36
El fraude a la ANSES perpetrado por Boudou y Reposo, para disimular el fraude de la quita de la deuda y sus enormes consecuencias Escribe Javier Llorens 25 de mayo del 2012 Contenido El fraude en la quita de la deuda El diablo escondido en los detalles del canje Los desastrosos resultados del canje del 2005 La carga económico financiera de la crisis bancaria del 2001 El milagro económico K que vino de afuera La aparición de Boudou con la receta vudú de estatización de las AFJP Las vidas paralelas de Boudou y Reposo La huida hacia adelante del gobierno La aceleración de la huida hacia adelante tras las elecciones del 2011 Las graves consecuencias de la huida hacia adelante ¿Qué hacer para no seguir huyendo hacia adelante? Qué hacer con la deuda Con la inflación Con las finanzas Con los recursos no renovables Con la ocupación y el empleo Con un mundo en cambio lleno de novedades Con la corrupción

DEUDA PUBLICA - El fraude a la ANSES - aldorso.com.araldorso.com.ar/02-JUN-12/DEUDA PUBLICA - El fraude a la ANSES.pdf · Nación, no cabe evidentemente lo de la fuerza. Y como no

Embed Size (px)

Citation preview

El fraude a la ANSES perpetrado por

Boudou y Reposo, para disimular el fraude de

la quita de la deuda y sus enormes consecuencias

Escribe Javier Llorens

25 de mayo del 2012

Contenido

El fraude en la quita de la deuda

El diablo escondido en los detalles del canje

Los desastrosos resultados del canje del 2005

La carga económico financiera de la crisis bancaria del 2001

El milagro económico K que vino de afuera

La aparición de Boudou con la receta vudú de estatización de las AFJP

Las vidas paralelas de Boudou y Reposo

La huida hacia adelante del gobierno

La aceleración de la huida hacia adelante tras las elecciones del 2011

Las graves consecuencias de la huida hacia adelante

¿Qué hacer para no seguir huyendo hacia adelante?

Qué hacer con la deuda

Con la inflación

Con las finanzas

Con los recursos no renovables

Con la ocupación y el empleo

Con un mundo en cambio lleno de novedades

Con la corrupción

Maquiavelo dijo que aquellos que adquieren súbitamente gran riqueza y poder, llegaron a ello

por el fraude o la fuerza. Respecto el fulgurante ascenso de Amado Boudou, quien en el 2008

era un funcionario de segundo nivel en la ANSES, y hoy es vicepresidente de la Nación, en cuyo

ascenso fue acompañado por Daniel Reposo, propuesto hoy para Procurador General de la

Nación, no cabe evidentemente lo de la fuerza. Y como no fue por magia vudú, solo cabe

pensar en el fraude.

Debe haber sido un fraude de dimensiones descomunales, para lograr tan rápido ascenso. La

Sra. Presidenta dio una pista de ello, cuando anunció que lo había elegido como candidato a

vicepresidente, porque necesitaba un “hombre fuerte” a su lado, capaz de proponer y llevar

adelante medidas heterodoxas, como la de la estatización de las AFJP.

¿Cuál fue la enorme trascendencia de esa medida, consistente en esencia en tomar el flujo y el

stock de los fondos de las AFJP, cuyo 60 % correspondía a bonos de la deuda, con precios

enormemente inflados respecto los del mercado? Esto último nos da la clave de la cuestión.

A la luz de los sucesos posteriores, resulta evidente que la estatización de las AFJP tuvo por

objeto afrontar las obligaciones del pago de la deuda, que había sido renegociada en el 2005,

y presentada como uno de los mayores éxitos del actual gobierno, y enfrentaba entonces un

negro panorama respecto su cumplimiento.

En esos momentos existían incluso obligaciones incumplidas, referidas a la recompra

anticipada de deuda, comprometida con los acreedores, que era permanentemente reclamada

por los grandes bancos extranjeros y locales, encabezados por Jorge Brito. Un ex Citibank

mago de las finanzas locales, protector y amigo de Boudou, que desde una pequeña financiera

con tufillo radical, en pocos años pasó a detentar el segundo mayor banco privado del país. Al

que en consecuencia también le cabría el aserto de Maquiavelo.

El fraude en la quita de la deuda

En el escrito adjunto, “El hurto a la ANSES de $ 21 mil millones en Valores Ligados al PBI (VLPBI)

y sus increíbles derivaciones”, se brinda una detallada explicación porque no existe la quita del

65 % de la deuda, de la que se jacta el gobierno. Y que por contrario hubo una notable

aceleración en los pagos de ella, que lo ha puesto en un enorme aprieto.

El escrito fue confeccionado a fines del año pasado, a la par de que Amado Boudou asumió a la

vicepresidencia de la Nación. Mucho antes de que su situación personal derivara en la

necesidad de imponer un Procurador General de su propio palo, para que la Justicia encubra

sus inconductas.

Tras el canje de deuda del 2005, el gobierno anunció que la deuda se había reducido un 65,6

%, al pasar de u$s 102.566 millones, a u$s 35.261 millones. Pero escondió que el primer monto

incluía los intereses impagos inflados con el megacanje de Cavallo, que está hoy citado a juicio

penal oral y público por esa operación. Y el segundo monto solo los bonos realmente emitidos,

para el 75 % de los acreedores que se habían presentado al canje. De manera, al comparar

repollos con papas, obtuvo un porcentaje engañoso y carente de sentido, pero que pasó a ser

un mito.

Esa falacia queda en evidencia con la misma propuesta de canje, en la que se preveía que si se

canjeaba la totalidad de la deuda de 81.800 millones de dólares de capital, se iban a emitir

bonos nuevos, por un capital de u$s 45.412 millones. Lo cual representaba una quita de solo el

44,5 %, no el 65,6 % sostenido triunfalmente por el gobierno.

Pero además se emitían cupones o valores ligados al crecimiento del PBI, por un monto

equivalente al de la deuda rescatada. O sea un total de 81.800 millones de ellos, con un

compromiso de pago, si se cumplían determinadas condiciones “contingentes”, atadas al

crecimiento del PBI, de hasta u$s 0,48 ctvs por cada valor recibido. O sea u$s 48 por cada cien

de ellos. Lo que representa un monto a pagar de u$s 39.264 millones. De esta manera el total

a pagar de capital (45.412 + 39.264) asciende a u$s 84.676 millones.

¿Y la famosa quita del capital de la deuda? Bien gracias, porque en realidad no había tal quita,

sino un aumento de ella del 3,5 %. Que compensa los intereses no pagados durante los años

2002 y 2003. Pagándose además de allí en más, suponiendo una amortización lineal de los

valores ligados al PBI, una módica tasa de interés promedio del orden del 4 % anual, acorde

con los parámetros internacionales.

Las bases del canje preveían además que un monto equivalente al pagado cada año por los

valores ligados al PBI, se destinaria a la recompra anticipada de la nueva deuda emitida, para

mejorar la cotización de esta. Y como si ello no fuera suficiente, luego se agrego el

compromiso de destinar toda la capacidad teórica de pago a ello, incluida la correspondiente

a quienes no ingresaran al canje.

Esto, junto el aceleramiento en los pagos de los valores ligados al PBI, por el alto crecimiento

que se registró de allí en adelante, hizo que la tasa promedio de interés pagada, ronde en el 5

% anual, bastante superior a la vigente en el orden internacional. O sea que con el canje del

2005, conforme los resultados reales de este, no solo no hubo una quita y espera, sino que

por contrario, hubo un pago acelerado y sin quita de la deuda.

El diablo escondido en los detalles del canje

No es casual que en el diseño de esa “deuda contingente” haya intervenido Eduardo

Borenztein. Un analista del FMI enviado especialmente a Argentina, para asesorar respecto la

confección de dichos valores atados al PBI. Quién como si fuera un vástago de “Tato” se

mandó el chiste pesado de implementarlos. Y como en todas las cuestiones, sobre todo

financieras, el diablo se escondió en cuatro detalles, que alteraron profundamente la ecuación

de esos valores:

Uno fue la baja tasa teórica de crecimiento del PBI, prevista como base para el cálculo del pago

de esa deuda contingente, del orden del 3 % anual. El otro fue la cuantía de ese pago de

cupones, que se fijó en un 5 % sobre el crecimiento del PBI por sobre la base. Y otro 5 %

adicional destinado a la recompra anticipada de la deuda, para sostener la cotización de los

títulos, y bajar la tasa de riesgo país. Con el adicional de destinar también a la recompra, todo

el excedente de la capacidad de pago, sino no se concretaba el 100 % del canje.

El tercero fue las altas tasas de crecimiento que registró Argentina, infladas deliberadamente

por el gobierno mediante subestimar la inflación, para presentarlas como un éxito político de

su gestión. Y el último y más aberrante, fue calcular ese 5 % más 5 %, no sobre el crecimiento

efectivo anual, sino sobre el acumulado a partir del 2003. Lo que en la práctica supone el

absurdo de repetir, cada año que va transcurriendo, los pagos del 5 % más 5 %

correspondientes a los años anteriores. Como si una empresa distribuyera las ganancias del

ejercicio en curso, y además volviera a distribuir una suma equivalente a las ganancias de los

años anteriores.

En una reciente nota en Ambito (28/2/12) el ex secretario de Finanzas Nielsen justificó ese

disparate diciendo que los valores ligados al PBI “permitieron romper con el principal

contraargumento de los acreedores, de algunos funcionarios de países del G-7 y del FMI, que

señalaban reiteradamente «que la Argentina no negociaba de buena fe», lo que en realidad

quería decir que negociaba de mala fe, y ocultaba sus posibilidades de crecimiento con una

oferta de canje tacaña”. O sea que se hizo una generosa oferta por pedido del G-7 y el FMI,

pero disfrazada de tacaña para la opinión pública interna.

A esa suma de notables desaciertos, se agregó otro error fundamental en el plan de

sustentabilidad con que se justificó el canje. Al preverse en él, la inmediata vuelta de Argentina

al mercado internacional de capitales, para poder ir solventando los pagos. Lo cual era

imposible, ante el heterodoxo canje llevado a cabo, que inicialmente solo fue aceptado por

solo el 75% de los acreedores.

Era por ende previsible que Argentina se mantendría en situación de cuasi default, sin acceso a

los mercados de capitales en condiciones razonables, tal como sucedió. Resultando por lo

tanto enteramente inútil el esforzado cumplimiento de la obligación de recompra anticipada

de deuda, con el objeto de elevar la cotización de los bonos y bajar la tasa de riesgo país, para

facilitar la colocación de nueva deuda.

Los desastrosos resultados del canje del 2005

Los efectos que produjo el pago de la “deuda contingente” de los valores ligados al PBI, con

que se disimuló la quita en el canje del 2005, concretado por el ministro Lavagna y el

secretario de Finanzas Nielsen, y ampliado luego en el 2010 por el ministro Boudou, se pueden

ver en siguiente cuadro, confeccionado en base la información suministrada por el ministerio

de Economía. En el mismo se ha considerado que desde el 2012 en adelante, el país crecerá

solo al nivel mínimo del 3,3 %, razón por la que se repetirán los pagos de los años anteriores.

Del cuadro surge que en vez de una quita y prorroga en el pago de la deuda, nada menos que

el 96 % del capital original de ella, va a ser pagado a mas tardar en el año 2017. O sea en un

plazo de solo doce años a partir del canje, en lugar de los 30 años promedio fijados en él.

Quedando teóricamente solo un 7,5 % del capital a pagar en los plazos previstos en la

renegociación, con posterioridad al año 2023.

Pagos Cupones ligados al crecimiento del PBI del año anterior

y obligaciones de recompras de deuda por la misma razón

(cifras en millones u$s - Deuda renegociada u$s 81.800 millones)

Años Pago u$s x cada

cupón ligado PBI

5 % VLPBI mas 5 %

recompra deuda

millones u$s

Acumulado

Millones u$s

% capital

Deuda

renegociada

2006 0,62 1.022 1.022

2007 1,32 2.157 3.178 4%

2008 2,28 3.730 6.908 8%

2009 3,17 5.184 12.092 15%

2010 - - 12.092 15%

2011 4,38 7.170 19.262 24%

2012 6,30 10.307 29.569 36%

2013 6,30 10.307 39.876 49%

2014 6,30 10.307 50.183 61%

2015 6,30 10.307 60.490 74%

2016 6,30 10.307 70.796 87%

2017 4,73 7.732 78.528 96%

Total 48,00 78.528

Este brutal escalamiento en los pagos de los valores ligados al PBI y recompra de deuda, se

visualiza en el siguiente gráfico, que resulta suficientemente elocuente para visualizar el

atolladero en que se encuentra la cuestión de la deuda.

A finales del año 2004, al observar el enorme desbarre que se estaba por cometer, con el

diputado mandato (bien) cumplido Mario Cafiero, confeccionamos un escrito con título “¡Oh

Juremos con deuda morir!”. En el cual mediante un simulador computado, advertíamos las

enormes distorsiones en el flujo de pagos de la deuda, que iba a producir esa deuda

contingente, tal como había sido formulada. Si Argentina conseguía tasas de crecimiento

elevadas, que resultaban indispensables para lograr su plena recuperación socioeconómica.

Pero lamentablemente esas advertencias cayeron en saco roto.

En la nota de Ambito antedicha, el ex secretario de Finanzas Nielsen le echó la culpa al

gobierno de este dislate diciendo:

“A mediados de 2004, el consenso entre los analistas de los mercados agrícolas no ponía en

evidencia lo que poco más tarde ocurriría con la cotización de la soja y de otros productos

agrícolas exportados por nuestro país, que permitieron que en pocos años se expandiese el PBI

en forma importante. Esto dio lugar al auge de la cotización de los cupones, reflejado

consecuentemente en un alto costo al fisco. Lo inentendible es que el Gobierno no rescató los

cupones cuando sus perspectivas de crecimiento eran muy claras, ni tampoco cuando la

nacionalización de los fondos previsionales facilitó a niveles elementales la tarea de rescate,

algo que normalmente es de cierta complejidad, pero no imposible, para el aparato del

Estado.”

Para ocultar su torpeza por no prever las sorpresas que podía deparar la “deuda

contingente” diseñada por Borenstein y el FMI, Nielsen dijo una falsedad. Dado que en

el 2004 los precios agrícolas ya habían crecido enormemente, superando los niveles

históricos anteriores, como se podrá ver más adelante. Omitió además hablar de la

absurda recompra de deuda anticipada. Y cometió otra torpeza, al no vislumbrar

porqué el gobierno dispuso la estatización de las AFJP.

La carga económico financiera de la crisis bancaria del 2001

La responsabilidad de Nielsen y Lavagna no acaba allí. Ya que ambos, también por

exigencia del FMI y la banca internacional, concretaron la salida de la crisis bancaria del

2001, y de los famosos corralito y corralón, mediante el simple expediente de efectuar

un salvataje integral de los bancos, cargándole el costo de la pesificación asimétrica al

hijo de la pavota.

O sea el Estado nacional, que se hizo cargo de ella, y por extensión todos los que

contribuimos a su sostenimiento. La página de la subsecretaría de Financiamiento,

informa meticulosamente sobre las colocaciones de deuda entre 1991 y 2001, y del

2005 hasta la fecha. Pero curiosamente no informa absolutamente nada respecto las

colocaciones de deuda que se efectuaron entre el 2002 y 2004, a los efectos de

solventar la crisis bancaria, para lo cual los bancos recibieron títulos Boden a mediano

plazo. Con plazos de cancelación durante el mismo periodo en que se registra el pago

acelerado de los valores atados al PBI.

La información referida a cuanto recibió cada banco, también se mantiene

absolutamente encapsulada, como si fuera top secret. Pero el monto total de los

Boden emitidos en ínterin trepan a los 27 mil millones de dólares. Y a la par analistas

económicos sostienen que el costo fiscal de esa crisis, habría trepado al 18 % del PBI. O

sea alrededor de 32.000 millones de dólares, que de alguna manera u otra fue

solventada por el fisco.

Esta gravosa obligación asumida por el Estado es particularmente oprobiosa y

denigrante. Dado que como lo expusimos con el diputado mandato (bien) cumplido

Mario Cafiero en el libro “La Argentina robada – El corralito, los bancos y el

vaciamiento del sistema financiero argentino” la crisis terminal del año 2001, en la

que forma en que se produjo, fue el resultado de una mega maniobra de la banca

norteamericana, para poder salir indemne de la crisis argentina que sobrevolaba en el

horizonte. La que fue llevada adelante con la complicidad objetiva, o la total inacción

por parte de la mayoría de los políticos.

Como se relata en el libro, Domingo Cavallo asumió en Marzo del 2001, con la misión

de que los bancos norteamericanos se llevaran los u$s 20.000 millones de efectivo

contante y sonante que tenían de reserva los bancos argentinos. Y dejaran a cambio los

bonos de la deuda que iban al default. Tal como estaba previsto en la letra chica del

famoso Blindaje. Para ello exigió plenos poderes, que le posibilitaron modificar la Carta

Orgánica del BCRA, a los efectos de poder concretarlo.

Con el megacanje, se internalizaron en el país los bonos que estaban en manos de los

bancos norteamericanos, los que seguidamente pasaron a sustituir las reservas, de las

que se desfondó a los bancos. Y de paso, al rescatar Cavallo con el megacanje los títulos

elegibles para poder efectivizar el seguro de liquidez, que había contratado el Banco

Central con el JP Morgan – Chase y otros bancos, estos zafaron limpiamente de cumplir

con dicho seguro por un monto de siete mil millones de dólares, pese haber cobrado

íntegramente la póliza.

Luego Cavallo instaló el corralito, porque los bancos sin reservas de efectivo no pueden

funcionar, y porque los dólares de la convertibilidad se habían reducido casi a nada.

Paralelamente, a los títulos de la deuda con que se empapeló a los bancos, los

trasformó en supuestos Préstamos Garantizados, con impuestos a recaudar por los

mismos bancos, como el impuesto al cheque.

De esa forma se evitó que esos Préstamos Garantizados fueran al default. Y además se

ocultó toda esa mega maniobra, haciendo que los bancos contabilizaran esos seudos

Préstamos Garantizados, como préstamos efectivamente otorgados por ellos. De esa

forma se justificó el faltante de las reservas en los bancos, diciendo que había habido

una fuga de depósitos. La que en realidad había sido solventada con una recuperación

o caída de préstamos. Pero que en los balances de los bancos no salía a la luz, al figurar

allí los Préstamos Garantizados.

ABA (Asociación de Bancos Argentinos) tuvo el tupé de insistir con esa ardidosa versión

de la crisis ante la misma Corte Suprema, cuando en ella se discutía la pesificación y las

cautelares por el corralito y el corralón. La cual se les cayó estrepitosamente, con la

presentación ante miembros de ella del libro “La Argentina robada”. Por esa razón la

Corte ordenó una investigación penal, de la que más adelante se da cuenta.

“Mingo” Cavallo, superando todos sus antecedentes, reveló así ser un súper

boquetero, o caco de alta escuela, al servicio de la banca norteamericana. Que pocos

años después, tras coger a Argentina con los bonos basura, cogió al mundo con las

hipotecas basura. No obstante hoy, pese a tener pendiente un juicio penal oral y

público por el megacanje, “Mingo” a través de CLARIN y LA NACION, sale a darnos

consejos económicos, como si se tratara del impecable doctor Horse.

Por imposición de la banca y el FMI, el cierre de esa mega maniobra fue la derogación

de la ley de Subversión Económica, que efectuó el Congreso en el 2002. Durante la

presidencia de Duhalde, y apenas asumido Lavagna como ministro de Economía. Con la

que se cerraron enteramente las numerosas investigaciones penales que se habían

abierto contra los banqueros, por el vaciamiento y fuga de las reservas de sus bancos.

Cabe reconocer que la actual presidenta Fernández de Kirchner, aduciendo que se iba a

“instalar la impunidad”, se opuso entonces tenazmente desde su banca en el Senado

de la Nación, a la aprobación de esa seudo ley inicua. Que fue sancionada bajo

extorsión, y con la cándida promesa de que iba a posibilitar un súper salvataje del FMI,

por 20 mil millones de dólares contantes y sonantes.

La eminencia gris en esa acción bastarda en contra de los intereses del país, fue el

actual diputado duhaldista Eduardo Amadeo. En su triple papel de secretario de la

Presidencia, embajador en EEUU, y miembro de la muy norteamericana Americas

Society. Y por su parte el duhaldista ministro de la Corte Juan Carlos Maqueda, parece

haberse ganado en esa ocasión su puesto actual. Al dirimir en el Senado la votación

empatada 34 a 34, con un voto “si positivo” a favor de la derogación de la ley, como

presidente provisional de la Cámara.

En esa ocasión los Kirchner llegaron incluso a fletar el avión de la provincia de Santa

Cruz, para que un senador correntino enfermo no faltara a la votación. No obstante al

llegar a la presidencia esos bríos para que no se “instalara la impunidad”, brillaron por

su ausencia. Ya que el presidente Kirchner vetó que el Congreso investigara tanto la

crisis bancaria del 2001, que tuvo un costo del 18 % del PBI. Como la deuda externa

que se originó con la crisis bancaria de 1980, que tuvo un costo del 55 % del PBI. A la

que debe sumarse la crisis bancaria de 1995, con un costo del 3 % del PBI. La

declamada Memoria, Verdad y Justicia, parece estar lejos de alcanzar al sector de las

finanzas y los bancos.

Por su parte la acción penal que formuló el fiscal federal Amirante, en la causa abierta

contra los banqueros por orden de la Corte Suprema, en la que se imputó de

administración fraudulenta a cientos de directivos de bancos, y a las autoridades del

Banco Central desde Mario Blejer hasta Alfonso Prat Gay, también se hundió en el

olvido.

Ante la total indiferencia del Procurador General de la Nación Eduardo Rigui. Quien ha

sido acusado ahora por el vicepresidente Boudou, de traficar influencias a través de su

estudio, para asegurar la impunidad en las grandes causas referidas a delitos

económicos y corrupción. Por la total inacción del derecho, el apotegma peronista “los

únicos privilegiados son los niños”, ha quedado reemplazado de hecho por “los únicos

privilegiados son los grandes estafadores y banqueros”.

Como resultado ello, Argentina nada sabe de las crisis financieras que la asolaron en

1980, 1995, y el 2001. Con un costo según los expertos, del 76 % de su PBI. El que con

su acrecentada carga de intereses, hizo que su deuda pública casi equivaliera a su PBI. Y

además de cargar con los Boden, el Estado se hizo cargo de pagar otros 15 mil millones

de dólares correspondientes a los Préstamos Garantizados en poder de los bancos, que

gracias a Mingo Cavallo, habían gambeteado limpiamente el default.

De tal manera en el corto plazo de doce años, el Estado como el hijo de la pavota, o

como en el cuento del gallego de nombre Pagatodo, que encontró una valija llena de

cedulones de deuda de terceros, y lo que hizo fue ir pagándolos poco a poco y como

pudo, el Estado se echó al hombro la obligación de pagar en el corto plazo de doce

años, nada menos que 120 mil millones de dólares.

79 mil millones provenientes de los valores ligados al PBI, y la recompra anticipada de

deuda. 27 mil millones de la salida del corralito, y las compensaciones a los bancos. Y

15 mil millones de Préstamos Garantizados en poder de los bancos. Y esto sin contar

los pagos de intereses de esas deudas.

Ni tampoco las deudas mantenidas con los organismos multilaterales de crédito, el

FMI, BM, y BID, por otros 25 mil millones de dólares. Ni la deuda garantizada

proveniente de las deudas provinciales, por otros 11 mil millones de dólares. Ni la

deuda con el Club de París por 8 mil millones. Todo lo cual por entonces arrojaba un

monto total de deuda de 165 mil millones de dólares.

El milagro económico K que vino de afuera

Como contrapartida de este tremendo cuadro referido a la deuda, está la bonanza que

comenzó a difundirse en el país durante ese periodo. Que en forma ambivalente, hizo que ese

cuadro de deuda se agravara, por las obligaciones atadas al crecimiento del PBI, y que otro

lado brindara recursos como para que hasta ahora no resultara insoportable.

Los críticos al gobierno dicen que este se vio beneficiado con el “viento de cola” de la mejora

de las condiciones externas. Por su parte este lo niega terminantemente, atribuyendo

exclusivamente la bonanza a los méritos de su gestión. Pero como se puede ver en el gráfico

adjunto, donde aparece la evolución de los índices de los precios de Exportación, Importación,

y Términos de Intercambio que hubo ínterin, no se trata precisamente de un viento de cola,

que hizo volar un poco más velozmente la aeronave. Sino de un notable viento de frente, que

hizo que el barrilete de Argentina remontara un raudo vuelo, como pocas veces en su historia,

igual que el barrilete cósmico del tango de Piazzolla.

En él se pueden apreciar claramente los periodos de auge y declinación de Argentina, cada vez

que suben o bajan los Precios de Exportación y los Términos de Intercambio. Visualizándose el

moderado auge que hubo entre 1991 a 1996, durante el éxito de la convertibilidad, y su

posterior declinación hasta 1999. Y el enorme auge que sobrevino a partir del 2002 en

adelante, hasta el 2008, donde los precios de Exportación se duplicaron, al pasar su índice de

menos de 90, a más de 170, y los Términos de Intercambio se incrementaron más de un 50 %,

al pasar de menos de 100 a 150.

Después vino la aguda caída en los Precios de Exportación en el 2009, coincidente con la seca

de ese año, y la derrota electoral del kirchnerismo. Y su posterior remontada, que hizo que en

el 2011 superara los niveles picos del 2008, coincidente con el gran triunfo electoral del

gobierno. El gráfico explica elocuentemente el origen exclusivamente externo, de la bonanza

que se derramó desde el 2002 en adelante en las poblaciones dedicadas a la actividad

agropecuaria, que llegaron al nivel del pleno empleo.

Pero que lamentablemente se reflejó solo parcialmente en los grandes conglomerados

urbanos. Donde un tercio o un cuarto de la población permanece en la exclusión o la pobreza,

y sujeta al clientelismo. En un nivel peor o igual que el existente en los años previos a la caída

de la convertibilidad, con casi la mitad de los niños en condición de pobreza. Como

consecuencia de que la mitad de la población activa cuenta con empleos basura, ya sea como

cuentapropistas marginales o empleados en negro, siendo estos más de un tercio de la

población activa. Lo cual indica que esta inusitada era de prosperidad argentina, estuvo lejos

de “derramarse” sobre todos y todas por igual.

Este cambio radical en las condiciones externas, que se registro en la economía argentina

desde el 2002 al 2011, respecto la década anterior de 1992 al 2001, se visualiza

resumidamente en el grafico adjunto. El que nos dice que el balance de Cuenta Corriente, pasó

de ser 88 mil millones de dólares negativos en el 1992 – 2001, a 61 mil millones positivos en

el 2002 - 2011. Como consecuencia que el balance de Mercancías, de ser inexistente en 1992 –

2001, pasó a ser positivo en nada menos que 150 mil millones de dólares en el 2002 - 2011.

Por su parte el balance de Servicios pasó de ser negativo en 34 mil millones de dólares, a ser

negativo en solo 12 mil millones. Observándose no obstante que el desbalance de Rentas por

contrario aumento de menos 55 mil millones de dólares, a menos 81 mil millones. Siendo este

el flanco débil que impidió una mejora aun más pronunciada del balance de Cuenta Corriente.

Los detalles de ese “milagro” argentino durante el periodo correspondiente al gobierno del

kirchnerismo, entre el 2003 y 2011, se pueden ver en el cuadro siguiente confeccionado con

datos del INDEC. En el cual Argentina como nunca Exportó por 486 mil millones de dólares, e

Importó por 353 mil millones. Con un saldo positivo en la balanza de Mercancías por 132 mil

millones, o sea más de la cuarta parte de lo exportado.

Balance de pagos 2003 -2011

Rubro Conceptos Importe

millones u$s

Saldo

millones

u$s

Mercancias

Exportación 485.522

Importación 353.196 132.325

Servicios

Exportaciones de servicios 85.190

Importaciones de servicios 95.632 -10.443

Saldo balanza comercial 121.882

Rentas

Intereses crédito 27.442

Intereses debito 56.663 -29.221

Utilidades y Dividendos

crédito 10.242

Utilidades y Dividendos

debito 54.448 -44.206

Otras Rentas -503 -73.930

Transferencias corrientes 4.381

Saldo cuenta corriente 52.334

Variación Reservas Internacionales 34.704

Este saldo se ve desmejorado por el balance de Servicios, donde hubo exportaciones por 85

mil millones, y exportaciones por 96 mil millones, con un saldo negativo 10 mil millones. Pero

la cuestión se agrava notablemente en el rubro Rentas, mostrando ello la dependencia

financiera y económica del país. Al registrar un saldo negativo por Intereses, de 29 mil millones

de dólares. Y un saldo negativo por Utilidades y Dividendos, de 44 mil millones. Lo cual da un

total de u$s 74 mil millones por ambos conceptos. De tal forma el saldo neto que quedó en

cuenta corriente fue de 52 mil millones de dólares, de los cuales solo 35 mil millones fueron a

aumentar las reservas del Banco Central.

Pero es este mismo banco, el que nos brinda una información mucho más desalentadora. Al

informarnos que la fuga de divisas , o “Formación de Activos Externos por el Sector Privado No

Financiero”, como la describe eufemísticamente, fue desde el 2003 hasta el 2011, nada menos

que de 87 mil millones de dólares, 62 mil de ellos en billetes contantes y sonantes. Que se

fueron al exterior, o están esterilizados en cajas de seguridad, o en los colchones de los

argentinos. Y que muy distinta sería la situación, si ese atesoramiento no declarado se reciclara

financieramente y tributara fiscalmente.

En el gráfico siguiente, elaborado en base a los datos del Banco Central, se contrastan la

evolución de la balanza de pagos, con el aumento de las reservas, y la fuga de divisas. En él se

aprecia que el balance Comercial creció linealmente, hasta llegar acumulativamente a los 121

millones de dólares. Y también creció casi linealmente el desbalance de Rentas, hasta llegar

acumulativamente a menos 74 mil millones de dólares. Lo que hizo que el balance de Cuenta

Corriente creciera linealmente con una pendiente mucho más suave hasta el 2009, para pasar

a crecer muy poco o casi nada de allí en adelante.

En cuanto a la fuga de divisas se aprecia que creció exponencialmente, produciéndose la

parte sustancial de ella, desde el 2008 en adelante. O sea durante el actual gobierno

encabezado por Fernández de Kirchner, siendo su importe en el periodo de 70 mil millones de

dólares, 52 mil millones en billetes en efectivo. Para totalizar así acumulativamente, los 87 y 62

mil millones de dólares de fuga antes señalados.

Por contrario el aumento de las reservas del Banco Central, se estabilizó desde el 2007 en los

34 mil millones de dólares. Salvo el pico del año 2010, en que ocasionalmente llegó a los 40 mil

millones. Muy otra sería la situación actual, si el Banco Central en vez de los 48 mil millones

que dice tener, que parece defender a muerte, tuviera 135 mil millones, como resultado de

sumarle los 87 mil millones que se evaporaron en el aire.

El actual gobierno, que igual que el de Menem se jacta de ser el “más exitoso de la historia”,

debería reflexionar respecto la parábola bíblica de los denarios. Ya que como administrador,

ha recibido muchísimo más que todos los administradores que le precedieron. Y no obstante

esos denarios no se derramaron en el tercio o cuarto de la población excluida, que no ha

podido salir de la exclusión. Y hoy incluso parecen ser insuficientes para hacer frente a una

compleja situación interna y externa.

La aparición de Boudou con la receta vudú de estatización de las AFJP

En ese marco de auge económico y fuga sustancial de divisas, tras el importante pago de los

valores ligados al PBI efectuados a fines del 2007, y el paralelo reclamo de la banca acreedora

por el incumplimiento en la recompra de deuda, el gobierno se percató que el “exitoso” canje

de deuda del 2005, lo estaba poniendo ante un enorme atolladero. Por esa razón habría

tratado de reforzar los ingresos fiscales, mediante las retenciones móviles de la resolución 125,

aplicada sobre la producción agropecuaria que motorizaba el auge económico. Lo cual derivó

en una cuasi insurrección popular, y en una enorme derrota política.

En ese escenario es donde apareció Boudou con su receta magistral, inspirada quizás por algún

amigo banquero, de estatizar las AFJP. Con el triple objetivo de capturar para el estado, los

aportes jubilatorios de los empleados que iban a las AFJP. Capturar el Fondo de Garantía de

Sustantibilidad (FGS) para recomprar anticipadamente los valores ligados al PBI, que

detentaban las AFJP. Siendo estas las principales tenedoras individuales de ellos, por un

importe final de 21 mil millones de pesos, que Boudou limpiamente se los birló a los jubilados.

Y la posibilidad adicional de usar el FGS, para simular cumplir con la incumplida obligación de

recompras de deuda. O sea usar al FGS para hacer un ping pong con la secretaría de Finanzas y

la Tesorería, en el cual en vez de pelotas, van y vienen bonos o papeles de la deuda.

Donde la Tesorería le recompra deuda al FGS, cumpliendo con las exigencias del canje del

2005. Y a su vez la Tesorería coloca bonos en el FGS, concretando así lo que en la jerga

financiera se conoce como una bicicleta, llevada adelante mediante operaciones financieras

ficticias o fraguadas. Además de dotarlo al gobierno, con la administración de dicha cartera, de

mayores márgenes de poder financiero y económico.

Los banqueros que enfrentaban entonces la crisis financiera mundial desatada a mediados del

2008, parecen haber privilegiado que se pudiera cumplir a rajatabla con sus acreencias, a

continuar con el negocio de las AFJP. Del que ya habían disfrutado su etapa dulce, sin

contraprestaciones jubilatorias a la vista, y con el cobro de aportes, de los que de entrada se

quedaban con una tercera parte de ellos. Ya sea como comisión adelantada por su

administración futura; o para seguros de vida contratados con sus compañías asociadas.

Y ahora enfrentaban su declinación, al hacer frente a prestaciones jubilatorias, que registraban

agudas caídas en sus importes, por la caída de la cotización de los títulos que tenían en cartera.

Y la puesta en evidencia de que en realidad no eran jubilaciones, a gozar hasta el final de sus

días por parte de los aportantes, salvo que hubieran contratado un oneroso seguro de retiro

con una compañía vinculada a la AFJP.

Sino un ahorro forzoso, que por efecto de las comisiones y seguros, tenían una enorme

rentabilidad negativa en función de lo realmente aportado. Seguido con un retiro programado

del mismo, por un número determinado de años, sin relación alguna con la edad biológica que

pudiera alcanzar el aportante. Lo cual iba a generar penosas situaciones, con seudos jubilados

que superaran la esperanza de vida promedio, y se encontraran de repente en la total

indigencia.

Por esa razón los banqueros casi ni se opusieron a la estatización que emprendió Boudou, con

la ayuda de otro ex director Ejecutivo de la ANSES, el jefe de Gabinete Sergio Massa. Quien a la

par se comprometió pública y reiteradas veces ante los banqueros, a reabrir el canje de la

deuda, y concretar las recompra de deuda estipulada en el canje del 2005, que el gobierno

venía incumpliendo totalmente.

Los banqueros dueños de las AFJP se conformaron con quedarse con las comisiones por la

administración de los aportes que habían cobrado por adelantado, y que no iban a hacer. Con

la indemnización por el valor del patrimonio neto de las AFJP que dispuso el Estado. Y que este

cargara con las obligaciones laborales, al absorber la AFIP sus dotaciones de personal. Y así

muy contentos las AFJP y el gobierno se dieron la mano, entendido esto no solo como un

saludo final.

Las vidas paralelas de Boudou y Reposo

Proveniente de la UCEDE y la ultraliberal CEMA, especializada en cuestiones monetarias y

financieras, Boudou llegó a la ANSES a fines de los ’90, después de haber protagonizado

algunas aventuras no muy limpias como empresario de limpieza. En esa función se especializó

en proyecciones presupuestarias, trabajando en estrecha relación con la Dirección de

Presupuesto de la secretaría de Hacienda.

Lo cual le habría permitido apreciar en toda su magnitud, el atolladero en el que estaba

ingresando el gobierno con la deuda contingente de los valores ligados al PBI, y las

obligaciones de recompra de deuda. El periodista Maximiliano Montenegro en su libro “Es la

Ekonomía, estúpido”, da cuenta de la preocupación y visión pesimista que tenía Boudou en el

2008. Y de su creencia que el Estado no iba a poder afrontar el año próximo los vencimientos

de deuda. Previo a que se le prendiera la lamparita de la estatización de las AFJP.

Tras el arribo en el 2002 de su ex correligionario Sergio Massa a la dirección de la ANSES,

también proveniente de la UCEDE, la situación de Boudou se afianzó. Y de esa manera, tras

desempeñarse esporádicamente como secretario de Hacienda y Finanzas en algunos

municipios del partido de la Costa, a mediados del 2008 por recomendación de Massa, llego a

la dirección de la ANSES, tras el traspaso de su director Claudio Moroni a la AFIP. Quien a su

vez había pedido a principios de ese año el traspaso de Daniel Reposo de la SIGEN a la ANSES,

tal como lo expresa este en su currículum.

Lo cual no es precisamente una recomendación, puesto que Moroni, que había sido jefe de

Reposo en la SIGEN, tenía como referente al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández. A quién

secundó en la Superintendencia de Seguros de la Nación, en la época de los ´90, en la que en

ese ente se cometieron legendarias tropelías. Luego Moroni quedó directamente a cargo de

esa Superintendencia, siendo a la par asesor y directivo de la aseguradora LUA, de los

hermanos Cirigliano.

Existen denuncias que señalan que Moroni, con la creación de las aseguradoras mutuales

transportistas, brindó a los hermanos Cirigliano un instrumento múltiple para concretar el

raudo crecimiento de sus negocios relacionados con el transporte de pasajeros. El que le

habría permitido autoasegurarse, y no pagar ningún seguro. Y a la par ir sometiendo a sus

competidores en el transporte de pasajeros, que soportaban siniestros de los que

parcialmente debían hacerse cargo. Y al no poder hacerlo tenían que ir al pie de los Cirigliano.

Así se habría originado el Grupo Plaza, que luego haciéndose autocompetencia, se hizo cargo

de parte de los ferrocarriles de pasajeros, con el ruinoso y trágico resultado hoy por todos

conocidos.

Estos negocios de alto bordo requieren de funcionarios públicos ad hoc que los hagan

posibles. Y estos requieren a su vez de segundones leales, para poder llevarlos a cabo. Por esa

razón Moroni habría llevado a Reposo de la SIGEN a la ANSES. Luego cuando en el 2008

Moroni cayó en desgracia, tras la renuncia del jefe de Gabinete Fernández, Reposo habría

pasado a brindar sus sólidas cualidades de lealtad a su nuevo jefe, Amado Boudou.

Quién en su paso por la ANSES, fue acusado penalmente de efectuar dudosas compraventas

de títulos. Y de favorecer a determinadas empresas emisoras de acciones, vinculadas con

funcionarios de la ANSES. Nada muy distinto a lo que hacían las AFJP privadas.

Entre esos hechos se destaca la compra por parte de la ANSES, de la cartera de créditos

hipotecarios a baja tasa fija en pesos, que detentaba el Banco Hipotecario. Que fue presentada

como un fideicomiso financiero, con emisión de cedulas hipotecarias por 550 millones de

pesos, y tasa Badlar negativa en 300 puntos. Pese a que realidad se trataba de una adquisición

de cartera, cuyas cuantiosas pérdidas por las benignas condiciones de esos préstamos,

recaerán directamente sobre la ANSES.

De esa manera, encajándoselas a los jubilados de la ANSES, Boudou socializó las perdidas del

privatizado Banco Hipotecario. Contando con la complicidad de sus directores Mario Blejer,

uno de los artífices del corralito y hombre de consulta de Boudou; y de Diego Bossio, el

representante del estado en dicho banco.

Por esta razón cuando Boudou asumió como ministro de Economía, como si se tratara de un

doble enroque, Diego Bossio, director del Banco Hipotecario, apareció al comando de la

ANSES. Y por su parte Reposo, apareció como director de la SIGEN, ente que supuestamente

debía controlar a ambos. Máxime considerando que la gestión de Boudou como ministro, se

ciño a concretar negocios financieros de alto bordo, por decenas de miles de millones de

dólares.

Consistentes en rescatarle a los bancos la deuda pública que tenían en su poder, indexada por

el CER del INDEC, que afeaba sus balances, como subrepticia contraprestación por la

estatización de las AFJP. La que con el aplauso de los banqueros, fue sustituida con deuda a

tasa flotante de interés, que produce una notable aceleración en el cobro de las acreencias,

cuando más altas son ellas.

Y la reapertura en el 2010, del canje de deuda del 2005, con las mismas deplorables

condiciones de este, en relación a la “deuda contingente” de los valores ligados al PBI. Y con

condiciones extraordinariamente ventajosas respecto los bonos Brady a rescatar; y hacia

determinados acreedores avispados, que habían acaparado títulos a una fracción de su valor

de rescate. Lo cual dio origen a diversas denuncias que se efectuaron entonces contra Boudou,

y su relación con la consultora Arcadia.

Con la aparición de Boudou en el ministerio de Economía, también hizo aparición la

intransparencia total en la cuestión de la deuda. Toda la información en detalle respecto la

emisión y canjes de deuda, desapareció por completo, transformándose así en un misterio de

la deuda. Y también desaparecieron los análisis que ese ministerio solía hacer, con la

intervención de la Oficina Nacional de Crédito Público, para justificar la conveniencia de los

canjes que se llevaban a cabo. De los que Boudou y su secretario de Finanzas Lorenzino, se

cuidaron de dar cuenta.

No solo el control de Reposo desde la SIGEN fue omisivo o condescendiente en relación esos

enormes negocios, pese las denuncias de corrupción existente en esas operaciones, sino que

incluso Reposo se vio implicado directamente en los affaires del ministro Boudou. Al aceptar

que este le transfiriera para su uso personal uno de los automóviles de alta gama, que Boudou

habría adquirido irregularmente y con sobreprecios, conforme una investigación que lleva

adelante la justicia. Y también imitó a su ex jefe en relación con la intrasparencia, al dejar de

hacer pública la SIGEN el resultado de sus actuaciones.

De tal forma parece muy natural que al ser ascendido Boudou a la vicepresidenta, lleve

consigo a Reposo como Procurador General de la Nación. Para que, como dijo el senador

humorista Luis Juez, ponga en reposo las causas que Boudou tiene pendiente con la justicia. El

Procurador tiene por objeto la defensa de los intereses públicos y la protección de los

derechos de los ciudadanos, pero en este caso parece que solo procurará la defensa de

Boudou y otros funcionarios kirchneristas; y la protección para que la Justicia no avance contra

ellos.

La huida hacia adelante del gobierno

Como resultado del pésimo diseño de los valores ligados al PBI, de las obligaciones de

recompra de deuda, y de la imposibilidad de volver al mercado financiero internacional como

estaba previsto, el gobierno emprendió una huida hacia adelante en la cuestión de la deuda.

Llevando adelante un proceso de internalización y estatización de la deuda, parecida a la

acometida en su tiempo por Cavallo, con el que transformó la mitad de la deuda pública en

manos privadas, en deuda pública intra estado.

En donde el bolsillo derecho del Estado, le debe al izquierdo, y no le debe más a un ex

acreedor privado extranjero. Pero ambos si le deben a la sociedad toda, dado que en

economía y finanzas no hay milagros, ya que se trata de un juego de suma cero. Y si hay

algunos que ganan con la cancelación puntual de su deuda, hay otros que pierden o se vuelven

acreedores compulsivos de nuevas deudas, como es el caso de los jubilados.

Los efectos colaterales en la economía de este inaudito proceso, que se expone

pormenorizadamente en el citado escrito “El hurto a la ANSES de $ 21 mil millones en Valores

Ligados al PBI (VLPBI) y sus increíbles derivaciones”, se han ido magnificando año tras año.

Hasta llegar a la compleja situación actual, signada por la inflación, la falta de divisas, el retraso

cambiario, y el virtual desdoblamiento del mercado de divisas.

Tras el canje del 2005, el gobierno en connivencia con el Banco Central dirigido por Martín

Redrado, simuló colocaciones de deuda con algunos grandes bancos internacionales, mediante

triangular las divisas del Banco Central, que eran depositadas en esos bancos. Luego en el

2007, efectuó colocaciones de deuda con la intervención del gobierno de Venezuela, con tasas

que llegaron a ser astronómicas, similares a la del megacanje de Cavallo.

En el 2008 estatizó las AFJP, para quedarse con su flujo de fondos y los valores vinculados al

PBI que tenían en su poder, y para simular con su Fondo de Garantía de Sustentabilidad, las

recompras de deuda comprometida. Medida deshonesta, que no deparó mejora alguna para

los jubilados, cuyos juicios y acreencias litigiosas siguieron creciendo exponencialmente. Pero

que le valió a su director Amado Boudou, ganarse el cargo de ministro de Economía, y luego el

de vicepresidente, y sentirse además autorizado para hacer aparentemente otras picardías

monetarias.

A esa altura la situación del Banco Central comenzaba a tornarse delicada, tras el pago cash al

FMI. El que fue efectuado por exigencia de este, tal como estaba comprometido, al tratarse de

préstamos otorgados para supuestamente reforzar las reservas, ante la caída de ellas. Y por

ende debían devolverse al recuperarse estas, pese haber sido destinados en realidad a

alimentar la fuga de ellas. Exigencia que los astutos líderes brasileños y argentinos,

presentaron como un acto de liberación y soberanía.

Para poder hacerlo Néstor Kirchner efectuó un desprolijo cambio a la ley de convertibilidad,

referido a las reservas de libre disponibilidad, por el que se pasó en síntesis, a considerar las

reservas brutas, como si fueran netas. Cosa que no hace ningún administrador prudente, que

además de tener en cuenta lo que tiene, debe tener en cuenta lo que debe.

A ello se sumó la facultad que Duhalde le otorgó nuevamente al Banco Central para

endeudarse. Y así poder comprar divisas emitiendo deuda interna en Lebac y Nobac, a los

efectos de mostrar un alto nivel de reservas brutas, que estaban lejos de ser netas. Y ello se

agravó con la triquiñuela que implementó luego su presidente Alfonso Prat Gay, de computar

también en el activo a las Lebac y Nobac en las operaciones de pase, con el objeto de inflarlo,

como si se tratara de títulos de terceros y no de deuda propia.

Por esa razón, al anunciar en el 2008 el gobierno que iba a pagar cash al Club de París con las

reservas del Banco Central, con el diputado mandato (bien) cumplido Mario Cafiero hicimos

una presentación ante el Congreso, denunciando que ello implicaba un peligroso e inadmisible

vaciamiento del Banco Central, que pondría en riesgo la estabilidad de este.

Dicho pago era ilegal, al violar los retazos de la ley de convertibilidad. Y peor aún, era

incompatible con la notable dolarización de la economía argentina, producto de reiteradas

catástrofes financieras, a lo largo de pocas décadas. A la par también advertimos respecto sus

responsabilidades al presidente del Banco Central Martín Redrado, si llegaba a hacerse

nuevamente cómplice de ello.

No obstante en el 2010 y 2011, con el empuje del “hombre fuerte” Amado Boudou convertido

en ministro de Economía, y dedicado exclusivamente a la cuestión financiera y la moneda (en

todo sentido) el gobierno mediante la creación del pomposo “Fondo del Bicentenario para el

Desendeudamiento y la Estabilidad”, tomó por asalto las reservas de libre disponibilidad del

BCRA. Que no eran realmente de libre disponibilidad, dado que como se dijo, esto fue solo un

truco inventado por Kirchner en el 2005, para poder pagarle al FMI.

Apelando al vale todo, para lograr esto tuvo primero que hacer volar a Redrado de la

presidencia del banco, reemplazándolo con la ultra kirchnerista Marcó del Pont. Medida que

contó con el cálido aplauso de los banqueros, ya que ello les garantizaba el cobro de sus

acreencias. Y contó también con el apoyo de la UCR, dado que detrás de las bambalinas del

Comité Central, se movía el banquero Cristian Colombo, ex jefe de gabinete de De la Rúa, y

ejecutivo del banquero Brito.

Esa exitosa refriega le valió al “hombre fuerte” de la deuda Boudou, ganarse nuevas

condecoraciones, como para merecer la vicepresidencia de la Nación. Quien a la par venía

estrujando crediticiamente al Banco Nación. Y arrasando con cuanta caja de organismos

oficiales encontraba a mano, relacionados con los ferrocarriles, puertos, jubilados, militares,

seguros, obras sociales, riegos del trabajo, etc. Malversando todos esos fondos públicos para

quemarlos en el altar de la deuda pública con los privados, para convertirla en deuda intra

estado.

La aceleración de la huida hacia adelante tras las elecciones del 2011

Tal como preveíamos en las presentaciones del año 2008, todo esto desembocó en noviembre

del 2011, tras las elecciones de ese año, en el “corralito cambiario”. Implementado fiscalmente

con la intervención de la AFIP, a los efectos de contener la creciente demanda de divisas. Con

el cual parece haberse festejado el décimo aniversario del establecimiento del “corralito

bancario”, concretado por Cavallo a fines de noviembre del 2001.

Se instauró así de hecho, una administración estatal de divisas, al socaire de la legislación

contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo que se ha impuesto en el mundo.

Pero sin que la AFIP haya hecho públicas las premisas y algoritmos en que se basan sus

decisiones, quedando así libradas a la más pura discrecionalidad.

La cual debería haberse implementado ya en el 2001, ante la permanente fuga de divisas que

corroe la economía argentina. En lugar de insistir con una convertibilidad con paridad variable,

como la que rigió de hecho hasta noviembre pasado. Como clara expresión de continuidad de

la aciaga época menemista - cavallista.

Así la eterna cuestión de la deuda, que supuestamente desde el 2005 no existía mas, como los

corsi y ricorsi de la historia de Vico, volvió a aparecer subrepticiamente en el escenario con

toda su fuerza, acorralando al gobierno de turno. Y como la necesidad tiene cara de hereje, el

gobierno se despachó simultáneamente con otra herejía cara al kirchnerismo, al disponer que

las mineras y petroleras liquiden en el país, la totalidad de las divisas de sus exportaciones.

Paradojalmente, la restitución a las mineras de la autorización para no liquidar las divisas en

el país, fue uno de los regalos que integró la dote de la boda entre Duhalde y Kirchner en el

2002, cuando este pasó a ser el candidato oficialista a la presidencia. Que era entonces

reclamada por Kirchner, como gobernador de Santa Cruz, en defensa de la minera inglesa

Anglo Gold, que explota en Santa Cruz la mina Cerro Vanguardia. La primera megamina a cielo

abierto puesta en explotación en Argentina, con uso de cianuro.

Dicha medida, proveniente de los libérrimos tiempos de Menem y Cavallo, había sido

suspendida con la caída de la convertibilidad, a principios del 2002. Pero gracias a Kirchner fue

puesta nuevamente en vigencia a favor de las mineras, y luego también de las petroleras. Pese

ser lindante con la administración fraudulenta, al representar un vaciamiento de los recursos

no renovables del país, conformándose que ellos brinden un poco de empleo y actividad

interna a la generación actual, y nada a las generaciones futuras.

La demanda de dólares, tradicional refugio de valor de los argentinos, se convirtió en una

cuestión atávica en los argentinos, después de las sucesivas crisis monetarias y bancarias, y

fraudes financieros que sufrió en su historia reciente, a partir del Rodrigazo de 1975. Ninguna

de las cuales fue investigada mínimamente.

Las que en una seguidilla infernal, en veinticinco años llevaron al país a cambiar cinco veces la

denominación de su moneda, con la pérdida de trece ceros. Al pasar en 1968 del peso moneda

nacional, al peso ley 18.188, que valía 100 de los anteriores. Y en 1983 al peso argentino, que

valía 10.000 de los anteriores. Y en 1985 al Austral, que valía 1.000 de los anteriores. Y en 1992

al peso convertible, que valía 10.000 mil de los anteriores.

O sea que el peso actual, vale diez billones (10.000.000.000.0000) de pesos o mangos moneda

nacional de antes de 1968. Esta astronómica cantidad muestra la enorme delicadeza de la

cuestión del dólar, que lamentablemente parece haberse metido profundamente en la psiquis

y ADN de los argentinos. Y que por su explosividad requiere su tratamiento con una cautela y

sutileza, de la que recientemente ha estado muy lejos el gobierno.

La demanda de dólares se había profundizado a lo largo del 2011, impulsada por el retraso

cambiario que el gobierno usó como ancla inflacionaria. El cual junto el retraso de las tarifas de

los servicios públicos, la Asignación Universal por Hijo, el reparto de computadoras escolares y

televisores de plasma costeadas por la ANSES, y las cooperativas de trabajo, le posibilitó ganar

las cruciales elecciones presidenciales de octubre pasado.

Para lograr ese triunfo, el gobierno apeló también a una potentísima política de medios. Con el

acoso y neutralización del grupo CLARIN, mediante una prensa propia. Y con la ley de reforma

política, que le quitó la televisión a su gran adversario De Narvaez, que había gastado una

fortuna en ella para imponerse en las elecciones del 2009. Y además le cupificó los espacios

radiotelevisivos a toda la oposición, acotándolos al breve periodo de la campaña electoral. A

la par que el gobierno se quedó con la cadena nacional de radiotelevisión a tiempo completo.

Y con el Fútbol para Todos televisado, que encadila a las audiencias, transformado en el gran

espacio de goles K.

A lo Berlusconi, el kirchnerismo monopolizó la herramienta esencial para manipular al homo

videns moderno. Al que sumó un batallón de encuestadoras muy bien pagas, que se reunían

semanalmente en Olivos para compatibilizar números, y "orientar" la opinión pública. El resto

lo hizo la mejora de la economía, que le había jugado en contra en el 2009, al juntarse la seca

en el campo con la crisis internacional, según se vio previamente.

En síntesis, Néstor, que quiere decir "el que será recordado", antes de morir dejó escrita una

magistral hoja de ruta para ganar las elecciones del 2011. Demostrando como el Ave Fénix,

que si existe voluntad de poder y astucia, se puede resurgir de las cenizas. Creando para ello

una burbuja de momentáneo bienestar, para captar el voto de muchísimos que habían visto

peligrar su estándar de vida en el 2001, y tenían temor de perderla nuevamente. Por eso

inmediatamente después del triunfo electoral, la Presidenta se lo atribuyó a Néstor. Lo que

Néstor no dejó, fue como seguir adelante después de armar ese embrollo.

El retraso cambiario es una medida cortoplacista nefasta, que si bien llevó al triunfo electoral a

Alfonsín en 1995, a Menem y Cavallo en 1993 y 1995, y a Fernández de Kirchner en el 2011,

invariablemente ha deparado catastróficas situaciones al país a lo largo del siglo XX, en los `50,

`60, `70, `80, y `90. Y ahora parece repetirse en la primera década del siglo XXI.

El mismo introduce un desequilibrio en los precios relativos de la economía, que va ahogando

la actividad interna. Que al prolongarse por largos periodos, como los de Martínez de Hoz y

Cavallo, llevaron a la destrucción de la industria nacional. No obstante tiene la virtud de aliviar

el pago de la deuda externa, igual que lo hace el índice CER manipulado por el INDEC, al

poderse comprar más dólares con los mismos pesos. Y lo mismo sucede para el giro de las

utilidades hacia el exterior. Siendo esa la razón por la que los banqueros, los importadores. y

algunas otras industrias y actividades estén muy contentas con él.

Para su corrección, la única solución efectiva experimentada hasta la fecha en Argentina, ha

sido la malhadada política del shock, con la macro devaluación del peso. Ante la imposibilidad

de liberar gradualmente el ancla cambiaria, sin que simultáneamente se disparen los precios,

salarios, y el dólar paralelo. Que aparece siempre de alguna manera cuando el oficial se

retrasa.

El ex ministro y senador Rodolfo Terragno, cuyo partido sucumbió con la crisis financiera de

1989 y del 2001, y por eso es palabra autorizada al respecto, hizo una elocuente metáfora del

problema. Al señalar que cuando el verde se ve relegado, se enoja y destroza la economía. Esa

es la índole del problema que hoy enfrenta el gobierno.

Al principio del 2012 el gobierno estuvo a un tris de quedar frente a una crisis terminal, con la

prolongada sequia que soportó Argentina entre diciembre y enero. Que estuvo a punto de

hacer fracasar enteramente la cosecha gruesa, que aporta un tercio del total de las

exportaciones. Lo cual habría derivado en una gravísima crisis cambiaria, y la necesidad de

recurrir a la ayuda del FMI y el crédito externo.

Providencialmente la seca se cortó a partir de febrero. Lo cual pone en evidencia la enorme

fragilidad del bienestar del país que proclama el gobierno, que depende año a año del agua

que caiga o no del cielo. Mostrando además la enorme incidencia que tiene el denostado agro

como motor de la economía, igual que un siglo atrás. Sin embargo la seca dejó serías secuelas,

con una caída del 30 % de la producción potencial, lo cual pese al alza del precio de los granos

provocados por efecto de ella, también repercutirá en el balance de divisas.

Esto se ve agravado por la especulación que se desató en los productores, que retienen la

cosecha o parte de ella, a la espera de mejores precios por efectos de la seca. Y ante la

imposibilidad de resguardar lo que obtengan de ella, con otras modalidades de atesoramiento,

por las barreras puestas al mercado de divisas; y la rentabilidad negativa que tienen los

depósitos bancarios en pesos, por efecto de la inflación.

A ello se sumó los desbalances de divisas provocados por las importaciones de combustibles,

que llevaron al gobierno a re estatizar YPF. Y por la industria automotriz, que si bien gira al

exterior módicas ganancias declaradas, por vía de la sobrefacturación de sus enormes

importaciones, puede hacer lo mismo con creces, sin necesidad de declararlas.

Por esas razones el secretario de Comercio Moreno, estableció a principios de año un riguroso

régimen de autorización previa de las importaciones, cuyo principal efecto hasta ahora ha sido

el de obstaculizar la producción. Acentuando la caída de ella, que venía alicaída por el retraso

cambiario, lo cual a su vez que repercute en la recaudación. Y así el gobierno se encontró ante

una “tormenta perfecta”, por la aparición del famoso déficit gemelo, el de las cuentas públicas

y balance de divisas.

En consecuencia el gobierno se vio obligado en abril a modificar la Carta Orgánica del Banco

Central, y derogar casi enteramente la ley de convertibilidad, a los efectos de establecer otra

forma de calcular las supuestas reservas de libre disponibilidad. Y así poder seguir arrasando

con ellas, para afrontar los pagos de la deuda. Reservas que esa altura, como lo reconoció la

presidenta del Banco Central Marcó del Pont, eran inexistentes. Quedando de ahí en más su

cálculo exclusivamente a cargo de las autoridades del Banco Central, las que no lo han hecho

público hasta la fecha.

Disfrazado de progresismo, el gobierno hizo como Cavallo en el 2001, que usó sus

superpoderes de Emergencia para abrirle boquetes al Banco Central, con el objeto de permitir

que las reservas de los bancos se pudieran integrar con títulos públicos. Para así solucionar la

cuestión de la deuda, a favor de sus amigos los banqueros norteamericanos.

En esta ocasión, el kirchnerismo de ser sincero, a la ampliación de la misión del Banco Central,

de proveer “a la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo

económico con equidad social”, le debería haber agregado la de “ser ventanilla de pago de la

deuda pública”.

Concretamente, con la modificación de la Carta Orgánica, se duplicaron los anticipos que el

Banco Central pueda efectuar al gobierno; se dispuso que las reservas de los bancos deben

depositarse íntegramente en el Banco Central; e igual que en los tiempos de Cavallo, puedan

ser integradas con títulos públicos. Y se autorizo además al Banco Central a comprar y vender

irrestrictamente divisas a término, no solo a seis meses como hasta ahora. De forma tal de

brindar un seguro de cambio a lo Cavallo, a los banqueros y especuladores financieros. O sea el

mismo juego de la deuda que vivimos treinta años atrás, en 1982.

Y con las modificaciones a los retazos de la ley de convertibilidad, se dispuso que las reservas

del Banco Central también se puedan integrar con títulos públicos. Y que las reservas de libre

disponibilidad se puedan destinar, no solo al pago de los organismos financieros

internacionales, como decía antes la ley, sino también al pago de la “deuda externa oficial

bilateral”. Léase Club de Paris.

Pero allí no acaba la cosa, ya que por una disposición transitoria, también se dispuso prorrogar

sine die la vigencia del Fondo del Desendeudamiento Argentino, “hasta cumplir con el objeto

para el cual fuera instituido”. O sea hasta que se termine de pagar la deuda. El Banco Central

se convirtió así nuevamente, como en las décadas de los ´70 y ´80, en una palanca esencial de

la cuestión de la deuda. Con todas las consecuencias de inflación galopante, hiperinflaciones y

crisis financieras y cambiarias que ello deparó entonces. El que mira el pasado el futuro

advierte.

Recientemente, a principios de mayo, el gobierno cometió el acto más torpe en toda su

gestión, superando al de la resolución 125, al cerrar totalmente la ventanilla cambiaria. Pasó

así de una seudo administración estatal de divisas, que había estado lejos de la prolijidad que

requiere, para no entorpecer el acceso a ellas por parte de quienes realmente la necesitan; a

un desesperado acaparamiento estatal de divisas, que sacudió al mercado cambiario. Y

precipitó su típico comportamiento de estampida de manada, que se pone en acción por la

oportunidad de hacer súbitas ganancias, o por el miedo de perder lo que se tiene.

Como un elefante en un bazar, este acto del Sr. Moreno superó en estupidez al del ministro de

Economía de Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, que ante la corrida contra el dólar en 1989, tras

dejarlo flotar libremente, dijo “les hablé con el corazón, y me respondieron con el bolsillo”.

Ahora el Sr. Moreno parece haber dicho “les hablé con el bolsillo y me respondieron con la

billetera”, demandando mas billetes verdes.

Cuentan que Néstor Kirchner decía que en Argentina “se puede embromar con cualquier cosa,

menos con él dólar”. Su zaga, el Sr. Moreno, que parece tener su misma audacia pero no su

astucia, y se desempeña en el gobierno como un López Rega de la economía, parece no opinar

lo mismo. Y trata de curar el lamentable trauma del dólar de los argentinos, con recetas

propias de un quebrantahuesos, no de un psicoanalista, aumentando así el sabor y precio de

los prohibido.

Esta situación fue raudamente aprovechada por la prensa opositora encabezada por CLARIN,

grupo que tiene la espada de Damocles de su disolución sobre la cabeza. Que vislumbró la

inquietante brecha que esa acción psicosocialmente torpe abrió en la economía. Y por ello

salió a amplificarla, sabiendo que el dólar que está al alcance de todos, es un precio

fundamental de la economía.

Máxime en una que enfrenta un descomunal desorden en sus precios relativos. Y donde los

precios tienen una gran flexibilidad para la suba, pero una gran rigidez para la baja. Lo que

puede deparar un golpe de ariete inflacionario, que complicaría aun más el retraso cambiario.

Y si el gobierno trata improvisadamente de desandar ese camino, puede afrontar una

sobredemanda de dólares, que también le complique la existencia.

La Presidenta dijo en su discurso del 25 de mayo, que en los primeros días de enero de 2002, el

dólar se fue a más de 4 pesos, pero que nunca llegó a diez pesos. Pero omitió decir que nunca

más volvió a valer un peso, y tampoco bajó de 3 pesos. Los especuladores a ese fenómeno le

llaman overshooting, porque de un salto supera el nivel anterior, y luego baja, pero nunca

vuelve al nivel previo. La Presidenta debería reflexionar sobre ello, y sacar conclusiones

enteramente distintas de las que sacó.

Las graves consecuencias de la huida hacia adelante

De esta manera la huida hacia adelante del gobierno, por la cuestión mal resuelta de la deuda

en el 2005 se pagó con:

· Una inflación que se trata de disimular a toda costa y de cualquier manera, con los personales

métodos del Sr. Moreno.

· Una penuria de divisas, que obligó al gobierno a instaurar una no declarada administración

estatal de ellas, en contra los predicados del G-20. Y luego una restricción casi total del acceso

a ellas, agravada por los métodos personalizados del Sr. Moreno. Que han llevado gran

inquietud a una plaza altamente sensibilizada y dolarizada.

· Un malbaratamiento de enormes recursos líquidos, que si eran realmente de libre

disponibilidad, le podrían haber cambiado integralmente la cara a Argentina.

Los orientales dicen que los gérmenes de los problemas y litigios, “están en el comienzo de

ellos, y para evitarlos, hay que establecer claramente los deberes y derechos de las partes”.

Cosa que se hizo en forma enormemente defectuosamente con el canje de la deuda del 2005.

Por eso los comienzos son fundamentales, porque marcan el derrotero que vendrá después.

“Quien se detiene reflexivamente al comienzo, antes de haber abandonado la verdad,

encuentra lo debido” dice el I Ching. Sino luego será arrastrado a la deriva por corrientes sin

rumbo, como sucedió con la cuestión de la deuda, y como parece suceder ahora en relación

con el dólar.

Lo mismo se puede decir respecto la resolución 125, dictada irreflexivamente para tratar de

paliar el mal arreglo de la deuda. Que tuvo la virtud de emblocar a pequeños y grandes

productores, que antes no podían verse, quienes protagonizaron una inusitada rebelión fiscal y

cuasi insurrección popular durante la vigencia de ella, como nunca antes había sucedido en

Argentina. A la par que los vivos de siempre, los exportadores de granos, que preventivamente

habían hecho falsas declaraciones juradas de exportación, se llevaban puestas íntegramente al

exterior, las retenciones móviles que pensaba cosechar el gobierno.

Extremo que tanto el oficialismo como la oposición se negaron a investigar, al desactivar la

comisión bicameral creada en el 2008, para elucidar esa cuestión. Ante ese conflicto, en lugar

de revisar los comienzos, como demandaba la situación, el gobierno se empecinó en huir hacia

adelante, y doblar permanentemente la apuesta. Huida en la que no cesó hasta que Némesis,

la diosa que castiga las exageraciones, se corporizó en el voto “no positivo” del vicepresidente

Cobos, y le propinó una histórica derrota, que aun tiene secuelas.

En el caso de Amado Boudou sucede lo mismo. En lugar de revisar los comienzos, al haber

elegido a un candidato impresentable, por los servicios non sanctos prestados al gobierno para

poder enfrentar una deuda mal arreglada en el 2005, el gobierno aparece nuevamente

empecinado en huir hacia adelante y doblar la apuesta. Tratando de instalar al secuaz de

Boudou, nada menos que como cabeza del ministerio Público Fiscal. Que supuestamente debe

ser el bastión en la defensa de las leyes y la sociedad, no de la ilegalidad y la suciedad.

¿Qué hacer para no seguir huyendo hacia adelante?

El gobierno debería tener la sabiduría de desistir en ese intento, y recordar que Némesis, tal

como le sucedió con la 125, de una u otra manera castiga las exageraciones. Como es la de

poner a un cómplice como Procurador General, llevando a ultranza el dicho de Goethe, “el juez

que no castiga, acaba asociándose con el delincuente”.

Qué hacer con la deuda

Con respecto la deuda mal arreglada en el 2005, hay otras salidas heroicas, antes de seguir

huyendo hacia adelante, hasta que aparezca Némesis. Justificándose en el pésimo diseño por

parte del FMI de los valores ligados al PBI, y la obligación de recompra anticipada de deuda

pactada, se los podría recomprar compulsivamente, al precio actual del mercado, que

equivalen al 35 % de su valor total, para que no representen una sangría impagable en los años

por venir.

Y anunciar a la par el cese en adelante de las recompras de deuda, justificada por la aguda

crisis financiera existente en el mercado internacional, y el hecho de que resultan innecesarias,

al no concurrir Argentina al mercado de la deuda.

Claro que esto requiere la confesión por parte del gobierno, de los gravísimos furcios que

cometió en el canje de la deuda del 2005 y 2010. Al que insiste en presentarlo, haciendo de

mentira verdad, como otro de sus grandes éxitos. Lo cual sería un ejercicio de humilde

sabiduría, al que no nos tiene acostumbrados. Y que apenas se reflejó en el caso de la energía,

tras veinte años de desastres petroleros, cada vez más graves como consecuencia de su

gestión.

Los fondos necesarios para esto se podrían obtener, ahora que se han derribado los límites de

la ley de convertibilidad, transformando la deuda en letras en Lebac y Nobac del Banco

Central, en deuda a mediano plazo del Tesoro Nacional, quedándose este a su vez con la

contrapartida en pesos y / o divisas de ella. Cuya mitad permitiría solventar con creces el

rescate de los valores ligados al PBI. Y la otra mitad podría destinarse a la inversión para el

desarrollo productivo y energético del país.

Esto a su vez liberaría al Banco Central, para que pueda desplegar una política monetaria en

beneficio de la economía real; y no de la imaginaria, dirigida esencialmente a atender el pago

de la deuda. Al no estar ya obligado a la renovación semanal de las Lebac y Nobac, con el

revoleo de otras nuevas, como hace un comerciante al borde de la quiebra, con sus cheques a

fecha. Librándose también de la paralela venta de dólares a futuro a los banqueros, como

seguro de cambio para que estos no se rehúsen a renovar las letras. Lo cual ha encarecido

disimuladamente el costo financiero de la renovación de estas.

De esta manera se podría comenzar a acabar con la farsa de la deuda intra estado. Medida que

debería profundizarse dando por extinguidas la acreencias del Tesoro, que tienen a su favor los

entes dependientes de la Administración Central. Y también las que tiene en su cartera el

Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES. Ratificando a la par el compromiso por

parte del Estado, de proveer a los beneficios de la seguridad social, conforme el art. 14 bis de

la Constitución.

Con la inflación

Pero esto debería ser solo una parte de un plan maestro, consensuado con todas las fuerzas

sociales, donde se reconozca y no se esconda el fenómeno inflacionario, y el gobierno tome

medidas para neutralizarlo. Y no se comporte demagógicamente, diciendo que no es guardián

de la rentabilidad de nadie; y que es bueno que las empresas tengan enormes ganancias.

Desactivando a la par a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, con los opacos

acuerdos que tienen las empresas líderes con el Sr. Moreno. Como si la distribución del ingreso

no se tratara de un juego de suma cero, donde la rentabilidad empresaria proviene de salarios

deprimidos, y/o de los abultados precios que paga el consumidor.

En base a esas absurdas premisas, el mismo gobierno es el que ha incentivado insensatamente

la puja distributiva, entre empresas oligopólicas formadoras de precios, y sindicatos poderosos

que apelan a cualquier medio para lograr lo que quieren. Disparando la inflación y abriendo a

la par un extenso abanico de remuneraciones al trabajo. Donde por el doble efecto de la

acción de empresas y sindicatos poderosos, los sectores rezagados o con empleos u

ocupaciones precarias, quedan cada vez más rezagados y excluidos.

Lo cual conspira contra la paz social y seguridad ciudadana en todo sentido. Y no se

solucionará con medidas técnicas de abrir 2, 3, o 30 mercados de cambio, como dijo la Sra.

Presidenta, si subyace la puja distributiva entre elefantes empresarios y sindicales, que en su

lucha pisotean a las hormigas.

Con las finanzas

Al mismo tiempo deberían tomarse urgentes medidas financieras, para que las

disponibilidades de ahorro de los argentinos, no presionen sobre el mercado de divisas oficial y

paralelo. Mediante implementar otras formas de ahorro y atesoramiento, que puedan además

reciclarse financieramente, en apoyo de la actividad económica,

Como podría ser una cláusula de indexación prudente y moderada para los depósitos

bancarios que no sean de corto plazo. Lo que a su vez permitiría el crédito hipotecario a largo

plazo, con cuotas moderadas, no sujetas a la tasa flotante de interés, que hacen inviable

dichos créditos para la clase media.

Casualmente, lo único que se conserva en la práctica de la ley de convertibilidad de Cavallo, es

la prohibición de la indexación y la repotenciación de deudas. Salvo la que pueden hacer

usurariamente a su favor los banqueros, con el anatocismo o capitalización de intereses, que

estaba prohibido por los códigos civil y comercial.

Se rechaza la indexación diciendo que realimenta la inflación, pero a la par no se quieren ver

los deletéreos efectos que causa ella. Que no se suprimen por más que los índices amañados

del INDEC digan patéticamente lo contrario. Como quien cambia los grados Celsius por

Fahrenheit, diciendo que no hace 0 grados, sino 32, aunque el frio sea insoportable. Y entre

esos perniciosos efectos de la inflación, está la demanda de dólares para su atesoramiento, a

falta de una moneda que conserve su valor.

De esa manera los bancos dejarán de ser los vivos de siempre, que captan dinero a la tercera

parte de la inflación, en menoscabo del ahorrista. Y lo prestan al doble o al triple de ella, en

menoscabo de la producción y el consumo; o a través de la usura VIP de las tarjetas de crédito.

E incluso a siete veces más que la inflación, a través de parafinancieras paralelas, dedicadas al

micro crédito a personas de escasos recursos.

A ello se le suma el ratioferucismo de las comisiones, que cobran por cualquier servicio. Como

un remedo del impuesto al cheque que Cavallo implanto temporariamente, con motivo de la

crisis del 2001; para que los bancos pudieran autocobrarse sus Préstamos Garantizados, y que

desaparecidos estos aún sigue vigente.

"Los bancos siguen siendo los principales ganadores del modelo, y a grandes rasgos se

repite la tónica de los últimos años. En términos interanuales, la mayoría de las

entidades exhibe fuerte subas en sus beneficios gracias a los créditos que otorgan para

el consumo". Esta frase no la pronunció recientemente un izquierdista o un

recalcitrante opositor al gobierno, sino Agustín Trella, corredor de la prestigiosa

Sociedad de Bolsa Puente.

Los bancos, pese haber sido los determinantes de la forma catastrófica en que se

resolvió la crisis de la convertibilidad en el 2001, se han recuperado con creces, a costa

nuevamente del resto del sistema. Como se puede apreciar en el grafico adjunto, que

muestra la evolución del Patrimonio Neto y los Fondos no Distribuidos, del Sistema

Financiero y los 10 Primeros Bancos Privados, a diciembre de cada año.

Se visualiza en él que el Sistema Financiero triplicó su Patrimonio Neto durante el

kirchnerismo. Al pasar de 22 mil millones de pesos en el 2003, a 70 mil millones en el 2011. Y

otro tanto hicieron los 10 Primeros Bancos Privados, que pasaron de 10 mil millones de pesos,

a 32 mil millones en ínterin. Apreciándose que esta tendencia se empina notablemente desde

el 2008 en adelante, pese a la crisis que en el 2009 sufrió la economía mundial y la de

Argentina.

Como Resultados no Asignados dentro del Patrimonio Neto, figuraban en el 2003 en el Sistema

Financiero, menos 20 mil millones de pesos. Y en el 2011 figuran más 25 mil millones, o sea

una diferencia de nada menos que 46 mil millones. Por el mismo concepto en los 10 Primeros

Bancos Privados, figuraban menos 11 mil millones de pesos en el 2003; y en el 2011 figuran

mas 14 mil millones, o sea una diferencia de 25 mil millones. Nuevamente se verifica así que

los bancos, no los niños, son los únicos privilegiados en Argentina.

Son los que han salido siempre indemnes y gananciosos, tras las sucesivas crisis y fraudes

financieros, que ellos mismos protagonizaron, y que los ahorristas argentinos soportaron en

las últimas décadas, desde 1980 en adelante. Por eso estos hoy rehúyen llevar sus ahorros a

los bancos, y prefieren el atesoramiento estéril en divisas, guardadas en cajas de seguridad o

bajo el colchón. O en ladrillos y planes de compra de automóviles en cuotas, incentivando

demandas que no se condicen con las urgencias de la economía.

Por esta razón, como un acto de mínima reparación, los bancos son los que hoy deben pagar

los platos rotos. Comenzando por la transformación de las Lebac y Nobac que tienen en su

poder, en deuda del Tesoro a mediano plazo. Prosiguiendo con la recuperación del sentido

verdadero de la palabra usura, que es el cobro de intereses desproporcionados o excesivos por

parte del acreedor. Y que no depende de la situación casuística, si el deudor estaba o no en

estado de necesidad o ignorancia. Y terminando en la orientación del crédito conforme las

necesidades de la economía.

Todo esto ayudaría a contener el fenómeno inflacionario, y a tratar de recuperar

gradualmente una tasa de cambio competitiva. No mediante la inútil represión policial, sino

como resultado de un esfuerzo colectivo, que redunde en beneficio de todos. La que ahora,

igual que antes de la catástrofe del 2001, se ve nuevamente amenazada por la devaluación del

real brasileño. La necesidad tiene cara de hereje, pero no la cara de hereje de Amado Boudou,

en contra de los genuinos intereses del país.

Con los recursos no renovables

A la par es indispensable rescatar para el país, una parte sustancial de la renta petrolera y

minera, cuyos precios se han multiplicado diez veces durante la última década. Y cuya

designación es equívoca, ya que no se trata de “renta”, que son los frutos de un bien, sino de

una descapitalización neta, al tratarse de recursos no renovables que desaparecerán para

siempre de nuestro inventario.

Por ello obligadamente, para no incurrir en administración fraudulenta, el más mediocre

administrador debería procurar que una parte del producido de esos recursos, vayan en

directo beneficio de todos los argentinos actuales -como se hace con la soja, pese ser un

recurso renovable- y otra parte para los que vendrán en el futuro.

La “renta” petrolera está lejos de haberse recuperado con la estatización de YPF, que solo

detenta un tercio del mercado de crudo, y poco más de la mitad de los derivados. Siendo por

ende la “renta” para el estado solo un 16 % de su total en el primer caso, y de menos de un 30

% en el segundo.

Y no es que esta no exista, por más que una patota de ex secretarios de energía, de dudosa

actuación en el pasado se empeñe en afirmarlo. Dado que los combustibles líquidos están casi

al nivel de los precios internacionales; el gas natural en boca de pozo al nivel de los de EEUU; y

el crudo con sus retenciones flexibilizadas de mil y una maneras, esconde también buena parte

de ella.

En relación a la estatización de YPF, atento la corresponsabilidad de los funcionarios del Estado

por la situación en que cayó está, con parte del producido de la transformación de las Lebac y

Nobac en deuda a mediano plazo, el Estado debería depositar a favor de REPSOL, el importe

proporcional al Patrimonio Neto contable de YPF. Para así dejar en claro que no se trata de una

confiscación.

Y a la par debería instar una investigación respecto la manipulación del precio de la acción de

YPF, por parte de REPSOL, desde el 2009 en adelante, en cuya alza notable de precios de un

400 % basa sus pretensiones indemnizatorias. Debería además investigarse lo relacionado con

las exportaciones e importaciones de gas natural dinamizadas por REPSOL – YPF. Y las

ganancias que efectivamente obtuvo en el exterior con las primeras, provenientes de fuente

argentina. Que no declaró en modo alguno, y le habrían permitido a REPSOL solventar la

compra de YPF.

También debería investigarse la ausencia de inversiones comprometidas, y la caída de la

producción y reservas, acaecidas en el megayacimiento de gas natural de Loma de la Lata.

Cuya imprevista merma de la producción, propulsó las importaciones de gas natural. Para así

poner de manifiesto las inaceptables inconductas de REPSOL, que han llevado a la destrucción

a la matriz energética de Argentina, basada en ese combustible.

Respecto la megaminería, todo sigue en veremos, pese al enorme pasivo ambiental que dejan.

A lo mas que se atina ahora, es a una participación simbólica a lo Fomicruz, sobre un 7,7 % de

las ganancias que declaran amañadamente las megamineras. Que exportan absurdamente el

oro y la plata como metal doré, sin saberse realmente en que proporciones, pese a que uno

vale ochenta veces más que el otro. Y al cobre lo exportan como concentrado de mineral,

llevándose de yapa, metales y tierras raras que valen muchísimo más que el cobre que

declaran.

Los argentinos deberíamos avergonzarnos de que nuestras principales exportaciones, como si

fuéramos de un país de perdularios, sean residuos de soja, y concentrados de mineral, sin

saber ni siquiera de cual. Así como el menemcavallismo sancionó leyes y decretos ómnibus

para llevar a cabo la destrucción del país, para comenzar su reconstrucción debería

sancionarse una ley ómnibus, que prohíba la salida del país de recursos sin industrializar, salvo

que se traten de commodities estandarizados. Disponiendo además el control público y social

sobre ellos, al tratarse de bienes colectivos.

Sobre los cuales deberían aplicarse retenciones similares a las que corresponden sobre el

petróleo, o al menos las que se cobran sobre la soja. La teoría de la imprevisión, en

circunstancias en que los precios de los commodities han aumentado el mil por ciento en

relación a los vigentes durante el menemcavallismo, no solo permiten, sino obligan a un

administrador prudente a impulsar sin tardanza una medida de esa índole.

Y para impedir que las servidumbres mineras o petroleras se transformen en cotos de polución

inaccesibles para todo aquel que no pertenezca a la actividad, o no sea sobornable de alguna

manera, estas actividades deberían contar con un control público y social de acceso irrestricto.

Y además deberían revisarse negocios mineros criminales, como el de Pascua Lama, en donde

Argentina pone el agua y se queda con el pasivo ambiental, mientras que el producido y las

ganancias se van por Chile.

Con la ocupación y el empleo

El plan debería completarse con un programa de desarrollo y empleo, no basado en la

sustitución a ultranza de importaciones, que generan enormes déficit de divisas, como la

industria automotriz. Sino en la ocupación integral de nuestro enorme territorio vacio, y el

aprovechamiento de los recursos potenciales que el mismo brinda.

Cuyo eje, fundado en razones socioeconómicas, ambientales, y sanitarias, consistiría en

sustituir la tóxica agricultura industrial que se practica insalubremente entorno de los pueblos

y ciudades agrícolas, por otras modalidades de horticultura y actividades pecuarias afines,

protagonizadas por emprendimientos personales y Pymes. Que son mucho más sanas, tienen

mucho mayor rinde por hectárea, y demandan mucho mayor empleo que la agricultura

industrial. Y por ende permitirían un cambio demográfico sustancial en el interior del país,

mejorando a la par la salubridad y alimentación de sus pueblos y localidades.

Así podría aliviarse la situación límite de los enormes conglomerados urbanos, y sus dantescos

e irresolubles problemas de inseguridad, salubridad, empleo, transportes, etc. En vez de los

chinos, que van del campo hacia las grandes ciudades, los argentinos deberíamos hacer lo

inverso. Ir de los grandes conglomerados urbanos hacia las pequeñas ciudades, pueblos y

localidades del interior, y los confines del país, para ocuparlos íntegramente, antes que otros

se crean con derecho a hacerlo.

Con un mundo en cambio lleno de novedades

La pavorosa crisis mundial actual, proveniente del enfrentamiento entre el capitalismo estatal

asiático y el capitalismo privado occidental, no se arregla con viejas recetas desarrollistas o

proteccionistas de la década del `70. Sino que requiere medidas novedosas y creativas,

audaces y heterodoxas, acordes a las necesidades, capacidades, y ventajas comparativas

internas. Y su posibilidad de insertarse y desarrollarse exitosamente en el marco de ese

tremendo conflicto.

Que pocos avizoran, creyendo que el sustrato de la crisis es solo una cuestión financiera.

Cuando la realidad es que Asia, y particularmente China, con su enorme mercado y recursos

humanos, ha impuesto un nuevo cartabón en la producción capitalista. Que ha socavado y

echado por tierra el estado de bienestar de los países industriales occidentales.

Las crisis financieras y fiscales que hoy soportan estos países, son solo la consecuencia de

haber tratado de disimular esa insolvencia estructural e incompetitividad de sus economías,

con artilugios financieros. De esta manera los argentinos deberíamos en el fondo agradecer a

Martínez de Hoz y Cavallo, que anticipadamente destruyeron y redujeron a una mínima

expresión nuestra industria y finanzas. Como para que hoy no sean un condicionante y un

problema insoluble, y nos permita explorar otras salidas novedosas y creativas.

La pugna por la hegemonía mundial entre el capitalismo privado occidental, y el capitalismo

estatal oriental, se expresa hoy en una guerra monetaria. En la que EEUU, para enfrentar la

acechanza china, intenta hacer lo que no ha hecho hasta ahora ninguna potencia hegemónica,

que es devaluar su moneda ante el yuan. Para lo cual se vio obligado nada menos, que atacar

la moneda de su aliado, la Unión Europea. Para que el euro no quedara como moneda de

atesoramiento de reemplazo, desplazando o compitiendo con los petrodólares, que son la

base de la hegemonía estadounidense.

Por esta razón el poderoso presidente del FMI Dominique Strauss-Kahn, terminó preso y

esposado como un marginal cualquiera en una cárcel del Bronx. Cuando viajó a Nueva York

para tratar de convencer a los megabanqueros de allí, de la necesidad de que los DEG

(Derechos Especiales de Giro del FMI) pasaran a ser la moneda supranacional, en reemplazo

del dólar, para hacer cesar esa guerra monetaria. Y ahora es periódicamente escrachado como

un sexópata incorregible, como para que más allá de sus debilidades íntimas, a nadie se le

ocurra formular un receta parecida.

Se trata de un mundo lleno de acechanzas y peligros para los países periféricos. Pero también

lleno de oportunidades para estos, si son capaces de desprenderse de viejas ideas y consignas,

y ver la realidad tal como es. Sin anteojeras ideológicas, y con la suficiente decisión para obrar

creativamente en consecuencia. Tan lejos del rezongo o el slogan inútil, como de las recetas

remanidas. Como dijo un líder chino, lo importante no es el color del gato, sino si caza ratones.

Y el cazar ratones en la Argentina de hoy, significa nada menos que reparar las consecuencias

de cuatro décadas perdidas, para incluir plenamente en la sociedad, el tercio o cuarto de la

población argentina excluida en la pobreza y la indigencia. Y según Isaías, el producto de esa

inclusión será la paz, y el fruto de esa justicia, una seguridad perpetua. Así los argentinos

habitaremos en moradas seguras y en posadas tranquilas, transformando las rejas de las casas

en rejas de arado, y las lanzas en podaderas.

Con la corrupción

En un mar proceloso, un barco no puede navegar muy lejos, y menos aún llegar a destino si su

sentina está llena de agua. Y lo mismo le pasa a un país que carga una pesada deuda a corto

plazo, oculta como en el caso en Argentina, o manifiesta como en el caso de Grecia. Y menos

aun puede navegar si la sentina está llena de aguas sucias, pestilentes o servidas, que ponen

en grave riesgo la salud de sus pasajeros. Y con el casco sucio, lleno de adherencias, como

consecuencia del trayecto recorrido durante nueve años en aguas demasiado vivas.

Lo mínimo que debería hacer un capitán prudente, es evacuar la sentina y limpiar el casco.

Tanto se trate de la deuda de los valores ligados al PBI; como la deuda moral de los Jaime,

Schoklender, Cirigiliano, y Boudou. A los que se debe sumar un largo etcétera, ya que

lamentablemente está lista está lejos de acabarse allí.

La corrupción no es un mal que se cura con una aspirina, y tampoco una cuestión individual,

atinente exclusivamente al código penal. Es un cáncer, que a la larga o la corta hace

metástasis, y paraliza el funcionamiento de los órganos, cuando ya no tiene cura. O cuando

produce resultados irreversibles, como los accidentes de Lapa y Once.

“La corrupción cunde, cuando los malos hacen, y los que se dicen buenos, dejan hacer”, dicen

los manuales anticorrupción. Al respecto, la política de juicio y castigo contra quienes desde el

estado derramaron sangre en el pasado, ha funcionado objetivamente como una cortina de

humo, para disimular la total inacción de la justicia respecto la corrupción, y los grandes delitos

de guante blanco cometidos desde el estado, o con la complicidad de este.

Desde hace cuarenta años, ellos vienen dejando un tendal de damnificados en la sociedad,

mucho mayor que los damnificados por la denominada lucha contra la subversión. Y son los

grandes responsables que un tercio o un cuarto del país, este hundido en la pobreza y

marginalidad.

Muy otra sería la reacción de la sociedad en relación a estos crímenes, si los juicios por los

crímenes de lesa humanidad, no bridaran una apariencia de funcionamiento de una justicia

absolutamente disfuncional. Que hace tiempo ha dejado caer de sus ojos la venda de la

imparcialidad. Y por eso hoy en la cárceles hay numerosos represores de antaño, y muchísimos

delincuentes “cabecitas negras” de poca monta.

El Congreso y la Justicia se encargaron de poner elocuentemente en evidencia, esta

inaceptable asimetría en la administración de justicia. Al decretar en el 2005 la

imprescriptibilidad de los delitos de sangre de lesa humanidad, a la par que decretaba la

prescripción acelerada de los grandes delitos económicos, al dejar sin efecto la interrupción de

su prescripción. Consagrando así la total impunidad de los imputados en estas grandes causas.

Cuyas estrategias defensivas, confiadas a estudios de renombre como el del ex Procurador

General Rigui, se basan casi exclusivamente en dilatar su trámite por cualquier medio, hasta

que opere la prescripción. Habiendo llegado incluso la Justicia, cómplice en la morosidad, a

afirmar que su duración ha violado los derechos humanos de los pobres ricos imputados en

ellas. Quienes parecen seguir al pie de la letra el tradicional dicho, que aconseja que si de

robar se trata, hay que robar mucho, como para comprarlo al juez y asegurarse la impunidad.

Ante la corrupción estructural que cada vez en forma más grave y descarada asola al país, en

vez de acometer la burla de nombrar un Procurador General de aquilatada complicidad con el

vicepresidente Boudou; el Congreso debería sancionar una ley que declare la

imprescriptibilidad retroactiva de “los graves delitos económicos contra el Estado que

conlleven enriquecimiento”, conforme el art. 36 y 29 de la Constitución Nacional.

Debería además extender la inversión de la carga de la prueba, a todos los delitos cometidos

por funcionarios públicos. Quién como administradores presuntamente honestos, corresponde

que estén siempre prestos a rendir cuentas de lo que hacen, o dejan de hacer. De tal manera

Jaime, debería demostrar que sus famosos mail no son suyos, mostrando los que realmente

curso a los destinatarios, o fueron recibidos por estos. Y Boudou debería ser el principal

interesado en que la famosa sociedad The Old Fund, revele quiénes son sus verdaderos

dueños.

La Argentina con la calidad de sus recursos naturales y humanos, tiene un destino de grandeza

y bienestar para todos los habitantes que quieran habitar su suelo. Pero al que nunca llegará si

quienes lo gobiernan y sus compinches, y los vivos de siempre, comenzando por los

especuladores, intermediarios, y banqueros, se roban por la noche, lo que en su fértil suelo

crece durante el día.-

Javier Llorens

--