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50 INNOVATE · núm.03 | Octubre 2013 Recientemente, Europa Press ha publicado la siguiente noticia: “Por tercer año consecutivo, ninguna empresa española logra aparecer en el listado de las 100 compañías e instituciones más innovadoras del mundo elaborado por la agencia Thomson Reuters y que tiene en cuenta, entre otros factores, el volumen de patentes registradas, así como el alcance e influencia de las mismas”. ¿Por qué innovamos tan poco y, lo que es peor, tan mal? Pues desde mi punto de vista por la razón de siempre: por estos lares somos muy dados a tomar los titulares de las acciones que otros hacen y ponerlos en práctica sin una profunda reflexión previa. Dejaré para otra ocasión la discusión de si nuestras empresas están preparadas para ello, (creo que en lo técnico sí están sobradamente preparadas pero en lo funcional y organizacional dejan mucho que desear). En esta ocasión me voy a centrar en el flujo de pensamiento que tiene que llevarnos a una verdadera innovación con retorno y entrega de valor. Valor para el cliente La pregunta clave es ¿innovar para qué?, y, sobre todo, ¿para quién? Parece mentira que todavía haya muchas empresas que siguen viviendo en una especie de “despotismo ilustrado”, todo para el cliente... pero sin el cliente. Si a esto le añadimos la obsoleta “departamentización” de las empresas y las arcaicas estructuras jerarquizadas, tenemos la receta para el fracaso más absoluto. En el año 2008, Tim Browm presentó en la Harvard Business Review un modelo para la innovación que, cito, “usa la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente y en una oportunidad para el mercado”. ¡Hay que innovar! ¡Tenemos que invertir más en I+D+i! Mantras estos de las empresas actuales, que, aun siendo necesarios, no dejan de ser inversiones inútiles si no están bien orientadas. Observo con estupor cómo se gasta y, lo que es peor, cómo se subvencionan proyectos tildados de innovación que no son más que cantos de sirenas sólo útiles para el autobombo de algunas empresas y el despilfarro del dinero del contribuyente, pero que desde el punto de vista del valor al cliente y el retorno de la inversión dejan bastante que desear. DESIGN THINKING INNOVAR ¿PARA QUÉ?, Y, SOBRE TODO, ¿PARA QUIÉN? POR TERCER AÑO CONSECUTIVO, NINGUNA EMPRESA ESPAÑOLA LOGRA APARECER EN EL LISTADO DE LAS 100 COMPAÑÍAS E INSTITUCIONES MÁS INNOVADORAS DEL MUNDO JESÚS GÓMEZ @JeGoFer

DESIGN THINKING - Leaners Magazine

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Recientemente, Europa Press ha publicado la siguiente noticia: “Por tercer año consecutivo, ninguna empresa española logra aparecer en el listado de las 100 compañías e instituciones más innovadoras del mundo elaborado por la agencia Thomson Reuters y que tiene en cuenta, entre otros factores, el volumen de patentes registradas, así como el alcance e influencia de las mismas”.¿Por qué innovamos tan poco y, lo que es peor, tan mal? Pues desde mi punto de vista por la razón de siempre: por estos lares somos muy dados a tomar los titulares de las acciones que otros hacen y ponerlos en práctica sin una profunda reflexión previa.Dejaré para otra ocasión la discusión de si nuestras empresas están preparadas para ello, (creo que en lo técnico sí están sobradamente preparadas pero en lo funcional y organizacional dejan mucho que desear). En esta ocasión me voy a centrar en el flujo de pensamiento que tiene que llevarnos a una verdadera innovación con retorno y entrega de valor.

Valor para el clienteLa pregunta clave es ¿innovar para qué?, y, sobre todo, ¿para quién? Parece mentira que todavía haya muchas empresas que siguen viviendo en una especie de “despotismo ilustrado”, todo para el cliente... pero sin el cliente. Si a esto le añadimos la obsoleta “departamentización” de las empresas y las arcaicas estructuras jerarquizadas, tenemos la receta para el fracaso más absoluto.

En el año 2008, Tim Browm presentó en la Harvard Business Review un modelo para la innovación que, cito, “usa la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente y en una oportunidad para el mercado”.

¡Hay que innovar! ¡Tenemos que invertir más en I+D+i! Mantras estos de las empresas actuales, que, aun siendo necesarios, no dejan de ser inversiones inútiles si no están bien orientadas. Observo con estupor cómo se gasta y, lo que es peor, cómo se subvencionan proyectos tildados de innovación que no son más que cantos de sirenas sólo útiles para el autobombo de algunas empresas y el despilfarro del dinero del contribuyente, pero que desde el punto de vista del valor al cliente y el retorno de la inversión dejan bastante que desear.

DESIGN THINKING INNOVAR ¿PARA QUÉ?, Y, SOBRE TODO, ¿PARA QUIÉN?

POR TERCER AÑO CONSECUTIVO, NINGUNA EMPRESA ESPAÑOLA LOGRA APARECER EN EL LISTADO DE LAS 100 COMPAÑÍAS E INSTITUCIONES MÁS INNOVADORAS DEL MUNDO

JESÚS GÓMEZ@JeGoFer

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Es decir, primero se pone al cliente y sus necesidades, desde un punto de vista humano, subiéndolas a un nivel estratégico de la empresa, y luego se analiza la forma de lograrlo; primero, ¿para qué?, y después el cómo parece evidente, ¿no? Pues será verdad que el sentido común es el menos común de los sentidos, porque lo que mi experiencia me dice es que la mayor parte de las empresas no tienen ni idea de lo que quieren sus clientes.Dicen que Steve Jobs se reía de las empresas que tienen un “departamento” de innovación, ya que, como él decía, todas y cada una de las personas que en ellas trabajan tiene que participar en ello; la innovación debe estar en el ADN de las compañía y es necesario conseguir que todas las áreas colaboren en aras de un único objetivo: todo lo que hacemos debe aportar valor al cliente. Ahí es donde la innovación obtendrá éxitos.

Nuevos modelos de relaciónLas empresas necesitan evolucionar porque la sociedad evoluciona, pero evolucionar no significa desechar. Todo ese aprendizaje pasado, tanto el de los éxitos como, sobre todo, el de los fracasos, va formando los puntos que ahora en el presente nos servirán para lograr unir las necesidades de nuestros clientes con la experiencia y conocimiento organizacional obtenidos a lo largo de los años.Lo importante, como siempre, es entender que esto no es una función o departamento dentro de la compañía, esto es una transformación profunda y estratégica de las compañías, un cambio radical en la forma de dirigirlas y un replanteamiento de todas sus estructuras internas, librándolas de los encorsetados modelos “taylorianos” y abriéndolas a nuevos modelos de relación, poniendo todos los esfuerzos conjuntos en darle al cliente lo que este realmente necesite. ◆◆◆

PRIMERO SE PONE AL CLIENTE Y SUS NECESIDADES, SUBIÉNDOLAS A UN NIVEL ESTRATÉGICO DE LA EMPRESA, Y LUEGO SE ANALIZA LA FORMA DE LOGRARLO

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núm. 03 | Octubre 2013

La innovación para conectar el mundo de la empresa, el emprendedor y el inversor

ENTREVISTAMaría Dolores DancausaVisión del mercado desde Bankinter

BUSINESS MODELINGDefinir, validar, evolucionar

PERFILAlexander OsterwalderInnovación en los modelos

ECOSISTEMAEl fenómeno de SingapurModelo de fomento del emprendedor

PROTAGONISTAMarcos de QuintoIdeas, talento y emociones