DOCUMENTOS HISTÓRICOS. LEOPOLDO ZEA Y SU PENSAMIENTO CRÍTICO..docx

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Leopoldo Zea."Autopercepcin intelectual de un proceso histrico".

Apuntes biogrficos.

Leopoldo Zea nace en un barrio de la Ciudad de Mxico el 30 de junio de 1912. La revolucin iniciada en 1910 sigue con violencia. El nio va tomando conciencia de la realidad que se vive. Es testigo de los sufrimientos de una ciudad, tomada una y otra vez por las diversas facciones revolucionarias. Vive con la abuela; a los cuatro aos, est acostumbrado a los cotidianos tiroteos. Recoge los casquillos en las calles con los que juega a los soldados. Testigo de balaceras, fusilamientos e inclusive de un hombre quemado vivo en el llano atrs de la casa donde vive. A esta visin se agrega la fantasa que le ofrece la abuela Micaela que con gran realismo le habla de brujas, fantasmas y de duendes que roban cosas y a los cuales ha hecho algn trajecillo. La vida de Micaela es tambin fabulosa. Recuerda a Benito Jurez, las guerras entre liberales y conservadores; Calpulalpan donde ella, escondida en una ventana cubierta de colchones, fue testigo de esas luchas. Recuerda la entrada de Maximiliano. Habla del abuelo Anastasio, "Tacho", Aguilar, que lucha contra los invasores incorporado a las tropas de Porfirio Daz. La abuela es llevada al Castillo de Chapultepec donde hace costura y conoce a la emperatriz Carlota y al propio Maximiliano. La emperatriz "de los ojos idos". All, con otras mexicanas, espera noticias del abuelo en armas. As, esta historia, realidad y fantasa, se mezcla con la historia viva de la Revolucin que segua cobrando vidas. Un da, en las calles de Plateros, es exhibida en un escaparate la ensangrentada ropa de Emiliano Zapata, asesinado un da antes. Despus, el asesinato de Villa; Venustiano Carranza con su blanca barba y ms adelante su muerte cerca de Veracruz. Despus, el triunfo final de los ms fuertes generales de la Revolucin, lvaro Obregn y Plutarco Elas Calles.

La abuela logra, dentro de sus limitaciones, conseguir una beca para que el nieto haga la primaria con los hermanos La Salle. Termina la primaria en 1924. A sus fantasas se unen ahora las de sus lecturas extraescolares: Emilio Salgari, Julio Verne, Alejandro Dumas. El encuentro con el primer clsico, la Ilada de Homero en las publicaciones populares de Jos Vasconcelos, Secretario de Educacin de lvaro Obregn. A continuacin la lectura del resto de la biblioteca, la Odisea; la Eneida de Virgilio, la Divina Comedia de Dante, Tagore y muchos ms. A stas se unirn ms tarde los clsicos de Bergua que venan de Espaa.

En 1929 Jos Vasconcelos se lanza como candidato a la presidencia de la Repblica. La Revolucin va institucionalizndose bajo la frrea mano de Calles, pero no es todava tiempo para aventuras polticas de intelectuales. Vasconcelos fracasa y, con Vasconcelos, los sueos del joven que ha terminado la primaria y tiene que trabajar para ayudar a la abuela. Tiene 17 aos y otro mundo se va abriendo a sus experiencias. La experiencia del fracaso del maestro que le haba hecho conocer los clsicos.

En 1933 obtiene una plaza de mensajero en los Telgrafos Nacionales, un trabajo ms entre otros muchos que ha tenido que realizar. Est en auge la dictadura del Jefe Mximo de la Revolucin, Plutarco Elas Calles. Contra el maximato se enfrenta un pequeo diario, El Hombre Libre, que dirige Diego Arenas Guzmn, ya viejo revolucionario. Zea se atreve a enviarle un artculo de crtica al gobierno. Es publicado y se le llama a colaborar; escribe como Leopoldo Zea Jr., pues sabe que su padre est perdido en la revolucin en algn lado. Decide algo ms, reanudar sus estudios, que la pobreza de la abuela le impidi continuar. As entra en la Secundaria Nocturna para luego pasar a la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Para estudiar debe hacer su trabajo como mensajero en horarios fijos por las maanas. Una y otra vez debe solicitar que no se le cambie de turno.

En 1934 Lzaro Crdenas es elegido presidente de la Repblica. Dos aos despus, el Jefe Mximo, Plutarco Elas Calles, es expulsado del pas terminando su dictadura. Zea sigue escribiendo en el diario de oposicin. All denuncia los abusos que se cometen con los aspirantes a mensajeros que, como l, deben esperar la vacante oportuna para poder ingresar. Hace la denuncia y enva su renuncia al puesto de mensajero. El Director de Correos y Telgrafos le hace llamar y le informa que el presidente Lzaro Crdenas, habindose enterado de los abusos, ha puesto trmino a los mismos otorgando plazas definitivas a los 50 aspirantes. Le dice, igualmente, que no se acepta su renuncia y que, por el contrario, puede entrar como oficial de reparto en la administracin. Es la oportunidad para seguir estudiando. Pide el puesto de despachador nocturno. Un da entra al trabajo a las ocho de la noche para salir a las doce; otro de las ocho de la noche hasta el amanecer y otro de descanso absoluto. Esto le permite inscribirse en 1936 en la Facultad de Derecho por las maanas y en la Facultad de Filosofa y Letras por las tardes. Lo primero garantizara su subsistencia, lo segundo para seguir su vocacin que apunta a las Letras.

En los cursos de Letras conoce a Rubn Salazar Malln de Literatura espaola, quien promete un curso monogrfico sobre Po Baroja y a continuacin otro sobre Valle Incln. Al siguiente ao, Jos Ortega y Gasset. El filsofo Samuel Ramos, ofrece tambin, en 1939, un curso sobre Ortega, y Zea se inscribe en el mismo. La filosofa que le haba parecido tediosa en los cursos de la Preparatoria le entusiasma en la obra de Ortega. La guerra civil espaola va a definir su vocacin con la llegada a Mxico, en 1938, de un grupo de intelectuales espaoles, de transterrados, que Lzaro Crdenas recibe en la que se llamara Casa de Espaa en Mxico y ms tarde, a propuesta de Jos Gaos, El Colegio de Mxico. Zea se inscribe en los cursos de Jos Gaos, Luis Recasns Siches, Joaqun Xirau, Juan Roura Parella y Jos Medina Echeverra.

La Guerra Civil Espaola haba causado un fuerte impacto en Leopoldo Zea que ya tiene 24 aos. Est presente en todos los actos que se realizan en Mxico en apoyo a la Repblica, y estuvo a punto de embarcarse en uno de los barcos mexicanos que enva Crdenas con armamento a Espaa. No le aceptan por ser desconocido para los organizadores del reclutamiento. El barco fue detenido en aguas espaolas por la marina de Franco. La aventura haba terminado mal.

En Mxico, en la Facultad de Filosofa y Letras, recibe la enseanza de los filsofos espaoles en el transtierro. Luis Recasns Siches es el primero que se fija en Zea por un trabajo que titulara "Qu pasara si fusemos inmortales?". Jos Gaos lo recibe en su curso de Introduccin a la Filosofa, Zea escribe sobre Herclito y la metfora de Aristteles. Gaos pide en una de sus clases que se identifique. Zea lo hace. "Ha estudiado usted en Espaa?", pregunta Gaos. "No, nunca he salido de la Ciudad de Mxico." "Es extrao, su trabajo sobre Herclito coincide con una de las lecciones de Xavier Zubiri, que no se ha publicado. Cmo explicar esta coincidencia si no ha estado en Espaa ni conoce a Zubiri?" Zea le explica que quiz porque ha estudiado y estudia a Ortega y Gasset, eso pueda explicar la coincidencia. "Qu hace usted Zea?", pregunt Gaos. Este le explica que trabaja por la noche y descansando un da de cada tres. "Pero eso no podr durar mucho! Hay que hacer algo por usted antes de que sea tarde!" Pocos das despus, Alfonso Reyes y Daniel Coso Villegas, presidente y secretario de La Casa de Espaa en Mxico, llaman a Zea y le indican que ha sido recomendado por Gaos para una beca que en calidad de prueba har en esa institucin. Pero debe renunciar a Telgrafos y dejar Derecho para dedicarse en exclusiva a la filosofa bajo la tutora de Jos Gaos. Zea acepta de inmediato, Coso Villegas le pide que lo piense mejor. "Si fracasa usted se va a morir de hambre." Zea insiste. Y as se convierte en el primer becario de La Casa de Espaa en Mxico, despus El Colegio de Mxico.

Bajo la tutora de Gaos va a elaborar su tesis de maestra v despus la de doctorado. "Sobre qu quiere hacer su tesis?", pregunta Gaos. "Sobre los sofistas griegos", contesta Zea. "No dudo que haga usted un buen trabajo, pero este tema ha sido ya agotado en Europa. Por qu no busca un tema sobre la filosofa en Mxico, ms al alcance de su mano y en el cual podr ofrecer algn aporte?" Zea acepta y decide hacerlo sobre el positivismo en Mxico. En 1943 se le otorga la maestra por la primera parte del trabajo. En 1944 el doctorado por la segunda parte, que adems se hace merecedora al Magna Cum Laude. Zea sigue tanto a los maestros espaoles como a los mexicanos: Antonio Caso, Samuel Ramos y Eduardo Garca Mrquez. En 1942 entra como profesor de introduccin a la filosofa en la Escuela Nacional Preparatoria. En 1943 hay una vacante como profesor de psicologa de la adolescencia en la Facultad de Filosofa y Letras. Maquinaciones confesionales le impiden entrar. En 1944 una reforma total cambia el orden universitario. Alfonso Caso, arquelogo y antroplogo, hermano de Antonio Caso, es el rector interino que se encarga de la reforma universitaria. Terminada, llama a Zea y le dice: "Mi hermano Antonio me ha pedido que le ofrezca a usted la ctedra de filosofa de la historia que l dict y a la cual ha renunciado. Si acepta entrar por la puerta grande a la Facultad a la que una maquinacin le impidi ingresar antes". "Djeme hablar con el maestro Caso, es para m una responsabilidad que me aterra . " Antonio Caso insiste ante el propio Zea. "Usted aprender como yo aprend: en la ctedra." Zea acepta y se hace cargo en 1944 de la ctedra de filosofa de la historia de la Facultad de Filosofa y Letras. El Consejo Universitario le exime de la oposicin.

Jos Gaos considera que Zea debe continuar lo iniciado con El positivismo en Mxico en el campo de la historia de las ideas, abarcando ahora a toda la Amrica Latina. Esta oportunidad surge de la visita a Mxico de William Berrien de la Universidad de Harvard y de la Fundacin Rockefeller. Alfonso Reyes discute con l un reciente libro de Rex Crawford, titulado A Century of Latinoamerican Thought. "Lleno de errores", dice Reyes. "Hagan ustedes algo semejante y no critiquen", contesta Berrien. "Tenemos un candidato para hacerlodice Reyes, un discpulo de Gaos." "Bien, hablar con l." Por esos das Zea, que contribuye desde 1942 en la revista Cuadernos Americanos, publica un trabajo que titula "Las dos Amricas". comparando la Amrica sajona y la latina. "Cuenta y medida" es lo que caracteriza a la Amrica sajona. Coso Villegas que conoce el artculo, se indigna y llama a Zea dicindole: "Mientras El Colegio trata de obtenerle una beca para que conozca la Amrica Latina y contine los trabajos iniciados con El positivismo en Mxico, usted publica este estpido artculo". Berrien habla con Zea. Le pregunta, "Conoce usted los Estados Unidos?" "No, casi no he salido de la Ciudad de Mxico." "Bueno, voy a hacer le concedan la beca, pero usted ir por seis meses a los Estados Unidos, donde existen bibliotecas con el material que necesita sobre Amrica Latina. Despus conocer usted la otra Amrica para completar lo que le falte y entrar en contacto con quienes trabajan este tema en la regin. Pero antes, a fines de junio, le espero en Harvard y me dir qu piensa despus de conocer los Estados Unidos." Puntualmente asiste Zea a la cita con el maestro estadounidense, que le pregunt "Sigue usted pensando que lo central en los Estados Unidos es cuenta y medida?". "S", le contest, y le expuso lo que haba visto a lo largo de su visita por el sur de Estados Unidos, Washington, Nueva York, Nueva Inglaterra y Chicago. "Bien, tiene razn, ahora salga para la Amrica Latina."

La beca iniciada en 1945, con medio ao en Estados Unidos y un ao en la Amrica Latina, le permita visitar pas por pas de esta regin y acumular material que no haba encontrado en las bibliotecas estadounidenses. El filsofo argentino, Francisco Romero, prepar su visita escribiendo a los filsofos latinoamericanos con los que Zea debera entrar en contacto. As conoce, no slo a Francisco Romero y a su hermano Jos Luis, sino tambin a un destacado grupo de filsofos argentinos. En Uruguay an puede hablar con Vaz Ferreira y establecer una amistad fraterna con Arturo Ardao. En Brasil conoce a varios, entre otros a Cruz Costa. En Chile, a Enrique Molina. En Bolivia, a Guillermo Francovich; en Per, a Francisco Mir Quesada; en Ecuador, a Benjamn Carrin; en Colombia, a Germn Arciniegas y a Danilo Cruz Vlez; en Venezuela, a Mariano Picn Salas y otros; en Cuba, a Ral Roa y otros jvenes. Con ellos y otros ms con los que se va relacionando en nuevas visitas a la Amrica Latina se forma el ncleo con el que se iniciar la investigacin, patrocinada por el Instituto Panamericano de Geografa e Historia, por gestin de Silvio Zavala: la Historia de las ideas contemporneas en Amrica, con el apoyo de la Fundacin Rockefeller y con el pie de imprenta del Fondo de Cultura Econmica. Zea publica en 1949 el libro, fruto de este viaje, Dos etapas del pensamiento en Hispanoamrica, que luego ampliar (la ltima edicin se publicar en Espaa en 1976 con el ttulo de El pensamiento latinoamericano). El viaje le permite conocer de cerca aspectos de la vida social y poltica de la regin. Llega a la Argentina en junio de 1945, donde es testigo del nacimiento del peronismo, de las protestas universitarias y de gritos como "Alpargatas s, libros no", "Si quiere hacer patria mate un estudiante". Se solidariza y acompaa a sus amigos argentinos en las manifestaciones de protesta. Corre, junto con Jess Reyes Heroles, becario tambin, ante las cargas de la polica montada por las calles de Florida. En Brasil es testigo de la primera cada de Getulio Vargas. Per, Colombia, toda la regin sacudida por protestas sociales y polticas.

En 1956, de regreso nuevamente a la Argentina, Francisco Romero lo presenta en la Universidad de Buenos Aires, donde dicta una conferencia, con las siguientes palabras: "El joven filsofo cuyas palabras vamos a escuchar, es una de las figuras ms brillantes y ms meritorias de la filosofa hispanoamericana. Estos dos adjetivos se completan para definirle, porque uno califica la profundidad y la intensidad de su meditacin, y el otro, la eficacia y trascendencia de su obra, enrgicamente consagrada a servir los ms altos intereses de la cultura de nuestra Amrica. Es, adems, un hombre puesto con todas las fuerzas del nimo a la tarea de esclarecer y organizar nuestra vida espiritual, en una accin que reviste alcance continental y que, por lo mismo, es ms que continental, pues contribuye al engarce de nuestra cultura en la cultura universal. En 1945 comparti con nosotros nuestras emociones. No slo lo hemos sentido siempre cercano en la hermandad filosfica, sino que hemos percibido en l de continuo las preocupaciones del americano integral, del demcrata, del varn que nunca separa los conceptos de cultura y de libertad".

Preocupacin central de Leopoldo Zea, que madura con sus experiencias nacionales y latinoamericanas, ser, precisamente, la de engarzar el pensamiento o filosofa hispana, ibero o latinoamericano en el contexto del pensamiento sin ms, de la filosofa como una expresin ms de un quehacer que no se limita a una regin de la tierra. Jos Gaos al comentar el libro Dos etapas de Leopoldo Zea, dice que all se expresa una filosofa que puede ser propiamente llamada latinoamericana, filosofa original deducida de la historia de las ideas de la regin, filosofa de la historia. Zea enfoca sus esfuerzos en este sentido, publicando trabajos como Amrica como conciencia, 1953, Amrica en la historia, 1957, hasta llegar al que titula Filosofa de la historia americana, 1976, y su libro ms reciente, Discurso desde la marginacin y la barbarie, 1988. Lateralmente escribe otros muchos trabajos en donde se expresa la preocupacin por insertar el filosofar y pensar de la regin en la autntica universalidad. Otra preocupacin ser organizar una poltica de la cultura que haga de estas ideas motores al servicio de la regin. As organiza en el Instituto Panamericano de Geografa e Historia el Comit de Historia de las Ideas en donde coordina los trabajos que sobre este tema se inician en la Amrica Latina. En 1966, siendo Director de la Facultad de Filosofa y Letras, hace del Seminario de Historia de las Ideas en Amrica, creado a su regreso de la Amrica Latina en 1947, el meollo del Centro de Estudios Latinoamericanos, donde se inicia una carrera que comprende licenciatura, maestra y doctorado en Estudios Latinoamericanos, ncleo a su vez, de la Sociedad Latinoamericana de Estudios sobre Amrica Latina y el Caribe (SOLAR) y que coordinar a todas las instituciones que en esta regin trabajan sobre Amrica Latina. Igualmente, la Federacin Internacional de Estudios sobre Amrica Latina y el Caribe (FIEALC). Ambas surgen de una reunin convocada por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, en 1978, por recomendacin de la UNESCO. Como rgano ejecutor de estas sociedades surge el Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (CCyDEL), cuya sede permanente queda en la UNAM y es encargada al propio Leopoldo Zea.

Junto con los trabajos de intencin filosfica e interpretacin de la realidad mexicana y latinoamericana, Zea publica en revistas y peridicos crticas sobre el sistema poltico mexicano. En 1954 ser invitado a participar en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por el Presidente del Comit Ejecutivo Regional del Distrito Federal, el licenciado Rodolfo Gonzlez Guevara que llegara a ser embajador de Mxico en Espaa. "Qu puedo hacer en el partido? pregunt Zea. No soy poltico y no sabra qu hacer." "Dgalo as doctor, participe en la Asamblea Regional y exponga cul puede ser la participacin del intelectual en la poltica." Acept Zea y habl ante el Ejecutivo en Pleno del Partido de la Revolucin Mexicana, el 27 de noviembre de 1955. Fue sta su primera participacin poltica. Entre otras cosas dijo: "El intelectual no es, ni puede ser, un adorno para vestir a un determinado partido en unas determinadas circunstancias, manteniendo su calidad de intelectual". Cuando se hace tal cosa se renuncia al papel de intelectual. El intelectual debe participar, pero sin renunciar a su calidad de tal; no debe aceptar funciones que le sean ajenas aunque stas signifiquen privilegios. "No a puestos administrativos para los cuales carezca de capacidad y slo signifiquen un premio a supuestos servicios; no a puestos de eleccin popular a los cuales no pueda llegar por voluntad de sus electores como expresin del arraigo que tiene entre ellos y sus problemas, y como reconocimiento de la confianza en su capacidad para resolverlos." Algo que debe valer tambin para todo autntico militante. Si no se hace esto, se dar origen a "la apata poltica, [...] y detrs de esto el amargo desengao y resentimiento contra instituciones que no siendo democrticas se presentan como tales... A la reaccin no hay que combatirla fuera de la Revolucin, sino dentro de ella. Reaccin que en nombre de la Revolucin sigue manteniendo sistemas propios de la Colonia... Es menester, digmoslo con toda claridad, un nuevo estilo de poltica revolucionaria".

En 1956 ser invitado como editorialista al diario Novedades en donde mantiene la misma actitud y crtica. En 1958 fue electo Presidente de la Repblica el licenciado Adolfo Lpez Mateos a quien trat en el PRI. Semanas despus se crea dentro del Partido el Instituto de Estudios Polticos, Econmicos y Sociales (IEPES) del Partido, ofrecindose a Zea la direccin del mismo. Qu puede hacer dentro de este organismo de anlisis y de estudios? El presidente Lpez Mateos le indic que es all donde se podr iniciar la democratizacin del partido. Se intent de inmediato, contando con la colaboracin de Rodolfo Gonzlez Guevara. Intento que fracasa a pesar de la decisin del propio presidente de la Repblica. Se considera que el pueblo mexicano no es todava apto para participar directamente en la poltica nacional. Tendr an que delegar esta accin en sus representantes en el PRI. Zea present la renuncia, que no fue aceptada. Zea se neg tambin a aceptar una diputacin o cualquier otro puesto en que no pudiese actuar como intelectual.

En 1947 el Director de la Facultad de Filosofa y Letras, el filsofo mexicano Samuel Ramos, haba designado a Leopoldo Zea Secretario de la Facultad. En 1952 fue designado Director de Cooperacin Intelectual de la Secretara de Educacin Pblica. En 1953 el filsofo britnico Arnold Toynbee, que mantena correspondencia con Leopoldo Zea, viaja a Mxico, y su recepcin estuvo a cargo de Zea. En 1953 la UNESCO invita a Zea a visitar sus oficinas en Pars. A ello se agreg la invitacin de Toynbee para visitar Inglaterra. Las preocupaciones de Zea para situar a la Amrica Latina en el contexto universal encuentran mayores horizontes. En 1960, despus del fallido intento democratizador dentro del PRI, Zea haba sido designado por el presidente Adolfo Lpez Mateos, Director General de Relaciones Culturales de la Secretara de Relaciones Exteriores. Como tal visitara varias veces Europa, llevando la Exposicin de Arte Mexicano a Pars, Roma y Copenhague. En 1961 participa en una misin de acercamiento con los pueblos recin liberados del frica. Una hermosa y larga experiencia en pases del frica rabe y Africa negra. En 1964 otra Misin de Amistad por el Asia. La visin de Amrica Latina quedaba as inserta en la visin del mundo en su casi totalidad. En 1966, a instancias del Rector de la UNAM, el doctor Ignacio Chvez, renuncia a Relaciones para aceptar la Direccin de la Facultad de Filosofia y Letras, poniendo en marcha varios proyectos que simplemente haban sido enunciados. Se resistira a nuevos puestos polticos, incluyendo embajadas. Cumpla as lo expuesto al ingresar al PRI. Una maana de junio de 1969, da en que muere Jos Gaos, ste le visit en el cubculo que tena en El Colegio de Mxico, alejado del traqueteo de la Direccin de Filosofa. "Usted conoce casi todo el mundo Zea le dijo Gaos. Conoce Espaa?" "No"le contesta. "Por qu?" "Por usted. Yo no podr ir mientras usted no pueda hacerlo." Con palabras cortantes dice Gaos, "Eso es asunto mo, no suyo. Promtame que en la primera oportunidad que tenga visitar Espaa. Espaa es la otra parte de la identidad que anhelosamente viene usted buscando y analizando". Zea lo promete, cumpliendo la promesa al visitar Espaa en 1972. Despus volvera varias veces, siendo testigo, en cada ocasin, de la transformacin de la Espaa a la que el maestro hubiera querido regresar.

Leopoldo Zea permanecer definitivamente en la Universidad, en donde pondr en marcha instituciones que afirmen la posibilidad del conocimiento de la Amrica Latina, estimulando y coordinando actividades encaminadas en este sentido. Lo hace como Director de la Facultad de Filosofa y Letras, 1966-1970, como Director de Difusin Cultural, 1970, de la misma Universidad, a travs del Centro coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, a partir de 1979. Siempre en permanente contacto con la Amrica Latina, pero tambin con otras regiones de la tierra como los Estados Unidos, Europa, Asia, frica en cuyo horizonte se hace consciente la identidad de la regin. Resistiendo ofrecimientos de puestos polticos y administrativos, embajadas, etctera, que impidiesen la continuacin de la obra a la que se ha entregado. Su obra encuentra, como extraordinaria compensacin, el reconocimiento nacional designndole Maestro Emrito en 1970 y Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico en 1985; y recibiendo el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1980). Y en el exterior, los doctorados de Pars (1984), Mosc (1984), y el Uruguay (1985), junto con condecoraciones que reconocen su doble actividad cultural y filosfica. Legin de Honor de Francia (1964), El Sol del Per (1966), la Orden del Libertador (1982) y la Orden Andrs Bello (1985) de Venezuela, Condecoracin de Italia (1963) y Yugoslavia (1963), la Orden de Alfonso el Sabio (1985) de Espaa. Los sueos del nio, testigo de la Revolucin de su pas, se plasman en otros sueos, los del mundo del que son parte Mxico y la Amrica Latina.

Apuntes sobre su filosofa

El meollo del pensamiento de Leopoldo Zea se encuentra en un pequeo trabajo publicado en Letras de Mxico, nmero 11, 15 de noviembre de 1941: "Amrica y su posible filosofa". Gota de agua sobre un estanque cuyas ondas se fueron extendiendo como una reflexin recurrente pero no repetitiva. En mayo-junio de 1942, en Cuadernos Americanos, la reflexin es ampliada bajo el ttulo de "En torno a una filosofa americana", y ms an en tres conferencias pronunciadas en la Universidad de San Nicols en Morelia, Michoacn, que El Colegio de Mxico public en su Jornada nmero 9, 1947. Despus se transforma en un libro cuya primera edicin publica Cuadernos Americanos en 1953 con el ttulo de Amrica como conciencia. Reiterativamente se va ampliando la reflexin en obras como Amrica en la historia (1957), Dialctica de la conciencia americana (1976), Filosofa de la historia americana (1978) y Discurso desde la marginacin y la barbarie (1988). Este reflexionar se alimenta en estudios sobre la historia de las ideas que se inician con El positivismo en Mxico (1943-1944) y Dos etapas del pensamiento en Hispanoamrica (1952), que a su vez se ampla en El pensamiento latinoamericano (1965). Un filosofar reiterativo pero no repetitivo. Reflexin sobre un tema que va variando de acuerdo con las circunstancias histricas que lo originan y el encuentro con corrientes filosficas que enriquecen la reflexin.

Reflexin que se centra en una insistente pregunta: "Es posible hablar de una filosofa americana?". La reflexin iniciada en 1941 tiene como horizonte la Segunda Guerra Mundial cuando se van anulando valores que eran presentados como universales, dejando al hombre de esta Amrica en plena orfandad, obligado a rehacer, reconstruir lo que pareca definitivo. Pregunta que ya se haba hecho el argentino Juan Bautista Alberdi en 1842 dentro del horizonte de otra orfandad: la ruptura con el pasado colonial espaol y la cultura que ste haba impuesto a Hispanoamrica. Interrogante que Espaa se vena haciendo a partir del siglo XVIII sobre la posible existencia de una ciencia que pudiese ser llamada espaola y que Ortega y Gasset transforma en la pregunta sobre la existencia de un filosofar propio de Espaa; filosofa el Manzanares, sobre una realidad que no poda ser eludida. La misma preocupacin en Espaa y Amrica que se hace patente con el xodo de la inteligencia espaola a Mxico y otros lugares de la Amrica Hispana, por la Guerra Civil en 1936. Jos Gaos seala desde Mxico la pareja preocupacin en Espaa y Mxico. Preocupaciones semejantes originadas sobre la realidad que la sangrienta Revolucin haba originado en un Antonio Caso y un Samuel Ramos y, con una preocupacin continental, en Jos Vasconcelos.

"El hombre americanoescribe Zea en 1941se encuentra con una serie de artefactos, de ideas muertas, carentes del valor para los que fueron sus autores. Ahora tiene que elegir entre seguir prestndole fe, o entregarse al caos en que ha cado el europeo al perder la fe en sus obras, en su cultura." De all el interrogante; habr que reflexionar a partir de esta concreta circunstancia que es Amrica. Pero es esto filosofa? Por qu para serlo han de repensarse las expresiones del considerado como filosofar por excelencia? Quirase o no, todo filosofar acaba siendo expresin concreta de una preocupacin sobre las propias e ineludibles circunstancias. "La causadice Zeaes algo que olvidan los pensadores de nuestros ltimos tiempos. Y es la de que toda abstraccin tiene como finalidad la soluci6n de problemas concretos, de problemas parciales, los problemas del llamado "hombre de la calle"." Esta visin de la filosofa es lo que Jos Gaos ofrece a lo largo de su Introduccin a la filosofa en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, partiendo de Grecia hasta llegar a los ltimos aos. Curso que Zea ha ido siguiendo con atenci6n para aplicar tal reflexin al pensamiento propio de la regi6n, Mxico y Latinoamrica.

Zea haba sido ya motivado en esta preocupacin por sus maestros mexicanos y por la lectura de Jos Ortega y Gasset, pero a ello se suma poderosamente la direcci6n de su maestro Jos Gaos que le hace ir a otras fuentes, como el historicismo, Karl Mainheim, Max Scheler, William Dilthey, Husserl y Heidegger que le ofrecen instrumentos para sus preocupaciones. Dentro de esta orientacin, Zea escribe su trabajo sobre El positivismo en Mxico y a continuaci6n Dos etapas del pensamiento en Hispanoamrica. Buscando lo que de original existe, aun tratando de imitar, en el pensamiento de la regin. Donde lo que parecan simples "malas copias" del filosofar por excelencia, van resultando ser expresiones originales de un pensamiento que ha adoptado lo supuestamente imitado a la realidad que le presenta problemas que urge resolver. Esto no es filosofa! dicen a Zea sus colegas, que nada quieren saber de temticas que no sean las consideradas como propias del filosofar por excelencia. "Si esto no es ascontesta Zea, peor para la filosofa."

Existe o es posible una filosofa americana? Pregunta cuya respuesta la da Jos Gaos en "Carta a Leopoldo Zea" que publica en 1950 en Cuadernos Americanos, enero-febrero, comentando el libro de Zea, Dos etapas. "Usted ha podidole diceencuadrar el material de su investigacin, porque lo ve desde la altura de una nueva filosofa de la historia de Hispanoamrica." En ella se hace patente la necesidad de "en vez de deshacerse del pasado, practicar con l una Aufhebung cuyo nombre es la primera palabra del texto de la introduccin; y en vez de rehacerse segn un presente extrao, rehacerse segn el pasado y el presente ms propios con vistas al ms propio futuro [...] El sentido unitario y la significacin instructiva del proceso histrico que es tema de su libro, sera lo ms valioso de ste si no lo fuera lo que lo hace posible, la nueva filosofia a que acabo de aludir. Este libro de usted quedara prendido inestablemente de su introduccin, si usted, suficientemente preparado y maduro ya para ello, no procediese a desarrollar la interpretacin filosfico-histrica adelantada en ella, a llevar por su parte a plenitud la nueva filosofa iniciada [...] Por todo lo que con esto acabo de decirle, creo, querido Leopoldo, que este libro confirmar definitivamente la consideracin, en que ya le tienen a usted internacionalmente, de ser uno de los maestros en materia de historia de las ideas en nuestros pases, mientras espero que se le llegue a tener como uno de los maestros de la filosofa en estos pases y por lo mismo sin limitaciones de lugar ni tiempo, pues cuanto ms autnticas expresiones de una circunstancia son las creaciones de la cultura, tanto ms significativas son para las dems circunstancias universales. Creo lo uno y espero lo otro con toda la complacencia natural en un ya antiguo y siempre amigo como usted sabe que lo es suyo."

Interpretacin de la historia que, obviamente, implica una cierta idea que sobre su propia identidad tiene el hombre actor de esta historia. Qu clase de hombre es ste que tiene que preguntarse sobre la posibilidad o existencia de una filosofa; sobre la posibilidad o la existencia de una literatura, una cultura, una ciencia y una filosofa, que pueda considerar como autnticamente propias? Qu clase de hombre es ste que duda, que tal implican los interrogantes, que posee, como todos los hombres, un logos capaz de pensar y expresarse y una cultura que d sentido a ese su concreto ser hombre? En los inicios de los cincuenta Zea estimula, contando con el apoyo de Jos Gaos, un movimiento filosfico que empieza por algo regional. As pregunta: Qu es el mexicano? Interrogante sobre la identidad del hombre concreto que es el hombre de Mxico. El Grupo Filosfico Hiperin, en donde se rene un pequeo pero activo nmero de jvenes, se plantea tal interrogante (1949). Antecedentes del mismo es la obra del mexicano Samuel Ramos, El hombre y la cultura en Mxico (1932). Conferencias, publicaciones, discusiones que Gaos resumi en su libro En torno a la filosofa mexicana; dentro de esta lnea y preocupacin aparecen obras como la de Octavio Paz, El laberinto de la soledad. Zea escribe un par de trabajos ttulados Conciencia y posibilidad del mexicano y El Occidente y la conciencia de Mxico, este ltimo motivado por la lectura de Arnold Toynbee con el que mantendr una cordial amistad. La respuesta a la pregunta, Qu es el mexicano? ser una autntica perogrullada: el mexicano es un hombre como todos los hombres, con posibilidades e impedimentos sobre lo que debe tomar conciencia para estimular unos y vencer otros. Interrogante y respuesta que Zea extender a toda la regin de la que es parte Mxico en Amrica. Tom as sentido la pregunta sobre la existencia o posibilidad de una filosofa, una literatura, una ciencia y una cultura propiamente americanas.

Pero tal interrogante puede ser considerada como propiamente filosfica? Nunca en la historia de la filosofa se haba dado este tipo de interrogante. Los filsofos griegos, como los que les siguieron en este campo, no se preguntaron nunca si podan o no hacer filosofa, si lo que hacan era o no propiamente filosofa; simplemente se pusieron a filosofar. Lo que se plantea en este preguntar sobre la posibilidad o existencia de una filosofa propiamente americana es la capacidad para reflexionar, para pensar, para hacer filosofa, que nunca puso en duda el griego sobre s mismo, como tampoco lo hizo el francs, el ingls o el alemn en los tiempos modernos. No hace mucho tiempo, en vsperas del Congreso Mundial de Filosofa que se celebrara en Montreal, Canad, ante la demanda de que el espaol fuese lengua de trabajo, se sostena que slo era posible hacer autntica filosofa en ingls, francs y alemn y que nunca el espaol haba dado muestras de tal capacidad aunque, por supuesto, era innegable esa capacidad en campos como la literatura. El interrogante planteado tena as otra dimensin respecto ya a la existencia o posibilidad de una filosofa en lengua espaola. Interrogante tambin vlido para otras muchas lenguas que no fuesen el ingls, el francs y el alemn.

Zea sostendr que tal interrogante es autnticamente filosfico en la misma medida en que lo es el que plante la filosofa en la Grecia clsica sobre el Ser en general. Qu es el Ser? Interrogante metafsico, ontolgico, supuestamente universal, pero que en realidad era motivado por algo tan concreto como el hombre que lo planteaba. En la pregunta sobre el ser en general iba implcita la pregunta sobre el ser concreto de que interroga. En la afirmacin del ser en general, se buscaba la afirmacin del propio y endeble ser del interrogador. Un ente concreto que haca la interrogacin, sometido al cambio de la naturaleza, a algo que escapaba a su voluntad y que tena que aceptar resignadamente como destino. Un ser igualmente sometido a la manipulacin de otros entes semejantes a l. Frente al cambio natural, el filsofo griego crea la metafsica; ms all de lo natural estaba lo permanente y en lo permanente estaba su propio y endeble ser. Frente a los otros crea la poltica, la afirmacin concreta de su entidad en relacin con la de sus semejantes. De all se dedujo, nada ms y nada menos, que el hombre que conoca el orden de lo natural del universo, conoca tambin el orden de lo social y poltico. Y por ello era menester que "los filsofos fueran reyes o los reyes filsofos", como dira Platn; o que "est bien que el que ms sabe mande sobre el que menos sabe", segn Aristteles. As el interrogar ontolgico culmina en una poltica. Un interrogante supuestamente universal que debe dar respuesta a una pregunta personal sobre la naturaleza y la sociedad.

Ahora bien, qu relacin guarda este filosofar con el que se ha hecho patente en Latinoamrica? Aristteles sostena que el "hombre es un animal poltico o de razn", que es la razn lo que le distingue del animal y otros entes de la naturaleza, inclusive de Dios que es todo razn. Si el hombre es un animal racional y por serlo est capacitado para conocer el orden natural, est capacitado para mandar sobre quien desconociera este orden. Ente de plena razn en relacin con otros. Aristteles hizo del griego un ente racional por excelencia, capacitado para mandar sobre entes menos racionales, como los nios, las mujeres y los esclavos. stos, aun poseyendo la razn, no la tenan lo suficiente como para mandar en la polis. Por ello los hombres fuera de la ecumene griega, los que no se expresaban bien en griego, el logos como razn y palabra, no eran sino brbaros. El hombre griego al balbucear, al no expresarse bien en una lengua que no era la suya, era simplemente por ello un brbaro. Un ente que barbarizaba el logos como razn y como palabra. Este ente no poda ser considerado como hombre y por ello estaba destinado a obedecer. El griego que haba afirmado filosficamente su propio y concreto ser, pona en entredicho el ser de otros hombres que no fuesen griegos.

Lo que para Herodoto y para Aristteles era vlido, distinguiendo a los griegos de los no griegos, a cultos de los brbaros, ser tambin vlido para el mundo con el que se tropezara Cristbal Coln el 12 de octubre de 1492, mundo que sera llamado Amrica. Lo primero que se pone en entredicho es la plena humanidad de los hombres con los cuales se encuentran Coln y quienes seguirn sus huellas en Europa. Expresin de esto se encuentra en la polmica entre Juan Gins de Seplveda y Bartolom de las Casas sobre la humanidad de los indgenas. Discusin que se har extensiva a todo nacido en Amrica. Humanidad puesta en entredicho frente a la cual se alzarn los reclamos de los hombres que emanciparn la regin del coloniaje bero. Amrica como "eco y sombra de Europa" dira Hegel; como barbarizacin, balbuceo, malas copias de los productos de la cultura europea y occidental. Concepcin que implicar la negativa a reconocer como hombres a los hombres de la regin, lo mismo que a hombres de otras regiones de la tierra que recibirn el impacto de la expansin europea y occidental.

Lograda la emancipacin poltica del coloniaje ibrico, el primer interrogante que se plantean estos hombres se referir a la existencia o posibilidad de una literatura americana. Pregunta sobre la capacidad del hombre de la regin para expresarse como algo ms que eco y sombra de otros hombres; partiendo de su ineludible identidad. Identidad que se origina en esa peculiar situacin de dependencia hacia sus descubridores, conquistadores y colonizadores. A esto seguir la pregunta sobre la existencia de una cultura propiamente americana, que exprese la ineludible peculiaridad de la regin sin que por ello deje de ser expresin de lo humano. Para culminar en un interrogante sobre la existencia o posibilidad de un filosofar, un razonar, tan propio como lo han sido las mltiples expresiones del razonar o filosofar a lo largo de la historia. Un filosofar que no sea simple cotejo o remedo de otro filosofar, sino un filosofar que se plantee los problemas propios de la circunstancia, como lo han planteado todas las filosofas que han hecho la historia de tal filosofa. Pregunta, pura y simplemente, sobre la propia y concreta identidad, por el propio y concreto ser, tal como lo hiciera el griego al preguntar sobre el ser en general. Pregunta ontolgica encaminada a resolver los ineludibles planteamientos que origina la relacin de los hombres con la naturaleza y entre s.

La pregunta de hombres que han entrado a la historia, a la historia de sus descubridores, conquistadores y colonizadores, bajo el signo de la dependencia. Una dependencia que debe ser superada a partir de la afirmacin de la capacidad de estos hombres para aquello que se considera como propio de todos los hombres, la razn, el logos, que comprende y se hace comprender. Interrogante autnticamente filosfico como lo fue el de la metafsica griega sobre el ser en general. Y a partir del mismo, la afirmacin de que los hombres de esta regin son hombres como todos los hombres y que, por serlo, nada de lo humano les es o puede serles ajeno.

La preocupacin ontolgica del hombre americano se hace expresa en la filosofa de la historia hispanoamericana de que habla Jos Gaos. Leopoldo Zea, en el libro Amrica como conciencia (1953), escribe: "El sentido de dependencia, causa y origen de las actitudes negativas atrs sealadas, es un problema ceidamente americano. Slo a los americanos se nos presenta este problema de la dependencia y, por ende, el de la independencia, como un problema entraable. La cultura europea es nuestro ms inmediato pasado; pero an no hemos sido lo suficientemente capaces para asimilarlo y hacerlo nuestro. La beatera frente a la cultura europea que nos caracteriza, es el ms caro signo de que no hemos asimilado esta cultura. El europeo que se sabe heredero de la gran tradicin cultural de Occidente, no se siente nunca amilanado frente a su pasado y es capaz de enfrentarse a l si se le presenta como obstculo para su futuro [...] A los americanos nos falta esta dimensin. Nuestro pasado est siempre presente, sin decidirse a ser autntico pasado". Falta la Aufhebung de que habla Hegel. La Aufhebung de que habla Jos Gaos al comentar la historia de las ideas de Amrica Latina de Zea. Una historia que muestra una dependencia que no ha sido asimilada por la conciencia de la historia de la Amrica Latina; no hay asunciones sino yuxtaposiciones. Sobre la cultura indgena el conquistador espaol trata de yuxtaponer, intentando borrar o enterrar dicha cultura. La cultura indgena era considerada diablica. Los hispanoamericanos a su vez, al independizarse de Espaa, trataron de yuxtaponer a la cultura recibida la cultura de Francia e Inglaterra y las instituciones polticas de los Estados Unidos. Sobre la cultura indgena se yuxtapuso la cultura espaola y sobre ambas, la cultura europea y occidental. Expresin de esta yuxtaposicin es la opcin planteada por el argentino Domingo Faustino Sarmiento, Civilizacin o barbarie? Civilizacin: lo que se quera ser, barbarie: lo que se era, esto es, lo indgena, lo espaol, lo africano y el mestizaje de todo. Una y otra vez yuxtaponiendo un modelo sobre otro. As se llega a nuestros das en que an se buscan otros modelos sin asimilacin previa de lo propio. Seamos como los Estados Unidos! se deca ayer; seamos como la URSS o China se dice hoy. No se dice hagamos lo que los Estados Unidos o lo que la URSS y China han hecho por s mismos sin recurrir a modelos extraos.

La relacin de dependencia es la que ha originado esa peculiar filosofa de la historia de la regin que tiene que ser rebasada, asumindola, esto es, asimilndola en sus mltiples expresiones. En la Filosofa de la historia americana, publicada por Zea en 1978, se analizan los diversos proyectos que han animado esta filosofa: proyectos que parten de la toma de conciencia de la dependencia, como el proyecto libertario: ser distinto de lo que se es, el proyecto conservador: seguir siendo como se es; el proyecto civilizador: insistencia en ser otro de lo que se es, y el proyecto asuntivo que implica la asimilacin de lo que ha sido para poder ser algo distinto sin por ello dejar de ser quien se es.

Esta relacin de dependencia que se expresa ontolgica e histricamente no es, desde luego, algo peculiar de Amrica, concretamente de la Amrica Latina; no es peculiar la relacin de dependencia, origen de la conciencia de marginalidad, sino algo que ha hecho y se hace expreso a lo largo de la historia de la humanidad. El que sea as, es lo que hace de estas reflexiones una expresin ms de la autntica filosofa que enfrenta los problemas del hombre en busca de solucin. Leopoldo Zea, en Amrica en la historia (1957), rebasa una preocupacin que parece peculiarmente latinoamericana insertando su problemtica, como indica el ttulo, en la historia del hombre de la cual es parte la historia del hombre de Amrica. Parte de la indiscutible universalizacin de la cultura occidental como resultado de la expansin de los pueblos que la forman sobre el resto del mundo. Un mundo que va siendo marginado en relacin con la potente expansin europea y, posteriormente, de los Estados Unidos. All se habla de Rusia al margen de Occidente; de Espaa tambin al margen y de la misma Europa que queda al margen de Occidente en relacin con su propia criatura, los Estados Unidos. Y por supuesto, Iberoamrica al margen de Occidente como totalidad. Marginacin total del mundo en relacin con un centro de poder que se ha desplazado de la Europa Occidental al occidente de s misma, los Estados Unidos. As, los problemas que se plantean los pueblos de la Amrica Latina irn plantendose a los pueblos de todo el mundo marginado, incluyendo a los europeos.

En Discurso desde la marginacin y la barbarie (1988), Leopoldo Zea hace de la filosofa de la historia destacada por Gaos, el punto de partida de la interpretacin de la misma historia universal. Interpretacin de la historia, no ya desde el centro de poder europeo y occidental, sino desde los mrgenes del mismo que as se transforman en centro en la toma de conciencia de una filosofa de la historia no hegeliana. Se parte del centro del poder y de la conciencia de la historia que fue la Grecia clsica que hizo de la barbarie, de la incapacidad de otros pueblos para pronunciar correctamente el griego, el signo de inferioridad y la justificacin de marginacin, aunque el mismo griego se encontrase en igual relacin con otras lenguas ajenas a la propia, que obviamente barbarizaba al expresarse en ellas.

Despus Roma, con su cultura latina que, al revs de la griega, quiz por ser brbara, hace de su propio logos y cultura instrumento de asimilacin de otros pueblos y culturas, enriquecindolos. Creando el imperio mediterrneo en que tendrn cabida todos los hombres y culturas como lo tenan sus dioses en su panten. Cultura latina incluyente y no excluyente que origina Europa y los mltiples pueblos que baa el Mediterrneo en frica, en las tierras en donde se inicia el Asia. Posteriormente, el Sacro Imperio Romano, formado por pueblos germnicos y sajones al otro lado de los Alpes y de los Pirineos. Pueblos que han heredado la cultura de Roma, pero tambin al excluyente cristiano. Pueblos excluyentes que hacen de su cultura y sangre centro de un mundo en el que quedan al margen hombres y pueblos de otras razas y culturas distintas de lo propio. Al Oeste, al otro lado de los Pirineos, el mundo ibrico que queda marginado por la impureza de su raza y su cultura. Pueblos que se han mestizado con pueblos africanos y culturas no europeas como las propias del Sacro Imperio Romano. Al Este, otro conjunto de pueblos, los que forman Rusia, igualmente marginados, igual impureza racial y cultural por su mestizaje con pueblos del Asia.

Y a partir de esta marginacin con precauciones como las que se han planteado a los pueblos latinoamericanos, los pueblos marginados en Europa han tratado de ser, aunque intilmente, reconocidos como parte de una Europa blanca, occidental y cristiana. As Espaa, protagonista indiscutible de la historia de Europa, pero marginada una y otra vez por una Europa que no quiere tener nada que ver con pueblos mestizados racial y culturalmente. De all el interrogante sobre la existencia o posibilidad de una ciencia o filosofa espaolas. El desgarramiento que seala Ortega entre lo mediterrneo o latino con lo germano, entre la doble herencia mora y la goda. Es la misma preocupacin de Rusia desde Ivn el Terrible, pasando por Pedro el Grande y los bolcheviques, la insistencia en ser reconocidos como parte de Europa y el derecho a participar en su destino. La misma disyuntiva espaola e hispanoamericana entre eslavismo y occidentalismo. Existe otro pueblo marginado en Europa, el britnico, el de los normandos que pusieron en jaque al Sacro Imperio Romano, y fueron expulsados de Europa; pero los cuales, en lugar de preocuparse como beros y eslavos por ser reconocidos como europeos, se lanzaron a la creacin de un nuevo y poderoso imperio que sobrepasara al Romano y al Sacro Imperio Romano. Imperio del cual son herederos los Estados Unidos de Norteamrica; nuevo centro de poder y de una nueva conciencia de marginacin, que abarcar al resto del mundo, incluyendo a Europa.

La marginacin y el calificativo de barbarie estn estrechamente relacionados, una justifica la otra. El calificativo de barbarie parte de la supuesta incapacidad de un hombre o grupo de hombres para expresarse "correctamente" en una lengua que no es la propia, de la incapacidad para expresarse en forma semejante al lenguaje considerado como magistral. Y lo que se hace valer respecto al lenguaje, se hace valer igualmente para otras expresiones de lo humano, lo somtico y lo social. Para Aristteles, decamos, eran entes carentes de plena razn y por ello inferiores los nios, las mujeres y los esclavos, esto es, menos humanos que los varones, griegos y adultos. Se discrimina. margina y domina a seres humanos que, en alguna forma, son distintos por la edad, el sexo, la lengua y el cuerpo. Esto es, porque no son copia exacta de sus jueces. "Si t no eres exactamente como yo. no eres mi semejante y, al no serlo, no eres plenamente hombre. Como tampoco tus expresiones son expresiones de lo autnticamente humano que es lo blanco, occidental y cristiano en Europa; como lo es el WASP (blanco, anglosajn y puritano) en los Estados Unidos." Esto es, lo que distingue a unos hombres y pueblos del resto de la humanidad. Se castiga marginando y dominando a quien es distinto, peculiar, a quien posee una individualidad y no otra.

Leopoldo Zea. a lo largo de su obra y ms insistentemente en sus ltimos trabajos y participaciones y como colorario de su ya extensa obra, considera que se debe redefinir el concepto de igualdad. Renato Descartes sostena que todos los hombres eran iguales por la razn. Sin embargo, en nombre de la razn se han establecido nuevas formas de marginacin y dominio. Todos los hombres son iguales por la razn, salvo que la misma razn demuestra que existen hombres menos hombres que otros. As lo sostena ya Aristteles y su seguidor, siglos despus, Juan Gins de Seplveda. Todos los hombres, en efecto, poseen la razn, pero no todos los hombres pueden o saben utilizar la misma. No es igual un hotentote que un Einstein, aunque ambos posean la razn. Existen impedimentos para el buen uso de la razn que pueden estar en el cuerpo en el que la razn est insertada. El tener un determinado cuerpo, una determinada contextura somtica, una determinada situacin social e inclusive un determinado sexo, pueden limitar el buen uso de la razn y, en este sentido, hacer distinto a ese hombre del que sin tener esos impedimentos la usa correctamente. Todos los hombres son iguales por la razn, deca Descartes, pero distintos por sus circunstancias. Y son las circunstancias las que determinan la desigualdad y justifican la discriminacin, marginacin y el dominio de los supuestamente mejores sobre los que se supone no lo son tanto.

Zea concluye que hay que establecer otra definicin sobre la igualdad. "Todos los hombres son iguales por ser distintos, pero no tan distintos que unos puedan ser ms o menos hombres que otros." Ningn hombre es igual a otro y este ser distinto es precisamente lo que lo hace igual a otro, ya que como l posee su propia e indiscutible personalidad. Todos los hombres son individuos concretos y por serlo semejantes entre s.

Es este hecho el que debe ser reconocido y aceptado sin discusin. No insistir en imponer la propia y peculiar identidad a la identidad y peculiaridad de los otros. La fuente de los grandes conflictos que han azotado a la humanidad surge de esa incapacidad para reconocer en los otros la peculiaridad que los distingue y por distinguirlos los asemeja con ellos mismos. La falta de respeto a esa peculiaridad ha sido la fuente de conflictos y guerras. El querer hacer de s mismo modelo indiscutible de la humanidad de otros hombres es lo que ha originado la violencia. Cultivar y civilizar sin comprender lo que de original tiene lo que se pretende cultivar y civilizar es el origen de conflictos antiguos y actuales. El que exige respeto a la propia peculiaridad debe estar tambin dispuesto a respetar la ineludible peculiaridad de los otros, que en este sentido son sus semejantes. De este respeto ha de derivarse, dice Zea, la autntica paz, como expresin de una nueva relacin entre los hombres y los pueblos que no sea ya la relacin vertical de dependencia, sino la relacin horizontal de solidaridad.

Autobiografa intelectual (escrita en tercera persona) Anthropos. Revista de Documentacin Cientfica de la Cultura 89 (1988): 11-19Leopoldo Zea."En torno a una filosofa americana".1.Hace algunos aos un joven maestro mexicano lanzaba al pblico un libro que caus expectacin. Este joven maestro es Samuel Ramos y el libro es El perfil del hombre y la cultura en Mxico. En este libro se haca un primer ensayo de interpretacin de la cultura en Mxico. La cultura mexicana era motivo de una interpretacin filosfica. La filosofa descenda del mundo de los entes ideales hacia un mundo de entes concretos como lo es Mxico, smbolo de hombres que viven y mueren en sus ciudades y sus campos. Esta osada fue calificada despectivamente de literatura. La filosofa no poda ser otra cosa que un ingenioso juego de palabras tomadas de una cultura ajena, a las que por supuesto faltaba un sentido, el sentido que tenan para dicha cultura.

Aos ms tarde otro maestro, esta vez un argentino, Francisco Romero, haca hincapi en la necesidad de que Iberoamrica se empezase a preocupar por los temas que le son propios, por la necesidad de ir a la historia de su cultura y sacar de ella los temas de una nueva preocupacin filosfica. Slo que esta vez su exhortacin se apoyaba en una serie de fenmenos culturales que seala en un artculo titulado "Sobre la filosofa en Iberoamrica." En este artculo nos muestra cmo el inters por los temas filosficos en Iberoamrica ha ido creciendo da a da. El gran pblico sigue y solicita con inters los trabajos de tipo o ndole filosfica, de donde han surgido numerosas publicaciones: libros, revistas, artculos de peridico, etc.; as como la formacin de institutos o centros de estudios filosficos donde se practica tal actividad. Este inters por la filosofa aparece en contraste con otras pocas en las cuales dicha actividad era labor de unos cuantos e incomprendidos hombres. Labor que no trascenda el cenculo o la ctedra. Ahora se ha llegado a lo que Romero llama una "etapa de normalidad filosfica", es decir, a una etapa en que el ejercicio de la filosofa es visto como funcin ordinaria de la cultura al igual que otras actividades de ndole cultural. El filsofo deja de ser un extravagante que nadie pretende entender para convertirse en un miembro de la cultura de su pas. Se establece una especie de "clima filosfico", es decir, una opinin pblica que juzga sobre la creacin filosfica, obligando a sta a preocuparse por los temas que agitan a quienes forman la llamada "opinin pblica".

Ahora bien, hay un tema que preocupa no slo a unos cuantos hombres de nuestro Continente, sino al hombre americano en general. Este tema es el de la posibilidad o imposibilidad de una Cultura Americana, y como aspect o parcial del mismo, el de la posibilidad o imposibilidad de una Filosofa Americana. Podr existir una Filosofa Americana si existe una Cultura Americana de la cual dicha filosofa tome sus temas. De que exista o no una Cultura Americana, depende el que exista o no una Filosofa Americana. Pero el plantearse y tratar de resolver tal tema, independientemente de que la respuesta sea afirmativa o negativa, es ya hacer filosofa americana puesto que trata de contestar en forma afirmativa o negativa una cuestin americana. De donde trabajos como el de Ramos, Romero y otros que sobre tal tema se hagan, cualesquiera que sean sus conclusiones, son ya filosofa americana.

El tema de la posibilidad de una Cultura Americana, es un tema impuesto por nuestro tiempo, por la circunstancia histrica en que nos encontramos. Antes de ahora el hombre americano no se haba hecho cuestin de tal tema porque no le preocupaba. Una Cultura Americana, una cultura propia del hombre americano era un tema intranscendente, Amrica viva cmodamente a la sombra de la Cultura Europea. Sin embargo, esta cultura se estremece en nuestros das, parece haber desaparecido en todo el Continente Europeo. El hombre americano que tan confiado haba vivido se encuentra con que la cultura en la cual se apoyaba le falla, se encuentra con un futuro vaco; las ideas a las cuales haba prestado su fe se transforman en artefactos intiles, sin sentido, carentes de valor para los autores de las mismas. Quien tan confiado haba vivido a la sombra de un rbol que no haba plantado, se encuentra en la intemperie cuando el plantador lo corta y echa al fuego por intil. Ahora tiene que plantar su propio rbol cultural, hacer sus propias ideas; pero una cultura no surge de milagro, la semilla de tal cultura debe tomarse de alguna parte, debe ser de alguien. Ahora bieny ste es el tema que preocupa al hombre americanode dnde va a tomar esta semilla? Es decir, qu ideas va a desarrollar? a qu ideas va a prestar su fe? Continuar prestando su fe y desarrollando las ideas heredadas de Europa? o existe un conjunto de ideas y temas a desarrollar propios de la circunstancia americana? O bien, habr que inventar estas ideas? En una palabra, se plantea el problema de la existencia o inexistencia de ideas propias de Amrica, as como el de la aceptacin o no de las ideas de la Cultura Europea ahora en crisis. Ms concretamente, el problema de las relaciones de Amrica con la Cultura Europea, y el de la posibilidad de una ideologa propiamente americana.

2

Por lo anterior queda visto que uno de los primeros temas para una filosofa americana es el de las relaciones de Amrica con la Cultura Europea. Ahora bien, lo primero que cabe preguntarse es el tipo de relacin que tiene Amrica respecto a dicha cultura. No ha faltado quien compare esta relacin a la que tiene el Asia frente a la misma Cultura Europea. Se considera que Amrica, como Asia, no ha asimilado de Europa ms que la tcnica. Pero de ser as cul sera lo propio de la Cultura Americana? Para el asitico lo que de la Cultura Europea ha adoptado es considerado como algo superpuesto, que ha tenido necesariamente que adoptar debido a la alteracin de su circunstancia al intervenir en ella el europeo. Pero lo que de la Cultura Europea ha adoptado no es propiamente la cultura, es decir, un modo de vivir, una concepcin del mundo, sino nicamente sus instrumentos, su tcnica. El asitico se sabe heredero de una cultura milenaria que ha ido pasando de padres a hijos, de donde se sabe dueo de una cultura propia. Su concepcin del mundo es prcticamente opuesta a la del europeo. Del europeo no ha adoptado sino su tcnica, y esto, obligado por el mismo europeo al intervenir con su tcnica en lo que era circunstancia propiamente asitica. Nuestros das estn mostrando lo que puede hacer un asitico con una concepcin del mundo propia sirvindose de una tcnica europea. A tal hombre le tiene muy sin cuidado el porvenir de la Cultura Europea y s tratar de destruirla si se interpone o sigue interviniendo en lo que considera su propia cultura.

Ahora bien, podemos pensar nosotros los americanos; lo mismo respecto a la Cultura Europea? Pensar tal cosa es considerar que somos poseedores de una cultura que nos es propia y que acaso no ha alcanzado expresin porque Europa nos ha estorbado. Entonces s, cabra pensar que ste es el momento oportuno para liberarnos culturalmente. De ser as la crisis de la Cultura Europea nos tendra sin cuidado. En vez de que tal crisis se nos presentase como problema se presentara como solucin. Pero no es as, la crisis de la Cultura Europea nos preocupa hondamente, la sentimos como crisis propia.

Y es que el tipo de relacin que como americanos tenemos con la Cultura Europea es distinto del que tiene el asitico con la misma. Nosotros no nos sentimos, como el asitico, herederos de una cultura propia autctona. Existi, s, una cultura indgenaazteca, maya, inca, etc., pero esta cultura no representa para nosotros, americanos actuales, lo que representa la antigua Cultura Oriental para los actuales asiticos. Mientras el asitico contina sintiendo el mundo como lo sintieron sus antepasados, nosotros, americanos, no sentimos el mundo como lo sinti un azteca o un maya. De ser as, sentiramos por las divinidades y templos de la cultura precolombina la misma devocin que siente el oriental por sus antiqusimos dioses y templos. Un templo maya nos es tan ajeno y sin sentido como un templo hind.

Lo nuestro, lo propiamente americano, no est en la cultura precolombina. Estar en lo europeo? Ahora bien, frente a la Cultura Europea nos sucede algo raro, nos servimos de ella pero no la consideramos nuestra, nos sentimos imitadores de ella. Nuestro modo de pensar, nuestra concepcin del mundo, son semejantes a los del europeo. La Cultura Europea tiene para nosotros el sentido de que carece la cultura precolombina. Y sin embargo, no la sentimos nuestra. Nos sentimos como bastardos que usufructan bienes a los que no tienen derecho. Nos sentimos igual al que se pone un traje que no es suyo, lo sentimos grande. Adaptamos sus ideas, pero no podemos adaptarnos a ellas. Sentimos que debamos realizar los ideales de la Cultura Europea, pero nos sentimos incapaces de tal tarea, nos basta admirarlos pensando que no estn hechos para nosotros. En esto est el nudo de nuestro problema: no nos sentimos herederos de una cultura autctona, esta carece de sentido para nosotros; y la que como la europea tiene para nosotros sentido, no la sentimos nuestra. Hay algo que nos inclina hacia la Cultura Europea, pero que al mismo tiempo se resiste a hacer parte de esta cultura. Nuestra concepcin del mundo es europea, pero las realizaciones de esta cultura las sentimos ajenas, y al intentar realizar lo mismo en Amrica nos sentimos imitadores.

Lo que nos inclina hacia Europa y al mismo tiempo se resiste a ser Europa, es lo propiamente nuestro, lo americano. Amrica se siente inclinada hacia Europa como el hijo hacia el padre; pero al mismo tiempo se resiste a ser su propio padre. Esta resistencia se nota en que a pesar de que se siente inclinada hacia la Cultura Europea al realizar lo que ella realiza se siente imitadora, no siente que realice lo que le es propio, sino lo que slo puede realizar Europa. De aqu este sentirnos cohibidos, inferiores al europeo. El mal est en que sentimos lo americano, lo propio como algo inferior. La resistencia de lo americano hacia lo europeo es sentido como incapacidad. Pensamos como europeos, pero no nos basta esto, queremos adems realizar lo mismo que realiza Europa. El mal est en que queremos adaptar la circunstancia americana a una concepcin del mundo que heredamos de Europa, y no adaptar esta concepcin del mundo a la circunstancia americana. De aqu que nunca se adapten las ideas y la realidad. Necesitamos de las ideas de la Cultura Europea pero cuando las ponemos en nuestra circunstancia las sentimos grandes porque no nos atrevemos a adaptarlas a esta circunstancia. Las sentimos grandes y no nos atrevemos a recortarlas, preferimos el ridculo de quien se pone un traje que no le acomoda. Y es que hasta hace muy poco el americano quera olvidar que lo era para sentirse un europeo ms. Lo que equivale a que un hijo olvidase que es hijo y quisiese ser su propio padre, el resultado tena que ser una burda imitacin. Y esto es lo que siente el americano, que ha tratado de imitar y no de realizar su personalidad.

Alfonso Reyes nos dibuja con mucha gracia esta resistencia del americano a ser americano. El americano senta "encima de las desgracias de ser humano y ser moderno, la muy especfica de ser americano; es decir, nacido y arraigado en un suelo que no era el foco actual de la civilizacin, sino una sucursal del mundo" (Alfonso Reyes: "Notas sobre la inteligencia americana. Revista Sur. Nm. 24. Septiembre de 1936. Buenos Aires). Ser americano haba sido hasta ayer una gran desgracia, porque no nos permita ser europeos. Ahora es todo lo contrario, el no haber podido ser europeos a pesar de nuestro gran empeo, permite que ahora tengamos una personalidad; permite que en este momento de crisis de la Cultura Europea sepamos que existe algo que nos es propio, y que por lo tanto puede servirnos de apoyo en esta hora de crisis. Qu sea este algo, es uno de los temas que debe plantearse una filosofa americana.

3

Amrica es hija de la Cultura Europea, surge en una de sus grandes crisis. Su descubrimiento no es un simple azar, sino el resultado de una necesidad. Europa necesitaba de Amrica; en la cabeza de todo europeo estaba la Idea de Amrica, la idea de una tierra de promisin. Una tierra en la cual el hombre europeo pudiese colocar sus ideales, una vez que no poda seguir colocndolos en lo alto. Ya no poda colocarlos en el cielo. Gracias a la nueva fsica, el cielo dejaba de ser alojamiento de ideales para convertirse en algo ilimitado, en un infinito mecnico y por lo tanto muerto. La idea de un mundo ideal descendi del cielo y se coloc en Amrica. De aqu que el hombre europeo saliese en busca de la tierra ideal y la encontrase.

El europeo necesitaba desembarazarse de una concepcin de la vida de la cual se senta harto, necesitaba desembarazarse de su pasado, iniciar una vida nueva. Hacer una nueva historia, bien planeada y calculada, en la que nada faltase ni sobrase. Lo que el europeo no se atreva a proponer abiertamente en su tierra, lo daba por hecho en esta tierra nueva llamada Amrica. Amrica era el pretexto para criticar a Europa. Lo que se quera que fuera Europa fue realizado imaginariamente en Amrica. En estas tierras fueron imaginadas fantsticas ciudades y gobiernos que correspondan al ideal del hombre moderno. Amrica fue presentada como la Idea de lo que Europa deba de ser. Amrica fue la Utopa de Europa. El mundo ideal conforme al cual deba rehacerse el viejo mundo de Occidente. En una palabra: Amrica fue la creacin ideal de Europa.

Amrica surge a la historia como una tierra de proyectos, como una tierra del futuro, pero de unos proyectos que no le son propios, y de un futuro que tampoco es suyo. Estos proyectos y este futuro son de Europa. El hombre europeo que puso sus pies en esta Amricaconfundindose con la circunstancia americana y dando lugar al hombre americanono supo ver lo propio de Amrica, slo tuvo ojos para lo que Europa haba querido que fuera. Al no encontrar lo que la fantasa europea haba puesto en el Continente Americano, se sinti decepcionado; dando esto lugar al desarraigo del hombre americano frente a su circunstancia. El americano se siente europeo por su origen, pero inferior a ste por su circunstancia. Se transforma en un inadaptado, se considera superior a su circunstancia e inferior a la cultura de la cual es origen. Siente desprecio por lo americano y resentimiento contra lo europeo.

El americano, en vez de tratar de realizar lo propio de Amrica se ha empeado en realizar la Utopa europea, tropezando como es de suponer con la realidad americana que se resiste a ser otra cosa que lo que es, Amrica. Esto ha dado lugar al sentimiento de inferioridad del que ya hemos hablado. La realidad circundante es considerada por el americano como algo inferior a lo que cree su destino. Este sentimiento se ha mostrado en la Amrica Sajona como un afn por realizar en grande lo que Europa ha proyectado para satisfacer necesidades que le son propias. Norte-Amrica se ha empeado en ser una segunda Europa, una copia en grande. No importa la creacin propia, lo que importa es realizar los modelos europeos en grande y con la mxima perfeccin. Todo se reduce a nmeros: tantos dlares o tantos metros. En el fondo lo nico que se quiere hacer con esto es ocultar un sentimiento de inferioridad. El norteamericano trata de demostrar que tiene tanta capacidad como el europeo, y la forma de demostrarlo es haciendo, en grande y con mayor perfeccin tcnica, lo mimo que ha hecho el europeo. Pero con esto no ha demostrado capacidad cultural, sino simplemente tcnica; puesto que la capacidad cultural se demuestra en la solucin que se da a los problemas que se plantean al hombre en su existencia, y no en la imitacin mecnica de soluciones que otros hombres se han dado a s mismos en problemas que les son propios.

En cuanto al hispanoamericano, se ha conformado con sentirse inferior no slo al europeo, sino tambin al norte americano. No slo no trata de ocultar su sentimiento de inferioridad, sino que lo exhibe autodenigrndose. Lo nico que ha tratado hasta hoy ha sido vivir lo ms cmodamente a la sombra de ideas que sabe que no le son propias. Lo que ha importado no han sido las ideas sino la forma como vivir de ellas. De aqu que nuestra poltica se haya transformado en burocracia. La poltica deja de ser un fin y se convierte en un instrumento para alcanzar un determinado puesto burocrtico. No importan la banderas ni los ideales, lo que importa es que estas banderas o ideales permitan alcanzar un determinado puesto. De aqu esos milagrosos y rpidos cambios de bandera y de ideales; de aqu tambin ese estar siempre proyectando, planeando, sin alcanzar nunca resultados definitivos. Continuamente se est ensayando y proyectando de acuerdo con ideologas siempre cambiantes. No hay un plan a realizar por todos los nacionales porque no hay sentido de Nacin. Y no hay sentido de Nacin por la misma razn por la cual no ha habido sentido de lo americano. Quien se siente inferior como americano se siente tambin inferior como nacional, como miembro de una de las naciones del Continente Americano. Y no se piense que tiene sentido de Nacin el nacionalista rabioso que habla de hacer una Cultura Mexicana, Argentina, Chilena o de cualquier otro pas americano, excluyendo todo cuanto huela a extranjero. No, en el fondo no tratar sino de eliminar aquello frente a lo cual se siente inferior. Este es el caso de quienes consideran que ste es el momento oportuno para eliminar de nuestra cultura todo lo europeo.

Esta sera una postura falsa. Queramos o no, somos hijos de la Cultura Europea. De Europa tenemos el cuerpo cultural, lo que podemos llamar el armazn: lengua, religin, costumbres; en una palabra, nuestra concepcin del mundo y de la vida es europea. Desprendernos de ella sera desprendernos del meollo de nuestra personalidad. No podemos renegar de dicha cultura, como no podemos renegar de nuestros padres. Pero as como sin renegar de nuestros padres tenemos una personalidad que hace que ninguno nos confunda con ellos, as tambin tendremos una personalidad cultural sin renegar de la cultura de la cual somos hijos. El ser conscientes de nuestras verdaderas relaciones con la Cultura Europea, elimina todo sentimiento de inferioridad, dando lugar a un sentimiento de responsabilidad. Es este el sentimiento que anima en nuestros das al hombre de Amrica. El americano considera que ha llegado a su "mayora de edad"; como todo hombre que ha llegado a su mayora de edad, reconoce que tiene un pasado sin renegar de l, de la misma forma que ninguno de nosotros se avergenza de haber tenido una infancia. El hombre americano se sabe heredero de la Cultura Occidental y reclama su puesto en ella. El puesto que reclama es el de colaborador. Hijo de tal cultura no quiere seguir viviendo de ella sino trabajando para ella. A nombre de esta Amrica que se siente responsable, un americano, Alfonso Reyes, reclama a Europa "el derecho a la ciudadana universal que ya hemos conquistado" consideran do que ya hemos alcanzado la mayora de edad". Amrica se encuentra en el momento histrico en que tiene que realizar su misin cultural. Cul sea esta misin, es otro tema ms a desarrollar por lo que hemos llamado Filosofa Americana.

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Conocidas nuestras relaciones culturales con Europa, una ms de las tareas de esta posible Filosofa Americana sera la de continuar el desarrollo de los temas de la filosofa propios de esa cultura; pero en especial los temas que la Filosofa Europea considera como temas universales. Es decir, temas cuya abstraccin hace que valgan para cualquier tiempo o lugar. Tales temas son los del Ser, el Conocimiento, el Espacio, el Tiempo, Dios, la Vida, la Muerte etc. Una Filosofa Americana colaborara en la Cultura Occidental tratando de resolver los problemas que tales temas planteasen y que no hubiesen sido resueltos por la Filosofa Europea, o cuya solucin no fuese satisfactoria. Ahora bien, se podra pensaraquellos a quienes interese hacer una filosofa con un sello americanoque esto no puede interesar a una filosofa que se preocupe por lo propiamente americano. Sin embargo, no sera as. Porque tanto los temas que hemos llamado universales como los temas propios de la circunstancia americana se encuentran estrechamente ligados. Al tratar unos tenemos necesidad de tratar los otros. Los temas abstractos tendrn que ser vistos desde la circunstancia propia del hombre americano. Cada hombre ver de estos temas aquello que ms se amolde a su circunstancia. Estos temas los enfocar desde el punto de vista de su inters, y este inters estar determinado por su modo de vida, por su capacidad o incapacidad, en una palabra, por su circunstancia. En el caso de Amrica, su aportacin a la filosofa de dichos temas estar teida por la circunstancia americana. De aqu que al proponernos temas abstractos, los enfocaremos como temas propios. El Ser, Dios, etc., aunque temas vlidos para cualquier hombre, sern temas cuya solucin se dara desde un punto de vista americano. De estos temas no podramos decir lo que son para todo hombre, sino lo que son para nosotros hombres de Amrica. El Ser, Dios, la Muerte, etc., seran lo que tales abstracciones representan para nosotros.

No se olvide que toda la filosofa europea ha trabajado en torno a los mismos temas pretendiendo ofrecer soluciones de carcter universal. Sin embargo, el resultado ha sido un conjunto de filosofas que se diferencian unas de otras. A pesar del afn de universalidad de todas ellas, ha resultado una filosofa griega, una filosofa cristiana, una filosofa francesa, una filosofa inglesa y una filosofa alemana. En la misma forma, independientemente de que intentsemos realizar una filosofa americana. A pesar de que tratsemos de dar soluciones de carcter universal, nuestras soluciones llevaran la marca de nuestra circunstancia.

Otro tipo de temas a tratar por nuestra posible filosofa seran los temas propios de nuestra circunstancia. Es decir, que esta nuestra posible filosofa debe tratar de resolver los problemas que nuestra circunstancia nos plantea. Este punto de vista es tan legitimo como el anterior y vlido como tema filosfico. Como americanos tenemos una serie de problemas que slo se dan en nuestra circunstancia y que por lo tanto slo nosotros podemos resolver. El planteamiento de tales problemas no amenguara el carcter filosfico de nuestra filosofa; porque la filosofa trata de resolver los problemas que se plantean al hombre en su existencia. De donde los problemas que se plantean al hombre americano tendrn que ser propios de la circunstancia en donde existe.

Dentro de estos temas est el de nuestra historia. La historia forma parte de la circunstancia del hombre: le configura y le perfila, hacindole capaz para unas determinadas tareas e incapaz para otras. De aqu que tengamos que contar con nuestra historia, pues en ella encontraremos la fuente de nuestras capacidades e incapacidades. No podemos continuar ignorando nuestro pasado, desconociendo nuestras experiencias, pues sin su conocimiento, no podemos considerarnos maduros. Madurez, mayora de edad, es experiencia. Quien ignora su historia carece de experiencia, y quien carece de experiencia no puede ser hombre maduro, hombre responsable.

Por lo que se refiere a la historia de nuestra filosofa, se pensar que en ella no podemos encontrar otra cosa que malas copias de los sistemas de la filosofa europea. En efecto, esto ser lo que encuentre quien busque en ella sistemas filosficos propios de esta nuestra Amrica tan valiosos como los europeos. Pero esta sera una mala ptica, hay que ir a la historia de nuestra filosofa desde otro punto de vista. Este otro punto de vista debe ser el de nuestras negaciones, el de nuestra incapacidad para no hacer otra cosa que malas copias de los modelos europeos. Cabe preguntarnos el porqu no tenemos una filosofa propia, y la respuesta quiz sea una filosofa propia. Puesto que nos descubrira un modo de pensar que nos es propio que acaso no ha necesitado expresarse en las formas usadas por la filosofa europea.

Tambin cabe preguntarnos el porqu nuestra filosofa es una mala copia de la filosofa europea. Porque en este ser una mala copia acaso se encuentre tambin lo propio de una filosofa americana. Porque el ser mala copia no implica que sea necesariamente mala, sino simplemente distinta. Acaso nuestro sentimiento de inferioridad ha hecho que consideremos como malo lo que nos es propio, nicamente porque no se parece, porque no es igual a su modelo. Reconocer que no podemos realizar los mismos sistemas de la filosofa europea, no es reconocer que somos inferiores a los autores de tal filosofa, es slo reconocer que somos diferentes. Partiendo de este supuesto no veremos en lo hecho por nuestros filsofos un conjunto de malas copias de la filosofa europea, sino interpretaciones de esta filosofa hechas por americanos. Lo americano estar presente a pesar del intento de objetividad de nuestros filsofos. Lo americano estar presente independientemente de los intentos de despersonalizacin de tales pensadores.

5

La filosofa en su carcter universal se ha preocupado por uno de los problemas que ms han agitado al hombre en todos los tiempos, el de las relaciones del hombre con la sociedad. Este tema se ha planteado como Poltica, preguntndose por la forma de organizacin de estas relaciones, la organizacin de la convivencia. El encargado de estas relaciones es el Estado, de aqu que la filosofa se haya preguntado por quin debe estar formado, quin debe gobernar. El Estado debe cuidar de que no se rompa el equilibrio que existe entre el individuo y la sociedad; debe cuidar de que no se caiga ni en la anarqua ni en el totalitarismo. Ahora bien, para poder obtenerse este equilibrio es menester una justificacin moral. La filosofa trata de ofrecer esta justificacin, de donde toda abstraccin metafsica culmina en una tica y en una poltica. Toda idea metafsica sirve de base a un hecho concreto, de justificacin a un tipo de organizacin poltica casi siempre propuesta.

Tenemos multitud de ejemplos filosficos en los cuales la abstraccin metafsica sirve de base a una construccin poltica. Un ejemplo lo tenemos en la filosofa platnica cuya teora de las Ideas sirve de base y justificacin a la Repblica. En La ciudad de Dios de San Agustn tenemos un ejemplo ms; la Comunidad Cristiana, la Iglesia, se apoya en un ente metafsico que en este caso es Dios. Las Utopas del Renacimiento son otros ejemplos en los cuales el racionalismo justifica formas de gobierno de las cuales ha surgido nuestra actual Democracia. Algn pensador ha dicho que la Revolucin Francesa encuentra su justificacin en El discurso del mtodo de Descartes. La dialctica de Hegel invertida por el marxismo ha dado lugar a formas de gobierno como el Comunismo. El mismo Totalitarismo ha querido justificarse metafsicamente buscando tal justificacin en las ideas de Nietzsche, Sorel o Pareto. Muchos otros ejemplos ms se pueden encontrar en la historia de la filosofa, en los cuales la abstraccin metafsica sirve de base a una prctica social o poltica.

Lo visto nos indica cmo la teora y la prctica deben marchar juntas. Es menester que los actos materiales del hombre queden justificados por Ideas, pues es esto que le hace ser distinto a los animales. Ahora bien, nuestra poca se ha caracterizado por la ruptura entre las Ideas y la realidad. La Cultura Europea se encuentra en crisis debido a tal ruptura. El hombre se encuentra falto de una teora moral que justifique sus actos, de aqu que no haya podido resolver el problema de su convivencia, y lo nico que ha logrado es caer en los extremos, en la anarqua y en el Totalitarismo.

Las diversas crisis de la Cultura Occidental han sido crisis por falta de Ideas que justifiquen los actos humanos, la existencia del hombre. Cuando unas Ideas han dejado de justificar dicha existencia, ha sido menester que el hombre busque otro conjunto de Ideas. La historia de la Cultura Occidental es la historia de las crisis que el hombre ha sufrido al romperse la coordinacin que exista entre las Ideas y la realidad. La Cultura Occidental ha ido de crisis en crisis salvndose unas veces en las Ideas, otras en Dios, otras en la Razn, hasta nuestros das en que se ha quedado sin Ideas, Dios y Razn. La Cultura est pidiendo nuevas bases sobre las cuales apoyarse. Ahora bien, esta peticin parece desde nuestro punto de vista casi prcticamente imposible. Sin embargo, este punto de vista es el de hombres en crisis, y no poda ser de otra manera, porque si nos pareciese fcil resolver tal problema no seramos hombres en crisis. Pero el hecho de que estemos en crisis y no tengamos la solucin anhelada, no quiere decir que no exista. Hombres que como nosotros se han encontrado en otras pocas de crisis han sentido el mismo pesimismo, sin embargo, la solucin ha sido encontrada. No sabemos qu valores puedan sustituir a los que vemos hundirse, pero lo que s es seguro es que surgirn, y a nosotros los americanos corresponde colaborar en tal tarea.

De lo anterior podemos concluir sobre otro tipo de tarea ms para una posible Filosofa Americana. La Cultura Occidental de la cual somos hijos y herederos necesita de nuevos valores sobre los cuales apoyarse. Ahora bien, estos valores tendrn que ser abstrados de nuevas experiencias humanas de las experiencias resultantes al encontrarse el hombre en nuevas circunstancias como son las que ahora se ofrecen. Amrica, dada su particular posicin, puede aportar a la Cultura la novedad de sus experiencias todava no explotadas. De aqu que sea menester que diga al mundo su verdad, pero una verdad sin pretensiones, una verdad sincera. Cuantas menos pretensiones tenga ser ms sincera y ms propia. Amrica no debe pretender erigirse en directora de la Cultura de Occidente, lo que debe pretender es hacer pura y simplemente Cultura. Y esto se hace tratando de resolver los problemas que se le planteen desde su propio punto de vista, el americano.

Amrica y Europa se encontrarn despus de esta crisis en situaciones semejantes. Ambas tendrn que resolver el mismo problema: el de qu forma de vida debern adoptar frente a las nuevas circunstancias que se presenten. Ambas tendrn que continuar la tarea de la Cultura Universal que ha sido interrumpida, pero con la diferencia de que esta vez Amrica no podr seguir mantenindose a la sombra de lo que Europa vaya realizando, porque ahora no hay sombra, no hay lugar donde apoyarse. Por el contrario, es Amrica la que se encuentra en un momento privilegiado que acaso no dure mucho, pero que debe ser aprovechado para iniciar la tarea que le corresponde como miembro ya adulto de la Cultura Occidental.

Una filosofa americana deber iniciar esta su tarea que consiste en buscar los valores que sirvan de base a un futuro tipo de Cultura. Y esta su labor tendr como finalidad la de salvaguardar la esencia humana, aquello por lo cual un hombre es un hombre. El hombre es por esencia individuo a la vez que conviviente; de aqu que sea menester guardar el equilibrio entre estos dos componentes de su esencia. Es este equilibrio el que ha sido alterado llevando al hombre hacia sus extremos: Individualismo hasta la anarqua y una sociabilidad tan estrecha que se ha transformado en masa. De aqu que sea menester encontrar valores que hagan posible la convivencia sin menoscabo de la individualidad.

Esta tarea de tipo universal y no simplemente americano, tendr que ser el supremo afn de esta nuestra posible filosofa. Esta nuestra filosofa no debe limitarse a los problemas propiamente americanos, a los de su circunstancia, sino a los de esa circunstancia ms amplia, en la cual tambin estamos insertos como hombres que somos, llamada Humanidad. No basta querer alcanzar una verdad americana, sino tratar de alcanzar una verdad vlida para todos los hombres, aunque de hecho no sea lograda. No hay que considerar lo americano como fin en s, sino como lmite de un fin ms amplio. De aqu la razn por la cual todo intento de hacer filosofa americana con la sola pretensin de que sea americana, tendr que fracasar; hay que intentar hacer pura y simplemente Filosofa, que lo americano se dar por aadidura. Bastar que sean americanos los que filosofen para que la filosofa sea americana a pesar del intento de despersonalizacin de los mismos. Si se intenta lo contrario, lo que menos se har ser Filosofa.

Al intentar resolver los problemas del hombre cualquiera que sea su situacin en el espacio o en el tiempo, tendremos que partir necesariamente de nosotros mismos como hombres que somos; tendremos que partir de nuestras circunstancias, de nuestros lmites, de nuestro ser americanos; al igual que el griego ha partido de una circunstancia llamada Grecia. Pero al igual que l, no podemos limitarnos a quedarnos en tal circunstancia, si nos quedamos ser a pesar nuestro, y haremos filosofa americana como el griego ha hecho filosofa griega a pesar suyo.

Slo partiendo de estos supuestos podemos cumplir nuestra misin en el conjunto de la Cultura Universal, colaborando en ella conscientes de nuestras capacidades y de nuestras incapacidades. Conscientes de nuestro alcance como miembros de esa comunidad cultural llamada Humanidad, y de nuestros lmites como hijos de una circunstancia, que nos es propia y a la cual debemos nuestra personalidad, llamada Amrica.Cuadernos Americanos 3 (mayo-junio 1942): 63-78.

Latinoamrica, otra cara del imperialismo.LEOPOLDO ZEA 15 JUL 1978.

Profesor del Colegio de Mxico.Las elecciones para la asamblea constituyente en Per, las prximas elecciones presidenciales en Ecuador y las de Bolivia y Brasil son signos positivos d un cambio en el horizonte de posibilidades democrticas para Amrica Latina. Horizonte de posibilidades que los latinoamericanos tenemos que aceptar y las cuales dependen del sistema cuyos intereses encarnan Estados Unidos, los del imperialismo o neoimpenialismo. Son estos intereses, y la forma como ellos mismos conciben su mantenimiento y desarrollo, los que dan origen a polticas dentro de las cuales los latinoamericanos vienen luchando para el logro de viejas metas de libertad, democracia y justicia social que no deberan serles negadas ni regateadas. La poltica imperialista, como Jano. ha mostrado dos caras. Poltica que parte de la expansin estadounidense sobre Amrica Latina en 1898 para ocupar el vaco de poder que el imperialismo espaol se vio obligado a dejar ante la rebelin de sus ltimas colonias en Amrica, las del Caribe. Por un lado, el rudo imperialismo de los McKinley, Teodoro Roosevelt. Elsenhower, Johrison y Nixon-Ford. y por el otro, el imperialismo amable de Franklin D. Roosevelt, John F. Kennedy y, ahora, James Carter. Amable pero imperial, aunque el calificativo choque a la nacin que lo realiza. Mano de hierro con guante de seda, y por ello un freno que los afanes libertarios de Amrica Latina de una manera u otra tienen que mascar en espera de que alguna vez este masticar acabe cortando el freno.Este otro imperialismo, que pretende ser amable sin dejar de ser imperial, sabe de las relaciones que guarda el desarrollo y permanencia de sus propios intereses con la existencia, ms o menos precaria, de los pueblos que lo hacen posible. Sabe que no es matando a la gallina de los huevos de oro como se va a extraer ms riqueza. Sabe que a esta gallina hay que alimentarla para que siga produciendo. Sabe, tambin, que no es de la extrema miseria como se puede producir riqueza.- Sin embargo, esto que parece tan obvio es difcilmente comprendido por ese imperialismo rudo de que hablamos. La ltima expresin del mismo fue el forjado por Henry Kissinger: represin brutal y extraccin de la riqueza hasta el agotamiento y segura muerte de la vctima. Pero fueron los fracasos de tal imperialismo, la vergenza de Vietnam y el remordimiento de Chile los que inclinaron a la mayora de los electores estadounidenses a dar su voto al amable pastor Jimmy Carter. Hace ya muchos siglos Alejandro de Macedonia se propuso levantar su imperio ligando los intereses de los conquistadores griegos a los de los conquistados pueblos del imperio; simblicamente celebrando nupcias con la hija de Daro y haciendo que sus generales lo hiciesen con otras persas. El imperio, saban, debe contar con tos conquistados. Una leccin que, por cierto, no fue aprendida por sus generales ni ms tarde por el imperio romano, el cual aciib siendo destruido por la gente- con la que no se supo contar en su debido tiempo.

Ahora los serviles agentes del imperialisrno forjado por Kissinger se encuentran de repente colgados; de la brocha. La poltica que permiti asesinatos en masa, prisiones, torturas y de portaciones masivas, apoyadas y aplaudidas; por el sistema es con denada en nombre de los derechos humanos clue sostiene el rgimen del presidente Carter. La poltica de enterrar, desterrar y aterrar a quienes se opongan al sistema no sirve ya a los intereses del mismo.

La inflacin, la miseria de mavoras cada vez ms grandes, no satisface a un sistema que necesita producir ms y ms, pero tambin vender esta produccin. Por ello ahora los grupos de poder represivos en Amrica Latina son conminados a cambiar de poltica, por una poltica para la cual no estn hechos. Signo de que se habla en serio lo ha sido la presin en Santo Domingo para que fuesen reconocidas las elecciones en ese pas, respetando