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RESUMEN La recepción del Concilio en las distintas áreas geográficas y culturales es una temática que adquiere con justicia creciente actualidad. En febrero de 2011 se desarrolló en Maguncia, Alemania, un seminario destinado a comparar distin- tas experiencias sinodales europeas que, inmediatamente posteriores al Conci- lio, buscaron traducir en las circunstancias locales las líneas de aquella Asam- blea. En el concierto de esas experiencias posconciliares, un evento emblemáti- co y sin par resultó la Conferencia del Episcopado latinoamericano en Mede- llín (1968). Para dicho seminario fueron elaboradas las siguientes reflexiones que prestan atención, de modo particular, a la ocasión de la convocatoria y al estatus eclesial-canónico de la Conferencia. El texto privilegia a la bibliografía de la época, a las actas de la Conferencia y a los testimonios de los protagonis- tas, de modo de intentar reconstruir el episodio “desde dentro”. Palabras clave: Concilio Vaticano II – CELAM – Concilio plenario – II Con- ferencia del Episcopado latinoamericano ABSTRACT The reception of the Second Vatican Council in the various geographical and cultural areas is a topic that deservedly acquires increasing importance. In February 2011, a seminar took place in Mainz, Germany, which aimed to compare the different experiences of the European Synods that immediately after the Council sought to translate the assembly guidelines in the local cir- cumstances. In the development of these experiences, an outstanding event was the Conference of the Latin American Bishops in Medellin (1968). The following thoughts, which focus on the occasion of the convocation and the 25 Revista Teología • Tomo XLIX • Nº 108 • Agosto 2012: 25-53 CARLOS SCHICKENDANTZ ÚNICO EJEMPLO DE UNA RECEPCIÓN CONTINENTAL DEL VATICANO II Convocatoria, desarrollo y estatuto eclesial-jurídico de la Conferencia de Medellín (1968) REVISTA TEOLOGIA 108 pag. 7 a 90:Maquetación 1 7/9/12 11:03 Página 25

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Concilio Vaticano II

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  • RESUMEN

    La recepcin del Concilio en las distintas reas geogrficas y culturales es unatemtica que adquiere con justicia creciente actualidad. En febrero de 2011 sedesarroll en Maguncia, Alemania, un seminario destinado a comparar distin-tas experiencias sinodales europeas que, inmediatamente posteriores al Conci-lio, buscaron traducir en las circunstancias locales las lneas de aquella Asam-blea. En el concierto de esas experiencias posconciliares, un evento emblemti-co y sin par result la Conferencia del Episcopado latinoamericano en Mede-lln (1968). Para dicho seminario fueron elaboradas las siguientes reflexionesque prestan atencin, de modo particular, a la ocasin de la convocatoria y alestatus eclesial-cannico de la Conferencia. El texto privilegia a la bibliografade la poca, a las actas de la Conferencia y a los testimonios de los protagonis-tas, de modo de intentar reconstruir el episodio desde dentro.

    Palabras clave:Concilio Vaticano II CELAM Concilio plenario II Con-ferencia del Episcopado latinoamericano

    ABSTRACT

    The reception of the Second Vatican Council in the various geographical andcultural areas is a topic that deservedly acquires increasing importance. InFebruary 2011, a seminar took place in Mainz, Germany, which aimed tocompare the different experiences of the European Synods that immediatelyafter the Council sought to translate the assembly guidelines in the local cir-cumstances. In the development of these experiences, an outstanding eventwas the Conference of the Latin American Bishops in Medellin (1968). Thefollowing thoughts, which focus on the occasion of the convocation and the

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    CARLOS SCHICKENDANTZ

    NICO EJEMPLODEUNARECEPCINCONTINENTALDEL VATICANO II

    Convocatoria, desarrollo y estatuto eclesial-jurdico de laConferencia de Medelln (1968)

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    ecclesial-canonical status of this Conference, were drawn up for the afore-mentioned seminar. In order to describe the episode from within the textgives priority to the bibliography of that time, the proceedings of the Con-ference and the testimonies of the protagonists.

    Key Words: Second Vatican Council CELAM Plenary Council II Con-ference of the Latin American Bishops

    La recepcin del Concilio en las distintas reas geogrfico-cul-turales y espacios eclesiales es una temtica que, lejos de perder inte-rs, adquiere, con justicia, creciente actualidad. Ms an cuando en elao 2012 se cumplen cincuenta aos de la iniciacin de la Asambleaconciliar, en octubre de 1962. Las tensiones existentes en las diversasformas de interpretar el significado y alcance del Vaticano II estnestrechamente relacionadas, en el discurso oficial y en las publicacio-nes e iniciativas ms diversas, a un anlisis de la situacin actual de laIglesia, a una reflexin sobre las causas de algunos problemas mani-fiestos, a un esbozo de las estrategias y caminos que debe recorrer elcristianismo para cumplir su tarea de hacer presente al Dios reveladoen Jesucristo y su Espritu para las generaciones de nuestro tiempo.

    En ese marco amplio se desarroll en el mes de febrero de 2011en Maguncia, Alemania, un seminario destinado a comparar distintasexperiencias sinodales europeas que, inmediatamente posteriores alConcilio, buscaron traducir en las circunstancias locales las lneas deaquella Asamblea. En el concierto de esas experiencias posconciliares,un evento emblemtico y sin par result la Conferencia del Episcopa-do latinoamericano en Medelln, Colombia, en 1968. Para el pblicode dicho congreso de Maguncia, y en nombre del Centro ManuelLarran, fueron elaboradas las siguientes reflexiones que prestan aten-cin, de modo particular, a la ocasin de la convocatoria y al estatuseclesial-cannico de la Conferencia. El texto privilegia, particularmen-te, a la bibliografa de la poca, a las actas de la Conferencia y a los tes-timonios de los protagonistas, de modo de intentar reconstruir el epi-sodio desde dentro, y no simplemente darlo por supuesto, hablan-do sobre l (con todos los lmites que tiene esta pretensin herme-nutica). Est prevista una publicacin alemana ms breve que sta,junto con todas las contribuciones de dicho seminario, para el segun-do semestre del ao 2012.

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    1. Primer antecedente: Concilio Plenario Latinoamericano de 1899

    La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano fueprecedida por dos acontecimientos de relieve continental. El primero, elConcilio Plenario Latinoamericano desarrollado en Roma entre el 28 demayo y el 9 de julio de 1899.1 Como pone de relieve el historiador uru-guayo P. Gaudiano, el trmino Concilio Plenario tiene una naturalezade carcter jurdico.2 No refiere a un concilio nacional, al que asisten losobispos de una determinada nacin; tampoco a un concilio provincial,formado por los obispos que integran una provincia eclesistica, o sea elmetropolitano y sus obispos sufragneos; ni tampoco a un concilio dio-cesano. A fines del siglo XIX, recuerda Gaudiano, no exista una normauniversal para reglamentar los Concilios plenarios. Esta figura cannicarecin sera recogida en el primer Cdigo de Derecho Cannico de 1917.La peculiaridad del Concilio plenario que tuvo lugar en Roma en 1899reside en que estuvo integrado por los episcopados de todos los paseslatinoamericanos por una convocacin hecha por el Papa;3 de hecho, concriterio de representatividad, asisti la mitad del episcopado latinoameri-cano.4 Si bien a fines del sigloXIX exista una tradicin de concilios pro-vinciales e incluso nacionales, no haba antecedentes sobre concilios con-

    1. Cf. P. GAUDIANO, La preparacin del Concilio Plenario Latinoamericano segn la docu-mentacin vaticana, Teologa 72 (1998) 105-132; A. PAZOS; D. PICCARDO, El Concilio Plenario de Am-rica Latina. Roma 1899, Madrid Frankfurt, Iberoamericana - Vervuert, 2002; J. SARANYANA, Teologaen Amrica Latina. III. El siglo de las teologas latinoamericanas (1899-2001), Madrid, Frankfurt,Iberoamericana - Vervuert, 2002, 40-60.

    2. Cf. El Concilio Plenario Latinoamericano (1899): Preparacin, celebracin y significa-cin, Revista Eclesistica Platense [La Plata, Argentina] CI (1998) 1063-1078.

    3. En la tradicin cannica que se plasmara en el Cdigo de 1917 (can. 281), la asamblea con-ciliar que reuna ms de una provincia eclesistica reciba el nombre de plenaria. Se comprendeentonces, argumenta L. ESCALANTE, que al planificarse una reunin episcopal continental el calificati-vo tcnicoms cercano fuera el de concilio plenario. En la codificacin de 1983 los trminos han reci-bido otra acepcin; plenario coincide ahora con la extensin territorial de una conferencia episco-pal, asignndole a ella misma la decisin sobre la convocacin (can. 439). Cf. La estructura jurdica ysinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y de la Reunin de los Obispos de Amri-ca, Thesis ad doctoratum in Iure Canonico, Pontificia Universitas Sant Crucis, Rom, 2002, 43.

    4. Es interesante la observacin de Escalante: dado que no asistieron todos, sino slo losmetropolitanos (provincia eclesistica, nica estructura supradiocesana existente entonces) yaquellos obispos con una nica sede episcopal en un pas, la reunin se pareci ms a un snodoque a un concilio, ya que en la tradicin cannica a los concilios plenarios asistan todos los ordi-narios del territorio en cuestin, ibid., 45. Participaron 13 arzobispos y 40 obispos. Pero, como afir-ma Escalante, no quedan dudas de la autoridad legislativa del Concilio plenario, ya que en la tra-dicin cannica el concilio, an el provincial, siempre ha gozado de una potestad propia reconoci-da en la legislacin universal, ibid., 46 nota 107.

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  • CARLOS SCHICKENDANTZ

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    tinentales, debindose definir este concilio como sui iuris () Luego delmismo no se han repetido asambleas similares, aunque no estn prohibi-das ni son impracticables.5 Len XIII realiz dicha convocatoria en1898, a travs de las letras apostlicas Cum Diuturnum.6 Tratndose deun Concilio, la asamblea revesta autoridad legislativa sobre todo el con-tinente,7 mientras que las futuras Conferencias Generales del Episcopa-do Latinoamericano no tendran esa autoridad cannica.

    El documento en que por primera vez y de manera explcita sepropone a la Santa Sede la celebracin de un Concilio de los obisposde Amrica Latina, fue escrito por Mons. Mariano Casanova, arzobis-po de Santiago de Chile. Se trata de una carta dirigida a Len XIII,fechada el 25 de octubre de 1888. Frente a los peligros de los gobier-nos civiles y al de las sectas masnicas, que se concretaban, por ejem-plo, en las leyes del llamado matrimonio civil, separacin de la Iglesiay del Estado, la propuesta de Mons. Casanova de que la reunin inclu-yera al episcopado de Amrica del Sur, estaba motivada, segn suspalabras, en que todos tenemos el mismo origen, y por ello, hablamosel mismo idioma, vivimos las mismas costumbres, producimos las mis-mas leyes, disfrutamos las mismas tradiciones y finalmente, tememoslos mismos peligros. Al final de su carta, Mons. Casanova proponaque sean convocados tambin todos los Obispos Mexicanos, portener el mismo origen.8 La solicitud de Casanova fue aceptada sinmayor demora, en enero de 1889.

    5. Ibid., 42.6. Cf. la opinin que aade P. GAUDIANO de un profesor de la poca,Wernz, en un libro impre-

    so en 1899: Los Concilios Plenarios segn el derecho comn actualmente vigente, ni estn pres-criptos, ni generalmente permitidos, ni son ordenados por estatutos singulares; nicamente debensu legtima constitucin y autoridad de la delegacin de la Sede Apostlica, El Concilio PlenarioLatinoamericano (1899), 1063.

    7. Texto del Concilio Plenario:Ttulo XVI: 994. Con filial reverencia, y corazn obedientsi-mo, sometemos a la Santa Sede Apostlica, todas y cada una de las cosas que en este Concilio Ple-nario se han decretado y sancionado, en pro de las necesidades de la Iglesia y de la salvacin delas almas en nuestros pases.Y como ninguna ley puede tener fuerza de obligar, si no se promul-ga, determinamos que, apenas hayan sido examinados y reconocidos los decretos de este Conci-lio por la Santa Sede, inmediatamente se promulguen; y decretamos que, pasado un ao de susolemne promulgacin, tengan fuerza obligatoria, y surtan pleno efecto en todas las Iglesias de laAmrica Latina, como si hubiesen sido promulgados en cada una de las dicesis, vicariatos, pre-fecturas y misiones.

    8. Cf. todas las citas tomadas de P. GAUDIANO, La preparacin del Concilio Plenario Latino-americano segn la documentacin vaticana, 109. Cf. lo central de la propuesta de Casanova: con-

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  • Luego de varios aos de trabajo se present en 1897 el SchemaDecretorum pro Concilio Plenario Americae Latinae; constaba de msde 480 pginas y 1012 artculos. Al comparar este Schema de 1897 conel texto final del Concilio, finalmente promulgado el 1 de enero de1900, se advierte que bsicamente la estructura de ambos es lamisma, con pocos cambios significativos.9

    La poltica romana de entonces sobre Amrica Latina, que se plas-m en el Concilio Plenario, puede sintetizarse en tres puntos: a) toda laAmrica Latina forma una unidad catlica; b) el problema fundamentales el clero: escaso y mal preparado; c) los esfuerzos han de centrarse eninculcar en la jerarqua la reforma del clero, conditio sine qua non parapoder afrontar la organizacin de los laicos para que influyan intelectualy polticamente en la sociedad.10 En este sentido, el Concilio Plenariofue un intento de asentar las bases para la reforma del clero americanoy para la unificacin de los criterios episcopales en el continente, consi-derado como un conjunto.11 El extenso texto final contiene, en primertrmino, una exposicin clara de la doctrina dogmtica de la poca (fe,revelacin, Iglesia catlica, Romano pontfice, etc.), con citas de Trento ydel Vaticano I particularmente. Pero su valor principal reside en ladimensin jurdico-disciplinar sobre los ms variados asuntos de la vidade la Iglesia: constituye una excelente compilacin de buena parte de lalegislacin eclesistica de la poca.12 Unific normas dispersas en elderecho y, de esta manera, se adelant al Cdigo de Derecho de 1917.13

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    [NICO EJEMPLO DE UNA RECEPCIN CONTINENTAL DELVATICANO II]

    vocar un Concilio Regional de todos los Arzobispos y Obispos de Amrica Meridional, para que conla agregacin de las luces de su ciencia, de su prudencia y experiencia, examinemos las necesida-des de nuestras Iglesias, descubramos qu debe hacerse en los presentes tiempos tan calamitosos,hacer frente como si fusemos un muro -con la comn autoridad y fuerzas- a toda obra e industriadel torrente de iniquidad; poner freno a los intentos de los hombres maliciosos (...), y sobre todounirnos ms a la Santa Iglesia Romana, Madre y Principio de las Iglesias, tambin lo pertinente alas ceremonias litrgicas...

    9. Cf. P. GAUDIANO, La preparacin del Concilio Plenario Latinoamericano, 119-120. Puedeconsultarse la versin castellana oficial completa en http://multimedios.org/docs/d000021 Sobrelas vicisitudes en torno a la sede del Concilio y los motivos que llevaron a concretarla en Roma, cf.P. GAUDIANO, La preparacin del Concilio Plenario Latinoamericano, 121-124.

    10. Cf. A. PAZOS, El iter del Concilio Plenario Latinoamericano de 1899 o la articulacin de laIglesia latinoamericana, Archivo de Historia de la Iglesia 7 (1998) 185-206, 188ss.

    11. Ibid., 186.12. P. GAUDIANO, El Concilio Plenario Latinoamericano (1899): Preparacin, celebracin y sig-

    nificacin, Revista Eclesistica Platense [La Plata, Arg] CI (1998) 1063-1078, 1078.13. Sobre la aplicacin del Concilio en las dicesis latinoamericanas, cf. una breve presenta-

    cin en J. SARANYANA, Teologa en Amrica Latina. III, 52-60.

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  • 2. Segundo antecedente: I Conferencia General del EpiscopadoLatinoamericano de 1955

    Un segundo antecedente relevante de la Conferencia de Mede-lln lo constituy la I Conferencia General del Episcopado Latino-americano que se reuni en Ro de Janeiro entre el 25 de julio y el 4de agosto de 1955. El criterio de representacin para la participacinde los obispos fue similar al del Concilio plenario de 1889; los parti-cipantes deban proceder, ante todo, de las provincias eclesisticas.Aunque el trabajo en siete Comisiones y las mismas Conclusionesmuestran una agenda variada de temas pastorales, la Conferencia deRo tuvo un tema medular indiscutible, tanto en la propuesta de PoXII,14 como en la preocupacin de los mismos participantes: laConferencia ha tenido como objeto central de su labor el problemafundamental que aflige a nuestras naciones, a saber: la escasez desacerdotes.15

    Las Conclusiones se dividieron en once ttulos: los dos primerosdedicados al clero, el tercero a los religiosos, el cuarto a los auxiliaresdel clero (laicos), luego, a la organizacin de la cura de almas, a losmedios especiales de propaganda, al protestantismo y otros movi-mientos anticatlicos, a los problemas sociales (vivienda, salario,etc.), a las misiones, indios y gente de color, a la inmigracin ygente del mar y, finalmente, el ttulo decimoprimero referido al Con-sejo Episcopal Latinoamericano, al que aludimos ms abajo. Jurdica-mente considerada, la Conferencia de Ro, aunque enmarcada en elcanon 292 del Cdigo de Derecho Cannico de 1917, no era legislati-va ni, estrictamente hablando, vinculante para los obispos, ya que notena el carcter conciliar.16 As se formula en el Prlogo a las Conclu-siones: no conciliar. Sus decisiones tenan la fuerza del consenso y

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    14. Carta Apostolica Ad Ecclesiam Christi del papa Pio XII a los obispos latinoamericanos, 29de junio de 1955: (...) a esta consideracin nuestra se une sin cesar una trmula ansiedad al no veran resueltos los graves y siempre crecientes problemas de la Iglesia en Amrica Latina, especial-mente el que con angustia y con voz de alarma es denunciado justamente como el ms grave ypeligroso: la insuficiencia del clero.

    15. Declaracin de los cardenales, obispos y dems prelados representantes de la jerarquade Amrica Latina reunidos en la Conferencia Episcopal de Ro de Janeiro, 4 de agosto de 1955, I.

    16. J. SARANYANA, Teologa en Amrica Latina. III, 103. Cf. el documento completo de Ro,www.celam.org/ nueva/CELAM/conferencia_rio.php

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    constituan propuestas de orden pastoral.17 Constituy un foro suiiuris, una estructura praeter codicem, tal como lo fue en su momen-to el Concilio plenario de 1889.18 Fue pensada, no sobre la estructurade los concilios particulares, sino sobre el modelo de las conferenciaspolticas, que buscan acuerdos de gran alcance y extensin. Sus con-clusiones son de naturaleza consultiva, sin trminos preceptivos. ()Sin embargo, estas sugerencias, sustentadas por la autoridad moral dela asamblea y del convocante, adquieren el valor de programa de dina-mismo pastoral, ordenados a la accin.19 Por la similitud de su meto-dologa de trabajo se anticipaba a lo que, luego del Vaticano II, sera lametodologa del snodo de los obispos. La forma colegiada de su for-mulacin, la aprobacin por parte de la Santa Sede y la amplia recep-cin de un magisterio colectivo de obispos de un continente haran deestos eventos, ya no slo el de Ro de Janeiro, un ejemplo de sinoda-lidad magisterial.20

    Pero la Conferencia de Ro ha pasado a la historia por una de susresoluciones: la creacin del CELAM. En el ltimo captulo del Docu-mento final se afirma que la Conferencia General del EpiscopadoLatinoamericano por unanimidad ha aprobado pedir, y atentamentepide a la Santa Sede Apostlica, la creacin de un Consejo EpiscopalLatinoamericano... que estar compuesto por los Representantes de lasConferencias Episcopales Nacionales. Sern funciones del Consejo: a)estudiar los asuntos que interesan a la Iglesia en la Amrica Latina; b)coordinar las actividades; c) promover y ayudar obras Catlicas; d)preparar nuevas Conferencias del Episcopado Latinoamericano, cuan-do fueren convocadas por la Santa Sede. Se estableca, adems, quesesionara una vez al ao en una sede a designar. Pocas semanas des-

    17. Cf. H. PARADA, Crnica de Medelln. Segunda Conferencia General del Episcopado Latino-americano, Bogot, 1975, 29: Las Conferencias generales del Episcopado Latinoamericano no hansido an objeto de una mayor precisin jurdica. () El Decreto Conciliar Christus Dominus contie-ne en sus artculos 36 a 41 disposiciones sobre Snodos, Concilios y Conferencias Episcopales, lasque slo en un sentido vagamente analgico se pueden aplicar al caso de las Conferencias Gene-rales del Episcopado Latinoamericano. Por eso es que estas reuniones requieren, prcticamente,disposiciones propias para cada nueva oportunidad.

    18. L. ESCALANTE, La estructura jurdica y sinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano, 72.19. Ibid., 73s. Cf. la formulacin de Medelln: XV, 27. Las Conferencias Episcopales han de

    ser los rganos de aplicacin de los acuerdos de las Conferencias Generales del Episcopado Lati-noamericano.

    20. Ibid., 74.

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  • pus, el 24 de septiembre, la Santa Sede inform a los representantespontificios en Amrica Latina que Po XII haba acogido favorable-mente la iniciativa y el 2 de noviembre de ese ao se aprob la institu-cin del Consejo Episcopal Latinoamericano. Si bien algunos desta-can el esfuerzo de centralizacin llevado a cabo por la Santa Sede,21

    tambin advierten la necesidad de apoyo que tena una estructuranueva. En este sentido, debe reconocerse, que el impulso de la SantaSede ayud al trabajo de las conferencias,22 que, por otra parte, estabanviviendo un claro movimiento de expansin en el panorama eclesialinternacional: al comienzo de 1959 las conferencias latinoamericanaseran ms de un tercio de las conferencias del mundo entero y ms dela mitad de aquellas que haban obtenido la aprobacin pontificia.23

    No obstante, debe advertirse, como lo subraya Feliciani, que elCELAM representaba una institucin totalmente nueva.24 Si bien esverdad que en algunos pases europeos (Espaa, Italia, etc.) existanconferencias limitadas a la representacin de regiones o provincias, sutarea institucional no era, como la del CELAM, promover y coordi-nar la actividad de las conferencias episcopales nacionales. Completa-mente nuevo es el reconocimiento de la necesidad de insertar las orga-nizaciones nacionales del episcopado en el contexto ms vasto de cola-boracin a nivel continental e intercontinental, que por primera vez enla historia de los conventus episcoporum, encuentra expresin institu-cional.25 Pero, debe subrayarse con claridad, el CELAM no constitu-ye una conferencia continental, sino slo un rgano de contacto y decolaboracin de las Conferencias Episcopales,26 un organismo

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    21. En esta lnea puede ser interpretada, tambin, la creacin en abril de 1958 de la Comi-sin Pontificia para Amrica Latina. Cf. G. FELICIANI, Le conferenze episcopali, Bologna, 1974, 288ss.

    22. Cf. ibid., 287ss.23. Cf. ibid., 290.24. Ibid., 329 nota 145. Cf. tambin, un juicio anlogo de entonces: Es el nico rgano de

    cooperacin colegial que existe por ahora en el amplio mundo de la Iglesia catlica, J. MEJA,Bogot y Medelln, Criterio 1550 (1968) 424-427, 428.

    25. G. FELICIANI, Le conferenze episcopali, 291 (cursiva ma). Cf. los nombres y las fechas defundacin de los organismos anlogos de otros continentes en L. ESCALANTE, La estructura jurdicay sinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano, 49s. Por primer vez en el Motu proprio Aposto-los suos de 1988, nota 33, encuentran una denominacin oficial comn: Reuniones Internaciona-les de Conferencias Episcopales (Conferentiarum Episcoporum internationales coniunctiones).

    26. Cf. el discurso de M. LARRAN frente a Pablo VI en la audiencia que conmemoraba el Xaniversario del CELAM, 10 de noviembre de 1965, en Escritos completos. 1. La Iglesia en su vidantima, Santiago, 1976, 445-448, 445: En esa misma comunin eclesial, los Obispos de Amrica

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  • carente de potestad legislativa.27 Esta aclaracin ha sido necesariorepetirla continuamente, tambin por la manifiesta preocupacin,expresada desde diversos intereses,28 de que dicho organismo hicierapeligrar la autonoma diocesana. El valor del CELAM se hace msvisible cuando se advierte que recin en 1966, con el Motu proprioEcclesi sanct de Pablo VI, se legisl la obligacin de instituir lasconferencias episcopales nacionales (41. 1) y se explicit que se pod-an mantener relaciones entre las Conferencias episcopales de diver-sas naciones, enumerando formas posibles de cooperacin (41. 5). En1966 exista una nica experiencia: el CELAM.

    Como anota la obra de Saranyana, con el transcurrir de los prime-ros aos se fueron precisando las funciones del CELAM y se encontraronlas personas adecuadas para su marcha. La primera asamblea se concreten 1956; hasta la II Conferencia General en Medelln en 1968 se celebra-ron once asambleas ordinarias. ElCELAMtomverdaderamente consis-tencia durante el Vaticano II y en el perodo inmediatamente posterior.29

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    [NICO EJEMPLO DE UNA RECEPCIN CONTINENTAL DELVATICANO II]

    Latina expresan en el CELAM su unin fraterna, en una tarea comn. El CELAM no es ni ser unorganismo que se coloca sobre las Conferencias Episcopales, cuya importancia este Concilio acabade consagrar, sino que es, en cambio, coordinacin de esfuerzos, integracin de actividades pasto-rales, comunicacin de experiencias y, sobre todo, humilde servicio fraterno, en aras de un mismoideal: la salvacin del destino cristiano de Amrica Latina.

    27. L. ESCALANTE, La estructura jurdica y sinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano, 173.28. Cf. una muy elocuente correccin vaticana al texto elaborado por los obispos en la V

    Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, Brasil, 2007. En el nmero ori-ginal 199 expresaba: El CELAM es un organismo eclesial de fraterna colegialidad episcopal... Enel texto corregido, ahora 183, dice: El CELAM es un organismo eclesial de fraterna ayuda episco-pal (ambas cursivas mas). El sentido restrictivo se corresponde con la enseanza del motu pro-prio de Juan Pablo II, Apostolos suos, 12: la colegialidad episcopal en sentido propio y estricto,pertenece slo a todo el Colegio episcopal que, como sujeto teolgico, es indivisible. Aunque seadmite que el ejercicio conjunto del ministerio episcopal aplica concretamente el espritu colegial(affectus collegialis), que es el alma de la colaboracin entre los Obispos, tanto en el campo regio-nal, como en el nacional o internacional. A. ANTN, por ejemplo, quien se atribuye la autora de ladistincin afectiva-efectiva en el Snodo de 1969, habla de una colegialidad parcial; entiende quelimitar las expresiones colegialidad o colegial slo al sentido restringido tiene poco sentido,citado en L. ESCALANTE, La estructura jurdica y sinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano, 37-38. Cf. en la lnea de Antn la formulacin en Medelln: XV. Pastoral de Conjunto, 29. Cf. tambin laformulacin de Puebla: 657. Nos empeamos para que esta colegialidad, de la que Puebla, comolas dos Conferencias Generales que la precedieron, constituye un momento privilegiado, sea elsigno ms fuerte de credibilidad del anuncio y servicio del Evangelio, en favor de la comunin fra-terna en toda Amrica Latina. Las sucesivas reformas de los estatutos del CELAM han mostradoesta dinmica; de la simple caracterizacin de colegialidad a la expresin ltima: signo e instru-mento del afecto colegial. Ver la evolucin del problema en L. ESCALANTE, La estructura jurdica ysinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano, 90ss.

    29. J. SARANYANA, Teologa en Amrica Latina. III, 108. Cf. la observacin de E. DUSSEL, Histo-

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  • 3. El surgimiento de la idea de una Segunda Conferencia Generaldurante el Concilio

    En una carta a todas las conferencias episcopales latinoamerica-nas con fecha 9 de marzo de 1967 el entonces presidente del CELAM,Mons. Brandao Vilela, arzobispo de Teresina, Brasil, afirmaba en elsegundo prrafo: Como V.E.R. lo recordar, el CELAM en su IXreunin realizada en Roma en 1965 propuso unnimemente la celebra-cin de esta II Conferencia General y autoriz a la presidencia paraconsultar con la Santa Sede esta iniciativa y ponerse en contacto, sobreella, con las Conferencias Episcopales. Brandao Vilela informaba queel 2 de diciembre de 1966, en el marco de una audiencia especial, PabloVI no slo bendijo y acogi con entusiasmo, sino que la estimuldeterminando cmo debera hacerse su convocatoria, fijando su temade fondo y la manera cmo va a operar la representatividad episcopal,pidindole al CELAM que de acuerdo con sus propios estatutos sededicase cuanto antes a su preparacin. Efectivamente, el 23 de sep-tiembre de 1965 en Roma, en la novena reunin anual del CELAMcoincidente con el desarrollo del ltimo perodo conciliar, Mons.Manuel Larran, entonces presidente del organismo, haba manifesta-do que se podra pensar en la posibilidad de la reunin de la SegundaConferencia General del Episcopado Latinoamericano. () La suge-rencia de monseor Larran fue aprobada, atestigua el Acta oficial dela reunin.30 Los objetivos fueron inmediatamente propuestos: a) unarevisin de las conclusiones de la Conferencia de Ro y, b) la actuali-zacin de la aplicacin a la Amrica Latina de las Constituciones delVaticano II.31 Por tanto, se advierte que desde el mismo surgimientode la idea de una Segunda Conferencia estuvo como tema central de laagenda la aplicacin del Vaticano II.

    Es oportuno en este contexto poner de relieve el significado de la

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    ria de la Iglesia en Amrica Latina. Medio Milenio de coloniaje y liberacin (1492-1992),Madrid/Mxico, Mundo Negro-Esquila Misional, 19926, 192: la importancia de Chile en estemovimiento de coordinacin: la Iglesia chilena, gracias a algunos sacerdotes (como el padre Hur-tado), obispos (como monseor Manuel Larran, deTalca) y grupos laicos muy alerta, estn en labase tanto del CELAM como de muchos de los organismos citados.

    30. Citada en H. PARADA, Crnica de Medelln, 39-40. Cf. tambin, J. SARANYANA, Teologa enAmrica Latina. III, 114.

    31. Acta citada en H. PARADA, Crnica de Medelln, 40.

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  • experiencia conciliar para los obispos latinoamericanos; no tanto por loque aportaron a los debates,32 de all la expresin un poco exagerada deIglesia del silencio,33 sino sobre todo por lo que recibieron: represen-t una escuela de formacin para nosotros los obispos, reconoceMcGrath. Fue una leccin prctica de lo que era la comunin eclesial yla colegialidad episcopal.34 sta fue, por otra parte, una experiencia deci-siva para todos: G. Fogarty anota que personas como Congar o Semmel-roth advirtieron que, al inicio mismo del Concilio, la colegialidad episco-pal empezaba a ser operativa incluso antes de que sea formulada. Y losobispos comprueban que, estando juntos y hablando entre s, surgenactitudes inditas, imposibles de prever.35 En esta lnea tambin se des-arrolla lo que J. O. Beozzo llama su hiptesis central en el importantetrabajo sobre los obispos brasileros en el Concilio: el surgimiento de unaidentidad nueva y propia, enraizada en la convivencia, con una visincomn, fruto de la participacin en los debates, que desemboca en unplan pastoral de trabajo comn para el Brasil.36 La CNBB tena, durantelas sesiones conciliares, dos reuniones plenarias semanales () para

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    32. Cf. el testimonio de R. Primatesta (Crdoba, Argentina), en M. MCGRATH, Cmo vi y vivel Concilio y el Postconcilio. El testimonio de los padres conciliares de Amrica Latina, Paulinas,Bogot 2000, 77: () pero quizs y por una voluntad de aceptacin a la doctrina tradicional, uncierto nmero se encontr como sin preparacin o actualizacin frente a una problemtica pasto-ral ms moderna y en cierta inferioridad ante posiciones de algunos episcopados europeos. Cf. enesta lnea los testimonios de C. Quintero, obispo de Hermosillo, Mxico, E. Boza Masvidal, obispode LosTeques, Venezuela, entre otros. Cf. ibid., 81, 87 respectivamente. Es interesante tambin loque apunta Alosio Lorschreider, Prefcio, en J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil no Conclio VaticanoII 1959-1965, So Paulo, Paulinas, 2005, 11-15, 14: Modesta la presencia de nuestro episcopado enel desarrollo del Concilio, pero, pionera, en su aplicacin. Ningn pas lleg, al final del Vaticano II,con un Plan Pastoral debidamente aprobado para poner en prctica las decisiones conciliares, a noser Brasil, con la CNBB. Dicho plan fue aprobado el 15 de noviembre de 1965. Cf. ibid., 354.

    33. Cf. R. OLIVEROS, Historia de la teologa de la Liberacin, en: I. ELLACURA J. SOBRINO (eds.),Mysterium Liberationis. Conceptos fundamentales de la Teologa de la liberacin, Madrid, Trotta,19942, 17-50, 30: En aquel entonces los episcopados latinoamericanos, por su escasa participacinen el Concilio, fueron denominados la Iglesia del silencio. (cursiva ma).

    34. M. MCGRATH, Cmo vi y viv el Concilio y el Postconcilio, 32.35. G. FOGARTY, La puesta en marcha de la asamblea, en: G. ALBERIGO, Historia del Concilio

    Vaticano II. La formacin de la conciencia conciliar. El primer perodo y la primera intersesin, Leu-ven Salamanca, 2002, 79-113, 85.

    36. J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil no Conclio Vaticano II, 58-60: A lo largo de su prepara-cin sobre todo en sus cuatro sesiones entre 1962 y 1965, durante el otoo europeo-, el ConcilioVaticano II propici a un episcopado brasilero atravesado por diversidades tanto de origen y perte-nencias (brasileros y extranjeros, religiosos y seculares), como de situaciones (reas misionariasde prelaturas de reciente creacin y reas de antiguo catolicismo colonial), la oportunidad de esbo-zar una identidad propia y de articularse en torno de un plan pastoral de conjunto, o PPC, que ni lamisma creacin de la CNBB, en 1952, fuera capaz de fomentar, debido a las distancias entre las di-

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  • estudiar los esquemas en agenda, con base en los estudios previamentehechos en Brasil por los equipos de peritos, testimonia el entoncessecretario general de la Conferencia, Jos Gonalvez da Costa.37 LaCNBB adquiri su forma definitiva en Roma, durante el Concilio y porobra del Concilio. Aunque ya exista antes, la verdadera CNBB es unfruto del Concilio, recuerda J. C. Isnard, entonces obispo de Nova Fri-burgo, Ro de Janeiro, Brasil.38 En esos aos el CELAM promovi enRoma distintos tipos de servicios, informacin, contactos con otros te-logos y episcopados, etc. Particular relieve tuvieron las reuniones sema-nales de los obispos latinoamericanos, el famoso grupo de los jueves,recuerda McGrath. Estas gestiones del CELAM tuvieron el efecto deun seminario intensivo de formacin durante el mismoConcilio.39 Fui-mos alumnos de la mejor, de la ms selecta, de la ms importante univer-sidad del mundo. Volvimos a los bancos escolares teniendo como com-paeros a hombres de todas las razas y de todos los pueblos, atestiguaAgnelo Rossi, entonces arzobispo de Ribeiro Preto, Brasil.40 Figurasclave fueron Helder Cmara y Manuel Larran.41 De all el cierto con-traste que, agudamente, advierte Ivo Lorscheiter, obispo de SantaMara, Brasil: el mundo se sorprendi con el hermoso contenido de lasConclusiones de Medelln. Y muchos preguntaban: proceden estas con-clusiones de los mismos Obispos que, en el Concilio, no haban tenidouna actuacin tan impactante?42

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    cesis o aislamiento de sus obispos y a la ausencia de mecanismos de intercambio y articulacin.() El Concilio permiti que la nueva identidad enraizada en la convivencia, tambin la visincomn adquirida con base en los debates y decisiones conciliares, desembocase en un plan de tra-bajo en comn para el conjunto de la Iglesia brasilera, el clebre PPC (Plan de pastoral de Conjun-to), aprobado al apagar las luces del Concilio, en el final de la cuarta sesin y que hasta hoy conti-na inspirando las lneas de accin pastoral de la CNBB. (cursiva ma).

    37. Citado en J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil no Conclio Vaticano II, 166.38. Citado en ibid., 179.39. M. MCGRATH, Cmo vi y viv el Concilio y el Postconcilio, 32. Cf. tambin, J. O. BEOZZO, A

    Igreja do Brasil no Conclio Vaticano II, 179-182, 185-186.40. Citado en J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil no Conclio Vaticano II, 195. Helder Cmara

    recuerda una conferencia del Card. Suenens en la casa Domus Mariae (lugar de residencia de obis-pos brasileros en el Concilio): nos record cmo el Concilio a todos nos hace adultos, llevndo-nos a vivir la corresponsabilidad en el nivel de obispos, citado en ibid., 196. Las conferencias con-cretadas en ese mbito fueron 94 en total, en las cuatro sesiones conciliares, con los ms variadosinterlocutores (Kng, Bea, Ratzinger,Thurian, Schutz, Suenens, Hring, de la Potterie, Schillebeeckx,Philips, Arrupe, Congar, Cullman, Lyonnet, de Lubac, Danilou, Gitton, etc.). El que ms acudi fueRahner, seis veces; hablaba en latn. Cf. el listado completo, ibid., 205-219.

    41. Cf. J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil no Conclio Vaticano II, 179.42. Testimonio en M. MCGRATH, Cmo vi y viv el Concilio y el Postconcilio, 144.

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  • 4. Preparacin y convocatoria oficial

    Se ha dicho que Medelln fue un producto del CELAM.43 Esto esverdad desde distintos puntos de vista. En primera instancia por lasimportantes reuniones previas. Entre las varias existentes, destaco dosque resultaron claves: la de Viamao, Brasil (1965) y la de Mar del Plata,en Argentina (1966). Viamao, Porto Alegre, represent el primerencuentro internacional de sacerdotes organizados por el CELAMpara compartir con ellos el resultado del Concilio Vaticano II, recuer-da McGrath. Participaron 30 sacerdotes, 2 obispos del CELAM (Lors-chreider y McGrath) y 3 telogos del Concilio, entre ellos CarloColombo. Dur 15 das. El encuentro de Viamao, abra la puerta paraque los diversos departamentos de pastoral del CELAM, fueran organi-zando en el mbito continental reuniones de 4 a 6 das, en sus respecti-vos campos pastorales, con la participacin de obispos y peritos, vistosa la luz del Concilio Vaticano II.44 Dos dcadas despus, McGrath eva-luaba que el valor principal de Viamao fue la actitud favorable con queacogieron el seminario la totalidad de los obispos latinoamericanos. ()Con esto se inici el perodo de gestacin de reuniones de la IglesiaCatlica patrocinadas por el CELAM, a nivel latinoamericano. LosDepartamentos creados recientemente en el CELAM: Educacin, Cate-quesis, Accin Social, etc., patrocinaron sesiones de una semana en susreas pastorales especficas, con asistentes de toda Amrica Latina. Porprimera vez en los ltimos siglos, la Iglesia puso en contacto a sus mejo-res expertos a nivel continental, con los obispos a cargo, para reflexionary hacer recomendaciones en sus reas respectivas.45 Entre ellas, la msimportante tuvo lugar, en noviembre de 1966, en Mar del Plata, Argen-tina, sobre el tema La Iglesia y el desarrollo e integracin de AmricaLatina. La reunin la organiz el Departamento de Accin Social, peroel CELAM invit, en una asamblea especial realizada a continuacin, atodos sus miembros.46

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    43. Cf. H. PARADA, Crnica de Medelln, 36.44. M. MCGRATH, Cmo vi y viv el Concilio y el Postconcilio, 33.45. Cf. M. MCGRATH, Algunas reflexiones sobre el impacto y la influencia permanente de

    Medelln y Puebla en la Iglesia de Amrica Latina,Medelln 58-59 (1989) 152-179, 162 (cursiva ma).46. Cf. ibid., 162. Cf. Conclusiones de la X Asamblea Extraordinaria del CELAM, Presencia acti-

    va de la Iglesia en el desarrollo y en la integracin de Amrica Latina, Criterio 1520 (1967) 190-195; V.VETRANO, Crnica de la X Asamblea del CELAM en Mar del Plata, Criterio 1526 (1967) 432-437.

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  • En la reunin ordinaria del CELAM, en Chaclacayo, cerca deLima, Per, del 16 al 21 de noviembre de 1967 se profundiz en laorganizacin y el temario Conferencia, se esbozaron algunas lneaspara el futuro Documento bsico, que inclua el mtodo ver-juzgar-obrar. Se dio formulacin definitiva, tambin, al ttulo de la Conferen-cia: La Iglesia en la actual transformacin de Amrica Latina a la luzdel Concilio.47 En enero de 1968, del 19 al 26, se realiz en Bogot, laprimera reunin propiamente preparatoria de la Conferencia. Partici-paron unas cincuenta personas. En ese marco, se subrayaron algunasdiferencias con la Conferencia de Ro de Janeiro de 1955: aquella fueorganizada in toto por la Santa Sede, el reglamento haba sido muyestrecho (prevea slo reuniones plenarias). En Medelln, por el con-trario, pensaban, deba ejercerse la colegialidad episcopal en todas lasfases del momento de preparacin, un trabajo en la Conferencia porreas pastorales (conforme a la experiencia acumulada en las reunionesde Departamentos del CELAM), y las conclusiones deban ser elabo-radas con un modo pastoral en el que la teologa brotara de la reflexinsobre la realidad concreta. El fruto ms importante de esta reunin fueel llamado Documento Bsico preliminar.48

    El 20 de enero de 1968 con una carta dirigida al Cardenal A.Samor, entonces presidente de la Pontificia Comisin para AmricaLatina de la Santa Sede, el cardenal Cicognani, en nombre del papa,anunci la convocatoria oficial de la Conferencia, el tema (tal comohaba sido formulado en 1967), la fecha (del 18 al 25 de agosto) y el

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    47. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum. La Chiesa latinoamericana dal Concilio a Medelln(1962-1968), Bologna, Il Mulino, 2007, 297ss.

    48. Cf. ibid., 303-313. Cf. tambin, H. PARADA, Crnica de Medelln, 45ss. Otros tres encuen-tros promovidos por Departamentos del CELAM, muy prximos a la fecha de la Conferencia, sonde destacar: a) a fines de abril de 1968 en la localidad colombiana de Melgar sobre la temtica delas misiones, organizado, precisamente, por el Dpto. de Misiones. Elabor un documento muy sig-nificativo; b) a fines de mayo en San Miguel, Buenos Aires, Argentina organizado por el Dpto. paralasVocaciones sobre el tema del diaconado permanente; c) del 12 al 19 de mayo de 1968, en Itapo,San Salvador de Bahia, promovido por el Dpto. de Accin Social en orden a evaluar la aplicacinde las conclusiones de la asamblea de Mar del Plata (1967). La semana catequstica de Medelln,realizada del 11 al 18 de agosto de 1968, en la cual participaron ms de 200 personas, entre ellasobispos y expertos de diversos continentes, coorganizada tambin por el Departamento de Cate-quesis del CELAM con el tema La evaluacin de la fe en Amrica Latina es otro hito en el cami-no a la Conferencia y constituy la ocasin para el inicio de un gran movimiento de renovacinde los contenidos y la metodologa de la catequesis, S. SCATENA, In populo pauperum, 424. Cf. lostextos completos en Revista eclesiastica brasileira 3 (1968) 642-646.

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  • 39Revista Teologa Tomo XLIX N 108 Agosto 2012: 25-53

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    lugar (Medelln, Colombia). Parece justa la expresin de H. Parada: laconvocatoria expresaba desconfianza hacia el CELAM. ste se encar-gara de la parte organizativa y tcnica; deba proponer nombresde invitados y los nombres de quienes haran las relaciones iniciales;concordar el reglamento, elevar a Roma el borrador definitivo delreglamento interno, etc.49 El acento y la suma de elementos parecencorroborar la opinin formulada por Parada.

    Pocas semanas despus, el 19 de febrero, Mons. Brandao Vilelahizo llegar el texto bsico preliminar, aprobado, en lneas genera-les, en la reunin del CELAM de noviembre de 1967 y posteriormen-te revisado y profundizado en un Encuentro de Expertos convocadospor el CELAM en enero de 1968. Se solicit a las Conferencias epis-copales que las contribuciones fueran enviadas a ms tardar para finesde abril o comienzos de mayo, es decir, un escaso tiempo. ste es undato importante a considerar al momento de evaluar los logros y laslimitaciones de la Conferencia de Medelln: fue organizada, prctica-mente, en ocho meses, sumado a las naturales dificultades de comuni-cacin debidas a la distancia geogrfica entre los pases y a los limita-dos medios de entonces.

    5. El Documento bsico preliminar

    El Documento bsico preliminar, enviado a los obispos en febre-ro de 1968 posea 28 pginas mecanografiadas: una introduccin generaly tres partes; la realidad latinoamericana, reflexin teolgica y, la terce-ra, prioridades pastorales. La primera parte, ms extensa (19 pginas)incluye un amplio y variado listado de asuntos, con alguna descripciny desarrollo: situacin demogrfica, situacin econmica, situacinsocial, poblacin marginal urbana, poblacin rural, poblacin indgena,la Iglesia y la nueva situacin latinoamericana, educacin, la Iglesia y laeducacin, la juventud latinoamericana, otras tendencias culturales,secularizacin cultural, situacin poltica, situacin de la fe y la religio-sidad en Amrica Latina (catlicos, los no catlicos, los no cristianos, losno creyentes). La segunda parte, mucho ms breve (de 6 pginas) est

    49. Cf. el texto completo en H. PARADA, Crnica de Medelln, 241-244.

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  • organizada en base a dos subttulos: El hombre y su salvacin en Cris-to y, el segundo, Misin especfica de la Iglesia. Un dato relevante a con-signar: es muy marcado el contraste entre el anlisis ms detallado de laprimera parte y el breve borrador de la segunda. Habiendo sido plante-ados en aqulla temas de gran envergadura, en los distintos mbitos,sociales, polticos, econmicos, religiosos, o temticas de tal gravedadcomo la violencia, el segundo momento, esto es, el considerar a gran-des rasgos esta situacin a la luz de la enseanza de nuestra fe cristianaes extremadamente genrico. Se esboza una antropologa teolgica conla ayuda de algunas frases importantes de Gaudium et Spes y LumenGentium. Se incluye tambin una breve reflexin cristolgica, el plan desalvacin, la realidad del pecado, aludiendo a los temas descritos en laprimera parte. Se subraya la responsabilidad de los cristianos y de todoslos hombres en el proceso de cambio. Aqu reaparecen varias citas dePopulorum Progressio. El segundo momento de esta segunda parte, eleclesiolgico, contiene una breve enseanza sobre algunas de las princi-pales ideas conciliares, con sus citas respectivas: sacramento de salva-cin, pueblo reunido por Dios y enviado, encargado de anunciar elReino y mostrar la presencia de Dios en el mundo, de all una necesariareforma de la Iglesia. En el marco del aporte que ella debe hacer a lasociedad impregnndola con el espritu evanglico, se dedica un prrafoa su compromiso de pobreza, atendiendo ante todo a su misma vidainterna y, luego a su compromiso con la sociedad. La carencia de textosy temas bblicos en todo el documento es un hecho muy llamativo. Estacarencia se reflejar tambin en el Documento final de la Conferencia.50

    La tercera parte del documento tiene como finalidad, como se afirma enla pgina 20, presentar las nuevas orientaciones de la accin pastoral enel Continente. An ms breve que las partes anteriores, no obstantedestaca con nitidez el espritu y perfil de algunas de las respuestas a dar:frente a la miseria, pobreza en su propia forma de vida y denuncia de las

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    50. J. O. BEOZZO, Medelln: inspirao e razes, en www.servicioskoinonia.org/relat/202.htm.(original en Revista eclesiastica brasileira 232 (1998) 822-850): Com exceo deste momento bbli-co mais intenso e profundo, o conjunto das Concluses de Medellin carece desse enraizamento naPalavra de Deus e em seu mtodo de leitura, a partir dos pobres e da vida, que se transformou naprincipal fora na caminhada das CEBs e dos Circulos Biblicos, desdobrando-se num fecundocampo de encontro, cooperao e celebrao, entre as igrejas crists. Esta pobreza biblica pode serdebitada tanto ao texto de base, ele mesmo pouco biblico e ao pouco tempo de elaborao dasConcluses, pouco mais de uma semana.

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  • estructuras injustas; frente al pluralismo y secularizacin, discernimien-to para precisar lo positivo en estos procesos y, por otra, la creacin denuevas formas de transmisin de la fe. Todo esto requiere, el terceraspecto, una reforma de las instituciones y estructuras eclesisticas,dada la inadecuacin de las actualmente existentes. Las sugerenciaspropuestas son cuatro: compromiso efectivo de pobreza, presencia delos cristianos en las instituciones de la sociedad, mayor colegialidad yparticipacin ms activa de todo el pueblo de Dios, y un impulso en lareforma de los ministerios eclesiales.

    El texto tuvo una recepcin por parte de los episcopadosmuy dife-renciada. En opinin de Scatena, las reacciones se pueden clasificarsegn tres tipologas diversas: a) disonancia global con el texto (Vene-zuela y Colombia, por ejemplo); b) sintona sustancial (Brasil y Per,sobre todo); c) aprecio del trabajo, pero detectaban deficiencias impor-tantes (Argentina,51 Chile, Ecuador, por ejemplo).52 Se advierte, tambin,que los procesos de consulta fueron diversos en cada pas, incorporan-

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    51. Algunos comentarios a la respuesta argentina a la consulta de febrero, enviada en junioal CELAM, Opinin sobre el conjunto del Documento Base preliminar. Pueden detectarse tres cr-ticas fuertes. En el punto 2 se destaca que, originalmente, en Bogot en enero de 1968, el documen-to fue preparado como una gua y luego, slo a ltima hora, se le haba dado el estatuto dedocumento. De all el carcter de mera informacin sinttica que reviste, lo mismo que la faltade ntima conexin entre las tres partes.Y, en consecuencia, el relativo inters que a primera vistasuscita. El punto 3 afirma: A pesar de sus deficiencias, por motivos prcticos, para no dificultar otrabar la preparacin de la Reunin Episcopal Latinoamericana, y tambin para que la Argentina noconfirme una imagen ya difundida, de singularidad y no colaboracin con el movimiento latinoa-mericano, parece no conveniente rechazarlo en bloque, sino aceptarlo como base, pero tratndolocon libertad, reordenndolo y completndolo para darle el equilibrio y la visin autntica quedebe tener, como lo desea el mismo documento (pg. 3). Despus de constatar en el punto 6 lasgrandes diferencias que hay entre pases y zonas del continente, en el punto 7 se afirma que elpunto fundamental, como aporte del Episcopado Argentino a la Reunin de la Conferencia Gene-ral, es el de un Episcopado, una Iglesia Argentina que asume con responsabilidad una actitud SOLI-DARIA con la problemtica que deben enfrentar los Episcopados hermanos de Latinoamrica.Puede percibirse una evidente toma de distancia de la lectura de la realidad hecha por el Documen-to; representa la situacin de otras iglesias. No obstante, la opinin ya detallada sobre la primeraparte no es tan negativa. Reclama mayor discernimiento, profundidad en el tratamiento de lostemas, conciencia de la complejidad de los asuntos, etc. Se explicita una reserva frente a la lectu-ra sociolgica de lo religioso: Es el pastor el que dir en ltimo trmino si hay o no fe. El proble-ma de la fe y su modo de vivirla es un hecho teolgico (I, 8). Las observaciones del episcopadoargentino sobre las otras dos partes estn escritas en un tono positivo y no falta una fuerte acen-tuacin de la importancia del trabajo conjunto y de la integracin de las iglesias latinoamericanas.Incluso, propone como ejemplo, que la Santa Sede fije que estas reuniones se realicen peridica-mente, ms frecuente, y en perodos prefijados, por ejemplo, de cinco aos (III, 5).

    52. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 313-327.

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  • do pblicos ms amplios slo en algunos pocos casos. Una crticacomn fue la manifiesta desproporcin entre las tres partes; en menormedida, pero tambin comunes, fueron las observaciones acerca deltono prevalentemente negativo y pesimista de la primera parte. El pre-sidente del CELAM debi afrontar este argumento en una conferenciade prensa.53 Por lo dems, el mismo Documento bsico preliminar eraconsciente del asunto; afirma al iniciar la primera parte: La descripcinpodr parecer pesimista, pero es un reflejo de la realidad latinoamerica-na, que es trgica y que pide una respuesta rpida y definitiva.

    El Documento de trabajo, elaborado en la primera semana dejunio de 1968 en base a las sugerencias y crticas recibidas bajo la coor-dinacin de Mons. Eduardo Pironio y los telogos Gustavo Gutirrez,Lucio Gera, Renato Poblete y Pierre Bigo, reproduca sustancial-mente el esquema y la articulacin del texto elaborado en enero.54

    Pensado inicialmente como un texto reservado para el uso exclusivo delos miembros de la conferencia, fue hecho pblico por un diariocolombiano el 17 de julio. De all que el presidente del CELAM, Bran-dao Vilela, en una carta fechada el 24 de julio, les inform a los obis-pos latinoamericanos que dicho texto era un simple instrumento detrabajo () de ninguna manera, una decisin anticipada a la Conferen-cia, lo cual sera un absurdo.55

    Tres observaciones sobre el Documento. Segn el testimonio deMcGrath, sta fue la nica consulta formal anterior a la Conferenciamisma, en contraste con las numerosas que tuvieron lugar posteriormen-te, en las Conferencias de Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Mede-lln tena 16 documentos, recogiendo gran parte de las ideas del Concilio(tambin con 16 documentos), las sugerencias de las diversas reunionesespecializadas convocadas por losDepartamentos del CELAMy losml-tiples discursos de Pablo VI, piensa McGrath. Si se revisa la documenta-cin de la Segunda Conferencia se corrobora el acierto de esta opinin.Adems, se constata que de antemano, se decidi no llegar a Medellncon un texto ya elaborado al que slo se le haran enmiendas. 56 De

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    53. Cf. las respuestas del Presidente del CELAM: CELAM. Boletn 2,11-12 (1968) 8.54. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 400ss.55. Cf. ibid., 402.56. M. MCGRATH, Algunas reflexiones sobre el impacto y la influencia permanente de Mede-

    lln, 163 y 164 respectivamente.

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  • hecho, como recuerda un perito de la Conferencia, el argentino J. Meja,la impresin que recojo es la de que del documento nos acordamos bienpoco.57 De all la constatacin deH. Parada: en opinin de algunos peri-tos y jerarcas, el Documento Bsico result innecesario.58

    Segunda observacin: la extensin del primer momento, el Ver,revela una preocupacin inocultable de la hora: el esfuerzo por com-prender de la manera ms exacta posible la realidad latinoamericana;estudiar nuestros tiempos dice en la introduccin el Documentobsico preliminar. Pero no cualquier aspecto de la realidad, sino, antetodo, la situacin econmico-social. En una frase, importante por msde un motivo, el Documento final afirma: los signos de los tiemposque en nuestro continente se expresan sobre todo en el orden social,constituyen un lugar teolgico e interpelaciones de Dios (VII,13).59 De all la sentida necesidad de la utilizacin de las ciencias socia-les para la misma Conferencia y para el futuro de la Iglesia y de la teo-loga.60 La importancia del mtodo ver-juzgar-actuar, en parte deudo-ra de la propia tradicin latinoamericana, en parte influida por Gau-dium et Spes,61 no puede dejar de ser subrayada. Afirma el perito deMedelln, el brasilero Jos Marins: Desde antes de Medelln, algunospases ya usaban el mtodo,62 tanto en los grupos de Accin Catlicaespecializada, como en las CEBs y hasta en documentos episcopales.

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    57. J. MEJA, El pequeo Concilio de Medelln (I), Criterio 1555 (1968) 651-653, 653.58. Crnica de Medelln, 224.59. Cursiva ma. Cf. la afirmacin de P. BIGO: Al fin de los aos 60, se produce tambin una

    mutacin, comparable y diferente. No es tanto de carcter cultural, la toma de conciencia es msbien de carcter social. La miseria de la masa y los contrastes sociales llegan a la conciencia cris-tiana con su carcter dramtico. Lo esencial del mensaje de Medelln est aqu. Entre todos susdocumentos, el de la Comisin Paz tal vez es el que tuvo mayor impacto, Medelln, Puebla, SantoDomingo frente al desafo de la modernidad,Medelln 58-59 (1989) 218-225, 221. Cf. sobre la orien-tacin social, J. MEJA, El pequeo Concilio de Medelln (II), Criterio 1556 (1968) 686-689, 688.

    60. El Documento se apoya en Pablo VI para mostrar la importancia de conocer la realidad yusar de la sociologa para eso: l nos aconseja, en primera instancia, que nos demos cuentacabal de la realidad en que vivimos y que afecta a la Iglesia.Y para esto nos dice cmo debemosvalernos de expertos, sobre todo de socilogos para el estudio de esa misma realidad. Y cita eltexto de Pablo VI al CELAM de noviembre de 1965.

    61. Cf. M. MCGRATH, Un nuevo mtodo de pastoral de la Iglesia, Criterio 1543 (1968) 134-137.62. Vale recordar que los obispos de Brasil, desde la dcada del 50 haban utilizado dicho

    mtodo. Mons. Helder Cmara, entonces Secretario de la CNBB, alcanz a trabajar con el entoncesNuncio Apostlico, Mons. Lombardi a fin de nombrar obispos asesores de la Accin Catlica espe-cializada, habituados al mtodo de VER JUZGAR ACTUAR. Entonces, el mtodo se us para sistema-tizar la accin pastoral y para estructurar los documentos episcopales, tanto a nivel local como

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  • La comunidad eclesial, sin preocuparse por sospechas alarmistas, sevali del mtodo para poner en prctica su fe y precisar su misincomo tambin su reflexin teolgica. () Los obispos pastoralistasintuyeron que en la cuestin del mtodo estaba en juego no solamen-te un esquema operativo, sino la manera peculiar de profesar su fe (dis-cipulado) y realizar su misin la comunidad eclesial.63 Admitido sindiscusiones en el tiempo de Medelln, el mtodo ha sufrido repetidosembates en las Conferencias Generales Latinoamericanas posteriores,ante todo, en Santo Domingo (1992); tambin en Aparecida (2007).64

    Tercera observacin: los textos revelan una conciencia cargada dedramaticidad del momento que se vive en Amrica Latina: la situacinhumana y social () es alarmante.65 La idea bsica proviene deGS 4: elcambio, profundo, acelerado, global. Esto se puede afirmar de maneraespecial para nuestro mundo latinoamericano, aade el Documentobsico preliminar. De all las repetidas expresiones, tales como: nuevoperodo de la historia. Se est decidiendo el futuro del continente, unaencrucijada de su historia,66 y, aunque no faltan varias expresiones deautocrtica dirigidas a las estructuras de la Iglesia, en ms de un lugaraparece un sentimiento de sobreestima. Dos ejemplos entre varios posi-bles: citando libremente a Pablo VI, el Documento bsico preliminarafirma en la introduccin: La Iglesia parece ser la nica institucin quepuede inspirar los ideales y unir las fuerzas necesarias para el sano de-sarrollo del continente. Se vislumbra una suerte de mesianismo inocul-table. Segundo ejemplo: en el discurso de apertura de la Conferencia, el26 de agosto por la tarde, el Card. Juan Landzuri manifest: Toda-va somos capaces de salvar al continente si nos adaptamos al ritmo dela evolucin presente en torno nuestro. Es un todava preocupante.Las lecturas de los textos de entonces sugieren que expresiones semejan-tes abundaban en todos los actores.

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    regional y nacional. Cf. tambin la importancia de la experiencia con les mouvements spcialissdAction Catholique en el mundo francs por parte de Gustavo Gutirrez en la dcada del 50, cf. G.MARTINEZ, Confronting the Mystery of God. Political, Liberation and Public Theologies, New York,Continuum International Publishing, 2001, 111ss.

    63. El ir y venir del mtodo ver - juzgar - actuar, en AMERINDIA (ed.), Aparecida. Renacer de unaesperanza, http://www.amerindiaenlared.org/biblioteca/0/0/aparecida/, 2007, 53-58, 55. (cursiva ma).

    64. Las discusiones se reflejan en la correccin vaticana al nmero 19 de Aparecida tal comofue formulado por la Conferencia misma.

    65. Documento bsico preliminar, introduccin.66. Documento bsico preliminar, introduccin.

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  • 6. Participantes de la Conferencia

    El criterio para reglamentar la participacin en la Conferenciaadmita diversas posibilidades. Fue el snodo de obispos celebrado enoctubre de 1967 el que suministr al final el modelo para la eleccin delos criterios de representacin.67 Prevea una representacin nacional,elegidos por las propias conferencias episcopales, siguiendo un crite-rio proporcional fijado, en Lima en noviembre de 1967, en un delega-do cada 25 obispos. Aunque en la reunin de Lima no se tomarondecisiones ms precisas en orden a los participantes, se constata que laparticipacin de miembros no obispos a la Conferencia no fue nisiquiera mnimamente problematizada, siendo simplemente conside-rada como algo natural de la eclesiologa conciliar.68

    El reglamento de la Conferencia estableci finalmente la siguientemodalidad: los participantes se dividan en dos categoras, miembrosefectivos y simples participantes, segn tuvieran o no voto deliberativo. Asu vez, entre los miembros efectivos, algunos lo eran por derecho pro-pio.69 Otros participaran invitados directamente por la Santa Sede en unaproporcin que no poda exceder el 15% de los miembros efectivos. Lapresidencia del CELAM y tambin la Pontificia Comisin para AmricaLatina podan proponer nombres para invitados, sin voto deliberativo.Entre los simples participantes se encontraban los secretarios ejecutivosdel CELAM, los presidentes de los institutos del mismo CELAM (22 entotal), los miembros de la CLAR no sacerdotes (3 hermanos y 5 religio-sas), invitados en calidad de expertos o peritos (33 en total). Adems seaada un grupo de obispos especialmente invitados que eran jefes orepresentantes de otras iglesias u organismos diversos (Adveniat, Misere-or, etc.), y 15 representantes de otras organizaciones latinoamericanas,como Caritas, Oducal, Pax Romana, etc. A ellos deben sumarse los 11observadores no catlicos. El total de miembros efectivos fue de 150 y el

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    67. S. SCATENA, In populo pauperum, 296.68. Cf. Ibid., 299.69. Los presidentes de las Conferencias episcopales (20 obispos) y los representantes de las

    mismas elegidos en una proporcin de uno cada 25 obispos (40 obispos); igualmente la presiden-cia del CELAM, los delegados y sustitutos que participaban por derecho en las asambleas del orga-nismo, los presidentes de los Departamentos, los miembros del Comit econmico (total delCELAM: 52 obispos) y los miembros de la Junta directiva de la CLAR (slo 13 de ellos con voz yvotos por ser sacerdotes).

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  • de miembros participantes 114. Debe advertirse que, ms all de esta cifraoficial, algunos no pudieron asistir, finalmente, y, adems, fueron aadi-dos otros, como los tres nuncios invitados por el Card. Samor (deArgentina, Brasil y Cuba). Debe admitirse, como lo hace Scatena, porejemplo, que el nmero complexivo de los participantes a la conferen-cia es un poco oscilante.70 Esto se verifica en los diversos listados.71

    El nmero reducido de laicos fue advertido por diversos miembrosy autores, pero, no obstante, su participacin fue saludada como algo muypositivo, un hecho histrico, una novedad, que representaba un buenpronstico para el futuro.72 El mismo desarrollo de la Conferencia, la com-pleta integracin e intervencin de ellos en todas las deliberaciones, confir-mara esta sensacin positiva. Beozzo habla de una nocin ampliada decolegialidad concretada en la mecnica de trabajo de Medelln.73

    No pueden desconocerse las diversas dificultades que se plantearoncon los nombramientos, la tensin con la Pontificia Comisin para Am-rica Latina en el caso de la designacin de los mismos obispos relatores alinicio de la Conferencia (Samuel Ruiz y Proao), el rechazo al nombra-miento de cuatro peritos propuestos por el CELAM (entre ellos el jesui-ta chileno, G. Arroyo), la discusin sobre la participacin como miem-bros efectivos de los secretarios de los Departamentos del CELAM, final-mente resuelto de una manera aceptable para ambas partes, y, por ltimo,el procedimiento poco claro en la invitacin a los observadores ecumni-cos.74 Todas estas dificultades, surgidas entre junio y agosto de 1968, refor-zaron en el CELAM los temores de una excesiva voluntad de control de

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    70. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 440. E. DUSSEL enumera los siguientes: El 26 deagosto se renen en Medelln 146 cardenales, arzobispos y obispos, 14 religiosos, 6 religiosas, 15laicos (slo 4 mujeres), y consultores de diversos niveles., Historia de la Iglesia en Amrica Latina,234. Una nmina de asistentes ofrece H. PARADA, Crnica de Medelln, 245-259.

    71. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 440 nota 33. Una nmina de asistentes ofrece H.PARADA, Crnica de Medelln, 245-259.

    72. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 440-441.73. Cf. Medelln: inspirao e razes, en www.servicioskoinonia.org/relat/202.htm.: Em

    Medellin, pela mecnica de trabalho adotada, trabalharam lado a lado, nas 16 comisses e subco-misses, bispos, peritos, sacerdotes, religiosos e religiosas, leigos e leigas, alm dos observadoresno catlicos, participando todos ativamente da elaborao dos textos. Simbolicamente, a igrejatoda estava ali implicada na busca dos caminhos para melhor servir ao povo latino-americano, nosentido de sua redeno e libertao, ainda que nas votaes tomassem parte apenas os bispos eoutra pequena frao da assembleia constituda pelos sacerdotes diocesanos ou religiosos. Detodos os modos, o voto, em Medellin, no se restringiu apenas aos bispos.

    74. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 345-354.

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  • la asamblea por parte de Roma.75 Afortunadamente, los hechos posterio-res, el mismo desarrollo de la Conferencia, desmintieron estos temores.En un escrito elaborado en la mismaConferencia, J. Meja afirma que cre-an que la Comisin para Amrica Latina ejercera una estrecha tutela,como lo haca sobre el CELAM. Nos equivocamos de medio a medio.La Conferencia fue dejada funcionar como ella misma entenda. () Lalibertad de expresin fue absoluta, oral y escrita.76

    Particular relieve tuvo la invitacin a un grupo de cristianos nocatlicos para asistir en calidad deObservadores de la Conferencia. Setrat de un claro gesto influido por el Vaticano II. Adems, se subra-y, si la Conferencia quera pensar la misin de la Iglesia en el conti-nente no poda desconocer la realidad de los cristianos latinoameri-canos no catlicos.77 Aunque no es posible determinar el aporte con-creto a los diferentes textos, debe subrayarse la participacin real delos observadores en todas las instancias de la Conferencia: ante todo,en las formas cotidianas de la vida comn, tambin en las ponencias,seminarios, Comisiones de trabajo, ruedas de prensa, en la redaccinde los documentos, etc. Particularmente importante fue la presidenciaen la Celebracin ecumnica de la Palabra de Dios con toda la Asam-blea78 y, no en ltima instancia, la admisin de alguno de ellos, cincoobservadores que lo haban solicitado, a la comunin eucarstica en lacelebracin del ltimo da.79 La Declaracin final de los mismosObservadores ecumnicos refleja una opinin muy positiva.80

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    75. Ibid., 345.76. El pequeo Concilio de Medelln (II), Criterio 1556 (1968) 686-689, 686s. Coincide con el tes-

    timonio de M. McGrath luego de una reunin en Roma, con Pablo VI, antes de la Conferencia, cf. C.SCHMITH, La teologa de la liberacin. Radicalismo religioso y compromiso social, Paids, Buenos Aires1991, 208. Es tambin el testimonio de G. GUTIRREZ, cf. ibid., 210 nota 12. Sobre el ambiente simple yfraterno, cf. tambin losmltiples testimonios en S. Scatena, In populo pauperum, 446. Un dato impor-tante: los obispos se conocan bastante por la prolongada estada en el Concilio y por el trabajo previodel CELAM. Cf. tambin un testimonio contrario de B. Echeverra, entonces obispo de Ambato, Ecua-dor, sobre procedimientos no claros para desplazar personas, nombrar otras. A su juicio, se estuvo apunto de crear un rompimiento entre las diversas tendencias de la asamblea episcopal, la innovadoray la tradicional. En su opinin, la intervencin moderadora de personas de ambas tendencias evitun cisma y escisin en el seno mismo del episcopado latinoamericano, en M. MCGRATH, Cmo vi y vivel Concilio y el Postconcilio, 148. La impresin es que se trata de un testimonio aislado.

    77. La razn de una invitacin, CELAM. Boletn 2,14 (1968) 7.78. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 476.79. Cf. J. MEJA, El pequeo Concilio de Medelln (II), 687.80. Cf. CELAM. Boletn 2,14 (1968) 7-12, 12. Cf. all tambin, las opiniones individuales de

    todos los observadores.

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  • 7. Desarrollo de la Conferencia, en particular, la mecnica de trabajo

    La Conferencia se inaugur en Bogot el domingo 24 de agostocon el esperado discurso inaugural del Papa. Este evento, el discursoinaugural, ha ocupado un rol de privilegio en las sucesivas Conferen-cias Generales del Episcopado Latinoamericano. No fue as en Mede-lln. De hecho, el texto es citado slo dos veces en el Documento finalde la Conferencia (Paz 15; Formacin del clero 17), en claro contras-te, por ejemplo, con el del da anterior, dirigido a los campesinos en lossuburbios de Bogot, y, ms an, a diferencia de las repetidas citas dela encclica Populorum Progressio (30 veces). Un ejemplo importante:el tema de la violencia aparece en todos los discursos de Pablo VI ensu viaje a Bogot. El de la Conferencia fue percibido por varios comouna contramarcha respecto a la encclica sobre el desarrollo.81 Dehecho, Brandao Vilela, presidente del CELAM, debi afrontar el asun-to en una conferencia de prensa, afirmando que le resultaba absurda lahiptesis que deca que el papa habra olvidado su magisterio delao anterior. P. Bigo, perito de la subcomisin sobre la Paz, comootros, registr la ausencia de toda alusin a la eventualidad de unainsurreccin legtima. De all la evaluacin expresada en aquelmomento por J. Meja: el discurso ve ms los peligros que las sealesde confianza. () Cerr ms de lo que abri.82 Lo que cambi, msque algn texto particular, fue sobre todo la actitud de espritu delPapa, apunt Meja.83

    La llamada mecnica de trabajo en la Conferencia estuvoorganizada en base a tres momentos. La primera fase, de ambienta-cin, tuvo lugar desde el lunes 26 por la tarde hasta el jueves 29 deagosto. All se desarrollaron los discursos de los tres presidentes (Lan-dzuri, Samor, Brandao Vilela), las relaciones de los siete obisposdesignados (McGrath, Pironio, Araujo Sales, Ruiz, Henrquez,Muoz Vega, Proao), seguida de una clarificacin con los ponentes y,luego, seminarios de reflexin con ellos y algunos peritos para profun-

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    80. Cf. CELAM. Boletn 2,14 (1968) 7-12, 12. Cf. all tambin, las opiniones individuales detodos los observadores.

    81. S. SCATENA, In populo pauperum, 433.82. J. MEJA, El pequeo Concilio de Medelln (I), 652.83. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 434.

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  • dizar los asuntos a tratar. Esta etapa sirvi, como se vio claramentedespus, para la difusin y aceptacin general de las ideas claves.84Lasegunda fase, el trabajo en comisiones, se realiz en los das 30 y 31 deagosto. Los participantes tuvieron libertad para escoger la comisin enla que deseaban trabajar, con la nica limitacin del nmero mximode veinte miembros. Los presidentes fueron asignados por la presiden-cia de la Conferencia, los moderadores y relatores escogidos por lasmismas comisiones. El trabajo de stas se orient a elaborar los pro-yectos de documentos.85 El 1 y el 2 de septiembre se realizaron losinformes del trabajo concretado en cada una de las comisiones a todala asamblea reunida en plenario.86 Con las sugerencias emanadas de losplenarios, los das 3 y 4 de septiembre se reunieron nuevamente lascomisiones para corregir los textos conforme a las sugerencias recibi-das en los das anteriores. En la maana del martes 3 de septiembre sedecidi, por una amplia mayora, que el Documento final vendracompuesto por la sucesin de los documentos de cada Comisin sepa-radamente presentados al plenario para su aprobacin definitiva.87 Seadvirti que no era posible reelaborar el material trabajado en lascomisiones y confeccionar un nico texto. Finalmente, la tercera fase,prevea la votacin en plenarios. El jueves 5 de septiembre se concretla primera votacin del conjunto del documento,88 con el mismo siste-

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    84. Afirmacin de Mons. Lenidas Proao citada por S. SCATENA, In populo pauperum, 448nota 62. En la hoja Informativo n 3 distribuida en la Conferencia se formula la finalidad del tra-bajo en los seminarios: Estos seminarios tienen por finalidad ayudar a todos los participantes ()en la profundizacin de los temas expuestos por los ponentes, de tal forma que madure un pensa-miento que ha de dar su fruto luego en las Comisiones pastorales. Los participantes fueron distri-buidos en los siete seminarios por orden alfabtico.

    85. Comisin n 1: Justicia y Paz Subcomisin A: Justicia, Subcomisin B: Paz; Comisin n2: Familia y Demografa; Comisin n 3: Educacin; Comisin n 4: Juventud; Comisin n 5: Educa-cin de la fe; Subcomisin A: Pastoral de las masas; Subcomisin B: Pastoral de las elites; Subcomi-sin C: Catequesis; Subcomisin D: Liturgia; Comisin n 6: Movimientos de seglares; Comisin n 7:Sacerdotes y religiosos; SubcomisinA: Sacerdotes; Subcomisin B: Religiosos; Subcomisin C: For-macin del Clero; Comisin n 8: Pobreza de la Iglesia; Comisin n 9: Pastoral de Conjunto; Subco-misin A: La colegialidad en sus diversos niveles; Subcomisin B: Medios de comunicacin social.

    86. Tres temas muy discutidos: violencia, educacin (fue el nico texto rechazado por laasamblea, ya que el de sacerdotes fue retirado antes para afrontar mejor el tema de la crisis delclero), y pobreza en la Iglesia. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 469-472.

    87. Cf. Actas: Por 12 votos (Justicia, Paz, Familia y Demografa, Educacin, Juventud, Pas-toral de Masas, Pastoral de Elites, Catequesis, Sacerdotes, Religiosos, Pobreza de la Iglesia, Cole-gialidad) contra 4 (Liturgia, Movimientos Seglares, Formacin del Clero, Medios de Comunicacinsocial), fue decidido

    88. Textos que no tuvieron ni un voto en contra: Liturgia, MCS, Familia.Tras la reformulacin,tambin el documento de Educacin careci de votos negativos. Una cantidad alta de modos (62)

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  • 50 Revista Teologa Tomo XLIX N 108 Agosto 2012: 25-53

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    ma del Vaticano II (placet, non placet, placet iuxta modum). El viernes6 de septiembre, ltimo da de la Conferencia, se realiz la revisinfinal de los textos. La votacin era, entonces, slo: aprobacin o recha-zo. La mayora a favor fue aplastante. Los votos negativos no pasaron,en ningn caso, de cinco.89

    Conforme a lo que consta en las Actas de la Conferencia duran-te el plenario intervino el Card. Samor para anunciar que se habarecibido de la Santa Sede autorizacin para la publicacin inmediata delos Documentos elaborados por la Conferencia General, siendo, sinembargo, sometidos a la aprobacin definitiva del Papa.90 Por tanto, eltexto no deba considerarse como definitivo hasta que no llegara la res-puesta de la Santa Sede. Aunque, como reconoce J. O. Beozzo, conesta decisin se crearon algunos problemas prcticos91 porque luegoconvivieron diversas ediciones, el suceso fue claramente advertido,ya en la misma Conferencia, como una seal de aprecio y confianza.Las posteriores modificaciones solicitadas por las Congregacionesromanas en el proceso de revisin vaticano pasaron relativamenteinobservadas.92 El da 24 de octubre de 1968, menos de dos meses des-pus de finalizada la Conferencia, fue aprobado por Pablo VI el Docu-mento final. En una audiencia personal ese mismo da con el secreta-

    recibi el texto de la pastoral de masas, o pastoral popular, que encontr resistencia por la alusinal ministerio sacerdotal para hombres casados, por parte de obispos venezolanos y argentinos par-ticularmente. (cf. las Actas).Tambin los informes sobre la Paz (61) y sobre la pobreza (45) recibie-ron muchas observaciones. El texto sobre los laicos recibi 30 non placet, lo que obligo a reescri-bir el texto, solicitndose que participaran mayormente laicos en la redaccin. Haba all una ten-sin entre una visin mayoritaria ms liberadora y humanizante como tarea del laicado y otrogrupo ms pequeo, simbolizado en el cardenal argentino, A. Caggiano, sobre la idea del laicadocomo prolongacin de la jerarqua. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 479-480.

    89. Cf. H. PARADA, Crnica de Medelln, 23190. Este fue el comunicado hecho a la prensa: La Presidencia de la Segunda Conferencia

    General del Episcopado Latinoamericano tiene el honor y el placer de comunicar que: en uso y enejercicio del benvolo Indulto, que le ha concedido el Santo Padre PabloVI, autoriza la publicacininmediata del documento final de esta misma Conferencia. Con todo, a norma de los Artculos 1y 31 del Reglamento, los cuales establecen que: Es de competencia del Sumo Pontfice: delibe-rar acerca de propuestas, examinar y aprobar los documentos conclusivos de la Conferencia (Art.1, 7) y El Documento Final, las Actas y las conclusiones finales sern presentados al Sumo Pon-tfice juntamente con una carta remisoria firmada por la Presidencia, por el Secretario General dela Conferencia y por los Presidentes de las Conferencias Episcopales Nacionales de Amrica Lati-na (Art. 31).

    91. Medelln: inspirao e razes, en www.servicioskoinonia.org/relat/202.htm.92. Cf. S. SCATENA, In populo pauperum, 514.

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  • 51Revista Teologa Tomo XLIX N 108 Agosto 2012: 25-53

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    rio general del CELAM, Mons. E. Pironio, el Papa manifest el agra-do con que haba aprobado los Documentos, aadiendo que ellosconstituan un verdadero monumento histrico.93

    8. Algunas reflexiones finales

    En los textos de la poca, finales de la dcada de los 60 ycomienzos de la del 70, se advierte que se utiliza, de manera indistin-ta, el singular o el plural: documento o documentos de Medelln.Efectivamente, los mismos protagonistas fueron concientes de esalimitacin: se haban confeccionado 16 textos distintos y, por tanto,muy desiguales. M. McGrath reconoce, aos despus, que la inten-cin original era la de poner todas las conclusiones juntas en el docu-mento final. La presin del tiempo hizo esto imposible, de manera quequedaron como conclusiones aisladas, dentro de la triple divisin:situacin, reflexin y recomendacin para cada caso.94 Tambin fuedesigual su recepcin y aplicacin. Algunos fueron ms citados (Justi-cia, Paz), otros ignorados. Siendo un documento clarividente, tuvouna desventaja: resultaba tambin desigual.95

    Una clave de lectura importante del Documento final es la divi-sin en tres partes (Promocin humana, Evangelizacin y crecimientoen la fe e Iglesia visible y sus estructuras). Es interesante advertir queesta organizacin del material altera el orden ms frecuentementeusado en la Iglesia, antes y despus de Medelln.96 An cuando el tr-mino (promocin humana) en los documentos de Medelln no registraabundantes recurrencias, hay que tener siempre presente la ineludibleopcin del Episcopado Latinoamericano de dedicar toda un rea, laprimera y la ms extensa, justamente a tal tema.97 Esta preocupacin

    93. Cf. H. PARADA, Crnica de Medelln, 231 Cf. el texto oficial de aprobacin y las sugeren-cias de varias de los dicasterios vaticanos en ibid., 271-280.

    94. M. MCGRATH, Algunas reflexiones sobre el impacto y la influencia permanente de Mede-lln, 165.

    95. Ibid., 167.96. Ibid., 165.97. A. BONZANI, La cuestin soteriolgica hoy, http://ofs-rgb2.com.ar/formacion/Sitioinfo/

    Art/S18.doc, 5. Cf. ibid., 3-4: El aparato crtico de las Conclusiones de la II Conferencia Generaldel Episcopado Latinoamericano en Medelln revela, en orden a la problemtica de la promocin

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  • se explicit a lo largo de todo el proceso de preparacin de la Confe-rencia. La comparacin con Puebla, Santo Domingo y Aparecidapuede resultar muy ilustrativa.

    A juicio de unos de los peritos, el argentino L. Gera, aqu estu-vo el dilema: el punto crtico de la Conferencia de Medelln, no en dis-cernir cules eran los signos de los tiempos, sino en cmo dar una res-puesta justa, como cuerpo episcopal, a los signos ya individuados, en eldiscernimiento del camino a seguir para que la conciencia as interpela-da diera una adecuada respuesta. Se trataba de un juicio pastoral, y unjuicio prctico de esta naturaleza exiga poseer una sabidura hecha deexperiencia histrica (prudencia poltica, en trminos clsicos, en el caso,prudencia o sabidura pastoral) que permitiera intuir las consecuen-cias de una u otra opcin. Era necesario algo de instinto proftico.98 Laexperiencia acumulada en las dcadas posteriores testifica el valor deaquella asamblea y sus resoluciones. Como advierte el trabajo histricode J. Botero Restrepo, la publicacin Settimana del clero, al resear laversin italiana de los Documentos de Medelln comenta: La historiareligiosa de Amrica Latina se divide de ahora en adelante en antes ydespus de Medelln. La Segunda Conferencia General del Episcopa-do Latinoamericano, llamada El pequeo Concilio de Medelln hasido la expresin ms evidente de la colegialidad a nivel continental ()Es necesario tener a mano este libro siempre que se trate de escribir,hablar o captar los problemas de la Iglesia latinoamericana.99 Sus pro-puestas pastorales, sin tener estricto valor jurdico, tuvieron unaamplia resonancia en la vida de la Iglesia latinoamericana y convirtieron

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    CARLOS SCHICKENDANTZ

    humana, una clara dependencia del magisterio conciliar. La expresin misma es asumida por losdocumentos de Medelln, sin precisiones particulares y en forma bastante elstica, abarcandoreas semnticas relativamente distintas - como resulta de la intercambiabilidad con las expresio-nes aproximativamente descritas por trminos como: progreso, desarrollo, liberacin, a talpunto de quedar abierta a todas las posibles determinaciones histricas. La correlacin incipiente,ms magisterial que teolgica, que emerge en Medelln entre evangelizacin y promocinhumana, an dentro de su disponibilidad interpretativa, perfila ya una neta y clara distincinque orienta a no identificar ni separar las dos situaciones o facetas de la diakona eclesial, o, sise quiere, impide reducir la evangelizacin a la promocin humana y excluir la promocin huma-na de la evangelizacin. El uso en los documentos de Medelln: Promocin humana: 1, 4-23 (2veces); 4,10; 7,9.19; 9,5; 10,6.9; 11,18; 12,19,13,11; 14,11; 15,10; 16,4.24.

    98. L. GERA, LaTeologa de los procesos histricos, Teologa 87 (2005) 259-279, 277.99. Citado en J. BOTERO RESTREPO, El CELAM. Elementos para su historia, Medelln, 1982, 166. (cur-

    siva ma). En esta lnea, cf. CL. BOFF, La originalidad histrica de Medelln, en www.servicioskoinonia.org/ relat/203.htm

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    [NICO EJEMPLO DE UNA RECEPCIN CONTINENTAL DELVATICANO II]

    a Medelln en el nico ejemplo de una recepcin continental del Vatica-no II.100 En palabras de Beozzo, Ningn otro continente tuvo unevento comparable al de Medelln, como un caso ejemplar de una recep-cin continental y colegiada del Vaticano II, realizada de manera fiel,pero al mismo tiempo selectiva y creativa en relacin a las mayores ins-piraciones del Concilio. 101

    CARLOS SCHICKENDANTZCENTRO TEOLGICO MANUEL LARRAN

    SANTIAGO - CHILE05.03.12/18.05.12

    100.L. ESCALANTE, La estructura jurdica y sinodal del Consejo Episcopal Latinoamericano, 79(cursiva del autor).

    101. J. O. BEOZZO, A Igreja do Brasil no Conclio Vaticano II, 537.

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