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DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SUR Tesina de Licenciatura en Letras “Variaciones en la idea de “germanidad” (Deutschum) en Viktor Klemperer, judío alemán, frente al impacto de las concepciones raciales impuestas por el nacionalsocialismo, durante los años 1933-1945Macarena Junquera BAHÍA BLANCA 2014 ARGENTINA

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DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SUR

Tesina de Licenciatura en Letras

“Variaciones en la idea de “germanidad” (Deutschum) en Viktor Klemperer, judío

alemán, frente al impacto de las concepciones raciales impuestas por el

nacionalsocialismo, durante los años 1933-1945”

Macarena Junquera

BAHÍA BLANCA 2014 ARGENTINA

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Prefacio

Esta Tesina se presenta como trabajo final para obtener el título de Licenciado en Letras de la

Universidad Nacional del Sur. Contiene el resultado de la investigación desarrollada por

Macarena Junquera, en la orientación Lingüística, bajo la dirección de la Dra. Lorena M. A.

de -Matteis.

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Índice

1. Introducción 2

2. Estado de la cuestión 3

2.1. El discurso del nacionalsocialismo 3

2.2. Nazismo, sociedad y memoria: experiencia e influencia de Klemperer 4

2.3. Los Diarios de Klemperer 5

2.4. La reelaboración de los Diarios: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un

filólogo. 6

2.5. Klemperer y el conflicto identitario 8

3. Objetivos 9

4. Hipótesis de trabajo 10

5. Marco teórico 10

5.1. Lineamientos generales 10

5.2. El género 11

5.3. Conceptos clave: identidad –lengua –nación 13

5.4. Nociones de campo asociativo y Teoría de la Valoración 16

6. Metodología 18

6.1. Conformación del corpus 18

6.2. Procesamiento de los datos 18

7. Análisis de datos 20

7.1. Eje de la Germanidad 21

7.1.1. Klemperer como sujeto alemán 21

7.1.1.2. Sustantivo germanidad 22

7.1.1.3. Adjetivo alemán 26

7.1.1.4. Síntesis parcial de resultados 32

7.1.2. Elementos definidores de la Germanidad 32

7.1.2.1. Expresiones que mantienen valoración positiva 32

7.1.2.1.2. Esencia, ser y espíritu 33

7.1.2.1.3. Cultura y lengua 35

7.1.2.2. Expresiones cuya valoración cambia de signo 38

7.1.2.2.1. Voluntad, carácter y alma popular 38

7.1.2.2.2. Ideología nacional 40

7.1.2.3. Síntesis parcial de resultados 41

8. Conclusiones 41

9. Fuentes 44

10. Bibliografía 44

Anexo 47

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1. Introducción

En el amplio marco de los recientes estudios dedicados a la Segunda Guerra Mundial

y el nazismo, especialmente los que caracterizan esta última década, los Diarios (1933-1945)

de Viktor Klemperer cobran vital importancia, pues su valor histórico los convierte en uno de

los testimonios más significativos de aquellos años signados por el nacionalsocialismo

alemán. Así lo reconocen, por ejemplo, Reiss (1998), Richards (1999) y Pearce (2009),

quienes destacan como principales datos biográficos que Klemperer, hijo del rabino Wilhem

Klemperer y el menor de nueve hermanos, nació en octubre de 1881 en Landsberg an der

Warthe (actualmente Polonia). Cuando tenía nueve años de edad, su familia decidió mudarse

a Berlín. Al concluir sus estudios secundarios, inició las carreras de filología románica y

germánica que luego interrumpió para dedicarse al periodismo. En 1906 contrajo matrimonio

con la pianista alemana Eva Schelmmer y se doctoró en filología románica seis años más

tarde. Durante la Primera Guerra Mundial se alistó voluntariamente en el ejército alemán y, a

partir de los años veinte, ejerció como profesor de lenguas románicas en la Escuela Superior

Técnica de Dresde. Entre 1933 y 1945 sufrió la persecución nazi: fue despedido de su cargo

en la universidad, obligado a abandonar su propio hogar para ser confinado en una “casa

judía” y forzado a trabajar como obrero en distintas fábricas, pero el hecho de estar casado

con Eva -una mujer no judía-, lo salvó de la deportación.

Klemperer no constituye lo que consideramos la “típica víctima” del régimen

nacionalsocialista: no estuvo prisionero en campos de concentración y apenas oyó hablar de

Auschwitz. No obstante, el registro de sus experiencias ofrece testimonio de la vida diaria en

pleno gobierno nazi, aunque desde la perspectiva de una víctima judía que podría

considerarse “privilegiada” debido a su matrimonio “mixto” (en términos de la lógica racial

del nazismo) y al hecho de haber estado viviendo en Dresde, ciudad que permaneció en la

retaguardia durante la mayor parte de la guerra. Esta situación le permitió tomar minuciosas

observaciones del día a día pero también reflexionar sobre el nacionalsocialismo en cuanto a

dos aspectos fundamentales: su odio institucionalizado contra los judíos y su lenguaje.

Si bien Klemperer es conocido a nivel mundial por su obra LTI. Lengua del Tercer

Reich. Apuntes de un filólogo (1947)1, profundo análisis del lenguaje del nazismo que expone

la relación entre poder, lengua e identidad en medio de un contexto tan complejo como la

imposición y el ejercicio de una ideología totalitaria, creemos necesario sumarnos a quienes,

como hemos dicho, destacan la relevancia que poseen sus Diarios, inéditos durante medio

1 LTI. Notizbuch eines Philologen (1947), Berlín: Aufbau Verlag.

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siglo. Tras la muerte de su autor, en 1960, fueron depositados en los archivos de la

Landesbibliothek de Dresde y continuaron ocultos durante otros treinta y cinco años hasta

que Walter Nowojski, estudiante y discípulo de Klemperer cuando este retomó su cargo en la

universidad, logró publicarlos en la editorial Aufbau Verlag.

Dichos escritos revelan la existencia de una problemática vital que nos proponemos abordar

en la presente investigación desde el Análisis Crítico del Discurso: habiendo llegado a

bautizarse protestante en dos oportunidades para alejarse definitivamente de la religión judía

y confirmar lo que él llama su “germanidad” (Deutschum) -primero en 1903 y luego en 1912

(Reiss, 1998)-, la asunción de Adolf Hitler al poder en la convulsionada Alemania de 1933

comporta un duro golpe que desestabiliza y cuestiona el firme concepto que Klemperer tiene

de su país y, en consecuencia, su propia identidad como sujeto alemán. Aunque no hallamos

una descripción de su concepto de Alemania en términos concretos, podemos inferir de lo

expuesto en sus Diarios que, hasta la llegada del hitlerismo, esta constituye para Klemperer

una nación civilizada, definida por su racionalidad y por los valores éticos y morales con los

que su pueblo se identifica. En este sentido, con la irrupción del régimen nazi, se ve obligado

a afrontar un conflicto identitario cuyo núcleo se asienta en la noción de germanidad que,

como un hilo conductor, atraviesa los doce años de nacionalsocialismo descriptos y

analizados en sus Diarios.

2. Estado de la cuestión

Los Diarios de Klemperer, así como los numerosos estudios que los abordan, deben

insertarse dentro un amplio y multidisciplinar campo de investigación centrado en el

nazismo. El estado de la cuestión que presentamos a continuación se propone trazar un breve

recorrido por aquellos trabajos más significativos para nuestro tema.

2.1 El discurso del nacionalsocialismo

El discurso del nacionalsocialismo no solo representa el contexto dentro del cual debe

enmarcarse el del propio Klemperer; es, ante todo, el discurso con el cual este último

confronta de manera constante. En este sentido, debemos mencionar a dos autores que se

focalizan en el lenguaje nazi (Nazi-Deutsch)2: en primer lugar, el historiador Robert Michael

2 De acuerdo a Doerr (2002: 28), esta es la expresión con la cual se ha hecho conocido el lenguaje nazi en

Alemania: una denominación que abarca el lenguaje de los diccionarios, los libros de gramática y la literatura de

aquella época. Como puede verse, Michael (2002: 4) utiliza una expresión similar, comúnmente referida al

lenguaje empleado por Martín Lutero, en su estudio.

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(2002) centra su atención sobre la tradición del vocabulario anti-judío y su consecuente

deshumanización de los judíos. Su origen se remonta dos milenios atrás, cuando los cristianos

consideran al pueblo judío responsable del asesinato de Cristo e, incluso, socio de Satanás. El

autor se concentra sobre todo en los tiempos de la Reforma, cuando el antisemitismo en

Alemania se halla ligado a la figura de Martín Lutero. De acuerdo a Michael, es Lutero quien

prepara el terreno y anticipa el vocabulario para la política judía llevada a cabo por los nazis;

de hecho, sostiene, el alemán de Lutero (Luther-Deutsch) y el de los nazis tienen mucho en

común. Este último, señala Michael, continúa con el vocabulario tradicional que dio lugar a

la figura de un judío ficticio, una imagen falsa que se refleja y se vehiculiza en el lenguaje

para culminar en el asesinato masivo de los judíos reales.

Por su parte, la germanista Karin Doerr (2002) se ocupa de analizar las voces más

representativas del nacionalsocialismo, exponiendo la representación del mundo que este

movimiento sostiene como ideología pero también sus efectos directos en la organización de

la sociedad, así como sobre la gestación y ejecución de la “Solución Final a la cuestión judía”

(Endlösung der Judenfrage). Para Doerr, la lengua alemana bajo el período del Tercer Reich

representa una desviación de lo humano, cuyo influjo en el pensamiento de toda una nación y

los efectos irreparables producidos en sus víctimas son más que evidentes.

2.2 Nazismo, sociedad y memoria: experiencia e influencia de Klemperer

Dentro del mundo académico, especialmente en el área de la Historiografía y de los

estudios dedicados al Holocausto, los debates de la última década se concentran sobre dos

cuestiones claves: por un lado, la actitud que demostraban los “alemanes corrientes” (los

ciudadanos comunes) del Tercer Reich hacia los judíos y, por otro lado, si la población

alemana tenía o no conocimiento de los crímenes que eran perpetrados por el régimen nazi.

En el análisis de los Diarios, como es lógico, la respuesta a estas dos preguntas, solo

puede referirse a la propia experiencia de Klemperer en tanto alemán de origen judío: en lo

que respecta a la primera cuestión, su testimonio refutaría la concepción de que todos los

alemanes eran antisemitas y apoyaban el nazismo, pues sus Diarios dan cuenta del trato

amistoso que recibía por parte de personas desconocidas que se cruzaba en la vía pública, así

como también del personal de la fábrica donde debía cumplir las tareas laborales impuestas.

En cuanto a la segunda cuestión, se ha señalado que Klemperer conocía ciertos rumores

acerca de las atrocidades cometidas a los judíos en el Este, pero ignoraba la realidad que

sucedía en Auschwitz y otros campos de concentración, al menos hasta octubre de 1944, con

la llegada del Ejército Rojo (Turner, 1999; Kattago, 2001).

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En relación con los interrogantes que se acaban de exponer, se encuentra la

problemática de la construcción de una memoria colectiva alemana. En este sentido, el

historiador estadounidense Peter Fritzsche (2006) analiza lo que él llama la “narrativa

sentimental”, presente tanto en el ámbito histórico como literario alemán: característica en la

Alemania de los años 1950, esta narrativa aún hoy se considera una estrategia viable para

construir un pasado nacional aceptable. Este tipo de narrativa, en la actualidad, promueve la

visión de los alemanes como víctimas de los Aliados sin ocuparse, en realidad, de sus propias

víctimas. El pueblo alemán evade así, para Fritzsche, la cuestión de la complicidad popular

en los crímenes nazis y por ende su responsabilidad por el pasado, pretendiendo una

continuidad con los años anteriores al nacionalsocialismo.

Precisamente, Fritzsche considera a Klemperer como uno de sus antecedentes, pues

preguntándose en sus Diarios cómo se representará la Segunda Guerra Mundial en el futuro,

esboza su propia respuesta, donde la figura triunfal es el portador de la simbiosis judío-

alemana o “mestizo” (Mischling), convertido en símbolo de una nueva Alemania basada en

una tradición cultural compartida. Sin embargo, en dicha interpretación, el quiebre que

produjo el Holocausto en la nación alemana se minimiza y el papel de los nazis no forma

parte del relato.

2.3 Los Diarios de Klemperer

Dentro del área de los estudios literarios y lingüísticos, los Diarios de Klemperer

también han suscitado amplio interés. Así, por ejemplo, para Hans Reiss (1998) historiador

alemán, no solo brindan un auténtico testimonio de las experiencias de una víctima bajo el

régimen de Hitler, sino que además reflejan una combinación de conciencia y ceguera en el

autor: conciencia de los grandes peligros que corre su vida en un régimen como el nazismo;

ceguera por creer firmemente que no existe futuro para él y su esposa fuera de Alemania. Sin

importar cuán oscuros sean los días que los esperan, los Klemperer se aferran a su esperanza

y en ella la escritura se convierte en sustituta de la religión.

En una línea diferente, el lingüista alemán Wolfgang Mieder (2000) toma los Diarios

como su corpus principal para analizar discursivamente en ellos el uso de la retórica

proverbial. Klemperer utiliza en sus anotaciones proverbios y expresiones populares,

reforzando sus afirmaciones y observaciones. Pero, señala Mieder, este lenguaje proverbial

constituye un arma de doble filo: le es útil tanto a los perpetradores como a las mismas

víctimas. Como tal, Klemperer incluso formula sus propias variantes, tanto para dar cuenta de

la vida diaria bajo la tiranía hitleriana, como para caracterizar la mente nacionalsocialista.

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Por su parte, a partir de un análisis formal de la escritura de Klemperer, el lingüista

francés Michael Rinn (2006) se propone estudiar cómo el autor desarrolla en sus Diarios una

estrategia retórica designada para textualizar una experiencia extrema como el nazismo a lo

largo de doce años (1933-1945). Por un lado, sostiene, Klemperer intenta construir una

imagen de sí mismo (ethos) con el fin de que su testimonio sea creíble. Pero, por el otro,

amenazado por la política nazi de aniquilación, se ve forzado a redefinir su relación con él

mismo y con los otros, construyendo así un discurso que articula la dimensión argumental del

pathos. Klemperer es reducido por el nazismo al status de Nadie, del no sujeto. Sin embargo,

al nombrarse a sí mismo, se rehúsa a silenciar su voz así como también las voces de aquellos

que han desaparecido para siempre.

2.4 La reelaboración de los Diarios: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo.

Debido a las reflexiones que los Diarios contienen sobre la lengua y, en particular,

sobre el lenguaje del nacionalsocialismo, su lectura se complementa con la del volumen La

lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo. (Lingua Tertii Imperii, LTI, 1947) donde

Klemperer expone, tras la Segunda Guerra Mundial, su análisis exhaustivo de ese lenguaje

totalitario, reelaborando materiales de sus Diarios. Se trata de un texto ampliamente abordado

por una diversidad de autores que también sirven como marco de referencia para nuestra

propuesta de trabajo.

En un estudio temprano, el especialista en literatura alemana Roderick H.Watt (1998)

se centra en reconstruir la historia de cómo y por qué el volumen LTI es publicado por

primera vez en el año 1947, bajo el dominio de la Unión Soviética y el comunismo, aun

cuando el mismo Klemperer tiene conciencia de que sus conclusiones sobre la LTI son

aplicables no solo al lenguaje sino también a las prácticas políticas del nuevo gobierno en la

Alemania del Este. Klemperer omite deliberadamente las referencias a estas similitudes y

muchos observan en esta actitud una gran cuota de oportunismo. No obstante, señala Watt en

un trabajo similar de 2003, no es el único en actuar de ese modo: antes de que los excesos del

stalinismo sean descubiertos, el comunismo es considerado un mal menor en comparación

con el nazismo y el único capaz de evitar que este último resurja.

Por su parte, el filósofo francés Olivier Remaud (2000) se pregunta por la relación

entre violencia y lenguaje con el fin de analizarla a través de tres autores: Elias Canetti3,

3 Elias Jacques Canetti (Ruse, 1905- Zúrich, 1994), pensador y novelista de origen sefardí y expresión en lengua

alemana. Premio Nobel de Literatura en 1981.

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Klemperer y Walter Benjamin4. Sirviéndose tanto del pensamiento lingüístico de Saussure

como del de Chomsky, retoma la distinción entre langue y parole que se corresponde, en

parte, con la de competencia y actuación. De acuerdo a Remaud, cuando la violencia se

aplica al lenguaje, esta afecta la langue en su esencia e intenta ejercer control sobre la parte

más interna de la persona, proceso que Canetti explora en sus novelas. Este juego perverso es

el que produce también la LTI: la langue expresada a través de esta parole ya no es la que

enriquece la comunicación, sino la del conquistador (Hitler), un discurso uniforme que todas

las personas adoptan sin ser plenamente conscientes y que, al mismo tiempo, las separa. Ni

siquiera el propio Klemperer es inmune a sus efectos. La figura del narrador (representada en

el estudio de Remaud por Benjamin) se vuelve, entonces, central: es él quien a través de su

relato nos ofrece su experiencia y aconseja, devolviéndole al lenguaje su dimensión ética y

permitiendo que sus oyentes también sean futuros narradores.

En una línea similar a la propuesta de análisis planteada por Watt, el escritor y

politólogo estadounidense John Wesley Young (2005) se concentra principalmente sobre el

volumen LTI, ocupándose de los aspectos que varios académicos han criticado: su

determinismo lingüístico (el nexo casi indestructible que postula Klemperer entre

pensamiento y lenguaje), la descripción de la LTI como lengua omnipotente durante el

régimen nazi y el tratamiento sobre el lenguaje comunista. Klemperer, en un principio,

contrasta este último con el lenguaje del nazismo, considerándolo una herramienta de

iluminación, no de represión, y para cuyo estudio aplica un método distinto. Esto podría

observarse, según Young, como una posible estrategia para que las referencias a la naturaleza

totalitaria del comunismo no sean tan evidentes. Estas críticas van de la mano con la actitud

contradictoria que Klemperer manifiesta en su apoyo público por el Partido Comunista. Para

Young, se trata de la esperanza por una sociedad justa que termina, luego, en otra desilusión.

Por último, desde un plano sociolingüístico, Katherina Barbe (2007) lingüista

estadounidense, considera el trabajo de LTI como un ejercicio anticipatorio de Análisis

Crítico del Discurso -más allá de que esa no haya sido la intención original de Klemperer-,

dado que pone de relieve la estrecha conexión entre lenguaje y poder. Sin embargo,

Klemperer no es un observador imparcial: también él forma parte de las víctimas de la

situación que analiza. En este sentido, podría afirmarse que en su rol de “participante

observador” no es muy confiable; aun así, y hasta cierto punto, puede tomar distancia porque

el régimen mismo lo excluye. Barbe destaca, entonces, que para Klemperer la

4 Walter Benjamin (Berlín, 1892-Portbou, 1940), filósofo, crítico literario y ensayista alemán de origen judío. Su

pensamiento se asocia con la Escuela de Frankfurt.

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responsabilidad de cada hablante reside en cuestionar el lenguaje de sus líderes, ser crítico y

estar alerta para evitar la ingesta del “veneno” metafórico5.

2.5 Klemperer y el conflicto identitario

En lo que respecta al tema que nos proponemos trabajar -el concepto de germanidad

en Klemperer en relación con su conflicto identitario-, solo tenemos conocimiento de tres

autores que hayan abordado su conflicto de identidad, aunque desde diferentes perspectivas.

Así, por ejemplo, Lawrence Birken (1999) historiador estadounidense, analiza cómo el propio

pensamiento de Klemperer es influenciado por el prusianismo, el Romanticismo y el mismo

nazismo. Si bien Klemperer establece una oposición tajante entre el Iluminismo (racional) y

el Romanticismo (irracional), identificando al primero (y a sí mismo) con el prusianismo y al

segundo con el nazismo, esta división para Birken no sería tal. Lo que Klemperer considera

“Romanticismo” es, en realidad, una intensificación de las ideas iluministas, un Iluminismo

revolucionario que utilizó el fanatismo para destruir otro fanatismo ya caduco, tanto en 1793

(Revolución Francesa) como en 1933 (asunción de Hitler al poder). Desde esta perspectiva, la

revolución llevada a cabo por Hitler no tiene sus raíces en un “Romanticismo eterno del

pueblo alemán” (como afirma Klemperer), sino en los impulsos del propio Iluminismo que

Klemperer defiende.

En el mismo año, Earl Jeffrey Richards (1999), también norteamericano y especialista

en Literaturas comparadas, critica la reacción excesivamente favorable que suscitaron los

Diarios al momento de su publicación en 1995. Richards sostiene que Klemperer no puede

considerarse una figura representativa del Tercer Reich, dado su profundo apego por “lo

alemán” unido a su desprecio por todo lo judío. El hecho de que nunca defina en términos

positivos su identidad alemana, sino que la presenta en constante oposición con los

postulados del nazismo, lo llevan a pensar que Klemperer -en especial con su estudio sobre la

LTI- decide ocuparse de la voz del opresor en lugar de buscar y encontrar la suya propia, a

diferencia de lo que logran la mayoría de los judíos sobrevivientes quienes, además, tratan de

unificar sus voces en una sola.

En último lugar, Steven Aschheim (2001) historiador alemán, analiza los diarios y

correspondencias de tres intelectuales de origen judío: Klemperer, Hannah Arendt6 y

5 “Veneno” (Gift, Giftstoffen) es la denominación utilizada por Klemperer en su LTI para referirse a la

propaganda nacionalsocialista pero también al lenguaje nazi en general. 6 Hannah Arendt (Hannover, 1906- Nueva York, 1975), filósofa y teórica política, destacada por sus obras sobre

el totalitarismo.

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Gershom Scholem7. Su objetivo es dar cuenta de los conflictos identitarios y de visión del

mundo que cada uno ha tenido que afrontar debido a la crisis -moral, ideológica, política-

producida como consecuencia de los acontecimientos ocurridos durante la Segunda Guerra

Mundial. En el caso particular del autor que nos ocupa, Aschheim concluye que, a pesar de

los muchos esfuerzos que haya hecho Klemperer para alejarse del judaísmo, sintiéndolo

completamente ajeno a su persona, existe en él una sensibilidad intelectual alemana-judía que

lo convierte en portador de aquello que solo los judíos pueden continuar predicando en un

ambiente político tan radical: las ideas del Iluminismo. En este sentido, Klemperer, para

Aschheim, participa profundamente de la historia alemana-judía.

En síntesis, hasta donde hemos podido constatar, no encontramos estudios que

aborden, desde el Análisis Crítico del Discurso, la problemática del concepto de germanidad

en los Diarios (1933-1945) de Klemperer, e identifiquen y profundicen el análisis de aquellos

pasajes en los que formula distintas aproximaciones posibles a esta noción.

3. Objetivos

Los objetivos generales que nos proponemos alcanzar en nuestro trabajo son:

Analizar la noción de germanidad (Deutschum) en el discurso de Klemperer.

Relacionar este concepto con su conflicto identitario, producto del impacto de las

concepciones raciales impuestas por el nacionalsocialismo durante los años 1933-

1945.

Contribuir, mediante el Análisis Crítico del Discurso, a una mayor clarificación y

comprensión de las reflexiones que expresa Klemperer en pleno gobierno

nacionalsocialista.

De acuerdo con estos propósitos de orden general, trabajamos sobre los siguientes

objetivos específicos:

Relevar en los textos de sus Diarios todos los pasajes en los que Klemperer se refiere

a su idea de germanidad.

Identificar las voces y expresiones que, en el discurso de Klemperer, orientan sobre

los alcances del concepto de germanidad.

7 Gershom Gerhard Scholem (Berlín, 1897- Jerusalén, 1982), especialista mundial en la Mística judía, conocida

popularmente bajo el nombre de Cábala.

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Organizarlas en campos asociativos que, como ejes de análisis, permitan una

sistematización de las ideas de Klemperer sobre la germanidad y los conceptos con

los que esta se vincula por semejanza o diferencia:

o Eje de la germanidad

o Eje del nazismo

o Eje de la lengua

o Eje de la nación

o Eje del judaísmo

Analizar las connotaciones evaluativas que expresan las voces y expresiones que

refieren específicamente a la noción de germanidad.

Identificar y establecer relaciones entre los ejes de análisis con el fin de observar

cómo la identidad de Klemperer como alemán se (re)constituye a lo largo del

período cubierto por sus Diarios.

Identificar, en la medida de lo posible, las etapas por las que transcurre el pensamiento

y el conflicto de identidad de Klemperer, durante los doce años de nazismo

comprendidos en sus Diarios.

4. Hipótesis de trabajo

En el discurso de Klemperer, judío alemán, el sentido de la noción de germanidad

(Deutschum) es objeto de significativas variaciones. Estas son la consecuencia

directa del conflicto identitario que define a Klemperer, a raíz del impacto que

provocan en él las concepciones raciales impuestas en Alemania por el nazismo

durante los años 1933-1945.

Los cambios en su concepción de la germanidad permiten establecer un proceso de

(re)construcción identitaria de Klemperer, durante el período abarcado en sus

Diarios.

5. Marco teórico

5.1 Lineamientos generales

La presente investigación se inscribe dentro del Análisis Crítico del Discurso, en

particular en el método histórico-discursivo de Ruth Wodak, perspectiva que considera el

lenguaje -su uso en el habla y en la escritura- como una forma de práctica social e implica

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una relación dialéctica entre un determinado suceso discursivo y las situaciones, instituciones

y estructuras sociales que lo enmarcan. En este sentido, el discurso no solo es moldeado,

producido e interpretado históricamente sino que, a su vez, contribuye a producir y sostener

relaciones desiguales de poder así como también a transformarlas (Wodak, 2001).

Este enfoque, “especialmente ideado para analizar emisiones prejuiciosas implícitas e

identificar los códigos y alusiones contenidos en el discurso prejuicioso” (Wodak, 2001: 70),

nos parece el marco general apropiado para nuestra propuesta, sobre todo porque ya ha

focalizado su atención sobre el análisis de discursos antisemitas, fascistas y racistas de

manera productiva. En este sentido, el discurso de Klemperer corresponde al de una atípica

víctima judeo-alemana durante los años de nazismo en Alemania y confronta constantemente

con el discurso nacionalsocialista dominante, en un acto que podría considerarse de

resistencia frente a los estereotipos y la visión de la realidad que este último construye e

impone.

A su vez, esta aproximación teórica se caracteriza por integrar al análisis e

interpretación del texto hablado o escrito toda la información disponible del contexto,

entendido principalmente como contexto histórico. En tal sentido, también resulta pertinente

para nuestra investigación uno de los postulados del Análisis de la Lectura -otra perspectiva

del Análisis Crítico del Discurso- cuyo precursor es el lingüista Utz Maas, experto en el

discurso del nacionalsocialismo. Este postulado, propuesto por Maas en 1984, establece que

la dimensión histórica es de suma importancia a la hora de analizar un texto, en especial para

abordar aquellas alusiones que se relacionan con el conocimiento de fondo y que no pueden

ser comprendidas si no es a partir de ese conocimiento. Es decir, el discurso se define por su

contenido y cada texto remite a otros textos, tanto sincrónica como diacrónicamente. Este

postulado es fundamental para el estudio abordado, ya que las reflexiones de Klemperer con

respecto a la noción de germanidad se asientan, dialogan e incluso se contraponen a

concepciones que responden a discursos implícitos, cuyo rescate y consideración son

necesarios en el análisis si se pretende lograr una comprensión más profunda de su conflicto

identitario. En otras palabras, aun cuando, por razones de espacio, en la presente

investigación no profundizamos demasiado en las cuestiones históricas, cabe destacar que

resultan clave para situar y comprender el discurso de Klemperer.

5.2 El género

Habiendo establecido el marco general teórico en que se inscribe este trabajo,

consideramos pertinente detenernos en un aspecto insoslayable: la cuestión del género. El

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diario íntimo es un modo de expresión o práctica discursiva que plantea múltiples

dificultades al momento de abordarla, en especial cuando se intenta definir si puede

considerarse literatura o no y se discute la posibilidad de incluirla entre los demás géneros

literarios. Aun cuando esta problemática excede nuestro análisis, no podemos ignorarla

debido a que el diario íntimo es la modalidad específica dentro de la cual el pensamiento y el

conflicto identitario de Klemperer se despliega y desarrolla de manera más auténtica. En este

sentido, hemos optado por considerar el diario íntimo tal como lo define Manuel Hierro

(1999):

(…)aquella narración en prosa de un sujeto real que por mediación del lenguaje se construye

en el texto, al tomar su propia existencia cotidiana como sustancia y espacio de la escritura,

permitiéndole interrogarse sobre sí mismo y por el que puede acceder al conocimiento de sí.

Al igual que en otras prácticas discursivas del territorio de la autorrepresentación literaria, en

el diario íntimo también podemos aprehender la individualidad de un yo-narrador, sujeto del

enunciado y de la enunciación, que se escribe e inscribe día a día de forma fragmentaria, y

donde pretende mostrar -en las acepciones de aparecer, desplegar o explorar- la corriente de

sus pensamientos, los actos que le parecen más importantes, así como las reflexiones causadas

por el contacto y la interacción con escenarios de la realidad exterior (Hierro, 1999: 114,

destacados en el original).

Si bien esta definición aplica en su totalidad al caso que nos ocupa, deja sin

contemplar un aspecto no menor: Klemperer escribe sus diarios para sí mismo,

materializando en palabras la profunda crisis que lo atraviesa y lo obliga a experimentar un

proceso inesperado de auto(re)conocimiento, pero también (como muchas otras víctimas

judías) para dejar testimonio, para que se sepa lo ocurrido durante aquellos años. En este

punto, nos remitimos a Alexandra Garbarini (2006), quien aborda la práctica de la escritura

del diario íntimo contextualizándola en la Alemania nazi. A partir de la pregunta sobre cómo

las víctimas judías le dieron sentido al horror mientras este era perpetrado y de los

testimonios estudiados, Garbarini concluye que la práctica de escribir un diario íntimo -

actividad ya habitual en la vida cotidiana de las personas de origen judío- significó legar a las

futuras generaciones un testimonio escrito sobre la experiencia de vivir bajo la sombra de la

aniquilación, dejar un testamento a sus familiares en el extranjero y asegurar la memoria de

su propia exterminación. Se trataba de representar a los demás una experiencia humana

irrepresentable. Esos diarios, entonces, reflejan los cuestionamientos a Dios, a la humanidad,

la incertidumbre acerca del futuro y también de la continuidad de sus identidades, el

sentimiento de alienación con respecto al resto del mundo.

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5.3 Conceptos clave: identidad – lengua – nación

Lo anteriormente expuesto conduce directamente al conflicto identitario de

Klemperer, por lo que es necesario precisar el sentido que damos a algunos términos claves

que subyacen a nuestro análisis. En primer lugar, tal como señalan Teun van Dijk (1999),

John E. Joseph (2004) y John Edwards (2009), consideramos la identidad no como algo dado

o natural, sino como una construcción. Para nuestros objetivos, creemos que la definición

más adecuada para abordar inicialmente la problemática identitaria de Klemperer es la

propuesta básica de Edwards:

The essence of identity is similarity (…) It signifies the “sameness” of an individual at “all

times or in all circumstances”, as the dictionary tells us, the fact that a person is oneself and

not someone else. It signifies a continuity, in other words, that constitutes an unbroken thread

running through the long and varied tapestry of one´s life (…) These are obvious and

important connections between individual identity and “groupness”, and at the heart of these

is continuity. At a personal level, this is what reassures me of my own on-going integrity; at

the level of the group, it is a connectivity born in history and carried forward tradition (…)

Our personal characteristics derive from our socialisation within the group (or, rather, groups)

to which we belong (…) Thus, individual identities will be both components and reflections

of particular social (or cultural) ones, and the latter will always be, to some extent at least,

stereotipc in nature because of their necessary generality across individual components

(Edwars, 2009: 20).8

Para este autor, todo estudio que pretenda abordar un análisis de la identidad debe

incluir la relación entre esta última y la lengua. Edwards sostiene que el papel de la lengua

como marcador de identidad se manifiesta con más fuerza a nivel grupal, en especial si se

trata de grupos étnicos, nacionales o de género, ya que en estas asociaciones poseer una

determinada identidad puede afectar gravemente la vida de un individuo o grupo. De hecho,

el curso de la historia y sus consecuencias son producto de las percepciones de grupos -tal

como lo demuestra la propia experiencia de Klemperer.

Nos encontramos, entonces, frente a uno de los principales puntos de conflicto: la

relación que establece el propio Klemperer entre lengua e identidad, ya que en los Diarios

esta última es entendida, especialmente, en términos lingüísticos. En este sentido,

consideramos relevante -desde un punto de vista crítico, ya que se trata de una perspectiva

cuestionable- la teoría del relativismo lingüístico, cuyos orígenes deben situarse en Alemania

a fines del siglo XVIII, si bien tiene un amplio desarrollo en el siglo XIX y hoy es conocida

principalmente con el nombre de Hipótesis Sapir-Worf (1929, 1950). Su principal postulado

consiste en que una lengua encierra una determinada representación del mundo e influye en el

pensamiento y la experiencia que se tiene de la realidad. Por lo tanto, los hablantes de

8 Los destacados en las citas nos pertenecen, a menos que se indique lo contrario.

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distintas lenguas piensan y experimentan el mundo de manera diferente. Esta hipótesis tiene

su versión extrema en lo que se conoce como determinismo lingüístico: el hablante de una

lengua en particular no puede expresar lo que cree, piensa y siente en otra que no sea la suya,

estableciéndose así una identidad entre lengua y pensamiento (Lucy, 1997).

En esta instancia, y en estrecha relación con lo que acabamos de exponer, es indicado

introducir otra noción clave, la de ideología lingüística, definida por Kathryn Woolard

(1998):

Representations, whether explicit or implicit, that construe the intersection of language and

human beings in a social world (…) Ideologies of language are not about language alone.

Rather, they envision and enact ties of language to identity, to aesthetics, to morality, and to

epistemology. Through such linkages, they underpin not only linguistic form and use but also

the very notion of the person and the social group, as well as such fundamental social

institutions as religious ritual, child socialization, gender relations, the nation-state, schooling,

and law (Woolard, 1998: 3).

Si bien Woolard rastrea los múltiples enfoques que abordan el concepto de ideología

lingüística, el presente trabajo también considera críticamente esta noción, dado que hacemos

referencia a su acepción más cuestionada: aquella en la que una lengua se identifica con un

pueblo, convirtiéndose en el criterio primordial para definirlo. Los orígenes de esta

construcción ideológica e histórica deben situarse a fines del siglo XVIII con el romanticismo

alemán y su consecuente caracterización de la lengua como “el genio de un pueblo”

(Woolard, 1998: 16). En este sentido, debemos destacar que, para Klemperer, el elemento que

determina la pertenencia a una nación es, precisamente, la lengua, aquella en la un individuo

se cría y educa.

Nos adentramos así en el terreno de la relación entre lengua y nación e,

inevitablemente, en el concepto de nacionalismo. A este respecto, consideramos de suma

relevancia el estudio realizado por Joseph (2004), cuyo principal aporte, para nuestro

objetivo, lo constituye el análisis de las distintas perspectivas modernas en torno al

nacionalismo, focalizándose en el papel que ocupa la lengua en cada una de ellas. De entre

tales posicionamientos, prestamos especial atención a la definición propuesta por el alemán

Johan Gottlieb Fichte (1762-1814), quien fue el primer pensador en ofrecer una teoría

consistente sobre el nacionalismo y se caracterizó por colocar la lengua en el centro del

concepto de nación. Esta idea se expresa en el siguiente pasaje citado por Joseph,

correspondiente al discurso dedicado a la nación alemana que Fichte pronunció en 1806,

frente a los embates de Napoleón y su creciente imperio:

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The first, original and truly natural boundaries of states are beyond doubt their internal

boundaries. Those who speak the same language are joined to each other by a multitude of

invisible bonds by nature herself, long before any human art begins; they understand each

other and have the power of continuing to make themselves understood more and more

clearly; they belong together and are by nature an inseparable whole (Joseph, 2004: 110).

Como puede apreciarse, se postula la existencia de ideales eternos, la esencia

permanente de las cosas fuera del alcance de las contingencias históricas. En relación a este

concepto de nación que se acaba de exponer, se encuentra la noción de Psicología de los

pueblos, sintetizada por el historiador mexicano Pablo Valderrama Iturbe (1986): el

nacimiento de esta corriente de pensamiento -a la que Klemperer refiere en sus Diarios- se

identifica con la aparición, en 1860, de la Revista de la Psicología de los Pueblos y Filología

en Alemania, pero sus orígenes, en realidad, deben remontarse a la filosofía política

desarrollada por Federico Hegel (1770-1831), ante la falta de cohesión política y de unidad

del pueblo presentes en la Alemania de su tiempo. Su objetivo es brindar una adecuada

comprensión de los conceptos pueblo, estado y nación, nociones que se encuentran

formuladas en su Teoría del Estado como un todo orgánico, compuesto por las interrelaciones

entre el pueblo y el gobierno.

En este sentido, cabe destacar que dicha Teoría sintetiza dos posturas teóricas previas

sobre la cohesión social: la primera, elaborada por Johann Gottfried Herder (1744-1803),

enfatiza los aspectos culturales como unificadores de los pueblos. La segunda, formulada por

Jean- Jacques Rousseau, postula que la unidad política es la condición para la unidad social.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, Hegel rechaza que el pueblo sea el criterio

utilizado para definir una nación y lo reduce a la categoría de masa amorfa. La nación, en

cambio, es definida por el Estado entendido como “las representaciones organizadas del

pueblo y el aparato político”. De esta manera, se pretende solucionar el problema de la falta

de un carácter nacional alemán, a partir de la noción de “espíritu del pueblo” (Volksgeist):

una fuerza que, según Hegel, unifica a las multitudes a través de un carácter particular, único.

Los componentes de dicho espíritu son principalmente el lenguaje, la religión, las

costumbres, las tradiciones históricas y la constitución política (leyes). Estos generarán en la

comunidad un sentimiento de identificación y la base para que exista una Alemania fuerte.

No obstante, al ser la nación un concepto dinámico, cuyo significado está sujeto a

modificaciones de orden histórico, resulta pertinente remitirnos al historiador chileno Alfred

Hinrichsen Herrera (2013), quien expone brevemente los enfoques que lo han definido: a)

estudios genealógicos u orgánicos, que consideran a la nación como un fenómeno objetivo y

naturalmente concebido; b) estudios voluntaristas, modernistas o anti-genealógicos, en los

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que la nación es un fenómeno creado en base a una elección racional e individual de querer

ser miembro de una comunidad de derechos, deberes e historia; c) estudios post-modernistas

actuales, que se preguntan por los alcances y los límites que posee el concepto de nación

dentro de una determinada comunidad nacional. Si bien, como hemos dicho, la presente

investigación no se ocupa en profundidad de esta cuestión, las perspectivas a) y b), resultan

de gran utilidad para observar si la idea de nación que sostiene Klemperer en un principio

-estrechamente ligada a la de germanidad- sufre también cambios como consecuencia del

conflicto identitario que lo atraviesa.

5.4 Nociones de campo asociativo y Teoría de la Valoración

Para analizar la noción de germanidad en el discurso de Klemperer, el estudio del

nivel léxico resulta una de las instancias más importantes. Por lo tanto, se decidió trabajar con

dos aportes teóricos puntuales: la noción de campo asociativo y las categorías más

pertinentes de la Teoría de la Valoración.

Por un lado, de acuerdo a Eugenio Coseriu (1981, citado en Adalberto Ghio, 2012), la

noción de campo asociativo fue introducida por Charles Bally y trabajada también por

Georges Matoré y Pierre Guiraud. Partiendo de las relaciones asociativas de Ferdinand de

Saussure, Bally señala que los signos lingüísticos se encuentran en el centro de un campo

asociativo, configuraciones fundadas en asociaciones establecidas por similitud o por

contigüidad tanto de los significados como de los significantes. El propio Coseriu (1981: 168)

considera estas asociaciones como “no lingüísticas, extrasistemáticas, facultativas y más o

menos fluctuantes y relacionales”.

Si bien citamos esto a manera de antecedente, preferimos la claridad de la definición

que el propio Ghio ofrece: “A diferencia de los campos léxicos que se organizan por medio

de los semas opositivos o de los rasgos distintivos del significado léxico, los campos

asociativos se fundan en relaciones que involucran las cosas designadas” (2012: 192). Las

relaciones que se establecen en estos campos, entonces, no son estructurales, sino que

constituyen un hecho de discurso, de ahí la utilidad de este concepto para nuestra

investigación. Un campo asociativo, entonces, está formado por palabras cuyas relaciones se

asientan en los vínculos entre las cosas, ideas y opiniones que designan. En otras palabras, se

trata de asociaciones que están en constante cambio según el contexto en el que aparecen y

que dependen del conocimiento del mundo y las creencias que caracterizan la representación

social del enunciador.

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Por otra parte, para analizar los significados evaluativos y valores axiológicos que

caracterizan a las expresiones de los campos asociativos resultan importantes los aportes

realizados por la Teoría de la Valoración (Martin, 2000; White, 2003; Kaplan, 2004). Dicha

teoría se ubica en el marco de la Lingüística Sistémico-Funcional (LSF) desarrollada por

Michael Halliday (1975, 1978, 1994, 2004), cuyo enfoque pone énfasis en la relación entre el

lenguaje y el contexto social. Para la LSF, el lenguaje es un recurso sistemático para expresar

significados en un determinado contexto. Es decir, el lenguaje es conceptualizado como un

sistema de opciones semánticas, de entre las que el emisor selecciona aquellas que le

permiten transmitir mejor su mensaje al interlocutor o lector. Las opciones disponibles

dependen de los variados aspectos del contexto de uso lingüístico y se registran en diferentes

estratos del lenguaje, de los cuales los tres niveles básicos son: el semántico, el léxico-

gramático y el fonológico (Halliday, 1978).

Como es sabido, la LSF postula que el proceso de producción del enunciado -que se

inicia con la selección de los significados para culminar con la estructuración de los mismos-

se lleva a cabo en tres planos de significado denominados, por Halliday, metafunciones: el

plano del contenido (metafunción ideacional), el de la interacción (metafunción

interpersonal) y el del texto mismo (metafunción textual). La Teoría de la Valoración,

precisamente, profundiza en el estudio de la metafunción interpersonal, a través de la cual se

manifiesta la interacción social y se ubica la expresión de puntos de vista sobre eventos y

personas.

En este sentido, uno de los conceptos de la LSF, de gran importancia para la Teoría de

la Valoración, es el de registro, definido como la consecuencia lingüística de la interacción

de las tres variables contextuales de la situación comunicativa: campo, tenor y modo. El

primero se refiere a los tópicos y a la actividad en curso, el segundo indica la relación entre

los participantes y, el último representa el rol que el lenguaje desempeña en la actividad que

se está llevando a cabo e incluye tanto el medio como el modo retórico (Halliday, 1978).

La Teoría de la Valoración, entonces, entiende el concepto de valoración como la

construcción discursiva de la actitud y de la postura intersubjetiva y, por tanto, comprende

todos los usos evaluativos del lenguaje mediante los cuales los hablantes y escritores no solo

adoptan posturas de valor particulares, sino que, además, negocian dichas posiciones con sus

interlocutores reales o potenciales. De este modo, esta teoría proporciona un marco para

describir y explicar de qué manera y con qué fines retóricos los hablantes y autores adoptan:

a) una postura actitudinal (es decir, ideológica); b) una postura hacia sus interlocutores; y c)

una postura hacia la heteroglosia del contexto intertextual en el que operan sus enunciados y

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textos. La posición actitudinal está vinculada a aquellos significados mediante los cuales los

emisores indican su valoración positiva o negativa respecto a personas, lugares, objetos,

hechos y circunstancias. El posicionamiento dialógico, por su parte, se relaciona con los

significados susceptibles de negociación entre los emisores y sus receptores: todos los

enunciados y textos toman en consideración, hasta cierto punto, a otros enunciados anteriores

o reaccionan ante ellos. Por último, el posicionamiento intertextual se vincula con los usos

lingüísticos mediante los cuales los emisores adoptan posturas evaluativas hacia las

proposiciones representadas como provenientes de fuentes externas (Kaplan, 2004).

6. Metodología

6.1 Conformación del corpus

La presente investigación trabajó con los dos volúmenes que conforman los Diarios

de Klemperer: Quiero dar testimonio hasta el final. Diarios 1933-1941 y Quiero dar

testimonio hasta el final. Diarios 1942-1945, ambos publicados en 1995.

Para conformar el corpus, en una primera instancia, se seleccionaron de ambos

volúmenes todas las entradas vinculadas -directa o indirectamente- a la problemática

identitaria de Klemperer. En una segunda y última etapa, se realizó un recorte entre todos los

fragmentos preseleccionados, privilegiando aquellos donde se exponen de forma explícita las

reflexiones en torno a la cuestión de la germanidad.

6.2 Procesamiento de los datos

En el procesamiento de los datos se adoptó una perspectiva de tipo cualitativa. Así,

una vez que se hubo establecido el corpus definitivo de análisis, se organizaron los

fragmentos de acuerdo con los campos asociativos principales que en el discurso de

Klemperer organizan sus posicionamientos sobre la germanidad: Germanidad, Nazismo,

Lengua, Nación y Judaísmo. Cada uno de estos amplios campos asociativos está conformado

por voces y expresiones que, cabe aclarar, establecen estrechas relaciones entre sí y, en

muchas oportunidades, con las comprendidas en los restantes, poniendo de relieve relaciones

de interdependencia.

En el análisis de los distintos fragmentos se consideró, a nivel general, los referentes a

los que aluden las voces y expresiones identificadas y, además, se intentó reconocer con qué

otros discursos (filosóficos, políticos, ideológicos) se vinculan.

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Sirviéndonos de la Teoría de la Valoración se atendió a los valores axiológicos

asignados a cada una de las expresiones identificadas. En este sentido, si bien reconocemos

en el discurso de Klemperer, la existencia de expresiones que muestran posturas actitudinales

en torno a los tres grandes dominios semánticos en los que este enfoque divide los recursos

evaluativos -actitud, compromiso y gradación-9, en la presente investigación se trabajó

exclusivamente con el dominio de la actitud, puesto que se ocupa de todos los enunciados

que transmiten una evaluación positiva o negativa, e incluso ambivalente, o que pueden

interpretarse como una invitación al lector a suministrar sus propias evaluaciones.

Dentro de este dominio semántico, se distinguen tres subsistemas que nos permiten

organizar las evaluaciones que Klemperer hace de la germanidad y de sus rasgos más

definitorios: afecto, juicio y apreciación. Por un lado, el afecto es definido como la

evaluación mediante la cual el hablante indica su disposición emocional o reporta las

respuestas emocionales de terceros hacia personas, cosas, situaciones o eventos. Estas

emociones se concentran en tres grandes grupos que se relacionan con la

felicidad/infelicidad; la seguridad/inseguridad y la satisfacción/insatisfacción. En el caso que

nos ocupa, este subsistema reviste especial importancia para considerar aquellas expresiones

mediante las que Klemperer se identifica (o no) como sujeto alemán.

En segundo lugar, el juicio es entendido como la evaluación del comportamiento

humano con respecto a las normas institucionalizadas y la evaluación moral de la conducta.

Este subsistema se clasifica en dos grandes tipos: a) juicio de estima social, subdividido, a su

vez, en juicios relativos a la normalidad, la capacidad o la tenacidad demostrada en la

conducta; y b) juicios de sanción social, relacionados con la veracidad y la integridad moral.

Cabe señalar que el subsistema de juicio está condicionado por la situación cultural e

9 El siguiente cuadro sintetiza el sistema de Valoración:

VALORACIÓN

ACTITUD COMPROMISO GRADACIÓN

afecto juicio apreciación monoglosia heteroglosia fuerza foco

Si bien en la presente investigación los dominios de compromiso y gradación no son considerados de manera

sistemática, resultarán de suma utilidad en etapas futuras de investigación para profundizar el estudio del

discurso de Klemperer. Por el momento, brindaremos una somera descripción de ambos: a) Compromiso: este

sistema refiere, por un lado, a los recursos lingüísticos que el hablante o autor utiliza para posicionar su voz en

relación con los enunciados comunicados por un texto; por el otro a los significados por medio de los cuales los

emisores reconocen o ignoran los diversos puntos de vista que sus enunciados ponen en juego. De este modo,

negocian un espacio interpersonal para sus propias posturas dentro de dicha diversidad. Las principales opciones

ente sistema se ubican en dos dimensiones contrapuestas: la monoglosia y la heteroglosia, respectivamente. b)

Gradación: constituye un espacio semántico de escala que está relacionado con la manera en que los hablantes

intensifican o disminuyen la fuerza de sus enunciados y gradúan, desdibujando o agudizando, el foco de sus

categorizaciones semánticas.

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ideológica particular en la que opera. Dicho subsistema, principalmente el tipo de juicio de

sanción social, resulta más que operativo para referirnos a las evaluaciones de Klemperer con

respecto al nacionalsocialismo.

Por último, la apreciación debe considerarse como el subsistema relacionado con la

evaluación de productos, procesos, constructos o textos, en función de principios estéticos y

otros sistemas de valor social. Dentro de este subsistema encontramos tres dimensiones: a)

reacción, que describe cuánto atrajo la atención el proceso, objeto o texto evaluado; b)

composición, relacionada con la percepción de la proporción y el detalle; y c) valuación,

referida con la apreciación de la importancia social de lo evaluado. Esta última dimensión es

la que se prioriza en el análisis de los Diarios para abordar, en especial, aquellas expresiones

con las que Klemperer describe la lengua alemana.

7. Análisis de datos

El presente trabajo presentará resultados solo del campo asociativo de la Germanidad,

por su centralidad para nuestros objetivos, pero también por cuestiones de espacio. Sin

embargo, una somera descripción de los restantes campos principales que el análisis ha

permitido identificar servirá para apreciar las relaciones semánticas que los caracterizan y su

interdependencia (cfr. Anexo):

1) Germanidad: constituye el eje principal alrededor del cual se organizan los

restantes campos asociativos. Las expresiones que lo conforman se reúnen en dos conjuntos:

i) aquellas con las que Klemperer se define como sujeto alemán; ii) las que hacen referencia a

las ideas que intentan precisar en el discurso de Klemperer la noción de germanidad.

2) Nazismo: las expresiones que lo integran se agrupan en los siguientes conjuntos: i)

las características con las que Klemperer califica y describe al nazismo; ii) los atributos que

el propio nazismo utiliza para definirse -según los términos con que Klemperer reproduce el

discurso de dicho movimiento. En ambos casos, las expresiones se vinculan con una idea de

germanidad porque tanto Klemperer como los nacionalsocialistas postulan su respectiva

imagen de Alemania y, por ende, su propia interpretación de dicho concepto.

3) Lengua: las voces de este campo pueden sistematizarse en dos conjuntos: i) la

concepción de lengua de acuerdo a Klemperer, ii) la concepción de lengua de acuerdo con el

discurso del nacionalsocialismo reproducido en los Diarios. Cabe destacar que, a su vez, en

el primer conjunto las expresiones se dividen en dos grupos menores: a) las voces con las que

Klemperer define la lengua alemana, b) aquellas con las que refiere a la lengua del

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nacionalsocialismo (LTI). Tal como ocurre en el campo asociativo del nazismo, aquí también

se manifiestan dos interpretaciones en torno a una noción que es considerada -por ambas

partes- uno de los elementos definidores de la identidad de un pueblo.

4) Nación: en este caso, los conjuntos que reconocemos son: i) las expresiones con las

que Klemperer se define (o no) como sujeto integrante de la nación alemana; ii) las

expresiones que asocia a esta noción en relación a dos aspectos puntuales: el concepto de

nación y, en consecuencia, su idea de Alemania como tal. En este caso, el vínculo con la idea

de germanidad resulta evidente.

5) Judaísmo: en este campo asociativo, las expresiones aluden a: i) los atributos que le

permiten definirse (o no) como judío; ii) su concepto del sionismo. En este sentido, la

relación con la germanidad se establece en el hecho de que Klemperer no considera que esta

última y el judaísmo deban pensarse como realidades e identidades opuestas.

7.1 Eje de la Germanidad

Este eje de análisis constituye el campo asociativo principal de los cinco identificados

en el estudio del corpus. Como se ha dicho, las expresiones más importantes asociadas con la

noción de germanidad se dividen en dos conjuntos: el primero de ellos está conformado por

las voces con las que Klemperer se define como alemán: germanidad, Alemania y el adjetivo

alemán -calificativo asociado al sustantivo germanidad. El segundo está compuesto por las

expresiones que designan las ideas que precisan dicha noción en su discurso: esencia, ser,

espíritu, voluntad, carácter, alma popular, cultura, lengua, e ideología nacional.

7.1.1 Klemperer como sujeto alemán

Las voces que integran este primer conjunto, entonces, son el sustantivo

germanidad10

, el adjetivo alemán y la denominación Alemania. Esta última voz no será

analizada por separado sino que se la abordará en forma simultánea con las dos anteriores,

pues en los fragmentos aparece siempre en relación con ellas. Tal como indicamos al

comienzo de este análisis, todas estas expresiones se vinculan directamente con el sujeto

Klemperer, quien las emplea de manera constante para tratar de formular y resolver su

conflicto identitario en torno a la validez y los alcances de su germanidad. En primer lugar,

tomaremos los usos del sustantivo germanidad para luego ocuparnos de los empleos del

10

Aunque Klemperer utiliza un adjetivo (deutsch) y un sustantivo (Deutschum) que comparten la misma raíz, el

traductor de los Diarios emplea el adjetivo “alemán” y el sustantivo “germanidad”, por lo que analizaremos

ambas expresiones de manera separada. Señalamos este aspecto para destacar que en el texto original no se

introducen las connotaciones adicionales que el texto español podría sugerir al distinguir dos formas distintas.

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adjetivo alemán. En este último caso, como veremos, se atenderá especialmente al tipo de

construcciones en las que aparece.

7.1.1.2 Sustantivo germanidad

Los pasajes que analizaremos a continuación revisten especial importancia, pues en

ellos aparece de forma explícita la cualidad central en el campo asociativo que estamos

analizando: la germanidad. Cabe aclarar que en los Diarios su significado y alcance no se

precisan en términos concretos, sino que los distintos fragmentos solo presentan

aproximaciones parciales.

La primera entrada en la que registramos esta voz corresponde al mes de julio de

1935:

1) (…) <Soy para siempre alemán, nacionalista alemán>. - <Eso no lo admitirían los nazis> -

<Los nazis son los no alemanes> (…) mis principios sobre la germanidad11

y las distintas

nacionalidades se han vuelto inseguros y movedizos como la dentadura de un viejo

(21/7/1935; pág. 217-218).

El fragmento -que reproduce las breves líneas de un diálogo que Klemperer mantiene

con su amigo judío, Kaufmann- pone de manifiesto las ambivalencias por las que atraviesa el

sentir y pensar de Klemperer: ni bien termina de afirmarse como “nacionalista alemán”,

expone que sus “principios sobre la germanidad” han comenzado a desestabilizarse. El pasaje

de lo que lo que podemos suponer que alguna vez fue una convicción a la presente falta de

certeza sobre lo que significa el concepto de germanidad, se expresa en su discurso por

medio de la construcción “se han vuelto inseguros y movedizos” que designa, para

Klemperer, un indeseado proceso de acontecer y se intensifica por la comparación final:

“como la dentadura de un viejo”. Vemos, entonces, que los adjetivos “inseguros” y

“movedizos” expresan una valoración de afecto ambivalente hacia la idea de germanidad,

porque si bien Klemperer continúa identificándose como alemán -“soy para siempre alemán”-

reconoce un cambio en sus convicciones acerca de las bases que sustentan dicha noción y,

por lo tanto, su identidad.

Dos años más tarde, esta inseguridad con respecto a su concepción de germanidad se

acentúa considerablemente, tal como lo ejemplifica el siguiente pasaje de octubre de 1937:

2) (…) ya no creo en cambios políticos y tampoco creo que un cambio pudiera

aportarme ayuda. Ni en mi forma de vida ni en mis sentimientos… El desprecio y la

repugnancia y la más honda desconfianza frente a Alemania no me abandonarán jamás.

11

Utilizamos el subrayado para señalar la expresión que se está analizando y su contexto inmediato, mientras

que resaltamos en negrita aquellos enunciados con los que esta se asocia en el discurso.

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¡Y yo que hasta 1933 he estado tan convencido de mi germanidad! (27/10/1937; pág. 400-

401).

El fragmento, en su conjunto, manifiesta con claridad el desconsuelo que invade a

Klemperer frente a la realidad que lo rodea. Las expresiones “desprecio”, “repugnancia” y “la

más honda desconfianza” dirigidas hacia Alemania evocan una evaluación de afecto negativa

con respecto a su país, pero también un juicio negativo de sanción social que se intensifican

con el sintagma “no me abandonarán jamás”, expresando así un sentir permanente.

Klemperer rechaza a Alemania y el desengaño al que se enfrenta persistirá por el resto de su

vida, no importa cuán favorables puedan llegar a ser las circunstancias en el futuro: “ya no

creo en cambios políticos y tampoco creo que un cambio pudiera aportarme ayuda”. El daño

que su país le hizo es irreparable. En consecuencia, el lamento que cierra la cita: “¡Y yo que

hasta 1933 he estado tan convencido de mi germanidad!”, evoca una seguridad y firmeza

pasadas en el tiempo verbal del proceso mental “estar tan convencido” que, ahora, han

desaparecido. Dicho lamento no solo supone una valoración positiva de afecto por algo que

Klemperer asumió como natural y ahora siente desmoronarse -su germanidad-, sino que

también se contrapone a las evaluaciones negativas transmitidas por las restantes expresiones

del fragmento.

Este sentimiento de desconsuelo llega a su punto cúlmine en 1938, año clave en la

historia del nazismo, ya que tienen lugar acontecimientos históricos que contribuyen a un

aumento del poder de la figura de Hitler (y, por ende, de la influencia exterior de Alemania)

dentro y fuera del país. Mencionaremos como más relevantes los siguientes: a) se cumplen

cinco años del Tercer Reich y los actos conmemorativos hacen sentir a Klemperer que ya no

podrá vivir ningún cambio; b) se produce la anexión de Austria; c) el 10 de abril, “el día del

Reich de la Gran Alemania”, hay votaciones y el nacionalsocialismo gana por amplia

mayoría, d) se produce una intensificación de la campaña antijudía por el nuevo fascismo de

Rumania -que Alemania acompaña y celebra- y aumentan las limitaciones y prohibiciones a

los judíos, entre ellas las limitaciones de tiempo y lugar que afectan a su circulación en

ámbitos públicos. En este sentido, a Klemperer se le notifica la prohibición de ir a la

biblioteca, restricción que lo deja sin medios ni posibilidades de continuar con su labor

profesional, otro factor que define su identidad. En este contexto se registra la siguiente

entrada de sus Diarios:

3) (…) soy ya incapaz de insistir en mi germanidad, la ideología nacional, en su totalidad, se

me ha ido bastante a pique” (11/1/1938; pág. 412).

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La profunda desazón que invade a Klemperer se pone de manifiesto en la declaración

“soy ya incapaz de insistir en mi germanidad”. La construcción “soy ya incapaz” que precede

al verbo “insistir” -proceso que implica una actitud de perseverancia, de persistencia, casi de

empecinamiento- supone una valoración de afecto que expresa una respuesta emocional

negativa: Klemperer ya no encuentra fuerzas para continuar sosteniendo lo que él consideraba

su germanidad, la base de su identidad como sujeto alemán.

Los fragmentos que hemos analizado hasta al momento nos muestran a un Klemperer

en pleno conflicto identitario, cada vez más inestable en cuanto a su concepto de germanidad

y, por lo tanto, a su identidad como alemán. El ejemplo anterior presenta la imagen de un

individuo derrotado, finalmente, por la realidad que el hitlerismo impuso en su país: el

nazismo ha sacado a la luz una cara de Alemania totalmente desconocida para Klemperer y él

ya no tiene elementos con los que defenderse ni cómo refutarla. Sin embargo, y contra lo que

se podría esperar, para octubre de 1938 su actitud es marcadamente distinta:

4) Venga lo que venga en política, interiormente he sufrido un cambio definitivo. Nadie

podrá quitarme mi germanidad, pero el nacionalismo y el patriotismo han desaparecido para

siempre (…) Cualquier limitación de índole nacional me parece pura barbarie (9/10/1938;

pág. 451).

El pasaje nos pone frente a un Klemperer decidido, que ha vuelto a aferrarse a su

concepción de germanidad: “Nadie podrá quitarme mi germanidad”. “Nadie” refiere

principalmente a Hitler y los nazis, pero también -creemos- a todos aquellos que pretendan

convencerlo de que esa “germanidad” ya no existe o de que, directamente, nunca existió. En

la construcción “podrá quitarme”, el empleo del verbo “quitar” -proceso que implica la

acción de arrancar, de despojar, de arrebatar- es más que elocuente, pues supone la firme

creencia de que su germanidad le es inherente, no es algo sobre lo que otros puedan decidir.

Klemperer seguirá siendo alemán más allá de lo que decrete el nacionalsocialismo. Sin

embargo, los sintagmas “el nacionalismo y patriotismo han desaparecido para siempre” y

“cualquier limitación de índole nacional me parece pura barbarie” dan cuenta de un cambio

significativo en su pensamiento: Klemperer vuelve a definirse como sujeto alemán, pero esta

definición identitaria ya no comporta los sentimientos de patriotismo ni de nacionalismo. El

sintagma “pura barbarie” intensifica esta postura que manifiesta un fuerte juicio negativo de

sanción social. En este sentido, se observa una valoración negativa de tales conceptos y de lo

que implican porque, precisamente, es el nacionalismo lo que condujo al nazismo, pero

también el sentimiento social que este movimiento explota para justificar sus acciones.

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La siguiente entrada donde registramos la voz germanidad, pertenece a mayo de 1941,

cuando ya han transcurrido casi dos años desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial:

5) (…) Yo hice clara profesión de germanidad, a pesar de todo. (<Eso no se lo cree a usted

nadie> - <No se trata de lo que otros crean, sobre mi germanidad decide solo mi conciencia>

(15/5/1941; pág. 627).

En este ejemplo -que comprende la reproducción de las breves líneas de un diálogo

que sostiene con unos amigos, los Neumann- Klemperer manifiesta una postura similar a la

expuesta en el ejemplo anterior, expresada en la construcción “Yo hice clara profesión de

germanidad”. El uso del sustantivo “profesión” para referirse a su convicción en la noción de

germanidad, evoca las ideas de fe, credo, práctica, permitiendo dimensionar la importancia

que reviste este concepto -y todo lo que implica- para Klemperer: la germanidad es lo único

en lo que cree, lo único que profesa, lo único con lo que se identifica, “a pesar de todo”. Esta

afirmación manifiesta así una valoración de afecto positiva hacia dicha noción y ese último

sintagma -“a pesar de todo”-, intensifica tal evaluación porque, aun cuando Hitler y la

realidad imperante en Alemania lo contradicen constantemente, Klemperer se propone

mantenerse firme en sus propias convicciones, como bien lo explicita al final de la cita: “no

se trata de lo que otros crean, sobre mi germanidad decide solo mi conciencia”.

No obstante, en un pasaje fechado en marzo de 1942 Klemperer vuelve a expresar las

dudas que constantemente lo atacan:

6) (…) me impresiona qué delgada es la capa de terreno sobre la que reposa mi

germanidad (…) y sin embargo: mi pensamiento es alemán, soy alemán; no me lo he dado yo

y no puedo arrancármelo (27/3/1942; pág. 56).

Este fragmento pone en evidencia el hecho de que por más perseverante que sea en

cuanto a su germanidad, al mismo tiempo no deja de llamarle la atención lo débil que esta es:

“Me impresiona qué delgada es la capa de terreno sobre la que reposa mi germanidad”. A

través del verbo “impresionar” -proceso de sentimiento-, Klemperer manifiesta su asombro

frente a su propia actitud. Reconoce que insiste en sostener algo -su germanidad- que,

paradójicamente, puede desmoronarse puesto que la realidad en la que está inmerso la

deslegitima de manera constante. Aun así, y a pesar de sus propias ambivalencias, Klemperer

continúa valorando positivamente este concepto, pues no concibe otra forma de definirse: “mi

pensamiento es alemán, soy alemán, no me lo he dado yo y no puedo arrancármelo”.

Aunque es consciente de que su germanidad se asienta sobre una base inestable,

Klemperer no se abate sino que, por el contrario, decide aferrarse a ella cada vez más, como

lo indica una entrada de mayo, también de 1942:

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7) Ahora estoy librando el más duro combate por mi germanidad. Tengo que perseverar en

esto: yo soy alemán, los otros no son alemanes; tengo que perseverar en esto: el espíritu es lo

determinante, no la sangre (11/5/1942; pág. 83).

En esta cita, Klemperer hace explícito el conflicto que está atravesando: “Ahora estoy

librando el más duro combate por mi germanidad”. La metáfora bélica que utiliza para para

presentar una definición aproximativa es más que elocuente y evoca una valoración de afecto

positiva: su germanidad es amenazada por Hitler y el nazismo y Klemperer debe defenderla,

debe luchar por mantener firme sus convicciones a pesar de lo que prediquen los

nacionalsocialistas al interior de Alemania y de lo que hagan en la guerra. Es decir, su

combate es simultáneo, aunque en un sentido contrario, al que están llevando a cabo los nazis

en el exterior. El sintagma “tengo que perseverar en esto” intensifica su postura. Es su

obligación insistir, persistir en su germanidad y, por ende, en su identidad como sujeto

alemán: “tengo que perseverar en esto: yo soy alemán, los otros no son alemanes”. En

definitiva, Klemperer lucha por su propia idea de Alemania.

En la última entrada en la que registramos la voz germanidad con igual valoración

positiva que en la anterior, Klemperer afirma lo siguiente:

8) No puedo salir de la germanidad. Pero del nacionalismo sí que estoy curado (18/5/1942;

pág. 88).

En este fragmento, vuelve a reafirmar su germanidad a través de la construcción “No

puedo salir de la germanidad”. De esta manera, no solo expresa su identificación con dicha

noción, sino que además la define como su lugar, un lugar valorado positivamente en tanto

espacio espiritual, cultural, identitario: el único al que siente pertenecer. En este sentido, la

germanidad determina a Klemperer como sujeto alemán, porque no puede -ni quiere-

concebirse de otra forma. Sin embargo, este pensar no es el mismo respecto del

nacionalismo: “Pero del nacionalismo sí que estoy curado”. Klemperer reafirma una postura

actitudinal que ya había planteado en una ocasión anterior (ejemplo 4): su evaluación

negativa de este movimiento que, en este caso, se intensifica al considerarlo como una

enfermedad de la que ya está “curado” y en la que no tiene intención de recaer.

7.1.1.3 Adjetivo alemán

El adjetivo alemán es tan significativo y frecuente para el campo asociativo bajo

estudio como la voz germanidad. Aparece en dos construcciones verbales diferentes:

a) proceso relacional ser + alemán; b) proceso mental sentirse + alemán.

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La primera cita en la que registramos la voz alemán en la construcción copulativa con

el verbo ser, pertenece a principios de noviembre de 1933, cuando finaliza el primer año de

gobierno nazi:

9) Kaufmann (…) me preguntó sarcásticamente por qué seguía en la cátedra. Le repliqué que

a mí no me había nombrado este gobierno y que yo no estaba a su servicio, que yo

representaba con la conciencia bien tranquila la causa de Alemania, que yo era alemán,

sí, yo” (9/ 7/ 1933; pág.66).

El pasaje presenta a un Klemperer seguro de su identidad alemana y, por ende, de su

germanidad. Por un lado, esta convicción se expresa en el sintagma “yo representaba con la

conciencia bien tranquila la causa de Alemania”, donde el uso del verbo “representar”

-proceso relacional- establece una relación más que estrecha entre Klemperer y su país, pues

este verbo implica no solo “ser”, sino también “simbolizar”, “personificar”. Así, se asume

como portador y representante de los valores definidores de Alemania -“la causa de

Alemania”- que el nacionalsocialismo está destruyendo y reemplazando por otros que son,

para Klemperer, completamente ajenos a la idiosincrasia alemana. Esta valoración de afecto

positiva hacia su identidad como sujeto alemán se acentúa en el último sintagma “yo era

alemán, sí, yo”, donde el adverbio “sí” cumple un fin de énfasis que hace más absoluta su

afirmación.

Una postura similar es la manifiesta en el siguiente pasaje de junio de 1935:

10) (…) <Soy para siempre alemán, nacionalista alemán>. - <Eso no lo admitirían los nazis> -

<Los nazis son los no alemanes> (…) mis principios sobre la germanidad y las distintas

nacionalidades se han vuelto inseguros y movedizos como la dentadura de un viejo

(21/7/1935; pág. 217-218).

En este fragmento, analizado ya en el ejemplo 1, Klemperer hace explícita la

reafirmación de su identidad alemana mediante la construcción “soy para siempre alemán,

nacionalista alemán”. En primer lugar, el empleo del circunstancial “para siempre” indica su

confianza en que su parecer y sentir continuarán inmutables. Pero además, la voz alemán es

fuertemente intensificada con el adjetivo “nacionalista”, implicando un sentimiento de

profundo patriotismo. Es interesante destacar que “nacionalista” alude directamente a la voz

nacionalismo y presenta, aquí (en el año 1935), una valoración altamente positiva, a

diferencia de lo observado en los ejemplos 4 y 8 (años 1938 y 1942, respectivamente), en los

que ya hay un cambio de posición al respecto de este tipo de ideología.

Asimismo, el pasaje es interesante porque, a la vez que Klemperer reafirma su

identidad alemana, se la niega a los nacionalsocialistas: “los nazis son los no alemanes”. Este

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sintagma, en el que la voz alemán aparece negada, evoca, por lo tanto, un juicio negativo de

sanción social hacia los nazis, puesto que por su discurso y accionar no pueden considerarse

alemanes. Sin embargo, tengamos presente la declaración que finaliza la cita: “mis principios

sobre la germanidad y las distintas nacionalidades se han vuelto inseguros y movedizos como

la dentadura de un viejo”, que muestra el inicio de su etapa de duda.

Otro pasaje en el que encontramos la voz alemán con igual valoración positiva,

pertenece a octubre, también de 1935:

11) Isakowitz dice que dentro de cincuenta años seguramente se comprenderá que Hitler tuvo

que venir para que los judíos volvieran a ser un pueblo (¡Sión!) (…) Lo pasé muy mal. ¿A

quién pertenezco? Al <pueblo judío>, decreta Hitler. Y yo veo como una comedia a ese

pueblo judío reconocido por Isakowitz y no soy otra cosa que alemán o europeo alemán

(5/10/1935; pág. 227-229).

Esta cita nos coloca frente a una arista del conflicto identitario de Klemperer que

apenas hemos mencionado hasta el momento: el judaísmo. Las palabras de Klemperer

manifiestan su pensar y sentir al respecto: “¿A quién pertenezco? Al <pueblo judío>, decreta

Hitler y yo veo como una comedia a ese pueblo judío reconocido por Isakowitz…”. Por un

lado, introduce el punto de vista del nazismo para quien él sí es judío, pero en términos de

sangre. Klemperer, que se define en términos culturales, desconoce y rechaza “ese pueblo

judío” y todo lo que este implica, repudio que se expresa mediante el empleo del sustantivo

“comedia”, evocando una absoluta valoración negativa, pues considera a “Sión” una farsa. La

afirmación siguiente, que nos interesa particularmente en esta sección: “no soy otra cosa que

alemán o europeo alemán” acentúa esta postura; lo judío, -ni siquiera en términos de religión-

no encuentra espacio dentro de su concepción identitaria, él es solamente “alemán” o

“europeo alemán”. En este último caso, el hecho de que introduzca también el adjetivo

“europeo” nos lleva a pensar que, tal vez, Klemperer no solo busca continuar identificándose

con los valores que él considera específicamente alemanes, sino también con aquellos que

comparte con el resto de los países europeos. Quizás, percibe que las decisiones llevadas a

cabo por Hitler no solo afectan a Alemania en su interior sino que incluso la están apartando

del continente al que pertenece, pero este aspecto excede los objetivos del presente trabajo.

Sin embargo, para agosto de 1937 el sentir y pensar de Klemperer sufren un profundo

cambio, como ya hemos apuntado al considerar el caso de germanidad:

12) Y cada vez estoy más convencido de que Hitler encarna en efecto el alma popular, que

simboliza realmente a <Alemania> y que por eso se mantendrá a justo título. Con lo que me

he convertido en un apátrida no solo exteriormente. Y aunque un día hubiera cambio de

gobierno: mi sensación interior de ser alemán ha desaparecido” (17/8/1937; pág. 390).

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En este pasaje, Klemperer se enfrenta a un hecho que si bien le es doloroso asumir, ya

no puede ignorar: “Y cada vez estoy más convencido de que Hitler encarna el alma popular,

que simboliza realmente a <Alemania> y que por eso se mantendrá a justo título”. En

consecuencia, siente que ya no tiene lugar de pertenencia: su país lo rechaza, pero además

todos los valores que él consideraba sus características esenciales, resultaron refutados y

desmentidos por el nazismo, desengaño que se manifiesta en la construcción “con lo que me

he convertido en un apátrida no solo exteriormente”. El uso del verbo “convertir” -proceso de

acontecer- y el empleo del adjetivo “apátrida” dan cuenta de ese cambio que se produjo en su

interior, textualizando una valoración negativa de afecto hacia Alemania, nación de la que ya

no se siente parte.

Asimismo, este quiebre en Klemperer se intensifica con la oración final, que es la que

introduce la expresión alemán en un contexto nuevo: “mi sensación de ser alemán ha

desaparecido”. Es muy importante resaltar lo que ocurre aquí: en los ejemplos anteriores

Klemperer afirmaba su identidad alemana mediante la construcción del verbo ser + alemán

en su forma afirmativa. En este fragmento, ese “ser alemán” se define como una “sensación

interior”, un sustantivo abstracto que nos indica lo desestabilizadas que están las

convicciones de Klemperer: antes “era alemán”, esta construcción expresaba su certeza.

Ahora, ese hecho se transformó en una “sensación (de ser)”, una impresión que, además, ya

no existe: “ha desaparecido”.

El desconsuelo provocado por este descubrimiento se reitera en una entrada de febrero

del año 1938, donde se aprecia la selección de una construcción sintáctica análoga, por su

sentido, a la del ejemplo precedente:

13) ¿Qué cambiaría para mí en el Cuarto Reich, cualquiera fuera su índole? Probablemente

empezaría entonces para mí la soledad de sin límites. Porque nunca podría volver a confiar

en nadie, en Alemania, ni a sentirme alemán con naturalidad (23/2/1938; pág. 418).

Recordemos que en este año los acontecimientos históricos sucedidos benefician a

Hitler reforzando su posición política tanto hacia el interior como al exterior del país. El

efecto que produce este hecho en Klemperer se expresa claramente en la última oración del

fragmento: “nunca podría volver a confiar en nadie, en Alemania, ni a sentirme alemán con

naturalidad”. Aquí la construcción ser + alemán ha sido reemplazada por la de sentirse +

alemán, en concordancia con la “sensación” de la que hablaba en 1937: Klemperer no

contempla ni siquiera la posibilidad futura de “sentirse alemán” y mucho menos de “serlo”,

de volver a definirse como sujeto alemán, manifestando una evaluación negativa de afecto

con respecto a Alemania y también, indirectamente, una valoración ambivalente con relación

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a su derecho natural de invocar su germanidad, cualidad identitaria que añora. La

construcción verbal “nunca podría volver” intensifica dicha postura, expresando que este

estado de desolación y desengaño no se podrán revertir.

Si bien estos últimos ejemplos evidencian en Klemperer una gran pérdida de

confianza, para marzo de 1942 retoma su actitud de defensa de su identidad germana,

expresada en el adjetivo alemán, al sostener:

14) (…) me impresiona qué delgada es la capa de terreno sobre la que reposa mi

germanidad (…) y sin embargo: mi pensamiento es alemán, soy alemán; no me lo he dado

yo y no puedo arrancármelo (27/3/1942; pág. 56).

En este pasaje -analizado también en el ejemplo 6- se vuelve a presentar un Klemperer

seguro de su identidad alemana, a pesar de reconocer “…qué delgada es la capa de terreno

sobre la que reposa mi germanidad”. Dicha certeza se manifiesta en el hecho de que se

retoma la construcción ser + alemán: “mi pensamiento es alemán, soy alemán”, designando

una valoración positiva respecto del rasgo identitario alemán. Asimismo, esta identidad se

asienta en un elemento clave: su pensamiento, su “perspectiva alemana” que se fundamenta

en una noción que abordaremos en ejemplos posteriores: la lengua, es decir, la lengua

alemana.

El enunciado final con el que se refiere a ese pensamiento alemán -“no me lo he dado

yo y no puedo arrancármelo”- refuerza esta revaloración positiva de su identidad, por medio

de los verbos “dar” y “arrancar”, que designan procesos materiales y aparecen en

construcciones negativas. En este sentido, Klemperer expone abiertamente que “lo alemán”

lo constituye y lo determina, es el rasgo identitario que lo definirá por siempre y del que no se

puede desprender, del que no se puede -y no se lo puede- despojar por ningún medio. De esta

manera, observamos que Klemperer concibe su identidad alemana en términos permanentes e

inalterables.

En mayo del mismo año, su convicción se mantiene intacta:

15) Ahora estoy librando el más duro combate por mi germanidad. Tengo que

perseverar en esto: yo soy alemán, los otros no son alemanes; tengo que perseverar en esto:

el espíritu es lo determinante, no la sangre (11/5/1942; pág. 83).

Como puede apreciarse, el fragmento ha sido analizado también en el ejemplo 7. En

este caso, volvemos a encontrar la afirmación de Klemperer como sujeto alemán -y su

perseverancia en luchar por su germanidad- en el sintagma “yo soy alemán, los otros no son

alemanes”. De este modo, se establece una directa oposición entre él y los nacionalsocialistas

mediante la construcción de no ser + alemán. Es interesante resaltar que cuando Klemperer

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emplea este tipo de construcción en su discurso -no ser + alemán- es únicamente para

referirse a los nazis, para negarles su identidad como alemanes, operación que refuerza la

consideración de que el adjetivo expresa una postura actitudinal de valoración positiva.

Otra cita del año 1942 donde registramos la voz alemán con similar valoración,

corresponde al mes de junio:

16) Seliksohn (…) <Usted tendría que ser judío, tendría que dar clase a judíos, en Jerusalén lo

acogerían, allí está su lugar> - yo expliqué que era solo alemán, que no podía evitarlo…

(28/6/1942; pág. 148- 149).

Por un lado, este pasaje reitera el posicionamiento de rechazo de Klemperer hacia el

judaísmo y, específicamente, hacia su “posible” identidad judía. En este sentido, el sintagma

“yo expliqué que era solo alemán”, no solamente confirma su identidad alemana,

intensificada por el adverbio “solo”, sino que incluso excluye la existencia de una identidad

judía en lo que respecta a su persona. A su vez, la frase verbal “no podía evitarlo” expresa la

misma postura que se manifestó en el ejemplo 14: Klemperer no se “propone” ser alemán, su

identidad alemana no es algo que pueda manejar. Está más allá de él, le viene impuesta por la

lengua y la cultura en la que se crió.

El adjetivo alemán también aparece en fragmentos en los que se presenta la

problemática identitaria de Klemperer con respecto al judaísmo12

-siempre en tensión con su

germanidad-, tal como lo ejemplifica el siguiente pasaje fechado en agosto de 1943:

17) (…) Como he dicho: la melodía del modelo no me gusta, pero en el sentimiento coincido

emocionadamente con él. Lo mismo vale para el distanciamiento de la poesía doble El judío.

Parte primera: <Habla un joven>. Ese joven querría ser el hombre superior y dominador,

altanero y sin escrúpulos, no puede forzarse a conseguir esa actitud. <El tímido gesto de cien

ancestros/ me empuja pesadamente los hombros hacia la tierra>. (…) Alemán, pues, y sin

embargo, no alemán (8/8/1943; pág. 420-421).

Este fragmento corresponde a unos poemas escritos por el autor Julius Bab13

, con

quien Klemperer coincide profundamente. A través del enunciado “el tímido gesto de cien

ancestros/ me empuja pesadamente los hombros hacia la tierra”, Klemperer se identifica con

un sentir que dista mucho del expresado en el ejemplo anterior y que manifestará muy pocas

veces en sus Diarios: el peso de sus orígenes judíos, a pesar de haberse bautizado protestante

12

Como se ha indicado, el Judaísmo también conforma un campo asociativo específico, entre cuyas expresiones

principales podemos destacar: los adjetivos calificativos oportunista y traidor y el sustantivo comedia. Cfr.

Anexo. 13

Julius Bab (1880-1995): crítico literario y dramaturgo alemán, nacido en Berlín. En junio de 1933, en un

intento de mantener la vida cultural entre los judíos luego del ascenso del nazismo, fundó la “Unión cultural de

los judíos alemanes” (Judischer Kulturbund), logrando tener su propio teatro. Sin embargo, en 1940, debió huir

a Estados Unidos.

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en dos oportunidades. Este hecho lo lleva a definirse como “alemán” y, por única vez en sus

Diarios, como “no alemán”, uno afirmativo, el otro negado. Sin embargo, al emplear el

sintagma “no alemán”, Klemperer se hace eco del discurso nacionalsocialista, para el cual

“ser judío” -o tener “orígenes judíos”- se opone -y es incompatible- al “ser alemán”. De este

modo, Klemperer expresa, para su pesar, una valoración afectiva ambivalente respecto de su

propia identidad como sujeto alemán de orígenes judíos.

7.1.1.4 Síntesis parcial de resultados

Como síntesis parcial de este primer conjunto -y centrándonos específicamente en la

voz alemán- nos parece necesario resaltar el significado que tienen las construcciones ser +

alemán y sentir + alemán. La primera es utilizada siempre en los momentos de certeza,

cuando Klemperer está convencido de su identidad alemana y al mismo tiempo se la niega a

los nacionalsocialistas. La segunda, solo aparece dos veces pero en los momentos de mayor

conflictividad, cuando esa firmeza en sus convicciones parece estar desmoronándose. Una

vez que Klemperer retoma y defiende sus creencias, en un acto que podríamos considerar de

rebeldía pero, también, de resistencia, vuelve a aparecer ser + alemán.

La identidad de Klemperer como sujeto alemán se asienta y fundamenta, entonces, en

su concepción de la germanidad que, a su vez, implica una determinada imagen de Alemania;

por tanto, cuando esta noción comienza a ser objeto de duda y a debilitarse, como pudimos

ver en los ejemplos analizados en la sección 7.1.1.2, su identidad alemana y el concepto que

tiene de su país también se desestabilizan.

7.1.2 Elementos definidores de la Germanidad

En los fragmentos que abordan la noción de germanidad Klemperer emplea, según

hemos anticipado en el inciso 7.1, nueve expresiones con las que alude a distintos aspectos

que podemos interpretar como definiciones parciales y extensionales de lo que entiende por

germanidad. En primer lugar, se analizarán las expresiones que mantienen en el discurso de

Klemperer una inherente connotación positiva, para luego centrarnos en aquellas cuya

valoración cambia de signo positivo a negativo en los contextos en los que aparecen.

7.1.2.1 Expresiones que mantienen valoración positiva

Entre las expresiones que Klemperer utiliza en su discurso para esbozar su idea de

germanidad, aquellas que mantienen a lo largo de los doce años de sus Diarios una

valoración eminentemente positiva revisten suma importancia para nuestro análisis, pues

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reflejan algunos de los valores y atributos que Klemperer no puede resignar al pensar en su

identidad germana.

7.1.2.1.2 Esencia, ser y espíritu

Las dos primeras voces que abordaremos son esencia y ser, ambas registradas en una

cita correspondiente a principios del año 1934, cuando el partido nacionalsocialista ya había

asumido el poder y comenzaban a constatarse, en la sociedad alemana de la época, hechos

que violentaban la concepción de Alemania sostenida hasta ese momento por Klemperer:

18) (…) ¿Se ha vuelto de verdad Alemania tan distinta de su propia esencia, ha cambiado

tanto su ser que esto pueda perdurar? (2/2/1934; pág. 89).

Estas dos expresiones arrojan luz sobre las nociones que Klemperer utiliza a la hora

de definir a Alemania -país, sociedad y cultura caracterizados por la germanidad-, pues se

trata de conceptos de carácter esencialista. En este sentido, supone que Alemania posee

ciertas características eternas, inmunes al paso del tiempo, que la han definido y definirán por

siempre. Desde esta perspectiva, el surgimiento y triunfo del nacionalsocialismo desafían una

imagen del país construida y sostenida durante generaciones. Es un fenómeno político que no

se corresponde, para Klemperer, con lo que hasta entonces era Alemania y, por ende, la

germanidad. Como, para él, el nazismo no se encuadra dentro de las posibles manifestaciones

de la “esencia” y el “ser” alemanes -conceptos que, dentro del sistema de apreciación,

presentan una valoración positiva- este ejemplo presenta la forma de un interrogante.

Asimismo, el asombro que provoca en Klemperer el triunfo del nacionalsocialismo se

hace patente en su discurso a través del uso del verbo “cambiar”, proceso material de

acontecer acentuado por el adverbio “tanto” que, dentro del sistema de apreciación, expresa

una evaluación negativa de esta nueva faceta que Alemania está mostrando. A su vez, el uso

del adjetivo “distinta”, intensificado por el adverbio “tan”, refuerza esta misma valoración.

De acuerdo a este planteo, Klemperer considera el nazismo algo ajeno a su país, un fenómeno

del que no podría sostenerse que fuera alemán.

La siguiente voz, que también alude a un concepto de carácter esencialista y presenta

un sentido similar, por su generalidad y abstracción, al de esencia y ser, es espíritu. La

primera cita en la que registramos esta noción corresponde a enero de 1935:

19) Hoy ese hombre me parece otra vez indestructible, y esta sucia esclavitud perfectamente

conforme con el espíritu de Alemania y realmente indicada para el 90% de los alemanes

(15/1/1935; pág. 185).

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A pesar de que este pasaje solo se fecha un año después del que acabamos de analizar,

las declaraciones de Klemperer con respecto a la correspondencia entre el nazismo y

Alemania se vuelven más firmes y se contraponen así a la vacilación expresada en el ejemplo

anterior. Por un lado, define la sociedad en la que vive mediante el sintagma “sucia

esclavitud”, cargado de una fuerte connotación negativa y al que califica de “perfectamente

conforme” con el “espíritu de Alemania”, estableciendo una estrecha asociación entre ambos

elementos. Asimismo, la construcción “realmente indicada”, aplicada en el discurso al “90%

de los alemanes” y que caracteriza al sintagma “sucia esclavitud”, manifiesta que, para

Klemperer, el hecho de que el pueblo alemán acepte a Hitler significa que también aprueba y

desea la existencia de ese tipo de sociedad. De esta manera, el fragmento expresa tanto una

evaluación de afecto negativa con respecto a Alemania como un juicio de sanción social

dirigido a los alemanes en general.

También encontramos la voz espíritu en una cita de principios de octubre del año

1939, cuando Klemperer se halla ya en franco conflicto identitario:

20) (…) Quien cree en la raza más firmemente que en el espíritu, cree en el animal; quien

contra su propia convicción, acata esa ideología se prostituye (18/10/1939; pág. 523).

En este fragmento se observa cómo Klemperer introduce dentro de su propio discurso

voces empleadas por el nazismo para refutarlas14

. El contexto discursivo en el que aparece la

voz espíritu, entonces, difiere del ejemplo anterior: aquí es contrapuesta a raza, voz que

designa un concepto fundamental y representativo de la ideología que predican los nazis. Este

hecho pone de relieve una distinción clave entre Klemperer y los nacionalsocialistas en

cuanto a los términos en que cada uno interpreta el mundo y diferencia, por lo tanto, la

concepción de germanidad de Klemperer de aquella postulada por el nacionalsocialismo.

Para Klemperer, el factor decisivo al definir la identidad de los individuos es el “espíritu”,

voz que en su discurso conlleva una valoración positiva y se opone al concepto biológico que

expresa la voz “raza” como criterio nazi para la definición identitaria. Dicha contraposición

se acentúa, en primer lugar, en el empleo del sintagma “cree en el animal”, que transmite un

juicio negativo de sanción social hacia quienes comparten -voluntariamente o no- el punto de

vista nazi que, en Klemperer, asume connotaciones claramente inmorales. En segundo lugar,

14

Si bien en la presente investigación no nos centramos en el análisis del dominio del compromiso de la Teoría

de la Valoración, cabe destacar este aspecto dialógico del discurso de Klemperer ya que la introducción de

dichas voces nazis no solo ponen de relieve el contraste presente entre ambas posturas sino que, además,

refuerzan retóricamente la del propio Klemperer.

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esta sanción social se refuerza a través del verbo “prostituir”, utilizado en sentido metafórico

para expresar una contundente condena moral.

Esta certeza acerca del papel central del “espíritu” a la hora de definir la identidad de

los individuos sigue sosteniéndose en el discurso de Klemperer a mediados del año 1942:

21) Ahora estoy librando el más duro combate por mi germanidad. Tengo que perseverar en

esto: yo soy alemán, los otros son los no alemanes; tengo que perseverar en esto: el espíritu

es lo determinante, no la sangre (11/5/1942; pág. 83).

En este pasaje -analizado ya en los ejemplos 7 y 15-, la voz espíritu es nuevamente

opuesta a otra voz central del discurso nazi -“sangre”, que designa, al igual que “raza”, un

concepto de carácter biológico- poniendo de manifiesto por segunda vez el conflicto de

perspectivas: la noción de “espíritu” pertenece al ámbito de lo cultural y en ella se afirma

Klemperer para asumirse como sujeto alemán. Dicha postura se evidencia en el empleo del

sintagma “lo determinante” para definir “el espíritu”, que mantiene la valoración positiva

expresada en el fragmento anterior. Cabe aclarar que, si bien esta noción no se describe de

manera concreta en los Diarios, podemos asumir que Klemperer alude a aquellos rasgos

(principios, creencias, valores y costumbres) que hacen a la idiosincrasia de un pueblo. Por

otra parte, esta convicción de Klemperer en el “espíritu” es reforzada a través de la

construcción “tengo que perseverar en esto”: él mismo se impone la obligación de sostener su

actitud, más allá de lo que digan los nazis. El verbo “perseverar” expresa la idea de firmeza,

de continuidad, de constancia en una tarea que se considera valiosa: Klemperer se obliga a

mantenerse fiel a su pensamiento pase lo que pase15

.

7.1.2.1.3 Cultura y lengua

Otra de las expresiones que definen en el discurso de Klemperer la noción de

germanidad es cultura, voz con un significado muy similar al designado por espíritu. La

primera entrada en la que podemos observar la relación de estos conceptos con una idea de

identidad germana corresponde a julio de 1933:

22) Sebba (…) nunca se ha sentido especialmente vinculado a Alemania, sus padres eran

oriundos de Rusia, y sin embargo, por toda su cultura y forma de vivir, es alemán (9/7/1933;

pág. 38).

15

Las voces nazis raza y sangre son algunas de las expresiones que constituyen el campo asociativo del

Nazismo, eje de análisis que -al igual que los demás- abordaremos en etapas posteriores de investigación. Para

poder apreciar someramente la totalidad de las expresiones que conforman no solo este eje sino también los tres

restantes, así como las relaciones identificadas entre todos ellos, cfr. Anexo.

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Si bien en esta cita Klemperer está refiriéndose a un amigo suyo -Jules Sebba,

profesor, quien debe marcharse de Alemania porque se ha quedado sin medios de

subsistencia-, el ejemplo confirma que los términos en los que entiende y define la identidad

son culturales. La afirmación “Sebba es alemán” supone una valoración positiva en el

subsistema de afecto porque, para el Klemperer de 1933, el ascenso al poder del nazismo

todavía no había afectado por completo su concepción del rasgo identitario alemán. Pero, lo

más importante del pasaje es que dicha valoración se asienta sobre la noción de cultura -“por

toda su cultura y forma de vivir es alemán”- manifestando la valoración positiva que reviste

este concepto para Klemperer.

En septiembre del mismo año, registramos nuevamente esta voz con igual valoración,

pero en un contexto en el que se advierte que la situación social está afectando de manera

negativa las expresiones culturales que Klemperer asocia a Alemania y la germanidad:

23) (…) Pero se va de Europa y de la seguridad a una nueva colonia y a lo desconocido, se va

con su mujer e hija y a los cincuenta años empieza una vida nueva. A nosotros dos, a Eva y a

mí, nos hiere en lo más hondo que Alemania pisotee de esa manera todo derecho y toda

cultura (17/9/1933; pág. 56).

Klemperer continúa refiriéndose a la decisión que debió tomar su amigo Sebba

(exiliarse de Alemania), precisamente porque esta es una consecuencia de todos los cambios

negativos que se están produciendo en el país. Dichos cambios se evocan en el discurso

mediante el verbo “pisotear”, cuyo uso metafórico describe el comportamiento de Alemania

no solo para con su pueblo, sino hasta con ella misma: el obligar a muchos de sus ciudadanos

a abandonar el país es desarraigarlos de su propia cultura, cultura que construyó y definió a

Alemania durante generaciones y que ahora esta nación rechaza. Asimismo, la desazón que

tales acontecimientos provocan en Klemperer se expresa en su discurso a través del verbo

“herir”, proceso mental de sentimiento que evoca una evaluación negativa de afecto con

respecto a Alemania y, por supuesto, al hitlerismo.

En estrecha relación con la voz previamente analizada, y aunque constituye el núcleo

de un campo asociativo específico, se encuentra la voz lengua, integrante también del

conjunto de expresiones asociadas a la idea de germanidad; pues, para Klemperer, es el

principal vehículo que expresa una cultura, elemento de la germanidad que, como acabamos

de ver en los ejemplos 22 y 23, nunca pierde su valoración positiva en los Diarios. Esta

relación es definida por Klemperer al sostener que: “en la corriente de la lengua flotan todos

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los elementos culturales que se asimilan consciente o inconscientemente (…) La lengua

contiene la totalidad de lo espiritual” (28/1/1943; pág. 324-327) 16

.

En julio de 1933, a raíz -nuevamente- del exilio voluntario emprendido por Sebba,

Klemperer se manifiesta incapaz de imitarlo por razones laborales:

24) Yo, en cambio, no puedo ser ni siquiera profesor de idiomas, solo sé enseñar historia

de las ideas. Y solo en lengua alemana y desde una perspectiva completamente alemana

(9/7/1933; pág. 38).

Si bien como profesor de literatura francesa probablemente era también competente

en francés, no concibe esta lengua como posibilidad para la comunicación. En tal sentido,

este pasaje de alto contenido subjetivo, presenta dos interpretaciones posibles, la desventaja y

el orgullo ante su supuesto monolingüismo, que se sustentan en el vínculo que liga a

Klemperer con su país: la lengua alemana. Esta lengua, además, se presenta en el fragmento

unida a la noción que expresa el sintagma “perspectiva completamente alemana”. Se

establece así un entramado de sentidos clave en la concepción del mundo que caracteriza a

Klemperer: su perspectiva es alemana, reposa en la cultura alemana que lo define y solo

puede ser expresada en la lengua en que se crío y adquirió dicha cultura. En el fragmento, el

aparente monolingüismo alemán se expresa como desventaja en la expresión negativa “no

puedo ser ni siquiera profesor de idiomas”, mientras que el orgullo por su lengua se deriva, de

manera directa, de la asociación entre “lengua alemana” y la “perspectiva alemana”, que se

ven modificadas, respectivamente, por los adverbios “solo” y “completamente”. En este

último caso, podría agregarse que la lengua alemana no solo es valorada positivamente desde

lo afectivo, sino incluso en términos de apreciación, es decir, por su potencial enunciativo: al

ser el único idioma en el que la cultura alemana puede expresarse y transmitirse en su

complejidad, esta lengua se convierte en el instrumento representativo y portador de toda una

tradición cultural con la que Klemperer se identifica plenamente.

Observamos, entonces, cómo en el discurso de Klemperer se establece una estrecha

relación entre la lengua, la cultura, el espíritu y Alemania, elementos claves en su concepción

de la germanidad. Esta relación se expresa con claridad en una entrada de agosto del año

1943:

25) (…) < ¡Qué sería yo si ya no pudiera ser Alemania!>. En la segunda poesía: < ¡Solo

puedo hablar con Dios una lengua! / ¡No puedo arrodillarme ante ningún otro Dios!>

(8/8/1943; pág. 420-421).

16

Dentro del campo asociativo Lengua, deben mencionarse como expresiones principales el sustantivo verdad,

y los adjetivos cultural y espiritual, ideas fundamentales asociadas a la concepción de lengua que maneja

Klemperer. De hecho, podemos observar que la definición de “lengua” citada contiene la base sobre la que se

asienta su pensamiento, pero también su conflicto identitario. Cfr. Anexo.

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Este pasaje también corresponde a su consideración de los poemas de Julius Bab,

autor al que ya hicimos referencia en el ejemplo 17. En este caso, la exclamación “¡Qué sería

yo si ya no pudiera ser Alemania!” expresa una relación de identificación entre dicho poeta y

su país -que Klemperer comparte- expresando así una evaluación positiva de afecto hacia

Alemania.

Sin embargo, la segunda cita del fragmento propone un monolingüismo vinculado, en

este caso y en Bab, con la religión: “¡Solo puedo hablar con Dios una lengua!”. Si bien la voz

“lengua” en este contexto alude al hebreo, idioma en el que los judíos practican su religión y

con el que Klemperer, por lo tanto, no se identifica, el pasaje es muy significativo dado que

pone de manifiesto la perfecta convivencia de dos identidades -la alemana y la judía-,

coexistencia que el nazismo considera y postula como indeseable e imposible-, pero que aquí

es valorada positivamente17

, teniendo cada identidad su lengua para expresarse. A nuestro

juicio, es esta identificación con la lengua lo que, además, une a Klemperer con Bab por

encima de la religión.

7.1.2.2 Expresiones cuya valoración cambia de signo

Las vacilaciones de Klemperer frente a su identidad germana se ven reflejadas en su

discurso por el empleo de algunas expresiones que, si bien no definen de forma explícita su

noción de germanidad, evidencian su conflicto identitario y las inseguridades que lo asaltan

al intentar expresar su concepción de lo que representa para él ser alemán. Estas expresiones,

en principio y tomadas de manera aislada, transmitirían valoraciones positivas, pero en los

Diarios, debido a las circunstancias históricas, se asocian a otras que refieren a realidades

evaluadas negativamente. Esta asociación, como veremos, resulta clave en la interpretación

de expresiones como voluntad, carácter o alma popular, entre otras.

7.1.2.2.1 Voluntad, carácter y alma popular

Dos voces que en el discurso de Klemperer presentan similar sentido entre sí son

voluntad y carácter, ambas acompañadas siempre por el complemento del pueblo alemán que

17

A este respecto, no coincidimos con la postura planteada por Richards, J. (1999: 24) cuando expresa que “(…)

Klemperer´s recurrent musings on German identity depend on his rejection of all things Jewish, of any

possibility of a Jewish- German symbiosis”. El hecho de que Klemperer rechace el judaísmo y -en lo que

concierne a su persona- conciba su identidad solamente como alemana, no implica que no considere posible -e

incluso deseable- la existencia y convivencia de ambas identidades en un mismo individuo. En una entrada

correspondiente a enero de 1939 expresa también esta idea: “No hay cuestión judía, ni en Alemania ni en

Europa occidental. Quien afirme que existe tal cuestión solo acepta o confirma la tesis errónea del NSDAP y se

pone a su servicio (…) Los judíos alemanes eran una parte del pueblo alemán, como los judíos franceses eran

una parte del pueblo francés, etc. Ocupaban su lugar dentro de la vida alemana, sin ser en absoluto una carga

para la totalidad (…) Eran y siguen siendo (aunque ahora ya no quieran serlo) alemanes” (10/1/1939; pág. 481-

482).

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restringe su sentido al de rasgos característicos de la germanidad. Dichas expresiones se

registran en una entrada de agosto de 1937:

26) (…) Creo otra vez que el Tercer Reich puede durar décadas, que corresponde realmente

a la voluntad y al carácter del pueblo alemán (6/8/1937; pág. 387).

Aunque a lo largo de los doce años que cubren sus Diarios, Klemperer duda en

numerosas ocasiones de la “esencia alemana” del nazismo, en este año podemos detectar que

considera al Tercer Reich como producto de la voluntad y carácter de los alemanes. Es

interesante que, nuevamente, nos hallamos frente a voces de carácter esencialista, a

cualidades que se consideran permanentes, como las designadas por las expresiones esencia,

ser y espíritu. En su conjunto, el pasaje evidencia una valoración negativa del Tercer Reich

-que “puede durar décadas” aunque se espere lo contrario- y, por extensión, del “carácter” y

la “voluntad” que lo explican a través del proceso relacional “corresponder”, intensificado

mediante el adverbio “realmente”. De esta manera, la connotación positiva que originalmente

tenían estas dos voces se ve modificada debido al cambio negativo que se evidencia en el

contenido de la “voluntad” y el “carácter” alemanes, pues Klemperer siente que el hitlerismo

es la verdadera cara de Alemania y su pueblo, y que él creyó durante años en una imagen

equivocada de su país.

La siguiente expresión, alma popular, presenta, en los Diarios de Klemperer de este

período histórico, una valoración negativa similar a la que acabamos de señalar en relación

con las dos voces anteriores. El siguiente fragmento -también de agosto de 1937- permite

observar cómo se asocia directamente este sintagma con la figura de Hitler:

27) Y cada vez estoy más convencido de que Hitler encarna en efecto el alma popular, que

simboliza realmente a <Alemania> y que por eso se mantendrá a justo título (17/8/1937;

pág.390).

En este caso, los verbos “encarnar” y “simbolizar” -que designan procesos

relacionales- asocian por completo las nociones de alma popular y Alemania con la persona

de Hitler que, como es lógico, en Klemperer aparece condenada en la totalidad de sus

Diarios. Esta identificación se intensifica en el texto por las expresiones “en efecto” y

“realmente”, respectivamente, e implica un juicio negativo de sanción social hacia Alemania

y su “alma popular”: si hasta 1933, Klemperer valoraba ambos conceptos positivamente

-identificándose con ellos-, para el año 1937 vemos que su parecer cambia de manera radical.

En consecuencia, para él, el nacionalsocialismo ya no “corresponde” al “carácter” o “esencia”

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de Alemania, el nazismo es Alemania. La personifica. Hitler y Alemania son uno solo y el

hitlerismo, por ende, es la bandera con la que este país se presenta ante el mundo.

En el ejemplo anterior, la expresión alma popular, como voluntad y carácter refleja

discursivamente una etapa de profunda duda pero también de rechazo hacia la naturaleza del

hitlerismo y su carácter germano que, dadas las circunstancias, Klemperer se ve obligado a

asumir.

7.1.2.2.2 Ideología nacional

Si bien una ideología nacional18

conforma un rasgo más que define una noción

abstracta como la de germanidad -pues supone una idea de Nación y de defensa de esta

nación germana- este sintagma aparece en un contexto de los Diarios en el que se cuestiona

la idea de Alemania que Klemperer sostenía hasta la llegada del nazismo al poder. El

fragmento que analizaremos corresponde a enero de 1938, año clave, recordemos, en la

historia de este movimiento:

28) (…) soy ya incapaz de insistir en mi germanidad, la ideología nacional, en su totalidad, se

me ha ido bastante a pique (11/1/1938; pág. 412).

El pasaje -considerado también en el ejemplo 3- permite observar la desilusión y el

profundo desengaño que experimenta Klemperer frente a su germanidad. Ambos se expresan

en la metáfora “la ideología nacional, en su totalidad, se me ha ido bastante a pique”,

manifestando así una valoración negativa de afecto respecto de lo que, en estos años de

hitlerismo, implica dicho concepto: esa “ideología nacional”, que Klemperer no define con

propiedad, es desestabilizada e incluso refutada por el nazismo. En este sentido, el conflicto

que debe enfrentar es similar al que reflejan los dos fragmentos anteriores: el pueblo alemán

-su “voluntad”, “carácter” y “alma”- comprendía para Klemperer ciertos valores y cualidades

con las que él se identificaba y que le permitían sentirse integrante del mismo. Sin embargo,

al surgir y triunfar el nacionalsocialismo, esos valores que compartían y definían a los

alemanes son reemplazados por otros totalmente opuestos y, en consecuencia, la ideología

nacional que caracterizaba a Alemania como nación también es objeto de graves

modificaciones. Al ser testigo del consentimiento popular expresado hacia esta nueva -o

desconocida- faceta de Alemania, Klemperer es invadido por el desconsuelo, pues no solo

siente que sus convicciones a estas alturas son indefendibles, sino también que su identidad

como alemán se ha sostenido durante años en un concepto completamente erróneo de su país.

18

Esta expresión integra también el campo asociativo de Nación. Cfr. Anexo.

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7.1.2.3 Síntesis parcial de resultados

En síntesis, las voces analizadas en estas últimas secciones (esencia, ser, espíritu,

voluntad, carácter, alma popular, cultura, lengua e ideología nacional) se caracterizan por

referir a nociones abstractas que, si bien no reciben una definición explícita en los Diarios de

Klemperer, tomadas en su conjunto intentan describir un concepto -también abstracto- de lo

que constituye la base de la identidad de un pueblo.

El hecho de que algunas de estas expresiones conserven una valoración positiva y

coexistan con otras que designan, a su vez, referentes valorados negativamente -adoptando,

en consecuencia, dicho signo evaluativo-, constituye una clara evidencia del conflicto

identitario que atraviesa a Klemperer. Su interés para nuestro propósito radica, precisamente,

en que nos ayudan a acercarnos a dicho conflicto, permitiéndonos una aproximación a su

percepción del mundo, su concepción de Alemania y de la germanidad -noción central del

campo asociativo bajo estudio- y, por lo tanto, a los términos en los que Klemperer define su

identidad como sujeto alemán.

8. Conclusiones

El análisis realizado nos permite presentar algunas observaciones generales sobre los

conceptos y las teorías en los que se fundó nuestra aproximación metodológica pero también,

y particularmente, elaborar algunas conclusiones vinculadas a los objetivos específicos e

hipótesis de trabajo propuestos en esta investigación.

En primer lugar, y en relación con las decisiones metodológicas adoptadas, podemos

concluir que el concepto de campo asociativo fue importante para identificar, tal como nos

propusimos, las expresiones más relevantes que aparecen asociadas, en el discurso de

Klemperer, a la noción central de nuestro análisis: la germanidad. En este sentido, por un

lado, nos permitió establecer las voces más significativas que Klemperer utiliza para

describirse como sujeto alemán. Por otra parte, pudimos rastrear los “elementos” que podrían

considerarse constitutivos de la germanidad y alcanzar, así, una definición extensional de esta

idea esencial sobre la que se asienta su identidad y que Klemperer no detalla en los Diarios.

A este respecto, debemos destacar que no se trata de expresiones -o elementos- que puedan

considerarse aisladas, sino que se encuentran interrelacionadas y se implican unas a otras;

aspecto que se evidencia en el hecho de que cualquier cambio que Klemperer perciba en el

sentido de alguna de ellas repercute, como observamos, en la valoración que manifiesta de las

restantes y, por ende, en su propia definición como alemán.

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Asimismo, también en relación con la aproximación teórico-metodológica asumida,

cabe destacar que la selección de la Teoría de la Valoración, específicamente del subsistema

de actitud, permitió abordar los objetivos propuestos de forma productiva, ya que una vez

identificadas y organizadas las expresiones que componen este campo asociativo -y eje de

análisis- fue posible analizar sus distintas connotaciones evaluativas a lo largo de los

fragmentos seleccionados. De esta manera, se pudo observar si las valoraciones de Klemperer

con respecto a cada una de ellas se mantenían estables o variaban en el transcurso de los años

y, si así era, qué cambios implicaban en su forma de concebir la germanidad, su identidad

como sujeto alemán y, también, a Alemania como nación.

Así, en cuanto a los resultados específicos del análisis realizado, estos nos permitieron

demostrar, en primer lugar, que las expresiones que precisan los sentidos que asume, en

Klemperer, la noción de germanidad pertenecen a la corriente de pensamiento denominada

Psicología de los pueblos (Alemania, 1860). Esta disciplina, a la que hemos hecho referencia

en el apartado 5.3, postula la existencia de un “carácter nacional” o “espíritu nacional”

(Volksgeist) que define a cada nación, cuyos componentes principales son: el lenguaje, la

religión, las costumbres, las tradiciones históricas y la constitución, es decir, las leyes.

Si bien Klemperer alude explícitamente a esta corriente en 1933, rechazándola porque

la nueva realidad que se impone en Alemania contradice sus postulados (“Ya no creo en la

psicología de los pueblos. Todo lo que yo consideraba no alemán: brutalidad, injusticia,

hipocresía, sugestión de las masas hasta la embriaguez, todo eso es lo que prospera aquí”

[3/4/1933; pág. 14]), su discurso, como hemos podido comprobar, retoma de manera

constante varios de sus conceptos claves. En este sentido, encontramos en sus Diarios voces

que en los ejemplos citados mantienen la valoración positiva que, a priori, les asigna esta

corriente: es el caso de esencia, ser, espíritu, lengua y cultura; estas tres últimas, recordemos,

designan los pilares fundamentales en los que se asienta la definición de identidad para

Klemperer y, por lo tanto, constituyen las nociones en las que se afirma para perseverar en su

germanidad.

Sin embargo, a su vez se aprecian asociaciones entre otras voces -también centrales

para esta corriente de pensamiento- con referentes y cualidades nuevos que conllevan la

atribución de valoraciones negativas: nos referimos a las expresiones voluntad y carácter (del

pueblo alemán), alma popular e ideología nacional que, al aparecer directamente asociadas a

la figura de Hitler y del Tercer Reich, asumen una connotación negativa y extienden esta

misma valoración hacia la denominación Alemania y las voces con ella relacionadas. Estos

cambios, entonces, demuestran el profundo impacto que produjo el nazismo en las

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convicciones de Klemperer con respecto a su país, la germanidad y su identidad como sujeto

alemán.

En segundo lugar, y en estrecha relación con lo que acabamos de exponer, el análisis

realizado nos permitió comprobar la existencia de un proceso de reconstrucción identitaria en

Klemperer, que podemos dividir, sin pretender establecer fechas exactas, en tres atapas: la

primera comprende el período abarcado entre 1933 y mediados de 1937, años en los que, si

bien comienza a preguntarse sobre la “esencia” y el “ser” de Alemania, considera el

nacionalsocialismo como un fenómeno político ajeno a su país y continúa afirmando su

germanidad y su identidad alemana. Esta “relativa” seguridad en sus convicciones, porque no

podemos ignorar las ambivalencias, se manifiesta a nivel del discurso, como hemos visto,

sobre todo en la construcción copulativa ser + alemán19

.

La segunda etapa, en cambio, es la de mayor conflictividad y alcanza un período

comprendido desde mediados de 1937 hasta fines de 1938. En estos años, recordemos, a raíz

de los acontecimientos históricos señalados en el análisis, Klemperer se ve obligado a aceptar

que el Tercer Reich y la persona de Hitler corresponden y simbolizan plenamente “la

voluntad y el carácter del pueblo alemán”. El desengaño y el desconsuelo producto de este

convencimiento, que repercute profundamente en su concepción de la germanidad y su

identidad, lo llevan a denominarse apátrida, sentimiento que se refleja en su discurso a través

del reemplazo de la construcción ser + alemán por la de sentir + alemán, presente en

construcciones negadas.

La tercera y última etapa que identificamos en su conflicto identitario se inicia en

octubre de 1938 y continúa hasta el final del período abarcado en los Diarios. En estos años,

a pesar de que siguen presentándose ambivalencias, Klemperer se aferra nuevamente, en un

acto de rebeldía pero también de resistencia, a su concepto de germanidad aunque, eso sí,

rechaza por completo el de nacionalismo, movimiento que supo valorar de manera muy

positiva en 1935, pero que a estas alturas asocia directamente al nazismo. A pesar de las

dudas y de lo que acontece a su alrededor, Klemperer se obliga a mantenerse firme en sus

convicciones, a perseverar en su propia concepción de la identidad -entendida, como vimos,

en términos lingüísticos, culturales y espirituales- y oponerla, otra vez, a la postulada por el

hitlerismo, asentada en la noción biológica de raza.

19

Es importante mencionar que el año que nosotros reconocemos como el del inicio del conflicto identitario

coincide con el señalado por Klemperer en el ejemplo 2: “¡Y yo que hasta 1933 he estado tan convencido de mi

germanidad!” (27/10/1937; pág. 400-401).

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Este cambio sustancial en su actitud -muy notable para el año 1942, si bien no

hallamos en los Diarios ningún suceso específico que pueda considerarse la causa- se

reproduce en su discurso al retomar la construcción ser + alemán: por medio de esta reafirma

su identidad alemana y, a través de su forma negativa, le niega -y quita- esa misma identidad

a los nazis. En este sentido, nos parece significativo concluir la presente investigación

destacando un aspecto más que importante: ni aún en los momentos de mayor desazón,

Klemperer dice desde su propio convencimiento: “No soy alemán”.

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Anexo

Como se ha señalado en la presentación de los resultados en torno al eje de la

Germanidad, las voces y expresiones que componen este campo asociativo pueden ponerse

en relación con las que integran otros de los campos detectados en el análisis de los datos que

conforman nuestro corpus. Por razones de espacio, salvo en notas al pie, no se han incluido ni

analizado los datos específicos de dichos campos en el desarrollo de la tesina, pero pueden

precisarse aquí algunas relaciones ilustrativas.

Así, por ejemplo, la voz lengua, analizada por su relevancia para definir

extensionalmente la noción “klemperiana” de germanidad, encabeza un campo asociativo

específico, en el que se destacan, entre otras expresiones vinculadas a esta noción central, los

adjetivos cultural y espiritual, también relacionados, como hemos visto, con voces claves

para la definición de germanidad. Por otro lado, una de las voces adicionales que caracterizan

la concepción de la lengua para Klemperer es verdad y, en lo que respecta particularmente a

la lengua alemana, encontramos expresiones como lengua general y estilos lingüísticos. Esta

“lengua alemana”, a su vez, es directamente opuesta a la LTI (Lengua del Tercer Reich),

definida y caracterizada por voces de contenido metalingüístico como jerga y metafórico

como enfermedad.

En relación a las vinculaciones entre los ejes de Germanidad y Nación, por ejemplo,

encontramos la reiteración de expresiones como lengua e ideología nacional que aluden,

entre otras, a elementos considerados centrales en el concepto de nación sostenido por

Klemperer. Asimismo, se observa también la presencia de una voz como apátrida, adjetivo

calificativo con el que se define al comprobar que ya no puede considerarse sujeto integrante

de la nación alemana, único lugar en el mundo al que sentía pertenecer.

Dentro del campo asociativo del Nazismo, por otro lado, se destacan las voces raza y

sangre que, como vimos en el análisis presentado, resultan elementos claves en la concepción

de la identidad, y por ende de la germanidad, postulada por este movimiento. En tal sentido,

observamos un conflicto de perspectivas, ya que estas se oponen a las voces de lengua,

cultura y espíritu, ideas fundamentales en la definición de la identidad y la germanidad para

Klemperer. Asimismo, debemos observar que las expresiones voluntad, carácter y alma

popular se reiteran en este campo asociativo, haciendo explícita la identificación que

Klemperer establece entre el nazismo y Alemania. Por último, cabe mencionar algunas de las

voces que, en el discurso “klemperiano”, describen al nacionalsocialismo, como animal y

enfermedad.

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En el caso del último campo asociativo identificado, el Judaísmo, podemos reconocer

como voces principales, además de judío, los adjetivos calificativos oportunista y traidor,

empleados por Klemperer para referir el concepto que tienen de él quienes, en

contraposición, sí asumen sus orígenes judíos y, por lo tanto, su identidad judía. Sin embargo,

esto no implica que el judaísmo y la germanidad sean identidades opuestas, al contrario: si

bien Klemperer no concibe la existencia de ambos reconocimientos identitarios en lo que

respecta a su persona, considera absolutamente posible y aceptable su perfecta convivencia

en cualquier otro individuo. En este sentido, y a diferencia de lo pregonado por el nazismo,

para él los judíos son, también, alemanes.

Sin embargo, su postura con respecto al sionismo es marcadamente distinta, tal como

lo expresan las voces con las que lo caracteriza: comedia y, en un sentido extremo,

hitlerismo. Klemperer no solo considera una farsa su postulado de la creación -y necesidad-

de un Estado judío, sino que, además, califica al sionismo de “hitlerismo”, estableciendo una

clara identificación entre ambos: “Para mí los sionistas, que quieren empalmar directamente

con el Estado judío del año 70 d. C. (destrucción de Jerusalén por Tito), son exactamente

igual de repugnantes que los nazis. Con su fisgoneo en las relaciones de sangre (…), con su

en parte fingida en parte obtusa marcha atrás del mundo se asemejan a los

nacionalsocialistas” (13/7/1934; pág. 115).

El esquema presentado en la siguiente página permite observar las relaciones aquí

sintetizadas así como la totalidad de las voces que, según nuestro análisis, componen los

distintos campos asociativos.

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Referencias.

Celeste: judaísmo

Rojo: nazismo

Marrón: nación

Verde: lengua

Germanidad

Nociones K. en la germanidad

-esencia -germanidad -ser -alemán -espíritu -Alemania -lengua -cultura -voluntad -carácter -alma popular -ideología nacional

Nación

Nociones: K. en la nación

-ideología nacional -nacionalismo

-patria -apátrida

-honor nacional

-lengua

Lengua

P/nazismo P/Klemperer

-totalidad vital -verdad -espiritual

-naturaleza propia -cultural

-comunidad -lengua alemana:

biológico-espiritual a) lengua general

hombre- pueblo. b) estilos ling.

-LTI:

a) enfermedad

b) esclavitud

c) jerga

d) superlativismo

Nazismo

P/Nazismo P/Klemperer

-sangre -animal

- raza -enfermedad

-romanticismo -voluntad

-carácter

-alma popular

-romanticismo:

a) hostilidad a la razón

b) hostilidad a la ciencia

c) superlativismo

d) fanático

e) sangre y tierra

Judaísmo

K. en el judaísmo

-judío

-oportunista

-traidor

Sionismo p/ Klemperer

-comedia -hitlerismo

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