El Caso Anna Freud

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  • SUMARIO

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    #6 Junio / Julio2002Junio - Jul io 2002 Ao I I Nmero 6

    El revs del traumaPor Eric Laurent

    Muerte y resurreccin de la histricaPor Marie-Hlne Brousse

    Identificar(se) al sntomaPor Ana Ruth Najles

    Efectos de formacinPor Hebe Tizio

    La segregacin del otro sexoPor Nieves Soria

    El caso Anna FreudPor Alejandra Glaze

    El revs del traumaPor Eric Laurent

    PSICOANLISIS PURO Y PSICOANLISIS APLICADO

    Responder al sntoma o responderdel sntomaPor Vicente Palomera

    Lateralidad del efecto teraputicoen psicoanlisisPor Serge Cottet

    El psicoanlisis aplicado yel psicoanlisis puroPor Joseph Atti

    Las psicoterapias y el psicoanlisisPor Agns Aflalo

    LA OPININ ILUSTRADA

    Apropiaciones de la nocin de estilo en el ensayo argentino contemporneoPor Paola Piacenza

    Paul Auster responde a los argentinosPor Emiliano Canal

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    El caso Anna Freudpor Alejandra Glaze

    Alejandra Glaze es Psicoanalista, Miembro de la Escuela de la Orientacin Lacaniana (EOL), de la Asociacin Mundial de Psicoanlisis (AMP) e Integrante del Consejo de Administracin de la Fundacin Descartes.

    Cmo llega Anna Freud, hija del padre del psicoanlisis, a realizar una construccin terica tan imbrincada con lo educativo que la lleva a perder el camino del psicoanlisis. Ms all de sus condiciones profesionales, el trabajo ahonda sobre los avatares pulsionales de Anna, su educacin, su anlisis con su propio padre, su primer testimonio ante la Sociedad Psicoanaltica de Viena, sus primeros pasos en el psicoanlisis, para finalmente abordar sus escritos acerca de la relacin entre psicoanlisis y educacin infantil, a partir de muchas de las experiencias adquiridas en las instituciones de corte altruista que crea acompaada por su amiga de toda la vida, Dorothy Burlingham.

    lo cuando mi mente se conmovi enteraCuando luchaba contra fuerzas oscuras, desenfrenadasPude, sola en mi necesidad, sentir con temorQue cada poeta canta nicamente su propia pena.Anna Freud (1918) La pulsin de saber no puede contarse entre los componentes pulsionales elementales ni colocarse exclusivamente bajo el dominio de la sexualidad. Su actividad corresponde, por un lado, a una aprehensin sublimada, y por otro, acta con la energa del placer de contemplacin [] La pulsin de saber infantil es atrada y hasta quiz despertada por los problemas sexuales en edad sorprendentemente temprana y con insospechada intensidad [1]. As opinaba Freud en 1905, y an hoy sigue siendo controvertida la imbricacin que hay entre educacin y sexualidad, y particularmente entre cultura y pulsin. El primer intento de conciliar o reforzar la oposicin de estos extremos, ocurri en los debates entre Freud y el educador protestante Oskar Pfis-ter; es el momento en que se comienza a hablar de una pedagoga psicoanaltica. Sin embargo habr que esperar a Anna Freud para que la cuestin adquiera verdadero nfasis. Esto por dos razones: porque Anna Freud aunaba la condicin de educadora y psicoanalista, y porque en su niez y adolescencia haba vivido una intensa lucha por doblegar el masoquismo infantil con los recursos escolares, en particular, la escritura narrativa.

    La educacin para Anna FreudEn la dcada del 40, en su libro La guerra y los nios (2), ya era del parecer que el acto de educar era mucho ms que trans-mitir contenidos referenciales, era tambin y ante todo, la posibilidad de civilizar la pulsin: desviar la agresividad natural del nio, es uno de los fines reconocidos de la educacin, la cual debe esforzarse, en los primeros aos de vida del infante, en cam-biar la actitud del mismo en relacin a sus propios impulsos. El deseo de hacer dao a los dems, y ms tarde, la necesidad de destruir objetos, van transformndose paulatinamente [] Una educacin inteligente tender a desviar estos impulsos agresivos de su propsito inicial, encauzndolos hacia el bien; se fomentar la lucha contra las dificultades del mundo exterior y en general, toda obra de bien en oposicin al impulso primitivo de hacer el mal el nio es un pequeo salvaje, y pret-ndese de l que, llegado a la edad escolar, sea ms o menos civilizado.

    No debe sorprender entonces, que en ese mismo libro, que haba escrito junto a Dorothy Burlingham, y que trata acerca de los efectos sobre los nios de los bombardeos a Londres en la Segunda Guerra Mundial, haya escandalizado con la siguiente afirmacin: el nio debe ser alejado de los horrores primitivos de la guerra no porque la muerte y las atrocidades sean extraas a su naturaleza, sino por todo lo contrario.

    El famoso libro El seor de las moscas, escrito por un educador ingls en la dcada del 50, William Gerald Golding, no habra sido ajeno a su influencia. All aparece el aparente salvajismo natural del nio, que sin el influjo de la educacin, se pierde por los caminos de la violencia ms temible, la muerte y la destruccin. La historia es sencilla: un grupo de nios de una formal escuela inglesa, con sus prolijos uniformes, quedan librados a su propia fortuna en una isla desierta del Pacfico, durante la Segunda Guerra Mundial, sin ningn adulto que los gue. Progresivamente quedan reducidos al ms crudo salvajismo, matando

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    a aquellos que representan la civilizacin y que intentan establecer mnimos marcos de ordenamiento en base a lo aprendido en el mundo de sus mayores.

    En la misma lnea, Anna escribe en uno de sus libros dirigido a educadores: el nio es insoportablemente inescrupuloso y egosta; no le preocupa sino imponer su propia voluntad y satisfacer sus deseos; le es en absoluto indiferente que otros sufran o no por ello. Es sucio y repugnante; no vacila en tocar y aun en llevar a la boca las cosas ms nauseabundas. Es desvergonzado con su propio cuerpo, y todo cuanto los dems tratan de ocultar a su vista, despierta su curiosidad. Es voraz y goloso. Es cruel con todos los seres vivos ms dbiles que l, y lo impulsa un afn de destruir todo objeto inerte (3). All tambin dice: Bajo el peso de la educacin ha sufrido grave angustia y se ha sometido a tremendas modificaciones () de un ser casi animal, falto de independencia y poco menos que insoportable para quienes lo rodean, se ha trocado en un ser humano ms o menos sensato (4).

    Ahora bien, lo que Anna no alcanz a advertir, es hasta qu punto ese caldero pulsional arma su montaje desde una estructura de lenguaje, con la paradoja que eso significa. Por y en ese lenguaje, que es el sinnimo mismo de la civilizacin, lo pulsional alcanza a inscribirse y, al mismo tiempo, por y en ese lenguaje la civilizacin exige la renuncia pulsional. La falla es consustan-cial a la ley. En esa falla paradojal, encuentra su anclaje la tica pulsional del supery. En sentido estricto, adolescemos de una falla estructural e incurable; aunque esto no quiere decir que no haya lugar tanto para la educacin como para la cura analtica. En pocas palabras, la cultura es la condicin del bienestar, al ofrecer normas e ideales que regulan la vida entre los hombres y los sexos, pero tambin la condicin del malestar.

    Ni siquiera el orden domstico de los Freud se libr de esa doble incidencia. Y quienes nos han entregado los datos ms preci-sos de ello son los bigrafos de Anna Freud. La transformacin de la pequea Anna (a la que su padre gustaba llamar Demonio Negro Schwarzer Teufel, por su carcter dscolo y caprichoso) en una juiciosa adolescente dedicada a aficiones literarias, es un paradigma clnico de los alcances y las grietas de la buena educacin.

    No guardo secretos contigoAnna concluy sus estudios en el Cottage Lyceum de Vienna en 1912, lo que la obliga a tener que decidirse en relacin a su carrera profesional. El verano siguiente, al cumplir 18 aos, fue enviada a Merano, donde supuestamente se recuperara de una afeccin fsica, y es desde all que escribe aquellas cartas en las que aparecen los primeros indicios de su compromiso subje-tivo, y lo que Freud defini como su psicastenia: una reduccin intelectual o cognitiva provocada por causas emocionales, y que Anna muy bien describe en sus cartas a su padre: me pregunt de qu podra tratarse, pues no estoy realmente enferma. En cierto modo eso irrumpe en m y luego me siento muy cansada y me preocupo por toda clase de cosas que en otro momento son perfectamente naturales [] Pero cuando tengo un da estpido todo me parece mal; por ejemplo, hoy no puedo comprender como a veces todo me parece tan estpido. No quiero volver a sentir eso, pues deseo ser una persona razonable o por lo menos llegar a serlo, pero no puedo prestarme ayuda estando siempre sola [].

    P.S.: No puedo escribirte ms porque no se ms sobre m, pero ciertamente no guardo secretos contigo (5).

    No conocemos la respuesta de Freud a esa carta, pero mucho despus escribi: Por los libros que has ledo habrs compren-dido que eras excesivamente celosa e inquieta y que estabas insatisfecha porque te has apartado como una nia de muchas cosas de las que una muchacha hecha no se asustara. Advertiremos un cambio cuando ya no te apartes de los placeres de tu edad sino cuando goces alegremente de lo que las dems muchachas gozan. Uno difcilmente tiene energa para dedicar a intereses serios si es demasiado celoso, demasiado sensible y permanece alejado de la naturaleza y de su propia vida; entonces uno se siente molesto por las mismas cosas que desea (6). Este texto describe el modo en que Freud ve a su hija a los 18 aos, y permite in-ferir que en realidad parece haber sido enviada a Merano, ms que por un padecimiento fsico, por lo que se vislumbraba como una dificultad en asumir su sexualidad femenina.

    Finalmente Anna se recibi de maestra, y trabaj 6 aos en su antigua escuela, el Cottage Lyceum, con nios pequeos. Una de sus alumnas escribi ms adelante: esta joven seora tena lejos ms control sobre nosotros que las ms viejas (7).Pero en ese entonces, cuando llega a los 23 aos, comienza a hacer algo ms que gobernar nios: por las tardes inicia su anli-sis. Ya en 1910 haba comenzado a leer el trabajo de su padre, pero su implicacin seria en el campo del psicoanlisis comenz en 1918, con su anlisis con el propio Freud, prctica normal en aquella poca, anterior a la ortodoxia luego establecida. En

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    1922 realiza su presentacin ante la Sociedad Psicoanaltica de Viena, para la cual escribe el documento que permite estudiar el rumbo que sigui ese anlisis, terminado meses antes: el artculo Relacin entre fantasas de flagelacin y un sueo diurno (8), un testimonio de un anlisis secretamente autobiogrfico.

    Ese mismo escrito de Anna debe ser ledo en concordancia con Pegan a un nio, aquel artculo freudiano utilizado como referente de estudio concreto en el anlisis con nios y las perversiones infantiles, porque all describe con mucho detalle el desarrollo de ciertas fantasas observadas en sujetos en anlisis (ya sea histricos u obsesivos), de azotamiento o flagelacin (9), fantasma masoquista que no hace ms que demostrar como encontrar placer en el dolor. Este artculo de Freud marca un hito en su reconocimiento de la diferencia entre la constitucin de nios y nias, propone una explicacin del masoquismo como secundario y anuncia el descubrimiento del supery.

    En 1923, Anna comenz su propia prctica psicoanaltica con nios; y dos aos ms tarde ya dictaba un seminario en el Instituto de Capacitacin de Viena, Zur Technik der Kinderanalyse. Su trabajo dio lugar a su primer libro, una serie de confer-encias para profesores y padres (1927), y en esa misma poca escribi: Entonces en Viena estbamos todos excitados, llenos de energa: era como si un continente nuevo pudiera ser explorado, y ramos los exploradores; ahora tenamos una ocasin de cambiar las cosas... (10).

    Pegan a un nioEn este texto de Sigmund Freud, la clnica de la perversin y el masoquismo est tratada desde la perspectiva de la constitucin biolgica y el cuerpo ergeno atravesando el Edipo, aunque tiempo despus, la interrogacin ser desplazada hacia el eje que se ubica entre sexualidad y civilizacin, en artculos como El porvenir de una ilusin (1927) y El malestar en la cultura (1929).

    Tres son las fases de la fantasa descripta por Freud, donde evidentemente tambin habla del anlisis de su hija, al describir el quinto caso: acudi al anlisis meramente por un desconcierto en su vida, [y] no habra recibido clasificacin alguna en el diagnstico clnico grueso o se lo habra despachado como psicastenia (11). Eric Laurent, al referirse al Captulo 3 de la bio-grafa de Young-Bruehl sobre Anna Freud, dice: el caso femenino de Freud, en el que se despliega el fenmeno del maso-quismo femenino, es el de su hija en medio de su transformacin del vnculo paterno; lo que llama la atencin es la facilidad, la comodidad con que renuncia a su posicin de nia para convertirse, entonces, en esa virgen sabia que ser la caracterstica de Anna Freud (12). Pero tambin se puede inferir que Freud se refiere all al Hombre de los lobos, que relata sus propias fanta-sas de ser l mismo y otros, golpeados en el pene. Adems, en una correspondencia con Marie Bonaparte, le dir que las cuatro mujeres referidas en el artculo, son vrgenes (13).

    En la primera fase de esta fantasa, otro es el nio azotado, adquiriendo la forma de El padre pega al nio que yo odio, apa-reciendo as el verdadero contenido de esta escena: la rivalidad con un igual en la disputa por el cario de las figuras parentales: El padre no ama a ese nio, me ama a m. De modo que el sentido del ser azotado, radica en un acto de destitucin del amor y una concreta humillacin. Es evidente que la fantasa satisface los celos del nio y depende de su vida amorosa, aunque es dudoso que se la pueda calificar de puramente sexual; pero tampoco nos atrevemos a llamarla sdica (14).

    Cabe aclarar que la fantasa de Pegan a un nio es relativizada en cuanto a su propia condicin de tal por el mismo Freud, cuando sostiene que puede ser tanto un deseo como una escena de la realidad.

    Anna creci a la sombra de su hermana Sophie, dos aos y medio mayor que ella, ms agraciada fsicamente, y la preferida de su madre y su padre. Cuando su hermana se cas en 1913, boda en la que Anna no estuvo presente, le escribi a su padre desde Merano: Me alegra que Sophie se case, porque la pelea interminable entre nosotras era horrible para m (15). Tal vez a eso se refera Freud en su carta cuando le dice uno difcilmente tiene energa para dedicar a intereses serios si es de-masiado celoso, demasiado sensible y permanece alejado de la naturaleza y de su propia vida. Cuando Anna tena dos aos, Freud comunic a Wilhelm Fliess por carta: Hace poco Anna se quej de que Mathilde se haba comido todas las manzanas y pidi que le abrieran el vientre (como le ocurri al lobo en el cuento de la cabrita). Se est convirtiendo en una nia encanta-dora (16). Pero la nia que para su padre era encantadora, debi luchar justamente contra aquello que a l ms le atraa de ella. Pero vayamos al segundo tiempo de esta fantasa freudiana, donde la represin de los deseos incestuosos y la culpa, unidos a la regresin de la organizacin genital a la pregenital analsdica, hacen su aparicin, y donde, dicho rpidamente, la frmula cam-

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    bia a Yo soy azotado por el padre, encontrndonos con el carcter marcadamente masoquista, y la identificacin a un rival degradado. Esta es la fase que Freud considera ms importante y grvida en consecuencias, teida de un gran placer que logra la conjuncin entre culpa y erotismo, aunque se trata de una construccin del anlisis, ya que nunca lograr devenirconsci-ente. Los enamoramientos incestuosos sucumbirn a la represin a raz de desengaos externos, o tal vez a consecuencia de la falta de un cumplimiento largamente anhelado, siempre acompaada por el sentimiento de culpa.

    La tercera fase vuelve a llevarnos a la primera, y pasa a ser muchos nios son azotados, desplazndose la figura del padre a la de los maestros y personas que se dedican al cuidado de los nios, aunque ahora es portadora de una excitacin intensa, in-equvocamente sexual, y como tal procura una satisfaccin onanista. Se trata de la fantasa sdica, pero su satisfaccin es maso-quista, producida en la nia por la envidia de pene que hace que se identifique con la vctima y disfrute de un placer masoquista incestuoso encubierto. As, abandona el amor edpico hacia el padre ingresando en el Complejo de masculinidad, queriendo ser un nio.

    En Pegan a un nio, se produce el esclarecimiento de la gnesis y construccin de la fantasa, donde se puede detectar la constitucin del sujeto que emerge en los desfiladeros de la experiencia freudiana. Asimismo, y ya en trminos lacanianos, nos encontramos con la gramtica del fantasma, que realiza una concatenacin lgica entre pulsin y Edipo. La escena, evidente-mente, dice algo acerca del deseo del sujeto en cuestin, pero tambin, y ms all del deseo, del goce que puede encontrar en las vicisitudes de la pulsin. Y es en la marca resultante que queda del castigo, que aparece la voz del padre, lugar de la instan-cia censora. Ser pegado por el padre realiza de un slo movimiento el castigo por el incesto y su sustitucin, el goce masoquista y su lmite, impuesto por la medida de la ley, uniendo en un mismo acto, mesura y desmesura. Pero volvamos a Anna Freud.

    De la fantasa masoquista a las historias bonitas de AnnaEl artculo de Anna, La relacin entre fantasas de flagelacin y un sueo diurno (17), relata el caso de una nia de 15 aos que fue en el quinto o sexto ao de vida ciertamente antes de la escuela cuando comenz a abrigar una fantasa de flagel-acin del tipo descripto por Freud. Al comienzo su contenido era montono: Un nio es golpeado por una persona adulta. Ms tarde cambi: Muchos nios son golpeados por muchos adultos [] Cada vez que la fantasa era evocada estaba acompaada por una excitacin sexual intensa y culminaba en un acto onanista. A partir de aqu, Anna describe las tres fantasas freudianas exactamente igual que su padre. Pero en determinado momento, el relato de un caso clnico (su propio caso clnico), describe al Demonio negro que ella fue para su padre. Aclaremos que hasta ese momento Anna an no haba tenido ningn paciente, y en todo el artculo, no hace referencia alguna al origen de los datos tan meticulosamente registrados acerca de esta supuesta paciente.

    La nia mencionaba este sentimiento de culpa ms ligado a la gratificacin autoertica, que habitualmente ocurre en el punto culminante, que al contenido de la fantasa aunque sta tambin era desaprobada. Es as que durante varios aos la pequea haba intentado en forma reiterada y sin ningn xito separar uno de otro; es decir, retener la fantasa como fuente de placer y al mismo tiempo apartarse del hbito autoertico irreconciliable con las normas morales demandas por su yo. El contenido de la fantasa en este perodo atravesaba las alteraciones y las elaboraciones ms complicadas. [] Construa instituciones enteras, escuelas y reformatorios en los que imaginaba que tenan lugar las escenas de flagelacin, y estableca reglas definidas que de-terminaban la construccin de varias escenas. En esa poca, las personas que pegaban invariablemente eran maestros; agregaba a los padres de los nios en su mayora como espectadores.

    Anna dice que poco ms tarde, las fantasas de flagelacin entraron en una nueva fase de desarrollo, a partir de la incorporacin de nuevas exigencias morales del medio ambiente, consiguiendo desprenderse del acto de masturbacin que las acompaaba: Cualquier reactivacin de la fantasa significaba una seria lucha con intensas fuerzas opuestas y era seguida de autorreproches, dolor de conciencia y cortos perodos de depresin []. Entre tanto, a lo largo del tiempo las fantasas de flagelacin servan cada vez menos como fuente de placer y estaban ampliamente restringidas en su actividad.

    Ms o menos simultneamente, aparece una nueva forma de fantasa diurna, sin contenido de flagelacin: entre los 8 y los 10 aos se sita el comienzo de la elaboracin de lo que Anna Freud llama las historias bonitas. Estas historia bonitas parecan, al menos a primera vista, que contenan gran cantidad de situaciones placenteras y agradables que describan conductas amables, consideradas y afectuosas. [] Cambios en el entorno de la fantaseadora eran seguidos de cambios en las escenas imaginarias, y los efectos de la lectura se podan rastrear fcilmente en stas. El punto culminante de cada situacin estaba

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    invariablemente acompaado por un intenso sentimiento de placer; no haba sentimiento de culpa ni gratificacin autoertica relacionados con ella. Es as que la nia no senta resistencia alguna y se gratificaba largamente con este tipo de fantasa diurna. Esta era la superestructura de los sueos diurnos referidos en el trabajo de Freud

    En Pegan a un nio, Freud hace referencia a las ensoaciones diurnas de las que habla Anna: En dos de mis cuatro casos femeninos se haba desarrollado sobre la fantasa masoquista de paliza una superestructura de sueos diurnos muy ingeniosa y sustantiva (18) para la vida de la persona en cuestin, y que tena como funcin posibilitar el sentimiento de la excitacin satisfecha aun con renuncia al acto onanista (19).

    Juego, fantasa y poesaYa en 1897 Freud sostena que la fantasa era una fachada construida con el objeto de obstruir el paso a los recuerdos prove-nientes de la visin de la escena primaria. Es decir que si el pasado puede recordarse a la luz de la fantasa, por lo tanto, es un recuerdo. Tanto la condensacin y el desplazamiento, como el carcter del recuerdo, se ilustran todos en la fantasa de Pegan a un nio, pensamiento siempre acompaado de una intensa excitacin sexual, lo que sugiere que de alguna manera est ligado al deseo.

    Pero en 1907 Freud agrega: El nio distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de la carga de afecto con que lo satura, y gusta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina en objetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyo es lo que an diferencia el jugar del fantasear (20) ; y contina: el poeta hace lo mismo que el nio que juega: crea un mundo fantstico y lo toma muy en serio; esto es, se siente ntimamente ligado a l, aunque sin dejar de diferenciarlo resuel-tamente de la realidad mucho de lo que, siendo real, no podra procurar placer ninguno puede procurarlo como juego de la fantasa, y muchas emociones penosas en s mismas pueden convertirse en una fuente de placer para el auditorio del poeta.As, lo que Freud plantea en esa poca, es que el sujeto al crecer cesa de jugar, pero en realidad, no renuncia a nada, no hace ms que cambiar una cosa por otra: lo que parece ser una renuncia es, en realidad, una sustitucin o una subrogacin. As tambin, cuando el hombre que deja de ser nio cesa de jugar, no hace ms que prescindir de todo apoyo en objetos reales, y en lugar de jugar, fantasea. Hace castillos en el aire; crea aquello que denominamos ensueos o sueos diurnos.E. Young-Bruehl, en su biografa de Anna Freud, nos cuenta que escribir y leer eran los grandes antdotos del aburrimiento y el desasosiego que experimentaba Anna en la escuela, y que contaba con una memoria extraordinaria de lo que haba ledo, poblando sus posteriores escritos psicoanalticos de referencias a libros para nios. Desde edad temprana, disfrutaba de slo aquellos cuentos que excluan lo fantstico, lo totalmente irreal. Prefera las aventuras en el Lejano Oeste norteamericano del autor alemn Karl May o en la India de Rudyard Kipling. Tan pronto como los animales comenzaban a hablar o comenza-ban a aparecer hadas y brujas o espectros en suma ante cualquier elemento irreal o sobrenatural mi atencin vacilaba y se desvaneca (21). Su tendencia a lo que ella misma llamaba una visin realista corra pareja con su deseo cotidiano de ser una persona equilibrada como sus hermanas, aceptada y apreciada en su familia, razonable, como dice todava en sus cartas desde Merano a los 18 aos.

    En el mismo artculo ya citado de Freud, ste se refiere a que la actividad fantaseadora no es rgida o inmutable, sino que se transforma con las circunstancias de la existencia del sujeto, y reciben de cada nueva impresin eficiente lo que pudiramos llamar el sello del momento. () As, pues, el pretrito, el presente y el futuro aparecen como engarzados en el hilo del deseo, que pasa a travs de ellos. (22)

    Anna sostiene que la joven en cuestin desconoca absolutamente la conexin reprimida entre las fantasas de flagelacin y las historias bonitas, tanto es as que jams ningn personaje de una historia bonita haba penetrado en la esfera de las fanta-sas de flagelacin, y eso se mantuvo hasta el comienzo de su anlisis: Incluso [] durante el anlisis la nia nunca relat detalladamente una escena de flagelacin en particular. A causa de la vergenza y la resistencia, slo poda ser inducida a dar alusiones cortas y encubiertas dejando al analista la tarea de completar y reconstruir el cuadro de la situacin original. Se com-portaba de un modo completamente diferente respecto de las historias bonitas. En cuanto superaba su primera resistencia para hablar libremente, contribua voluntariamente con descripciones vvidas y detalladas de varios de sus sueos diurnos. Su deseo al hacerlo era tal que incluso, mientras hablaba, daba la impresin de estar experimentando un placer similar o mayor a aquel experimentado mientras lo fantaseaba. Esa minucia era posible debido a que las historias bonitas se haban ido complicando con el tiempo, llegando a organizarse como cuentos en episodios, con un nmero creciente de personajes, algunos de los cuales perduraron aos y sufrieron varias transformaciones, e incluso se derivaron de ellos otros que luego adquirieron independencia.

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    La lectura infantil moralizadoraPosteriormente aparece una nueva variante, la del empleo de un soporte ajeno: Despus de haber desarrollado numerosas histo-rias continuadas que mantena de lado, a los catorce o quince aos la nia se top accidentalmente con un libro de cuentos para nios; ste contena, entre otros, una corta historia en la cual la accin tena lugar en la Edad Media. La ley cuidadosamente dos o tres veces con gran inters. Cuando lo termin, la devolvi y no volvi a verla nunca ms []. Inmediatamente tom el hilo de la historia, continu desarrollando la accin y en lo sucesivo la retuvo como una de sus historias bonitas, comportndose con ella exactamente como si se tratara de un producto de su propia imaginacin.

    Al describir la gnesis y desarrollo de lo que Anna llama cuentos en episodios, y particularmente en el del Caballero y el joven noble, aclara que durante el anlisis fracasaron todos los intentos de establecer una distincin entre los detalles propios del libro ledo y aquellos que ella teji sobre l, siendo la trama del cuento la que ella misma relata del siguiente modo: Un joven caballero medieval haba estado por aos en lucha encarnizada con numerosos nobles que se haban unido en su contra. En el transcurso de una batalla un joven noble de quince aos (la misma edad de la soante) era capturado por los escuderos de los Caballeros. Era llevado al castillo de los Caballeros y tomado prisionero por algn tiempo, hasta que finalmente recobraba su libertad nuevamente. A partir de este esquema, cre toda una serie de cuentos conexos, insertando gran nmero de escenas, cada una de las cuales podan llegar a ser un cuento independiente, con introduccin, desarrollo y final.

    En la primera escena, el Caballero amenaza con poner al prisionero en el potro para forzarlo a revelar secretos importantes. El joven entonces se da cuenta que se encuentra totalmente desamparado y comienza a temer a su enemigo. Prosiguiendo su plan, el Caballero llega casi a torturar al prisionero, desistiendo a ltimo momento. Este es el esquema monotemtico que recorre to-das las historias: En el punto culminante de cada situacin, es decir, cuando el enojo y el odio del torturador se transformaban en generosidad y pena, la excitacin se resolva en un sentimiento de placer. En cada instancia la estructura que quedaba al desnudo era la siguiente: oposicin entre una persona fuerte [el Caballero] y una dbil [el joven noble]; una infraccin en su mayor parte involuntaria de parte de la persona dbil que lo dejaba a merced del otro; la actitud amenazante del ltimo que daba lugar a intensas aprensiones; un aumento lento y a veces elaborado, casi hasta el lmite, de la resistencia al terror y la ansiedad; y finalmente, la solucin del conflicto, en forma de un punto culminante placentero, es decir, el perdn del pecador, reconciliacin, y durante un momento, completa armona entre los antiguos rivales.

    Reduciendo las historias bonitas a este esquema elemental, el anlisis pone en evidencia sus analogas con las fantasas de la primera niez: En las fantasas de flagelacin los personajes tambin estaban divididos en personas fuertes y dbiles, es decir, adultos y nios respectivamente; haba tambin una cuestin de una infraccin aunque permaneca tan indefinida como las per-sonas mismas; contena asimismo un perodo de terror y ansiedad. La nica disparidad decisiva entre ambos tipos de fantasas yace en la diferencia entre sus respectivas soluciones, que en un caso consista en la escena de flagelacin, y en el otro una es-cena de reconciliacin. Anna admite que en el curso de este anlisis, el tema de las fantasas de flagelacin se haba, entonces, infiltrado con xito en las historias bonitas. La sola amenaza de tortura por parte del Caballero, no deja de ser un eco de las escenas de flagelacin anteriores, aunque en la historia bonita no es permitida la descripcin de la misma. Es as que mientras que las fantasas de flagelacin representan un retorno de lo reprimido, es decir, del deseo incestuosos, las historia bonitas representan su sublimacin. Las fantasas de flagelacin constituyen una gratificacin para las tendencias sexuales directas. Las historia bonitas afectadas por la represin son las que Freud describe como inhibidas en su fin. Al igual que el desarrollo del amor del nio por sus padres, la corriente sexual completa est dividida en tendencias sensuales que son reprimidas (represen-tadas aqu por las fantasas de flagelacin) y en una ligadura emocional sublimado y puramente tierna (representado por las historias bonitas).

    Pegan a un nio no pierde de vista esta nueva vuelta: Si en los cursos superiores de la escuela ces el azotar a los nios [ya que sostena la existencia de algn tipo de anclaje en algn hecho presenciado, que dara cuerpo a la fantasa], su influjo fue sustituido con creces por el de las lecturas que enseguida adquirieron significatividad. En el medio de mis pacientes eran casi siempre los mismos libros, asequibles para los jvenes, aquellos cuyo contenido proporcionaban nuevas incitaciones a las fantasas de paliza: la llamada Bibliotque Rose, La cabaa del To Tom y otros del mismo tenor. Compitiendo con estas obras literarias, la actividad fantaseadora del propio nio empezaba a inventar profusamente situaciones e instituciones en que unos nios eran azotados o reciban otra clase de castigos y correctivos a causa de su conducta dscola y malas costumbres (23). Acerca de La cabaa del To Tom, no cabe hacer muchas aclaraciones, debido a la directa referencia a la esclavitud, la

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    servidumbre y la humillacin. Pero en el caso de la Bibliothque Rose, convendra aclarar que se trata de una serie de libros de Sophie Rostopchine, Comtesse de Sgur (24), quien perpetuaba en sus obras la tradicin literaria moralizadora, constituyendo un verdadero xito por aquella poca, con cuentos como Contes de fes (1857), lAuberge de lAngeGardien (1863), Mmoires dun ne y Gnral Dourakine. Encontr que en uno de ellos, Sophie de Ran es una pequea nia de cuatro aos, descripta como caprichosa y antojadiza, coqueta e imprudente, capaz de realizar las peores tonteras, cometer los mayores excesos en relacin a la comida, y actuar con una crueldad prxima al sadismo. Verdadero Demonio negro, esta nia vive su infancia con toda libertad, a la inversa de sus primas, nias modelo, encarnacin de la razn y la sabidura burguesa. La triloga a la que pertenece este cuento, compuesta por Les Petites Filles modles (1858), Les Vacances (1859), y Les Malheurs de Sophie (1860), constituye un verdadero discurso educativo utilizado como lectura obligada para los nios de las familias acomodadas e ilustradas de Europa a principios del 1900, cuyo objetivo moral es demostrar, por un lado, que la desobediencia produce la punicin, y por el otro, que todo error puede ser perdonado.

    Siguiendo a Freud, se puede sostener que es desde la educacin que la fantasa se articula con el discurso de la poca, pero por otra parte, en buena medida, la educacin es posible por ser una derivacin de la curiosidad sexual infantil, lo que permite plan-tear que esa misma fantasa se encuentra en la gnesis del propio conocimiento, permitiendo, asimismo, que el conocimiento se constituya.

    Grafa de la pulsinResumiendo, la vida fantasmtica de Anna haba pasado de las fantasas de flagelacin, a las historias bonitas (luego del pasaje por la primera educacin), cada vez ms complejos y atravesados por la cultura (a medida que aprenda a leer); faltaba an una ltima etapa (permitida por el dominio de la escritura narrativa), la del cuento escrito, donde el relato cambi, ya que la amistad entre el carcter fuerte y el dbil, en lugar de desarrollarse en cada escena, creca lentamente y su establecimiento constitua todo el argumento. En el sueo diurno, cada nueva formacin o repeticin de una escena particular, provea otra oportunidad para una satisfaccin pulsional placentera, por lo cual para Anna se muestra evidente que el cuento escrito tena otros motivos y serva para otros propsitos que el sueo diurno (el de satisfacer ciertas tendencias ambiciosas del yo), como por ejemplo el deseo de ser considerada poeta y ganar con esta aptitud el amor y estima de los otros. Al renunciar a su placer privado a fin de causar una impresin en los dems transform una actividad autista en una actividad social, y por ende encontr un camino de regreso de la vida de fantasa a la realidad.

    Laurent afirma que las precisiones que Freud intenta dar en 1924, en torno a este tema, son una manera de contestar a la pre-gunta que su hija sostiene, acerca del lugar de donde viene la fuerza de esos sueos diurnos, de esos fantasmas, cuando ya han sido analizados. Y contina: En suma, la vertiente directamente ergena de los mismos es la que da cuenta, para Freud, de la dificultad para desembarazar a la nia de las relaciones con sus fantasmas (25).

    Young-Bruhler sostiene que Anna Freud, en su infancia, era conocida en el crculo de los amigos de su padre, por su aptitud de soadora y narradora (posteriormente de escritora) de cuentos elaborados con docenas de personajes heroicos (26). En su correspondencia con Eitington puede leerse: lo que siempre dese para mi desde el principio [] probablemente no sea ms que el afecto de la gente con la que estoy en contacto, y tambin la opinin que ellos tienen de m. No es justo que slo yo diga que algo (que he hecho) es bueno; tiene que haber otros que lo digan y me lo confirmen (27).

    Pero Anna admite ms adelante que en pocas difciles, alguna historia bonita era reemplazado, en su punto mximo, por una escena de flagelacin; vale decir, que la escolaridad primaria y luego el dominio de la escritura narrativa encausaron y crearon la angustia civilizadora de la pequea Anna; pero con fisuras.

    En una carta a Lou Andreas Salom, del 5 de mayo de 1924, Anna le escribe: El motivo para seguir analizndome fue el com-portamiento no demasiado honorable de mi vida interior: ocasionales intromisiones indecorosas de las fantasas mezcladas con una intolerancia cada vez mayor a veces fsica tanto como mental de las fantasas de flagelacin y de sus consecuencias (es decir, la masturbacin) de las cuales no poda prescindir (28). Mucho ms adelante, en otra carta le dice: Se que es vergonzo-so, principalmente cuando me viene entre un paciente y otro, pero tambin es algo bello que me produce un gran placer (29).El artculo de Anna, adems de mostrarnos el trabajo de Freud como analista, desmenuzando cada parte de las escenas infan-tiles olvidadas, nos entrega en bandeja la posibilidad de continuar el artculo Pegan a un nio en el camino que va desde la perversin infantil ([las] impresiones vitales ms tardas hablan en el anlisis con voz lo bastante alta por la boca del

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    enfermo, mientras que es el mdico quien debe alzar la voz para defender los ttulos de la infancia (30) ), a la sublimacin; desde la pulsin, a la normatizacin del nio segn un rgimen de goce organizado por el discurso de la poca. Y el desarrollo que Anna realiza desde la pulsin, a partir de las fantasas de flagelacin hasta llegar al acto creativo, ligado ya no a la satis-faccin pulsional (incluso masturbatoria), sino que dependa del elogio del otro, como bien dice ella, nos ubica en la tensin siempre presente entre la conducta del educador y la del psicoanalista.

    Lacan, en el seminario sobre la angustia, sostiene que el amor no es ms que sublimacin del deseo, y agrega: Por primor-dial que se presente, en nuestra teorizacin, el amor es un hecho cultural (31). Es decir que podramos entender a la creacin artstica, tal como lo hace Freud mismo, como sublimacin, pero no alejada de su funcin social, que implica la mirada y la aprobacin de ese otro que encarna el discurso de la poca. La sublimacin es un concepto central en la teora freudiana, que intenta responder al enigma de la existencia de una satisfaccin por fuera de la actividad sexual y que no implica la represin.Por su parte, Jacques-Alain Miller en Los signos del goce, dice: hablar, escribir o producir una obra de arte no parece ms que el comentario de una ausencia () esta falta, que puede ser escrita, es el lugar que refleja la sublimacin (32). Es decir que toda elaboracin cultural, de alguna manera, tiene que ver con el recubrimiento de esa falta inaugural del sujeto, segn diferentes modalidades ficcionales (lo que constituye el fantasma del sujeto), y con el establecimiento de sucesivos objetos sustitutivos.

    La Viena rojaPero, qu nos dice la experiencia de Anna, ya como analista, del monotema del educador? Seguramente no todo, pero a mi entender, deja bien dibujada una de sus variantes, la del altruismo.

    Desde sus inicios, Anna Freud tom a la letra las directivas de su padre, quien en 1918 escribi: la conciencia moral de la sociedad despertar y le recordar que el pobre no tiene menores derechos a la terapia analtica que los que ya se le acuerdan en materia de ciruga bsica. []. Se crearn entonces sanatorios o lugares de consulta a los que se asignarn mdicos con for-macin psicoanaltica, quienes, aplicando el anlisis, volvern ms capaces de resistencia y ms productivos a hombres que de otro modo se entregaran a la bebida, a mujeres que corren peligro de caer quebrantadas bajo la carga de las privaciones, a nios a quienes slo les aguarda la opcin entre el embrutecimiento o la neurosis es probable que sea la beneficencia privada la que inicie tales institutos (33). Es as que comienzan las terapias para psicticos, vctimas de traumas fsicos (que incluyen las llamadas neurosis de guerra), formas extremas de fobias, anlisis infantil, e incluso algunos extendieron su prctica a clnicas y sujetos de niveles de escasos recursos.

    Anna, en sus pocas de maestra practicante haba trabajado en Kinderhort, una guardera para nios de familias trabajadoras. Tambin ampli sus conocimientos en el Comit Norteamericano Mancomunado de Distribucin a fines de la guerra. As con-oce a Sigfried Bernfeld, quien convence al Mancomunado para que apoye al Asilo Baumgarten, brindando techo y comida a ni-os judos vieneses hurfanos de la primera guerra y chicos de la calle, a quienes pretenda enviar a Palestina. Establece el Plan Educativo basndose en la utilizacin del mtodo Montessori, las ideas socialistas sobre la importancia de realizar aprendizajes comerciales, los primeros trabajos de Stanley Hall sobre adolescencia (Univ. de Clark) y las primeras obras de Freud. En 1919 haba 250 nios, muchos con impedimentos, todos hambrientos, revoltosos y traumatizados. Anna no trabaj en el asilo, pero conoca su obra por Bernfeld, interesndose por sus proyectos sobre la juventud y sus conferencias a educadores.

    A principios de 1920, Bernfeld y Willi Hoffer eran los amigos con los que Anna se reuna a hablar sobre educacin y psicologa infantil en Bergasse 19, en un grupo de estudio informal al que se agregaba un cuarto integrante, mucho mayor que ellos, Au-gust Aichhorn, director de una famosa residencia para delincuentes juveniles, de quien Anna recibi sus conocimientos sobre el sistema de servicios sociales vieneses: Me arrastra (los viernes) hasta las zonas ms lejanas de la ciudad, me muestra insti-tuciones de beneficencia y me presenta a las personas que all trabajan. Todo me resulta de sumo inters, un mundo especial e impresionante (34).

    Cuando Bernfeld, Hoffer y Aichhorn entraron en su mundo trayendo consigo la profunda preocupacin por los nios que no lograban acceder a colegios como el Lyceum de Anna Freud, ella se dio cuenta de que esas eran precisamente las personas que podan ayudarla a poner en prctica la misin del psicoanlisis que su padre haba expuesto en el Congreso de Budapest: que alcanzara a los ms amplios estratos sociales (35).

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    La Escuela HietzingPeter Blos y Erik Erikson en una escuela basada en el psicoanlisisAnna Freud sostena que los nios en anlisis necesitan un ambiente escolar informado sobre el psicoanlisis, y es as que junto a Dorothy Burlingham, que a esa altura ya era una integrante ms de la familia Freud, y viva en otro piso de Bergasse 19 junto a sus hijos (los tres pacientes de Anna Freud) y Eva Rosenfel, organizan una escuela que primero funcion en la casa de sta, en el distrito Hietzing, y luego en el jardn trasero de un pequeo edificio. El director de dicha escuela fue Peter Blos, quien luego emigr a Estados Unidos y se convirti en uno de los primeros autores sobre psicoanlisis de adolescentes. Su ayudante era Erik Homburger Erikson, que sigui idntico camino, y fue quien ms ha escrito acerca de su experiencia en esta escuela. En su biografa, se describe detalladamente la poca en la que esta escuela es fundada: El experimento de la Viena roja que haba comenzado en 1919 con el ascenso de los socialdemcratas al gobierno de la ciudad, se encontraba en un estado precario hacia 1927. Los socialdemcratas haban llegado con un programa sin precedentes de asistencia social, incluyendo planes de vivi-endas, el control de precio de los alquileres, la creacin de nuevos hospitales y clnicas de da y una cadena de bibliotecas para barrios de clase trabajadora. Sobretodo, se haban dedicado a los programas para los nios (36). () S. Bernfeld y P. Federn, entre otros psicoanalistas, estaban comprometidos con el gobierno, y Peter Blos estaba tanto o ms impresionado que Erikson por todas las reformas sociales de este perodo. Por lo tanto, los dos jvenes se interesaran por muchas personas, ideas y pro-gramas innovadores mientras preparaban el programa educativo para la escuela Hietzing (37).

    Anna Freud promovi esta escuela como parte de su misin a favor del establecimiento del anlisis de nios como una vo-cacin profesional. En sus Cuatro conferencias sobre psicoanlisis de nios (1926/27), haba abogado por una escuela que se ordene segn los principios psicoanalticos y se adapte a cooperar con los psicoanalistas. Inicialmente, concurran los nios Burlingham y algunos pocos ms. Pero durante sus cinco aos de funcionamiento, la escuela tuvo 16 alumnos cuyas edades iban de los 7 a los 15 aos, provenientes de familias liberales e ilustradas, con gran parte de sus padres divorciados. La mayora de los alumnos, eran hijos de analistas europeos, como por ejemplo, August Aichhorn e Ernst Simmel. Aproximadamente el setenta por ciento de esos nios estaban en anlisis, la mayora de ellos con Anna Freud, e incluso algunos pocos residan en la casa de Rosenfeld, por dificultades en sus hogares.

    Peter Blos (38) haba introducido el llamado Mtodo del Proyecto, siguiendo las ideas de John Dewey, quien sostena que los nios aprenden ms cuando se logra atraer plenamente su inters.

    En la Escuela Hietzing fomentaron la produccin de una atmsfera educativa excepcional, humanista y que transmitiera un sentimiento de proteccin fuerte contra los peligros externos que esperaban ms all de la escuela. All no haba seales del antisemitismo y la pobreza crnica que enfrentaban muchos nios vieneses. Segn Peter Heller, uno de sus ex-estudiantes, ese aislamiento de las realidades sociales ms speras afect las posibilidades de que, tanto l como sus condiscpulos adquiri-eran, a largo plazo, mayor astucia social (39).

    Sin embargo, Anna Freud observ algunos problemas en el desempeo docente de Erikson y Blos acerca de la administracin de la escuela de Hietzing. Todo lo que ellos [Blos y Erikson] comprenden es lo compulsivo o la liberacin de lo compulsivo. Y esto ltimo resulta en caos (40), escribi a Rosenfeld en marzo de 1929. L. Friedman deduce de esto: Ni uno ni otro consid-eraban la necesidad de la sublimacin, entendida como terreno intermedio entre la libertad total y el control absoluto (41). Esa frase de Anna respecto a la tarea de los maestros en la escuela Hietzing, concuerda con lo que dice en uno de sus libros: La misin de una pedagoga fundada en los hechos revelados por el psicoanlisis consistira, en hallar un trmino medio entre am-bos extremos, o sea, indicar para cada edad la combinacin ptima entre el consentimiento de la satisfacciones y la prohibicin de los impulsos instintivos (42).

    No olvidemos que la concepcin de Anna acerca de los fines de la educacin era muy especfica, y escriba: El objetivo ms general de la educacin es hacer del nio un hombre que no se diferencie del mundo adulto que lo rodea. De este modo tambin queda sentado el punto de partida de la educacin: obra dondequiera el nio difiere del adulto, es decir, en la modalidad infantil. () la educacin lucha contra la modalidad del nio, o sea segn suele decir el adulto, contra sus malos modales (43). Pero ambos profesores, demasiado temerosos del crculo cerrado que implicaba en ese momento la institucin psicoanaltica vienesa, esperaron dcadas para responder a las crticas de Anna Freud.La escuela Hietzing se cerr en 1932, cuando su principal encargada, Eva Rosenfeld, se traslad a Berln y las familias de los estudiantes americanos volvieron a los Estados Unidos.

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    El altruismo pedaggicoLa situacin econmica y poltica en Austria empeor en los aos 30, y Anna Freud y su amiga, Dorothy Burlingham, se preo-cuparon por la situacin de los nios carenciados. En 1937 tuvo la oportunidad de combinar la caridad con su propio trabajo como clnica, cuando la americana Edith Jackson financi una escuela para los nios pobres de Viena. Anna y Dorothy, que organizaron y sostuvieron dicha escuela, podan as observar el comportamiento de los nios experimentando con los modelos de alimentacin, permitiendo que stos elijan su propio alimento y respetando su libertad para ordenar su propio juego. Anna escribi en esa poca: ...estamos muy impresionadas por el hecho de que nos trajeron a los nios, no porque los alimentamos y arropamos y los asistimos durante el da, sino porque aprendieron mucho, es decir, aprendieron a moverse libremente, comer independientemente, hablar, expresar sus preferencias, etc. Y para nuestra propia sorpresa, los padres valoraron esto ms all de todo (44). Para los activistas socialistas como Bernfeld o como los miembros del Kinderseminar, era de vital importancia creer que modificando el ambiente se poda mejorar el estado psquico de los nios. Si bien Anna no era socialista, y no tena experiencia con jvenes como la mayora de sus colegas, sus simpatas eran claramente socialistas, por razones cientficas sino polticas (45). Para los discpulos ingleses de Melanie Klein, y la propia Klein, no era necesario fundar instituciones donde poner a prueba su trabajo, y esta diferencia marcaba categricamente sus distancias con los vieneses.

    Ya en Londres, Anna crea la Clnica Hampstead, que se ocupa de la atencin de nios hurfanos de guerra, o aquellos de los cuales sus padres no podan hacerse cargo, de donde extrajo sus observaciones para el libro Los nios y la guerra ya citado. Es este altruismo consustancial con la posicin analtica? Seguro que no, pero como dice E. Roudinesco, en la poca del debate acerca del psicoanlisis profano, los psicoanalistas se presentaban como cirujanos del alma, esto quiere decir que sus ideales se acercaban a los de la pedagoga o la religin. De modo que tendran cierto parentesco con los educadores y directores de conciencia. El psicoanlisis es entonces una terapia para uso de extraviados, de marginales o incluso de nios, que son los perversos de la civilizacin. En el movimiento internacional, el debate sobre el psicoanlisis de nios, le sigue al que inaugur Freud con Bleuler y Jung sobre el tratamiento de la psicosis (46). Es con los suizos y su tica protestante, que comienza el debate acerca de la pedagoga, en el encuentro entre Freud y Oskar Pfister, en 1908, cuando Anna an era una nia.Pero entre 1925 y 1930, la nocin de profilaxis comienza a tomar cuerpo entre los postfreudianos, y la pedagoga con inspi-racin psicoanaltica parece ser un medio de erradicar la neurosis del adulto, aunque Freud siempre se mostr escptico en relacin a esta posicin, y se cuenta que en una ocasin, ante una pregunta angustiada de una madre a propsito de la educacin de su hijo, le respondi: Seora, haga lo que usted quiera, que le saldr mal (47).

    Es indudable la diferencia entre la pedagoga vienesa de principios de siglo, e incluso europea, y la actual, donde los patrones evidentemente son ms indulgentes, e impera un discurso progresista en relacin a la educacin de los nios, que por lo menos ya no recurre a los mtodos de castigo que s se utilizaban en aquella poca. Si bien es cierto que los nios de la actualidad, en nuestro mundo globalizado, ya no leen muy frecuentemente los libros de la Bibliothque rose, cabe la pregunta acerca de si la televisin, las pelculas, e incluso los videojuegos (tengamos en cuenta que actualmente los medios audiovisuales tienen mucha ms pregnancia que los escritos), no aportan las mismas imgenes, aunque con otras caractersticas, que incluso aumentan en intensidad las escenas de violencia. La preocupacin freudiana parece entonces vigente, y aunque sus ropajes puedan haberse modificado, persiste como ncleo central en la cultura actual, una universalidad en la vida psquica de la algolagnia, la excit-acin sexual por el dolor, aunque hoy no tome la forma de fantasa de paliza (48).

    En la misma poca de los desarrollos de Anna Freud en La guerra y los nios, Lacan escribi: En ese punto de juntura de la naturaleza con la cultura que la antropologa de nuestros das escruta obstinadamente, slo el psicoanlisis reconoce ese nudo de servidumbre imaginaria que el amor debe siempre volver a deshacer o cortar de tajo.

    Para tal obra, el sentimiento altruista es sin promesas para nosotros, que sacamos a luz la agresividad que subtiende la accin del filntropo, del idealista, del pedagogo, incluso del reformador (49).

    Se puede sostener que es desde lo monotemtico de la pulsin, que el fantasma se presentifica, dificultando la normatizacin del nio, en la insistencia pulsional que Freud define como aquellos problemas sexuales en edad sorprendentemente temprana y con insospechada intensidad (50). Y es all donde la labor del analista es convocada por el maestro. Pero tambin es cierto que muchas veces es en el encuentro del monotema infantil con el monotema del educador (con su propio desarrollo pulsional) que el fracaso escolar se constituye en un sntoma; por un lado, del nio, y por otro, de la normatizacin que se intenta imponer.

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    Anna ha dedicado su vida a los nios que carecen de cuidados esenciales (pobreza, efectos de la guerra, carencias paternas), a los hijos de los otros (incluyendo sus cercanas amigas), a crear clnicas dedicadas a la atencin de nios en situacin de desa-mparo con fondos de caridad, as como al cuidado de la herencia de su padre. Ella misma sostiene al hacer referencia al caso clnico de una gobernanta dedicada al cuidado de nios ajenos y al ascetismo ms absoluto, que el altruismo, No solamente asegura la benevolencia del sujeto hacia la satisfaccin del prjimo, permitiendo as la autosatisfaccin instintiva por va indi-recta a pesar de la prohibicin del supery, sino que, simultneamente, libera la actividad inhibida y la agresividad que deban garantizar los deseos primitivos (51).

    Anna ha asumido las insignias del padre, de manera tal, que la ha sumergido en la repulsa de su propia sexualidad. Ha vivido una vida asctica, y la muerte de su padre, nada cambi al respecto. La feminidad que se haba negado a s misma, la obtuvo del encuentro con dos mujeres, Dorothy Burlingham y Eva Rosenfeld. A ellas poda amarlas altrustamente, y reciba de ellas amor de madre y cario de hermanas (52).

    En definitiva, a ese juego de sustituciones y transformaciones infinitas que Anna Freud propone para sus fantasas masoquistas infantiles, luego del atravesamiento por el andamiaje escolar, la cultura y por el gusto y la aceptacin de los otros, conducida evidentemente por la teorizacin acerca del concepto de sublimacin de Freud, le faltaba un paso esencial, esbozado por su padre y formalizado por Jacques Lacan. Aquel que ubica a toda pulsin ajustada a la falla estructural del lenguaje, y a la subli-macin, como aquella operacin que no excluyendo la verdad del goce, la vehiculiza como otro destino posible de la pulsin.

    Notas[1] Freud, Sigmund: Tres ensayos para una teora sexual, en: Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981, pg. 1207. [2] Freud, Anna y Burlingham, Dorothy: La guerra y los nios, Horm, Buenos Aires, 1965. [3] Freud, Anna, Introduccin al psicoanlisis para educadores, Ed. Paids, Mxico, 1999, pg. 42[4] Freud, Anna, Op. cit, pg. 66.[5] Young-Bruehl, Elisabeth: Anna Freud, Emec editores, Buenos Aires, 1991, pg. 54. [6] Young-Bruehl, E.: Op. cit., pg. 54. La bastardilla es ma. [7] Cita tomada de la biografa consultada en la pgina de Internet The Anna Freud Centre. http://www.annafreudcentre.org / Traduccin propia. [8] Freud, Anna: La relacin entre fantasas de flagelacin y un sueo diurno, Coleccin Diva, N 9, Marzo de 1999. [9] Valga la aclaracin que en las traducciones de los escritos freudianos se utiliza el trmino azotar o pegar indistintamente, en la versin consultada del artculo de Anna Freud, el trmino flagelar, es utilizado en idntico sentido. [10] The Anna Freud Centre. http://www.annafreudcentre.org / Tr. del a. [11] Freud, Sigmund, Pegan a un nio (1919), en: Obras completas, tomo XVII, Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, 1976, pg. 180. [12] Laurent, Eric. Posiciones femeninas del ser, Ed. Tres Haches, 1999, pg. 61. [13] Citada por Spector Person, Ethel, En torno a Freud, Pegan a un nio, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000. [14] Freud, Sigmund, Pegan a un nio, Op. cit., pg. 184. [15] The Anna Freud Centre. http://www.annafreudcentre.org / tr. del a. [16] Freud/Fliess, 23 febrero 1898. [17] Freud, Anna: La relacin entre fantasas de flagelacin y un sueo diurno, Coleccin Diva, Nmero 9, marzo de 1999. Todas las citas de este apartado se refieren a dicho artculo, salvo que se haga la mencin contraria. [18] Las negritas son mas. [19] Freud, Sigmund: Pegan a un nio (1919), en: Obras completas, tomo XVII, Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, 1976, pg. 187.[20] Freud, Sigmund: El poeta y los sueos diurnos (1907), en: Obras completas, Biblioteca Nueva, pg. 1343. [21] Frase de Anna citada por Young-Bruehl, E.: Op. cit., pg. 54 [22] Freud, Sigmund: El poeta y los sueos diurnos (1907), Op. cit., pg. 1345. [23] Freud, Sigmund: Pegan a un nio, Op. cit. , pg. 178. [24] Sophie Rostopchine llega a Pars en 1817 proveniente de San Petersburgo, se casa con el Conde Eugne de Sgur, y se consagra a la crianza a sus siete hijos; es justamente para distraerlos que comienza a escribir composiciones bobas, como ella misma las llama, plagadas de reglas de buena conducta, en las cuales eran los nios los personajes centrales.[25] Laurent, E.: Op. cit., pg. 64. [26] Young-Bruehl, E.: Op. cit., pg. 40. [27] Citada por Young-Bruehl, E.: Op. cit., pg. 119. [28] Citada por Young-Bruehl, E.: Op. cit., pg. 111. [29] Citada por Young-Bruehl, E.: Op. cit., pg. 110.

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    [30] Freud, S.: Pegan a un nio, Op. cit., pg. 181. [31] Lacan, Jacques, Seminario sobre la angustia, indito. [32] Miller, Jacques-Alain: Los signos del goce, Editorial Paids, 1999, Buenos Aires.[33] Freud, Sigmund, Nuevos caminos de la terapia psicoanaltica, en: Obras completas, Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, 1976, pg. 162. [34] Carta de Anna a Lou-Andreas Salom, 13 de enero de 1924. [35] Young-Bruehl, Elisabeth: Anna Freud, Emec editores, Buenos Aires, 1991, pg. 94. [36] Lawrence J. Friedman: Identitys architect, a biography of Erik H. Erikson, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1999, pg. 61. Trad. del a..[37] Lawrence J. Friedman: Op. cit., pg. 61. Trad. del a. [38] E. Erikson guard expedientes completos no solamente del progreso educativo de cada estudiante, sino tambin de lo que los padres contaban acerca de hbitos tempranos de los nios, y de sus enfermedades emocionales. El se ocupaba de las humanidades, tales como arte, historia, y literatura alemana, mientras que P. Blos, de geografa y ciencias. En sus principios, D. Burlingham enseaba ingls, latn y matemticas.Pero el contacto ms importante de Erik Homburger Erikson con Ana Freud no implic sus seminarios o sus perspectivas psicoanalticas innovadoras. Se refiri a su anlisis. l con frecuencia contaba orgulloso cmo ella lo acept para su anlisis personal y los honorarios bajos que logr estipular. E. Erikson puede haber sido el primer analizante varn adulto de Anna, y en ocasiones record: ella me sugera intentar ser un psicoanalista que trabaja con nios. Peter Blos record que A. Freud sugiri incluso vagamente un anlisis, pero Erik salt en esa oportunidad y la presion para tomarlo en anlisis. Segn Blos, Erikson deseaba conectarse con las figuras prominentes de la comunidad analtica, y calcul que el anlisis didctico era una puerta en el crculo interno de Sigmund Freud, y una oportunidad de ser reconocido dentro de ese campo.[39] Lawrence J. Friedman:Op. cit., pg. 63. Trad. del a..[40] Lawrence J. Friedman:Op. cit., pg. 63. Trad. del a..[41] Lawrence J. Friedman:Op. cit., pg. 66. Trad. del a..[42] Freud, Anna, Introduccin al psicoanlisis para educadores, pg. 42, Ed. Paids. [43] Freud, Anna, Op. cit., pg. 90, Ed. Paids. [44] The Anna Freud Centre. http://www.annafreudcentre.org / Trad. del a. [45] Young-Bruehl, Elisabeth: Anna Freud, pg. 160. [46] Roudinesco, Elisabeth: La batalla de los cien aos. Historia del psicoanlisis en Francia I (18851939), Edition du Seuil, 1986, pg. 129. [47] Domnguez Morano, Carlos: Psicoanlisis y religin: dilogo interminable, Sigmund Freud y Oskar Pfister, Ed. Trota, Madrid, 2000, pg. 63. [48] Viar, Marcelo N.: La construccin de una fantasa, en: Spector Person, Ethel, En torno a Freud, pg. 198. [49] Lacan, Jacques: Escritos I, El estadio del espejo como formador de la funcin del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psico-analtica (1949), Ed. Paids, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1985. [50] Freud, Sigmund: Tres ensayos para una teora sexual, en: Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981, pg. 1207. [51] Freud, Anna: El yo y los mecanismos de defensa, Planeta-Agostini, Espaa, 1984, pg. 138. [52] Young-Bruehl, Elisabeth: Anna Freud, Op. cit., pg. 124.