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Director de la Publicación Sergio Martín (Instituto ... · Cubo de Severino L. (coord.) (2007). Los textos de la ciencia. Principales clases del discurso académico-científico

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  • Práctica ArqueológicaPublicación Semestral Electrónica de laAsociación de Arqueólogos Profesionalesde la República Argentina (AAPRA)Florida 835, 2do piso, of. 202 E, (C1005AAP) CABA, República Argentinahttp://www.aapra.org.ar/revista/ISSN 2618-2874Diciembre de 2019

  • Director de la PublicaciónSergio Martín (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano)

    Editoras ResponsablesVirginia M. Salerno (CONICET – Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Arqueología)Paola S. Ramundo (CONICET- Pontificia Universidad Católica Argentina, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales -IICS-)

    Comité EditorialGustavo Barrientos (CONICET – Universidad Nacional de La Plata, Facultad de

    Ciencias Naturales y Museo, División Antropología)Gabriela Guráieb (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

    – Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras)Natalia Mazzia (CONICET – Área de Arqueología y Antropología, Museo de Ciencias

    Naturales de Necochea)Mónica Montenegro (Universidad Nacional de Jujuy, Centro Regional de Estudios

    Arqueológicos, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales)Javier Musali (Secretaría de Obras de Transporte, Ministerio de Transporte de la Nación)

    Comité Asesor CientíficoCristina Bellelli (CONICET, INAPL, UBA)

    Johana Broda (UNAM, México)Beatriz Cremonte (CONICET, UNJu)

    María Luz Endere (CONICET, UNICEN)Nora Flegenheimer (CONICET, MdN)

    Julieta Gómez Otero (CONICET, CENPAT)Rafael Goñi (INAPL, UBA)

    María I. Hernández Llozas (CONICET, UBA)Ramiro Matos (NMAI, SI, EEUU)

    Lucio Menezes Ferreira (UFP, Brasil)Mariano Ramos (CONICET, UNLu)

    Diana Rolandi (INAPL)Norma Ratto (CONICET, UBA)

    Myriam Tarragó (CONICET, UBA)

    Los autores son responsables de las ideas expuestas en sus respectivos trabajos.Diseño de tapa: Marcelo Torres Diseño interior: Romina Silvestre Maquetación: Luciana CatellaDisponible en línea: Octubre de 2020. Dirección postal: Florida 835, piso 2º “202” C1005AAQ, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.Dirección electrónica: www.aapra.org.ar/revista/Dirección de correo electrónico: [email protected]

  • P R Á C T I C A ARQUEOLÓGICA

    Publicación de la Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina

    Volumen 2Número 2

    Buenos Aires, ArgentinaDiciembre 2019

  • PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA volumen 2, número 2 (2019)

    ÍNDICE

    Presentación Editorial

    Virginia M. Salerno y Paola S. Ramundo I

    Dossier Estudios de Impacto Ambiental y la Protección del Patrimonio ArqueológicoSebastián Matera y María Núñez Camelino III

    Artículos DossierAlgunas consideraciones sobre las técnicas de excavación arqueológica en obras en construcciónFlorencia M. Chechi 1

    Arqueología de rescate en Bariloche. Límites y posibilidades en la prác-tica arqueológicaMarcia Bianchi Villelli y Solange Fernández Do Río 14

    Estudios de impacto e investigación arqueológica: una experiencia com-plementaria en Tapi Aike (sur de la Provincia de Santa Cruz, Argentina)Sebastián Matera, Lisandro López, María Cecilia Pallo y Natalia Andrea Cirigliano 35

    La arqueología preventiva en aguas del litoral chileno: un estado de la cuestiónPedro Pujante y Christophe Pollet 52

    Sitio Poeta Vicente Huidobro: un aporte a la prehistoria local desde un rescate arqueológico. Comuna de Quillota, Región de Valparaíso, ChileAriadna Cifuentes Aguilar y Daniela Grimberg Latino 67

    NotaLa Especialización en Evaluación y Estudio de Impacto Arqueológico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos AiresNorma Ratto, Gabriela Guraieb, Nora Franco y Mara Basile 78

  • I

    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA volumen 2, número 2 (2019)

    PRESENTACIÓN EDITORIAL

    Virginia M. Salerno1 y Paola S. Ramundo2

    1- Editora Responsable; CONICET – Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. [email protected] Editora Responsable; CONICET – Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica Argentina (Unidad Asociada); Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Ciencias Antropológicas. [email protected]

    El presente número de Práctica Arqueológica continúa con el formato dossier para presentar trabajos discutidos en el marco del XX° Congreso Nacional de Arqueología Argentina, celebrado en la ciudad de Córdoba en julio del 2019. A lo largo de cincuenta años, el sostenido aumento de participantes y la multiplicación de temas discutidos en estos eventos dan cuenta de su importancia para la consolidación y crecimiento de nuestro campo disciplinar. Las actas resultantes de estos eventos son un documento fundamental que refleja los principales temas abordados en cada momento, así como la creciente especialización y diversificación de la Arqueología Argentina (Cubo de Severino 2007; Ramundo 2010). Reconociendo el enorme esfuerzo que constituye la publicación de estos documentos, celebramos su existencia y ofrecemos en este espacio un ámbito para dar continuidad y profundizar la discusión de ciertos temas, que a pesar de su importancia no cuentan aún con suficientes espacios de visibilizarían académica.

    Este es el caso de la gestión patrimonial que tiene lugar en el marco de trabajos de evaluación y estudios de impacto arqueológico, tema que se aborda en el presente número a través de la primera parte de una compilación de ponencias discutidas en el simposio “Estudios de Impacto Ambiental y la Protección del Patrimonio Arqueológico”, coordinado por Sebastián Matera y María Núñez Camelino. Los doce trabajos presentados originalmente al simposio hablan por sí mismos del éxito y la importancia de este espacio de discusión, cuyos antecedentes consideran Matera y Núñez Camelino —coordinadores invitados del presente dossier—. A partir del análisis de experiencias desarrolladas en distintos puntos del país (Buenos Aires, Santa Cruz y Río Negro), y del exterior (Chile), en este númerose aborda un amplio abanico de dimensiones que caracterizan a esta modalidad de intervención arqueológica, cuyo constante crecimiento la posiciona cada vez con mayor presencia como una forma de inserción laboral para los arqueólogos a nivel mundial.

    Durante el año 2019, esta área de desarrollo profesional también se ha enriquecido mediante la creación del primer espacio formativo de posgrado en nuestro país: “Especialización en Evaluación y Estudio de Impacto Arqueológico”, dictada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Debido a la relevancia de este nuevo espacio de formación profesional, hemos convocado a su comisión directiva a participar del presente dossier. En esta nota se encontrará una reseña sobre los vaivenes que precedieron a la formulación de esta Carrera de Especialización, junto con los desafíos y expectativas generadas a partir de la experiencia de la primera cohorte.

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA volumen 2, número 2 (2019)

    Finalmente, agradecemos a los coordinadores invitados por el compromiso y la constancia que han hecho posible esta publicación, especialmente considerando el actual contexto de pandemia, cuya adversidad nos está llevando a reconfigurar múltiples dimensiones de la Práctica Arqueológica.

    BIBLIOGRAFÍA

    Cubo de Severino L. (coord.) (2007). Los textos de la ciencia. Principales clases del discurso académico-científico. Córdoba: Comunicarte.

    Ramundo, P. (2010). La historia contemporánea de la Arqueología Argentina, analizada a través de sus Congresos Nacionales. En: Lorenzano, C. (ed.), Historias de la Ciencia Argentina IV, pp. 255-266. Caseros: Universidad Nacional de Tres de Febrero.

  • III

    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA volumen 2, número 2 (2019)

    DOSSIER Estudios de Impacto Ambiental y la Protección del Patrimonio ArqueológicoSebastián Matera1 y María Núñez Camelino2

    1- Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA). [email protected] Instituto de Historia, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del Nordeste. Resistencia. [email protected]

    Desde la década del setenta, aproximadamente, tomó mayor impulso considerar que el crecimiento urbano y la realización de grandes obras de infraestructura deben hacerse con las medidas necesarias para el resguardo de la vida de las personas y el ambiente físico y cultural. La evaluación de impacto ambiental ya es parte frecuente de los conjuntos urbanos en desarrollo o de aquellos que necesitan llevar a cabo nuevas obras. La protección del patrimonio arqueológico es parte de esta realidad y en nuestro país se evidenció en el aumento en la última década de profesionales que desde distintos ámbitos participan en estudios de impacto arqueológicos.

    Con la convicción de que los proyectos de desarrollo necesarios para una sociedad pueden realizarse en forma compatible con el cuidado del ambiente, y en particular, con el cuidado que requiere el patrimonio arqueológico, con objetivos superiores a los intereses económicos de particulares, empresas y gobiernos, ligados a la ética y buena práctica profesional, se consideró necesario contar con un espacio para la presentación y reflexión de esta temática en nuestro país. Más allá del diálogo necesario entre profesionales y partes interesadas en los distintos tipos de proyectos, se deseaba contar con un ámbito donde profesionales independientes e investigadores puedan compartir sus trabajos, dialogar y debatir constructivamente, dejando de lado dicotomías o falsos prejuicios. Un espacio para presentar y reflexionar sobre trabajos realizados y nuevas propuestas era necesario en el camino hacia la madurez de la arqueología de contrato, y así mejorar las prácticas de los diferentes actores vinculados desde distintos sectores en el país.

    Con este objetivo, durante el XVIII° Congreso Nacional de Arqueología Argentina (CNAA) convocado en La Rioja en 2013, se propuso y presentó por primera vez el Simposio “Patrimonio Arqueológico: Participación Ciudadana, aspectos legales y Estudios de Impacto Ambiental”. La idea principal del encuentro fue generar un espacio amplio y ameno para poder exponer y discutir contribuciones que versaron en esa oportunidad sobre dos ejes principales. Por una parte, se deseaba conocer y debatir propuestas que considerasen la difusión y protección del patrimonio analizando marcos legales vigentes y vías posibles o en curso para la participación ciudadana, desde desarrollos teóricos, metodológicos o experiencias educativas o comunales. Por otra parte, nos interesaron también los trabajos relacionados a la arqueología de contrato en toda su amplitud: estudios de impacto, rescates, adendas, etc.

    El Simposio fue coordinado por Sebastián Matera y Gisela Spengler, tuvo a Gabriela Guráieb como relatora y contó con ponencias de profesionales de distintas provincias y con representantes de Chile y México. Se presentaron trabajos sobre repaso de normativas, análisis de casos, propuestas de protocolos, rescates y estudios de impacto arqueológicos. La propuesta resultó provechosa y rica en debates, y algunos de sus trabajos se publicaron en el libro Estudios de Impacto Ambiental y la protección del Patrimonio Arqueológico, Ponencias del Simposio 16 del XVIII° Congreso Nacional de Arqueología Argentina, editado por Sebastián Matera, Marisa Kergaravat y Gisela Spengler en 2015.

  • IV

    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA volumen 2, número 2 (2019)

    La experiencia positiva del encuentro llevó a continuar con el espacio y de esta forma en el CNAA de Tucumán, en 2016, tuvo lugar el Simposio “Estudios de Impacto Ambiental y la protección del Patrimonio Arqueológico”. El encuentro tuvo esta vez a Sebastián Matera y Marisa Kergaravat como coordinadores y a Gabriela Guráieb como relatora, contó con ponencias de distintas provincias, y del exterior llegaron representantes de Chile, Colombia y Uruguay. Se expusieron los trabajos realizados en grandes líneas de base en el exterior, estudios de impacto, propuestas de protocolos de trabajo, estudios sobre normativas y rol de instituciones, etc. Como en el caso anterior, las exposiciones generaron debates y reflexiones constructivas.

    La iniciativa se repitió en 2018 en un encuentro regional, el II° Congreso del Patrimonio Cultural y Natural, en la ciudad de Corrientes. Allí se presentó el Eje Temático 3 “Estudios de Impacto Ambiental. Protegiendo el Patrimonio Cultural”, coordinado por María Núñez Camelino y Sebastián Matera, y con la relatoría de Gabriela Guráieb. En el encuentro expusieron profesionales de Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Chaco, quienes presentaron trabajos sobre experiencias de campo en estudios de impacto arqueológicos, normativas, trabajos de rescate y procesos de patrimonialización.

    Continuando con este camino de difusión y debate, en 2019 Sebastián Matera y María Núñez Camelino propusieron y coordinaron el Simposio “Estudios de Impacto Ambiental y la Protección del Patrimonio Arqueológico” en el XX° CNAA celebrado en la ciudad de Córdoba. En esa oportunidad participaron profesionales de distintas provincias y Chile, quienes dieron a conocer sus trabajos y debatieron sobre distintos aspectos de las diferentes temáticas planteadas, y al cierre de la jornada nuevamente Gabriela Guráieb aportó valiosos comentarios sobre todo el encuentro.

    De esta forma se fue forjando un espacio para el encuentro de especialistas e interesados en la temática, para poder presentar trabajos y generar debate y reflexión para la mejora de las prácticas profesionales. A la par, se intentó siempre publicar los trabajos presentados en cada ocasión, para dar a conocer el resultado de estas experiencias. En este marco, queremos agradecer a los editores de la revista Práctica Arqueológica, Revista de la Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina, Paola Ramundo y Virginia Salerno, y a todo el comité responsable de la revista, quienes acompañaron la propuesta de generar este dossier con algunos de los trabajos expuestos en el encuentro en Córdoba. En esta primera entrega se exponen cinco de esos trabajos, que abordan distintos aspectos de la temática general.

    El trabajo de Florencia Chechi, enmarcado en las tareas de rescate y estudios en el sitio de Moreno 550, en Ciudad de Buenos Aires, brinda un aporte valioso sobre el planteamiento de metodologías adecuadas en casos particulares de arqueología urbana, y sobre el uso de maquinaria pesada para la excavación. Más allá de la información obtenida como resultado del rescate realizado, muestra un caso de articulación de la labor de un equipo científico con el de una empresa constructora para la realización de las tareas en el área de trabajo.

    El artículo de Marcia Bianchi Villelli y Solange Fernández Do Río presenta un trabajo de rescate llevado a cabo en la ciudad de San Carlos de Bariloche, describiendo una labor interdisciplinaria de arqueólogos, historiadores, geólogos, paleontólogos y museólogos. El trabajo constituye un aporte para el conocimiento del patrimonio de la ciudad, y describe las labores en conjunto entre la empresa a cargo de la obra, entidades gubernamentales y especialistas de distintas

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA volumen 2, número 2 (2019)

    ciencias. Del mismo modo muestra como a partir de la experiencia se llevaron a cabo trabajos de divulgación en diversos medios de difusión, y se promovió la creación de un espacio institucional que velase por la salvaguarda del patrimonio material en la ciudad.

    El artículo de Sebastián Matera, Lisandro López, Cecilia Pallo y Natalia Cirigliano es un trabajo en conjunto entre los profesionales que realizaron un estudio ambiental de base en el área de Tapi Aike, Santa Cruz, e investigadoras que trabajan en zonas aledañas. El texto ofrece una presentación sobre el registro arqueológico de una zona con escasos antecedentes, dando cuenta de una gran profundidad temporal de la ocupación humana y la vinculación con áreas cercanas. Más allá del aporte sobre el registro arqueológico en el área, significa un llamado a la integración de profesionales que se desempeñan en la arqueología de contrato y la investigación científica.

    El Simposio contó también con ponencias de profesionales del exterior. Pedro Pujante y Christophe Pollet realizan un repaso sobre la normativa y un análisis de situación sobre la arqueología subacuática en Chile, en el marco de estudios de impacto ambiental. Los autores hacen un estudio completo de la temática analizando falencias en el sistema y presentando propuestas para llevar a cabo.

    Ariadna Cifuentes y Daniela Grimberg describen las tareas realizadas durante un rescate y monitoreo de obra en la región de Valparaíso, Chile. El artículo aporta datos sobre la ocupación más septentrional de las comunidades alfareras tempranas de la región de Chile Central, y muestra el funcionamiento de la normativa y los mecanismos estatales vigentes para la protección del patrimonio en estos casos.

    Agradecemos a todos los profesionales que participaron de los encuentros, y a todos los que apoyaron para que los mismos puedan realizarse.

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICArevista de la asociación de arqueólogos profesionales de la república argentina

    2 (2): 1-13 (2019) ISSN: 2618-2874

    Algunas consideraciones sobre las técnicas de excavación arqueológica en obras en construcción

    Florencia M. Chechi

    Recibido 13 de febrero de 2020, aceptado para su publicación 24 de abril de 2020.

    Sobre la AutoraFLORENCIA M. CHECHI Equipo de Arqueología Histórica, HiTePAC, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UNLP. correo electrónico: [email protected]

    Los trabajos publicados en esta revista están bajo la licencia Creative Commons Atribución -

    No Comercial 2.5 Argentina.

    RESUMENEn el año 2018, la intervención realizada en Moreno 550 de la ciudad de Buenos Aires puso en evidencia la necesidad de aplicar metodologías y herramientas específicas en peritajes y rescates arqueológicos que se desarrollan en sitios de obras en construcción. Las dificultades halladas en dicha oportunidad para utilizar metodologías tradicionales de excavación requirieron de un cambio de mentalidad por parte del equipo arqueológico y del diseño de un plan de trabajo ad hoc que hizo posible la adecuada recuperación y registro tanto de los restos muebles como inmuebles hallados en el sitio. La novedad principal de la tarea entonces realizada implicó el uso de maquinaria pesada para facilitar los trabajos en profundidad en determinadas estructuras, así como el abandono del uso del sistema de cuadrículas en favor de la división del terreno en grandes áreas (una variación del criterio de open area). Los resultados obtenidos permitieron comprobar que, utilizada con criterio, la ayuda mecánica hace posible abarcar una mayor superficie, cumplir con los plazos asignados para la intervención y trabajar con precisión, favoreciendo el desarrollo de un trabajo arqueológico sistemático y respetuoso de los estándares de la disciplina.

    ABSTRACTIn 2018, the intervention carried out in Moreno 550 of the city of Buenos Aires highlighted the need to apply specific methodologies and tools in archaeological surveys and rescues that take place in construction sites. The difficulties encountered in this opportunity to use traditional excavation methodologies required a change of mentality from the archaeological team and the design of an ad hoc work plan that made possible the adequate recovery and registration of both movable and immovable remains found in the place. The main novelty of the task then carried out involved the use of heavy machinery to facilitate in-depth work in certain structures, as well as the abandonment of the use of the grid system in favor of the division of the land into large areas (a variation of the open area criteria). The results obtained allowed us to verify that, used with criteria, mechanical assistance makes it possible to cover a larger area, meet the deadlines assigned for the intervention and work with precision, favoring the development of systematic archaeological work and respecting the discipline's standards.

    Palabras clave: técnicas excavación arqueológica, maquinaria pesada, arqueología urbana, impacto arqueológico, obra en construcción.

    Keywords: archaeological excavation techniques, heavy machine, urban archaeology, archaeological impact, construction site.

    INTRODUCCIÓN

    Cuando se habla de Arqueología y técnicas de excavación, suelen venir a la mente aquellas que aparecen en los manuales clásicos, como el diseño de cuadrículas, la excavación por niveles artificiales y el uso de pinceles y cucharines. Pero pocas veces se relacionan las técnicas propuestas con las características específicas de los sitios arqueológicos en los que son aplicadas, como si de dos elementos separados se tratase. El ya no tan reciente

    auge de la Arqueología Urbana en Argentina ha puesto en evidencia que la naturaleza de los sitios excavados en ciudades difiere significativamente de la de otros, al punto de hacer necesario plantearse si las técnicas arqueológicas tradicionales son o no las más adecuadas para su abordaje. Las ciudades se transforman día a día, dando lugar a ritmo vertiginoso al surgimiento y demolición de nuevas construcciones y a la acumulación de materiales en enormes volúmenes, lo que obliga a los arqueólogos que trabajan en ellas

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA 2 (2): 1-13 (2019).

    a un replanteo de los tiempos y metodologías que aplican habitualmente.Buen ejemplo de ello fue el caso de Moreno 550, donde se realizó un peritaje y rescate arqueológico a pedido del Dr. Javier Buján, del Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas en Primera Instancia n°7, en la ciudad de Buenos Aires, en un sitio en el que se construye un edificio de viviendas y oficinas con dos niveles de subsuelo, y cuya excavación de obra afectó la totalidad del terreno a una cota promedio de 6 m por debajo de la superficie actual. La intervención en dicho lote enfrentó al equipo arqueológico a la necesidad de evaluar cuál era la metodología más adecuada para el desarrollo de las tareas de rescate solicitadas, estimando si las habitualmente implementadas se ajustaban a ese tipo de sitios o si era necesario el diseño e implementación de estrategias novedosas. La conclusión a la que se arribó fue que la gran escala de la superficie abordada y lo acotado del tiempo disponible para su exploración hacían imprescindible un cambio de mentalidad para poder realizar una labor efectiva, sin la cual no sería posible cumplir con las tareas propuestas y se correría el riesgo de una pérdida de registro material e información. No es un dato menor el hecho de haberse observado que, incluso si se hubiera contado con un plazo de tiempo mayor, ciertos aspectos del trabajo arqueológico hubieran resultado imposibles de abordar de no haber utilizado recursos de intervención poco habituales.El uso de maquinaria pesada en excavaciones arqueológicas no es un hecho reciente en la arqueología urbana a nivel mundial, y existen numerosos ejemplos donde se ha dado a estas herramientas una amplia variedad de usos, siempre bajo supervisión arqueológica. Cabe mencionar apenas como muestra los trabajos de Baena y Baquedano (2004) en el yacimiento Paleolítico de Tafesa, España, el trabajo de Márquez-Grant, Robledo Acinas y Sánchez Sánchez (2011) donde se menciona su uso en investigaciones criminales, el de

    Redonod y Ruiz Lara (2001) en el zoológico municipal de Córdoba, España, y en nuestro país el trabajo de Marschoff y Lindskoug (2020) en Córdoba en un terreno de grandes dimensiones que les permitió acelerar la tarea, y los excelentes resultados obtenidos en estos sitios para considerar que se trata de una práctica con un enorme potencial para la disciplina.A continuación, se dan a conocer brevemente qué alternativas fueron utilizadas en el sitio Moreno 550 en particular para optimizar el desarrollo del trabajo arqueológico, y se da cuenta de las ventajas de su aplicación tanto en tareas de peritaje y rescate como en trabajos de investigación más extensos.

    El Sit io

    Moreno 550 es un sitio que se encuentra en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, frente a la Manzana de las Luces y al lateral sur del Colegio Nacional de Buenos Aires. La aparición a finales del año 2017 de una cisterna durante los trabajos de excavación para la construcción de un nuevo edificio requirió de un equipo de arqueólogos para su intervención, cuyo trabajo inició en marzo de 2018, y se extendió hasta febrero de 2019. Al tratarse de un peritaje y rescate arqueológico, no hubo el tiempo suficiente para analizar a priori la secuencia histórica de ocupación del sitio, por lo que dichos datos fueron obtenidos a medida que avanzaba el trabajo en el terreno. Gracias a la información recuperada in situ por los arqueólogos y el aporte de datos documentales de Faivre y Tartarini (2018), se pudo determinar que el sitio estuvo ocupado por lo menos desde fines del siglo XVIII y hasta entrado el siglo XX. Durante la primera mitad del siglo XIX se erigió allí la vivienda de Juan Manual de Rosas y su esposa, Encarnación Ezcurra, funcionando como Casa de Gobierno; luego, durante la segunda mitad del siglo, sirvió como vivienda de Vicente López y Planes y, por último, como Casa de Correos y Telégrafos. Entre fines del

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    Chechi - Algunas consideraciones sobre las técnicas de excavación arqueológica...

    siglo XIX y principios del siglo XX el terreno sufrió una división, construyéndose sobre el lateral este una casa de inquilinato y al oeste un local comercial que funcionó como taller de cristalería. A fines de la década de 1970 se construyó sobre toda la superficie del sitio una losa de hormigón, no habiendo podido establecerse si se demolieron entonces los restos arquitectónicos de los edificios antes mencionados o si ya habían sido derribados con anterioridad. Pero lo cierto es que esa losa, que sirvió como piso del estacionamiento que funcionó en el lote hasta comienzos del siglo

    XXI, funcionó como un sello del rico registro tanto mueble como inmueble ubicado por debajo del nivel cero. La losa fue removida por personal de obra durante los años 2017 y 2018, y el trabajo arqueológico entonces realizado puso en evidencia que por debajo de ella se conservaban una serie de estructuras, entre las que se incluían 2 cisternas, 4 pozos de aljibes, 5 pozos ciegos, 1 letrina, 3 pozos con material arqueológico y 1 olla de descarte, además de una rica secuencia de restos de cimientos (Figura 1).

    Figura 1. Plano del sitio Moreno 550 con la totalidad de las estructuras halladas (Dibujo de la autora).

    TRABAJO EN EL TERRENO

    Uno de los aspectos más relevante a tener en cuenta durante el desarrollo de intervenciones de peritaje o rescate arqueológico es que la propuesta de trabajo del equipo científico se articule integralmente con el de la empresa constructora que se desempeña en el sitio. Si bien toda intervención arqueológica posee

    plazos máximos para las tareas de excavación, en los trabajos que se realizan en coordinación con obras en construcción, refacción o restauración, los tiempos habitualmente son definidos por los responsables de la obra o, como en este caso, por alguna autoridad interviniente. Con frecuencia ello implica que el equipo arqueológico solo dispone de unos pocos días para llevar adelante su trabajo, lo

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA 2 (2): 1-13 (2019).

    que incluso en condiciones ideales supone la exigencia de hacerlo con una celeridad mayor a la generalmente empleada en un trabajo de investigación, en los que suele ser posible volver periódicamente por años a excavar en una misma locación. En tal circunstancia resulta imprescindible considerar qué otras metodologías además de las habitualmente empleadas pueden aportar al avance del trabajo en tiempo y forma, a la vez que cumplir con los estándares requeridos para toda intervención arqueológica profesional.En el caso de Moreno 550, el equipo arqueológico optó por la división del terreno en grandes áreas de trabajo y su intervención total por niveles naturales en vez de una excavación de espacios reducidos y sectorizados seleccionados con base estadística y por niveles artificiales, y la utilización de maquinaria pesada para la excavación de grandes volúmenes de tierra en algunas unidades localizadas a profundidades difíciles de movilizar manualmente. Específicamente se utilizó una retroexcavadora contratada por la empresa constructora que trabajó directamente bajo supervisión arqueológica. Esta metodología se complementó junto a otras, donde unidad por unidad se fue evaluando cómo excavar de acuerdo a la dificultad que presentaba.El primer aspecto a considerar en lo que se refiere a la metodología aplicada fue la deses-timación del uso de cuadrículas optándose, en cambio, por dividir los casi 1500 m2 de super-ficie del sitio a excavar en áreas menores a me-dida que la intervención arqueológica y el tra-bajo de obra avanzaban. Esta decisión se basó en que el uso de cuadrículas habría acotado el trabajo a pequeñas superficies y ralentizado la intervención general, permitiendo obtener un corpus de información muy detallada so-bre dichos sectores acotados, pero generando una pérdida de información irreparable sobre el registro mueble e inmueble detectado en el resto del terreno. Dado que, por decisión de las autoridades intervinientes y para permitir el desarrollo de la obra, sólo una de las dos

    cisternas históricas fue conservada y el resto de las estructuras fueron destruidas, el rescate buscó intervenir la mayor superficie posible y obtener la mayor cantidad de información ge-neral sobre las mismas. Para ello, se procedió al despeje de la superficie de todo el sitio -en promedio se excavaron 50 cm en profundidad luego del retiro de la losa de hormigón- hasta obtener una visual directa de todos los restos de estructuras conservadas. A continuación, se decidió la excavación en profundidad en aquellos sectores de cada área en los que se identificaron estructuras subterráneas –po-zos de agua, pozos ciegos, pozos de basura y cisternas1– o donde la presencia de sedimen-to removido daba cuenta de una alteración es-tratigráfica que podría indicar la presencia de otros restos enterrados (Figura 2). Este último proceso se realizó en dos etapas: la primera se llevó a cabo de la cota cero hasta los 3 m de profundidad y, luego del trabajo de la retroex-cavadora, se intervino en los siguientes tres metros, llegando a una profundidad promedio de 6 m. Esta secuencia acompañó el trabajo de la obra, que se realizó en dos instancias de acuerdo a los niveles de subsuelo del proyecto a construir. Esta segmentación de la excava-ción del terreno facilitó el trabajo arqueológi-co, permitiendo una mayor seguridad en las tareas del equipo científico, así como de los operadores de la obra. En tres unidades en particular, la intervención llegó a 8 m por de-bajo del nivel actual de superficie. Asimismo, el equipo arqueológico solicitó la asistencia de la retroexcavadora para la remoción del sedi-mento de los laterales de determinadas secciones de cimientos, con el objetivo de determinar con

    ¹ La profundidad de los pozos de agua -también llamados pozos de balde- variaba desde los 6 m hasta los 14 o 15 m. Los pozos ciegos eran menos profundos que los anteriores, ya que las aguas ser-vidas volcadas no debían entrar en contacto con la napa freática. Los pozos de basura eran generalmente cuadrados o rectangulares, de medidas muy variadas, encontrando casos cuya profundidad alcanzaba los 8 m. Las cisternas también tenían medidas va-riadas, llegando a tener 10 m de largo y 7 m de alto (Schávelzon 1992).

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    Chechi - Algunas consideraciones sobre las técnicas de excavación arqueológica...

    Figura 2. Imagen del área G donde se puede observar los restos de cimientos y la presencia

    de dos aljibes (izquierda) y un pozo con material descartado (derecha), los cuales se encuentran en

    proceso de excavación (Foto: A. Igareta).

    precisión la profundidad hasta la que se extendían. Teniendo en cuenta que, cómo se mencionó, con excepción de la cisterna2 de grandes dimensiones hallada por la empresa constructora y que aún se conserva, todas las demás estructuras fueron des-articuladas, la obtención de dicho registro resultó clave para la construcción de una planimetría del sitio que permita futuras interpretaciones. El es-tado de conservación de las estructuras subterrá-neas era bueno, lo cual facilitó la recolección de da-tos. En contraposición, los cimientos de mayor an-tigüedad –siglo XIX– estaban en un estado malo/regular, y los ladrillos se deshacían al exponerlos en la superficie. Los cimientos más modernos, que datan de principios del siglo XX, se encontraban en un mejor estado de conservación.

    Las áreas fueron determinadas a medida que la construcción de la obra lo requería, trabajando

    ² Las cisternas son receptáculos de almacenamiento de agua que se ubican bajo tierra y se encuentran cubiertos por una bóveda o cúpula; se llenaban gra-cias al aporte de agua de lluvia que se recolectaba de techos y patios. Su construcción con ladrillos fue habitual en viviendas y edificios públicos de la se-gunda mitad del siglo XIX en Buenos Aires, reem-plazando progresivamente el uso de pozos de agua de napa. En la parte superior tenía un brocal que se utilizaba para la extracción del agua mediante bal-des (Schávelzon 2004).

    en ocasiones hasta en tres a la vez. Todo el registro inmueble hallado fue volcado a planimetrías, acompañado de imágenes, además de la redacción de informes a medida que el trabajo arqueológico avanzaba (Figura 3). Si bien no se pudo observar la totalidad del sitio excavado debido a que los restos eran removidos de acuerdo al avance de la obra, este relevamiento permitió el análisis posterior de las estructuras, así como el registro gráfico y escrito de sus características.

    La Retroexcavadora

    El segundo aspecto relevante en lo que refiere a las metodologías de excavación corresponde al uso de maquinaria pesada para la excavación. La retroexcavadora utilizada fue una máquina con una pala de 60 cm de ancho operada por un maquinista experto, lo que permitió al equipo arqueológico controlar la profundidad y el impacto de su accionar, y obtener precisión en el avance en profundidad. La primera unidad intervenida con la retroexcavadora fue la superficie interna de la enorme cisterna que constituye el principal rasgo construido hallado en el sitio –7,26 m de diámetro y 3,00 m de altura promedio conservada, de un estimado original de 7,00 m–; su construcción se remonta al siglo XIX y actualmente se conserva el cilindro (sin la cúpula), con su piso de baldosas intacto.Originalmente destinada por la empresa constructora para el levantamiento de la losa de hormigón que cubría el terreno y para el movimiento de suelos de la obra, la retroexcavadora fue requerida por el equipo arqueológico en tres momentos críticos de la excavación de la cisterna. El primero se relacionó con las dificultades derivadas de la presencia de dos muros internos cuya función exacta aún se desconoce y que dividen la cisterna en tres secciones de dimensiones reducidas. Si bien durante el primer metro de excavación no resultó

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    dificultoso para el equipo arqueológico evitar el contacto tanto con estos muros como con el perimetral durante la remoción manual del sedimento que rellenaba la cisterna, el avance en profundidad de los trabajos complejizó progresivamente dicha tarea3. Una vez superado el límite de los dos metros por debajo del nivel del suelo, continuar a mano el retiro de sedimento hubiera requerido del armado de un importante andamiaje auxiliar, y generado una significativa demora y sobrecarga física para los arqueólogos, además de generar un riesgo concreto a la conservación de los muros. En cambio, se utilizó la ayuda de la retroexcavadora para sacar el sedimento del interior de cada una

    ³ La sección conservada de la cisterna posee una capacidad de 110 m3 (110.000 litros), lo que equi-vale aproximadamente a un total de 15 camiones de tierra. Se estimó que su capacidad total era de 220 m2 (220.000 litros).

    de las secciones de la cisterna en un tiempo acotado; una vez removido, el sedimento fue depositado por la pala en la superficie del terreno, donde se lo revisaba manualmente y se procedía a la recuperación de los restos depositados en él.El segundo uso crítico de la máquina se produjo ante la aparición de grandes bloques de mampostería de ladrillos, mortero y un grueso recubrimiento a casi 3 m de profundidad, en la base de la estructura, provenientes de la ya caída cúpula de la cisterna. El peso de dichos bloques, estimado en 5000 kg cada uno, hacía imposible que fueran movidos a mano, ya que ello implicaba elevarlos y sostenerlos por encima del nivel de los muros externos de la estructura para luego transportarlos hacia afuera; una segunda opción considerada fue fracturarlos manualmente en bloques más pequeños, lo que no sólo hubiera insumido más tiempo y

    Figura 3. Uno de los 41 planos confeccionados que fueron entregados junto a los informes de excavación. Cada área contiene su propio juego de planos que incluyen referencias, medidas,

    cotas de nivel, detalles de estructuras, imágenes, remoción de restos y superposición con planos históricos (Dibujo de la autora).

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    esfuerzo físico sino que –sobre todo– hubiera implicado destruir irreparablemente una sección aún conservada de la estructura que se buscaba preservar. Se optó entonces por retirarlos con la retroexcavadora, lo que se hizo de modo preciso y sin daño alguno para los mampuestos (que se conservaron para ser exhibidos en el museo que funcionará en el sitio) o los muros de la cisterna (Figura 4). Además de estos bloques, las abundantes lluvias caídas mientras se desarrollaba el trabajo provocaron que la última capa depositada en el fondo de la cisterna quedara completamente sumergida, por lo que el uso de la pala mecánica permitió remover en un tiempo acotado un sedimento arcilloso extremadamente plástico y adhesivo, difícil de movilizar con herramientas manuales, y dispersarlo en el exterior de la cisterna, favoreciendo la evaporación del agua y

    facilitando su posterior revisión manual por parte de los arqueólogos. En ambos procesos se tuvo la precaución de proteger las paredes históricas de la cisterna de cualquier golpe con la pala mediante el uso de fenólicos (Figura 5) y siempre hubo personal controlando el accionar de la máquina, por lo que, gracias al cuidado y la correcta ejecución del operador, no se infligió daño alguno a la estructura.

    Figura 4. Interior de la cisterna donde se puede observar los muros divisorios y los grandes

    bloques hallados. Etapa de trabajo del equipo arqueológico donde se requirió el uso de la

    retroexcavadora para evitar el contacto con los muros internos y perimetral (Foto: A. Igareta).

    Figura 5. Fenólicos (tablas de madera) ubicados en el lateral de la cisterna mientras la pala de

    la retroexcavadora retira el relleno de la misma (Foto: A. Igareta).

    La retroexcavadora fue utilizada también por el equipo arqueológico para intervenir varios de los pozos ciegos identificados en el sitio. Cabe recordar que los pozos de agua reutilizados como pozos ciegos y los excavados ex profeso durante los siglos XVIII y comienzos del XIX poseían por lo general una vara de diámetro4,

    ⁴ La vara es una unidad de medida de origen ibé-rico que se utilizó en América durante todo el periodo colonial y que corresponde a unos 0,836 metros.

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    espacio apenas suficiente para que una persona trabajara adentro; en las estructuras construidas a posteriores se observa un incremento relativo de dicho diámetro. En Moreno 550 se identificaron pozos cuyo diámetro iba desde 0,60 m hasta 1,60 m, con excepción de uno de base rectangular de 3,50 m por 2,30 m aproximadamente5.Todos los pozos ciegos hallados en el sitio se extendían más allá de los seis metros de profundidad –límite máximo de excavación por parte de la empresa constructora y por ello mismo límite máximo esperado del rescate arqueológico–, y sus exiguas medidas junto con el riesgo permanente de desmoronamiento dificultaban el trabajo arqueológico manual. Fue por ello que, aprovechando los desniveles que el movimiento de obra generaba en el terreno, se procedió a la apertura lateral de los pozos ciegos; la retroexcavadora realizó cortes –en una sección siempre menor a la mitad del pozo– a lo largo de tramos de entre 2 y 6 metros de profundidad, exponiendo lateralmente el perfil estratigráfico de los mismos, que fueron entonces intervenidos manualmente (Figura 6). Ello permitió avanzar con la exploración en profundidad de pozos que sirvieron como unidades de descarte, lo que permitió la recuperación de un abundante registro material. De no haber sido utilizada la retroexcavadora, la cualidad de espacios confinados6 de estos pozos hubiera

    ⁵ Los pozos ciegos de Moreno 550 no poseían re-vestimiento superior de ladrillos, común en pozos de balde. No se pudo determinar su profundidad exacta ya que el nivel máximo de excavación fue de 6 m por debajo del nivel cero, con excepción de aquellos a los que se llegó a los 8 m de profundi-dad. Hasta el nivel alcanzado en la excavación ar-queológica había presencia de restos muebles.⁶ Según la Norma IRAM N°3625/03, un espacio confinado se define como un reciento que posee el tamaño suficiente para permitir el ingreso de personal para la realización de una determinada tarea; las bocas o puertas para el ingreso y egreso son de tamaño reducido o limitado; y no haya sido diseñado para ser ocupado por personas en forma continua (3 DEFINICIONES - 3.1 espacio confina-do).

    limitado sus posibilidades de excavación manual a un par de metros por debajo de la superficie en función de las exigencias de la Ley de Higiene y Seguridad en el Trabajo7 y el seguro contratado por el equipo arqueológico.Otro de los usos que se le dio a la retroexcavadora fue para la intervención de los pozos de basura hallados en el sitio. Estos pozos, en los que se vertían los desechos domésticos, se excavaban generalmente cerca de las cocinas de las casas, y su profundidad variaba entre un par de varas hasta llegar a los 7 u 8 metros (Schávelzon 2018); en Moreno 550, como en muchos otros sitios arqueológicos de Buenos Aires, fueron las unidades que permitieron la recuperación de

    ⁷ Para esta y otras normativas referidas al tra-bajo en espacios confinados ver Ley N°19587 de Higiene y Seguridad en el Trabajo, Norma IRAM N°3625/03 de Seguridad en Espacios Confinados y resolución SRT N°503-2014.

    Figura 6. Vista de perfil del pozo ciego 1, cortado por la retroexcavadora, donde se puede ver el perfil homogéneo, sin niveles estratigráficos

    (Foto: A. Igareta).

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    vez expuesta en su totalidad complejizaban al extremo su limpieza manual por parte de los arqueólogos, mientras que el efecto vibrador de la herramienta hizo que la tosca se desprendiera fácilmente en bloques. Cabe mencionar que la excelente fábrica y el buen estado de conservación de la mampostería de la estructura en particular habían sido ya comprobados a partir de una pequeña serie de pruebas manuales, destinadas a asegurar que la construcción en sí misma no se vería afectada por la mencionada vibración. Solo una vez comprobada la solidez del muro perimetral de la cisterna se decidió el uso de la herramienta, y resulta imprescindible mencionar que su utilización puede no ser recomendable en casos en que las estructuras involucradas presenten malas condiciones de conservación.

    Figura 7. Miembro del equipo arqueológico trabajando en un espacio confinado, cuyas dimensiones eran 0.95

    m por 1.75 m. (Foto: A. Igareta).

    un rico y extenso registro mueble. La densidad y el grado de compactación del material depositado, sumado a lo estrecho del espacio interno de los pozos, hacía que el proceso de extracción manual fuera extremadamente lento, lo que obligó a considerar un cambio de metodología en su excavación que permitiera acelerar la tarea sin afectar la integridad de los restos. Se utilizó entonces el auxilio de la máquina para remover los estratos superiores de material moderno en los pozos una vez que el equipo arqueológico había determinado que no se trataba de restos arqueológicos, y para remover el sedimento alrededor de varias de las unidades y exponer su perfil lateralmente, lo que evitó el trabajo en espacios confinados (y los consecuentes riesgos para el operador, incluyendo el hundimiento repentino y el desmoronamiento o derrumbe de las paredes verticales, ya fuera de sedimento o ladrillos) (Figura 7). Además, la posibilidad de que cada pozo fuera intervenido cómodamente y en simultáneo por varias personas, con buena visual del registro y ubicados en caso de ser necesario en andamios de altura regulable en vez de solo una persona obligada a moverse incómodamente en un espacio pequeño y con una dificultad creciente a medida que se avanza en profundidad, permitió un trabajo en detalle que hubiera sido imposible de obtener en el segundo caso (Figura 8).

    El Marti l lo Neumático

    Además de la retroexcavadora, se utilizó un martillo neumático manejado por personal calificado para facilitar el trabajo arqueológico. Empleado bajo estricta supervisión y con la precaución suficiente de nunca acercarse a la superficie del muro perimetral y mantener siempre una distancia buffer, la herramienta permitió desprender la tosca adherida a la superficie externa de la cisterna, que rondaba entre los 10 y 20 cm de espesor. La extrema dureza de la tosca, los más de 26 m de circunferencia externa y los casi 3 m de altura de la cisterna una

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA 2 (2): 1-13 (2019).

    La utilidad del martillo neumático quedó probada también para la obtención de muestras de materiales de construcción de unidades que fueron desarticuladas y cuyo mortero de adhesión hacía imposible obtener baldosas o ladrillos de manera manual. El uso de la herramienta permitió colectar mampuestos individuales de referencia de cada una, evitando la dificultad de tener que almacenar bloques de grandes dimensiones y difícil manipulación como parte de la colección recuperada en el sitio.

    PELIGROS DE OBRA

    Resulta imprescindible mencionar la dificul-tad y el peligro que suponen para los arqueó-logos el trabajo en obras en construcción, ya que por lo general no están acostumbrados ni capacitados para moverse en sitios con eleva-das posibilidades de riesgo de accidentes, y en

    los cuales existen normativas específicas que limitan toda actividad. El uso de casco como elemento obligatorio no es la única complica-ción; se añaden a ella la circulación dentro de barandas, el uso obligatorio de arneses y cabos de vida al excavar en ciertos sectores o unida-des del sitio, la identificación de zonas no ac-cesibles por riesgo de desmoronamiento, la distancia obligatoria que debe respetarse cuan-do diversas máquinas están en movimiento, el desplazamiento de los operadores de la obra con herramientas y materiales de construcción, etc. Son todas situaciones que los arqueólogos deben incorporar a su quehacer cotidiano sin permitir que interfieran con el correcto desarrollo y registro de su propia actividad, pero sin transformarse tampoco en un factor de incidencia en el devenir de la obra (Figura 9).En el caso de Moreno 550 todos los EPP (Ele-mentos de Protección Personal) necesarios para el desarrollo de un trabajo seguro por

    Figura 8. Izquierda: vista del pozo rectangular 1 durante el vaciado por parte de la retroexcavadora del nivel superior cuyo relleno era material moderno. Derecha: vista del pozo con la cara sur abierta. Debido a que el revestimiento superior de ladrillos

    se encontraba en muy mal estado, se decidió abrir luego las caras este y oeste para el trabajo arqueológico sin riesgos (Foto: A. Igareta).

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    Chechi - Algunas consideraciones sobre las técnicas de excavación arqueológica...

    parte del equipo arqueológico fueron provis-tos por la empresa constructora responsable de la obra, que también se hizo cargo de la instalación de los andamios utilizados duran-te la intervención de diversas unidades y del entibado del lateral de aquellas que lo reque-rían para evitar cualquier riesgo de derrumbe sobre el operador que se hallaba trabajando en su interior. El uso de arneses se limitó al trabajo en espacios confinados que superaran el metro de profundidad –a pesar de que la normativa vigente regula que se debe utilizar a partir de un metro ochenta (SRT 503-2014 artículo 228), se optó por una mayor seguri-

    ⁸ Resolución SRT N°503-2014, artículo 22: […] los operarios que ejecuten trabajos en el inte-rior de las excavaciones de zanjas y pozos a una profundidad mayor a UNO CON OCHENTA ME-TROS (1,80 m), deben estar sujetos con arnés de seguridad y cabo de vida amarrado a puntos fi-jos ubicados en el exterior de las mismas. Se debe adoptar la misma medida de seguridad para los casos en que los operarios ejecuten trabajos en los bordes de las excavaciones con riesgo de caída,

    dad–, así como en bordes con peligro de de-rrumbe, en proximidades a paredes verticales mayores a un metro y en andamios para el tra-bajo en las estructuras seccionadas por la re-troexcavadora. Todo el trabajo se realizó con la supervisión del técnico en Higiene y Seguri-dad contratado para la obra, con quien se con-sultó de modo permanente para consensuar y definir criterios que respetaran los lineamien-tos de la normativa vigente y permitieran a la vez el avance de la labor arqueológica.

    CONSIDERACIONES FINALES

    La excavación arqueológica en ciudades, particularmente en espacios sometidos a un proceso rápido y agresivo de modificación edilicia, nos plantea la cuestión no sólo de cómo vamos a excavar sino también qué posibilidades tenemos de recuperar todo el

    cuya diferencia de nivel sea superior a DOS CON CINCUENTA METROS (2,50 m).

    Figura 9. miembros del equipo arqueológico trabajando próximos a un área con peligro de desmoronamiento con todos los elementos de seguridad correspondientes

    (Foto: A. Igareta).

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    material que pudiéramos hallar o que tan representativas pueden ser las muestras que recuperemos. En excavaciones donde el tiempo es una limitante importante, el recupero de material muchas veces apunta a la obtención de un conjunto representativo por sobre la totalidad del mismo.En el caso que nos ocupa, la metodología se tuvo que adaptar al sitio, y a un tiempo no impuesto por el equipo arqueológico. La novedad fue el uso de la retroexcavadora en diferentes estructuras y de maneras diversas: dentro de la cisterna se utilizó para la remoción de bloques y sedimento, en los pozos ciegos –donde no hay presencia de niveles estratigráficos– se realizaron cortes verticales, en los pozos con material se abrieron las caras laterales. Todas estas acciones permitieron acelerar el trabajo del equipo arqueológico, así como evitaron riesgos inherentes al trabajo en espacios confinados o que denotaban peligro. La utilización de una metodología que involucró herramientas mecánicas hizo posible el relevamiento y recuperación de un volumen de objetos e información que excedió por mucho las expectativas iniciales y cuyo rescate, en muchos casos, no hubiera sido posible si solo se hubieran empleado herramientas manuales.La importancia del cambio de mentalidad a la hora de realizar una excavación arqueológica radica en poder hacer el mejor trabajo con los recursos disponibles, buscando resguardar la información aportada por el sitio de la mejor manera posible, sobre todo si se trata de espacios que luego quedarán bajo tierra o desaparecerán: “la excavación tiene que tener una escala suficiente como para ser significativa: olvídese de la cuadrícula y trabaje con maquinaria de gran porte” (Schávelzon 2018: 75). Por supuesto que, como la aplicación de cualquier otra metodología, no está exenta de riesgos para el registro arqueológico, y su utilización debe ser cuidadosamente evaluada por cada equipo

    arqueológico, sopesando pros y contras, pero los resultados obtenidos en este trabajo permiten proponer que, bien empleada, resulta un aporte para la actividad.

    AGRADECIMIENTOS

    A Ana por insertarme en el mundo de la Arqueología Urbana y darme la oportunidad de excavar en esta obra, además de sus correcciones en el presente artículo; al equipo arqueológico que hizo que el trabajo fuera siempre entretenido, tanto con lluvia como con sol; a Víctor y a Pablo, director de obra y licenciado en seguridad e higiene respectivamente, quienes nos enseñaron mucho sobre cómo protegernos de posibles accidentes en la obra, y mostraron interés en el trabajo arqueológico desde el primer momento; a Hernán, el operario de la retroexcavadora que con su excelente manejo de la maquinaria nos permitió estar menos tensos a la hora de su intervención en las estructuras; y a los obreros que siempre nos hicieron sentir cómodos, ayudándonos en cada situación que pudieron.

    BIBLIOGRAFÍA

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    Faivre, M. y Tartarini, J. (2018). Investigación histórica sobre el predio ubicado en la calle Moreno 550, CABA – Informe de avance Estudio Kohon, marzo 2018. Buenos Aires. Ms.

    Ley N°19.587 de Higiene y Seguridad en el Trabajo. Buenos Aires, Argentina, 21 de abril de 1972.

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    Chechi - Algunas consideraciones sobre las técnicas de excavación arqueológica...

    Márquez-Grant, N., Robledo Acinas, M. y Sánchez Sánchez, J. (2011). El papel de la arqueología en la investigación criminal. Revista de la Escuela de Medicina Legal 16: 14-22.

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    XIX): algunas experiencias arqueológicas. Recuperado de http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=1834. Acceso: 31 de enero de 2019.

    Schávelzon, D. (2018). Manual de arqueología urbana. Técnicas para excavar Buenos Aires. Buenos Aires: editado por CAU - IAA.

    NOTA

    Desde el año 2003 se encuentra en vigencia la Ley 25.743 de Protección del patrimonio arqueológico y paleontológico argentino. La Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Ministerio de Cultura de la Ciudad o el organismo que a futuro la reemplace, es el órgano de aplicación de la ley en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y repositorio de los objetos e información recuperados en sitios de su jurisdicción. La intervención conjunta de la Justicia, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el reconocimiento de una infracción por parte de la empresa constructora motivó la contratación de un equipo interdisciplinario de profesionales para continuar las excavaciones y proyectar el museo de sitio que funcionará en el lugar. La Gerencia Operativa de Patrimonio supervisó la intervención, solicitando el registro y documentación de la totalidad de las estructuras descubiertas y custodiando la correcta extracción y traslado de los objetos recuperados.

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICArevista de la asociación de arqueólogos profesionales de la república argentina

    2 (2): 14-34 (2019) ISSN: 2618-2874

    Arqueología de rescate en Bariloche. Límites y posibilidades en la práctica arqueológicaMarcia Bianchi Villelli y Solange Fernández Do Río

    Recibido 11 de febrero de 2020, aceptado para su publicación 01 de abril de 2020.

    Sobre las AutorasMARCIA BIANCHI VILLELLI Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IIDYPCA), Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) - CONICET. Bartolomé Mitre 630, 5º Piso (CP R8400AHN) San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. correo electrónico: [email protected]

    SOLANGE FERNÁNDEZ DO RÍO Centro Regional Bariloche. Universidad Nacional del Comahue. CRUB-UNCOMA y Municipalidad de San Carlos de Bariloche. Subsecretaría de Medio Ambiente-Dirección de Áreas Protegidas y Conservación del Patrimonio Histórico.correo electrónico: [email protected]

    Los trabajos publicados en esta revista están bajo la licencia Creative Commons Atribución -

    No Comercial 2.5 Argentina.

    RESUMENEn este trabajo se relatan las tareas de rescate arqueológico y paleontológico realizadas en la Calle Mitre de San Carlos de Bariloche (Rio Negro). En el año 2016, como consecuencia de nuestra inquietud, el municipio solicita al Museo de la Patagonia la intervención de profesionales para tareas de seguimiento de obra, no contempladas originalmente en la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA). Así, se conformó un proyecto interinstitucional de arqueólogos, historiadores, geólogos, paleontólogos y museólogos cuya participación sólo fue posible una vez comenzada la obra. El trabajo se centró en el seguimiento de obra, rescate de hallazgos arqueológicos y muestreos geológicos y paleontológicos; a su vez, a partir de la generación de un protocolo de intervención se acompañó a la empresa constructora en su labor para monitorear la obra y mitigar los posibles impactos negativos sobre los potenciales hallazgos que pudieran aparecer. Las excavaciones en la calle Mitre produjeron mucha información sobre la geomorfología, así como de la historia de la ciudad, destacándose el pozo de basura encontrado en Mitre 50. Finalmente, se señala la importancia de estos trabajos respecto a la generación de diferentes instrumentos de políticas públicas, la planificación de proyectos de puesta en valor de los hallazgos arqueológicos, así como a la comunicación pública de la disciplina arqueológica en diferentes medios de comunicación y en una exhibición museográfica.

    ABSTRACTThis work relates the archaeological and paleontological rescue tasks in Mitre Street, city of San Carlos de Bariloche, carried on in 2016 at the request of the Municipality Environment Sub-Secretary. Thus, an inter-agency project of archaeologists, historians, geologists, palaeontologists and museologists was formed; whose participation was only possible once the works began, without being able to carry out studies or preventive recommendations to mitigate damage. The tasks focused on the monitoring of the infrastructure-work, rescue of archaeological findings and geological and paleontological sampling. An intervention protocol was generated to accompany the construction company in the monitoring and to mitigate the potential negative impacts on potential archaeological and paleontological findings that may appear; as well as to strengthen their assessment. The excavations on Mitre Street produced an important corpus of information about the geology, as well as the history of the city, highlighting the garbage well found in Mitre 50. Finally, the importance of these works is also related to the generation of different public policy instruments, projects that valorize the archaeological heritage, as well as public communication of discipline in different media and in a museum exhibition.

    Palabras clave: Arqueología de rescate, Interdisciplina, 1880/1920, Bariloche, Políticas públicas.

    Keywords: Rescue Archaeology, Interdiscipline, 1880/1920, Bariloche, Public Policies.

    INTRODUCCIÓN

    Durante el año 2016 se llevó adelante la obra de remodelación de la calle Mitre en San Carlos de Bariloche, Provincia de Río Negro (Figura 1). Los trabajos realizados fueron poco ordinarios. La Evaluación de Impacto Ambiental fue realizada por Beha Ambiental (2015) y aprobada por la provincia de Río Negro como “Plan de Gestión Ambiental y Social –PGAyS– Obra Puesta en Valor de la Calle Mitre San Carlos de Bariloche

    (PVCM) –Pcia. de Rio Negro– 2015”. Si bien contemplaba muy sintéticamente la previsión del hallazgo de materiales arqueológicos y su protocolo de actuación, no incluía una evaluación del potencial arqueológico y paleontológico que pudiera ser ponderada en función en un posible impacto, los antecedentes disponibles (Hajduk 1999), ni las recomendaciones preventivas para mitigar daños, de acuerdo con lo estipulado por la Ley Provincial de Impacto Ambiental Nro. 3266. El proyecto urbanístico PVCM de San Carlos de

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    Bianchi Villelli y Fernández Do Río - Arqueología de rescate en Bariloche...

    Bariloche, provincia Río Negro (LP 02/2015), estuvo a cargo de la empresa PLANOBRA S.A. Consistió en la peatonalización, renovación del equipamiento urbano de la calle Bartolomé Mitre y agregado de plazas de estacionamiento vehicular. Esto implicó la excavación de dos trincheras principales de 1.5mt. de ancho y 1.5mt. de profundidad a lo largo de seis cuadras de la calle Mitre; así como otras transversales a la misma al finalizar cada cuadra1. En ese marco, con los trabajos de obra ya iniciados, el planteo conjunto de profesionales, coordinado por las Dras. Solange Fernández Do Río, Marcia Bianchi Villelli y el Lic. Adán Hajduk, logró la gestión de un espacio de

    1 El sedimento removido se redepositó in situ. El Obrador Principal se instaló en un predio cedido temporalmente por la Municipalidad de Bariloche que está ubicado sobre la Costanera Av. 12 de octu-bre entre el Puerto San Carlos y la casa del Deporte Municipal sobre la costa del Lago Nahuel Huapi.

    intervención con el aval de la Secretaría de Desarrollo Urbano y la Subsecretaría de Medio Ambiente de la Municipalidad de Bariloche. Se propuso realizar el seguimiento de obra y la obtención de información geológica, paleontológica y arqueológica; siguiendo el marco legal nacional, provincial y municipal, que reglamenta los trabajos de intervención arqueológicos y de impacto ambiental2.Por las características de los espacios académicos y de gestión en Bariloche el proyecto se conformó de forma interinstitucional, incluyendo las dependencias municipales y nacionales. El Parque Nacional Nahuel Huapi a través del Museo de la Patagonia, quedó como

    2 Constitución Nacional artículo 75 inciso 17; Con-venio Nro. 169 OIT, LN Nro. 25.743/03, LN Nro. 25517 y su Decreto Reglamentario Nro. 701, LP Nro. 3266/98, LP Nro. 3041/96, Ordenanza Mu-nicipal Nro. 2148-CM-11, Ordenanza Municipal Nro. 217-C-89.

    Figura 1. A) Localización de la provincia de Río Negro; B) Localización de la ciudad de San Carlos de Bariloche; C) Extensión de la obra de “Puesta en Valor de la calle Mitre”,

    Mitre del 0 al 700.

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    PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA 2 (2): 14-34 (2019).

    el responsable de guarda de los materiales arqueológicos. Los diversos Organismos Nacionales de Ciencia y Tecnología (ONCyTs) y Universidades nacionales –CONICET, CNEA, UNRN y UNCOMA– formaron parte a través del trabajo técnico de sus profesionales. Esto implicó un equipo interdisciplinario sin precedentes para la ciudad de arqueólogos, historiadores, geólogos, paleontólogos y museólogos,3 lo que permitió avanzar de forma conjunta y colaborativa, afianzando la relación entre investigación aplicada y gestión municipal principalmente. Sin embargo, esta complejidad permitió ver también los límites y dificultades del caso, los cuales se detallaron en el informe y que desarrollamos aquí. Así, a partir del conocimiento de previos hallazgos arqueológicos en el lugar de la obra, se generó un protocolo de intervención para el monitoreo de la misma y la mitigación de los impactos negativos sobre los potenciales hallazgos arqueológicos y paleontológicos que pudiesen aparecer. Se trabajó inicialmente sobre un diagnóstico de potencial para desarrollar el seguimiento de obra, la recolección de muestras y el rescate arqueológico de la calle Mitre. Se recopiló la información disponible para esta tarea: planos de la obra, registros de los hallazgos arqueológicos anteriores, datos históricos acerca de la pavimentación de la calle Mitre, documentación fotográfica y fílmica, entre otros.

    3 El proyecto contó con la participación de in-vestigadores del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio-CO-NICET-Universidad Nacional de Río Negro (Dra. F. Bechis, Dr. F. Scartascini, Lic. M. Lezcano, Lic. E. Vargas, J. Torres), del Museo de la Patagonia - Parque Nacional Nahuel Huapi (Lic. G. Montero, Téc. E. Pérez), Instituto de Investigaciones en Bio-diversidad y Medioambiente-CONICET-Universi-dad Nacional del Comahue (Dr. M. Passalia, Dr. A. Iglesias y la Dra. A. Carabajal) y Laboratorio de Análisis por Activación Neutrónica-Centro Atómi-co Bariloche (Dra. R. Daga) así como a la Munici-palidad de San Carlos de Bariloche.

    MARCO LEGAL

    La Evaluación de Impacto realizada incluía la previsión del hallazgo de materiales arqueológicos y paleontológicos y su protocolo de actuación; no obstante, quedó fuera del informe la evaluación del potencial arqueológico y paleontológico, que hubiese permitido ponderar un posible impacto sobre recursos culturales, de acuerdo con lo estipulado por la Ley Provincial de Impacto Ambiental (LP N°3266/98):

    “Artículo 16º) Los Estudios de Impacto Ambiental para las obras o actividades comprendidas en las actividades de mayor riesgo presunto conforme el artículo 3 in fine, contendrán como mínimo y sin perjuicio de los requisitos que se fijen por la reglamentación, de acuerdo al tipo de proyecto, obra o actividad de que se trate, los siguientes datos: [...] h) Evaluación de los mismos efectos [previsibles, presentes y futuros, directos e indirectos] sobre los bienes materiales e inmateriales significativos, incluyendo el paisaje del lugar, el patrimonio histórico, artístico, cultural o arqueológico, que pudieran afectarse” (LP Nº 3266/98).

    Las tareas de seguimiento de obra se rigieron por el marco legal nacional, provincial y mu-nicipal, que reglamenta los trabajos de inter-vención arqueológicos y de impacto ambien-tal, estableciendo las obligaciones de las em-presas, el alcance, las autoridades de aplica-ción y los fondos para éstos (LN N° 25.743/03 Protección del patrimonio arqueológico y paleontológico, LP N° 3041/96 Protección del patrimonio arqueológico y paleontológico de la provincia de Río Negro, LP N° 3266/99 Evaluación de impacto ambiental, Ordenan-za Municipal Nro. 2148-CM-11 Investigación, preservación, salvaguarda, protección, restau-ración, promoción y difusión del patrimonio cultural, Ordenanza Municipal N° 217-C-89

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    Bianchi Villelli y Fernández Do Río - Arqueología de rescate en Bariloche...

    que regula las Evaluaciones de Impacto Am-biental, Ley Nacional N° 25517 y Decreto Re-glamentario N° 701 –de Restitución de Restos Humanos–, Constitución Nacional artículo 75 inciso 17; Convenio N° 169 OIT).Con los trabajos de obra en sus inicios, se realizó el seguimiento de obra y tareas de rescate arqueológico y paleontológico en la Calle Mitre a partir de la solicitud de la Secretaría de Desarrollo Urbano y la Subsecretaría de Medio Ambiente de la Municipalidad de la Ciudad de San Carlos de Bariloche4.

    MARCOS DE REFERENCIA GEO-LÓGICO, ARQUEOLÓGICO E HIS-TÓRICO PARA SAN CARLOS DE BARILOCHE

    Es importante tener en cuenta que si bien el registro arqueológico es pensado como continuo en el tiempo y espacio (Foley 1981), las evidencias de ocupación humana se concentran en puntos específicos vinculados a ambientes particulares, disponibilidad de recursos y/o áreas estratégicas. Así la predictibilidad del registro arqueológico puede modelarse siempre y cuando se atienda a esta singularidad de la variabilidad humana en tiempo y espacio. Es así como desde la perspectiva arqueológica, la información de base se construye, en primer lugar, sobre las tendencias de uso del espacio modeladas sobre las evidencias geológicas, geomorfológicas y ambientales; en segundo lugar, sobre los antecedentes arqueológicos e históricos específicos de la zona –considerando que la cobertura nunca es total–, así como los procesos de urbanización que pueden haber afectado el registro. Sobre esta integración se evalúan las consecuencias de las obras a llevar adelante (Ratto 2009, 2010), atendiendo

    4 Cabe destacar que los profesionales donaron sus honorarios en pos de que el trabajo de rescate pu-diera realizarse, mientras que la Subsecretaría de Medio Ambiente colaboró con la compra de algu-nos insumos y materiales para la intervención.

    también a los antecedentes en Estudios de Impacto para la región patagónica (Caracotche et al. 2005; Carballo et al. 2011; Franco 2017) y de otros lugares del país (como por ejemplo, Guillermo 2017; Guráieb et al. 2008; Morales et al. 2003).El modelado geológico final del sector cordi-llerano de la región patagónica es el resultado de las glaciaciones que comenzaron aproxi-madamente en el Mioceno y se extendieron hasta el Pleistoceno medio y tardío, siendo la última de éstas la Nahuel Huapi que finalizó 15.000 años atrás (Rabassa 1999, 2008). En el caso de Bariloche la información geológi-ca y geomorfológica indica que su morfología aterrazada se generó durante sucesivos des-censos del nivel de un antiguo lago –Epalaf-quen– que se formó con posterioridad al reti-ro de los grandes glaciares asociados al Último Máximo Glaciar. En particular, el área ocupa-da por la calle Mitre habría quedado expuesta hace aproximadamente 14.700 años AP, para ser remodelada por subsiguientes procesos geomorfológicos y posibilitando su ocupación humana desde ese momento (Caldenius 1932; Cordini 1950; Lirio 2011; Pereyra et al. 2005; Rabassa 1999, 2008). La posterior implan-tación de arroyos transversales podría haber constituido posibles corredores hacia el lago, aunque de difícil tránsito, como el caso del Arroyo Sin Nombre –el cual fue incorporado a la urbanización, atravesando parte de la ciu-dad para desembocar entubado en las cerca-nías del Centro Cívico– (ver más detalle del marco geológico, en Fernández Do Río et al. 2017: 3–9). Con respecto al contexto paleontológico, las rocas portadoras de fósiles más antiguas que podemos encontrar en la zona corresponden principalmente a las Formaciones Ventana –20/35 millones de años– y Ñirihuau –11/20 millones de años– (González Bonorino y González Bonorino 1978). Cubriendo estos estratos rocosos pre-cuaternarios encontramos depósitos de sedimentos más jóvenes –cuaternarios– asociados a los recurrentes eventos glaciarios e inter-

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    glaciarios antes mencionados. En dichos depósitos cuaternarios también podemos encontrar fauna y flora fósiles, muchos de los cuales se han recuperado en la ciudad de Bariloche (Caviglia y Zamaloa 2014; Iglesias y Passalia 2013; Passalia et al. 2016; Romero y Arguijo 1981; ver más detalle en Fernández Do Río et al. 2017: 10). Es importante resaltar que si bien esta cronología, establecida a partir de la exposición de terrazas lacustres en el área de intervención, define un marco temporal relevante en términos arqueológicos, deja uno muy acotado para la larga escala geológica y paleontológica.En el ejido de Bariloche se registró el sitio arqueológico El Trébol, bajo un alero rocoso, con fechados tempranos de 10.500 años antes del presente para poblaciones cazadoras recolectoras adaptadas al ecotono bosque-estepa con evidencias de consumo de fauna extinta como el Mylodon –perezoso gigante– y un tipo de ciervo, junto a fauna presente como el guanaco, huemul y peces, entre otros (Albornoz y Hajduk 2006; Hajduk et al. 2012). La secuencia estratigráfica del sitio muestra ocupaciones desde alrededor de 10.000 años AP hasta momentos de producción alfarera hacia los 2.000 años AP. Para esta época, se hallaron evidencias en la Isla Victoria de poblaciones canoeras en Puerto Tranquilo I (Albornoz y Hajduk 2006). Contemporáneamente aparecen en la región las primeras evidencias de producción local alfarera. En el ejido de Bariloche se hallaron también, varios sitios correspondientes a este momento, que no han sido fechados y/o publicados (Hajduk com. pers. 2017). Posteriormente, el área se mantuvo como escenario de encuentros entre distintas parcialidades indígenas que establecieron amplias redes de circulación tanto norte-sur como desde la costa atlántica al océano Pacífico, documentadas por las crónicas de los viajeros de los siglos XVII y XVIII. A fines del siglo XVII, se produjo la llegada de los españoles desde el reino de Chile con el avance misionero del Padre Nicolás Mascardi y otros, quienes fundaron una misión en

    Península Huemul –noreste del lago– para evangelizar las poblaciones canoeras y cazadoras –nombrados puelches y poyas según el mismo Mascardi (Vignati 1936). La misión de Nahuelhuapi fue abandonada antes de mediados del siglo XVIII, luego de varios intentos de instalarla (Albornoz y Montero 2008; Nicoletti 2004). En 1933 fue excavado una parte de su cementerio (Vignati 1944). Las evidencias de la presencia colonial en el área no se reducen sólo a la misión, sino que se han hallado también restos arqueológicos coloniales en la zona de Llao-Llao y Puerto Venado (Caruso Fermé et al. 2018; Hajduk y Braicovich 2001; Hajduk et al. 2011). De ahí en más, la presencia colonial primero y estatal después, se vinculó de forma diversa con las poblaciones indígenas patagónicas, las cuales se caracterizaban por su movilidad y redes de circulación e intercambio transcordilleranos. Durante el siglo XIX, las relaciones entre los pueblos indígenas y el estado argentino se fueron complejizando entre tensiones y alianzas comerciales (Méndez 2010). A fines de ese siglo, este escenario se modifica definitivamente cuando el estado argentino al mando del General J. A. Roca avanzó sobre las poblaciones indígenas con el objetivo de eliminarlas para anexar sus territorios al dominio estatal. Esta avanzada militar produjo la matanza, desarraigo y desmarcación étnica de las poblaciones mapuche y tehuelche (Bandieri 2012; Delrio 2005; Navarro Floria 2002; Pérez 2016). Este período habría producido la interrupción de la ocupación de ciertos puntos nodales del espacio, así como la aparición de evidencia de conflictos como los locales de reclusión –ninguno de estos últimos se ubicaría en la zona del Centro Cívico de Bariloche (Delrio 2015). Posteriormente, la zona se caracterizó por la población rural indígena y criolla a la vez que recibía a migrantes europeos y chilenos en menor medida –más allá del imaginario de la “Suiza argentina” que, como relato fundacional, deslegitimaba a los pequeños

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    productores y pobladores indígenas– (Navarro Floria 2002; Navarro Floria y Vejsberg 2009). Como parte de la formalización de entrega de tierras a quienes financiaron la campaña militar a Patagonia, en 1902 se crea la colonia agrícola pastoril Nahuel Huapi y en 1903, la ciudad de San Carlos de Bariloche (Méndez 2010; Niembro 2011; Pérez y Delrio 2019). La población se va concentrando alrededor de la zona del puerto y se van diagramando

    las primeras calles con el plano en damero del Ing. Eliseo Schieroni de 1906 (Figura 2).Centrada la colonia en la producción ganadera, las oscilaciones de la dinámica de intercambio comercial con Chile fue lo que marcó las primeras décadas del siglo XX, así como el crecimiento poblacional alrededor del casco urbano compuesto por el puerto, el aserradero, el molino y los almacenes (Méndez 2010; Méndez y Muñoz 2013). El origen de

    Figura 2. A) Mapa de Bariloche de 1906 (Arq. Schieroni, Colección Museo de la Patagonia PNNH-APN). B) Detalle de zona trabajada. C) Foto histórica del centro de

    Bariloche, Almacén de Carlos Wiederhold, previa a 1938. D) Foto histórica del centro de Bariloche, arcadas del Centro Cívico en construcción, 1938. Ambas, Colección Luelmo.

    Museo de la Patagonia-PNNH-APN.

    esta concentración se encuentra en la Ley N° 1501, –Ley del Hogar–, cuyo objetivo más relevante fue proveer las herramientas para la creación de colonias agro-pastoriles en los nuevos territorios conquistados, para fomentar la colonización y el poblamiento de

    las tierras fiscales. Bajo esta ley, el Decreto Presidencial de 1902 estableció la fundación de la Colonia Agrícola Nahuel Huapi, aunque ya existían asentamientos de inmigrantes desde finales del siglo XIX. La exención de derechos aduaneros en la

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    región del Nahuel Huapi regía no sólo por los límites a la fiscalización, sino también, por responder a los intereses argentinos y chilenos: se exportaba ganado, lanas y sal mientras que de Chile ingresaban productos europeos y mercaderías manufacturadas (Bessera 2008; Blanco 2012; Méndez 2010). Este esquema funcionó hasta 1920 en que se crea la aduana nacional, modificando los costos de intercambio comercial e imponiendo una reorganización productiva y comercial en el área; en 1922 el presidente de la República Argentina, H. Yrigoyen, crea el Parque Nacional del Sud. A mediados de la década de 1930, la Dirección de Parques Nacionales actuó como cuña estatal en los territorios nacionales, desarrollando infraestructura y asentando poblaciones, bajo la impronta europeizante de E. Bustillo (Bessera 2008). Desde 1935, se reconfigura el diseño de Bariloche hacia la nueva arquitectura estatal en toda la zona (Lolich 1991, 1993, 1995). En 1940 se inaugura el actual Centro Cívico, mientras que la diagramación y pavimentación de calle Mitre 0 al 100 fue realizada recién en 1941.5 De ahí en más, se sucedieron modificaciones en la luminaria, desagües, cañerías, instalación de teléfono y fibra óptica. No obstante, la diagramación de la calle Mitre no fue modificada –ancho, vereda y línea de construcciones– lo que puede observarse en las fotos históricas. Precisamente, en 1999 a partir de una obra de cableado subterráneo de fibra óptica, se halló uno de los antecedentes más importantes de restos urbanos: un pozo de basura centenario. Se realizaron tareas de rescate a cargo del Lic. A. Hajduk y el Equipo de Arqueología y Etnohistoria del Museo de la Patagonia (Parque Nacional Nahuel Huapi-APN) que permitieron registrar el basural y

    5 En el caso la zona afectada, los procesos de ocu-pación llegan a la actualidad, por lo que en este caso el registro arqueológico comprende períodos considerados como históricos.

    recuperar los materiales de principio de siglo XX6.A partir de estos marcos de referencias, establecimos la jerarquización de las diversas zonas a impactar con el fin de poder priorizar trabajos y mitigar las posibles destrucciones del patrimonio.

    INTERVENCIÓN EN LA OBRA

    De manera mancomunada con la empresa constructora –Planobra S.A.– se llevaron a cabo dos líneas de trabajo. La primera, se trató del diagnóstico de potencial arqueológico, paleontológico y geológico sobre las áreas aún no intervenidas por las obras. Este trabajo fue una herramienta que integró los múltiples procesos que afectaron y afectan a la zona específica –información geológica, geomorfológica, paleogeográfica, paleontológica, arqueológica histórica y urbana– y permitió realizar un mapeo de la zona involucrada por la obra y las características de ella. Como resultado se jerarquizaron las zonas impactadas con el fin de priorizar trabajos y mitigar las posibles destrucciones patrimoniales. La segunda línea estuvo representada por el seguimiento de la obra, recolección de muestras y rescate en el caso de lo ya intervenido; esta tarea diaria incluyó el monitoreo de las actividades realizadas, revisión de los sedimentos extraídos y perfiles expuestos durante el período de movimiento de suelos (Figura 3 A, B, C y D).

    6 A partir de toda la información anteriormente mencionada, se buscó trabajar para un mapa de sensibilidad que permita jerarquizar el espacio de-finido en función de las zonas afectadas a partir de la obra PVCM. Esto implicó articular línea de evi-dencia de diversas escalas temporales y espaciales, para luego cruzarlo con la diagramación específica de las trincheras, buscando ponderar las zonas con más probabilidades de hallazgos para cada una de las líneas de evidencia.

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    Seguimiento de Obra

    Los criterios de trabajo empleados para el seguimiento de obra de la calle Mitre 700-0, fueron acordados con la empresa Planobra S.A. y la Secretaría de Desarrollo Urbano y la Subsecretaría de Medio Ambiente de la Municipalidad de Bariloche, siguiendo el Plan de Gestión Ambiental7: 1) Realizar las intervenciones generales en

    la obra en horario restringido debido a cuestiones de seguridad, ya que las máquinas dejaban de funcionar. En los casos que fue necesaria una intervención extendida, se estableció la colaboración conjunta con los responsables de la

    7 La inspección municipal estuvo a cargo de la Subsecretaría de Planeamiento (Secretaría de De-sarrollo Urbano del municipio) y por la provincia de Río Negro a través de la Unidad Provincial de Coordinación y Ejecución de Financiamiento Ex-terno (UPCEFE).

    obra, logrando desarrollar el trabajo en perfectas condiciones.

    2) Los sectores de ampliación de plazas de estacionamiento vehicular no fueron trabajadas por iniciar nuestras tareas con posterioridad a esos trabajos.

    3) Sobre calle Mitre se definieron los lugares de intervención como: Trinchera Norte y Sur, perfiles Norte y Sur respectivamente, siguiendo la numeración urbana. Ambas fueron relevadas monitoreando los siguientes aspectos de la estratigrafía:8 a. Descripción y registro fotográfico y

    fílmico de los estratos identificados, relevando en detalle las columnas y recolectando muestras representativas de los diferentes niveles identificados.

    8 Por cuestiones de espacio y objetivos propuestos, sólo mencionamos los resultados principales de los relevamientos sedimentológicos y paleontoló-gicos. Para más detalles sobre el estudio realizado, ver Fernández Do Río et al. (2017).

    Figura 3. Vista de los trabajos de seguimiento de obra de calle Mitre. A y B) trinchera en Mitre al 0/100; C) relevamiento de estratigrafía natural (Mitre 200); D) actividades de difusión con la comunidad local durante las excavaciones (Mitre 50).

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    b. Confección de croquis esquemáticos representando los diferentes niveles estratigráficos relevados y su variación lateral y vertical, teniendo en cuenta los niveles correspondientes a sedimentos depositados naturalmente, sectores de relleno y modificaciones antrópicas.

    c. Envío de muestras de sedimento al La-boratorio de Análisis por Activación Neutrónica del Centro Atómico Barilo-che, para su análisis.

    d. Selección de muestras representativas de los diferentes niveles estratigrá-ficos, para su análisis macroscópico (granulometría, textura, composición) utilizando lupa binocular y microscó-

    picamente mediante microscopio pe-trográfico.

    e. Inferencias sobre el ambiente de sedimentación y procesos de formación de suelos a partir de las descripciones de las muestras y las columnas, su correlación lateral y la geometría de las capas.

    4) Mapeo de la presencia de materiales arqueológicos y rasgos estructurales edilicios y de servicios (antiguos drenajes, pluviales, caños de gas, pozos de inspección, etc.).

    5) La estabilización y conservación de los ma-teriales fueron realizadas por el museólo-go del Museo de la Patagonia-PNNH-APN.

    Tabla 1. Descripción sintética de los hallazgos arqueológicos y estratigráficos a lo largo del seguimiento de obra de calle Mitre.

    Cuadra Contexto Relevado

    Mitre 700/600 Mitre 690 (Trinchera Sur, perfil norte): se halló un dueto de desagüe que atravesaba la calle de lado a lado. Se trata de una estructura compuesta por barriles con una estructura de tablas de madera dispuesta en di-rección longitudinal por encima de ella a modo de pasarela. Los barriles aparecen parcialmente colapsados y encastrados en serie; presentando un relleno de gravas estratificadas y restos arqueológicos que marcan los sucesivos episodios de relleno producto del desagüe (Figura 4A).Mitre 680 (Trinchera Norte, perfil sur): se halló una zapata de ladrillos: un muro trapezoidal de contención de 1 m de base por 0.36 m de tope y 1.10 m de alto. En el perfil norte, si bien estaba destruida, se observó el negativo de las 17 lineas de ladrillos que la componían.Mitre 666: se registró una concentración de materiales a los 30 cm de profundidad del nivel de la calle: fragmentos de cerámica, restos de hierro que sobresale del perfil, de madera y de huesos de fauna.Mitre 600: en ambas trincheras. se hallaron postes de madera. Se trata de tres troncos formatizados y agu-zados de 1.90 m x 0.21 m de diámetro. Por su localización y forma se los relaciona con los viejos palenques que se ubicaban en todas las esquinas y a mitad de cuadra a lo largo del derrotero de la calle Mitre antes de su asfaltado (Figura 4 By C). En términos estratigráficos, la cuadra de Mitre al 600-700 presenta algunas diferencias importantes con las restantes cuadras relevadas. Su estratigrafía está conformada por una potente capa de sedimento limo-arenoso de color castaño oscuro a negro en ambas trincheras, interpreta-do en función del desarrollo vertical de un suelo y relacionado a un ambiente de tipo mallín. Las caracte-rísticas sedimentológicas y el contenido de microfósiles de esta capa inferior sugieren que se depositó en un momento en el cual este sector de la calle Mitre estaba ocupado por un cuerpo de agua, probablemente somero y/o temporario (ver Fernández Do Rio et al. 2017).

    Mitre 600/500 Al iniciar los trabajos, las trin