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Diálogo de dos jóvenes enamorados… 10.Agosto.2013 XXIV Él: Nunca nadie ha sido tan feliz como lo soy yo contigo, embriagado por la incredibilidad de estar contigo en estos momentos. Un alivio de esa soledad sofocante. Y de los estragos del amor. Y de la soledad del amor. Irradias esa personalidad, esa lucidez de las cosas y tu espíritu guerrero, pero tierno y frágil como un minino. Soy yo. El que más te conoce. Y el que más te ama. No porque tú me ames sino porque el amor que recibes lo multiplicas y lo haces dulzura y felicidad. Ella: Tu regreso es más hermoso de lo que jamás pedí. Vuelves a mí y me llevas contigo una vez más. Él: Sólo que esta vez te pido vayas más impávida, más inocente y menos curtida y senil de la cizaña en el corazón. Ella: ¿Cómo es que vuelves a mí tan enamorado? ¿Lo merezco? ¿Hice algo maravilloso? ¿O eres piadoso? Él: El amor no nace de acciones, nace en uno mismo alimentado por uno mismo. Y si muere, es porque lo dejamos de alimentar. Hoy despierto contigo. Te encuentro. Temblando ante mi presencia. Ansiosa por matarme de amor. Y con miedo. Pero miedo del necesario

Diálogo de dos jóvenes enamorados

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Diálogo de dos jóvenes enamorados… 10.Agosto.2013 XXIV

Él: Nunca nadie ha sido tan feliz como lo soy yo contigo, embriagado por la incredibilidad de estar contigo en estos momentos. Un alivio de esa soledad sofocante. Y de los estragos del amor. Y de la soledad del amor. Irradias esa personalidad, esa lucidez de las cosas y tu espíritu guerrero, pero tierno y frágil como un minino.

Soy yo. El que más te conoce. Y el que más te ama. No porque tú me ames sino porque el amor que recibes lo multiplicas y lo haces dulzura y felicidad.

Ella: Tu regreso es más hermoso de lo que jamás pedí. Vuelves a mí y me llevas contigo una vez más.

Él: Sólo que esta vez te pido vayas más impávida, más inocente y menos curtida y senil de la cizaña en el corazón.

Ella: ¿Cómo es que vuelves a mí tan enamorado? ¿Lo merezco? ¿Hice algo maravilloso? ¿O eres piadoso?

Él: El amor no nace de acciones, nace en uno mismo alimentado por uno mismo. Y si muere, es porque lo dejamos de alimentar.

Hoy despierto contigo. Te encuentro. Temblando ante mi presencia. Ansiosa por matarme de amor. Y con miedo. Pero miedo del necesario

Ella: Ansiosa por vivirte y por morir en ti ¿Por qué me eliges, amor?

Él: Por transparente. Y por tus ojos Esmeralda. Por cómo te ven todos. Y por la luz que traes a mi vida. Alumbras la casa más obscura y das aliento de vitalidad al cuarto más lúgubre.