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10 EDICION DOMINGO 28 DE MARZO DE 2010 | PRIMERA EDICION >> turismo >> hoja de ruta A l llegar a la ciudad de Salta, parecía que no era un día como cualquier otro. La gente no paraba de hablar del sismo que afectó a Chile, se respiraba un clima de tensión en el aire. Su imponen- te catedral estaba abarrotada de personas, casi todo el pueblo se había congregado en la misa mati- nal, con ciertos temores apocalípti- cos por los acontecimientos que se venían sucediendo y los temblores que habían sentido. Mi hoja de ruta se abre a partir de este momento, ya que el destino principal de mi viaje era el lago Ti- ticaca, en Bolivia. Partiendo rumbo a San Salvador de Jujuy los con- trastes con su vecina son muy noto- rios y una vez allí se nota que no es tan grande y ordenada como la ca- pital salteña, más bien es convul- sionada como cualquier ciudad co- mercial del Altiplano. Por la tarde me dirigí a la fron- tera con Bolivia, pasando por las ciudades de Humahuaca y Tilcara, de estilos muy particulares, con sus casas antiguas y pintorescas y, como telón de fondo, sus cerros con una bella gama de colores, declarados Monumentos Naturales de la Hu- manidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO). Un pasajero me comentó la bron- ca que sentía al ver que las belle- zas naturales de su provincia eran promocionadas en Salta como si Jujuy no tuviera iniciativa propia para cualquier emprendimiento turístico, como si su provincia fuera una extensión de Salta. Al salir de esos pueblos podía ver las peculiares viviendas sociales que está construyendo el movi- miento encabezado por la piquete- ra Milagro Sala, quien, según los lu- gareños, tiene más poder que el pro- pio gobernador, dado que maneja grandes sumas de dinero que lle- gan desde la Nación para el pago de planes sociales. Entre paisajes y cerros, llegué cerca de las 22.30 a la terminal de La Quiaca y desde allí caminé hasta la frontera. Al llegar a la Aduana, pasé el lado argentino sin ningún problema, pero las autoridades bo- livianas me dijeron que era tarde y que volviera temprano al día si- guiente; les pedí que me dejaran pasar rumbo a Villazón para des- cansar, que temprano regresaría y arreglaría el tema de los papeles; me dejaron pasar sin pedirme do- cumentos, confiando en mi palabra. Al otro día regresé a las 6 para re- gularizar mi situación, que por ese momento era de inmigrante ilegal. Las oficinas abrieron recién a las 8 y yo estaba tercero en la fila, pero al empezar a atender todo el mundo se agolpó para sacar su permiso de pase. En ese momento retiré todas las maldiciones que injustamente había lanzado durante años a las autoridades del puente internacio- nal Posadas-Encarnación, cuando demoraban veinte minutos en aten- der. Cuando por fin a las 10 me en- tregaron una planilla para comple- El Altiplano, donde la historia cobra vida SIMBOLOS El reloj y la alcaldia de Uyuni. • Un misionero que viajó en tren desde la frontera con Jujuy hasta el corazón de Bolivia detalla en su relato las maravillas que ofrece a los visitantes el país andino • En esta primera parte, el recorrido por la serranía hasta la idílica ciudad de Uyuni y la visita a una de las perlas de la región, el gran Salar • Las oficinas abrieron recién a las 8 y yo estaba tercero en la fila, pero al empezar a atender todo el mundo se agolpó para sacar su permi- so de pase. En ese momento retiré todas las maldicio- nes que injustamen- te había lanzado du- rante años a las au- toridades del puen- te internacional Po- sadas-Encarnación, cuando demoraban veinte minutos en atender. Maldiciones al aire MARAVILLA EN EL DESIERTO. Las salinas son visitadas por turistas de todo el mundo. Antes de llegar nos detuvimos en lo que se denomi- na “El Cementerio de Trenes”, vesti- gios de una época de esplendor, cuando a princi- pios de siglo, toda la plata que pro- ducían las minas de Potosí y Oruro salían por Uyuni rumbo a los puer- tos chilenos. Testigos de un pasado tar con mis datos personales debía realizar otra cola para conseguir una lapicera: sólo había dos dispo- nibles para unas setenta personas. En medio de la nada Terminada la odisea en Migra- ciones me dirigí a la estación de tre- nes para sacar pasaje hasta el pue- blo de Uyuni, en una de las dos lí- neas chilenas que poseen la con- cesión del transporte ferroviario en Bolivia. Pude retirar el boleto des- pués del mediodía. Responsables de la firma avisa- ron que, debido a las intensas llu- vias en la región, aludes socavaban algunos tramos de las vías y que no ARTE. Estatuas de sal. por: Raúl Saucedo [email protected]

El Altiplano,donde la historiacobra vida

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Por Raúl Saucedo. Un misionero que viajó en tren desde la frontera con Jujuy hasta el corazón de Bolivia detalla en su relato las maravillas que ofrece a los visitantes el país andino.

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10EDICION

DOMINGO 28 DE MARZO DE 2010 | PPRRIIMMEERRAA EEDDIICCIIOONN>> turismo >> hoja de ruta

Al llegar a la ciudad de Salta,parecía que no era un díacomo cualquier otro. La gente

no paraba de hablar del sismo queafectó a Chile, se respiraba un climade tensión en el aire. Su imponen-te catedral estaba abarrotada depersonas, casi todo el pueblo sehabía congregado en la misa mati-nal, con ciertos temores apocalípti-cos por los acontecimientos que sevenían sucediendo y los tembloresque habían sentido.Mi hoja de ruta se abre a partir deeste momento, ya que el destinoprincipal de mi viaje era el lago Ti-ticaca, en Bolivia. Partiendo rumboa San Salvador de Jujuy los con-trastes con su vecina son muy noto-rios y una vez allí se nota que no estan grande y ordenada como la ca-pital salteña, más bien es convul-sionada como cualquier ciudad co-mercial del Altiplano.

Por la tarde me dirigí a la fron-tera con Bolivia, pasando por lasciudades de Humahuaca y Tilcara,de estilos muy particulares, con suscasas antiguas y pintorescas y, comotelón de fondo, sus cerros con unabella gama de colores, declaradosMonumentos Naturales de la Hu-manidad por la Organización de lasNaciones Unidas para la Educación(UNESCO).

Un pasajero me comentó la bron-ca que sentía al ver que las belle-zas naturales de su provincia eranpromocionadas en Salta como siJujuy no tuviera iniciativa propiapara cualquier emprendimientoturístico, como si su provincia fuerauna extensión de Salta.

Al salir de esos pueblos podía verlas peculiares viviendas socialesque está construyendo el movi-miento encabezado por la piquete-ra Milagro Sala, quien, según los lu-gareños, tiene más poder que el pro-pio gobernador, dado que manejagrandes sumas de dinero que lle-gan desde la Nación para el pagode planes sociales.

Entre paisajes y cerros, lleguécerca de las 22.30 a la terminal deLa Quiaca y desde allí caminé hastala frontera. Al llegar a la Aduana,pasé el lado argentino sin ningúnproblema, pero las autoridades bo-livianas me dijeron que era tarde yque volviera temprano al día si-guiente; les pedí que me dejaranpasar rumbo a Villazón para des-cansar, que temprano regresaría yarreglaría el tema de los papeles;me dejaron pasar sin pedirme do-cumentos, confiando en mi palabra.Al otro día regresé a las 6 para re-gularizar mi situación, que por esemomento era de inmigrante ilegal.Las oficinas abrieron recién a las 8y yo estaba tercero en la fila, peroal empezar a atender todo el mundose agolpó para sacar su permiso depase. En ese momento retiré todaslas maldiciones que injustamentehabía lanzado durante años a lasautoridades del puente internacio-nal Posadas-Encarnación, cuandodemoraban veinte minutos en aten-der. Cuando por fin a las 10 me en-tregaron una planilla para comple-

El Altiplano,donde la historia

cobra vida

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• Un misionero que

viajó en tren desde

la frontera con Jujuy

hasta el corazón de

Bolivia detalla en su

relato las

maravillas que

ofrece a los

visitantes el país

andino • En esta

primera parte, el

recorrido por la

serranía hasta la

idílica ciudad de

Uyuni y la visita a

una de las perlas de

la región, el gran

Salar •

Las oficinas abrieronrecién a las 8 y yoestaba tercero en lafila, pero al empezara atender todo elmundo se agolpópara sacar su permi-so de pase. En esemomento retirétodas las maldicio-nes que injustamen-te había lanzado du-rante años a las au-toridades del puen-te internacional Po-sadas-Encarnación,cuando demorabanveinte minutos enatender.

Maldicionesal aire

MMAARRAAVVIILLLLAA EENN EELL DDEESSIIEERRTTOO.. Lassalinas son visitadas por turistasde todo el mundo.

Antes de llegarnos detuvimos enlo que se denomi-na “El Cementeriode Trenes”, vesti-gios de una épocade esplendor,cuando a princi-pios de siglo, todala plata que pro-ducían las minasde Potosí y Orurosalían por Uyunirumbo a los puer-tos chilenos.

Testigos deun pasado

tar con mis datos personales debíarealizar otra cola para conseguiruna lapicera: sólo había dos dispo-nibles para unas setenta personas.

En medio de la nadaTerminada la odisea en Migra-

ciones me dirigí a la estación de tre-nes para sacar pasaje hasta el pue-blo de Uyuni, en una de las dos lí-neas chilenas que poseen la con-cesión del transporte ferroviario enBolivia. Pude retirar el boleto des-pués del mediodía.

Responsables de la firma avisa-ron que, debido a las intensas llu-vias en la región, aludes socavabanalgunos tramos de las vías y que no AARRTTEE.. Estatuas de sal.

por: Raúl [email protected]

era segura la llegada a horario. Enmedio de una intensa lluvia, el trenllegó a las 22 y salimos una hora mástarde.

Cerca de las 3 nos avisaron queel ferrocarril no podía seguir, dadoque tenían que arreglar algunos tra-mos socavados por las lluvias, peroque podíamos salir y disfrutar elpaisaje desértico en medio de lanada.

Pueblo belloUyuni es un pequeño pueblo que

forma parte del departamento dePotosí. Sobre sus adoquinadas ca-lles se cruzan hombres y mujeresde todo el mundo, con grandes mo-chilas sobre sus espaldas, atraídaspor las bellezas naturales del lugar.En sus pocas cuadras visité unaferia con productos regionales, lapeatonal con una extensa arboledaque envuelve los principales co-mercios y bares. También se encuentra la torre delreloj, símbolo del pueblo, frente ala Alcaldía. Al finalizar el paseo secongregaban por la mañana las in-terminables caravanas de camio-netas 4x4 que llevan hacia el Salar.

Antes de llegar nos detuvimos enlo que se denomina “El Cemente-rio de Trenes”, vestigios de unaépoca de esplendor, cuando a prin-cipios de siglo toda la plata que pro-ducían las minas de Potosí y Orurosalían por Uyuni rumbo a los puer-tos chilenos; hasta que llegaron las

11EDICIONPPRRIIMMEERRAA EEDDIICCIIOONN || DOMINGO 28 DE MARZO DE 2010 >> hoja de ruta << turismo

privatizaciones a todo el continen-te y esos hierros ahora forman partedel frío y desolado paisaje, silen-cioso testimonio de un pasado flo-reciente.

Punto estratégicoEl chofer de la expedición nos

muestra y explica con orgullo laconstrucción de lo que será el ae-ropuerto internacional, que conec-taría al pueblo de Uyuni con elmundo.

Por el gran potencial de recursosnaturales que se encuentran en elSalar -principalmente las multina-cionales japonesas desean explo-tar las grandes reservas de litio queposeen- el Gobierno boliviano co-menzó a realizar grandes obraspara convertir ese pueblo en unpunto estratégico, no sólo en la ex-plotación de minerales, sino tam-bién como polo turístico de la re-gión.

Siguiendo el polvoriento caminollegamos al pequeño pueblo de Col-chani donde se pueden comprar losmás hermosos tejidos de lana dellama y fascinantes esculturas he-chas de sal. El lugar es atendido pormujeres, dado que los hombres sededican íntegramente a la extrac-ción de sal.

Después de comprar algunos re-galos nos dirigimos al gran de-sierto blanco, en donde la quie-tud y el singular paisaje trans-portan al visitante a una inmen-

sidad absoluta que nos obliga a re-fugiarnos en nosotros mismos, atener un momento de paz y de pro-funda reflexión.

El lugar es único, tan diferente eninvierno, en donde la sal se trans-forma en la única atracción dellugar deslumbrando a los visitantes

con ese imponente blanco.En temporada de lluvia es más

hermosa: el agua que allí se depo-sita nos hace perder la noción de ladistancia, el cielo y la tierra se en-trelazan haciendo que el horizontedesaparezca.

Luego disfrutamos de platos del

lugar, como un buen churrasco decarne de llama con ensalada y unarefrescante cerveza “Paceña”.

Al atardecer nos despedimos delSalar rumbo al pueblo para desdeallí emprender otro viaje que nosllevará a descubrir otros lugares.

Continuará...

PPLLAATTOOSS TTIIPPIICCOOSS.. Para reponer fuerzas en el gran Salar, un buen bife de carne de llama y una cerveza fría.

BBEELLLLEEZZAA MMAAJJEESSTTUUOOSSAA.. EEll ttrreennaannddiinnoo aattrraavviieessaa llaass ssiieerrrraass..

Fotos: Gentileza Raúl Saucedo

10EDICION

DOMINGO 4 DE ABRIL DE 2010 | PPRRIIMMEERRAA EEDDIICCIIOONN>> turismo >> hoja de ruta (Segunda parte)

En la terminal de Oruro meencontré con la noticia deun paro nacional de ómni-

bus de larga distancia. Las tres gran-des empresas bolivianas desafia-ban la nueva ley de transporte queimplementó el presidente Evo Mo-rales, éste redobló la apuesta anun-ciando en llamar a un referéndumsi era necesario y retándolos a querealicen la huelga por un año, si seanimaban. Una ley que no me pa-rece descabellada, ya que en nues-tro país se aplica desde hace años.Ese contratiempo me obligó a re-correr la ciudad y después a buscarun cartón que me hiciera de camapara pasar la noche en inmedia-ciones de la terminal, a la esperade una solución que me llevara a lacapital de ese país. Algunas “com-bis” aprovechaban la situación y co-braban hasta 100 pesos el viaje a losturistas, pero yo no estaba en con-diciones de afrontar tal gasto dadoque un pasaje normal cuesta alre-dedor de veinte pesos Bs (bolivia-nos).

Al llegar a La Paz -cerca de la 1-me encontré con una ciudad fría ysombría, busqué alojamiento paradarme un baño caliente y pasar lanoche.

Bien temprano comencé a reco-rrer la capital y a conocerla, me pa-reció una ciudad maravillosa, deuna personalidad propia, imposi-ble compararla con Asunción, San-tiago o Buenos Aires. El caos en eltránsito, donde el color rojo delsemáforo era optativo y el agentede tránsito pasaba desapercibidopor los automovilistas; se armabade calles que ascienden y descien-den, en donde las curvas y contra-curvas danzan al ritmo de las ince-santes bocinas de los coches.

Era la primera vez que veía quelas personas no iban corriendodetrás del transporte, los minibu-ses llevan chicos colgado de suspuertas y gritando: “¡La Perez-LosAltos- Cementerio, un boliviano conciencuentaaa!”, además si estás pa-rado en la vereda te preguntan adónde querés ir; el servicio me pa-reció más eficiente -por su trato per-sonalizado- que cualquier sistemaintegrado.

Empecé mi recorrida en lo quese denomina la pasarela de LaPérez, un punto en que se conectandos grandes sectores de la ciudad:La Paz y Los Altos. En sus alrede-dores podemos encontrar negociosinformales en las veredas, comotambién el “Mercado de las Brujas”en el que se pueden comprar pren-das de vestir, artículos regionales yranas disecadas. también hay yuyospara todo tipo de enfermedades yconjuros de antiguos rituales Ay-marás, que contrastan con los mo-dernos shoppings que se levantanen sus cercanías.

Caminando unas pocas cuadraspor las peatonales, llegué a la plazaMurillo donde está el Palacio delQuemado y demás edificios delpoder administrativo de Bolivia. LaCatedral ofrece a los visitantes el

PPoorr RRaaúúll SSaauucceeddoo

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La Paz:Corazón palpitante de Bolivia

mausoleo del Mariscal Andrés deSanta Cruz, que descansa en la en-trada.

A la hora del almuerzo no teníamás ganas de probar comidas re-gionales y fui a comer al BurgerKing, donde la hamburguesa doble

con tocino, papas fritas y una gase-osa cuesta veinte bolivianos; todauna ganga, dado que no pude ter-minar de comer, y eso que soy debuen apetito.

Al regresar rumbo a “La Pérez”,me dirigí hacia la Iglesia Francis-cana y me encontré con cientos depersonas ofreciendo sus productosen diferentes tiendas, ubicadas eninmediaciones del templo. Allí sepueden conseguir artesanías, dis-tintas especies de flores y velas paralos feligreses; y hasta regatear el pre-cio de algún fósil del períodoprecámbrico.

Por la noche salí de sus avenidasy me adentré por unas callecitas an-gostas y oscuras hasta encontrar un

Calles angostas y empinadas rodeadas de la arquitectura colonial.

Catedral San Francisco, lugar preferido de los “paceños”.

Fotógrafos del tiempo en la Plaza de los Héroes.

Detrás de la ciudad se levanta el imponente Illimani.

bar con gente buena, pero indiferente ala presencia de un forastero. (Continuaráhasta el mayor lujo: el Lago Titicaca).

Plaza Murillo: punto central de la capital boliviana y de fondo, El Palacio del Quemado, asiento del Poder Ejecutivo.