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3
ÍNDICE
Biografía ……………………………………………………. p.4.
Elie Wiesel, Cómo trabajo ……………………………………… p.11.
Elie Wiesel, Por qué escribo ……………………………………. p. 13.
Elie Wiesel, Epifanías ………..………………………….………. p. 20.
Josh Rogin, Elie Wiesel, ¿Por qué Assad sigue en el poder? . p. 22.
Carlo Wolf, Wiesel, las lecciones del Holocausto nunca se olvidarán
……………………………………………………………….. p. 26.
Frances Brent, La dicotomía compulsiva de Elie Wiesel….... p. 30.
Elie Wiesel, Esperanza, desesperación y memoria …………. p. 39.
Elie Wiesel: Sobre Jerusalén, al presidente Obama .……….. p. 49.
Elie Wiesel, Una muerte merecida ……………...…………... p. 52.
Oprah y Elie Wiesel: a corazón abierto ………….………….. p.54.
Gary Henry, Historia y silencio: transcendencia en el trabajo de
Wiesel ................................................................................... p.76.
Bibliografía de Elie Wiesel en castellano ……..………..…… p. 96.
5
Elieser (Elie) Wiesel nació en
Sighet -FOTO-, Rumanía
(entonces Hungría) el 30 de
septiembre de 1928. Desde
1640 había una comunidad
judía allí, cuando huyó de los
pogromos en Ucrania.
Su abuelo materno, Reb Dodye Feig, era un
judío jasídico devoto cuya influencia en Wiesel
era profunda. Sin embargo, su padre Shlomo -
FOTO-, que dirigía una tienda de comestibles,
aunque también religioso, era considerado
como un judío emancipado, abierto a los
acontecimientos del mundo. Insistió en que su
hijo estudiara el hebreo moderno también,
para que pudiera leer las obras de escritores
contemporáneos. En casa de los Wiesel se
hablaba principalmente yiddish, pero también
alemán, húngaro y rumano. Elie tendrá tres
hermanas.
La vida de los Wiesel cambió trágicamente en
1943, cuando Alemania decidió que los judíos de
las naciones del Eje en Europa Oriental -
Rumania, Hungría y Bulgaria- debían compartir
el destino del resto de judíos europeos y ser
asesinados en los campos de la muerte. El abuelo
fue el primero en ser deportado aquel año. Al
siguiente, la familia Wiesel entera fue deportada
a Auschwitz. Sólo Elie y dos hermanas mayores
sobrevivieron. –EN LA FOTO ELIE CON SU
MADRE Y HERMANA PEQUEÑA TZIPORA-
6
Foto de los prisioneros de Buchenwald tras la liberación (16 abril 1945). En el círculo rojo
el preso identificado como Elie Wiesel, con 16 años (fuente: USHMM).
Foto de los supervivientes de Buchenwald saliendo del campo tras la liberación (27 abril
1945). El Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos (USHMM) identificó a la
persona del círculo como Wiesel. La Fundación Elie Wiesel lo desmintió (Fuente:
https://furtherglory.wordpress.com/2012/page/17/).
7
Camino de Sudamérica como
corresponsal, Elie escribe unas
memorias de casi 900 páginas.
Finalmente las resume y transforma en
La noche (La nuit, en francés, 1955), que
al ser traducido al inglés en 1960 es un
éxito de ventas internacional, siendo
traducida a treinta idiomas, vendiendo
más de diez millones de copias, siete sólo
en Estados Unidos.
Tras la guerra, Elie fue enviado a Francia
para estudiar como parte de un grupo de
niños judíos huérfanos. Allí le dieron una
opción: estudios seculares o religiosos. Elie
decide ir a París y aprender literatura,
filosofía y psicología en la Sorbona. Después
se coloca como periodista para periódicos
franceses e israelíes de poca tirada y como
traductor de hebreo. Conoce al escritor
católico francés Francois Mauriac -FOTO-,
que le incita a escribir sobre su experiencia.
Como resultado de la publicación de su
fotografía en un periódico francés, sus dos
hermanas mayores, que habían sobrevivido
a los campamentos, pudieron contactar con
él.
En 1956 es designado corresponsal del
periódico israelí Yediot Ahronot. Allí fue
atropellado por un taxi mientras cruzaba
una calle y fue hospitalizado de gravedad
durante meses. Al ser apátrida, pues no
podía viajar a Francia para renovar su
pasaporte, se encontró como residente ilegal
en Estados Unidos. En 1961 consiguió el
visado norteamericano. Como curiosidad,
años después, su amigo Francois Mitterand
se convirtió en presidente de Francia y le
ofreció la nacionalidad francesa.
8
En 1978 es nombrado presidente de la
Comisión Presidencial sobre el
Holocausto, que recomendó la creación
de un día nacional de recuerdo y del
Museo Memorial del Holocausto de
Estados Unidos. Después fue designado
Profesor Visitante en Humanidades y
Pensamiento Social en la Universidad de
Yale (1982-83)
Elie compagina su labor de profesor con la
de escritor y ensayista. La mayoría de los
40 libros que ha escrito exploran el tema
que la memoria y la religiosidad. En
conferencias, artículos, viajes y
encabezando iniciativas se convirtió en un
firme defensor de la memoria del
Holocausto y los derechos humanos -en las
dictaduras sudamericanas, con los judíos
de la ex Unión Soviética, contra los
genocidios posteriores de Ruanda, Bosnia,
Kosovo-, reconociéndose esta labor con el
Premio Nobel de la Paz de 1986 -FOTO-.
Premio que le hizo crear, junto a su mujer
Marion, la Fundación Elie Wiesel para la
Humanidad.
Establecido en Nueva York, se casa con
Marion Erster Rose -FOTO- en 1968,
de quien tendrá a su único hijo, Shlomo
Elisha, como el padre de Elie. En 1972
es nombrado profesor de Estudios
Judíos en el City College de Nueva
York. En 1976 ocupó la prestigiosa
Cátedra Mellon en Humanidades
(Universidad de Boston)
9
Wiesel también ha estado envuelto en
algunas polémicas según iba siendo una
figura destacada en los campos de la
memoria y los derechos humanos. Desde
muchos foros revisionistas o antisemitas
cuestionaron su condición de superviviente
del Holocausto -FOTOS-. No menos
encendida ha sido la vehemencia en
defender la política del Estado de Israel
respecto a los palestinos, con igual ardor
que su defensa de la justicia en guerras y
genocidios a lo largo del mundo. Su
polémica con Obama por criticar éste los
nuevos asentamientos de colonos fue un
ejemplo. En 2007 Wiesel fue atacado por un
negacionista del Holocausto en San
Francisco, pero no fue herido. Un año
después, la Fundación Elie Wiesel perdía
casi todos sus activos, 15 millones de
dólares, estafada por Bernie Madoff. La
fundación se recuperó gracias a los
donativos de miles de personas que
contribuyeron a socorrerla mediante
aportaciones voluntarias.
En 2009 visitó el campo de Buchenwald
junto a Obama y Angela Merkel y ese
mismo año retornó por primera vez en su
vida a Hungría, su tierra natal, donde
denunció la deriva antisemita del gobierno.
En 2011 Wiesel era operado a corazón
abierto de urgencia, recuperándose meses
después. En 2012 se vio envuelto en otra
polémica con el fallido candidato
presidencial por los republicanos, Mitt
Romney, cuando éste defendió el bautizo
póstumo para judíos ya fallecidos que no
habían mostrado esa voluntad expresa.
El 2 de julio de 2016 fallecía en su casa de
Manhattan, a la edad de 87 años.
11
Cómo trabajo1
Elie Wiesel
No duermo mucho, cuatro
horas por la noche. Me
levanto muy temprano por la
mañana, a eso de las 5.
Trabajo cuatro horas, suele
ser en mi obra de ficción,
después preparo mi otro
trabajo, que es no ficción.
Siempre escribo
simultáneamente, ficción y no ficción, luego tengo reuniones y viajes Me
encantan los conciertos, la música de hoy De vez en cuando voy al teatro, pero la
música es mi vida. Cuando escribo necesito música de un tipo muy especial. No
debe ser sinfónica porque no puedo concentrarme con esa música, pero la de
cámara, la coral o los requiems, son mis composiciones favoritas. Me gusta
reunirme con los amigos y reírme con ellos. Recordar y por supuesto pasar
tiempo con la familia, con mi hijo mi esposa, lo que hoy se llama “tiempo de
calidad”.
Escribo cada libro tres veces, la primera vez que lo acabo de escribir sin
leerlo, sólo me adelanto. Si tengo la primera frase, eso significa que tengo la
primera página, luego el libro va sin problemas. Me lleva semanas encontrar la
1 Artículo disponible en http://www.pbs.org/eliewiesel/life/work.html (consultado 25-2-2017).
12
primera frase, así que mi papelera está llena todos los días. Después de terminar
el primer borrador, lo guardo en un cajón y espero unos meses. Escribo un
segundo borrador, espero unos meses y luego un tercer borrador, que siempre se
hace más y más pequeño. Mi pasión es resumir, condensar. Creo que si pudiera,
escribiría una novela sin capítulos. El capítulo sale si tiene una página que puede
salir. El capítulo es bueno si se puede prescindir de una página, lo que significa
que la parte innecesaria siempre debe desaparecer.
Entonces creo que incluso aquellas páginas que no incluyo se quedan, son el
silencio que me gustaría introducir en cada libro, porque creo que en mis libros
tiene peso este silencio, tanto como el de las palabras.
13
Por qué escribo: haciendo que un no se
convierta en un sí2
Elie Wiesel
¿Por qué escribo? Tal vez
con el fin de no volverme
loco. O, por el contrario,
llegar al fondo de la
locura. Al igual que
Samuel Beckett, el
sobreviviente se expresa
"en desesperación de la
causa". Hablando de la soledad del superviviente, el gran poeta y pensador
yíddish y hebreo Aaron Zeitlin se dirige a aquellos -su padre, su hermano, sus
amigos- que han muerto y le han dejado: "Me has abandonado", les dice.
"Ustedes están juntos, sin mí. Estoy aquí, solo. Yo fabrico palabras”. Yo
también, como él. También digo palabras, escribo palabras, a regañadientes. Hay
ocupaciones más fáciles, mucho más agradables. Pero para el superviviente,
escribir no es una profesión, sino una ocupación, un deber. Camus lo llama "un
honor." Como él dice: "Entré en la literatura por medio de la adoración". Otros
2 Capítulo del libro de Elie Wiesel, Paroles d’etranger (1982). Disponible en inglés en
http://www.rjuhsd.us/cms/lib05/CA01001478/Centricity/Domain/351/Why%20I%20Write%20Eli
e%20Wiesel.pdf (consultado el 25-2-2017).
14
escritores han dicho que lo hicieron a través de la ira, del amor. Hablando por mí
mismo, diría, a través del silencio. Fue al buscar, al sondear el silencio, que
comencé a descubrir los peligros y el poder de la palabra. Nunca quise ser
filósofo, ni teólogo. El único papel que buscaba era el de testigo. Creía que,
habiendo sobrevivido por casualidad, tenía el deber de dar sentido a mi
supervivencia, justificar cada momento de mi vida. Sabía que la historia tenía
que contarse. No transmitir una experiencia es traicionarla. Esto es lo que nos
enseña la tradición judía. Pero ¿Cómo hacer esto? "Cuando Israel está en el
exilio, así es la palabra", dice el Zohar3. La palabra ha abandonado el significado
que se pretendía transmitir, es imposible hacerla coincidir. El desplazamiento, el
cambio, es irrevocable. Esto nunca fue más cierto que justo después de aquello.
Sabíamos que jamás podríamos decir lo que había que decir, que nunca
podríamos expresar con palabras, coherentes e inteligibles, nuestra experiencia
de la locura en una escala absoluta.
El caminar a través de la noche llameante, el silencio antes y después de la
selección, la oración monótona de los condenados, el Kaddish de los
moribundos, el miedo y el hambre de los enfermos, la vergüenza y el
sufrimiento, los ojos embrujados. Pensé que nunca podría hablar de ellos. Todas
las palabras parecían inadecuadas, gastadas, necias, sin vida, mientras que yo
quería que fueran abrasadoras. ¿Dónde iba a descubrir un nuevo vocabulario, un
lenguaje primitivo? El lenguaje de la noche no era humano, era un grito
primitivo, casi ronco de animal, gritos, gemidos apagados, aullidos salvajes, el
sonido de la paliza. Un bruto golpea salvajemente, un cuerpo cae. Un oficial alza
3 Libro central de la corriente cabalística escrito por Shimon bar Yojai en el siglo II.
15
su brazo y toda una comunidad camina hacia una fosa común. Un soldado se
encoge de hombros y mil familias se desgarran, para ser reunidas sólo por la
muerte. Este era el lenguaje del campo de concentración. Negaba otro lenguaje y
tomaba su lugar. Más que enlace, se convirtió en muro. ¿Podría ser superado?
¿Podría el lector ser llevado al otro lado? Sabía que la respuesta era negativa, y
sin embargo sabía que "no" tenía que llegar a ser "sí". Era el último deseo de los
muertos. El miedo al olvido sigue siendo la principal obsesión de todos los que
han pasado por el universo de los condenados. El enemigo contaba con la
incredulidad y el olvido de la gente. ¿Cómo podría uno frustrar esta trama? Si la
memoria se volvía hueca, vacía de sustancia, ¿qué pasaría con todo lo que
habíamos acumulado en el camino? Recuerda, dijo el padre a su hijo, y el hijo a
su amigo. Recoge los nombres, las caras, las lágrimas. "Si por algún milagro
emerjo vivo, dedicaré mi vida a testificar en favor de aquellos cuya sombra caerá
sobre la mía por los siglos de los siglos". Es por eso que escribo ciertas cosas en
lugar de otras. Permanezco fiel.
Por supuesto, hay momentos de duda para el superviviente, momentos en
los que uno se rinde a la debilidad o anhela consuelo. Oigo una voz dentro de mí
diciéndome que deje de llorar el pasado. También quiero cantar al amor y su
magia. También quiero celebrar el sol y el amanecer que lo anuncia. Me gustaría
gritar en voz alta: "¡Escucha, escucha bien! Yo también soy capaz de ganar,
¿oyes? Yo también estoy abierto a la risa y la alegría! Quiero andar con la
cabeza bien alta, sin vigilancia ni tener que señalar los nubarrones que hay en el
horizonte, sin tener que manipular los hechos para ocultar su trágica fealdad.
Para un hombre ciego de nacimiento, Dios mismo es ciego, pero mira, yo veo,
no soy ciego. Uno se siente gritando, pero el grito cambia a un murmullo. Uno
16
debe hacer una elección, debe permanecer fiel. Es una gran palabra, lo sé. Sin
embargo, la uso porque me conviene. Después de haber escrito las cosas que he
escrito, siento que ya no puedo permitirme jugar con las palabras. Si digo que el
escritor que hay en mí quiere permanecer leal, es porque es verdad. Este
sentimiento mueve a todos los supervivientes. No le deben nada a nadie, pero
todo a los muertos. Les debo mis raíces, mi memoria. Tengo el deber de servir
como su emisario, transmitiendo la historia de su desaparición, incluso si
perturba, aunque traiga dolor. No hacerlo sería traicionarlos. Como soy incapaz
de comunicar su grito gritando, simplemente los miro y escribo. Mientras
escribo, les pregunto. Creo que lo he dicho antes, en otra parte.
Escribo para entender, tanto como para ser entendido. ¿Tendré éxito un día?
Dondequiera que uno comience, alcanza la oscuridad. ¿Dios? Él sigue siendo el
Dios de las tinieblas. ¿Hombre? La fuente de la oscuridad. La burla de los
asesinos, las lágrimas de sus víctimas, la indiferencia de los espectadores, su
complicidad y complacencia, el papel divino en todo lo que no entiendo. Un
millón de niños masacrados, nunca lo entenderé. Los niños judíos atormentan
mis escritos. Los veo una y otra vez. Siempre los veré. Acosados, humillados,
doblados como los ancianos que los rodean para protegerlos, incapaces de
hacerlo. Tienen sed, los niños, y no hay nadie que les dé agua. Tienen hambre,
pero no hay nadie que les dé una corteza de pan. Tienen miedo, y no hay nadie
que los tranquilice. Caminan en medio de las carreteras, los vagabundos. Están
camino a la estación y nunca volverán. En vagones sellados, sin aire ni comida,
viajan hacia otro mundo. Adivinan adónde van, lo saben y callan. Pensativos,
escuchan el viento, la llamada de la muerte en la distancia. Todos estos niños,
estos ancianos, los veo. Nunca dejo de verlos. Pertenezco a ellos. Pero ellos, ¿a
17
quién pertenecen? La gente tiende a pensar que un asesino es débil cuando se
enfrenta a un niño. El niño despierta la humanidad perdida del asesino. Ya no
puede matar al niño dentro de él. Pero con nosotros sucedió de otra manera.
Nuestros hijos judíos no tenían ningún efecto sobre los asesinos. Ni en el mundo.
Ni a Dios. Pienso en ellos, pienso en su niñez. Su infancia es una pequeña
ciudad judía y esta ciudad ya no existe. Me asustan, reflejan una imagen de mí
mismo que persigo y de la que huyo al mismo tiempo -la imagen de un
adolescente judío que no tenía miedo, sino el temor de Dios, cuya fe era entera,
reconfortante y no marcada por la ansiedad-. No entiendo. Y si escribo, es para
advertir a los lectores que tampoco lo entenderán. "No entenderás, no
entenderás", fueron las palabras que se oyeron por todas partes durante el
reinado de la noche. Sólo puedo hacerme eco. Usted, que nunca vivió bajo un
cielo de sangre, nunca sabrá cómo era. Incluso si lees todos los libros escritos,
incluso si escuchas todos los testimonios, permanecerás a este lado del muro,
verás la agonía y muerte de un pueblo de lejos, a través de la pantalla de un
recuerdo que no es el tuyo. ¿Una admisión de impotencia y culpa? No lo sé.
Todo lo que sé es que Treblinka y Auschwitz no pueden ser entendidos y, sin
embargo, lo he intentado. Dios sabe que lo he intentado. ¿Lo he intentado
mucho? Entre unos veinticinco libros, sólo tres o cuatro penetran en el reino
fantasmagórico de los muertos. En mis otros libros he tratado de seguir otros
caminos porque es peligroso permanecer entre los muertos, se aferran a ti y
corres el riesgo de hablar sólo con ellos. Así me he forzado a apartarme de ellos
y a estudiar otros períodos, explorar otros destinos y enseñar otros cuentos: la
Biblia y el Talmud, el jasídismo y su fervor, el shtetl y sus canciones, Jerusalén
y sus ecos, los judíos rusos y su angustia, despertar, coraje. A veces, me ha
18
parecido que estaba hablando de otras cosas con el único propósito de mantener
lo esencial, callar mi experiencia personal. A veces me he preguntado: ¿Y si me
equivocaba? Tal vez no debería haber escuchado mi propio consejo y quedarme
en mi mundo con los muertos. Pero entonces, no los he olvidado. Tienen su
lugar incluso en las obras sobre los líderes jasídicos Ruzhany y Korets, o sobre
Jerusalén. Incluso en mis relatos bíblicos y midrásicos, persigo su presencia,
muda e inmóvil. La presencia de los muertos es tan tangible que afecta incluso a
los personajes más acabados. Así aparecen en el Monte Moriá, donde Abraham
casi sacrifica a su hijo, un holocausto a su Dios común. Aparecen en el Monte
Nebo, donde Moisés entra en la soledad y la muerte. Aparecen en las leyendas
jasídicas y talmúdicas en las que las víctimas necesitan para siempre defenderse
contra las fuerzas que los aplastan. Técnicamente, por así decirlo, por supuesto
están en otra parte, en el tiempo y el espacio, pero en un plano más profundo, los
muertos son parte de cada historia, de cada escena. "Pero, ¿cuál es la
conexión?", Preguntarás. Créeme, hay una. Después de Auschwitz, todo nos trae
de vuelta a Auschwitz. Cuando hablo de Abraham, Isaac y Jacob, cuando invoco
al rabino Yohanan ben Zakkai y al rabino Akiba, es mejor entenderlos a la luz de
Auschwitz. En cuanto al Maguid de Mezritch y sus discípulos, es para encontrar
a sus seguidores que reconstruyo su universo hechizado. Me gusta imaginarlos
vivos, exuberantes, celebrando la vida y la esperanza. Su felicidad es tan
necesaria para mí, como lo fue una vez para ellos mismos. Y, sin embargo,
¿cómo mantuvieron intacta su fe? ¿Cómo lograron cantar mientras iban al
encuentro del Ángel de la Muerte? Conozco a los jasidim que nunca vacilaron,
respeto su fuerza. Conozco a otros que eligieron la rebelión, la protesta, la rabia.
Respeto su coraje. Porque viene un tiempo en que sólo aquellos que no creen en
19
Dios no clamarán a él en ira y angustia. No juzgué a ninguno de los dos grupos.
Los héroes perecieron como mártires, los mártires murieron como héroes.
¿Quién se atrevería a oponer a los cuchillos las oraciones? La fe de algunos
importa tanto como la fuerza de otros. No es nuestro deber juzgar, es sólo contar
la historia. Pero, ¿por dónde empezar? ¿A quién incluir? Uno se encuentra con
un jasidim en todas mis novelas. Y un niño. Y un viejo. Y un mendigo. Y un
loco. Todos son parte de mi paisaje interior. ¿La razón? Perseguidos por los
asesinos, les ofrezco refugio. El enemigo quería crear una sociedad purgada de
su presencia y he traído a algunos de ellos de vuelta. El mundo les negó, les
repudió, así que los dejé vivir por lo menos dentro de los sueños febriles de mis
personajes.
Es para ellos que escribo y, sin embargo, el superviviente puede
experimentar remordimiento. Ha tratado de dar testimonio, todo fue en vano.
Después de la liberación, teníamos ilusiones. Estábamos convencidos de que un
nuevo mundo sería construido sobre las ruinas de Europa. Una nueva
civilización vería la luz. No más guerras, ni más odio, intolerancia, fanatismo.
Todo porque los testigos hablarían. Lo hicieron en vano. La voluntad de hablar
continuará, porque no pueden hacer otra cosa. Cuando el hombre, en su dolor,
calla, dice Goethe, entonces Dios le da la fuerza para cantar esos dolores. A
partir de ese momento, puede que ya no cante, o si lo hace ser escuchado o no.
Lo que importa es luchar contra el silencio con las palabras. Reunir una sonrisa
aquí y allá, una lágrima aquí y allá, una palabra aquí y allá y así justificar la fe
depositada en ti, hace mucho tiempo, por tantas víctimas. ¿Por qué escribo? Para
arrancar a esas víctimas del olvido, para ayudar a los muertos a vencer a la
muerte (Traducido del francés por Rosette C. Lamont).
20
Epifanías: Elie Wiesel4
Brad Amburn
El mejor consejo que he recibido
es aprender. Aprender de los
libros, aprender de la gente,
aprender de los peligros,
aprender de los mendigos.
NO ENTIENDO A LOS
CHINOS, REALMENTE. Dije a
las autoridades chinas que vinieron a verme: "No os entiendo." China es un gran
imperio, la nación más grande del mundo y el Tíbet es tan pequeño. ¿Por qué
deberían preocuparse por lo que está sucediendo allí? Es irracional.
CUANDO LA GUERRA COMENZÓ en 1939, recuerdo que no significaba
mucho para mí -yo tenía 10 años o menos-. Sabía que iba a haber guerra en
Polonia, pero no era mi país. Sólo cuando la gente empezó a cruzar las fronteras
a mi pueblo, la guerra empezó a asumir el rostro de estos pobres, desamparados,
errantes seres humanos. Éramos víctimas no sólo de los asesinos, sino también
de la indiferencia de las buenas personas en el mundo, que de alguna manera no
4 Artículo de Foreign Policy, 7 octubre 2009. Disponible en
http://foreignpolicy.com/2009/10/07/epiphanies-elie-wiesel/ (consultado el 25-2-2017).
21
prestaban atención a nuestra difícil situación.
EL PODER PUEDE SER BRUTAL, puede ser delicado. El poder puede
destruir, puede sanar. Depende de lo que hagas con él. Creo en el poder de la
poesía y, sin embargo, en esos lugares de maldición, un simple soldado tuvo el
poder de matar a mil poetas sin problemas. La memoria es lo que hace articular
la vida. Es cierto que una vez que el último superviviente [del Holocausto] haya
desaparecido, habrá un cambio en la historia. Pero creo que cualquiera que
escucha a un testigo se convierte en un testigo. Lo que hoy me traiciona es el
fanatismo. Un fanático es alguien que no escucha nada, excepto sus propias
ideas. Un fanático nunca tiene preguntas, sólo respuestas.
ME GUSTARÍA ser recordado como un maestro y un testigo.
22
Elie Wiesel: ¿Por qué Assad sigue en el
poder?5
Josh Rogin
En un discurso presentado hoy por el
presidente estadounidense, Barack
Obama, el ganador del Premio Nobel de
la Paz y superviviente del Holocausto,
Elie Wiesel, pidió al mundo que
aprenda las lecciones del mismo y evite
que el presidente sirio Bashar al-Assad
cometa atrocidades contra civiles.
En una ceremonia en el Museo del Holocausto de Washington, Wiesel
comparó a Assad y al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad con los villanos
que perpetraron el asesinato de millones de civiles inocentes durante la Segunda
Guerra Mundial. Preguntó por qué Estados Unidos y la comunidad internacional
no hicieron más para detener ese derramamiento de sangre. Luego comparó la
inacción del mundo con su fracaso para detener a Assad y Ahmadinejad ahora.
La mayor tragedia de la historia podría haber sido evitada si el mundo
civilizado hubiera hablado, tomado medidas en 1939, 40, 41, 42. Con cada
5 Artículo a raíz del inicio de la revuelta en Siria para Foreign Policy, 23 abril 2012 disponible en
http://foreignpolicy.com/2012/04/23/elie-wiesel-why-is-assad-still-in-power/ (consultado el 25-2-
2017).
23
acción, en Berlín, Gobbels y los demás querían conocer sería la reacción en
Washington, Londres y Roma. No hubo reacción, por lo que pensaron que
podrían continuar, dijo Wiesel.
"Así que en este lugar podemos preguntar: ¿hemos aprendido algo de ello?
Si es así, ¿cómo es que Assad todavía está en el poder? ¿Cómo es que el
negacionista del Holocausto número 1 Ahmadinejad sigue siendo presidente?
Quiere armas nucleares para destruir el Estado judío".
"¿No hemos aprendido? Debemos saber que el mal tiene poder, es
demasiado tarde", dijo. "Las medidas preventivas son importantes, debemos usar
esas medidas para evitar otra catástrofe y cuando otras comunidades están
amenazadas por alguien, no debemos permitir que hagan lo que quieren hacer".
El discurso de Wiesel recuerda a otro discurso que hizo en el Museo del
Holocausto en 1993, en la apertura del complejo, cuando pidió al entonces
presidente Bill Clinton que tomara medidas para detener las atrocidades contra
civiles en Bosnia. Del mismo modo, ese discurso se produjo en un momento en
que la administración Clinton se resistía a enredarse en una guerra civil
extranjera, pero estaba bajo una creciente presión para intervenir. "Señor
Presidente, puedo decirle algo", dijo Wiesel a Clinton. "Yo he estado en la ex
Yugoslavia el otoño pasado, no puedo dormir desde entonces por lo que he visto,
como judío estoy diciendo que debemos hacer algo para detener el
derramamiento de sangre en ese país La gente lucha entre sí y los niños mueren
¿Por qué? Algo, hay que hacer algo”.
En sus propias declaraciones, Obama elogió el hecho de que su
administración determinó que la prevención de atrocidades masivas era un
interés de seguridad nacional de Estados Unidos y enumeró varios cambios
24
burocráticos que el gobierno estaba haciendo para abordar el problema. Su junta
directiva para examinar el problema se reúne hoy por primera vez. Obama
recordó los esfuerzos de su administración en Sudán del Sur, Costa de Marfil,
Libia y Uganda, prometiendo extender el limitado despliegue de asesores
militares estadounidenses para ayudar a terminar con los restos del Ejército de
Resistencia del Señor6. Pero Obama dijo que los gobiernos no son totalmente
responsables de prevenir las atrocidades masivas.
"Ustedes no sólo cuentan con funcionarios, no sólo cuentan con los
gobiernos, sino que también cuentan con personas, movilizando su conciencia",
dijo Obama. "Nunca más" es un reto para las naciones, es una amarga verdad:
Demasiado a menudo el mundo no ha conseguido detener la matanza de
inocentes en una escala masiva y estamos atormentados por las atrocidades que
no nos detuvimos y las vidas que no hicimos salvar."
Cuando Obama habló de Siria, dijo que Estados Unidos continuaría
aumentando la presión diplomática, política y económica sobre el régimen de
Assad, pero dijo que el compromiso de Estados Unidos de acabar con las
atrocidades "no significa que intervengamos militarmente cada vez que haya una
injusticia en el mundo . "
"El pueblo sirio no ha renunciado, por lo que no podemos rendirnos, así que
con los socios y aliados seguiremos aumentando la presión para que los que se
queden con Assad sepan que están haciendo una apuesta perdedora".
6 El Ejército de Resistencia del Señor (ERS), conocido internacionalmente por sus siglas en
inglés LRA (Lord's Resistance Army), es una organización extremista cristiana que opera
principalmente en el norte de Uganda combatiendo contra el gobierno de dicho país. Su líder es
el fanático Joseph Kony.
25
Obama anunció nuevas sanciones financieras contra los líderes sirios e
iraníes que utilizan la tecnología de la información para suprimir la disidencia
civil, prohibiendo a los culpables entrar o hacer negocios en los Estados Unidos.
"En resumen, tenemos que hacer todo lo posible para evitar este tipo de
atrocidades, porque la soberanía nacional nunca es una licencia para matar a su
propio pueblo", dijo Obama. "El recuerdo sin resolución es un gesto hueco, la
conciencia sin acción no cambia nada".
26
Wiesel: Las lecciones del Holocausto nunca
se olvidarán7
Carlo Wolf
A principios de marzo, cuando aparecieron
brotes del discurso del odio y antisemitismo en el
Colegio Oberlin8 y The New York Times publicó
una historia elevando el número de campos de
concentración a unas sorprendentes cinco cifras,
Elie Wiesel expresó cierta sorpresa, pero no se
asombró9.
Tenía curiosidad por Oberlin, donde mensajes y grafitis dirigidos a grupos
7 Artículo para el Cleveland Jewish News, 4 abril 2013. Disponible en
http://www.clevelandjewishnews.com/news/local/article_438ec24a-9d3b-11e2-a73c-
001a4bcf887a.html (consultado el 25-2-2017).
8 En 2014, la profesora asistente de Retórica y Composición Joy Karega fue finalmente
despedida del Instituto Oberlin de Ohio, Estados Unidos, tras haber escrito continuos
comentarios antisemitas en su perfil de Facebook.
9 El German Historical Institute de Washington aportó en un estudio cifras de hasta 15 millones
de asesinados en el Holocausto, junto a la existencia de miles de guetos y campos. El New York
Times publicó los resultados del estudio en marzo de 2013.
http://www.abc.es/cultura/20130305/abci-nuevo-estudio-sobre-holocausto-201303051315.html
(consultado el 25-2-2017).
27
minoritarios corrompían el campus, diciendo que pensaba que Oberlin era una
escuela de música. En cuanto a la historia del Times, "Hay cierta sorpresa", dijo
por teléfono el 4 de marzo desde Florida. "Tantos. ¿Dónde estaban ellos? ¿Cómo
es que no sabemos los nombres cuando debemos conocer los nombres? Pero el
hecho de que no se supieran no es una sorpresa". Algunos investigadores
catalogaron unos 42.500 guetos y campos.
"Cuanto más sé, menos sé", dijo Wiesel, superviviente del Holocausto,
ganador del Premio Nobel de la Paz en 1986, quien hablará el jueves 11 de abril
en la Universidad Estatal de Kent. A pesar de esos honores y muchos más,
Wiesel, en cierto sentido, es un caso de humildad.
Ha estado enseñando Humanidades, Filosofía y Religión más de 40 años y
ha escrito más de 50 libros. Multilingüe, multicultural (originario de la antigua
Transilvania, originalmente publicada su obra en francés), Wiesel ha combatido
el antisemitismo toda su vida. La noche, su debut, instantáneamente le hizo ser
una autoridad sobre el Holocausto. Puede que sea el superviviente más famoso.
La noche, el relato breve y contundente de Wiesel sobre su experiencia en
Auschwitz-Birkenau y Buchenwald, fue originalmente escrito en francés y
apuntaló la reputación de Wiesel. Cuenta cómo Wiesel, entonces de 15 años, y
su familia fueron deportados de su casa de Transilvania a Auschwitz y más tarde
a Buchenwald. Perdió a su madre y a una de sus tres hermanas en las cámaras de
gas de Auschwitz. Perdió a su padre en el crematorio de Buchenwald.
Desde 1976, Wiesel ha sido el profesor en Humanidades en la Universidad
de Boston, donde también tiene el título de profesor universitario.
Nacido en 1928, Wiesel es una figura mundial. Cuando no está enseñando o
hablando en conferencias, está escribiendo. "Antes de terminar uno (libro)", dijo,
28
"estoy empezando otro. Me alterno entre ficción y no ficción".
A pesar de que trata de evitar involucrarse en política, lo está. Su propio sitio
web reconoce al describirlo, que es "un devoto partidario de Israel" y cita su
trabajo en favor de los judíos soviéticos, los indios mezquites de Nicaragua, las
víctimas del apartheid, del hambre. Lo llama abogado de la conciencia.
Tampoco es ajeno a la controversia. Algunos han criticado los detalles de La
noche preguntándole si llevaba un tatuaje del número que los nazis le asignaron,
por ejemplo. En 2010, Wiesel pubñicó una carta a página completa en el New
York Times criticando al presidente Barack Obama por instar al primer ministro
israelí, Benjamin Netanyahu, a detener la construcción de asentamientos
israelíes en Jerusalén Este. Algunos también lo han criticado por manchar la
singularidad del Holocausto al trabajar también en otros genocidios.
Honrado en 2011 en Washington DC por inspirar un movimiento global de
recuerdo del Holocausto, Wiesel será parte de la celebración del 20 aniversario
del Museo Memorial del Holocausto estadounidense este mes. Recordó con
cariño que participó en la ceremonia de apertura con el entonces presidente Bill
Clinton. "Es bueno que en América, la democracia líder en el mundo y una de
las grandes potencias, den tanto de su inteligencia, compasión y compromiso a
algo que le sucedió al pueblo judío y al mundo" declaró.
Su principal misión es combatir el antisemitismo, dijo, citando a la
socióloga judía-alemana Hannah Arendt, autora de obras como Los orígenes del
totalitarismo y Eichmann en Jerusalén, "Hannah Arendt dijo en algún lugar que
de todas las enfermedades que se curaron en el siglo XX, la única que no fue el
antisemitismo", recordó Wiesel. Es la "tragedia colectiva más antigua de la
historia" y nadie entiende su virulencia continua. "Somos odiados por ser
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demasiado ricos o demasiado pobres, demasiado ignorantes, demasiado
nacionalistas o demasiado internacionalistas. Simplemente somos odiados por lo
que somos. El judío es odiado por ser”. ¿Cuál es la solución? "Educación. Sea
cual sea la solución, la educación es parte de ella”.
"Para mí, como judío, el antisemitismo es parte del odio y el odio es lo que
debemos denunciar", declaró Wiesel. Pero denunciar no significa venganza; "No
creo en la venganza", dijo, “Más bien, es una lucha continua, una cuestión de
continuo retroceso”.
"Como judío, si usted es religioso, todos los días repite los 13 artículos de fe
de Maimónides: Creo, creo, creo, creo... Lo hago todos los días", declaró.
Mientras la desesperación está en constante batalla con la esperanza, Wiesel dijo
que pone los huevos en la cesta de la esperanza. ¿Hay esperanza al
antisemitismo? Debe haberla -dijo Wiesel-, porque sin esperanza no habría
cultura, civilización, ni vida.
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La dicotomía compulsiva de Elie Wiesel10
Frances Brent
En junio de 1945, Elie
Wiesel fue uno de los
cuatrocientos huérfanos
supervivientes de Buchenwald
que se recuperaron en el
Children’s Rescue Society’s del
château de Écouis. Tenía 16 años
y estaba empezando un diario. En sus memorias, Todos los ríos van al mar
(1994), recuerda el pasaje inicial:
Después de la guerra, por la gracia de Dios, bendito sea Su Nombre,
aquí estoy en Francia. Muy lejos. Solo. Esta mañana me puse mi
propio tefilín por primera vez en mucho tiempo.
Apenas semanas después de la liberación, él estaba comenzando una vida de
escritura que se fundía en su relación anterior con Dios, como si pudiera recoger
donde lo había dejado antes de la casi total destrucción del mundo tal como lo
había conocido. Acababa de experimentar su primera crisis suicida, un miasma
10
Journal Jewish Quarterly, Vol. 63, 2016 - Issue 3. Disponible en
http://dx.doi.org/10.1080/0449010X.2016.1228215 (consultado el 25-2-2017).
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lleno de muertos que lo llamaban sin parar, pero lo sacó de su mente, actuando
como si nada hubiera cambiado. Necesitaba tiempo para adaptarse a una división
muy profunda que había llegado a existir dentro de él. Se convertiría en la fuerza
motriz y la misión central de su vida. Sabía que eventualmente escribiría los
recuerdos de lo que le había sucedido en los guetos, en el vagón de ganado
sellado y en los campos, y esto incluiría una transformación radical pero
invisible dentro de él. Sin embargo, mientras tanto esperaba hasta que tuviera lo
que él llamó “as herramientas y el conocimiento para romper el silencio.
Wiesel no era el único en su retorno a la piedad. Desde Buchenwald,
alrededor de un centenar de niños y adolescentes supervivientes procedían de
familias religiosas y decidieron seguir siendo observantes; varios hicieron
carreras como eruditos profundos. Pero Wiesel tenía una mente ecléctica. Estaba
aprendiendo francés, un idioma que no conocía antes de la guerra. Estaba
leyendo literatura, aunque nunca antes había leído una novela. Se interesó en los
acontecimientos mundiales y también en las mujeres, siempre hermosas en sus
libros, donde se percibe una timidez sobrante del muchacho de provincias,
mimada por su madre y obsesionada por Dios.
Finalmente se matriculó en la Sorbona y estudió filosofía, leyó novelas
europeas, existencialistas, literatura del sufrimiento, cristianismo, "religiones
orientales" y psicología, que aprendió en el Hospital Santa Ana, un centro para
locos. Su educación moderna europea estaba siendo injertada en la columna
vertebral de su infancia en la ciudad rumana de Sighet: sobre sus estudios de las
escrituras y el Talmud, sus aventuras tempranas en los misterios de la Cabalá.
Dostoievski era un devoto creyente, pero también debido a su ambivalencia,
despertó recuerdos de las enseñanzas de jasidismo en las que el mundo material
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era entendido como una pantalla que se erguía frente a una realidad más
profunda. La dicotomía de Dostoievski, las personalidades divididas o las almas
de sus narradores, también valida la contradicción entre fe y rabia que había
tomado forma dentro de Wiesel, de la que él estaba empezando a acostumbrarse.
Si se encontraba a horcajadas entre mundos opuestos, se las arregló con aparente
facilidad para resolver las contradicciones: en poco tiempo se había convertido
en periodista y corresponsal extranjero, viajaba y se volvía más mundano.
Incluso entrevistó a Walt Disney en el Festival de Cine de Cannes.
En 1954, Wiesel cogió un puesto de reportero en Brasil para el periódico
israelí Yedioth Ahronoth, al tiempo que tenía un romance con una mujer joven,
malhumorada e impredecible (decía que ella tenía "una personalidad horrible")
que había encontrado en el hogar para huérfanos judíos en Versalles. A bordo de
un barco de pasajeros, luchando por reconciliar sus sentimientos lúgubres,
sobrepasado por sus obligaciones, algo sucedió en su interior para superar lo que
previamente le había impedido escribir sobre la guerra. En su camarote estrecha,
encontró los recuerdos y en el momento en que llegó a Brasil había escrito ya
862 páginas, una memoria personal de los años de la guerra que ha llamado “su
testimonio”. Y el mundo permaneció en silencio fue publicado en yiddish, en
Argentina en 1956.
Y el mundo permaneció en silencio fue abreviado, reducido a 253 páginas
para su público yiddish original, en su mayoría otros supervivientes que habían
vivido en Polonia pero que después se establecieron en el extranjero, tras la
guerra. El texto se acortó una vez más cuando Wiesel lo reescribió en francés y
lo convirtió en La Noche (1985). En este periodo, experimentó transformaciones
importantes que eran a la vez sustantivas y artísticas. Se ha señalado antes que
33
incluso el cambio del título a La noche representa un cambio radical en el
enfoque (el título, menos agresivo, hizo al tema más accesible para una
audiencia general). Wiesel da testimonio, entre la autobiografía y las memorias,
de una forma realmente híbrida. Aunque presenta una descripción concisa y
devastadora de lo que le sucedió a él y a su familia entre 1941 y 1945, el texto se
abre como una historia, comenzando con un personaje excéntrico, Moshé-
Shames y termina con una escena existencial, desde el punto de visto un
narrador adolescente
Eliezer se mira en un espejo para ver la cara de un cadáver. Wiesel estaba
escribiendo en un idioma que había aprendido de los libros, pero la inteligencia
del autor llega a través de la claridad y la sencillez articulada de la prosa. Los
detalles recordados se han vuelto canónicos, como la imagen de la señora
Schächter, que se volvió loca por el calor y la sed en el vagón, gritando:
«¡Fuego! ¡Veo un incendio! ¡Veo un fuego!», con su hijo de diez años gimiendo
a su lado: «¡No es nada, madre! No hay nada allí…». A lo largo del texto,
Wiesel traza las alteraciones que tienen lugar en su propia relación con su padre
y luego con Dios. La naturaleza cambiante de su fe atrajo a François Mauriac
para escribir un preludio florido y, cuando la audiencia estaba lista para escuchar
o leer, atrajo a legiones de lectores asombrados que querían y necesitaban saber.
¿Cómo es posible que el material de La Noche, las escenas de Sighet y su
gueto, Auschwitz y Buchenwald, se convirtieran en el palacio de la memoria de
Wiesel, que él exploraría en otros libros, cincuenta y siete, para el resto de su
vida. Está allí en las tendencias suicidas del narrador de El Accidente, que fue
publicado en 1961, también tan tarde como en 2012 y Corazón Abierto, cuando
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Wiesel vuelve a plantear la dicotomía una vez más: «Para mí es tan imposible
aceptar Auschwitz con Dios como sin Dios».
Wiesel era muy consciente de su propia dicotomía, la división que le llevó
a decir que su fe se consumía en los crematorios mientras continuaba
refiriéndose a Dios como "El Eterno". El significado de la ruptura de este
vínculo con Dios no puede ser exagerado; El Holocausto había entrado en la
vida de Wiesel en el momento exacto en que estaba completamente arrebatado
por la espiritualidad judía. Ha escrito sobre sus experimentos juveniles con
ejercicios ascéticos y sueños misteriosos y el efecto de la brecha fue profundo,
dejándolo con opciones extremas e inestables entre la rabia dirigida hacia fuera y
el odio dirigido adentro. Esto se reflejó en los dos títulos de su testimonio, el
mundo parado y silencioso en la noche, toma raíz en sus novelas que se mezclan
con las confesiones de los supervivientes, que luchan para siempre contra el
deseo de recordar y el deseo de olvidar.
La edición norteamericana de La noche vendió pocos más de mil
ejemplares durante los primeros dieciocho meses después de publicarse (aunque
finalmente se convirtió en un best-seller), pero proporcionó a Wiesel una
plataforma como intelectual respetado y testigo del Holocausto. En 1961 fue
enviado a Jerusalén para informar sobre el juicio a Eichmann que cubrió para
Forverts y Commentary Magazine. Su artículo de Commentary, escrito con una
nueva autoridad moral, parece fundado en la lógica talmúdica. El juicio, escribe,
fue una oportunidad perdida. Debía haber sido un punto de partida para enjuiciar
al resto del mundo:
«...si ante la ley, los Eichmann son culpables, los otros, por lo tanto, son
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inocentes. Pero la verdad lleva a una conclusión diferente: los otros
también son culpables».
Comparando el crimen de la Shoá con un fluido contaminante que fluye y
se derrama, relata cómo se desbordó, «salpicando la culpa» de todo y de todo el
mundo. Repasando la historia de la colaboración europea y los fracasos de los
Aliados, el Papa, el liderazgo judío mundial, los judíos americanos, los
intelectuales occidentales, los judíos en Palestina, dice que el mal salpicado
hasta la culpabilidad se convirtió en una impureza en sí mismo También había
(además) hecho que los supervivientes de los campos fueran culpables. Su
exégesis de la culpa del superviviente es profunda, espantosa y proviene del
interior. Ilustra cómo los patrones arraigados del pensamiento religioso
condujeron a conclusiones psicológicas devastadoras: Si estoy aquí, es porque
Dios me está castigando; he pecado, se convierte en: «Estoy vivo, por lo tanto
soy culpable. Si todavía estoy aquí, es porque un amigo, un compañero, un
extraño, murió en mi lugar...» y de eso sigue el sentimiento vergonzoso: «Me
alegro de que alguien más entró en mi lugar».
El artículo de Commentary proporcionó una oportunidad para analizar la
humillación y la vergüenza compartida por supervivientes que, como él mismo
dijo, sólo podían imaginar la liberación a través de una muerte igualmente
desgarradora como la experimentada por los que sentían haber traicionado. Ese
paradigma está en el centro de casi todo lo que Wiesel escribió, comenzando con
La noche, en la que recuerda cómo estaba durmiendo en la litera superior cuando
su padre murió: «Él me había llamado y yo no había contestado» Eliezer
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experimentó la muerte en un vacío emocional: «No lloré... y dentro de mí, si
hubiera podido buscar en los huecos de mi débil conciencia, podría haber
encontrado algo como: ¡Libre al fin!...». La vergüenza de esa traición, el
asombro profundo que se seguía, se insinuará en toda su escritura, incluso en su
libro sobre los discípulos jasídicos, donde especula que la culpa, especialmente
la de los supervivientes, hacía imposible volver a encontrar un alma pura, aún
disfrazada, para interceder por nosotros.
Cuando era niño en Sighet, Wiesel le había pedido a su maestro un papel y
una pluma para escribir sobre comentarios bíblicos, pero su escritura después de
la guerra salió del silencio. Ahora los psiquiatras hablan sobre el vínculo entre el
silencio que se rompe y el conocimiento prohibido, los sentimientos de ser
degradado o los sentimientos asesinos se comparten. Parece extraño hoy, pero
pocas memorias del Holocausto fueron publicadas en Europa o América
inmediatamente después de la guerra. «La juventud del autor asegura la
inevitable comparación con el diario de Ana Frank, aunque más allá de la esfera
del sufrimiento compartida, en este caso extendida hasta la marcha de la muerte
en sí, no hay nada espiritual o emocional aquí para contrarrestar cualquier
reticencia del lector». El editor estaba escribiendo sobre La Noche como si fuera
una obra de literatura, pero pertenece, por supuesto, a la categoría de testimonio,
que es otra cosa completamente distinta. Memoria temprana e inusualmente
completa del viaje de la vida del shtetl a los campos de la muerte, vistos a través
de los ojos de un niño. Debido a su pericia en la percepción como narrador y a su
lucha contra Dios, Wiesel se convirtió en una figura eminente y con autoridad
moral. Con el tiempo, pudo usar esa talla para llamar la atención sobre las
quemas de iglesias en el sur de Estados Unidos y las masacres en Camboya,
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Bosnia, Darfur o el Sudán. Al final de su vida, hubo cierta decepción porque no
habló sobre el sufrimiento palestino, empañando algo el placer que obtuve de su
enseñanza en la Universidad de Boston, donde había estado en la facultad desde
1976. Wiesel trajo a su escritura una intuición y un rigor sacados de los vínculos
afectuosos y del estudio intensivo que caracterizó su niñez. Sus breves novelas
están llenas de rabia. En los libros posteriores a veces se siente una barrera,
como si su imagen pública se ha puesto en el camino de él diciendo algo
desagradable. En sus ensayos y artículos continuó su labor como contorsionista
de contradicciones:
«Anoche vi a mi padre en un sueño... He leído algunas de mis páginas...
sobre todo las que todavía no he escrito y que nunca puede escribir...».
La última vez que vi a Wiesel estaba en una cena benéfica, unos años antes
de morir. Él estaba allí para presentar al pianista judío ruso Evgeny Kissin.
Wiesel habló sobre su amistad. No había necesidad de decir mucho más ya que
todos en la audiencia sabían el papel que Wiesel había desempeñado en favor de
los judíos soviéticos. Su rostro estaba encrespado, su cabeza estaba inclinada, un
desorden de cabellos blancos volaba hacia un lado. Kissin interpretó una pieza
del compositor judío ruso Moshe Milner y recitó varios poemas yíddish
incluyendo el suyo, Bobe-loshn (Lengua de la abuela) que es sobre como la
lengua materna o el lenguaje de la intimidad crea un sentimiento de “estar en
casa”. Pensé en el anhelo de esa comodidad y las contradicciones contenidas por
casi todo el mundo en aquella habitación. Wiesel parecía cansado. Llevaba esa
división, recuerdos infatigables como acusaciones, desde el lugar de su lengua
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Esperanza, desesperación y memoria11
Elie Wiesel
Una leyenda jasídica cuenta que el gran Rabino
Baal Shem Tov [siglo XVIII], Maestro del Buen
Nombre, también conocido como Besht, emprendió
una misión urgente y peligrosa: apresurar la venida
del Mesías. El pueblo judío y la humanidad estaba
sufriendo, acosada por demasiados males. Tenía
que ponerse a salvo, rápidamente. Por entrometerse
en la historia, el Besht fue castigado. Desterrado
junto con su fiel siervo a una lejana isla. En la desesperación, el criado imploró a
su amo que ejerciera sus poderes misteriosos para llevarlos a casa. "Imposible",
respondió el Besht, "Me han quitado mis poderes". "Entonces, por favor, recite
una oración, una letanía, haga un milagro". "Imposible", respondió el Maestro,
"He olvidado todo". Ambos empezaron a llorar. De repente, el Maestro se volvió
hacia su criado y le preguntó: "Recuérdame una oración, cualquiera", "Si
pudiera", dijo el siervo "Yo también he olvidado todo". "¿Todo, absolutamente
todo?" “Sí, excepto...”, “¿Salvo qué?”, “Excepto el alfabeto”. En eso el Besht
11
En 1986 Elie Wiesel recibió el Premio Nobel de la Paz por su contribución en le defensa de los
derechos humanos y la memoria de las víctimas del Holocausto. Este es el discurso de recepción
del galardón. Disponible en http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/peace/laureates/1986/wiesel-
lecture.html (consultado el 25-2-2017).
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gritó con alegría: “¿Entonces a qué estás esperando? Comienza a recitar el
alfabeto y repetiré después de ti". Juntos los dos hombres comenzaron a recitar,
al principio en susurros, luego más alto: "Aleph, beth, gimel, daleth”. Y otra vez,
cada vez más vigorosamente, con más fervor, hasta que, en última instancia, el
Besht recobró sus poderes, habiendo recuperado su memoria.
Me encanta esta historia, porque ilustra la expectativa mesiánica, que sigue
siendo la mía, y la importancia de la amistad para que el hombre transcienda su
condición. Me gusta sobre todo porque enfatiza el poder místico de la memoria.
Sin memoria, nuestra existencia sería estéril y opaca, como una celda en la que
no penetra ninguna luz; como una tumba que rechaza a los vivos. La memoria
salvó al Besht y, si algo puede, es la memoria la que salvará a la humanidad.
Para mí, la esperanza sin memoria es como el recuerdo sin esperanza.
Del mismo modo que el hombre no puede vivir sin sueños, no puede vivir
sin esperanza. Si los sueños reflejan el pasado, la esperanza convoca al futuro.
¿Significa esto que nuestro futuro puede construirse sobre un rechazo del
pasado? Seguramente tal elección no es necesaria. Los dos no son incompatibles.
Lo contrario del pasado no es el futuro, sino la ausencia de futuro. Lo contrario
del futuro no es el pasado, sino la ausencia del pasado. La pérdida de uno
equivale al sacrificio del otro.
Un recuerdo. El tiempo: Después de la guerra. El lugar: París. Un joven
lucha por reajustarse a la vida. Su madre, su padre, su hermana menor se han
ido. Está solo, al borde de la desesperación. Sin embargo no se rinde. Por el
contrario, se esfuerza por encontrar un lugar entre los vivos. Adquiere un nuevo
lenguaje, hace algunos amigos que, como él, creen que la memoria del mal
servirá como escudo contra el mal, que el recuerdo de la muerte servirá de
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escudo contra la muerte.
Esto debe creer para seguir adelante. Porque acaba de regresar de un
universo donde Dios, traicionado por sus criaturas, cubría su rostro para no ver.
La humanidad, joya de su creación, había logrado construir una torre invertida
de Babel, no llegando al cielo, sino a un anticielo, para crear una sociedad
paralela, una nueva "creación" con sus propios príncipes y dioses, leyes y
principios, carceleros y prisioneros. Un mundo donde el pasado ya no contaba ni
significaba nada.
Despojados de las posesiones, todos los lazos humanos separados, los
prisioneros se encontraron en un vacío social y cultural. "Olvídate", les dijeron:
"Olvídate de dónde viniste, olvídate de quién eras, sólo el presente importa".
Pero el presente era sólo un parpadeo de los ojos del Señor. El mismo
Todopoderoso fue un verdugo: fue Él quien decidió quién viviría y quién
moriría, quién sería torturado y quién recompensado. Noche tras noche,
aparentemente interminables procesiones desaparecieron en las llamas,
iluminando el cielo. El miedo dominaba el universo. De hecho, este era otro
universo. Las mismas leyes de la naturaleza habían sido transformadas. Los
niños parecían ancianos, los viejos lloraban como niños. Hombres y mujeres de
todos los rincones de Europa se vieron súbitamente reducidos a criaturas
anónimas y sin rostro, desesperadas por la misma ración de pan o sopa, temiendo
el mismo fin. Incluso su silencio era el mismo porque resonaba con el recuerdo
de los que habían desaparecido. La vida en este universo maldito era tan
distorsionada, tan antinatural, que una nueva especie había evolucionado.
Despertando entre los muertos, uno se preguntaba si todavía estaba vivo.
Y sin embargo, la desesperación real sólo llegó más tarde, después. Cuando
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salimos de la pesadilla y comenzamos a buscarle significado. Todos aquellos
doctores de derecho, medicina o teología, todos los amantes del arte y la poesía,
de Bach y Goethe, que fríamente, deliberadamente, ordenaron las masacres y
participaron en ellas. ¿Qué significaba su metamorfosis? ¿Podría explicar algo la
pérdida de la memoria ética, cultural y religiosa? ¿Cómo podríamos entender la
pasividad de los espectadores y el silencio de los Aliados?
Y pregunta de preguntas: ¿Dónde estaba Dios en todo esto? Parecía
imposible concebir Auschwitz con Dios para luego concebir Auschwitz sin Dios.
Por lo tanto, todo tenía que ser reevaluado porque todo había cambiado. De un
golpe, los logros de la humanidad parecían haber sido borrados. ¿Era Auschwitz
una consecuencia o una aberración de la "civilización"? Todo lo que sabemos es
que Auschwitz llamó a esa civilización en cuestión, puesto que puso en tela de
juicio todo lo que había precedido a Auschwitz. Abstracción científica,
contención social y económica, nacionalismo, xenofobia, fanatismo religioso,
racismo, histeria colectiva. Todos encontraron su máxima expresión en
Auschwitz.
La siguiente pregunta tenía que ser, ¿por qué continuar? Si la memoria nos trajo
de vuelta a esto, ¿por qué construir una casa? ¿Por qué traer a los niños a un
mundo en el que Dios y el hombre traicionaron su confianza el uno en el otro?
Por supuesto podríamos tratar de olvidar el pasado. ¿Por qué no? ¿No es
natural que un ser humano reprima lo que le causa dolor y vergüenza? Al igual
que el cuerpo, la memoria protege sus heridas. Cuando el día rompe después de
una noche de insomnio, los fantasmas deben retirarse; los muertos son
ordenados de regreso a sus tumbas. Pero por primera vez en la historia, no
pudimos enterrar a nuestros muertos. Llevamos sus tumbas dentro de nosotros
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mismos. Para nosotros, el olvido nunca fue una opción.
Recordar es un acto noble y necesario. La llamada de la memoria que nos
llega desde los albores de la historia. Ningún mandamiento figura tan frecuente e
insistentemente en la Biblia. Nos incumbe recordar el bien que hemos recibido y
el mal que hemos sufrido. El Día de Año Nuevo, Rosh Hashana, también se
llama Yom Hazikaron, el día de la memoria. En ese día, el día del juicio
universal, el hombre llama a Dios para recordar: Nuestra salvación depende de
ello. Si Dios quiere recordar nuestro sufrimiento, todo estará bien. Si Él se niega,
todo se perderá. Así, el rechazo de la memoria se convierte en una maldición
divina, que nos condenaría a repetir desastres pasados, guerras pasadas.
Nada provoca tanto horror y oposición dentro de la tradición judía como la
guerra. Nuestro aborrecimiento de la guerra se refleja en la escasez de nuestra
literatura sobre ella. Después de todo, Dios creó la Torah (1) para acabar con la
iniquidad, para acabar con la guerra. Apenas aparecen guerreros en el Talmud:
Judas Macabeo ni siquiera se menciona, Bar-Kochba es citado, pero de forma
negativa (2). David, un gran guerrero y conquistador, no es autorizado para
construir el Templo. Lo es su hijo Salomón, hombre de paz y quien construye la
morada de Dios. Por supuesto que algunas guerras fueron necesarias o
inevitables, pero ninguna fue considerada santa. Para nosotros, una guerra santa
es una contradicción de términos. La guerra deshumaniza, disminuye, degrada a
todos los que la ganan. El Talmud dice: «Talmidei hukhamim shemarbin shalom
baolam» («Son los hombres sabios quienes traerán paz»). Tal vez, porque los
hombres sabios recuerdan mejor.
Sin embargo, es humano olvidar, incluso querer olvidar. Los antiguos lo
vieron como un don divino. De hecho, si la memoria nos ayuda a sobrevivir, el
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olvido nos permite seguir viviendo. ¿Cómo podríamos seguir con nuestra vida
cotidiana si fuéramos conscientes constantemente de los peligros y fantasmas
que nos rodean? El Talmud nos dice que sin la capacidad de olvidar, el hombre
pronto dejaría de aprender. Sin la capacidad de olvidar, el hombre viviría en un
miedo permanente y paralizante a la muerte. Sólo Dios puede y debe recordar
todo.
¿Cómo vamos a reconciliar nuestro deber supremo hacia la memoria con la
necesidad de olvidar lo esencial de la vida? Ninguna generación ha tenido que
afrontar esta paradoja con tanta urgencia. Los supervivientes querían comunicar
todo a los vivos: la soledad y el dolor de la víctima, las lágrimas de las madres
conducidas a la locura, las oraciones de los condenados bajo un cielo ardiente.
Necesitaban decirle al niño que, ocultándose con su madre, le preguntó
suavemente: ¿Puedo llorar ahora? Necesitaban hablar del mendigo enfermo que,
en un vagón de ganado sellado, comenzó a cantar como ofrenda a sus
compañeros. Y de la niña que, abrazando a su abuela, le susurró: "No tengas
miedo, no te arrepientas de morir". Tenía siete años, esa niñita que fue a su
muerte sin temor, sin arrepentimiento.
Cada uno de nosotros nos sentimos obligados a grabar cada historia, cada
encuentro. Cada uno de nosotros nos sentimos obligados a dar testimonio, tales
eran los deseos de los moribundos, el testamento de los muertos. Dado que el
llamado mundo civilizado no tenía ningún uso para sus vidas, entonces que lo
tenga para sus muertes.
El gran historiador Simón Dubnow sirvió de guía e inspiración. Hasta su
muerte, decía una y otra vez a sus compañeros del gueto de Riga: «Yidden,
shreibt un fershreibt» («Judíos, escríbanlo todo»). Sus palabras fueron atendidas.
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De la noche a la mañana, innumerables víctimas se convirtieron en cronistas e
historiadores en los guetos, incluso en los campos de la muerte. También los
miembros de los Sonderkommandos, esos presos obligados a quemar los
cadáveres de sus compañeros antes de ser quemados a su vez, dejaron
documentos extraordinarios. Testificar se convirtió en una obsesión. Nos dejaron
poemas y cartas, diarios y fragmentos de novelas, algunos conocidos en el
mundo, otros aún no publicados.
Después de la guerra nos aseguramos que bastaría con contar una sola noche
en Treblinka para narrar la crueldad, la insensatez del asesinato y el ultraje de la
indiferencia: basta con encontrar la palabra correcta y el momento propicio Para
decirlo, para sacudir a la humanidad de su indiferencia y para decirle al
torturador “nunca más”. Pensamos que sería suficiente leer un poema escrito por
un niño en el gueto de Theresienstadt para asegurarse de que ningún otro niño,
en cualquier lugar, tendría que soportar hambre o miedo. Basta con describir una
"selección" del campo de la muerte, para evitar que el derecho humano a la
dignidad vuelva a ser violado. Pensamos que sería suficiente contar la oleada de
odio que se vertió sobre el pueblo judío para que los hombres de todas partes
decidan de una vez por todas poner fin al odio de cualquier persona "diferente",
ya sea blanco o negro, judío o árabe, cristiano o musulmán, cualquier persona
cuya orientación difiera política, filosófica o sexualmente. ¿Una empresa
ingenua? Por supuesto, pero no sin una cierta lógica.
Nosotros lo intentamos y no fue fácil. Al principio, debido al lenguaje. El
lenguaje nos falló. Tuvimos que inventar un nuevo vocabulario, porque nuestras
propias palabras eran inadecuadas, pobres. También entonces la gente que nos
rodeaba se negó a escuchar e incluso aquellos que escuchaban se negaban a
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creer. Aquellos que creían no podían comprender. Por supuesto que no, nadie
podía. La experiencia de los campos desafía la comprensión. ¿Hemos fracasado?
A menudo lo pienso.
Si alguien nos hubiera dicho en 1945 que en nuestras vidas las guerras
religiosas irrumpirían en casi todos los continentes, que miles de niños morirían
de hambre de nuevo, no lo hubiéramos creído. O que el racismo y el fanatismo
florecerían una vez más, no lo hubiéramos creído. Tampoco habríamos creído
que hubiera gobiernos que privarían de su libertad a un hombre como Lech
Walesa, de poder viajar, simplemente porque se atreve a disentir. No está solo.
Los gobiernos de derechas izquierdas van mucho más lejos, sometiendo a los
que disienten, escritores, científicos, intelectuales, a la tortura y la persecución.
¿Cómo explicar esta derrota de la memoria?
Cómo explicar algo de esto: el ultraje del apartheid que continúa sin cesar.
El racismo en sí mismo es terrible, pero cuando se pretende legal y por lo tanto
justo, cuando un hombre como Nelson Mandela está encarcelado, se vuelve aún
más repugnante. Sin comparar el apartheid con el nazismo y su "Solución Final"
-porque desafía toda comparación- no se puede dejar de cotejar ambos sistemas
en su supuesta legalidad. Y la indignación del terrorismo: de los rehenes en Irán,
la masacre a sangre fría en la sinagoga de Estambul, las muertes sin sentido en
las calles de París. El terrorismo debe ser proscrito por todas las naciones
civilizadas, no explicado o racionalizado, sino combatido y erradicado. Nada
puede, nada justificará el asesinato de personas inocentes y niños indefensos. Y
la indignación de impedir que salgan de sus país a hombres y mujeres como
Andrei Sajarov, Vladimir y Masha Slepak, Ida Nudel, Josef Biegun, Víctor
Brailowski, Zakhar Zonshein y otros conocidos y desconocidos. Luego está
47
Israel, después de dos mil años de exilio y treinta y ocho de soberanía propia
todavía no tiene paz. Me gustaría ver a este pueblo, que es el mío, capaz de
sentar las bases de una relación constructiva con todos sus vecinos árabes, como
lo ha hecho con Egipto. Debemos ejercer presión sobre todos los que están en el
poder para que acepten.
Aquí volvemos a la memoria. Debemos recordar el sufrimiento de mi
pueblo, como debemos recordar el de los etíopes, los camboyanos, los
palestinos, los indios mezquite, los desaparecidos argentinos. La lista parece
interminable.
Recordemos a Job que, habiendo perdido todo –a sus hijos, sus amigos,
posesiones e incluso su discusión con Dios- todavía encontraba fuerzas para
comenzar de nuevo, reconstruir su vida. Job estaba decidido a no repudiar la
creación, aunque imperfecta, que Dios le había confiado.
Job, nuestro antepasado. Job, nuestro contemporáneo. Su calvario es el de toda la
humanidad. ¿Alguna vez perdió su fe? Si fue así, la redescubrió dentro de su
rebelión. Demostró que la fe es esencial para la rebelión, esa esperanza es
posible más allá de la desesperación. La fuente de su esperanza era la memoria,
como debe ser la nuestra. Porque recuerdo, me desespero. Porque recuerdo,
tengo el deber de rechazar la desesperación. Recuerdo a los asesinos, recuerdo a
las víctimas, incluso mientras lucho por inventar mil y una razones para esperar.
Puede haber momentos en los que somos impotentes para prevenir la
injusticia, pero nunca debe haber un momento en el que no podamos protestar.
El Talmud nos dice que al salvar a un solo ser humano, el hombre puede salvar
al mundo. Podemos ser impotentes para abrir todas las cárceles y liberar a todos
los prisioneros, pero declarando nuestra solidaridad con un prisionero, acusamos
48
a todos los carceleros. Ninguno de nosotros está en condiciones de eliminar la
guerra, pero es nuestra obligación denunciarla y exponerla en toda su oscuridad.
La guerra no deja vencedores, sólo víctimas. Comencé con la historia del Besht.
Y, al igual que el Besht, la humanidad necesita recordar más que nunca. La
humanidad necesita la paz más que nunca, porque todo nuestro planeta,
amenazado por la guerra nuclear, corre el riesgo de una destrucción total. Una
destrucción que sólo el hombre puede provocar, sólo el hombre puede prevenir.
La humanidad debe recordar que la paz no es el regalo de Dios a sus criaturas,
sino que es nuestro regalo el uno al otro.
________________________________________
1. La Torá es el nombre hebreo de los primeros cinco libros de las Escrituras, en los cuales Dios
entrega las tablas de la Ley a Moisés en el Monte Sinai. En contraposición a la Ley de Moisés, la
Ley Escrita, el Talmud es la vasta compilación de la Ley Oral, incluyendo comentarios rabínicos
y elaboraciones posteriores.
2. Judas Macabeo dirigió la lucha contra Antíoco IV de Siria. Derrotó una expedición siria y
consagró el templo en Jerusalén (C. 165 a.C). Simon Bar-Kochba (o Kokba) fue el líder de la
rebelión hebrea contra los romanos.
49
Sobre Jerusalén: Carta abierta al presidente
Obama12
Elie Wiesel
Era inevitable: Jerusalén una vez más
está en el centro de los debates políticos
y las tormentas internacionales. Las
tensiones nuevas y antiguas aparecen a
un ritmo inquietante. Diecisiete veces
destruida y reconstruida otras diecisiete
veces, todavía está en medio de los enfrentamientos diplomáticos que podrían
llevar a conflictos armados. Ni Atenas ni Roma han despertado tantas pasiones.
Para mí, el judío que soy, Jerusalén está por encima de la política. Se
menciona más de seiscientas veces en la Escritura -y ni una sola vez en el Corán-
. Su presencia en la historia judía es abrumadora. No hay oración más emotiva
en la historia judía que el que expresa nuestro deseo de volver a Jerusalén. Para
muchos teólogos, es la historia judía, para muchos poetas, una fuente de
inspiración. Pertenece al pueblo judío y es mucho más que una ciudad; es lo que
une a un judío con otro de una manera que sigue siendo difícil de explicar.
12
Elie Wiesel, publicó esta carta a página completa en la Intemational Herald Tribune, el
Washington Post y el Wall Street Journal el 16 de abril de 2010, y en el New York Times el 18 de
abril, para expresar su opinión en la polémica por el levantamiento de la nueva sinagoga de Ruina,
en Jerusalén, por parte del gobierno israelí, en febrero de aquel año.
50
Cuando un judío visita Jerusalén por primera vez, no es la primera vez. Es un
regreso a casa.
La primera canción que oí fue la canción de cuna de mi madre sobre
Jerusalén. Su tristeza y su alegría forman parte de nuestra memoria colectiva.
Desde que el rey David hizo de Jerusalén su capital, los judíos han permanecido
entre sus paredes, con sólo dos interrupciones. Cuando los invasores romanos les
prohibieron el acceso a ella y, bajo la ocupación jordana, cuando se negó a los
judíos, independientemente de su nacionalidad, entrar en el barrio antiguo para
meditar y orar en el Muro, el último vestigio del templo de Salomón. Es
importante recordar: ¿No estaban Jordania, Egipto y Siria unidos en la guerra
contra Israel? La antigua ciudad de Jerusalén todavía era árabe, mientras los
judíos eran los que estaban listos para morir por ella
Hoy, por primera vez en la historia, judíos, cristianos y musulmanes pueden
adorar libremente en sus santuarios. Y, contrariamente a ciertos informes de los
medios de comunicación, a los judíos, cristianos y musulmanes se les permite
construir sus hogares en cualquier parte de la ciudad. La angustia sobre Jerusalén
no trata de bienes raíces, sino de memoria. ¿Cuál es la solución? La presión no
producirá una solución. ¿Hay una solución? Debe haberla. ¿Por qué no abordar
el problema más complejo antes? ¿Por qué no tomar primero medidas que
permitan a los israelíes y palestinos encontrar maneras de convivir en un
ambiente de seguridad? ¿Por qué dejar el tema más sensible así?
Jerusalén debe seguir siendo la capital espiritual judía del mundo, no un
símbolo de angustia y amargura, sino un símbolo de esperanza y esperanza.
Como el maestro jasídico Rebbe Najman de Breslav dijo: "Todo en este mundo
51
tiene un corazón, el corazón mismo tiene su propio corazón". Jerusalén es el
corazón de nuestro corazón, el alma de nuestra alma.
52
Una muerte merecida13
Elie Wiesel
Normalmente, yo respondería a estas escenas con
profunda aprensión. La ejecución de un ser humano
-cualquier ser humano- nunca debe ser un
acontecimiento que se celebre. La muerte -
cualquiera- debe tomarse en serio, reflexionar.
Esta vez es diferente. Mientras escuchábamos
al Presidente Obama informar a la nación y al
mundo de la captura y muerte de Bin Laden, yo
también compartí la respuesta colectiva de tantos
estadounidenses: "Tuvo lo que merecía". Cometía demasiados crímenes,
demasiados asesinatos, causaba demasiado sufrimiento, para que su muerte
despertara piedad o tristeza. Por sus acciones, él renunció a cualquier derecho a
la compasión humana.
Por desgracia, no fue la única persona puesta en riesgo por la operación
estadounidense. Había otros, entre ellos niños. Los niños nunca son culpables.
Sin embargo, fue el mismo Bin Laden quien los puso en peligro. La guerra
13
Conjunto de artículos para The Daily Beast de varias personalidad relevantes, entre ellas Elie
Wiesel (5 mayo 2011), sobre el asesinato de Osama Bin Laden en Afganistan, por parte de un
comando estadounidense tras autorización del presidente Obama. Disponible en
http://www.thedailybeast.com/articles/2011/05/05/weisel-bhutto-lvy-and-sullivan-on-the-death-of-
osama-bin-laden.html (consultado el 25-2-2017).
53
nunca es justa. En el caso de Bin Laden no hay duda de su responsabilidad por
innumerables ataques. Tampoco sabemos qué actos horrendos puede haber
planeado. Así es comprensible que respondamos a su desaparición con cierta
satisfacción.
Lo más importante, estamos agradecidos a nuestro presidente por reafirmar
nuestra fe en el liderazgo de la nación y la habilidad de nuestros hombres, con y
sin uniformes, para restaurar alguna apariencia de orden, por frágil que sea. El
Libro del Eclesiastés lo dice con toda claridad: hay un tiempo para llorar y un
tiempo para regocijarse. Así pues, regocijémonos y esperemos que este sea un
tiempo de dedicación a los ideales de paz, cooperación y respeto mutuo entre las
naciones, todos los conceptos que Bin Laden buscó destruir en vano.
54
Oprah y Elie Wiesel: viviendo a corazón
abierto14
OPRAH: Entonces, ¿puedo decir
qué es un honor tenerte aquí? Mi
héroe, mi amigo. Después de
sobrevivir a una operación a
corazón abierto el año pasado,
¿cómo te sientes?
PROFE. WIESEL: ¿Hoy? Mucho
mejor.
OPRAH: Hoy, hoy, mucho mejor.
PROFE. WIESEL: Primero, porque estoy contigo. Sabes cuánto... cuán cerca
estoy de ti.
OPRAH: "Amigo" no es una palabra que uso libremente. Estoy orgullosa de
llamar a Elie Wiesel mi amigo durante la última década. Él nació en 1928 en
Sighet, Transilvania, ahora parte de Rumania. Uno de cuatro hijos, tenía dos
hermanas mayores, Hilda y Beatrice, y una más joven llamada Tzipora. En 1944,
14
Entrevista de Oprah Winfrey a Elie Wiesel el 9 de diciembre de 2012 en su programa Super
Soul Sunday. Disponible en http://static.oprah.com/pdf/201212-sss-elie-wiesel-transcript-v4.pdf
(consultado el 25-2-2017). En junio de 2011, Wiesel tuvo que ser operado de urgencia a corazón
abierto a la edad de 82 años. Reflexiona sobre ello en su libro A corazón abierto (Ediciones
Sígueme, 2012).
55
Elie tenía 15 años cuando los nazis lo deportaron a él ya su familia a Auschwitz.
Cuando los campamentos fueron liberados por las tropas aliadas menos de un
año después, su madre, su padre y su hermana menor habían perecido. Después
de la guerra, Elie emprendió una nueva vida en París y se convirtió en periodista.
No fue hasta que cumplió 30 años que decidió romper su silencio sobre sus
experiencias durante la guerra en un libro llamado La Noche. Desde su
publicación en 1958 ha sido traducida a 30 idiomas y leída por millones de
personas. En 2006, lo elegí para mi club de lectura. Tuve el privilegio de visitar
Auschwitz con Elie Wiesel como mi guía.
En 1986, Elie Wiesel fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. El comité
Nobel lo llamó "uno de los líderes espirituales más importantes... un mensajero
para la humanidad". Escritor prolífico y campeón de renombre mundial de los
derechos humanos, Elie Wiesel ha dedicado su vida a hablar en contra de la
indiferencia, la intolerancia e injusticia.
En 2011, Elie Wiesel fue operado de urgencia a corazón abierto. Su largo
camino hacia la recuperación requirió una gran búsqueda del alma, lo que dio
lugar a este último libro, una poderosa obra de arte que reflexiona sobre las
cuestiones de la vida y la muerte y lo que realmente significa el ser humano.
¿Sientes todavía tu cuerpo afectado por la operación de corazón?
PROFE. WIESEL: Me canso muy, muy rápidamente.
OPRAH: Mm-hmm.
PROFE. WIESEL: Solía caminar mucho sin problema. Pero ahora, si camino
cinco minutos, me canso.
OPRAH: ¿En serio? En 2006, tú y yo recorrimos Auschwitz juntos. En realidad,
era mi 52 cumpleaños.
56
PROFE. WIESEL: Lo recuerdo. Qué regalo te di.
OPRAH: Eso fue.
PROFE. WIESEL: Fue un regalo.
OPRAH: Sí. Habías escrito 47 libros en ese momento, y dijiste que no habías
empezado todavía. ¿Todavía te sientes así ahora?
PROFE. WIESEL: Siempre.
OPRAH: Recuerdo oír eso y pensar.
PROFE. WIESEL: Siempre. Absolutamente. Todos los días me hago la misma
pregunta: ¿Qué he hecho? ¿Es suficiente? ¿Justifica todo lo que quería lograr y
hacer? Pero no estoy seguro de nada.
OPRAH: Guau. Voy a llegar a eso, más de eso, en un momento. Porque cuando
leo este pequeño gran libro, A corazón abierto, no podía creer que todavía te
estuvieras cuestionando. Cuando estuvimos en Polonia, recuerdo que dijiste que
las almas que perecieron en Auschwitz todavía estaban allí. Que escuchen.
¿Crees que los argumentos hablan? Tienen las voces de los muertos, ¿te parece?
PROFE. WIESEL: Creo que las almas están aquí. Creo que escuchan, lloran,
advierten. Mira, este es el cementerio más grande de la historia. Y ¿qué ves?
Nada.
OPRAH: Nada.
PROFE. WIESEL: Pero el cementerio está en nuestro corazón. ¿Sabes? Tengo
en mi bolsillo la foto de mi hermanita, de la que nunca he hablado, ni siquiera
contigo. La única vez que lloro no es cuando hablo de mis padres, es cuando
hablo de mi hermanita.
OPRAH: Mm-hmm.
PROFE. WIESEL: Eso me hace llorar.
57
OPRAH: ¿Qué edad tenía?
PROFE. WIESEL: Siete.
OPRAH: Ella tenía 7 años. Tenía 7 años cuando fue al campo. Lo sé; recuerdo
caminar con usted. Nosotros allí de pie y pensando la manera en que su hermana
se había ido. ¿Dónde estaba usted cuando fue separado de su hermana pequeña y
de su madre?
PROFE. WIESEL: Estaba ahí. Ahí. Y mis hermanas, con las dos hermanas
mayores, mi abuela y mi hermanita. La recuerdo porque ella tenía un abrigo rojo
que se ponía en vacaciones.
OPRAH: Un abrigo rojo.
PROFE. WIESEL: Sí.
OPRAH: Oh.
PROFE. WIESEL: Fue entonces cuando los vi desaparecer de repente. Fuimos a
la izquierda; fueron a la derecha. Al crematorio. Ese era el crematorio.
OPRAH: ¿Por qué cree que al hablar de ella todavía llora? ¿Por una vida
insatisfecha?
PROFE. WIESEL: ¿Por qué los niños? Dios mío, ¿por qué los niños? Ya sabes,
que un millón y medio de niños murieron. Así, directamente desde el tren.
¿Sabes lo que le han hecho a la humanidad? ¿Cómo muchos de ellos podrían
haber crecido hasta convertirse en científicos? Médicos. Poetas. Eruditos amigos
de la humanidad. Salvadores del mundo. Lo que han hecho al mundo.
OPRAH: Usted ha presenciado y escrito acerca de las profundidades de la
crueldad humana y también de lo que llamamos la gracia humana. ¿Cómo le da
sentido a los dos extremos incluso ahora?
PROFE. WIESEL: Todo es posible.
58
OPRAH: Todo es posible.
PROFE. WIESEL: Tanto el mal, el poder del mal, que en cierto nivel no puedo
entender. ¿Por qué el mal? Peor aún, ¿por qué la seducción del mal? ¿Qué hay
en el mal que se vuelve tan seductor para algunas personas?
OPRAH: Usted escribe en la página 66, «¿Podría ser que para Dios, el mal
representa sólo otro camino que conduce al bien?»
PROFE. WIESEL: Sí.
OPRAH: Dice: «Para mí, es tan imposible aceptar Auschwitz con Dios como sin
Dios, pero entonces ¿cómo entender el silencio?»
PROFE. WIESEL: No lo sé.
OPRAH: Todavía no lo haces.
PROFE. WIESEL: No lo sé.
OPRAH: El silencio de Dios y del mundo.
PROFE. WIESEL: El silencio de Dios. Al menos Dios puede decir: "¿Quién eres
tú para comprenderme?". Pero el silencio del mundo es diferente. No lo
entiendo.
OPRAH: Hasta hoy.
PROFE. WIESEL: Hasta hoy.
OPRAH: Es tan interesante, sin embargo, porque también escribes que si
Auschwitz no enseñó al mundo a no ser racista, ¿entonces qué sería?
PROFE. WIESEL: Sí.
OPRAH: Ruanda no lo hizo. Camboya no. Bosnia no. ¿Estamos evolucionando
como una especie del racismo y este tipo de atrocidades?
PROFE. WIESEL: Supongo que sobre eso. Hace unos años fui invitado a
dirigirme a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y llamé a mi
59
conferencia ¿Aprenderá el mundo?
OPRAH: ¿Aprenderá el mundo?
PROFE. WIESEL: Yo respondí, en realidad, no. No lo hará porque no lo ha
hecho. De lo contrario, ¿cómo explicarlo? ¿Ruanda? ¿Cómo explicar que haya
racistas todavía? ¿Cómo explicar la violencia? ¿Cómo se explica todo eso? Lo
que significa que no han aprendido.
OPRAH: ¿Crees que alguna vez aprenderemos? ¿Crees que lo haremos como
especie?
PROFE. WIESEL: Como especie, no lo sé. Se trata de cientos y miles de años.
Pero al menos ¿la persona -el individuo- aprenderá?
OPRAH: ¿Aprenderá el individuo? Eso es lo que importa.
PROFE. WIESEL: Cada ser humano es único y, por lo tanto, es tan criminal
hacer algo a ese ser humano, porque él o ella representan a la humanidad.
OPRAH: Cuando usted estaba hablando, yo pensaba que la mejor pregunta no es
¿vamos a evolucionar como una especie? La mejor pregunta para todo el mundo
es ¿lo harás?
PROFE. WIESEL: Exactamente.
OPRAH: ¿Lo harás?
PROFE. WIESEL: Eso es exactamente.
OPRAH: Sí. ¿Cómo abrirás tu corazón? En junio de 2011, Elie Wiesel se
sometió a una operación urgente a corazón abierto a la edad de 82 años. Él narra
su viaje en su nueva y poética memoria llamada A corazón abierto. ¿Cómo te
cambió ese acto, ese acto físico?
PROFE. WIESEL: Oh, escucha, en primer lugar, no estaba tan seguro de que
pasaría tres horas de operación. No creo que hubiera estado aquí.
60
OPRAH: ¿En serio?
PROFE. WIESEL: Sí.
OPRAH: Fue tan grave.
PROFE. WIESEL: Eso es serio. Se bloquearon cinco arterias. Cinco. Todas las
cinco arterias fueron bloqueadas.
OPRAH: Voy a leer la página 21 aquí, donde usted dice, «De repente me doy
cuenta de que estoy en las manos del cirujano y debo enfrentarme a la verdad:
cuando me duerma, bien puede ser para siempre. ¿Tengo miedo a morir? En el
pasado, cuando pensaba en la muerte, no estaba asustado. ¿No había vivido con
la muerte, incluso en la muerte?» Me encanta esa frase. ¿No había vivido con la
muerte, incluso en la muerte? Porque eso era lo que Auschwitz era.
PROFE. WIESEL: Absolutamente.
OPRAH: Recuerdo que estaba parada allí y pensaba que eso era una máquina de
la muerte. Era una fábrica que produjo muerte. Como si la muerte fuera un
negocio.
PROFE. WIESEL: Absolutamente.
OPRAH: La muerte era un negocio. Entonces habías vivido en la muerte. «¿Por
qué debería tener miedo ahora?» ¿Tuviste miedo?
PROFE. WIESEL: Sí. Estaba curioso y asustado al mismo tiempo.
OPRAH: ¿Curioso?
PROFE. WIESEL: Sí. Eso es.
OPRAH: Curioso acerca de lo que sucedería después. Lo que vendría.
PROFE. WIESEL: ¿Qué pasaría si muero? Y si muero, ¿qué será entonces?
Todo lo que he leído y estudiado sobre la muerte.
OPRAH: Debes haber pensado en ello, pero no de esa manera.
61
PROFE. WIESEL: No de esa manera.
OPRAH: No hasta que te enfrentas con lo que posiblemente sea el momento.
PROFE. WIESEL: Nunca llegué tan cerca.
OPRAH: Tan cerca.
PROFE. WIESEL: Excepto durante la guerra.
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: En Auschwitz, todos los días yo estaba así.
OPRAH: Sí, pero cuando estás viviendo con ese tipo de vida, en ese constante
estado de miedo, me pregunto, y ya hemos hablado de esto antes, ¿una parte de ti
se entumece? ¿Se adormece una parte de ti en el campo de la muerte?
PROFE. WIESEL: ¿Quieres decir entonces?
OPRAH: Entonces.
PROFE. WIESEL: Fue aceptación.
OPRAH: Estaba aceptando que en cualquier momento,
PROFE. WIESEL: En cualquier momento, puedo morir.
OPRAH: Cualquier momento.
PROFE. WIESEL: En cualquier momento. Todo lo que quería era a mi padre.
Para mí, era a mi padre.
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: Mi padre, mi padre, mi padre.
OPRAH: Y los dos discutiendo sobre quién debe tener el pedazo de pan.
PROFE. WIESEL: Exactamente. Exactamente.
OPRAH: Quiere que lo tengas y que quieras que lo tengas.
PROFE. WIESEL: Tratando de convencer a los demás de que "no tengo hambre,
no tengo hambre".
62
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: Teníamos tanta hambre.
OPRAH: Eso me hace querer... cada vez que veo esa historia o leo esa historia
me hace llorar porque ambos se están muriendo de hambre y cada uno diciendo:
“No tengo hambre. Así que volvamos a la cama del hospital”. Usted está
acostado en la cama del hospital y de repente se dio cuenta de que tiene un
miedo diferente a cuando estaba en los campos de la muerte.
PROFE. WIESEL: Sobre todo porque, mientras tanto, han llamado a Marion, mi
esposa, y a mi hijo. Los vi y me di cuenta de que era más grave de lo que
pensaba.
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: Si los llamaban, eso significa que era muy serio. En verdad,
no estaba seguro de volver a verlos.
OPRAH: ¿Y que la realización tuvo?
PROFE. WIESEL: Oh, tenía lágrimas en los ojos como ahora. Después de todo,
es verdad que tenía 82 años, pero todavía tenía muchas cosas que decirles. Y
tantas cosas que hacer. Tantas palabras para escribir. Tantos libros para leer.
Tanta gente para ver. Tantos amigos a abrazar. Todavía tengo... No estaba listo.
OPRAH: No estabas listo.
PROFE. WIESEL: No estaba listo. Mi vida no estaba terminada. No puedo, no
podía aceptar que sucediera.
OPRAH: Bueno, usted dice en la página 34, «Muchos textos describen el más
allá, pocos ocurren en el paraíso, la mayoría en el infierno... ¿Estoy, de hecho, ya
en el otro lado? Me miro en la cama del hospital, pero es el infierno, mi piel se
está desgarrando, todo mi cuerpo está en llamas, me veo en el infierno,
63
gobernado por ángeles crueles y sin piedad, mi cabeza llena de descripciones
medievales, de castigos inimaginables. Creo que sé -yo sé- lo que ocurre en estos
terribles abismos». Ahora leo esto y creo que si Elie Wiesel termina en el
infierno, entonces yo no tengo oportunidad.
PROFE. WIESEL: Nunca se sabe por qué uno está en el infierno.
OPRAH: Oh Dios mío. Esta cosa que estabas describiendo -en la cama del
hospital, la piel desgarrada, el cuerpo en llamas, "me veo en el infierno" -¿Qué
fue eso? ¿Fue tu imaginación? ¿Estabas teniendo una experiencia fuera del
cuerpo? ¿Qué fue eso?
PROFE. WIESEL: La imaginación, pero basada en el conocimiento.
OPRAH: Basada en el conocimiento.
PROFE. WIESEL: Porque he leído estos textos antes, años antes. Así que
volvieron a mí. Regresaron mientras yo estaba acostado allí, pensé, bueno, tal
vez eso es todo. Sólo tenía ideas sobre la muerte. Imágenes de la muerte.
OPRAH: Usted dice en la página 61: «¿Qué significa ser resucitado si no
redescubrir el futuro de uno?»
PROFE. WIESEL: Claro. De repente, seguro. Ah, por ejemplo, escribo sobre
mis nietos, por supuesto.
OPRAH: Sí. Me encantó cuando despertaste y tu nieto dijo: "Abuelo, veo que
tienes dolor, si te amara más, ¿tendrías menos dolor?".
PROFE. WIESEL: Dijo: "Sé," dijo, "que tienes un gran dolor, pero sabes que
tengo un gran amor por ti. Dime, si te amo más, ¿tendrás menos dolor?"
Extraordinario. Es extraordinario.
OPRAH: Extraordinario. ¿La operación a corazón abierto te hizo enamorarte
más profundamente de la vida?
64
PROFE. WIESEL: Con los vivos, en primer lugar, por supuesto. Mucho más,
digamos, con Marion, mi esposa. Hemos estado casados tantas décadas.
OPRAH: Sí, lo iba a decir, creo que este libro es como un poema de amor escrito
para ella.
PROFE. WIESEL: Absolutamente.
PROFE. WIESEL: Tienes toda la razón. Es una canción de amor.
OPRAH: Es una canción de amor.
PROFE. WIESEL: Es una canción de amor, sí.
OPRAH: Sí. Así que regresaste amándolos más intensamente.
PROFE. WIESEL: Más. Sí. Porque cada momento era esencial. Cuando estás en
el hospital no puedes moverte sin dolor. No puedes pensar sin temor. Cada
momento cuenta. Cada segundo importa. Cada gesto es esencial para ti.
OPRAH: Pero lo sabías.
PROFE. WIESEL: Nunca lo sentí. Lo sabía.
OPRAH: Nunca lo sentiste. Tú lo sabías.
PROFE. WIESEL: Teóricamente lo sabía. Todas las ideas que tenía.
OPRAH: Sí, sí. Así que permítanme leer de la página 72: «Yo pertenezco a una
generación que a menudo se ha sentido abandonada por Dios y traicionada por la
humanidad. Y sin embargo, creo que no debemos renunciar a ninguno de los
dos... Debemos elegir entre la violencia de los adultos y las sonrisas de los niños,
entre la fealdad del odio y la voluntad de oponerse a ella, entre infligir
sufrimiento y humillación a nuestros semejantes y ofrecerle la solidaridad y la
esperanza que merecen. Incluso en la oscuridad es posible crear luz y alentar
compasión.… Ahí está. Todavía creo en el hombre a pesar del hombre». Eso es
tan hermoso.
65
PROFE. WIESEL: Usted lee tan bellamente.
OPRAH: No, escribes muy bien.
PROFE. WIESEL: En realidad no.
OPRAH: Oh, Dios mío. Eso es tan bonito.
PROFE. WIESEL: Nos conocemos desde hace tantos años y, por fin,
descubrieron que escribía maravillosamente.
OPRAH: Oh, entonces usted dice: «La enfermedad puede disminuirme, pero no
me destruirá. El cuerpo no es eterno, pero la idea del alma lo es. El cerebro será
enterrado, pero la memoria sobrevivirá». ¿Qué crees que sucede ahora? Ahora
que has tenido todo este tiempo para pensarlo, ¿qué piensas ahora que sucede
cuando morimos?
PROFE. WIESEL: De alguna manera nos convertimos en un niño. Siempre la
infancia, para mí, es un tema presente en todo mi trabajo. Nos convertimos en un
niño. ¿Volveré a conocer a mis padres? Quiero saber eso. ¿Volveré a
encontrarme con ellos?
OPRAH: ¿Vio a su padre cuando estaba en la cama del hospital?
PROFE. WIESEL: Sí. Absolutamente.
OPRAH: ¿Viste a tu hermana?
PROFE. WIESEL: Mi hermanita, no puedo hablar de ella. Lo siento. Empiezo a
llorar. Pero vi a mi padre. Estábamos tan cerca y por la forma en que murió, que
nunca me había dejado. En un nivel diferente. Nivel totalmente diferente.
Cuando obtuve el Premio Nobel, gran ceremonia, por supuesto. Una vez en la
vida. Y estás en el centro del mundo. Todo el mundo te ve. Recuerdo que fue
genial. Estaba mi hijo conmigo, Eliseo y Marion; mi hermana mayor estaba allí.
Entonces llegó mi turno y de repente, miré hacia arriba y vi a mi padre en el
66
pasillo.
OPRAH: Cuando recibías el Premio Nobel.
PROFE. WIESEL: No podía hablar. No pude abrir la boca. Me tomó, creo, uno
o dos o tres largos e interminables minutos empezar a hablar. No podía. Por lo
tanto, de nuevo, en la cama del hospital, vi a mi padre.
OPRAH: ¿Habló?
PROFE. WIESEL: No, sólo estaba allí buscando.
OPRAH: Cuando viste a tu padre, ¿pensaste: "Tal vez haya ido al otro lado"?
PROFE. WIESEL: Exactamente.
OPRAH: Creo que sí.
PROFE. WIESEL: No, yo dije: "Quizá vino a buscarme". No sólo él, sino todos
los que se fueron antes que yo. Pensé que mi madre y mi hermana pequeña... tal
vez vinieron a llevarme con ellos. Así que estuve muy cerca. En la cama del
hospital era casi tranquilizador. No estaría solo. Estaban allí conmigo. Ese es el
peligro por lo general, creo, por estar tan enfermo, ese es el peligro. Que sientas
que es tan bueno estar con los muertos, ¿por qué no unirte a ellos? Será una
liberación.
OPRAH: Bueno, sí, he oído a la gente hablar de ir al otro lado, sentir que es tan
cómodo y acogedor que no quieren volver.
PROFE. WIESEL: ¿Para qué? De Verdad.
OPRAH: Pero lo hiciste, porque tenías más amor que dar.
PROFE. WIESEL: Tenía más cosas que hacer.
OPRAH: Más cosas que hacer.
PROFE. WIESEL: Sabes, siempre tengo ese sentimiento.
OPRAH: Sí.
67
PROFE. WIESEL: Que ni siquiera he empezado.
OPRAH: Una de las cosas que sé que amas tanto como yo es enseñar.
PROFE. WIESEL: Sí, sí.
OPRAH: Porque en tu corazón, eso es lo que eres. Un profesor.
PROFE. WIESEL: Absolutamente.
OPRAH: ¿Cuál crees que es la lección más grande que has dado a tus
estudiantes?
PROFE. WIESEL: Sabes, a veces me preguntan, "¿Qué debemos quitar de tus
clases?" A uno le dije simplemente: "Mira, hagas lo que hagas en la vida,
recuerda, piensa más alto y siente más profundo. No puede ser malo si lo haces".
OPRAH: Piense más alto.
PROFE. WIESEL: Siempre piense más alto y sienta más profundo.
OPRAH: Y sentir más profundo.
PROFE. WIESEL: La vida no es un puño. La vida es una mano abierta
esperando que otra mano entre en ella.
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: En amistad.
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: En última instancia, las respuestas son simples. No
simplistas, pero tan simples.
OPRAH: Tan simples.
PROFE. WIESEL: Es muy sencillo hacer algo con nuestra vida. Pero hazlo.
OPRAH: Así que estará conmigo el resto de mi vida. Piense más alto.
PROFE. WIESEL: Claro. Siente más profundo.
OPRAH: Siente más profundo.
68
PROFE. WIESEL: Sí.
OPRAH: Eso estará conmigo el resto de mi vida. Una de las otras grandes
lecciones que sentí dentro de mí cuando estuvimos juntos en Auschwitz es cómo
la pasividad y la indiferencia es en realidad peor que el odio.
PROFE. WIESEL: Absolutamente. Absolutamente.
OPRAH: ¿Puedes hablar un momento? Cómo ser pasivo e indiferente es
realmente peor.
PROFE. WIESEL: He dedicado mi vida no sólo a luchar contra el mal, eso es
demasiado difícil, sino a combatir la indiferencia. Comencé a pensar que lo
contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Lo contrario del
conocimiento no es la ignorancia, sino la indiferencia. Lo opuesto a la belleza no
es la fealdad, sino la indiferencia a la belleza y a la fealdad. La indiferencia
permite todo lo que es malo en la vida. Y, por lo tanto, hay que luchar contra la
indiferencia. La idea de que la víctima diga que a nadie le importa, me duele
porque tuvimos esa sensación: a nadie le importó.
OPRAH: Sí. Y estoy seguro de que todas las víctimas de la guerra sienten lo
mismo. Cuando lees las historias de los ruandeses...
PROFE. WIESEL: Cierto. Absolutamente.
OPRAH: Ochocientos mil personas en cien días.
PROFE. WIESEL: Como eso. Como eso.
OPRAH: A nadie le importaba, pero la memoria., lo escribes tan bellamente en
A corazón abierto, es lo que queda cuando el cerebro está enterrado, cuando todo
se ha ido.
PROFE. WIESEL: La memoria es más fuerte que cualquier otra cosa,
Extrañamente. La memoria es lo que queda al final, el recuerdo de una oración,
69
el recuerdo de una sonrisa amistosa. Trabajamos para esa memoria. Vivimos con
ese recuerdo.
OPRAH: De alguna manera cuando leí tus hermosas palabras descubrí que eras
un escritor tan hermoso. Cuando estaba leyendo A corazón abierto pensaba en
que la memoria se siente como el espíritu. Se siente como el espíritu de la
persona.
PROFE. WIESEL: Lo es. Pero la memoria combina muchas cosas, tristeza y
alegría, esperanza y desesperación. Y, en última instancia, creo, ¿qué es la vida?
Seguramente es una suma de recuerdos. Pero la memoria es más que la suma
total. Hay algo en la memoria.
OPRAH: Sí.
PROFE. WIESEL: Que siempre está con una M. mayúscula.
OPRAH: Es por eso que la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad
devastadora.
PROFE. WIESEL: Dios mío.
OPRAH: Y por qué, acostado en la cama del hospital, lo que más te preocupaba,
era tu mente.
PROFE. WIESEL: Oprah, hace años publiqué una novela, la novela más triste
que he escrito, llamada El olvidado. Trataba el Alzheimer. Comparé al enfermo
de Alzheimer con un libro. Cada día arrancas una página.
OPRAH: Una página, sí.
PROFE. WIESEL: Y otra página. Y otra página. Al final, no hay nada más que
la portada. Ese es el paciente de Alzheimer y yo me preguntaba entonces, ¿qué
pasa si se olvida un período completo?
OPRAH: Sí.
70
PROFE. WIESEL: ¿Si el mundo entero tuviera Alzheimer?
OPRAH: Entonces, ¿quién eres?
PROFE. WIESEL: ¿Quiénes somos?
OPRAH: Usted se hizo esa pregunta en la cama del hospital. ¿Quién soy?
PROFE. WIESEL: Claro. Naturalmente.
OPRAH: ¿Y cuál fue la respuesta?
PROFE. WIESEL: Todavía no lo sé. Sólo en el último momento, creo,
realmente con el último aliento, la última pregunta sería: ¿Y quién soy yo? Si
tengo la respuesta ni siquiera sabré cómo transmitirla. Porque sólo Dios sabrá la
respuesta.
OPRAH: Elie Wiesel, usted en la cama del hospital, sentiría miedo y también
tendría esas preguntas aún sobre su vida.
PROFE. WIESEL: Me defino más por mis preguntas que por mis respuestas.
Porque las respuestas van y viene, pero quedan preguntas.
OPRAH: Usted ha dicho que los supervivientes del Holocausto se están
convirtiendo en una especie en peligro de extinción. De hecho, todos lo son. Sin
embargo, no teme que el recuerdo del Holocausto se pierda, ¿por qué?
PROFE. WIESEL: Te diré por qué. Porque, ustedes saben, todos los que
pasamos por esa experiencia nos consideramos testigos. Cuando el último testigo
se vaya, no quiero ser ese. Es demasiado trágico. ¿Qué sucederá? Por un lado,
podría llegar a ser pesimista ya que con el último testigo todo el conocimiento,
toda la experiencia, todos los recuerdos, serán enterrados. ¿Y qué? Tengo una
teoría que creo que es válida: Escuchar a un testigo es convertirse en uno.
OPRAH: Escuchar a un testigo.
PROFE. WIESEL: Es ser testigo. Así que, por lo tanto, aquellos que nos han
71
escuchado, que han leído mis libros y otras memorias de supervivientes, tenemos
muchos testigos ahora. Y protegerán no sólo nuestro pasado, sino también su
futuro.
OPRAH: Sabes, hay una foto de nosotros tomada en Auschwitz, donde estamos
frente a una de las tumbas. ¿Recuerdas esa foto? Siento como si yo diera
testimonio de algo.
PROFE. WIESEL: Oh, absolutamente sí.
OPRAH: Que pude dar testimonio, de alguna manera, de que el mundo vea,
personas que no lo habían conocido antes.
PROFE. WIESEL: Por lo tanto, creo que ese acontecimiento fue de tal poder, de
tal magnitud, de tales profundidades, que no será olvidado. Contendrá a nuestra
sociedad y a muchas generaciones con este temor, con este temblor, pero
también con esta esperanza imposible.
OPRAH: Tengo que preguntarte esto porque hablamos hace un par de años y
acabas de pasar por una experiencia terrible. De todas las cosas impresionantes
que le han sucedido a usted una especial es cuando recibió la llamada de que
había perdido sus ahorros de toda la vida, casi 15 millones de dólares de la
fundación en la que usted y Marion habían trabajado toda su vida, por causa de
Bernie Madoff, ¿qué fue lo primero que hizo?
PROFE. WIESEL: Recuerdo que estábamos fuera y llegamos a casa, era casi la
medianoche. El teléfono sonó y estábamos asustados. Medianoche. Era Eliseo.
Eliseo dijo: "En primer lugar, no te preocupes, todo el mundo está bien en la
familia, nada sucedió, nada, pero ahora siéntate".
OPRAH: Siéntate. Este es tu hijo.
PROFE. WIESEL: Mi hijo. Nuestro hijo entonces era miembro de nuestro
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consejo. En realidad no le gustaba la idea de que haber puesto tanto dinero con
Madoff.
OPRAH: Porque habías puesto todo el dinero con Madoff.
PROFE. WIESEL: Sí. Dijo “es demasiado”. Así fue y le contestamos “Vamos,
sabemos que la gente hizo eso. Te dije los nombres, te sorprenderías. Los
nombres más prestigiosos en el mundo financiero. Le ha dado dinero, ¿por qué
no?” Contestó: "Está en la cárcel". Nos miramos, y nuestra reacción fue decir:
“hemos visto cosas peores”.
OPRAH: Mm. Tú y Marion.
PROFE. WIESEL: Oprah, tanto ella como yo hemos visto cosas peores.
OPRAH: Sí. Has vivido en los campos de la muerte.
PROFE. WIESEL: Nos ha tocado, pero no profundamente. Así que, es verdad,
lo perdimos todo. Pero para la fundación pasó algo muy hermoso. De repente
comenzamos a recibir cientos, cientos y cientos de cartas y donaciones.
Pequeñas donaciones. De toda América. Judíos y no judíos. Jóvenes y no
jóvenes. Eso fue muy edificante. Ya sabes, los americanos son generosos. Somos
gente generosa. Ninguna otra nación ha dado tanto a la caridad, a la filantropía
como el pueblo estadounidense.
OPRAH: Sí. Nos levantamos de una crisis. Lo hicimos.
PROFE. WIESEL: Automáticamente, sí. Así que recibimos cientos cada
semana. Eso nos ayudó.
OPRAH: Pero tú... no tuviste que cambiar la forma en que vivías, porque había
gente que le había dado dinero y había perdido sus hogares. Así que no perdiste
tu casa.
PROFE. WIESEL: las casas no, pero, mira, tuvimos que cambiar nuestro estilo
73
de vida de inmediato.
OPRAH: Realmente.
PROFE. WIESEL: Pero no mucho. Mira, te enseño. Tengo un buen sueldo. Doy
conferencias y escribo libros. Así que no cambió nuestra vida de todas formas.
No me hizo más pesimista ni más desesperado. Ni siquiera más escéptico acerca
de la alteridad del otro.
OPRAH: La alteridad del otro.
PROFE. WIESEL: Sobre lo que significa Madoff. Hubo algo de alteridad en él,
por supuesto no quiero aceptarlo como parte de la naturaleza humana. Como
algo que podía hacer eso.
OPRAH: Usted dice al final del libro A corazón abierto: «Podría parecer que no
soy el hombre que era antes del 16 de junio de 2011, pero en un nivel cercano a
los absolutos que son vida y muerte, he permanecido igual. Ahora sé que cada
momento es un nuevo comienzo, cada apretón de manos una promesa. Sé que
cada búsqueda implica al otro, así como cada palabra puede llegar a ser oración.
Si la vida no es una celebración, ¿por qué recordarla? Si la mi vida, o la de mis
semejantes, no es una ofrenda al otro, ¿qué hacemos en esta tierra?».
PROFE. WIESEL: Es cierto lo que dije en ese momento, seguro.
OPRAH: Porque en última instancia, también lo veo. Veo este espectáculo como
una ofrenda. Es por eso que hice la pregunta, ¿Cuál es la oferta que ha dado a
sus estudiantes? Veo que nuestro papel en la humanidad, como individuos, es
dar una ofrenda.
PROFE. WIESEL: También es crear un mundo con amigos. Amistad. Para mí,
la amistad es como una religión, no podríamos vivir sin ella. Quizá podríamos
vivir un rato sin amor, pero no sin amistad.
74
OPRAH: ¿Por qué la amistad no es una forma de amor?
PROFE. WIESEL: Sí lo es, pero de un tipo diferente. El amor es exigente en el
mejor sentido de la palabra. La amistad no lo es.
OPRAH: ¿Qué es lo que más quieres que el mundo sepa?
PROFE. WIESEL: Que si hay una persona en el planeta que aún sufre de
soledad, de dolor o desesperación, y no lo sabemos o no queremos saberlo,
entonces algo está mal en el mundo.
OPRAH: Cada uno de nosotros, a través de nuestro deseo de conocer y querer a
la otra persona, quien sea, no hacerle sentirse solo.
PROFE. WIESEL: Eso es exactamente. No puedo curar a todo el mundo. No
puedo ayudar a todo el mundo. Pero decirle al solitario que no estoy lejos ni soy
diferente, que estoy con él o ella, eso es todo lo que creo que podemos y
debemos hacer.
OPRAH: Ese es un gran camino espiritual.
PROFE. WIESEL: Lo es.
OPRAH: Te amo, Elie Wiesel.
PROFE. WIESEL: Yo te amo más que eso.
OPRAH: No, te quiero más.
PROFE. WIESEL: De acuerdo.
OPRAH: Está bien, está bien. Eso es hermoso. Gracias. Eso fue una oración.
Este libro es un poema de amor y esta entrevista una oración. Gracias. Qué
mejor manera de terminar el programa de hoy que llevarlo al lugar donde Elie
Wiesel encuentra su espacio para respirar, aquí entre la belleza y los libros de la
Biblioteca Pública de Nueva York. Con tantos libros, escuchando a Schubert,
uno de los músicos favoritos del profesor.
76
Historia y silencio: Trascendencia en el
trabajo de Elie Wiesel15
Gary Henry
La producción literaria de Wiesel
ha sido enorme. Además de sus
dieciséis libros, ha escrito un flujo
constante de ensayos y artículos
en una variedad de publicaciones,
ha dado numerosos discursos y
conferencias, y ha sido el tema de
más de unas pocas entrevistas y documentales. Junto con toda esta enseñanza,
hablando y escribiendo, Wiesel ha dado generosamente su tiempo a una serie de
proyectos dentro de la comunidad judía. Es un hombre con un impulso que
justificar cada segundo de su existencia.
La literatura de Wiesel es un pedazo de su vida. Sus libros, incluso las
novelas, son autobiográficos. Cada uno de ellos es una parte vital del mosaico
formado por sus experiencias pasadas, su crecimiento espiritual y su actividad
actual. Sus libros están lejos de ser los productos de una ocupación periférica o
ser simples piezas de entretenimiento. Reflejan su propia alma y fueron escritos
15
Extracto del artículo Story and Silence: Transcendence in the Work of Elie Wiesel. Disponible
en http://www.pbs.org/eliewiesel/life/henry.html (Consultado el 25-2-2017).
77
en cumplimiento de una misión que abarca no sólo su escritura, sino todo lo
demás que hace.
Dado que sus libros son tan autobiográficos y están íntimamente conectados
entre sí, su desarrollo es algo que cabe relacionar con la vida de Wiesel. Leídos
en el orden en que fueron escritos, rastrean la odisea tortuosa que ha sido su
lucha interior para lidiar con el Holocausto. Las primeras obras están saturadas
de desesperación negra, pero en pequeños grados se mueven hacia el triunfo de
la fe de Wiesel en Ani Maamin: Una canción perdida y encontrada otra vez.
Incluso los títulos de los primeros libros sugieren esta progresión: La noche, El
día, El alba (desafortunadamente titulado The Accident en la edición inglesa).
El primer libro de Wiesel, La noche, está en el centro de todo lo que ha
escrito desde entonces. Es una memoria sombría y en movimiento de su
experiencia de destrucción de la fe en los campos de la muerte. Wiesel dice de
este libro:
La noche, mi primera narración, fue una historia autobiográfica, una
especie de testimonio de un testigo hablando de su propia vida, de su
propia muerte. Todo tipo de opciones estaban disponibles: suicidio,
locura, asesinato, acción política, odio, amistad. Noto todas estas
opciones: la fe, el rechazo de la fe, la blasfemia, el ateísmo, la negación,
el rechazo del hombre, la desesperación y en cada libro exploro un
aspecto. En El día exploro la acción política; en El accidente, el
suicidio; en La ciudad más allá del muro, la locura; en Las puertas del
bosque, la fe y la amistad; En Un mendigo en Jerusalén, la historia, el
retorno. Todas las historias son una historia única, excepto que las
78
construyo en círculos concéntricos. El centro es el mismo y está en La
Noche.
Además de esta exploración sucesiva de las posibles respuestas al
Holocausto, hay otro patrón en la obra de Wiesel: el tratamiento de uno de los
personajes de La noche.
La noche fue el fundamento, todo el resto de la producción es
comentario. En cada libro, tomo un personaje de la noche y le doy
refugio, un libro, un cuento, un nombre, un destino propio.
Este centro estructural del corpus literario entero de Elie Wiesel comprende
solamente 127 páginas en su edición de bolsillo inglesa. Cuando fue publicado
originalmente en la Argentina en 1955, escrito en yiddish, llegó a unas 800
páginas. El material cortado para la edición francesa en 1958 ha proporcionado
la sustancia de gran parte de la "ficción" posterior de Wiesel, así que las novelas
son literalmente, como dice, comentarios a La noche.
La noche, por supuesto, significa el Holocausto. El libro plantea el problema
y representa la negrura abismal de la que Wiesel ha luchado para liberarse. En
La Noche la fe joven del jasídico es devorada en los fuegos de los crematorios.
Dios muere, y la vida de Wiesel es maldecida.
Nunca olvidaré aquellas llamas que consumieron mi fe para siempre.
Nunca olvidaré ese silencio nocturno que me privó, por toda la
eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré aquellos momentos que
79
asesinaron a mi Dios y mi alma, convirtiendo mis sueños en polvo.
Nunca olvidaré estas cosas, aunque esté condenado a vivir tanto como
Dios mismo. Nunca.
Entre otros horrores, Wiesel y sus compañeros de prisión fueron obligados a
observar el ahorcamiento de un niño por parte de los alemanes. Seguía vivo
cuando Wiesel pasó por delante y oyó a alguien detrás de él preguntarse en voz
alta: ¿Dónde está Dios, dónde está?. «Y oí una voz dentro de mí que le
respondía: ¿Dónde está Él? Aquí está, Está colgado aquí en esta horca...».
Aquella noche la sopa supo a cadáveres.
Es una distancia larga esta desesperación amarga y furiosa respecto a la
esperanza expresada en la cantata de Wiesel, Ani Maamin, escrita para el
centésimo aniversario del Instituto Hebreo de Religión, realizada en Carnegie
Hall, en noviembre de 1973. El título De esta obra significa Yo creo y se refiere
a uno de los trece artículos de fe según Maimónides: «Creo en la venida del
Mesías». La cantata retrata la queja a Dios de Abraham, Isaac y Jacob en nombre
de las víctimas del Holocausto. Cuando su petición es contestada solamente por
el silencio de Dios, los patriarcas se alejan de él para compartir el destino de las
víctimas. Ani Maamin no se convierte en la afirmación de los judíos piadosos
que fueron a sus muertes cantando estas palabras como un himno, sino en un
desafiante "creo" a pesar de lo que el hombre ha hecho y Dios ha permitido que
se haga. En esta declaración de fe, que es la culminación de la lucha de Wiesel
con el Holocausto, no hay piedad superficial ni ateísmo. En cambio, existe la
vigorosa determinación de un «superviviente del holocausto que no soporta el
destino, sino que lucha por la redención con y contra nuestro» Señor cruel y
80
bondadoso «cuya revelación en nuestros tiempos es sólo una profundización de
su ocultamiento».
Elie Wiesel es un testigo, un narrador de cuentos y un escritor, en ese orden.
Cada uno de estos papeles está determinado por el Holocausto. Como
superviviente, Wiesel no tiene más remedio que decir a todos los que escuchan
lo que las víctimas silenciadas dirían si pudieran hablar. Él es un testigo
autodeclarado en su nombre.
Recuerdo, durante esos años, cuando éramos niños sin sueños en un
reino llamado la noche, que teníamos un solo deseo, pero era ardiente:
dar testimonio.
A esa dolorosa tarea de Wiesel, testigo, dio su vida. Sus libros, todos,
apuntan al Holocausto, e incluso las obras de ficción «no son novelas sino
páginas de testimonio».
Wiesel se ha convertido en el "archivero espiritual del Holocausto" por
razones profundas. Como hemos visto, cree que debe este trabajo a las víctimas.
Su deseo era que al menos uno de ellos pudiera vivir para contar cómo murió el
resto y así Wiesel siente una gran responsabilidad de testificar. Pero también ha
dicho: «Yo escribo para entender tanto como para ser entendido». Su testimonio
ha sido un medio de llegar a un acuerdo con los hechos. Más fundamentalmente,
estima la esperanza de que su testimonio pueda disminuir la cantidad de
sufrimiento en el mundo. Puede decir sin rodeos de sí mismo y de otros testigos
que llevan la misma carga: «No escribimos para ningún propósito aceptado
excepto por el extraordinario propósito de salvar a la humanidad».
81
El testimonio de Wiesel como superviviente es doble. Hay un testigo que
debe llevar, ciertamente, al no judío, el "verdugo". Pero, también, él debe ser
testigo del judío, la "víctima". En cada caso el testimonio aguza la conciencia.
Principalmente, mi posición en la comunidad judía es realmente la de
un testigo desde dentro y un defensor desde fuera. Esto va, por
supuesto, junto con mis ideas sobre los deberes y los privilegios de un
narrador, de un escritor. Desde el interior, desde dentro de la
comunidad, soy crítico. Si los judíos son criticados o atacados desde
fuera, entonces trato de defenderlos. Lo que trato de hacer (es muy
difícil) es reconciliar las dos actitudes: no ser demasiado agudo,
demasiado crítico cuando estoy dentro, y no ser un mentiroso en el
exterior.
El libro de Wiesel, Los judíos del silencio, es una ilustración del tipo de
cosas que desea hacer. Es un testimonio de la situación de los judíos soviéticos
con muchos paralelos respecto al Holocausto, Wiesel denuncia a la comunidad
no judía por su injusticia en este asunto, pero también tiene críticas para la
comunidad judía mundial y su indiferencia. Cuando se producen males de tal
magnitud, nadie es completamente inocente, Wiesel se ha encargado de
testimoniarlo de tal forma que nuestra culpa nunca puede hundirse en el olvido
inconsciente.
Pero Wiesel es algo más que un portador de testimonio. Es un artista, un
narrador, un escritor. Fiel a sus raíces jasídicas, cree en el poder de la historia.
82
Cuando el gran rabino Israel Baal Shem-Tov veía la desgracia
amenazando a los judíos su costumbre era entrar en el bosque para
meditar. Encendía un fuego, oraba y el milagro se cumpliría evitando
aquella desgracia. Más tarde, cuando su discípulo, el célebre Magid de
Mezritch, tuvo ocasión, por la misma razón, de interceder con el cielo,
fue al mismo lugar en el bosque y dijo: "Maestro del Universo,
escucha, no sé cómo encender el fuego, pero todavía puedo decir la
oración". De nuevo el milagro se cumplió. Más tarde, el rabino Moshe-
Leib de Sasov, para salvar a su pueblo otra vez, fue al bosque y dijo:
"No sé encender el fuego, no sé la oración, pero conozco este lugar y
eso debe ser suficiente". Fue suficiente y el milagro se cumplió.
Entonces le tocó al rabino Israel de Rizhyn ocuparse de este peligro.
Sentado en su sillón, con la cabeza entre las manos, le habló a Dios:
"No puedo encender el fuego, ni conozco la oración, ni siquiera puedo
encontrar el lugar en el bosque, pero la historia debe ser suficiente" Y
fue suficiente. Dios hizo al hombre porque ama sus historias.
En la Cábala, está la historia de Shvirat Hakelim, "la rotura de los vasos".
Es la historia de lo que salió mal en la Creación, el cataclismo cósmico. Wiesel
dice que su narración es la misma historia de otra forma, otro cataclismo que
tuvo lugar hace una generación durante el Holocausto. Un tiempo en que aquella
historia puede y debe ser contada, donde todas las otras historias se vuelven
insignificantes.
La obra de Wiesel hace que la historia del Holocausto sea un arte literario.
Pero debido al tema, este arte es más que el arte. Desde Auschwitz, la literatura
83
ya no puede ser una mera diversión. El escritor debe escribir como testigo.
Somos testigos en el sentido más cruel y fuerte de la palabra. Y no
podemos parar. Debemos hablar. Esto es lo que estoy tratando de
hacer en mi escritura. No creo que el objetivo de la literatura sea
entretener, distraer, divertir. Antes podría serlo. Ya no creo.
Cuando se le preguntó qué significa ser escritor hoy, Wiesel respondió que
corregir las injusticias, aliviar el sufrimiento, crear esperanza. Precisamente por
esta razón, el trabajo del testigo / narrador / escritor es desalentador. Rara vez
logra lo que debe lograr.
Todo esto te dirá por qué una persona de mi tiempo tiene que ser un
testigo de sí mismo (e intento hacerlo en mi escritura tanto como
puedo), literalmente se siente desesperación. Creo que nunca antes el
judaísmo alcanzó un nivel espiritual tan bajo. Ya no hay idealismo. No
hay conciencia.
El papel de Wiesel como testigo gobierna tan completamente su papel
como escritor que él debe continuar escribiendo si su testimonio resuelve
cualquier respuesta o no.
Uno debe escribir sobre su propia experiencia, fuera de su propia
identidad. Uno no debe atender a nadie, debe permanecer veraz. Si
uno es leído, es bueno, si no, es muy malo. Pero eso no debería influir
en el escritor. Lo más importante, el trabajo del testigo como escritor
84
exige que él escriba como un hombre moral. El artista literario no
puede ser excusado si escribe de un modo y vive de otro. La vida y la
historia deben mezclarse en una armonía ética. El escritor está
obligado a un compromiso moral por la misma historia que cuenta. La
elaboración de la literatura no es un asunto frívolo. Los verdaderos
escritores quieren contar la historia simplemente porque creen que
pueden hacer algo con ella: sus vidas no son infructuosas y no se
gastan en vano. Los verdaderos lectores quieren leer historias para
enriquecer sus propias vidas y entenderlas. Lo que me pasa, me pasa
contigo. Tanto el autor como el lector son participantes en la misma
historia y ambos la convierten en la que es. Hablo sólo de verdaderos
escritores y lectores. En cuanto a los demás, son actores y su trabajo
realmente no me importa. No quiero entrar en los nombres, pero hay
muy pocos grandes narradores hoy. En realidad, creo que hoy la
literatura ha cambiado su propósito y su dimensión. Una vez fue
posible escribir el arte por el arte, la gente sólo buscaba la belleza.
Ahora sabemos que la belleza sin una dimensión ética no puede existir.
Hemos visto lo que hicieron con la cultura en Alemania durante la
guerra. Lo que llamaron cultura no tenía ningún propósito ético. Creo
en el empuje ético, en la función ética, en la aventura humana en la
ciencia, en la cultura o en la escritura.
El testigo comienza con su testimonio. En el caso de Wiesel, este
testimonio se refiere al Holocausto. Se convierte en un verdadero escritor cuando
su testimonio es una historia. El arte del testigo, entonces, es una representación
del testimonio en la historia. La dificultad de esto radica en el intento de
85
yuxtaponer el acontecimiento pasado con la situación actual en una historia que
es verdaderamente artística: es decir, no meramente hermosa, sino éticamente
significativa. La tarea monumental que Wiesel ha intentado ha sido reunir en sus
relatos los mundos dispares de las víctimas del Holocausto en el pasado y de sus
lectores posteriores en el presente. Vive en ambos mundos, pero apenas
pertenece a uno. Su esfuerzo ha sido crear de una forma imaginativa una historia
con estos mundos disyuntivos. El resultado ha sido una especie de anomalía
literaria: novelas "autobiográficas".
La alienación del superviviente, tanto del pasado como del presente, y sus
implicaciones como testigo y escritor se ven mejor en el uso de Wiesel del
concepto de "locura". El testigo como escritor se ve en el personaje de Moshé el
Loco en La noche. Capaz de volver a Sighet como superviviente de una
deportación temprana, no fue creído cuando contó la historia de aquellos que no
escaparon. Moshe el Loco aparece en casi toda la obra de Wiesel, e incluso se
convierte en el personaje principal en una novela, El Juramento. Como
"mensajero de los muertos entre los vivos", que intenta salvarlos con sus
historias pero le consideran un loco. Moshé es un paradigma para Wiesel del
loco como testigo.
Wiesel está calificado para hablar de locura. Durante sus tres años en la
Sorbona, se especializó en psicología clínica y la Sociedad de Psicólogos
Clínicos de Nueva York lo ha honrado por su tratamiento de la locura en su
escritura. Este trabajo, sus experiencias de campo de concentración, y su fondo
jasídico se unen para hacer de la locura uno de los principales motivos de sus
libros.
Según Wiesel, hay varios tipos de locura. En primer lugar, hay locura
86
clínica. Advierte, sin embargo, que lo que a menudo se considera locura en este
sentido puede no ser locura en absoluto, sino simplemente disentir de la
"neurosis colectiva" de la sociedad. En una sociedad enloquecida, la persona
cuerda será juzgada loca, aunque sea la sociedad y no él el que sufre de una
visión sesgada. De la misma manera que un preso sano en un manicomio sería
juzgado loco por los otros presos, por lo que cualquier persona cuya visión es
amenazante o perturbadora para la sociedad "normal" es considerada loca.
Wiesel narra un cuento jasídico sobre este punto.
Había una vez un rey que sabía que la próxima cosecha sería maldita.
Cualquiera que quisiera comer de ella se volvería loco. Así ordenó
construir un enorme granero y almacenar allí todo lo que quedaba de
la última cosecha. Le confió la llave a su amigo y esto es lo que le dijo:
"Cuando mis súbditos y su rey hayan sido golpeados por la locura,
sólo tú tendrás el derecho a entrar en el almacén y comerte sin
contaminarte, así escaparás de la maldición. Pero tu misión será cubrir
la tierra, ir de país en país, de pueblo en pueblo, de una calle a otra, de
un hombre al otro, contando cuentos, los nuestros y gritarás, gritarás
con todas tus fuerzas: ¡Buen pueblo, no lo olvides! ¡Lo que está en
juego es tu vida, tu supervivencia! ¡No olvides, no olvides!”.
Por supuesto, el plan no tuvo éxito. La historia del hombre no fue creída,
fue echado como un loco. Esta es la posición en la que se encuentra el testigo del
Holocausto cuando cuenta su historia. Esta locura del testigo es una locura
"profética". La de un individuo que ha visto las cosas increíbles para los demás,
87
por lo tanto está separado de los otros hombres por el hecho mismo de su
cercanía a Dios. Wiesel ve a este tipo de loco como un mensajero de Dios y dice:
«Dios ama a los locos, son los únicos que permite cerca de él». La extrañeza de
su relato hace al profeta un inadaptado antisocial, un loco a los ojos de sus
contemporáneos. Por lo tanto, la profecía ha sido considerada una especie de
locura. Al igual que Wiesel, el superviviente del Holocausto, el loco profético es
una figura solitaria, separada del mundo por el testimonio que lleva, y sin
embargo es obligado a vivir en el mundo como un hombre entre los hombres.
Todavía hay otro tipo de locura: la locura moral. Thomas Merton ha escrito
que «todo el concepto de cordura en una sociedad donde los valores espirituales
han perdido su significado es en sí mismo sin sentido». Cuando el odio y la
indiferencia son norma en la sociedad, uno debe volverse moralmente loco para
protestar contra la inhumanidad de la sociedad. En la Alemania de 1943, uno
tuvo que elegir la locura moral para evitar ser engullido por la "cordura"
imperante. En tal contexto, la indiferencia moral es el tipo de locura contra la
cual la moral debe protestar. Esta locura moral, voluntaria y deliberada, no se
debe rendir. Es una identificación valiente con los enfermos, verdadero amor y
cariño. Es la aceptación voluntaria de la responsabilidad moral en una sociedad
cuya conciencia está dormida. No aceptar la locura moral es optar por la
verdadera locura. Wiesel dice:
Creo que la realidad nos ha decepcionado tanto que busco otra
realidad. Entonces, ¿cuál es esa otra realidad? Locura. Creo que
cualquiera que estuvo en los campos salió desquiciado. Hay una base
de locura en cada persona que sobrevivió. Cuando has visto lo que han
88
visto, ¿cómo no puedes estar loco? Esto en sí mismo sería una locura:
seguir siendo normal.
Es como Kahlil Gibran lo ha dicho:
El corazón humano pide ayuda, el alma humana nos implora la
liberación, pero no escuchamos sus gritos porque ni oímos ni
entendemos. Al hombre que oye y entiende llamamos loco y se huye de
él.
En sus libros, Elie Wiesel intenta oír y entender, disminuir el sufrimiento.
Después de la destrucción del segundo Templo, el pueblo judío se enfrentó a dos
opciones: acabar con su sufrimiento negando su fe y asimilándose en la
sociedad, o continuar y reconstruirse sobre las cenizas. Wiesel sugiere que el
Talmud fue el "templo" construido cuando el pueblo judío eligió esta segunda
opción. Él dice que «el Talmud fue concebido y escrito como un acto de
desafío». Como si los Sabios quisieran decirle a Dios que se negaron a dejar de
creer. Este desafío confirmó el antiguo mensaje del judaísmo que, si bien el
hombre no puede crear (sólo Dios puede hacerlo), es su deber no aceptar un fin
impuesto.
Comenzar no está en el reino de las posibilidades, sólo para comenzar
de nuevo, una y otra vez. Ahí radica la fuerza [del hombre] y su gloria.
El desafío como medio para superar la desesperación, como medio de
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supervivencia, es característico de la tradición judía. Wiesel está en esa tradición
cuando él discute que el judío puede solamente conservar su humanidad si
audazmente discute con Dios y su indiferencia, aparente, al sufrimiento de los
judíos. El hombre, dice Wiesel, no debe ceder demasiado rápido y permitir ser
aplastado espiritualmente por las fuerzas de la inhumanidad. Una de sus historias
jasídicas ilustra esta obstinada determinación de creer:
En Shevet Yehuda16
se narra una historia sobre unos judíos que
huyeron de su pueblo, su país. Subieron a un barco que finalmente
tuvieron que abandonar también. Desembarcaron en un desierto. El
hambre, la sed, la enfermedad les asoló, muchos murieron. Entre ellos
había un hombre piadoso cuya esposa había fallecido de hambre.
Continuó su marcha, con la esperanza de llegar a un asentamiento
judío. Sus dos hijos eran demasiado débiles, así que los llevó. También
murieron y continuó llevándolos. Cuando finalmente se dio cuenta de
que era el último superviviente del grupo, el dolor era tan agudo que se
desmayó. Cuando se despertó, miró hacia el cielo y se dirigió a Dios:
"Maestro del Universo, sé lo que quieres, quieres que deje de creer en
ti, pero no tendrás éxito, me oyes, ¡no tendrás éxito!
Así, el hombre desafía a Dios y se convierte en su acusador. El jasidismo
traza la tradición del "protestantismo judío". En esta tradición, el hombre
interpela a Dios y afirma su igualdad moral con él. Esta protesta no es una
16
La vara de Judá, obra de Salomón ben Verga, historiador sefardita del siglo XV expulsado de
España en 1492.
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blasfemia incrédula, es más bien una súplica amorosa. Si es algo negativo, es
una expresión de preocupación que el Maestro del Universo no ha cumplido con
sus propios estándares de justicia. Wiesel, junto con otros supervivientes, ha
elegido esto como respuesta al Holocausto. Estos supervivientes…
...Tenía, todas las razones del mundo para negar a Dios, para negar
cualquier cosa sagrada, para oponerse a todas las promesas y a todas
las señales de esperanza, Tenían todas las razones del mundo para
convertirse en feroces nihilistas, anarquistas, portadores del miedo y la
pesadilla. Pero, ¿qué hicieron los supervivientes judíos de los campos
de la muerte tan pronto como fueron liberados? Por extraño que
parezca acudir a los servicios religiosos. ¿Dar gracias a Dios? ¡No,
desafiarlo! Para decirle: “Escuche, como simples mortales, como
miembros de la sociedad humana, sabemos que debemos tomar las
armas y usarlas en todos los lugares, en todos los sentidos y nunca
parar, porque es nuestro derecho. Pero somos judíos y como tales
renunciamos a ese derecho” Elegimos, sí, elegimos permanecer
humanos y ser generosos.
Permanecer humano incluso ante la absurda inhumanidad, esto, sugiere
Wiesel, es el verdadero mensaje de la tradición judía.
El desafío del hombre a Dios, en la obra de Wiesel, sólo se cumple debido
al silencio de Dios. Ciertamente, este silencio suele tener un aspecto siniestro,
como en La Noche, cuando algunos ayunan en Yom Kippur y Wiesel escribe:
No ayuné. Ya no aceptaba el silencio de Dios. Mientras tragué mi
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cuenco de sopa, vi en el gesto un acto de rebelión y protesta contra él.
De todos los motivos principales que utiliza Wiesel, el concepto de silencio
es el más íntimamente relacionado con la noción de trascendencia en su obra. Su
denuncia del silencio de Dios es citada con como la evidencia de una falta de fe
verdadera en lo trascendente por su parte. Esto no es hacer justicia a Wiesel.
Para él, el silencio a menudo se opone a lo trascendente, sino que es la expresión
más radical de ello. Como místico que es, Wiesel cree en la profunda
importancia del silencio. Lo que no se dice es a menudo tan importante como lo
que se dice. Por ejemplo, Dios no sólo dio las palabras de la Torá, sino que dejó
espacios entre las palabras, cuyos silencios están llenos de significado. Wiesel
respeta tanto el silencio, que teme el uso excesivo de palabras. Cuando se le
preguntó cuáles son sus sentimientos al terminar de escribir un libro, responde:
Naturalmente, la angustia de si no he dicho demasiado, nunca si poco,
sino demasiado.
Sus libros tienden a ser cortos y de frases cortadas. Su tema, el horror del
Holocausto, sólo puede ser banalizado si uno trata de decir demasiado sobre él.
Por esta razón, en realidad escribe sobre el Holocausto, no directamente de él.
Sostiene:
El Holocausto no puede describirse, ser comunicado, es inexplicable.
Para mí es un evento místico. Tengo la sensación casi de pecado
cuando hablo de ello.
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Y otra vez,
Digo ciertas cosas para no decir otras, escribo una página y la ausencia
del Holocausto en ella es tan fuerte que esta ausencia se convierte en
una presencia.
Lo mismo ocurre con Dios. El silencio de Dios es una presencia más
poderosa que sus palabras:
Si pudiera comunicar lo que tengo que decir y no escribir, lo haría. Si
pudiera, para usar una imagen poética, comunicaría un silencio a
través del silencio. Pero no puedo, tal vez no soy lo suficientemente
fuerte o sabio. El silencio, lejos de poner en tela de juicio la existencia
de una o ambas partes en un diálogo, es en realidad el nivel más
significativo en el que puede darse el mismo. Entre el autor y el lector
debe haber un diálogo. Cuando el hombre habla a Dios hay un diálogo.
El proceso creativo es extraño: viene de la soledad, va a la soledad y,
sin embargo, es un encuentro entre dos soledades. Es como la soledad
del hombre frente a la soledad de Dios. Una vez que tengas esta
confrontación, tienes arte y religión.
Demasiadas palabras pueden interferir con el arte y la religión. Aconseja no
hablar demasiado profusamente acerca de Dios y el silencio de Dios es la
comunicación más reveladora que puede hacer de sí mismo al hombre. Si el
silencio con que Dios responde al sufrimiento del hombre parece ser una
invitación para que el hombre se entregue al sufrimiento, Wiesel diría que la
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negativa a aceptar el silencio de Dios como excusa para la incredulidad es la
única salida responsable del dilema. Afirmar y preservar al humano (por
ejemplo, al comer el plato de sopa en Yom Kippur, por ejemplo) frente a la
inhumanidad, a menudo requiere que el hombre discuta con el silencio divino y
afirme lo trascendente en el universo, al cuestionar su aparente ausencia. De una
manera indirecta, la protesta indignada del hombre contra el silencio de Dios no
tendría sentido si no hubiera presencia detrás del Silencio.
En consecuencia, el desafío de Elie Wiesel a Dios, su negativa a aceptar la
indiferencia de Dios ante el sufrimiento del hombre y su negación de Dios, son
en esencia una afirmación de lo trascendente, sólo porque toman la forma de una
afirmación de lo humano frente a la inhumanidad. La protesta más humana
contra la aparente falta de sentido de la existencia no es a través de lo absurdo,
sino a través de lo trascendente. El ateo puede darse el lujo de permitir que el
sufrimiento continúe, Wiesel no puede. Cree que el sufrimiento debe ser
disminuido, que todo acto de protesta, contra Dios o el hombre, en el cual el
sufrimiento es aliviado es un acto redentor.
Debido a que se aferra a lo trascendente, y está preparado para luchar contra
ello si es necesario, al igual que Jacob luchó con el ángel, puede decir que:
...Huir a una especie de Nirvana es oponerse a la humanidad de la
manera más absurda, inútil y cómoda posible. Un hombre es un
hombre sólo cuando está entre los hombres. Es más difícil permanecer
humano que tratar de saltar más allá de la humanidad. ¡E incluso
puede pedir fuerza para desafiar a Dios de esta manera! ¡Oh Dios,
dame la fuerza para pecar contra ti, para oponerme a tu voluntad!
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¡Dame la fuerza para negarte, rechazarte, encarcelarte, ridiculizarte!
El hombre niega a Dios afirmando a la humanidad, pero al afirmar ésta, el
hombre hace una afirmación de Dios que trasciende su negación. Este proceso
circular se ilumina cuando Wiesel identifica a Dios con el hombre. A veces
parece decir que Dios es hombre, pero lo que quiere decir es que Dios puede ser
abordado sólo a través del hombre. En La ciudad más allá de la muralla, hace
decir a Pedro:
El camino no es menos importante que el objetivo. El que piensa en
Dios, olvidando al hombre, corre el riesgo de confundir su meta: Dios
puede ser tu vecino de al lado.
El hombre, Dios y el yo están tan estrechamente identificados que lo que el
hombre hace a su prójimo, lo hace a Dios y a sí mismo. En El alba, cuando
Elisha aprieta el gatillo para matar al rehén británico, grita: «Está hecho, he
matado, he matado a Eliseo». En La Noche, cuando el niño está colgado, Wiesel
puede decir que es Dios quien cuelga de la horca. Pero no es Dios mismo el que
muere, como tampoco un hombre muere realmente cuando mata a otro hombre.
Es, tal vez Wiesel diría, la imagen de Dios que se destruye cuando el hombre
inflige sufrimiento a sus semejantes. En este sentido, el incidente de "morir" de
Dios en la horca con el niño ejecutado tiene un sorprendente parecido con una
parábola del Talmud.
Rabí Meir dijo: Una parábola fue declarada. ¿A qué es comparable? A
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dos hermanos gemelos que vivían en una ciudad. Uno fue nombrado
rey y el otro tomó se dedicó a robar. A orden del rey le ahorcaron,
pero todos los que lo vieron explicaron: ¡han colgado al rey!
Debido a su íntima identificación de Dios con el hombre, Wiesel puede
retener lo trascendente, incluso mientras desafía a Dios. Su protesta es contra la
inhumanidad que constituye una erradicación de lo trascendente. En esta
protesta, tanto Dios como el hombre son acusados por la misma cosa:
indiferencia al sufrimiento. Cuando el sufrimiento y la injusticia del Holocausto
se encuentran con la apatía, el hombre ha renunciado a su humanidad. Al hacerlo
ha asesinado a su Dios.
Ser indiferente, por cualquier razón, es negar no sólo la validez de la
existencia, sino también su belleza. Traiciona. Puedes torturar a tu
vecino, pero seguir siendo un hombre. El mal es humano, la debilidad
es humana. La indiferencia no lo es. La injusticia perpetrada en una
tierra desconocida me preocupa, yo soy responsable. El que no está
entre las víctimas está con los verdugos. Éste es el significado del
Holocausto. Implicaba no sólo a Abraham o a su hijo, sino también a
su Dios.
El trabajo de Elie Wiesel es una protesta valiente y sostenida contra la
indiferencia. Ha superado el Holocausto desafiándolo, negándose a abandonar lo
humano y lo trascendente. Su testimonio del Holocausto, por su propio desafío,
ha roto el dominio de su desesperación. Y, cualquiera que sea su impacto en la
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humanidad, ha permitido que el propio Elie Wiesel siga siendo humano.
Un día un tzadik17
vino a Sodoma. Sabía lo que era Sodoma, así que
vino a Salvarla del pecado y la destrucción. Predicó a la gente: "Por
favor, no sean asesinos, ladrones, no se callen y no se muestren
indiferentes". Siguió predicando día tras día, tal vez incluso semanas,
pero nadie escuchaba. No se desanimó y continuó predicando años. Al
final, alguien le preguntó: "Rabí, ¿por qué lo haces? ¿No ves que no
sirve?" Él respondió: "Sé que no sirve de nada, pero debo hacerlo, y te
diré por qué: al principio pensé que tenía que protestar y gritar para
cambiarlos. Sé que debo gritar y gritar para que no cambien.
17
Un judío justo, considerado un santo por su espiritualidad.
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TRILOGÍA DE LA NOCHE
Compuesta por La noche (1960), El alba (1961) que relata como
un joven miembro de la clandestinidad judía en la Palestina
controlada por los británicos custodia a un oficial británico
capturado. Un superviviente de Auschwitz torturado por el
remordimiento cuando se le ordena ejecutarle; y también El
accidente (1962, después traducido como El día) que narra una
historia de amor y un accidente de automóvil casi fatal en las
calles de Nueva York de un hombre que ha perdido la voluntad
de vivir porque ha visto demasiado de la muerte. Los tres libros
basados en la vida de Wiesel.
LOS JUDÍOS DEL SILENCIO (1966)
Wiesel visitó Rusia en 1965. Después de viajar a cinco ciudades
y hablar con cientos de judíos, escribió este informe sobre una
comunidad que vivía aún en el temor, pero conservando sus
antiguas tradiciones. Originalmente escrito como una serie de
artículos, en hebreo, para el diario israelí Yedioth Ahronoth.
LAS PUERTAS DEL BOSQUE (1966)
Cuando el joven Gregor huye de la aniquilación nazi, se
convierte en un traidor y persigue a un fantasma. A medida que
ama y sobrevive, una pregunta se repite: ¿Cómo vivir en un
mundo que Dios claramente ha abandonado?
LA LOCURA DE DIOS (1974)
Titulada en original Zalmen, la obra es resultado del viaje de
Wiesel a Rusia en 1965, durante el cual observó que los judíos no
decían la verdad sobre su condición. En una pequeña sinagoga rusa,
en vísperas de la visita de un grupo de actores occidentales, los
judíos de la comunidad son advertidos por las autoridades rusas y
por sus propios líderes para evitar el contacto con los extranjeros.
Zalmen, el humilde bedel de la congregación, acusa al rabino por
su silencio.
98
EL TESTAMENTO DE UN POETA JUDÍO ASESINADO
(1981)
El 12 de agosto de 1952, los mejores poetas y novelistas judíos de
Rusia fueron ejecutados por Stalin o desaparecieron sin dejar
rastro. Wiesel rinde homenaje a su memoria reuniendo su vida de
en un único personaje de ficción, un judío convertido al
comunismo, que deshoja su inocencia año tras año. Finalmente
encarcelado, sólo se le permite escribir su testamento.
UN JUDÍO HOY (1978)
Un resumen de todos los períodos de la vida del autor,
interpretando los acontecimientos de cada época para revelar las
cuestiones morales y humanas subyacentes de ellas. Incluye sus
cartas abiertas -a un joven árabe palestino, a un israelí, a un joven
judío en la Unión Soviética- que están infundidas de pasión y
humanidad.
CELEBRACIÓN BÍBLICA (1976)
Wiesel relata las historias intemporales de los héroes de la Biblia -
de Adán, Job y Jacob, de Abraham, José y Moisés. Los relatos son
de hombres y mujeres vivos, no de símbolos; De seres humanos
con debilidades, defectos, momentos de éxtasis y confusión, como
estaban en la encrucijada de sus vidas: atribulada, exaltada,
marcada.
MEMORIA A DOS VOCES, con François Mitterand
(1996)
Cerca del final de su segundo mandato como presidente de Francia,
Mitterand decidió hablar abiertamente sobre su vida, tanto personal
como política. Elie Wiesel era su amigo desde hacía muchos años.
Este libro es en un intercambio de impresiones de ambos, un
diálogo reflexivo, a veces lírico, a veces sincero, tocando además
momentos polémicos en la carrera política de Mitterrand, además
de los recuerdos de Wiesel.
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EL CREPÚSCULO, A LO LEJOS (1988)
Raphael Lipkin, es un hombre pobre, un profesor de literatura y
superviviente del Holocausto. Ansía encontrar a Pedro, el hombre
que lo rescató como huérfano de quince años de la Polonia de la
posguerra y se convirtió en su mentor. Pero Pedro desapareció en
las cárceles de la Rusia de Stalin. Un misterioso interlocutor dirige
a Raphael a un asilo único para pacientes cuyos delirios surgen
de la Biblia.
LA CIUDAD DE LA FORTUNA (1992)
Como casi toda su obra narrativa, otro ejemplo de como la prosa de
Wiesel, nacida de su propia experiencia vital, destila una profunda
inquietud metafísica. La vida como metáfora de la batalla entre
Dios y el hombre a través de las historias de personajes imbuidos
de una gran espiritualidad.
TODOS LOS TORRENTES VAN AL MAR (1995)
Primer volumen de su autobiografía correspondiente a los años
1928-1969. Wiesel lleva al lector a sus recuerdos de infancia en
una vida familiar judía tradicional, a través de los horrores de
Auschwitz y Buchenwald y finalmente a los años de lucha
espiritual como portavoz de la existencia de Israel, el
reconocimiento a los supervivientes del Holocausto y su labor
como defensor de los derechos humanos.
CONTRA LA MELANCOLÍA (1978)
Titulado originalmente Cuatro maestros jasídicos, Wiesel traza las
biografías místicas y da vida a cuatro grandes líderes carismáticos
del movimiento jasídico judío en la Europa oriental en los siglos
XVIII y XIX -Pinhas de Koretz, Barukh de Medzebozh, el santo
vidente de Lublin y Naphtali de Ropshitz-.
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CELEBRACIÓN JASÍDICA (1972)
En el original titulado Almas ardientes, es un retrato de los
principales líderes del movimiento jasídico que crearon una
revolución en el mundo judío. A través de cuentos, leyendas,
parábolas, refranes y reflexiones profundamente personales, Wiesel
capta la esencia de este movimiento del siglo XVIII que enfatiza el
misticismo, la oración, el celo religioso y la alegría como forma de
vida de lo judío, frente a otras tradiciones.
LOS SABIOS Y SUS HISTORIAS (1982)
Wiesel nos lleva de nuevo a la Europa del siglo XVIII y XIX, para
contar cómo un puñado de rabinos ayudaron a su pueblo a superar
la desesperación, la desesperanza y el aislamiento con alegría y fe
sencilla. Todos los discípulos del mismo hombre, el carismático
maestro jasídico Baal Shem Tov, buscaron y encontraron su
propio camino para convertir la soledad judía en un
movimiento.
CELEBRACIÓN JASÍDICA (1972)
De nuevo un retrato de los principales líderes del movimiento jasídico
que crearon una revolución en el mundo judío. A través de cuentos,
leyendas, parábolas, refranes y reflexiones profundamente personales,
Wiesel capta la esencia de este movimiento del siglo XVIII que
enfatiza el misticismo, la oración, el celo religioso y la alegría como
forma de vida de lo judío, frente a otras tradiciones.
CELEBRACIÓN PROFÉTICA, PEERSONAJES Y
LEYENDAS DEL ANTIGUO ISRAEL (1991)
Basado en algunas de sus conferencias, Wiesel ofrece veinticinco
retratos de maestros judíos. "Cada una de estas figuras", escribe,
"representa una época y sus problemas, los conflictos y aspiraciones,
que a menudo son sorprendentemente cercanas a las nuestras”. ¿Por
qué Jephtah estuvo de acuerdo en matar a su única hija? ¿El rey
Salomón era fuerte o débil, tenía hambre de poder o de sabiduría?
¿Por qué el Rabino Hanina ben Dossa guardó silencio sobre la
destrucción de Jerusalén? Wiesel proporciona un encuentro vibrante
con la existencia judía.
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A CORAZÓN ABIERTO (2012)
En 2011 Wiesel tuvo que ser operado de urgencia a corazón abierto.
Este libro es una serie de reflexiones sobre la vida y la muerte de
acuerdo a aquella experiencia, de la que él tuvo más miedo que
cuando estuvo en los campos de la muerte. Wiesel, reconoció que sólo
la fe le ayudó en el momento de partir. Emociones, rostros, recuerdos,
interrogantes sobre sí y sobre Dios, desfilan por estas páginas como
balance de la existencia del autor.
ESPERAR A PESAR DE TODO (1996)
Varios autores, pensadores, teólogos, filósofos, etc… entre los que se
encuentra Wiesel, tratan de responder a preguntas inquietantes:
¿Cómo seguir hablando de Dios en medio de las catástrofes del siglo
XX? ¿Dónde encontrar la esperanza? Preguntas que al final guardan
relación con la responsabilidad del ser humano ante el mal del que es
autor y que obliga a repensar continuamente en la condición del
hombre, del mundo y sobre Dios.
EL OLVIDADO (1992)
Un distinguido psicoterapeuta y superviviente del Holocausto está
perdiendo su memoria ante el avance del Alzheimer. Nunca antes
había hablado de la guerra y aquellos años, pero ahora resuelve
contarle a su hijo su pasado, tanto las partes dignas, como las que le
llenan de vergüenza. Su historia obliga al hijo a ir a la aldea rumana
originaria, aldea que continúa atormentando a su padre por el crimen
contra los judíos que fue cometido allí. El hijo encuentra la sabiduría
de un sepulturero, que le conduce a la tumba de su abuelo y a las
verdades terribles del pasado.