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DRUCAROFF, E. Sobre El Autor y El Personaje

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Estudios literarios, Teoría literaria

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SOBRE EL AUTOR Y EL PERSONAJE:Una teora de las relaciones humanasElsa Drucaroff -1996 -201260pp 19x14,cmLiteratura Argentina. Teora literaria.1 Ed. En: Mijal Bajtn, la guerra de las culturas. Bs. As., Almagesto, 1996.2 Ed: Cospel, 2012Libro de Edicin ArgentinaContacto editorial: 0362-15-4862952 [email protected] EL AUTOR Y EL PERSONAJE: UNA TEORIA DE LAS RELACIONES HUMANASELSA DRUCAROFF5I Yo T lLa teora literaria de este siglo abund en nomen-claturas y caracterizaciones del narrador, fascinada por su descubrimiento semitico: el narrador de un texto es un ser de papel, diferente del autor emp-rico.Comodijimosmuchasveces(yvolveremosa decir) este y otros conceptos ya estn presentes en la obra de Bajtn desde el comienzo. Pero si las es-cuelas ms especfcamente lingsticas de la teora literaria se limitaron a sealar la distincin, Bajtin yahabaidomsalldeella:suteoradelasre-laciones entre los que se llamaran "los sujetos del texto"(autortextual,lectortextualypersonaje)es adems una refexin sobre el amor, la mirada y la responsabilidad entre los seres humanos.Elestructuralismodelosaos60proclamaba con fruicin terica la diferencia entre el narrador de un texto y el autor emprico: "Ahorabien,almenosdesdenuestropuntode vista, narrador y personajes son esencialmente "se-resdepapel";elautor(material)deunrelatono puedeconfundirseparanadaconelnarradorde ese relato; los signos del narrador son inmanentes al relato y, por lo tanto, perfectamente accesibles a un anlisis semiolgico." [Barthes, 1977.] Cules son los signos que permiten el "anlisis se-miolgico" y denuncian la existencia de ese "ser de 6papel"? Uno, fundamentalmente: el pronombre yo. "Elprocesonarrativoposeeporlomenostres protagonistas; el personaje (l), el narrador (yo) y el lector(t);enotrostrminos:lapersonadequien se habla, la persona que habla, la persona a quien se habla." [Todorov, Ducrot, trad. esp. 1974] El narrador estructuralista, como vemos, es ni-camenteunacategoralingstica,unpronombre personal.Estdefnidoapartirdeunbrillante planteo algo previo, de 1966, hecho por el lingis-ta francs Emile Benveniste [trad. esp. 1971], quien estudia los pronombres personales y los llama "las personas del coloquio". Estas son: yo, t, ms el mis-terioso l, la llamada "no persona", veremos en se-guida por que (los plurales son slo combinaciones de estas tres instancias); se defnen exclusivamente por el acto de la comunicacin, es decir, as: Yo soy quien hablo (o escribo); si luego habla otro, ese otro es yo. El pronombre tiene siempre el mis-mo signifcado: "el que est diciendo esto". T eres quien escuchas (o lees); si luego escucho yo, yo soy tu t. El pronombre tiene siempre el mis-mo signifcado: "el que est escuchando esto". l es de quien yo te hablo (o escribo); est ausen-te,pordefnicin,deestecircuitocomunicativo; no importa si fsicamente est al lado nuestro; para representarlo como l yo lo vuelvo ajeno a esta co-rriente entre t y yo, lo vuelvo el objeto de repre-sentacin, lo vuelvo no persona del coloquio. El pro-nombre tiene siempre el mismo signifcado: "quien no habla ni escucha", quien no est.7Yoyttienensimetra:estnambosimplicados enlacomunicacinysonambosnecesariamente humanos,desdeelmomentoenqueunoescapaz de hablar y el otro de escuchar --entender, decodi-fcar, responder-- (por cierto puedo usar la segunda personaparahablarlesaunanimaloaunobjeto inanimado,peroalhacerlolosestoyhumanizan-do,actoalcolocarlosenellugardelt como si pudieran escuchar y responder). En cambio l es unmisteriosolugarvaco,sequeademsdere-presentar con mi discurso sealo claramente como ausencia.Noesunapersonaenelsentidoestricto (puedousarelpronombre,porsupuesto,parade-signar a un ser humano, pero al mismo tiempo que lodesignoloconstruyocomoalguienquenopue-de hablar ni escuchar). l est en un nivel diferente que el circuito yo-t. Por eso, cuando un ser huma-nointentasealarsujerarquadiferenterespecto desuinterlocutor,sueleutiliza la tercerapersona paracolocarsecomoelausente,aqulquehabla desdeafueradelterrenalcircuitocomunicativo (Su Majestad ordena... El rey ha hablado...); por eso el periodismo del deporte o el espectculo uti-lizamuchasveceslatercerapersonaaldirigirsea un famoso, resaltando precisamente su carcter de objetodereferenciadeunpblicomasivoqueni lo conoce ni puede dirigirse a l (decirle t): Qu piensa Goycochea de su actuacin en el partido? El periodistaesgeneralmentesecundadoporelper-sonaje en cuestin, que gozosamente se sube al ex-traoprivilegiodeseruninalcanzable,unobjeto 8de representacin de la conciencia colectiva (Goy-cochea piensa que...). Perohayalgoms:yoeselcentro,elpuntode referencia desde el cual nuestro narcisismo lings-tico mide el tiempo y el espacio. As estn organiza-dos todos los pronombres.Yo, el lugar donde estoy cuandohabloyelmomentoenelquehablo:esos son los factores que integran el punto cero de toda medicin.Elpronombreadverbioahorasiempre quieredecir el momento en queyo (quien habla) estoy diciendo esto; antes, "el momento anterior a ahora; despus, el momento que seguir a ahora; aqu,"ellugarexactoenqueestoymientrasdigo esto";all,ellugarqueestalejosdedondeestoy diciendo esto, etctera. Entonces, no slo el yo est atrapado en sus coor-denadastmporo-espaciales,sinoquetodoelsis-tema lingstico est organizado desde esa prisin: esunsistemaegocntrico.Tiemposverbales,pro-nombresdelugarydetiempo,lasexpresionesde tiempo y espacio en pleno se miden desde el yo. Es decir que cuando, al hablar, postulo un t como unsimtricoam,unoqueescuchayporlotanto puede responder (y ser as, el mismo, un yo), estoy postulandounigual,unasubjetividadatrapada, comoyo,ensuscoordenadastmporo-espaciales, uno que es semejante a m a quien yo obligo, cuando hablo, a mirar el mundo desde mi centro (para t, "aho-ra" es cuando yo no t- hablo, etc.) y que se opone, conmigo, a l, el ausente, el que no puede hablar.9QutienequevertodoestoconBajtn?Ense-guida veremos cmo defne, como supone Bajtn al otro,lagranobsesin desuobra. En seguida vere-mos qu relacin hay entre este otro y el personaje literario. Insiste Benveniste: "Pero de la 3 persona, un predicado es enuncia-do, s, slo que fuera del yo-t; de esta suerte tal for-ma queda exceptuada de la relacin por la que yo y t se especifcan". [Benveniste, ib. Bastardilla de ED.] Elplanteodelamodernasemiticaliterariaso-bre narrador, lector y personaje no sale, en el fon-do, de ac, y se limita a establecer que yo, t, l, al aparecer en el texto literario, son una creacin fc-cional. Las preguntas por el proceso que lleva a esta creacinliteraria, porelsignifcado estticodesu resultado, por la reformulacin que sufren los sig-nifcados de estos pronombres personales al ser de papel, no fue en general demasiado formulada1. Qu modos de mirar (de hablar y de escribir, de escuchar y de leer) construyen desde el yo autor tex-tual, rey egocntrico de toda representacin, ese l personaje que es la "no persona"? Qu tensin se establece cuando ese l representa a un ser huma-no, precisamente a una persona? Estafuelapreguntaqueformulyrespondi 1LasoviticaEscueladeTartutieneencuentaestas preguntas al analizar el arte mano hecho social. Pero es evi-dente la influencia de Bajtn sobre ella.10MijailBajtn(porcierto,noenestostrminos);lo hizo sin otro apoyo lingstico que el propio, signa-do por sus intereses y su vocabulario flosfcos, 44 aos antes de las investigaciones de Benveniste. Enuntrabajoquenuncatermin,de1920(tra-bajoquellegconbaches,contradiccionesysin corregir a manos de sus compiladores y se public pstumamente), Bajtn se pregunta por la relacin que se establece entre autor y personaje en la lite-ratura. Supone dos sujetos que estn en un mismo nivel y un tercero que no est en un mismo plano: setratadelautorydellector,porunlado,ydel hroe,porelotro.Sibiennosecentraenelestu-dio del lector (a quien dar gran importancia como sujeto que sobreentiende, en trabajos posteriores), sus refexiones muestran que ya supone al autor y al lector como dos entidades separadas de las per-sonas empricas, dos entidades correlativas, unidas fundamentalmente por un punto de vista comn. Elautor"mira"/narradesdeciertaperspectiva, ellectoresesetquedesdeelotroextremodel circuito es obligado a "mirar"/leer desde la misma perspectiva.Estaconcepcinsubyaceenelfrag-mento que cito: "Nosquedatocarbrevementeelproblemadela correlacinentreelespectador(lector)yelautor (...).Elautorposeeautoridadyellectorlonecesi-tanocomo(...)unhroe,nicomoundeterminis-mo del ser, sino como un principio al que hay que seguir(...)Laindividualidaddelautor(...)esuna activaindividualidaddevisinyestructuraciny 11no una individualidad visible y estructurada. (...) El autornopuedenidebeSerdefnidopornosotros como personaje, porque nosotros estamos en l, vi-venciamos su visin activa" (Bajtn, 1982). En curioso anacronismo, Bajtn parece profundi-zar lo que Benveniste observa en el campo lings-tico: esa correlacin y semejanza del yo y el t, tal vez centrada apunta Bajtn en la mutua y simul-tnea vivencia de cmo mira el yo. El yo no es "una individualidadvisible",igualqueunpersonaje.Es una actividad, una manera de narrar, de estructurar el texto. Esdecir:"yoenuncio"implica"yorepresento/estructuralgodesdemipuntodevista,desdemi lugarymimomento";"Tescuchas"implicat compartesconmigomipuntodevista,milugary mi momento, t ves algo que yo represento/estruc-turo, tal cual lo represento/estructuro"2 Qu lugar ocupa el hroe, el l, lo representado? 2Desdeluego,estaformulacinesreductora.Bajtin sealarenElproblemadelosgnerosdiscursivosyen otrosartculosqueestetnomira/escuchapasivamente, sino en dilogo activo constante con la visin que el yo le im-pone. Pero esa actividad queda encerrada en la subjetividad decodificante del t y slo se manifiesta exteriormente cuan-do se dispone a responder, hablar, ser el nuevo yo. Es que esta recepcin creadora slo puede darse despus de aceptar, por lomenosenunprincipio,queeselpuntodevistadelque habla el que dirige el sentido de las palabras escuchadas.13II La mirada esttica es la mirada del Otro Elhroeeslatotalidadcreadaporelautor.Por qu"totalidad"?EnelpensamientodeBajtnlos humanos son seres inconclusos, abiertos al devenir, sumergidos en una visin necesariamente parcial y fragmentada,poregocntrica.Quinloscomple-ta, los une con su mirada? Otro ser humano, un se-mejante, un otro. Yosoyincompleta,estoydeviniendo:uncuerpo queobservosiemprefragrnentadoyquemuevo sintiendoquepuedeabarcartodaslasfronteras, ampliarse ms all de cualquier lmite porque no es cerrado;miconcienciademdestruyeelcarcter plsticamente cerrado de mi imagen, el que tendra si pudiera ver mi cuerpo completo: yo extiendo un brazoeinvadounespacio,caminoyavanzoenel mundo,soyespacialmente"infnita".Sloelotro puede mirarme entera y comprobar que tengo lmi-tes; por eso de algn modo miro mis ojos como los de "otra" cuando me observo en un espejo. Yonopuedovermisactoscomohechosplenos; son fnalidades, intenciones hacia el futuro que me mueven a la accin: el otro puede mirarlos y valo-rarlos como un todo ntegro, como un objeto. Como un hecho que ocurri en el mundo y lo afect. Yo no puedo ver el mundo en el que estoy, salvo 14como mi horizonte: yo soy su centro y veo lo que me rodea, me muevo y la lnea del horizonte se modi-fca, pero nunca veo todo lo que me rodea, conmigo adentro. El otro puede ver mi espacio, no como ho-rizonte sino como entorno: a m como parte de mi mundo, sumergida en l. Yo no puedo ver mi vida completa, total, desde mi nacimiento hasta mi muerte. Ni siquiera puedo ver mi nacimiento o mi muerte, los protagonizo y estoy encerrada en ellos: slo un otro lo hace o me sobre-vive, y observa mi vida como un todo pleno, por eso yo no concibo mi muerte sino como el efecto de ella sobreelotro,eldolordelotroporm,suposible memoria de m. As somos los seres humanos: atrapados en la cr-cel de la subjetividad, slo contamos con el prjimo que nos observa para que se atene la prisin. Y la relacin del autor con su personaje, del yo con su l, es similar. El autor es un otro que crea a su hroe; el personaje est interiormente abierto al devenir, inconcluso, pero esta exteriormente concluido, to-talizado por la visin del autor. Esta visin totalizadora del autor est orientada, cargadadeafectosyllamadaporBajtn"mirada esttica".Parapodercrearartsticamenteunper-sonaje es necesario mirar as a un otro imaginado. Culessonlosmovimientosporloscualeselau-tor consigue representar (para un t lector) a un l, subjetividad necesariamente incompleta y abierta, como una completud esttica? Son dos: la vivencia y la extraposicin. 15"Elprimermomentodelaactividadestticaes la vivencia: yo (el autor) he de vivir (ver y conocer) aquelloqueestviviendoelotro(elhroe),hede ponerme en su sitio, como si coincidiera con l (...) Yodeboasumirelconcretohorizontevitaldeesa persona(...); dentrodeestehorizontefaltar toda unaseriedemomentosquemesoninaccesibles desde mi lugar." [Bajtn, ib.]Asumirelhorizontevitaldelhroeesponerse en su nivel y mirarlo, escucharlo, como un t escu-cha a un yo. Esa es la vivencia, pero no alcanza para construir a un hroe artstico, slo para identifcar-se con la subjetividad del otro. Falta el segundo mo-mento, absolutamente fundamental: cuando"la vivencia debe regresar hacia uno mismo (el autor), a su lugar que est afuera (del hroe con-templado)" [Bajtn, ib.]. Aqu Bajtin no habla solamente de literatura: ha-bladelasrelacioneshumanas.Comotantasotras veces, sus refexiones sobre teora esttica se con-fundenconrefexionessobrecadapersonaenel mundo,encontactoconsussemejantes.Autory hroe son como dos sujetos reales e igual que en la vida- la mirada de uno, necesariamente proyec-tada desde afuera, conforma al otro (slo que ahora esaconformacinexteriorsehaenriquecidocon un paso previo: la vivencia).16Esquedesdeafuerasevencosasdeunsujeto que el sujeto no puede ver jams desde s mismo. El "excedente" o privilegio de visin que tiene el otro ocupa en este planteo un lugar fundamental. Bajtin lleva su esquema hasta el fnal: la visin es adems (como siempre) valoracin. Y la visin-valoracin de mi apariencia fsica por parte del otro que me mira esdiferentedelaquepuedohaceryo,ytambin lademisacciones,demiespacioydemitiempo, demialma,enfn:lademividatoda,consusex-tremos incluidos. Slo elotro puede totalizarme y objetivarmedesdesulugarexterno,desdeloque Bajtin llama extraposicin. Elautor,entonces,aparececomonecesidaddel personaje;yanoesunaverdaddeperogrullode-cirqueningnpersonajepuedeexistirsinotiene autor.Sbitamentehumanos,semejantes,surela-cin autor/hroe no es ms que una reproduccin lingstico-literariadelvnculodeloshombresy las mujeres entre s. Como un nio necesita sentir que su primer otro, la madre, lo conforma, totaliza, con su mirada, todos precisamos de los otros para realmente existir. Vivenciayextraposicinson,entonces,losdos momentos imprescindibles para construir esttica-menteaunhroeliterario.Extraponerseessepa-rarse,independizarse,conservarladistanciapro-pia de un autor que mira como otro al hroe y que hace del hroe un otro para s. "Cuando tengo frente a m una simple fgura, un colorounacombinacindedoscolores,unaroca 17real o una resaca del mar, y trato de darles un en-foqueesttico,antetodonecesitodarlesvida,ha-cerloshroespotenciales,portadoresdeundesti-no, debo proporcionarles determinada orientacin emocional y volitiva (...), pero la actividad propia-menteestticaannohacomenzado,puestoque permanezco en la fase de una simple vivencia com-partidadeunaimagenvivida(perolaactividad puede seguir en otra direccin: yo puedo asustarme de un mar temible, puedo compadecerme de la roca oprimida,etc.).(...)Laimagenexternadelaroca representada no slo expresara su alma (...) sino que concluira esta alma mediante valores extrapuestos a su posible simpata (...), que no podran aparecer desdesuinterior.Latotalidadestticanosevive Simpticamente sino que se crea." [Bajtn, ib. Bas-tardilla del autor.)19III Un continuador de Lukacs? En este trabajo de 1920 y en textos posteriores de Bajtnsenotalainfuenciadeunodelosmsim-portantes tericos literarios del siglo, fundamental en Rusia: Gorge Lukacs. Precisamente durante los aos 20, mientras pre-paraba su trabajo sobre el autor y el hroe, ya ins-taladoenLeningradoyagobiados,lysumujer, por privaciones econmicas, Bajtn plane algo que (pens) le dara dinero: traducir al ruso la Teora de lanoveladeLukacs,libroescritoen1916,degran presenciaenelmediointelectualrusoycuyain-fuencia iba a ser grande en todo Occidente. La no-ticia de que el flsofo hngaro haba renegado de este texto lo desalent y dej inconclusa la empresa [Clark, Holquist, 1984].Es posible que este haya sido un error de Bajtn, porquepeseaqueelahoramaterialistaymarxis-taLukacsabjurdesuobraclave,suproduccin posterior mantiene una asombrosa coherencia con ciertos presupuestos que son columna vertebral de laTeoradelanovela,ynocaenuncaenlaversin burdaypositivistaquesedioenllamarmateria-lismo en la cultura ofcial. Lukacs se transform en el intelectual orgnico del rgimen para problemas estticos, pero an en los momentos ms represores de sus preceptos sobre quy cmose deba crear, 20diomuestrasdeunacapacidaddecomprensin del arte como denso y sutil refejo" de la sociedad que mas all de sus juicios de valor policiales- es asombrosa y no mecnica. Para la Teora de la novela [Lukacs, 1963], la posi-bilidad de representar la totalidad es la clave de la novelacomognero.ParaestejovenBajtn,enla palabra "totalidad" parece estar la clave del hecho esttico y, ms tarde, ser uno de los valores funda-mentales de lo que llamara "realismo grotesco".3 Lukacsplanteaquelanovelaesunaespeciede "pica grande", un genero que consigue recuperar aunque de un modo confictivo una antigua uni-dad perdida: aquella donde la humanidad no se sin-ti encerrada en su subjetividad sino que sinti que sta y el mundo estaban inextricablemente unidos: la de la epopeya heroica, la del mundo armonioso y mgico de Homero. Ese era un mundo sin conficto, sin oposicin dia-lcticaentresujetoyobjeto,nohabaesenciaso formas separadas de la vida. El sentido de las cosas estaba dado de antemano.En la novela, en cambio, s hay un mundo confic-tivo, porque intenta recuperar la totalidad sobre un mundo histrico donde esa unidad inicial se quebr, 3 Cuando nos ocupemos de la teora de Bajtn sobre la novela y de sus apreciaciones sobre las vanguardias, volvere-mos a encontrarnos con Lukacs, esta vez como terico del r-gimen sovitico y del realismo socialista, enemigo de las van-guardias [Lucaks, . 1963; Lucaks, Adorno y otros, 1969].21dondeelsentidodelascosasesunapreguntapor el sentido, una bsqueda de l: cada vida como tal es una parte autnoma que se opone a un todo del cualesrelativamenteindependienteyconelcual est tambin inevitablemente vinculada, porque su existencia slo adquiere sentido respecto de l. La novela consigue representar esas vidas emp-ricas con la tensin entre su riqueza, autonoma y heterogeneidad, por un lado, y una fuerza esttica totalizadora, por el otro, fuerza que es ms bien un deseo, una necesidad, una aspiracin, que nace no deunsentidopreviosinodeunanostalgia,unre-cuerdo de que hubo un sentido y vale la pena inten-tar encontrarlo nuevamente. La novela es, entonces, un proceso donde a travs de una biografa se desenvuelve una pregunta y un camino hacia el sentido. Por eso, como totalidad, es msbien(paradjicamente)unabsqueda(unre-cuerdo) de ella.Esa tensin entre ser un todo y estar inacabado, esa paradoja, ser retomada una y otra vez por Baj-tn: al pensar el hecho esttico, en el caso que esta-mos viendo; al pensar la particular relacin de los personajes con Dostoievsky, en 1929; al teorizar so-bre la novela, despus. Podramos decir que Bajtn toma el proceso de Lukacs, pero en trminos de re-lacin entre semejantes, lo materializa como un acto social, lo carga de seres humanos que se miran y se hablan ysloeneseintercambiopueden empren-der una empresa como sta: la de tener sentido. 23IV En el tiempo de la marquesaPensemos, por un momento, en trminos forma-listas: si la literatura es un hecho de lengua, habr que preguntarse cules son las marcas de literatu-riedad(literaturnost,decanlosformalistasrusos) queconformanlingsticamenteaunpersonajel representado,completo,acabado,peroenmovi-miento dentro del tiempo/espacio interior al relato. Es decir: cmo se construye textual, semiticamente, el proceso que Bajtn describe flosfcamente? Parapartirdeunejemplofamoso:supongamos un relato literario donde dice: "La marquesa sali a lascinco".Cmoseconstituyeesaterceraperso-na ella, dado que yo hablo? Cmo se constituye ese verbo en el mal llamado pretrito indefnido caste-llano, que (a diferencia de otras veces) no indica, ni para m autor ni para ti lector, un pasado medible desde el presente en que yo hablo, sino otra dimen-sin del tiempo, una interior al relato?. Enfrancshaydostiemposverbalesmuycurio-sos:elpasscompos,queseusaenlalenguaoral yesuntiempocompuesto,yelpasssimple,quea primeravistatieneelmismosentido,peroseusa enlenguaescrita,sobretodoliteraria.Benvenis-te [1972] descubre que este problema "formal", de morfologa,esenrealidadunsutileimportantsi-moproblemadesignifcacin,queel"passcom-24pos" y el "pass simple" implican en realidad dos planos de enunciacin diferentes: "La organizacin de los tiempos parte de princi-piosmenosevidentes[quelosdelamorfologa]y ms complejos. Los tiempos de un verbo francs (...) sedistribuyenendossistemasdistintosycomple-mentarios.Cadaunodeelloscomprendeslouna parte de los tiempos del verbo; los dos estn en uso, compiten y permanecen disponibles para cada ha-blante.Estosdossistemasmanifestandosplanos deenunciacindiferentesquedistinguiremoscon los nombres de historia y discurso". [Benveniste, ib., trad. de E.D., bastardillas del autor.] Recordemosqueenunciaresunhechomaterial inmerso en un tiempo y un espacio: alguien que ha nacido y va a morir alguna vez dice algo un enun-ciadoaotrosersemejante,enundeterminado momento y en un determinado lugar. Todo eso es el procesodeenunciacin.Hablardeplanosdeenun-ciacin, entonces, supone planos distintos en donde ocurre este proceso. Veremos que uno es concreta-mente emprico, el que Benveniste llama "discurso" (elqueenfrancsseexpresaen"passcompos"): enlunyoyuntexhibensucarcterdesujetos temporales y materiales que se estn comunicando; elotroesmsmisterioso,nosealaelcircuitoco-municativo, acta como si nada se midiera desde l, comosielenunciadonoocurrieraenunmomento concreto del devenir del mundo: es el plano llamado de enunciacin histrica, del "rcit" o relato (y se ex-presa, en francs, en "pass simple"). 25"La enunciacin histrica (...) caracteriza el re-lato de acontecimientos pasados (...) excluye toda forma lingstica autobiogrfca. El locutor his-trico jams dir yo ni t ni aqu ni ahora, porque no se servir nunca del aparato formal del discur-so, que consiste antes que nada en la relacin de personas yo/t. Por lo tanto, slo se constatarn enelrelatohistricoestrictamenteconcebido formas de tercera persona." [Benveniste, ib.] En castellano no tenemos dos formas morfolgi-casparaelpretritoperfectosimple,peroesono quieredecirquenotengamoslosdosplanosde enunciacin. "Hoy el cartero te dej una carta, ahora latraigo":heaquunenunciadoformuladoclara-mentedesdeeldiscurso,dondehemossubrayado laspalabrasquesealan haciaelcircuitomaterial de comunicacin. "Hoy" signifca: el da en que yo estoy diciendo esto. "Te": la persona a quien le es-toy diciendo esto. El pasado del verbo "dej": antes del momento en que estoy hablando. El pronombre adverbial "ahora": en el momento en que estoy ha-blando. Supongamosesteenunciadoenunanovela:"Le dijoqueesedaelcarterohabadejadounacarta para l; se la traera de inmediato", he aqu el enun-ciado,formuladoahoradesdeotroplano,eldela historia,unplanodondenadasealahaciaelcir-cuitomaterialdecomunicacin:porempezarno aparece un yo desde el cual se mide ni un t a quien selehablayseobligaacompartirlosparmetros 26de medida; nadie lee ese "dijo" como "alguien habl antes de que yo escriba esto", ni el "de inmediato" se refere a "inmediatamente al momento en que yo estoy escribiendo", etctera. Volvamos a la relacin Benveniste-Bajtn. Ambos tienen una certeza: la tercera persona no est en el mismo plano que la primera y la segunda. El reino de la tercera persona parece coincidir con el reino delahistoriaquepostulaBenveniste.Ese"ausen-te","nopersona"deBenvenisteesparaBajtnla nica "persona", la representacin del sujeto com-pleto, esel otroamorosa, ntegramente percibido; sujeto que no est ausente sino de la engaosa pri-sin del tiempo y espacio de la enunciacin y slo en ese sentido es una no persona (enunciativa), como dice Benveniste. Esnecesarialaconstitucindeunnarradoryo para que nombre a l, hroe semitico. Es necesario que el autor que vivencia se extraponga y formule asunyoqueobserva(eseyoesunaconstruccin, unresultadodelprocesodevivenciayposterior extraposicin, no coincide con el primer yo, el au-tor de carne y hueso), para poder escribir "ella, la marquesa",paracrearparaellaeltiempoenque la ve el otro, un tiempo cerrado, total, ocurrido en otro plano, otro tiempo (el tiempo del otro), no en el mismo en que el autor se mueve todos los das, un tiempo que no tiene como punto cero el momento de enunciacin de un autor emprico porque no es lquienenuncia,eselnarrador,eseseyosemi-tico, "de papel", representacin del resultado fnal 27de un complejo movimiento doble: el de la vivencia y la extraposicin. Vimos que Benveniste teoriz desde la lingstica ese tiempo que Bajtn concibi desde la flosofa: el tiempo del rcit o de la historia (del relato), se opo-ne al del discours; la morfologa francesa, lo dijimos, es clara: "la marquise est partit a cinq heures", dice porejemplounmarqusconcreto,sentadoensu mansin un da determinado, a las seis de la tarde, yelpasadodelverbo"partir"estmedidodesde ese momento en el que habla; "la marquise est partit a cinq heures ", escribe el narrador, y nadie supone, porque el verbo est en pasado, que el autor emp-rico del texto est escribiendo necesariamente des-pus de las cinco de la tarde. Esos planos del discours y del rcit que Benveniste descubre como una realidad del lenguaje son intui-dos por Bajtn: hay un tiempo medido por mi esp-ritu, el de mi pura actividad y acontecer interiores, yotromedidoporelotro,quienmevecompleta, mi "autor".Ese otrocuya mirada (atencin, amor, juicio,valoracin)senecesitaporquetraecoorde-nadas diferentes, ese otro a quien devuelvo el bene-fcio rnirndolo (completndolo) yo tambin, se a quien Bajtn rinde homenaje en esta hermosa cita: "Todas las defniciones positivas de valores de la dacin del mundo, todas las fguraciones valo-rativaspropiasdelaexistenciadelmundo,tie-nen al otro como su protagonista justifcadamen-teconcluso;todoslosargumentossecomponen entornodelotro,sobrelsehanescritotodas 28lasobras,sehanvenidotodaslaslgrimas,al sehandedicadotodoslosmonumentos,todos lospanteonesestnllenosdeotros,sloalotro lo conoce, lo recuerda y reconstruye la memoria productiva, para que tambin mi recuerdo sobre elobjeto,elmundoylavidasevuelvaartstica. Slo en un mundo de los otros es posible un mo-vimiento esttico, argumental, de valor propio: el movimiento en el pasado, que tiene su valor fuera delfuturoyenqueestnperdonadastodaslas obligaciones y deudas y estn abandonadas todas las esperanzas" [Bajtn, 1982; bastardilla suya.] Ese tiempo cerrado, sin futuro ni presente, ancla-do(referenciado)enelmisteriosouniversodelos signos,esetiempoquenosemideentrminosde posible causa del hoy (por eso no puede haber obli-gaciones, ni deudas, ni esperanza), que Bajtn llama "pasado" pero necesita subrayar, intensifcar, para diferenciar del pasado medido desde la crcel sub-jetiva, no es el que el francs diferencia morfol-gicamente del cotidiano, el que se usa para hacer li-teratura? No es el tiempo de la marquesa literaria que horrorizaba a Verlaine'?. 29VLos Sujetos textuales: un modo de organizarlos para poder pensarlos.Creo contribuir a aplicar con coherencia los pro-cedimientosdeBajtncuandomeatrevoapropo-ner un cuadro complejizado de los sujetos del texto. Fundamentalmente: cuando insisto, como voy a in-sistir en seguida, en separar no slo a los seres em-pricosdecarneyhuesodequienescribeyquien lee adentro del texto, sino en realizar una nueva se-paracin: entre un autor textual y un narrador tam-bin textual, y entre un lector textual y un auditor tambin textual (a quien slo le pongo este nombre para que no se confunda con el primero, no porque enfatice en uno la lectura y en otro la audicin). Estanuevasubdivisinpuedeparecerhperte-rica y de complejidad innecesaria, pero espero de-mostrar que no lo es. Antes que nada, digamos que no me pertenece, Ya Umberto Eco [1981] se ocup dehablardeun"autor"y"lector""modelos"que no coinciden, si se lo lee con cuidado, con las usua-lescategorasdenarradorylectorrepresentados eneltexto.Pero,comosiempre,fueBajtnquien dej antes todas las bases para plantear esta subdi-visin; es ms: est dicha con claridad en ese artcu-lo inconcluso que escribi en los aos 20.Porltimo,antesdeentrarenlaclasifcacin, 30quisieraadvertirquenoseproponecomounata-bla de categoras para los textos literarios; se es el tipo de uso que suele hacerse de la refexin terica literaria y que tanto dao hace a la literatura y a los lectores (pblico real e histrico del cual la mayor partedelainstitucincrticaylostericosnoha hecho ms que alejarse en las ltimas dcadas). Novengoaproponermsnombrecitosdifciles que designan lo mismo, con el pretexto de "ser fel" a Bajtn (esa idea de fdelidad es poco interesante). Intentounifcarnomenclaturayalmismotiempo entender integralmente un proceso, intento que los "nombres"queenseguidapropondrsirvanpara eso. Es decir: no se trata de lanzarse con la "tabla" a clasifcar los sujetos textuales de todos los textos, sino de ver si una obra especfca plantea preguntas que esta clasifcacin puede ayudar a responder; se trata de usarlos slo cuando son tiles para alumbrar un aspecto de un texto literario, cuando el propio texto los convoca(esdecir,paraabrirsussignifcados,para lanzarsepor qu no? a interpretar, para hacer de la lectura un enunciado orientado y potente que se encadene polmicamente con otros que circulan pornuestromundo).Ensuma:noesun"modelo" (Bajtnjamsenunciun"modelo,ynoporeso renunci a la teora): es un arma ms, que como todaslasarmas-espreferiblenosacararelucirsi uno no est dispuesto a usarla con efectividad. Hablaremos, entonces, de: a y b- un autor y un au-ditor empricos, que son los dos sujetos reales, hist-ricos, mortales, que escriben y leen un texto deter-31minado; como es obvio, el autor emprico de un texto suele ser uno solo y los lectores empricos suelen ser muchos. Estos dos extremos ltimos del circuito co-municativo no tienen insercin directa en el texto literario, aunque sus realidades histricosociales mediatizadasseanfundamentalesenlaescritura-lectura de los textos.4 c- un autor textual: Bajtn lo llama por momentos "autor creador" para diferenciarlo del emprico, Eco [1981]lodiseabajtinianamentecomounaestra-tegiadeescritura.Setrataefectivamentedeuna estrategia que organiza el mundo representado en el texto, un principio de ordenamiento de esos sig-nos.Elautortextualseconstituyeenelprocesode vivencia/extraposicin (y se reconstruye en el pro-ceso de lectura, como veremos en seguida): slo al regresar de la vivencia y extraponerse el autor em-prico ya no es l, ha aparecido un otro que l cons-4 En captulos anteriores hemos dado elementos sufi-cientes para pensar esto: la realidad socio-histrica e ideol-gica de los seres humanos que escriben y leen condiciona los actos de escritura y lectura. No se trata de negarlo, se trata de comprender que no tienen un modo directo e inmediato de insertarse en el texto. Esa es, precisamente, la clave de la coartada que permite la ficcin. Pero sin dejar de tener en cuenta esa coartada, es lcito y hasta imprescindible pensar a los escritores y al pblico empricos, sus operaciones de mer-cado, sus modos de relacionarse o no, su lugar en la historia de la literatura o en la historia de la recepcin de la literatu-ra, su posicin en ese campo intelectual que Bourdieu [1967] intentarateorizar.Establecerrelacionesentreelplanofic-cionalyelempricosevuelveindispensableparaleeruna obra literaria como hecho activo en una sociedad.32truy, un verdadero otro del personaje, un ser crea-dor al que ya no controla totalmente, que tiene una independenciaextraaymiraalpersonajedesde su potente otredad totalizadora. Es el autor textual, quesloentoncesestencondicionesdefabricar un yo claramente pensado que podr o no formular en el texto y ser: d- un narrador: es fundamentalmente una expre-sin lingstica, es el yo que enuncia directamente eltexto;puedeaparecer("yocuentooyoescribo que la marquesa sali a las cinco") o estar implci-to ("la marquesa sali a las cinco"). Es el producto posteriordelaoperacinvivencia/extraposicin que construy al autor textual, es el yo que hay que poder escribir para despus poder enunciar a l. A diferenciadelautortextual,queeslalgicacons-tructiva misma de todo el texto, el narrador es slo unelemento,unaproyeccinparcialdeesteautor (parcial: es que todo lo que hay en la obra, no slo el yo que habla, es proyeccin de esa energa y plani-fcacin semitica que es el autor textual). Bajtn lo dice como al azar alguna vez: "(el autor) es una activa individualidad de visin y estructuracin, y no una individualidad visible y estructurada. El autor llega a ser un individuo pro-piamente dicho all (...) donde es parcialmente abjeti-vado como narrador" [Bajtn, ib.Bastardilla de E.D.] Cuandoelautoreseactivomododemirary estructurarseobjetivaparcialmente,seproyec-taparcialmenteyescribeyo,entoncesapareceel narrador,un"individuopropiamentedicho".Pen-33semos,porejemplo,enlastanmanejadasclasif-cacionesdelnarradorsegnsupuntodevista:en primera o tercera persona, si sabe lo mismo, ms o menos que sus personajes, etctera.El narrador es siempre una proyeccin parcial del autor textual, porque ste puede jugar de modos di-ferentesconl:puedeproyectarsesobrelhasta quedaridentifcadoporcompleto(porejemploel narrador de una obra que se postula o es leda como autobiogrfca,oelnarradoromniscientequeen ningnmomentodicenisiquierayo,buscando pasar inadvertido y no dejar marcas que lo separen del autor textual). Peroporelcontrario,laestrategiaautortextual puedeelegirproyectarseenunnarradorcomple-tamenteseparadodel.Pensemosenunanovela policial narrada por un acusado del crimen que ig-nora, al comienzo del libro, quin fue el culpable y relatacmosedevellaverdad:esenarradordar informacionesestratgicamenteplaneadasporel autor textual (no por l, que no tiene la informacin sufciente) para despistar u orientar la lectura. Otroejemplo:"LaseoritaCora",deJulioCor-tzar,esunrelatocontadopordistintosnarrado-resquesonademspersonajes:lamamadePablo, Pablo,laenfermeraCora,elmdico.Peroaunque elloshablan,esevidentequefragmentando,co-ordinando,organizandosusenunciadoshayuna nicaestrategia,ladelautortextual,queloshace callar o hablar, superponer versiones diferentes de un mismo hecho en funcin de un proyecto que l 34tiene y con cuyo desarrollo construye: e-unlectortextual:llamadoporEco"lectormo-delo"; puede caracterizarse como una estrategia de lectura simtrica a la estrategia de escritura del au-tortextual.Elprocesodelecturareconstruyeaste ltimo,lovaarmandonocomounindividuosino como un conjunto de presuposiciones y sobreenten-didos que surgen del texto y que l va reponiendo y atribuyendoaestesujetosemiticoqueeselautor textual.Porejemplo:cuandoenLosLanzallamas,de Roberto Arlt, el lector textual lee que a la esposa vo-luntariamente en fuga, Elsa, le "bast un gesto torpe del Capitn" para "arrojarse" del coche donde viaja-ba con su futuro amante y refugiarse en un Conven-to de Carmelitas donde las "hermanas" entendieron que estaban frente a una mujer angustiada, el lector textualreponepresuposicionesideolgicasquene-cesariamente comparte, dado que l no existe como lectortextualsinoenlamedidaenquelasentiende ylasconfrma.Algunasdelasvaloracionessobre-entendidas que repone al mismo tiempo que obli-gadamente comparte nuestro lector textual son, en este ejemplo, las siguientes: que ese "gesto torpe" no consiste en que el Capitn le meti a Elsa un dedo en el ojo, sino que es un gesto de acercamiento ertico; y por lo tanto que una caricia o un intento de beso puede ser llamado as y valorado como tal; que este eselcaso:peseaqueElsaescapavoluntariamente con un hombre que no es su marido, su moral sexual noadmitequeestehombreintentenisiquieraun "gesto ertico hacia ella (es decir, comparte con el 35autor textual la valoracin tica de Elsa como mujer que no es "fcil" y no est dispuesta a tener actividad sexual extraconyugal, aun si se est escapando de su marido); que las monjas Carmelitas son "hermanas", con toda la valoracin afectiva y religiosa que conno-ta la palabra ("hermanas" del autor textual y tambin suyas, del lector textual, con lo cual ambos sujetos se colocan adentro de la religin catlica). El lector textual es entonces ese recorrido que de-codifca presuposiciones,que se entera de lo que el autor textual decide que se entere, un t no nombra-do que no puede sino medir el mundo desde donde lo mide el yo: es una energa decodifcadora, un iti-nerario de reposicin de todos los blancos de senti-do que el texto no explicita. "Enloqueconciernealreceptor,solamentenos interesaenlamedidaenquehasidotenidoen cuenta por el autor, en la medida en que la obra se orienta hacia l, y en la medida en que el receptor esquiendetermina,desdeelinterior,laestructu-ra." [Voloshinov en Todorov, 1981.]Por supuesto, la orientacin hacia este lector tex-tual no tiene por qu ser tan complaciente como en el ejemplo que acabamos de ver. Las presuposicio-nes que se le obliga a reponer pueden ser escanda-losas,puedenestarenviolentacontradiccincon las hegemnicas o las del sentido comn. Otras ve-ces, se lo puede privar de la posibilidad de compar-tirpresuposicioneselementales,creandounlector textual que slo puede asombrarse, desconcertarse, 36dejarse llevar por el absurdo, etc.5 Las vanguardias de este siglo que termina trabajaron en esta direc-cin con efcacia. El lector textual, esta energa decodifcadora, tam-poco es un individuo semiticamente identifcable hastaquenoseproyectaparcialmenteenunt invocadoporelnarrador,esdecirhastaquenoes planteado como: f- un auditor es fundamentalmente una expresin lingstica,eseltaquienseleenunciaeltexto; puede aparecer ("sabrs, lector, que la marquesa sa-li a las cinco") o estar implcito ("la marquesa sali a las cinco"). A diferencia del lector textual, que es la lgica decodifcadora misma de un texto, el auditor es un elemento ms, una proyeccin parcial del pri-mero(parcial,porqueesaprevistaenergasemi-tica que es el lector textual se manifesta en toda la operacin de lectura, no slo en el momento en que la obra apela con un t a quien se habla). Tambinesteauditorpuedearticularrelaciones diferentesconellectortextual:aveces,elprimero quedaidentifcadocompletamenteconelsegun-do, por ejemplo en una novela de Jose Donoso, Casa de Campo, donde el auditor es invocado numerosas vecesycoincideconlaentidaddelacualelautor textualesperaunesfuerzodedecodifcacinest-tica: "A estas alturas de mi narracin, mis lectores quizsestnpensandoquenoesde`buengusto` 5 Aquel texto de goce que conceba Roland Barthes [1972]casicomounautoparevolucionariatendramucho que ver con esto.37literario que el autor tironee a cada rato la manga del que lee para recordarle su presencia, sembran-doeltextoconcomentariosquenopasandeser informes sobre el transcurso del tiempo o el cambio de escenografa. "Quiero explicar cuanto antes que lo hago con el modestofndeproponeralpblicoqueaceptelo que escribo o digo como un artifcio. Otras veces, el lector textual pensado como estra-tegia de lectura artstica, como conjunto de compe-tencias capaces de reponer blancos de sentido, di-fere claramente de un auditor que forma parte del texto,porejemplocomopersonaje.Asquedacla-ro en las novelas epistolares, o en un cuento como "Carta bajo la Cama", de Silvina Ocampo, donde el auditor Florencio tal vez jams recibe esa carta que laprotagonistaescribeapuntodeserasesinaday que seguramente queda cada bajo la cama; enton-ces, la carta slo tiene sentido si es un relato, si hay unlectortextualquenoesFlorencioyqueseguir una historia de suspenso y terror all donde para el auditor slo parece haber una carta de amor. Otro ejemplo interesante es el relato "Hernn", de Abelardo Castillo, en el que el auditor repetidas veces invocado es un t llamado Hernn a quien se dirige elrelato,ydondelasorpresadellectortextual(pla-neada cuidadosamente por el autor textual) reside en descubrir que narrador y auditor son Hernn, el mis-mo personaje, lo cual dibuja todo el cuento como una confesin donde un narrador adulto purga Su pecado acusando a un auditor que fue el de adolescente. 38"Elpecadomortal",deSilvinaOcampo,tiene unsistemaparecido,aunquenoapuestaalpara una sorpresa fnal sino que lo utiliza ambiguamen-te, como una posibilidad queda an ms potencia afectiva y literaria al hecho narrado. Una narradora sinnombre,queseidentifcacomomujer,sediri-ge a una auditora nia a la cual cuenta en segunda personacmofuevioladaalosochoaos,sufas-cinacin,sucomplicidadysuculpaporesaviola-cin.Laauditorafueviolada,nolanarradora,pero unacantidaddeindiciosambiguospermitenpos-tular al lector textual la posibilidad de que el yo y el t expresados en el cuento sean la misma mujer en diferentesmomentosdesuvida.Lossentidosdel relato se abren a consecuencias ticas, religiosas y flosfcas muy variadas y tensas segn cul se de-cidaqueeslarelacinentrelossujetostextuales narradora y auditora. g- personaje: es la tercera persona, el o los sujetos representados en el texto. Mientras autor y receptor empricos por un lado, autor y lector textuales por el otro y narrador y auditor son entidades correlativas que pueden ordenarse cada vez en circuitos comu-nicativos que van progresivamente transitando de lamaterialidadnosemiticaalamaterialidadse-mitica, el personaje est ubicado en un plano dife-rente, es exclusivamente semitico y ocupa el nivel delenunciado,delactodehabla,nodelaenun-ciacin (del proceso por el que se dice/escribe ese actodehabla).Suprocesodeconstruccin,como vimos, es sumamente complejo y reformula un pro-39ceso vital y fundamental de la humanidad: el de la construccinsocialdelossereshumanos,"otros" de otros que los miran.41VI Autor y personaje: historias de extraos amantes Es necesario subrayar que la relacin entre el yo y el otro es fuertemente valorativa. Mirar no es nun-ca neutro (hay algo verdaderamente neutro en el pensamiento de Bajtn?). La orientacin con que el autorextrapuestomireasuotro-hroeconstruir formasconcretasderepresentarlo:el"piadoso" Eneas respetuosamente narrado por el autor textual delaEneida,EmaBovarycomprendidaperotam-bin compadecida por el de Madame Bovary, el Fa-cundo Tigre de los Llanos, construido con el odio y la fascinacin del seducido autor textual de Facundo, son ejemplos de lo fructfera que es para la literatu-ra esta posibilidad de mirar orientadamente que tie-ne un autor textual sobre su personaje (y, en el caso de Facundo, muestra adems cmo al autor emprico se le puede "ir de las manos", al lanzarse al hecho esttico, este autnomo autor textual que no puede evitar un enamoramiento pasional y violento con el caudillo "salvaje"). El hroe es portador de un con-tenidovital;elautor,delaconclusinestticadel hroe.Tambinpuedenexplicarsedesdeaqude-fectos o desviaciones en la creacin literaria. Bajtn dedica una parte extensa de su trabajo sobre el au-tor y el hroe a pensar que pasa cuando el proceso vivencia-extraposicinnosecumpleplenamente. 42Muestra cmo hay autores que no se despegan del momento de la vivencia y quedan atrapados por su personaje;esosautoresproducenunnarradord-bil, tan identifcado con el l, que no puede decir yo y ser credo. Un ejemplo (que Bajtn no da) suele ser eldelatpicaliteraturaescritaporadolescentes, dondeloconfesionalestanfuertequeelpegoteo delyoautorconsunarradorypersonajeesmuy grande y atenta contra esa capacidad de autonoma y totalidad de una obra de arte. Otro ejemplo, clave para nuestra literatura, es una buena parte de la narrativa de Roberto Arlt. [Druca-roff, en prensa]; el insufciente proceso de extrapo-sicin (por fascinacin del autor con su personaje) produjounnarradoryodefectuosoyporlotanto unhroe,Erdosain,simbitcamenteunidoconl, ademsdeunautortextualquenopuedemanejar estrategiasnarrativasconlafrialdadnecesariay obligaalnarradorarepararbachesargumentales de cualquier manera, contradicindose en los datos que da, etctera. Esquelaextraposicinestticaotorgaalautor unprivilegio:elexcedenteoprivilegiodeconoci-miento y de visin. Sin l, el personaje es incomple-to y defectuoso. Pero existe otra posibilidad: que la extraposicin se produzca y sea aprovechada, como privilegio de conocimiento, por el autor textual, no paraplantearleasupersonajepreguntas,confic-tos, y que estos puedan leerse en su modo de repre-sentarlo, sino para dar sobre l explicaciones dog-mticasycongelantesqueencierrenalpersonaje 43en la pesada y antiartstica tarea de ser ejemplo de unaverdadgeneral.Esoocurre,porejemplo,con los personajes-tipo, a quienes Bajtn dedica una parte de sus refexiones. Qu clase de relacin hroe/au-tor produce un tipo? Una donde ese privilegio de co-nocimiento y visin de un autor prepondera como pesado excedente a la hora de construir (dejar ac-tuar) al hroe. El personaje es un ejemplo didctico devalores,saberesyconviccionesdelautor,est enelfondomuertoparal,elautorlomiracomo un cuerpo estudiado en una autopsia y por lo tanto ese cuerpo inerte no puede ofrecerle nada, ninguna valoracin propia con la que l se enfrente. ParavolveralFacundo:larelacindelautorcon su Tigre est llena de vida, cada acto de su abomi-nado hroe lo fascina y lo horroriza, cada momento de su devenir que l ve completo y terminado- le proponevaloracionescontralasquelreacciona. No es as, en cambio, la relacin del autor de tantos cuentos de Arlt con sus personajes novias. Ellas son previsiblesyarchiconocidasporlamiradaprivi-legiadamenteextrapuestadelautor:superfciales, tontas,quierencasarse,quierencazarmarido,ac-tan dirigidas por una suegra feroz (que a veces se leescapadelamanoaltipologistaautorypasaa ser el momento interesante del relato), son incapa-cesdeentenderlagrandezayeltalentodeljoven rebelde que tienen enfrente, al cual slo ven como posible marido otorgador de alguna posicin social. Encerradas,agobiadasporlaCondenadeser"las novias de Arlt", estas mujeres no viven como perso-44najes, no devienen, nada de lo que les ocurre asom-bra al autor, nada contradice ni por un instante sus convicciones previas.6

El tipo depende funcionalmente de cierto entor-no, es su momento necesario: un entorno socio-his-trico como la dcada del 20 y la pequeo-burgue-sa portea produce fatalmente en la conviccin autoral de los cuentos arltianos muchachas como stas. No slo el autor aprovecha autoritariamente suprimacarespectodelasheronassinoqueles quita independencia del paisaje, las transforma una partemsdelentorno:BuenosAiresdeladcada del20tienelivingspequeoburguesesdoradosy pretenciososconsillones,maloscuadros,bombo-nes y novias.7 Enlaampliagamadeposiblesrelacionesentre autorypersonaje(queporciertoBajtnprofundi-za y no pretendimos agotar con estos comentarios) 6EnunaescenadeQunengaaRogerRabit?,un dibujoanimadoquere-producaeltiporubiafatalhaca humor inteligente con esta condena: Yo no soy mala, lo que pasaesquemedibujaronas.Engeneral,unabuenaparte delhumordelapelculapasaporcontrastaresacrcelti-polgicaconundevenirindependienteyasombrosodelos cartoons:eldulcebeblieroyencantador,porejemplo, dicemalaspalabrasconvoztorva,fumahabanosytocala cola de las mujeres cuando termina de filmar.7No incluimos en esta tipologa a un personaje como Ester Primavera, protagonista de uno de los ms potentes re-latos de la literatura argentina, ni a algunas novias del teatro de Arlt.45hayunaqueinteresparticularmentealterico ruso y que le permiti fundar uno de sus conceptos clave: se trata de una relacin, segn Bajtn, nueva que llega a la novela de la mano de un gran creador, seguramente uno de los ms grandes de la historia: Fedor Dostoievsky. 47VII Djalo Ser Los personajes de Dostoievsky son puntos de vis-ta sobre el mundo [Bajtn, 1968], "idelogos", con-cienciaspensantesyrefexivasobsesionadaspor unaidea,unapregunta,unateora;peroadems son fuerzas actuantes de esas ideas, ellas los mue-ven con una pasin indominable (pensemos en Ras-kolnikov, el moralista asesino; en Shatov, el nacio-nalistaapasionadoconlasupremacareligiosade la madre Rusia; en Kirilov, el suicida por conviccin tica; en Alexei Ivanovich, el lcido jugador que se observa apasionarse por la fuerza del azar; en Sta-vroguin,terroristaporcertezadequeslolavio-lencia es el camino). Ms o menos queribles, ms o menos "equivoca-dos segn la mirada valorativa del autor, ninguno delosgrandespersonajesDostoievskyanospuede ser acusado de mala fe. An los ms terribles tienen una integridad particular (que en estas dcadas f-nales del Siglo XX, cuando se festeja cnicamente el pragmatismo, no se puede dejar de sentir como un toquedegrandeza):suvidaysusconcepcionesse funden a un punto en que las cualidades usuales de ambas se intercambian: lo ideolgico consciente, la asuncindeposicionesfrentealosasuntospbli-cos del mundo, se vuelve algo ntimo y apasionado, personal;lopersonalyprivadosevuelvedesinte-48resadoensmismoysloalserviciodeencarnar esencialmente las ideas. Son sujetos frenticamen-te dispuestos a sacrifcar sus vidas prcticas porque la idea conquist el ncleo profundo de sus perso-nalidadesEnesesentido,podrancompararseconotros frenticos: los hroes de la tragedia (Edipo, que slo actaparacumplirconsupuebloyaveriguarla verdad de la maldicin que pesa sobre Tebas; Ant-gona, que se mueve apasionadamente hacia su ni-co objetivo: hacer respetar la ley divina y enterrar a su hermano). Pero los personajes de Dostoievsky nosontrgicos:silaidea-fuerzatrgicaestpre-viamente determinada en la estructura de la obra, siesunapotenciaimparablequesurgedelams absoluta individualidad totalizada del personaje, la ideadeestosseresdostoievskianosnoviveensus conciencias aisladas y se desarrolla hasta inmolar-los (como en los seres trgicos), sino que se forma, se desarrolla, genera otras ideas a medida en que la obra transcurre y slo al entrar en reales relaciones con ideas de otros, en un fuerte dilogo. Enlospersonajesusualesdelanovelapreviaa Dostoievsky, dice Bajtn, la idea se siente como algo que tiene el personaje, no que el personaje es; est separada de l, es un rasgo que lo caracteriza, pues-to premeditadamente por el autor. En realidad, las ideas son predeterminadas por l, que tiene la pro-pia y puede por ejemplo otorgrsela como rasgo a algunodesushroesyparademostrarlacon-frontarla con otra que atribuye a otro personaje, a 49laquerefutaconloshechosodiscursosquehace decir a su portavoz. Es decir, estos textos tienen un "mensaje": ideas que no estn representadas estti-camente, como totalidades vivas y en movimiento, abiertas al devenir y amorosamente concluidas por la fuerza esttica autoral; estn afrmadas y marcan elpaso,comoprincipiosderepresentacin,deto-das las dems concepciones y formas compositivas de la obra en general. Las concepciones que el autor ataca tampoco estn representadas sino negadas. Las que le son indiferentes son simplemente rasgos con que caracteriza a un personaje?8 En sntesis: por sobre el concierto de voces de los personajes, se escucha una sola voz en todas estas 8Esnotablelatendenciadelcineargentinoaeste tipodeconstruccinesttica:manquehayexcepcionesim-portantes,esfrecuentequeelmensajedelfilmestcla-ramentepronunciadoporunoovariospersonajesy,sobre todo, que los personajes sean fundamentalmente portavoces deideologasconcretassobretodaslascualesseescucha, con frrea unidad, la ideologa del film. Desde este principio constructivo es difcil que el arte mantenga su potencia cues-tionadora. ms bien tiende a la trivializacin del problema. Es curioso cmo pelculas que intentan honestamente bregar por causas libertarias, opuestas a los valores del sistema so-cial,proponenunaestructuraideolgicadondepredomina unasolavozy,desdelaideologaquepostulasuforma. terminandeshaciendolapotenciasubversivadelostemas quetratan.Encambio.unaobracomoTiempoderevancha, de Aristarin. que aportaba preguntas antes que respuestas,. conflictos ideolgicos antes que soluciones sociales. fue acu-sada de reaccionaria y derrotada.50novelas, la del autor. Se trata de una obra monofni-ca. 9 Dostoievsky, en cambio, es el creador de la nove-lapolifnica:unanoveladonderesuenanmltiples voces como iguales, donde todos los personajes ha-blan por su cuenta y donde la voz del autor, muchas veces identifcable, no es ms que uno de los instru-mentos (a veces incluso el menos convincente) que compone la orquesta.Qumodos de relacin entre autor y personaje supone este resultado artstico? Cul es el proceso esttico que ha permitido la aparicin de este nue-vo tipo de personaje literario? Antes de la obra de Dostoievsky, dice Bajtin, ex-presarelmundonicodelaconcienciadelautor textua110 que se manifestaba en ese excedente de visinyvaloracindelquehablamos--eraelfn nico de la novela. La originalidad del autor de Cri-men y Castigo es volver a ese fn antes exclusivo tan slo una parte de los fnes de la obra. Es como si el autorutilizarasusoberanopoderdecerrarvalo-rativamente a sus otros creados precisamente para renunciar a l, para representarlos valga la para-9 De todos modos, aunque no siempre Bajtn lo admita, la idea de un texto donde el sentido se imponga de un modo absolutamenmteautoritarioesimposible,contradiceplena-mente la teora bajtiniana; ampliaremos esto en el prximo captulo, pero sealemos que la obra monofnica no es aque-lla que logra la monofona sino ms bien la que tiene como programa esttico ahogarla polifona.10 En lo que queda del captulo nos referiremos exclu-sivamente al autor textual.51dojatotalizadamentecomoinacabados,abiertos aldevenir,capacesdehablarporsucuentaysor-prender cualquiera de las posturas valorativas au-torales. El autor no se queda pegado a sus concien-cias al vivenciarlas, ni las detiene al extraponerse: se extrapone para asomarse a ellas y mirarlas ser. Plantearseelpersonajecomounpuntodevista plenoeindependientedelautorexigeastedes-cubrirotrosmtodosdecaracterizacinartstica: loqueahoraserepresentaliterariamentenoesel modo de ser del personaje como un todo valorado, sinoelltimoresultadoopasodesuconcienciay autoconciencia, su ltima palabra sobre s mismo y sobre el mundo. Es decir: se lo representa en deve-nir, inacabado y accionando sobre su entorno, pero al mismo tiempo se lo representa desde afuera, to-talizado. Se lo describe con rasgos que la conciencia autoral elige, decide: ella no renuncia a ser la estra-tegia de la representacin; pero los rasgos que elige noestnenfuncindesuvaloracinfnaldelser creado, sino de la conciencia de s mismo que tiene el personaje. Esto implica la simbiosis vivencial, el "pegoteo" autor-personaje que hemos descripto como desvia-cinenelpargrafoanterior?No:elpersonajesi-gue siendo un otro completamente independiente. Ms bien implica que ese excedente cognoscitivo y valorativo que el autor posee es utilizado con algo que bien puede llamarse amor, en el sentido ms ge-neroso y profundo del trmino: amor como respeto pleno por quin es el otro, amor que usa su fuerza 52para cerrar, totalizar al otro, pero renuncia a ence-rrarloydominarlo.Elautorconstruyeasuhroe como ya hemos visto, mas desde su movimiento de extraposicinlomiraamorosamente,otorgndole lalibertad:elautorconstruyeasuhroenoslo como a un otro sino como a un otro con los mismos derechos que l: a un otro que tambin puede ser au-tor.BajtndicequelospersonajesdeDostoievsky son autorales: el autor les ha dado la palabra y ellos tambintotalizanycompletanelmundodesus otros,losdemspersonajes,losescuchanhablar, tomanposicionesfrenteaellos,losvaloran;ellos tambinsedesenvuelvencomoartistascreadores, son "autoconciencias". Dice Bajtn (ms de 30 aos antes que Benveniste): "La autoconciencia, como elemento dominante de la construccin del personaje, requiere la creacin de una atmsfera artstica tal que permita a su pa-labra revelarse y autoclarifcarse. Ningn elemento de una atmsfera as puede ser neutral: todo debe tocar al personaje en vivo, provocarlo, estimularlo incluso hasta polemizar con el e irritarlo, todo debe serdirigidohaciaelpersonaje,tododebesersen-tidocomopalabraacercadeunoqueestpresente,y no palabra que se refere a un ausente, como palabra de segunda y no de tercera pertsona." [Bajtn, ib. Traduc-cin de ED. Primera bastardilla del autor.] Esdecir:sienlarelacinentreunyoyuntel primeroimponasusubjetividadalsegundo,sien el movimiento de vivencia el yo se zambullaen un tyconseguamirardesdel(comosilfuerasu 53yo),sienelmovimientodeextraposicinelyovi-venciante se separaba de ese t que se haba vuelto yoylomirabadesdeafuera(totalizndolovalora-tivamente,completndoloparahacerell),ahora hay una vuelta ms de tuerca: la totalizacin del l es tan respetuosa (tan generosa), que sin renunciar a su propio plus cognoscitivo y valorativo, a su jui-cioticoinclusonegativoodespectivo,consigue mirarlo sin olvidar que ese l es tambin un t: una persona, uno capaz de hablar, replicar, devenir, de-fenderse, uno capaz de ser yo. ParaBajtn,lospersonajesdelapolifnicano-veladostoievskianaestnatravesados,comodira Lukacs, por la paradoja de ser totalizados como in-completos. El autor los totaliza como internamente infnitos, abiertos al mundo, porque una conciencia est siempre siendo y no se percibe a s misma como cerrada. A1 mismo tiempo, esta conciencia esta re-presentada,noexpresada,porquenoseconfunde con la del autor, no se transforma en su portavoz. No importa si el autor comparte la idea de su hroe o si la considera execrable, no importa si le repugna o la admira: lo que l mira, ese otro, es un humano, est vivo, y tiene un derecho inalienable: Ser. El derecho a ser, en la obra de Mijail Bajtn, es el derecho a hacer or la voz. 55INDICE IYo T l.........................................5 II La mirada esttica es la mirada del Otro ...............................13 III Un continuador de Lukacs? ................19 IV En el tiempo de la marquesa ................23 V Los Sujetos textuales: un modo de organizarlos para poder pensarlos ...... 29 VI Autor y personaje: historias de extraos amantes ............41 VII Djalo Ser .............................................47Se termin de imprimir en el mes de octubre de 2012, en Resistencia Chaco, Argentina.Edicin [email protected]