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Había una vez...

El arte desorganizado en la UVa

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Cuento donde se narra la faceta artistica de miembros de la UVa

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Había una vez...

...en una comunidad universitaria

En un tierno cogollo de la ciudad existía una facultad, la de Filosofía y Letras donde habitaban estudiantes que de forma animosa sacaban adelante sus carreras pensando con esperanza un lema ¡Qué seré de mayor!?

Como cada mañana Teresa cogía su cepillo y recogedor y alegremente se disponía a barrer aquellas colillas que estudiantes, profesores y visitantes que se acercaban a la universidad depositaban descuidadamente en el suelo de la entrada de la facultad generando un mosaico cigarril no apropiado para el lugar.

Se encontraba en la puerta lateral de acceso a Filosofía y Letras barriendo de manera desenfadada cuando unos divertidos zapatos pasaron delante de ella. Se trataba de Casilda que cada mañana a esa hora se tomaba su primer café y probablemente su tercer cigarrillo.

- Perdón, casi te barro... dijo Teresa

- No te preocupes, contestó Casilda mientras apuraba el cigarro aposentado en su mano. Lo apagó en la maceta-cenicero de la entrada y con una leve sonrisa se deslizó dentro del edificio, rumbo a su despacho, la secretaría del departamento de Literatura, tercera planta.

Casilda llegó a su despacho y como cada mañana se encontró con el montón de correspondencia que tenía que repartir a los profesores de su área y entre esos montones de sobres uno se apoderó de su atención. Un sobre algo más grande de lo normal, de color azul aguamarina, cuidadosamente cerrado y con esmerada letra. Decía para Mauricio, profesor de documentación y archivística. Gracias.

- ¡Curioso!, exclamó Casilda.

- Curioso el qué, repitió Teresa que había cambiado el cepillo y el recogedor por una blanca mopa dispuesta a convertirse en gris al final de la jornada. Es algo para Mauricio, ¿verdad? Bueno voy a seguir el itinerario de limpieza que sino me pierdo.

- Creo que el sobre que esperabas ha llegado, exclamo sonriente Teresa ante el despacho de Mauricio

- ¿cómo lo sabes? dijo él

-Una que es adivina, y guiñándole un ojo prosiguió su camino a la segunda planta. Antropología.

La mañana iba pasando, casi de manera fugaz para Teresa, sin muchas complicaciones, las mismas miradas, hora de cambio de clase, hora de café. Hasta llegar a la primera planta, salón de Lope de Rueda, ¡vaya!, en un cartel pudo leer " Presentación jornadas de arte organizadas por la asociación Reunart", los chicos artistas, pensó Teresa. No tenía esa información en su panel de tareas del día, eso significaba gente no prevista en esa zona del edificio. Hora de comienzo... en media hora según su reloj, había que acelerar la mopa para que no la pillaran por medio.

Aunque bien podría dar una charla, pensó, sobre sus pequeñas y grandes obras de arte. Quien sabe, quizá algún día.

CONTINUARÁ...