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Escribió, en 1582, un tratado titu- lado “Discurso de la momia, de los venenos, del unicornio y de la peste”, donde dice: “Los an- tiguos árabes, judíos, caldeos y egipcios jamás pensaron en ha- cer embalsamar sus cuerpos pa- ra ser comidos por cristianos; si- no que tenían en tan grande ho- nor, reverencia y recomendación los cuerpos de los fallecidos, por la esperanza de la resurrección, que indagaron cómo embalsa- marlos para conservarlos y guar- darlos por siempre”. Agenciarse momias egipcias no era cosa fácil; sin embargo, co- mo la demanda era enorme y el comercio lucrativo, proliferó la falsificación. Hubo gentes que ro- baban el cuerpo de los ajusticia- dos y vendían los productos ob- tenidos a los boticarios como pro- venientes de auténticas momias egipcias. El polvo de momia se parecía a la colofonia, una resina obtenida por destilación de la tre- mentina. El procedimiento usado por los falsificadores era horren- do. Tras robar el cuerpo de un eje- cutado, o de una persona fallecida cuya tumba violaban, le extraían el cerebro y las vísceras, y lo dese- caban en un horno. Después cu- brían el cuerpo con una sustan- cia bituminosa (asfalto, resina de ciertos árboles y otras sustancias gomosas) y lo desmenuzaban o lo pulverizaban. Los fragmentos eran vendidos a boticarios bajo falsas premisas, por ejemplo, que los comerciantes habían obteni- do el material de un marino por- tugués venido de Egipto u otros embustes de similar calaña. No se le escondía al perspicaz Paré el origen espurio de la mercan- cía. Decía el célebre cirujano que las tan llamadas momias egipcias eran “hechas en nuestra Francia”. Y agregaba con ironía que, a pesar de ser de manufactura local, eran iguales a las importadas de Egip- to, puesto que “ninguna de las dos servía para maldita la cosa”. En Europa, durante el siglo XV, la gran demanda de momia (en polvo y en otras formas) pro- vocó en Egipto el desarrollo de una verdadera industria necroló- gica. No escaseaba el material, por lo menos al principio, antes de las prohibiciones, pues los antiguos egipcios embalsamaron miles de cuerpos. Las tumbas con cuer- pos embalsamados de hombres y de animales eran los depósitos del codiciado material; eran ver- daderas minas para macabros tra- ficantes. A mediados del siglo XV, en Alejandría se podían comprar despojos mortales a determinado precio el quintal (100 libras o 46 kilos). Los conocedores sabían o pretendían saber que existían di- versas clases: había momias de jóvenes vírgenes muertas por ac- cidente, en perfecta salud. Éstas eran las más caras. Otras, menos valiosas, eran de sujetos de edad más avanzada y sin indicación de estado virginal. Las había también en pésimo estado de conserva- ción, en las cuales los materiales usados en el embalsamamiento se encontraban a muy baja con- centración; naturalmente, eran las más baratas. El consumo de medicamen- tos a base de momia alcanzó gran popularidad. De ahí que algunos médicos se preguntasen cuál po- día ser el efecto de su consumo habitual. No habiendo estudios serios sobre el tema, los historia- dores de la medicina jamás po- drán saber si este pretendido me- dicamento tuvo jamás alguna uti- lidad o, como es más que probable, si fue un veneno y, en ese caso, de qué grado de toxicidad. A prio- ri , es fácil estar de acuerdo con la invectiva de Paré contra el uso de este remedio: “Nos hacen tragar indiscri- minada y brutalmente la carroña pestilente e infecta de colgados, o la más vil canalla del populacho egipcio, o de variolosos, o apesta- dos, o ladrones. Como si no hu- biera otra manera de salvar a un hombre que ha sufrido una caída desde una altura, contusionado y molido, sino ¡insertándole otro hombre dentro del cuerpo! Y co- mo si no hubiera otra manera de recobrar la salud que a través de la más brutal inhumanidad”. Tampoco se crea que Paré era un genio mucho más adelanta- do que la época en que le tocó vi- vir. En su escepticismo sobre las momias y otras curaciones fan- tásticas, así como en su prudente actitud e innovador intelecto, se nos revela como un médico bri- llante: una figura de alto relieve en la historia de la medicina. Pe- ro, cualquiera que lea su tratado De monstruos y prodigios, se da- rá cuenta de que Ambroise Paré era un hombre muy de su tiempo, dispuesto a dar crédito a la exis- tencia de seres fantásticos y alu- cinantes: hombres con ojos en la espalda, niños con cabeza de pe- rro, peces con garras y piel de co- codrilo, seres marinos con cabe- za que semeja un fraile y muchas otras patrañas por ese estilo. Cundió este peculiar medica- mento a partir de las postrimerías del siglo XV, a tal grado que du- rante los siglos XVI y XVII no ha- bía una tienda de boticario euro- peo que no tuviera fragmentos de momia. Lo mismo sucedía en bi- bliotecas y en gabinetes de curio- sidades de sabios o eruditos. Es- te producto debió de haber repre- sentado un verdadero problema de salud pública por su alto con- sumo y las condiciones detesta- bles de su preparación. Extracto de Remedios de antaño. Episodios de la historia de la medicina, de Francisco González Crussí, editado por el FCE L a narrativa mexicana de los últimos años ha ele- gido privilegiar el humor como una actitud frente a la ur- gencia de lo inmediato. Un me- canismo defensivo contra el caos que consta en decenas de obras y autores de diversas edades. Des- de ese tipo de relatos que, a me- nudo, se vuelven proclives al mero entretenimiento, a la idea de que la literatura está por en- cima de la realidad, a la unicidad global del esteticismo vacuo o a la parodia compulsiva, se olvida incluso que Jorge Ibargüengoi- tia, a quien se tiene como el san- to patrono del humorismo lite- rario en México, se disgustaba al oír que le etiquetaban como es- critor “humorístico”, y le agria- ba el ánimo si alguien que de- seaba elogiarle decía que se ha- bía “reído mucho” al leer su obra, como consta en más de una en- trevista. Por el contrario, llama- ba la atención hacia la forma en la que él veía las cosas, a su cons- trucción del espacio literario. La construcción del espacio litera- rio para la narrativa se ha vuel- to el mayor desafío para aquellos escritores mexicanos que crecie- ron en los 80 del siglo 20. Afec- tados por la realidad, pero al mismo tiempo flexibles ante ella, registran el entorno de su vida, y lo atraviesan, moldean, reformu- lan sin que los determinismos rí- gidos de la geografía o lo urba- no se les impongan, ni siquiera la violencia, que está en sus páginas como una presencia inmanen- te, acaso inescrutable, de la que descifran sus signos ominosos. Se puede apreciar que na- rradores emergentes como An- drés Téllez Parra, Javier Ca- ravantes, Nazul Aramayo han reinventado no sólo el espacio li- terario, sino que han creado sus propias cartografías para contar lo que les interesa contar. Su es- pacio literario se ubica bajo la fricción y la niebla. Y habla de una dureza cotidiana que coac- ciona y reduce la supervivencia, cuyas atmósferas alternan la ni- tidez con sus lindes borrosos. Su gran logro está en su capacidad imaginativa y en la entereza de su programa literario, que ob- serva lo que acontece como una oportunidad inmejorable frente a la práctica de la literatura. Al- go muy ajeno a la búsqueda del prestigio a través de la facilidad de la lectura. Y distante de la so- lemnidad: en ellos, lo trágico, lo vital, lo irónico interactúan en un dispendio intrigante. Andrés Téllez Parra (DF, 1979) publica Tu materia son los huesos (Magenta, 2012), rela- to parabólico y grandioso acerca de la inmersión en el mundo de los muertos donde el protagonis- ta sigue los pasos de un Ezequiel bíblico que le expone al diálogo con los entes que pueblan el de- sierto de la fatalidad. Allí habitan o vagan los andrófagos, las huér- fanas, los decapitados, el vidente, que buscan explicar y explicarse a través de sus historias. El sen- tido trágico se abre a una com- prensión profunda: “sólo cuando los vivos puedan sepultar a sus muertos, la tierra, esta tierra, vol- verá a ser nuestra”. Téllez Parra ha resonado un mapa de la alte- ridad radical de la muerte. Para Javier Caravantes (Atlix- co, Puebla, 1985), su dimensión literaria en los excelentes relatos de Despertar con alacranes (Tie- rra Adentro, 2012) atañe al espa- cio familiar, a los traspatios, a la escuela, a los edificios en el ex- trarradio de ciudades menores en los que se ven inmersos niños o adolescentes que atestiguan lú- cidos el derrumbe de lo cotidia- no y el surgimiento de una rea- lidad de acoso, inhóspita y cruel: “La enorme piedra aplastando su cabeza. El rostro de mis amigos al darse cuenta lo lejos que ha- bíamos llegado”. Cada cuento re- construye un proceso de erosión o un episodio traumático cuyo desenlace alude a una inestabi- lidad fundacional que entraña el riesgo, la amenaza, el peligro le- tal: ya sea un trayecto de migran- tes, un retiro espiritual, una zan- ja, un departamento, el punto de intersección entre las personas y el peso del espacio que habitan, detona la quiebra de su mundo. ¿Puede la narcosis recons- truir una ciudad, la vida de un aspirante a poeta, su memo- ria de unas relaciones afectivas? Tal parece que la respuesta a esa pregunta llevó a Nazul Aramayo (Torreón, 1985) a escribir su im- pactante novela Eros díler (Jus, 2012). Empleado de una tienda de playeras, dijes, pulseras, pi- pas para drogarse, máscaras y to- da la parafernalia apropiada para las tribus suburbanas, el prota- gonista sólo espera el momen- to en el que irrumpa el deseo de darse un pase de cocaína, fumar mariguana, beber cerveza o te- ner sexo, que le llevará al viaje por una ciudad infestada de po- licías y soldados cuya topografía se hace tan elástica como lo de- mandan las pulsiones y la agu- deza toxicómana: “Sin soda, sin yesca, sin roca, sin flex. La luna se escurrió sobre vidrios rotos de un accidente automovilístico”. El instante en un relato de prodi- gios inversos. El concepto de “fricción” ex- traído de la física en términos de estrategia de guerra fue pro- puesto por Clausewitz para des- cribir aquello que, a pesar de lo planeado, resiste en la realidad. El pensamiento bélico actual, co- mo el que asume el Comando de América del Norte en su Vi- sión Conjunta 2010 (a la que fue adscrito el Estado mexicano), ha mantenido el uso de tal concep- to para expresar las dificultades que surgen en un campo de gue- rra específico, al igual que ha re- tomado la idea de la “niebla”, que refiere a la incertidumbre que deben asumir los operado- res que se enfrentan a una situa- ción de batalla. En los últimos años en México, y debido a la guerra contra el narcotráfico y el protagonismo de los grupos cri- minales, ya se vive bajo el efec- to vasto de fricción y de niebla. Su influencia en la narrativa co- mienza a perfilarse. Tu materia son los huesos , Despertar con ala- cranes y Eros díler expresan las transformaciones que consuman los nuevos creadores al consig- nar su mundo de vida frente a un entorno adverso. Una litera- tura que ofrece la mayor digni- dad respecto de la vileza en los tiempos ultracontemporáneos. Fricción y niebla SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ [email protected] Suplemento Cultural “El Ángel” COORDINACIóN EDITORIAL: Homero Fernández - SUBDIRECTOR GRÁFICO: Ricardo del Castillo - CONSEJO EDITORIAL: Christopher Domínguez Michael y Sergio González Rodríguez - EDITORA: Beatriz De León Lugo - COEDITOR: Jesús Pacheco - COORDINADORA GRÁFICA: Alicia Kobayashi - COEDITORA GRÁFICA TITULAR: Andrea Padilla - TELéFONO: 5628 7254. E MAIL: [email protected]. PÁGINA DE INTERNET: www.reforma.com/elangel. La redacción no se hace responsable por material no solicitado. Los títulos y subtítulos son de la redacción. 957 De Portada ¿Momias curativas? d Francisco González Crussí En Remedios de antaño. Episo- dios de la historia de la medicina, Francisco González Crussí (Ciu- dad de México, 1936) presenta algunos medicamentos que en el pasado fueron parte de la me- dicina oficial, aunque hoy escan- dalicen a cualquiera; terapias an- tes consideradas “de punta” que hoy parecen absurdas, risibles o insensatas. Sin embargo, asegura el ensa- yista, la medicina de antaño, con todos sus errores, tenía también méritos indiscutibles: era deposi- taria de la experiencia acumula- da durante miles de años. “No me cabe ninguna duda de que recursos terapéuticos de hoy día (por ejemplo, algunas qui- mioterapias, radioterapias y ciru- gías ‘radicales’) serán considera- das en el futuro como medidas bárbaras, y los médicos de enton- ces se preguntarán cómo es po- sible que a nosotros se nos haya ocurrido mutilar tan cruelmen- te y administrar tan mortíferos venenos a seres indefensos”, ex- presa en entrevista. El libro, publicado por el Fon- do de Cultura Económica y de próxima circulación, está dividido en seis capítulos, “El cuerpo hu- mano como medicamento”, “El enema”, “Triacas y mitridatos”, “La sangría”, “La quinina” y “La electricidad”. En cualquier tiempo es posi- ble encontrar tanto la innovación como el regreso a viejas formas de curar, lo mismo que los pro- cedimientos más rigurosamen- te científicos como las medidas más absurdas, disfrazadas de ori- ginalidad o esoterismo, explica González Crussí en el prefacio de su obra. En este libro, señala, ha que- rido presentar sólo algunos me- dicamentos y procedimientos te- rapéuticos que en el pasado fue- ron parte de la medicina oficial, es decir, sancionados por las or- ganizaciones de facultativos en los países de reconocido lideraz- go mundial en medicina y adop- tados internacionalmente. “Entre muchos medicamen- tos inútiles o francamente dañi- nos, los hubo que eran eficaces, como algunos compuestos a base de plantas, aunque es cierto que eran mal controlados y, por ende, de efectos impredecibles o irre- gulares. En particular, la medicina del pasado reflejaba un profundo conocimiento del cuerpo huma- no en su relación con el ambien- te”, dice en el texto. Narra que ya Hipócrates, des- de los albores de la medicina, en su obra Aires, aguas y lugares en- fatizaba la importancia de cono- cer las sutiles relaciones del hom- bre y su entorno. Pero, sobre todo, la medicina antigua supo cultivar y mantener una relación rica y compleja entre el médico tratan- te y su paciente. Esta relación se basaba en la confianza y contri- buía en gran medida al alivio, es- caso o considerable, que las pro- videncias de los médicos logra- ban ministrar. “La medicina moderna, con su estrecha dependencia de la tecnología, trae consigo una des- humanización, que numerosos comentarios en la época actual han puesto de relieve. Los admi- rables avances que hemos presen- ciado en los últimos 50 a 60 años (antibióticos, trasplantes de órga- nos, exploración del interior del cuerpo, biología molecular, incre- mento de la longevidad promedio, etcétera) se acompañan de una actitud triunfalista de la medicina, que a su vez acarrea tratamientos excesivamente agresivos, mal so- portados y costosos”. Para González Crussí, el en- fermo se siente indefenso, impo- tente, solo y vulnerable. “Creo justificado afirmar que algunos de los tratamientos ac- tuales serán juzgados en el futuro con el mismo altivo desdén, befa y desestima con que hoy contem- plamos los que se describen en es- te libro”, dice en su prefacio. González Crussí, médico, pa- tólogo, catedrático y ensayista, ha publicado una decena de libros en los que se entrelazan la ciencia, la filosofía y la literatura, movido por el interés de realizar una decons- trucción reflexiva del cuerpo. Entre sus obras figuran No- tas de un anatomista (FCE), Ani- mación suspendida (Verdehalago) o La fábrica del cuerpo (Ortega y Ortiz/Turner). REFORMA/ Staff Medicina, juzgada por el tiempo 2 Suplemento Cultural de Reforma • Domingo 4 de Noviembre del 2012 El ‘plagio’ de las momias de Guanajuato Un daño patrimonial Jorge Escalante G UANAJUATO.- Desde el si- glo 19, surgió una tradición en Guanajuato: las momias, que ya forman parte del atractivo turístico y la cultura popular del es- tado, pero parte de ese acervo hoy corre peligro, ya que 36 de los cuer- pos momificados están en poder de un particular y fueron llevados a Estados Unidos para su exhibición. El “plagio” de 36 momias, en manos del empresario Manuel Hernández Berlín, afecta de ma- nera cultural no solamente a Gua- najuato, sino a México, señala el sociólogo Israel Verdín López. “Este hecho es un despojo del acervo que existe en la ciu- dad, de un bien público que no so- lamente pertenece a Guanajuato, sino a la Nación; y, si vamos más allá, a la humanidad, porque Gua- najuato fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1988, y las momias forman parte de esa declaratoria”, afirma el especialista. “Guardando sus debidas pro- porciones, terminaría como el Pe- nacho de Moctezuma, que actual- mente se exhibe en el Museo de Etnología de Viena; una acción similar ocurriría con las momias, que para verlas (a esas 36) se ten- dría que viajar a Estados Unidos, hay un gran daño cultural y so- cial porque se pierde parte de un acervo único en el País, por las ca- racterísticas de los cuerpos”. TRADICIóN Y DESPOJO Según la página del Museo de las Momias de Guanajuato, el primer cuerpo momificado fue exhuma- do en 1865 del panteón de Santa Paula y, actualmente, la colección asciende a 110 piezas, de las cua- les podrían perderse esas 36 en poder de Hernández Berlín. Las características del suelo guanajuatense propician la mo- mificación de algunos cuerpos hasta tomar una apariencia acar- tonada y, desde décadas atrás, se convirtieron en uno de los gran- des atractivos del estado colonial; el museo, que actualmente exhibe 70 figuras, recibe un promedio de 800 mil visitantes al año, lo que representa un ingreso de alrede- dor de 24 millones de pesos. Además, en la cultura popu- lar también gozan de gran arrai- go, con dulces, postales y diversos souvenirs en su honor. “El asombro que las momias despiertan ha sido motivo de la realización de innumerables pe- lículas con personajes de la lu- cha libre mexicana que, durante la década de los 70, lograron que las imágenes de estos cuerpos de apariencia acartonada fueran co- nocidas en otros países”, señala en la página del museo el priista Edgar Castro Cerrillo, quien con- cluyó en octubre su administra- ción como alcalde del municipio de Guanajuato. En 2007, el ayuntamiento re- diseñó el espacio y, en 2008, el en- tonces alcalde panista Eduardo Romero Hicks firmó un acuerdo con el yucateco Manuel Hernán- dez Berlín para exhibirlos en ciu- dades estadounidenses. Con ese convenio, la empresa Firma Corporativo, propiedad de Hernández Berlín, entregaría al municipio 240 mil dólares anua- les. Sin embargo, no han pagado ni devuelto las momias. Han transcurrido tres años y medio desde la primera exposi- ción —en marzo de 2009 en Da- llas—, pero el empresario no ha realizado ningún pago de los 730 mil dólares que prometió, pues só- lo entregó dos cheques sin fondos por 240 mil dólares cada uno. “Recurrimos a una demanda civil para tratar de recuperarlos, pero nuestra gestión concluyó y toca a la nueva administración pe- lear por el regreso de las momias”, señaló en entrevista con REFOR- MA Castro Cerrillo. Mientras tanto, los guanajua- tenses seguirán a la expectativa del “retorno de las momias”... Corresponsal de REFORMA d Los cuerpos momifi- cados son parte de la cultura del estado.

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Escribió, en 1582, un tratado titu-lado “Discurso de la momia, de los venenos, del unicornio y de la peste”, donde dice: “Los an-tiguos árabes, judíos, caldeos y egipcios jamás pensaron en ha-cer embalsamar sus cuerpos pa-ra ser comidos por cristianos; si-no que tenían en tan grande ho-nor, reverencia y recomendación los cuerpos de los fallecidos, por la esperanza de la resurrección, que indagaron cómo embalsa-marlos para conservarlos y guar-darlos por siempre”.

Agenciarse momias egipcias no era cosa fácil; sin embargo, co-mo la demanda era enorme y el comercio lucrativo, proliferó la falsificación. Hubo gentes que ro-baban el cuerpo de los ajusticia-dos y vendían los productos ob-tenidos a los boticarios como pro-venientes de auténticas momias

egipcias. El polvo de momia se parecía a la colofonia, una resina obtenida por destilación de la tre-mentina. El procedimiento usado por los falsificadores era horren-do. Tras robar el cuerpo de un eje-cutado, o de una persona fallecida cuya tumba violaban, le extraían el cerebro y las vísceras, y lo dese-caban en un horno. Después cu-brían el cuerpo con una sustan-cia bituminosa (asfalto, resina de ciertos árboles y otras sustancias gomosas) y lo desmenuzaban o lo pulverizaban. Los fragmentos eran vendidos a boticarios bajo falsas premisas, por ejemplo, que los comerciantes habían obteni-do el material de un marino por-tugués venido de Egipto u otros embustes de similar calaña. No se le escondía al perspicaz Paré el origen espurio de la mercan-cía. Decía el célebre cirujano que

las tan llamadas momias egipcias eran “hechas en nuestra Francia”. Y agregaba con ironía que, a pesar de ser de manufactura local, eran iguales a las importadas de Egip-to, puesto que “ninguna de las dos servía para maldita la cosa”.

En Europa, durante el siglo XV, la gran demanda de momia (en polvo y en otras formas) pro-vocó en Egipto el desarrollo de una verdadera industria necroló-gica. No escaseaba el material, por lo menos al principio, antes de las prohibiciones, pues los antiguos egipcios embalsamaron miles de cuerpos. Las tumbas con cuer-pos embalsamados de hombres y de animales eran los depósitos del codiciado material; eran ver-daderas minas para macabros tra-ficantes. A mediados del siglo XV, en Alejandría se podían comprar despojos mortales a determinado

precio el quintal (100 libras o 46 kilos). Los conocedores sabían o pretendían saber que existían di-versas clases: había momias de jóvenes vírgenes muertas por ac-cidente, en perfecta salud. Éstas eran las más caras. Otras, menos valiosas, eran de sujetos de edad más avanzada y sin indicación de estado virginal. Las había también en pésimo estado de conserva-ción, en las cuales los materiales usados en el embalsamamiento se encontraban a muy baja con-centración; naturalmente, eran las más baratas.

El consumo de medicamen-tos a base de momia alcanzó gran popularidad. De ahí que algunos médicos se preguntasen cuál po-día ser el efecto de su consumo habitual. No habiendo estudios serios sobre el tema, los historia-dores de la medicina jamás po-drán saber si este pretendido me-dicamento tuvo jamás alguna uti-lidad o, como es más que probable, si fue un veneno y, en ese caso, de qué grado de toxicidad. A prio-ri, es fácil estar de acuerdo con la invectiva de Paré contra el uso de este remedio:

“Nos hacen tragar indiscri-minada y brutalmente la carroña pestilente e infecta de colgados, o la más vil canalla del populacho egipcio, o de variolosos, o apesta-dos, o ladrones. Como si no hu-biera otra manera de salvar a un hombre que ha sufrido una caída desde una altura, contusionado y molido, sino ¡insertándole otro hombre dentro del cuerpo! Y co-mo si no hubiera otra manera de recobrar la salud que a través de la más brutal inhumanidad”.

Tampoco se crea que Paré era un genio mucho más adelanta-do que la época en que le tocó vi-vir. En su escepticismo sobre las momias y otras curaciones fan-tásticas, así como en su prudente actitud e innovador intelecto, se nos revela como un médico bri-llante: una figura de alto relieve en la historia de la medicina. Pe-ro, cualquiera que lea su tratado De monstruos y prodigios, se da-rá cuenta de que Ambroise Paré era un hombre muy de su tiempo, dispuesto a dar crédito a la exis-tencia de seres fantásticos y alu-cinantes: hombres con ojos en la espalda, niños con cabeza de pe-rro, peces con garras y piel de co-codrilo, seres marinos con cabe-za que semeja un fraile y muchas otras patrañas por ese estilo.

Cundió este peculiar medica-mento a partir de las postrimerías del siglo XV, a tal grado que du-rante los siglos XVI y XVII no ha-bía una tienda de boticario euro-peo que no tuviera fragmentos de momia. Lo mismo sucedía en bi-bliotecas y en gabinetes de curio-sidades de sabios o eruditos. Es-te producto debió de haber repre-sentado un verdadero problema de salud pública por su alto con-sumo y las condiciones detesta-bles de su preparación.

Extracto de Remedios de antaño. Episodios de la historia de la medicina, de Francisco

González Crussí, editado por el FCE

La narrativa mexicana de los últimos años ha ele-gido privilegiar el humor

como una actitud frente a la ur-gencia de lo inmediato. Un me-canismo defensivo contra el caos que consta en decenas de obras y autores de diversas edades. Des-de ese tipo de relatos que, a me-nudo, se vuelven proclives al mero entretenimiento, a la idea de que la literatura está por en-cima de la realidad, a la unicidad global del esteticismo vacuo o a la parodia compulsiva, se olvida incluso que Jorge Ibargüengoi-tia, a quien se tiene como el san-to patrono del humorismo lite-rario en México, se disgustaba al oír que le etiquetaban como es-critor “humorístico”, y le agria-ba el ánimo si alguien que de-seaba elogiarle decía que se ha-bía “reído mucho” al leer su obra, como consta en más de una en-trevista. Por el contrario, llama-ba la atención hacia la forma en la que él veía las cosas, a su cons-trucción del espacio literario. La construcción del espacio litera-rio para la narrativa se ha vuel-to el mayor desafío para aquellos escritores mexicanos que crecie-ron en los 80 del siglo 20. Afec-tados por la realidad, pero al mismo tiempo flexibles ante ella, registran el entorno de su vida, y lo atraviesan, moldean, reformu-lan sin que los determinismos rí-gidos de la geografía o lo urba-no se les impongan, ni siquiera la violencia, que está en sus páginas como una presencia inmanen-te, acaso inescrutable, de la que descifran sus signos ominosos.

Se puede apreciar que na-rradores emergentes como An-drés Téllez Parra, Javier Ca-ravantes, Nazul Aramayo han reinventado no sólo el espacio li-terario, sino que han creado sus propias cartografías para contar lo que les interesa contar. Su es-pacio literario se ubica bajo la fricción y la niebla. Y habla de una dureza cotidiana que coac-ciona y reduce la supervivencia, cuyas atmósferas alternan la ni-tidez con sus lindes borrosos. Su gran logro está en su capacidad imaginativa y en la entereza de su programa literario, que ob-serva lo que acontece como una oportunidad inmejorable frente a la práctica de la literatura. Al-go muy ajeno a la búsqueda del prestigio a través de la facilidad de la lectura. Y distante de la so-lemnidad: en ellos, lo trágico, lo vital, lo irónico interactúan en un dispendio intrigante.

Andrés Téllez Parra (DF, 1979) publica Tu materia son los huesos (Magenta, 2012), rela-to parabólico y grandioso acerca de la inmersión en el mundo de los muertos donde el protagonis-ta sigue los pasos de un Ezequiel bíblico que le expone al diálogo con los entes que pueblan el de-sierto de la fatalidad. Allí habitan o vagan los andrófagos, las huér-fanas, los decapitados, el vidente, que buscan explicar y explicarse a través de sus historias. El sen-tido trágico se abre a una com-prensión profunda: “sólo cuando los vivos puedan sepultar a sus muertos, la tierra, esta tierra, vol-verá a ser nuestra”. Téllez Parra ha resonado un mapa de la alte-ridad radical de la muerte.

Para Javier Caravantes (Atlix- co, Puebla, 1985), su dimensión literaria en los excelentes relatos de Despertar con alacranes (Tie-rra Adentro, 2012) atañe al espa-cio familiar, a los traspatios, a la escuela, a los edificios en el ex-trarradio de ciudades menores en los que se ven inmersos niños o adolescentes que atestiguan lú-cidos el derrumbe de lo cotidia-no y el surgimiento de una rea-lidad de acoso, inhóspita y cruel:

“La enorme piedra aplastando su cabeza. El rostro de mis amigos al darse cuenta lo lejos que ha-bíamos llegado”. Cada cuento re-construye un proceso de erosión o un episodio traumático cuyo desenlace alude a una inestabi-lidad fundacional que entraña el riesgo, la amenaza, el peligro le-tal: ya sea un trayecto de migran-tes, un retiro espiritual, una zan-ja, un departamento, el punto de intersección entre las personas y el peso del espacio que habitan, detona la quiebra de su mundo.

¿Puede la narcosis recons-truir una ciudad, la vida de un aspirante a poeta, su memo-ria de unas relaciones afectivas? Tal parece que la respuesta a esa pregunta llevó a Nazul Aramayo (Torreón, 1985) a escribir su im-pactante novela Eros díler (Jus, 2012). Empleado de una tienda de playeras, dijes, pulseras, pi-pas para drogarse, máscaras y to-da la parafernalia apropiada para las tribus suburbanas, el prota-gonista sólo espera el momen-to en el que irrumpa el deseo de darse un pase de cocaína, fumar mariguana, beber cerveza o te-ner sexo, que le llevará al viaje por una ciudad infestada de po-licías y soldados cuya topografía se hace tan elástica como lo de-mandan las pulsiones y la agu-deza toxicómana: “Sin soda, sin yesca, sin roca, sin flex. La luna se escurrió sobre vidrios rotos de un accidente automovilístico”. El instante en un relato de prodi-gios inversos.

El concepto de “fricción” ex-traído de la física en términos de estrategia de guerra fue pro-puesto por Clausewitz para des-cribir aquello que, a pesar de lo planeado, resiste en la realidad. El pensamiento bélico actual, co-mo el que asume el Comando de América del Norte en su Vi-sión Conjunta 2010 (a la que fue adscrito el Estado mexicano), ha mantenido el uso de tal concep-to para expresar las dificultades que surgen en un campo de gue-rra específico, al igual que ha re-tomado la idea de la “niebla”, que refiere a la incertidumbre que deben asumir los operado-res que se enfrentan a una situa-ción de batalla. En los últimos años en México, y debido a la guerra contra el narcotráfico y el protagonismo de los grupos cri-minales, ya se vive bajo el efec-to vasto de fricción y de niebla. Su influencia en la narrativa co-mienza a perfilarse. Tu materia son los huesos, Despertar con ala-cranes y Eros díler expresan las transformaciones que consuman los nuevos creadores al consig-nar su mundo de vida frente a un entorno adverso. Una litera-tura que ofrece la mayor digni-dad respecto de la vileza en los tiempos ultracontemporáneos.

Fricción y niebla

SERGIO GONZÁLEZ RODRÍ[email protected]

Suplemento Cultural “El Ángel” CoordinaCión Editorial: Homero Fernández - SubdirECtor grÁFiCo: ricardo del Castillo - ConSEjo Editorial: Christopher domínguez Michael y Sergio gonzález rodríguez - Editora: beatriz de león lugo - CoEditor: jesús Pacheco - Coordinadora grÁFiCa: alicia Kobayashi - CoEditora grÁFiCa titular: andrea Padilla - tEléFono: 5628 7254. E Mail: [email protected]. PÁgina dE intErnEt: www.reforma.com/elangel. La redacción no se hace responsable por material no solicitado. Los títulos y subtítulos son de la redacción.957

De Portada ¿Momias curativas?

d Francisco gonzález Crussí

En Remedios de antaño. Episo-dios de la historia de la medicina, Francisco González Crussí (Ciu-dad de México, 1936) presenta algunos medicamentos que en el pasado fueron parte de la me-dicina oficial, aunque hoy escan-dalicen a cualquiera; terapias an-tes consideradas “de punta” que hoy parecen absurdas, risibles o insensatas.

Sin embargo, asegura el ensa-yista, la medicina de antaño, con todos sus errores, tenía también méritos indiscutibles: era deposi-taria de la experiencia acumula-da durante miles de años.

“No me cabe ninguna duda de que recursos terapéuticos de hoy día (por ejemplo, algunas qui-mioterapias, radioterapias y ciru-gías ‘radicales’) serán considera-das en el futuro como medidas bárbaras, y los médicos de enton-ces se preguntarán cómo es po-sible que a nosotros se nos haya ocurrido mutilar tan cruelmen-te y administrar tan mortíferos venenos a seres indefensos”, ex-presa en entrevista.

El libro, publicado por el Fon-do de Cultura Económica y de próxima circulación, está dividido en seis capítulos, “El cuerpo hu-mano como medicamento”, “El enema”, “Triacas y mitridatos”,

“La sangría”, “La quinina” y “La electricidad”.

En cualquier tiempo es posi-ble encontrar tanto la innovación como el regreso a viejas formas de curar, lo mismo que los pro-cedimientos más rigurosamen-te científicos como las medidas más absurdas, disfrazadas de ori-ginalidad o esoterismo, explica

González Crussí en el prefacio de su obra.

En este libro, señala, ha que-rido presentar sólo algunos me-dicamentos y procedimientos te-rapéuticos que en el pasado fue-ron parte de la medicina oficial, es decir, sancionados por las or-ganizaciones de facultativos en los países de reconocido lideraz-go mundial en medicina y adop-tados internacionalmente.

“Entre muchos medicamen-tos inútiles o francamente dañi-nos, los hubo que eran eficaces, como algunos compuestos a base de plantas, aunque es cierto que eran mal controlados y, por ende, de efectos impredecibles o irre-gulares. En particular, la medicina del pasado reflejaba un profundo conocimiento del cuerpo huma-no en su relación con el ambien-te”, dice en el texto.

Narra que ya Hipócrates, des-de los albores de la medicina, en su obra Aires, aguas y lugares en-fatizaba la importancia de cono-cer las sutiles relaciones del hom-bre y su entorno. Pero, sobre todo, la medicina antigua supo cultivar y mantener una relación rica y compleja entre el médico tratan-te y su paciente. Esta relación se basaba en la confianza y contri-buía en gran medida al alivio, es-caso o considerable, que las pro-videncias de los médicos logra-ban ministrar.

“La medicina moderna, con su estrecha dependencia de la tecnología, trae consigo una des-humanización, que numerosos comentarios en la época actual han puesto de relieve. Los admi-rables avances que hemos presen-

ciado en los últimos 50 a 60 años (antibióticos, trasplantes de órga-nos, exploración del interior del cuerpo, biología molecular, incre-mento de la longevidad promedio, etcétera) se acompañan de una actitud triunfalista de la medicina, que a su vez acarrea tratamientos excesivamente agresivos, mal so-portados y costosos”.

Para González Crussí, el en-fermo se siente indefenso, impo-tente, solo y vulnerable.

“Creo justificado afirmar que algunos de los tratamientos ac-tuales serán juzgados en el futuro con el mismo altivo desdén, befa y desestima con que hoy contem-plamos los que se describen en es-te libro”, dice en su prefacio.

González Crussí, médico, pa-tólogo, catedrático y ensayista, ha publicado una decena de libros en los que se entrelazan la ciencia, la filosofía y la literatura, movido por el interés de realizar una decons-trucción reflexiva del cuerpo.

Entre sus obras figuran No-tas de un anatomista (FCE), Ani-mación suspendida (Verdehalago) o La fábrica del cuerpo (Ortega y Ortiz/Turner).

REFORMA/ Staff

Medicina, juzgada por el tiempo

2 Suplemento Cultural de Reforma • Domingo 4 de Noviembre del 2012

El ‘plagio’ de las momias de Guanajuato

Un daño patrimonialJorge Escalante

GUANAJUATO.- Desde el si-glo 19, surgió una tradición en Guanajuato: las momias,

que ya forman parte del atractivo turístico y la cultura popular del es-tado, pero parte de ese acervo hoy corre peligro, ya que 36 de los cuer-pos momificados están en poder de un particular y fueron llevados a Estados Unidos para su exhibición.

El “plagio” de 36 momias, en manos del empresario Manuel Hernández Berlín, afecta de ma-nera cultural no solamente a Gua-najuato, sino a México, señala el sociólogo Israel Verdín López.

“Este hecho es un despojo del acervo que existe en la ciu-dad, de un bien público que no so-lamente pertenece a Guanajuato, sino a la Nación; y, si vamos más allá, a la humanidad, porque Gua-najuato fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1988, y las momias forman parte de esa declaratoria”, afirma el especialista.

“Guardando sus debidas pro-porciones, terminaría como el Pe-nacho de Moctezuma, que actual-mente se exhibe en el Museo de Etnología de Viena; una acción similar ocurriría con las momias, que para verlas (a esas 36) se ten-

dría que viajar a Estados Unidos, hay un gran daño cultural y so-cial porque se pierde parte de un acervo único en el País, por las ca-racterísticas de los cuerpos”.

Tradición y despojoSegún la página del Museo de las Momias de Guanajuato, el primer cuerpo momificado fue exhuma-do en 1865 del panteón de Santa Paula y, actualmente, la colección asciende a 110 piezas, de las cua-les podrían perderse esas 36 en poder de Hernández Berlín.

Las características del suelo guanajuatense propician la mo-mificación de algunos cuerpos hasta tomar una apariencia acar-tonada y, desde décadas atrás, se convirtieron en uno de los gran-

des atractivos del estado colonial; el museo, que actualmente exhibe 70 figuras, recibe un promedio de 800 mil visitantes al año, lo que representa un ingreso de alrede-dor de 24 millones de pesos.

Además, en la cultura popu-lar también gozan de gran arrai-go, con dulces, postales y diversos souvenirs en su honor.

“El asombro que las momias despiertan ha sido motivo de la realización de innumerables pe-lículas con personajes de la lu-cha libre mexicana que, durante la década de los 70, lograron que las imágenes de estos cuerpos de apariencia acartonada fueran co-nocidas en otros países”, señala en la página del museo el priista Edgar Castro Cerrillo, quien con-

cluyó en octubre su administra-ción como alcalde del municipio de Guanajuato.

En 2007, el ayuntamiento re-diseñó el espacio y, en 2008, el en-tonces alcalde panista Eduardo Romero Hicks firmó un acuerdo con el yucateco Manuel Hernán-dez Berlín para exhibirlos en ciu-dades estadounidenses.

Con ese convenio, la empresa Firma Corporativo, propiedad de Hernández Berlín, entregaría al municipio 240 mil dólares anua-les. Sin embargo, no han pagado ni devuelto las momias.

Han transcurrido tres años y medio desde la primera exposi-ción —en marzo de 2009 en Da-llas—, pero el empresario no ha realizado ningún pago de los 730 mil dólares que prometió, pues só-lo entregó dos cheques sin fondos por 240 mil dólares cada uno.

“Recurrimos a una demanda civil para tratar de recuperarlos, pero nuestra gestión concluyó y toca a la nueva administración pe-lear por el regreso de las momias”, señaló en entrevista con REFOR-MA Castro Cerrillo.

Mientras tanto, los guanajua-tenses seguirán a la expectativa del “retorno de las momias”...

Corresponsal de REFORMA

d los cuerpos momifi- cados son parte de la cultura del estado.