Embed Size (px)
Citation preview
Desafíos culturales para una educación evangelizadora
Mons. Carlos Pellegrin BarreraMons. Carlos Pellegrin BarreraObispo de ChillánObispo de Chillán
Presidente Área Educación CEChPresidente Área Educación CECh
Los “incendios de cada día” no deberían hacernos perder de vista los grandes temas de la agenda de la educación católica.
Uno de los más importantes es la consideración sería y profunda, de los desafíos culturales para alcanzar el sueño de una educación evangelizadora.
I. El nuevo escenario cultural
La presente realidad cultural nos presenta desafíos que pasan por el fortalecimiento de la vida familiar, la renovación de la conciencia y responsabilidad de las comunidades educativas, con el fin de alcanzar el desarrollo integral de los jóvenes.
La crisis que vive la familia, enfrentada a las nuevas tendencias secularistas, laicistas, postmoderna, pretende presentarla como algo del pasado, superada incapaz de mantener su significación en lo que se describe como “una nueva cultura”.
El nuevo escenario cultural presenta a la Iglesia la necesidad de mantener la prioridad de la educación católica, como un servicio evangelizador y camino válido para transmitir valores profundamente enraizados en el mensaje evangélico del amor a Dios y a los hermanos.
En una mirada a la realidad educativa de Chile, constatamos frutos a nivel de la escuela católica.
Por otra parte no podemos negar el surgimiento de una tendencia, dentro de nuestra misma Iglesia, para abandonar paulatinamente nuestra presencia en la educación.
En relación a la educación superior, hay tareas pendientes para mejorar en equidad y calidad.
Los diferentes movimientos estudiantiles y de profesores mantienen el tema de la educación como prioridad, aunque no siempre con fines tan generosos.
Nuestra respuesta, como educadores católicos, debería apuntar a mantener una actitud de esperanza.
Debemos evangelizar a través de nuestra propuesta curricular católica para que las distintas disciplinas impartidas en la escuela “no sólo presenten un saber por adquirir, sino también valores por asimilar y verdades por descubrir”.(OO.PP. 85.2).
I. Una mirada al mundo valórico de los jóvenes de hoy
Una de las características fundamentales de la vida del cristiano es ser optimista.
Estamos llamados a renovar constantemente nuestro conocimiento del mundo juvenil de hoy para poder responder de la mejor manera a la gran tarea de alcanzar una educación evangelizadora.
Para los jóvenes de hoy, se destaca el deseo de desarrollarse como persona, disfrutar de la vida, y cultivar el espíritu de superación personal.
En un segundo lugar aparece el interés por temas de tipo social, político o religioso. No pocas veces animados por intereses creados.
Los estudios nos indican que, entre el año 1990 y el 2006, ha subido el grado de justificación entre los jóvenes de situaciones como el divorcio, la homosexualidad, la prostitución, y el aborto.
Es urgente reconocer que los tiempos han cambiado, que hay que leer la realidad desde el punto de vista de los jóvenes, y que la comprensión.
III. La familia y la sociedad
“La familia es un bien necesario para los pueblos, para los esposos, para los hijos. Proclamar la verdad de la familia fundada en el matrimonio es una responsabilidad de todos”. (Benedicto XVI en el 5º Encuentro de la Familia).
Hablar de la familia es hablar de la educación, y hablar de la educación siempre implica hablar de la familia.
Todos los estudios modernos apuntan a destacar la participación de los padres en el sistema escolar, como un factor determinante para el éxito educativo de la formación de los jóvenes.
El hogar chileno tiene en la actualidad un promedio de 4 personas por familia.
52% de las familias chilenas es nuclear, biparental, con o sin hijos.
9% de los hogares son nucleares monoparentales.
7,1% son parejas sin hijos. 7.5% son hogar unipersonales. 50% de los hijos nace hoy fuera del
matrimonio.
La familia en el tiempo actual, experimenta una cierta crisis de inestabilidad y dudas para su futuro.
Sin embargo, sigue siendo el refugio tranquilo donde se da el ambiente afectivo necesario para establecer la identidad y la misión autónoma de cada uno de los hijos.
IV. Desde la perspectiva de la Iglesia
La familia es “uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia”. (Aparecida. Nºs. 435; 459 – 462).
La alianza estratégica entre la familia y la escuela católica es fundamental, para enfrentar de una forma creativa y positiva el cambio cultural que constatamos.
No existen fórmulas estáticas para la formación de los niños y de los jóvenes, pues siempre el contexto cultural de cada época será relevante.
La gran tarea sigue siendo “hacer de la familia un taller de humanidad”. (Papa Juan Pablo II)
V. El profesor de religión: educar evangelizando
Aparecida invita a experimentar un profundo proceso de conversión personal, pastoral y eclesial.
Esta triple conversión se pone a prueba y se realiza en plenitud cuando vivimos “un estado de misión permanente”.
La tarea de integrar fe, cultura, y vida, sigue siendo el permanente desafío para los profesores de religión.
El testimonio personal del docente católico no puede ser una mera transmisión de información, comunicación de valores, como si fuera un código de moral que se traspasa y que se recibe por parte de una cultura recipiente.
Las palabras conmueven, pero sólo el testimonio lleva a la conversión.
El docente católico, de una forma particular el que imparte religión, enfrenta el gran desafío de dar respuesta y plenitud de humanidad a las grandes aspiraciones de los niños y jóvenes de nuestro tiempo.
Frente a los desafíos del tiempo actual, la tarea de educar tiene relación con la asimilación del riquísimo patrimonio cultural, entendido como algo dinámico, como una realidad vital y no estática.
Conclusión
En medio del mundo dinámico y cambiante, se hace imperioso a tender constantemente a la búsqueda de la fidelidad a una filosofía de la educación fundada en la doctrina de la Iglesia e inspirada en el humanismo cristiano.
(Gravissimum Educationie Nº1 y 2).
A ejemplo de Jesús estamos llamados a ser profetas, caminando contra corriente, dando testimonio con valentía de los principios que profesamos.
Nuestra adhesión al Maestro Jesús, y al seguimiento a sus enseñanzas, implica un control de nuestras propias inclinaciones naturales, al mismo tiempo que mucha libertad para no aceptar aquello que va en contra del Evangelio.
