venezolano no aceptó la intervenciónextranjera en la actividad política nacional, y en este sen-

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tido prohibió la entrada al país de los líderes revolucio-narios invitados por el PCV. La acción llegó más allácuando el gobierno decidió romper relaciones diplomá-ticas y consulares con el gobierno de Cuba, debido a laevidente intervención del país caribeño en los asuntosinternos del nuestro. En el texto del comunicado de rup-tura de relaciones, el presidente Betancourt ratificó lapostura de su gobierno, el cual mantenía una firme con-ducta de defensa de las democracias latinoamericanas:

«El gobierno de Venezuela [...] ha llegado al convencimiento de queesas actuaciones vienen perturbando la tranquilidad política del hemis-ferio y amenazan su estabilidad democrática. El tipo de gobierno cuba-no es la negación del sistema democrático, base de nuestra organiza-ción interamericana» (MRE,1962:11)

Al mismo tiempo que el Estado iniciaba un liderazgodemocrático en el hemisferio latinoamericano, se sentíaen la región la inquietud por la posibilidad de la propa-gación del comunismo en las naciones latinoamericanas,influenciadas por la Cuba de Castro. Frente a esta ame-naza, la política exterior norteamericana tuvo como finpróximo, limitar la participación de Cuba en los asuntoslatinoamericanos y del Caribe, por la preocupación deque Castro exportase su revolución (Alexander, 1982:235)

Los partidos comunistas latinoamericanos eran muyactivos y se desplegaban por todo el continente, lo cualconstituía un peligro para los intereses norteamericanosen la región; en el caso nuestro, tal amenaza tomaba con-tornos de mayor importancia por ser su principal abaste-cedor de petróleo.

Por sus propias características, el marxismo leninis-

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mo cubano intentaba trascender los límites nacionalespor medio de la exportación de la revolución; ello alcan-zó un alto grado de importancia internacional en razónde las rivalidades existentes entre las superpotencias delmundo: Estados Unidos y la Unión Soviética.

Venezuela fue un objetivo de considerable importan-cia en el proceso de expansión de la lucha armada cuba-na, la guerra de guerrillas o guerra subversiva fue finan-ciada por Cuba, que incluso participó abiertamente nosólo con la ayuda logística, sino con la presencia de tro-pas cubanas en las filas de las guerrillas venezolanas.

El liderazgo venezolano, en tanto promotor latino-americano de la democracia representativa, se hizo sen-tir fundamentado en su poder moral, debido a que supoimplementar las políticas internacionales con el fin deconseguir la solidaridad de las naciones latinoamerica-nas y con el objetivo de condenar a los países con regí-menes dictatoriales, en especial, con sanciones moralessobre Cuba, hacia la cual se orientó la aplicación de laDoctrina Betancourt (Marcano, 1998: 104).

Rómulo Betancourt, tal como lo afirma Luis JoséOropeza, (1989:43) fue un reformador social de unapeculiar sociedad latinoamericana, donde antes que nada,había que diseñar un proyecto viable para la implanta-ción y sobrevivencia de la democracia. Esta necesidadde consolidar el sistema político democrático, llevó aBetancourt a definir la política exterior en consonanciacon este propósito. El caso cubano no fue el único, laposición antitotalitaria se manifestó también en el casode República Dominicana (Marcano, 1998: 106).

Como se ha observado, los acontecimientos externos

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creaban un difícil control político; como consecuenciade ello, el presidente Betancourt, su partido y aliados,comprendieron la necesidad de aplicar medidas muy con-cretas que contribuyeran al fortalecimiento del sistemademocrático. Con el propósito de lograr la estabilidaddemocrática aspirada, el gobierno de Betancourtimplementó la política exterior de aislamiento a travésde la llamada «Doctrina Betancourt», que buscaba crearun cordón profiláctico para separar a Venezuela y a lasdemás naciones democráticas, de aquellos estados congobiernos de facto, producto de actos de fuerza contra-rios a la voluntad popular (Marcano, 1998: 108).

El 12 de julio de 1959, el gobierno de Venezuela sus-pende relaciones diplomáticas y consulares con Repú-blica Dominicana, después del informe presentado porel Canciller Ignacio Luis Arcaya, en donde brinda am-plias y largas informaciones sobre la situación provoca-da por el gobierno de ese país.(12) La Cancillería venezola-na envió un telegrama a su homóloga en Santo Domin-go, informándole sobre la decisión de ruptura de rela-ciones diplomáticas. En ese mismo momento el Emba-jador de Ecuador en esa ciudad caribeña dio a conoceral gobierno de Trujillo, que había tomado bajo su pro-tección a 113 asilados dominicanos que se hallaban enla Embajada de Venezuela.

El régimen venezolano mantuvo su rígida posiciónde rechazo frente a las dictaduras latinoamericanas alsolicitar a la Organización de Estados Americanos(OEA), la aplicación al gobierno dominicano del Trata-do Interamericano de Asistencia Recíproca, el cual ensu contenido disponía que los estados de la región rom-

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perían relaciones diplomáticas y comerciales con las na-ciones agresoras y se solidarizarían moral y materialmentecon el Estado agredido. En julio del año 1960, el Conse-jo de la OEA aprobó la convocatoria para escuchar laqueja de Venezuela contra la República Dominicana. Enatención a la solicitud de Venezuela, la OEA decidióaplicar el tratado, el 1 de julio de 1960, al haber sidocomprobada la participación del dictador dominicano,Rafael Leonidas Trujillo, en el frustrado atentado contrala vida del presidente Betancourt (MRE, 1961).

El régimen dominicano fue condenado al aislamien-to interamericano, mediante la ruptura colectiva de rela-ciones diplomáticas y la aplicación de sanciones econó-micas. En su mensaje a la nación, finalizando el año 1959,Betancourt reiteró su adhesión a los principios demo-cráticos :

«Nuestra posición de gobierno ante esas dictaduras que perviven frentea la marea ascendente de los pueblos hacia el autogobierno y la propiadeterminación ha sido definida y clara [...] debe ejercitarse una accióncolectiva sobre los regímenes despóticos para que realicen eleccioneslibres y respeten los derechos humanos [...] se les erradique de lacomunidad de naciones democráticas [...] se establezca un rigurosocordón profiláctico, diplomático y económico.» (Betancourt, 1962/1959: 169).

Esta postura en defensa de la democracia en el mun-do, llevó a Venezuela a ejercer un liderazgo latinoameri-cano, y a ser considerada «vitrina de la democracia».

Realicemos una pequeña reflexión a partir de nuestroenfoque teórico. Como vimos, el gobierno Venezolanoera diferente al cubano pero ¿hasta qué punto lo eran, en1958, los pueblos deseosos de una revolución que losliberara?. A pesar de haber estado el pueblo venezolano

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y muchos actores políticos contrarios a la condena deVenezuela contra Cuba en la Organización de EstadosAmericanos(13), como fue el caso del Partido Unión Re-publicana Democrática, (URD) firmante del Pacto; lasintenciones y acciones gubernamentales constituyeronla fuerza suficiente para la formación de la agenda exte-rior sobre el problema cubano; es decir desde la defini-ción del problema hasta la implementación de la agendapolítica fue en gran manera de parte del PresidenteBetancourt (Josko de Guerón, 1984).

Por ello, merece destacar que en el proceso de forma-ción de la agenda de política exterior, el problema cuba-no/ dominicano fue definido por el régimen a partir dela necesidad de mantener la gobernabilidad del sistemapolítico y su implementación se debió a un criteriopresidencialista que se expresó en una conducta exteriorque posteriormente fue recogida, como lo hemos afir-mado, con el nombre de la Doctrina Betancourt. (Joskode Guerón, 1984).

3.2. La Doctrina Betancourt.La Doctrina Betancourt expresó uno de los funda-

mentos ético-político-jurídico que orientó la política ex-terior de los gobiernos venezolanos durante diez años:de 1959-1969. Estuvo dirigida a promocionar y preser-var los sistemas constitucionales de representación y elec-

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12 En el informe realizado por el Canciller Arcaya y presentado ante nuestroGabinete Ejecutivo, insertó el historial de las relaciones diplomáticas de Vene-zuela con el gobierno dominicano desde la muerte de Juan Vicente Gómez, lascuales siempre fueron tensas. Es de particular importancia indicar que duranteel gobierno de Isaías Medina Angarita, estas relaciones fueron agrias, hasta elpunto que en ese entonces se decidió suspender las relaciones diplomáticas, envirtud de los improperios e insultos emitidos por la prensa y la radio de aquelpaís en contra del nuestro..

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ción popular así como a desalentar los intentos de irrup-ción contra los regímenes democráticos que condujerona la instauración de regímenes dictatoriales(Marcano,1998:134).

En las palabras del propio Betancourt, se evidenciala intención que iniciara su régimen constitucional deaislar a las dictaduras latinoamericanas para salvaguar-dar a las democracias del hemisferio, abriendo así opor-tunidades a la instauración de gobiernos democráticosconstitucionales en la región; así expresó en la Reuniónde Consulta de Cancilleres en Chile el 12 de agosto de1959 que:

«[...]se arbitren formulas capaces de conciliar el principio de no inter-vención con la obligación moral y jurídica del sistema regional detender un cordón sanitario de riguroso aislamiento en torno a los

gobiernos despóticos» (Betancourt, 1960: 98).

Esta conducta pudo incidir en el plano regional debi-do a que en esa época los gobiernos con origen electoraleran suficientes como para comprometerlos a ejercer unasanción moral contra los regímenes despóticos, median-te una reglamentación parcial de la Carta de la Organi-zación de los Estados Americanos. La posición del go-bierno venezolano, se hizo manifiesta a través de unacomunicación telegráfica que dirigiera RómuloBetancourt al Dr. José Mora, Secretario General de laO.E.A, con el objetivo de recomendar el aislamiento delas naciones con regímenes de facto:

«[... ]se llegue a una declaración o tratado específico, en el cual seestipule que los gobiernos no elegidos por voto, no puedan formarparte de la comunidad jurídica regional y asimismo que tales gobiernosse obliguen a respetar los derechos fundamentales del individuo y a

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reconocer el derecho de las minorías a organizarse en partidos políti-cos.» (MRE, 1961: f)

En este orden de ideas, se implementaron accionesinternacionales con el objetivo de lograr el resultado es-perado por el régimen venezolano. Con este fin, en la VReunión de Consulta de Cancilleres, celebrada en San-tiago de Chile, del 12 al 18 de agosto de 1959, se aprobóla declaración que llevó el nombre de Declaración deSantiago, la cual consagró en su quinto considerando, losiguiente:

Que la existencia de regímenes antidemocráticos cons-tituye una violación de los principios en que se funda laOrganización de los Estados Americanos y un peligropara la convivencia solidaria y pacífica en el hemisfe-rio.» (MRE, 1961: 69-70)

En cuanto a la política exterior venezolana, el régi-men de Betancourt, actuó abiertamente contra los regí-menes políticos nacidos de un acto de fuerza, ejercidocontra un gobierno democráticamente constituido y comoconsecuencia rompió relaciones diplomáticas con todosestos gobiernos antidemocráticos. Esta posición se ex-presó, inmediatamente después del golpe de Estado enArgentina que depuso al presidente Constitucional ArturoFrondizi, así como también, frente a las rupturas consti-tucionales derivadas de golpes similares en el Perú yGuatemala.

Dicha doctrina asociada al tema de la defensa de la

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13 Condena que muchos sectores sociales y políticos rechazaron, como fue elcaso del Canciller Ignacio Arcaya quien por haberse negado a firmar el acta decondena en la OEA contra Cuba, fue sustituído por el Doctor Falcón Briceñopor mandato presidencial.

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democracia, fue instrumento de la política exterior ele-vado al rango de principio, indicó el carácter prioritariode los objetivos que consagró la Constitución Nacionalde 1961 en su preámbulo, la cual «...proclama lasustentación del régimen democrático como único e irre-nunciable medio de asegurar los derechos y la dignidadde los ciudadanos...»(Gamus, 1991:184). El régimen deBetancourt, enfrentado y asediado, utilizó el instrumen-to de política exterior para fortalecer sus defensas en elorden doméstico, para imposibilitar que las fuerzas de laoposición comprometida con la lucha armada lograranasistencia internacional de cualquier potencia o nacióncuyo interés estuviera vinculado a desestabilizar el régi-men democrático.

En torno a ello, se buscaba lograr la solidaridad inter-nacional y obtener un grado importante de credibilidadpara la aplicación de sus políticas. La ejecución de lacitada doctrina produjo la ruptura de relaciones diplo-máticas con muchos otros gobiernos militares. Ahorabien, dadas las condiciones democráticas internas, el ré-gimen de Betancourt logró el prestigio y el reconocimientointernacional, sobre todo de los Estados Unidos, al pro-pugnar la concepción democrática regional, como me-dio para alcanzar los altos fines de libertad, justicia yseguridad internacional. De modo que prevaleció la ten-dencia hacia lo político como prioridad asociada al temade la democracia como instrumento de la agenda de for-mación de la política exterior del gobierno de Betancourtentre 1959 y 1964.

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CAPÍTULO IV.

LA DEMOCRACIA COMO ASUNTO ECONÓ-MICO DE LA AGENDA DE FORMACIÓN DE LA

POLÍTICA EXTERIOR DEL PRIMER GOBIERNODE RAFAEL CALDERA (1969-1974)

«La historia es la herramienta imprescindible para hacer el trabajo que tendrá un sabor deleitoso para todoel pensamiento progresista.Roiz Javier. El Gen Democrático. Editorial Trotta Argentina, p 116. 1999.

Raúl Leoni:la transición entre dos posturas políticas.

No profundizaremos sobre el período gubernamentalque liderizó el Presidente Raúl Leoni (1964-1969), perose hace necesario comprender de manera general cómofue el desempeño exterior de este gobierno, cónsono conla llamada Doctrina Betancourt, hasta la fecha de entre-garle a la oposición el poder de manera pacífica. En pri-mer término debemos reconocer que la democracia sefortaleció cuando Raúl Leoni entregó el Poder a RafaélCaldera. Fue la primera vez en la historia Constitucionalde la Venezuela del siglo XX (Caballero,1988) que ungobernante entregaba el poder pacíficamente a un opo-sitor en ocasión de haber resultado vencedor en comicioselectorales.

Durante este período los fundamentos de la políticaexterior se orientaron a flexibilizar la rigidez de la Doc-trina Betancourt, sin abandonar su esencia de no reco-nocer gobiernos originados por actos de fuerza contrademocracias legítimamente constituidas. Ello, por la ne-

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cesidad de cooperar con otras naciones en especial conlos países latinoamericanos; existe un claro propósito deacercarse al Caribe mediante convenios de cooperacióny participación en organismos internacionales. (MRE,1968).

Fue durante la gestión del Presidente Raúl Leoni(1964-1969) que Venezuela, conjuntamente con seten-ta y cuatro naciones y el patrocinio de las Naciones Uni-das, promovió y participó en la primera y segunda con-ferencias mundiales de la Organización de NacionesUnidas para el Desarrollo y el Comercio (UNCTAD), enprocura de una nueva relación económica entre los paí-ses pobres y los desarrollados. (MRE, 1966).

No obstante la ruptura de los gobiernos de coalición,se evidenciaba el compromiso institucional de los parti-dos Acción Democrática (AD) y el Comité OrganizadorPolítico Electoral Independiente (COPEI).

El fortalecimiento de nuestra economía condujo algobierno nacional a la puesta en práctica de la políticade sustitución de importaciones, iniciándonos en el ca-mino de un desarrollo industrial incipiente, con miras ala colocación de nuestros productos en los mercadosextranjeros a fin de captar otras fuentes de divisas queaseguraren un desarrollo independiente de la renta pe-trolera, alejándonos de la conducción de paísmonoproductor. (MRE, 1968)

En materia de fronteras, dos cuestiones requirieronla mayor atención en la agenda de política exterior: 1) Lareclamación del territorio Esequibo y 2) El inicio de lasconversaciones sobre la delimitación de áreas marinas ysubmarinas del Golfo de Venezuela.

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Al final del gobierno de Raúl Leoni (1964-1969), lastendencias hacia la unificación nacional iban perfilandolas nuevas prioridades que debían regir la acción guber-namental del nuevo gobierno (Velásquez,1980). No obs-tante de haber sido continuación el período 1964-1969,de una política defensiva, permitió sentar las bases so-ciales para el advenimiento de la pacificación que prota-gonizaría el gobierno de Rafael Caldera (1969-1974).

A pesar de ser la democracia un término político, ve-remos en las líneas que conforman el presente capítulocómo, desde el discurso presidencial y la propia visióndel presidente Caldera, la democracia fue concebida ensu dimensión social y económica en la agenda de políti-ca exterior con la intención de causar un impacto positi-vo en la política doméstica donde la finalidad estabaorientada a elevar la calidad de vida de los ciudadanos.

La idea central de este segmento del trabajo parte dela hipótesis que considera que la política exterior del pri-mer gobierno de Caldera (1969-1974), estuvo condicio-nada por factores de orden económico interno que pre-tendía utilizar su régimen como bandera para promocio-nar la democracia, y como instrumento de la políticaexterior de integración y amplio pluralismo, con la inten-ción que la acción gubernamental generara beneficioseconómicos al país y ello se revirtiera en la colectividady en los programas de pacificación. Así lo expresó el jefede Estado:»...Consideramos que es necesario un nuevoorden económico internacional y ese nuevo orden debetener un fundamento jurídico, que debe venir de la justi-cia social...»(Caldera, 1980:11).

A lo anterior cabe agregar que era intención del Pre-

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sidente, llevar a la agenda de formación de la políticaexterior, el principio de justicia social en el orden inter-no (Caldera,1979).

Por otra parte, para desarrollar nuestra idea centralconsideramos necesario identificar los contextos inter-nacional (proceso de integración) e interno (proceso depacificación) dentro de los cuales repartió su atenciónel régimen constitucional de Caldera y cómo el poder delas masas desde abajo contribuyó a definir los proble-mas dentro del proceso. Así mismo, el desarrollo de nues-tro trabajo se sustentará en el análisis del discurso políti-co del Presidente.

4.1. El contexto internacional y la acción exteriordel régimen. Los principios ético-políticos rectores de la política

exterior fueron la justicia internacional y la solidaridadpluralista destacándose otras dos garantías constitucio-nales: la libertad laboral y la participación de la riqueza(Calvani,1993: 12). Además de las vinculaciones queexistían entre EEUU y Venezuela dadas por la aperturaque inspiró el pluralismo ideológico, el área petrolerafue sin duda de singular importancia debido a la preemi-nencia de los factores económicos sobre los meramentepolíticos en el desarrollo de la acción exterior. Ello sehizo evidente cuando Caldera pronunció su primer men-saje a la nación:

«[...]sabemos que nuestra moneda constituye un factor pródigo en con-secuencias, algunas de las cuales dificultan ciertos acuerdos de integra-ción. Pero también sabemos que un bolívar fuerte, libre y estable esuno de los factores positivos de mayor importancia en nuestro desa-rrollo. No sólo nos permite obtener en mejores condiciones el equiponecesario para nuestra transformación industrial, sino que estimula elahorro y atrae la inversión de capital foráneo, garantizado por la libre

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convertibilidad. El deseo que lograr que esta integración se realicesuperando estos aspectos contradictorios es algo que nos orienta espe-cialmente hacia los aspectos de programación y complementación yque nos obliga al estudio profundo de los acuerdos de desgravación

aduanera[...]»(Caldera, 1970: 11-11)

El cambio de la situación internacional ya se habíaconcretado para 1968 de manera que cuando RafaelCaldera asume el gobierno era posible romper con el es-quema de prioridades de los diez años anteriores(MRE,1969:9). En este sentido se cambia el rumbo quehabía orientado la conducta betancourista, yespecíficamente luego llamada Doctrina Betancourt.

Existen dos variables que debemos delimitar paraaprovechar el cúmulo de información que tenemos so-bre la materia del contexto internacional y de la acción yreacción en política exterior de Venezuela como conse-cuencia a ciertos estímulos; por ejemplo (el impacto dela distensión Este-Oeste en los procesos de integración)y la visión particular del presidente Caldera sobre el pro-blema económico y cómo debía ser enfrentado en la ac-ción exterior, específicamente, en cuanto a la materiapetrolera (Caldera, 1980:13).

El Pluralismo Ideológico justificó el cambio de lapolítica exterior venezolana hacia las naciones vecinascon gobiernos contrarios a los principios democráticosque habían inspirado la aplicación de la llamada Doctri-na Betancourt. Este cambio se fundamentó en la premi-sa que considera al hombre como un ser racional, res-ponsable y libre, llamado a su autorealización y autode-terminación en la sociedad. La orientación demócrata-cristiana liderizada por Rafael Caldera al frente del Eje-cutivo Nacional, buscaba la integración de todos los gru-

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pos sociales y políticos, respetando el derecho naturalde disentir y expresar su sentir en relación a otras ten-dencias políticas. En este orden de ideas, el presidenteCaldera consagró la línea de acción de la política exte-rior durante su gobierno al expresar:

«En general, la filosofía demócrata-cristiana preconiza, prefiere y de-fiende, dentro de los límites exigidos por la moral y seguridad delEstado, la más amplia libertad para que las distintas fórmulas puedancontradecirse, y para que este pluralismo contribuya a una mayorcocientización del pueblo en la adopción de las fórmulas más apropia-das para el gobierno» (Caldera, 1979).

Esta idea aplicada en la formulación de la políticaexterior generó un alto grado de tolerancia, frente a regí-menes con formas de gobierno contrarios al espíritu de-mocrático que orientaba la política exterior de Venezue-la durante los diez años anteriores. Ello con la intenciónde facilitar la integración de nuestro país con las nacio-nes vecinas persiguiendo un fin social y económico.

La integración Latinoamericana.La intención del presidente de la República al inicio

de su mandato fue mantener una actitud«...diáfana...»(MRE,1970) frente al proceso de integra-ción subregional a pesar de no haberse suscrito el acuer-do subregional andino. En sus propias palabras:

«El hecho de no suscribir el Acuerdo Subregional Andino lo conside-ro ya en vías de ser correctamente interpretado por sus firmantes. Essabido que fuimos a Cartagena a agotar todos los esfuerzos que nospermitieran hacernos parte de la integración subregional[...]» (Calde-ra,1970: N)

Según recoge la memoria del año 1969, el Canciller

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venezolano Arístides Calvani, representante de la dele-gación venezolana en Cartagena, reconocía la oposiciónque tuvo el gobierno nacional de suscribirlo debido a laposibilidad de haberse traducido en «...perjuicio eviden-te para los intereses nacionales...»(MRE,1970: Ñ).

En este mismo orden de ideas, diversos columnistasde diarios de circulación nacional y representantes delas cámaras de comercio nacional, reconocían la posibi-lidad que los intereses comerciales venezolanos se vie-ran afectados por cualquier mala decisión tomada enCartagena.

Ello nos permite considerar que los aspectos econó-micos eran de gran interés para el público atento y cier-tas élites comerciales en el orden doméstico, las cualescausaron presión para que el gobierno Venezolano con-siderara con lupa las consecuencias de una mala deci-sión en esa área.

Así mismo, según comenta la memoria del año 1969,Venezuela se hizo representar en todos los frentes, perono con la intensidad con la cual participó en materia eco-nómica internacional, siendo importante la representa-ción en la reunión de la Asociación Latinoamericana deLibre Comercio (ALALC), donde las deliberaciones fue-ron presididas por el Ministerio de Relaciones Exterio-res. (MRE, 1970: P)

La importancia de los temas económicos en el con-texto Latinoamericano, y la consecuente reacción nacio-nal, se hizo evidente en una reunión de especial trascen-dencia por la proyección de sus objetivos y logros cele-brada en Chile a principios de Mayo de 1969. En ella,los países miembros de la Comisión Especial de Coordi-

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nación Latinoamericana (CECLA), reunidos a escalaministerial, reafirmaron los principios y propósitos defi-nidos en la Carta de Punta del Este, en el Acta Econó-mica y Social de Río de Janeiro, y en la declaración delos Presidentes de América, en donde el Presidente Cal-dera aludió a la Democracia para expresar su interés deponer sobre la mesa de discusiones el tema económicocomo primordial:

«...sin niveles de vida que alcancen un grado de dignidad que saque anuestros pueblos de la pobreza, no podremos sostener el sistemademocrático por el cual hemos luchado durante tantos años...» (Calde-ra, 1979: 15).

En esas palabras podemos apreciar claramente las vin-culaciones entre la tendencia a responder primariamen-te a los temas económicos internacionales y la defensa ypromoción de la democracia en el ámbito internacional.

Con la reafirmación de los valores propios de la per-sonalidad de la América Latina como un conjunto glo-bal, se puso de relieve en la reunión de la (CECLA) laimportancia de una actuación multilateral en las relacio-nes con los Estados Unidos, a fin de superar la condi-ción de subdesarrollo y el cada vez mayor distanciamientodebido al continuo avance tecnológico de las nacionesaltamente industrializadas. (MRE, 1970: O)

Como consecuencia de las reuniones celebradas, fuefirmada por todos los Cancilleres Latinoamericanos unadeclaración denominada «Consenso de Viña del Mar»,llamada a establecer una nueva etapa en las relacioneslatinoamericanas. En el Consenso se analiza críticamentela naturaleza y el contenido de la cooperacióninteramericana e internacional, en donde se resumen un

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conjunto de acciones y medidas operativas dirigidas acumplir con las aspiraciones de América latina sobre elcomercio Internacional, transporte, financiamiento, in-versiones, desarrollo social, cooperación técnica y desa-rrollo científico. (MRE, 1970: O)

El «Consenso de Viña del Mar», sirvió de base paralas reuniones del Consejo Interamericano Económico ySocial (CIES), en el cual expertos y Ministros de Econo-mía trataron de concretar las aspiraciones de AméricaLatina en materia económica. (M.R.E, 1970: O)

Petróleo, Democracia y Política exterior.A pesar de haber sido el petróleo un asunto económi-

co y no político, contrariamente al planteamiento de al-gunos autores (Toro, 1993; Tugwell, 1977), considera-mos que fue un instrumento de primordial importanciaen la agenda de política exterior, con una implementaciónespecial: dirigida por el propio Presidente pero ejecuta-da por un órgano burocrático distinto al Ministerio deRelaciones Exteriores. A pesar de lo anterior, fue sin dudaobjeto de la orientación del ejecutivo, toda vez que latotalidad de los ministerios formaran parte de este po-der público.

En relación a este tema, el propio Presidente dio fede la importancia que significaba para el sistema políti-co y el desarrollo interno, la utilización del petróleo comoinstrumento económico internacional:

«[...]el petróleo seguirá siendo durante muchos años un factor de granimportancia en la economía nacional. Para el año 2000, todavía el petró-leo significará mucho para los venezolanos, y como la demanda mun-dial de energía crece a la medida que la población aumenta y que losprogramas de desarrollo se llevan a cabo, y como las posibilidades queabre la técnica a la utilización de los hidrocarburos son múltiples, elasegurar una presencia de nuestro producto en los mercados y una

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justa y remuneradora colocación del mismo en las transacciones eco-nómicas internacionales es algo hacia lo que debe mantenerse vigoro-samente el empeño de todo el país.» (Caldera, 1970: 159).

En la anterior cita vemos definitivamente la orienta-ción que en materia petrolera debía tener la política ex-terior, siendo que es el Presidente, por mandato consti-tucional, quien dirige y orienta la política exterior delpaís. Esa normativa de máximo rango, más el propio dis-curso presidencial, nos permitirá comprender el rumboque siguió el tema petrolero en el ámbito internacionalcomo consecuencia de una política exterior primordial-mente preocupada por los temas económicos como ins-trumentos para promocionar la democracia.

Más adelante se amplía el panorama al aclarar la im-portancia que para el orden interno y la democracia tie-ne el potenciar nuestro petróleo; internacionalmente

«[...]creemos que en materia petrolera se han ido logrando notablesprogresos; consideramos que estos progresos han de ser constante-mente superados, como lo reclama la justicia, la democracia y lo exige

el desarrollo de Venezuela.» (MRE, 1970: Q)

En muchas otras oportunidades, como lo evidencianlas memorias de los años 1970,1971,1972 y 1973, la ten-dencia económica, desde diferentes perspectivas fueorientada por el camino que manifiesta la cita anterior.Una constante referencia a las variables: democracia yeconomía se hizo de manifiesto con un importante im-pulso desde abajo, desde las masas y el público atento,habida consideración de la necesidad de mantener losniveles de vida de los venezolanos y erradicar un altoporcentaje de pobreza para preservar el sistema demo-

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crático. A pesar de ello, notamos, en la revisiónhemerográfica realizada a los principales diarios del país,como también a las Memorias que dan cuenta de las ac-tividades del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE),que las masas o el pueblo o esa fuerza que Nincic (1992)denominó desde abajo, poca influencia representaban ala hora de la formación de la agenda, concentrada esen-cialmente en la Cancillería, una burocracia especializa-da dirigida por el Canciller Aristides Calvani, a fin deejecutar las políticas públicas exteriores que representa-ran mayores beneficios al país (Caldera,1979).

Con esto vemos también, que de acuerdo al modelode formación de agenda (Aguilar,1993) la base sobre lacual se formó la política exterior venezolana durante elgobierno de Rafael Caldera (1969-1974), fue de carácteresencialmente gubernamental, siguiendo las pautas denegociación política acordadas en 1958.

4.2. Contexto Interno, política de pacificación yacción exterior.El paradigma de acción racional considerado en el

primer capítulo, nos lleva a examinar las variables queconvergen en la formulación y ejecución de la políticaexterior venezolana, siendo ellas: la necesidad de conso-lidar el sistema político democrático a través de una po-lítica de unificación y pacificación nacional acorde conlos intereses que reclamaba el nuevo orden mundial; losprocesos de distensión Este-Oeste; y las demandas quenacían desde abajo que reclamaban una nueva orienta-ción de la acción gubernamental interna y una aperturapluralista hacia afuera.

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En este sentido cabe reseñar la referencia que del excanciller Arístides Calvani hizo Aníbal Romero (1986a:189):

«[...] que la política interior y la política exterior constituyen el anversoy el reverso de una misma medalla, y que debe haber entre ellas una

interrelación necesaria y una influencia mutua»

Asimismo, consideramos que el comentario realiza-do por Romero merece ser sometido a consideración:

«Los valores e instituciones que sustentan el orden político domésticodeben inspirar la política exterior y a la vez integrarse a la definición del

Interés Nacional» (Romero, 1986b: 189).

En este orden de ideas, la política exterior de Vene-zuela se enfrentaba al reto de lograr un equilibrio entrelos principios y valores ético-políticos que alentaban laestructura constitucional puntofijista, las realidades delpoder interno con las nacientes aspiraciones demócratacristianas que inspiraron el pluralismo ideológico la jus-ticia internacional y una coherente política exterior. Laarmonía entre los principios y el poder nacional en elproceso de formulación y ejecución de la política exte-rior debía tomar en consideración esas variables.

Política de pacificación y política exterior.Como el propio Presidente Caldera lo afirmó en su

primer Mensaje a la Nación: «La política de pacificaciónera una de las más hondas exigencias de toda la colecti-vidad ...». Al reconocer el impacto de esa colectividaden la decisión presidencial, vemos que existía la inten-ción Presidencial de sujetarse al poder que surge desde

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abajo, el cual es capaz de causar influencia no sólo en laspolíticas del orden interno sino que también en la for-mulación y ejecución de la política exterior, dado que lapolítica de amplio pluralismo en el orden externo y elregreso a las relaciones diplomáticas con todos los esta-dos sin importar su régimen interno, abandonado la usan-za de la otrora Doctrina Betancourt, es expresión de lapacificación en política exterior. No obstante, como he-mos visto, los fundamentos políticos del gobierno fue-ron los que condicionaron la definición de los proble-mas en la agenda de política exterior y no las presionesque venían desde abajo.El gobierno lo que hizo fue apli-car una política exterior en correspondencia con las ne-cesidades que consideraba prioritarias en el orden inter-no.

Consecuente con esta política, la mayor parte del país,dentro de las diversas gamas del pensamiento coincidie-ron en la necesidad de formular una línea de pacifica-ción capaz de alcanzar los propósitos de unidad nacio-nal a través de la legalización de los partidos incorpo-rando a la ciudadanía a quienes «...regresaban del des-empeño de la violencia...» (Caldera,1979:152), sometién-dose a la Constitución y las leyes.

Así, el propio discurso presidencial confirma lo ante-rior:

«Se han dado pasos de notoria trascendencia en el camino de la pacifi-cación, en el cual, permítaseme recordarlo del modo más enfático, noha sido puesta en peligro un solo instante la autoridad del Estado ni seha negociado la paz al precio del orden público y de la estabilidad de

las instituciones.» (Caldera,1970:152)

Confirma esta afirmación al expresar que el diálogo y

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la negociación fueron los instrumentos utilizados por surégimen para alcanzar la unidad nacional (Calde-ra,1979:153), valorando la fuerza del pueblo a la horade tomar las decisiones.

Como lo hemos dicho, la política de pacificación enel orden interno, como consecuencia de la necesidad deunión nacional que sentía el pueblo, tuvo su expresiónen política exterior a través del llamado pluralismo ideo-lógico que permitió el retorno de Venezuela a sus rela-ciones con países vecinos con los cuales se habían rotolas relaciones diplomáticas.

No nos queda la menor duda de lo anterior al analizarlas propias palabras del Presidente, con las cuales vuel-ve a su vinculación entre la promoción de la democra-cia, la paz social producto de una sana economía y lapolítica exterior mediante la cual continuaríamos siendola vitrina de la democracia:

«...desde luego que durante mi primer gobierno el hecho de promo-cionar la democracia estaba supeditado a una sana economía nacionalque a su vez dependía de una justa distribución de la riqueza en el

orden mundial...» (Caldera, 1999 entrevista 5-5-99)

En este segmento de la investigación vemos cómo lademocracia fue una constante del orden internopromocionada en los foros internacionales a partir delinstrumento económico.

La Justicia Social Internacional.El tema de la Justicia Social Internacional ha sido dis-

cutido en diversos foros y a partir de distintos análisis;pero es el planteamiento realizado por Caldera el que

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nos compete analizar en primera instancia:

«...y desde el punto de vista de la comprensión y ordenación del mun-do, en una esfera de ámbito supranacional, la identidad cristiana supo-ne la cooperación de los hombres en el marco de la región y en elámbito universal. De allí que cuando se habla de integración europeao latinoamericana, se está desarrollando un principio de inspiracióncristiana, siempre que este tipo de organización regional no sea exclu-yente ni plantee actitudes hostiles frente a otras comunidades regiona-les, ya que debe buscarse el entendimiento con los países organizadosen otras áreas, para fortalecer la comunidad internacional...» (Caldera,

1979: 90-91).

Para la construcción de este concepto, los demócratacristianos parten del principio de justicia social del or-den interno el cual exige «...que cada uno y de todos losgrupos (sic) y clases sociales [deben dar de si mismospara alcanzar] el bien común...», noción que aplicada alorden interno puede expresarse en el orden internacio-nal.

De esta forma, la justicia social influye sobre el régi-men fiscal normado, dado que quienes mayores recursosposean, mas cargas soporten. Ello constituirá así unanueva forma de lucha y de cambios generales y a su vezun nuevo enfoque en las relaciones económicas, socia-les e internacionales.

Su proyección en el plano internacional señalará elque un país contrae más obligaciones respecto a las de-más naciones en la medida en que sea más rico, mas fuertey cuente con mayores posibilidades y recursos. De estamisma manera, entre los países subdesarrollados se im-pone el compromiso de cooperación mutua. Caldera loformuló en su obra: Justicia Social Internacional y Na-cionalismo Latinoamericano, de la siguiente forma:

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«...Esta idea de Justicia Social Internacional parece abrirse paso en docu-mentos sociales de importancia. La ayuda de los pueblos ricos a lospueblos pobres, de los desarrollados a los subdesarrollados no es unacto gracioso de benevolencia, ni de convertirse - como dice la encícli-ca MATER ET MAGISTRA - en un instrumento de predominio, queestablecería una nueva forma de colonialismo. Es el cumplimiento deun mero y simple deber de justicia, emanado de la solidaridad univer-

sal ...» (Caldera,1980: 92-93).

Esa práctica nos conduce a la verificación del biencomún universal que es el objetivo hacia el cual se incli-nará la sociedad universal dada que la justicia social ins-pira la consecución de tal fin.

La búsqueda del apoyo interno para la consecuciónde sus fines de política exterior las inició Rafael Calderadesde la campaña electoral. Así lo recoge Ramón JVelásquez:

«Caldera fue en 1967 el primero en recorrer los barrios populares detodas las ciudades del país en visitar aldeas y caseríos, en actuar semanal-mente en la televisión y en reunirse en las tardes con centenares demujeres en asambleas que llamaron Café con Caldera y en las nochesjuntar el mayor número de vecinos en las urbanizaciones de la clasemedia o de la burguesía para exponer sus puntos de vista ...» (Velázquez,

1980: 324)

Este trabajo electoral que reseña Velásquez compro-metió a Caldera hasta el punto de que si analizamos sudiscurso político, él vio la necesidad de acudir a los ins-trumentos de política exterior para fortalecer la demo-cracia interna y no había otra salida que la satisfacciónde las necesidades sociales, no obstante de hacerlo porvía gubernemental sin la previa consulta como suponeel modelo de Luis Aguilar Villanueva (1993) escogidopara analizar este estudio.

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Por ello Venezuela como nación medianamente esta-ble pero subdesarrollada, necesitaba del apoyo de lospoderosos y de la cooperación de las demás nacionessubdesarrolladas para mantener los niveles de vida delos venezolanos.

Asimismo vemos en los diarios de circulación nacio-nal, cómo era practicamente una demanda de las fuerzaspopulares y de los demás poderes fácticos que el temade la calidad de vida de la gente fuera un punto de im-portancia a ser considerado en la agenda de políticaspúblicas y como consecuencia en la política exterior comola principal política pública.

Esta afirmación la refrenda Aníbal Romero en su tra-bajo La Miseria del Populismo (1986a: 196):

«Considero también bastante evidente que el tema de la justicia socialinternacional y otros aspectos doctrinales relacionados al mismo, pues-to de moda, por el primer gobierno de COPEI entre 1969-1974 fueronuna transposición al plano global de las convicciones ideológicas delPresidente Caldera y su canciller, Arístides Calvani, en materia de polí-tica económica y organización social internas. Estas ideas demócratascristianas provienen de la así llamada doctrina social de La Iglesia que

pretende presentar una tercera vía entre capitalismo y socialismo...».

Así vemos que la Justicia Social Internacional en sucontenido económico interno fue utilizada para satisfa-cer las necesidades domésticas de salvaguardar la cali-dad de vida de los ciudadanos a partir de un principio deobligación internacional de los mas ricos y de coopera-ción con respecto a las naciones subdesarrolladas.

Ello fue fundamental y decisivo en lo que representóel énfasis socioeconómico del tema de la promoción dela democracia durante el primer mandato del PresidenteRafael Caldera.

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CONCLUSIONES

El interés fundamental de este trabajo ha sido anali-zar cómo la acción exterior venezolana durante los pe-ríodos estudiados se inspiró en reafirmar el sistema po-lítico democrático que surgió a partir de 1958, hechopor el cual el tema de la democracia fue preocupación yconstante de nuestra política exterior por ser expresióndel proyecto nacional venezolano.

Hemos podido realizar la investigación a partir de unesquema de trabajo histórico analítico compuesto poruna idea central y dos ideas principales que orientaron elabordaje del tema dentro de un contexto internacionalcambiante como lo fue la transición de una política res-tringida sólo hacia las democracias y otra de amplio plu-ralismo que buscaba ampliar el sentido de la promociónde la democracia a la vez que rescatar fuentes de ingre-sos e intercambio comercial.

Aplicado el marco teórico general expuesto porMiroslav Nincic (1992) y el metodológico de Luis AguilarVillanueva(1993) se facilitó el camino a través de unaluz teórica sin la cual no hubiésemos podido construir eldiscurso ni seleccionar la documentación que sirvió defuente para la presente investigación. En primer térmi-no consideramos que el flujo de atención de los proble-mas públicos (Aguilar, 1993) se constituyó en la pre-sión social a la cual el gobierno democrático aspirabaresponder para dirigir la política exterior ajustada a losintereses nacionales; no obstante como constatamos, lasrelaciones que se establecieron entre la ciudadanía y el

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gobierno no estuvieron lo suficientemente cohesionadascomo para intervenir en el proceso de formación de laagenda de política exterior.

Luego de recorrer la argumentación que da cuerpo altrabajo, podemos, a manera de conclusiones enumerarun conjunto de reflexiones sobre cada uno de los perío-dos (1959-1964) y (1969-1974). En relación a los as-pecto de política exterior durante el gobierno de RómuloBetancourt (1959-1964) consideramos:

1-) La marcada inclinación inicial del régimen demo-crático hacia lo político evidenciaba con claridad los prin-cipios de libertad y promoción de la democracia que confrecuencia se enunciaban en las memorias que dan cuentade las actividades del Ministerio de Relaciones Exterio-res y de la Presidencia, lo cual reflejó una conducta rei-terada en defensa de dichos valores en los foros interna-cionales.

2-) La Doctrina Betancourt expresó uno de los fun-damentos éticos, políticos y jurídicos que orientaron lapolítica exterior de los gobiernos venezolanos durantediez años: de 1959-1969 y Estuvo dirigida a promocio-nar y preservar los sistemas constitucionales de repre-sentación y elección popular así como desalentar los in-tentos de irrupción contra los regímenes democráticos,instaurando regímenes dictatoriales.

3-) Las presiones que venían desde los partidos polí-ticos que constituyeron el Pacto de Punto Fijo, eran ex-presión de la necesidad de las élites de defender el régi-men democrático en contra de la amenaza comunistaque se planteaba en la guerra fría y de los regímenesautoritarios de derecha, asunto que el gobierno reflejó

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en la política exterior.4-) La política internacional se diseñó en correspon-

dencia con los principios generales de la sociedad demo-crática que se inició a partir de 1958, dicha política unavez que Rómulo Betancourt asume el mandato, se dis-tinguió porque colocó en el centro de su estrategia, lapromoción del régimen de libertad y pluralismo que seestaba instaurando en el país.

5-) Fue fundamental para Betancourt darle soporte alnaciente sistema, mediante el impulso de programas so-ciales y un vasto plan de protección ideológica, para queéste resistiera y perdurara ante cualquier ataque foráneo;ello condicionó la implementación de una agenda depolítica exterior gubernamental, derivada de la visiónparticular del Presidente.

6-) Se pudo evidenciar que la política exterior deBetancourt, estuvo condicionada por el proyecto nacio-nal modernizador en armonía con los intereses norte-americanos, dada nuestra condición de ser su principalproveedor de petróleo, además de compartir su visiónsobre los peligros inherentes a la expansión del comu-nismo, dentro del marco del conflicto bipolar vigenteentonces: este-oeste.

7-) La política exterior de Betancourt fue condicio-nada por factores de orden interno con la finalidad delograr la estabilización del sistema político a través delcumplimiento del proyecto nacional democrático.

8-) Toda la política exterior del gobierno de RómuloBetancourt surgió por el interés de legitimar el régimenpolítico y mantenerlo a pesar de la inestabilidad internaque se presentó a raíz de la actividad comunista

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influenciada por Cuba.9-) Se elaboró la política exterior en base a las orien-

taciones que guiaron el Pacto de Punto Fijo y que luegofueron plasmadas en la Constitución de 1961.

10-) La definición del los problemas dentro de la agen-da de política exterior fueron de origen gubernamental yno societal debido a la poca fuerza de las masas parainfluir sobre la élite que dirige el gobierno y la naturalezamisma del sistema de negociación creado en 1958.

Al estudiar el período 1969-1974 y el contenido deldiscurso político, observamos que para el presidenteCaldera, la democracia adquirió connotaciones socialesy económicas en la agenda de política exterior, cuya fi-nalidad era causar un impacto positivo en la políticadoméstica para elevar la calidad de vida de los ciudada-nos. En este sentido, con respecto al primer gobierno deCaldera consideramos:

1-) Una notoria diferencia entre lo que se había eje-cutado en política exterior por los dos gobiernos prece-dentes y el gobierno de Rafael Caldera (1969-1974), serála decisión de éste no mantener la vigencia de la llamadaDoctrina Betancourt por considerar que la misma aisla-ba a Venezuela del resto de América Latina, al tiempoque la consolidación del sistema democrático en el paísigualmente hacía innecesario su mantenimiento.

2-) La política exterior del primer gobierno de RafaelCaldera estuvo especialmente condicionada por facto-res de orden económico interno para consolidar la de-mocracia de modo que se revirtiera en la colectividad.

3-) El cumplimiento de los objetivos propuestos alinicio permitió identificar las variables que definieron la

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tendencia política durante el régimen de RómuloBetancourt y económica durante el gobierno de RafaelCaldera así como también los elementos que condicio-naron el proceso político interno para que éste impactaraen el proceso de formación de la agenda de política ex-terior de cada período.

4-) Eran otras las necesidades que las élites percibíancomo prioritarias, sobre todo, una sana economía en elorden interno que se reflejara en mejoras sociales; porello, fue objetivo fundamental del gobierno expresar estanecesidad social en materia de política exterior y por ello,la integración económica latinoamericana sobre los prin-cipios de Justicia Social Internacional fue la brújula querigió el rumbo de la acción exterior del Estado durantesu gobierno.

5-) La Democracia era concebida como un problemaen la agenda de política exterior en su dimensión social yeconómica, y por ello considerada a la vez un instru-mento de política exterior para propiciar la estabilidadsocial y económica del pueblo.

6-) En reemplazo de la Doctrina Betancourt, el Plu-ralismo Ideológico fue el canal por medio del cual sepromocionó la democracia.

7-) La aplicación de los principios que constituyeronel cuerpo doctrinario socialcristiano fue el sustento ideo-lógico po medio del cual se justificó el cambio de rumboen la política exterior.

Sobre ambos gobiernos podemos considerar finalmen-te que, de las variables observadas, sobre todo en elmarco de la decisión del Presidente como rector de lapolítica exterior en ambos gobiernos, identificamos que

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a pesar de haberse inspirado en una necesidad societalgenerada desde abajo, fue producto de un acto guberna-mental; es decir, el distanciamiento de la política exte-rior respecto de la vida y observación de los venezola-nos -»derailment from above» en las palabras de Nincic,hizo que el proceso de formación de la agenda fuera esen-cialmente por iniciativa y atención gubernamental, se-parándola de la agenda y la dinámica societal. Por lo an-terior, podemos concluir que la agenda de política exte-rior de ambos gobiernos coincide en la fuente guberna-mental que les dio origen. Es decir, no obstante ciertasexigencias societales, la agenda fue más gubernamentalque societal. Ello es producto de la tradición realista enla que si bien las masas no debían ser apartadas total-mente de la toma de decisión de los asuntos públicos,no era posible permitirles la plena particiapción en losprocesos de formación de las políticas exteriores(Morguenthau, 1963:12; Rey, 1983). Finalmente, exis-ten dos consideraciones generales detrás de todo esteargumento que abre un amplio espacio para la reflexióndesde la óptica de la formación de la agenda:

1- Que el proceso de formación de la agenda de polí-tica exterior y los ciclos de atención han estado fuerte-mente marcados por la dinámica gubernamental. Ello essin duda reflejo de la organización y estilo propios delmodelo político instaurado en 1958; y 2- Que, sin em-bargo, durante los dos períodos objeto de estudio nopuede negarse la presencia de la discusión societal, entanto en la búsqueda de estabilidad política durante losprimeros años de la democracia como en los de pacifica-ción y bienestar sociopolítico durante los años setenta.

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Anexo únicoPacto de Punto Fijo.

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Pacto de «Punto Fijo»[1958]

Los partidos Acción Democrática, Social CristianoCopei y Unión Republicana Democrática, previa deteni-da y ponderada consideración de todos los elementosque integran la realidad histórica nacional y la proble-mática electoral del país, y ante la responsabilidad deorientar la opinión pública para la consolidación de losprincipios democráticos, han llegado a un pleno acuerdode unidad y cooperación sobre las bases y mediante lasconsideraciones siguientes:

1a Como es del conocimiento público, durante variosmeses las distintas fuerzas políticas que han participadoen las acciones unitarias para la defensa del régimen de-mocrático han mantenido conversaciones destinadas aasegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperaciónentre ellas, interesadas por igual en la consolidación dela unidad y la garantía de la tregua política, sin perjuiciode la autonomía organizativa y caracterización ideológi-ca de cada uno, conforme se declaró expresamente en elacta de ampliación de la Junta Patriótica firmada el 25de enero de 1958 por los partidos políticos que la inte-graban inicialmente. El resultado obtenido es favorable,toda vez que las naturales divergencias entre los parti-dos, tan distintas de unanimismo impuesto por el despo-tismo, se han canalizado dentro de pautas de conviven-cia que hoy más que nunca es menester ampliar y garan-tizar. El análisis cabal de los antecedentes, de las carac-terísticas actuales y de las perspectivas de nuestro movi-miento democrático, la ponderación comprensiva de losintereses legítimamente representados por los partidos a

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nombre de los centenares de miles de sus militantes; elreconocimiento de la existencia de amplios sectores in-dependientes que constituyen factor importante de lavida nacional; el respaldo de las Fuerzas Armadas al pro-ceso de afirmación de la República como elementoinstitucional del Estado sometido al control de las auto-ridades constitucionales, y el firme propósito de auspi-ciar la unión de todas las fuerzas ciudadanas en el es-fuerzo de lograr la organización de la Nación venezola-na, han estado presentes en el estudio de las diferentesfórmulas propuestas. La sincera definición y defensa delos derechos que asisten a los partidos como represen-tantes de grandes núcleos nacionales y la preocupacióncomún de atender en conjunto a los intereses perdura-bles de la Nación, si bien han podido en forma ocasionalprovocar la generosa impaciencia de calificados valoresde la opinión, son la garantía de que las deliberacioneshan respondido a un serio y responsable enfoque de lasurgencias del país.

2a Las minuciosas y largas conversaciones han servi-do para comprometer a las organizaciones unitarias enuna política nacional de largo alcance, cuyos dos polospodemos definir así: a) seguridad de que el proceso elec-toral y los Poderes Públicos que de él van a surgir res-pondan a las pautas democráticas de la libertad efectivadel sufragio; y b) garantía de que el proceso electoral nosolamente evite la ruptura del frente unitario, sino quelo fortalezca mediante la prolongación de la tregua polí-tica, la despersonalización del debate, la erradicación dela violencia interpartidista y la definición de normas quefaciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos de-

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liberantes de modo que ambos agrupen equitativamentea todos los sectores de la sociedad venezolana interesa-dos en la estabilidad de la República como sistema po-pular de Gobierno.

3a Establecidos esos principios de carácter general,COPEI, AD y URD comprometen su acción y respon-sabilidad en los términos siguientes:

a) Defensa de la constitucionalidad y del derecho agobernar conforme al resultado electoral. Las eleccio-nes determinarán la responsabilidad en el ejercicio delos Poderes Públicos, durante el periodo constitucional1959-1964; intervención de la Fuerza contra las autori-dades surgidas de las votaciones es delito contra la Pa-tria. Todas las organizaciones políticas están obligadas aactuar en defensa de las autoridades constitucionales encaso de intentarse o producirse un golpe de Estado, auncuando durante el transcurso de los cinco años las cir-cunstancias de la autonomía que se reservan dichas or-ganizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellasen la oposición legal y democrática al Gobierno. Se de-clara el cumplimiento de un deber patriótico la resisten-cia permanente contra cualquier situación de fuerza quepudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboracióncon ella también como delito de lesa patria.

b) Gobierno de Unidad Nacional. Si bien el ejerciciodel Poder por un partido es consecuencia legítima de unamayoría electoral, la suerte de la democracia venezolanay la estabilidad del Estado de derecho entre nosotrosimponen convertir la unidad popular defensiva en go-bierno unitario cuando menos por tanto tiempo comoperduren los factores que amenazan el ensayo republi-

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cano iniciado el 23 de enero; el gobierno de Unidad Na-cional es el camino para canalizar las energías partidis-tas y evitar una oposición sistemática que debilitaría elmovimiento democrático. Se deja claramente sentado queninguna de las organizaciones signatarias aspira ni acep-ta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual debenestar representadas las corrientes políticas nacionales ylos sectores independientes del país, mediante una lealselección de capacidades.

c) Programa mínimo común. Para facilitar la coope-ración entre las organizaciones políticas durante el pro-ceso electoral y su colaboración en el Gobierno Consti-tucional los partidos signatarios acuerdan concurrir adicho proceso sosteniendo un programa mínimo común,cuya ejecución sea el punto de partida de una adminis-tración nacional patriótica y del afianzamiento de la de-mocracia como sistema. Dicho programa se redactarápor separado, sobre las bases generales, ya convenidas, yse considerará un anexo del presente acuerdo. Como esteprograma no excluye el derecho de las organizacionespolíticas a defender otros puntos no comprendidos enél, se acuerda para estos casos la norma siguiente: nin-gún partido unitario incluirá en su programa particularpuntos contrarios a los comunes del programa mínimo y,en todo caso, la discusión pública en los puntos no co-munes se mantendrá dentro de los límites de la toleran-cia y del mutuo respeto a que obligan los intereses supe-riores de la unidad popular y de la tregua política.

4a El ideal de la unidad como instrumento de luchacontra la tiranía y contra las fuerzas en aptitud de re-agruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería

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la selección de un candidato presidencial democráticoúnico, la formación de planchas únicas para los cuerposcolegiados y la formación de un frente único a base deun solo programa integral de Gobierno.

En la práctica se ha evidenciado que diversos facto-res reales contradicen esa perspectiva histórica, mas, afor-tunadamente, hay otros medios idóneos de preservar laUnidad Nacional. Por consiguiente, lejos de considerarcomprometida la unidad por la comprobación de natu-rales contradicciones interpartidistas que se correspon-den con la esencia de la actividad democrática, las orga-nizaciones signatarias después de confrontar sus distin-tas opiniones entre sí y con las emitidas por voceros in-dependientes autorizados, de la prensa y de otros facto-res nacionales define:

1) Los requerimientos de la unidad son compatiblescon la eventualidad de diversas candidaturas y planchaslegislativas.

2 ) Para que la presentación de varias candidaturaspresidenciales y diversas planchas legislativas pueda ve-rificarse sin menoscabo de la unidad y sin ruptura de latregua interpartidista, es indispensable fortalecer el sen-timiento de común interés patriótico y la tolerancia ymutuo respeto entre las fuerzas unitarias, base de lo cualdebe ser la sincera y solemne adhesión de todas las fuer-zas democráticas a los puntos contenidos en esta decla-ración y al espíritu que la anima, tal como hoy se consa-gra con la firma de este documento.

3) Para garantizar la tregua política y la convivenciaunitaria de las organizaciones democráticas, se crea unaComisión Interpartidista de Unidad encargada de vigilar

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el cumplimiento de este acuerdo. Dicha Comisión estaráencargada de orientar la convivencia interpartidista, deconocer las quejas que se produzcan contra las desvia-ciones personalistas o sectarias en la campana electoraly de diligenciar ante cualquiera de los signatarios, y anombre de todos, la morigeración (sic) y control en loque pudiera comprometer la convivencia democrática.

5a Para garantizar que varias postulaciones presiden-ciales y varias planchas legislativas sean en todo mo-mento expresiones de la voluntad nacional de celebrarelecciones que en definitiva se traduzcan en fortaleci-miento de la democracia, se proclama:

I. Cada organización queda en libertad de sustentarsu propio candidato presidencial y sus propias planchaspara los cuerpos colegiados dentro del concepto de uni-dad aquí consagrado y en el sentido de que garanticen latolerancia mutua durante la campaña y el cumplimientode los compromisos generales convenidos en esta decla-ración cualquiera que sea la candidatura o plancha queobtuviera mayor número de votos.

II. Todos los votos emitidos a favor de las diversascandidaturas democráticas, serán considerados comovotos unitarios y la suma de los votos por los distintoscolores como una afirmación de la voluntad popular afavor del régimen constitucional y de la consolidacióndel Estado de derecho.

III. La postulación de los candidatos presidenciales yde las planchas legislativas es de la responsabilidad decada partido o coalición. Será el pueblo elector a quienle corresponda calificar con el voto cualquier postulación.

Los partidos que suscriben este documento garanti-

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zan la adhesión de los principios y normas aquí consa-grados de sus respectivos candidatos a la Presidencia dela República.

IV. Los partidos signatarios se comprometen a reali-zar una campaña positiva de afirmación de sus candida-tos y programas dentro del espíritu de la unidad, evitan-do planteamientos y discusiones que pueden precipitarla pugna interpartidista, la desviación personalista deldebate y divisiones profundas que luego pudieran com-prometer la formación del Gobierno de Unidad Nacio-nal.

V. Después de publicado el resultado oficial de laselecciones, tendrá lugar en Caracas un gran acto popularencargado de ratificar los siguientes principios:

a) Pública adhesión de todas las organizaciones y can-didatos participantes al resultado de las elecciones, comoexpresión de la soberana voluntad popular.

b) Ratificación por parte de las organizaciones signa-tarias de su sincero propósito de respaldar al Gobiernode Unidad Nacional, al cual prestarán leal y democráticacolaboración.

Consideran las organizaciones signatarias que la ad-hesión de todas las fuerzas políticas a los principios ypuntos fijados en esta declaración es una garantía eficazpara el ejercicio del derecho electoral democrático den-tro de un clima de unidad. La cooperación de los orga-nismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, dela prensa y de personalidades independientes, con losfines así precisados, consolidarán la convivencia nacio-nal y permitirán el desarrollo de una constitucionalidadestable que tenga en sus bases la sinceridad política, el

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equilibrio democrático, la honestidad administrativa y lanorma institucional que son la esencia de la voluntadpatriótica del pueblo venezolano. Como este acuerdo nofija principio o condición contrarios al derecho de lasotras organizaciones existentes en el país, y su leal cum-plimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio porellas de cuantas facultades pueden y quieren poner alservicio de las altas finalidades perseguidas, se invita atodos los organismos democráticos a respaldar, sin per-juicio de sus concepciones específicas, el esfuerzo com-prometido en pro de la celebración del proceso electoralen un clima que demuestre la aptitud de Venezuela parala práctica ordenada y pacífica de la democracia.

Caracas, 31 de octubre de 1958(Firmado)Por Unión Republicana Democrática,Jóvito Villalba.Ignacio Luis Arcaya.Manuel López Rivas.(Firmado)Por el Partido Social Cristiano Copei,Rafael Caldera.Pedro del Corral.Lorenzo Fernández.(Firmado)Por Acción Democrática,Rómulo Betancourt.Raúl Leoni.Gonzalo Barrios

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Se terminó de Imprimir en los talleres de la Ilustre Universidad Central deVenezuela, patrimonio de la Humanidad, a partir de arte final compuesto enlos talleres de la Editorial Nuevas Letras, en Caracas a los 15 días del mes de

Agosto del año 2001. Consta en Primera edición de 1000 ejemplares.

Publicado en la WEb por elInstituto Superior de Estudios Internacionales y Diplomáticos ISEIDI

Presidente

Embajador Julio Cesar Pineda