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Seminario Internacional de Miami Miami International Seminary 14401 Old Cutler Road. Miami, FL 33158. 305-238-8121 ext. 315 DOCTRINA DEL CATOLICISMO ROMANO COMPARADA CON LA SANTA BIBLIA REVISIÓN OTOÑO 2005 RICHARD BEENNETT © Un curso del Seminario Internacional de Miami / Miami International Seminary. 14401 Old Cutler Road Miami, FL 33158. 305-238-8121 ext. 315. Email, [email protected]. Web site, www.mints.edu 1

Doctrina Del Catolicismo Romano Comparado Con La Santa Biblia - Richard Bennett - Libro

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Doctrina Catolicismo Romano

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Seminario Internacional de

Miami Miami International Seminary

14401 Old Cutler Road. Miami, FL 33158. 305-238-8121 ext. 315

DOCTRINA DEL CATOLICISMO ROMANO COMPARADA CON LA SANTA BIBLIA

REVISIÓN OTOÑO 2005

RICHARD BEENNETT

© Un curso del Seminario Internacional de Miami / Miami International Seminary. 14401 Old Cutler Road Miami, FL 33158. 305-238-8121 ext. 315. Email,

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INTRODUCCIÓN

PREÁMBULO En octubre 11 de 1992 el Papa Juan Pablo II firmo un documento llamado “El Catecismo de la Iglesia Católica”.1 Este libro contiene los últimos principios y dogmas fundamentales de la doctrina oficial de la Iglesia católica. El vaticano no incluyo la palabra “romana” en el titulo del catecismo, pero es obvio que si se publico con la autoridad del Papa y su firma, no hay duda de que el documento es el catecismo de la Iglesia de la Iglesia Católica Romana. Puesto que el catecismo es corriente, oficial se publico para información y conocimiento del ciudadano común, este documento es usado de esta forma en este estudio como el punto básico de referencia para que se entienda la doctrina de la Iglesia Católica Romana. De aquí en adelante nos referiremos al catecismo de la Iglesia católica como CIC.

PANORAMA MUNDIAL Analizando los sistemas, es necesario examinar las bases de los sistemas como punto global de referencia. El mundo de panorama mundial esta basado en la autoridad de los sistemas. Hay sistemas bajo la autoridad de las Escrituras solamente; sistemas bajo varias autoridades incluyendo la Biblia, y sistemas bajo la autoridad diferente de la Escritura Sagrada, como en el caso de las religiones no cristianas y filosofías. Para la finalidad de este curso solo estudiaremos dos sistemas: El evangelio de la Iglesia Católica Romana y el Evangelio de Jesucristo.

1 Véase la “introducción pontifica” con la firma del Papa en la pagina siguiente.

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CAPITULO 1: EL VALOR DOCTRINAL DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA “ROMANA”

INTRODUCCIÓN El siguiente es el texto del valor doctrinal firmado por el Papa Juan Pablo II. De este modo se prueba que el catecismo de la Iglesia Católica es sin duda el catecismo de la Iglesia Católica Romana.

El Catecismo de la Iglesia católica, que aprobé el día 25 del pasado mes de junio y que hoy dispongo publicar en virtud de mi autoridad apostólica, es una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, comprobada o iluminada por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Yo lo considero un instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial, y una regla segura para la enseñanza de la fe. Ojala sirva para la renovación a la que el Espíritu Santo incesantemente invita a la Iglesia de Dios, cuerpo de Cristo, peregrina hacia la luz sin sombras del Reino.

La aprobación y la publicación del Catecismo de la Iglesia católica constituyen un servicio que el Sucesor de Pedro quiere prestar a la santa Iglesia católica, a todas las Iglesias particulares que están en paz y comunión con la Sede Apostólica de Roma: es decir, el servicio de sostener y confirmar la fe de todos los discípulos del Señor Jesús2, así como fortalecer los lazos de unidad en la misma fe apostólica.

Pido, por consiguiente, a los pastores de la Iglesia, y a los fieles, que acojan este Catecismo con espíritu de comunión y lo usen asiduamente en el cumplimiento de su misión de anunciar la fe y de invitar a la vida evangélica. Este Catecismo se les entrega para que les sirva como texto de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica, y sobre todo para la elaboración de los catecismos locales. Se ofrece, también, a todos los fieles que quieran conocer más a fondo las riquezas inagotables de la salvación3. Quiere proporcionar una ayuda a los trabajos ecuménicos animados por el santo deseo de promover la unidad de todos los cristianos, mostrando con esmero el contenido y la coherencia admirable de la fe católica. El Catecismo de la Iglesia católica se ofrece, por último, a todo hombre que nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros4 y que desee conocer lo que cree la Iglesia católica.

Este Catecismo no está destinado a sustituir los catecismos locales aprobados por las autoridades eclesiásticas, los obispos diocesanos o las Conferencias episcopales, sobre todo si han recibido la aprobación de la Sede Apostólica. Está destinado a favorecer y ayudar la redacción de los nuevos catecismos de cada nación, teniendo en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero conservando con esmero la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica.

2 Lucas 22:32 3 Juan 8:32 4 I Pedro 3:15

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Al concluir este documento, que presenta el Catecismo de la Iglesia católica, pido a la santísima Virgen María, Madre del Verbo encarnado y Madre de la Iglesia, que sostenga con su poderosa intercesión el trabajo catequístico de toda la Iglesia en todos sus niveles, en este tiempo en que está llamada a realizar un nuevo esfuerzo de evangelización. Ojala que la luz de la fe verdadera libere a los hombres de la ignorancia y de la esclavitud del pecado, para conducirlos a la única libertad digna de este nombre5, es decir, a la vida en Jesucristo, bajo la guía del Espíritu Santo, aquí en la tierra y en el reino de los cielos, en la plenitud de la felicidad de la contemplación de Dios cara a cara.6

Dado en Roma, el día 11 de octubre de 1992, trigésimo aniversario de la apertura del concilio ecuménico Vaticano II, décimo cuarto año de pontificado.

LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA Como esta citado, bajo la firma del Papa, sabemos que la autoridad de la Iglesia Católica romana esta sujeta a varios sistemas: “El Catecismo de la Iglesia católica, que aprobé el día 25 del pasado mes de junio y que hoy dispongo publicar en virtud de mi autoridad apostólica, es una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, comprobada o iluminada por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia”. La Iglesia católica romana esta por esto, bajo la autoridad de dos sistemas: La Biblia, la tradición y el magisterio, cuyo infalible jefe ejecutivo es el Papa mismo, dos de estos sistemas, la tradición y el magisterio, no describen claramente los límites para ejercitar la autoridad absoluta. Ellas están sujetas a cambiar y, ellas se cambian cuando por política o por dogma es necesario justificar las doctrinas o posiciones. El catecismo hace la diferencia entre la tradición apostólica y las tradiciones teológicas, disciplinarias, litúrgicas o devocionales, que con el tiempo se crearon en las iglesias locales. Sin embargo, doctrina declara: “Solo a la luz de la gran tradición aquellas pueden ser mantenidas, modificadas, o inclusive abandonadas bajo la dirección del magisterio de la Iglesia”7 Por otra parte, la iglesia católica romana no titubea en declarar que su autoridad no depende solo de la Biblia. De ahí resulta que la iglesia, a la cual esta confiada la divulgación e interpretación de la Revelación, “no confirma exclusivamente de la escritura la certeza de todo lo revelado. Y así se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción”.8

Roma no solo niega la autoridad de la Biblia sola sino que se coloca ella misma con autoridad absoluta.

5 Juan 8:32 6 1 Corintios 13:12; 2 Corintos 5:6-8 7 CIC # 83 8 CIC # 82

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“El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo, es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma”.9

Una de las razones por la cual la Iglesia Católica Romana no se somete a la Biblia es porque ella declara: “La Sagrada Escritura contiene la Palabra de Dios, y en cuanto inspirada, es realmente Palabra de Dios”10. La diferencia aquí es que la Biblia no es toda la revelación especial. El catecismo clama que es cierto que las Escrituras contienen la Palabra de Dios, pero no todo lo escrito es la Palabra de Dios. Tampoco es la revelación completa para la salvación de almas. Pero, para la Iglesia Católica Romana, no existen problema de autoridad, aun así la Biblia no esta en comando de autoridad, el Papa, el Obispo de Roma, el reemplazo de Pedro, por derecho de su posición como vicario de Cristo, tiene el poder completo, supremo y universal sobre toda la Iglesia, el cual puede ejercer si obstáculos. “El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia, y Papa como sucesor”.11

El pontífice romano goza de inhabilidad, cuando como pastor supremo, proclama por carta definida, la doctrina que se refiere a la fe, y a la moral. La inhabilidad esta también presente en el cuerpo de obispos al reunirse con el heredero de Pedro, ellos ejercitan el magisterio supremo sobre todas las cosas. Cuando la Iglesia a través del magisterio supremo propone una doctrina para creencia, como revelación divina, y como las enseñanzas mismas de Cristo, esas doctrinas deben ser obedecidas con la fe de la obediencia, o sea como dogma de fe para la salvación de la cual también depende. La infabilidad se explica de esta manera: “El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral. La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un Concilio ecuménico. Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar como revelado por Dios para ser creído y como enseñanza de Cristo, hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe. Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina.”12

La Iglesia Católica Romana sostiene una misma línea en su modelo autoritario: “Por ello es claro que, la tradición y las Sagradas Escrituras y la enseñanza autoritaria de la Iglesia, junto con los mas sagrados designios de Dios, son tan unidos que el uno no puede existir sin el otro, y que juntos y cada uno por si mismo, contribuyen efectivamente a la salvación de las almas bajo la guía del Espíritu Santo.”13

9 CIC # 85 10 CIC, # 135 11 CIC # 881 - 882 12 CIC # 891 13 Doc. Vat II, pg 118

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En el decreto dogmático del concilio Vaticano (1870), la Iglesia Romana hizo esta declaración: “Nosotros enseñamos y definimos que este es un dogma de revelación divina; que el pontífice Romano, cuando el habla ex cátedra, o sea, cuando por su función como pastor y cabeza de todos los cristianos, por función de su autoridad Apostólica, el define una doctrina relacionada a la fe y la moral para ser guardada por la Iglesia Entera, por la ayuda divina debida a el en San Pedro, el posee esa infalibilidad por la cual el redentor divino desea que su iglesia sea dotada para definir la doctrina concerniente a la fe y la moral; y que por ello, la definiciones hechas por el Romano Pontífice son irrevocables, y no por consentimiento de la Iglesia. Pero si alguno se atreve a contradecir al edicto, dejen que se sea un anatema”14

Podemos concluir por este pasaje, así como de los documentos del Vaticano II y el nuevo catecismo de la ICR, que cuando ella habla de su magisterio, eso quiere decir que es el papa y sus cardenales, pero principalmente el papa. Por lo tanto, la sagrada escritura y la tradición deben ser entendidas solo como el Magisterio lo entiende. Cualquier violación de esta regla causaría un bando de disensión bajo la maldición de la Iglesia. Concluyendo, la Iglesia Reaman esta bajo la suprema autoridad del Pontífice y también bajo la tradición y la Biblia la cual en realidad no es la palabra de Dios, según ellos, y solo contiene la Palabra de Dios. Es interesante que aun la autoridad del catecismo de la iglesia católica, no es escritura sagrada sola, sino cánones romanos, concilios, relatos de santos y en general documentos del mismo magisterio eclesiástico.15

LA AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS La verdadera cristiandad esta solo bajo la autoridad de la Biblia. Los factores externos e interno demuestran de hecho, que la Biblia enteramente e infalible, inefable, verdadera y perfecta.16 La evidencia externa, los hechos fuera de la Biblia, demuestran que es información segura y digna de confianza. Evidencias externas refiere hechos científicos, arqueológicos, históricos, y testimonios personales. Las evidencias internas revelan hechos que dentro del libro demuestran su confianza. Las bases por las cuales se acepta la inspiración divina de la Escritura son por las escrituras mismas que lo demuestran.17

Aquí Pedro declara que las escrituras no son un trabajo humano sino divino, y fueron escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo.18

Pablo declara que “toda escritura es inspirada por Dios” y Pedro lo confirma en II Pedro 3:16. 14 Del Credo Del Bautismo, Volumen II p. 270 - 271 15 Declaración Doctrinal. pg. 196 16 Salmo 19:9 17 II Pedro 1:20 - 21 18 II Timoteo 3:15 - 17

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Pablo usa una palabra muy importante en II Timoteo 3, “adecuado”, que significa perfecto o completo, y además añade que las Escrituras son suficientes para que una persona sea completamente dotada del conocimiento y la voluntad de Dios por que ellas están bajo la autoridad divina. La forma en que Dios defino las escrituras no lleva a la conclusión de que la Biblia sola tiene la autoridad. La ICR enseña que hay una tarima de tres paralelas bajo la cual la verdad sagrada esta fundada: La escritura, la tradición y le magisterio; especialmente cuando el papa habla ex cátedra. Sin embargo las escrituras no enseñan solo una verdad que Dios declara que es suficiente, esta es la escrita. Guillermo Webster en su ensayo incluido en el libro: “Catolicismo romano: Los evangelistas protestantes analizan lo que nos divida y lo que nos une” dice: “La escritura es descrita así: pura, perfecta, eterna, segura, verdadera, para siempre establecida en el cielo; ella santifica, da el desarrollo espiritual, la dirige Dios, es autoritaria, concede sabiduría para salvación, hace al simple sabio, es viva y activa, es una guía, una arma de fuego, martillo, es la semilla, es la espada del Espíritu, da el conocimiento de Dios, es una lámpara a nuestros pies y una luz en nuestro camino, enseña la reverencia de Dios, cura, libera, ilumina, da fe, regenera, redime las almas, da convicción, es irrevocable, escudriña el corazón y la mente, da vida, derrota a Satanás, prueba la verdad, refuta el error, es santa, edifica para obras buenas, es el juez final de toda la tradición, es la palabra de Dios”. Webster cita los siguientes pasajes específicos de las escrituras, a los cuales he añadido textos bíblicos para la guía del lector: Mateo 15:2-9 ¿Por qué Tus discípulos quebrantan la

tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan. Jesús les preguntó: ¿Por qué también quebrantan ustedes el mandamiento de Dios a causa de su tradición? Porque Dios dijo: HONRA A tu PADRE Y A tu MADRE, y: QUIEN HABLE MAL DE su PADRE O DE su MADRE, QUE MUERA. Pero ustedes dicen: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado, no necesitará más honrar a su padre o a su madre. Y así ustedes invalidaron la palabra de Dios por causa de su tradición. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de ustedes cuando dijo: ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA, PERO SU CORAZÓN ESTA MUY LEJOS DE MI. 'PUES EN VANO ME RINDEN CULTO, ENSEÑANDO

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COMO DOCTRINAS PRECEPTOS DE HOMBRES.

I Pedro 1:23 Pues han nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece.

I Pedro 2:2 Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado.

Tito 2:5 A que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

II Timoteo 3:15-17 Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (apto), equipado para toda buena obra.

Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir (juzgar) los pensamientos y las intenciones del corazón.

Jeremías 5:14 Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de los ejércitos: Por cuanto han hablado esta palabra, Yo pongo Mis palabras en tu boca por fuego Y a este pueblo por leña, y los consumirá.

Efesios 5.26 Para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra.

Efesios 6:17 Tomen también el CASCO DE LA SALVACIÓN, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios.

Juan 8:32 Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Juan 10:35 Si a aquéllos, a quienes vino la palabra de Dios, los llamó dioses, (y la Escritura no se puede violar).

Todas las citas anteriores reflejan los diversos poderes, elementos y aplicaciones de la Palabra de Dios. Entonces, ¿porque se sigue la tradición? Aunque hay veces que la escritura hablan en bien del apostolado y la tradición heredada, que es solamente temporal, la respuesta a esta pregunta es: De ninguna forma.

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El Señor Jesucristo mismo recito continuamente de las escrituras y no de la tradición, siempre defendiéndose de Satanás y de los líderes religiosos. Basándose en la seguridad de las escrituras, existe bastante evidencia para creer que Jesucristo es el hijo de Dios, la imagen perfecta del Padre Celestial, uno como el Padre, y por ello, Jesucristo, es la autoridad infalible. Con su divina autoridad Jesús enseña que la Biblia es más fidedigna, es la Palabra pura de Dios y esencialmente infalible. Aun aquellos que no creen que Cristo sea Dios, o el Hijo de Dios, usualmente lo llaman un profeta o un buen hombre. Su reputación no es de ser mentiroso. Con su reporte entre los que no son cristianos, y con la certeza para los creyentes de que el es el Hijo de Dios, no tenemos otra alternativa de que su testimonio acerca de las Escritura es verdadero. Jesucristo no solo testifico acerca de la seguridad de las escrituras, sino que su vida entera estuvo sujeta a la autoridad de las escrituras. Cuando Jesús empezó su vida publica, lo primero que el hizo fue bautizarse en sujeción a la escritura. Es su bautismo. En escucho del Padre: “Este es mi hijo amado”. Con esta confirmación celestial de su divinidad, Jesús se retiro a la soledad donde tuvo el encuentro con Satanás. En ese encuentro con Satanás, su deidad absoluta fue puesta a prueba. No paso mucho tiempo que el escucho del Padre de que el era el hijo de Dios. Sin embargo, Cristo siendo todo un Dios y todo un hombre, mostraba que estaba físicamente débil y cansado. Satanás intento desvirtuar las Escrituras al preguntarle: “Si eres el hijo de Dios…” Fíjense que Satanás no le pregunto: “Como eres el Hijo de Dios”. El solo uso el condicional “si” fue una estrategia Satánica para poner dudas la misma Palabra de Dios, la cual Jesús mismo oyó en su bautismo. El Señor, sin embargo no se envolvió en argumentos filosóficos con Satanás para probar que el estaba mal. En cambio Jesús le enseño que el, Jesús, estaba bajo la autoridad de las escrituras al citar de ellas. “Esta escrito: El hombre no vive solo de Pan sino de toda la Palabra que procede de la boca de Dios”. Nótese la precisión de las Escrituras en la expresión “toda palabra”. Satanás trato de sembrar dudas de la integridad de las Escrituras al tentarlo dos veces mas siempre usando la palabra “si”. Jesús le refuta a Satanás con la autoridad de la Palabra mismo de Dios, al repetirle tres veces: “Esta escrito”. En Mateo 4:3 – 10 usa la palabra de Dios como la espada que puede alejar a Satanás. En sus reuniones con los líderes judíos, Jesús hizo comparaciones interesantes entre la Palabra y las tradiciones, enalteciendo las escrituras por encima de toda autoridad. En Mateo 15:1-9 exitosamente desafía las tradiciones vanas del hombre que bramantemente contradicen los mismos mandamientos de Dios. En Mateo 19:1-10 los fariseos le preguntan a Jesús sobre la legalidad del divorcio. Jesús otra vez recurre a las escrituras para condenar el divorcio. De la misma forma Jesús, en Mateo 22 expresa su irritación con los saduceos y fariseos por su ignorancia en las escrituras, contestándoles de esta manera: Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, la Palabra misma y eterna, cuando simplemente pudo haber dicho: “Yo soy la Tradición”, cito la escritura. Hechos 17:11 nos dice que “estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así”. No se menciona nada de las tradiciones de los rabinos o de los ancianos de la

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Iglesia. Las escrituras son las apelaciones finales de autoridad. Cuando la iglesia católica romana aconseja la lectura Bíblica, lo hace insistiendo que se debe leer de acuerdo a las tradiciones de la Iglesia. Si la las escrituras y el Vaticano se encuentran entre la doctrina y la practica, la iglesia romana descarta las escrituras y recurre a las tradiciones y a su propia autoridad para establecer su derecho, despreciando de este modo la verdad de que la Biblia es la única fuente de autoridad segura por fe y por practica. El termino “esta escrito” es tan indispensable y de tan extrema importancia que los escritores del NT declaran 37 veces la autoridad la palabra escrita, recordando específicamente “como esta escrito”19

En Mateo 5:18 Jesús hace una declaración que confirma cada letra o símbolo en las escrituras como la verdadera palabra de Dios. La jota y la tilde que Jesús menciona aquí se refieren al más mínimo de los símbolos escritos, como al decir en la frase “una jota de la pluma”. Para ampliar más el significado de estos términos, consideramos el sistema con el que los usaban para impedir los errores al transcribir las escrituras. Los escribas, al copiar, cotaban cada carácter en cada página. Si una “jota” o una marca menor era omitida por la pluma, ellos destruyan toda la pagina y la volvían a escribir, Jesús aceptaba esa integridad y respetaba cada jota o tilde de la palabra de Dios. Jesús mismo autenticaba las Escrituras una y otra vez. En Juan 10:35 Jesús indica que “las escrituras no pueden ser quebrantadas”. Y en Juan 17:17 el les da valor diciendo: “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”. Jesús confirmo hechos históricos acerca de Adán, Noe, Caín y Abel, Jonás y la Creación misma.

• En Mateo 19:4, Jesús confirma la creación del hombre. • En Lucas 17:26, Jesús hace referencia a la destrucción del mundo • En Mateo 12:40 habla de su resurrección. También señala a las Escrituras para

aplicar en la vida, como la santidad del matrimonio. Viendo a Marcos 10:6-9. Jesús responde a la pregunta sobre el divorcio y la ley.

La más completa confirmación de la autoridad de las escrituras dadas por Jesús ocurrió después de su resurrección, cuando caminaba con dos de sus discípulos en el camino a Meaux. Durante 7 millas de camino el Señor les explico las Escrituras empezando desde Moisés, enseñándoles que el centro de la Palabra de Dios es Cristo. Lucas 24: 24 - 28 hace el recuento: “Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a El no lo vieron. Entonces Jesús les dijo: Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho. ¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en Su gloria? Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, le explicó lo referente a El en todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos”. De hecho, el cumplió perfectamente las Escrituras del Antiguo Testamento, como lo vemos en varios pasajes mesiánicos:

• Génesis

19 En la RV60 la frase “está escrito” aparece aproximadamente en 135 veces

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o 12:3 o 21:22 o 49:10

• II Samuel 7:12-13 • I Crónicas 17:11-14

Estas citas amplifican el linaje Mesiánico de Cristo:

• Isaías o 7:14 o 9:6 o 35:5-6 o 49:6 o 50:6 o 52:14 o 53

• Salmo o 2:12 o 16:10 o 41:9 o 53:8-12

• Daniel 9:24-27 • Zacarías 11:11-13

Negar la suficiencia y la autoridad de la Biblia en su totalidad es negar a Cristo mismo. El se encuentra en cada página de las Escrituras.

LA AUTORIDAD DE LA TRADICIÓN Como probamos en la sección anterior, la Iglesia Católica Romana enseña que la Escritura sola no es suficiente. Debe ser completada con la tradición. La Biblia sin embargo, no clama que la tradición es una fuente separada de la revelación. La tradición no es un mal instrumento o una cosa mala. Al principio los apóstoles enfatizaban su autoridad verbalmente predicando en lugar de escribirla. Las verdades que fueron dadas a la Iglesia de palabra, especialmente los evangelios, mas tarde fueron por escrito. Luego que la tradición fue puesta por escrito, Dios coloco un sello en su palabra escrita. Esto lo vemos en Apocalipsis 22:18. Después de esto, la tradición continua siendo importante y valido, solo si se sujetan a la autoridad de las Escrituras. Pablo lo advirtió en Colosenses 2:8. Numerosos pasajes en el NT muestran que la tradición apostólica en forma escrita en particular es el modo con el cual la iglesia seria unida por la palabra apostólica. Con el paso de los tiempos y el esparcimiento de las Iglesias por todo el mundo, los apóstoles se mantuvieron en contacto con las iglesias solo por la palabra escrita. Luego que los apóstoles murieron, la tradición verbal vino a ser menos confiable. En I Corintios 15 la tradición apostólica fue puesta intencionalmente por escrito de manera que pudiera ser preservada con exactitud. Por ejemplo cuando Pablo escribió extensa e intencionalmente acerca de las tradiciones apostólicas referentes a la

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resurrección de Jesús, al ponerlas por escrito, el no escribió nada nuevo. El estaba intranquilo de que la Iglesia retuviera la tradición en las palabras en que el las había proclamado, y por esta razón poso las palabras por escrito. Al poner la tradición apostólica por escrito puso por fin, de una vez por todas, la incógnita de lo que había ocurrido y previno mas tarde malos entendimientos y falsificaciones. De hecho el asegurar la tradición apostólica por escrito condujo finalmente al canon, o sea la Biblia escrita. Lucas también anuncio la tradición apostólica por escrito. El primero reviso los caracteres, examino cuidadosamente de principio a fin, todas las cosas que había acontecido y las escribió para que Teofilo pudiera saber con certeza de aquellas cosas que el había oído. En la isla de Patmos, a Juan le fue encomendado específicamente que escribiera y enviara la Palabra escrita a las Iglesias, relatado en Apocalipsis 1:11-19 Y otra vez en Apocalipsis, a Juan le es encomendado escribir: “Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en Su mano derecha, Aquél que anda entre los siete candelabros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. (Rev. 2:1-2). Veamos el 19:9: “El ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que están invitados a la cena de las Bodas del Cordero. También me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”. Estos versos atribuyen enfáticamente autoridad divina a lo escrito en el NT y en forma solemne, estos pasajes hilan la salvación con la lectura, el oír y el mantener lo que esta escrito en la Biblia. Notemos el 1:3. Dios es cuidadoso de sus palabras, así como el padre amoroso que establece limites para el bienestar de sus hijos, así el promete disciplina y castigo para aquellos que traspasan sus limites, mas allá de su palabra. El avisa castigar con las plagas, que es la condenación para aquellos que añaden o quitan la Palabra de Dios (Apocalipsis 22:18). En la parte simbólica de la Biblia, casi al final de la escritura, Dios coloca un sello su protección de su palabra, advirtiendo que nadie puede añadir a quitar nada sin que recia condenación, o sin que su nombre sea borrado completamente del libro de la vida. Ninguna tradición que no se sujete a la autoridad de la Biblia, no es por ellos, aceptada e inclusive condenada por el Hijo de Dios mismo, muestro Señor Jesucristo. Esta es exactamente que Jesús adopto sobre la tradición. La tradición en su parecer, ni fue y nunca estuvo en autoridad, sino que fue para ser juzgada por la Palabra de Dios y donde se encontró que estaba de acuerdo con lo escrito, fue rechazada, como Mateo 15 lo explica. Este mismo texto relata como Jesús confronto con los Fariseos acerca de su tradición y su relación con las Escrituras. Los fariseos creían que desobedecer la tradición era desobedecer a Dios. En lugar de elevarse a la autoridad de la tradición, sin embargo Jesús los acuso, ya que al guardarla ellos, violaba la palabra de Dios. Así lo indico Jesús en Mateo 15:9. Cuando Jesús se refería a la tradición en las escrituras, el siempre se refirió a la palabra escrita, y de hecho, cualquier invocación a lo escrito de lo que Jesús hablo en el Nuevo Testamento, se puede verificar en el AT, por escrito, como lo hemos demostrado en este

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discurso. En conclusión, la tradición es aceptable, solo cuando ella esta bajo la autoridad de la palabra de Dios. Debe ser condenada y no se puede aceptar cuando traspasa la autoridad de la escritura sagrada. Es altamente significativo que el Señor Jesucristo nunca recurrió a la tradición como la medida de autoridad, sino que en lugar uso la Biblia para corregir los errores de la tradición, como lo hace en Mateo 22. La Iglesia Romana ha añadido doctrinas del hombre a las escrituras, y bajo el nombre “tradición” ha despreciado la prohibición Bíblica de no añadir o quitar nada. La lista que sigue enseña la cronología histórica de los eventos que represente la posición de la Iglesia romana al añadirle muchas tradiciones, las cuales eventualmente reemplazaron a la Palabra de Dios. Muchas de estas adiciones ocurrieron hasta final del siglo pasado, casi 2000 años después de que la Biblia fue completada, y luego que Dios ordeno el no añadir o sustraer algo de su Palabra. Orar por los muertos 300 Persignarse 300 Lámparas (Velas, forma pagana de adoración)

320

Veneración de los Ángeles y santos. Usos de imágenes

375

Celebración de la Misa 394 El culto a Maria (El concilio de Efeso introdujo el termino “Madre de Dios”)

431

La Sotana es impuesta para los sacerdotes 500 La extremaunción 526 Doctrina del purgatoria, por Gregorio I 600 Titulo de “Papa” u “Obispo Universal” al obispo de Roma (Dado por Bonifacio III por el emperador Pocas)

607

Besar los pies del Papa 709 El Papa como rey terrenal, por mandato de Pepin, rey de los francos

750

Adoración de la cruz, imágenes y reliquias 786 El agua bendita con un poco de agua bendecida por el cura

850

Adoración a San José 890 Se establece el colegio de cardenales 927 Bautismo de campanas por el Papa Juan XXIII

965

Canonización de los Santos Muertos, por el Papa Juan XV

995

Ayuno de los viernes, durante la cuaresma (Febrero – Abril)

998

La misa, se expandió como un sacrificio. La asistencia se hizo obligatoria en el Siglo XII

1000

El celibato sacerdotal, por el Papa Gregorio VII

1079

El rosario, oración repetida con pepas, por 1090

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Pedro el Ermitaño La inquisición, por el concilio de Verona 1184 Venta de indulgencias 1190 La transubstanciación, por el Papa Inocencio III

1215

Confesión de pecado de los sacerdotes en lugar de Dios, por el Papa Inocencio III, en el concilio de Letras

1215

Adoración de la hostia, por el Papa Honorio III

1220

La Biblia prohibida al Laico. Señalada en el índice de los Libros prohibidos por el concilio de de Tuluse

1229

El escapulario, por Simón Stock 1251 La copa de la comunión prohibida a la gente por el concilio de Constancia

1414

El purgatorio, proclamado como dogma por el concilio de Florencia

1439

La doctrina de los siete sacramentos es declarada

1439

El “Ave Maria” (La ultima parte completada 50 años después y aprobada por el Papa Sixto V al final del Siglo XVI)

1508

Comunidad de los Jesuitas, por Ignacio de Loyola

1534

La tradición es declarada con autoridad igual a la Biblia por el concilio de Trento

1545

Los libros apócrifos son añadidos a la Biblia por el concilio de Trento

1546

El credo del Papa Pió IV impuesta como doctrina oficial

1560

La inmaculada concepción de la Virgen Maria, por el Papa Pió IX

1854

El compendio de errores, proclamado por el Papa Pió IX y ratificado por el Concilio Vaticano I, condeno la libertad de religión, de conciencia, palabra, de impresión y descubrimientos científicos que eran desaprobados por la Iglesia romana, validó la autoridad temporal del Papa sobre la autoridad civil

1864

Infabilidad del Papa en asuntos de fe y moral, por el concilio Vaticano I

1870

Asunción de la Virgen Maria al Cielo en cuerpo y alma por el Papá Pió XII

1950

Maria proclamada madre de la Iglesia, por el Papa Pablo VI

1965

A estos añadimos otros como:

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• Monasterio de monjes y monjas • Celebración de la cuaresma • Celebración de la Semana Santa • Celebración del Miércoles de Cenizas • Días de los santos • Días de los cirios • Día del pescado • Día de la carne • El incienso • El aceite santo • La palma santa • Medallas de Cristóbal • Las novenas

Ahí lo tenemos, la triste evidencia del creciente desvió de Roma de la sencillez del evangelio, un desvió tan radical e inalcanzable hasta el momento lo cual ha producido una Iglesia drásticamente anti evangélica. Es claro y más allá de la duda que la religión católica romana como se practica hoy en día, es la consecuencia de siglos de errores. Lo inventos humanos han reemplazado a la verdad bíblica. La posición distinta de la ICR de hoy día fue asegurada en gran manera por el concilio de Trento (1545 – 1563), con mas de sus 100 anatemas o maldiciones pronunciadas contra todos aquellos que se atrevieran a diferir con sus decisiones20. Los siguientes son otros pocos artículos que suministran más información acerca de la tradición y reacción de esta iglesia cuando es confrontada con la verdad: 1329 – 1384 Se documenta la vida de Juan Wyclif. El

tradujo la Biblia al Ingles para facilitar la lectura de las escritura.

1374 – 1415 La vida del sacerdote Juan Huss fue documentada. El insistía que solo Dios puede perdonar los pecados. El también declaro que ni el Papa ni los obispos podrían establecer doctrinas que contradicen las escrituras. El fue ejecutado por la ICR.

1456 La Biblia, editada por Tyndale 1517 El Sacerdote Martín Lutero cuelga sus 95

disertaciones para el publico Esta fue una reacción por la venta de indulgencias y de doctrinas antibiblicas de la Iglesia Católica Romana. Aquí empezó la era de la reforma. Justificación solo por la gracia, solo a través de la fe, solo en Cristo, solo bajo la Biblia como la única autoridad. Lutero tradujo la Biblia al alemán. Aquí empezó la reforma protestante, y Lutero es excomulgado. 1536 Juan Calvino creo la “Institución de la 20 Catolicismo Romano, pgs 7 - 9

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Religión Cristiana”. El calvinismo se puede resumir: • Depravación total • Elección incondicional • Expiación limitada • Gracia irresistible • Perseverancia de los santos

1545 – 1563 El concilio de Trento se reúne para condenar la Reforma Protestante, declarando que: • La tradición y la Biblia tienen

autoridad igual • Los libros apócrifos son añadidos a la

Biblia • Las siguientes doctrinas / tradiciones

fueron reafirmadas: transubstanciación, justificación / salvación por la fe y las obras, los sacramentos, el celibato sacerdotal, el purgatorio, las indulgencias, etc.

1643 – 1645 Se escribe la confesión de Fe de

Westminster1961 - 1962 El Segundo Concilio del Vaticano anuncia

varios cambios que incluyen: • Permiso para leer las escrituras a los

laicos • El ecumenismo

Ahora que hemos establecido la relación entre la tradición y las escrituras, y quien tiene autoridad, nos concentraremos sobre la autoridad de la Escrituras, en contraste con la autoridad de la ICR, al comparar su doctrina con la Santa Biblia.

LA AUTORIDAD DEL MAGISTERIO La ICR no honra la Biblia en su totalidad como la única autoridad. Ha colocado las escrituras por debajo de la tradición, que le hombre ha establecido. La autoridad no pertenece a la inhabilidad de la Biblia sino a la infabilidad del Papa como cabeza del magisterio Eclesiástico el cual, por consiguiente, esta en control de la tradición. La ICR demanda que le Papado fue establecido por Jesucristo de acuerdo de Mateo 16.18 – 19. Al haber malinterpretado este pasaje de la Escritura, la Iglesia Romana admite así que la función del Papa fue establecida por consiguiente:

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“El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de el, la piedra de su Iglesia. Le entrego las llaves de ella; lo instituyo pastor de todo el rebaño. Esta claro que también el colegio de Apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro. Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa”.21

Cuando Jesús declaro que el reconstruiría su iglesia sobre una roca, el se refería a la confesión de Pedro acerca de Jesús. Esta declaración es verificada por los términos del Griego Petros y Petra, por el mismo Pedro, por las escrituras mismas con el significado textual de la palabra “roca” como es usada en la Biblia y por la interpretación patristica en Mateo 16. Petros significa “Pedro” y Petra signfica “Piedra”. La verdad que Pedro justo había confesado, “o sea, tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”, era la base sobra la cual Cristo construiría su Iglesia. Fue en verdad fundada bajo la verdad esencial indicada quien es Cristo, que fue la verdad que Pedro justo confeso. Mírelos otra vez los términos griegos. La palabra Petros se significado una piedrita pequeña, pero Petra quiere decir una fundación o base inamovible. Pedro mismo no reclama el derecho de ser esa roca. En I Pedro 2:4 – 8, el lo explica muy bien. Y en I Pedro 5, Pedro no se ve el mismo como revestido con mas autoridad que los otros Apóstoles, sino que se identifica a si mismo como “también de los ancianos” advirtiendo a los otros ancianos tomarse una autoridad de jefes, asignando el titulo de liderazgo al Pastor Supremo el Señor Jesucristo. La única cabeza y gobernante de la Iglesia de Jesucristo. Pedro se mira así mismo como un apóstol entre los demás apóstoles con igual autoridad. Examinando mas ampliamente que Pedro nunca fue elevado a una posición alta, veamos como las escrituras aclaran este dilema. En un registro de personalidades, es la costumbre que el dignatario de más renombre aparezca primero para reconocer quien esta a cargo y quien es el más importante. Las escrituras no indican absolutamente la supremacía de Pedro. En muchos recuentros, el NT menciona a los otros apóstoles mas que a Pedro, como vemos en Juan 1:44. Nótese el orden de jerarquía. Igualmente en Galatas 2:9, Bernabé escogió como al mas capacitado de los gentiles. A través de la Biblia el Señor se presenta como la roca. Con todas estas evidencias no hay lugar para el obispo de Roma reemplace a Cristo como la roca sobre la cual la iglesia es construida. Si el Papa es el sucesor directo de Pedro o no, eso es un hecho todavía muy difícil de probar. Ese factor solo descalificaría al pontífice Romano afirma que el es herencia de Pedro. Para cimentar la autoridad absoluta del Papa y elevarla a nivel divino, Roma usurpo de Dios un titulo y lo puso sobre el Papa como “Santo Padre” y lo declara infalible. La doctrina de infabilidad papal vino al final del año 1870 en el Concilio del Vaticano I, 17 siglos después de que la Biblia fue completada y el canon fue cerrado. Históricamente y bíblicamente, este dogma de fe de la ICR presenta problemas insuperables como lo explica AD Carson: “Luego de la muerte, el llamado sucesor de

21 CIC # 881

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Cristo tendría autoridad sobre el apóstol viviente entonces, Juan, un hecho que no se puede confirmar. Lo que la Escritura realmente dice es que Pedro es el primer discípulo en proclamar a Jesús en esa forma, y por esta proclamación su supremacía siguió hasta los primeros años de la Iglesia22. El, junto con Juan fueron enviados con los otros discípulos a Samaria23, y fue hecho responsable por sus acciones por la Iglesia en Jerusalén24 y fue amonestado por Pablo cara a cara.” 25

Pedro es primero entre los otros, Carson concluye: “Jesús construyo su Iglesia. Precisamente por esto es que Jesús pasó mucho tiempo con ellos hacia el final de su ministerio. El honor no fue merecido, sino sembrado por revelación divina y por el trabajo de Cristo.”26 Pablo, el apóstol de los gentiles, trabajo independientemente de Pedro y nunca habla de haberse sometido a él (en ningún sentido) como la cabeza de todos. Si alguno califica como verdadero líder, es Pablo, aun así nunca reclama la posición mas alta para él. Es mas, Pablo regaño a Pedro en público, en su casa pues Pedro con sus acciones y su conducta hipócrita se condeno el mismo, como lo vemos en Galatas 2. La evidencia inequívoca es esta: La primacía de la Iglesia en la tierra no estaba en un líder humano sino en Cristo quien reina en el cielo. En el NT no hay ningún texto que evidencie el ministerio del papado, ni tenemos un modelo de persona que ejerza como papa, seria una omisión extraña al entender que la iglesia no es la verdadera sin el papado y sus obispos. Hay muchos hechos históricos que desafían la infabilidad del obispo de Roma. Hay muchos factores irreconciliables que en efecto ridiculizan la idea de la infabilidad. El dogma de la infabilidad afirma que el papa no yerra cuando habla ex cátedra, sin embargo, existe muchos archivos en los cuales un papa anula lo que otro papa declara como dogma de fe. En otras ocasiones, los concilios y los concilios y los obispos han contradicho las decisiones ex cátedra del papa, y existen mas documentos en los cuales dos papas sostuvieron el cargo de papa al mismo tiempo, ambos contradiciéndose el uno al otro en cuestiones de fe y aun excomulgándose cada uno al otro.

22 Hechos 1:12 23 Hechos 8:24 24 Hechos 11:1-8 25 Galatas 2:11 - 14 26 Carson 1986, pgs 363 - 369

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CAPITULO 2: CONTRADICCIONES IRRECONCILIABLES DE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA

INTRODUCCIÓN José Ignacio Von Dillinger, un eminente historiador de la Iglesia, nos da un reencuentro cronológico en el libro “El Papa y el concilio”. Revisemos algunas de las contradicciones irreconciliables que cuidadosamente han sido documentadas en la historia de la Iglesia.

CONTRADICCIONES 96 La primera epístola de Clemente a los

corintios fue enviada a la Iglesia son consultar al obispo de Roma. Esta epístola fue adoptada oficialmente por la ICR.

112 - 116 Ignacio de Antioquia también escribió carteas oficiales a diferentes iglesias, incluyendo la iglesia romana redarguyendo, corrigiendo y dando instrucción. Ellos indicaban que el obispo de Roma estaba bajo la autoridad de Antioquia.

342 Varios obispos sostuvieron un Sínodo en Antioquia, en acción totalmente independiente del obispo de Roma, que era el Papa Julio. Este sínodo aprobó 25 normas que mas tarde fueron adoptadas por la Iglesia en el Concilio de Calcedonia.

356 El Concilio de Cartago se opuso al Papa en la doctrina del bautismo. Ese concilio probó ser más infalible que el papa, al ejercer la autoridad sobre el pontífice en este asunto.

352 - 356 El Papa Liberio excomulgo a Atanasio. Atanasio compartía la posición de la Iglesia contra las herejías de Arrió. Arrió enseñaba que Cristo fue un Ser Creado, como cualquier hombre, y no era Dios, negando así la divinidad del Señor. Liberio, más tarde se retracto del acto infalible de excomunión. Pero al excomulgar a Atanasio, el Papa estuvo de acuerdo con Arrió, al menos en razón, de esta manera consistiendo con sus enseñanzas de que Cristo no era divino.

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Aun hoy en día, Roma no niega oficialmente la divinidad de Cristo.

417 - 418 Zoísmo corrigió a San Agustín y la Iglesia Del Norte De África por condenar a Pelagio y sus enseñanzas heréticas. Años mas tarde el Papa ejerció su infabilidad en este asunto y condeno la herejía de Pelagio.

553 El emperador Justiniano convoco el 50

Concilio Ecuménico en Constantinopla sin el beneplácito del Papa Virgilio. El envió dos decretos infalibles y revoco dos veces sus decretos infalibles, sometiéndose así al juicio del concilio el cual se había opuesto a él.

625 – 638 El papa Honorio adopto oficialmente la herejía de que Cristo solo tenía una voluntad divina. Por ello Honorio fue censurado como hereje por el 60 Concilio Ecuménico (680 – 681), y por el Papa León II.

1294 - 1303 Bonifacio VIII expidió una bula. Esta bula declaraba que para cada ser humano, la salvación consistía en someterse a la obediencia del Obispo de Roma. Esta Bula fue firmada por León X, Pió XI, y por el Concilio Vaticano I. Esta contradicción a Bonifacio IV fue aprobada por el Concilio Vaticano II27

LA SALVACIÓN

LA RELACIÓN DE LA IGLESIA CON LAS DEMÁS IGLESIAS CRISTIANAS Hoy en día sin embargo y de acuerdo con el CIC, los católicos no romanos (protestantes y ortodoxos), y aun los no cristianos, se puede salvar sin someterse a la obediencia del Papa. “La Iglesia se siente unida por muchas razones con todos lo que se honran con el nombre del cristianos a causa del bautismo, aunque no profesan la fe en su integridad o no conservan la unidad de la comunión bajo el sucesor de Pedro. Los que creen en Cristo y han recibido ritualmente el bautismo están en una cierta comunión, aunque no perfecta, con la Iglesia Católica. Con las Iglesia Ortodoxas, esta comunión es tan profunda que les falta un poco la plenitud que haría posible una celebración común de la

27 Von Dollinger, pgs 57 - 58

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eucaristía del Señor.”28

LA RELACIÓN DE LA IGLESIA CON EL PUEBLO JUDÍO “La Iglesia el pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio ministerio, descubre su vinculación con el pueblo judío a quien Dios ha hablado primero. A diferencia de otras religiones no cristianas, la fe judía es una respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Pertenece al pueblo judío la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas, de todo lo cual procede Cristo según la carne (Romanos 9:4 – 5), porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables (Romanos 11:29). Por otra parte, cuando se considera el futuro, el Pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el Nuevo Pueblo de Dios tienden hacia fines análogas, la espera de la venida (o el retorno) del Mesías, muerto y resucitado, reconocido como Señor e Hijo de Dios. Para los otros, es la venida del Mesías cuyos rasgos permanecen velados hasta el fin de los tiempos, espera que esta acompañada del drama de la ignorancia o del desconocimiento de Cristo Jesús.”29

LA RELACIÓN DE LA IGLESIA CON LOS MUSULMANES Y CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS “El designio de salvación comprende también a los que reconocen al creador. Entre ellos están ante todo, los musulmanes que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros a Dios único y misericordioso que juzgara a los hombres al fin del mundo.”30

El vinculó de la Iglesia con las religiones no cristianas, es en primer lugar el del origen y el del fin comunes del género humano: “Todos los pueblos forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el genero humano sobre la entera faz de la tierra. Tienen también un fin ultimo, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad o designios de salvación se extiende a todos hasta que los elegidos se unan en la Ciudad Santa”.

AUTORIDAD PAPAL El Papa Eugenio IV (1431 – 1447) expidió tres bulas para detener la conducta del Concilio de Basil. El concilio desobedeció al Papa y recurrió al Concilio de Constancio, el destrono a dos de los Papas permitiendo que un Papa nuevo fuera elegido. Enfrentándose a la posibilidad de un Cisma. Eugenio IV acepto las decisiones del Concilio de Basil. Esos decretos fueron aprobados y ratificados oficialmente por el Papa Martín V. “Los Papas Pablo V y Urbano VIII (Siglo XVII) censuraron y condenaron públicamente a Galileo por enseñar la teoría de Copernico. Con toda la autoridad plena del Papa, la Iglesia declaro y definió la interpretación de las Escrituras como un tema de fe, el cual

28 CIC # 838 29 CIC # 840 30 CIC # 841

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fue aprobado erróneamente mas tarde. No es que la Biblia estuviera incorrecta sino que la interpretación privada de la Iglesia Romana esta incorrecta.”31

Muchos patriarcas y grandes teólogos de la iglesia primitiva comenzando con Pedro y siguiendo con San Pablo, San Agustín, San Jerónimo, Juan Calvino y J. Edwards, nunca reclamaron infabilidad, sino solo el Papa. Lo único que estos teólogos y patriarcas podían reclamar era su pecado era sus errores al contemplar fijamente al único infalible, el Padre Santo, el Dios Todopoderoso y su palabra infalible. La ICR ensalzándose en la autoridad de la tradición y del papado, ha despreciado la Autoridad de las Escrituras y la autoridad del Señor Jesucristo mismo. Roma ha reemplazado la autoridad de Dios con la autoridad del hombre. La condena que Jesús dicto son respecto a la autoridad aplica muy bien a la Iglesia de Roma, como vemos en Mateo 15:6 – 8. La degeneración de las Escrituras es tan evidente en la mayoría de los dogmas y doctrinas de Roma que fueron añadidas más allá de Apocalipsis 22 y más allá de la autoridad bíblica. Muchas de estas doctrinas, como se leen en el CIC, actualmente contradicen la Palabra de Dios. Pero empecemos con lo básico: Con los diez mandamientos.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS Da miedo abrir el CIC32 y mirar los artículos 2051 y 2052. Como la ICR tergiversa los Diez Mandamientos. Por favor mira los párrafos siguientes: No tendrás dioses ajenos delante de mí. Amarás a Dios sobre todas las cosas.

No harás imágenes, ni te inclinarás a ellas.

No tomarás el Nombre de Jehová en vano.

No tomarás su Santo Nombre en vano.

Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

Santificarás las fiestas.

Honra a tu padre y a tu madre. Honrarás padre y madre.

No matarás. No matarás.

No cometerás adulterio. No cometerás actos impuros.

No robarás. No robarás.

No mentirás. No levantarás falso testimonio ni mentirás.

No desearás la mujer de tu prójimo.

No codiciarás nada de tu prójimo. No codiciarás los bienes ajenos.

31 Von Dollinger pg 58 32 Paginas 496 - 497

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Como vemos en los dos cuadros anteriores, la ICR erradico o suprimió el segundo mandamiento ordenado por Dios. En estos cuadros anteriores, que son citas en contexto y forma, del CIC, vemos claramente que la ICR admite las Escrituras. Ella en realidad presenta los Diez mandamientos de acuerdo a Éxodo 20 y Deuteronomio 5. Ordenando la lista de los mandamientos como aparecen en la Biblia, primero de los mandamientos editados por la ICR, los cuales ella designaron como “La formula Catequística Tradicional”. Revisando el apéndice II, miremos el mandamiento numero uno como lo dice el éxodo: “Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo. No tengas otros dioses además de mí”. (20:2 – 3) Luego vemos en Deuteronomio el mandamiento numero uno: “Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, país donde eras esclavo. No tengas otros dioses además de mí”. (5:5 – 6) Aunque hay adiciones tanto en la gramática como en el texto, todavía en esencie, es parafraseado como el primer mandamiento siguiendo las dos referencias bíblicas en el cuadro de arriba. El segundo mandamiento de acuerdo a Éxodo 20 dice: “No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra”. (20:4) Deuteronomio 5 reitera lo que dice éxodo dice: “No hagas ningún ídolo ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra”. (5:8). Cuando revisamos el cuadro arriba vemos que hay un espacio en blanco. De acuerdo con la ICR, el segundo mandamiento no existe en referencias a las imágenes. Lo removieron. Al eliminar el segundo mandamiento la ICR solo tiene nueve mandamientos. Sin embargo el Magisterio de la Iglesia corrigió este problema al dividir el último mandamiento en dos. El décimo mandamiento dice así: “No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca”. (Éxodo 20:17) Y es repetido en Deuteronomio: “No codicies la esposa de tu prójimo, ni desees su casa, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca” (5:21) En el CIC leemos que el noveno y el décimo mandamiento están escritos así:

9. No codiciaras la mujer de tu prójimo 10. No codiciaras la casa de tu prójimo

Si consideramos el hecho que CIC publica los diez mandamientos tal y como aparecen en la Biblia, juntos y abiertamente indica la versión Católica Romana de los diez mandamientos, ellos demuestran sin lugar a dudas que la ICR conoce las escrituras, pero públicamente rehúsa someterse a la autoridad de la Biblia. En notoria desobediencia a Apocalipsis 22, es evidente que la ICR no tiene ninguna objeción en añadir o sustraer de la Palabra de Dios. Pero miremos una vez más el segundo mandamiento de acuerdo a la Biblia. Finalmente con la doctrina de la ICR, el segundo mandamiento tenía que ser removido por la sencilla razón de que ese mandamiento no podía existir junto con la práctica de la adoración de las imágenes. Las iglesias católicas están bellamente decoradas con estatuas, y no por propósitos simbólicos, sino para la práctica de la veneración. Aunque la Iglesia Romana no ordena la adoración de las imágenes y estatuas, le abre la oportunidad al católico para que encienda velas al frente de estas imágenes,

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aconsejándoles que oren delante de ellas. Por tradición, después de una ceremonia matrimonial, la novia se arrodilla ante la estatua de Maria bajo la mirada del sacerdote y los invitados. El arrodillarse es una forma de reverencia, lo mismo que el prender las velas, costumbres incorporadas a la ICR, durante el proceso de identificación con las prácticas paganas de esa civilización que evoluciono en la historia de la Iglesia. La idolatría es un pecado que la Biblia cita claramente como una abominación delante de Dios. A través de las Escrituras se nos advierte que Dios odia la idolatría. El no comparte su Gloria con nadie. Dios mostró su ira contra el pecado hasta el punto de castigar a Israel con el exilio. Ligeramente la idolatría fue causa de la destrucción y exilio de Israel y encontramos cientos de pasajes que condenan el hacer ídolos e imágenes para adoración. En Jeremías 10 el Señor nos quiere mostrar muy vividamente la horrible y espantoso que es este pecado. El dice que el hombre corta un árbol de la foresta con sus manos y su hacha. Claramente Dios nos enseña que ese es el trabajo de las manos del hombre. El hombre cubre ese árbol con oro y plata. El hombre tiene que pegar esas estatuas porque ellas no poseen la habilidad de levantarse por si misa. Ellas debes ser trasportadas porque no pueden caminar, pero cuando son terminadas, la gente se postra delante de ellas, sabiendo bien que es un pedazo de madera que no hace ni bien ni mal. Isaías hace aparecer a los ídolos aun más ridículos. El dice que el hombre corta el árbol y cocina con el. Con el enciende el fuego para calentarse y con el resto hace una estatua para adorarla. Las tinieblas siembran el pecado en el corazón del hombre y lo hace un ente. El salmo 115 declara que los que hacen ídolos vienen a ser como ellos. Tienen ojos pero no ven, tienen oídos pero no oyen. Es triste ver al sacerdote y a los feligreses católicos como veneran las estatuas en las procesiones o en otras actividades. Al hacer eso los Católicos Romanos vienen a ser como ídolos, que no pueden ver u oír el evangelio. Veamos otros versos donde las imágenes y la idolatría son condenadas por Dios33: Deuteronomio 27:15 Maldito el hombre que haga un ídolo

esculpido o fundido, abominación de Yahvé, obra de manos de artífice, y lo coloque en un lugar secreto. Y todo el pueblo dirá: Amén.

Hechos 15:20 Sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre.

I Juan 5:21 Hijos míos, guardaos de los ídolos Jeremías 10:3 – 10 Porque las costumbres de los gentiles son

vanidad: un madero del bosque, obra de manos del maestro que con el hacha lo cortó, con plata y oro lo embellece, con clavos y a martillazos se lo sujeta para que no se menee. Son como espantajos de

33 Los textos fueron tómanos de la Biblia de Jerusalén (BJ)

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pepinar, que ni hablan. Tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, que no hacen ni bien ni mal. No hay como tú, Yahvé; grande eres tú, y grande tu Nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú. Todos a la par son estúpidos y necios: lección de madera la que dan los ídolos. Plata laminada, de Tarsis importada, y oro de Ofir; hechura de maestro y de manos de platero (de púrpura violeta y escarlata es su vestido): todos son obra de artistas. Pero Yahvé es el Dios verdadero; es el Dios vivo y el Rey eterno. Cuando se irrita, tiembla la tierra, y no aguantan las naciones su indignación.

Levítico 26:1 No os hagáis ídolos, ni pongáis imágenes o estelas, ni coloquéis en vuestra tierra piedras grabadas para postraros ante ellas, porque yo soy Yahvé vuestro Dios.

Romanos 1:22 – 23 Jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles.

Salmo 115:4 – 8 Plata y oro son sus ídolos, obra de mano de hombre. Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen nariz y no huelen. Tienen manos y no palpan, tienen pies y no caminan, ni un solo susurro en su garganta. Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza.

Los católicos romanos algunas veces admiten que los ídolos que Dios prohíbe son los del AT. Es por eso que varias citas del NT son incluidas aquí. Otras citas bíblicas no son necesarias puesto que hemos probado que la Biblia entera es verdadera y de confiar. Sabiendo que la practica de la idolatría va en contra de la Biblia, la iglesia disimula su culpabilidad simplemente suprimiendo el segundo mandamiento de la versión del decálogo y el catecismo. Resultado de ello es que mucha gente no lo sabe y es guiada a ser idolatría. Doctrinalmente la ICR trata de justificar el uso de imágenes haciendo la distinción entre la palabra “latria”, que es solo la adoración a Dios, “Hyperdulia” que es la veneración debida a Maria, y “dulia”, una veneración menor dada a los santos, imágenes y reliquias. Sin embargo en la practica, esta distinción pierde el valor entre la gente, especialmente lo que son iletrados, o lo que no leen la doctrina de la Iglesia, y en

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general los millones de católicos romanos que no saben nada de la terminología hecha por los teólogos católicos. Por eso los feligreses católicos adoran las imágenes de Maria y a los santos del mismo modo, con el fervor como los que adoran a Cristo. No existe distinción ente esta práctica y la idolatría del Antiguo Testamento. Los sacerdotes, obispos y el magisterio en general no impiden a la gente de estas prácticas. En lugar de eso el clérigo anima a la gente concediéndoles estatuas, candeleros y los lugares para que los feligreses se arrodillen delante de ellos. Por supuesto, los candeleros y las estatuas son una fuente de ingresos para la ICR. ¿Como entonces la ICR se envolvió en esta practica? Esta práctica de usar imágenes en las Iglesias comenzó en el Siglo VII con el Papa Gregorio en Grande. El aprobó oficialmente el uso de las imágenes en las iglesias pero insistía en que ellas no debían ser adoradas. En el Siglo VIII sin embargo, se dedicaron festividades para las imágenes, y fueron cercadas por un ambiente de superstición. Aun los paganos llamaban a los cristianos “adoradores de imágenes.” Esta situación se remedio al convocar el concilio de Constantinopla en el año 754 el cual dicto un decreto prohibiendo el uso de las imágenes y por consiguiente la iglesia la Iglesia condeno el uso de imágenes como practica de herejía. Esta acción se le conoció como el “Altercado Iconoclasta”. En 1787 se reunió el Concilio de Nicea. Este concilio repudio la decisión del concilio anterior y unánimemente ratifico el culto a las imágenes y estatuas de las iglesias, que ellos llamaron “veneración de las imágenes”. Tomas de Aquino dependía completamente del uso de imágenes para instrucción, sosteniendo que ellas deberían ser usadas para instruir a las masas que no podían leer. El clamaba que recurriendo a la sensibilidad y emotividad de las gentes crearía un mayor interés en lo que la Iglesia enseñaba. El magisterio católico romano todavía cree que las imágenes ayudan físicamente a que la gente recuerde a Dios y a los santos, del mismo modo que una foto de una familiar no ayude a recordarlo. La Biblia enseña que la relación que Dios desea tener con nosotros sea en el espíritu, como lo dice Juan 4:24: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” La Biblia no enseña que debemos adorar a Dios por medio de las imágenes o representaciones. Si se necesitara una foto una foto de Jesús para tener relación con el Señor, nadie seria capaz de tener tal relación, porque en ninguna parte de la Biblia hay una descripción de los rasgos físicos de Jesucristo. Nadie hizo un relato de el durante el tiempo que el vivió. De hecho. La iglesia en los primeros cuatro siglos de existencia, no tuvo un retrato de Jesús. Los llamados retratos de Jesús son solo el producto de la imaginación de un artista. Por eso es que existen muchos rostros de Jesús en diferentes pinturas artísticas. Simplemente no es verdad que ninguno de ellos sea el verdadero rostro de Jesús. Estos relatos son relatos de hombres y al adorarles, se esta adorando al hombre. Si Jesús dijo: “Yo soy la puerta”, ¿podría la puerta ser adorada como una representación de Jesús? Ningún cuadro puede mostrar su deidad. Esas pinturas son por lo tanto un fraude y totalmente erróneas. La relación que Dios desea tener con nosotros esta representada en la Biblia como la

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relación entre el esposo y esposa. El esposo no puede decir que el ama a su esposa solo cuando ve su retrato. Una esposa en verdad, rechazaría un retrato porque eso seria inferir a todo momento, en el amor conyugal y la relación espiritual que ella desearía con su esposo. Entonces no es difícil entender el porque Dios no quiere que tengamos imágenes. Debemos amar a Dios con todo el corazón, toda la mente, todo nuestro ser, minuto a minuto. Pero como no lo podemos hacer, nuestro espíritu de testimonio con el espíritu de Dios diciendo: Abba Padre. Si en realidad somos hijos de Dios, y como hijos, no necesitamos un retrato para tener relación con el Padre. Los bebes no dependen de un retrato de sus padres para relacionarse con ellos. Pablo lo expresa muy bien en Romanos 8:14 – 17. Si oramos solo por la persona o el espíritu representado por una imagen, seria un pecado por dos razones:

1. Dios no solo prohíbe el uso de imágenes para adorarlas, sino también el hacerlas 2. Solo hay un mediador entre Dios y el hombre, y ese es Cristo, no los Santos, ni

Maria o cualquier imagen

LA SUFICIENCIA DE CRISTO La ICR cree que Jesucristo cree que Jesús es la verdad como él misma enseña. Si tal es el caso, el no puede mentir, el no puede mentir, el es Dios y no puede contradecirse así mismo. En Juan 14:6 lo dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida le contestó Jesús. Nadie llega al Padre sino por mí”. No hay ambigüedad en esta declararon. Si Jesús mismo dice que el es el único camino de salvación, nadie puede discutir esa verdad. Es mas, esta frase exclusiva no es una declaración accidental, es la parte integral de la Biblia. En las siguientes declaraciones vemos la posición de la ICR respecto a la suficiencia de Cristo, por su doctrina oficial como lo vemos en el catecismo: “Todos los hombres, por tanto, a esta unidad católica del pueblo de Dios. A esta unidad pertenecen de diversas maneras o a ella están destinados los católicos, los demás cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvación por la gracia de Dios”.34

Observemos esta declaración: “Están plenamente incorporados a la sociedad que es la Iglesia aquellos que, teniendo el Espíritu de Cristo, aceptan íntegramente su constitución y todos los medios de salvación establecidos en ella y están unidos, dentro de su estructura visible, a Cristo, que la rige por medio del Sumo Pontífice y de los obispos, mediante los lazos de la profesión de la fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión. No se salva, en cambio, el que no permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia, pero está en el seno de la Iglesia con el cuerpo, pero no con el corazón.”35

34 CIC # 836 35 CIC # 246

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En este extracto la ICR habla de “los medios de salvación”. La Biblia enseña que solo hay un camino de salvación y este es Cristo. Como lo vimos anteriormente en Juan 14:6, Jesús declara que el es el único camino de salvación. El no usa un articulo indefinido diciendo: “Yo soy el camino”. Eso es el único camino de salvación. El no usa un artículo indefinido diciendo “Yo soy un camino”. Eso no es lo que el dice, sino que usa el articulo definido “el”. El también usa el negativo universal: “Nadie viene al Padre, sino por mi”. Este derecho esta confirmado por muchos pasajes en las escrituras: Hebreos 7:25 Por eso también puede salvar por

completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

Hebreos 9.15 Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto.

Hechos 4:12 De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.

I Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

Romanos 8:34 ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.

Cuando la ICR pasa por alto las verdades de la Biblia, ella disimula a Cristo mismo. La única y última alternativa de la ICR es buscar la salvación por otros medios como lo vemos en su doctrina oficial. Esta viene a ser la gran tragedia o debate de la ICR. Al remover la insuficiencia de la Biblia y de Cristo, ella tiene que desarrollar otros medios de salvación, los cuales no resultan en salvación de todos modos. La belleza del mensaje del evangelio es su sencillez. La salvación es un don gratis, la gracia dada a los escogidos de Dios por el espíritu Santo, por el oír el evangelio. Este regalo produce la fe para creer en Jesucristo como el redentor personal. La fe conduce al creyente a la esperanza de la salvación en Cristo solo con la convicción de que Cristo pago del todo y por todos los pecados del mundo y es suficiente capaz de llevarlo al Padre, puro y santo (Colosenses 1:19 – 22) Esta enseñanza debería ser tal que ella asegura la fe y la dedicación a Jesús como Señor y salvador personal. Así el creyente desarrolla una confianza absoluta en la insuficiencia de Cristo y en su obra redentora. Esta confianza total lleva al creyente a rechazar cualquier intento de darse merito o de ganar la vida eterna por sus propios medios o por meritos de Cristo solamente (Romanos 9, Efesios 2). Cuando la persona nace de nuevo por la voluntad de Dios, el creyente es salvo por atribución de la justicia de Cristo mismo. Esta atribución es una transacción por la cual todos los meritos de Cristo son transferidos al creyente y todos sus pecados son

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substitutivamente puestos en Cristo en la cruz. Cuando esa transacción se lleva a cabo, el creyente adquiere una nueva naturaleza. La nueva criatura, aunque continua pecando no quiere el pecado. Y entonces esta capacitada para distinguir entre el reino de Dios y el de Satanás. Luego de esto el Espíritu Santo que mora en ese creyente, lo conduce al reino de Dios mientras rechaza al reno de Satanás. Como criatura nueva, no tiene que cambiar, el Espíritu de Dios que mora dentro de el lo hace cambiar. “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios dijo Jesús. ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? preguntó Nicodemo ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios respondió Jesús” (Juan 3:3-5) Notemos los verbos diferentes que usa Juan en el 3:3. El usa el verbo “ver” y en el 3:5 usa el verbo “entrar”. Nadie que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Y permanece ciego. Si no puede ver el reino de Dios obviamente no puede entrar en ese reino.

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CAPITULO 3: EL CATOLICISMO Y LA SALVACIÓN BÍBLICA (RICHARD M. BENNETT)

INTRODUCCIÓN

El tópico de la salvación, aunque Bíblicamente claro y preciso, es, por demás, bastante complejo en la enseñanza Católica. Para ayudar a clarificar la oficial y anti-Bíblica doctrina de la Iglesia Católica, acerca de esas enseñanzas Católicas las cuales explícitamente hablan de “cooperación con Dios” en el “proceso” de la Salvación, vamos a examinar y a la vez mostrar la posición Bíblica. Más adelante, la tradición anti-Bíblica y la enseñanza oficial de Roma acerca de la gracia de la salvación que se ha dicho ser una cualidad dentro del alma de la persona que cree, es destacada, y la respuesta Bíblica a este enorme error es dada.

La visión total de la salvación en el Catolicismo está en sus enseñanzas de los siete Sacramentos, el poder sacerdotal, el oficio y papel de María en “el proceso” de la gracia interna, con la ayuda de todos aquellos que han muerto (comunión con los difuntos), y después de esta vida, la purificación del Purgatorio.

La panorámica completa del “proceso” de la salvación Católica empieza con el recién nacido, lo cual ocurre en el bautismo del infante el cual presupuestamente significa que lava y borra el pecado original. El “proceso” de la salvación es un viaje largo a través de todos los Sacramentos, con el Sacrificio de la Misa, el centro de todos los demás eventos. Buenas obras, méritos, sacramentos y santos, todo está envuelto, pero el foco está siempre en una buena moral interna la cual, uno, siempre está intentando incrementar con el fin de ser lo suficientemente bueno para morir dentro de la "gracia santificante" y entonces ser salvado o por lo menos, estar el menor tiempo posible en el Purgatorio.

En contraste, la Justificación Bíblica es el perfecto y acabado trabajo de Dios. “Es Dios el que justifica”. La Justificación es solamente el trabajo de Dios para mostrar Su Justicia, Su Rectitud, y el hecho de que El es únicamente el que salva. Una vez que Dios ha justificado a una persona, El ve a esa persona “en Cristo”, porque Dios, habiendo perdonado al pecador, pone en su cuenta la justicia de Cristo. De este modo la justificación es solamente por la fe “sin las obras de la ley”.

LA BIBLIA ENSEÑA QUE EN CRISTO LOS PECADOS DEL CREYENTE ESTÁN EXPIADOS TOTALMENTE, HABIENDO SIDO PAGADOS COMPLETAMENTE POR EL DERRAMAMIENTO DE SU SANGRE.

Romanos 3:23-26: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios; siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo

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Jesús: a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.

Hebreos 10:14, 17-18: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”.

I de Juan 2:2 “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.

I de Pedro 1:18-19: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”

Isaías 53:6: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.

Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

Romanos 11:6: “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”

Galatas 2:21: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.

Filipenses 3:8-9: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.

Colosenses 3:3-4: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.

I Corintios 1:30: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención”.

Isaías 61:10: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.”

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LA IGLESIA CATÓLICA ENFOCA LA FE DE LA PERSONA PARA LA SALVACIÓN HACIA LA MISMA IGLESIA CATÓLICA. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (1994)

“El Concilio Vaticano Segundo en los Decretos sobre Ecumenismo explica: Solamente por medio de la Iglesia Católica de Cristo, que es auxilio general de salvación, puede alcanzarse la plenitud total de los medios de la salvación”.36

“En la Iglesia [Católico Romana] es en donde está depositada la plenitud total de los medios de salvación". Es en ella donde "conseguimos la santidad por la gracia de Dios”37

“No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. No hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero”38

“La Catequesis se esforzará por avivar y nutrir en los fieles la fe en la grandeza incomparable del don que Cristo resucitado ha hecho a su Iglesia: la misión y el poder de perdonar verdaderamente los pecados, por medio del ministerio de los apóstoles y de sus sucesores. Los sacerdotes han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles ni a los arcángeles. Dios sanciona allá arriba todo lo que los sacerdotes hagan aquí abajo. Si en la Iglesia no hubiera remisión de los pecados, no habría ninguna esperanza, ninguna expectativa de una vida eterna y de una liberación eterna. Demos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia semejante poder.”39

EL “PROCESO” PARA LA MAYORÍA DE LOS CATÓLICOS EMPIEZA EN EL BAUTISMO, CUANDO EL BAUTISMO ES ADMINISTRADO POR LA IGLESIA

“La Iglesia [Católica Romana] no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna”.40

“Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales, así como todas las penas del pecado”.41

“El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo”42

EL CATÓLICO ES ENSEÑADO EN QUE EL PROCESO DE LA 36 CIC # 816 37 CIC # 824 38 CIC # 982 39 CIC # 983 40 CIC # 1257 41 CIC # 1263 42 CIC # 1277

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CONVERSIÓN SE COMPLETA EN LA PERSONA, MEDIANTE LAS BUENAS OBRAS Y SUFRIMIENTOS

”La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho, por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia”.43

“El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada del hijo pródigo, cuyo centro es el padre misericordioso”.44

Para el católico en pecado mortal, el proceso continua en confesando todo al sacerdote incluso los pecados más secretos.

“La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte es esencial del sacramento de la Penitencia: 'En la confesión los penitentes deben a enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo, pues, a veces, estos pecados hieren mas gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos”.45

También se enseña a católicos la idea de que la santidad de otros seres humanos les ayuda en “el proceso”. Este intercambio en la expiación por el pecado incluso se comparte con aquellos en el Purgatorio.46

“En la comunión de los santos, existe una unión perenne de caridad entre los creyentes que ya llegaron a su casa celestial, aquellos que están expiando sus pecados en el Purgatorio y aquellos que siguen peregrinando en la tierra. También hay entre ellos un intercambio abundante de todas las cosas buenas. En este intercambio maravilloso, la santidad de uno aprovecha a otros, más allá del daño que el pecado de uno pueda ocasionar a otros. De este modo, recurrir a la comunión de los santos permite al pecador contrito ser purificado del castigo por el pecado más pronto y eficazmente”.47

La idea de recibir méritos de otros en la ICR depende de la idea sobre “el tesoro de la Iglesia”.

“El tesoro de la Iglesia' es de valor infinito, por los méritos que Jesucristo tiene ante Dios, los cuales nunca pueden ser agotados”48

43 CIC # 1435 44 CIC # 1439 45 CIC # 1456 46 Este tema será tratado más completamente en un estudio separado titulado La Salvación y el sistema Sacramental. 47 CIC # 1475 48 CIC # 1476

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“De igual manera este tesoro incluye las oraciones y las buenas obras de la Bendita Virgen María. Esto es inmenso, inconmensurable, y aún más puro y valioso ante Dios. También están en el tesoro, las oraciones y las buenas obras de los santos, todos aquellos que han seguido las pisadas de Jesucristo nuestro Señor y han hecho santas sus vidas por su gracia y han sabido llevar la misión que el Padre les encomendó. Ellos obtienen su propia salvación y al mismo tiempo cooperan con el Cuerpo Místico en la salvación de sus hermanos”.49

La Gracia de Dios es sólo parte del proceso de salvación (descrito arriba). También se enseña a los católicos que María es madre en orden a la Gracia.

“Su parte (acerca de María) en relación a la Iglesia y hacia toda la humanidad va mucho más allá. 'De una manera completamente especial ella cooperó por su obediencia, fe, esperanza y ardiente caridad en el trabajo del Salvador restaurando la vida sobrenatural de las almas. Por esta razón ella es nuestra madre en orden a la Gracia”.50

GRACIA Y JUSTIFICACIÓN

Lógicamente, la enseñanza formal de la Iglesia Católica, es que la Gracia no es el poder de Dios para salvación tampoco una demostración acerca de Quién es Dios, a fin de que él sea el Justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" sino meramente una ayuda dada a los hombres.

“La Gracia es el auxilio que Dios nos da para responder a nuestra vocación de ser hijos adoptivos de Dios. Ella nos introduce en la intimidad de la vida Trinitaria”.51

En lugar de la enseñanza Bíblica acerca de que Dios de una vez por todas imputa a Cristo los pecados de la persona y la Justicia de El al creyente, la Iglesia Católica enseña que la Gracia es una cualidad, conocida como la gracia santificante, la cual reside en las personas, haciéndolas agradables a Dios.

“La gracia santificante nos hace agradables a Dios los dones, gracias especiales del Espíritu Santo, tienen la intención y están orientados a la gracia santificante para el bien común de la Iglesia. Inclusive, Dios, actúa a través de muchas gracias actuales para hacer diferencia entre la gracia habitual la cual es permanente en nosotros”.52

Esto está en contraste completo a la enseñanza Bíblica de la justicia en Cristo solamente, como posición legal. (Ver Efesios 1:3-14, Filipenses 3:8-9, Colosenses 3:3-4, Romanos 3:24, 5:19, Isaías 45:24-25, Salmo 71:16, Jeremías 23:6.)

Se enseña al católico que con la ayuda de Dios, él puede declarar sus propios méritos delante de Dios. Todo esto a consecuencia de la idea antibíblica de la “colaboración asociativa” de Dios y el hombre juntamente en el trabajo de la salvación. 49 CIC # 1477 50 CIC # 968 51 CIC # 2021 52 CIC # 2024

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“A la vista de Dios podemos tener méritos solamente por el plan simple de Dios de asociarse con el hombre en el trabajo de la salvación. El mérito se otorga en primer lugar a la gracia de Dios, y en segundo lugar a la colaboración del hombre. El mérito del hombre es debido a Dios”.53

“Movidos por el Espíritu Santo y la caridad, podemos merecer por nosotros mismos y por otros las gracias necesarias para nuestra santificación, para el incremento de la gracia y de la caridad, y para alcanzar la vida eterna. Incluso las cosas buenas temporales como la salud y la amistad se pueden merecer de acuerdo a la sabiduría de Dios”.54

“La Unión a la pasión de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación en la obra salvadora de Jesús”.55

“La cruz es el único sacrificio de Cristo, único mediador entre Dios y los hombres. (I Tm 2,5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, se ha unido en cierto modo con todo hombre, El ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios solo conocida, se asocien a este misterio pascual. El llama a sus discípulos a tomar su cruz y a seguirle porque El sufrió por nosotros dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. El quiere, en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios. Esto lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor”56

CONCLUSIÓN

La doctrina Católica de ser hechos copartícipes con Dios en la muerte y resurrección de Cristo es totalmente perversa en esa base equivocada, que sutilmente ofrece una esperanza falsa al hombre. No hay ninguna base en la Escritura para esa idea de estar asociados con Cristo en el misterio Pascual. Semejante concepto es una mentira extraordinaria que niega la verdad de las repetidas declaraciones de Dios en la Escritura sobre el trabajo de redención que es hecho “por El, sin la obras de la ley, no de vosotros, que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia”.

La verdad Bíblica de que la persona no salva está muerta en pecado, ha sido dada con el fin de dar convicción a la persona acerca de su estado desesperado en orden de que él o ella clamen solamente a Dios por Su Gracia.

Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Efesios 2:1: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. 53 CIC # 2025 54 CIC # 2010 55 CIC # 1521 56 CIC # 618

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Colosenses 2:13: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados”

Delante de Dios, cada uno está muerto en su pecado. El o ella no pueden hacer nada para merecer la salvación. Claramente, de acuerdo con la Escritura, Jesucristo en la cruz ha sido el substituto por cada una de sus ovejas, de una vez por todas, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, Su gracia es suficiente para cambiar tu corazón de manera que puedas creer en El. El moverá tu voluntad al arrepentimiento. Tú nacerás de nuevo en El, Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

No solamente el Señor Jesucristo pagó completamente la satisfacción requerida por Su Padre por la totalidad de los pecados de la persona, pero aún más, cuando uno es puesto en El por Dios el Juez, la justicia de Cristo es acreditada a esa persona, como explica claramente II Corintios 5: 21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

La salvación viene a través de la fe en Cristo solamente. "El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:35-36).

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CAPITULO 4: LA SALVACIÓN Y EL SISTEMA SACRAMENTAL (RICHARD M. BENNETT)

INTRODUCCIÓN

La diferencia más importante entre la fe Bíblica y el Catolicismo Romano es el punto sobre lo que es necesario para la salvación de las personas ante Dios. A través de las Escrituras la justificación es mostrada como necesaria para la salvación y en el Nuevo Testamento es el tema principal de los Apóstoles. La Iglesia de Roma proclama que sus siete sacramentos es lo que es necesario para la salvación y que la justificación ante Dios es dada a través del sacramento del bautismo. De esta manera, oficialmente enseña que, “La justificación es concedida por el bautismo, sacramento de la fe. Nos asemeja a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia. Y La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificación”.

Por tanto, es necesario definir qué es la justificación desde el punto de vista bíblico y determinar su localización.

La enseñanza del Apóstol Pablo en 2 Corintios 5:21 es un ejemplo que da el significado exacto de la justificación. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él”. Jesucristo no fue “hecho pecado” a través de la infusión de un vicio o pecado, así como el creyente no es “hecho justicia” por la infusión de la santidad. El Señor era personalmente Sacrosanto; sin embargo, como sustituto del pecado del creyente, Él legalmente se hizo responsable ante la ira de Dios. La consecuencia de la fidelidad de Cristo en todo lo que hizo, culminando con Su muerte en la cruz, es la razón por la que Su justicia es acreditada al creyente. Fue Dios el que legalmente constituyó a Cristo para “hacerlo pecado”. Él fue “hecho pecado” por que los pecados de todo Su pueblo Le fueron transferidos, y de igual manera, el creyente es hecho “la justicia de Dios en Él” a través de que Dios imputó al creyente la fidelidad de Cristo a los preceptos de la ley. Muy claramente, la justificación es un acto judicial y gratuito de Dios en el cual un pecador creyente tiene derechos legales de Cristo.

LA JUSTIFICACIÓN ES ENSEÑADA A TRAVÉS DEL CONTRASTE

El sentido preciso del término “justificar” también se ve en que es el exactamente lo contrario o el contraste del término “condenar”. “¿Quién es el que acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”. Romanos 8:33 - 34. La condenación no es un proceso por el cual un hombre bueno es hecho malo, sino es más bien el veredicto de un juez declarando a un hombre culpable. Ahora bien, al igual que condenar a un hombre no es la infundirle mal, sino declararle culpable, así mismo la justificación no le infunde bondad al hombre, sino que declara que tiene buena reputación. La justificación es esa sentencia formal del Juez Divino en el que pronuncia al creyente justo ante Él. Este contraste entre justificación y condenación está claramente enseñado en Romanos 5:18 – 19: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la

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justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos”. En este pasaje la “desobediencia” de Adán es ignorada por la “obediencia” de Cristo. La desobediencia de Adán trajo condenación; la obediencia de Cristo trae justificación. Ambas son declaraciones legales reales, tanto en Adán como en Cristo. La justificación es la correcta posición en Cristo en la que Su justicia es acreditada al creyente. La consecuencia de la obediencia de Cristo es tan maravillosa que el Apóstol Pablo declara que tal justicia es manifestada y es “para todos lo que creen en Él”. Romanos 3:21-24: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos lo que creen en Él. Porque no ha diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.

El propósito de la Justificación es revelar la justicia de Cristo. Lo que se declara no es la justicia de ningún tipo de obras humanas, sino más bien la justicia de Dios en el Señor Jesucristo que es revelado. El Evangelio es la demostración en un hecho concreto histórico, de la justificación perfecta que Cristo hizo ante todas las demandas de la ley, y que Dios otorga a todo verdadero creyente en Él. Ante la naturaleza Santa de Dios, el pecado tenía que ser castigado y la verdadera justicia establecida. Esto fue cumplido a través de la fiel obediencia del Señor Jesucristo y Su sacrificio propiciatorio. De esta manera la fidelidad de Cristo es proclamada en el v. 22, “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo”. Cuando la Biblia declara que la justificación es el regalo de Dios para el creyente, también demuestra en pocas palabras lo que es esta justificación. La justificación se encuentra en Cristo y es de Él. Es la demostración de la fidelidad de Jesucristo, aún hasta la muerte. Tal rectitud es de Dios, y proviene de Dios, “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo”. (v. 22). Las maravillosas noticias son que esta absoluta justicia es “para todos y sobre todos los que creen en Él”.

Lo que legalmente se está mostrando es la identificación del verdadero creyente con el Señor Jesucristo. Dios ha provisto la justicia de Cristo para los pecadores que creen. Hay varios pasajes en la que la fidelidad del Señor es mencionada. En cada caso, el nombre de Jesucristo es en el genitivo, lo que indica que la fidelidad es una cualidad de Su carácter. Gálatas 2:16 es un ejemplo del contraste entre la intención de fidelidad del hombre por las obras de la ley y la fidelidad de Jesucristo que nos justifica, “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo”. Sabiendo que la ley debía ser cumplida para que Dios pudiera declarar a una persona justa, la fidelidad de Cristo debe ser entendida y aplicada específicamente en este contexto.

LA GRACIA ES DADA GRATUITA Y EN FORMA DIRECTA.

De acuerdo con el versículo 23, “por cuanto todos pecaron, [pretérito] y están destituidos [presente continuo] de la gloria de Dios”. El predicamento humano es precisamente que nadie ha conseguido una obediencia tal que lo haga digno de la justificación. Debido a la naturaleza pecaminosa del hombre, nadie llegará a ser aceptable ante Dios bajo la premisa de su comportamiento. El ser justificado no es, de ninguna manera, algo obtenido por los humanos; no es una recompensa por una vida santificada, ni se logra a través de algo que ningún hombre haga. Dios nos muestra Su

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obra directamente en el versículo 24, “siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.

El diseño de Dios es recalcado por el adverbio “gratuitamente”. Esto excluye toda duda sobre si cualquier cosa en el hombre o del hombre pueda ser la causa o la condición para tal justificación. “La redención que es en Cristo Jesús” fue el rescate pagado por Cristo Jesús a través del cual Dios pudo, en verdadera justicia, justificar al pecador que cree. La Palabra de Dios es el instrumento del Espíritu, “siendo justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. La buena posición del creyente ante Dios se basa en el rescate pagado, la justicia sempiterna alcanzada por Cristo. En este versículo, como lo afirma constantemente el Apóstol Pablo, la buena posición de las personas ante Dios y todas las bendiciones de la gracia que les son derramadas han sido ganadas por Cristo. La clave de la verdad Bíblica, es que la justicia de Dios que es acreditada al creyente está en Cristo y no en ellos mismos o en ningún ritual humano. Así que, “siendo justificados gratuitamente por Su gracia” se obtiene a través del pago del sacrificio hecho únicamente por Cristo Jesús sin que el creyente haya contribuido en nada, con nada o por nadie. Solamente el Señor Jesucristo es declarado como, y en verdad lo es, la Justicia de Dios. La gracia de Dios se encuentra en Él y solamente en Él. El pasaje de Romanos 3:21-24 completamente niega toda pretensión de la Iglesia Católica Romana que enseña que la gracia de Dios se encuentra en los sacramentos que ella proclama como necesarios para la salvación.

LOS SACRAMENTOS FÍSICOS NECESARIOS DE ROMA

A pesar de la clara enseñanza Bíblica, la Iglesia Católica clama que las obras y los rituales de los hombres son los medios efectivos para obtener la gracia. Se enseña que los sacramentos son necesarios para la salvación y un medio para obtener gracia. Esta enseñanza es tan enfática que se dice que la gracia Sacramental a través de sus sacramentos físicos es la gracia del Espíritu Santo. De esta manera la Iglesia Católica enseña oficialmente que, “La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación. La gracia sacramental es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento”.

“Toda la vida litúrgica de la Iglesia gravita en torno al sacrificio eucarístico y los sacramentos. Hay en la Iglesia siete sacramentos: Bautismo, Confirmación o Crismación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio”.

LA GRACIA DEL SEÑOR.

En las Escrituras, sin embargo, “el Dios de toda gracia” a través de Su Palabra, en forma directa y personalmente, busca, encuentra y salva a Su pueblo. La salvación es el regalo de Dios para el creyente. Se le acredita basada en la obra consumada de Cristo en la cruz, “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.” La obra directa de Dios nos muestra Su Gracia hacia nosotros, de tal manera que nuestros ojos de la fe están puestos en Él. “Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y de don de la justicia”. Al buscar señales físicas para dar “gracia sacramental” y llamarla “la gracia del Espíritu Santo” es literalmente una blasfemia en contra del Dios Santo. No sólo denigra la Persona y obra del Espíritu

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Santo, sino que presupone que Su poder puede ser controlado y confinado adentro de los siete sacramentos de la Iglesia de Roma.

EL AUTODENOMINADO SISTEMA SACRAMENTAL

El formato de los sacramentos de Roma tiene siete partes; se llaman Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Matrimonio y Santos Óleos.

EL BAUTISMO

La enseñanza Católica Romana sobre el Bautismo se encuentra en su Código de Cánones y Leyes y en el Catecismo de la Iglesia Católica (1994). Roma oficialmente declara en el Canon 849 lo siguiente, “El bautismo, la puerta a los sacramentos, necesario para la salvación de hecho o al menos en intención, es el medio por el cual tanto hombres como mujeres son liberados de sus pecados, nacidos como hijos de Dios y configurados a Cristo por una marca indeleble, son incorporados a la Iglesia [Católica Romana], es única y correctamente conferido por el lavamiento con agua pura junto con la forma correcta de palabras”.

En su Catecismo declara, “La Iglesia [Católica Romana] no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna”57. “Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales, así como todas las penas del pecado”.58 “La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento”.59 “La práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia [Católica Romana]. Está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando casas enteras recibieron el Bautismo, se haya bautizado también a los niños”.60

En contraste con lo declarado por Roma, las palabras del Cristo resucitado al dar el Evangelio son tan claras como el cristal. “El que creyere y fuere bautizado será salvo; pero el que no creyere será condenado”. La fe es la llave de la gracia salvadora y la incredulidad es el pecado principal de condenación. La fe es lo que es absolutamente necesario para la salvación, el bautismo es una ordenanza que sigue a la fe y que simplemente testifica de ella. Una prueba de ello es el hecho de la omisión en la segunda mitad del versículo: no dice que “el que no se bautizare será condenado”, sino más bien, “el que no creyere”. La fe es tan indispensable que aunque uno sea bautizado sin haber creído, aún sería condenado. El pecador es condenado por su naturaleza pecaminosa y por su propio pecado. La justicia divina de Dios está sobre él, nada puede propiciar la justicia de Dios excepto la fe salvadora en Cristo. Por la gracia de Dios, esta fe instantáneamente trae el acto de justificación de Dios. El poder sacramental de Roma sólo logra engañar a las personas y burlarse de la justicia de Dios el Señor. De acuerdo con la Biblia, la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios. La casa del carcelero 57 CIC # 1257 58 CIC # 1263 59 CIC # 1250 60 CIC # 1252

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primero oyó la Palabra de Dios, para poder así creer y ser bautizados, “Y le [Pablo y Silas] hablaron la Palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”. Claramente, la enseñanza oficial de Roma acerca del bautismo es una falsificación espuria de la verdadera fe salvadora.

LA CONFIRMACIÓN

La enseñanza Católica Romana acerca de la "Confirmación" es dada en el Catecismo de la Iglesia Católica. Roma declara oficialmente que, “La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia [Católica Romana]”61. “En efecto, a los bautizados el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia”.62 “Es esta imposición de las manos la que ha sido con toda razón considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés”.63

La idea de usar un sacramento físico ritual, cómo lo es la Confirmación, para completar el Bautismo y sellar al individuo con el Espíritu Santo es una tradición engañosa que difiere de la Palabra escrita del Señor. Es a través del oír, el entender y el responder al Evangelio que un individuo es incorporado o sellado en Cristo y que se convierte en un verdadero cristiano. Una vez que el creyente cree en el Señor, es sellado con el Espíritu Santo. “En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. La simpleza de esta verdad es tan grande que la Escritura proclama, “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”.

La intención de Roma se ve en su enseñanza, la cual es hacer que la gente esté “más fuertemente atada a la Iglesia”. La pretensión de perpetuar la gracia de Pentecostés es una ofensa en contra del divino Espíritu Santo. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

LA EUCARISTÍA

Los verdaderos creyentes tienen la ordenanza del Nuevo Testamento llamada “La Cena del Señor” o “Comunión”. Esta ordenanza es el compromiso de Cristo hacia todos los creyentes, y es confirmada por Su sangre. Como lo declaran Sus palabras, “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa. La muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga”. El propósito es enseñado claramente: mostrar, proclamar y publicar la muerte de Cristo. No es meramente un recordatorio de Cristo, de lo que ha hecho y sufrido, sino que también es un tiempo de profundo compañerismo vivo y activo entre el Señor y el creyente. “La Comunión de la Sangre de Cristo” es esa verdadera unidad que los creyentes tienen con el Señor en la celebración de Su Cena. El Señor introdujo el alimento con Su deseo expresado como sigue: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua...! Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por

61 CIC # 1316 62 CIC # 1285 63 CIC # 1288

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vosotros es derramada." Con ese mismo deseo deberían los creyentes compartir este alimento con Él. Esta comunión con Él es la esencia del Nuevo Pacto, Su declaración es el Nuevo Pacto en Su sangre. En el contexto de la verdadera y la falsa adoración el Señor enseña quienes son aquellos a quienes Él ve, “pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. Para realmente desear adorarle dignamente el creyente debe desear la comunión en la mesa del Señor. Cuando lo haga, entonces por gracia, se dará cuenta más profundamente de las palabras del Señor, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados”.

Contrastando abruptamente con la ordenanza que el Señor dejó a Su Pueblo, la Iglesia de Roma muestra al Cristo agonizante, “la víctima sagrada” en su Eucaristía. Usando como su centro de adoración el ritual de la Misa, a la cual todos los fieles, bajo el dolor del pecado mortal, tienen que asistir, Roma enseña y dramatiza la pretensión que el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un mismo sacrificio. Más aún, enseña que en la hostia se contiene el cuerpo físico de Cristo, incluyendo Su alma y Su divinidad. Así lo enseña su Catecismo, “El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: Es una e idéntica la víctima que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, la que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer: En este divino sacrificio que se realiza en la misa, este mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta”.64

Debido a que la Eucaristía es central para el Catolicismo, los creyentes en la Biblia deben tener una compasión real hacia los Católicos que son enseñados en la doctrina documentada aquí. El tratar de apaciguar a Dios con un sacrificio actual es de hecho una negación a la suficiencia de la obra de Cristo en la cruz. El Señor Jesús es el único Sacerdote que ofrece sacrificios en el Nuevo Testamento. Él completó nuestra salvación con una sola ofrenda. Las Escrituras establecen esta verdad en repetidas ocasiones. La base de esto se encuentra en la declaración de nuestro Señor desde la cruz, “Consumado es”. La unidad única del sacrificio de Cristo en este punto, que era una ofrenda, hecha una vez. La verdad de la excelencia del sacrificio de Cristo es realzada por las palabras “una vez”, como por ejemplo cuando las Escrituras declaran, “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive”. Y “que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a Sí mismo”.

La Iglesia de Roma declarara Su sacrificio como suyo propio. Además enseña que en su “sacramento bendito” se contiene al Cristo físico, Su alma y Su Divinidad. Así declara, “En el santísimo sacramento de la Eucaristía están 'contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo”.65

“La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es entregado por nosotros, y la Sangre que bebemos es “derramada por muchos para el perdón de los pecados”. Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros

64 CIC # 1367 65 CIC # 1374

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pecados”. 66 “Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales”.67

En esta enseñanza la “Eucaristía” se considera como que une a las personas con Cristo y a la vez limpia de los pecados. Intentar clamar efectos causales por aquello que fue dado para testificar del Señor mismo es adivinación, ya que nuestra esperanza se centra en el objeto físico. El rito oficial de la Misa muestra tal adivinación en cada Misa ya que el sacerdote hace y dice lo siguiente: “Tras hacer una genuflexión y mantener la hostia levemente más elevada que la patena, el Sacerdote dice: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Bienaventurados los que son llamados a su cena”.

Las personas son enseñadas a ver la sustancia física como si en verdad fuera el Cordero de Dios. Esto es tanto idolatría soez como un falso evangelio.

Tales enseñanzas, caen bajo la eterna maldición de pervertir el Evangelio de Cristo. Las palabras de Cristo son espíritu y verdad, “El Espíritu es el que vivifica”. El pretender ingerir la carne de Cristo es suficientemente malo, lo que es implicado es aún más. Como se ve en su enseñanza oficial, Roma mantiene que “La Eucaristía nos preserva de los futuros pecados mortales”. Estas son palabras llamativas de humana filosofía enseñando la antigua adoración de ídolos para obtener vida. Lo que hace de esta doctrina aún más repugnante es que la misma enseñanza que habla de la preservación de los pecados serios, es en sí un grotesco pecado en contra del Dios Sacrosanto y en contra del sacrificio perfecto de Cristo y la ordenanza en memoria de Él.

PENITENCIA

Los pecados son perdonados cuando las almas creen en el Señor Jesucristo, “Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de Él se os anuncia perdón de pecados”. Al creer en la obra consumada del Señor Jesucristo, uno tiene el cien por ciento de derecho de presentarse ante Dios con sus pecados perdonados. “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios. En quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de Su gracia”. Así, el Evangelio es el poder de Dios para salvación, como proclamara el Apóstol Pablo. Si uno comete pecado después de la salvación, este es un problema de compañerismo con el Padre en el Cielo y debe resolverse a través de nuestra confesión directa a Dios. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

La Iglesia Católica Romana tiene una forma totalmente diferente de definir el perdón de los pecados. Su doctrina sobre este asunto se ve en su Catecismo, “El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras examinar cuidadosamente su conciencia”.68

“Como todos los sacramentos, la Penitencia es una acción litúrgica. Ordinariamente los elementos de su celebración son: saludo y bendición del sacerdote, lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y suscitar la contrición, y exhortación al 66 CIC # 1393 67 CIC # 1395 68 CIC # 1493

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arrepentimiento; la confesión que reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la aceptación de la penitencia; la absolución del sacerdote; alabanza de acción de gracias y despedida con la bendición del sacerdote”.69

“La fórmula de absolución...Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.70

El respaldo escriturario pretendido por Roma para que el sacerdote supuestamente pueda absolver a otros de los pecados se encuentra en el Párr. 1485 de su Catecismo, “En la tarde de Pascua, el Señor Jesús se mostró a sus apóstoles y les dijo: 'Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos (Juan 20:19, 22,23)”

Un estudio de las palabras de Juan 20:23, “A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”, confirma que en vez de algo judicial activado por algún “sacramento”, el perdón hablado es el proclamado por el Evangelio. Aquí, indudablemente el Señor ha declarado, en pocas palabras, un resumen del Evangelio. El Señor dio autoridad a Sus discípulos para declarar perdón a aquellos a quienes Dios ya ha perdonado. La comisión dada en este pasaje en Juan es paralela a la de Lucas 24:47, Mateo 28:18-20 y Marco 16:15,16. Esta fue la manera en que los apóstoles entendieron y obedecieron a la Gran Comisión, como se evidencia a través de Los Hechos de los Apóstoles, ya que Cristo no señaló confesores que sondearan los pecados de las personas. Por lo contrario, señaló predicadores de Su Evangelio e hizo que sus voces fueran oídas. Él, a través del Espíritu Santo sella los corazones de los creyentes con la gracia del sacrificio obtenido a través de Él mismo. El asunto del perdón de los pecados en las Escrituras es la proclamación del Evangelio, no el susurro de los pecados cometidos al oído de un hombre en un confesionario.

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

La enseñanza Católica Romana sobre la Unción de los Enfermos es dada en su Catecismo. Allí Roma oficialmente declara, “La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:

• La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; • El consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de

la enfermedad o de la vejez • El perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento

de la Penitencia • El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; • La preparación para el paso a la vida eterna71

“La unión a la Pasión de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: El sufrimiento, secuela

69 CIC # 1480 70 CIC # 1449 71 CIC # 1532

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del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación en la obra salvífica de Jesús”.72 “A los que van a dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de la Unción de los enfermos, la Eucaristía como viático. Recibida en este momento del paso hacia el Padre, la Comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene una significación y una importancia particulares. Es semilla de vida eterna y poder de resurrección”.73

El Señor Jesucristo dio dos ordenanzas a Su pueblo. Los ingredientes esenciales son los que son de Él y que testifican de Él. La oración y la unción recomendadas en Santiago 5:14-16 son precisamente eso, “la oración de fe”. La conclusión en el versículo 16 resume el pasaje, " la oración eficaz del justo puede mucho." Roma toma esta oración recomendada para los ancianos y la transmite en su Sacramento para que sea realizada por sus sacerdotes oferentes. Ella termina engañando a los ancianos, y en gran dolor a los moribundos. Su maldito mensaje es que su sufrimiento puede ser un medio de unión con la pasión de Cristo como lo enseña el párrafo 1521 de su Catecismo. Este mensaje de “participación en la obra salvadora de Jesús” es una mentira maldita que es hablada a los oídos de aquellos que están enfermos y moribundos. La obra redentora de Cristo es Únicamente Suya. La doctrina de “una participación en la obra salvadora de Jesús” es extremadamente perversa, ya que pretende una falsa esperanza al confiar en nuestros propios sufrimientos y agregarlos a lo que le pertenece al Señor. Tal concepto es una mentira abierta ya que niega las repetidas afirmaciones de la verdad de Dios en las Escrituras. La obra de redención es “de Sí mismo sin las obras de la ley no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia”. El enseñar a aquellos que están muriendo la mentira del diablo, que se puede cooperar en la salvación, es en verdad una abominación.

Roma también clama en este sacramento, “el perdón de los pecados”. Al proceder con el ritual, el sacerdote dice, “Que el Señor que te libra de pecado te salve y te levante”. El perdón del pecado es la gracia de Dios para aquellos que miran a Cristo con fe y para el creyente que confiesa sus pecados directamente al Señor. La adición que la Iglesia de Roma hace a este ritual, declara que la Eucaristía dada con este sacramento, es un “viático” para el moribundo. Ella declara que esta Eucaristía especial es “la semilla de vida eterna y el poder de la resurrección”. Recalco que, esta es una mentira maldita dicha a los oídos de aquellos que están a punto de pasar a la siguiente vida. Tal horror es difícil siquiera de visualizar, ya que la realización diaria del mal llamado sacramento es una maldición para aquellos que están muriendo. El afirmar que hay una Eucaristía especial para los moribundos como “la semilla de vida eterna y el poder de la resurrección” es hablar contra la Persona de Cristo. Él es la Semilla de Vida y el Poder de la Resurrección para el creyente. Cristo Jesús es el único que perfecciona la fe de un individuo. En vez de mirar a un pedazo de pan, el creyente tiene que poner “los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe, a la diestra del trono de Dios”.

Desde el Jardín del Edén, Satanás siempre se ha deleitado en torcer la Palabra de Dios. El orar por los enfermos es en verdad algo digno de ser alabado y ensalzado. Roma ha tomado Santiago 5:14 y lo ha hecho una maldición dramatizada para el enfermo y el moribundo. La compasión de Cristo se necesita para aquellos que moran bajo la crueldad de este mal llamado sacramento. Que el verdadero Evangelio, que es poder de Dios para salvación, es entregado con la compasión de Cristo tanto a los enfermos como 72 CIC # 1521 73 CIC # 1524

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a los ancianos Católicos. Ya que es únicamente de esta manera que ellos encontrarán la vida eterna en Cristo.

EL MATRIMONIO

El matrimonio es una ordenanza de creación dada por Dios y no una ordenanza del Cristianismo instituida por el Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento. La Iglesia Católica Romana, debido a una mala traducción de Efesios 5:32, enseña que el matrimonio es un gran sacramento. Las palabras en Efesios 5:32 leen “Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia”. La Vulgata Latina tradujo la palabra “misterio” como “sacramento”. Este es el origen de la tradición Católica Romana. Como consecuencia de esta mala traducción, la Iglesia de Roma ha intentado controlar todo lo relacionado con el matrimonio. Le da gran poder sobre las vidas de sus feligreses. La Iglesia de Roma dicta lo que define el matrimonio, lo que rompe el matrimonio y cómo puede ser anulado un matrimonio. Los clérigos célibes de Roma dan forma a la conciencia de los laicos sobre lo que la sexualidad matrimonial debe ser. Todo lo cual está en contra de la Palabra de Dios. Una pareja debe vivir su matrimonio en el Señor y de acuerdo con Su Palabra escrita. Un pastor o anciano puede aconsejar de acuerdo con la Palabra de Dios, pero no hay ningún sistema eclesiástico que tenga autoridad absoluta sobre el lecho matrimonial. Roma pretende tal autoridad decidiendo si un matrimonio es o no “válido”, y pretendiendo el poder para declarar un matrimonio nulo o no válido. Esto se ve en sus leyes de procedimientos, que empiezan en el Canon 1671 del Código del Canon de la Ley, “Los casos de matrimonios de los bautizados le pertenecen al juez eclesiástico como su derecho”. Todo esto se hace ya que Roma clama en el Canon 1055 que, “este pacto entre los bautizados ha sido erigido por Cristo el Señor para mostrar la dignidad del sacramento”.

Asumiendo que Cristo hubiera hecho un sacramento de la ordenanza en la creación, Roma reclama poder sobre el aspecto más íntimo de la humanidad. De nuevo, la verdadera compasión de Cristo es la que se necesita para aquellos que habitan en este terrible sistema. En este mismo contexto, los verdaderos creyentes en la Biblia deben tener cuidado con el matrimonio con Católicos Romanos. En los matrimonios entre los Católicos y los otros, la Iglesia Romana pretende el derecho que todos los hijos nacidos de este matrimonio deben ser criados en la fe y práctica de la Iglesia Romana. Esto se declara enfáticamente en su Código del Canon de la Ley, Canon 1124 y 1125. De esta manera Roma incrementa en números, tanto por la multitud en su propio sistema, como en el hecho que en la aplicación estricta de su ley, demanda que los niños nacidos de la unión de un Católico y otra persona, deben ser criados en la fe Católica Romana. El creyente en la Biblia debe ser cuidadoso de la advertencia de la Palabra del Señor de no unirse en yugo desigual. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”

ÓRDENES SANTAS

La Iglesia Católica clama que sus Obispos y Sacerdotes tienen una identificación sacramental con Cristo Mismo. Se enseña que el sacerdote Católico, es realmente hecho, como Cristo, el Sumo Sacerdote, poseyendo autoridad y poder. A los Católicos se les enseña que el Obispo es la imagen viva de Dios el Padre. Se dice que tanto sacerdotes como obispos, comparten el sacerdocio y ministerio idéntico de Cristo. Estas

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afirmaciones son proclamadas en las enseñanzas oficiales de Roma en sus Documentos del Concilio Vaticano II, “El sacerdote ofrece el Sacrificio Santo in Personna Christi; esto significa más que una ofrenda en nombre de o en el lugar de Cristo. In persona quiere decir en una específica identificación sacramental con 'el Sumo Sacerdote eterno”.

“De hecho, de la tradición, la cual se expresa especialmente en lo ritos litúrgicos y en las costumbres tanto de las Iglesias Orientales como Occidentales, es sumamente claro que por la imposición de las manos y a través de las palabra de la consagración, la gracia del Espíritu Santo es dada, y un carácter sagrado es impresionado en sabios como los obispos, en una forma resplandeciente y visible, toma el lugar de Cristo mismo, maestro, pastor y sacerdote y actúan como sus representantes ((in eius persona) (es decir, Su persona))”.

“Todos los sacerdotes comparten con los obispos un sacerdocio y ministerio de Cristo idéntico. Por consiguiente la pura unidad de su consagración y misión requiere su unión jerárquica con la orden de los obispos”.

De una manera similar Roma enseña en su Catecismo, “Es lo que la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa in persona Christi Capitis: El ministro posee en verdad el papel del mismo Sacerdote, Cristo Jesús. Si, ciertamente, aquél es asimilado al Sumo Sacerdote, por la consagración sacerdotal recibida, goza de la facultad de actuar por el poder de Cristo mismo a quien representa”.74 “Por el ministerio ordenado, especialmente por el de los obispos y los presbíteros, la presencia de Cristo como cabeza de la Iglesia se hace visible en medio de la comunidad de los creyentes. Según la bella expresión de san Ignacio de Antioquía, el obispo es typos tou Patros, es imagen viva de Dios Padre”75

En contraste, las Escrituras enseñan que ningún anciano toma el lugar de Cristo como sacerdote. Todos lo creyentes tienen acceso inmediato a Dios a través del Señor Jesucristo; todos comparten el sacerdocio real de alabanza. El sacramento de Roma de las "Órdenes Santas", que pretenden pasar el sacerdocio de sacrificio de Cristo a través de "la consagración sacerdotal", es una tradición de hombres que contradice la verdad de las Escrituras. En la Biblia, el sacerdocio infinito de Cristo, no puede ser transferido a nadie, como se establece en Hebreos 7:24, "mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable”. Roma no tiene el sacrificio sacerdotal de Cristo del Nuevo Testamento, dejen en paz a todos los Obispos de grados superiores, ella clama el sacerdocio para mantener sus siete sacramentos físicos. Toda la razón de ser de la Iglesia de Roma ronda alrededor de sus Obispos y Sacerdotes y los sacramentos que ellos llevan a cabo.

Aún un líder erudito Bíblico Católico, Raymond E. Brown claramente admitió la falta de enseñanza Bíblica que apoyara la posición de Roma cuando escribió. “Cuando pasamos del AT al NT, es impresionante que en tanto que hay sacerdotes paganos y Judíos en escena, no hay ningún Cristiano que haya sido específicamente identificado como sacerdote. La Epístola a los Hebreos habla de el sumo sacerdocio de Jesús al comparar su muerte y entrada al Cielo con las acciones de los sumos sacerdotes Judíos que entraban al Lugar Santísimo en el Tabernáculo una vez al año con una ofrenda de 74 CIC # 1548 75 CIC # 1549

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sangre para sí mismos y para los pecados de su pueblo (Hebreos 9:6,7). Pero vale la pena notar que el autor de los Hebreos no asocia el sacerdocio de Jesús con la Eucaristía o la Última Cena; ni tampoco sugiere que otros Cristianos sean sacerdotes en la semejanza de Jesús. De hecho, la atmósfera de una vez para siempre que rodea el sacerdocio de Jesús en Hebreos (10:12-14) ha sido ofrecida como explicación de porqué no hay sacerdotes Cristianos en el período del NT”.

Posteriormente en el mismo capítulo, Brown discute sobre un sacerdocio en el ministerio Cristiano de la tradición cuando declara, “De hecho, uno puede dudar que la teología de Hebreos haya tenido mucha influencia aún en el período postrero del NT; ya que, como veremos, poco después que Hebreos fue escrito empezamos a encontrar en la literatura post-apostólica nuestros primeros ejemplos del término sacerdote y de la imagen del sacerdocio siendo aplicado a ministros Cristianos”.

La estructura organizacional bíblica de la novia de Cristo es totalmente diferente. En el verdadero cuerpo de Cristo, aquellos ordenados como ancianos y diáconos únicamente son hermanos dentro del mismo cuerpo en donde hay sólo Un Amo, Un Sacerdote y Un Señor, que Uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. “Por una tradición post-apostólica, la clase Sacerdotal Romana pretende un sacerdocio idéntico al de Cristo. El sacerdocio de Cristo, como su función de Profeta y Rey, son únicamente de Él, santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos”. Sin embargo, Roma incita a los jóvenes que tienen idealismo y celo para que sean participantes del Sacerdocio de Cristo. El poder y los privilegios del sacerdocio son puestos ante ellos. Algunos de los cuales son el oír las confesiones, el perdonar pecados y traer a Cristo como una víctima sagrada en el altar de la Misa. Esta tentación es similar a la de Satanás en el Jardín del Edén cuando dijo, “seréis como dioses” (Génesis. 3:5) Las Escrituras describen tal altanería como la marca de los “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo”.

CONCLUSIÓN

Bíblicamente hablando, la salvación del creyente se encuentra en Cristo y Únicamente en Su justicia. La fe de una persona empieza y termina en Cristo mismo y no en las ordenanzas que Él ha dado. El Bautismo y la Cena del Señor nos dan testimonio de la obra salvadora consumada del Señor, sin embargo, estas ordenanzas no son ni el Señor Mismo ni Su poder. Al creer en “el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” la persona sabe que “Porque de Su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” Tal llenura de gracia es lo que Él es. No ha sido delegada a ninguna iglesia o a ninguna ceremonia de alguna iglesia. La enseñanza de la Iglesia Católica Romana sobre que las señales físicas son necesarias para la salvación, es un cambio fútil de sus sacramentos por Él, el Señor y dador de la vida, y a la vez una negación blasfema de Él y Su perfecto sacrificio consumado. Llamarlo “el sacramento de la gracia, la gracia del Espíritu Santo, maldice las almas y es un sacrilegio en contra de Dios Todopoderoso”. Lo que las Escrituras declaran no es que los rituales son fuentes de poder, sino más bien la justicia de Dios en el Señor Jesucristo. Estos es la0 justificación, necesaria para la salvación en el plan y propósito de Dios. Ya que Dios es un Espíritu, así es Su alabanza, las dos ordenanzas del Señor, deben ser en espíritu y en verdad. “Dios es Espíritu; y los que Le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.

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La mercadería de Roma en su sistema sacramental es de suma importancia de dos maneras. Primero, “nuestro Dios es fuego consumidor” y segundo, envuelve el comercio con las almas de los hombres. La santidad de Dios demandaba la perfecta satisfacción de Cristo Jesús en su fidelidad total y el sacrificio perfecto de Su sangre. No se puede hablar en contra del Evangelio en el que la obra consumada del Señor es proclamada, sin consecuencias funestas. Tanto el sacrificio perfecto de Cristo y Su Evangelio son manifiesta y blasfemamente negados en las enseñanzas y prácticas de Roma. Su Persona Divina es denigrada en la pretensión de Roma de ofrecer Su sacrifico diariamente y la Gracia de Dios en Cristo hecha como un medio de poder humano al pretender absolver los pecados en Su nombre.

Toda esta adivinación de la carne es contraria a la Palabra del Dios Viviente; “Yo soy Jehová tu Dios. No tendrás dioses ajenos delante de Mí”. Nadie puede tomar el poder y la autoridad del Señor para sí mismos. “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas”. La Iglesia de roma se ha enmascarado a sí misma como la personificación de Cristo en Su Sacerdocio y en Su sacrificio. Ambas son flagrantes mentiras y substitutos sin valor.

En Roma los rituales usurpan Su lugar y sacrificio, ella se ha convertido en Su más grande contradicción. El enemigo supremo de Cristo y Su Evangelio no es el materialismo, la lujuria, y el orgullo del hombre, sino esta apostasía espiritual monstruosa que pretende estar en Su lugar. “No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte y celoso”. Al temer al Dios Sacrosanto, deberíamos temer Su juicio final hacia este sistema de Roma. “Porque Sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de Sus siervos de la mano de ella”.

En segundo lugar la mercancía de Roma en su sistema sacramental se basa en las almas de los hombres. Hombres, mujeres y niños son engañados para que crean que la salvación empieza con el bautismo y que es sellada con la Confirmación. Las almas de los hombres son enseñadas a buscar la absolución de un Sacerdote por sus pecados graves y a anhelar los “Santos óleos” en las puertas de la misma muerte. Los jóvenes son animados e incitados a falsificar el “sacerdocio” a través del orgullo espiritual y la adulación de la carne. Vanamente aspiran los ser vestidos con las túnicas sacerdotales de Cristo en el estado de un celibato no natural que ensucia el mismo vestido del alma con orgullo y vanagloria. La intimidad y maravilla del matrimonio es sujetada al control de Obispos célibes bajo la pretensión absurda de que es un sacramento de la Iglesia Romana.

Todos estos rituales de vida son inmundos y deben ser sustituidos por la simple fe en el Señor de gloria. Así el Apóstol Pablo describió el desempeño del Hombre de Pecado en 2 Tesalonicenses 2:9 “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos”. El deseo de Satanás es reemplazar a Cristo y Su Evangelio con los esfuerzos humanos, para salvarse a sí mismos con rituales y devoción. “Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. Estas son las instancias, en esta mercancía de almas de hombres que el Señor enseñó en Apocalipsis 18:4, en que debemos repetir solemnemente, “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas”.

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CAPITULO 5: LA ALIANZA DE NUEVOS EVANGÉLICOS CON APOSTASÍA (RICHARD M. BENNETT)

INTRODUCCIÓN

A través de los siglos, los evangélicos han afirmado que a través de la fe solamente es la única manera como los pecadores pueden ser justificados en Cristo para ser presentados limpios delante del Santísimo Dios.76 La justificación es un acto judicial pronunciado por Dios solamente a través del cual Dios da el veredicto que solamente en Cristo, el pecador puede ser perfectamente declarado justo. Esta acción jurídica legal que Dios hace no es basada en nada que el hombre hace o merece, este veredicto es hecho solamente y totalmente basándose en la (justicia) santidad de la vida perfecta de Cristo y el sacrificio de su muerte en la cruz que propiciaron el justo pago de la condena merecida por el pecado del hombre. Históricamente, los evangélicos han estado de acuerdo con el apóstol Pablo, “más al que no obra, sino cree en aquél que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”.77

Una persona que se llame evangélico profesa que es totalmente fiel al Evangelio de Cristo tal como está proclamado en La Escritura. El verdadero Evangelio demanda separación de cualquier persona o entidad que proclame o enseñe otro evangelio, como el apóstol Pablo declara, “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”78. Sin esa separación el nombre “evangélico” no significa nada. El evangelismo nuevo, que voluntariamente compromete el Evangelio y acomoda otros evangelios, ha ganado mucho terreno y está creciendo en todas partes desde el año 1960. Desde esta fecha el mundo evangélico ha cambiado hasta el punto que no puede ser reconocido. Este hecho está completamente documentado en el libro Evangelismo Dividido (Evangelicalism Divided) por Iain Murray (Edinburgh: Banner of Truth, 2000). La primera y segunda reuniones de la Conferencia Nacional de Anglicanos Evangélicos que se reunieron en Inglaterra en 1967 y 1977 respectivamente, mostraron el deseo de unirse con anglicanos ritualistas que esencialmente son católicos romanos en creencia y práctica, y con liberales que creen que la Biblia no es infalible. Evangélicos líderes como J.I. Packer y John Stott, endosaron los acuerdos de estas conferencias, y haciendo esto, ellos dejaron a un lado las verdades Bíblicas para aceptar como verdaderos hermanos y hermanas en Cristo a sus amigos anglicanos. El alejamiento más drástico del Evangelio Bíblico sucedió en 1994 en los Estados Unidos, aproximadamente diecisiete años después de la Conferencia Nottingham. A finales de marzo de 1994, un grupo de veinte líderes evangélicos y veinte líderes católicos romanos produjeron un documento titulado: Evangélicos y Católicos Juntos: La Misión Cristiana del Tercer Milenio (ECJ = Evangélicos y Católicos Juntos)

Dos de los promotores más importantes de este esfuerzo ecuménico fueron Charles Colson y Richard Neuhaus, un pastor luterano que se convirtió en un sacerdote católico

76 Véase La Confesión de Fe de Westminster, 1646; La Confesión Bautista de Fe, 1689; La Confesión de Fe de Filadelfia, Adoptada por La Asociación Bautista, 1742; y otras 77 Romanos 4:5. 78 Gálatas 1:8-9.

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romano. El trabajo específico comenzó en septiembre de 1992. A estos hombres se les unieron en el proceso de escribir el documento los siguientes personajes: Larry Lewis de la Junta de La Casa Misionera de la Convención Bautista del Sur, Jesse Miranda de las Asambleas de Dios, John White de Geneva College y la Asociación Nacional de Evangélicos, y otros, incluyendo a dos Jesuitas, Avery Dulles y Juan Díaz-Vilar. Dos Jesuitas más firmaron la declaración cuando ésta fue presentada.

Aparte de los evangélicos participantes que ayudaron a crear el documento, encontramos firmantes que incluyen J.I. Packer, Bill Bright de Campus Crusade for Christ , Mark Noll de Wheaton College, y Pat Robertson del Club 700. Los firmantes por parte católico romano incluyen al Cardenal John O'Connor, el Arzobispo de Sevilla, Arzobispo Stafford, y el Obispo Francis George que ahora es Arzobispo de Chicago.

EL EVANGELIO SEGÚN ECJ (EVANGÉLICOS Y CATÓLICOS JUNTOS)

Los firmantes de ECJ ampliamente admiten que “hay diferencias que no pueden ser resueltas aquí”. Sin embargo motivados por el deseo de la unión en asuntos morales importantes, los autores de ECT proclaman que los evangélicos y los católicos romanos son uno en Cristo, y que todos son verdaderamente cristianos. La primordial falla de este largo documento es su distorsión del Evangelio. Los firmantes declaran que lo que ellos creen se acerca más al Evangelio de Cristo cuando ellos afirman:

“Nosotros afirmamos juntos que somos justificados por gracia a través de la fe debido a Cristo. La fe viviente es activa en amor que no es nada menos que el amor de Cristo”.

Par ser bíblico, esta afirmación debería de decir, “Afirmamos juntos que somos justificados por gracia solamente , a través de la fe solamente , en Cristo solamente”. La palabra “solamente” significa que la justicia o santidad perfecta de Jesucristo - y esto solamente - es suficiente para justificar al pecador redimido ante el Santísimo Dios.79 Sin embargo, al definir de esta manera la justificación, excluiría los sacramentos católicos romanos, y a los sacerdotes que los controlan, los cuales son necesarios para la justificación de los católicos romanos.80 Es evidente que para excluir lo que significa la palabra “solamente” hay que quitarle parte al Evangelio de Cristo. De la misma manera una adición se le hace al Evangelio de Cristo en las palabras de ECT que califican fe como, “fe viva activa en amor”. Esto fue hecho para acomodar la inclusión de los sacramentos católicos romanos. Esta fue exactamente la misma intención del Concilio de Trento en su aclaración del significado de la palabra fe. Trento declara: “La fe no une a nadie perfectamente con Cristo ni hace a nadie miembro del cuerpo de Cristo, sino se le agrega esperanza y caridad... Esta fe, de acuerdo con la tradición apostólica, fue la que los catecúmenos le pidieron a la iglesia en (antes del) el sacramento del bautismo”.81

79 Romanos 4:5-8, II Corintios 5:19-21, Romanos3: 22-28, Tito 3:5-7; Efesios1:7, Jeremías 23:6, I Corintios 1:30- 31,Romanos 5:17-19 80 CIC #987 81 Henry Denzinger, The Source of Catholic Dogma , ( La Fuente del Dogma Católico ) , Tr. by Roy J Deferrari de Enchiridion Symbolorum, ed.13 (B Herder Book Co., 1957) #800. De aquí en adelante referido como Denzinger

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La teología católica romana siempre hace referencia al concepto de “fe viva” para incluir obras, particularmente sus sacramentos, que Roma define como necesarios para la salvación.82

Los nuevos evangélicos firmantes de ECT están de acuerdo con la definición que los católicos romanos le dan a “fe viva activa en amor”, y por consiguiente están formalmente de acuerdo en agregarle al Evangelio adiciones que anulan su mensaje. Roma continúa mostrando su manera de entender "fe viva" en su Catecismo de 1994, donde declara, “La raíz más importante de la fe viva de la iglesia (es) principalmente por medio del Bautismo”.83 Si los nuevos evangélicos en realidad creen en el concepto católico romano de “fe viva” entonces, lógicamente ellos deberían también estar de acuerdo con Roma cuando ésta condena a todos los que profesan solamente fe en Cristo por la gracia de Dios, como Roma lo hizo oficialmente en el Concilio de Trento que todavía está vigente, “Si alguien dice que por fe solamente el pecador es justificado, entendiendo por esto que nada más es requerido para cooperar en la obtención de la gracia de la justificación, y que de ninguna manera es necesario que se prepare y disponga por la acción de su propia voluntad: esta persona sea anatema (condenada)”.84

La consecuencia del acuerdo con las enseñanzas católicas romanas es la negación de las claras verdades de La Escritura, “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia”.

EVANGÉLICOS TAMBIÉN ESTÁN DE ACUERDO CON EL BAUTISMO DE REGENERACIÓN

Bajo el título general de “Nosotros testificamos juntos”, y (usando el lenguaje del documento) “en el contexto de evangelización y re-evangelización”, los nuevos evangélicos van hasta el extremo de reconocer que “para los católicos, todos los que han sido válidamente bautizados han nacido de nuevo y están verdaderamente, aunque en forma imperfecta, en comunión con Cristo”. (p.23) Estos nuevos evangélicos no necesitaban escribir nuevamente esto, les hubiera bastado con copiarlo de la Ley del Código Canónico Romano que dice lo mismo, “El bautismo... a través del cual hombres y mujeres son liberados de sus pecados, son nacidos nuevamente como hijos de Dios y configurados con Cristo”85

En contraste con las enseñanzas de Roma y las afirmaciones firmadas por J.I. Packer, Chuck Colson y todos los firmantes, las palabras del Cristo resucitado escritas en el evangelio son cristalinamente claras. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”86 Fe es la llave de la gracia salvífica e incredulidad es el principal pecado de condenación. Fe es lo que es absolutamente necesario para salvación, el bautismo es una ordenanza que sigue a la fe y solamente testifica de esa fe. La prueba de esto está en la omisión en la segunda parte del verso: no dice que “el que

82 CIC # 1129 83 Denzinger, #819. 84 Tito 3:4-5 85 Code of Canon Law, Latin-English Ed. (El Código de Las leyes Canónicas) (Washington, DC: Sociedad de Leyes Canónicas de América, 1983) Canon 849. Todas las citas canónicas son sacadas de aquí al menos que se aclare de otra forma. 86 Marcos 16:16

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no sea bautizado se condenará”, sino “el que no creyere”. La Conferencia de Ex-Católicos Para Cristo de 1999 formalmente pidió a los firmantes que se retractaran y se arrepintieran del pecado de agregarle y quitarle al Evangelio, pero todavía éstos no han respondido. En lugar de responder, una defensiva del documento se ha mantenido en los Estados Unidos y en el extranjero.

LOS TERRIBLES EFECTOS DE ECJ

El efecto real y desastroso que los nuevos evangélicos han obtenido al comprometer el Evangelio en este acuerdo, es el detener la evangelización de los católicos romanos en todo el mundo. Si esta negación del verdadero Evangelio de Cristo es aceptada, las iglesias cristianas bíblicas no van a ver la necesidad de evangelizar a los católicos romanos. El impacto sobre las verdaderas iglesias bíblicas evangélicas de los países católicos del tercer mundo ya es evidente. Si esta tendencia ante-Evangélica continúa sin ningún reto, va resultar en la ruina del bienestar espiritual de millones de almas. Esto es, sin embargo, lo que exactamente proclama la póliza de los firmantes de ECJ: “Reconocemos que nuestra experiencia refleja las circunstancias y oportunidades distintas de evangélicos y católicos que viven juntos en Norte América. Creemos, a la vez, que lo que hemos descubierto y resuelto es pertinente también a la relación entre evangélicos y católicos en otras partes del mundo y no es legítimamente teológico ni prudente uso de los recursos de una comunidad cristiana (iglesia) proselitar (evangelizar) otros participantes activos de otra comunidad cristiana”.

¿Desde cuándo ha sido teológicamente ilegal exponer error y herejías? Debido a que estos hombres inteligentes y educados han negado el propio Evangelio de Cristo, es el momento para afirmar que el mandato bíblico de separación de estos individuos debe ser observado. “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis bienvenido. Porque el que le dice: bienvenido participa en sus malas obras”87

MÁS ACUERDO CON ROMA

El 12 de noviembre de 1997, los líderes evangélicos y católicos romanos firmaron y publicaron un documento titulado “El Regalo de La Salvación”. La intención expresa de este documento era demostrar "la fe común" de evangélicos y católicos romanos, y reafirmar “la aceptación de unos a otros como hermanos y hermanas en Cristo”. Este documento fue publicado en la edición del 8 de diciembre de 1997 de Chrsitianity Today . Los firmantes católicos romanos tales como Richard John Neuhause y Avery Dulles, S.J., explícitamente afirmaron en el documento que ellos son “Católicos fielmente conscientes de las enseñanzas de la iglesia Católica”. Lo que consecuentemente se podía esperar está realmente en el documento, tal es la doctrina católica romana de la justificación conferida la cual es enseñada como evangelio. J.I. Packer, Charles Colson, Os Guinnes, Richard Land y Bill Bright se han unido con Timothy George, T. M. Moore, John Woodbridge y otros para, no solamente presentar un mensaje de justificación bajo un evangelio oscuro, sino también para en una forma distinguida y erudita, aliarse con la doctrina de Roma referente a la justificación interna conferida u obtenida con la perfección interna del hombre.

87 II Juan 1:9-11

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UNA CALCULADA NEGACIÓN DEL EVANGELIO

El documento afirma, “La justificación, en la determinación de salvación, es central en La Escritura, y su significado ha sido altamente debatido entre protestantes y católicos”. Luego afirma que los firmantes han llegado a un acuerdo. Su declaración de acuerdo es la siguiente:

Estamos de acuerdo que la justificación no es obtenida por ninguna obra o méritos nuestros; ésta es completamente un regalo de Dios, conferido a través de la pura misericordia del Padre, debido al amor que nos tiene en su Hijo, quien sufrió por nosotros y resucitó de la muerte para nuestra justificación. Jesús “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”. (Rom. 4:25) En la justificación, Dios, en base a la perfección de Cristo solamente, nos declara ser no más sus enemigos rebeldes sino sus amigos perdonados, y en virtud de su declaración, es así.

El asunto que vamos a revisar está claramente escrito en la primera frase. “Estamos de acuerdo que la justificación... es conferida a través de la pura misericordia del Padre”. Leyendo cuidadosamente se puede ver claramente lo que gramaticalmente, las dos frases fundamentalmente expresan, “ésta (justificación) es completamente un regalo de Dios, conferido (no imputado)... y en virtud de su declaración ésta (justificación conferida) es así”.

Esta es doctrina católica romana tradicional. Roma es especialista en ambigüedad. Al emplear la palabra católica romana “conferida”, en lugar de la palabra bíblica “imputada”, es equivalente a negar la autoridad de La Escritura en referencia a la justificación. Desde los tiempos medioevales Roma ha distinguido claramente entre el concepto de imputación y el concepto de gracia de Dios conferida como una cualidad del alma88. Desde el Concilio de Trento, Roma ha condenado la doctrina bíblica de justificación por fe solamente. Los dogmas actuales de Roma no solamente mantienen intactas las enseñanzas de Trento sino que también declaran que los concilios son infalibles.89 El Concilio de Trento proclamó la siguiente condenación: “Si alguien dice que por el mencionado sacramento de la Nueva Ley, gracia no es conferida por las obras que se han hecho ( ex opere operato ) sino que la fe solamente en la divina promesa es suficiente para obtener gracia: esa persona sea anatema. (condenada)”90

La razón por la cual Roma declara tal condenación sobre los que creen que “la justificación es por fe solamente y que la justificación es imputada”, es lógico porque coincide con lo que Roma rehúsa aceptar. Para Roma, la justificación no es un acto de “una vez para siempre” de Dios, por gracia, que se recibe por fe solamente en Cristo solamente; al contrario, Roma enseña que la gracia es conferida continuamente a través de los sacramentos católicos romanos. De esta manera Roma establece un lugar privilegiado para ella como la necesaria poseedora de los medios a través de los cuales interna justificación puede ser obtenida. Roma enseña en su Catecismo de 1994, “La

88 Tomas de Aquino, Suma teológica, Vol.2 Great Books of the Western World Series, Tr. por Padres de La Provincia Inglesa Dominicana (Chicago: Enciclopedia Británica, Inc. ,1952) Parte I de la Segunda Parte, Pregunta 110, Artículo 1, Obj.3 y Artículo 2, Respuesta Obj, 1. 89 CIC # 891 90 Denzinger, #851, Canon 8.

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justificación es conferida en el bautismo, el sacramento de la fe. Éste nos conforma con la santidad de Dios, que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia”91

Debido a que la justificación interna, que afirma haber sido conferida, está localizada dentro de la persona, y no localizada en Cristo, ésta se puede perder y se necesita ser conferida nuevamente muchas veces. Por esto Roma oficialmente afirma, “El sacramento de la penitencia ofrece una nueva posibilidad al convertido de recobrar y recobrar la gracia de la justificación. Los padres de la iglesia presentan este sacramento como una segunda plataforma (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia”92

“Justificación conferida” es necesaria para Roma debido a su afirmación de que el trabajo de sus sacramentos es el trabajo del Espíritu Santo. Por esta razón afirma, Gracia sacramental es la gracia del Espíritu Santo, dada por Cristo y apropiada a cada sacramento”93

Al llamar “gracia sacramental” la gracia del Espíritu Santo es blasfemia pretenciosa contra el Santísimo Dios. Lo que está declarado en La Escritura es la imputación de la justicia de Dios en el Señor Jesucristo. En las palabras del apóstol Pablo “y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.94 Roma, al persistir en el uso de la palabra “conferida” es consistente con su atentado de remplazar a Cristo por sus propios sacramentos. Frente a la claridad en La Escritura y en la claridad de Roma en su oposición a La Escritura, el acuerdo entre los nuevos evangélicos y católicos romanos, en asuntos que los han dividido por varios siglos, es totalmente distorsionado, ambiguo y antibíblico. Este acuerdo es obtenido usando la ambigua terminología católica romana donde las palabras no significan lo mismo para cada grupo. La perversión del Evangelio en este documento está en el desplazamiento de la doctrina bíblica de justificación por fe solamente a cambio del uso del término romano, “conferida”. A través de esta acomodación, la enseñanza bíblica de la imputación de la justicia de Dios al creyente es subordinada bajo el concepto tradicional de Roma de una justificación infundida o interna del hombre. Evangélicos como J.I. Packer, Timothy George, y Os Guinness, conocidos por sus escritos referentes al Evangelio, conocen la palabra bíblica “imputación”. El acuerdo, de estos hombres con la palabra romana “conferida” para remplazar el término bíblico “imputada”, representa una gran traición contra el Evangelio de Cristo. El apóstol Pablo usa el concepto de imputación (acreditada, transfiriendo, contada) once veces en el cuarto capítulo de los Romanos, cuyo resumen es hallado en el verso cinco, “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Esta verdad fundamental de la justicia de Dios imputada al creyente en Jesucristo es ignorada en el concepto más horrible de este documento, “y en virtud de su (Dios) declaración ésta (justificación conferida) es así”. Con esta clase de aberración Roma ha enseñado así desde el Concilio de Trento hasta hoy. Ahora los nuevos evangélicos se unen a ella. Éste es un fraude profesional piadoso. ¿Qué respuesta se les puede dar a estos nuevos personajes evangélicos que enseñan la justificación conferida de Roma? Separación de estos falsos maestros es la respuesta del

91 CIC # 1992 92 Cic # 1446 93 CIC # 1129 94 Filipenses 3:9

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apóstol Pablo, “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino mas bien reprendedlas”.95

LA DEFENSA DE "EVANGÉLICOS Y CATÓLICOS JUNTOS" (ECJ)

La obra apologética más seria en defensa del documento titulado “Evangélicos y Católicos Juntos: La Misión Cristiana en el Tercer Milenio” (ECJ) es el artículo que tiene casi el mismo título “Evangélicos y Católicos Juntos: Hacia Una Misión Común”96 Los arquitectos de ECJ conocían muy bien las distinciones cruciales con referencia al Evangelio que separan a los católicos y evangélicos, pero ellos decidieron ignorar esas diferencias. Packer escribe en Misión Común.

“Ni los evangélicos ni los católicos romanos pueden estipular que las cosas que unos creen y los otros no creen puedan ser fundamentales para que no pueda haber asociación en esta época; así que en ECJ los protestantes dejan a un lado su precisión en la doctrina de justificación y su correlación entre conversión y nuevo nacimiento”.97

Este compromiso es herético si se mira en sus mismos escritos en Una Misión Común, cuando él dice, “La enseñanza romana obscurece el evangelio y en efecto lo distorsiona en forma trágicamente anti-bíblica, antiespriritual y anti-pastoral”.98

Y “La irregularidad de la doctrina oficial de Roma, particularmente en relación con justificación, méritos, y el sacrificio de la Misa, oscurece tanto el evangelio que si yo, como una muestra de unidad, fuera invitado a Misa -que por supuesto como protestante no soy invitado, ni debería ser invitado - no me sentiría con la libertad de aceptar la invitación”.99

Packer, al final del artículo, habla de lo demoníaco del "humanismo", materialismo, hedonismo y nihilismo". Para reedificar un consenso cristiano, Packer propone que, “diferencias domésticas acerca de la salvación y la iglesia no debería de prevenir una acción común para recristianizar la sociedad norteamericana”.100

Pero el Packer evangélico ortodoxo que antes hablaba de la doctrina de justificación en esta manera: “Como Atlas, que carga el mundo en sus hombros, el conocimiento total de fe salvífica. Ahora esa fe salvífica es reducida a una doméstica diferencia acerca de la salvación. La advertencia del apóstol Pablo debe sonar nuevamente ahora, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”:101

95 Efesios 5:11 96 Evangelicals & Catholics Together : Toward a Common Mission (Evangélicos & Católicos Juntos: Hacia Una Misión Común) Charles Colson y Richard John Neuhaus, editores. (Dallas, TX: Word Publishing, 1995) De aui en adelante referido como: Misión Común. 97 Misión Común, P 167 98 Ibid., p 153 99 Ibid., pp 162,163 100 Ibid., p 172. 101 Gálatas 1:7-8

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MÁS SERIA Y EXTRAÑA DEFENSA

Packer, quien es el líder de los nuevos evangélicos, ha dado una extraña explicación acerca de su posición. El ha dado esta explicación en diferentes artículos,

“¿Pueden protestantes conservadores, ortodoxos orientales y católicos de las corrientes principales juntarse para dar testimonio de todo lo que he dicho? Les ruego que lo hagamos, a pesar de nuestras conocidas y continuas diferencias acerca de los aspectos específicos relacionados con el proceso de salvación y el lugar que la iglesia ocupa en ese proceso... Estoy seguro que los fundamentalistas en nuestras tres principales corrientes no van a querer unirse con nosotros en este asunto, porque es característico de los fundamentalistas el seguir el camino de la contienda ortodoxa, como si la misericordia de Dios en Cristo automáticamente cae sobre personas que tienen el conocimiento correcto y automáticamente no es dada a los que no tienen el conocimiento correcto sobre los puntos fundamentales. Pero este concepto de justificación, no de obras, pero en efecto, de palabras, - palabras, para decir, de sonidos de nociones correctas y precisión - se acerca a ser una herejía cúltica por su propio raciocinio - la cual no necesita detenernos más ahora, y sentimos mucho que algunos en todas nuestras tradiciones hemos estado atascados en éstas”.102

Ningún evangélico ortodoxo ha afirmado que “el sonido y lo correcto de las nociones y precisión” es decir, teoría doctrinal, puede salvar a alguien. Los evangélicos ortodoxos siempre se han acogido a Romanos 10:10 “porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Parece que Packer está usando un poco de su propia casuística en este caso. Esta es una autodefensa tratando de predisponer sus críticos para que usen una dicotomía antibíblica entre (la religión de) la cabeza y (la religión de) el corazón. Esta es una vieja táctica liberal, por ejemplo, crear una dicotomía bíblica y luego inferir o insinuar que cualquier parte que rehúsa reconocer la dicotomía, según el caso, debe ser no espiritual y opuesto al amor cristiano. Ninguna de las confesiones de fe de los evangélicos históricos afirma que sola “acertada doctrina” salva a alguien. Esta es una caricatura absurda que Packer ha inventado. Los evangélicos ortodoxos afirman hoy lo mismo que La Reformación y el apóstol Pablo declaran, es la (santidad) justicia de Cristo solamente la que salva a una persona.

Lo que Packer hace, al dejar a un lado el punto absoluto de fe solamente, en Cristo solamente, es exactamente lo que Roma continuamente ha hecho y sigue haciendo. Éste es, exactamente, el mismo punto que el apóstol Pablo debatió contra los judaizadores y los Reformadores contra los católicos romanos de su época. Este es el punto exacto por el cual miles de evangélicos dieron su vida - John Huss, William Tyndale, Hugh Latimer, Nicholas Ridley, John Rogers, Anne Askew, John Bradford, y John Philpot, para mencionar algunos. Ahora Packer quiere crear el concepto de noción correcta y de “justificación por palabras”. El deseo ardiente de los verdaderos evangélicos es, “y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.103 Éste ha sido y es el corazón del Evangelio y no la “contienda ortodoxa” ni la “herejía cúltica”. Lo que Packer ha hecho es negar la importancia de La Escritura en el punto preciso de Sola Fide. El también niega la historia de la Reformación donde los evangélicos, bajo la inquisición católica romana 102 J.I. Packer, "On from Orr", The J.I. Packer Collection (La Colección de J.I. Packer), Seleccionado y presentado por Alister McGrath (Downers Grove, IL:InterVarsity Press, 1999)p. 264. 103 Filipenses 3:9

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dieron sus vidas, no por nociones o palabras correctas, sino por su fe en Cristo solamente. Como este caso envuelve la justicia de Nuestro Señor Jesucristo y como los mártires de la Reformación entregaron su vida a muerte por la fe en Cristo solamente, concluimos que esta afrenta es tan seria que demanda el juicio de Dios. “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo”.104

LA SEPARACIÓN POR CAUSA DEL EVANGELIO NO ES NECESARIA

En su ensayo en Misión Común, el católico Romano Neuhaus enfáticamente afirma, “si al final del siglo veinte, separación por causa del evangelio no es necesaria, esto no se justifica”105 Lo que Neuhaus dice es que el Evangelio ya no es importante para la unidad cristiana. Esta parece ser la intención precisa del documento ECJ de 1994 lo mismo que el documento “Regalo de Salvación” de 1997. Si los evangélicos que todavía son bíblicos, fieles al Evangelio de Cristo no combaten los documentos ECJ I y ECJ II y los retos de las defensas a estos documentos que han escrito los nuevos evangélicos y los católicos romanos, entonces las afirmaciones antibíblicas de Neuhaus, “separación por causa del evangelio no es necesaria” pueden caer sobre ellos y después, sobre sus hijos. Si se acepta la mentira de separación por causa del evangelio no es necesaria, entonces la conclusión lógica es que las iglesias evangélicas se acaben y se sometan a la “iglesia” Católica Romana. Ésta siempre ha sido la gran meta de Roma, como su documento lo verifica,

“Poco a poco, tan pronto como los obstáculos para unión eclesiástica perfecta desaparecen, todos los cristianos se juntarán, en una común celebración eucarística (Misa) en la unión de la sola y única iglesia... Esta unidad, creemos, vive en la iglesia Católica como algo que nunca podemos perder”106

La conclusión de Nauhaus es similar a la de Packer y aún mucho más peligrosa ya que viene de la parte de los católicos romanos. Roma ha demostrado tener dientes legales en cuanto a lo que se decide en las naciones del mundo.107 Neuhaus afirma, “pero declarar que esto (justificación por fe solamente) es la base por la cual la iglesia se mantiene en pie o cae, en tal manera que excluye otras maneras de expresar el evangelio es caer en doctrina sectaria”.108 En esta afirmación, el verdadero Evangelio de la gracia no solamente ha sido declarado innecesario, sino que se le ha denominado como “doctrina sectaria”. Los reportes de lo que ya está sucediendo en Europa pueden muy bien ser una noticia de lo que puede pasar en Estados Unidos.

Los representantes de la Cámara de Bélgica recientemente aprobaron una ley para crear una “Organización Sectaria Vigilante” para escudriñar las 189 organizaciones religiosas que están en la lista del Reporte de Sectas del Parlamento Belga publicado en abril de

104 Hebreos 10:30-31 105 Richard John Neuhaus, " The Catholic Diference " (La Diferencia Católica), Misión Común, p.199. Itálicas en el documento original 106 Documentos de Concilio Vaticano II Nº 42, "Reflexiones y Sugerencias Correspondientes al Diálogo Ecuménico", S.P.U.C., 15 de agosto de 1975, p.541 107 Vea nuestro artículo "El Vaticano se Prepara para Controlar a Través de la Ley Civil", The beacon , No. 6, Junio del 2001 108 Misión Común, p. 207.

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1997... Las iglesias minoritarias evangélicas, los pentecostales y adventistas que no pertenecen a la iglesia Unida Protestante de Bélgica, la cual es reconocida por el estado, han sido el punto de ataque en el Reporte Belga de Sectas.109

Las palabras de C.H. Spurgeon son aplicables hoy en día mucho más que en su época: “Así como el que reedificó Jericó fue condenado, mucho más sea condenado el hombre que trabaje para restaurar el Paperío entre nosotros. En los días de nuestros padres, las paredes gigantes del Paperío cayeron bajo el poder de la fe, la perseverancia y los esfuerzos de los reformadores, y bajo el fuerte sonido del Evangelio que emitieron sus trompetas”.110 La trompeta del Evangelio es el punto central. Los católicos romanos y evangélicos que firmaron ECJ I y ECJ II declaran como cierto el falso mensaje de Roma, por consiguiente aceptan el bautismo de regeneración, y para defender lo que han escrito y firmado declaran que el Evangelio de Cristo es una “cuestión doméstica” y más aún “sectaria”. El apóstol Pablo antes de terminar la carta a los Romanos incluyó una advertencia contra falsos maestros que causan divisiones con doctrinas pervertidas del Evangelio que él ha enseñado. Sus palabras fueron, “Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”.111 Esto es lo mismo que él ordenó en Tito 3:10-11. “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” ¿Qué tan seria es la palabra de Dios para los verdaderos creyentes en este mandato? ¿Qué tan seria es la verdad del Evangelio de Cristo?

EL MOMENTO CRUCIAL EN LA HISTORIA

Hemos llegado a un momento crucial en la historia. Aquéllos que verdaderamente se someten al Evangelio de Cristo deben mantener la certeza que el Evangelio es el poder de Dios para salvación y que como tal no se puede contaminar con otros evangelios. (Gálatas 1:8-9) Por consiguiente, aquellos que son verdaderamente embajadores del Evangelio de Cristo deben separase no solamente del catolicismo romano y su confianza en sus sacramentos, pero también de los así llamados evangélicos que han propuesto esta unión entre católicos romanos y evangélicos o de quien partícipe en esta apostasía. La escritura nos advierte de la necesidad de separarnos.

Estamos hablando de personajes de nuestra época, algunos de los cuales, en el pasado, han hecho gran trabajo en favor del Evangelio. Pero ahora estos hombres consistentemente están actuando como profetas falsos. Por esto ellos deben ser tratados como La Escritura manda. Separación es el mandato. “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?”112 En cuanto a la implementación de ECJ I y ECJ II, J.I. Packer, Charles Colson, junto con Timothy George han sido los principales promotores. Es necesario, ahora, aplicarles a ellos y a sus colaboradores los principios bíblicos. Como el Evangelio de Cristo ha sido negado en estos dos documentos, es necesario tratar a sus autores como individuos que están en un grave error.

109 "El Crecimiento de la Intolerancia Religiosa en Bélgica", Evangelical Times , agosto de 1998. 110 Morning and Evening, on Joshua 6:26 (Mañana y Tarde . en Josué 6:26) 111 Romanos16: 17 112 Jeremías 23:29

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En nuestro mundo temporal, infecciones y enfermedades contagiosas se ponen en cuarentena y comidas contaminadas se descartan, pero el peligro en este caso no es temporal. ¿No es propio que las personas que tratan de engañar a los santos para arrastrarlos con ellos a un ecumenismo demoníaco, contrario al Evangelio de Cristo, sean separadas por la causa de la seguridad eterna? La presencia de Dios demanda santidad, separación de lo demoníaco. Asociación con lo demoníaco cierra las puertas al favor de Dios. "Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor”.113

FALSOS MAESTROS ANTES Y AHORA

El testimonio del Espíritu Santo y de La Escritura expresamente previene al pueblo de Dios de que importantes maestros se convierten en falsos maestros y lobos peligrosos. Así sucedió en los primeros días de la iglesia y a través de la historia. La iglesia de Roma ha sido el sistema más apóstata a través de los siglos, debido a que por encima de La Escritura ella ha acumulado a los "doctores, sabios y cultos" y por que ha sido la religión de los reyes y gobernantes. A través de la historia, como también sucede en nuestros días, Roma atrae académicos y filósofos, escritores y hombres de negocios. Roma da una apariencia de santidad y piedad a pesar de sus errores, apetitos materiales, supersticiones e idolatrías. Roma ha envuelto reconocidos maestros y pastores a que le presten ayuda y le den crédito a sus errores que destruyen millares de almas. El Señor nos advierte claramente de profetas falsos en pieles de ovejas que en realidad son lobos rapaces114. El apartarse de las sanas doctrinas es tan serio que, La Escritura nos advierte, “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios”115 El Espíritu infalible de Dios testifica sobre el peligro de esta apostasía. El apóstol Pablo les advierte a los ancianos de la iglesia de Efesios acerca de “lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño”.116 La misma advertencia es dada por el apóstol Pedro quien llamó “falsos maestros”117 a aquéllos que traen condenables herejías.

Hay una serie de advertencias claras en el Nuevo Testamento dadas por el Señor Jesucristo y los apóstoles indicando que algunos seriamente departirán de las verdades del Evangelio, inclusive entre los que profesaban ser discípulos. No podemos decir que estas advertencias eran solamente para los primeros días de la fe cristiana. Estas advertencias son también para todos los creyentes que viven a través de todos los tiempos del nuevo pacto. En el ambiente religioso de hoy, no es políticamente correcto corregir a alguien que está en el error y que está actuando la parte del profeta o maestro falso. Es como si esas advertencias eran solamente para la época de los comienzos de la iglesia y no para nosotros.

Sin embargo, es para nosotros también la orden de temer al Santísimo Dios y obedecer su mandato de “Contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los

113 II Corintios 6:17 114 Mateo 7:15 115 I Timoteo 4: 1-2 116 Hechos 20:29 117 2 Pedro 2:1

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santos”118 y de “estáis firmes en un mismo Espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio”119

J.I. Packer como un moderno Pied Piper está desviando a miles de evangélicos. Charles Colson, Bill Bright, Mark Noll, Pat Robertson, Os Guinness, Timothy George y T.M. Moore para mencionar algunos de los nuevos evangélicos más prominentes, se han opuesto públicamente al Evangelio de Cristo al endosar los términos antibíblicos y conceptos erróneos de lo iglesia Católica Romana. Todos ellos, falsamente identifican a los católicos romanos como “nuestros hermanos y hermanas en Cristo”. Ellos, por consiguiente, re-enforzan con esto, la trágica y catastrófica falsa ilusión de las almas de los pobres católicos y les niegan así la sustancia de la verdad salvífica. A menos de que haya un arrepentimiento público, la iglesia del Señor Jesucristo no solamente tiene que separase de ellos sino, que debe orar para que el Señor levante verdaderos defensores de Su Verdad.

Como es la justicia del Señor Jesucristo y su glorioso Evangelio lo que se ataca en estos documentos, se nos ha ordenado en las palabras del apóstol Pablo, “velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos”120. Que el Señor de toda gracia “que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”121 proteja su iglesia y la pureza de su Evangelio en el cual su nombre sea glorificado.

118 Judas 1:3 119 Filipenses 1:27. 120 I Corintios 16:13 121 Efesios 1:11

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CAPITULO 6: TU PALABRA ES VERDAD (RICHARD BENNETT)

PRIMERA PARTE Verdad Bíblica La Luz de La Palabra de Dios

Tópicos Catolicismo Romano Catecismo de la Iglesia Católica

La Biblia es la única base suficiente para la verdad. • "Santifícalos en tu verdad; tu

palabra es verdad ." Juan 17:17 • "la Escritura no puede ser

quebrantada". Juan 10:35 • "...para que en nosotros

aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros." 1Corintios 4:6

• " No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso." Proverbios 30:6

• "Todo la Escritura es inspirada por Dios , y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto..." 2 Timoteo 3:16-17

• " .invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido." Marcos 7:13

La Verdad Básica

Una base de la verdad relativa también con la tradición y la infalibilidad del Pontífice Romano • "La Tradición y la Sagrada

Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente , se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin." Catecismo de la Iglesia Católica # 80 De aquí en adelante identificada como CIC

• "De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación, ' no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado '." CIC # 82

• " El Romano Pontífice , Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando... proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral" CIC # 891

La gracia de Dios dada gratis y dirigida por la fe, mediante la redención de Jesucristo • "Siendo justificados

gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús ." Romanos 3:24

• " Porque por gracia sois salvos

Salvación Sólo por Gracia

La Gracia es meramente un auxilio y obtenida a través de los sacramentos indispensables • " La gracia es el auxilio que

Dios nos da para responder a nuestra vocación de llegar a ser hijos adoptivos. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria." CIC #2021

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por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Efesios 2:8, 9

• "No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo ." Galatas 2:21

• "Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo , Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia ." Romanos 5:17

• "La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación . La 'gracia sacramental' es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento." CIC #1129

• "Toda la vida litúrgica de la Iglesia gravita en torno al sacrificio eucarístico y los sacramentos.." CIC #1113

Fe dirigida solamente en el Señor Jesucristo • "Ellos dijeron: Cree en el

Señor Jesucristo, y serás salvo , tú y tu casa.'" Hechos 16:31

• ".mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia ." Romanos 4:5

• "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo." Romanos . 5:1

Fe Sólo en Cristo

Fe a través de la Iglesia y sus sacramentos • " La Iglesia es la primera que

cree , y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. ... Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. " # CIC 168

• " La salvación viene sólo de Dios; pero como recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre ." CIC # 169

• "La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna..." CIC #1257

El sacrificio de Cristo fue ofrecido una sola vez y para siempre. Es una obra completa y consumada • "...Jesús dijo, 'Consumado es'

:...'" Juan 19:30 • "En esa voluntad somos

santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo,

El Sacrificio de Cristo terminado y totalmente suficiente

La Iglesia Católica ofrece el sacrificio de Cristo continuamente por sus sacerdotes • " El sacrificio de Cristo y el

sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio : 'Es una e idéntica la víctima que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, la que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer'..." CIC #1367

• " Cristo está siempre presente en su Iglesia... Está presente en el sacrificio de la misa, no sólo en

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habiendo ofrecido una vez para siempre un sólo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios," Hebreos 10:10-12

• "... no hay más ofrenda por el pecado." Hebreos 10:18

• "...habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas;" Hebreos 1:3

la persona del ministro, 'ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz' ", CIC #1088.

• "La Eucaristía es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con Él, ella se ofrece totalmente. " #1368

SEGUNDA PARTE Dios es el Único Todo Santo y la Fuente de Santidad • " Santo, santo, santo, Jehová de

los ejércitos ; toda la tierra está llena de su gloria ." Isaías 6:3

• "¿ Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán" Apocalipsis 15: 4

• "No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti." 1 Samuel 2:2

Dios: El Único Santo

María es Toda Santa y fuente de Santidad • "Pidiendo a María que ruega

por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la 'Madre de Misericordia' a la Toda Santa." CIC # 2677

• "De la Iglesia [el cristiano] aprende el ejemplo de la santidad; reconoce en la Bienaventurada Virgen María la figura y la fuente de esa santidad; " CIC #2030

• "Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios 'la Toda Santa' la celebran 'como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura'" CIC # 493

Hay un sólo mediador entre Dios y los hombres • "Porque hay un sólo Dios, y un

sólo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre." 1 Timoteo 2:5

• "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos ." Hechos 4:12

Único Mediador

María También es Mediadora • "En efecto, con su asunción a

los cielos, no abandonó su misión salvadora sino que continua procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna...Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora ." CIC # 969

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Dios odia y prohíbe idolatría • " No te harás imagen, ni ninguna

semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas , ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen ." Éxodo 20:4-5

• "Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra...Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna , efigie de varón o hembra" Deuteronomio 4:13, 15-16

Idolatría Roma enseña la idolatría • "El culto cristiano de las

imágenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los ídolos. En efecto, 'el honor dado a una imagen se remonta al modelo original', 'el que venera una imagen, venera en ella la persona que en ella está representada'" CIC # 2132

• "Fundándose en el misterio del Verbo encarnado, el séptimo Concilio Ecuménico [celebrado en Nicea el año 787.], justificó contra los iconoclastas el culto de las sagradas imágenes: las de Cristo, pero también las de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos. El Hijo de Dios, al encarnarse, inauguró una nueva 'economía' de las imágenes." CIC #2131

Prácticas paganas son prohibidas en la Biblia • "No sea hallado en ti quien haga

pasar a su hijo o su hija por el fuego, ni quien practique adivinación,. ni quien consulte a los muertos " Deuteronomio 18:10-11

• "Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos , yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. Santificaos pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios." Levítico 20:6-7

• "De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador." Juan 10:1

Comunión Con Los Difuntos

Roma enseña prácticas paganas • "' Comunión con los difuntos'

perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos. Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor ." CIC # 958

• "Los testigos que nos han precedido en el Reino, especialmente los que la iglesia reconoce como 'santos', participan en la tradición viva de la oración, por el testimonio de sus vidas. Su intercesión es su más alto servicio al plan de

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Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero." CIC # 2683

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CAPITULO 7: LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA

DEFINICIÓN Y GÉNESIS HISTÓRICA Dentro de la cristiandad histórica, el grupo que cuenta con el mayor número de adeptos es la Iglesia Católica Romana. En la actualidad, hay casi 600 millones de católicos en el mundo. Desde el punto de vista numérico, la Iglesia Católica es la agrupación religiosa que cuenta con el mayor número de adeptos, aun en comparación con la religión mahometana, que cuenta con algo más de 500 millones de musulmanes. La Iglesia Católica es, también, históricamente y como iglesia definida, la más antigua de los diversos grupos cristianos. Es difícil señalar una fecha precisa cuando esta iglesia, tal como se la conoce en el tiempo actual, tuvo su origen histórico. Lo más acertado sería decir que la Iglesia Católica de nuestros días es el producto de un proceso histórico, el cual empieza a perfilarse a finales del siglo II conjuntamente con la expansión geográfica del cristianismo; luego se robustece con la institución del papado en el siglo IV, y se afirma y define teológicamente con la celebración del Concilio de Trento, pocos años después de haberse producido lo que se ha llamado la Reforma Protestante del siglo XVI. El sistema eclesiástico y jerárquico de la Iglesia Católica empieza a germinar en el siglo II y alcanza su pleno crecimiento en la institución del papado. Gradualmente, los obispos o pastores de las diócesis de Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Constantinopla y Roma lograron una influencia preponderante sobre los otros guías espirituales. De esos obispos, el de Roma, con el tiempo, asumió superioridad sobre las otras iglesias y sus obispos. El título de Papa, o Jefe de la cristiandad universal, se lo adjudicó para sí, en forma exclusiva, el obispo de la diócesis de Roma. León el Grande (440-461 d. de J.C.) perfeccionó la teoría del poder papal sobre las otras iglesias. A Gregorio el Grande (590-604 d. de J.C.) se le puede considerar como el primero de los papas absolutos. Algunos factores históricos que contribuyeron a que la supremacía papal se hiciese una realidad, son estos: (1) la reconocida hegemonía política de Roma en Occidente; (2) el cambio de la capital imperial de Roma a Constantinopla y la oportunidad consiguiente del ejercicio del poder papal en Roma; (3) las alianzas con los caudillos de las invasiones de los bárbaros; y (4) la relativa libertad de agudos conflictos doctrinales en el Oriente. La Iglesia Católica, tanto en su imagen externa como en su estructura interna, fue modelada en gran parte según el patrón del Imperio Romano. Cipriano de Cartago, hacia fines del siglo II, fue uno de los primeros en usar la frase “la Iglesia Católica” y en afirmar que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. También él fue el padre del sacerdotalismo, la teoría de que la autoridad de la iglesia reside en los obispos. A fines del siglo II empieza la práctica del bautismo infantil o de niños. La historia eclesiástica nos informa que durante los primeros siglos de la era cristiana se produjo la evolución y alejamiento doctrinal que dio como resultado la formación paulatina de lo que hoy conocemos como la Iglesia Católica Romana, dicha evolución doctrinal se fue definiendo en dogmas oficiales por los grandes Concilios ecuménicos de la iglesia. De entre los muchos y buenos teólogos que ha tenido la iglesia, sobresale el fraile dominico Tomás de Aquino, quien en el siglo XIII logró sistematizar y explicar muchas de las creencias tradicionales de la iglesia. Su teología sentó la nota tónica que prevaleció en las discusiones y los cánones y decretos del importantísimo Concilio de Trente. Al finalizar la Edad Media, la Iglesia Católica contó con un sistema de doctrina sólido, en el que la liturgia

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caracterizó al culto, con la comunión o misa como el centro; los siete sacramentos constituyeron los pilares de la salvación; y el sacerdocio jerárquico, con el Papa a la cabeza, formó la estructura unitaria de la Iglesia. A lo largo de su historia, en el seno de la Iglesia Católica ha habido dos grandes cismas: el primero ocurrió en 1054, cuando se formó la Iglesia Ortodoxa Griega, con sus patriarcados en Constantinopla (ahora Estambul, capital de Turquía), Jerusalén, Antioquía y Alejandría. El segundo cisma tuvo lugar en el siglo XVI, concretamente en 1517, cuando el monje de la Orden de los Agustinos, el célebre y erudito Martín Lutero, de Alemania, clavó en la puerta principal del templo de la Universidad de Wittenberg, sus famosas noventa y cinco tesis, como una protesta a los predicadores de indulgencias. Mediante ese acto osado, pero que también se acostumbraba en la época, el fraile Lutero llamaba a un debate público sobre el asunto de las indulgencias, las cuales ofrecían la venta del perdón de los pecados y que el Papa, a la sazón, León X, había autorizado en su Bula de las Indulgencias. Como ya es harto conocido por la historia, aquel incidente precipitó una serie de acontecimientos que culminaron en la excomunión de Martín Lutero de la Iglesia Católica, y decretada dicha excomunión por el Papa León X, y en lo que después se dio en llamar la Reforma Protestante del Siglo XVI. En las últimas décadas se ha venido acentuando dentro de la Iglesia Católica, la diferencia entre dos tendencias o escuelas de pensamiento teológico, que son: el ala conservadora y el ala liberal. De hecho, estas dos corrientes afloraron ostensiblemente en la celebración del Segundo Concilio Vaticano, el cual, convocado e iniciado por el Papa Juan XXIII en 1962, fue continuado y clausurado por su sucesor, el Papa Paulo VI en 1965. La Iglesia Católica es no solamente una institución religiosa, sino que también es, prácticamente, una fuerza política al establecerse como Ciudad del Vaticano. El Estado del Vaticano es, de consiguiente, un gobierno constituido, cuya soberanía temporal fue reconocida en Italia por el Tratado de Letrán en 1929. Actualmente, la influencia de la Iglesia Católica es un factor moral y religioso de mucho peso en el panorama político de muchos países del mundo. El Papa Juan Pablo II, con su personalidad, su habilidad, su espíritu compasivo y, sobre todo, por sus viajes internacionales, ha proporcionado a la institución del papado un prestigio notable, y a la Iglesia Católica en general una posición influyente en el ámbito de lo religioso, lo político y lo moral. La celebración del Segundo Concilio Vaticano, el cual el Papa Juan XXIII convocó el 25 de diciembre de 1961, abrió muchas puertas de esperanzas, realizó un trabajo de renovación en la iglesia, redefinió y confirmó los dogmas tradicionales y fundamentales de la iglesia, liberalizó la postura de la iglesia frente a las denominaciones evangélicas, y dejó sentada sin ambajes el principio cardinal de la libertad religiosa. Así, la Iglesia Católica de fines del siglo XX se presenta al mundo como una iglesia en varios aspectos modernizada, dinámica y haciéndose eco de las muchas y justas aspiraciones de reivindicación social de los grandes segmentos pobres de la humanidad.

CUERPO DE DOCTRINAS CARACTERÍSTICAS El corazón de la enseñanza católica romana es la doctrina de que fuera de la iglesia no hay salvación. “Nadie tiene a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”, dijo uno de los antiguos padres de la Iglesia. Acerca de las Escrituras el Cardenal Gibbons escribió: “Las Escrituras nunca pueden servir como completa regla de fe ni como guía completa al cielo, independientemente de un intérprete vivo y autorizado. Tanto la

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Palabra de Dios como la ley civil deben tener un intérprete y estamos obligados a vivir de acuerdo con su decisión”. En otras palabras, la interpretación privada de las Escrituras no es válida. Prácticamente, todo el sistema teológico del catolicismo romano se basa en su doctrina de los sacramentos, los cuales, según la iglesia, son siete: el bautismo, la confirmación, la eucaristía, la penitencia, la extremaunción, las órdenes sacerdotales y el matrimonio. San Agustín de Hipona, recio pilar de la teología cristiana, en el siglo IV definió el sacramento como “forma visible de una gracia invisible” o, como escribiera el Cardenal Gibbons: “una señal visible instituida por Cristo, por medio de la cual nuestras almas reciben gracia”. Otras doctrinas características de la Iglesia Católica son estas:

1. La salvación es por la fe más las buenas obras. 2. El sacramento del bautismo produce la gracia regeneradora en el sujeto del

bautismo. 3. El obispo de la diócesis de Roma, el Papa, es el vicario de Jesucristo en la tierra,

y el jefe y cabeza visibles de la iglesia. 4. Jesucristo les dio a los sacerdotes el poder de perdonar los pecados en el

sacramento de la confesión. 5. La misa o eucaristía es el culto principal de los católicos, y en la consagración de

los elementos -el pan y el vino- por el sacerdote, éstos se convierten en el cuerpo y en la sangre de Jesucristo. A esta transformación milagrosa se la conoce como el dogma de la transubstanciación.

6. La bendita virgen María, madre de Jesucristo, es media- dora ante su Hijo Jesús a favor de quienes buscan su intercesión. Tres son las principales creencias acerca de María:

a. el dogma de la inmaculada concepción (es decir, que ella fue concebida sin pecado en el vientre de su madre Santa Ana, por obra y gracia del Espíritu Santo);

b. la virginidad perpetua de María; c. la asunción de María al cielo en cuerpo y alma.

7. El purgatorio es un lugar y un estado intermedios, entre el momento de la muerte y la resurrección futura. A ese lugar, que es de castigo temporal y purificación, van las almas de quienes mueren en gracia de Dios, en comunión con la iglesia, pero quienes por sus pecados veniales no consiguieron en vida pagar toda la penitencia debida por dichos pecados. La tesis filosófica, pudiéramos decir, detrás de esta doctrina, es que de los que mueren, muchos de ellos ni fueron tan malos como para merecer el infierno, ni fueron tan buenos como para poder entrar en el cielo donde todo es pureza y perfección. En el purgatorio, de consiguiente, las almas se purifican o se purgan de sus pecados, preparándose de esa manera para su entrada definitiva en el cielo o la gloria de Dios.

8. El uso de las imágenes es parte integrante del culto católico. La Iglesia Católica basa sus enseñanzas y doctrinas en la Biblia o la Palabra de Dios, en las tradiciones de los padres de la iglesia, y en las declaraciones oficiales de los Concilios Generales de la iglesia. La clasificación del culto o adoración en tres categorías:

a. Latría (adoración a Dios) b. Hiperdulía (adoración a María) c. Dulía (o adoración a los santos)

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CAPITULO 12: LA CONGREGACIÓN DE LA DOCTRINA DE LA FE. DECLARACIÓN “DOMINUS IESUS” SOBRE LA UNIDAD Y LA UNIVERSALIDAD SALVIFICA DE JESUCRISTO Y LA IGLESIA (JOSEPH CARD. RATZINGER / TARCISIO BERTONE, S.D.B.)

INTRODUCCIÓN El Señor Jesús, antes de ascender al cielo, confió a sus discípulos el mandato de anunciar el Evangelio al mundo entero y de bautizar a todas las naciones: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado” (Mc 16,15-16); “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20; cf. también Lc 24,46-48; Jn 17,18; 20,21; Hch 1,8). La misión universal de la Iglesia nace del mandato de Jesucristo y se cumple en el curso de los siglos en la proclamación del misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y del misterio de la encarnación del Hijo, como evento de salvación para toda la humanidad. Es éste el contenido fundamental de la profesión de fe cristiana: “Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra [...]. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos: padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”. La Iglesia, en el curso de los siglos, ha proclamado y testimoniado con fidelidad el Evangelio de Jesús. Al final del segundo milenio, sin embargo, esta misión está todavía lejos de su cumplimiento. Por eso, hoy más que nunca, es actual el grito del apóstol Pablo sobre el compromiso misionero de cada bautizado: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Co 9,16). Eso explica la particular atención que el Magisterio ha dedicado a motivar y a sostener la misión evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en relación con las tradiciones religiosas del mundo. Teniendo en cuenta los valores que éstas testimonian y ofrecen a la humanidad, con una actitud abierta y positiva, la Declaración conciliar sobre la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas afirma: “La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas

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religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y las doctrinas, que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres “. Prosiguiendo en esta línea, el compromiso eclesial de anunciar a Jesucristo, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), se sirve hoy también de la práctica del diálogo interreligioso, que ciertamente no sustituye sino que acompaña la missio ad gentes, en virtud de aquel “misterio de unidad”, del cual “deriva que todos los hombres y mujeres que son salvados participan, aunque en modos diferentes, del mismo misterio de salvación en Jesucristo por medio de su Espíritu”. Dicho diálogo, que forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia, comporta una actitud de comprensión y una relación de conocimiento recíproco y de mutuo enriquecimiento, en la obediencia a la verdad y en el respeto de la libertad. En la práctica y profundización teórica del diálogo entre la fe cristiana y las otras tradiciones religiosas surgen cuestiones nuevas, las cuales se trata de afrontar recorriendo nuevas pistas de búsqueda, adelantando propuestas y sugiriendo comportamientos, que necesitan un cuidadoso discernimiento. En esta búsqueda, la presente Declaración interviene para llamar la atención de los Obispos, de los teólogos y de todos los fieles católicos sobre algunos contenidos doctrinales imprescindibles, que puedan ayudar a que la reflexión teológica madure soluciones conformes al dato de la fe, que respondan a las urgencias culturales contemporáneas. El lenguaje expositivo de la Declaración responde a su finalidad, que no es la de tratar en modo orgánico la problemática relativa a la unicidad y universalidad salvífica del misterio de Jesucristo y de la Iglesia, ni el proponer soluciones a las cuestiones teológicas libremente disputadas, sino la de exponer nuevamente la doctrina de la fe católica al respecto. Al mismo tiempo la Declaración quiere indicar algunos problemas fundamentales que quedan abiertos para ulteriores profundizaciones, y confutar determinadas posiciones erróneas o ambiguas. Por eso el texto retoma la doctrina enseñada en documentos precedentes del Magisterio, con la intención de corroborar las verdades que forman parte del patrimonio de la fe de la Iglesia. El perenne anuncio misionero de la Iglesia es puesto hoy en peligro por teorías de tipo relativistas, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio). En consecuencia, se retienen superadas, por ejemplo, verdades tales como el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo, la naturaleza de la fe cristiana con respecto a la creencia en las otra religiones, el carácter inspirado de los libros de la Sagrada Escritura, la unidad personal entre el Verbo eterno y Jesús de Nazaret, la unidad entre la economía del Verbo encarnado y del Espíritu Santo, la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo, la mediación salvífica universal de la Iglesia, la inseparabilidad —aun en la distinción— entre el Reino de Dios, el Reino de Cristo y la Iglesia, la subsistencia en la Iglesia católica de la única Iglesia de Cristo. Las raíces de estas afirmaciones hay que buscarlas en algunos presupuestos, ya sean de naturaleza filosófica o teológica, que obstaculizan la inteligencia y la acogida de la verdad revelada. Se pueden señalar algunos: la convicción de la inaferrablilidad y la inefabilidad de la verdad divina, ni siquiera por parte de la revelación cristiana; la actitud relativista con relación a la verdad, en virtud de lo cual aquello que es verdad para algunos no lo es para otros; la contraposición radical entre la mentalidad lógica

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atribuida a Occidente y la mentalidad simbólica atribuida a Oriente; el subjetivismo de quien, considerando la razón como única fuente de conocimiento, se hace « incapaz de levantar la mirada hacia lo alto para atreverse a alcanzar la verdad del ser »;8 la dificultad de comprender y acoger en la historia la presencia de eventos definitivos y escatológicos; el vaciamiento metafísico del evento de la encarnación histórica del Logos eterno, reducido a un mero aparecer de Dios en la historia; el eclecticismo de quien, en la búsqueda teológica, asume ideas derivadas de diferentes contextos filosóficos y religiosos, sin preocuparse de su coherencia y conexión sistemática, ni de su compatibilidad con la verdad cristiana; la tendencia, en fin, a leer e interpretar la Sagrada Escritura fuera de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia. Sobre la base de tales presupuestos, que se presentan con matices diversos, unas veces como afirmaciones y otras como hipótesis, se elaboran algunas propuestas teológicas en las cuales la revelación cristiana y el misterio de Jesucristo y de la Iglesia pierden su carácter de verdad absoluta y de universalidad salvífica, o al menos se arroja sobre ellos la sombra de la duda y de la inseguridad.

PLENITUD Y DEFINITIVIDAD DE LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO Para poner remedio a esta mentalidad relativista, cada vez más difundida, es necesario reiterar, ante todo, el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo. Debe ser, en efecto, firmemente creída la afirmación de que en el misterio de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, el cual es “el camino, la verdad y la vida” (cf. Jn 14,6), se da la revelación de la plenitud de la verdad divina: “Nadie conoce bien al Hijo sino el Padre”, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Mt 11,27). “A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha revelado” (Jn 1,18); “porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente” (Col 2,9-10). Fiel a la palabra de Dios, el Concilio Vaticano II enseña: “La verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación”. Y confirma: “Jesucristo, el Verbo hecho carne, hombre enviado a los hombres”, habla palabras de Dios (Jn 3,34) y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió (cf. Jn 5,36; 17,4). Por tanto, Jesucristo —ver al cual es ver al Padre (cf. Jn 14,9) —, con su total presencia y manifestación, con palabras y obras, señales y milagros, sobre todo con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos, y finalmente, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con el testimonio divino [...]. La economía cristiana, como la alianza nueva y definitiva, nunca cesará; y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tm 6,14; Tit 2,13) Por esto la encíclica Redemptoris missio propone nuevamente a la Iglesia la tarea de proclamar el Evangelio, como plenitud de la verdad: “En esta Palabra definitiva de su revelación, Dios se ha dado a conocer del modo más completo; ha dicho a la humanidad quién es. Esta autorrevelación definitiva de Dios es el motivo fundamental por el que la Iglesia es misionera por naturaleza. Ella no puede dejar de proclamar el Evangelio, es decir, la plenitud de la verdad que Dios nos ha dado a conocer sobre sí mismo”. Sólo la

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revelación de Jesucristo, por lo tanto, “introduce en nuestra historia una verdad universal y última que induce a la mente del hombre a no pararse nunca”. Es, por lo tanto, contraria a la fe de la Iglesia la tesis del carácter limitado, incompleto e imperfecto de la revelación de Jesucristo, que sería complementaria a la presente en las otras religiones. La razón que está a la base de esta aserción pretendería fundarse sobre el hecho de que la verdad acerca de Dios no podría ser acogida y manifestada en su globalidad y plenitud por ninguna religión histórica, por lo tanto, tampoco por el cristianismo ni por Jesucristo. Esta posición contradice radicalmente las precedentes afirmaciones de fe, según las cuales en Jesucristo se da la plena y completa revelación del misterio salvífico de Dios. Por lo tanto, las palabras, las obras y la totalidad del evento histórico de Jesús, aun siendo limitados en cuanto realidades humanas, sin embargo, tienen como fuente la Persona divina del Verbo encarnado, “verdadero Dios y verdadero hombre” y por eso llevan en sí la definitividad y la plenitud de la revelación de las vías salvíficas de Dios, aunque la profundidad del misterio divino en sí mismo siga siendo trascendente e inagotable. La verdad sobre Dios no es abolida o reducida porque sea dicha en lenguaje humano. Ella, en cambio, sigue siendo única, plena y completa porque quien habla y actúa es el Hijo de Dios encarnado. Por esto la fe exige que se profese que el Verbo hecho carne, en todo su misterio, que va desde la encarnación a la glorificación, es la fuente, participada mas real, y el cumplimiento de toda la revelación salvífica de Dios a la humanidad, y que el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, enseña a los Apóstoles, y por medio de ellos a toda la Iglesia de todos los tiempos, “la verdad completa”. (Jn 16,13). La respuesta adecuada a la revelación de Dios es « la obediencia de la fe (Rm 1,5: Cf. Rm 16,26; 2 Co 10,5-6), por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios, prestando “a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad”, y asistiendo voluntariamente a la revelación hecha por Él. La fe es un don de la gracia: “Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que previene y ayuda, y los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da “a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad”. La obediencia de la fe conduce a la acogida de la verdad de la revelación de Cristo, garantizada por Dios, quien es la Verdad misma; “La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado”. La fe, por lo tanto, “don de Dios y virtud sobrenatural infundida por Él”, implica una doble adhesión: a Dios que revela y a la verdad revelada por él, en virtud de la confianza que se le concede a la persona que la afirma. Por esto “no debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo”. Debe ser, por lo tanto, firmemente retenida la distinción entre la fe teologal y la creencia en las otras religiones. Si la fe es la acogida en la gracia de la verdad revelada, que “permite penetrar en el misterio, favoreciendo su comprensión coherente”, la creencia en las otras religiones es esa totalidad de experiencia y pensamiento que constituyen los tesoros humanos de sabiduría y religiosidad, que el hombre, en su búsqueda de la verdad, ha ideado y creado en su referencia a lo Divino y al Absoluto.

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Non siempre tal distinción es tenida en consideración en la reflexión actual, por lo cual a menudo se identifica la fe teologal, que es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y Trino, y la creencia en las otras religiones, que es una experiencia religiosa todavía en búsqueda de la verdad absoluta y carente todavía del asentimiento a Dios que se revela. Este es uno de los motivos por los cuales se tiende a reducir, y a veces incluso a anular, las diferencias entre el cristianismo y las otras religiones. Se propone también la hipótesis acerca del valor inspirado de los textos sagrados de otras religiones. Ciertamente es necesario reconocer que tales textos contienen elementos gracias a los cuales multitud de personas a través de los siglos han podido y todavía hoy pueden alimentar y conservar su relación religiosa con Dios. Por esto, considerando tanto los modos de actuar como los preceptos y las doctrinas de las otras religiones, el Concilio Vaticano II —como se ha recordado antes— afirma que “por más que discrepen en mucho de lo que ella [la Iglesia] profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. La tradición de la Iglesia, sin embargo, reserva la calificación de textos inspirados a los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, en cuanto inspirados por el Espíritu Santo.24 Recogiendo esta tradición, la Constitución dogmática sobre la divina Revelación del Concilio Vaticano II enseña: “La santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf. Jn 20, 31; 2 Tm 3,16; 2 Pe 1,19-21; 3,15-16), tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Esos libros enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras de nuestra salvación.” Sin embargo, queriendo llamar a sí a todas las gentes en Cristo y comunicarles la plenitud de su revelación y de su amor, Dios no deja de hacerse presente en muchos modos “no sólo en cada individuo, sino también en los pueblos mediante sus riquezas espirituales, cuya expresión principal y esencial son las religiones, aunque contengan lagunas, insuficiencias y errores”. Por lo tanto, los libros sagrados de otras religiones, que de hecho alimentan y guían la existencia de sus seguidores, reciben del misterio de Cristo aquellos elementos de bondad y gracia que están en ellos presentes.

EL LOGOS ENCARNADOY EL ESPÍRITU SANTO EN LA OBRA DE LA SALVACIÓN En la reflexión teológica contemporánea a menudo emerge un acercamiento a Jesús de Nazaret como si fuese una figura histórica particular y finita, que revela lo divino de manera no exclusiva sino complementaria a otras presencias reveladoras y salvíficas. El Infinito, el Absoluto, el Misterio último de Dios se manifestaría así a la humanidad en modos diversos y en diversas figuras históricas: Jesús de Nazaret sería una de esas. Más concretamente, para algunos él sería uno de los tantos rostros que el Logos habría asumido en el curso del tiempo para comunicarse salvíficamente con la humanidad. Además, para justificar por una parte la universalidad de la salvación cristiana y por otra el hecho del pluralismo religioso, se proponen contemporaneamente una economía del Verbo eterno válida también fuera de la Iglesia y sin relación a ella, y una economía del

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Verbo encarnado. La primera tendría una plusvalía de universalidad respecto a la segunda, limitada solamente a los cristianos, aunque si bien en ella la presencia de Dios sería más plena. Estas tesis contrastan profundamente con la fe cristiana. Debe ser, en efecto, firmemente creída la doctrina de fe que proclama que Jesús de Nazaret, hijo de María, y solamente él, es el Hijo y Verbo del Padre. El Verbo, que “estaba en el principio con Dios” (Jn 1,2), es el mismo que “se hizo carne” (Jn 1,14). En Jesús “el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16) “reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente” (Col 2,9). Él es “el Hijo único, que está en el seno del Padre” (Jn 1,18), el “Hijo de su amor, en quien tenemos la redención [...]. Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud, y reconciliar con él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos” (Col 1,13-14.19-20). Fiel a las Sagradas Escrituras y refutando interpretaciones erróneas y reductoras, el primer Concilio de Nicea definió solemnemente su fe en “Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, y ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”. Siguiendo las enseñanzas de los Padres, también el Concilio de Calcedonia profesó que “uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, es él mismo perfecto en divinidad y perfecto en humanidad, Dios verdaderamente, y verdaderamente hombre [...], consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad [...], engendrado por el Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad”. Por esto, el Concilio Vaticano II afirma que Cristo “nuevo Adán”, “imagen de Dios invisible” (Col 1,15), “es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado [...]. Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En Él Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20) Al respecto Juan Pablo II ha declarado explícitamente: “Es contrario a la fe cristiana introducir cualquier separación entre el Verbo y Jesucristo [...]: Jesús es el Verbo encarnado, una sola persona e inseparable [...]. Cristo no es sino Jesús de Nazaret, y éste es el Verbo de Dios hecho hombre para la salvación de todos [...]. Mientras vamos descubriendo y valorando los dones de todas clases, sobre todo las riquezas espirituales que Dios ha concedido a cada pueblo, no podemos disociarlos de Jesucristo, centro del plan divino de salvación”. Es también contrario a la fe católica introducir una separación entre la acción salvífica del Logos en cuanto tal, y la del Verbo hecho carne. Con la encarnación, todas las acciones salvíficas del Verbo de Dios, se hacen siempre en unión con la naturaleza humana que él ha asumido para la salvación de todos los hombres. El único sujeto que

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obra en las dos naturalezas, divina y humana, es la única persona del Verbo. Por lo tanto no es compatible con la doctrina de la Iglesia la teoría que atribuye una actividad salvífica al Logos como tal en su divinidad, que se ejercitaría « más allá » de la humanidad de Cristo, también después de la encarnación. Igualmente, debe ser firmemente creída la doctrina de fe sobre la unicidad de la economía salvífica querida por Dios Uno y Trino, cuya fuente y centro es el misterio de la encarnación del Verbo, mediador de la gracia divina en el plan de la creación y de la redención (cf. Col 1,15-20), recapitulador de todas las cosas (cf. Ef 1,10), “al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención” (1 Co 1,30). En efecto, el misterio de Cristo tiene una unidad intrínseca, que se extiende desde la elección eterna en Dios hasta la parusía: “[Dios] nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor”. (Ef 1,4); En él “por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad” (Ef 1,11); “Pues a los que de antemano conoció [el Padre], también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó” (Rm 8,29-30). El Magisterio de la Iglesia, fiel a la revelación divina, reitera que Jesucristo es el mediador y el redentor universal: “El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que, Hombre perfecto, salvará a todos y recapitulara todas las cosas. El Señor [...] es aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muertos”. Esta mediación salvífica también implica la unicidad del sacrificio redentor de Cristo, sumo y eterno sacerdote (cf. Eb 6,20; 9,11; 10,12-14). Hay también quien propone la hipótesis de una economía del Espíritu Santo con un carácter más universal que la del Verbo encarnado, crucificado y resucitado. También esta afirmación es contraria a la fe católica, que, en cambio, considera la encarnación salvífica del Verbo como un evento trinitario. En el Nuevo Testamento el misterio de Jesús, Verbo encarnado, constituye el lugar de la presencia del Espíritu Santo y la razón de su efusión a la humanidad, no sólo en los tiempos mesiánicos (cf. Hch 2,32-36; Jn 20,20; 7,39; 1 Co 15,45), sino también antes de su venida en la historia (cf. 1 Co 10,4; 1 Pe 1,10-12). El Concilio Vaticano II ha llamado la atención de la conciencia de fe de la Iglesia sobre esta verdad fundamental. Cuando expone el plan salvífico del Padre para toda la humanidad, el Concilio conecta estrechamente desde el inicio el misterio de Cristo con el del Espíritu. Toda la obra de edificación de la Iglesia a través de los siglos se ve como una realización de Jesucristo Cabeza en comunión con su Espíritu. Además, la acción salvífica de Jesucristo, con y por medio de su Espíritu, se extiende más allá de los confines visibles de la Iglesia y alcanza a toda la humanidad. Hablando del misterio pascual, en el cual Cristo asocia vitalmente al creyente a sí mismo en el Espíritu Santo, y le da la esperanza de la resurrección, el Concilio afirma: “Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación

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suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual”. Queda claro, por lo tanto, el vínculo entre el misterio salvífico del Verbo encarnado y el del Espíritu Santo, que actúa el influjo salvífico del Hijo hecho hombre en la vida de todos los hombres, llamados por Dios a una única meta, ya sea que hayan precedido históricamente al Verbo hecho hombre, o que vivan después de su venida en la historia: de todos ellos es animador el Espíritu del Padre, que el Hijo del hombre dona libremente (cf. Jn 3,34). Por eso el Magisterio reciente de la Iglesia ha llamado la atención con firmeza y claridad sobre la verdad de una única economía divina: “La presencia y la actividad del Espíritu no afectan únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a la historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones [...]. Cristo resucitado obra ya por la virtud de su Espíritu [...]. Es también el Espíritu quien esparce “las semillas de la Palabra presentes en los ritos y culturas, y los prepara para su madurez en Cristo”. Aun reconociendo la función histórico-salvífica del Espíritu en todo el universo y en la historia de la humanidad, sin embargo confirma: “Este Espíritu es el mismo que se ha hecho presente en la encarnación, en la vida, muerte y resurrección de Jesús y que actúa en la Iglesia. No es, por consiguiente, algo alternativo a Cristo, ni viene a llenar una especie de vacío, como a veces se da por hipótesis, que exista entre Cristo y el Logos. Todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones, tiene un papel de preparación evangélica, y no puede menos de referirse a Cristo, Verbo encarnado por obra del Espíritu, “para que, hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas” En conclusión, la acción del Espíritu no está fuera o al lado de la acción de Cristo. Se trata de una sola economía salvífica de Dios Uno y Trino, realizada en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios, llevada a cabo con la cooperación del Espíritu Santo y extendida en su alcance salvífico a toda la humanidad y a todo el universo: “Los hombres, pues, no pueden entrar en comunión con Dios si no es por medio de Cristo y bajo la acción del Espíritu”

UNICIDAD Y UNIVERSALIDAD DEL MISTERIO SALVÍFICO DE JESUCRISTO Es también frecuente la tesis que niega la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo. Esta posición no tiene ningún fundamento bíblico. En efecto, debe ser firmemente creída, como dato perenne de la fe de la Iglesia, la proclamación de Jesucristo, Hijo de Dios, Señor y único salvador, que en su evento de encarnación, muerte y resurrección ha llevado a cumplimiento la historia de la salvación, que tiene en él su plenitud y su centro. Los testimonios neotestamentarios lo certifican con claridad: El Padre envió a su Hijo, como salvador del mundo (1 Jn 4,14); He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). En su discurso ante el sanedrín, Pedro, para justificar la curación del tullido de nacimiento realizada en el nombre de Jesús (cf. Hch 3,1-8), proclama: Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros

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debamos salvarnos (Hch 4,12). El mismo apóstol añade además que Jesucristo es el Señor de todos, está constituido por Dios juez de vivos y muertos; por lo cual todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados (Hch 10,36.42.43). Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, escribe: Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros (1 Co 8,5-6). También el apóstol Juan afirma: « Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él (Jn 3,16-17). En el Nuevo Testamento, la voluntad salvífica universal de Dios está estrechamente conectada con la única mediación de Cristo: [Dios] quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos (1 Tm 2,4-6). Basados en esta conciencia del don de la salvación, único y universal, ofrecido por el Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo (cf. Ef 1,3-14), los primeros cristianos se dirigieron a Israel mostrando que el cumplimiento de la salvación iba más allá de la Ley, y afrontaron después al mundo pagano de entonces, que aspiraba a la salvación a través de una pluralidad de dioses salvadores. Este patrimonio de la fe ha sido propuesto una vez más por el Magisterio de la Iglesia: Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos (cf. 2 Co 5,15), da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea posible salvarse (cf. Hch 4,12). Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Debe ser, por lo tanto, firmemente creída como verdad de fe católica que la voluntad salvífica universal de Dios Uno y Trino es ofrecida y cumplida una vez para siempre en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Teniendo en cuenta este dato de fe, y meditando sobre la presencia de otras experiencias religiosas no cristianas y sobre su significado en el plan salvífico de Dios, la teología está hoy invitada a explorar si es posible, y en qué medida, que también figuras y elementos positivos de otras religiones puedan entrar en el plan divino de la salvación. En esta tarea de reflexión la investigación teológica tiene ante sí un extenso campo de trabajo bajo la guía del Magisterio de la Iglesia. El Concilio Vaticano II, en efecto, afirmó que “la única mediación del Redentor no excluye, sino suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única”. Se debe profundizar el contenido de esta mediación participada, siempre bajo la norma del principio de la única mediación de Cristo: “Aun cuando no se excluyan mediaciones parciales, de cualquier tipo y orden, éstas sin embargo cobran significado y valor únicamente por la mediación de Cristo y no pueden ser entendidas como paralelas y complementarias”. No obstante, serían contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de solución que contemplen una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo. No pocas veces algunas proponen que en teología se eviten términos como unicidad,

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universalidad, absolutez, cuyo uso daría la impresión de un énfasis excesivo acerca del valor del evento salvífico de Jesucristo con relación a las otras religiones. En realidad, con este lenguaje se expresa simplemente la fidelidad al dato revelado, pues constituye un desarrollo de las fuentes mismas de la fe. Desde el inicio, en efecto, la comunidad de los creyentes ha reconocido que Jesucristo posee una tal valencia salvífica, que Él sólo, como Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado, en virtud de la misión recibida del Padre y en la potencia del Espíritu Santo, tiene el objetivo de donar la revelación (cf. Mt 11,27) y la vida divina (cf. Jn 1,12; 5,25-26; 17,2) a toda la humanidad y a cada hombre. En este sentido se puede y se debe decir que Jesucristo tiene, para el género humano y su historia, un significado y un valor singular y único, sólo de él propio, exclusivo, universal y absoluto. Jesús es, en efecto, el Verbo de Dios hecho hombre para la salvación de todos. Recogiendo esta conciencia de fe, el Concilio Vaticano II enseña: El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que, Hombre perfecto, salvará a todos y recapitulara todas las cosas. El Señor es el fin de la historia humana, “punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización”, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. Él es aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muertos. Es precisamente esta singularidad única de Cristo la que le confiere un significado absoluto y universal, por lo cual, mientras está en la historia, es el centro y el fin de la misma: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin” (Ap 22,13)

UNICIDAD Y UNIDAD DE LA IGLESIA El Señor Jesús, único salvador, no estableció una simple comunidad de discípulos, sino que constituyó a la Iglesia como misterio salvífico: Él mismo está en la Iglesia y la Iglesia está en Él (cf. Jn 15,1ss; Ga 3,28; Ef 4,15-16; Hch 9,5); por eso, la plenitud del misterio salvífico de Cristo pertenece también a la Iglesia, inseparablemente unida a su Señor. Jesucristo, en efecto, continúa su presencia y su obra de salvación en la Iglesia y a través de la Iglesia (cf. Col 1,24-27), que es su cuerpo (cf. 1 Co 12, 12-13.27; Col 1,18).48 Y así como la cabeza y los miembros de un cuerpo vivo aunque no se identifiquen son inseparables, Cristo y la Iglesia no se pueden confundir pero tampoco separar, y constituyen un único Cristo total. Esta misma inseparabilidad se expresa también en el Nuevo Testamento mediante la analogía de la Iglesia como Esposa de Cristo (cf. 2 Cor 11,2; Ef 5,25-29; Ap 21,2.9). Por eso, en conexión con la unicidad y la universalidad de la mediación salvífica de Jesucristo, debe ser firmemente creída como verdad de fe católica la unicidad de la Iglesia por él fundada. Así como hay un solo Cristo, uno solo es su cuerpo, una sola es su Esposa: « una sola Iglesia católica y apostólica. Además, las promesas del Señor de no abandonar jamás a su Iglesia (cf. Mt 16,18; 28,20) y de guiarla con su Espíritu (cf. Jn 16,13) implican que, según la fe católica, la unicidad y la unidad, como todo lo que pertenece a la integridad de la Iglesia, nunca faltaran. Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica —radicada en la sucesión apostólica— entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica: « Esta es la única Iglesia de Cristo [...] que nuestro Salvador confió después de su resurrección

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a Pedro para que la apacentara (Jn 24,17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18ss.), y la erigió para siempre como « columna y fundamento de la verdad (1 Tm 3,15). Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste [subsistit in] en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él. Con la expresión subsitit in, el Concilio Vaticano II quiere armonizar dos afirmaciones doctrinales: por un lado que la Iglesia de Cristo, no obstante las divisiones entre los cristianos, sigue existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica, y por otro lado que fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de verdad, ya sea en las Iglesias que en las Comunidades eclesiales separadas de la Iglesia católica. Sin embargo, respecto a estas últimas, es necesario afirmar que su eficacia deriva de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia católica. Existe, por lo tanto, una única Iglesia de Cristo, que subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él. Las Iglesias que no están en perfecta comunión con la Iglesia católica pero se mantienen unidas a ella por medio de vínculos estrechísimos como la sucesión apostólica y la Eucaristía válidamente consagrada, son verdaderas iglesias particulares. Por eso, también en estas Iglesias está presente y operante la Iglesia de Cristo, si bien falte la plena comunión con la Iglesia católica al rehusar la doctrina católica del Primado, que por voluntad de Dios posee y ejercita objetivamente sobre toda la Iglesia el Obispo de Roma. Por el contrario, las Comunidades eclesiales que no han conservado el Episcopado válido y la genuina e íntegra sustancia del misterio eucarístico, no son Iglesia en sentido propio; sin embargo, los bautizados en estas Comunidades, por el Bautismo han sido incorporados a Cristo y, por lo tanto, están en una cierta comunión, si bien imperfecta, con la Iglesia. En efecto, el Bautismo en sí tiende al completo desarrollo de la vida en Cristo mediante la íntegra profesión de fe, la Eucaristía y la plena comunión en la Iglesia. Por lo tanto, los fieles no pueden imaginarse la Iglesia de Cristo como la suma —diferenciada y de alguna manera unitaria al mismo tiempo— de las Iglesias y Comunidades eclesiales; ni tienen la facultad de pensar que la Iglesia de Cristo hoy no existe en ningún lugar y que, por lo tanto, deba ser objeto de búsqueda por parte de todas las Iglesias y Comunidades. En efecto, los elementos de esta Iglesia ya dada existen juntos y en plenitud en la Iglesia católica, y sin esta plenitud en las otras Comunidades. Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y Comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia. La falta de unidad entre los cristianos es ciertamente una herida para la Iglesia; no en el sentido de quedar privada de su unidad, sino en cuanto obstáculo para la realización plena de su universalidad en la historia.

IGLESIA, REINO DE DIOS Y REINO DE CRISTO La misión de la Iglesia es « anunciar el Reino de Cristo y de Dios, establecerlo en

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medio de todas las gentes; [la Iglesia] constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino. Por un lado la Iglesia es sacramento, esto es, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano, ella es, por lo tanto, signo e instrumento del Reino: llamada a anunciarlo y a instaurarlo. Por otro lado, la Iglesia es el pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ella es, por lo tanto, el reino de Cristo, presente ya en el misterio, constituyendo, así, su germen e inicio. El Reino de Dios tiene, en efecto, una dimensión escatológica: Es una realidad presente en el tiempo, pero su definitiva realización llegará con el fin y el cumplimiento de la historia. De los textos bíblicos y de los testimonios patrísticos, así como de los documentos del Magisterio de la Iglesia no se deducen significados unívocos para las expresiones Reino de los Cielos, Reino de Dios y Reino de Cristo, ni de la relación de los mismos con la Iglesia, ella misma misterio que no puede ser totalmente encerrado en un concepto humano. Pueden existir, por lo tanto, diversas explicaciones teológicas sobre estos argumentos. Sin embargo, ninguna de estas posibles explicaciones puede negar o vaciar de contenido en modo alguno la íntima conexión entre Cristo, el Reino y la Iglesia. En efecto, el Reino de Dios que conocemos por la Revelación, no puede ser separado ni de Cristo ni de la Iglesia... Si se separa el Reino de la persona de Jesús, no es éste ya el Reino de Dios revelado por él, y se termina por distorsionar tanto el significado del Reino —que corre el riesgo de transformarse en un objetivo puramente humano e ideológico— como la identidad de Cristo, que no aparece como el Señor, al cual debe someterse todo (cf. 1 Co 15,27); asimismo, el Reino no puede ser separado de la Iglesia. Ciertamente, ésta no es un fin en sí misma, ya que está ordenada al Reino de Dios, del cual es germen, signo e instrumento. Sin embargo, a la vez que se distingue de Cristo y del Reino, está indisolublemente unida a ambos. Afirmar la relación indivisible que existe entre la Iglesia y el Reino no implica olvidar que el Reino de Dios —si bien considerado en su fase histórica— no se identifica con la Iglesia en su realidad visible y social. En efecto, no se debe excluir la obra de Cristo y del Espíritu Santo fuera de los confines visibles de la Iglesia. Por lo tanto, se debe también tener en cuenta que « el Reino interesa a todos: a las personas, a la sociedad, al mundo entero. Trabajar por el Reino quiere decir reconocer y favorecer el dinamismo divino, que está presente en la historia humana y la transforma. Construir el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas. En resumen, el Reino de Dios es la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda su plenitud. Al considerar la relación entre Reino de Dios, Reino de Cristo e Iglesia es necesario, de todas maneras, evitar acentuaciones unilaterales, como en el caso de determinadas concepciones que intencionadamente ponen el acento sobre el Reino y se presentan como “reinocéntricas”, las cuales dan relieve a la imagen de una Iglesia que no piensa en sí misma, sino que se dedica a testimoniar y servir al Reino. Es una “Iglesia para los demás” —se dice— como “Cristo es el hombre para los demás”... Junto a unos aspectos positivos, estas concepciones manifiestan a menudo otros negativos. Ante todo, dejan en silencio a Cristo: El Reino, del que hablan, se basa en un “teocentrismo”, porque Cristo —dicen— no puede ser comprendido por quien no profesa la fe cristiana, mientras que pueblos, culturas y religiones diversas pueden coincidir en la única realidad divina, cualquiera que sea su nombre. Por el mismo motivo, conceden privilegio al misterio de la creación, que se refleja en la diversidad de culturas y

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creencias, pero no dicen nada sobre el misterio de la redención. Además el Reino, tal como lo entienden, termina por marginar o menospreciar a la Iglesia, como reacción a un supuesto “eclesiocentrismo” del pasado y porque consideran a la Iglesia misma sólo un signo, por lo demás no exento de ambigüedad. Estas tesis son contrarias a la fe católica porque niegan la unicidad de la relación que Cristo y la Iglesia tienen con el Reino de Dios.

LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES EN RELACIÓN CON LA SALVACIÓN De todo lo que ha sido antes recordado, derivan también algunos puntos necesarios para el curso que debe seguir la reflexión teológica en la profundización de la relación de la Iglesia y de las religiones con la salvación. Ante todo, debe ser firmemente creído que la « Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia, y Él, inculcando con palabras concretas la necesidad del bautismo (cf. Mt 16,16; Jn 3,5), confirmó a un tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta. Esta doctrina no se contrapone a la voluntad salvífica universal de Dios (cf. 1 Tm 2,4); por lo tanto, es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación. La Iglesia es sacramento universal de salvación porque, siempre unida de modo misterioso y subordinada a Jesucristo el Salvador, su Cabeza, en el diseño de Dios, tiene una relación indispensable con la salvación de cada hombre. Para aquellos que no son formal y visiblemente miembros de la Iglesia, la salvación de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun teniendo una misteriosa relación con la Iglesia, no les introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada en su situación interior y ambiental. Esta gracia proviene de Cristo; es fruto de su sacrificio y es comunicada por el Espíritu Santo. Ella está relacionada con la Iglesia, la cual procede de la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo, según el diseño de Dios Padre. Acerca del modo en el cual la gracia salvífica de Dios, que es donada siempre por medio de Cristo en el Espíritu y tiene una misteriosa relación con la Iglesia, llega a los individuos no cristianos, el Concilio Vaticano II se limitó a afirmar que Dios la dona « por caminos que Él sabe. La Teología está tratando de profundizar este argumento, ya que es sin duda útil para el crecimiento de la compresión de los designios salvíficos de Dios y de los caminos de su realización. Sin embargo, de todo lo que hasta ahora ha sido recordado sobre la mediación de Jesucristo y sobre las relaciones singulares y únicas que la Iglesia tiene con el Reino de Dios entre los hombres —que substancialmente es el Reino de Cristo, salvador universal—, queda claro que sería contrario a la fe católica considerar la Iglesia como un camino de salvación al lado de aquellos constituidos por las otras religiones. Éstas serían complementarias a la Iglesia, o incluso substancialmente equivalentes a ella, aunque en convergencia con ella en pos del Reino escatológico de Dios. Ciertamente, las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen elementos de

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religiosidad, que proceden de Dios, y que forman parte de « todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones. De hecho algunas oraciones y ritos pueden asumir un papel de preparación evangélica, en cuanto son ocasiones o pedagogías en las cuales los corazones de los hombres son estimulados a abrirse a la acción de Dios. A ellas, sin embargo no se les puede atribuir un origen divino ni una eficacia salvífica ex opere operato, que es propia de los sacramentos cristianos. Por otro lado, no se puede ignorar que otros ritos no cristianos, en cuanto dependen de supersticiones o de otros errores (cf. 1 Co 10,20-21), constituyen más bien un obstáculo para la salvación. Con la venida de Jesucristo Salvador, Dios ha establecido la Iglesia para la salvación de todos los hombres (cf. Hch 17,30-31).90 Esta verdad de fe no quita nada al hecho de que la Iglesia considera las religiones del mundo con sincero respeto, pero al mismo tiempo excluye esa mentalidad indiferentista marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que “una religión es tan buena como otra”. Si bien es cierto que los no cristianos pueden recibir la gracia divina, también es cierto que objetivamente se hallan en una situación gravemente deficitaria si se compara con la de aquellos que, en la Iglesia, tienen la plenitud de los medios salvíficos. Sin embargo es necesario recordar a « los hijos de la Iglesia que su excelsa condición no deben atribuirla a sus propios méritos, sino a una gracia especial de Cristo; y si no responden a ella con el pensamiento, las palabras y las obras, lejos de salvarse, serán juzgados con mayor severidad. Se entiende, por lo tanto, que, siguiendo el mandamiento de Señor (cf. Mt 28,19-20) y como exigencia del amor a todos los hombres, la Iglesia anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas. La misión ad gentes, también en el diálogo interreligioso, conserva íntegra, hoy como siempre, su fuerza y su necesidad. En efecto, Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm 2,4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu de verdad están ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia, a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación, la Iglesia debe ser misionera. Por ello el diálogo, no obstante forme parte de la misión evangelizadora, constituye sólo una de las acciones de la Iglesia en su misión ad gentes. La paridad, que es presupuesto del diálogo, se refiere a la igualdad de la dignidad personal de las partes, no a los contenidos doctrinales, ni mucho menos a Jesucristo —que es el mismo Dios hecho hombre— comparado con los fundadores de las otras religiones. De hecho, la Iglesia, guiada por la caridad y el respeto de la libertad,98 debe empeñarse primariamente en anunciar a todos los hombres la verdad definitivamente revelada por el Señor, y a proclamar la necesidad de la conversión a Jesucristo y la adhesión a la Iglesia a través del bautismo y los otros sacramentos, para participar plenamente de la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por otra parte, la certeza de la voluntad salvífica universal de Dios no disminuye sino aumenta el deber y la urgencia del anuncio de la salvación y la conversión al Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

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La presente Declaración, reproponiendo y clarificando algunas verdades de fe, ha querido seguir el ejemplo del Apóstol Pablo a los fieles de Corinto: Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí (1 Co 15,3). Frente a propuestas problemáticas o incluso erróneas, la reflexión teológica está llamada a confirmar de nuevo la fe de la Iglesia y a dar razón de su esperanza en modo convincente y eficaz. Los Padres del Concilio Vaticano II, al tratar el tema de la verdadera religión, han afirmado: Creemos que esta única religión verdadera subsiste en la Iglesia católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado (Mt 28,19-20). Por su parte todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo referente a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla. La revelación de Cristo continuará a ser en la historia la verdadera estrella que orienta a toda la humanidad: La verdad, que es Cristo, se impone como autoridad universal. El misterio cristiano supera de hecho las barreras del tiempo y del espacio, y realiza la unidad de la familia humana: « Desde lugares y tradiciones diferentes todos están llamados en Cristo a participar en la unidad de la familia de los hijos de Dios [...]. Jesús derriba los muros de la división y realiza la unificación de forma original y suprema mediante la participación en su misterio. Esta unidad es tan profunda que la Iglesia puede decir con san Pablo: Ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios. El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la Audiencia del día 16 de junio de 2000, concedida al infrascrito Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con ciencia cierta y con su autoridad apostólica, ha ratificado y confirmado esta Declaración decidida en la Sesión Plenaria, y ha ordenado su publicación. Dado en Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 6 de agosto de 2000, Fiesta de la Transfiguración del Señor.

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Índice INTRODUCCIÓN......................................................................................................................................2

PREÁMBULO.........................................................................................................................................2 PANORAMA MUNDIAL.......................................................................................................................2

CAPITULO 1: EL VALOR DOCTRINAL DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA “ROMANA” ...............................................................................................................................................3

INTRODUCCIÓN...................................................................................................................................3 LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA................................................................4 LA AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS............................................................................................6 LA AUTORIDAD DE LA TRADICIÓN...............................................................................................11 LA AUTORIDAD DEL MAGISTERIO................................................................................................16

CAPITULO 2: CONTRADICCIONES IRRECONCILIABLES DE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA .................................................................................................................................................19

INTRODUCCIÓN.................................................................................................................................19 CONTRADICCIONES..........................................................................................................................19 LA SALVACIÓN..................................................................................................................................20

LA RELACIÓN DE LA IGLESIA CON LAS DEMÁS IGLESIAS CRISTIANAS................................20 LA RELACIÓN DE LA IGLESIA CON EL PUEBLO JUDÍO...........................................................21 LA RELACIÓN DE LA IGLESIA CON LOS MUSULMANES Y CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS.....................................................................................................................................21

AUTORIDAD PAPAL ..........................................................................................................................21 LOS DIEZ MANDAMIENTOS ............................................................................................................22 LA SUFICIENCIA DE CRISTO ...........................................................................................................27

CAPITULO 3: EL CATOLICISMO Y LA SALVACIÓN BÍBLICA (RICHARD M. BENNETT).30 INTRODUCCIÓN.................................................................................................................................30 LA BIBLIA ENSEÑA QUE EN CRISTO LOS PECADOS DEL CREYENTE ESTÁN EXPIADOS TOTALMENTE, HABIENDO SIDO PAGADOS COMPLETAMENTE POR EL DERRAMAMIENTO DE SU SANGRE. ..............................................................................................30 LA IGLESIA CATÓLICA ENFOCA LA FE DE LA PERSONA PARA LA SALVACIÓN HACIA LA MISMA IGLESIA CATÓLICA. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (1994) ......................32 EL “PROCESO” PARA LA MAYORÍA DE LOS CATÓLICOS EMPIEZA EN EL BAUTISMO, CUANDO EL BAUTISMO ES ADMINISTRADO POR LA IGLESIA ...............................................32 EL CATÓLICO ES ENSEÑADO EN QUE EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN SE COMPLETA EN LA PERSONA, MEDIANTE LAS BUENAS OBRAS Y SUFRIMIENTOS..................................32 GRACIA Y JUSTIFICACIÓN ..............................................................................................................34 CONCLUSIÓN .....................................................................................................................................35

CAPITULO 4: LA SALVACIÓN Y EL SISTEMA SACRAMENTAL (RICHARD M. BENNETT)....................................................................................................................................................................37

INTRODUCCIÓN.................................................................................................................................37 LA JUSTIFICACIÓN ES ENSEÑADA A TRAVÉS DEL CONTRASTE............................................37 LA GRACIA ES DADA GRATUITA Y EN FORMA DIRECTA. .......................................................38 LOS SACRAMENTOS FÍSICOS NECESARIOS DE ROMA..............................................................39 LA GRACIA DEL SEÑOR. ..................................................................................................................39 EL AUTODENOMINADO SISTEMA SACRAMENTAL...................................................................40

EL BAUTISMO .................................................................................................................................40 LA CONFIRMACIÓN .......................................................................................................................41 LA EUCARISTÍA...............................................................................................................................41 PENITENCIA....................................................................................................................................43 UNCIÓN DE LOS ENFERMOS .......................................................................................................44 EL MATRIMONIO............................................................................................................................46 ÓRDENES SANTAS..........................................................................................................................46

CONCLUSIÓN .....................................................................................................................................48 CAPITULO 5: LA ALIANZA DE NUEVOS EVANGÉLICOS CON APOSTASÍA (RICHARD M.

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BENNETT) ...............................................................................................................................................50 INTRODUCCIÓN.................................................................................................................................50 EL EVANGELIO SEGÚN ECJ (EVANGÉLICOS Y CATÓLICOS JUNTOS) ...................................51 EVANGÉLICOS TAMBIÉN ESTÁN DE ACUERDO CON EL BAUTISMO DE REGENERACIÓN...............................................................................................................................................................52 LOS TERRIBLES EFECTOS DE ECJ ..................................................................................................53 MÁS ACUERDO CON ROMA.............................................................................................................53 UNA CALCULADA NEGACIÓN DEL EVANGELIO .......................................................................54 LA DEFENSA DE "EVANGÉLICOS Y CATÓLICOS JUNTOS" (ECJ).............................................56 MÁS SERIA Y EXTRAÑA DEFENSA ................................................................................................57 LA SEPARACIÓN POR CAUSA DEL EVANGELIO NO ES NECESARIA......................................58 EL MOMENTO CRUCIAL EN LA HISTORIA ...................................................................................59 FALSOS MAESTROS ANTES Y AHORA ..........................................................................................60

CAPITULO 6: TU PALABRA ES VERDAD (RICHARD BENNETT) .............................................62 PRIMERA PARTE................................................................................................................................62 SEGUNDA PARTE...............................................................................................................................64

CAPITULO 7: LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA.........................................................................67 DEFINICIÓN Y GÉNESIS HISTÓRICA..............................................................................................67 CUERPO DE DOCTRINAS CARACTERÍSTICAS.............................................................................68

CAPITULO 12: LA CONGREGACIÓN DE LA DOCTRINA DE LA FE. DECLARACIÓN “DOMINUS IESUS” SOBRE LA UNIDAD Y LA UNIVERSALIDAD SALVIFICA DE JESUCRISTO Y LA IGLESIA (JOSEPH CARD. RATZINGER / TARCISIO BERTONE, S.D.B.)....................................................................................................................................................................70

INTRODUCCIÓN.................................................................................................................................70 PLENITUD Y DEFINITIVIDAD DE LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO .....................................72 EL LOGOS ENCARNADOY EL ESPÍRITU SANTO EN LA OBRA DE LA SALVACIÓN..............74 UNICIDAD Y UNIVERSALIDAD DEL MISTERIO SALVÍFICO DE JESUCRISTO.......................77 UNICIDAD Y UNIDAD DE LA IGLESIA...........................................................................................79 IGLESIA, REINO DE DIOS Y REINO DE CRISTO............................................................................80 LA IGLESIA Y LAS RELIGIONES EN RELACIÓN CON LA SALVACIÓN ...................................82 CONCLUSIÓN .....................................................................................................................................83

ÍNDICE .....................................................................................................................................................85

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