Devenires-14

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  • DEVENIRES

    Revista semestral de Filosofa y Filosofa de la CulturaFacultad de Filosofa Samuel Ramos

    Universidad Michoacana de San Nicols de HidalgoMorelia, Mich., Mxico. Ao VII, No. 14, Julio 2006Inclusin en servicio de indizacin: Filos y Latindex

    Consejo Editorial

    Juan lvarez-Cienfuegos FidalgoMauricio Coronado Martnez

    Alberto Cortez RodrguezRal Garcs Nobleca

    Eduardo Gonzlez Di PierroRosario Herrera Guido

    Oliver KozlarekFernanda Navarro

    Mario Teodoro RamrezMarina Lpez

    DEVENIRES

    Directora: Rosario Herrera GuidoSubdirector: Mario Teodoro Ramrez

    Editora y responsable de redaccin: Marina LpezServicio Social: Rafael Montes Vzquez y Carlos Alberto Girn Lozano

    Correspondencia dirigida a la Directora de Publicaciones: Dra. Rosario Herrera, Facultad de Filosofa SamuelRamos de la Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo, Edificio C4, Cd. Universitaria, Francisco J.Mjica s/n, Morelia, Mich., 58030, Mxico. Tel. (443) 3 27 17 99; tel. y fax (443) 3 27 17 98. Internet: http://filos.ramos.umich.mx e-mail: [email protected] o [email protected] Precio ejem-plar: $ 100.00; suscripcin anual en el pas: $ 180.00; en el extranjero: 25 dlares.

  • Comit Asesor Nacional

    LUIS VILLOROUNAM y El Colegio Nacional.

    AMBROSIO VELAZCO GMEZInstituto de Investigaciones Filosficas, UNAM.

    CARLOS PEREDAInstituto de Investigaciones Filosficas, UNAM.

    MAURICIO BEUCHOTInstituto de Investigaciones Filolgicas, UNAM.

    NSTOR BRAUNSTEINFacultad de Psicologa, UNAM.

    ENRIQUE DUSSELUAM-Iztapalapa.

    LEN OLIVInstituto de Investigaciones Filosficas, UNAM.

    MARA ROSA PALAZNInstituto de Investigaciones Filolgicas, UNAM.

    Comit Asesor Internacional

    EUGENIO TRASUniversidad Pompeu Fabra de Barcelona.

    MAURO CARBONEUniversit degli Studi di Milano.

    JORGE J. C. GRACIAUniversidad de Nueva York en Buffalo.

    CARLOS B. GUTIRREZUniversidad de los Andes y Univesidad Nacional de Colombia.

    FRANCISCO MARTNEZ MARTNEZUNED, Madrid.

    JAVIER SAN MARTNUNED, Madrid.

  • ndice

    Artculos

    Cultura, sueo y ciudad. Una charla con Eugenio TrasCARLOS ALBERTO GIRN LOZANO

    Intencin signitiva y textura semnticaHARRY P. REEDER

    El problema del ser del mexicanoJAIME VIEYRA GARCA

    Palabra, pecado y redencin: el lugar del padreen la lengua madreOLGA POMBO

    La escritura y el discurso del mito en la culturaGLORIA CCERES CENTENO

    DEVENIRESREVISTA DE FILOSOFA Y FILOSOFA DE LA CULTURA, AO VII, NO. 14, JULIO 2006

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  • Dossier: Centenarios

    Tcnica o potica del psicoanlisis?(A 150 aos del nacimiento de Sigmund Freud)ROSARIO HERRERA GUIDO

    Emmanuel Lvinas: ciencia ininterrumpida,razn y escepticismoRUI PEREIRA

    Kurt Gdel y el Teorema de IncompletudJUAN IGNACIO GONZLEZ FERNNDEZ

    Hannah Arendt, a cien aosMARINA LPEZ

    Reseas

    Mauro Carbone, Una defomazione senza precedentePOR DAVIDE SCARSO

    Mario Teodoro Ramrez, Filosofa culturalistaPOR IGNACIO QUEPONS RAMREZ

    Enrique Dussel, 20 tesis de polticaPOR PEDRO CORTS RODRGUEZ

    Resmenes - Abstracts

    Colaboradores

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    183

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  • Artculos

  • CULTURA, SUEO Y CIUDA DUna charla con Eugenio Tras

    Carlos Alberto Girn LozanoUniversidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo

    A Paloma

    El paseo de Las Ramblas se desborda, como es usual, por el movimiento degente de todos los rincones. Su multicolor caudal desemboca en el histricoMediterrneo que se ve sealado por un inmenso Coln; como si quisiera stedenunciar los vientos del frica que se disponen a baar la ciudad. Por otrolado se encuentran Montjuich y el Tibidabo, elevndose para dar variedad alpanorama costero y paradisaco de Barceloneta, San Sebastin, Nueva Icaria,Bogatell, Mar Bella y Nueva Mar Bella. La imponente Plaza Catalua luce susfuentes que son provocadoras de inevitables calosfros: uno de los puntos dereunin ms bellos con los que uno se pueda topar. Ms arriba una maravillaarquitectnica parece emerger de las entraas de la tierra imitando (poetizando)formas naturales como slo Gaud poda hacerlo: es La Sagrada Familia, obracumbre y tumba del mximo exponente del modernismo cataln. As es lacapital de Catalua: Barcelona.

    Dentro de los rincones de esta variopinta ciudad encontr su cuna uno delos pensadores ms importantes de nuestros tiempos: Eugenio Tras. Nacidoen agosto del 1942, Tras encuentra en Barcelona terreno frtil para sus in-quietudes y particular habilidad en la escritura, aunque el horizonte filosficoaparece de manera relativamente tarda. Ignoro si yo eleg la filosofa o lafilosofa me eligi a m,1 reconoce el propio Eugenio y abre con esto susmemorias, o confesiones, que constituyen un imprescindible recorrido por susmotivaciones, y as no olvidar nunca que l es tambin de condicin humana.

    Por mi parte, en un primer trabajo escolar en el que pretenda dar cuentade los motivos para ingresar a una licenciatura en filosofa, tras un ao detrabajo en la misma, citaba ya esa frase con la que se abren las memorias deEugenio Tras a recomendacin de mi maestra, asesora y, sobre todo, amiga

    DEVENIRES VII, 14 (2006): 7-18

  • 8Carlos Alberto Girn Lozano

    Rosario Herrera. Con esto pareca anunciarse un futuro encuentro, se comen-zaba a fraguar una cercana con aquel filsofo que entonces resultaba una in-cgnita. Pero tuvieron que pasar cuatro aos de navegacin por las aguas de lafilosofa para regresar a buen puerto: la filosofa del lmite. Como cualquierviajero no regres al punto de partida con las maletas vacas: stas traan con-sigo el aroma propio del navo en el que se embarcaron, en este caso la filosofade la cultura. En efecto, en el viaje homrico de regreso al lugar de partida, fueinevitable aprender a querer el sello que distingue a esa hermosa escuela quees la Facultad de Filosofa Samuel Ramos. El resultado del vaivn es unproyecto de investigacin que intenta leer la propuesta filosfica de EugenioTras (la filosofa del lmite) con el sello de la casa (la filosofa de la cultura).

    La historia de las casualidades, que poco a poco se desdoblan en causalidades,me llev a Alemania y, con ello, se abri la puerta para un encuentro con elfilsofo barcelons. Fue gracias a la mediacin de una amiga en comn, Rosa-rio Herrera, que pude llegar a la puerta de esa acogedora vivienda en la callede Conde de Salvatierra para encontrarme con Eugenio Tras. Pero, qu pre-guntarle cuando el proyecto estaba an naciendo? Los nervios me coman.

    Durante mi estancia en tierras teutonas tuve la fortuna de contar con uncompaero que me ayud a conservar la cordura en un ambiente tan adversopara el candor latino: El rbol de la vida. Estas memorias me acercaron al autor,me permitieron ver el rostro humano (e incluso demasiado humano) de aquellaeminencia del pensamiento, de manera que al encontrarle de frente su rostroemanaba una familiaridad que facilitaba el habla y apaciguaba esa primeramarejada de nervios. As mismo, mientras me encontraba amablemente hos-pedado en la casa de dos entraables amigos (Nacho y Mnica) me tope den-tro del frigorfico con la solucin a la angustia: un melocotn.

    Uno de los pasajes que ms llamaron mi atencin en las mentadas memorias, esaquel en donde Eugenio Tras nos narra la leyenda de su primera palabra: meloco-tn. Si es o no cierto es lo de menos, dicha palabra, como l mismo nos dice, marcasu ingreso al universo de la significacin. Una luz se vea al final del tnel y en ella,en el fondo de un cajn del frigorfico, estaba ese punto de condensacin en el quetodo el universo pareca conspirar para ofrecer una respuesta a un pobre mortal:un melocotn! Poco faltaba para que corriera rumbo a la calle Balmes gritandoeureka! eureka! No cabe duda de que el trmino universo de significacin podratener una conexin con el de cultura, y entonces aquella primera intuicin que

  • 9Cultura, sueo y ciudad

    haba dado como resultado una primera formulacin de un proyecto de investiga-cin podra no ser tan descabellada despus de todo. Haba que indagar en lo queTras conceba por cultura y cmo se relacionaba esto con una de sus metforaspredilectas para la exposicin de su pensamiento, a saber, la ciudad. l mismo nosha dicho en el prlogo al texto de Rykwert:

    El tema de la ciudad recorre la historia del pensamiento filosfico, y yo he pretendido,desde los comienzos de mi andadura reflexiva, ya en tiempos en que escrib Drama eidentidad y El artista y la ciudad, evocar una y otra vez este gran tema platnico. Y estelibro de Rykwert es, creo, un punto de apoyo necesario para todo verdadero investiga-dor de las races arqueolgicas de nuestras ideas y creencias, o de nuestros hbitosmentales, que tienen en la fundacin simblica de la ciudad, verdadera re-creacin delcosmos, o del mundo, uno de sus puntos clave.2

    Fue as como la charla tom forma en mi cabeza... la cita con el filsofo podallevarse a cabo ahora.

    Doce de julio del 2006, la fecha pactada. Eugenio Tras me recibe amablemen-te y le extiendo la mano entregndole el melocotn que haba aclarado todo. Lapltica se desarrolla y nos despedimos con la promesa de volver. Aqu presento lacharla con Eugenio Tras que no es otra cosa que los primeros pasos de un procesode descubrimiento de los recovecos de la ciudadela del lmite vista con las gafas dela tradicin en la que yo mismo me inscribo: la filosofa de la cultura. El encuentrono pudo ser ms gratificante. Agradezco infinitamente al Dr. Eugenio Tras sutiempo, disposicin y paciencia, as como a la Dra. Rosario Herrera, ya que sin ellaestas lneas no seran posibles. A todos aquellos que hicieron posible este viaje(tanto en lo material como aquellos que me hicieron sentir como en casa en Barce-lona) no puedo terminar de agradecerles. Y de manera especial un agradecimientoa mi buen amigo Rafa por su invaluable colaboracin en la transcripcin y revisinde estas lneas. Al lector slo puedo prometerle que lo que est por leer abrir elapetito para acercarse a la obra de este extraordinario pensador que es EugenioTras. He aqu sus palabras:

    Carlos Girn: Qu entiende Eugenio Tras por cultura?

    Eugenio Tras: Yo doy mucha importancia a la nocin de smbolo, pero laredefino, es decir, que no acepto las teoras del simbolismo que conozco sinoque intento elaborar una teora propia. Esto lo desarrollo particularmente en

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    Carlos Alberto Girn Lozano

    Lgica del lmite, pero sobre todo es en La edad del espritu donde ms desarrolloesto. Yo creo que, posiblemente, este libro es el ms importante que he escri-to, y el ms ambicioso tambin. Es un recorrido selectivo por la historia de lahumanidad, porque desgraciadamente no lo pude hacer de una manera ex-haustiva. Inicia en la protohistoria y termina en la poca actual. En l hagouna aproximacin a las primeras grandes culturas ciudadanas de Mesopotamiay Egipto, luego hago un recorrido por las grandes culturas de la India, deGrecia, de Israel y luego prosigo la lnea histrica: la Antigedad tarda, laEdad Media y el Renacimiento europeo. En cierta manera es un recorridohistrico, pero atendiendo mucho a un fondo de creencias, de tipo religiosofundamentalmente, que est en el sustrato de las culturas, de las grandes cul-turas. En realidad es un recorrido a travs de las grandes culturas. Para locali-zarlas, el concepto que me es absolutamente indispensable es el de smbolo.

    Yo dira que cultura es una forma de organizacin simblica, una manerade organizacin del smbolo. En La edad del espritu lo desarrollo mucho ms:digo un poco qu entiendo por smbolo, esto lo desgloso en siete dimensio-nes, que les llamo categoras o categoras simblicas, y segn cul prevalezcahago una especie de explicacin del curso histrico. Por ejemplo, la dimen-sin csmica o cosmolgica prevalece en las culturas de Mesopotamia y Egip-to, en otras en cambio prevalecen otros de los componentes que voy destacan-do. En la protohistoria prevalece lo que llamo la dimensin matricial, en fin,en cualquier caso, respondiendo un poco a la pregunta, yo dira que cultura esuna organizacin simblica de un determinado sesgo y, en trminos plurales,podramos decir que las culturas se caracterizan, tienen su historia, su identi-dad y se diferencian unas de otras por la manera como su organizacin seproduce.

    C. G.: Esta forma de organizacin simblica, la cultura, cmo estara relacio-nada con la ciudad?

    E. T.: Bueno la ciudad es, como sabemos, un invento tardo. La humanidadoriginaria, durante eones, no dispuso de ese invento. Luego hubieron en elneoltico agrupaciones aldeanas, que corresponden con la gran revolucinneoltica; el caso es que, evidentemente, a partir de una determinada pocahistrica puede hablarse de una cultura urbana o cultura ciudadana. Sobre

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    Cultura, sueo y ciudad

    todo en el oriente prximo encontraramos ese origen en Ur uruk, Mesopotamia,o en las ciudades del Delta del Nilo en Egipto. Pero bueno, en cierta manerayo dira que la cultura que conocemos es predominantemente urbana por lomenos a partir de culturas y civilizaciones de Egipto y Mesopotamia. En esesentido, yo dira que ah donde la ciudad prevalece la cultura es cultura urba-na, cultura ciudadana, o tiene una marca urbana y ciudadana muy especfica.Ocurre en culturas del prximo Oriente, ocurre tambin en la cultura Hebreasobre todo cuando se asume el centro de Jerusaln como punto de adhe-sin, ocurre en las clebres e importantes ciudades estado primero de Gre-cia y luego de Roma, sobre todo en el caso griego: Atenas, Esparta, Tebas, etc.Lo mismo podramos decir de otros mundos culturales: extremo Oriente, enla Amrica Precolombina, por lo menos hasta cierto punto. En cualquier caso,yo dira que la contraposicin entre civilizacin y cultura procede un poco dela filosofa alemana de principios de siglo, y yo no estara muy cmodo conesta contraposicin. Se ha abusado mucho de esta manera de entender, sobretodo en ciertas connotaciones, como si la cultura tuviera un elemento de es-pontaneidad y vitalidad, y entonces la civilizacin fuera una especie de estadiofinal. Es un poco el razonamiento que sigue Spengler en La decadencia de Occi-dente, pero yo no estara conforme con esta posicin. Yo creo que hay un gransolapamiento, aunque evidentemente hay una cultura rural importante, unacultura previa a la ciudad y una cultura que existe, cada vez menos esto hayque decirlo, sobre todo en la poca de la aldea global, como le llamabaMcLuhan, donde en cierta manera los lindes se difuminan entre el campo y laciudad, aunque evidentemente todava podemos marcar la diferencia en mu-chos espacios de la tierra.

    C. G.: Entonces a usted le parecera que esta distincin o separacin entrecivilizacin y cultura es ms bien artificial?

    E. T.: Yo ms que todo no la encuentro muy operativa en los trminos en losque se planteaba en la filosofa alemana, que es la primera en la que se marcmucho el nfasis en una contraposicin entre cultura y civilizacin. Por ejem-plo, a veces para marcar la diferencia entre la cultura alemana frente a la civi-lizacin francesa hay una raz nacionalista algo telrica y un poco oscura entodo esto. Estoy pensando en textos de Thomas Mann, como en Las considera-

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    Carlos Alberto Girn Lozano

    ciones de un intempestivo, me parece una polmica estril, contraposiciones deotros tiempos que quiz no sean muy tiles. Creo que desde que hay ciudadhay un cierto solapamiento entre lo que podramos llamar cultura y ciudad,por tanto cultura y civilizacin, la condicin civil como condicin tambin deforma cultural. Por lo menos esto sucede en los mbitos de mayor fuerza ypujanza cultural: en la Grecia de la tradicin ateniense, en la ciudad estado, enRoma, y tambin en la Edad Media, sobre todo a partir del auge de las ciuda-des que cobran a mediados del siglo XI y principios del XII un protagonismo,una importancia, evidentemente que hay una cultura de monasterio, hay unaimportante cultura que tiene ms bien vnculos con la sociedad feudal. Peropoco a poco lo que se va generando, sobre todo en el mbito occidental: enItalia, en Alemania, es esta gran cultura de las ciudades que casi sigue laidentidad, sobre todo en estos pases, y en general en toda Europa. Digamosque la cultura de la ciudad ha tenido siempre el carcter de una cultura concierta vocacin en pro de la libertad. Es curioso que Max Weber en Economa ysociedad seala que, cuando habla de formas ilegtimas o que no encuentranlegitimidad en la dominacin, una de ellas es, precisamente, la gestacin delas ciudades. Por esquema la legitimacin puede ser tradicional o carismtica,o la moderna legitimacin racional o democrtica; pero bueno, en ese esque-ma las formas ciudadanas cvicas propias, por ejemplo, de la ciudad europea,italiana o alemana que surgen de cierta manera de una insurreccin respectode los poderes fcticos como son la iglesia y el estado, los seores feudales y eldominio eclesistico que quedan muchas veces encalladas en sus propias lu-chas, como en el caso de Italia, yo dira que se solapan ambas cosas. A m, entodo caso, el tema de la ciudad me ha importado mucho, como se puedeapreciar en mis libros El artista y la ciudad, Ciudad sobre ciudad, El lenguaje delperdn, en todos mis libros est muy presente esta cultura urbana, como lo hedicho, una forma de organizacin simblica pero que tiene en el marco de laciudad su sede, su territorio propio y especfico.

    C. G.: En esta medida usted estara de acuerdo con este tipo de idea queplantea Joseph Rykwert en su libro La idea de ciudad, donde la ciudad aparececomo el vehculo perfecto de una cultura y de un estilo de vida.

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    Cultura, sueo y ciudad

    E. T.: S, Rykwert en ese estupendo trabajo se apoya en un ensayo muy bue-no, que yo tengo muy en cuenta tambin, que es El poder del centro deMircea Eliade que aparece en su libro Imgenes y smbolos. Ah habla un poco decmo toda ciudad se organiza, en cierta manera, como centro del mundo.Fundar una ciudad tiene un carcter cosmognico, es una reiteracin o recrea-cin de la propia creacin del cosmos y por eso es un poco el nfalos, el ombli-go del mundo. El centro de la ciudad, el casco antiguo, el gora o el lugardonde se excava el mundus, que tambin lo explora estupendamente Rykwerto que tenemos ya un poco de indicadores de este gran tema en Alberti y enmuchos de los tericos, que bueno, con slo pasearse por el foro de Roma sepuede descubrir constantemente y continuamente la presencia de estos temasque trata Rykwert, donde la fundacin de la ciudad tiene un carcter simb-lico, donde el acto fundacional de la ciudad y la ciudad misma es un smbolo.Evidentemente que la ciudad responde a una serie de necesidades, sobre todoen culturas y civilizaciones tan pragmticas como la romana, pero hay estaimpronta simblica, que es lo que reconstruye muy bien Rykwert en su libroy que es un tema que yo he recogido e incorporado en muchos de mis textoscomo La edad del espritu, Ciudad sobre ciudad, as como metfora de mi propiapropuesta filosfica. Yo dira que este componente simblico, que es propiode la cultura, en la ciudad se constituye de la misma manera como la propiaciudad es fundada o fuese fundada, yo dira en muchas de las tradiciones noslo en las que hace referencia Rykwert, sino podramos encontrar esta corre-lacin por lo menos entre ciudad-cosmos, centro del mundo y fundacin ciu-dadana, en muchas otras culturas.

    C. G.: Otro de los temas importantes que aparecen en sus libros es el sueo,pensando especficamente en El rbol de la vida, cul sera el papel del sueoen la ciudad de acuerdo a lo que ha dicho ahora?

    E. T.: Yo parto de la premisa platnica, yo soy muy platnico y lo soy cada vezms. Siempre lo he sido, pero ahora cada vez ms concientemente. Cuantoms leo a Platn ms me entusiasmo con sus percepciones e intuiciones y, encambio, las cosas que me parecen a veces extraas responden un poco a que noen vano han pasado bastantes aos entre Platn y nosotros. Pero bueno, si unolee hoy La Repblica y la lee con benevolencia, con buenos ojos, no con mala

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    Carlos Alberto Girn Lozano

    intencin, pues entonces evidentemente ver todo tipo de horrores en esetexto. Pero lo mismo con El Banquete, El Fedro o con El Fedn, que son textosmagnficos. La verdad es que no hace mucho hice una lectura entera de la obra dePlatn y fue de lo ms extraordinario, es una experiencia nica. Yo parto de lapremisa de la correlacin tan magnfica, que expone en La Repblica, entre el almay la ciudad. Hay el alma del mundo, el alma de las esferas celestes y el alma de losanimales, pero yo me refiero al alma personal, al alma propia, la que reconocemoscomo propia. Con la ciudad hay una especie de correlacin, de manera que lapropia alma es como una ciudad en pequeo, un microcosmos ciudadano, y laciudad es como la propia personalidad pero proyectada en gran amplitud. Estaidea tan extraordinaria que preside la investigacin de Platn en La Repblicadonde examina una y otra vez las correlaciones que hay entre las partes del alma ylas partes de la ciudad, las virtudes anmicas y las virtudes ciudadanas, la tengomuy presente en todos mis libros, en El artista y la ciudad, Ciudad sobre ciudad, entodos ellos, porque creo que hemos vivido un mal siglo para Platn, quien ha sidoun poco el gran villano de la filosofa en el siglo XX que ha conducido a unaespecie de tpico general de todos los filsofos a apartarse de Platn y mostrarlocomo un verdadero corruptor. La mala vibracin con Platn ya la encontramos enNietzsche de una manera muy acentuada, la volveremos a encontrar en Heideggerque slo dice despropsitos sobre l, y por supuesto en Karl Popper y muchosotros ms. Ahora es muy importante reconciliarse con esas tradiciones, sobre todola que Platn inaugura, que es fundante de nuestra propia cultura y de nuestrapropia civilizacin, las dos cosas a la vez. En ese sentido yo dira que en el alma haymuchas cosas, hay nmeros, msica, como lo dice Platn en El Timeo, y hay sue-os. Los sueos tambin tienen su propia lgica, sus formas de argumentacin, susmodos, son, en suma, sueos del alma y sueos de la ciudad. No es casual quemuchas veces uno componga sus sueos con un escenario urbano. En mi libro Elrbol de la vida hablo de mis propios sueos y hago referencia a esto, o bien que la ciudadmisma se construya por proyeccin y objetivacin de los propios sueos, por lo menos enlos aspectos ms artsticos de la ciudad o donde uno puede encontrarse de una forma mssimptica y emptica con ella.

    C. G.: La dimensin del sueo desde Descartes ha quedado un poco excluida, porla necesidad de la claridad, cul sera entonces la importancia del sueo en lacultura? Es importante recuperar esta dimensin?

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    Cultura, sueo y ciudad

    E. T.: Cuando publiqu El rbol de la vida, que en realidad es un libro deconfesiones y memorias, la verdad es que lo escrib con una enorme esponta-neidad, sin saber que haba todo tipo de escuelas y controversias en relacin alo que se supone que tiene que ser un libro de memorias, un libroautobiogrfico. Yo lo escrib, sobre todo, para esclarecerme a m mismo, por-que todo libro que escribo lo hago con una especie de espritu gnstico, espe-ro de l un avance importante en un conocimiento que en cierta manera tieneuna dimensin de liberacin para m, pero que quiero transmitir al lector.Curiosamente se le critic a este libro de una manera que a m me dej muysorprendido, porque abundaban cosas que, segn ciertas escuelas, tienen pocasustancia confesional o sustancia memorialista, como por ejemplo los sueos.Yo en esto sigo en las tradiciones de la mejor antropologa cultural. Levi-Strauss cuando define lo que constituye el objeto de estudio de su disciplinano slo se refiere a las instituciones matrimoniales, a las formas sociales, a losmodos de administracin de la riqueza, a las maneras de entender los conflic-tos y las guerras con las tribus vecinas, sino que tambin habla de mitos ysueos, de documentos de los sueos, es decir, cmo una sociedad suea esalgo absolutamente relevante. Cmo una persona suea o qu suea y qucarcter tienen los sueos, qu argumentos estn en los sueos es algo absolu-tamente importante. Yo en esto la verdad soy, como Rosario Herrera Guido,gran amante de Freud. Mis amores antiguos estn por la va de Platn y losmodernos sobre todo de Freud. Yo creo que nuestra cultura, por lo menos lacultura del siglo XX, tiene un origen magnfico en el ao de 1900 en que sepublica La interpretacin de los sueos, no es casual que sea esta fecha; tiene uncarcter hasta simblico. Yo creo que hay un antes y un despus de La interpre-tacin de los sueos, siempre se ha dado sentido, por lo menos todas las personassensibles, al mundo de los sueos salvo los ilustrados ms recalcitrantes ysobre todo ms dogmticos, siempre se ha dado importancia al carcter quetiene de inspeccin del futuro, y por tanto oracular del sueo, hasta qu puntorevela nuestra propia identidad, cmo en el sueo es donde se expresa lo msgenuino de nuestro propio deseo, de nuestra forma de anhelar. El sueo, comosabemos, tiene su retrica, tiene su forma de composicin, con sus figurasespecficas, con sus metonimias, sus metforas, sus ironas, sus cosas, entoncesyo creo que el sueo es importantsimo. Por esto hice a conciencia en este librounas memorias o confesiones muy heterodoxas, por lo que veo, porque parece

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    Carlos Alberto Girn Lozano

    ser, sobre todo en este pas, que las memorias que no hablen de la Guerra Civilo de cosas parecidas no valen la pena, cuando era difcil que yo hablara de estascosas porque nac en el 1942, pero si no hablas de cosas que se supone sonobjetivas no constituye material memorizable. Yo creo, por el contrario, quelos sueos, en toda su gama, desde los sueos ms dulces hasta las ms tre-mendas pesadillas, son absolutamente reveladores de una identidad, de unapersonalidad y sobre todo de una colectividad. Yo por esto doy tanta impor-tancia al sueo, y un poco este libro lo dice, sobre todo la primera parte que esla que da ms carcter al libro a partir de una coleccin de sueos mos perso-nales que importaba mucho descubrir y mostrar, y sobre todo trazarlos comouna especie de argumento de mi propia trayectoria vital.

    C. G.: Una pregunta un poco de diagnstico, cul cree que sea el lugar delsueo en la filosofa de nuestros das?

    E. T.: El sueo es la mitad de nuestra vida, es ms, yo creo que el sueo nos daclaves para entender aquello que en la vida diurna, en la vida despierta, nosqueda ms en la penumbra; me parece que el sueo lo hace siempre bajo estaespecie de ropaje por un lado fastuoso y por otro enigmtico, como ciertasformas simblicas. Hay siempre el misterio del origen y un poco la expectativay temor respecto al fin; dicho sin ambages, el antes de nacer y el despus demorir. Yo creo que ah es donde el sueo tiene un protagonismo particular; eneste sentido yo creo que el sueo es importantsimo en la vida de cada uno yen la vida de todas las culturas; casi podramos decir que las culturas se midenpor sus propias formas de soar.

    C. G.: Podramos decir que el sueo es una de las fuentes de la vitalidad quepuede leerse en los textos de Eugenio Tras?

    E. T.: Yo siempre he dialogado con formas de objetivacin del mundo simb-lico y del mundo onrico como son las formas, muchas veces, las mejores for-mas culturales. Sin este carcter de objetivacin del mundo onrico, o delmundo inconsciente para decirlo en trminos freudianos, no entendemos lasmejores creaciones del mundo de la cultura, sea en el mbito de la literatura,de la pintura o de la msica. Es evidente que cuando nos sentimos como

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    Cultura, sueo y ciudad

    subyugados y como arrebatados por algo que percibimos, sea con la vista ocon el odo, la audicin o la percepcin, siempre tiene alguna referencia a estemundo de los sueos.

    C. G.: Le propongo una especie de ejercicio de asociacin libre. Le dir un parde palabras y usted dir lo que guste sobre ellas. La primera es melocotn.

    E. T.: Esta palabra tiene que ver mucho con mi propia identidad, lo sabequien ha ledo el El rbol de la vida donde hablo de esta palabra como laprimera que yo pronunci. No s si es verdad o leyenda, lo digo en el texto,que el problema de nuestra infancia, y en este libro hago un intento de aproxi-macin a este mundo fascinante, como en el mundo del sueo, que es el mun-do de la infancia, hay conexiones entre una cosa y la otra. Especialmente queest tan mediatizada por los recuerdos o las memorias que no son las propias,que son las que uno ms bien ha ido como filtrando y encontrndose a partirde palabras ajenas, de familiares, empezando con los ms cercanos hasta losmenos cercanos, porque de alguna manera han ido ya casi creando una especiede leyenda. Todos tenemos nuestra propia leyenda, y en la ma pues hay estoque relato en el texto relacionado quiz como particularidad de una ciertaexcentricidad en algunas cosas, que mi primera palabra fuera melocotn, no ssi es verdad o no. Esto me da bastante pauta para entender cmo surgen lasleyendas, donde lo importante ms bien es lo que tienen de carcter de unificacinen el sentido o de unidad de significacin que se produce ms all de que hayan ono sucedido o acontecido de la manera en que se transmiten.

    C. G.: Es muy interesante este punto que menciona. Las leyendas, indepen-dientemente de su veracidad, permiten leer otras cosas, como por ejemplo lapropia existencia.

    E. T.: Claro, este es un poco el valor que tiene casi como una especie dealgoritmo de la propia identidad, de signo donde se coagula o jeroglfico msbien.

    C. G.: La segunda palabra que tenemos es Barcelona.

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    Carlos Alberto Girn Lozano

    E. T.: Barcelona me despierta esa especie de amor y odio que es propio o quegenera todo lo matricial. Al fin y al cabo cuando hablo de lo siniestro, de loUnheimlich que yo interpreto como lo siniestro, es en la medida en que losiniestro tiene que ver con lo ms cercano, con lo ms familiar. Este efecto delo siniestro lo producen no cosas muy lejanas, sino las ms prximas. Barcelo-na, para m, es por un lado una ciudad donde he vivido siempre, donde haycosas que me encantan y que las he descrito en algunos textos, por ejemplo enLa aventura filosfica hago una descripcin detallada de una de las plazas que seconstruyeron en los aos 80 en Barcelona, o bien en otros textos mos. Perodebo confesar que hay muchas cosas de la ciudad que no me gustan, no digoya aqu en el aspecto fsico sino moral, por ejemplo, a m el componente nacio-nalista que uno encuentra, no slo en Barcelona sino en todo Catalua, meparece un elemento disgregador, nocivo, negativo, nada favorable para la cons-truccin de un marco cvico, lo que es una ciudad, pues yo creo que est porencima de inclinaciones de esta naturaleza tnica o fundadas ya sea en el len-guaje, en la religin o en otros aspectos. Yo participo de una cultura cvica enun sentido ms ilustrado del trmino. Creo que la ilustracin es buena si sesabe concebirla y aplicarla en los mbitos donde es necesaria; lo malo de lamisma es cuando pretende legislar sobre los terrenos donde no tiene jurisdic-cin, como el de los sueos de que hablbamos antes, ah es donde aparece sugran fiasco. En cambio hay otros campos, como el de la poltica concretamen-te, y el campo referido un poco a las culturas ciudadanas, a las culturas cvicas,donde un cierto componente de ilustracin es muy importante.

    C. G.: Agradezco infinitamente su tiempo y sus palabras.

    Notas

    1. Eugenio Tras, El rbol de la vida, Barcelona, Destino, 2003, p. 15.2. Joseph Rykwert, La idea de ciudad, Salamanca, Sgueme, 2002, p. 13.

  • INTENCIN SIGNITIVA Y TEXTURASEMNTICA*

    Harry P. ReederUniversidad de Texas en Arlington

    1. Introduccin

    El siglo veinte podra llamarse en filosofa el siglo de la filosofa del lengua-je. El lenguaje ha figurado como un tema importante en casi todas las reasde la filosofa. Los filsofos del siglo veinte, desde los positivistas hasta losanlisis ms concretos de Wittgenstein y Austin,1 han encontrado que el len-guaje y sus funciones son fundamentales para resolver (o disolver) cuestionesy problemas filosficos. La fenomenologa tiene mucho que ofrecer a la filoso-fa del lenguaje. Mientras que Wittgenstein y Austin aportan un acercamien-to al lenguaje ms concreto que el positivismo, la fenomenologa ofrece unacercamiento todava ms concreto. Sin embargo, la literatura fenomenolgicapocas veces presenta descripciones fenomenolgicas reales del uso del lengua-je. El presente ensayo busca ser una contribucin a este acercamiento concretoal lenguaje, y especficamente a la manera como se tiene experiencia de lasintenciones signitivas.

    En Investigaciones lgicas, Husserl2 distingui entre intenciones signitivas eintuitivas. Nota que el peso del contenido intuitivo o signitivo de un actopuede ser representado por la frmula i + s = 1. Husserl3 explica ms clara-mente la distincin entre intenciones signitivas e intuitivas como sigue:

    La intencin signitiva alude meramente al objeto; la intuitiva lo representa ensentido estricto; tiene algo de la plenitud del objeto mismo.

    As, la intencin signitiva no presenta al objeto mismo, sino que es unsealador lingstico para el objeto, mientras que la intencin intuitiva tie-

    DEVENIRES VII, 14 (2006): 19-50

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    ne realmente xito en alcanzar el objeto de la intencin de tal manera que elobjeto es dado en la intencin.

    Ocasionalmente todos nos esforzamos por encontrar una palabra. A vecesbuscamos una palabra en particular, a veces solamente una palabra oportuna,y a veces una clase especial de palabra. Hacemos esto todos los das, pero no heencontrado todava un tratamiento filosfico de este fenmeno.4 Lo que mepropongo hacer es presentar una descripcin fenomenolgica de varias clasesdistintas de experiencias de buscar palabras,5 con el fin de aclarar algunasmaneras distintas en que aparecen las intenciones signitivas e intuitivas. Enaras de la brevedad, me atendr a buscar una palabra, a pesar de que elfenmeno descrito se extiende, mutatis mutandis, a buscar una frase, una ora-cin, un soliloquio dramtico, una estrofa de poesa, etc. El tema de las inten-ciones signitivas e intuitivas ser tratado y en parte ampliado en una discusinacerca de lo que ser llamado ms abajo textura semntica y cumplimien-to. Lo que sigue es un bosquejo de una tipologa eidtica de diferentes for-mas de buscar una palabra. Como tal, esta discusin pretende contribuir a lafenomenologa del uso del lenguaje. En el proceso de describir las distintasformas de bsqueda de palabras, espero ilustrar algunas de las diferenciasfenomenolgicas en la manera en que las palabras y los conceptos aparecen a laconciencia, haciendo as una aportacin a la literatura filosfica sobre los uni-versales (especialmente al rechazo del nominalismo y del estructuralismo).

    No es mi objetivo dar cuenta exhaustiva de los diferentes modos en que lasintuiciones signitivas pueden aparecer: en efecto, estoy convencido de quepersonas distintas pueden experimentar las intenciones signitivas de manerasdistintas,6 especialmente en lo que concierne a las imgenes mentales que lasacompaan (Vorstellungen), las que, como Husserl advierte, son inesencialesuna refutacin fenomenolgica de la explicacin primaria del uso del len-guaje hecha por los empiristas britnicos.7 El hecho de que distintos indivi-duos puedan procesar las intenciones signitivas y la textura semntica demaneras distintas no significa que el presente estudio no pueda ser eidtico.En efecto, creo que el rango de diferencias en la experiencia real de la gentenecesita de una ontologa eidtica regional, la cual requiere de muchas msdescripciones fenomenolgicas de las que ahora se encuentran en la literaturafenomenolgica. Debe notarse que las distintas maneras de buscar palabrasque detallo aqu pueden aparecer en combinacin, y de hecho lo hacen.

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    Intencin signtiva y textura semntica

    Nuestro anlisis del buscar palabras introducir el concepto de texturasemntica. ste es un entretejido indisoluble de muchos rasgos identificablesdel uso vivo del lenguaje, tales como conceptos, la langue lexicalizada, el espa-cio semntico y la intencin comunicativa. Estos rasgos (y otros) pueden seraislados mediante una abstraccin, pero debe insistirse en que la textura se-mntica es un fenmeno que se vive unitariamente, una estructura ontolgicabsica del ser-en-el-mundo-con-otros del Dasein, y no una mera amalgama depedazos8 separables. As pues, describir la textura semntica localiza el em-pleo del lenguaje en el vivir en la cura como un existenciario del Dasein, cons-titutivo para el ego trascendental de Husserl. Es un rasgo central en la consti-tucin de la intersubjetividad.

    Nuestra discusin tambin responder indirectamente a una popular vi-sin contempornea del lenguaje como lineal. Muchas discusiones actualesacerca del lenguaje, las computadoras y el hipertexto se refieren continuamen-te al monigote de su propia creacin de un lenguaje escrito que moldea todopensamiento hacia una linealidad que est constriendo y estrechando la crea-tividad humana. Se espera que la presente discusin muestre que estas quejasson experiencialmente falsas, a pesar de su extendida popularidad. Se ver queuna explicacin fenomenolgica del fenmeno de buscar palabras, conceptos ymetforas descubre capas y regiones, interrelacionadas de modo complejo, de sig-nificados vividos lingsticamente, que son cualquier cosa menos lineales.

    Hay una forma de buscar una palabra que ser excluida de esta discusin.Buscar un nombre tiene ciertas caractersticas psicosociales que no compartecon otras formas de buscar palabras. Debido a estas caractersticas nicas, laexperiencia de buscar un nombre ser dejada para una consideracin futura.

    Habiendo excluido la bsqueda de nombres, la discusin se centrar encuatro formas distintas de buscar una palabra. Estas cuatro formas no agotanlas posibilidades de buscar una palabra, pero encajan en la abrumadora mayo-ra de dichos casos. Las cuatro formas son: buscar una palabra especfica, bus-car una palabra que convenga a un concepto, buscar un concepto (y luego unapalabra que le convenga), y buscar una expresin metafrica. Cada una deestas formas comparte ciertas estructuras fenomenolgicas, y cada una tienesus caractersticas nicas. Los rasgos fenomenolgicos compartidos sern dis-cutidos primero, y luego sern mostrados los rasgos nicos. Debe hacerse no-tar desde el principio que los rasgos que hay que describir se traslapan e

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    interpenetran unos a otros con frecuencia, as que la explicacin que sigue sernecesariamente un tanto cuanto repetitiva.

    Antes de discutir los rasgos compartidos del buscar palabras, es oportunauna restriccin importante. No deseo dejar la errnea impresin de que nues-tra vida mental incluso nuestra vida mental lingstica est necesaria-mente atada a palabras. Husserl advierte que nuestro pensamiento no estsiempre atado tan estrechamente a palabras:

    Obsrvese que las series de pensamientos, que se adelantan atropelladamente, nose asocian en parte muy considerable a las palabras correspondientes a ellos, sinoque son suscitados por el flujo de las imgenes intuitivas [anschaulicher Bilder] ode sus propios encadenamientos asociativos.9

    Como Gendlin advierte,10 distintas formulaciones lingsticas pueden sacar ala luz distintos aspectos de una vivencia que son ellos mismos no lingsticoso pre-lingsticos. Aqu uno piensa en los laboriosos anlisis de Heideggerdiseados para deconstruir la concepcin y las terminologas filosficas tra-dicionales con el fin de resaltar la vida temporal ontolgica del Dasein.

    2. Rasgos compartidos

    En todos los casos de bsqueda de una palabra estn presentes ciertos rasgosfenomenolgicos. Una lista parcial incluye: anticipacin y rememoracin, unrasgo peculiarmente lingstico que ser llamado textura semntica,11 pre-tener, y un grado de cumplimiento. Todos estos rasgos se superponen y admi-ten grados en cada tipo de bsqueda de palabras.

    Al buscar una palabra, la anticipacin es tal que uno espera tener xito enencontrar la palabra correcta, porque la experiencia propia presenta esta pa-labra como ya sedimentada en la propia experiencia lingstica (excepto en elcaso de buscar una expresin metafrica).12 Uno la espera porque la experi-menta como ya ah. Este rasgo anticipacional es similar a las anticipacionesdel espacio corporal en las que, por ejemplo, uno anticipa que si camina alre-dedor del rbol en el patio, ver su otro lado. La anticipacin puede apareceren varias formas. A veces uno anticipa que la palabra aparecer rpidamente,otras veces que aparecer ms despacio. (Esta misma estructura anticipacional

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    Intencin signtiva y textura semntica

    ocurre cuando se trata de recordar algo.)13 Que uno anticipe una rpida olenta recuperacin de la palabra parece depender del contexto semntico. Aveces uno habla o escribe deliberadamente, con una idea de cuanto durar unacto discursivo.14 Uno puede buscar una palabra en medio de una rpidarplica o en medio de un extenso discurso poltico, y en ambos casos la palabrapuede ser buscada como parte de una elocucin larga o corta. Tambin, altardarse uno ms y ms en pensar en una palabra, la anticipacin con frecuen-cia toma un tono de frustracin. A veces uno dice: Cielos, s lo que quierodecir!. Esta no es una mera falsedad, en el sentido de que si uno supiera loque quiere decir lo estara diciendo. Ms bien muestra la manera en que laanticipacin presenta el decir futuro exitoso en el presente (independiente-mente del eventual xito o fracaso que uno tenga). Este sentido del presen-tar es sui generis; ninguna otra cosa aparece tal y como lo hacen las anticipacio-nes lingsticas. Una intencin lingstica y un acto lingstico son experi-mentados como ser-hacia-la-conclusin-semntica.

    La rememoracin hace que la palabra buscada encaje en su contextodiscursivo como conclusin de un pensamiento, una tesis ulterior que hayque plantear, una glosa sobre un argumento ya presentado, y as sucesivamen-te. El contexto discursivo de la rememoracin es lo que asegura lo apropiadode la palabra buscada, y est entretejido con la textura semntica del acto. Larememoracin estructura la bsqueda, acotando las regiones semnticas paraella.15 La bsqueda no est meramente abierta, sino que est matizada porsu contexto semntico y de rememoracin. As como uno no busca simple-mente en cualquier lugar cuando busca un objeto perdido, buscar una pala-bra est tan estructurado por la anticipacin y la rememoracin que la bs-queda es acotada dentro de las vastas regiones de la langue. Aqu, de nuevo,las relaciones temporales de anticipacin y rememoracin se entretejen con latextura semntica del acto. Como es tpico de la anticipacin y la rememora-cin, destacan temticamente ante todo cuando la anticipacin se frustra, porejemplo, cuando uno no puede encontrar la palabra correcta, o encuentra unapalabra equivocada, o cuando uno se distrae y pierde el hilo, dejando ir asla gua de la rememoracin que estructur semnticamente la anticipacinque se tena.

    Al buscar una palabra, la textura semntica es tal que uno intenciona haciauna combinacin de un concepto lingstico y una palabra que particular-

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    mente lo representa. En un pasaje de Ideas I, Husserl usa Sinn para representarconceptos y Bedeutung para significados lingsticamente encarnados,16 pero,por supuesto, Husserl suele emplear Sinn en un sentido mucho ms amplio,que abarca todo lo que es significativo, incluyendo significados pre-lingsticosy no lingsticos. Pero lo que se dice de Sinn y Bedeutung en ese pasaje de IdeasI es ms simplista que las consideraciones de Husserl en la Sexta Investiga-cin Lgica. En sta usa una variedad de trminos y frases para referirse a loque aqu es llamado textura semntica tanto de las intenciones signitivas comode las intuitivas.

    Sern tiles unas cuantas observaciones preliminares sobre el concepto tex-tura semntica. Textura semntica remite a las estructuras especficamentelingsticas de la experiencia las cuales difieren de otras estructuras de lavivencia, aunque pueden ser comparadas con ellas. Dichas estructuras inclu-yen, por ejemplo, la textura social, los elementos de la experiencia que surgende y no pueden ser removidos de ni sustituidos por el hecho de que losseres humanos viven en grupos e interactan los unos con los otros de manerasque son irreductibles a la conciencia o al comportamiento individual. Las es-tructuras sociales (entre otras, ciertamente) estn basadas en la intersubjetividado en el ser-con (como lo estn las texturas semnticas). Las diversas texturas dela experiencia humana, como texturas, son sui generis e irreductibles a otrosrasgos de la experiencia. La textura semntica es un modo ontolgicamentenico en que el uso-del-lenguaje estructura la vida discursiva humana. Latextura semntica indica el vivir de estructuras sintcticas y semnticasinterrelacionadas de una langue en parole, as como el funcionar activo y pasivode rasgos de este vivir, como intencin y competencia lingsticas, palabras,conceptos, contexto de horizonte y creatividad. La textura semntica remite ala interrelacin entre lo que Gendlin llama significado vivido** y el vivirresuelto (cuidadoso) del lenguaje.17

    Es importante recordar que en los primeros tres captulos de la Sexta In-vestigacin Lgica Husserl recalca el cumplimiento de las intencionessignitivas. Esto da cuenta de su discusin sobre lo que estoy llamando textu-ra semntica en trminos de cumplimiento intuitivo sensorial; aqu estoyexplorando en primer lugar las intenciones signitivas, dejando a un lado confrecuencia cuestiones de cumplimiento. Por lo comn, hablamos de muchascosas que son o lejanas en el espacio y/o en el tiempo, o abstractas, y por eso ese

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    Intencin signtiva y textura semntica

    discurso no puede ser cumplido en ese momento en intuiciones sensoriales.Tampoco hablamos comnmente poniendo especial atencin en el cumpli-miento imaginativo. En efecto, un gran porcentaje del discurso ocurre sinfundierenden Vorstellungen, representaciones imaginativas (pictorial presentations)[Bildvorstellungen],18 contenido imaginativo complementario (supplementaryimage-content) [ergnzenden Bildinhalt],19 presentacin (presentation)[Prsentation],20 o pura exposicin (del objeto) mismo (pure self-presentation)[reine Selbstdarstellung].21 La siguiente discusin de la textura semntica habr decentrarse sobre los modos de hablar ms comunes, que son los incumplidos.

    Comnmente, la textura semntica del discurso involucra una aparicinrelativamente viva de Bedeutung, usada aqu para indicar significado-de-pala-bra, y una ms tenue, menos viva aparicin de conceptos, insertos en susregiones semnticas.22 Parecera que, aunque esto pueda ser verdad en mu-chos actos de habla, usualmente ordinarios, no es el caso en usos del lenguajems exploratorios, desde el discurso ficticio y potico, a travs del filosfico(incluyendo el fenomenolgico, como Husserl observa con frecuencia), hastalos vuelos del lenguaje que se encuentran en las metforas y en la crtica y lateora literaria. Uno piensa aqu en las muchas lecturas de Derrida y en acusa-ciones como las de Christopher Norris de que las teoras de Derrida difierenen mucho de los deconstruccionistas que con tanta frecuencia citan aDerrida.23 Sospecho que fue el hecho de que Husserl se concentrara en lasintenciones-de-significado cumplidas en las Investigaciones lgicas y en otros tra-bajos lo que le impidi ver esto y lo que provoc que lectores suyos tan astutoscomo Ricoeur pusieran reparos a su doctrina de la univocidad.24 La univocidadno es un caso infrecuente, pero de ninguna manera es universal.

    Adems, uno est consciente a modo de horizonte de su langue mientrasparticipa en la parole.25 Un aspecto de la aparicin de la langue es la propiacompetencia lingstica,26 que aparece como conciencia de que puedo en-contrar la palabra, la familiaridad que acompaa a una praxis sedimentadadurante largo tiempo. Una familiaridad comparable, aunque sedimentada demanera distinta, acompaa nuestro conducir, leer, comer, etc. La propia com-petencia lingstica aparece como un estar situado dentro de un espaciosemntico vasto y sin embargo altamente articulado, un espacio que (usual-mente) es amistoso, familiar, listo-para-ser-dicho (o listo-para-ser-escrito, etc.).27

    De cualquier manera hay momentos en que el sentimiento de familiaridad

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    que uno tiene en su espacio semntico se pone a prueba. Todos tenemos mo-mentos en que, por cualquier razn, experimentamos gran dificultad paraexpresarnos. El sentimiento de familiaridad puede volverse tenso cuando, porejemplo, uno invierte tiempo y esfuerzo buscando en vano una palabra. Enmomentos como ste se siente la resistencia de la langue como un desafo a lapropia competencia lingstica. La langue tiene su propia inercia, y por mo-mentos uno no puede moverla, como si fuera una gran piedra. Esta texturasemntica, debido a su insercin, a modo de horizonte, en el contexto, en lalangue, y en la intencin comunicativa, es distinta de, por ejemplo, la texturamusical cuando uno busca una nota en una cancin, o la textura geogrficacuando uno trata de recordar la ubicacin de un lugar que no ha visitado poralgn tiempo.

    La textura semntica sita la bsqueda en la regin ontolgica de la sin-taxis y la semntica, y dentro de la semntica, la intencin es hacia una reginsemntica especfica, un entretejido de lo sintctico (un sustantivo, un adver-bio, etc.) y lo semntico (una palabra-de-substancia, una palabra-de-color, etc.).El contexto semntico de la parole se entreteje con las estructuras de anticipa-cin y rememoracin de la bsqueda para acotarla a una regin semnticaparticular (algunas veces, regiones).28 La textura semntica puede aparecer devarias maneras. Algunas personas afirman que tienen vvidas imgenes men-tales de palabras contra un fondo, otras tienen Vorstellungen acompaantes deobjetos o de objetos en variadas relaciones. Personalmente nunca tengo talesimgenes mentales vvidas. Para m, la textura lingstica toma la forma demorar en el espacio semntico, o en regiones limitadas de ese espacio, con susataduras a modo de horizonte al espacio semntico de la langue como un todo.La langue no aparece como un espacio semntico finito o cerrado, sino comoun espacio viviente y dinmico.29 Las palabras aparecen contra este teln defondo del espacio semntico, como decimos a veces, de la nada, simplemen-te vienen a la mente.

    Pero qu quiere decir precisamente la frase descriptiva morar en el espa-cio semntico? Despus de todo las palabras no aparecen de la nada, sinodesde dentro del espacio semntico. Las metforas espaciales ayudarn a pro-veer aqu una descripcin ms concreta. Como la percepcin espacial, moraren el espacio semntico es relacional cada sentido aparece en relacin consentidos relacionados tanto en cercana de significado como en contraste de

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    significado, as como en la percepcin espacial un objeto temtico tiene susmrgenes espaciales ms cercanos y ms remotos.30 A diferencia de la percep-cin espacial comn, los significados no tienen bordes claramente recorta-dos; los significados relacionados se mezclan unos con otros de tal manera quedelimitarlos y separarlos con precisin requiere esfuerzo consciente. ComoDescartes pudo darse cuenta, la claridad y la distincin (y por ello la univocidadde significado pblicamente compartida en el sentido de Husserl) son rasgosdel espacio semntico que se obtienen con dificultad. Tambin, a diferenciade la percepcin espacial, los significados en el espacio semntico no se presen-tan en una perspectiva (en Abschattungen); o aparecen de golpe o ensombreados con textura de matizadas relaciones de significados en la mismaregin semntica. Como en la percepcin auditiva, las presencias semnticaspueden aparecer en armonas, cuando los significados relacionados se lla-man unos a otros a la mente. Buscar una palabra puede provocar la constitu-cin pasiva de sentidos relacionados de diferentes maneras a la palabra busca-da. Tales relaciones pueden incluir la aparicin de sinnimos, antnimos,homnimos, palabras que suenan de la misma manera, e incluso retrucanos yjuegos de palabras. Sin embargo, las metforas perceptuales usadas al describirla experiencia del espacio semntico no deben ser tomadas con muchaliteralidad. El espacio semntico es, en el sentido de Platn, un reino invisi-ble, inteligible, que tiene su propio modo nico de aparecer. La Besinnung derErlebnis no est limitada a los significados lingsticos, pero cuando lo est, lapresencia de la langue en el modo del horizonte provee de una textura semn-tica nica, una correlacin de conceptos con Bedeutungen establecidos que su-ministra una presencia semntica ms concreta. (La presencia vvida de regio-nes semnticas sera imposible, por supuesto, si el nominalismo fuera verdade-ro. Esta presencia proporciona evidencia fenomenolgica de que el nominalismotiene que ser falso,31 y por eso sirve como una contribucin a la investigacinde los universales.)

    El espacio semntico aparece como una multiplicidad sin solucin de con-tinuidad de significados articulados y, por ello (al menos en principio),lingsticamente articulables.32 Cuando aparecen significados nuevos esimposible determinar fenomenolgicamente si se han creado regionessemnticas nuevas por el esfuerzo intencional humano (creacin), o si se haencontrado una nueva regin semntica que, en algn sentido, pre-exista

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    (descubrimiento).33 La fenomenologa evita estas afirmaciones causales en fa-vor de las descripciones constitucionales. La tesis epistemolgica y ontolgicacrucial consiste en que una vez que este significado aparece, se anuncia comoindependiente de sta o de cualquiera aparicin particular: el significadosignitivo involucra un juego de idealidades que estn ellas mismas situadasdentro de la historia del discurso y la accin [...] el significado signitivo essoportado por el recuerdo y la repetibilidad.34 Pudiera ser tambin atemporalo, como prefiere Husserl, omnitemporal (Allzeitlichkeit)35 porque aparececomo un objeto independiente de este o de cualquier acto particular de cap-tarlo. Este es el sentido en el cual Husserl pens con buena razn quehaba descubierto una forma de evidencia apodctica disponible para un egotrascendental-intersubjetivo falible.36 El espacio semntico es completamenteintersubjetivo. Aprendemos a desenvolvernos en este espacio mediante la praxiscomunicativa:

    Siempre hay un elemento de publicidad en la actividad lingstica, porque hagointerno lo que otros estn haciendo, y esta dimensin de alguien ms nunca seelimina en el habla; incluso cuando me hablo a m mismo, engendro en m unadiferencia mnima entre orador y audiencia... incluso cuando nos decimos cosas anosotros mismos estamos ensayando tentativamente la asercin como para serdicha para otros; describimos las cosas como habr de encontrarlas cualquiera quevaya a mirarlas.37

    Debe notarse que la experiencia de morar en el espacio semntico involucraun juego de presencia y ausencia.38 La concepcin estructuralista de que lossignificados son simplemente contrastes estructurados es fenomenolgicamentefalsa;39 una vez ms, esto arroja luz sobre el problema de los universales. En-contrar un significado es en cierta forma estructuralmente similar a encontrarun objeto en el espacio. Las regiones semnticas estn presentes hasta ciertopunto de la misma manera que las regiones espaciales, incluyendo un rea msenfocada con horizontes ensombrecindose. De la misma forma en que losojos pueden dejar de enfocar un rea espacial para concentrarse en otra, lamente puede cambiar activamente su foco semntico. Por ejemplo, uno puedecambiar de una palabra o concepto de color a palabras o conceptos estrecha-mente relacionados (incluyendo colores similares, colores contrastantes, colo-res complementarios, etc.) con o sin imgenes acompaantes. De igual modo,

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    tal como las regiones del espacio se imponen sbitamente a nuestra atencin(como cuando una pelota rueda enfrente del coche en que vamos), los signifi-cados pueden venir a nuestra atencin en constitucin pasiva. La presenciasemntica puede compararse tambin a la presencia emocional puede sertan enrgica como para interferir con la propia sensacin (como cuando laconcentracin de un soldado en la libertad o la lealtad le permite ignorar lasdificultades fsicas inmediatas), y puede ser tan ligera y sutil como para ser casiimperceptible (como cuando uno habla libre y cmodamente). As, las afirma-ciones de Hume de que todas nuestras ideas o percepciones ms dbiles soncopias de nuestras impresiones o percepciones ms vivas, y de que todas lasideas, especialmente las abstractas, son naturalmente dbiles y obscuras. Lamente no tiene sino un ligero dominio de ellas, son fenomenolgicamentefalsas.40 Esto abre un espacio para la experiencia de los universales en la intui-cin eidtica. La presencia semntica est imbuida de la ausencia de otraspresencias semnticas. Por su misma naturaleza, el espacio semntico nos pre-senta con lo ausente; involucra una distancia respecto del objeto, rasgo, rela-cin, etc., con el que trata.41

    No debe uno quedarse con la impresin de que el espacio semntico estlimitado por la langue. Hay capas de significado vivencial, Besinnung, que nuncason capturadas en el lenguaje.42 El hecho de que la competencia semnticaincluya el ser capaz de decir cosas nuevas es evidencia de la textura abierta dela langue y su parcial inclusin en una esfera semntica ms amplia.43 No obs-tante, cualquier Bessinnung der Erlebnis puede, al menos en principio, ser pues-to en palabras, as sea de manera inadecuada; se es el poder de la competenciasemntica y la textura abierta de cualquier langue dada. Por supuesto, algunosrealizan esta competencia en mucho mayor medida que otros.

    Buscar una palabra exhibe el fenmeno del pre-tener, que no es exacta-mente lo mismo que la anticipacin. Cuando se busca una palabra uno noconfronta, por as decirlo, todo el tiempo vivencial, o incluso el corpus enterode la lengua inglesa (japonesa, alemana, etc.). Ms bien, la bsqueda estlimitada a una regin semntica particular o a la relacin de varias regionessemnticas. La anticipacin, por otro lado, anticipa un pedazo de la totalidaddel tiempo vivencial no necesariamente relacionado con el lenguaje. La bs-queda no slo est delimitada gramatical y semnticamente; tambin est de-limitada contextualmente tanto por lo que uno acaba de decir o escribir como

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    por lo que uno intenta decir o escribir en seguida. Buscar palabras est por esopre-estructurado por el contexto lingstico, y si la bsqueda de palabra sefrustra o se tarda mucho, este contexto lingstico se vuelve ms y ms mani-fiesto; por ejemplo, pueden aparecer otras palabras ms o menos estrechamen-te relacionadas. Adicionalmente a los contextos gramaticales y semnticos,hay tambin horizontes de relevancia. En todos los casos hay un horizontesocial que se relaciona con la audiencia que el discurso supone, y los obligadoshorizontes retricos, incluyendo exigencia, ethos y pathos. Tambin hay hori-zontes ms especficos. Por ejemplo, en una clase en un aula hay horizontespedaggicos, que pueden incluir horizontes de ejemplaridad y de paradigma,o el horizonte de esforzarse por captar el sentido de la pregunta de un estu-diante para mejor responderla. La pre-estructura del buscar una palabra inclu-ye la intencin comunicativa de alcanzar a una audiencia y de decir algo acercade algo. As, la pre-estructura incluye rasgos de la praxis discursiva de la ac-cin comunicativa.44 El pre-tener del buscar una palabra incluye la propiaintencin hacia la situacin propia y la audiencia (por ejemplo, estando enoja-do uno puede escoger palabras para lastimar a su interlocutor). Esto afectanuestra seleccin de palabras, como Habermas seala al distinguir la accinestratgica de la accin comunicativa.45 El evento de buscar una palabra esparte del evento comunicativo,46 y como tal su pre-tener est enraizadoontolgicamente en la comunidad discursiva as como en el ego que busca lapalabra.47 De esta manera el pre-tener de la palabra buscada es parte de latextura ontolgica del discurso alguien que dice algo acerca de algo a al-guien en la praxis comunicativa.48

    El grado de cumplimiento y/o frustracin que acompaa la bsqueda depalabras depende, por supuesto, del xito que uno tenga en encontrar la pala-bra correcta. Encontrar la palabra correcta puede ser un aspecto de un con-cepto crtico de la verdad, en el cual la opinin se sintetiza con el significado ensu plenitud (Richtigkeit), como un resultado del anlisis crtico o la reflexincrtica.49 A veces uno se ve forzado a usar una palabra que se anuncia por smisma como no exactamente la correcta, en cuyo caso la intencin propia secumple slo parcialmente. En esos casos una parte de la intencin propia cons-ciente e inconsciente contina buscando la palabra correcta. La evi-dencia fenomenolgica del esfuerzo inconsciente es la experiencia de tener lapalabra correcta que sbitamente aparece a la conciencia cuando uno haba

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    dejado de esforzarse conscientemente. (Esto es similar a despertar a la mitad dela noche con la solucin a un problema que eludi el esfuerzo consciente y envigilia.) A veces uno encuentra justo la palabra correcta, y la intencin secumple completamente. Con frecuencia este cumplimiento no es ningunaforma de conciencia perceptual o imaginativa; puede ser una textura semnti-ca clara y distinta, que involucra la plena interrelacin de concepto, palabra,intencin prctica, etctera. Luego est el caso en el cual, a pesar de los esfuer-zos propios, la intencin se mantiene incumplida y uno se ve forzado a hablaralrededor de la idea que quiso expresar. Si uno sigue esta tctica, la palabracorrecta con frecuencia surge mientras uno habla alrededor de ella. En esoscasos uno est consciente de morar (en parte inconscientemente) en unaregin semntica particular, una regin que uno sabe (o al menos cree) que esel espacio semntico dentro del cual reside la palabra correcta.

    3. Buscar una palabra especfica

    Al buscar una palabra especfica, las anticipaciones y rememoraciones propiasson especialmente distintas, mientras que siguen estando hasta el momentoincumplidas. El caso es anlogo al de anticipar una nota en una meloda algofamiliar o al de buscar un objeto que uno sabe que est en el armario de la sala.Al menos al principio, por lo comn uno anticipa una recuperacin veloz dela palabra correcta, guiado por su ubicacin semntica en la rememoracin.Debido a que la palabra buscada es muy especfica, la bsqueda involucra unaubicacin estrechamente estructurada en la rememoracin. Es como si las pa-labras ya dichas condujeran a tiempo directamente justo hacia la palabra co-rrecta. Cuando surge una palabra incorrecta, o cuando uno no parece en-contrar la palabra, uno est agudamente consciente de este enfoque en la re-memoracin y en una presencia anticipacional intensificada del futuro inme-diato del discurso. A veces decimos: Esa no es la palabra correcta o Tengola palabra en la punta de la lengua.50

    La textura semntica es de una llana familiaridad, al menos al comienzo. Sesiente que la palabra est ya ah, a menos que el fracaso prolongado de labsqueda conduzca a la frustracin y a sentir la inercia de la langue. Inclusodonde uno espera encontrar la palabra correcta, la insercin en los horizon-

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    tes exhibe una amplia variedad de matices semnticos textuales. Algunas ve-ces uno no trata de traer a la mente la palabra propia, sino la palabra de otroautor o hablante. Buscar la palabra de otro es diferente de buscar la propiapalabra. Hay mayor grado de distanciamiento en el caso de las palabras deotro.51 La naturaleza pblica de la textura semntica es tal que incluso cuandose busca la palabra propia uno busca la palabra que cualquiera usara parahacer esta afirmacin, y por eso incluso aqu hay algo de distanciamiento.

    Al buscar una palabra especfica, uno se concentra en un sector del espaciosemntico definido y estrecho, prefigurado por la rememoracin y el contextodiscursivo; las palabras propias estn conduciendo precisamente a esta palabra.El sentimiento de su conveniencia est ah en la anticipacin incluso antesde que la palabra aparezca. Cuando la palabra incorrecta aparece choca conesta conveniencia y se siente equivocada, a la vez que se experimenta unaintencin incumplida o, si la palabra que aparece se encuentra en la reginsemntica de la palabra buscada, una intencin parcialmente cumplida, comocuando uno sale con una palabra de color no-exactamente-correcta para unartculo de vestir.

    El pre-tener de la palabra sobresale de manera distinta; uno tiene la sensa-cin de estar llevando a cabo una bsqueda muy cerrada. Dicha bsqueda aveces es acompaada por la aparicin de lo que uno cree que es una parte de lapalabra.52 Esto puede tomar la forma en la que uno dice S que comienza conb, o S que tiene dos slabas. (Por supuesto, uno puede estar equivocadoen tales creencias.) A veces uno recuerda el lugar y/o el tiempo en que tuvo suprimer encuentro con la palabra, como al recordar un libro o una conferenciaen la que se encontr con ella por primera vez (la fuente experimental prximade muchas notas al pie de pgina). De vez en cuando, aparecen palabras rela-cionadas, tales como sinnimos o antnimos, u otras palabras usadas en elcontexto del primer encuentro que se tuvo con la palabra.

    Es al buscar una palabra particular cuando el cumplimiento de la inten-cin puede ser mximamente completo. Todos experimentamos este cumpli-miento cuando encontramos la mismsima palabra que buscamos, a veces acom-paado por la emocin de regocijo, por ejemplo, en casos en que la palabra fuebuscada en un contexto social muy importante. Cuando las propias anticipa-ciones se frustran en una bsqueda de esa ndole uno se siente doblementefrustrado, precisamente porque sabe que sabe la palabra correcta. Esta frus-

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    tracin de incumplimiento o cumplimiento parcial parece que se incrementasegn el grado en que uno siente que su bsqueda es cerrada. El nivel defrustracin tambin es afectado por la exigencia retrica del discurso. A vecesse siente que es muy importante hablar de una manera precisa para construirethos, fomentar pathos y hacer la aseveracin que se quiere hacer. Ocurren ejem-plos de esta clase de bsqueda de palabra durante discursos polticos impor-tantes o cuando se discute con un ser querido. En el primer caso, uno puedeestar llevando a cabo una accin estratgica de Habermas, mientras que enel segundo caso uno puede estar llevando a cabo una accin comunicativa.En otros casos la frustracin puede ser bastante ligera, por ejemplo, cuando enuna conversacin informal uno termina usando un sinnimo en lugar de lapalabra buscada. En este caso, aunque se incumple la intencin original, lacercana semntica del sinnimo cumple parcialmente el intento comunicati-vo. Con frecuencia incluso la negacin de un antnimo de la palabra buscadaser en esos casos suficiente.

    El hecho de que uno piense con frecuencia en los sinnimos con insatisfac-cin muestra que las palabras son diferentes de los conceptos, que los concep-tos moran en espacios semnticos entretejidos, mientras que las palabras dis-ciernen esos espacios ms distintivamente. Por ejemplo, si uno est buscandola palabra derecho [right] y piensa en la palabra correcto [correct] (uopuesto de izquierdo [opposite of left]) no queda satisfecho, aun cuando (enla mayora de los contextos) estas palabras pueden ser usadas de manera inter-cambiable precisamente porque significan la misma cosa, recogen el mismoconcepto.53 Esto parece sugerir que los conceptos universales no pueden serexplicados por el nominalismo o el estructuralismo.

    No debe confundirse el cumplimiento de una intencin de encontrar unapalabra con el contenido fenomenolgico de una intencin lingstica. Es eneste segundo contexto en el que Husserl formula su regla i + s = 1. Cumplirla intencin de encontrar una palabra no involucra normalmente el cumpli-miento del significado de la palabra en la intuicin perceptiva o imaginativa,sino encontrar la palabra, esto es, hablar la palabra buscada, acompaada poruna intencin del sentido dentro del contexto de la textura semntica delpropio acto discursivo. Slo en circunstancias muy restringidas los dos rasgosfenomenolgicos ocurren simultneamente. Tales circunstancias incluiran, porejemplo, el testimonio de un escrupuloso testigo en un juicio, un artista o un

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    arquitecto hablando de su trabajo, un decorador de interiores visualizando unconjunto para un cuarto mientras se lo relata a un cliente, o un jardineroplaneando un jardn en soliloquio.

    4. Buscar una palabra que convenga a un concepto

    A veces, en nuestra accin discursiva no buscamos una palabra particular, sinouna palabra que convenga a un concepto. Frecuentemente ms de una palabrabastar para expresar el concepto deseado. Las estructuras de anticipacin yrememoracin de tal bsqueda estn menos concentradas que cuando se bus-ca una palabra particular; se ampla el espacio semntico un poco ms, admi-tiendo sinnimos, negaciones de antnimos y expresiones de un mayor radiode vigilancia, y por eso uno puede experimentar que los aspectos temporalesde la bsqueda son ms relajados y abiertos. Por supuesto, la intencincomunicativa puede tener mayor o menor precisin; a veces deseamos expre-sar justo el concepto correcto en justo la palabra correcta, y a veces esta-mos dispuestos a decidirnos por una expresin ms o menos precisa de unaregin semntica particular, y esta intencin comunicativa afecta los rasgosanticipacionales y de rememoracin del acto lingstico.

    En estos casos la textura semntica es, hablando relativamente, ms relaja-da, ampliada, menos demandante que en los casos en que se busca unapalabra particular incluso en los casos en que uno busca una expresinconceptual bastante precisa. La accin puede ser comunicativa o estratgica,intensa o informal, pero la estructura intencional en conjunto es la de unabsqueda menos-estrechamente-definida. El concepto puede ser expresado envarios Bedeutungen, de la misma manera en que una proposicin puede serexpresada en varias oraciones. En casos como este hablamos de tratar de trans-mitir una idea o un sentido, ms que una palabra particular. Estos casos fre-cuentemente se acompaan de expresiones tales como si sabes a lo que merefiero o para decirlo de alguna manera. Dichas locuciones son las huellaspblicas de nuestra intencin privada.54

    La textura semntica del conocimiento de conceptos tiene lugar a travs deuna combinacin de aprendizajes: de uno mismo, de los otros, del mundo, yde la(s) propia(s) lengua(s) materna(s). Ciertamente la experiencia humana no

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    est limitada o circunscrita por la langue que uno aprende. Todos luchamoscon sentimientos e ideas para los cuales tratamos en vano de encontrar unaadecuada expresin lingstica.55 Un beso, o un ramo de flores, pueden decirtanto acerca del amor o de la pasin como un soneto a veces ms (especial-mente si uno no es poeta). Tener meramente un concepto ante la propia con-ciencia de la textura semntica no basta para una intencin comunicativa.Uno puede saber lo que quiere decir pero no cmo decirlo, cuando se quierendar malas noticias a un amigo. Usualmente este esfuerzo es ms sutil y msdifcil que buscar una palabra particular. Los conceptos y las palabras no seponen en fila por parejas o en dobles hlices. Hay una gran cantidad de juegoentre concepto y palabra tanto que a veces no hay una palabra en la propialangue para un concepto particular. Esto es cierto en especial, aunque no ni-camente, respecto de las metforas. La migracin a travs del espacio semnticopuede estirar las fronteras conceptuales sin provocar la clase de ruptura lgicadel espacio conceptual que describe la teora de la tensin de Ricoeur sobre lametfora.56

    Un aspecto del espacio y la textura semnticos admite una discusin mscompleta. El lenguaje es comnmente llamado lineal debido a la forma enque es puesto en papel (piedra, etc.). Pero si nos atenemos a la fenomenologade la textura semntica, tenemos que hablar de regiones semnticas, suscitan-do metforas espaciales tridimensionales (para no mencionar la cuarta dimen-sin del tiempo, que tambin juega un papel). Incluso estas metforas nocapturan la complejidad de la textura semntica. En lugar de ello, algo msparecido al hiperespacio, que exige un anlisis vectorial n-dimensional, parecems apropiado. Un ejemplo nos ser aqu de ayuda. Si uno menciona Pars avarios individuos, aunque la mencin traiga a la mente en la audiencia ladenotacin unvoca capital de Francia, puede evocar connotativamente unaamplia variedad de respuestas semnticas. Una persona puede imaginar un mapade Europa, otra la torre Eiffel, otra el ambiente romntico, y otra ms un incidenteparticular en el que participa un mesero grosero. Tal imaginacin puede aparecercon o sin representaciones figurativas que la acompaen. Sin duda, estas respuestassemnticas no residen estrechamente juntas en ningn espacio semnticotridimensional imaginable, ni aparecen como cuentas en un cordn lineal.

    El pre-tener del buscar una palabra que convenga a un concepto es msrelajado que el pre-tener del buscar una palabra particular, pero ms ceido

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    que el de buscar un concepto. Tener un concepto en mente abre un poco laregin semntica de la bsqueda, sin recaer necesariamente en la nica pala-bra que conviene al concepto. Esto es similar a buscar en el espacio un objetoen un cuarto o en una casa, en lugar de hacerlo en el cajn de un tocador o enun armario. Los conceptos casi siempre pueden expresarse en miles de formas.Las excepciones son conceptos estipulados de un clculo como los de la lgicaformal y los de las matemticas, y ciertos conceptos cientficos que estn biendefinidos a travs de su insercin en la teora y la praxis cientfica (por ejem-plo, masa, aceleracin, inercia, capital, anticipacin).57 Sin embargo, el pre-tener de la palabra que conviene al concepto es afectado por varios apremios,incluyendo los apremios de a) la regin semntica del concepto, b) la gama depalabras disponibles de la langue que se relaciona en contexto con esaregin semntica, y c) la praxis comunicativa relevante en la cual uno esthablando, incluyendo la intencin comunicativa. Uno puede emplear la ac-cin estratgica para evitar que el pblico se percate de los horrores de laguerra expresando el concepto de civiles inocentes asesinados por nuestrossoldados como dao colateral. Uno puede tratar de construir ethos refirin-dose a la propia educacin como clsica o como bastante buena, depen-diendo del clculo que haga uno sobre el refinamiento de su audiencia. Enocasiones, para expresar humor incluso escogemos una palabra inapropiada,como en Antes no poda ni pronunciar fenomenolgo y ahora yo somos unode ellos.

    El cumplimiento que ocurre cuando uno busca una palabra que convengaa un concepto difiere del que ocurre cuando uno busca una palabra particular.En el incumplimiento la frustracin es, caeteris paribus, menos frustrante que albuscar una palabra particular porque la bsqueda en la regin semntica no estan cerrada. En muchos casos, encontrar una palabra que exprese un con-cepto diferente en una regin semntica estrechamente relacionada bastarpara procurarle a uno una intencin parcialmente cumplida. En el cumpli-miento uno encuentra ms una palabra oportuna que la (nica) palabracorrecta y por eso la textura del cumplimento es diferente de la que se invocaal buscar una palabra particular. En aquellos casos en que se encuentra unapalabra que de manera nica conviene a un concepto estrechamente definido,la textura del cumplimiento se acerca ms a la del cumplimiento al encontraruna palabra particular buscada. El cumplimiento de encontrar una palabra

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    que conviene a un concepto tiene por lo general como resultado la presencia ala conciencia tanto del concepto como de la palabra, presentados ambos enuna relacin de conveniencia.

    5. Buscar un concepto

    La estructura anticipacional del buscar un concepto difiere de la de buscar unapalabra particular o una palabra que convenga a un concepto. La presencia deuna bsqueda futura exitosa es menos distinta, y disminuye la confianza en elcumplimiento exitoso de la intencin propia. La gua que da la rememoracinno est tan bien determinada, y abarca una regin semntica ms amplia.

    La textura semntica es tal que el enfoque semntico que uno tiene es msnebuloso. Se revisa una regin semntica ms amplia, aun sin pensar o esperaruna palabra particular de la propia langue. Lo que aparece en la bsqueda es elarmazn semntico de los conceptos disponibles a travs de la langue, ms quelas palabras de la langue. Aqu la propia conciencia se dirige ms a los concep-tos que a las palabras. En algunos casos, la aparicin de una palabra de hechointerrumpe la bsqueda, al estar atada a un concepto distinto del que es bus-cado. En otros casos puede aparecer una variedad de palabras candidatas, ha-cindose necesaria una eleccin de trminos. Tal bsqueda puede expandir lalangue si uno se ve forzado por el contexto semntico a discernir un espacioconceptual extrao o incluso nuevo:

    Siempre es posible romper con la presin del lenguaje y darse cuenta de aspectosque los otros quiz no vean, aspectos que no han sido an institucionalizados en ellenguaje.58

    Buscar un concepto es ms abstracto que buscar una palabra. Mientras msamplia sea la regin semntica en que se busca, menos claros y distintos sonlos objetos de la intencin semntica, ms o menos como cuando se mira atravs de los lentes de unos binoculares ligeramente desenfocados. Dichasbsquedas se acompaan a veces de expresiones tales como: Qu estoy tra-tando de decir? o No estoy completamente seguro de cmo plantear esto, oNo estoy exactamente seguro de lo que quiero decir.

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    El pre-tener del buscar un concepto es ms indistinto, abstracto y nebulo-so que el pre-tener del buscar una palabra. Su textura es abierta y con frecuen-cia tenue y tentativa. El pre-tener es menos signitivo y ms eidtico que en elcaso de buscar una palabra. Esto vale incluso para los que no son fenomenolgos:cuando uno busca un concepto est lidiando directamente con eidei; aqu unomora ms en universales que en expresiones lexicalizadas. Por supuesto, stasaparecen con mayores o menores grados de claridad. Aqu uno puede de he-cho sentir que est esforzndose para rebasar la langue, para encontrar algoverdaderamente nuevo que decir.

    El cumplimiento del buscar un concepto no necesita en absoluto tenercomo resultado el hallazgo de una palabra. A veces decimos: S lo que quierodecir, pero no puedo encontrar las palabras. En tales casos uno encuentra unconcepto pero es incapaz de encontrar una palabra apropiada para expresarlo.Los neologismos aparecen con frecuencia en esas coyunturas en el discurso.Uno puede morar con las eidei sin una atadura a una palabra particular queaparezca. Sobra decir que una vez que un concepto ha sido localizado, en lamayora de los casos una palabra o una expresin apropiada a ese concepto seaparece rpidamente a la conciencia. La fenomenologa est llena de ejemplosde neologismos (protencin, desalejamiento, estar-en-el-mundo) y palabras oexpresiones que se usan en sentidos nuevos (con frecuencia colocadas entrecomillas para indicar dicho uso, por ejemplo, sujeto, ego, actitud inge-nua). Esos ejemplos indican la complejidad de las relaciones entre vivencias,conceptos y expresiones ya bien establecidas,59 y dichas relaciones no son est-ticas, sino vivenciales y dinmicas.60 Cuando uno simplemente no puede en-contrar un concepto apropiado, tiene una intencin completamente incum-plida. Por lo comn es a partir de este contexto que uno comienza a buscarconscientemente una metfora. La langue y su fondo conceptual han resistidoa nuestro empeo, y elegimos mostrar nuestra maestra sobre la langue.61

    6. Buscar una expresin metafrica

    A veces no meramente buscamos una palabra o una palabra que convenga aun concepto o incluso un concepto; a veces nos disponemos intencionalmentea encontrar una expresin metafrica. Al hacerlo estamos usando el espacio

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    semntico de nuestra langue para crear un elemento nuevo dentro o ms all dedicho espacio. Como lo plantearon Lakoff y Johnson: as, una metfora fun-ciona cuando satisface un propsito, a saber, entender un aspecto del concep-to.62 La idea de usar el espacio semntico es importante. Lakoff y Johnson63

    sealan que la metfora es en primer lugar una cuestin de pensamiento yaccin y slo derivadamente una cuestin de lenguaje. Nos volvemos hacia labsqueda de expresiones metafricas cuando, en nuestra experiencia, desea-mos expresar algo que no sabramos cmo expresar usando nuestro conoci-miento de la langue.64 En estos casos tenemos una sensacin intensificada delespacio semntico, y con frecuencia un tipo de frustracin muy especial, yaque creamos metforas en primer lugar para expresar cosas importantes.65 Par-te de su importancia es su novedad (al menos para nosotros), y el sentimientode necesidad de expresar esta novedad a los otros.66 Simplemente no podra-mos funcionar completamente como seres humanos sin metforas.67

    Al buscar una expresin metafrica, las estructuras de anticipacin y reme-moracin constrien de manera todava ms holgada que al buscar un concep-to. Aqu, la bsqueda es muy abierta, sin ser completamente libre. Las coac-ciones semnticas de la rememoracin son menos exigentes, lo que da comoresultado una bsqueda ms amplia. La anticipacin no est ni remotamen-te tan asegurada como cuando se busca una palabra particular o una palabraque convenga a un concepto, precisamente porque uno no puede estar segurodesde el principio de que en efecto encontrar una expresin metafrica apro-piada. En este sentido, la anticipacin es ms bien como la anticipacin alescuchar una cancin que no nos es conocida o al caminar alrededor de unobjeto que no conocemos; hay un contenido determinado para la anticipa-cin, pero es bastante indistinto y relativamente no vinculante. Uno est dis-puesto a invertir ms tiempo en buscar una metfora.

    La textura semntica involucrada al buscar una expresin metafrica esmuy diferente de la involucrada al buscar una palabra particular, una palabraque convenga a un concepto, o un concepto. Aqu se impone una clase muyespecial de exigencia a la competencia lingstica propia. En esta bsquedaest presente una notable libertad para reelaborar la langue. Esta libertad apa-rece incluso cuando uno se siente frustrado y relativamente fracasado en darcon una expresin metafrica. Esta experiencia de libertad es evidenciafenomenolgica de que, aunque constreidos por nuestra langue, todava esta-

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    mos en alguna medida a cargo de nuestra parole.68 El lenguaje no habla alhombre. El hombre habla el lenguaje y tiene la habilidad de cambiar el len-guaje con su hablar.69 De acuerdo con Ricoeur,70 es el proceso metafrico elque puede decirse que genera todos los campos semnticos. Adems, estaexperiencia muestra la irreductibilidad del ego trascendental intersubjetivoen su papel en el discurso y la accin comunicativa. Por supuesto que unohabla de algo a alguien, pero al mismo tiempo, uno habla.71 La textura semn-tica de buscar una expresin metafrica contiene una paradoja esencial, puesse usan las reglas y coacciones de la langue para abrirse paso a travs de esasreglas y coacciones sin destruirlas o quitarlas. Uno siente las coaccionescomo lazos que deben romperse, como inercia semntica que hay que vencer.Es aqu donde la competencia lingstica se muestra ms plenamente. La tex-tura semntica es una textura de fijeza y flexibilidad al mismo tiempo. Lo fijoson las coacciones sentidas de la langue, cuyas regiones en el espacio semnticohan sido esculpidas por las necesidades, preocupaciones y aspiraciones de nues-tros antepasados lingsticos. Nuestro lenguaje est tan atado a los mundosnaturales y culturales que las coacciones sobre nuestro significar son tan fuer-tes como las coacciones sobre nuestro movimiento. La humanidad aprendi avolar con mucho gasto de tiempo, vida, trabajo e ingeniosidad. De la mismamanera, nuestra langue es el resultado de mucho trabajo y sacrificio.72 Buscaruna metfora es difcil porque uno est tratando de articular algo que quiz noha sido expresado por nadie en los miles de aos que pasaron en el desarrollode nuestro lenguaje. Las regiones semnticas comienzan a aparecerdistorsionadas de una forma que recuerda los cuartos que distorsionan la per-cepcin en los parques recreativos. Por eso una parte de la textura semnticadel buscar una expresin metafrica es un reconocimiento de la singularidadpropia y de la singularidad de la situacin que lo condujo a uno a entremeter-se con su langue. Los poetas, sobre todo, estn conscientes de su singularidady tambin de su responsabilidad para con la langue. Rara vez las metforasson creadas arbitrariamente, pero usualmente se lucha por conseguirlas eninstancias importantes de praxis comunicativa donde uno debe decir locorrecto aun cuando no exista todava. La finitud y la fragilidad de la huma-nidad aparecen en la bsqueda de una metfora.

    Y sin embargo tambin hay flexibilidad, poder, competencia semntica.El ego est consciente (en algn nivel, por lo menos) de que el hombre domi-

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    na el lenguaje de la misma manera en que domina el vuelo. No pueden cam-biarse las reglas de la naturaleza pero pueden ser aprendidas y superadas, almenos en cierta medida. De la misma manera, las reglas de la langue tienenque ser aprendidas si uno quiere producir expresiones metafricas. stas nopueden ser creadas enteramente de una pieza, sino que deben ser arrancadasde las regiones lingsticas y conceptuales que ya existen. El poder de la com-petencia lingstica propia aparece de distintas maneras, desplegndose desdeel Eureka de una metfora exitosa y el consiguiente sentimiento de podersobre la langue hasta la humillacin ante el poder y la inercia de la langue,cuando uno, para su frustracin, no puede cumplir la intencin de formularuna expresin metafrica.

    El pre-tener en el buscar una expresin metafrica es todava ms abstractoy tenue que cuando se busca un concepto. Al buscar un concepto normal-mente uno est en armona con su langue, mientras que al buscar una expre-sin metafrica uno est consciente de las limitaciones de la langue, uno luchacon la langue para actualizar una libertad semntica que por lo comn se man-tiene tcita en la parole. Con frecuencia no est uno seguro de su xito futuro.Se suele decir cosas como: Cmo podra uno decir esto? O: No hay nisiquiera palabras para lo que quiero decir. Sin embargo, el pre-tener se acom-paa (en algn nivel y hasta cierto punto, sin duda) con una probadita antici-pada del cumplimiento de la propia intencin. Esa es la naturaleza de unaintencin. En el caso de buscar una expresin metafrica, uno est consciente(de nuevo, hasta cierto punto) de que uno puede decir las cosas en nuevaspalabras. Todos tenemos experiencia de gente que crea expresiones metafricas.Esta es una parte esencial de aprender un lenguaje, de adquirir competencialingstica. Los nios lo hacen. Incluso los chimpancs lo han hecho.73 Comoresultado de este proceso de adquisicin de competencia lingstica, la reac-cin normal ante una intencin incumplida de buscar una expresin metafricaes un sentimiento del fracaso propio, ms que del fracaso de la langue. Decimos:Simplemente no puedo ponerlo en palabras, en vez de: El ingls no sirvepara este caso.

    El cumplimiento en el buscar una expresin metafrica es, cuando tienexito, una conciencia de una palabra o frase nueva, y en algunas ocasionestambin de una nueva confluencia de conceptos. La metfora resultante essentida ms como apropiada que como correcta. En tales casos uno est

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    consciente, como parte de su competencia lingstica, de la libertad del ego.Con frecuencia se presenta un sentimiento de satisfaccin y de logro, de habersuperado con xito la inercia y la resistencia de la langue. Por otro lado, cuandofalla la bsqueda de una expresin metafrica uno est consciente de la limita-cin de la propia competencia lingstica y de las limitaciones de la langue.Esto se siente como un doble fracaso.

    7. Conclusin

    Hemos encontrado que, a pesar de la usual falta de cumplimiento de intencio-nes sensoriales o imaginativas, hay una gran variedad de fenmenos involucradosen la bsqueda de palabras. Las estructuras de anticipacin y rememoracin,la textura semntica, y el pre-tener se fueron gradualmente haciendo menosrestrictivos al irnos desplazando de buscar una palabra especfica, una palabraque conviene a un concepto, buscar un concepto, y buscar una expresinmetafrica.

    Estos hallazgos pueden resumirse con el siguiente esquema:

    Ms restrictivo

    buscar una palabra especficaanticipacin/ rememoracin buscar u